- Hipótesis acerca del
movimiento de la Tierra alrededor del sol - Postulados
- Los movimientos aparentes del
Sol - La Cosmología a
principios del siglo XVI - El sistema de Copérnico
y su influencia - ¿La aspiración de
la ciencia al elaborar sus teorías es describir
fielmente la realidad o elaborar un modelo que nos permita
predecir los fenómenos? - Defensores de las
teorías de Copérnico - Aristarco de Samos, El autor
de la teoría heliocéntrica - Revolución
astronómica - Bibliografía
Copérnico nació en 1473 en Thorn (hoy
Toru), un pequeño puerto polaco sobre el río
Vístula, cerca del mar Báltico. (Su nombre era
Mikolaj Kopernik, que él latinizó como Nicolaus
Copernicus.) Cuando tenía diez años, su padre (de
profesión comerciante) falleció y su educación
quedó a cargo de su tío materno, un importante
obispo de Polonia.
Guiado por su tío, recibió una esmerada
formación en importantes universidades. En 1491
ingresó en la Universidad de
Cracovia. Allí Alberto Brudzewski, afamado
matemático y astrónomo, despertó en el joven
Nicolás el gusto por estas ciencias. Si
bien por consejo de su tío se licenció en Medicina,
Nicolás adquirió en Cracovia una sólida
formación matemática
y descubrió las contradicciones del modelo
astronómico ptolemaico. Probablemente haya aprendido
también allí el
conocimiento del arte de la
observación de las estrellas.
Abandonó Cracovia en 1795 e ingresó en la
célebre Universidad de Bolonia (Italia), para
estudiar Derecho Canónico. Allí permaneció
hasta el año 1500, cultivando, junto al Derecho, su
pasión por la Astronomía con el Profesor
Domenico María Novara (crítico de la geografía de
Ptolomeo), en cuya casa se alojaba. En Bolonia Copérnico
aprendió griego, lo que le permitiría luego leer
los textos originales sobre Astronomía en esa lengua. El 9
de marzo de 1497 realizó una observación que le
permitió concluir que la distancia de la Luna a la Tierra no
varía en los cuartos y en la fase llena. Esto
contradecía lo previsto por Ptolomeo y mostraba el camino
de su superación: la asociación del razonamiento y
observación.
En 1500 se doctoró en Astronomía en
Roma y fue
nombrado allí Profesor de la Universidad. Pero sus dudas
sobre el modelo de Ptolomeo, que se enseñaban por entonces
a los alumnos, lo llevaron a renunciar a la
cátedra.
Ingresó, por entonces a la famosa Escuela de
Medicina de la Universidad de Padua. En esta ciudad
profundizó sus conocimientos de la lengua griega y de la
literatura
clásica. Copérnico se encontraba inquieto en la
búsqueda de una solución a las anomalías
mostradas por los modelos
ptolemaicos, que ponían en crisis el
Postulado de Homogeneidad y Armonía del Cosmos.
En 1503 se licenció en derecho canónico en
la Universidad de Ferrara, para luego regresar a Polonia.
Habiéndose ordenado sacerdote, vivió hasta 1510 con
su tío, ejerciendo la Medicina y colaborando en la
administración de la diócesis.
Entre los años 1507 y 1515 fue redactando su
primera obra sobre Astronomía, conocida como el
Commentariolus. La misma circuló en un principio a
través de unas pocas copias manuscritas y fue publicada
recién en el siglo XIX. En ella expone ya su
concepción heliocéntrica. Sin apelar a
demostraciones matemáticas, describe el sistema solar
señalando la ubicación de los planetas
según su distancia respecto del Sol.
El segundo de sus tres escritos astronómicos es
del año 1524 y es una crítica
al tratado Del movimiento de
la octava esfera de Juan Werner de Nüremberg. Si bien
lleva por título De octava sphaera, se lo conoce
como "Carta a
Wapowski". En esta obra Copérnico se abstiene de presentar
su propio modelo heliocéntrico, ateniéndose a
señalar los errores de método y
contenido de la obra criticada.
En 1515 participó del quinto Concilio Laterano
encargado de reformar el calendario. Entre ese año y 1530
redactó su obra principal, Sobre las revoluciones de
los cuerpos celestes, pero no la publicó. De todos
modos, las noticias sobre
sus investigaciones y
su teoría
se fueron filtrando poco a poco. Fue así que, en 1533, la
corte papal sometió a discusión sus
descubrimientos. En 1536 el cardenal Nicolás Schonberg
(procurador general de los dominicos) le propuso que publicara
sus descubrimientos. Finalmente Copérnico publicó
su obra en 1543, pocos días antes de su muerte,
ocurrida el 24 de mayo en Frauenburg (Polonia).
Copérnico no fue el primero en señalar la
centralidad del Sol. A este respecto, basta nombrar a Aristarco
de Samos, quien ya en la antigua Grecia
enseñaba que la Tierra y todos
los demás planetas giraban alrededor del Sol. De todos
modos, el modelo que imperaba en su tiempo era el
de Claudio Ptolomeo, que afirmaba que la tierra se hallaba
estática y que tanto el Sol como los
planetas giraban a su alrededor. Al realizar sus observaciones
astronómicas, Copérnico descubrió
anomalías en el sistema
ptolemaico y comenzó a dudar de sus postulados
básicos. En su obra principal dice: […]
cuando un barco navega sin sacudidas, los viajeros ven
moverse, a imagen de su
movimiento, todas las cosas que les son externas y, a la inversa,
creen estar inmóviles con todo lo que está con
ellos. Ahora, en lo referente al movimiento de la Tierra, de
manera totalmente similar, se cree que es todo el Universo
íntegro el que se mueve alrededor de ella
[…]" Copérnico llegó a la
conclusión de que la Tierra se movía, girando sobre
sí misma (un giro completo equivalía a un
día) y alrededor del sol (un giro completo
equivalía a un año). También sostenía
que el eje de la Tierra se hallaba inclinado. A su vez,
mantenía la concepción tradicional de una esfera
exterior donde se encontraban inmóviles las
estrellas.
Se debe tener en cuenta que Copérnico realizaba
sus observaciones sin contar con el aporte invalorable del
telescopio, que por entonces no había sido aún
inventado. Para observar los cuerpos celestes, pasaba las noches
en la torre de su casa de las montañas. Complementaba
estas observaciones con la lectura de
las obras antiguas y clásicas y con sus propias
anotaciones y cálculos. Si bien éstos
últimos no eran del todo precisos, todas sus observaciones
respondían a necesidades de orden teórico y se
realizaban según un plan
preestablecido.
