- Hipótesis
- Contexto
político-económico - Pacto
Roca-Runciman - Lisandro de la
Torre - La investigación de
las carnes - La
exposición - La despedida de don
Lisandro - Conclusiones
- Corroboración de
hipótesis - Anexos
- Bibliografía
Hemos seleccionado a Lisandro de la Torre y la investigación del comercio de las carnes,
principalmente por el interés
que nos infunde el colonialismo salvaje y la sumisión de
aquellos argentinos con poder para
revertir esa situación al mismo Imperio esclavista del que
éramos peones. La vigencia de estos delicados temas es
innegable, ya que a nuestro parecer, a través del tiempo los
gobernantes no han adoptado políticas
patriotas y que lamentablemente seguimos siendo peones y ahora es
otro quien maneja el tablero mundial.
De la Torre fue una criatura rara en su entonces y, de
estar vivo hoy, también lo sería; porque
tomó como filosofía de vida la verdad, la honestidad, el
coraje y la incorruptibilidad; cualidades aparentemente olvidadas
por los dirigentes de los últimos setenta
años.
En su época fue para los terratenientes y
opositores "ese viejo rabioso que predica, desde su banca mal habida
una ideología estúpida que nos
pondrá en malos términos con el Reino Unido"; pero
para el pequeño productor agropecuario y para el pueblo en
general, "aquel que defendió su situación y luchaba
por una Argentina pujante y progresista que pondría en su
lugar a éstos colonialistas y a los que estén por
venir"
Hipótesis
- El pacto Roca-Runciman no solo no satisfizo las
necesidades de la Argentina, sino que perjudicó la
situación del país, expandiendo el alcance de los
monopolios británicos y en detrimento de las empresas y de
los pequeños productores nacionales. - Un factor que influyó en la aprobación
de dicho convenio fue que se estableció en secreto que
serian beneficiados los grandes productores bonaerenses, la
oligarquía y los altos mandos del gobierno
nacional (el ministro de Agricultura
Luis Duhau y el ministro de Hacienda Federico Pinedo; a modo de
ejemplo). - Lisandro de la Torre, a pesar del boicot y la
ridiculización por parte de sus opositores y enemigos
más acérrimos, continuó diligente con su
tarea de exponer el negociado y la corrupción que rodea al comercio de las
carnes. - Ramón Valdez-Cora fue contratado por los ya
mencionados sectores perjudicados por la exposición de De la Torre, para silenciar
al senador y desviar la atención pública del fraude de
las carnes.
Capitulo I
La llegada en 1924 de los laboristas al gobierno
inglés
y la crisis de 1929
de la bolsa neoyorquina anunciaban el comienzo del
resquebrajamiento del Imperio Británico;
entendiéndose por esto la merma de sus industrias
metalúrgicas y textiles, y de la extracción del
carbón, así como también su capacidad de
consumo y la
carga de 1 millón de desocupados.
Las colonias británicas (de aquí en
más "Dominios") trataron de manejar su economía con cierta
autonomía.
Para mantener su "imagen imperial"
el gobierno inglés elabora en 1930 el Estatuto de
Westminister que establecía la creación de la
Comunidad
Británica de Naciones o British Commonwealth of
Nations, que estaba formado por el Reino Unido,
Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica,
Irlanda y Terranova.
CONFERENCIA DE OTTAWA (julio de 1932)
¿El Imperio es sólo el territorio
coloreado de rojo en el mapa o también aquel en que los
intereses británicos son rotundos?
En Argentina las inversiones
británicas alcanzaban los 600 millones de libras (hecho
que no ocurría en los Dominios), 25.000 Km. de
ferrocarriles ingleses, teléfonos, obras
hidráulicas, tranvías, estancias,
frigoríficos, empresas navieras, etc.
Más del 80% de la producción de carne argentina era comprada
por el Imperio. A los miembros del Commonwealth no les
agradó que la fidelidad brindada a la corona se les
retribuyese prefiriendo productos
extranjeros a los locales.
En julio de 1932 se reunieron los delegados del Imperio
en Ottawa con el fin de presionar para que se revierta esta
situación.
