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Breve historia de Japón




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    1. Japón
      Historia
    2. Edad prehistórica o
      Senshi
    3. Edad protohistórica o
      Genshi
    4. Edad antigua o
      Kodai
    5. Etapa medieval o
      shûsei
    6. Edad premoderna o
      kinsei
    7. Edad moderna o
      Kindai
    8. Edad contemporánea o
      Gendai
    9. Cultura
      japonesa
    10. Arquitectura
      japonesa
    11. La escultura de los
      Budas
    12. La pintura
      japonesa
    13. Conclusiones

    Japón:
    Historia

    El pueblo japonés es sumamente consciente de
    su pasado histórico. Como materia
    curricular la historia goza de gran importancia, tanto en las
    escuelas como en la universidad. No
    es extraño ver en la portada de los periódicos
    noticias
    relacionadas con hallazgos arqueológicos u otro tipo de
    acontecimientos de relevancia histórica, y en televisión
    es frecuente la emisión de documentales que se ocupan del
    pasado. Los japoneses valoran los contactos con las culturas
    china y
    coreana como formadoras de su cultura, y las
    relaciones con Occidente, durante el siglo cristiano y a partir
    del siglo XIX, como igualmente determinantes en su andadura como
    nación.
    Son conscientes de los daños ocasionados por Japón
    durante sus agresiones imperialistas en Corea, China y Manchuria,
    y de su responsabilidad en la Segunda Guerra
    Mundial. El pasado de Japón es dividido por los
    propios japoneses en siete grandes etapas o edades:
    prehistórica o senshi, protohistórica o genshi,
    antigua o kodai, medieval o chûsei, premoderna o kinsei,
    moderna o kindai, y contemporánea o gendai. Cada una de
    ellas suele subdividirse en unidades de periodicidad más
    específicas.

    Edad
    prehistórica o Senshi

    Los primeros datos conseguidos
    sobre la población del archipiélago
    japonés datan de hace 30.000 años, aunque es
    probable que las islas estuvieran habitadas previamente. Dado que
    no existen documentos
    escritos anteriores al siglo VIII, todo estudio con anterioridad
    a estos ha de basarse en restos arqueológicos y fuentes
    documentales chinas o coreanas que hagan referencia a
    Japón. Los arqueólogos dividen la prehistoria en
    cuatro grandes períodos: una etapa paleolítica y
    precerámica anterior al 10.000 a.C.; el período
    Jômon (ca.10.000-ca. 300 a.C.) durante el cual se introdujo
    la fabricación de la cerámica; el período Yayoi (ca.300
    a.C.-300 d.C.) en el que la utilización del metal y la
    agricultura de
    carácter sedentario se generalizaron; y el
    período Kofun (ca.300-710), edad de las grandes tumbas,
    que evidencian los inicios de la centralización del poder
    político. Este último período de
    transición a la era histórica, en la que se
    incorpora la escritura, es
    también encuadrado en el período
    protohistórico.

    Edad protohistórica
    o Genshi

    Antes de finalizar el período Yayoi, desde
    alrededor de mediados del siglo III, los clanes en la
    región de Yamato y en otras áreas del centro y
    oeste de Japón comenzaron a levantar montículos
    funerarios donde enterrar a sus jefes. Las de mayor
    dimensión se elevaron en Yamato, zona de mayor
    preeminencia que controlaba políticamente el resto del
    país. El periodo Asuka (593-710) marca la fase
    final de esta transición entre el período
    protohistórico y su entrada en la historia. Este
    período arranca del establecimiento de la emperatriz Suiko
    en su palacio de Toyoura en la región de Asuka en Yamato,
    al sur de la actual Nara. Ese mismo año, 593, el
    príncipe Shôtoku se convirtió en su
    regente. El budismo,
    introducido a mediados del siglo VI encontró en él
    y en su corte el mayor apoyo que pudo imaginar.Tanto en arquitectura y
    urbanismo, como en política, se
    siguieron los modelos chinos
    y coreanos y, tomando prestada su escritura, se comenzaron a
    recoger los primeros anales históricos.