Copérnico sentó las bases de la
Astronomía Moderna, que sería desarrollada luego
por Galileo,
Brahe,
Kepler
y Newton,
entre otros
En su propio siglo contó con pocos seguidores.
Era muy criticado ―especialmente por miembros
de la Iglesia―
por afirmar que la Tierra no se hallaba en el centro del Universo. El
heliocentrismo demorσ en imponerse. En el juicio de 1633,
Galileo fue condenado por sostener la tesis
copernicana, que quedσ prohibida. Sin embargo,
algunos jesuitas la
estudiaban y enseñaban en secreto. La teoría
recibió un nuevo impulso con la formulación de la
Ley de
Gravedad por parte de Newton, en el
siglo XVII, en especial en el norte de Europa. Los
pensadores católicos del sur de Europa tardaron un siglo
más en reconocer al heliocentrismo su validez. Cabe
recordar que, en el siglo XV, el propio Marín Lutero
había acusado a Copérnico de ser un necio que
quería «poner completamente del revés el Arte
de la Astronomía.
Hipótesis Acerca Del Movimiento De La Tierra
Alrededor Del Sol
Nuestros ancestros, según advierto,
suponían la existencia de gran número de esferas
celestes, principalmente con la intención de explicar el
movimiento aparente de los planetas en virtud del principio de
regularidad. Porque tenían por cosa totalmente absurda el
que un cuerpo celeste que es esfera perfecta, no tuviera siempre
movimiento uniforme. Vieron como uniendo y combinando de varios
modos movimientos regulares, podían lograr que, al
parecer, todo cuerpo se moviese hasta una posición
cualquiera.
Calipo y Eudoxo, quienes se propusieron resolver el
problema recurriendo a las esferas concéntricas, no
pudieron explicar todos los movimientos planetarios. No
sólo tenían que dar razón de los giros
aparentes de los planetas, sino también de por qué
dichos cuerpos a veces nos parecen remontarse por los cielos y
otras bajar; y esto no concuerda con el principio de la
concentricidad. Por eso se tuvo por mejor recurrir a
excéntricas y epiciclos, sistema que acabaron pro aceptar
los más doctos.
No obstante, las teorías
planetarias de Ptolomeo y la mayoría de los otros
astrónomos, aunque concordaban con los datos
numéricos, a veces parecían presentar dificultades
no pequeñas. Porque las tales teorías no
satisfacían por completo, a menos de admitirse
también ciertos ecuantes. Resultaba entonces que el
planeta no se movía con velocidad
uniforme ni en su deferente ni en torno del centro
de su epiciclo. Por lo tanto, los sistemas de esta
clase no
parecían ni bastante absolutos ni bastante gratos para el
entendimiento.
Grabado con el sistema solar de Copérnico.
De revolutionibus orbium coelestium libri vi, 2nd ed.
(1566). The Adler Planetarium and Astronomy Museum, Chicago,
Illinois
Habiéndome dado cuenta de tales defectos,
medité a menudo, si no podría hallarse por ventura
una combinación más razonable de círculos de
la cual se infiriesen todas las anomalías aparentes y
según la cual todo se moviese uniformemente en torno de su
propio centro, conforme lo exige la norma del movimiento
absoluto. Después de proponerse este problema
dificilísimo y casi imposible de solventar, al fin se me
ocurrió una idea de como podría resolverse mediante
construcciones menos numerosas y mucho más sencillas que
las antes usadas, con tal que se me concediesen algunos
postulados (que se llaman axiomas) y que se exponen en este
orden.
- No existe ningún centro de gravedad de todos
los círculos o esferas celestes - El centro de la tierra no es el centro del universo,
sino tan sólo de gravedad y de la esfera
lunar. - Todas las esferas giran alrededor del sol como de su
punto medio y, por lo tanto, el sol es el centro del
universo. - La razón entre la distancia de la tierra al
sol y la altura del firmamento es a tal punto menor que la
razón entre el radio de la
tierra y la distancia de ésta al sol, que la distancia
de la tierra al sol es imperceptible, si se le compara con la
altura del firmamento. - Todo movimiento aparente que se percibe en los cielos
proviene del movimiento de la tierra, y no de algún
movimiento del firmamento, cualquiera que fuere. - Lo que nos parece movimiento del sol no proviene del
movimiento de éste, sino del movimiento de la tierra y
de nuestra esfera, junto con la cual giramos en derredor del
sol, lo mismo que cualquier otro planeta. - El movimiento aparentemente directo y
retrógrado de los planetas no proviene del movimiento
suyo, sino del de la tierra. Por consiguiente, el movimiento de
la tierra por sí solo para explicar las aparentes
anomalías de los cielos.
Concedidos estos postulados, trataré de hacer
notar brevemente cómo un proceso
sistemático puede eliminar la uniformidad de los
movimientos. Sin embargo, he tenido por conveniente el omitir en
este esquema, en gracia de la brevedad, todas las demostraciones
matemáticas, las cuales reservo para mi obra más
amplia. Pero, al explicar los círculos, daré
aquí las longitudes de los radios; y, por ellas, pronto
verá el lector versado en matemática cuán
cabalmente concuerda esta combinación de círculos
con las observaciones y datos numéricos.
Las esferas celestes están dispuestas en el orden
siguiente: La suprema es la esfera inmóvil de las
estrellas fijas, la cual contiene todas las cosas y les da su
posición. Debajo de ellas está Saturno,
detrás del que viene Júpiter y después
Marte. Bajo de Marte está la esfera en que giramos
nosotros, luego, Venus; y por último, Mercurio. La esfera
gira en torno del centro de la tierra, y se mueve junto con la
tierra, a modo de epiciclo. También según el mismo
orden un planeta aventaja a otro en velocidad de
traslación según se describa círculos
menores a mayores. Así, Saturno dura treinta años
en una revolución
completa; Júpiter, doce; Marte, dos y medio, y la Tierra,
uno; Venus, nueve meses y Mercurio, tres.
Los Movimientos
Aparentes del Sol.
La tierra tiene tres movimientos: el primero describe
anualmente un gran círculos en torno del sol, siguiendo el
orden de los signos y
recorriendo siempre arcos iguales en tiempos iguales; la
distancia del centro del círculo al sol es igual a la
vigésima quinta parte del radio del círculo. Se
supone que el radio tiene una longitud imperceptible, comparada
con la altura del firmamento; de ahí que con este
movimiento parezca moverse el sol, como si la tierra ocupase el
centro del universo. Sin embargo, la apariencia de este
movimiento no tiene por causa el movimiento del sol, sino el de
la tierra, de manera que, cuando, por ejemplo, la tierra
está en el signo de Capricornio, el sol se ve el de
Cáncer, diametralmente opuesto; y así por el
estilo. Por razón de la distancia, citada arriba, del sol
al centro del círculo, este movimiento aparente del sol no
es uniforme, siendo su irregularidad máxima de dos grados
y un sexto.
