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Ricardo Flores Magón. Antología libertaria




Enviado por hcetinamx



    1911-1912

    1. Manifiesto a todos los
      trabajadores del mundo
    2. Cada quien su
      clase
    3. Muera el
      orden
    4. La paz
    5. Trabajadores abrid los
      ojos
    6. A los trabajadores
      mexicanos
    7. Hacia el
      comunismo
    8. Los plebeyos debemos arreglar las
      cosas
    9. A los huelguistas y a los
      trabajadores en general
    10. El pueblo mexicano es apto para
      el comunismo
    11. El gobierno y la
      revolución económica
    12. ¡Muera la
      autoridad! ¡Mueran los ricos!
    13. Sin gobierno
    14. ¡Muera la
      autoridad!
    15. La revolución
      social

    3 de Abril de 1911

    MANIFIESTO A TODOS LOS TRABAJADORES

    DEL MUNDO

    Compañeros: Hace un poco más de cuatro
    meses que la bandera roja del proletariado flamea en los campos
    de batalla de México,
    sostenida por trabajadores emancipados, cuyas aspiraciones se
    comprendían en este sublime grito de guerra:
    ¡TIERRA Y
    LIBERTAD!.

    El pueblo de México se encuentra en estos
    momentos en abierta rebelión contra sus opresores y,
    tomando parte en la general insurrección, se encuentran
    los sostenedores de las ideas modernas, los convencidos de la
    falacia de las panaceas políticas
    para redimir al proletariado de la esclavitud
    económica, los que no creen en la bondad de los gobiernos
    paternales ni en la imparcialidad de las leyes elaboradas
    pro la burguesía, (· ) los que saben que la
    emancipación de los trabajadores debe ser obra de los
    trabajadores mismos, los convencidos de la acción
    directa, los que desconocen el "sagrado derecho de
    propiedad", los que han empuñado las armas para el
    encumbramiento de ningún amo, son para destruir la cadena
    del salario. Estos
    revolucionarios están representados por la Junta
    Organizadora del Partido Liberal Mexicano (519 ½ E. 4th
    St. Los Ángeles
    Cal. USA) cuyo órgano oficial, Regeneración,
    explica con claridad sus tendencias.

    El Partido Liberal Mexicano, no lucha por derribar al
    dictador Porfirio Díaz para poner en su lugar a un nuevo
    tirano. El Partido Liberal Mexicano toma parte en la actual
    resurrección con el liberado y firme propósito de
    expropiar las tierra y los útiles de trabajo para
    entregarlos al pueblo, esto es, a todos y cada uno de los
    habitantes de México, sin distinción de sexo. Este
    paso lo consideramos esencial para abrir las puertas a la
    emancipación efectiva del pueblo mexicano.

    Ahora bien: se encuentra igualmente con las armas en la
    mano otro partido: el Antirreeleccionista, cuyo jefe, Francisco
    I. Madero, es un millonario que ha visto aumentar su fabulosa
    fortuna con el sudor y con las lagrimas de los peones de sus
    haciendas. Este partido lucha por hacer "efectivo" el derecho de
    votar, y fundar, en suma, una república burguesa como la
    de Estados
    Unidos. Este partido netamente político, es,
    naturalmente, enemigo del Partido Liberal Mexicano, porque ve en
    las actividades de los liberales un peligro para la supervivencia
    de la república burguesa que garantiza a los
    políticos, a los buscadores de
    empleo, a los
    ricos, a todos los ambiciosos, a los que quieren vivir a costa
    del sufrimiento y de la esclavitud del proletariado; la
    continuación de la desigualdad
    social, la subsistencia del capitalista, la división
    de la familia
    humana en dos clases: la de los explotadores y la de los
    explotados.

    La dictadura de
    Porfirio Díaz está por caer; pero la revolución
    no terminará por ese solo hecho; sobre la tumba de esa
    infame dictadura quedarán en pie y frente a frente, con
    las armas en la mano, las dos clases
    sociales; la de los hartos y la de los hambrientos,
    pretendiendo la primera, la preponderancia de los intereses de la
    casta, y la segunda, la abolición de esos privilegios por
    medio de la instauración de un sistema que
    garantice a todo ser humano el pan, la tierra y la
    libertad.

    Esta lucha formidable de las dos clases sociales en
    México es el primer acto de la gran tragedia universal que
    bien pronto tendrá como escenario la superficie de todo el
    planeta, y cuyo acto final será el triunfo de la
    fórmula generosa, libertad, igualdad,
    fraternidad, que las revoluciones políticas de la
    burguesía no han podido cristalizarla en hechos, porque no
    se han atrevido a hacer pedazos la espina dorsal de la
    tiranía: capitalismo y
    autoritarismo.

    Compañeros de todo el mundo: la solución
    del problema social está en las manos de los desheredados
    de toda la tierra, pues solamente exige la práctica de una
    gran virtud: la solidaridad.
    Vuestro hermanos de México han tenido el valor de
    enarbolar la bandera roja: pero no para hacer un pueril alarde de
    ella en inofensivas manifestaciones en calles y plazas que casi
    siempre terminan en arresto y la descalabraduras de los
    manifestantes por los cosacos de los tiranos, sino para
    sostenerla firmemente en los campos de batalla como un reto
    gallardo a la vieja sociedad que
    se trata de aplastar para fundar en terreno sólido la
    sociedad nueva de justicia y
    amor.

    Nuestros esfuerzos, por poderosos y abnegados que sean,
    serían aniquilados por la acción solidaria de la
    burguesía de todos los países del mundo. Por el
    solo hecho de haber efectuado su aparición la bandera roja
    en nuestros campos de batalla mexicanos, la burguesía de
    Estados Unidos ha obligado a la presidente Taft a enviar veinte
    mil hombre a la
    frontera de
    México y barcos de guerra a los puertos mexicanos .
    ¿Qué hacen entretanto, los trabajadores de todo el
    mundo? Cruzarse de brazos y contemplar, como en las sillas de un
    teatro, las
    personas y las cosas de este tremendo drama, que debería
    conmover todos los corazones, que debería sublevar todas
    las conciencias, que debería hacer vibrar intensamente los
    nervios de todos los desheredados de la tierra, y ponerse en pie
    como un solo hombre para detener las escuadras de guerra y marcar
    el alto a los esclavos de uniforme de todos los
    países.

    ¡Agitación! Es el supremo recurso del
    momento. Agitación individual de todos los trabajadores
    concientes; agitación colectiva de todas las sociedades
    obreras y de la del libre pensamiento;
    agitación, en el seno de los hogares de todas partes donde
    pueda haber oídos dispuestos a escuchar, conciencias
    capaces de indignarse, corazones que no se hayan encallecido con
    la injusticia y la brutalidad del medio; agitación por
    medio de cartas, de
    manifiestos, de hojas sueltas, de conferencias, de
    mítines, por cuantos medios sea
    posible, haciendo comprender la necesidad de obrar pronto y con
    energía a favor de los revolucionarios radicales de
    México que necesitan tres cosas; protesta mundial contra
    la intervención de las potencias en los asuntos mexicanos,
    trabajadores concientes y decididos a propagar la doctrina de
    emancipación social entre los inconscientes y dinero, dinero
    y más dinero para el fomento de la revolución
    social de México.

    Compañeros: reimprimid este manifiesto,
    traducidlo a todos los idiomas y hacedlo circular por todos los
    ámbitos del mundo. Pedid a la prensa obrera que
    lo inserte en sus columnas, leed Regeneración, y enviad
    vuestro óbolo a la Junta Organizadora del Partido Liberal
    Mexicano; 519 ½ E. 4th St.. Los Ángeles,
    California, USA.

    Nuestra causa es vuestra; es la causa del taciturno
    esclavo de la gleba, del paria del taller y de la fábrica,
    del galeoto de la marina, del presidiario dela mina, de todos los
    que sufrimos la inquietud del sistema capitalista, Nuestra causa
    es la vuestra; si permanecéis inactivos cuando vuestros
    hermanos reciben la muerte
    abrazados a la bandera roja, daréis con vuestra
    inacción un rudo golpe a la causa del
    proletariado.

    No nos ocuparemos en demostraros que ha sido a vuestra
    indiferencia, a vuestra falta de solidaridad, al desconocimiento
    del deber que tenéis de uniros para precipitar el
    advenimiento de la revolución a lo que se ha debido el
    retardo lamentable de la era nueva, en la que existirán la
    patria universal de los libres y de los hermanos. Ahora
    tenéis a la vista la revolución social de
    México, ¿qué esperáis para obrar?
    ¿Aguardáis a que este generoso movimiento sea
    aplastado para llenar el espacio con vuestras protestas, que
    serán impotentes para volver a la vida a vuestros mejores
    hermanos y para extirpar de los pechos el desaliento que
    provocaría el fracaso, fracaso que vosotros mismo
    habéis preparado con vuestra indiferencia?

    Meditad, compañeros, y obrad en seguida, sin
    pérdida de tiempo, antes
    de que vuestra ayuda llegue demasiado tarde.

    Comprended el peligro en que nos encontramos enfrente de
    todos los gobiernos del mundo, que ven en el movimiento mexicano
    la aparición de la revolución social, la
    única que temen los poderosos de la tierra.

    Compañeros: cumplid con vuestro deber.

    Dado por la Junta Organizadora del Partido Liberal
    Mexicano en la Ciudad de los Ángeles California, USA, a 3
    de Abril de 1911.

    Ricardo Flores Magón

    Librado L. Figueroa

    Alselmo L. Figueroa

    Enrique Flores Magón

    (de Regeneración)

    22 de Abril de 1911

    CADA QUIEN SU
    CLASE

    Proletario: duélete de tu propia
    condición. Tus hijos anémicos, canijos, mugrientos,
    reclaman tu atención. Tu compañera sufre, casi
    siempre en silencio; las consecuencias de tu docilidad para tus
    verdugos.

    Tú eres el culpable de que tus hijos tengan
    hambre; sobre tu conciencia debe
    pesar el dolor y la desventura de los tuyos.

    Sí, tú eres el culpable porque desprecias
    a los de tu clase y
    admiras, sigues, aplaudes y vitoreas a los ricos, a los que
    brillan por el oro que han
    amontonado con tu sudor. De esa manera como tu mismo forjas las
    cadenas que te hacen esclavo.

    Rebélate proletariado; pero rebélate con
    los tuyos; con que, como tú, tienen las manos
    encallecidas por el trabajo y
    las espaldas encorvadas por las duras tareas. Mas no te
    rebeles así como quiera; no sea fuerza ciega,
    sino esfuerzo consciente, esto es, ataca, incendia, derriba,
    destruye, reparte la muerte; pero
    llevando en tu cerebro la idea
    por tu clase, de que vas a emancipar tu clase, de que vas a
    destruir el derecho de propiedad
    individual para que la riqueza no siga por más tiempo
    siendo el patrimonio
    exclusivo de los ricos y de los intelectuales,
    esto es, de los hombres de estudios.

    Únete a las filas del Partido Liberal Mexicano.
    Rechaza indignado a todos aquellos que traten de decirte a que
    sigas a Madero, porque óyelo bien: Madero es un verdugo,
    es el verdugo de clase. Madero es rico y no piensa sino en
    aumentar su riqueza. Ayer hizo millones explotando a tus hermanos
    en sus haciendas. Ahora quiere hacer millones con la sangre de los
    humildes.

    Despierta, proletario: llama a la vergüenza en tu
    auxilio. ¿No te sientes humillado ante la altanería
    del rico? Te roba el producto de tu
    trabajo y se mofa de tu mugre y de tus andrajos. Para el rico tu
    no eres el creador de la riqueza y del lujo que él goza,
    sino un "pelado". Tu haces sus palacios, y se te atreves a llegar
    a ellos, llamará a la policía para que te lleve
    a la cárcel; tu levantas sus cosechas, más
    debes cuidarte de rondar por sus almacenes porque
    puedes morir de un balazo o ir a para a la cárcel;
    tu fabricas las ricas telas y los confortables muebles y tapices
    que no son para tu compañera ni para tus hijos; tú
    haces todo lo que contribuye a que la vida se más
    agradable, arreglas los paquetes, construyes y pules las
    carreteras, compones las calles, tiendes los rieles, haces las
    casa para tener que pagar tú mismo por habitarlas; en fin,
    lo hace todo, todo sale de tus manos creadoras y, sin embargo, no
    ganas más que lo estrictamente necesario para que medio
    repongas las fuerzas perdidas para seguir creando riquezas,
    riquezas, riquezas y obteniendo, para ello el desprecio de los
    que te explotan; pues para ellos no eres otra cosa que un
    "plebeyo", un ser de condición inferior, perteneciente al
    populacho y a la canalla.

    Rebélate, indignado, hermano. Ve a tomar las
    armas; pero no con tus verdugos, no con tus verdugos, no con
    Madero, sino con tus hermanos los miembros del Partido Liberal
    Mexicano. Madero quiere que sigas trabajando como hasta
    aquí pues la revolución de él solamente
    beneficia a los hombres de clases encumbradas.

