Marcos García se incorpora a la Guerra
Grande el 6 de febrero de 1869 en la región de Banao,
Sancti Spiritus y por sus acciones
recibe el grado de Brigadier del Ejército Libertador,
sin embargo, a partir de la década del 70, se une a la
tendencia anticespedista que cobra fuerzas en las filas del
Ejército Mambí y de un simple participante se
convirtió en protagonista y uno de los líderes de
esta tendencia, pues a decir de Céspedes en su diario,
mantuvo entre los mambises intrigas sobre la posible
deposición del Presidente de la República y en
diferentes sesiones de la Cámara expresaba su
oposición al Levantamiento del 10 de Octubre e injurias
sobre el Padre de la Patria. Céspedes sobre esto
expresó en su diario: " En
la sesión de la Cámara vomitó Marcos
García contra mi muchas injurias y renegó del 10
de octubre, diciendo que con mi levantamiento maté la
revolución. (…). Dijo también
que según parece yo me había sacrificado por mi
propia conveniencia. (…). Dijo que yo no era más que
un simple ciudadano."
A pesar de que Céspedes estaba herido por esta
actitud, las
acusaciones que Marcos García hizo ante la Cámara
le dieron la razón al Padre de la Patria. Marcos
García no supo ver o no quiso ver la grandeza
histórica de Céspedes en la Demajagua.
Tras la deposición de Carlos Manuel de
Céspedes, Marcos García continuó haciendo
vida activa como representante de la Cámara y
también se une a fines de los años 70 a la
línea pacifista que se desarrolla en el Ejército
Libertador y entra en contactos con España
para ponerle fin a la Guerra, incluso engaña a
Serafín Sánchez al decirle que la división
de Oriente había aceptado el Pacto.
Como podemos ver estamos en presencia de un hombre que
no mantuvo una línea definida, sino que participó
en las diferentes tendencias negativas que surgieron dentro de
las fuerzas liberadoras cubanas, destacándose por una
parte su posición anticespedista que influyó en
la deposición de Céspedes y por otra mantuvo una
posición zanjonera que conllevó al fin de la
guerra.
A partir de 1878, Marcos García Castro milita
en el partido Liberal Autonomista, dándole un nuevo
rumbo a su vida y a sus ideas.
Marcos García como autonomista veía
" en el principio cubano de
la autonomía colonial (…) el medio evolutivo de llegar
a la independencia en tiempo
más o menos remoto, pero con las seguridades de educación política, de
solidaridad de
principios y
de fortaleza colectiva de que carecíamos"
Como autonomista convencido califica a esta
línea política "
como un sol de reparaciones a cuyas anheladas luces debemos
abrir el corazón
a todas las esperanzas (…). Además brinda
un concepto de
autonomía: "(…) el
Gobierno por
sí mismo (…) una política de expansión,
de generosidad y de olvido, encaminado a restablecer por la
libertad la
fraternidad entre todos sus habitantes, aplicando y
desenvolviendo con lealtad la misma política, dirigida
principalmente a obtener y conservar la paz, a hacer a todos
justicia, a
abrir camino y plaza a todo interés
legítimo, a dirigir las energías del país
hacia el restablecimiento de la riqueza y a abrir a todos con
grandeza de alma noble
las puertas de sus hogares con la seguridad de
amparo y
protección"
Expresa en defensa de la autonomía que
" Es difícil pero es
grande, y sobre todo salvadora, la obra de paz, de la
reconciliación, del progreso, de la moral y
de la libertad y de la justicia". En ese deseo de
luchar por la autonomía llama a todos a hermanarse
"en ese patriótico
propósito, que es de general beneficio para la patria
(…)."
Ante la amenaza de la intervención
norteamericana, Marcos García alerta y llama a defender
a Cuba
autónoma porque con la autonomía ha visto "
por primera vez la luz del sol
bajo este bellísimo cielo"
Hay en Marcos García autonomista una
adhesión total a España, pues esta era la idea de
los autonomistas de la época, y vincula la historia patria a la
historia de España.
