- ¿Qué es el
Liberalismo? - Origen del
Liberalismo - Bases del
Liberalismo - La meta del
Liberalismo - Requisitos y
características del Liberalismo - Resumen de Liberalismo y su
historia - Concepción
filosófica del Liberalismo - John locke
- Liberalismo
pragmático - Humanismo
- El Liberalismo
moderno - Otros pensadores del
Liberalismo - El
utilitarismo - El Liberalismo en
transición
Los filósofos, sociólogos y economistas
del siglo XVIII y primera parte del XIX formularon un programa
político que presidió el orden social en Inglaterra y los
EE UU primero; en el continente europeo, después, y,
finalmente, en otros lugares del mundo. Sin embargo, ese programa
no fue aplicado íntegramente en parte alguna. Sus
defensores no consiguieron que sus ideas fueran aceptadas en su
totalidad ni siquiera en la Gran Bretaña, en el
país liberal por excelencia. El resto del mundo
aceptó tan sólo algunas partes, rechazando desde un
principio otras no menos importantes o abandonándolas al
poco de su implantación. Exageraría quien dijera
que el mundo llegó a conocer una verdadera era liberal,
pues el liberalismo
nunca pudo funcionar a plenitud.
Con todo, aunque su predominio fue breve e incompleto,
el liberalismo logró transformar la faz de la tierra.
Produjo un desarrollo
económico sin precedentes en la historia del hombre. Al
liberar las fuerzas productivas, los medios de
subsistencia se multiplicaron como por encanto. Cuando
empezó la Primera Guerra
Mundial (consecuencia ella misma de larga y áspera
oposición a los principios
liberales y que, a su vez, iba a dar inicio a un período
de aún más agria resistencia al
liberalismo), nuestro planeta tenía una población incomparablemente mayor que nunca
antes y la inmensa mayoría gozaba de un nivel de vida
incomparablemente superior. La prosperidad engendrada por el
liberalismo redujo drásticamente el azote de la mortalidad
infantil y elevó sustancialmente el promedio de
vida.
Tal prosperidad en modo alguno benefició
exclusivamente a una clase
específica de privilegiados. Muy por el contrario, en
vísperas de la Primera Guerra Mundial,
el obrero europeo, el americano y el de los dominios
británicos vivía mejor y más
confortablemente que los aristócratas de épocas muy
cercanas. Comía y bebía lo que quería;
podía dar buena instrucción a sus hijos;
podía, si quería, tomar parte en la vida
intelectual y cultural de su país y, de poseer la
energía y el talento necesarios, no le resultaba
difícil ascender y mejorar su status social. En las
naciones donde más influencia había alcanzado la
filosofía liberal, la cúspide de la pirámide
social se hallaba generalmente ocupada por personas que, sabiendo
aprovechar las circunstancias, consiguieron ascender a los
puestos más envidiados gracias a su esfuerzo personal.
Desaparecían las barreras que en otras épocas
separaban a siervos y señores. Ya no había
más que ciudadanos, sujetos todos a un mismo derecho.
Nadie era discriminado o importunado por razón de su
nacionalidad,
opinión o credo. En los pueblos civilizados no
había persecuciones políticas
ni religiosas y las guerras
internacionales eran menos frecuentes. Hubo optimistas que
comenzaban a entrever una era de paz perpetua.
Pero las cosas cambiaron pronto. Gran parte de los
logros liberales fueron desvirtuados por las poderosas y
violentas corrientes de opinión antiliberal que surgieron
en el propio siglo XIX. Nuestro mundo actual no quiere ya ni
oír hablar del liberalismo. El término
«liberal», salvo en Inglaterra, es objeto de condena
por doquier. Hay todavía «liberales» en Gran
Bretaña, pero la mayor parte de ellos lo son sólo
de nombre. Más exacto sería calificarlos de
socialistas moderados. El poder
público se halla hoy en día, por doquier, en manos
de las fuerzas antiliberales. Los programas de
tales partidos desencadenaron, ayer, la Primera Guerra Mundial
y, actualmente, por virtud de cuotas de importación y exportación, tarifas aduaneras, barreras
migratorias y medidas similares, están aislando cada vez
más a todas las naciones. Esos mismos idearios han
auspiciado, en la esfera interna de cada país, experimentos
socialistas que sólo han servido para reducir la productividad del
trabajo y
aumentar la escasez y
la
pobreza.
Sólo quien voluntariamente cierre los ojos a la
realidad puede dejar de ver por doquier signos
anunciadores de una inminente catástrofe económica
de ámbito mundial. El antiliberalismo apunta hacia el
colapso de nuestra civilización.
Quien desee informarse de qué es, realmente, el
liberalismo y cuáles sus metas, no puede contentarse con
la simple lectura de los
primeros liberales y los resultados que consiguieron alcanzar,
pues, como decíamos, el liberalismo jamás
logró implantar ese ideario en parte alguna.
Las manifestaciones de los partidos que hoy se denominan
liberales tampoco sirven para ilustrarnos acerca de qué
sea el auténtico liberalismo. Incluso en Inglaterra, como
señalábamos, la filosofía que actualmente se
considera liberal se halla mucho más cerca de los
«tories y los socialistas que del viejo programa
librecambista. Cuando uno se encuentra con liberales que admiten
la nacionalización de los ferrocarriles, de las minas y de
otras empresas,
apoyando incluso la implantación de tarifas
proteccionistas, hay que llegar a la conclusión de que, en
la actualidad, del liberalismo no queda sino el
nombre.
