PARTES DE TODOS NOSOTROS
LO SIMPLE Y LO COMPLEJO
Los 4 personajes imaginarios presentados en esta
fábula, los ratones "Fisgón" y "Escurridizo" y los
liliputienses "Hem y Haw", pretenden representar las partes
simples y complejas de nosotros mismos, independientemente de
nuestra edad, sexo, raza o
nacionalidad.
A veces podemos actuar como
Fisgón
Que fisgonea y detecta pronto el cambio,
O como
Escurridizo
Que se apresura hacia la acción,
o como
Hem
Que se niega y se resiste al cambio, por temor a que
conduzca a algo peor, o como
Haw
Que aprende a adaptarse a tiempo, en
cuanto comprende el que el cambio puede conducir a algo
mejor.
La narración
¿Quién se ha llevado mi
queso?
Érase una vez, hace mucho tiempo, en un
país muy lejano, vivían cuarto pequeños
personajes que recorrían un laberinto buscando el queso
que los alimentara y los hiciera sentirse felices.
Dos de ellos eran ratones y se llamaban "Fisgón y
Escurridizo", y los otros dos eran liliputienses, seres tan
pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y forma de
actuar se parecía mucho a las gentes de hoy en día.
Se llaman "Hem y Haw".
Debido a su pequeño tamaño, sería
fácil no darse cuenta de lo que estaban haciendo los
cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atención, se descubrirían las cosas
más extraordinarias.
Por muy diferentes que eran los ratones y los
liliputienses, tenían algo en común: cada
mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de
correr por el laberinto en busca de su queso favorito.
A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw
terminaron por encontrar el camino hacia lo que estaban buscando.
Cada uno encontró un día su propia clase de queso
al final de uno de los pasadizos, en el depósito de Queso
Q.
Pero al cabo de un tiempo, los liliputienses
establecieron una rutina diferente.
Hem y Haw se levantaban cada día con algo
más de lentitud y, en lugar de correr, caminaban hacia el
depósito de Queso Q. Después de todo, ahora ya
sabían dónde estaba el queso y cómo llegar
hasta él.
Para sentirse todavía más cómodos,
Hem y Haw decoraron las paredes con frases y hasta dibujaron
imágenes del queso a su alrededor, lo que
los hacía sonreír. Una de aquellas frases
decía: Tener queso te hace Feliz.
Poco a poco, la seguridad que Hem
y Haw tenían en sí mismos se fue convirtiendo en la
arrogancia propia del éxito.
Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron
con su rutina a medida que pasaba el tiempo.
Cada mañana llegaban temprano, husmeaban,
marcaban la zona e iban de un lado a otro del depósito de
queso Q, comprobando si se había producido algún
cambio con respecto a la situación del día
anterior.
Una mañana llegaron al depósito de Queso Q
y descubrieron que no había queso.
No se sorprendieron. Desde que Fisgón y
Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso
disminuía cada día que pasaba, se habían
preparado para lo inevitable y supieron instintivamente
qué tenían que hacer.
Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado
las cosas.
Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran
bien simples. La situación en el depósito de Queso
Q había cambiado. Así pues, Fisgón y
Escurridizo decidieron cambiar.
Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw
llegaron al depósito de Queso Q.
No estaban preparados para lo que
descubrieron.
¡Qué! ¿No hay Queso? —gritó
Hem, y siguió gritando—
¿Quién se ha llevado mi Queso?
Se quedó allí de pie durante largo rato,
como petrificado por la conmoción. No estaba preparado
para esto.
Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas
hambrientos y desanimados. Pero antes de marcharse, Haw
escribió en la pared: Cuanto más importante es el
queso para ti, tanto más deseas conservarlo.
Haw abrió los ojos, miró a su alrededor y
dijo:
–Y, a propósito, ¿dónde
están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos
saben algo que nosotros no sepamos?
Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir
qué hacer, fisgón y escurridizo ya hacía
tiempo que se habían puesto patas a la obra.
No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar
Queso Nuevo.
Lanzaron gritos de alegría. Habían
encontrado lo que estaban buscando: una gran reserva de Queso
Nuevo.
Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el
depósito de Queso Q, evaluando su situación y
regresaban cada día al depósito de Queso Q, donde
se limitaban a esperar.
–¿Sabes?—dijo un día Hem–, si nos
esforzásemos un poco más quizá
descubriríamos que las cosas no han cambiado tanto.
Probablemente, el Queso está cerca. Es posible que lo
escondieran detrás de la pared.
Así que a partir de entonces, empezaron a
trabajar más pronto y más duro y se quedaron hasta
más tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que
habían conseguido era hacer un gran agujero en la
pared.
Cuando Hem vio a su amigo calzándose las
zapatillas, le preguntó: –No pensarás en serio en
volver a intentar en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por
qué no te limitas a esperar aquí conmigo hasta que
nos devuelvan el queso?
–A veces, las cosas cambian y ya nunca más
vuelven a ser como antes –dijo Haw–.
Haw se echó a reír con fuerza y
exclamó: –¡Es hora de explorar el
laberinto!
Hem no se rió ni dijo nada.
Antes de partir, Haw tomó una piedra
pequeña y afilada y escribió un pensamiento
muy serio en la pared, para darle a Hem algo en qué
pensar: Si no cambias, te puedes extinguir.
Haw se sintió más ansioso y se
preguntó si realmente deseaba internarse en el laberinto.
Escribió una frase en la pared, por delante de él,
y se quedó mirándola fijamente durante un
tiempo:
¿Qué harías si no tuvieras
miedo?