Marcos García se autodefine como un cubano
autonomista55. Él veía que "la obra de
la autonomía, (…),
se encarga, (…) de preparar al pueblo de Cuba para su
independencia (..)", por tanto veía que la
única forma de detener el avance de la Revolución
era implantando la autonomía, pues pensaba que esta era
el " único medio
eficaz de llegar a la pacificación de la
Isla".
Como autonomista Marcos García es partidario de
que el país sea dirigido por los cubanos porque
"la generalidad de los
peninsulares que vienen a la colonia a hacer fortuna, no se
hayan en condiciones intelectuales ni morales de regir los destinos
de este país; es que la cultura de
los insulares ha llegado a un grado tal que constituye un
verdadero antagonismo con la ignorancia de los que solo
encuentran aliento en los gobernantes que se olvidan de los
intereses generales de este suelo para
satisfacer sus propias pasiones; y es por esto que aquellos se
yerguen en Cuba como sus únicos dueños y
señores, mistificando el sentimiento patrio con las
ideas del cálculo".
Mientras los miembros de la Junta Central del Partido
Autonomista se acercaron a Valeriano Weyler, en el año
1896, y lo halagaban declarando su apoyo a la línea
política de la Reconcentración, Marcos
García se opuso a ella y como Alcalde de Sancti Spiritus
realizó toda su campaña a favor de los
reconcentrados y sobre esta política weyleriana
expresó: " (…) un
frío plan de
exterminio que helaba la sangre y
hería los sentimientos"
El Alcalde espirituano luchó para que los
reconcentrados volvieran a sus fincas y comenzaran la
creación de las zonas de cultivos en las inmediaciones
de la ciudad . Con esta medida le daba cumplimiento al programa del
Partido en el aspecto económico.
Su oposición a Weyler era tal que cuando el
Capitán General visita a Sancti Spiritus, el Alcalde no
le prepara recibimiento alguno.
Marcos García estaba seguro que
producto a
la cruel política diseñada por Cánovas del
Castillo a quien califica como Atila62 y aplicada
por Weyler en Cuba, en el corazón de los cubanos
palpitaba el odio contra España, pero llama a refrenar
esa posición para pensar solo en el bien de la patria y
en la salvación para sus hijos porque
" la aspiración de la
mayoría de los cubanos era verse libre de la soberanía española, sin
preocuparse para nada de lo que viniera después; con lo
cual olvidaba que en política no se mira hacia
atrás: en política se piensa con la atención pendiente de la
realización de los ideales que constituyen el objetivo de
la misma, y la salvación de nuestra personalidad
se encontraba en una solución genuinamente
cubana".
Marcos García no solo temía a las
consecuencias sociales de una guerra, sino también no
creía en la capacidad de los cubanos para gobernarse por
si mismos y miraba con pesimismo un posible futuro de cuba
independiente. Esa solución genuinamente cubana la que
hace referencia Marcos García no es más que la
autonomía colonial, bajo la bandera española; que
según él "era una
política reparadora que se iniciaba en el
país".
Sin embargo su situación política era
muy difícil, ante la violencia y
la intransigencia española, por lo cual su actuar
contradictorio, a pesar de oponerse al plan de exterminio
diseñado por Cánovas del Castillo, su deber de
cubano defensor de España lo lleva a enviar un telegrama
de condolencia, al Gobernador General, por "el cobarde
asesinato" de este hombre a quien ahora lo declara como
una "culminante figura" y "una de
las glorias más preclaras".( anexo
#9)
Después del Pacto del Zanjón, en 1878,
Marcos García mantuvo una posición contraria al
movimiento
de liberación nacional, hace un análisis sobre la enseñanza que le dejó la Guerra de
los Diez Años. Plantea que la Guerra Grande fue
"una luctuosa noche de
largos y cruentos sacrificios , de errores y
fanatismos dolorosos". Ante el empeño
de los cubanos por reiniciar una etapa de lucha liberadora en
el año 1895, llama a los combatientes de la guerra
pasada para que rechacen " todo
empeño deliberado de perturbar el país, de
promover la guerra, de derramar sangre de hermanos"pues esto
sería " un error funesto" pues "interfería el
gran paso de concordia, de paz y sobre todo de justicia"
además explica que con una nueva guerra se
iniciaría " una era de opresión que
vendría a oscurecer los primeros rayos del sol de
libertad y de justicia, que ya asoman en lontananza para el
pueblo".