    Rebélate con la resolución inquebrante de
    tomar posesión de la tierra y de los instrumentos de
    trabajo, para el beneficio de todos. Recuerda que la tierra vino
    a quedar en poder de unos
    cuantos pro medio de la conquista, esto es, de la violencia, y
    por otros medios más o menos malos como el robo, el
    fraude, la
    astucia, el agio. Los que no la obtuvieron por alguno de estos
    medios la compraron o la recibieron por herencia, si la
    compraron lo hicieron con el dinero que
    representaba el sudor de la clase trabajadora.

    NO es un robo lo que vamos a cometer los liberales
    mexicanos, sino in acto de justicia, el más hermoso que ha
    contemplado los siglos, el más sublime de que han sido
    testigos las edades.

    Compañeros: empujad a vuestros compañeros
    a que trabajen por la felicidad de la familia. Es una
    vergüenza que en este siglo haya pobres y ricos, La ciencia h
    venido a descubrir que todos somos iguales; que todos, por lo
    mismo, tenemos derecho de vivir. Para conquistar este derecho
    debemos tomar posesión de la tierra y de la maquinaria y
    no trabajar más para los amos.

    (de Regeneración)

    13 de mayo de 1911

    MUERA
    EL ORDEN

    ¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos,
    todos los partidos de lo que se llama orden. El orden es para
    esas pobres gentes, sólo puede subsistir estando la
    humanidad sometida a la férula del polizonte, del soldado,
    del juez, del carcelero, del verdugo y del gobernante.

    Pero eso no es el orden. Yo entiendo por orden;
    armonía, y la armonía no puede existir mientras
    haya sobre la superficie del planeta seres humanos que tienen
    qué comer en abundancia, y seres humanos que no tienen un
    pedazo de pan que llevarse a la boca.

    Si todas las cosa estuvieran bien arregladas, si toda
    criatura humana tuviera qué comer, tuviera dónde
    resguardarse de la intemperie sin tener que pagar alquiler de
    casa, en una palabra, si todos tuvieran lo necesario para vivir
    con decencia y sin incertidumbre por el porvenir, entonces no
    habría nadie que se atreviera a decir: yo soy más
    que tú, ¡obedéceme!

    Entonces habría orden porque habría
    armonía. Nadie tendría que disputar a otro, nadie
    tendría envidia a nadie. Todos seríamos hermanos y
    saldrían sobrando el polizonte, el soldado, el juez, el
    carcelero, el verdugo y el gobernante. Saldrían sobrando
    porque conquistada la armonía entre los seres humanos
    por la conquista de la libertad económica el parasitismo
    de los funcionarios públicos no tendrían ya
    razón de ser.

    Los funcionarios públicos no son, como se cree,
    los guardianes del orden. El orden, que es la armonía,
    no necesita guardianes, precisamente porque es orden. Lo que si
    necesita guardianes es el desorden,
    y desorden escandaloso,
    vergonzoso y humillante para los que no nacimos para esclavos, es
    el que reina en la vida política y social de
    la humanidad.

    Desorden es que una clase social pese sobre otra clase
    social, pues no debe existir más que una sola clase; la de
    los productores, esto es, la de los trabajadores. La humanidad se
    convertirá en clase trabajadora, cuando la tierra y la
    maquinaria pertenezcan a todos, pues entonces todos
    tendrán que trabajar para comer.

    Para mantener el desorden, esto es, para mantener la
    desigualdad política y social, para mantener los
    privilegios de la clase alta y tener sometida a la clase baja, es
    para lo que se necesitan los gobiernos, los carceleros, los
    jueces, los verdugos y toda una caterva de altos y
    pequeños funcionarios que chupan las energía de los
    pueblos de la tierra. No es para proteger a la humanidad para los
    que existen esos funcionarios, sino para tenerla sometida, para
    tenerla esclavizada en beneficio de los que se han dado
    maña para retener hasta hoy la tierra y la
    maquinaria.

    ¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos
    los partidos del desorden, esto es, los partidarios del a
    desigualdad social y política de la especie
    humana.

    No; el desorden no es la esclavitud de una parte de
    la humanidad por otra parte de ella, sino la libertad de toda la
    especie humana, Al orden burgués, los mexicanos
    contestamos con vuestra rebeldía. Contra ese orden
    gritamos: ¡muera el orden! Porque es un orden que maniata
    la libre iniciativa del ser humano, porque es un orden del
    cuartel o de presidio.

    MUERA EL ORDEN

    (de Regeneración)

    3 de junio de 1911

    LA
    PAZ

    Muy lejos está todavía el día de la
    paz. El arreglo Madero- Díaz sólo ha venido a
    demostrar dos cosas: que Madero no es el jefe de la
    revolución y que el pueblo no se conforma con el cambio de
    tirano.

    El pueblo quiere una cosa bien definida: la
    abolición del hambre, y como la boleta electoral no es
    harina sino papel, quiere algo más substancioso:
    Pan.

    Eso es en cuando a las aspiraciones de los
    trabajadores.

    Por lo que respecta a la burguesía, se ha
    dividido en diferentes banderías: reyistas, maderistas,
    obregonistas, "científicos", figueroistas, orozquistas y
    así por el estilo.

    El clericalismo, por su parte, levanta la cabeza y se
    presenta osadamente cono Partido Católico
    Nacional.

    Los que esperaban que esta revolución
    sería una revuelta de ópera bufa que
    terminaría con el encubrimiento de un nuevo tirano,
    están ahora espantados. La anarquía reina en
    México, dicen esos pobres de espíritu, sin saber
    que la anarquía es orden basado en el apoyo
    mutuo.

    Lo que hay en México es estos momentos es el
    desbordamiento de todas las ansias, buenas y malas; las malas
    ansias de los caudillos de llegar al poder y oprimir a su vez;
    las buenas ansias de los libertarios de acabar con los
    privilegios para establecer la igualdad bajo las firmes bases de
    la emancipación económica del
    proletariado.

    Madero, es un simple madero flotando sin rumbo en ese
    mar encrespado.

    Días es un náufrago que se agarró
    del "madero" para no perecer ahogado en ese océano de
    aplastantes pasiones.

    ¡La Paz! Pobre paja en medio del torbellino
    revolucionario.

    El Partido Liberal Mexicano lucha sin tregua enarbolando
    su Bandera Roja por todas partes y sosteniendo con vigor su
    generoso principio: Tierra y Libertad.

    El triunfo será para los desheredados si
    resueltamente se adhieren al Partido Liberal Mexicano.

    (de Regeneración)

    24 de junio de 1911

    TRABAJADORES ABRID LOS OJOS

    La prensa maderita y, en general, la prensa burguesa,
    continúa su tarea de desprestigio del movimiento del
    Partido Liberal Mexicano.

    Protestamos una vez más, y no nos cansaremos de
    hacerlo, contra la absurda imputación de que los liberales
    pretendemos segregar la Baja California para entregarla a los
    Estados Unidos. No, mexicanos; no pretendemos hacer tal cosa.
    Nuestro movimiento es bastante amplio, y no se reduce a al
    actividad revolucionaria de Baja California. No se trata de un
    movimiento mezquino confiado en un rincón del país,
    sino de un amplio movimiento en casi todos los Estados de la
    República Mexicana. La prensa diaria de México,
    fijaos bien, habla de persecuciones a cuadrillas de bandidos de
    todo el país. No hay tales bandidos: son libertarios, son
    hombres generosos que no han depuesto sus armas ni las
    depondrán hasta que los trabajadores sean libres por medio
    de la toma de posesión de la tierra y de la maquinaria de
    producción, para el libre uso de todo ello
    por todos y cada uno de los habitantes. ¿Quién se
    ha preocupado por los pobres? ¿Bajo la férula de
    que presidente ha sido feliz la clase trabajadora?

    Los gobiernos se han preocupado únicamente por el
    bienestar de las clases ilustradas y ricas. Para esas clases se
    ha habido libertad; para esas clases si ha habido bienestar.
    Para el pobre, lo de siempre: el cuartel, el presidio, la
    ley fuga, el
    trabajo agobiador, la miseria, el hambre y el desprecio de los
    que están arriba.

    Tantos siglos de servidumbre y tiranía han hecho
    que los liberales de hoy no confiemos en promesas de aspirantes a
    la presidencia… Todos los gobernantes que hemos tenido han
    ofrecido al pueblo la misma cosa: la libertad y la felicidad del
    pueblo. Torrentes de sangre ha costado al pueblo el
    encumbramiento de sus gobernantes, y el resultado ha sido siempre
    el mismo; la tiranía y la miseria.

    El remedio no es el voto, mexicanos. El remedio
    está en nuestras manos; conquistad la emancipación
    económica. Libres de patrones y de capataces,
    seréis libres políticamente es la libertad
    política es la libertad económica. Nuestros padres
    y todos los generosos luchadores por la libertad y la felicidad
    del pueblo mexicano, creyeron que la libertad política era
    bastante para conseguir la Libertad, la igualdad y la
    fraternidad; pero la experiencia nos ha demostrado que la
    libertad política es una mentira más o menos bella
    cuando se trata de los pobres. Libertad política la hubo y
    muy amplia bajo la
    administración del Grande Indio Benito Juárez,
    y si interrogáis a vuestros padres sobre si fueron felices
    entonces, os contarán que no. El problema del hambre
    estuvo en pie bajo la administración de Juárez como sigue
    estando hoy.

    Eso se explica , porque los gobernantes, por bien
    intencionados que sean, no pueden acabar con la miseria, es
    preciso que el gobernante ponga en poder del pueblo trabajador la
    tierra y la maquinaria de producción, y ningún
    gobernante puede hacer tal cosa desde el momento en que los
    gobiernos están instituidos precisamente para velar por
    los intereses de la clase capitalista.

    Es una ilusión figurarse que el gobierno es la
    representación del pueblo. El gobierno es la
    representación de la clase capitalista. El pueblo
    trabajador no hace otra cosa que nombrar como gobernante a quien
    las clases ilustradas y ricas quieren imponer. Es en los bufetes
    de los abogados, en las oficinas de los comerciantes y de los
    dueños de negociaciones de todas clases donde se encogen
    los hombres que han de tener por misión el
    gobierno del País, y de esos bufetes, de esas oficinas no
    pueden salir hombres pertenecientes a la clase trabajadora, sino
    simples burgueses cuyo interés no
    es otro que prolongar la agonía de los humildes, que
    refrenan la ansia de libertad y de justicia de los proletarios,
    que tener la ignorancia y en la miseria a los trabajadores,
    convencidos de que el hombre se
    envilece por la miseria y el sufrimiento, y un hombre envilecido
    no piensa en su redención.

    Mexicanos: se os engaña cuando se os dice que
    con el derecho de votar vais a ser libres Comprended de una
    vez que hay dos clases sociales que nada tienen en común:
    la de los ricos y la de los pobres. Los ricos quieren que siembre
    haya pobres porque gracias a la desigualdad social pueden vivir
    en la holganza. Los pobres, por el contrario, no quieren que haya
    ricos, porque sin ellos no habrá quien los
    explote.

    Entre estas dos clases debe existir necesariamente un
    estado de
    guerra hasta que los pobres tomen posesión de la tierra y
    de la maquinaria de producción, cosa que logrará
    por medios pacíficos, sino por medio de la violencia.
    Los que tienen en su poder la riqueza, no van a conseguir de que
    se les despoje de ella, y si esperásemos que por medio
    de la ley se declarase la expropiación de los bienes que
    detentan los ricos, sería tanto como pretender un
    imposible. Contra una ley semejante, se levantarían en
    armas todos los explotadores.

    En vista, pues, de que una reacción de la
    burguesía para defender sus bienes el Partido Liberal
    Mexicano considera que es indispensable que los desheredados
    hagan uso de la fuerza para obtener los bines materiales que
    necesitan para ser verdaderamente libres.

    Ni Madero ni ningún otro hombre podrá
    hacer libre a la clase trabajadora; es la clase trabajadora misma
    la que tiene que luchar por su libertad misma la que tiene que
    luchar por su libertad uniéndose resueltamente al Partido
    Liberal Mexicano que esta propuesto a no rendir las armas, pues
    por medio de ellas tendrá que arrebatar de las manos de
    los poderosos estos dos grandes bienes que tiene inscritos en la
    gloriosa Bandera Roja: Tierra y Libertad.

    (de Regeneración)

    1º. De julio de 1911

    A LOS
    TRABAJADORES MEXICANOS

    Compañeros:

    La prensa diaria informa de nuestras huelgas que
    están teniendo lugar en muchas partes de nuestro
    infortunado país. La misma prensa da cuenta de como sois
    tratados los
    huelguistas por parte de la nueva Dictadura Madero-De la Barra.
    Por esa prensa se sabe que se os está asesinando en
    diferentes partes del país por los llamados soldados del
    Ejército libertador.

