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Mujeres guerreras




Enviado por mariadafonte



    1. Las Amazonas de la Grecia
      Clásica
    2. Combates
    3. Amazonas – desde Grecia
      hacia el Nuevo Mundo
    4. Una etimología
      controvertida
    5. Río de las
      Amazonas
    6. El tema Amazonas parece
      inagotable
    7. Bibliografía
      principal

    Las mujeres ya no permanecen ajenas o en la
    retaguardia de la guerra como
    ocurrió durante milenios. Hoy están tanto en las
    tomas de decisión como en el campo de batalla. Oportunidad
    para que hagamos una breve incursión por el mito de las
    más famosas mujeres guerreras: las
    Amazonas.

    La leyenda de las mujeres guerreras o Amazonas
    habría tenido origen en la batalla de Termodonte, cuando
    los Griegos salieron victoriosos de la batalla contra esas
    extrañas mujeres. Las que fueron hechas prisioneras fueron
    llevadas en los navíos, pero en alta mar se sublevaron y
    diezmaron a los hombres. Desconocedoras de las artes de la
    navegación, estuvieron a la deriva y llegaron al Mar de
    Azov, donde habitaban los Citas.

    Las Amazonas consiguieron inicialmente robarles los
    caballos, pero los Citas acabaron venciendo. Solo después
    de ver sus cuerpos sin vida los Citas se dan cuenta de que
    habían estado
    luchando contra mujeres. Extraña es la actitud de los
    Citas que, en lugar de diezmar a las Amazonas, les proporcionan
    campamentos junto a los jóvenes de la tribu para
    «incentivar» el emparejamiento, para que nazcan
    hombres guerreros superiores físicamente. ¡Pero esto
    ocurrió hace más de seis mil
    años!

    Las Amazonas, habituadas a su libertad,
    acaban por partir e irse a vivir más allá del
    Río Tanis (actual Río Don).

    Las Amazonas son el primer y más persistente mito
    de mujeres en libertad viviendo en comunidades. Poderosas, porque
    manejaban armas, es curioso
    referir que ese factor de superioridad era marcador para los
    hombres que se cruzaban con ellas. Tener armas es, ayer como hoy,
    tener poder.
    Está estudiado que las regiones donde vivieron
    tenían grandes reservas de hierro. De
    ahí que ellas mismas fabricaran las armas. Y eran
    guerreras porque querían conquistar territorios para
    instalarse. En cuanto a la descendencia, como normalmente
    vivían cerca del mar o en islas, eran regularmente
    visitadas por hombres aventureros o marineros, más o menos
    incautos, que de buen grado se emparejaban con aquellas mujeres.
    Ellas únicamente se quedaban con las hijas y repudiaban o
    mataban a los de sexo
    masculino. Eran, también, tiempos de barbarie.

    El éxito y
    perennidad del interés
    por las Amazonas se debe precisamente a que ellas encarnan una
    sociedad donde
    los papeles sociales estaban invertidos. Mujeres luchadoras,
    poseedoras de caballos y armas y sin familia
    tradicional organizada fascinaron y quedaron inmortalizadas en
    cuentos y
    leyendas
    populares de un universo
    vastísimo.

    En el siglo III a. C. las Amazonas ya habrían
    alcanzado Grecia, antes
    solo se sabía de su localización en Asia Menor.
    Durante siglos sus historias poblaron los imaginarios de Griegos
    y Romanos, y más tarde con Colón el mito fue
    transportado hacia el Nuevo Mundo. La presencia de las famosas
    guerreras en la guerra de Troya quedó como elemento
    importante del mito y, en La Ilíada, Príamo
    recuerda los tiempos en que él y sus hombres las
    combatieron. Ellos las consideraban precisamente
    "«antineirai», que significa «equivalente a los
    hombres», por tanto sus iguales. El héroe de La
    Ilíada
    , Aquiles, entablará un combate con
    Pentesilea, reina de las Amazonas.

    En la Eneida de Virgilio (70-19 a. C.) poema
    épico, se habla de la Guerra de Troya y de las
    Amazonas.

    Según los especialistas el mito de las Amazonas
    se halla en todos los continentes, excepto en Oceanía.
    Se tienen por verdaderas en China, en las
    «islas misteriosas», en relatos de navegantes
    árabes del siglo XI a XIII. A través del folclore
    de Escandinavia, de Rusia, de
    Bohemia, de África y de las Indias. Podemos seguir el
    rastro de relatos de su existencia y concluir que las Amazonas
    impresionaron vivamente a hombres de todos los tiempos. Ellas
    fueron y son un tema recurrente y han servido de
    inspiración para obras literarias y han seducido y seducen
    a pintores, escultores, compositores y autores de teatro.