La lectura de los escritos de los grandes fundadores de
la escuela tampoco
basta para abarcar actualmente la idea liberal. Porque el
liberalismo, en modo alguno, no constituye un dogma fijo, ni una
doctrina congelada; al contrario, es la aplicación a la
vida social de descubrimientos científicos
específicos. Por lo mismo que los conocimientos
económicos, sociológicos y filosóficos no
han dejado de progresar desde la época de David Hume,
Adam Smith,
David Ricardo,
Jeremy Bentham y Wilhelm Humboldt, la teoría
liberal también difiere hoy de la que presentaban aquellos
autores, aun cuando las bases fundamentales no hayan cambiado.
Nadie, desde hace mucho tiempo, se ha
tomado la molestia de formular una exposición
concisa de qué es el liberalismo actual; eso parece
justificar la aparición del presente ensayo.
Dar una definición de LIBERALISMO es una tarea
difícil. Esta definición es un fenómeno
histórico; en primer lugar, la historia del Liberalismo
está ligada estrechamente con la historia de la democracia,
por lo cual es difícil encontrar un consenso sobre lo que
hay de liberalismo y lo que hay de democracia en las actuales
democracias liberales. Si desde el punto de vista de los hechos
es difícil una distinción, dado que la democracia
ha producido una transformación más cuantitativa
que cualitativa del estado
liberal, lógicamente ésa seguirá necesaria
siempre, porque el Liberalismo es precisamente el criterio que
distingue la democracia liberal de las democracias no liberales,
por ejemplo la plebiscitaria o consulta del voto popular directo,
la populista, la totalitaria etc. Máximo de
productividad económica, libertad
individual y justicia
social.
El Liberalismo, es una doctrina económica,
política y
hasta Filosófica; esto es una teoría sobre como
funciona la sociedad y, en
consecuencia, un planteamiento de las cosas que se deben hacer
para su mejor desenvolvimiento. Procura, en última
instancia, el progreso externo, el bienestar material y no se
ocupa directamente, desde luego, de sus necesidades espirituales.
No promete al hombre felicidad y contento; simplemente la
satisfacción de aquellos deseos que, a través del
mundo externo, cabe atender. Dicha doctrina presupone que la
inmensa mayoría de las personas prefiere la abundancia a
la pobreza: en ese
sentido, busca "el mayor bienestar del mayor numero".
Aboga principalmente por:
- El desarrollo
de la libertad personal individual y, a partir de ésta,
por el progreso de la sociedad; - El Liberalismo implica prácticamente, que
el hombre
como ser racional, sea quien decida, como pensar y de que
manera debe actuar; en si, tener libertad de pensamiento; - Libertad de transito;
- Libertad de educación;
- Libertad de culto y;
- libertad de escoger a sus gobernantes.
Hoy en día se considera que el objetivo
político del neoliberalismo
es la democracia, pero en el pasado muchos liberales consideraban
este sistema de
gobierno como
algo poco saludable por alentar la participación de las
masas en la vida política. A pesar de ello, el liberalismo
acabó por confundirse con los movimientos que
pretendían transformar el orden social existente mediante
la profundización de la democracia. Debe distinguirse pues
entre el liberalismo que propugna el cambio social
de forma gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el
cambio social como algo fundamental que debe realizarse a
través de distintos principios de autoridad.
Entonces, la idea de liberalismo se dividía
en dos: la primera, establecerse en una forma gradual, sin
incluir dentro de las reglas la democracia en virtud de que
consideraban la intervención de las masas en la vida
política perjudicial; y la Segunda el radicalismo,
la cual consideraba el cambio total, o sea a través de los
distintos principios de autoridad.
Entre los siglos XVII y XIX, los liberales lucharon en
primera línea contra la opresión, la injusticia y
los abusos de poder, al tiempo que defendían la necesidad
de que las personas ejercieran su libertad de forma
práctica, concreta y material.
Un examen de los tres siglos de liberalismo, muestra sobre
todo la sorprendente variedad de los liberalismos: hay varios
tipos históricos del credo liberal y varios tipos de
discurso
liberal. Hay dos tipos de obstáculos a la libertad, sobre
todo el que atormentaba a Locke, el absolutismo y
las diferentes concepciones del liberalismo. Encontramos pues los
Liberales radicales, los liberales confesionistas, los
pragmáticos, los utilitaristas, los que lo relacionan con
la economía,
los que consideran que la religión no debe
participar dentro del gobierno, los humanistas, etc.
A raíz de todo esto, se dice que, el liberalismo
surge como la síntesis
de varios elementos, los cuales van conjugándose y
adaptándose recíprocamente durante varios siglos.
Pero los factores que actúan como catalizadores de
realidades e ideologías heterogéneas y divergentes
serán la concepción antropológica
individualista y la de una libertad absoluta y
omnímoda.
Las bases teóricas del liberalismo
económico pueden sintetizarse así:
- La sociedad está regida por leyes naturales
universales permanentes; - La esfera económica está regida
únicamente por el interés
personal, y la competencia de
los esfuerzos individuales asegura el triunfo de los más
hábiles y mejores; - El destino humano se realiza por la libre acción individual. El estado
debe limitarse a lograr la seguridad
interna y la defensa del país, pues en los demás
problemas,
cuando fomenta, entorpece, y cuando reglamenta,
desorganiza.
Suele la gente pensar que el liberalismo se distingue de
otras tendencias políticas en que procura beneficiar a
determinada clase -la constituida por los poseedores, los
capitalistas y los grandes empresarios – en perjuicio del resto
de la población. Esa suposición es completamente
errónea. El liberalismo ha pugnado siempre por el bien
de todos. Tal es el objetivo que los utilitaristas ingleses
pretendían describir con su no muy acertada frase de
«la máxima felicidad, para el mayor número
posible ". Desde un punto de vista histórico, el
liberalismo fue el primer movimiento
político que quiso promover no el bienestar de grupos
específicos sino el general. Difiere el
liberalismo del socialismo – que
igualmente proclama su deseo de beneficiar a todos – no en el
objetivo perseguido, sino en los medios empleados.