    Esto os enseñará que no debéis
    esperar protección del gobierno. El gobierno
    está instituido para proteger a los ricos y para aplastar
    a los pobres. El gobierno no tiene corazón.
    No esperéis enternecer al gobierno con el cuadro de la
    miseria de vuestros pobres hogares. En vano mostraréis al
    gobierno el dolor conjunto de vuestros hijos enflaquecidos por el
    hambre y de vuestra leales y sufridas compañeras
    extenuadas por las privaciones y la desnudez. A vuestras demandas
    de pan, responderán las ametralladoras del gobierno y con
    el hierro y con
    el fuego se acallarán los gritos angustiados de vuestros
    estómagos vacíos.

    Para el proletario no hay justicia precisamente porque
    es pobre y la ley solo sirve para ultrajar y befar al
    pobre.

    Esto os enseñará, compañeros, a no
    pedir. Es necesario tomar. Armaos, compañeros, Armaos,
    hermanos de miseria y de cadena. No os declaréis
    más en huelga: tomad
    posesión de la fábrica, del taller, de la mina, del
    campo. Desconoced resueltamente el derecho de propiedad que es un
    derecho inicuo que condena a una mayor parte de la humanidad, a
    la gran mayoría de la humanidad, a estar sujeta a la
    voluntad de los ricos.

    Declarad guerra a muerte a los ricos, tomad todo lo que
    ellos poseen para que, de hoy en adelante: tierra, minas,
    fábricas y talleres sirvan para el uso y disfrute de
    todos, hombres y mujeres. De este modo conquistaréis
    vuestra emancipación económica que es la base de
    todas las libertades. Los ricos son libres precisamente porque no
    dependen económicamente de nadie.

    Lo que se gana por medio de las huelgas es ilusorio.
    Suponed por un momento que por falta de solidaridad entre los
    mismos ricos ganaseis una huelga. Trabajéis ocho horas y
    vuestros salarios
    serán un tanto mejores; pero entonces vuestros amos
    tendrán más caro lo que producís y os
    encontraréis, sino en una condición peor, al menos
    igual a la que os hacia sufrir ante la huelga, y la agonía
    de vosotros y de la de los vuestros continuará como
    siempre.

    No abandonaréis el lugar de trabajo ni os
    crucéis de brazos tomad posesión de la mina, del
    taller, de la fábrica, del campo; trabajad bajo un pie de
    igualdad y estableced un sistema de intercambio de productos.
    Fúndense almacenes en que se depositen los productos de
    toda clase y a los cuales tengan acceso todos aquellos que hayan
    contribuido con su trabajo a la producción, para que tomen
    de ellos lo que necesiten.

    Todo esto es posible, compañeros, No se necesita
    más que una cosa: no reconocer a los patrones el
    derecho de apropiarse una parte de la producción. Si
    el patrón quiere comer, debe empuñar él
    mismo la herramienta y trabajar codo con codo con sus esclavos
    emancipados ya.

    Armaos, compañeros. Haced buen acopio de la
    dinamita y de nitroglicerina. Contra la fuerza brutal de nuestros
    verdugos, debemos emplear los oprimidos la fuerza bruta
    también. Con ruego no se obtiene otra cosa que el
    desprecio de los de arriba.

    Escupid el rostro de los que dicen "todavía no es
    tiempo"; abofetead al que se atreva a deciros: "es preciso que
    los trabadores se eduquen primero para que puedan gozar e tales
    beneficios". Esos, compañeros, son los que quieren vivir a
    costa de vuestro sacrificio y de vuestro infortunio. Ellos saben
    bien que en las condiciones en que vivís, nunca
    podréis educaros. Ellos saben bien que desde niño,
    tiene el proletario que abandonar la escuela para
    alquilar sus bracitos a los maldecidos capitalistas. Ellos saben
    bien que después del trabajo agobiador de cada día,
    no tenéis otro deseo que el de descansar para volver a
    reanudar al día siguiente la tarea de presidiario que os
    veis obligado a ejecutar por unos cuantos centavos.
    ¿Cómo podríais educarlos
    así?

    Y aun cuando pudierais educaros, en las escuelas
    oficiales se enseña al niño precisamente lo
    contrario de lo que debe enseñársele para que
    cuando hombre ya, pueda emanciparse. En las escuelas se
    enseña a los niños a
    respetar todo aquello que debe ser cordialmente odiado. En el
    cerebro tierno de la infancia se
    prenden ideas erróneas que más tarde es muy
    difícil hacer que desaparezcan. Se enseña al
    niño a considerar a su patrón como su segundo
    padre; se enseña al niño a odiar a los hombres de
    otra raza distinta a la suya; se enseña al niño a
    considerar al capitalista como a un hombre que se ha deslomado
    para amasar una fortuna; se enseña al niño a
    venerar un trapo de determinado color al que hay
    que defender, aunque no tenga un palmo de tierra de la patria; se
    enseña al niño a considerar al gobernante como un
    individuo que
    resume en sí el poder de todo el pueblo, cosa que es una
    solemne mentira, porque el gobernante no pertenece más que
    a la clase privilegiada, cuyos intereses defiende, intereses que,
    por lo demás, son diametralmente opuestos a los de la
    clase proletaria.

    Con una educación así,
    se forman esclavos, pero no hombres libres.

    Así, pues compañeros de miseria y de
    esclavitud, abrid los ojos. Enarbolad la Bandera Roja de los
    humildes de la tierra y gritad: ¡Mueran los ricos!
    ¡Viva Tierra y Libertad!.

    Si así lo hacéis, el movimiento
    reivindicador del Partido Liberal Mexicano que ésta en
    pie, recibirá un vigoroso impulso y arrancará hasta
    las más profundas piedras el cimiento del odioso edificio
    de la sociedad vieja y prostituida, para elevar el edificio de la
    Sociedad Nueva de justicia y amor.

    Compañeros: Unios resueltamente al Partido
    Liberal Mexicano que es el de vuestra clase. Recordad que la
    emancipación de los trabajadores debe ser obra de los
    trabajadores mismos. Romped las boletas electorales y con vuestra
    saliva arrojadlas a la cara de Madero.

    (de Regeneración)

    29 de julio de 1911

    HACIA
    EL COMUNISMO

    "Nuestra conducta, siempre
    digna, nos permite dirigir la palabra a todos aquellos que han
    asumido una actitud
    diametralmente opuesta al espíritu de ánimo de la
    revolución triunfante".

    Estas palabras son de Juan Sarabia y las tomo de un
    artículo escrito por él en "El Diario del Hogar",
    de la ciudad de México, bajo ese título: Democracia, no
    Anarquía".

    Es largo el artículo, pero poco dice. Se reduce a
    manifestar que el pueblo mexicano es ignorante y que, por lo
    mismo, no entiende nuestros principios, y se
    tira por todo lo alto con estas palabras: ¿Qué
    conciencia puede tener la inmensa mayoría de un pueblo que
    ha vivido treinta y cinco años en la opresión y el
    la ignorancia, de esas altas filosofías, de esas
    revolucionarias doctrinas sociológicas que ni cerebros
    preparados y cultos pueden digerir fácilmente?.

    La mayor parte del artículo de concreta a
    invitarnos a que digamos a nuestros hermanos libertarios que
    depongan las armas y se retiren a sus hogares.

    Los liberales no hemos asumido una actitud
    diametralmente opuesta al espíritu que animó la
    revolución que Juan llama "triunfante". Nosotros no
    creemos que Madero es la revolución. Tampoco creemos que
    los proletarios que militaros bajo las ordenes de Madero hayan
    empuñado el fusil con el único deseo de ganar
    "Sufragio
    efectivo y no reelección". En tal cerebro de esos
    proletarios alentaba la idea de cambiar de condición. Las
    gentes sencillas creyeron que se trataba de acabar con la
    miseria, que se trataba de hacer algo a favor de los humildes.
    Madero mismo comprendió cual era el espíritu de la
    revolución y, para atraerse a nuestro hermanos
    proletarios, les decía, por medio de sus agentes, que
    nosotros estábamos de acuerdo con él, y hacia
    promesas de dar tierra y de dignificar al trabajador.

    Nosotros no nos unimos a Madero; pero desde que se
    inició la insurrección, mejor dicho desde el primer
    número de "Regeneración", en Septiembre del
    año pasado, advertimos a los trabajadores que lucharan por
    el exclusivo beneficio de su clase y que desconfiasen de los
    movimientos encabezados por la clase ilustrada y rica que promete
    mucho a los pobres para ser ayudados por éstos,
    olvidándose de sus promesas cuando ven cumplidas sus
    ambiciones.

    Ahora se están convenciendo los trabajadores de
    que fueron víctimas del engaño, pues el Gobierno no
    puede ponerlos en posesión de la tierra y de la
    maquinaría de producción, y es por eso por lo que
    el movimiento esencialmente económico del Partido Liberal
    Mexicano está siendo día con día reforzado
    por cientos de soldados maderistas que, con armas y bagaje, se
    lanzan a luchar bajo la bandera roja del proletariado, sostenida
    por los liberales que luchan por Tierra y Libertad.

    La prensa capitalista anuncia con pavor que los
    maderistas, que están resistiendo a ser desarmados, se
    resisten porque los agentes de Madero les dijeron que luchaban
    por lo mismo que continúa luchando el Partido Liberal
    Mexicano. La misma prensa capitalista anuncia, casi a diario, que
    los soldados maderistas están pasando a las filas
    liberales. La misma prensa capitalista espantada, está
    acusando a Madero por haber hecho promesas, entre ellas las de la
    tierra, que no puede cumplir. La misma prensa capitalista da
    noticias
    diarias que la huelga general casi toda de carácter revolucionario. La toma de
    posesión de la tierra por los habitantes del Estado de
    Morelos, por los peones del campo del Estado de Yucatán,
    por los compañeros Yaquis del Estado de Sonora, por los
    indios de las márgenes de Playa Vicente, en Veracruz,
    etc., etc… La misma Prensa capitalista da cuenta del movimiento
    del Partido Liberal Mexicano en casi todo los Estado de la
    República, movimiento puramente
    económico.

    Ve, pues, Juan Sarabia, que nosotros no hemos asumido
    una actitud diametralmente opuesta al espíritu que
    ánimo y ANIMA actualmente la Revolución.
    Naturalmente los políticos de las clases directoras
    quisieron detener el movimiento revolucionario con la
    caída de Díaz para sentar a Madero en el
    Sillón Presidencial; pero los liberales que nos
    conformamos con eso y queremos que la lucha llegue a su fin, el
    fin que espanta a los convenencieros, a los cobardes, a los que
    se sienten con fuerza para acometer una empresa
    titánica, pero salvadora; la toma de posesión de la
    tierra, de la maquinaria de producción y de los medios de
    transportación para el uso y disfrute de todos y cado uno
    de los habitantes de México, hombres y mujeres. Este fue
    el espíritu de la Revolución y sigue
    siéndolo, por supuesto, radicalizándose cada vez
    más, como que cada día despiertan nuevas
    conciencias y el movimiento toma mejor
    orientación.

    Ya ve Juan Sarabia que no se necesita un pueblo de
    sabios ni de filósofos para que haya revolución
    económica. Se necesita solamente un pueblo de valientes, y
    valientes que están mostrando los mexicanos en su tarea de
    aplastar el privilegio que tienen los ricos de aprovecharse del
    trabajo humano, y el privilegio que se arrogan los gobernantes de
    declararse amos de los pueblos.

    El pueblo mexicano es ignorante en su mayoría;
    pero es inteligente y comprende que su salvación no
    está en elegir un nuevo gobernante, sino en tomar
    posesión de la fábrica, del taller, de la mina, del
    campo, del barco, del ferrocarril, de todo, en fin, par que ya no
    haya hambre, para que todos seamos guíales y
    hermanos,

    Compañeros trabajadores; continuad ingresando al
    Partido Liberal Mexicano. No esperéis nada bueno de los
    gobiernos. Haceos justicia desconociendo el derecho de
    propiedad individual. Que todo sea para todos. No
    esperéis a que este hecha la paz para que un gobierno
    misericordioso ponga en vuestras manos todo lo que existe. Tomad
    inmediata posesión de todo.

    (de Regeneración)

    29 de julio de 1991

    LOS
    PLEBEYOS DEBEMOS ARREGLAR LAS COSAS

    ¡Romperé la Constitución y el Plan de San
    Luis…!

    Estas fueros las airadas palabras que salieron de los
    labios del "apóstol" de la Democracia, Don Francisco I.
    Madero, cuando una comisión de potosinos se acercó
    a él pidiéndole que no apoyara la candidatura del
    Doctor Cepeda para la Gobernatura de San Luis
    Potosí.