Algo más tarde, después de no haber
encontrado Queso alguno durante lo que le parecía mucho
tiempo, Haw se encontró finalmente con un enorme
depósito de Queso que le pareció prometedor. Al
entrar en él, sin embargo, se sintió muy
decepcionado al descubrir que se hallaba completamente
vacío.
Y sintió deseos de abandonar la
búsqueda.
Consciente de que se trataba más de un
recordatorio para sí mismo, antes de que un mensaje para
Hem, escribió esperanzado lo siguiente en la pared: El
movimiento
hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar Queso
Nuevo.
Ante su sorpresa, Haw empezó a disfrutar cada vez
más. "¿Cómo es posible que me sienta tan
bien? –se preguntó–. No tengo queso alguno y no
sé a dónde voy".
Al cabo de poco tiempo, supo por qué se
sentía bien.
Se detuvo para escribir de nuevo sobre la pared: Cuando
dejas atrás tus temores, te sientes libre.
Haw se dio cuenta que había permanecido
prisionero de su propio temor. El hecho de moverse en una nueva
dirección lo había liberado.
Estaba seguro de que
terminaría por encontrarlo.
Escribió entonces: Imaginarme disfrutando de
Queso Nuevo antes incluso de encontrarlo me conduce hacia
él.
Se preguntó por qué siempre le
había parecido que un cambio le conduciría a algo
peor. Ahora se daba cuenta de que el cambio podía
conducirlo a algo mejor.
Alguien más había estado
allí, dejando sólo unos pocos trozos de Queso
Nuevo. Llegó a la conclusión de que, si hubiera
llegado
Antes, muy probablemente habría encontrado una
nueva provisión de Queso Nuevo.
Mientras volvía sobre sus pasos, se detuvo y
escribió en la pared: Cuanto más rápidamente
te olvides del Queso Viejo, antes encontrarás el Queso
Nuevo.
Tal como le sucediera antes, comprendió que
aquello de lo que se tiene miedo nunca es tan malo como lo que
uno se imagina. El temor que se acumula en la mente es mucho peor
que la situación que existe en realidad.
Al comprender repentinamente que había cambiado
sus convicciones, se detuvo para escribir en la pared: Las viejas
convicciones no te conducen al Queso Nuevo.
Al comprender que puedes encontrar Queso Nuevo y
disfrutarlo, Cambias el curso que sigues.
Observar pronto los pequeños cambios te ayuda a
adaptarte a los grandes cambios por venir.
Continuó por el laberinto con mayor fortaleza y
velocidad.
Haw siguió por un pasadizo que le resultaba
nuevo, dobló una esquina y allí encontró el
Queso Nuevo en el depósito de Queso N.
Al entrar en ella, se quedó asombrado ante lo que
vio. Allí amontonado estaba el mayor surtido de Queso que
hubiera visto jamás. No reconoció todos los que
vio, ya que algunas clases eran nuevas para él.
Fisgón le dio la bienvenida con un gesto de la
cabeza, y Escurridizo hasta lo saludó con una de sus
patas. Sus pequeños y gruesos vientres demostraban que ya
llevaban allí desde hacía algún
tiempo.
Una vez que se hartó, levantó un trozo de
queso fresco e hizo un brindis.
–¡Viva el cambio!–
Mientras disfrutaba del queso nuevo, reflexionó
sobre lo que había aprendido.
Comprendió que en aquellos momentos en los que
tenía que cambiar, no había hecho sino aferrarse a
la ilusión de que el Queso Viejo ya no estaba
allí.
En cuanto Cambió la situación y el Queso
cambió de sitio, ellos también cambiaron y se
trasladaron con el Queso. Eso era algo que nunca
olvidaría.
No hay necesidad alguna de súper complicar las
cosas o de confundirse uno mismo con temerosas
creencias.
Hay que permanecer atento para detectar cuándo
empiezan los pequeños cambios y estar así mejor
preparado para el gran cambio que puede llegar a
producirse.
Y, quizá lo más importante, se dio cuenta
de que siempre hay Queso nuevo ahí a fuera, tanto si uno
sabe reconocerlo a tiempo como sino. Y que uno ve recompensado
con él cuanto se dejan atrás los temores y se
disfruta con la aventura.
Haw sabía que había dejado atrás un
rastro para Hem, y que si éste quería,
encontraría el camino limitándose a leer las frases
escritas en la pared.
Luego, al repasar lo escrito,
sonrió:
El cambio ocurre
El queso no cesa de moverse
Anticípate al cambio
Prepárate para cuando se mueva el
Queso
Controla el cambio
Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuándo
se vuelve rancio
Adáptate al cambio con
rapidez
Cuanto más rápidamente te olvides del
Queso Viejo, antes podrás disfrutar del Queso
Nuevo.
Cambia
Muévete con el queso.
¡Disfruta del cambio!
Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso
Nuevo.
Prepárate para cambiar con
rapidez y para disfrutarlo una y otra vez
El Queso no cesa de moverse.
CONCLUSIÓN.
Son cuatro personajes imaginarios de una fábula,
que recorren un laberinto en busca del queso, el queso lo
relacionan con el éxito lo que los humanos siempre buscan
de distintas formas.
Como toda fábula este es el mensaje, los cuatro
ratones son Haw, Hem, fisgón y escurridizo. A veces las
cosas cambian y no vuelven a ser como antes nunca, siempre los
ratones tenían su queso seguro, pero un día ya no
llego. Y te motivan a buscarlo a superarte y a encontrarlo de
nuevo.
¡Siempre hay uno pero hay que aprender a
reconocerlo!
CESAR JAVIER BRACAMONTES GUERRERO.