Hay, sin embargo, quienes opinan que las consecuencias
del liberalismo, por la propia naturaleza del
sistema, al final resultan favoreciendo los intereses de una
clase específica. Esa afirmación merece ser
discutida. Una de las objetivos de
esta obra es demostrar que carece de fundamento.
REQUISITOS Y
CARACTERÍSTICAS DEL LIBERALISMO
Se resume los requisitos y características del
liberalismo de la siguientes manera:
- No intervención de la Iglesia ni
de los grupos religiosos en el estado ni en sus opiniones y
resultados; - No intervención de los intereses militares en
otros países: - No explotación de los
Indígenas; - Practica de una economía cosmopolita de ayuda
internacional mutua; - No a los monopolios;
- No al control del
estado en la economía (capitalismo); - No a la opresión ni abusos de
poder; - Que el efecto de una idea es más importante
que su origen (pragmatismo); - Que los seres se dediquen solos a encontrar la verdad
(humanismo); - Considerar que todo lo que es útil es bueno
(utilitarismo) - Derecho al sufragio y a
la participación en la vida comunitaria; - Pluralismo absoluto; sistema por el cual se acepta o
reconoce la pluralidad de doctrina o métodos
en materia
política, económica etc.; - Libertad de conciencia y
de creencia. - Libertad de disfrute de derechos
establecidos; - La libertad de vivir como a cada quien le
parezca.
RESUMEN DE
LIBERALISMO Y SU HISTORIA
Teniendo en cuenta el intervensionismo del liberalismo
no solo en el Gobierno, Economía y Religión, se
resume su participación a través de la historia de
la siguiente manera:
- Desde el punto de vista con el tipo de Gobierno
con que cuente el país:
El desarrollo del liberalismo en un país
concreto,
desde una perspectiva general, se halla condicionado por el
tipo de gobierno con que cuente ese país. Por ejemplo,
en los países en que los estamentos políticos y
religiosos están disociados, el liberalismo implica, en
síntesis, cambios políticos y económicos.
En los países confesionales o en los que la Iglesia goza
de gran influencia sobre el Estado, el liberalismo ha estado
históricamente unido al anticlericalismo.
- En política interior, los liberales se oponen
a las restricciones que impiden a los individuos ascender
socialmente, a las limitaciones a la libertad de
expresión o de opinión que establece la
censura y a la autoridad del Estado ejercida con arbitrariedad
e impunidad
sobre el individuo. - En política internacional los liberales se
oponen al predominio de intereses militares en los asuntos
exteriores, así como a la explotación colonial de
los pueblos indígenas, por lo que han intentado
implantar una política cosmopolita de cooperación
internacional.
- En cuanto a la Economía: los liberales
han luchado contra los monopolios y las políticas de
Estado que han intentado someter la economía a su
control. - Respecto a la Religión: el liberalismo
se ha opuesto tradicionalmente a la interferencia de la Iglesia
en los asuntos públicos y a los intentos de grupos
religiosos para influir sobre la opinión
pública. - Entre los siglos XVII y XIX, los liberales lucharon
en primera línea contra la opresión, la
injusticia y los abusos de poder, al tiempo que
defendían la necesidad de que las personas ejercieran su
libertad de forma práctica, concreta y
material. - Hacia mediados del siglo XIX, muchos liberales
desarrollaron un programa más pragmático que
abogaba por una actividad constructiva del Estado en el campo
social, manteniendo la defensa de los intereses individuales.
Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan que la
Iglesia y el Estado no son los únicos obstáculos
en el camino hacia la libertad, y que la pobreza también
puede limitar las opciones en la vida de una persona, por lo
que aquélla debe ser controlada por la autoridad
real. - Humanismo, en filosofía, actitud que
hace hincapié en la dignidad y
el valor de la
persona. Uno de sus principios básicos es que las
personas son seres racionales que poseen en sí mismas
capacidad para hallar la verdad y practicar el bien.
Después de la edad media,
el liberalismo se expresó quizá por primera vez
en Europa bajo
la forma del humanismo, que reorientaba el pensamiento del
siglo XV para el que el mundo (y el orden social), emanaba de
la voluntad divina. En su lugar, se tomaron en
consideración las condiciones y potencialidad de los
seres humanos. - En el siglo XVII, durante la Guerra Civil inglesa,
algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir ideas
liberales como la ampliación del sufragio, el
sistema legislativo, las responsabilidades del gobierno y la
libertad de pensamiento y opinión. - En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado
por la escuela utilitarista, principalmente por el jurista
Jeremy Bentham y por su discípulo, el economista John
Stuart Mill. Los utilitaristas reducían todas las
experiencias humanas a placer y dolor, y sostenían que
la única función
del Estado consistía en incrementar el bienestar y
reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un mal, son
necesarias para evitar males mayores. - Para los pragmáticos.- "a prueba de la verdad
de una proposición es su utilidad
práctica; el propósito del pensamiento es guiar
la acción, y el efecto de una idea es más
importante que su origen".
CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DEL
LIBERALISMO
El liberalismo es una doctrina filosófica y
política que se caracteriza por ser una concepción
individualista, en otras palabras, es una concepción para
la cual el individuo y no los grupos constituyen la verdadera
esencia; citando nuevamente a García Pelayo: "Los valores
individuales son superiores a los colectivos y el individuo
decide su destino y hace historia".
En su aspecto predominantemente filosófico, el
liberalismo es una posición intelectual que basa
exclusivamente en la fuerza de la
razón la posibilidad de interpretar los fenómenos,
con autonomía de todo principio que se considere absoluto
o superior. Particularmente por este aspecto – desvincular al
individuo de toda instancia sobrenatural – ha sido motivo de
condenaciones pontificias.