    Asegura la comisión potosina que conforme a la
    Constitución no puede se Gobernador el Doctor Cepeda,
    porque no nació en el Estado, ni
    ha vivido en él por un espacio de cinco años. Por
    otra parte. Alega la comisión Potosina que el Plan de san
    Luis ofrecía el "sufragio efectivo" y que, por lo tanto,
    madero no debe imponer candidaturas. Cuando oyó esto el
    tiranuelo dijo rojo da rabia: "Cepeda debe ser Gobernador, y
    para seguirlo, romperé la Constitución y el
    Plan de San Luis".

    Maderistas de buena fe; mucho os he hablado sobre la
    inocencia de los pueblos que creen en las promesas de los que
    ambicionan encaramarse sobre sus hermanos. Madero fue ayer el
    defensor de la Democracia. ¿Qué es ahora que ya
    consiguió encaramarse sobre los hombros del pueblo?
    ¡un tirano!.

    La ley, lo repito un vez más, es el trapo de
    suelo de los
    gobernantes. No luchemos para encaramar a nadie sobre
    nuestros hombros. Luchemos por conquistar algo efectivo: la
    tierra y la maquinaría de producción.

    Maderistas: imitad el noble ejemplo de mucho de vuestro
    hermanos que han desertado de las filas del maderismo, para
    unirse a los liberales que luchan con entusiasmo para obtener la
    libertad económica al grito sublime de ¡Tierra y
    Libertad!

    No esperéis que un gobierno ponga en vuestras
    manos la tierra. El taller, la fábrica, la mina, el barco,
    el ferrocarril, todo lo que es necesario para la
    producción y distribución de la riqueza. Esto debemos
    tomarlo con las armas en la mano desconociendo el "derecho"
    que los capitalistas se otorgan a sí mismos, de
    retener en sus manos lo que las manos de los trabajadores han
    hecho. Neguemos resueltamente ese "derecho" que es inicuo;
    que no se derrame más sangre para encumbrar ambiciosos.
    Que se derrame, sí, toda la que sea necesaria, para que
    no haya miseria, para que todos tengan que comer, para que no
    haya hombres que tengan a su servicio otros
    hombres, para que todos seamos iguales, hermanos, libres y tan
    felices como humanamente se pueda serlo.

    Todo esto se seguirá si nos apartamos todos de la
    política y luchamos resueltamente para arrancar de las
    manos de los ricos todo lo que detentan para que sea d
    todos.

    Arriba, pues, soldados maderistas. Enarbolad la Bandera
    Roja poniendo en ella esta inscripción en letras blancas:
    Tierra y Libertad. Volved la boca de vuestro fusiles contra
    Madero, contra De la Barra, contra cualquiera que pretenda
    gobernar, y por donde quiera que vayáis, aconsejad a los
    peones que trabajen las haciendas por su cuenta; a los mineros
    decid que traigan los metales y el
    carbón también por su cuenta; a los obreros de las
    fábricas invitadlos a que hagan lo mismo y así
    sucesivamente. Aconsejad que formen grandes almacenes con lo que
    produzcan los trabajadores, para que todos los que hayan
    contribuido a la producción, tengan derecho a tomar lo que
    necesiten.

    Hombres de buena voluntad pueden levantar estadísticas de todo lo que existe en los
    almacenes de la burguesía para que las comunidades sepan
    con qué elementos se cuenta para la subsistencia de la
    misma mientras se ara la tierra, se siembra el grano y se recoge
    la primera cosecha; mientras en las fábricas, en las
    fundiciones, en los talleres, en las minas, se activa la
    producción de todo lo que sea NECESARIO.
    Hágase libre uso de los ferrocarriles, barcos y otros
    medios de transportación y distribución de los
    efectos elaborados, de los granos cosechados, de todo lo que
    necesiten otras comunidades productoras, las que harán
    otro tanto con lo que necesiten las primeras,
    estableciéndose así un intercambio de productos de
    las comunidades.

    Todo eso es sencillísimo, para llegar a ello
    no se necesita la intervención del polizonte ni del
    gobierno. Se necesita: buena voluntad. Dejémonos los
    pobres de confiar de que los "inteligentes" piensen de nosotros:
    pensemos con vuestra cabeza. Dejemos de romper las crismas unos
    con otros por elevar a la Presidencia a este o aquel individuo.
    Lo primero es comer, trabajar menos, habitar casas sanas que,
    después, habrá tiempo bastante para
    educarnos.

    Pero todo eso hay que obtenerlo por la fuerza. No
    hay que esperar nada de ningún gobierno porque estos no
    son otra cosa que los guardianes de la clase
    capitalista.

    Ya es tiempo de que la plebe arregle las cosas. Ya es
    tiempo de que los pobres, los eternos humillados, los eternos
    esclavos, nos resolvamos a hacer algo digno de la cultura del
    siglo. ¡Abajo los ricos! ¡Viva Tierra y Libertad!
    ¡Muera el hambre!.

    (de Regeneración)

    5 de agosto de 1911

    A
    LOS HUELGUISTAS Y

    A LOS TRABAJADORES EN
    GENERAL

    Las circunstancias especiales en que se encuentra el
    país son excepcionalmente propicias para que los
    trabajadores se aprovechen de ello y conquisten, de una vez para
    siempre, su libertad económica.

    El capital y la
    autoridad se
    desquician en la casta extensión del territorio nacional a
    los golpes reivindicadores del Partido Liberal Mexicano. Los
    negocios se
    suspenden; las fábricas, los talleres, las minas cierran
    las puertas; en las haciendas yacen inactivos los instrumentos de
    agricultura;
    el tráfico ferrocarrilero denuncia una baja considerable
    en las transportaciones; el pánico
    producido por la actividad de los liberales que luchan por la
    Tierra y Libertad, determina la explotación de millones de
    cabezas de ganado de todas las clases, de las haciendas de
    madero, Treviño, terrazas y otros bandoleros; la
    desobediencia plausible de los soldados maderistas que no rinden
    las armas; la división de la clase capitalista en un sin
    número de banderías; la ruptura de las relaciones
    amigables entre madero y De la Barra; el reyismo
    preparándose para el cuartelazo; la clerigalla asomando la
    cabeza y enarbolando audazmente la bandera negra del retroceso;
    el caciquismo flaqueando a los pueblos con la rabia del que se
    siente perdido y orillado a tomar resoluciones extremas; los
    "científicos" afilando el puñal que ha de atravesar
    el corazón de reyes y dado el carácter de Madero un
    puntapié para hacerlo llegar más pronto al fondo
    del sepulcro que con sus ambiciones bastardas ahondó
    él mismo; los rescoldos del odio entre maderistas y
    federales avivados por el soplo oportunismo de las ambiciones de
    los jefes de ambos bandos ; el ansia del poderío y de
    grandeza de los politicastros de todos los matices, soliviantando
    las pasiones de las masas con los beneficios ilusorios de la
    boleta electoral; las legislaturas u asambleas municipales
    disueltas por las fuerza, cuando no se presentan a servir a un
    cacique se les ofrece menos que el cacique que regatea esos
    rebaños de "representantes del pueblo"; los combates
    frecuentes entre maderistas por cuestiones de supremacías;
    la huelga general desconcertando por igual a amos y tiranos; el
    ejército de los "sin trabajo" desfilando por las calles y
    las plazas de las ciudades; las multitudes hambrientas y
    enflaquecidas comenzando a lanzar miradas hacia los palacios de
    la espantada burguesía; la toma por medio del saqueo de
    las existencias de las tiendas y de las fábricas por
    mujeres, niños y ancianos; los peones vengando seculares
    agravios con el incendio de sembrados y la muerte de los amos;
    todo esto es el caos, la ebullición formidable de todas
    las tendencias buenas y malas, de toas las ambiciones, de todos
    los apetitos. El crimen y la virtud, el bien y el mal, lo grande
    y lo pequeño. Todo contribuyendo a avivar el fuego que
    tendrá como consecuencia o la total desaparición de
    una raza si ésta es incapaz de regenerarse por medio de la
    lucha y se somete cobarde a sus verdugos, o su luminosa
    regeneración si sin cobardía continúan la
    lucha hasta su fin: la emancipación económica,
    política y social del pueblo mexicano.

    Compañeros mexicanos: en estos momentos solemnes
    de la historia de
    las luchas de la humanidad por su progreso y su perfección
    millones de ojos os contemplan a través de los
    océanos desde otros continentes; desde otras tierras, con
    la emoción del que opera una resolución definitiva
    de vida o de muerte, porque sabedlo, trabajadores mexicanos,
    vuestro triunfo será la aurora de un nuevo día para
    todos los oprimidos de la tierra, así como vuestra derrota
    determinará el remache de las cadenas de todos los
    trabajadores del mundo.

    Cientos de huelgas se registran en estos momento en todo
    el país de carácter más o menos
    revolucionario. Hasta hoy, las menores huelgas han sido las de
    los peones del campo del estado de Yucatán, porque los
    compañeros trabajadores no han asumido esa actitud
    inofensiva de dejar caer la herramienta y cruzarse de brazos en
    espera de mejores salarios y reducción de horas de
    trabajo. Los peones de las haciendas yucateca han tomado
    posesión de muchas de ellas y las están trabajando
    por su cuenta, desconociendo resueltamente el derecho de los
    ricos de tener a salario a los trabajadores. Otros actos
    notables de reivindicación de los derechos del os
    productores, han sido la toma de posesión de las
    tierras de los habitantes del estado de Morelos, para trabajar
    sin amos, pues se ha desconocido a éstos el derecho de
    propiedad; la toma de posesión de las tierras de los
    camarada yaquis y la heroica lucha de éstos contra las
    fuerzas de Madero que pretenden desalojarlas de sus tierras; la
    toma de posesión de las tierras de algunos pueblos de las
    costas de sotavento de Veracruz; la toma de posesión de
    las tierras de algunas comunidades indígenas del estado de
    Jalisco. En otros estados de está haciendo lo mismo por
    poblaciones dignas que han perdido la fe en los gobiernos
    y que hacen justicia por su propia mano.

    Las huelgas de carácter revolucionario se han
    concretado a colar fábricas con dinamita, a arrancar
    plantíos, a desplomar minas, peor hay que reflexionar
    sobre esto. Si se destruye la maquinaria, poco se ganará.
    Hay que tomar resueltamente posesión de las
    fábricas, de los talleres, de las minas, de las
    fundiciones, etcétera. En lugar de dejar caer las herramientas y
    cruzarse de brazos, en lugar de destruir el patrimonio
    común. Compañeros, hermanos trabajadores, seguid
    trabajando; pero con una condición: de no trabajar para
    los patrones, sino para vosotros y vuestras familiar.

    Dejad en pie la fabrica, no desploméis la mina,
    no arraséis, los sembrados y aprovechaos de todo. Mientras
    vuestros hermanos liberales se baten con los sicarios del capital
    y la autoridad, continuad vuestro trabajo y armaos
    también, para defender lo que ya es vuestro. No
    penséis de que los ricos tienen derecho a explotaros. Ese
    derecho es criminal, porque todo lo que tienen los ricos ha
    sido de vuestras manos o es bien natural, común a todos,
    como la tierra, los bosques, los ríos. Trabajad para que
    nada os falte durante esta tremenda lucha contra todas las
    opresiones. Los trabajadores del campo surtirán de
    víveres y de materia prima
    a los trabajadores de las fábricas y de los talleres y,
    recíprocamente, los trabajadores de las fábricas y
    los talleres surtirán a sus hermanos del campo de
    herramientas, vestidos, etcétera. Lo mismo harán
    los trabajadores de las minas, de las fundiciones, de las
    construcciones de casas, quedando establecido un intercambio de
    productos, para cuya distribución hay que usar libremente
    los ferrocarriles y todos los medios de transportación de
    materia prima
    o elaborada.

    Compañeros: La ocasión es propicia para
    que los trabajadores conquisten su libertad económica. La
    autoridad es en estos momentos una pluma a merced de todos los
    vientos. El capital es un trono minado hasta sus cimientos. No
    se necesita otra cosa para triunfar, que desconocer el derecho de
    la propiedad individual y dar el golpe de gracia a la
    autoridad.

    ¡Manos a la obra, camaradas! A tomar
    posesión inmediata de todo cuanto la naturaleza nos
    brinda y la mano y el cerebro del hombre ha creado.

    La huelga no es redentora, La huelga es una vieja arma
    que perdió su filo dando golpes contra la solidaridad
    burguesa y la ley de hierro de la oferta y la
    demanda. La
    huelga no es redentora porque reconoce el derecho de propiedad,
    considera que el patrón tiene derecho a quedarse con parte
    del producto del trabajo humano. Se gana una huelga; pero el
    precio de los
    productos aumenta y la ganancia para el trabajador es
    perfectamente ilusoria. Lo que antes de la huelga valía,
    por ejemplo, un centavo, después que ha sido ganada la
    huelga valdrá dos, con lo que el capital nada pierde y si
    pierde el trabajador.

    La abolición de la miseria se obtendrá
    cuando el trabajador se haga el propósito de desconocer el
    derecho de propiedad.