    Desde el siglo VIII Japón era el segundo
    país de Asia Oriental,
    sólo inferior a China, en sus realizaciones políticas
    y culturales. Los japoneses asimilaron muchos elementos de la
    civilización china. Sin embargo, en casi todos los campos
    marcaron con su propia impronta lo que habían aprendido,
    de modo que mantuvieron un estilo cultural propio. Mil
    años después, Japón fue el primero de los
    países asiáticos orientales en adaptarse a la
    civilización occidental. Pero, una vez más la
    fusión
    cultural resultante muestra el sello
    distintivo de la herencia
    histórica propia de Japón. Hoy, las viejas
    generaciones hablan con cierto tono despectivo de una "nueva
    raza" (shin-jinrui) de japoneses. Se refieren a los que nacieron
    después de la Segunda Guerra
    Mundial y poseen unos intereses y valores que se
    ven muy distintos a los suyos. Dicha generación, y las que
    le han seguido, parecen menos disciplinadas, más
    agresivas, individualistas, occidentalizadas y consumistas. Pero,
    aun así, es indudable que los shin-jinrui comparten la
    mayor parte de los valores
    culturales de sus mayores, haciendo hincapié en los que
    han contribuido a su destacada posición económica
    en el ámbito internacional: educación, trabajo duro,
    disciplina,
    armonía familiar y grupal, consenso y prioridad de los
    objetivos
    nacionales sobre los personales. Más acordes con la
    cultura occidental que las pasadas generaciones, no por eso han
    dejado de identificarse con la historia y la cultura de su
    país.

    Edad antigua o
    Kodai

    En el 710 una nueva capital fue
    diseñada de nueva planta en Nara según los modelos
    de la capital china de Chang´an de la dinastía Tang.
    Durante los años que en esta ciudad se mantuvo la
    capitalidad, Japón recibió numerosas influencias
    culturales y tecnológicas del continente. Se compilaron
    las primeras crónicas históricas, el Kojiki (712) y
    el Nihon shoki (720); el budismo y el confucianismo fueron
    utilizados con fines políticos para favorecer a la
    autoridad en
    el poder y los templos se ramificaron extendiendo sus brazos por
    todo el país; se centralizó el gobierno y se
    inició el censado de la población y de la
    posesión de la tierra. En
    el 794 se decidió un nuevo traslado de la capital, en esta
    ocasión se estableció donde se levanta hoy la
    moderna ciudad de Kyôto. Ésta iba a convertirse en
    el lugar de residencia permanente del emperador, y en la capital
    del país hasta el siglo XIX, cuando la capitalidad se
    trasladó a Edo, la actual Tokyo. El período que va
    desde el 794 al 1185 se denomina período
    Heian.

    Éste supuso la total asimilación de la
    cultura china
    y el florecimiento de una elegante cultura cortesana.
    Políticamente la corte imperial se vio dominada por los
    nobles de la familia
    Fujiwara y encontró dificultades en la
    proliferación de fuertes dominios llamados shôen, y
    por tanto, en mantener su control sobre las
    provincias. Ante la inexistencia de una fuerza militar
    centralizada y efectiva, los clanes guerreros comenzaron a
    acumular poder, primero en las provincias y después en la
    corte. Así la familia de los
    Taira desplazó a los Fujiwara y ejerció su poder a
    mediados del siglo XII.

    Etapa medieval o
    shûsei

    Los Taira fueron barridos del poder en 1185, de nuevo
    por un clan guerrero, el encabezado por Minamoto no Yoritomo,
    quien recibió el título de shôgun, general en
    jefe de los ejércitos del emperador, y estableció
    un gobierno militar en Kamakura, una pequeña ciudad al
    este de Japón. Las cuatro primeras centurias de
    dominación del guerrero cubren el período Kamakura
    (1185-1333) y el período Muromachi (1333-1568), y suelen
    ser descritas como la era feudal de Japón. El gobierno del
    shôgun asumió el control de la
    administración de justicia, la
    sucesión imperial, y la defensa del país contra los
    intentos de invasiones mongolas a finales del siglo XIII. Primero
    fue encabezado por Yoritomo y sus hijos, pero con posterioridad,
    dada la edad de los sucesores, fueron los regentes de la familia
    de los Hôjô quienes ejercieron el control sobre la
    nación.
    En 1333 una coalición encabezada por el emperador
    Go-Daigo, que pretendía restaurar la perdida autoridad,
    desbancó del poder a los Minamoto. Fue la familia de los
    Ashikaga, que había apoyado al emperador, quien
    consiguió de nuevo hacerse con el poder del shogunato.
    Ashikaga Yoshimitsu fue capaz de dominar a los poderosos clanes
    provinciales, que le ofrecieron su apoyo. Cuando su fuerza se
    debilitó, dichos clanes comenzaron a rivalizar entre ellos
    y con el shôgun, lo que dio lugar al inicio de las guerras
    Ônin (1467-1477). El país entró en un
    período de guerra
    endémica conocido como "período de los Estados en
    Guerra" (1467-1568), en el que los señores feudales,
    ignorando el poder del shôgun y del emperador, se
    enfrentaron unos con otros por la hegemonía
    local.