    Las Amazonas de la
    Grecia Clásica

    Se sabe que las Amazonas se establecieron en la isla de
    Lesbos, patria de Safo (la mayor poetisa de la Grecia
    clásica [siglo VII y VI a. C.]), en Lemnos y en la
    Samotracia, más al Norte. Según la mitología
    griega, las Amazonas eran hijas del dios Ares (dios de la
    guerra, hijo de Zeus) y de la ninfa Harmonía (ligada al
    culto de los dioses de Samotracia). La mitología de estas mujeres diferentes viene
    de la protohistoria de Grecia.

    Las Amazonas serían originarias de la Tracia o de
    las costas meridionales del Mar Negro (Cáucaso) y se
    establecieron inicialmente en la Capadocia (hoy territorio turco)
    habitando las riberas del Río Termodonte. (En el siglo
    XVII, Rubens pintó dos expresivos cuadros donde representa
    las luchas de las Amazonas contra Teseo, precisamente sobre este
    río). Las Amazonas se habrían apoderado de
    Éfeso, donde fundaron el más antiguo templo a la
    diosa Artemis, diosa ésta relacionada con el amor entre
    mujeres. Habrían fundado también la ciudad de
    Mitilene, en la Isla de Lesbos, hoy francamente relacionado con
    el lesbianismo, aspecto que llena incontables páginas de
    Internet. Hay una
    revista belga
    de lesbianas, con el nombre de Pentesilea.

    También las mujeres mastectomizadas se
    identifican con el nombre de las Amazonas.

    Uno de los encuentros más relatados de las
    Amazonas fue con los Argonautas que llegaron a la Isla de Lemnos.
    Fueron bien recibidos, hasta el punto de que permanecieron
    allí un año, casi olvidando su misión,
    que era la demanda del
    «Vellocino de Oro».

    Combates

    Los más célebres combates de estas audaces
    mujeres fueron contra el corintio Belerofonte (uno de los
    héroes de La Ilíada), que las venció
    y a quien Eurípides dedicó una tragedia; contra el
    héroe de Atenas, Teseo, que se enamoró de la reina
    Hipólita, y de cuya unión nació
    Hipólito, protagonista de otra tragedia de
    Eurípides (siglo V a. C.) y uno de los pocos hijos de
    Amazonas que alcanzaría la edad adulta, y que tuvo un fin
    trágico; contra Aquiles, otro héroe de Homero, que se
    enamoró perdidamente de otra reina de las Amazonas:
    Pentesilea. En este caso, la guerra de Troya puso a los dos
    amantes en campos opuestos. Aquiles venció a la reina de
    las Amazonas, pero en el momento en que le enterró la
    espada en el pecho se sintió subyugado por el encanto de
    su intrépida opositora; pero ya era tarde. El combate
    más representado es sin duda contra Hércules,
    siendo este enfrentamiento el octavo de los llamados Doce
    Trabajos de Hércules, que consistía en arrebatar el
    cinturón de Hipólita. Ésta, por amor, lo
    ofreció sin lucha, pero la celosa mujer de Zeus,
    disfrazada de Amazona, provocó la confusión entre
    el ejército enemigo y Hércules por error
    mató a Hipólita. Otra reina de las Amazonas,
    Talestris, habría vencido al rey persa, Ciro el
    Grande.

    La larga Edad Media
    también escogió a las Amazonas como tema. Para
    muchos pintores ellas fueron pretexto para mostrar su talento
    dibujando y pintando cuerpos femeninos, que de otro modo no
    habrían permitido los cánones de la época.
    En el Renacimiento
    el tema fue tomado con otra intención y sabiduría.
    Son muchos los grandes pintores que las han inmortalizado. Y
    llegan a nuestros días, dando siempre origen a nuevas
    interpretaciones.

    En La Divina Comedia de Dante y en Camoens,
    más concretamente en Os Lusíadas, influido
    por La Odisea, cuando
    la diosa Calipo retrasa a Ulises bajo los encantos del amor, en
    los cantos IX y X en la Isla de los Amores, hay una clara
    influencia de las islas pobladas por esas mujeres.

    El simbolismo de las Amazonas, como guerreras fue
    también importante para las mujeres del período de
    la Revolución
    Francesa (1789). Fueron conocidas, en 1790, las Amazonas de
    VIC (departamento de los Altos Pirineos).