    Mexicanos: este es el momento oportuno. Tomad
    posesión de todo cuanto existe. No paguéis
    contribuciones al gobierno; no paguéis renta de las casa
    que ocupáis; tomad las haciendas para trabajar la tierra
    en común, haciendo uso de la excelente maquinaria que
    tienen los burgueses; quedaos con fábricas, talleres,
    minas, etcétera. Así acabaréis con la
    miseria, así os dignificaréis ante los ojos
    inteligentes que en estos momentos solemnes dirigen sus miradas
    hacia México.

    No tengáis miedo a la muerte; tened miedo a la
    humillación de ser esclavos, de ser apaleados, de ser
    vistos con desprecio por los señores barrigones que os
    explotan. Escupid el rostro de los que dicen que todo se puede
    conseguir por medios pacíficos. Escupid al rostro de los
    que os prometen redimiros para cuando estén en el poder. A
    ésos, ¡Ahorcadlos!.

    Con que, camaradas,

    ¡a la expropiación!

    (de Regeneración)

    2 de septiembre de 1911

    EL
    PUEBLO MEXICANO

    ES APTO PARA EL
    COMUNISMO

    Los habitantes del estado de Morelos, así como
    los del Sur de Puebla, de Michoacán, Durango, Jalisco,
    Yucatán y otros estados, en que vastas extensiones
    territoriales han sido invadidas por multitudes proletarias que
    se han dedicado desde luego a cultivarlas demuestran al mundo
    entero, con hechos, que no se necesita una sociedad de sabios
    para resolver el problema del hambre.

    Para llegar al resultado práctico de la toma de
    posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo en
    México, no se ha necesitado de "líderes ", de
    "amigos" de la clase trabajadora, ni ha hecho falta "decretos
    paternales", "leyes sabias" ni nada de eso. La acción lo
    ha hecho y la esta haciendo todo. México marcha hacia el
    comunismo
    más aprisa de lo que esperábamos los más
    exaltados revolucionarios y el gobierno y la burguesía se
    encuentran ahora sin saber que hacer en presencia de hechos que
    creían muy lejanos todavía de que se
    realizasen.

    No hace aún tres meses de que Juan Sarabia, en
    una extensa y fastidiosa carta abierta
    dirigida a mí y que fue publicada por casi toda la prensa
    burguesa de México, me decía que la clase
    trabajadora no entendía lo que predicábamos y que
    el pueblo estaba satisfecho con la conquista de la revuelta de
    Madero; la boleta electoral. Los hechos lo van demostrando que no
    somos unos ilusos los liberales y que luchamos convencidos de que
    nuestra acción y nuestra propaganda
    responden a las necesidades y al modo de pensar de la clase pobre
    de México.

    El pueblo mexicano odia, por instinto, a la autoridad y
    a la burguesía. Todo aquel que haya vivido en
    México se habrá cerciorado, de que no hay individuo
    más cordialmente odiado que el gendarme; que la palabra
    "gobierno" llena de inquietud a las personas sencilla; que el
    soldado, en todas partes admirado y aplaudido, es visto con
    apatía y desprecio; que toda persona que no se
    gana el sustento con el trabajo de sus manos es
    odiada.

    Esto es ya más que suficiente para una
    revolución social de carácter económico y
    antiautoritario; pero hay más. En México viven unos
    cuanto millones de Indios, que hasta hace veinte o veinticinco
    años vivían en comunidades, poseyendo en
    común la tierra, las aguas y los bosques. El apoyo
    mutuo era la regla en esas comunidades, en las que la
    autoridad sólo era sentida cuando el agente de la
    recaudación de rentas hacía su aparición
    periódica o cuando los rurales llegaban en busca de
    varones para hacer los ingresar a la fuerza al
    ejército.

    En estas comunidades no había jueces, ni
    alcaldes, ni carceleros, ni ninguna polilla de esa clase. Todos
    tenían derecho a la tierra, al agua para los
    regadíos, al bosque para la leña y a la madera para
    construir sus jacales. Los arados andaban de mano en mano,
    así como las yuntas de los bueyes. Cada familia labraba la
    extensión del terreno que calculaba ser suficiente para
    producir lo necesario, y el trabajo se escarda y de levantar las
    cosechas se hacía en común, reuniéndose toda
    la comunidad hoy,
    para levantar la cosecha de Pedro, mañana para levantar la
    de Juan y así sucesivamente. Para fabricar un jacal,
    ponían manos a la obra todos los miembros de la
    comunidad.

    Estas sencillas costumbres duraron hasta que, fuerte la
    autoridad por la pacificación completa del país,
    puedo garantizar a la burguesía la prosperidad de sus
    negocios. Los generales de las revueltas políticas
    recibieron grandes extensiones de terrenos; los hacendados
    ensancharon los limites de sus feudos; los más viles
    politicastros obtenían como baldíos terrenos
    inmensos, y los aventureros extranjeros obtuvieron concesiones de
    tierras, bosques, aguas, de todo (en fin, quedando nuestros
    hermanos indios sin un palmo de tierra, sin derecho a tomar del
    bosque ni la más pequeña rama de un árbol,
    en la miseria más abyecta, despojados de todo lo que era
    de ellos.

    En cuanto a la población mestiza, que es la que forma la
    mayoría de los habitantes de la república mexicana,
    con excepción de la que habitaban las grandes ciudades y
    los pueblos de alguna importancia, contaba igualmente con tierras
    comunales, bosques y agua libre, lo mismo que la población
    indígena. El mutuo apoyo era igualmente la regla; las
    cosas se fabricaban en común; la moneda casi no era
    necesaria, porque había intercambio de productos; pero se
    hizo la paz, la autoridad se robusteció, y los bandidos de
    la política y del dinero robaron descaradamente las
    tierras, los bosques, todo. No hace aún cuatro
    años, todavía podía verse en los
    periódicos de oposición que el norteamericano X, o
    el alemán Y o el español Z
    habían encerrado a su población entera en los
    límites
    de "su" propiedad con la ayuda de la autoridad.

    Se ve, pues, que el pueblo mexicano es apto para llegar
    al comunismo, porque lo ha practicado, al menos en parte, desde
    hace siglos, y eso explica por qué, aun cuando la
    mayoría es analfabeto, comprende mejor que tomar parte en
    farsas electorales para elevar verdugos, es preferible
    tomar posesión de la tierra, y la está tomando con
    grande escándalo de la ladrona
    burguesía.

    Ahora sólo resta que el obrero tome
    posesión de la fábrica, del taller, de la mina, de
    la fundición, del ferrocarril, del barco, de todo en una
    palabra; que no se reconozcan amos de ninguna clase y ese
    será el final del presente movimiento.

    ¡Adelante, camaradas!

    (de Regeneración)

    9 de septiembre de 1911

    EL GOBIERNO

    Y LA REVOLUCIÓN
    ECONOMICA

    Al trote andan los señores del gobierno mexicano
    tratando de resolver, a su manera, el problema del
    hambre.

    Cuando los que gobiernan consideran serias las
    aspiraciones de los pueblos, se apresuran a obrar de una manera
    que, sin comprometer los intereses de la clase rica –de los
    que son celosos guardianes-, calme aunque sea por un momento, el
    ímpetu revolucionario de las masas.

    Ya nadie niega en México que la revolución
    marcha a pasos agigantados hacia el comunismo. El espanto de la
    burguesía se refleja en su prensa. El Imparcial del 30 de
    agosto, en un editorial titulado "El Plan de Texcoco y la
    revolución es la revolución", asegura que el
    sentimiento que ha predominado en la revolución es el de
    la explotación de la tierra de las manos de los ricos, y
    juzga, por lo tanto, natural, que los habitantes de varios
    estados de la República estén tomando
    posesión de la tierra –palabras textuales—2sin
    permiso de sus dueños".

    La intensa agitación que están provocando
    en todo el país los grupos liberales
    armados; los diarios combates que éstos sostiene contra
    las fuerzas maderistas y federales, el clamor inquietante de todo
    un pueblo que no quiere otra cosa sino ¡tierra!
    ¡tierra! ¡tierra!, han hecho que el gobierno simule
    preocuparse por los pobres, y, según la prensa burguesa,
    está ya por resolverse el problema agrario.

    Dicen los periódico
    capitalistas que el gobierno va a comprar castas extensiones
    territoriales, las que serán fraccionadas y repartidas
    entre agricultores, QUE TENDRAN QUE PAGARLAS en plazos
    más o menos largos.

    Esto, mexicanos, es una engañifa miserable de
    vuestros verdugos. Tengamos bien entendido que no tratamos de
    comprar tierra, sino de tomarla desconociendo el derecho de
    propiedad.

    Lo que el gobierno llama solución del problema
    agrarios no es tal solución, porque de lo que se trata es
    de crear pequeña burguesía rural, quedando de ese
    modo la tierra en más manos, sin duda, de lo que
    está actualmente; pero no en todos y cada uno del os
    habitantes de México, hombre y mujeres. De lo que se trata
    es de que todos sean dueños de la tierra y no unos cuantos
    que tengan con qué pagarla.

    Por otra parte, el gobierno se daría mañas
    para que los agricultores pobres no pudieran hacer pagos, y
    entonces serían recogidas las tierras por falta de pago y
    los pobres quedarían tan pobres como siempre, o peor. Pero
    aun suponiendo que no se tuviese que pagar nado por un pedazo de
    tierra ¿de dónde podrían sacar elementos los
    pobres, tanto para cultivarlas como para sostenerse ellos y sus
    familias durante el tiempo que transcurre desde que se comienzan
    los trabajos hasta la recolección de las cosechas?
    ¿No tendría que pedir fiado al tendero, al
    agiotista, a todo el mundo, de manera que al levantar sus
    cosechas nada aprovecharía de ellas? Y, por el sólo
    hecho de no quedar abolido el derecho de la propiedad
    individual, ¿no quedarían los agricultores
    pobres a merced, como siempre, del poder absorbente del gran
    capital? . Los grandes propietarios rurales harán una
    terrible competencia que
    éstos no podrían resistir y se verían
    obligados a abandonar el pedazo de tierra que la
    hipocresía gubernamental hubiera puesto en sus manos en
    los momentos del peligro para el principio de autoridad, como es
    el actual.

    No os dejéis engañar, mexicanos, por lo
    que, temerosos de vuestras acciones
    revolucionarias, tratan de adormeceros con reformitas que no
    salvan. El gobierno ha comprendido que os rebeláis porque
    tenéis hambre, y trata de calmar vuestra hambre con una
    miga de pan.

    Entended que hay que abolir el derecho de propiedad
    privada de las tierras y de las industrias, para
    que todo: tierra, minas, fabricas, talleres, fundiciones, aguas,
    ferrocarriles, barcos, ganados, sean propiedad colectiva, dando
    muerte de este modo a la miseria, muerte al crimen, muerte a la
    prostitución, Todo eso hay que hacerlo por
    la fuerza a sangre y fuego.

    Los trabajadores por sí solos, sin amos, sin
    capataces, deben continuar moviendo las industrias de toda clase,
    y se concertarán entre sí los trabajadores de todas
    las industrias para organizar la producción y la
    distribución de las riquezas. De esa manera nadie
    carecerá de nada durante la presente
    revolución.

    (de Regeneración)

    23 de septiembre de 1911

    MANIFIESTO

    Mexicanos:

    La junta organizadora del Partido Liberal Mexicano ve
    con simpatía vuestros esfuerzos para poner en
    práctica los altos ideales de emancipación
    política, económica y social, cuyo imperio sobre la
    tierra podrá fin a esa ya bastante larga contienda del
    hombre contra el hombre, que tiene su origen en la desigualdad de
    fortunas que nace del principio del a propiedad
    privada.

    Abolid ese principio significa el aniquilamiento de
    todas las instituciones
    políticas, económicas, sociales, religiosas y
    morales que componen le ambiente
    dentro den cual se asfixia la libre iniciativa y la libre
    asociación de los seres humanos que se ven obligados, para
    no perecer, a entablar entre sí una encarnizada
    competencia, de la que salen triunfantes, no los más
    buenos, ni los más abnegados, ni los mejor dotados en lo
    físico, en lo moral o lo
    intelectual, sino los más astutos, los más
    egoístas, los menos escrupulosos, los más duros de
    corazón, los que colocan su bienestar personal sobre
    cualquier consideración de humana solidaridad y de humana
    justicia.