Puede, empero, hablarse también más
específicamente de un liberalismo político – sin
desconocer en éste aquella influencia política, –
que centra su punto de vista en las relaciones entre los
individuos y el Estado; o de un liberalismo económico,
referido a la limitación de los controles de la
economía
La palabra liberalismo es multívoca y encubre una
serie de contenidos de carácter político, social y
económico, que muchas veces nuclea a hombres que se
encuentran en posiciones totalmente discrepantes.
Hay un liberalismo filosófico, liberalismo
económico, liberalismo político, neo-lieralismos.
En la Historia de las ideas y de las realizaciones
políticas argentinas, en la década del 80, se
enfrentaron un tipo de liberalismo LAICISTA – sostenido por
Eduardo WILDE – y el roquismo; y otro tipo de liberalismo
sostenido por ESTRADA, ACHAVAL y GOYENA, muy distinto por cierto,
al primero.
De allí, que al hablar de LOCKE – a quien
se considera en general como padre del liberalismo –
debamos precisar qué tipo de liberalismo es el preconizado
por LOCKE. Hemos visto la línea absolutista, que se
encuentra representada por los Estuardos, JACOBO I, CARLOS I,
CARLOS II y finalmente, el último JACOBO II. Y
también por los escritores que avalan las tesis
absolutistas como FILLMER y HOBBES.
En 1688 se produce la disposición del
último Estuardo. Jacobo II encontró grandes
resistencias
en Inglaterra por su absolutismo, y también por su
catolicismo. Finalmente llega a Inglaterra GUILLERMO de ORANGE –
que viene de Holanda – que es yerno de Jacobo II, y se produce
así, esta revolución
que los ingleses denominan "gloriosa" o "revolución sin
sangre"; que
significaba la consolidación del liberalismo
político en Inglaterra, o mejor aún, la
confirmación de la supremacía del Parlamento frente
a las prerrogativas de la Corona. Esta revolución de 1688,
significa prolongar esa vieja línea inglesa que se remonta
a la Edad Media, y que tuvo una clara expresión en 1215 al
suscribirse la Carta Magna; y
que periódicamente se pone de manifiesto a través
de la suscripción de Bills of Wrights. Los privilegios que
primero se defienden contra la Corona o contra determinados
sectores, paulatinamente van transformándose en DERECHOS
INDIVIDUALES para toda la población. Todavía, en
1688, hay discriminaciones – particularmente con los
católicos que son minoría -, pero poco a poco, esta
corriente liberal irá propendiendo la preservación
de los derechos individuales para todos los habitantes de gran
Bretaña. Este es el liberalismo de LOCKE. El liberalismo
que afirma la existencia de derechos individuales anteriores al
Estado; liberalismo que es la antítesis del absolutismo. Liberalismo que
encuentra su pontífice, su justificador, su gran
sistematizador, en JOHN
LOCKE.
En 1688, Locke se encuentra en el exilio en Holanda. En
1689, cuando la hija de Jacobo I viaja a Inglaterra para ser
coronada con Guillermo de Orange, va en el mismo barco John Locke
quien trae en sus maletas dos ensayos
inéditos, uno sobre el entendimiento humano; el otro se
titula "Dos tratados sobre el
Gobierno Civil". En estos libros, Locke
pone de manifiesto la promiscua influencia que en él han
ejercido distintas corrientes doctrinarias. Locke estudió
en la Universidad de
Oxford. En el siglo XVII, la enseñanza se impartía
todavía, según cánones rigurosamente
escolásticos. Además, si leemos este pequeño
libro de
Locke, "Dos tratados sobre el Gobierno Civil", o mejor dicho
"Segundo ensayo sobre el Gobierno Civil", porque al primero ya no
se lo edita, por cuanto se trata simplemente de una
refutación a Fillmer, que hoy no tiene importancia. Si lo
leemos veremos que periódicamente Locke cita a Hooker. Y
Hooker es justamente un Tomista anglicano inglés
que se opuso al absolutismo de Fillmer. Así, a
través de Hooker, Locke se vincula a la vieja
tradición populista del medioevo -particularmente a la
sistematización de Santo Tomás de
Aquino-. Como consecuencia de esta influencia medieval
manifiesta, en Locke se advierten las limitaciones éticas
al ejercicio del poder; que son por cierto ajenas a la
línea absolutista de Hobbes. Pero al mismo tiempo, Locke –
que ha residido en Holanda- ha recibido también el impacto
de la nueva filosofía de DESCARTES, de
la crítica
a la teoría del
conocimiento tradicional, Locke en su ensayo sobre el
entendimiento humano, es un precursor del posterior empirismo
inglés, que tiene expositores como HUME, y que
paulatinamente va evolucionando hacia un pragmatismo, hacia un
utilitarismo, hacia un hedonismo.
En Locke, hay una dosis de pesimismo en cuanto a la
posibilidad de conocer el mundo del espíritu. Es un
psicologismo precursor -como dijéramos- de ese empirismo
prototípico de Hume.
Y aquí, al computar estas dos influencias,
encontramos desde ya una contradicción importante en el
pensamiento de Locke, porque la lectura de
su "Ensayo sobre el Gobierno Civil" nos revela la existencia de
limitaciones éticas de gran envergadura, que son como el
sostén de todos sus tratados. Hay una constante
afirmación de la prioridad de la ley natural y de
la moral. Y
realmente, para hablar de ley natural y de moral es
necesario tener una epistemología optimista, una
gnoseología que nos permita conocer las cosas en sí
mismas, conocer pautas de verdad, y no exclusivamente adherirnos
a una fenomenología que nos impida conocer
antológicamente las cosas en sí mismas. Salvo que
lleguemos a esta ética
práctica, a través de un juicio práctico, al
estilo de KANT. Lo cierto
es que el posterior empirismo inglés, evoluciona
más bien hacia un hedonismo, hacia un egoísmo,
hacia el cálculo
del placer como elemento único para distinguir el bien
individual.