Lo acordado puede resumirse en tres
directivas:
- Habrá derechos prohibitivos a
los productos extranjeros. - El Reino Unido adquirirá de preferencia la
carne y el trigo de los Dominios. - Los Dominios protegerán su producción
local con "trabas razonables" a la competencia de
Londres.
Lo votado en Ottawa sirvió para contentar a los
dominios y de paso amenazar a la Argentina con agravarles la
crisis dejándoles de comprar carne congelada o
chilled.
Capítulo II
A fines de 1932 Gran Bretaña decidió
reducir en un tercio la compra de carne congelada argentina, que
podía reemplazarse por la de Australia, y en un 10% la
enfriada.
Se trataba de un punto extremadamente sensible para la
Argentina en el ámbito económico, pero más
por la magnitud de intereses existentes en torno a la
exportación de carnes: productores,
frigoríficos y empresas navieras eran capaces de presionar
fuertemente sobre el gobierno.
En 1933, una misión
encabezada por el vicepresidente Julio A. Roca negoció
(por no decir suplicó) en Londres el mantenimiento
de la cuota argentina de carne. Esto era vital para asegurar la
credibilidad del gobierno entre los diversos sectores
agropecuarios; y en este aspecto tuvo un éxito
relativo: se mantendrían las condiciones de 1932 pero
Inglaterra
dejó la puerta abierta a eventuales reducciones futuras.
Se limitó también el cupo que podía ser
manejado por frigoríficos nacionales a un 15% de la
producción total.
No logró gran cosa en su segundo objetivo:
aumentar la participación de los productores locales en la
exportación, de modo de negociar en mejores
términos con los frigoríficos.
A cambio de
estas pseudo-concesiones, Gran Bretaña se
aseguró que la totalidad de las libras generadas por este
comercio se emplearían en la propia Gran Bretaña:
en el pago de la deuda, en la importación del carbón, material
ferroviario o textiles y en la remisión de utilidades de
empresas británicas. Simultáneamente, se estipulaba
un "tratamiento benévolo" para aquellas empresas
inglesas que estaban sumidas en dificultades
financieras.
El tratamiento benévolo apuntaba a reflotar
empresas británicas en problemas: las
ferroviarias y las de transporte
urbano. Los ferrocarriles estaban amenazados por gastos fijos muy
altos, una reducción general de su actividad y la
creciente competencia del transporte automotor, estimulada por la
sistemática construcción de caminos iniciada en
1928.
En todo caso, se trataba de empresas que habían
dejado de ser rentables y que no habían hecho las
inversiones necesarias para mantener su peso; de modo que el
"tratamiento preferencial" sólo buscaba aumentar las
ventajas monopólicas y retrasar su deterioro (para lo cual
los directivos tenían una estrategia:
"vaciar" las empresas y luego vendérselas al Estado)
Se trataba sin duda de una indiscutible victoria para
los británicos: en retribución del mantenimiento de
la participación argentina en el mercado de carnes
–un negocio en el que los británicos eran el socio
principal- se aseguraban el cobro de los servicios de
sus antiguas inversiones y el control de partes
significativas de un mercado interno amenazado. La tendencia a
las relaciones bilaterales con Gran Bretaña, insinuada en
el Tratado D’Abernon, quedó totalmente
asegurada.
Pese a que los beneficios no eran parejos para todos los
involucrados, el Tratado Roca-Runciman fue aprobado por los
diversos grupos
propietarios. Cuando se discutió en el Congreso, la
oposición más consistente fue la del Partido
Socialista y la de un partido joven denominado Partido
Demócrata Progresista, preocupados por las repercusiones
que estos arreglos tendrían sobre los consumidores
locales. Sin embargo afloraron los conflictos
entre los distintos sectores: los frigoríficos, los
invernadores (ganaderos denominados así por proveer
la carne para el enfriado) y el grueso de los criadores, que
debían optar entre la exportación de carne
congelada de menor calidad, la
venta a los
invernadores y el consumo interno. Los grandes invernadores,
más estrechamente vinculados a los frigoríficos, se
expresaban a través de la Sociedad Rural
Argentina (S.R.A.); los criadores organizaron la
Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La
Pampa (CARBAP). En el debate no se
discutieron tanto los temas del tratado como la forma en que los
frigoríficos iban a manejar los precios
internos, las ventajas relativas de unos productores y otros, y
la posibilidad de que los productores participaran en su
regulación a través de un frigorífico
corporativo, utilizando la cuota del 15% que el tratado les
reservaba. En 1933 se sancionó la ley que
establecía una Junta Nacional de Carnes, destinada a
intervenir (de manera limitada debido a la corrupción y la presión
británica) en la regulación del mercado.