    Amazonas – desde
    Grecia hacia el Nuevo Mundo

    En 1492 Cristóbal Colón llegó al
    Nuevo Mundo -después conocido como América– y no a las Indias, como era su
    intención; vamos a ver cómo él y sus hombres
    divulgaron el mito de las Amazonas.

    Colón, en el regreso del primer viaje al Nuevo
    Mundo, al arribar a una de las islas del Caribe, sufrió,
    por parte de una tribu guerrera, una recepción
    decididamente hostil. Sobre ese inesperado encuentro
    escribió a Luis de Santangel, hombre de
    confianza de los Reyes Católicos, en estos
    términos: «(…) es la
    primera isla que se encuentra, para quien va de España
    rumbo a las Indias y donde no hay ningún hombre. Estas
    mujeres no se ocupan de ninguna actividad femenina, sólo
    ejecutan ejercicios con el arco y las flechas fabricados con
    cañas y se cubren con láminas de cobre que
    poseen en abundancia».

    Uno de los pilotos que acompañó al
    navegante Fernando de Magallanes contó al italiano Filippo
    Pigafetta (1491-1534) que había una isla con solo mujeres.
    Pigafetta nos habla de la isla de Ocoloro, en las proximidades de
    Java (Asia),
    donde las mujeres que «dando a luz algún
    hijo, lo matan si fuese macho y, si fuese mujer, lo conservan con
    ellas. Y tan esquivas se mostraban a la conversación
    amorosa que, si algún hombre osase desembarcar en su isla,
    pugnaban por quitarle la vida».

    El conquistador español
    Hernán Cortés, cuando exploraba la costa occidental
    de Méjico, cerca de 1520, relató al emperador
    Carlos V que mucha gente le aseguraba que era verdad que
    existía «una isla poblada por mujeres sin
    ningún macho. En ciertas épocas los hombres de
    Tierra Firme
    van a visitarlas, ella se entregan a ellos y las que dan a luz
    hijas se quedan con ellas, si nacen machos los
    rechazan».

    También en 1535, Diego de Almagro (1475-1538),
    que participó en la conquista de Perú con Pizarro,
    dijo haber oído, en
    aquella zona, relatos de indios asegurando que había una
    vasta región dominada por mujeres cuya reina se llamaba
    Guanomilla (que significa cielo de oro) y que en esa tribu
    había tanto «metal blanco y amarillo» que
    hasta los sencillos utensilios para preparar los alimentos eran
    hechos a mano con esos metales
    preciosos.

    Una
    etimología controvertida

    Según los Griegos, las Amazonas, para usar mejor
    el arco, las flechas y las lanzas, se habrían comprimido,
    quemado o cortado, en la pubertad, el
    seno derecho. De ahí el origen del nombre a
    (prefijo de negación) + mazós = pecho (en
    griego), lo que significa mujeres sin pecho. Esta
    etimología ha sido aceptada sin objeción, no se
    entiende bien cómo. Como mujer el sentido común me
    dice que ninguna mujer quemaría o reduciría su
    órgano más delicado y más erótico
    fuese por el motivo que fuese. Además, hace bien poco
    tiempo Pierre
    Devambez publicó en el Lexicon Iconographicum
    Mythologiae Classicae
    , 819 muestras de representaciones donde
    nunca las Amazonas aparecen con un solo seno. El historiador
    André Trevet habló de las Amazonas de Brasil, y
    también él se negó a aceptar que
    sacrificasen el seno derecho, sin peligro de enfermedad o
    muerte.

    Las más antiguas representaciones de las Amazonas
    aparecen en terracota y datan del siglo VII a. C. Posteriormente
    son innúmeras en los jarros griegos (jarros atenienses y
    figuras negras). Datan del probable encuentro entre Aquiles y
    Pentesilea de 530-520 a. C. Hay referencias a más de 60
    nombres de Amazonas.

    En general, las Amazonas son representadas como mujeres
    bien constituidas, elegantes, usando la media túnica
    ajustada a la cintura, con un seno al descubierto y el otro
    sugerido, por debajo de vestidos ligeros. En la mano tienen el
    arco y a la espalda la aljaba donde transportaban las flechas.
    También aparecen representadas con un hacha de dos filos
    en vez del arco.

    Los escultores y pintores las inmortalizaron, y el
    más celebre conjunto escultórico es el friso del
    mausoleo de Halicarnaso, donde fueron inmortalizadas luchando
    contra Hércules.

    Río de las
    Amazonas

    Es posible que el mayor río de América del
    Sur haya sido parcialmente navegado por portugueses al comienzo
    del siglo XVI, pero fue Vicente Pinzón (hermano de
    Martín Pinzón, que comandó la carabela
    Pinta en el primer viaje de Colón) quien, en 1499 o
    1500 habrá, por primera vez, llegado a la embocadura del
    gran río, al que puso el nombre de «mar
    dulce», pensando que se trataba de un mar.