También caracteriza la Guerra Necesaria,
organizada por Martí, como una " guerra
fratricida" , ve en ella la causa fundamental de la
miseria, las enfermedades y el hambre y
no analiza que eso es consecuencia de la política que ha
seguido España hacia Cuba durante esos
años.
En una entrevista
con la comisión enviada por el Partido Revolucionario
Cubano, para contactar con él para que se incorporara al
movimiento de liberación nacional, dejó bien
claro que " estaba en desacuerdo con la
Revolución", y explica las causas por las que se
opone a la lucha armada: "porque
traería consigo la total destrucción del
país y el aniquilamiento de su población en momentos en que las reformas
de Maura, en discusión entonces en la Cámara
Española, eran un paso avanzado en el camino de la
autonomía y en el del reconocimiento de nuestros
indiscutibles derechos a la
gestión político administrativa de
Cuba" y además porque la
revolución traería "consecuencias desastrosas en cuanto al suicidio de un
pueblo y a la destrucción de la riqueza del
país".
Esta actitud es clásica en los autonomistas, y
Marcos García, fiel representante de estos aspiraba a
lograr la independencia a través de la evolución pacífica y con la ayuda
de la corona, que ya discutía las Reformas de Maura, por
ello se opone a la guerra señalando las consecuencias
nefastas que esta traería para la población y
para el país, al conducirlo hacia una ruina
total.
Marcos García hizo todo lo posible por detener
la Revolución, para ello envió cartas a los
principales líderes del movimiento revolucionario en
Sancti Spiritus, un ejemplo de esto es la misiva enviada a
Severo Pina donde deja bien clara la necesidad, según
él, de detener la lucha, incluso llama al sentimiento
patrio de los revolucionarios y les expresa que si se detiene
la guerra podían contar con él para cualquier
cosa, si por lo contrario, desean continuarla, entonces le
señala que serían los responsables únicos
de lo que podría pasar. Es necesario precisar que esta
lucha abierta al desarrollo
de la Revolución se acrecienta en la segunda etapa
autonomista, de 1887-1895, y Marcos García es fiel
seguidor de esta política.
Marcos García Castro toma como filosofía
el principio evolucionista de Spencer. Estas ideas
evolucionistas las pone de manifiesto cuando
señala:
" la felicidad de este país ha
de conquistarse por la evolución pacífica y
constante de las ideas".
Ese medio evolutivo, por la vía pacífica,
para obtener el triunfo definitivo en la autonomía
colonial.
Podemos ver que Marcos García no trata las
fuentes, ni
las fuerzas propulsoras de la evolución:
"(…) el medio evolutivo de
llegar a la independencia en tiempo más o menos remoto,
pero con la s seguridades de educación política,
de solidaridad de principios y de fortalezas colectivas
de que carecíamos".
Esta evolución pacífica, para este líder
autonomista, traería para Cuba libertades positivas y
evitaría la ruina del país y la muerte de
miles de hombre. Como vemos se trata de una mera descripción de algunas notas externas del
proceso.
Marcos García mantiene diversas concepciones
sobre el patriotismo. Se deduce que si se incorporó a la
Guerra de los Diez Años para luchar por la libertad de
su tierra, fue
movido por el amor a su
tierra natal y el odio a la metrópoli española,
sin embargo, a partir del año 1878, este hombre mantiene
una actitud diferente ante la Isla, pues a partir de su
adhesión al Partido Liberal Autonomista ese deber para
con Cuba varía hacia la lucha por la obtención
del autonomismo colonial y el mantenimiento de Cuba bajo la bandera
española.
En el
periódico El País del 24 de abril de 1889,
aparece un autógrafo firmado por Marcos García
donde expone su concepción sobre el patriotismo:
"No busquéis el
patriotismo en las palabras, porque estas no han sido siempre
la fiel expresión del sentimiento y de la idea, sino a
veces el medio de que se sirven la vanidad y la
hipocresía para el logro de miras egoístas ;
buscadlo solo en el corazón y en los hechos que toman
forma en el sacrificio de las grandes almas, para la
realización de la justicia entre los
hombres".