Capitulo III
Lisandro de la Torre nació en Rosario y
estudió leyes en la
Universidad de
Buenos Aires. Miembro de la Unión Cívica Radical,
pero abandonó el partido por diferencias
ideológicas con sus dirigentes. Tras alejarse de las filas
del radicalismo, fundó en 1914 el Partido Demócrata
Progresista y se presentó como candidato presidencial en
las elecciones de 1916 y 1931, aunque no tuvo éxito,
logró una banca en el senado.
Para la totalidad del oficialismo de la época era
un concepto
común traducir "liberalismo"
por concesiones sin control al capital
financiero y regalar el patrimonio
nacional al extranjero. Le corresponde a De la Torre la enorme y
peligrosa tarea de denunciar la "confabulación
antiargentina" que estaba destinada a reforzar nuestro
colonialismo. Censuró el Convenio de Londres (o Pacto
Roca- Runciman) desde la primera hora, aunque es justo reconocer
que en este momento hay otras voces aplicadas a la denuncia y a
la critica. En particular, es el Partido Comunista quien se
distingue por su constante discurso
antiimperialista. En septiembre de 1934, el representante
santafesino propone en la Cámara de que forma parte, el
nombramiento de una comisión investigadora encargada de
establecer "cuál era la situación del comercio de
exportación de carnes argentinas y verificar si los
precios que pagan los frigoríficos en la Argentina guardan
relación con sus ventas en el
exterior".
El Senado vota la moción de don Lisandro.
Integrante de la comisión, el líder
rosarino impulsa la investigación con un tesón tal
que desbarata los intentos de aquellos interesados en
neutralizarla (la oligarquía y amplios sectores de la
política).
A medida que avanza en el examen de las interioridades que rodean
el comercio de carnes, hace revelaciones extraordinarias.
Descubre el favoritismo británico y
político-nacional que gozan los más grandes
estancieros bonaerenses –entre los que se encuentra en
primer término el propio Ministro de Agricultura Luis
Duhau- en la venta de sus novillos a los frigoríficos
extranjeros; mientras que existían miles de
pequeños ganaderos cuyas carnes son cotizadas a un
precio
inferior e injustificable. Descorre el misterio sobre las
fabulosas ganancias que realizan esos frigoríficos
protegidos por el Estado como
no lo son empresas argentinas de la misma índole, las
defraudaciones al fisco en el pago de los impuestos y, por
ultimo, el drama de los obreros de la industria de
la carne.
Capitulo IV
La investigación de las
carnes
En esta tarea investigadora, De la Torre –y nos
referimos a sólo a él porque los otros miembros de
la comisión colaboraban tímidamente, cuando
no entorpecían el éxito de la indagación-
choca contra la resistencia de
los frigoríficos extranjeros a develar los documentos que
acreditan la autenticidad de las operaciones
registradas en los libros.
Hablemos ahora de un buque inglés. El Norman
Star.
El frigorífico Anglo –uno de los tantos
bajo la lupa de don Lisandro-, en vista de la decisión del
senador rosarino y del contador de la comisión, Yasky, de
averiguar que pasaba en los frigoríficos, decidió
desprenderse de los papeles comprometedores (todos los de
contabilidad).
Para ello, nada mejor que suponer que se efectuaba un embarque,
de los tantos que el frigorífico inglés
hacía a Inglaterra, en un barco (no podía ser de
otra manera) también inglés, y en lugar de poner
dentro de los cajones la carne de exportación, cargarlos
con toda la documentación y enviarla a Londres. Tres
cargamentos ya habían sido efectuados a Fray Bentos
(Uruguay) y se
estaba completando el Norman Star.