    Sin embargo, en la actualidad se admite que fue el
    español Francisco de Orellana quien lo habría
    «descubierto» en febrero de 1542. Este navegante
    formaba parte de la expedición comandada por Gonzalo
    Pizarro, hermano del conquistador de Perú -Francisco
    Pizarro- que había salido de Quito, en la
    Navidad de
    1541, con el objetivo de
    atravesar los Andes, en busca de Eldorado. Gonzalo Pizarro
    mandó a Orellana al frente de un grupo de
    hombres en busca de provisiones suficientes para poder atravesar
    el inhóspito territorio transandino. No obstante, como
    Orellana no regresó en los doce días convenidos,
    Gonzalo Pizarro, creyéndolo muerto o desaparecido,
    regresó a Quito. Fray Gaspar de Carvajal, que
    acompañó a Francisco de Orellana en esa fabulosa
    aventura, nos relata lo sucedido. La expedición, en
    febrero de 1542, hizo una parada junto al Río Napo
    (Ecuador) en
    las inmediaciones del territorio de los indios Irimaraezes que
    habrían preguntado a los españoles si iban a
    «visitar el territorio de las Amurianos a quienes ellos
    llamaban ‘grandes señoras’, pues, si lo
    hiciesen, tomasen precauciones, porque ellas eran muy numerosas y
    que los matarían». Carvajal describió los
    innumerables encuentros y percances. A finales de junio, por San
    Juan, la expedición hizo una parada para festejar el
    santo, pero nuevamente tuvieron que hacer frente a una tribu
    hostil. Orellana intentó el entendimiento, pero los
    aborígenes afirmaron «que nos cogerían a
    todos para llevarnos a las mujeres guerreras». Los
    españoles respondieron con el fuego de las armas; la lucha
    se intensificó y el propio Carvajal fue herido. Surgen
    entonces las referidas mujeres con arcos y flechas en auxilio de
    la tribu. «Ellas luchaban con
    tal ardor que los indios no osaban retroceder y si alguno
    huía frente a nosotros eran ellas quienes los mataban a
    palos (…). Son muy blancas y altas, con el pelo muy largo,
    entrelazado y enrollado en la cabeza. Tienen los miembros grandes
    y fuertes y van desnudas a propósito, tapadas en sus
    vergüenzas; con sus arcos y flechas en la mano, son tan
    combativas como diez indios (…). Ciertamente hubo una de esas
    mujeres que metió un palmo de flecha por uno de los
    bergantines, y las otras, un poco menos, de modo que
    nuestros bergantines parecían puerco
    espines.» Son palabras de
    Carvajal. Mil kilómetros de río descenderían
    Orellana y sus compañeros y fue él quien
    bautizaría este inmenso río de las Amazonas.
    (Orellana, como todos los navegantes de su tiempo, había
    leído los clásicos y creía en sus mitos. Por
    tanto, ¿qué mejor nombre podría darse a
    aquel majestuoso río?).

    En la América Portuguesa también se hizo
    popular el mito. En 1576, Pêro de Magalhães
    Gândavo llamaba al gran río Maranhão
    «Río de las Amazonas» corroborando la
    divulgación del mito en el nordeste brasileño. Y
    adelanta este cronista: «Algunas indias hay también entre ellos que
    deciden ser castas a las cuales no conoce hombre alguno de
    ninguna disposición moral, ni lo
    consentirán, aunque por eso las maten. Estas dejan todo el
    ejército de mujeres e imitan a los hombres y
    desempeñan sus oficios como si no fuesen personas del sexo
    femenino, llevan cortado el pelo de la misma manera que los
    hombres, y van a la guerra con sus arcos y flechas y de caza,
    perseverando siempre en compañía de hombres y cada
    una tiene una mujer que la sirve y con quien dice estar casada, y
    así se comunican y hablan como marido y
    mujer».

    El jesuita español Cristóbal de
    Acuña, en 1639, escribió que en Nueva Granada
    (Colombia)
    había encontrado una «india que dijo
    haber estado ella misma en las tierras pobladas por las mujeres
    guerreras».

    Hasta nuestro sacerdote Antonio Vieira repitió lo
    que se decía de las Amazonas en cuanto se refiere a su
    pecho (solamente uno) guerreras de Lemnos, en su Sermón
    nº 9.