Al analizar estas ideas nos podemos percatar que este
hombre no fue consecuente con sus principios de la juventud,
pues si en un primer momento se incorporó a la guerra
para liberar a su patria del yugo colonial, vamos a ver que en
1878 firma un pacto con España y milita dentro de las
filas de un partido que al decir de Martí
no nació de la Revolución , sino para luchar
contra ella, y como consecuencia inicia una política de
oposición al movimiento liberador del cual él
había sido protagonista, señalando que la
justicia entre los hombres sería el logro de la
autonomía para Cuba, pues para los autonomistas no
había otro camino, o se luchaba a favor de la patria, o
se le combatía y estos hombres optaron por plegarse a
España.
Llamaba Marcos García, compatriotas a todos
aquellos que se unieran a la bandera española. Sin
embargo, cuando en 1898 EEUU interviene en el conflicto
cubano- español este autonomista llama a todos
los cubanos a unirse sin distinciones políticas a unirse para defender a la
patria del enemigo extranjero.
En Carta folleto a
José María Gálvez expone sus ideas sobre
este aspecto:
" Y tales eran mis convicciones, y si
no veía en el triunfo de la Revolución, bajo el
supuesto de que esto pudiera suceder por el solo esfuerzo de
los revolucionarios, la felicidad de Cuba, habría sido
falta de patriotismo y de honradez política, si no
exceso de vanidad personal en
mí, aceptar el movimiento de armas cuando en
el mes de septiembre de 1894, me invitaron a él en
nombre de José Martí y del General Máximo
Gómez, para que los secundara en Las Villas , los que
habían sido mis compañeros en la Guerra de los
Diez Años, Enrique Collazo y José María
Aguirre."
Para él el patriotismo era no inmiscuirse en la
guerra y no aceptar el llamado que le hicieran sus antiguos
compañeros de guerra, porque de esa forma podría
lograr la felicidad de Cuba, considera además que si
aceptaba eso sería vanidad personal.
La Cámara de Representantes del Gobierno
Autonómico se opuso a la intervención
norteamericana porque esta "
vulnera la soberanía española en Cuba y no
permite la marcha del régimen autonómico porque
es una guerra injusta cuando ya Cuba es libre".
También condenan el sitio a Santiago de Cuba y el
carácter injusto de la guerra promovida
por EEUU con pretexto de pacificar la isla .
En esas palabras se manifiesta que los autonomistas se
oponen a la intervención por el temor que sienten a
perder el poder
político y de que Cuba se separe de España,
justamente en el momento en que la "la libertad" ansiada: la
autonomía, había sido alcanzada.
Marcos es fiel seguidor de esta política y lo
podemos considerar como un antianexionista califica la
intervención norteamericana en Cuba como una amenaza
seria " por la absorción de
un pueblo extraño que invoca con cartaginesa
hipocresía la idea de la libertad, y busca nuestro apoyo
a fin de establecer después su más absoluta
dominación sobre los mismos de quienes pretende servirse
como instrumento para llevar a vías de hecho los planes
de modernísima conquista que ha venido preparando con
inusitado maquiavelismo habiendo olvidado que hasta ayer mismo
nos hablaba de sentimientos humanitarios y de situaciones de
paz y de armonía para manifestarse hoy al descubierto,
mientras eso decía, preparaba por el fuego y por el
hambre el exterminio de una raza, que no es su raza, para
sustituir al derecho, la fuerza y a
la propiedad,
el despojo, en nuestra mengua y en su exclusivo
beneficio."
Es capaz de ver la necesidad de la unidad de todos los
hombres sin distinción de afiliación
política para evitar que las libertades obtenidas
durante el año autonomista no se pierdan con la
dominación extranjera. Incluso llama a todos a la unidad
como un solo hombre para salvar las conquistas alcanzadas; para
lograr esa unidad hace referencia a la memoria
de grandes hombres de las guerras
pasadas como: Agramonte, Maceo, Serafín Sánchez,
quienes según él, se sentirían
traicionados por sus hijos si no defienden el
país.
Culpa al bloqueo norteamericano del aumento de la
mortalidad e incluso señala que habría muerto de
hambre durante el bloqueo todos los reconcentrados y un gran
número del resto de los habitantes de este
país.