    Edad premoderna o
    kinsei

    Desde mediados del siglo XVI se inició un
    movimiento en
    favor de la reunificación del país en el que
    destacaron como protagonistas Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y
    Tokugawa Leyasu. El breve pero espectacular momento en el que
    Nobunaga y Hideyoshi ejercieron su poder y comenzaron a dar una
    nueva forma a las instituciones
    feudales es conocido como período Momoyama (1568-1600) o
    Azuchi-Momoyama. Tras sucederse uno a otro en el poder, fue
    Tokugawa Leyasu el que, alcanzando una victoria definitiva sobre
    los seguidores de la casa de Toyotomi en la batalla de Sekigahara
    en 1600, asumió un poder que duraría cerca de
    doscientos cincuenta años en manos de su familia. Esta
    batalla marca el inicio del período Edo (1600-1868).
    Leyasu estableció un cuidado orden político basado
    en un equilibrio en
    el que el shogunato controlaba Edo y el centro del poder,
    mientras que los daimyô, clasificados en función de
    su lealtad, gobernaban unos doscientos cincuenta feudos. Leyasu y
    sus sucesores fueron capaces de mantener la fortísima
    centralización del poder mediante este sistema,
    reforzando la distinción entre clases, institucionalizando
    para los daimyô un sistema de residencia alternada entre la
    capital y sus feudos, con la consiguiente lacra económica
    que suponía, erradicando el cristianismo,
    y controlando los contactos con el exterior. Esta estructura fue
    dominada por los samurais, y descansaban sobre el campesinado y
    los comerciantes las fuerzas económicas del
    país.

    Edad moderna o
    Kindai

    A pesar del opresivo sistema de gobierno de los
    Tokugawa, el país gozó de más de dos siglos
    de paz, en un relativo aislamiento del resto del mundo. Esta
    reclusión fue amenazada a mediados del siglo XIX por
    rusos, británicos y norteamericanos, quienes, lanzados por
    la revolución
    industrial a buscar nuevos mercados,
    presionaron a China y Japón para entablar contactos
    comerciales con estos dos grandes consumidores potenciales. El
    gobierno fue incapaz de mantenerse firme ante dichas presiones y
    tuvo que firmar tratados que
    dejaban en desventaja a Japón. Viendo la debilidad del
    poder del shôgun, los poderosos señores de Satsuma,
    Chôshû y Tosa, buscaron alianzas en la corte imperial
    para derrocar a los Tokugawa y restaurar el poder perdido al
    emperador. La restauración Meiji tuvo lugar en 1868 y
    marca el inicio de una nueva orientación del país,
    que pasó del aislamiento a la total apertura de sus
    fronteras no sólo territoriales, sino de todos los campos
    del saber. Siguiendo los modelos occidentales, Japón
    redactó su primera constitución en 1889, lo que abrió
    el camino para un gobierno parlamentario. Inició una
    fructífera andadura industrial y consiguió el
    suficiente poder militar como para enfrentarse a China en 1895, a
    Rusia diez
    años después, y en 1910 anexionar Corea. El
    período Taishô (1912-1926) se caracterizó por
    el reconocimiento internacional de Japón como una de las
    grandes potencias, por su gobierno democrático, el
    crecimiento de su economía, y su
    participación en la diplomacia internacional. El emperador
    Shôwa tomó el relevo en 1926, y continuó su
    papel de cabeza visible de la nación hasta 1989,
    año en el que falleció. El período
    Shôwa se inició con una mirada optimista, pero
    pronto, tras su agresión militar de Manchuria y China,
    Japón fue expulsado de la Liga de Naciones. El ultra
    nacionalismo y
    la opresión política dentro del país,
    llevó a su enfrentamiento con los Estados Unidos y
    las fuerzas aliadas en Asia y en el
    Pacífico.