    Sin el principio de la propiedad privada no tiene
    razón de ser el gobierno necesario tan sólo para
    tener a raya a los desheredado de sus querellas o de sus
    rebeldías contra los detentadores del la riqueza social;
    ni tendrá razón de la iglesia, cuyo
    exclusivo objeto es estrangular en el ser humano la innata
    rebeldía contra la opresión y la explotación
    por la prédica de la paciencia, de la resignación y
    de la humildad, acallando los gritos de los instintos más
    poderosos y fecundos con la práctica de penitencias
    inmorales, crueles y nocivas a la salud de las personas, y ,
    para que los pobres no aspiren a los goces de la tierra y
    constituyan un peligro para los privilegios de los ricos,
    prometen a los humildes, a los más resignados, a los
    más pacientes, un cielo que se mece en el infinito,
    más allá de las estrellas que se alcanzan a
    ver…

    Capital, autoridad, clero: he ahí. La trinidad
    sombría que de esta bellas tierra un paraíso para
    los que han logrado acaparar en sus garras por la astucia, la
    violencia y el crimen, el producto del sudor, de la mugre, de las
    lágrimas y del sacrificio de miles de generaciones de
    trabajadores, y un infierno para los que con sus brazos y su
    inteligencia
    trabajan la tierra, mueven la maquinaria, edifican las casas,
    transportan los productos, quedando de esa manera dividida la
    humanidad en dos clases sociales de intereses diametralmente
    opuestos: la clase capitalista y la clase trabajadora; la clase
    que posee la tierra, la maquinaria de producción y los
    medios de transportación de las riquezas y la clase que no
    cuente más que con sus brazos y su inteligencia para
    propiciarse el sustento.

    Entre estas dos clases sociales no puede existir
    vínculo alguno de amistad ni de
    fraternidad, porque la clase poseedora está siempre
    dispuesta a perpetuar el sistema económico,
    político y social que garantiza el tranquilo disfrute de
    sus rapiñas, mientras la clase trabajadora hace esfuerzos
    por destruir ese sistema inicuo para instaurar un medio en el
    cual la tierra, las casas, la maquinaria de producción y
    los medios de transportación sean de uso
    común.

    Mexicanos: el Partido Liberal Mexicano reconoce
    que todo ser humano, por el solo hecho de venir a la vida, tiene
    derecho a gozar de todas y cada una de las ventajas que la
    civilización moderna ofrece, porque esas ventajas son el
    producto del esfuerzo y del sacrificio de las clases trabajadoras
    de todos los tiempos.

    El Partido Liberal Mexicano reconoce como necesario, el
    trabajo para la subsistencia y, por lo tanto, todos, con
    excepción de los ancianos, de los impedidos e
    inútiles y los niños, tienes que dedicarse a
    producir algo útil para poder dar satisfacción a
    sus necesidades.

    El Partido Liberal Mexicano. Reconoce que el llamado
    derecho de propiedad individual es un derecho incluso, porque
    sujeta al mayor número de seres humanos a trabajar y a
    sufrir para la satisfacción y el ocio de un pequeño
    número de capitalistas.

    El Partido Liberal Mexicano reconoce que la autoridad y
    el clero son el sostén de la iniquidad capital, y, por lo
    tanto, la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano ha
    declarado solemnemente guerra a la autoridad, guerra al capital,
    guerra al clero.

    Contra el capital, la autoridad y el clero, el Partido
    Liberal Mexicano tiene enarbolada la bandera roja en los campos
    de acción en México, donde nuestros hermano se
    baten como leones, disputando la victoria a los huestes de la
    burguesía o sea: maderista, reyistas, vazquistas,
    científicos y tantas otras cuyo único
    propósito es encumbrar a un hombre a la primera
    magistratura del país, para hacer negocio a su sombra sin
    consideración alguna a la masa entera de la
    población de México, y reconociendo, todas ellas,
    como sagrado, el derecho de propiedad individual.

    En estos momentos de confusión, tan propicios
    para el ataque contra la opresión y la explotación;
    en estos momentos en que la autoridad, quebrantada,
    desequilibrada, vacilante, acometida por todos los flancos por
    las fuerzas de todas las pasiones desatadas, por la tempestad de
    todos los apetitos avivados por la esperanza de un próximo
    hartazgo en estos momentos de zozobra, de angustia, de terror
    para todos los privilegiados, masa compactas de desheredados
    invaden las tierras, queman los títulos de
    propiedad, ponen las manos creadoras sobre la fecunda tierra
    y amenazan con el puño a todo lo que ayer era respetable;
    autoridad, capital y clero; abren el surcó, esparcen la
    semilla y esperan, emocionados, los primeros frutos de su trabajo
    libre.

    Estos son, mexicanos, los primeros resultados
    prácticos de la propaganda y de la acción de los
    soldados del proletariado, de los generosos sostenedores de
    nuestros principios igualitarios, de nuestros hermanos que
    desafían toda imposición y toda explotación
    con este grito de muerte para los de arriba y de vida y de
    esperanza para todos los de abajo: ¡VIVA TIERRA Y
    LIBERTAD!.

    La tormenta se reduce día a día:
    maderistas, vazquistas, reyistas, científicos,
    delabarristas os llaman a gritos, mexicanos, a que volvéis
    a defender sus desteñidas banderas, protectoras de los
    privilegios de la clase capitalista. No escuchéis las
    dulces canciones de esas sirenas, que quieren aprovecharse de
    vuestro sacrificio para establecer un gobierno, esto es, un nuevo
    perro que proteja a los intereses de los ricos. ¡Arriba
    todos; pero para llevar a cabo la expropiación de los
    bienes que detentan los ricos!

    La expropiación tiene que ser llevada acabo a
    sangre y fuego durante este grandioso movimiento, como lo han
    hecho y lo están haciendo nuestros hermanos los habitantes
    de Morelos, sur de Puebla, Michoacán, Guerrero, Veracruz,
    norte de Tamaulipas, Durango, Sonora, Sinaloa, Jalisco,
    Chihuahua, Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo y regiones de
    otros estados, según ha tenido que confesar la propia
    prensa burguesa de México, en que los proletarios han
    tomado posesión de las tierras sin esperar a que un
    gobierno paternal se dignase hacerlos felices, conscientes en que
    no hay que espera nada bueno de los gobiernos y de que "la
    emancipación de los trabajadores debe ser obra de los
    trabajadores mismos".

    Estos primeros actos de expropiación han sido
    coronados por el más risueño de los éxito;
    pero no hay que limitarse a tomar tan sólo posesión
    de la tierra y de los implementos de agricultura; hay que tomar
    resueltamente posesión de todas las industrias por los
    trabajadores de las mismas, consiguiéndose se esta manera
    que las tierras, las minas, las fabricas, los talleres, las
    fundiciones, los carros, los ferrocarriles, los barcos, los
    almacenes de todo género y
    las casas queden en poder de todos y cada uno de los habitantes
    de México, sin distinción de sexo.

    Los habitantes de cada región en que tal acto de
    suprema justicia se lleva a cabo no tienen otra cosa qué
    hacer que ponerse de acuerdo para todos los efectos que se hallen
    el las tiendas, almacenes, graneros, etcétera., sean
    conducidos a un lugar de fácil acceso para todos, donde
    hombres y mujeres de buena voluntad pr4acticarán un
    minucioso inventario de
    todo lo que se haya recogido, para calcular la duración de
    esa existencias, teniendo en cuenta las necesidades y en
    número de los habitantes que tienen que hacer uso de
    ellas, desde el momento de la expropiación hasta que en el
    campo se levanten las primeras cosechas y en las demás
    industrias se produzcan los primeros efectos.

    Hecho el inventario, los trabajadores de las diferentes
    se entenderán entre sí fraternalmente para regular
    la producción; de manera que, durante este movimiento,
    nadie carezca de nada, y sólo se morirán de hambre
    aquellos que no quieran trabajar, con excepción de los
    ancianos, los impedidos y los niños, que tendrán
    derecho a gozar de todo.

    Todo lo que se produzca será enviado al almacén
    general de la comunidad del que todos tendrán
    derecho a tomar todo lo que necesiten según sus
    necesidades, sin otro requisito que mostrar una contraseña
    que demuestre que se está trabajando en tal o cual
    industria.

    Como la aspiración del ser humano es tener el
    mayor número de satisfacciones con el menor esfuerzo
    posible, el medio más adecuado para obtener ese resultado
    es el trabajo en común de la tierra y de las demás
    industrias. Si se divide la tierra y cada familia toma un pedazo,
    además del grave peligro que se corre de caer nuevamente
    en el sistema capitalista, pues no faltarán hombres
    astutos o que tengan hábitos de ahorro que
    logren tener más que otros y que puedan a la larga poder
    explotar a sus semejantes; además de este grave peligro,
    está el hecho de que si una familia trabaja un pedazo de
    tierra, tendrá que trabajar tanto o más que como se
    hace hoy bajo el sistema de propiedad individual para obtener el
    mismo resultado mezquino que se obtiene actualmente; mientras que
    si se une la tierra y la trabajan en común los campesinos,
    trabajarán menos y producirán más. Por
    supuesto que no ha de faltar tierra para que cada persona pueda
    tener una casa y un buen solar para dedicarlo a los usos que sean
    de su agrado. Lo mismo que se dice del trabajo en común de
    la tierra, puede decirse del trabajo en común de la
    fábrica, del taller, etcétera; pero cada quien,
    según su temperamento, según sus gustos,
    según sus inclinaciones podrá escoger el
    género de trabajo que mejor le acomode, con tal de que
    produzca lo suficiente para cubrir sus necesidades y no sea una
    carga para la comunidad.

    Obrándose de la manera más apuntada, esto
    es, siguiendo inmediatamente a la expropiación de organización de la producción, libre
    ya de amos y basada en las necesidades de los habitantes de cada
    región, nadie carecerá de nada a pesar del
    movimiento armado, hasta que terminado este movimiento con la
    desaparición del último burgués y de la
    última autoridad o agente de ella, hecha pedazos la ley
    sostenedora de privilegios y puesto todo en manos de los que
    trabajan, nos estrechemos todos en fraternal abrazo y celebremos
    con gritos de júbilo la instauración de un sistema
    que garantizará a todo ser humano el pan y la
    libertad.

    Mexicanos: por eso es por lo que lucha el Partido
    Liberal Mexicano. Por esto es por lo que derrama su sangre
    generosa una pléyade de héroes, que se baten bajo
    la bandera roja al grito prestigioso de ¡Tierra y
    Libertad!

    Los liberales no han dejado caer las armas a pesar de
    los tratados de paz del traidor Madero con el tirano de
    Díaz y pesar, también, de las incitaciones de la
    burguesía, que ha tratado de llenar de oro sus bolsillos,
    y esto ha sido así, porque los liberales somos hombres
    convencidos de que la libertas política no aprovecha a los
    pobres, sino a los cazadores de empleos, y nuestro objetivo no es
    alcanzar empleos ni distinciones, sino arrebatar todo de las
    manos de la burguesía, para que todo quede en poder de los
    trabajadores.

    La actividad de las diferentes banderías
    políticas que en estos momentos se disputan la
    supremacía, para hacerla que triunfe, exactamente lo mismo
    que hizo el tirano Porfirio Díaz, porque ningún
    hombre por bien intencionado que sea, puede hacer algo a favor de
    la clase pobre cuando de encuentra en el poder; esa actividad ha
    producido el caos que debemos aprovechar los desheredados,
    tomando ventajas de las circunstancias especiales en que se
    encuentra el país, para poner el práctica, sin
    pérdida de tiempo, sobre la marcha, los ideales sublimes
    del Partido Liberal Mexicano, sin esperar a que se haga la paz
    para efectuar la expropiación, pues para entonces ya se
    habrán agotado las existencia de efectos en las tiendas,
    graneros, almacenes y otros depósitos, y como al mismo
    tiempo, por el estado de guerra en que se había encontrado
    el país, la producción se había suspendido,
    el hambre sería la consecuencia de la lucha, mientras que
    efectuando la expropiación y la
    organización del trabajo libre durante el movimiento,
    ni se carecerá de lo necesario en medio del movimiento ni
    después.

    Mexicanos; si queréis ser de una vez libres no
    luchéis por otra causa que no sea la del Partido Liberal
    Mexicano. Todos os ofrecen libertas política para
    después del triunfo; los liberales os invitamos a tomar la
    tierra, la maquinaria, los medios de transportación y las
    casas desde luego, sin esperar a que nadie os dé todo
    ello, sin esperar a que una ley decrete tal cosa, porque las
    leyes no son hechas por los pobres, sino por los señores
    de levita, que se cuidan bien de hacer leyes en contra de su
    casta.

    Es el deber de nosotros los pobres trabajar y luchar por
    romper las cadenas que nos hacen esclavos. Dejar la
    solución de nuestros problemas a
    las clases educadas y ricas es ponernos voluntariamente entre las
    garras. Nosotros los plebeyos; nosotros los andrajosos; nosotros
    los hambrientos; los que no tenemos el terrón donde
    reclinar la cabeza; los que vivimos atormentados por la
    incertidumbre del pan de mañana para nuestros
    compañeros y nuestros hijos; los que llegados a viejos,
    somos despedidos ignominiosamente porque ya no podemos trabajar,
    toca a nosotros hacer esfuerzos poderosos, sacrificios mil, para
    destruir hasta sus cimientos el edificio de la vieja sociedad,
    que ha sido hasta aquí una madre cariñosa para los
    ricos y los malvados, y una madrastra huraña para los que
    trabajan y son buenos.