Explica Lisandro de la Torre:
"(…) recibió la Comisión denuncias
acerca de la destrucción y ocultación de documentos
que debían ser presentados por las empresas con el
propósito de sustraerlos a la investigación. Una
denuncia concreta se refería al embarque clandestino de
papeles y libros realizados por el frigorífico Anglo en el
vapor Norman Star, de la Blue Star Line y al envío de tres
remesas de libros y papeles a Fray Bentos.
"(…) fueron descubiertos en una carbonera del vapor
cuarenta cajones de carne cubiertos de bolsas de
estiércol, de los cuales 21 contenían papeles y
libros embarcados clandestinamente con el rótulo de
corned beef"
Después de seis meses de intensa labor, la
Comisión formula dos informes: uno
en mayoría y otro en minoría. Este ultimo lo firma
De la Torre. Más severo, determinado a denunciar el
monopolio
ilícito de las carnes, a reducir las ganancias de los
frigoríficos y a contemplar la situación de los
obreros.
El "informe De la
Torre" establecía que:
- A causa del convenio de Londres, la Argentina
renunció al 85% de la cuota de carnes que importa
Inglaterra y las reducciones arancelarias le costaron a la
nación 15.000.000 de pesos de ese
entonces, en los primeros cuatro meses de vigencia del
tratado. - Los frigoríficos obligaban a los productores a
venderles carne de primera calidad a precio de segunda y
tercera, siendo ésta etiquetada y exportada nuevamente
como de primera calidad. - Los productores argentinos más beneficiados
con el Convenio fueron aquellos más allegados a
intereses británicos o al propio gobierno nacional (el
ejemplo más representativo de esto fue el ministro
Duhau.) - El gobierno desbloqueó fondos de las empresas
y de los comerciantes británicos por más de
170.000.000 de pesos y para desbloquearlos, transformó
esos valores en
oro tomando
a su cargo la pérdida del 25% del capital durante la
operación. - Las cooperativas
argentinas no pueden vender al exterior porque el ministro
Duhau no entrega una cuota libre de exportación de
carnes. - Los frigoríficos se quedan con todo; el
criador gana $1,50, el invernador $3,50 y el frigorífico
$80. - El gobierno protegió a los ferrocarriles
británicos, que en su accionar no protegen la
producción nacional, proveyéndoles de libras
esterlinas a un valor de 15
pesos, mientras que los importadores de artículos de
primera necesidad pagaban de 17 a 19 pesos.
Capítulo V
Su exposición fue como era de esperarse:
exhaustiva y con coraje.
Lisandro de la Torre habla durante cinco sesiones
consecutivas y su palabra, tomada de a pedazos por el periodismo de
la época, resuena en las mentes del colectivo ciudadano.
La monotonía de lo cotidiano queda interrumpida por las
escandalosas declaraciones del senador: "¡el ministro de
Agricultura sabotea el desarrollo de
los productores libres en su propio beneficio!", "¡las
empresas frigoríficas forasteras evaden impuestos e
impiden, con el apoyo del fisco, la sobrevivencia de las empresas
argentinas para monopolizar el comercio interno!"
El líder rosarino destruye a lo largo de esas
sesiones varios mitos que han
paralizado la indignación de la gente. Con lenguaje
sencillo, entendible para el menos culto, descubre los detalles
de esta cuestión que funcionarios traidores enderezan en
su provecho:
"Los señores senadores habrán oído decir
que el negocio de exportación es muy difícil.
¿A quien se lo han oído decir? A los interesados en
que se mantengan las situaciones creadas, deseo ferviente del
señor ministro de Agricultura en su defensa permanente del
monopolio frigorífico.