    Edad
    contemporánea o Gendai

    La derrota de Japón en 1945, tras sufrir el
    bombardeo atómico, trajo consigo la ocupación del
    país por parte de los aliados, la
    desmilitarización, el desmantelamiento de los grandes
    imperios industriales de los zaibatsu, la renuncia del emperador
    a su divinidad, una nueva constitución, una mayor
    democratización, y un nuevo sistema
    educativo. Después de un largo y doloroso
    período de posguerra y reconstrucción del
    país, la economía japonesa empezó a ponerse
    a la cabeza del mundo industrializado en los años sesenta
    y setenta. Las Olimpiadas de 1964, celebradas en Tokyo, ayudaron
    a su relanzamiento internacional. La nación
    prosperó gracias a los esfuerzos de los japoneses, que
    pusieron gran énfasis en la educación y la
    frugalidad. En los últimos años, bajo la presión
    internacional sufrida, ha iniciado la liberalización de su
    mercado con
    intentos de equilibrar una economía basada casi
    exclusivamente en la exportación, haciendo más sencilla
    la importación de productos
    extranjeros. Esta política se encuadra dentro de las
    iniciativas que se están realizando para conseguir la
    verdadera internacionalización de su sociedad.

    Cultura
    japonesa

    El arte en
    Japón

    El arte japonés puede decirse que es un arte religioso,
    ceremonial, amante de la naturaleza que
    refleja en sus paisajes con tinte espiritual, lírico y
    contemplativo, popular y levemente irónico.

    El arte japonés empezó siendo religioso, budista
    esencialmente y sintoísta, pero enseguida reflejó
    otras coordinadas distintas: verismo, amor a la
    naturaleza, independencia
    de toda influencia exterior, capacidad para expresar la belleza,
    con expresión lírica, sentimental y graciosa a base
    de escasos elementos tanto en la arquitectura como en la pintura.

    La historia del Japón es milenaria, sin solución
    de continuidad, con unos rasgos comunes que evolucionan y se
    modifican pero no se destruyen. Y con un arte cambiante y
    modificador, pero sin la tragedia de la destrucción y la
    vuelta a empezar.

    A continuación describiré el desarrollo de
    su arte.

    Periodo Asuka (540-645)

    Se introduce el budismo a través de Corea. Los primeros
    predicadores budistas de origen chino, llegaron a las islas el
    año 522. Con su doctrina introdujeron también un
    nuevo modo de pensar y sentir la vida, pero sobre todo un estilo
    arquitectónico, el de las primeras pagodas, de silueta tan
    característica, con sus tejados volados y su
    decoración peculiar y dominante como el monasterio de
    Horyuji, cerca de Nara; y una producción estatuaria religiosa de
    influencia china en bronce y en madera.

    Periodo Nara (645-794)

    Destaca principalmente la arquitectura en construcciones
    complejas pero de sobria decoración como el Todaiji de
    Nara. En escultura se usan los metales preciosos
    en estatuas de estilo solemne.

    Periodo Heian y Fijiwara (794-1186)

    Durante este periodo el arte se vuelve refinado, de gusto
    exquisito, con caracteres propiamente nacionales. La arquitectura
    tiende a fundirse armónicamente con el paisaje,
    adaptándose a la naturaleza y a la variedad del terreno.
    Los palacios de los grandes feudatarios se desarrollan más
    en cuanto a superficie que en altura dentro de un ambiente
    pintoresco con estanques y jardines.

    La decoración es rica en metal, laca y marfil. Los
    templos son de planta asimétrica en contacto directo con
    la naturaleza, de varios pisos, voladas techumbres, adornadas
    mensuras de elaborada carpintería y anchos aleros. La
    escultura abandona el realismo para
    volcarse en una actitud
    espiritual; se prefiere las maderas de ciprés para
    estatuas elegante, delicadas y armoniosas. Aparecen los primeros
    abanicos con finas y delicadas pinturas. La pintura, en general,
    es simbólica, fantástica y vivamente
    decorativa.