La línea trazada desde el sol a través del
centro del círculo se dirige invariablemente hacia un
punto del firmamento situado a unos diez grados al oeste de la
más brillante de las dos estrellas de la cabeza de los
Gemelos; por consiguiente, cuando la tierra se halla enfrente de
este punto, y el centro del círculo se halla entre ellos,
se ve al sol a su distancia máxima de la tierra. En este
círculo gira la tierra, junto con cuento queda
encerrado dentro de la esfera lunar.
El segundo Movimiento propio de la tierra es la
rotación diurna en torno de los polos, siguiendo el orden
de los signos, o sea de oeste a este. A causa de esta
rotación, el universo entero parece girar con velocidad
enorme. De este modo gira la tierra, junto con las aguas que la
rodea y la atmósfera que la
circunda.
El tercer movimiento es el de declinación; porque
el eje de la rotación diurna no es paralelo al eje del
círculo máximo, sino que tiene con relación
a él una inclinación que forma un ángulo que
intercepta una porción de la circunferencia igual a unos
veintitrés grados y medio, en el tiempo nuestro. Por lo
tanto, permaneciendo siempre el centro de la tierra en el plano
de la eclíptica, o sea, en la circunferencia el
círculo máximo, giran los polos de la tierra,
describiendo ambos unos círculos pequeños en torno
de centros equidistantes del eje del círculo
máximo. La duración de este movimiento no es de un
año cabal, sino aproximadamente igual a la
revolución anual en el círculo máximo. En
cambio, el eje
de este círculo máximo se orienta invariablemente
hacia los puntos del firmamento que se llaman polos de la
eclíptica. De modo semejante, el movimiento de
declinación combinado con el movimiento anual, actuando
juntos con los polos de la rotulación diurna,
harían que estos polos se mantuviesen fijos en los mismos
puntos del cielo, sé ser exactamente iguales los
período de ambos movimientos. Pero, en un largo lapso de
tiempo, ha quedado de manifiesto que cambia esta
inclinación que tiene la tierra con respecto al
firmamento. De ahí proviene la opinión
común, según la cual el firmamento posee
movimientos varios, de acuerdo con una ley no bien entendida
aún. En cambio, el movimiento de la tierra puede explicar
todas estas mudanzas, de modo menos sorprendente.
El movimiento igual no debiera medirse por los
equinoccios, sino por las estrellas fijas.
Puesto que los equinoccios y los demás puntos
cardinales del universo cambian bastante, necesariamente
errará quien se empeñare en deducir de ellos la
igualdad de
longitud de la traslación anual. En diversas épocas
se hicieron diferentes determinaciones de esta longitud, basadas
en muchas observaciones. Hiparco la calculó en 365
¼ días; y Albategonio, caldeo, en 365 días,
5 horas y 46 minutos, o sea, en 13 3/5 minutos o 131/3 minutos
menos que Ptolomeo, El Sevillano (Hispalensis)
aumentó el cómputo de Albategonio en un
vigésimo de hora, puesto que calculó el año
trópico en 365 días, 5 horas y 49
minutos.
A menos que se juzgase que tales discrepancias tuvieron
su causa en errores de observación, permítaseme
decir que; si uno estudia con atención los detalles, hallará que
la discrepancia ha correspondido siempre al movimiento de los
equinoccios. Porque cuando los puntos cardinales recorrían
un grado por siglo, como se comprobó que se movían
en la época de Ptolomeo, la longitud del año era la
que afirmó ser Ptolomeo. Pero cuando en los siglos
siguientes, se movían con más rapidez, al
contraponerlos a movimientos menores, el año se
acortó; y esta disminución corresponde al aumento
de la precesión. Porque el movimiento anual se lleva a
cabo en menos tiempo, a causa de la repetición más
rápida de los equinoccios. Por lo tanto, es más
exacto el inferir de las estrellas fijas la igualdad de longitud
del año. Yo me valí de la Espiga de la Virgen
(Spica Virginis), y hallé que el año ha sido
siempre de 365 días, 6 horas y como 10 minutos, el cual es
también el cómputo de los antiguos egipcios. El
mismo método ha de utilizarse también en los
movimientos de los demás planetas, como lo demuestran sus
ábsides, las leyes fijas de su
movimiento en los cielos y el cielo mismo, con testimonio
infalible.
La cosmología
a principios del
siglo XVI
La cosmología anterior a la teoría de
Copérnico postulaba un universo geocéntrico en el
que la Tierra se encontraba estática en el centro del
mismo, rodeada de esferas que giraban a su alrededor. Dentro de
estas esferas se encontraban (ordenados de dentro hacia afuera):
la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno
y, finalmente, la esfera exterior en la que estaban las llamadas
estrellas fijas. Se pensaba que esta esfera exterior fluctuaba
lentamente y producía el efecto de los equinoccios
(véase Eclíptica).
En la antigüedad era difícil de explicar por
cosmólogos y filósofos el movimiento aparentemente
retrógrado de Marte, Júpiter y Saturno. En
ocasiones, el movimiento de estos planetas en el cielo
parecía detenerse, comenzando a moverse después en
sentido contrario. Para poder explicar
este fenómeno, los cosmólogos medievales pensaron
que los planetas giraban en un círculo que llamaban
epiciclo, y el centro de cada epiciclo giraba alrededor de la
Tierra, trazando lo que denominaban una trayectoria deferente
(véase Sistema de Tolomeo).
El sistema de
Copérnico y su influencia
La teoría de Copérnico establecía
que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día,
y que una vez al año daba una vuelta completa alrededor
del Sol. Además afirmaba que la Tierra, en su movimiento
rotatorio, se inclinaba sobre su eje (como un trompo). Sin
embargo, aún mantenía algunos principios de la
antigua cosmología, como la idea de las esferas dentro de
las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior donde
estaban inmóviles las estrellas. Por otra parte, esta
teoría heliocéntrica tenía la ventaja de
poder explicar los cambios diarios y anuales del Sol y las
estrellas, así como el aparente movimiento
retrógrado de Marte, Júpiter y Saturno, y la
razón por la que Venus y Mercurio nunca se alejaban
más allá de una distancia determinada del Sol. Esta
teoría también sostenía que la esfera
exterior de las estrellas fijas era estacionaria.
Una de las aportaciones del sistema de Copérnico
era el nuevo orden de alineación de los planetas
según sus periodos de rotación. A diferencia de la
teoría de Tolomeo, Copérnico vio que cuanto mayor
era el radio de la órbita de un planeta, más tiempo
tardaba en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Pero en el
siglo XVI, la idea de que la Tierra se movía no era
fácil de aceptar y, aunque parte de su teoría fue
admitida, la base principal fue rechazada.