"Debemos tratar a Inglaterra de igual a igual, como
tratan las naciones soberanas; podemos y debemos ofrecerle a
Inglaterra amplias ventajas, pero si no son apreciadas y si nos
pretende tratar como a una factoría, podemos y debemos
tomar represalias. Hay que concluir con las humillaciones e
injusticias prevalentes en la actualidad y hay que exigir que la
carne argentina entre a Inglaterra, importada por argentinos,
como el carbón de Cardiff entra a la Argentina importado
por ingleses"
Nunca el Parlamento argentino había sido testigo
de una denuncia de tal magnitud. Toda la critica de Lisandro de
la Torre se respalda en un total dominio de la
materia y en
información documentada y exacta. Su
experiencia en el tema es extensa, ya que desde que iniciara sus
faenas rurales en 1894, hasta que fuera elegido presidente de la
Sociedad Rural de Rosario, siguió paso a paso al
crecimiento de la industria ganadera a la que está ligado
por inclinación e intereses (De la Torre tenía una
estancia en Pinas, Santa Fe). Ya en 1923 había presentado
en la Cámara de Diputados un proyecto que fue,
en cierto modo, precursor del actual.
La defensa el ministro de Agricultura, puesto en
evidencia, no alcanza a destruir ni uno solo de los cargos
formulados por el senador demócrata progresista. Entonces
viene en su ayuda el ministro de Hacienda (Federico Pinedo), que
se limita a responderle con palabras tajantes y definitivas, sino
se pone a leer una novela
desinteresándose por los ataques que el senador
realiza.
El clima del debate
crece hasta la violencia. La
opinión
pública sigue los matices de la controversia. Desde
luego la responsabilidad no le pertenece a don Lisandro.
Así lo ha aclarado: "no he buscado el sensacionalismo,
directa ni indirectamente, y si el escándalo surge de los
actos del Poder
Ejecutivo, no es culpa mía".
Hasta la barra participa activamente de la
polémica. Se encuentran en ella partidarios de los
ministros, empleados públicos y sujetos llevados
especialmente para hacer bullicio. A De la Torre sólo lo
aplauden espectadores imparciales ganados por sus argumentos y
algunos amigos de las provincias. Pero afuera está el
pueblo inquieto e impaciente; está el país atento y
esperanzado.
El senador inicia su contrarréplica. Los
ministros han deformado sus palabras y cuando él
quería hablar, la mayoría indudablemente en su
contra, golpeaba sus pupitres para impedir la denuncia. Es
evidente que se confabularon en su contra en un esfuerzo para
atenuar la resonancia de sus acusaciones.
"He realizado una penosa tarea, y sigo adelante, solo,
como comencé pero más fuerte que nunca, con la
certidumbre de no haber llevado en mi espíritu otro
incentivo que el propósito de servir a mi país,
solo además, frente a un gobierno cuya mediocridad
entristece."
Una a una destruye las invenciones y falsedades con que
los ministros han intentado cubrir su derrota. El plan de callarlo
con golpes en los pupitres y voces elevadas ya no es eficaz en
esta emergencia. Entonces buscan otros medios para
enmudecer a este "gran fiscal de la
patria". Le piden prestado a un importantísimo
terrateniente su guardaespaldas y le dan instrucciones. En el
tercer día de contrarréplica, apenas De la Torre
retoma el curso de su exposición, se produce el incidente
a propósito de una palabra empleada por el orador. Cuando
todo indica que el debate seguirá su ritmo, interviene el
ministro de Hacienda aludiendo provocativamente a De la Torre.
Éste, ofendido avanza hacia la mesa de interpelaciones.
Agredido de repente, da un paso atrás, pierde el pie y cae
de espaldas. El senador Bordabehere (senador por Santa Fe y
compañero de bancada de De la Torre) que, como espectador
presencia la escena, corre a levantar al líder del
partido. Y en medio de la confusión suenan disparos de
revolver. Cuando se establece la calma se comprueba que el doctor
Bordabehere, baleado por la espalda, agoniza. Nadie hubiera
pensado hasta entonces que la oligarquía habría de
contratar a matones para frustrar la
interpelación.