    Fray João dos Santos, dominicano de los siglos XV
    y XVI, conocedor de Etiopía, diría que en una
    región de Mozambique, se decía que
    «Junto a Damute hay una
    provincia de mujeres tan varoniles y robustas, que suelen andar
    con las armas en las manos, tanto en la caza de las fieras y
    animales
    silvestres, como en las guerras, que
    se le presentan, donde muestran esfuerzo y ánimo
    más propios de hombres belicosos que de mujeres
    débiles…». Entre esas islas hay una poblada por
    mujeres sin que haya hombres entre ellas; pero en dos meses del
    año los admiten como hacen las de Etiopía
    (…)».

    En el siglo XVIII, Monsieur de la Condomine constata que
    «tal tradición está universalmente extendida
    en todas las naciones que habitan las riberas del río
    Amazonas, hasta 150 leguas distante, por el interior hasta Caiena
    (…) y siempre en sus lenguas les llaman por el nombre de
    «mujeres sin marido» o «mujeres
    excelentes». Más tarde, en África, Herkovitz
    estudió la repercusión del «mito» en el
    antiguo reino del Daomé (hoy Benin), donde afirma que las
    Amazonas existieron en aquella región y adelanta que eran
    reclutadas entre las mujeres atléticas, siendo
    obligatoriamente vírgenes, y que eran un número
    considerable de ellas, usando lanzas como arma.

    El tema Amazonas parece
    inagotable.

    En 1997, la revista New Scientist publicó
    un artículo de la investigadora Jeaninne Davis-Kimball que
    alude al descubrimiento en Rusia, de varias sepulturas de
    mujeres. La identificación de estas mujeres como Amazonas
    fue hecha a partir de las armas con las que estaban sepultadas y
    de heridas causadas por el uso de armas, como pequeños
    puñales y espadas con las que estaban
    enterradas.

    Hoy el mito está desapareciendo para dar origen a
    una teoría
    sobre su verdadera existencia. En la Lesbia Magazine de
    enero de 1999 leemos que en las riberas del Río Don se
    encontraron montículos funerarios, con 2.400 años,
    donde estaban 21 sepulturas de mujeres enterradas con sus armas.
    Y recientes descubrimientos en Hungría y China han venido
    a enriquecer la teoría de la existencia real de las
    Amazonas.

    Amazonas de Grecia, de América, de Asia, de
    África, de Europa:
    ¿fueron o no una realidad? El antropólogo
    brasileño Darci Ribeiro (1992-1997)
    afirmó:

    «Un pueblo-mujer contando solo con
    ellas, sin hombres propios, sirviéndose de extranjeros
    como reproductores es plausible y hasta viable. Un pueblo solo de
    machos es una utopía salvaje».

    ¿Y las «nuevas amazonas»? ¿Las
    mujeres que derribaron prejuicios y cada día ganan su
    sueldo y que no han aceptado el tradicional papel
    doméstico? Las encontramos todos los días, algunas
    más belicosas que otras. ¿Y las mujeres en las
    Fuerzas Armadas? Es curioso que en una reciente entrevista a
    mujeres de la PSP (Polícia de Segurança
    Pública
    ‘Policía de Seguridad
    Pública’) en puestos de mando, todas afirmaban que
    nunca habían tenido necesidad de disparar sus armas.
    ¿Son pacifistas las mujeres, incluso en profesiones en las
    que pueden tener que ser «guerreras»? Tal vez la
    escritora y periodista Inés Pedrosa nos sepa
    responder.

    BIBLIOGRAFÍA
    PRINCIPAL:

    CORTÉS, Hernán, Cartas de
    Relación de la Conquista de México,
    Madrid, Espasa
    Calpe, 1970.

    DARMON, Pierre, Mythologie de la Femme dans
    L’Ancienne France, XVIe a XIXe Siècles,
    1983.

    FRASER, Antonia, Boadicea’s Chariot: The Warrior
    Queens, London, Weidenfeld and Nicolson, 1988.

    GÂNDAVO, Pêro de Magalhães,
    História da Província de Santa Cruz, Lisboa, Alfa,
    1989.

    PEREIRA, Maria Helena da Rocha, As Amazonas: destino de
    um mito singular in Oceanos: Viver no Brasil Colónia,
    nº 42 (Abril/Junho) 2000, p.163-170.

    SOUSA, Gabriel Soares de, Notícia do Brasil,
    Lisboa, Alfa, 1989.

    SOBOL, Donald, J., The Amazons of Greek Mythology, Nova
    Iorque, 1972.

     

    Luísa de Paiva Boléo

    Traducción al español:

    Nicolás López Molina

    Texto revisado el 18-03-03

    Para la revista Máxima

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