Entre 1543 y 1600 Copérnico contó con muy
pocos seguidores. Fue objeto de numerosas críticas, en
especial de la Iglesia, por negar que la Tierra fuera el centro
del Universo. La mayoría de sus seguidores servían
a la corte de reyes, príncipes y emperadores. Los
más importantes fueron Galileo y el astrónomo
alemán Johannes Kepler, que a menudo discutían
sobre sus respectivas interpretaciones de la teoría de
Copérnico. El astrónomo danés Tycho Brahe
llegó, en 1588, a una posición intermedia,
según la cual la Tierra permanecía estática
y el resto de los planetas giraban alrededor del Sol, que a su
vez giraba también alrededor de la Tierra.
Con posterioridad a la supresión de la
teoría de Copérnico, tras el juicio
eclesiástico a Galileo en 1633, que lo condenó por
corroborar su teoría, algunos filósofos jesuitas la
siguieron en secreto. Otros adoptaron el modelo
geocéntrico y heliocéntrico de Brahe. En el siglo
XVII, con el auge de las teorías de Isaac Newton
sobre la fuerza de la
gravedad, la mayoría de los pensadores en Gran
Bretaña, Francia,
Países Bajos y Dinamarca aceptaron a Copérnico. Los
filósofos puros de otros países de Europa
mantuvieron duras posturas contra él durante otro siglo
más.
¿La
aspiración de la ciencia al
elaborar sus teorías es describir fielmente la realidad o
elaborar un modelo que nos permita predecir los
fenómenos?
La cuestión no está, ni mucho menos,
resuelta por los científicos, y todos, de manera
consciente o no, tienen una posición al respecto. Aquellos
que optan por intentar desentrañar los secretos de la
naturaleza,
reciben el nombre de realistas; por el contrario, los que
se conforman con que sus teorías "funcionen"
razonablemente bien, mientras no existan otras mejores, suelen
conocerse como positivistas. Estos últimos
sólo pretenden salvar las apariencias, atenerse
simplemente al dato positivo, sin entrar en más
consideraciones.
Para acercarnos al debate entre
estas dos concepciones sobre lo que debe ser la ciencia,
repasemos lo acontecido con la publicación de la tesis de
Copérnico y la consiguiente controversia que se
originó por la reacción de las autoridades
religiosas de la época. Cuando se estudia el impresionante
avance que supuso la teoría copernicana, con demasiada
frecuencia suele simplificarse lo sucedido, reduciendo todo sin
más a la difusión de la teoría
heliocéntrica y a la rotunda e inflexible oposición
de la Iglesia. El "pero se mueve" pronunciado, según la
tradición, por Galileo durante el juicio en el que la
Inquisición le obligó a retractarse so pena de ser
torturado, representaría muy bien esa interpretación de los hechos. Sin embargo,
aunque la famosa obra del astrónomo polaco fue incluida en
el Índice de obras prohibidas en 1616 y Galileo fue
condenado, tal reducción de los hechos tiende a ignorar
una apasionante discusión sobre la validez de las
teorías científicas. Acerquémonos a los
hechos…
Nicolás Copérnico fue un
eclesiástico que durante toda su vida fue fiel a la
doctrina católica. Un tío suyo era obispo y se
ocupó de que su sobrino tuviera una formación
adecuada, que comprendió, además de los estudios en
astronomía y medicina, la licenciatura en derecho
canónico. Desde que comenzó a esbozar la
teoría heliocéntrica (1507) hasta que se
publicó (1543) pasaron muchos años. Posiblemente,
influyó en esta demora el temor a una probable condena,
pero no faltaron voces de la Iglesia, como la del Cardenal de
Capua, que animaron insistentemente a Copérnico a divulgar
sus teorías. Asimismo, resulta sumamente sorprendente el
que una obra que con el tiempo fue proscrita por la Iglesia,
fuera dedicada por el propio Copérnico "al
santísimo señor Pablo III", obispo de Roma en aquel
tiempo. ¿Una temeridad, una desfachatez de
Copérnico? Ni mucho menos.
La Iglesia no tenía ningún inconveniente
en aceptar otros modelos distintos del geocéntrico para
salvar las apariencias. De hecho, como un conjunto de meras
hipótesis, la teoría
heliocéntrica fue utilizada para la reforma del calendario
realizada por Gregorio XIII (1582). El problema no estaba pues en
la propia teoría, sino en el carácter que se le pretendiera dar. Si se
presentaba como un conjunto de cálculos coincidentes con
las observaciones, entendidos más como un artificio
matemático que como un reflejo de la realidad, la Iglesia
no ponía ningún obstáculo, más bien
lo contrario, ya que el modelo copernicano presentaba mayores
ventajas que el ptolemaico, entre ellas la sencillez de los
cálculos. Precisamente, ésta fue la posición
que adoptó Andreas Osiander, editor de la revolucionaria
obra de Copérnico y autor de la cita recogida al principio
de este artículo. Quizá tratando de evitar una
condena de la obra, Osiander quiso presentarla como un simple
supuesto, más fácil de comprender y explicar que
otros, pero que en ningún caso tenía por qué
ser cierto. La cuestión de la verdad es dejada por el
editor para los filósofos, los cuales a su juicio tampoco
podrán descubrirla pues está reservada a la
divinidad. Se renuncia expresamente a conocer el verdadero
movimiento de los planetas y del Sol. El hombre debe
conformarse con poder predecir lo que sucede, sin pretender con
ello describir fielmente la realidad.
Ni qué decir tiene que ésta no era la
pretensión de Copérnico. Para él, el
movimiento de la Tierra alrededor del Sol era un hecho
físico, real, y no un artificio matemático.
Mucho más lejos llegó Galileo que ni siquiera quiso
admitir el carácter hipotético de la teoría:
simple y llanamente se trataba de la verdad.
Hoy, muchos científicos y profesores de ciencias
tienden a exponer sus conocimientos como meros modelos
explicativos, sin más pretensiones. Renuncian
expresamente, al menos eso dicen, a saber lo que sucede en
realidad. Cuanto más eficaz sea el modelo en sus
predicciones, mejor es. No sabemos si realmente los hechos
acontecen como son representados, pero el modelo funciona
y eso es lo importante, al menos hasta que se encuentre otro
mejor. Tal posición genera, como no podría ser de
otro modo, una actitud
relativista entre los jóvenes estudiantes de ciencias
cuando no una actitud decididamente escéptica. Al fin y al
cabo, lo que se expone es una explicación posible y como
tal puede ser verdadera… o falsa. Con ello, la ciencia
parecería estar invadida por la creencia: el modelo
funciona, por tanto es innecesario y discrecional el creerlo como
ajustado a la realidad -verdadero- o no.