Apresado el victimario (Ramón
Valdez Cora) y en una de sus ultimas presentaciones don Lisandro
pronuncia esa frase que constituye una acusación obvia:
"Se conoce el nombre del matador, pero hace falta conocer el
nombre del asesino"
La inesperada y trágica agresión corta el
debate. Los hombres de las vacas obtienen lo que se han
propuesto desde el primer momento: callar esa poderosa voz
acusadora. Lisandro de la Torre renuncia a la controversia: "Para
terminar diré que sería absurdo pensar que el
debate del comercio de las carnes pudiera continuar con mi
intervención, mientras subsistan en mi espíritu las
dudas que mantengo acerca de que se trajo un guardaespaldas del
bajo mundo, para influir sobre su resultado. Los indicios que
existen son tan ardientes, que no me es posible prescindir de
ellos."
Las pruebas
presentadas por el hombre
demócrata progresista son irrefutables, ellas denuncian
definitivamente la corrupción de la familia
conservadora argentina, que para sobrevivir acepta la ayuda del
capital extranjero. Y a pesar de que la prensa
trató de disminuir la palabra de don Lisandro, el pueblo
ha advertido la legítima grandeza del más alto
orador parlamentario argentino de todos los tiempos y el
más auténtico defensor de los intereses nacionales.
Se encuentra rodeado del pueblo que le muestra su afecto
e intenta llenar el vacío que le causa el escepticismo y
la mediocridad de la política a la que le dedicó su
vida y la muerte a
traición de su amigo entrañable.
Capitulo VI
A fines de 1938 la economía de De la Torre estaba
en deterioro y cansado de la hipocresía del gobierno
resuelve que no tiene justificación permanecer sin su
adorada estancia de Pinas (perdida en el rigor de sus finanzas) y
sin ejercer, en medio de una política corrupta, el deber
de abogar por los intereses de su muy amada y vendida nación.
Su despedida venía siendo planeada desde hace
tiempo. La idea de ser consumido y purificado por el fuego era
antigua en él. Regresar a la naturaleza en
el viento, convertido en polvo, ceniza, átomo;
servir de abono al crecimiento de la vida que sigue sin descanso.
Su mayor deseo es que sus cenizas sean arrojadas al viento, pero
piensa en sus amigos y en la misión dolorosa que les
encarga.
La máquina de escribir teclea y teclea. No duda
al escribir los apellidos de los destinatarios: todos
están en su corazón.
Ni tampoco cuando introduce la despedida final y se permite,
nombre de la amistad, dar el
último encargo.
Es cerca del mediodía, se quita el saco y cierra
la ventana de su estudio de Esmeralda 22 en Capital Federal. El
calendario decreta 5 de enero de 1939. Su cerebro repite
automáticamente la fecha. Empuña el revolver y se
sienta detrás de su escritorio; lleva la boca del
caño a su corazón, inclina hacia arriba el arma y
martilla con fuerza el
gatillo. El cuerpo resbala hasta que los codos hallan apoyo en
los brazos del sillón. La cabeza semiinclinada se recuesta
sobre el hombro.
Lisandro de la Torre murió el 5 de enero de
1939.
Lisandro de la Torre personifica la causa de los
pequeños hacendados –que suman centenares de miles
en toda la Republica- en contra de la de los grandes ganaderos,
que poseen visible influencia política y se valen de ella
para obtener favoritismos de los frigoríficos extranjeros
a cambio de concesiones que perjudican a la economía del
país. En síntesis:
el líder rosarino defiende la ganadería
argentina y su libre desarrollo trabado por las maniobras del
monopolio. Su causa es implícitamente la de toda la
Nación, porque favorece a los intereses generales, cuyo
cuidado en un país semicolonial como el nuestro es de suma
importancia para la clase obrera.
Si se fija que la consigna de esa época era recuperar la
economía y el espíritu de los argentinos, se ve que
la lucha de clases se sitúa en otros términos, no
en el simple enfrentamiento entre la burguesía y el
proletariado, sino dándole lugar a una alianza de todos
los sectores progresistas para llevar a cabo la revolución
antiimperialista y la reforma
agraria, en cuya ejecución la gente de la clase obrera
tendría un rol dirigente.
Lo hasta aquí señalado, son
lamentablemente situaciones que perduran hasta la actualidad. Las
potencias industriales nos siguen comprando materia prima
a $1, se la llevan, la procesan y nos venden la manufactura a
$10; cuando de hacerla aquí no sólo sería
más barato, también se reactivaría la
economía y se crearían puestos de trabajo.