Explica que el fin de los EEUU era llegar lo antes
posible a la intervención armada sin reconocer la
beligerancia ni la independencia de Cuba, porque de esa manera
estarían aceptando nuestra nacionalidad. Marcos García juzga la
intervención con un criterio estrictamente cubano, claro
está que como cubano autonomista.
Marcos García se pregunta si la
intervención es una solución a la política
cubana que persigue la independencia o es una política
de absorción extranjera y sobre todo exprese que el plan
del gobierno interventor llevaría al caos de la
anarquía y se necesitaría una
reconstrucción para salvar al país, incluso
defiende al Ejército Libertador de los criterios que lo
culpan del apoyo al Ejército Norteamericano,
señalando que esta actuación de los mambises fue
por orden del Consejo de Gobierno y los culpa a ellos porque no
debían haber permitido sino bajo condiciones concretas
que den satisfacción a la máxima
aspiración del pueblo: la absoluta
independencia.
Da muy certeramente la misión
del interventor: " (… ) tiende a
sembrar la división en el país, acentuando el
espíritu del caudillaje como el camino más
cómodo y seguro para llegar rápidamente a la
consecución de sus manifiestos designios."
Incluso Marcos García es capaz de predecir el
destino de Cuba a partir del gobierno interventor:
"(…) los sacrificios
patrióticos de un pueblo iban a quedar desvanecidos en
presencia de acontecimientos inesperados, que se interpongan
entre nuestra historia y lo porvenir".
Vemos el carácter contradictorio de Marcos
García, por una parte es capaz de analizar correcta y
objetivamente las consecuencias que la intervención
norteamericana traería para Cuba y por otro lado resalta
los sacrificios patrióticos, que no son otros que la
lucha por alcanzar y mantener la autonomía y la
dependencia de España, que ha hecho el "pueblo cubano",
restándole valor a la
lucha por la soberanía nacional que han llevado a cabo
los hombres de esta tierra durante más de 30
años.
Ante el hecho de la ocupación norteamericana y
cese del gobierno autonómico los antiguos autonomistas
comenzaron a tomar posiciones en la nueva etapa
histórica. No abrazaron la causa del movimiento
liberador, sino del naciente imperialismo
norteamericano. No pocos de sus miembros incluso sus dirigentes
asumieron responsabilidades en los nuevos ayuntamientos y se
integraron a las comisiones de trabajo o a
las secretarías recién constituidas.
A pesar de esta actitud de los miembros de la Junta
del Partido, no se puede afirmar que Marcos García la
haya seguido, pues no existen documentos que
reflejen ese período de su vida; lo que sí se
conoce es que fue llamado por Tomás Estrada Palma, en el
año 1904, para ocupar el cargo de Juez Correccional del
Distrito Este de La Habana, cargo en el cual fue muy duro pero
justo, según se recoge en los libros de
registro de
sentencias.
Marcos García se educó en el Colegio
El Salvador y dentro de ese contexto debe haber asumido las
ideas de avanzada de su época. Precisamente esta
situación debe haberlo conducido a ingresar en las
huestes mambisas al iniciarse la Guerra de los Diez
Años. Durante la Guerra Marcos García
asumió posiciones regionalistas y estrechas, que lo
llevaron a enfrentarse con el Presidente de la República
y a solicitar su renuncia. Fue un importante representante
encargado, desde el campo mambí, de que se aceptara el
Pacto del Zanjón. Como comisionado fue a Las Villas y
llegó incluso a engañar a Serafín
Sánchez para que aceptara el Pacto, que como se conoce
no daba respuesta a los objetivos
por los que se había luchado durante diez
años.
Marcos García no tenía conformado un
sentimiento completo de nacionalidad
cubana, para él la misma se podía desarrollar
dentro de la Madre Patria. A esta concepción parece que
llegó a partir de una valoración negativa de la
Guerra Grande, donde al contrario de Martí sólo
vio sus errores. Él veía en el autonomismo la
vía posible que podía evolucionar, a largo plazo,
hacia la independencia evitando una guerra destructiva o la
anexión a los Estados
Unidos.