Con todo, es difícil no pensar que los
científicos en su fuero interno, y pese a lo que
públicamente sostengan, no pretendan realmente desvelar
las causas ocultas de los fenómenos, explicar lo que
verdaderamente sucede, elaborar no la última
teoría, sino "la teoría" que explique de manera
definitiva un determinado fenómeno natural. Ésa fue
la pretensión de Copérnico y de Galileo.
Quizá también por ello, en octubre de 1992 la
Iglesia Católica reconoció oficialmente su
error.
Defensores de
las teorías de Copérnico
La mayoría de astrónomos y
filósofos de la época se negaron a creer las
investigaciones de Copérnico hasta mitad del siglo XVII.
Sin embargo, contó con notables defensores como
Kepler y
Galileo. Hoy en día se
señala a Copérnico como iniciador de la tesis
heliocéntrica, a Galileo Galilei
como su mejor propagandista, así como a Kepler y Newton
como sus culminadores.
Galileo Galilei
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Galileo nació en Pisa (Italia) en 1564. Su padre,
Vincenzo Galilei, quien era un compositor de música aficionado a
las Matemáticas. Galileo estudió Medicina en las
universidades de Florencia, Pisa y Padua. Recibió una
sólida formación matemática y se
interesó por los problemas
físicos, llegando a formular la "Ley del Péndulo".
El prestigio ganado por sus descubrimientos le valió el
nombramiento como Profesor de Matemática.
Galileo cuestionó la concepción que la
física
aristotélica tenía acerca del movimiento de
caída
libre. Según Galileo, la aceleración de la
gravedad es idéntica para todos los cuerpos. Y
respaldó sus afirmaciones con experimentos.
Conocía la Teoría Heliocéntrica de
Copérnico y la compartía, pero no
la defendía públicamente pues sabía que las
autoridades eclesiásticas y científicas
sostenían la Teoría Geocéntrica
(ptolemaica).
Viviendo en Venecia, contrajo matrimonio con
Marina Gamba, en 1599, con quien tuvo tres hijos.
Cuando tomó conocimiento,
en 1609, de la invención de lentes ópticas por
parte de científicos holandeses, concibió el
proyecto de
aplicar esta tecnología para
optimizar la observación de las estrellas y él
mismo lo llevó a la práctica construyendo un
telescopio. Al respecto dice el propio Galileo:
"Primero que todo, vi la Luna tan
cerca como si estuviese apenas a una distancia de dos
semidiámetros de la Tierra. Después de la Luna,
observé frecuentemente otros
cuerpos celestes, tanto estrellas fijas como planetas, con
increíble deleite."
Gracias a la utilización del telescopio pudo
descubrir que la superficie de la Luna no era lisa y uniforme,
como se creía, sino despareja, con cráteres y
montañas: seguro de que la
superficie de la Luna no es perfectamente lisa, libre de
desigualdades y exactamente esférica […], sino que
está llena de desigualdades, huecos y protuberancias,
así como la superficie de la Tierra, la
cual está alterada por todas partes
con elevadas montañas y profundos
valles." Descubrió,
además, que Júpiter tenía satélites
que giraban a su alrededor; que el Sol tenía manchas
móviles oscuras y que la Vía Láctea estaba
formada por un inmenso número de estrellas.
Galileo expuso estos descubrimientos en su obra
Sidereus Nuncios ("Mensajero Sideral", 1610). Los nuevos
datos aportados por sus observaciones tenían consecuencias
revolucionarias. La rugosidad lunar y las manchas solares
demostraban que los cuerpos celestes no diferían tanto de
la Tierra como se creía entonces. Entraba en crisis la
división aristotélica entre un mundo celeste
(incorruptible y perfecto) y un mundo sub-lunar (en el que
regía la corrupción
y la muerte). Al
mismo tiempo, el descubrimiento de los satélites de
Júpiter reforzaba la idea de que las mismas leyes
regían a todo el Universo, ya que el sistema de
Júpiter y sus satélites se parecía en mucho
al sistema solar tal como lo concebía Copérnico.
Siguiendo esta línea de investigación, Galileo intentó
demostrar que las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos
celestes son las mismas que rigen el movimiento de los objetos en
la Tierra, tarea que sería completada luego por
Newton.
Dedujo además, a partir del movimiento de las manchas
solares, que el Sol giraba sobre su eje; y, por otro lado, que la
Luna no era por sí misma luminosa sino sólo en
cuanto reflejaba la luz del
Sol.
Respaldado por sus observaciones, Galileo comenzó
a defender públicamente el heliocentrismo de
Copérnico. En 1611 presentó su telescopio ante la
corte papal, causando gran impresión. De todos modos, los
más acérrimos defensores de la física
aristotélica y de la cosmología de Ptolomeo se
opusieron fuertemente a sus afirmaciones. Por su parte, algunos
teólogos denunciaron la incompatibilidad entre las
teorías de Galileo y las Sagradas Escrituras.
Galileo salió al cruce de estas últimas
críticas a través de una carta dirigida a la
duquesa de Toscana, Cristina de Lorena, en 1615. En la misma,
hacía una clara distinción entre Ciencia y Religión, declarando
a la Física y a la Astronomía como
teológicamente neutras y sosteniendo que "el libro de la
Naturaleza" debía ser leído en lenguaje
matemático.
En 1616 publicó un tratado sobre el flujo y el
reflujo del mar, en apoyo de la teoría copernicana.
Denunciado ante el tribunal de la Inquisición,
debió defenderse frente al cardenal Roberto Bellarmino,
quien prohibió enseñar o sostener la Teoría
Heliocéntrica por considerarla falsa y errónea.
Tras el juicio (1516), Galileo se vio ante la imposibilidad de
continuar con su labor. En lo sucesivo, se dedicó a pulir
el nuevo método experimental para la investigación científica.
Un decreto de 1620 autorizó la enseñanza del heliocentrismo, siempre y
cuando se lo presentara como mera hipótesis.
Además, en 1623 fue elegido Papa el cardenal Barberini
(Urbano VIII), un amigo personal suyo.
Estos dos hechos lo animaron a reemprender la defensa de la
cosmología copernicana.