    Periodo Kamakura (1186-1340)

    La actividad artística de este periodo se centra en
    torno a Kyoto. Se
    libera de la influencia cortesana del periodo anterior al
    introducirse la secta budista Zen, china,

    y chinas son las influencias de la escultura como el gran Buda
    de Kamakura y las figurillas que sirven como vehículo para
    la meditación Zen. Las pagodas son más simples y de
    planta más regular. En pintura se desarrolla el makemono,
    ilustraciones en un largo rotulo inserto en los textos
    literarios.

    Periodo Momoyama (1573-1610)

    Es un periodo de luchas feudales y de contacto con los
    misioneros europeos, que introducen la influencia occidental, que
    se manifiesta en la construcción de castillos y fortalezas
    (catillos de Osaka y Nagoya). La escultura se vuelca hacia la
    decoración arquitectónica y la construcción
    de esculturas de marfil y porcelana. La pintura se vuelve
    decorativa y suntuosa.

    Periodo Tokugawa (1610-1868)

    Se distingue el gusto arquitectónico de esta
    época por la decoración exuberante y excesiva. La
    cultura dotada de un realismo vivaz y humorístico. La
    pintura amplía su campo de acción
    y se entrega además a la decoración de puertas,
    muebles y lámparas conservando su valor
    poético, pero también se desvía hacia la
    xilografía creando estampas decorativas con escenas de
    género,
    adquiriendo un carácter popular que en occidente fue muy
    admirado. Recordemos que en 1853 el almirante Perry
    insistió en que el Mikado escuchase la propuesta
    norteamericana de abrir las puertas del imperio a las naciones de
    occidente.

    Arquitectura
    japonesa

    Material preferido: la madera

    Forma: típica heredada del budismo.

    Libre acceso al aire y a la
    luz.

    Tejado de característicos perfil
    curvilíneo.

    Toril, puerta o pórtico en figura de doble
    "T"

    Arquitectura japonesa

    Es más naturalista que sus hermanas orientales, la
    India y la
    China. Estas son más aisladas y desprovistas del entorno
    natural. En cambio la
    arquitectura japonesa no tiene sentido sin el jardín, los
    cerezos, el lago, la piedra, el paisaje evocador. Y es a la vez
    más cautivadora, a la que importan menos las proporciones
    y el tamaño, para lo cual la revisten de todos los
    accesorios que la hagan más atrayente. Lo que pierde en
    técnica constructiva, lo gana en la impresión del
    conjunto y en la ascesis del espíritu.

     La
    escultura de los budas

    Es casi siempre
    monumental. En ella no puede buscarse la elegancia de lineas, ni
    la perfeccionista ejecución, ni el modelado de los
    elementos constructivos. Más, con todo, su naturalismo
    realista, la naturalidad de una figura común en una pose
    mil veces repetida, sus ritmos lineales, encuentran en el
    espectador la aceptación más ardiente, aunque no en
    el entusiasmo que despierta la obra de arte pura y enajenada de
    su significación religiosa.

     La pintura
    japonesa

    Alcanzo metas como ninguna otra manifestación
    artística. En ella destacan los ambientes
    paisajísticos, los motivos naturalistas, la
    creación de ambientes íntimos con figuras femeninas
    de suaves líneas y rebuscadas posiciones para incrementar
    la impresión del movimiento. Ricas de color, de
    dibujo simple,
    de acción sencilla y de temática atrayente y
    diversificada, la pintura japonesa gozo de grandes
    simpatías en occidente, aunque siempre fueron tenidas como
    exóticas, dignas de coleccionar pero no de
    imitar.

     Conclusiones:

    La cultura japonesa es un
    tema muy profundo, la cual no alcanzarían las
    páginas de un libro para
    volcar el contenido de su maravillosa evolución tanto cultural como
    tecnológica, religiosa, política o social. Esta
    cultura se caracteriza en casi todo el mundo no solo por su
    antigüedad, sino por que ella encierra un gran misterio como
    por ejemplo el origen del idioma que no se sabe
    específicamente donde nació ni como. Cultura muy
    conocida por los Samurai guerreros a los cuales se les
    atribuía un gran valor, basada su política guerrera
    en el honor absoluto, se regían bajo un severo código
    llamado "BUSHIDO", el cual debían cumplir
    obligatoriamente. País basado en sus principios en el
    shintoismo hasta el año 522 que se introduce el
    budismo.

    Bibliografía:

    Internet, y "Aprende japonés en 10 días"

     

    FEDERICO GRIEVE

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