Es triste que desde hace tanto tiempo la Argentina
esté en venta. No hemos sabido apreciar lo nuestro
(nuestra fabulosa extensión de territorio, los climas, los
suelos
fértiles para el cultivo y la pastura, etc.); el argentino
(de ciudad) siempre miró para afuera, Europa y
Norteamérica, no hubo preocupación por cambiar la
situación, crecer y desarrollarse. Cuando se está
en el poder, se temen los cambios, se trata de dejar todo como
está.
Nuestra Argentina de hoy es producto de
esa política apátrida.
- El pacto Roca-Runciman no solo no satisfizo las
necesidades de la Argentina, sino que perjudicó la
situación del país, expandiendo el alcance de los
monopolios británicos y en detrimento de las empresas y
de los pequeños productores nacionales.
Esta hipótesis se comprueba, ya que se
renegoció la cuota de exportación a 85% los
frigoríficos ingleses y sólo 15% para
frigoríficos nacionales. Debido al boicot de los
más grandes, los productores del interior tuvieron que
vender sus productos al mercado interno, forzados a comerciar
en pesos y no en libras. También hay que recordar que
ese 85% de la producción, era procesado, empaquetado y
transportado en nuestro suelo, sin la
intervención de empresas argentinas.
- Un factor que influyó en la aprobación
de dicho convenio fue que se estableció en secreto que
serian beneficiados los grandes productores bonaerenses, la
oligarquía y los altos mandos del gobierno nacional (el
ministro de Agricultura Luis Duhau y el ministro de Hacienda
Federico Pinedo; a modo de ejemplo).
Después de desarrollar el tema, esto es
evidente. Los únicos beneficiados fue una minoría
de productores de la provincia de Buenos Aires (enfrentados con
los del Litoral) quienes se asociaron con el capital extranjero
y los niveles superiores de gobierno, cuya tarea fue la de
negociar las condiciones del arreglo con los británicos
y la de poner trabas a la producción
nacional.
- Lisandro de la Torre, a pesar del boicot y la
ridiculización por parte de sus opositores y enemigos
más acérrimos, continuó diligente con su
tarea de exponer el negociado y la corrupción que rodea
al comercio de las carnes.
Se puede apreciar, a lo largo de todo lo explicado, el
tesón, el coraje y el aplomo de Lisandro de la Torre. En
su denuncia desfilaron nombres poderosos que pocos se hubieran
atrevido a decir. Caricaturizado por sus opositores, Lisandro
dominó los debates del Senado, sin importar las
maniobras que se llevaran a cabo para silenciarlo hasta la
trágica muerte del
senador Enzo Bordabehere.
- Ramón Valdez-Cora fue contratado por los ya
mencionados sectores perjudicados por la exposición de
De la Torre, para silenciar al senador y desviar la
atención pública del fraude de las
carnes.
Este hecho es incuestionable. Todas las estratagemas
del establishment habían fracasado, cada palabra
que salía de la boca del senador rosarino los
sumergía aún más en el escándalo.
Era inminente amordazar a De la Torre y confundir al
público en general. Habiendo errado el disparo, la
oligarquía cumplió su cometido. Don Lisandro
quedó tan devastado por la perdida de su amigo y
compañero que, días después,
presentó su renuncia y se mantuvo al margen de la
política el resto de su vida.
Fragmento del Diario de Sesiones del Honorable
Senado de la Nación del 23 de julio de
1935
Señor ministro de Agricultura
(Duhau golpeando la mesa): ¡No permito eso, señor
Presidente!
Señor Presidente (Bruchman): Ruego
al señor senador que guarde estilo en sus
expresiones.
Doctor de la Torre: Y a lo que no es
cierto, ¿cómo se la llama?
Señor Presidente (Bruchman):
Inexacto
Señor ministro de Hacienda
(Pinedo): Se llama De la Torre. (aplausos en las
galerías)
Doctor de la Torre: ¡El ministro de
Hacienda dice eso porque es tan insolente como
cobarde!