En 1632, Galileo publicó en la ciudad de
Florencia, sin cumplir con todos los pasos exigidos para la
obtención del imprimatur, su Diálogo
sobre los dos máximos sistemas del mundo, el ptolemaico y
el copernicano. En esta obra defendía el
heliocentrismo no ya como hipótesis sino como realidad,
dejando casi en el ridículo a la física
aristotélica, al sistema ptolemaico y al lenguaje
escolástico. Pero como las cosas no habían cambiado
tanto como él creía, volvió a ser citado en
Roma para dar cuenta de sus afirmaciones. Corría el
año 1633. La Congregación del Santo Oficio lo
encontró culpable por haber puesto el imprimatur a
su obra sin permiso y de contradecir el geocentrismo sostenido
por las Sagradas Escrituras y la Filosofía.
Ante la presión,
Galileo se vio obligado a renegar de su heliocentrismo y a
declararse partidario de la cosmología clásica.
Algunos cuentan que, al retirarse del recinto en el que
abjuró de sus teorías, dijo, en referencia a la
Tierra: «Pero se mueve.» Fue condenado a
prisión, pero por su avanzada edad y su debilitada
salud se le
permitió residir bajo arresto domiciliario en Arcetri,
cerca de Florencia.>
Ya muy anciano, continuó con sus observaciones
hasta 1637, año en el que quedó ciego. A pesar de
ello, y con la colaboración de sus discípulos
Viviani y Torricelli, concluyó y publicó sus
trabajos de mecánica (1638) que incluían una
formulación restringida del Principio de Inercia, la ley
de la caída de los cuerpos, el Principio de Relatividad y
el Principio de Composición de Velocidades, el
péndulo y el isocronismo. Murió en Arcetri, en
1642.
Se ha considerado a Galileo como el "Padre de la
Física Moderna". Él elaboró y probó
toda una metodología nueva para esta ciencia, basada
en el enunciado de principios generales, formulados
matemáticamente, a partir de una rápida inducción, de los cuales deducía
consecuencias que comprobaba experimentalmente. Esta
combinación de método hipotético-deductivo y
experiencia actuó como paradigma para
quienes cultivaron esta ciencia después de
él.
Fue uno de los artífices de la
matematización de la Naturaleza:
"La Filosofía
está escrita en ese gran libro del Universo, que
está continuamente abierto ante nosotros para que lo
observemos. Pero el libro no puede comprenderse sin que antes
aprendamos el lenguaje y
el alfabeto en que está compuesto. Está escrito en
el lenguaje de las Matemáticas y sus caracteres son
triángulos, círculos y otras figuras
geométricas, sin las cuales es humanamente imposible
entender una sola de sus palabras. Sin ese lenguaje, navegamos en
un oscuro laberinto."
Johannes Kepler
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Johannes Kepler nació en 1571 en el ducado
alemán de Wurttemberg. De niño padeció
diversas enfermedades
(miopía, dolores de cabeza, afecciones estomacales,
viruela, etc.). En 1584 ingresó al seminario
protestante de Adelberg. A partir de 1589 estudió
Teología en la Universidad de Tübingen.
Allí tuvo como Profesor de Matemáticas a Maestlin,
que conocía y compartía la Teoría
Heliocéntrica de
Copérnico. Él, que era un
pitagórico y veía en Dios al supremo
geómetra creador de un universo armónico, vio en la
simplicidad de esta teoría un rasgo del plan creador de
Dios.
En 1594 marchó de Tübingen a Graz, en
Austria, donde ejerció la docencia en la
Universidad como Profesor de Aritmética, Geometría y Retórica, dedicando sus
tiempos libres a la Astronomía. Allí, durante 1597,
contrajo matrimonio con Barbara Müller, y ese mismo
año publicó Mysterium Cosmographicum,
dejando constancia de las ventajas que desde el punto de vista
geométrico ofrecía la Teoría
Heliocéntrica. Por ese entonces aún
consideraba que las órbitas planetarias eran
circulares.
En 1600 los protestantes de Austria fueron obligados a
convertirse al catolicismo o exilarse. Pasó entonces
a Praga
(hoy capital de la
República Checa), invitado por el famoso astrónomo
Tycho Brahe, quien se puso en contacto con él luego de
leer su libro. El maestro murió al año siguiente y
Kepler lo reemplazó como matemático y
astrónomo de la corte del emperador.
Tycho Brahe mantenía un sistema combinado,
heliocéntrico y geocéntrico. Kepler redujo sus
descripciones geocéntricas al heliocentrismo. A pesar de
ello, seguía encontrando graves desacoples entre el
desplazamiento que, según sus cálculos, los cuerpos
celestes debían realizar y el que efectivamente
realizaban. Esta situación lo llevó a pensar que,
siendo el Sol el agente que ejerce la fuerza que hace girar a los
planetas a su alrededor, al aumentar la distancia entre un
planeta y el Sol, la velocidad de su desplazamiento debía
disminuir. Para afirmar esto tuvo que rechazar la milenaria
concepción de las órbitas circulares.
En 1609 publicó su obra Astronomía
Nova, dedicada a exponer sus cálculos sobre la
órbita de Marte. En ella expone dos de sus tres famosas
"leyes del movimiento de los planetas", hoy llamadas
"leyes
de Kepler": los planetas giran en órbitas
elípticas con el Sol en un de sus focos y lo hacen con
mayor velocidad cuanto más cerca del Sol se encuentran
(recorren áreas iguales en tiempos
iguales).
En 1610 publicó Dissertatio cum Nuncio
Sidereo, sobre las observaciones de Galileo
y, al año siguiente, realizó sus propias
observaciones de los satélites descriptos por el italiano
con la ayuda de un telescopio, publicando los resultados de
dichas observaciones en su obra Narratio de Observatis Quatuor
Jovis Satellitibus.
En 1612 falleció su esposa. El segundo de sus
tres hijos había fallecido el año anterior. Ese
mismo año fue nombrado matemático de los estados de
la Alta Austria (distrito de Linz). A pesar de sus
descubrimientos, Kepler no estaba satisfecho. Convencido de que
la armonía y la simplicidad gobiernan el Universo,
pretendía encontrar una relación simple entre los
tiempos de revolución de los planetas (períodos
orbitales) y su distancia al Sol. Más de nueve años
le tomó encontrar esta relación y formular
su tercera
ley del movimiento de los planetas: el
período es proporcional al semieje mayor de la elipse
elevado a 3/2.
En 1615 su madre fue acusada de brujería ante la
Inquisición y Kepler asumió su defensa. Le
tomó seis años conseguir su
liberación.
En 1619 publicó Harmonice mundi, obra en
la que hizo pública su tercera ley: la relación
lineal entre el cubo de la distancia promedio de un planeta al
Sol y el cuadrado de su período de revolución. Dice
Kepler, en el libro V de esta obra: "[…] he demostrado que la órbita de un
planeta es elíptica, y que el Sol, la fuente del
movimiento, está en uno de los focos de esta elipse.