En Locke, aún cuando le falta una adecuado
sustento filosófico, sin embargo, las limitaciones de
carácter ético se encuentran presentes a lo largo
de toda su obra.
Locke toma como punto de partida una noción, una
ficción política compartida por los voluntaristas:
el ESTADO DE NATURALEZA, el estado pre-social, el estado
pre-político. Y esto, porque Locke es profundamente
individualista; y considera que incluso el acceso a la
politicidad se opera como consecuencia de un acto de voluntad
libre.
Los hombres – en este estado de naturaleza- viven en
situación relativamente feliz. Es un estado de naturaleza
que difiere del descrito por Hobbes. La antropología de Locke no es tan pesimista
como la de Hobbes. Este pretendía que "el hombre es un
lobo para el hombre". Tampoco incurre Locke, en las desviaciones
mitológicas de Rousseau sobre
la bondad del hombre en el estado de naturaleza. La
concepción de Locke es una concepción
judeocristiana. El hombre tiene una naturaleza caída, como
consecuencia del pecado original. Y los hombres – en el estado de
naturaleza – viven en situación de relativa felicidad y
son titulares de derechos individuales, que Locke – en su libro –
a veces engloba bajo en término PROPERTY, que mal
traducido figura en la edición
castellana, como "propiedad". El
mismo en otras páginas aclara que en esta palabra
involucra: derecho a la vida, derecho a la seguridad, derecho a
las libertades individuales y el derecho a la
propiedad.
Con relación a la propiedad inmueble, dice que
también ante la primitiva no-ocupación, el hombre
ha cercado y ha mezclado su trabajo personal con la tierra,
generándose así el derecho de
propiedad. Por cierto, descarta que este derecho de propiedad
podrá ser compartido por muchos.
Todo esto nos indica que Locke tenía una
noción no-absoluta e ilimitada del derecho de propiedad,
no obstante ser – como es – el padre del liberalismo.
Los hombres pues, para preservar y disfrutar mejor de
estos derechos individuales, resuelven abandonar la etapa
pre-social y pre-política, formulando así un
contrato
multilateral que es distinto al de Hobbes y al de Rosseau. Porque
aquí, los hombres no se alienan, no se enajenan
totalmente, no entregan la totalidad de los derechos
individuales.
La única atribución que los hombres
entregan, es esa de repeler mediante la fuerza, la
agresión ajena. Es el PODER COACTIVO, que pasará
ahora a ser patrimonio del
Estado que se forma en este contrato multilateral. Justamente,
para garantizar la segura represión de la violación
de los derechos individuales. Y, aunque Locke no distingue
claramente dos etapas contractuales, como los
neo-escolásticos españoles – particularmente
MARIANA, implícitamente surge en sus capítulos, la
existencia de esos dos períodos. El primero, un contrato
multilateral para formar la comunidad
política. El segundo, un pacto bilateral con obligaciones
recíprocas para gobernantes y gobernados, tendiente a
determinar quién ha de ejercer el poder
estatal.
Hemos visto que los hombres han salido del estado de
naturaleza para mejor preservar los derechos individuales. Y
aquí es interesante señalar que el aspecto negativo
– si se quiere – del liberalismo primigenio, no es justamente la
afirmación de los derechos individuales; sino la ausencia
de una clara noción – en Locke – de bien común. Y
en este sentido, no aprovecha cabalmente las enseñanzas de
Sto. Tomás de Aquino, a pesar de conocerlas por su
formación escolástica. Hay en Locke, una presencia
constante de la Justicia conmutativa, que regula las relaciones
entre los ciudadanos. Y también la Justicia distributiva
conforme a la cual, la autoridad está facultada para
imponer determinadas sanciones – por ejemplo – a los
transgresores. Pero se encuentra ausente una clara
sistematización de la JUSTICIA LEGAL, que hoy se denomina
Justicia Social. Y que ya Sto. Tomás la distingue en su
clasificación tripartita de la Justicia. Si leemos algunos
escritos del Papa Pío XI, o la encíclica "Pacem in
Terris" de Juan XXIII, veremos que desde la perspectiva de la
doctrina social de la Iglesia se dice que en nuestro tiempo se
considera logrado el bien común cuando se encuentran
preservados y garantizados los derechos y los deberes de la
persona humana.
Pero la diferencia grande entre la posición del
liberalismo primigenio y esta otra posición, radica en que
aquí, estos derechos personales y sociales, son encarados
en función del bien común. Para ello, el gobernante
es un servidor de la
comunidad; es alguien que debe promover el bien
común.
En el liberalismo primigenio de Locke, el gobernante ha
recibido exclusivamente la facultad de reprimir las violaciones
que los hombres hagan, de los derechos individuales del
prójimo. Locke no está diseñando el esquema
del estado gendarme, del estado policía; del estado
arquetípico del Liberalismo; que no interviene ni en lo
económico ni en lo social, que cuida el orden en las
calles. Y en esta perspectiva preserva la existencia de los
bienes
particulares, tal cual se encuentran. Y esto, en la
práctica, se traduce en el disfrute de esos derechos
individuales, exclusivamente por el sector que de hecho puede
ejercerlos.
En cambio, en la perspectiva de Juan XXIII, – o en la
anterior de Pío XI – estos derechos personales y sociales
son concebidos en forma integral para todos. Y el gobernante no
tiene un simple rol de espectador – como en el primigenio
liberalismo – sino que actúa en función de ese
principio de subsidiaridad, que nítidamente ya, describe
Pío XI en "Quadragessimo anno", conforme al cual, el
estado interviene de manera supletoria para promover, para
coordinar, para suplir la iniciativa privada de las personas y de
los grupos; en orden siempre, al bien común. Hay
allí, una clara visión de la Justicia Legal y del
bien común, que se encuentran por momentos esbozados por
Locke, pero no ahondados. Al menos, los seguidores y
continuadores del liberalismo, teóricamente
– porque en la práctica esto no fue siempre
aplicable – preconizaron este estado gendarme; el estado que no
interviene ni en lo económico ni en lo educacional, ni en
lo social.