    Todos los males que aquejan al ser humano provienen del
    sistema actual, que obliga a la mayoría de la humanidad a
    trabajar y a sacrificarse para que una minoría
    privilegiada satisfaga todas sus necesidades y aun todos sus
    caprichos, viviendo en la ociosidad y el vicio. Y menos mal si
    todos los pobres tuvieran asegurado el trabajo: como la
    producción no está arreglada para satisfacer las
    necesidades de los trabajadores, sino para dejar utilidades a los
    burgueses, éstos de dan mañas para no producir
    más que lo que pueden expender, y se ahí los paros
    periódicos de las industrias o de la restricción
    del número de trabajadores, que provienen también,
    del hecho del perfeccionamiento de la maquinaria, que suple con
    ventajas los brazos del proletariado.

    Para acabar con esto es preciso que los trabajadores
    tengan en sus manos la tierra y la maquinaria de
    producción y sean ellos los que regulen la
    producción de la riqueza atendiendo a las necesidades de
    ellos mismos.

    El robo, la prostitución, el asesinato, el
    incendiarismo, la estafa, productos son del sistema que coloca al
    hombre y a la mujer en
    condiciones en que para no morir de hambre se ven obligados a
    tomar de donde hay o a prostituirse, pues la mayoría de
    los casos, aunque se tengan deseos grandísimos de
    trabajar, no se consigue trabajo, o es éste tan mal
    pagado, que no alcanza el salario no para cubrir las más
    imperiosas necesidades del individuo y de la familia, aparte de
    que la duración del trabajo en el presente sistema
    capitalista y las condiciones en que la duración del
    trabajo, en el presente sistema capitalista y las condiciones en
    que se efectúa, acaban en poco tiempo con la salud del
    trabajador, y aun con su vida, en las catástrofes
    industriales, que no tiene otro origen que el desprecio con que
    la clase capitalista ve a los que se sacrifican por
    ella.

    Irritado el pobre por la injusticia de que es objeto;
    colérico ante el lujo insultante que ostentan los que nada
    hacen; apelado en la calle por el polizonte por el delito de ser
    pobre; obligado a alquilar sus brazos en trabajos que no son de
    su agrado; mal retribuidos, despreciados por todos los que saben
    más que él o por los que por dinero se creen
    superiores a los que nada tienen; ante la expectativa de una
    vejez
    tristísima y de una muerte animal despedido de la cuadra
    por inservible, inquieto ante la posibilidad de quedar sin
    trabajo de un así para otro; obligado a ver como enemigo
    aun a los mismos de su clase, porque no sabe quién de
    ellos será en que se vaya a alquilarse por menos de lo que
    él gana, es natural que en estas circunstancias se
    desarrollen en el ser humano instintos antisociales y sean el
    crimen, la prostitución, la deslealtad los naturales
    frutos del viejo y odioso sistema, que queremos destruir hasta en
    sus más profundas raíces para crear un nuevo de
    amor, de igualdad, de justicia, de fraternidad, de
    libertad.

    ¡Arriba todos como un solo hombre! En las manos de
    todos están la tranquilidad, el bienestar, la libertad, la
    satisfacción de todos los apetitos sanos; pero no nos
    dejemos guiar por directores; que cada quién sea el amo de
    si mismo; que todo se arregle por el consentimiento mutuo de la
    individualidad libre. ¡Muera la esclavitud! ¡Muera el
    hambre! ¡Viva la Tierra y Libertad!

    Mexicanos: con la mano puesta en le corazón y con
    nuestra conciencia tranquila os hacemos un formal y solemne
    llamamiento a que adoptéis, todos, hombres y mujeres, los
    altos ideales del Partido Liberal Mexicano. Mientras haya pobres
    y ricos, gobernantes y gobernados, no habrá paz, ni es de
    desearse la haya porque esa paz estaría fundada en la
    desigualdad política, económica y social, de
    millones de seres humanos que sufren hambre, ultrajes,
    prisión y muerte, mientras una pequeña
    minoría goza de toda suerte de placeres y libertades por
    no hacer nada.

    ¡A la lucha! A expropiar con la idea de beneficio
    para todos y no para unos cuantos, que esta guerra no es una
    guerra de bandidos, sino de hombres y mujeres que desean que
    todos sean hermanos y gocen, como tales, de los bienes que nos
    brinda la naturaleza y el brazo y la inteligencia que el hombre
    ha creado, con la única condición de dedicarse cada
    quien a un trabajo verdaderamente útil.

    La libertad y el bienestar están al alcance de
    nuestras manos. El mismo esfuerzo y el mismo sacrificio que
    cuesta elevar a un gobernante, esto es, un tirano, cuesta la
    expropiación de los bines que detentan los ricos. A
    escoger, pues; a un nuevo gobernante, esto es un nuevo yugo, o la
    expropiación salvadora y la abolición de toda
    imposición religiosa, política o de cualquier otro
    crimen.

    ¡Tierra y Libertad!

    Dado en la ciudad de los Ángeles, Estado de
    California, Estados Unidos de América
    a los 23 días del mes de septiembre de 1911.

    -Ricardo Flores Magón

    -Librado Ribera

    -Anselmo L. Figueroa

    -Enrique Flores Magón

    (de Regeneración)

    30 de septiembre de 1911

    ¡MUERA LA AUTORIDAD!

    ¡MUERAN LOS
    RICOS!

    ¿Quién hizo la tierra? Los creyentes dicen
    Dios. Los que creemos en la vida eterna de la materia decimos:
    nadie la hizo.

    Pero nadie dice que la tierra fue creada por la
    burguesía que la retiene en su poder. En ninguna parte
    consta que la tierra fue creada por esos señores
    barrigones que dicen que es suya. ¿Con qué
    derecho, pues se atreve la burguesía a retener para su
    casta lo que, según las religiones fue hecho por
    Dios o, según los materialistas, no fue hecho por
    nadie?

    La tierra debe ser para todos, como para todos es el
    aire, el calor solar,
    el agua. Todo
    lo que la naturaleza nos brinda. ¿Qué
    haríais si de la noche a la mañana se decretase un
    impuesto, esto
    es, una renta por el aire que respiráis y el calor y la
    luz del sol de
    que os aprovecháis? Indudablemente de que tu
    indignación tomaría proporciones de rebelión
    y que os lanzarías enfurecidos contra los bandidos que tal
    impuesto decretasen. Y, harías eso, precisamente porque
    comprendéis que el aire y los demás bienes
    naturales, forman parte del patrimonio común a todos los
    seres vivientes.

    Sin embargo, cuando se trata de ese bien natural: la
    tierra veis casi con naturalidad de los que la poseen os cobren
    renta para aprovecharos de ella, cuando la tomáis en
    alquiler, o que se os pague a ración de hambre cuando la
    trabajáis para el amo.

    Tan injusto es el adueñarse de la tierra para
    tener en constante dependencia a los pobres, como justo
    sería el adueñarse del aire y de la luz, si eso
    pudiera hacerse.

    Por eso los liberales enarbolamos la bandera Roja y
    gritamos ¡Viva la Tierra y Libertad!

    ¿Quién hizo la espléndida
    maquinaria que admiramos, los túneles que atraviesan las
    montañas, los muelles donde atracan los barcos, en pocas
    palabras, quién hizo todo lo que contribuye a hacer
    agradable y bella la vida de las clases privilegiadas? Todo lo
    que vemos, todo lo que constituye la riqueza social, es el
    producto de muchas generaciones de trabajadores que han dejado
    sus huesos en las
    minas, que han dejado su sangre en los campos, que han acortado
    su vida en le taller, en la fábrica, en todos los lugares
    de explotación, en el laboratorio,
    en el taller de artistas, etc., dejando a cada generación
    laboriosa a la siguiente el desarrollo y
    perfección de lo que ya creado.

    Si todo lo que constituye la riqueza ha sido creado por
    generaciones de trabajadores, de inventores de todo
    género, ¿Con qué derecho se declara
    dueño de todo ello un reducido número de
    capitalistas?. Pusieron ellos si inteligencia y sus brazos para
    crear esa riqueza? ¡NO!

    Por eso los liberales decimos que puesto que la riqueza
    es el producto del esfuerzo y de la inteligencia de nuestros
    antepasados trabajadores presentes, todo debe ser para todos en
    común.

    Y como la clase privilegiada no quiere devolver a los
    trabajadores lo que le ha robado, y la Autoridad apoya el
    latrocinio de la burguesía, gritamos indignados:
    ¡Muera la autoridad! ¡Mueran los ricos!

    (de Regeneración)

    24 de febrero de 1912

    SIN
    GOBIERNO

    Hay personas que de buena fe hacen estas preguntas:
    ¿Cómo ha de ser posible vivir sin gobierno?, y
    concluye diciendo que es necesario un jefe supremo, un enjambre
    de funcionarios, grandes y chicos, como ministros, jueces,
    magistrados, legisladores, soldados, carceleros, polizontes y
    verdugos.

    Esas buenas personas creen que, faltando la autoridad,
    todos nos entregaríamos a cometer excesos, resultado de
    eso que el débil sería la víctima del
    fuerte.

    Eso podría suceder solamente es este caso: que
    los revolucionarios, por una debilidad digna de la guillotina,
    dejaran en pie la desigualdad social. LA desigualdad social es la
    fuente de todos los actos antisociales que la ley y la moral
    burguesa consideran como crímenes, siendo el robo el
    más común de esos crímenes. Pues bien,
    cuando ser humano tenga la oportunidad de trabajar la tierra o de
    dedicarse, sin necesidad de andar alquilando sus brazos, a
    cualquier trabajo útil para poder subsistir
    ¿Quién será aquel que haga del robo una
    profesión como se ve ahora? En la sociedad que anhelamos
    los liberales, la tierra y todos los medios de producción
    no serán más objeto de especulación para un
    determinado número de propietarios, sin que serán
    propiedad común del os trabajadores, con derechos
    todos de producir y consumir en común ¿qué
    necesidad habrá de robar?

    Se dirá que hay personas dadas a la
    holgazanería, y que éstas, en vez de trabajar, se
    aprovecharían del trabajo ajeno para vivir. Yo he
    vivido en diferentes presidios; he hablado con muchos ladrones,
    con cientos de ellos; casi todos ellos habían robado por
    necesidad. No hay trabajo constante; los salarios son
    mezquinos; la jornada de labor es verdaderamente agotante; el
    desprecio de la clase proletaria a la clase proletaria es
    irritante; el ejemplo que la clase capitalista da a la clase
    trabajadora de vivir holganza, en lujo, en la abundancia, en el
    vicio sin hacer nada útil, todo esto hace que algunos
    trabajadores, por hambre por indignación o como una
    protesta a su manera contra las capacidades de burguesía,
    la roben y se conviertan en criminales, llegando hasta el extremo
    de matar para tomar lo que necesitan para vivir.

    La profesión del robo no es ciertamente un a de
    las más fáciles. Ella requiere de una gran
    actividad y mayor energía que la que en muchos casos se
    requiere para desempeñar alguna tarea; pues, para llevar
    acabo el robo, el ladrón tiene que espiar a su
    víctima, estudiar sus costumbres, cuidarse del polizonte,
    trazar planos, arriesgar la vida o la libertad. En continua
    zozobra, sin límite en esa clase de trabajo, y es de
    suponerse que un hombre no se entrega a él por placer,
    sino empujado por la necesidad o por la cólera
    de verse en la miseria, cuando la clase rica para por su lado
    ebria de vino, de lujuria, la boca retorcida por el hipo del
    hartazgo, arropada en sedad y el trapos finos, envolviendo en una
    mirada de desprecio a la gente pobre que se sacrifica en el
    taller, en la fábrica, en la mina, en el
    surco…

    La inmensa mayoría de la población de
    las cárceles está compuesta de individuos que han
    cometido delitos contra
    la propiedad; robo estafa, fraude, falsificación,
    etc., mientras un pequeña minoría de delincuentes
    se encuentran prisioneros por delitos contra las personas.
    Abolida la propiedad privada, teniéndose todas las
    facultades de escoger un trabajo de su agrado, pero útil a
    la comunidad; humanizado el trabajo en virtud de que no se
    efectúa para que el patrón acumule riquezas, sino
    para satisfacer necesidades, devueltos a la industria los miles y
    miles de brazos que hoy acapara el gobierno en sus oficinas, en
    los cuarteles, en las prisiones mismas; puestos todos a trabajar
    para ganar el sustento, con la ayuda poderosa de la maquinaria de
    toda especie, se necesitara trabajar solamente unas dos o tres
    horas diarias para tener de todo en abundancia.
    ¿Habrá entonces quien prefiriese el robo para poder
    vivir? El hombre, aun el más perverso, gusta siempre de
    atraerse la estima de los demás, de estar bien con los
    demás. Eso puede observarse hoy mismo, a pesar de que el
    medio en que vive la humanidad embota los mejores instintos de la
    especie, y si esto es cierto, ¿por qué no admitir
    que el hombre sería mejor en el seno de una sociedad
    libre?