Resulta así que cuando el planeta ha completado un cuarto
de su circuito total, comenzando en el afelio, está a una
distancia del Sol exactamente igual al promedio entre la
distancia máxima en el afelio y la distancia mínima
en el perihelio. […] los períodos de
revolución de dos planetas cualesquiera son entre
sí como los cubos de las raíces cuadradas de sus
distancias medias. Se debe tener en cuenta, sin embargo, que el
promedio aritmético entre los dos diámetros de la
órbita elíptica es un poco menor que el
diámetro mayor. Así, si se toma la raíz
cúbica del período, por ejemplo, de la Tierra, que
es un año, y del período de Saturno, de treinta
años, y se eleva al cuadrado el cociente, se obtiene la
razón exacta de las distancias medias del Sol a la Tierra
y a Saturno."
En Linz contrajo segundas nupcias con Susana Reuttinger.
Publicó un trabajo sobre
la fecha del nacimiento de Jesús con el título
De Vero Anno quo Aeternus Dei Filius Humanam Naturam in Utero
Benedictae Virginis Mariae Assumpsit (en 1613 en
alemán y en 1614 en latín), demostrando que el
calendario estaba errado y que Jesús había nacido
en el año 4 a.C.
En 1621 publicó Epitome astronomiae
copernicanae, reuniendo todos sus descubrimientos, obra que
ayudó a difundir el heliocentrismo copernicano durante la
primera mitad el siglo XVII. En 1625 publicó las
"Tablas Rudolfinas", tablas del movimiento planetario basadas en
los datos de Brahe que reducían notablemente los errores
de las tablas anteriores respecto de la posición de los
planetas.
Kepler se destacó también por sus aportes
a la óptica:
formuló la Ley Fundamental de la Fotometría,
descubrió la reflexión total, formuló la
primera Teoría de la Visión moderna, afirmando que
los rayos forman sobre la retina una imagen
pequeñísima e invertida. Además,
desarrolló un Sistema Infinitesimal, antecesor del
Cálculo
Infinitesimal de Leibnitz
y Newton.
Murió en 1630 en Ratisbona, mientras viajaba con
su familia de
Linz a Sagan. En su lápida fue grabado el siguiente
epitafio, compuesto por él mismo: "Medí los
cielos, y ahora las sombras mido. En el cielo brilló el
espíritu. En la tierra descansa el cuerpo."
Recién a partir del siglo XIX Kepler
comenzó a recibir el reconocimiento que merecía por
sus aportes al desarrollo de
la Astronomía. Antes de ello, y basándose en sus
teorías sobre el movimiento de los planetas, Newton
formuló la Ley de la Gravitación
Universal.
Isaac Newton
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Nacido en Woolsthorpe (Inglaterra) en
1642, se formó en Cambridge, donde ejercerá su
magisterio. Desde 1696 reside en Londres, donde dos años
más tarde es director de la Casa de la Moneda; en 1703 se
le elige presidente de la Royal Society, siendo desde 1694
parlamentario. En pago a sus méritos, la reina Ana le
concede un título nobiliario. Newton realizó
importantes experimentos en el campo de la óptica,
formulando la teoría según la cual la luz la
componen pequeños cuerpos de tamaño diferente, cuya
combinación causa los colores visibles
al ojo humano. Detecta la propagación en línea
recta de la luz y el fenómeno de la reflexión,
observaciones que hoy dan la lugar a la teoría
cuántica. Sus descubrimientos los recoge en
"Óptica" (1704). Sus formulaciones matemáticas las
recoge en "Aritmética Universal" (1707) y "Tratado sobre
la cuadratura de las curvas". Su mayor aportación la hace
en astronomía,
donde realiza importantes aportaciones al conocimiento de la
mecánica celeste, como los principios de
inercia, la teoría de la atracción universal, el
principio de acción
y reacción, etc. Sus teorías aparecen recogidas en
su libro "Principios matemáticos de Filosofía
natural", de 1787. Falleció en Londres en 1727.
Aristarco de Samos, El autor de la teoría
heliocéntrica
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Aristarco nació Samos -Grecia- en
el año 310 a.C. y murió en el 220 a.C. Fue
discípulo de Estratón de Lampsacos jefe de la
escuela peripatética fundada por Aristóteles. Años después
Aristarco sucedería a Teofrasto como jefe de esta
institución entre años 288 y 287 a.C.
Fue un hábil geómetra pero es poco lo que
se conoce de su vida, sus hipótesis sobre el universo se
han extraído a partir de las referencias hechas por otros
autores después de su muerte.
Ptolomeo
en el Almagesto lo nombra como un concienzudo observador de
los solsticios y equinoccios. Parece haber interpretado estas
observaciones correctamente, atribuyendo estos fenómenos
al movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Dedujo por esto que
era necesario que la órbita terrestre estuviera inclinada
para explicar los cambios de estación.
Arquímedes en el Arenario -El contador de Arena-
se refiere a Aristarco y su teoría así:
"Aristarco de Samos
publicó un libro basado en ciertas hipótesis y en
el que parece ……. que el universo es muchas veces mayor que
el que ahora recibe ese nombre. Sus hipótesis son que las
estrellas fijas y el Sol permanecen inmóviles, que la
tierra gira alrededor del Sol siguiendo la circunferencia de un
círculo con el Sol en medio de la órbita, y que la
esfera de las estrellas fijas también con el Sol como
centro, es tan grande que el circulo en el que supone que la
tierra gira guarda la misma proporción a la distancia de
las estrellas fijas que el centro de la esfera a su
superficie."
Plutarco también hace referencia a Aristarco
resumiendo su idea geocéntrica en que el cielo es
inmóvil y la Tierra se mueve sobre una órbita
inclinada rotando al mismo tiempo sobre su propio eje. En el
mismo texto,
Plutarco relata que Cleantes (alrededor de 260 a.C.)
denunció a Aristarco por impío, basándose en
que desplazó la Tierra del centro del universo.
De la literatura doxográfica se deduce que
Aristarco consideraba al Sol como una estrella y probablemente
que las estrellas eran soles.
De lo que se conoce de los pensamientos de sus sobre el
cosmos se puede resumir que:
- Fue uno de los primeros en promulgar la teoría
Heliocéntrica - Comenzó a medir la distancia y comparar los
tamaños relativos en la cosmología utilizando la
trigonometría. - Explicó los movimientos de rotación y
traslación terrestres - Dedujo que la orbita de la tierra se encuentra
inclinada - Amplio el tamaño del universo conocido –
aunque con un gran margan de error ya que calculó que el
Sol era 19 veces mas grande que la Luna y se encontraba 19
veces mas lejos, actualmente se sabe que es 400 veces mas
grande y esta 400 veces mas lejos-. - Pudo asumir que el Sol era una estrella mas de las
que se observan en el cielo
Desafortunadamente solo una de las obras de Aristarco
nos ha llegado a los tiempos modernos – Sobre las magnitudes y
las distancias del Sol y de la Luna – y aunque la mayoría
de sus ideas se conocen a través de terceros se puede
decir de este personaje fue uno de los que se ha presentado mas
avanzado a su época. Es probable que de no ser por
ausencia de sus escritos y por los ataques que se empezaron a
sentir por grupos guiados
por las creencias y la Fe religiosa es probable que la historia de la
cosmología hubiera sido diferente y que Aristarco "El
geómetra" tuviera el reconocimiento que se
merece.