Locke, a diferencia de Rosseau, advierte la posibilidad
de que quien ejerza el poder, en lugar de promover el respeto a los
derechos individuales tal cual están, se transforme en
tirano. Y aquí estamos nuevamente en el plano de las
influencias tomistas. Incluso por momentos Locke utiliza el mismo
léxico – cuando habla de que sedicioso es, en estos casos,
no quien resiste al tirano sino el propio tirano -. Y Locke
está pensando aquí posiblemente en Carlos II o en
Jacobo II, y está procurando legitimar la
revolución de 1688. Locke afirma nítidamente, pues,
el derecho de resistencia contra los distintos órganos en
que se organiza el poder. Porque en Locke ya hay un preanuncio de
la división de funciones, que
luego va a diseñar Montesquieu.
Habla de un Poder
Legislativo que debe procurar – dice – la libertad; de un
Poder
Ejecutivo, que será ejercido por el rey y de un Poder
Federativo que ubica también en la persona del
rey.
Locke admite la posibilidad de que el rey se transforme
en tirano, en cuyo caso, agotados los medios humanos, los hombres
pueden apelar al cielo; así llama él al derecho de
resistencia. E implícitamente lo admite contra el
Parlamento, porque afirma que éste está sujeto a
las determinaciones inviolables de la ley natural. En esta
perspectiva, Locke resuelve la problemática de estado y
derecho, siguiendo esa vieja tradición, que se remonta a
los estoicos romanos, afirmando la prioridad del derecho. La
existencia de normas
éticas – porque el derecho en la perspectiva del hombre es
una rama de la ética – irrenunciables, que deben ser
observadas por los gobernantes. Lamentablemente su débil
gnoseología y epistemología, favorecerá la
evolución en Inglaterra de este
liberalismo
-no en función de pautas éticas- sino
más bien, en función del egoísmo y del
placer.
La influencia de Locke, ha sido profunda y manifiesta.
Además de ser el padre del liberalismo, es el padre y el
propulsor del constitucionalismo. Porque el constitucionalismo es
una corriente jurídica y política, que propende a
la preservación de los derechos individuales, a cuyo
efecto recurre a la sanción de CÓDIGOS en los
cuales se declaran inviolables esos derechos y en los que se
establecen una división de las funciones, para evitar que
se entronice el despotismo. Locke, pues, es el padre del
constitucionalismo de Occidente. Su influencia en los EE.UU.,
para uno de cuyos estados proyectó incluso, un esbozo de
constitución, es manifiesta. La
declaración de la independencia,
cuyo texto se
atribuye a Jefferson, está redactada en términos
que nos recuerdan de manera casi literal la obra de Locke. La
Constitución de Philadelfia de 1787 también es
recipiendaria de su influencia. La Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, también nos
pone de relieve la
presencia de Locke en el pensamiento francés precursor de
este movimiento.
Claro está que la revolución de 1688 en
Inglaterra, fue eminentemente política. "La Historia
Inglesa – dice Garcia Pelayo – es un cauce a través del
cual pasa la vida". Y "los movimientos, con frecuencia se
realizan no para abandonar un cauce, sino para retornar a una
cauce abandonado". Y aquí, en este caso, los ingleses
procuraban reencontrarse con esa vieja tradición jalonada
por sucesivos bills of rights. Los ingleses tuvieron una
noción de la libertad, muy concreta. Libertades
específicas: libertad de reunión, libertad de
palabra, libertad de movimiento; libertades concretas. Esta
afirmación de la libertad frente al absolutismo, al
trasladarse a Francia,
adquiere contornos distintos; justamente porque el absolutismo
había prendido allí tan fuertemente, que se
había quebrado ya el vinculo con la vieja libertad
populista de la Edad Media. Así, explicablemente, los
escritos de los franceses precursores de la Revolución
Francesa se vinculan más bien a una libertad abstracta
un tanto distante y diferente de las libertades concretas de los
anglosajones.
En la Revolución Francesa se adorará a la
nueva Diosa Razón. Con la Revolución
triunfa:
- El liberalismo como ideología
- El capitalismo económico como
sistema - El laicismo como espíritu
Cuando se habla hoy de "liberalismo" se está
incluyendo las tres cosas.
Sin embargo, en la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, advertimos la afirmación del
derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la
resistencia, a la opresión, en términos similares a
los diseñados por Locke. Claro está que en esta
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se
advierten las dos influencias no distinguidas por los
contemporáneos: en un sentido, este liberalismo precursor
del constitucionalismo – que en Occidente después
evoluciona paulatinamente y se transforma de constitucionalismo
individual, en constitucionalismo social; y que acuerda entonces,
ahora sí, al estado, un rol supletorio para la promoción del bien común -. Pero
tanto el constitucionalismo individual, como el
constitucionalismo social, tienen en común, la
afirmación de derechos personales anteriores al estado: la
afirmación de que el derecho precede al estado. En la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se
encuentra también presente la otra influencia; la
influencia absolutista que en Rosseau se disfraza de democracia;
y que en los sucesos posteriores a la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano prevaleció a
través de los jacobinos, que dieron a Francia un
baño de sangre, en nombre de la voluntad general.
También hemos indicado que en el s. XX – esta corriente
absolutista y democratista – evoluciona y es – a decir de George
Burdeau – el "back ground" de las llamadas democracias populares.
Rosseau, es pues, el precursor – en el s. XVIII – del marxismo-leninismo. Y Locke y Montesquieu, son los
precursores del constitucionalismo de Occidente.