(Suena la campana de orden)
(A continuación el senador De la Torre y el
señor ministro de Hacienda pronuncian palabras que no se
pueden reproducir)
Señor Presidente (Bruchman): Si me
permite el señor senador, la Presidencia va
a…
(Hablan simultáneamente varios
senadores)
Señor ministro de Hacienda
(Pinedo): ¡Pido la palabra para poner al embustero
en su lugar!
Señor Presidente (Bruchman):
Adelante, señor ministro.
Señor ministro de Hacienda
(Pinedo): Si la dignidad y la
honra de una persona
estuvieran expuestas a desaparecer y a ser lastimadas por lo que
digan irresponsables, podría ser que mi honra estuviera al
alcance del señor senador.
Doctor de la Torre: ¡Ya he dicho que
es tan insolente como cobarde!
Señor ministro de Hacienda
(Pinedo): ¡Insolencia y cobardía me
atribuye!. El senador por Santa Fe es capaz, señor
presidente de retarme a duelo porque sabe que, por mis
convicciones, yo no me bato.
Doctor de la Torre (de pie y
acercándose a la mesa de interpelaciones): ¡Y usted
es capaz de no batirse por cobardía!
(El doctor De la Torre se cae y se escuchan disparos
de revolver)
Declaraciones del senador De la Torre a la prensa
(25 de julio de 1935)
"(…) me había acercado a la mesa ministerial
con el fin de oír lo que allí se decía y de
responder a los insultos de que había sido objeto. Cuando
me aproximé al señor ministro de Hacienda para
discutir, sentí una mano sobre el pecho que me
empujó violentamente hacia atrás y me hizo perder
el equilibrio. Al
trastabillar tropecé con uno de los escalones y caí
sentado; inmediatamente me puse de pie y me di cuenta que el
ministro de Agricultura era quien me había empujado.
Según me cuentan más tarde, el senador Bordabehere
dio unos pasos en mi dirección para ayudar a ponerme de pie y en
ese momento mataron a Enzo (…)"
Última carta de Lisandro
de la Torre a sus amigos
Queridos amigos:
Les ruego se hagan cargo de la cremación de mi
cadáver.
Deseo que no haya acompañamiento público, ni
ceremonia laica religiosa alguna, ni acceso de curiosos y
fotógrafos a ver
el cadáver, con excepción de las personas que
ustedes especialmente autoricen.
Si fuera posible, debería depositarse hoy mismo mi cuerpo
en el Crematorio e incinerarlo mañana temprano, en
privado. Mucha gente buena me respeta y me quiere y
sentirá mi muerte. Eso me basta como recompensa.
No debe darse una importancia excesiva al desenlace final de una
vida, aún cuando sean otras las preocupaciones
vulgares.
Si ustedes no lo desaprueban desearía que mis
cenizas fueran arrojadas al viento. Me parece una forma excelente
de volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere
en el Universo.
Me autoriza a darles este encargo el afecto invariable que nos ha
unido. Adiós.
Lisandro de la Torre
DE LA TORRE, Lisandro: Cartas Intimas. (Compilado
por Editorial Futuro), Buenos Aires. 1959
DE LA TORRE, Lisandro: Obras Completas.
(Compilado por Editorial Futuro), Buenos Aires. 1955
LARRA, Raúl: Lisandro de la Torre, el
solitario de Pinas. Editorial Futuro, Buenos Aires.
1961
ROMERO, Luis Alberto: Breve historia
contemporánea de la Argentina. Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires. 1998. Cap.III
SILBERSTEIN, Enrique: De la Torre y los
frigoríficos. Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires. 1970
Otras fuentes:
"ASESINATO EN EL SENADO DE LA NACIÓN"
(film). Dirección: JUSID, Juan José. Argentina,
1984
Autor:
Balcone, Andrés
Alumno en la carrera de Abogacía de la Facultad
de Ciencias
Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional de La
Plata, Argentina
Fusi, Jonatan
Alumno en la carrera de Plástica de la Facultad
de Bellas Artes,
Universidad Nacional de La Plata, Argentina