Ya como líder autonomista y Alcalde de la
ciudad este hombre es un fiel servidor de
España y realiza toda una labor social que gana el
respeto de
la población ; pero contradictoriamente no quiere ver a
esos hombres libres, pues su ideal autonomista se basa en el
desarrollo de Cuba pero bajo la dependencia de España.
Es por ello que unido a esa preocupación por el
desarrollo de Sancti Spiritus, Marcos García se opone a
todo movimiento revolucionario que se pueda gestar en la
localidad, para esto se apoya en sus seguidores y llega a
dominar hasta los seudónimos de los revolucionarios,
convirtiéndose en un enemigo de consideración
para la libertad de la patria.
Este amor por la
Madre Patria, su servilismo y su oposición a la lucha
revolucionaria en Cuba queda demostrado también en la
decisión tomada por él, como Alcalde de la
ciudad, de enviar un telegrama al Capitán General
felicitándolo por la muerte de
Antonio Maceo. Esta actitud, de oposición al movimiento
revolucionario la mantuvo, incluso hasta el año 1898 en
el que ocupa el cargo de Gobernador General de la provincia de
Santa Clara, en el momento en que se establece el Gobierno
Autonómico en Cuba.
Otro elemento que nos permite afirmar que Marcos
García fue esencialmente proespañol, es su
posición ante la intervención norteamericana, por
un lado se opone a esta porque lacera la soberanía de
Cuba, porque implicaría una absorción
política y cultural; sin embargo toda esta actitud no
está basada en la defensa de Cuba como Patria
independiente, sino en la defensa de Cuba bajo la bandera
española, de ahí se reafirma su concepto de
Patria: España y demuestra sus ideales antianexionistas
aunque los móviles no hayan sido la defensa de la
Revolución cubana.
La actitud asumida es correcta, sus argumentos
sobre las consecuencias que traería este hecho son
correctos, sin embargo el móvil que lo conllevó a
adoptar esta posición no fue el más
revolucionario, porque aspiraba a mantener a Cuba bajo el poder
español.
Contradictoriamente a su oposición a la
revolución vamos a ver en Marcos García una
preocupación por el desarrollo de la patria chica, por
su higiene, el
mantenimiento constructivo de las obras sociales, el desarrollo
cultural, fundamentalmente la
educación, la salud, la atención
a las diferentes asociaciones culturales existentes en el
municipio, elementos que lo llevan a ganar prestigio y respeto
ante el pueblo, aspecto que se engrandece cuando este se
enfrenta al propio Weyler en su visita a Sancti Spiritus y le
exige que cumpla con la higienización de la ciudad,
prohibiéndole la matanza de reses en las calles y cuando
en tiempos de la reconcentración apoya a los
reconcentrados. Esta es la imagen que pasa
al pueblo y queda en su memoria,
pasando de generación en generación como un buen
alcalde, así se convirtió en un Gran
Cacique. Toda esta labor deja una huella de
higienización en la ciudad y de cuidado a lo social que
se ha ido transmitiendo a las nuevas
generaciones.
A la hora de generalizar sobre su pensamiento se
debe partir de lo contradictorio que es y además se debe
dejar bien claro su ideal autonomista y su oposición por
tanto a la Revolución. Es un hombre que ve que Cuba al
lado de España cumpliría con todos sus
sueños y por tanto esta era la vía ideal para la
Isla. Su ideal proespañol se acentúa con su
política evolucionista para solucionar los problemas de
Cuba.
A partir de estos análisis se puede concluir
planteando que Marcos García de Castro es una
personalidad histórica muy contradictoria que se mueve
desde un independentismo inicial al autonomismo como posible
solución para Cuba, pasando también por una
posición antianexionista frente a la intervención
militar norteamericana en la guerra de Cuba; sin embargo debe
destacarse que a partir del fin de la Guerra Grande mantuvo una
actitud consecuente con su pensamiento
autonomista.
En la República Neocolonial, a diferencia de
la mayoría de los individuos que formaban la
cúpula autonomista y que se integraron a la
politiquería, parece que permaneció distanciado y
vivió modestamente de su trabajo.
Yaney Rodriguez Muñoz