Pragmatismo, doctrina filosófica desarrollada por
los filósofos estadounidenses del siglo XIX Charles
Sanders Peirce, William James y otros, según la cual la
prueba de la verdad de una proposición es su utilidad
práctica; el propósito del pensamiento es guiar la
acción, y el efecto de una idea es más importante
que su origen. El pragmatismo fue la primera filosofía de
Estados Unidos
desarrollada de forma independiente. Se opone a la
especulación sobre cuestiones que no tienen una
aplicación práctica. Afirma que la verdad
está relacionada con el tiempo, lugar y objeto de la
investigación y que el valor es inherente
tanto por sus medios como por sus fines. Fue la manera dominante
de abordar la filosofía en los Estados Unidos durante el
primer cuarto del siglo XX.
Hacia mediados del siglo XIX, muchos liberales
desarrollaron un programa más pragmático que
abogaba por una actividad constructiva del Estado en el campo
social, manteniendo la defensa de los intereses
individuales.
Los seguidores actuales del liberalismo más
antiguo rechazan este cambio de actitud y acusan al liberalismo
pragmático de autoritarismo camuflado.
Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan
que la Iglesia y el Estado no son los únicos
obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la
pobreza también puede limitar las opciones en la vida de
una persona, por lo que aquélla debe ser controlada por la
autoridad real.
Humanismo, en filosofía, actitud que hace
hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno de
sus principios básicos es que las personas son seres
racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar
la verdad y practicar el bien. El término humanismo se usa
con gran frecuencia para describir el movimiento literario y
cultural que se extendió por Europa durante los siglos XIV
y XV. Este renacimiento de
los estudios griegos y romanos subrayaba el valor que tiene lo
clásico por sí mismo, más que por su
importancia en el marco del cristianismo.
Después de la edad media, el liberalismo se
expresó quizá por primera vez en Europa bajo la
forma del humanismo, que reorientaba el pensamiento del siglo XV
para el que el mundo (y el orden social), emanaba de la voluntad
divina. En su lugar, se tomaron en consideración las
condiciones y potencialidad de los seres humanos.
El humanismo se desarrolló aún más
con la invención de la imprenta que
incrementó el acceso de las personas al conocimiento
de los clásicos griegos y romanos. La publicación
de versiones en lenguas vernáculas de la Biblia
favoreció la elección religiosa individual. Durante
el renacimiento
el humanismo se impregnó de los principios que
regían las artes y la especulación
filosófica y científica. Durante la Reforma
protestante, en algunos países de Europa, el humanismo
luchó con intensidad contra los abusos de la Iglesia
oficial.
Según avanzaba el proceso de
transformación social, los objetivos y preocupaciones del
liberalismo evolucionaron. Pervivió, sin embargo, una
filosofía social humanista que buscaba el desarrollo de
las oportunidades de los seres humanos, y así
también las alternativas sociales, políticas y
económicas para la expresión personal a
través de la eliminación de los obstáculos a
la libertad individual.
En el siglo XVII, durante la Guerra Civil inglesa,
algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir ideas
liberales como la ampliación del sufragio, el sistema
legislativo, las responsabilidades del gobierno y la libertad de
pensamiento y opinión.
Las polémicas de la época engendraron uno
de los clásicos de las doctrinas liberales: Areopagitica
(1644), un tratado del poeta y prosista John Milton en el que
éste defendía la libertad de pensamiento y de
expresión.
Uno de los mayores oponentes al pensamiento liberal, el
filósofo Thomas Hobbes, contribuyó sin embargo al
desarrollo del liberalismo a pesar de que apoyaba una
intervención absoluta y sin restricciones del Estado en
los asuntos de la vida pública. Hobbes pensaba que la
verdadera prueba para los gobernantes debía ser por su
efectividad y no por su apoyo doctrinal a la religión o a
la tradición. Su pragmático punto de vista sobre el
gobierno, que defendía la igualdad de
los ciudadanos, allanó el camino hacia la crítica
libre al poder y hacia el derecho a la revolución,
conceptos que el propio Hobbes repudiaba con
virulencia.
OTROS PENSADORES DEL LIBERALISMO
Para Voltaire, al
igual que para el filósofo y dramaturgo francés
Denis Diderot, el Estado es un mecanismo para la creación
de felicidad y un instrumento activo diseñado para
controlar a una nobleza y una Iglesia muy poderosas. Ambos
consideraban ambas instituciones
como las dedicadas con mayor intemperancia al mantenimiento
de las antiguas formas de poder.
En España y
Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX se
generalizó entre los pensadores y políticos
ilustrados una poderosa corriente de opinión liberal. La
propia palabra ‘liberal’ aplicada a cuestiones
políticas y de partido se utilizó por vez primera
en las sesiones de las Cortes de Cádiz y sirvió
para caracterizar a uno de los grupos allí
presentes.
Entre los primeros y más destacados pensadores y
políticos liberales españoles se hallaban el
jurista Agustín de Argüelles, el conde de Toreno y
Álvaro Flórez Estrada, entre otros. En
Latinoamérica, las nuevas ideas de los ilustrados de los
siglos XVII y XIX ejercieron notable influencia y tanto los
escritores franceses, como los ingleses y los padres de la
independencia en Estados Unidos, además de los liberales
españoles, fueron conocidos, estudiados y leídos
con gran fruición[9],
generando una profunda influencia en su proceso de
emancipación e independencia respecto de
España.
Utilitarismo (del latín, utilis, 'útil'),
en el ámbito de la ética, la doctrina según
la cual lo que es útil es bueno, y por lo tanto, el valor
ético de la conducta
está determinado por el carácter práctico de
sus resultados. El término utilitarismo se aplica con
mayor propiedad al planteamiento que sostiene que el objetivo
supremo de la acción moral es el logro de la mayor
felicidad para el más amplio número de
personas.