    En cuanto a los delitos contra las personas, en su mayor
    parte son el producto del medio malsano en que vivimos. El hombre
    vive en constante sobreexcitación nerviosa; la miseria, la
    inseguridad de
    ganar el pan de mañana; los atentados de la autoridad; la
    certidumbre de que es víctima la tiranía
    política y de la explotación política y de
    la explotación capitalista; la desesperación de ver
    crecer a la prole sin vestido, sin instrucción, sin
    porvenir; el espectáculo más edificante de la lucha
    de todos contra todos, que nace precisamente del derecho de
    propiedad privada, que faculta a los astutos y a los malvados
    a amansar capitales explotando a los trabajadores, toso eso, y
    mucho más, llena de hiel el corazón del hombre, lo
    hace violento, colérico y lo precipita a sacar el
    revólver o el puñal para agredir, a veces por
    cuestiones labadíes. Una sociedad en la que no exista esa
    brutal competencia entre los seres humanos para poder satisfacer
    todas las necesidades, calmaría las pasiones,
    suavizaría el carácter de las personas y
    fortalecería en ellas el instinto de sociabilidad y
    solidaridad, que son tan poderosos que, a pesa de la secular
    contienda de todos contra todos, no han muerto en el ser
    humano.

    No, no hay que temer una vida sin gobierno;
    anhelémosla con todas nuestras fuerzas de nuestro
    corazón, habrá naturalmente algunos individuos
    dotados de instintos antisociales; pero la ciencia se
    encargará de atenderlos, como enfermos que son, pero esas
    pobres personas son víctimas de atavismos, de enfermedades heredadas, de
    inclinaciones nacidas al calor de la injusticia y la brutalidad
    del medio.}

    Mexicanos: recordad cómo han vivido las
    poblaciones rurales de México, en las rancherías de
    ha practicado el comunismo; la autoridad no ha hecho falta;
    antes, pro el contrario, cuando se sabía que algún
    agente de la autoridad se acercaba huían los hombres al
    bosque, porque la autoridad solamente se hacía presente
    cuando necesitaba hombres para el cuartel o contribuciones para
    mantener a los parásitos del gobierno, y, sin embargo, se
    hacia vida tranquila en esos lugares donde no se
    conocían las leyes ni amenazaba el gendarme con su
    garrote.

    La autoridad no hace falta más que para sostener
    la desigualdad social.

    Mexicanos: ¡Muera la
    Autoridad!

    ¡VIVA Tierra y Libertad!

    (de Regeneración)

    23 de marzo de 1912

    ¡MUERA LA AUTORIDAD!

    Me explico que el burgués ponga el grito en el
    cielo cuando escucha este grito salvado ¡muera la
    autoridad!. El burgués tiene razón, porque si
    desapareciera la autoridad, en el mismo sepulcro caerían
    los privilegios del Capital para no levantarse más. La
    autoridad es necesaria para perpetuar la desigualdad social,
    que garantiza al rico vivir en el ocio y condena al pobre al rudo
    trabajo y a la abyecta miseria. El burgués, pues, necesita
    que haya autoridad, pues de lo contrario, tendría que
    tomar el arado, la garlopa o el martillo para ganarse la
    subsistencia y la de su familia.

    Pero el pobre ¿Para qué necesita la
    Autoridad? La Autoridad nunca ha sido para el desheredado la
    madrastra huraña, castigadora y malvada, castradora de
    voluntades. Todavía no se que en algún país
    del mundo haya sido la Autoridad el escudo o el ángel
    guardián de los pobres, y eso es así, porque no se
    puede servir a dos amos al mismo tiempo: al rico y al pobre.
    La Autoridad fue instituida para cuidar los bienes materiales
    de la clase rica que se veían amenazados por los
    hambrientos.

    Los que no tenemos un terrón donde reclinar la
    cabeza, no necesitamos más Autoridad, por el contrario, la
    detestamos porque ella arrebata de nuestra filas a los más
    vigorosos de nuestros hermanos, para amontonarlos en un cuartel y
    hacerlos empuñar las armas a favor de la burguesía,
    y en seguida nos cobra contribuciones para mantener esos soldados
    y todo ese enjambre de funcionarios grandes y chicos que forman
    lo que se llama gobierno.

    Somos nosotros, los desheredados los que no tenemos nada
    que nos roben, los que estamos obligados a pagar los gastos que
    origina el mantenimiento
    de la Autoridad, cuando lo justo sería que esos gastos
    fueran pagados por los beneficiados, que son los
    burgueses.

    El soldado con el arma en el brazo, el gendarme con el
    garrote en la mano, el rural con el sable desvainado, ¿han
    servido alguna vez para proteger al débil? ¿Se ha
    dado el caso de que el soldado, el gendarme o el rural se hayan
    interpuesto entre el amo y el trabajador para evitara que el
    primero chupase el sudor del segundo? Cuando el pobre no puede
    pagar la renta del sueldo o de la casa, han volado alguna vez en
    su auxilio el soldado, el gendarme o el rural para evitar que sea
    puesto de patitas en la calle o el ser expulsado de la ingrata
    tierra que regó con su sudor?. Y si indignados por la
    injusticia social que nos obliga a poner al servicio de los ricos
    la fuerza de nuestros músculos y la luz de nuestro
    cerebro, conspiramos y nos rebelamos, ¿pone la Autoridad
    de nuestra parte, esto es, de parte de los débiles, de las
    víctimas de la voracidad capitalista? No la vemos siempre
    con sus soldados, sus gendarmes y sus rurales repartir la muerte
    entre los pobres que se rebelan por un reparto más
    equitativo del pan?

    Me explico por que el burgués ponga el grito en
    el cielo cuando escucha ese grito salvador ¡Muera la
    Autoridad!. Pero no me explico que el pobre, el desarrapado, el
    trabajador se encabrite y eche espumarajos de rabia cuando se de
    da este amistoso consejo: no elijas autoridades;
    gobiérnate por ti mismo.

    Mirabeau dijo una gran verdad cuando exclamó: "de
    todos los animales, el
    más estúpido es el hombre, porque al menos los
    animales no eligen al carnicero que ha de
    degollarlos".

    Y los hombres hasta nos matamos a favor de quien ha de
    pasarnos a cuchillo cuando este en le poder. ¡Así
    somos de estúpidos!

    Damos nuestra libertad, demos nuestra tranquilidad,
    demos nuestra sangre, pero no para elegir verdugos, sino
    para acabar con ellos, para acabar con los burgueses, para fundar
    la sociedad libre de todos para uno y uno para todos.

    No elevemos al poder ni a Vázquez Gómez ni
    a nadie. Seamos tan dignos como los animales que no eligen al
    carnicero que ha de degollarlos. Tomemos la tierra, la maquinaria
    de producción, las casas y las provisiones;
    concertémonos fraternalmente para la producción y
    el consumo en
    común y levantemos la frente, mexicanos, orgullosos de
    haber sabido resolver el problema social.

    (de Regeneración)

    20 de junio de 1912

    LA REVOLUCIÓN SOCIAL

    Digan lo que quieran los enemigos de la Revolución
    Mexicana, ésta es de carácter marcadamente
    económico. Desde un principio afirmamos que el
    proletariado mexicano no se había levantado en armas por
    el simple gusto de tener un nuevo verdugo. Desde un principio
    dijimos que el pueblo mexicano de había levantado en armas
    porque tenía hambre de pan y de justicia.

    Los hechos, no las palabras, han venido demostrando que
    estábamos en lo justo y, todavía más, que
    hemos obrado como verdaderos revolucionarios procurando que el
    gran movimiento tome una orientación decidida hacia el
    comunismo. Ese es nuestro deber de revolucionarios
    sinceros.

    Algunos sociólogos de estrato han criticado el
    movimiento mexicano porque no comenzó siendo netamente
    comunista desde el principio. Pretendían esos
    señores, entre los que descuellan Luigi Gallean y Juan
    Grave, que la Revolución Social fuera obra de un
    día, de una semana o de unos cuantos meses, sin recordar
    que el maestro Pedro Kropotkin, dijo en una carta fechada en
    Londres el 16 de noviembre de 1909, las siguientes sabias
    palabras: "Toda revolución se inicia tímidamente
    con hechos de importancia infinitamente pequeña; pero toda
    la revolución asciende a medida que se prolonga, si ella
    dura dos, tres , cuatro años; si los revolucionarios son
    bastante inteligentes para no permitir la consolidación de
    un gobierno fuerte, esa revolución ascenderá hasta
    el comunismo. Y si no se comienza la revolución con alguna
    cosa, aunque sea bastante alejada del comunismo, no se
    logrará nunca nada, como en Rusia".

    Nuestra obra de agitación por medio de la idea, y
    la agitación por nuestros bravos compañeros que
    sostienen la Bandera Roja en los campos mexicanos, están
    dando sus frutos; la prolongación del movimiento, para que
    no vuelva haber un gobierno estable en México, pues desde
    el principio hemos creído como nuestro viejo camarada
    Kropotkin, que mientras mayor duración tenga un movimiento
    revolucionario, más se radicalizan las tendencias;
    más amplias son las aspiraciones populares y más
    fácil es llegar al comunismo.

    Otro de los frutos de nuestra incesante propaganda, es
    la expropiación de la tierra y de la maquinaria de
    producción. Desde hace muchos números
    REGENERACIÓN ha venido dando cuenta de los actos de
    expropiación de la tierra llevados a cabo por multitudes
    de proletarios que se han puesto a trabajar con el fusil
    terciado. Los lectores de REGENERACIÓN
    habrán visto que, cuando los proletarios no pueden
    sostener la expropiación de la tierra, por falta de armas,
    arrasan las haciendas y los poblados para que, si ellos tienen
    que sufrir, que sufran también los verdugos. Habrán
    visto también los múltiples casos de sabotaje, de
    huelga revolucionaria, de conciencia de clase de los proletarios
    mexicanos.

    La prensa de todos los colores admite
    que no se trata de una revolución política, sino de
    un movimiento político, sino de un movimiento
    económico, de una guerra de clases que si los libertarios
    la fomentamos, terminará con el comunismo. Y hemos visto,
    igualmente que, por instinto, por herencia, el pueblo mexicano,
    pueblo no corrompido con los hábitos de ahorro, pueblo
    sencillo, es apto para el comunismo, comunismo que, en parte, ha
    practicado por miles de años. Además, sabido es que
    el pueblo mexicano, odia cordialmente a la Autoridad y al
    Capital, a pesar de las prédicas del clero
    embaucador.

    "EL imparcial" del 22 de marzo, al hablar del movimiento
    revolucionario del Estado de Oaxaca dice: "Las principales
    plantas
    despepitadoras de algodón
    de Jamiltepec, han sido destruidas por los revolucionarios, para
    salvarse de los rebeldes del rumbo, algunas personas
    permanecieron en los bosques de playa, escondidas varios
    días, alimentándose sólo de cocos y de
    tortugas, los pueblos que rodean la finca de San José
    Ejutla desean repartirse sus terrenos y al efecto se disponen a
    atacarla".

    El mismo periódico, dice el 29 de marzo al hablar
    del movimiento revolucionario del el distrito de Tlapa, Estado de
    Guerrero: "LA finca de Jicayán, propiedad del señor
    Daniel Pérez Ruiz, fue vaciada por completo, los
    indígenas se repartieron los terrenos y los
    revolucionarios se llevaron veinte mular y diez caballos e
    incendiaron los campos de caña".

    El mismo periódico del cinco de este mes, en un
    telegrama que le remite su corresponsal en Oaxaca, revela la
    gravedad de la situación en aquel importante y
    riquísimo Estado. Dice así: "A consecuencia de las
    pérdidas socialistas de ciertos agitadores, los
    indígenas de algunos punto del estado, están
    cometiendo atentados, varios con motivos de la cuestión
    agraria, han cortado las cosechas de varias fincas ajenas, han
    suprimido el agua de regadío y han efectuado otros
    excesos".

    El mismo periódico dice el 7 de abril: "Siguiendo
    los consejos del os zapatistas que estuvieron en Tepeaca, Estado
    de Puebla, algunos indígenas se han posesionado del
    terreno de la hacienda de San Miguel, la Pila propiedad del
    señor Luis Pacheco, y situada por aquel rumbo".

    Estos datos unidos a
    todos los que han sido presentados en las columnas de
    REGENERACIÓN desde hace muchos meses, demuestran
    que el movimiento es económico y que no necesita
    más que buena voluntada, firmeza y lealtad a la causa del
    proletariado, para que al fin veamos ondear triunfadora la
    bandera del os pobres, la gloriosa Bandera Roja de los
    libertarios mexicanos.

    (de Regeneración)

     

    HUMBERTO ESCOBEDO CETINA

    (recopilador)

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