El siglo XVII fue una época de extraordinaria
renovación de la astronomía, la edad de oro de los
observadores del cielo, en la que serán confirmadas y
completadas las concepciones que Copérnico había
defendido durante el siglo XVI. Las supervivencias
escolásticas serán eliminadas poco a poco. Por otra
parte, se descubrirán instrumentos de observación
nuevos. La geografía, el arte de la navegación, la
geodesia, la física se beneficiarán de los
progresos de la astronomía y de sus novedades
instrumentales. La figuras que abren el umbral de la
revolución astronómica del siglo XVII fueron Kepler
y Galileo. Johannes
Kepler (1571-1630) estudió
astronomía en Tubinga donde entró en contacto con
el copernicanismo, que sería en adelante la idea rectora
de toda su obra. Precisamente, en su "Prodromus dissertationum
cosmographicarum" (1596), explicó las razones para
rechazar el sistema de Ptolomeo,
aunque lo más importante de esta obra es la
formulación de su primer descubrimiento: los planos de las
órbitas de los planetas, próximos entre sí,
pero sin confundirse, pasan por el Sol, cuyo papel en los
movimientos planetarios es fundamental. En 1601 sucedió
como astrónomo imperial a Tycho Brahe, y en 1604
publicó su "Optica", en la que definió el rayo
luminoso, explicó la reflexión de la luz y
mostró que la refracción atmosférica
desvía la luz de todos los astros indistintamente hasta el
cenit. Pocos años más tarde publicó su
"Dioptrice" (1611), que presenta una teoría de las lentes
y las ideas fundamentales del telescopio astronómico. Pero
lo más importante de la investigación de Kepler fue
el enunciado de sus tres leyes experimentales del movimiento de
los planetas alrededor del Sol, que desempeñaron un papel
decisivo en la elaboración de la síntesis
de Newton. La primera establece que cada planeta describe en
sentido directo una órbita elíptica, uno de cuyos
focos está ocupado por el Sol. La segunda dice que las
áreas descritas por el radio vector que une el centro del
planeta con el centro del Sol son proporcionales a los tiempos
empleados en barrerlas. Y la tercera, formulada en su
"Harmonices, Mundi, Libri" (1619), propone que los cuadrados de
los tiempos de las revoluciones siderales de los planetas son
proporcionales a los cubos de los semiejes mayores de sus
órbitas. Como Kepler, Galileo
estaba convencido de la exactitud del sistema de
Copérnico.
Su fama como astrónomo data de sus observaciones de la
"Nova" de 1604, que había aparecido en la
constelación de Ofiuco. Lejos de ser una mera
observación, Galileo dedujo que si la "Nova" era un
fenómeno celeste, un astro lejano, la opinión
de Aristóteles
sobre la inmutabilidad del cielo era falsa. En 1609
construyó una lente de aproximación y
observó con ella el cielo. Los descubrimientos que hace
gracias a ella y que publicó en su "Siderus nuncius magna"
(1610) son enormes: describe el relieve de la
Luna, halla la confirmación de que la Tierra brilla como
los demás planetas, descubre estrellas desconocidas en la
constelación de Orión y en las Pléyades. La
Vía Láctea se le presentó como un compacto
conjunto de estrellas y no como una nebulosidad que reflejara el
brillo del Sol o de la Luna, ni como un meteoro, de tal manera
que corregía con ello las ideas del propio
Aristóteles. Igualmente, anunció en el "Siderus" el
descubrimiento de los satélites de Júpiter y
concluyó, observándolos, que no eran astros fijos
sino errantes en revolución alrededor de aquel planeta.
También calculó las fases de Venus y de Marte y
descubrió en sus observaciones el anillo de Saturno y las
manchas solares. Tales descubrimientos aportaban pruebas
incontestables en favor del sistema de Copérnico.
Él mismo escribía que "estas novedades serán
el funeral o más bien el final y el juicio último
de la seudofilosofía; han aparecido ya signos en la Luna y
el Sol. Y espero oír sobre este punto grandes cosas
proclamadas por los peripatéticos para mantener la
inmutabilidad de los cielos; no sé ya cómo
podrán salvarla y mantenerla". (1612). El fin de los
anticopernicanos que anunciaba el propio Galileo era inmediato,
pero las resistencias,
aunque durarían poco, se volvieron contra él mismo.
En 1616 la Inquisición declaró absurda, falsa,
impía y herética la opinión que coloca al
Sol en el centro del mundo,… puesto "que es contraria al
testimonio de la. Sagrada Escritura. Es
también absurdo y falso decir que la Tierra no está
inmóvil en el centro del mundo…". Galileo
contestó en su "Il Saggiatore" (1623) y en el "Diálogo"
(1632) explicando su oposición a Aristóteles.
Precisamente, tras la publicación de esta obra fue juzgado
y encarcelado y obligado a firmar la fórmula de
abjuración. La culminación de la revolución
astronómica del siglo XVII estuvo representada por los
trabajos de Newton.
La originalidad del pensamiento
newtoniano reside en que desarrolló plenamente el
cálculo de las fuerzas centrífugas, dedujo del
movimiento de los planetas la intensidad de las fuerzas
centrípetas, que contrapesan las centrífugas para
que los astros se mantengan permanentemente en su órbita.
De ese modo, halló que el Sol atrae a los planetas en
razón inversa del cuadrado de la distancia de los mismos
respecto a aquél y, finalmente, aportó a la
astronomía un nuevo instrumento de observación: el
telescopio de reflexión.
http://almaak.tripod.com/biografias/aristarco_de_samos.htm
http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1891.htm
www.geocities.com/fdocc/copernico.htm- www.arrakis.es/~xgarciaf/copernico.htm
www.sc.ehu.es/sbweb/fisica/celeste/kepler/kepler.htm
www.luventicus.org/articulos/03C001/galileo.html
www.luventicus.org/articulos/03C001/copernico.html
http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/
Rincon-C/Curiosid/Rc-22/RC-22.htm
Realizado por:
Cristian Fernandez
2° Año del Polimodal I.S.J.B