En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por
la escuela utilitarista, principalmente por el jurista Jeremy
Bentham y por su discípulo, el economista John Stuart
Mill. Los utilitaristas reducían todas las experiencias
humanas a placer y dolor, y sostenían que la única
función del Estado consistía en incrementar el
bienestar y reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un
mal, son necesarias para evitar males mayores. El liberalismo
utilitarista tuvo un efecto benéfico en la reforma del
código
penal británico. Bentham demostró que el duro
código del siglo XVIII era antieconómico y que la
indulgencia no sólo era inteligente sino también
digna. Mill defendió el derecho del individuo a actuar en
plena libertad, aunque sea en su propio detrimento. Su obra Sobre
la libertad (1859) es una de las reivindicaciones más
elocuentes y ricas de la libertad de expresión.
A mediados del siglo XIX, el desarrollo del
constitucionalismo, la extensión del sufragio, la tolerancia frente
a actitudes
políticas diferentes, la disminución de la
arbitrariedad gubernativa y las políticas tendentes a
promover la felicidad hicieron que el pensamiento liberal ganara
poderosos defensores en todo el mundo.
A pesar de su tendencia crítica hacia Estados
Unidos, para muchos viajeros europeos era un modelo de
liberalismo por el respeto a la pluralidad cultural, su
énfasis en la igualdad de todos los ciudadanos y por su
amplio sentido del sufragio. A pesar de todo, en ese momento el
liberalismo llegó a una crisis
respecto a la democracia y al desarrollo económico. Esta
crisis sería importante para su posterior desarrollo. Por
un lado, algunos demócratas como el escritor y
filósofo francés Jean-Jacques Rousseau no eran
liberales.
Rousseau se oponía a la red de grupos privados
voluntaristas que muchos liberales consideraban esenciales
para el movimiento. Por otro lado, la mayor parte de los primeros
liberales no eran demócratas. Ni Locke ni Voltaire
creyeron en el sufragio universal y la mayor parte de los
liberales del siglo XIX temían la participación de
las masas en la política pues opinaban que las llamadas
clases más desfavorecidas no estaban interesadas en los
valores
fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a
la libertad y hostiles a la expresión del pluralismo
social. Muchos liberales se ocuparon de preservar los valores
individuales que se identificaban con una ordenación
política y social aristocrática. Su lugar como
críticos de la sociedad y como reformadores pronto
sería retomada por grupos más radicales como los
socialistas.
¿ Es viable a nuestra economía esta
doctrina económica ?
Actualmente en nuestro país esta doctrina
económica no se podría llevar a cabo, esto, por
diferentes razones tales como:
- En nuestro país no existe la igualdad de
derechos para todos las personas, siempre hay un grupo de
personas que están por encima de los demás (al
menos las leyes los hacen ver de esta forma). Muchas veces las
leyes y el Estado permiten que estas personas cometan todas las
fechorías que se les antoje y sin embargo no es
drástica al momento de juzgarlas. - En nuestro país la influencia de la Iglesia es
muy notoria en las decisiones que toma el Estado, con esta
razón se viola una de las características del
liberalismo que es la del "no intervensionismo de la iglesia en
las decisiones del Estado". - La existencia de los monopolios. Como ya todos saben
en nuestros país hay grandes transnacionales que
están como dueñas absolutas teniendo el control
absoluto de la economía del país; sin ir muy
lejos se podría mencionar a Telefónica la cual
con una compra ilegal, quiere acaparar todo lo referente a
telecomunicaciones formando un monopolio en
las telecomunicaciones y sin embargo, estando prohibido este
tipo de actos en nuestra país, los organismo reguladores
y el Estado dilatan el tiempo en lugar de tomar acciones
drásticas y correctivas. - Actualmente a nivel industria,
solo un sector de la población es beneficiado (la clase
pudiente) y esto es porque el Estado tiene un favoritismo a
cierto grupo de personas a los que apoya con sus medidas
económicas muchas veces dándoles impunidad para
actuar. - A nivel social existe una discriminación, discriminación que se ve todos los
días del año. Estas van desde avisos,
comerciales, et. - En conclusión, el liberalismo como vía
hacia el desarrollo solo es posible en la medida que las
condiciones y requerimientos se cumplan. Dichas condiciones no
se han establecido en el país; sólo están
en el plano teórico y por el contrario, en nuestro medio
existen grandes monopolios que por generaciones han dominado la
economía del país dando muestra de que en nuestro
país la igualdad de condiciones y la libertad en el
sentido más amplio de su definición no se dan
como para permitir el desarrollo de todas nosotros (los
ciudadanos). Para una doctrina de este tipo, nos hace falta
mucha cultura, nos
hace falta ser personas integras, con principios y valores bien
definidos; esa es la única forma de que salgamos
adelante.
Cabe mencionar que esta doctrina aporta ala economía
mundial del a siguiente forma:
- estableciendo la no intervención de la Iglesia
en gestiones del Estado. Ejemplo Estados Unidos. - La no explotación de los
indígenas. - El incentivo al desarrollo de las grandes urbes con
ayuda mutua. - La oposición a los monopolios.
- La oposición al a estatización y el
respaldo a un capitalismo equilibrado. - La oposición al abuso del poder.
- La difusión del pragmatismo (llevar al
ejercicio lo planteado – ejecutar lo
practico). - la depuración de aquello que para la sociedad
no se considera útil. - La libertad de opinión y el pluralismo de
métodos en medida económica y
política. - la generalización del desfrute de los derechos
establecidos.
CURAY ROSALES
WILMER ALEXANDER
GOMEZ RAMÍREZ ,
MILAGROS GISELLE
PEREZ CCAÑIHUA , SONIA
PRADO CARBAJAL , CARLOS
UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL
ESCUELA UNIVERSITARIA DE POST GRADO
ASIGNATURA ECONOMÍA Y POLÍTICA
INDUSTRIAL