Los Profetas Mayores
-Jeremías-
1. Contenidos Generales sobre la
Biblia
La palabra Biblia deriva del griego
βιβλίον, que
significa libro. La
Iglesia Griega
usaba el plural de la palabra
(βιβλία) para designar la
colecciσn completa de las escrituras sagradas. La Biblia
representa el libro de los
libros, el
Libro por excelencia.
Los Padres Griegos le aplicaban diversos nombres, como
las Sagradas Escrituras, las Santas Cartas, las
Escrituras, o simplemente la Escritura. A
parte de estos los judíos usaban el termino TORAH (que
luego se limito al Pentateuco).
Los Padre latinos profundizaron la expresión El
Antiguo y El Nuevo Testamento. Testamento (del hebreo berith)
significa un pacto o contrato hecho
entre Dios y el hombre. El
Antiguo Testamento es por tanto un pacto entre Dios y la nación
hebrea concluido por su representante Moisés en el monte
Sinaí. El Nuevo Testamento es un contrato o pacto
entre el Padre Celestial y la humanidad concluido por la
representación del hombre,
Jesucristo, quien lo sello en el Gólgota con su
sangre.
La Biblia puede definirse como una colección de
libros
sagrados que fueron compuestos bajo la influencia positiva del
Espíritu Santo, escritos en diversas épocas y en
distintos lugares por hombres a quienes Dios había
escogido para este fin.
La Biblia (según la disposición de la
Vulgata) contiene 72 libros. Los Judíos solo reconocen 38
libros. De acuerdo con el Decreto Sacrosancta del Concilio de
Trento, los escrituristas católicos reconocen entre 45 y
47 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento, por
lo que se habla de 74 libros.
En contenido de la Biblia es lo más sagrado, pues
su tema central es el misterio de la redención del
hombre.
2. Textos y Versiones de la
Biblia
a) Escritura: Esta se sabe que existió en
el cuarto milenio anterior a la era cristina en Egipto y en
Babilonia. Los diversos materiales que
se han usado a lo largo de la historia representan todos
un papel
importante, que van desde piedra, arcilla, madera, cera,
corteza, lienzo, metales, tiestos,
hasta aquellos que representaron un gran papel en los
manuscritos bíblicos –cuero, papiros y
pergaminos-.
El cuero y las pieles no se mencionan en el Antiguo
Testamento como materiales de
escritura,
pero se supone su uso. El uso del libro en forma de rollo, y la
mención del cuchillo del escriba implican el cuero o el
papiro.
Para proteger el rollo se los guardaba en cajas de
madera, y su
viva normal era de unos 200 años. Su forma fue la
ordinaria que se uso hasta la era cristina, pero en los primeros
años del siglo II aparece el Códice. En el siglo IV
el pergamino aventajo papiro en literatura
sagrada.
b) Lenguas Originales de la Biblia: Puede
decirse, en reglas generales, que el Antiguo fue escrito en una
de las ramas de la lengua
semítica, y el Nuevo en el ario o lengua
indoeuropea. En lo que se refiere al Antiguo, todos los libros
protocanónicos fueron escritos en hebreo, de los
deuterocanónicos solo Sabidurías y el 2 de Macabeos
fueron en griego, y unas pocas partes en arameo.
c) Las versiones antiguas: Las primeras
traducciones de los libros del a Biblia del original a otra
lengua son muy importantes. Ayudan a interpretar el significado
del original. El valor de las
traducciones del original supera en valor a las
traducciones de una traducción.
La versión de los Setenta supera a todas las
versiones de su antigüedad y autoridad
critica.
d) Los Manuscritos: Los manuscritos del Antiguo
Testamento se clasifican en papiros, unciales y
minúsculas. El sistema de
agrupación es aceptable y hoy se encuentran alrededor de
1560.
e) El Origen de los Setenta: Mucho antes del
siglo III a. C. había emigraciones individuales de
judíos a tierras extranjeras, especialmente a Egipto. En el
siglo V a. C. los judíos ya se habían establecido
como colonia militar en la isla Elephantina cerca de la moderna
Assuán. Donde tenían hasta su propio santuario.
Desde Alejandro en adelante, Egipto estuvo bajo la influencia de
la cultura
griega.
En lo que se refiere a la religión, el Antiguo
Testamento desempeño un papel importante en la vida
del pueblo judío. El deseo de utilizar su religión para
propósitos de propaganda y
la necesidad del nuevo idioma, fueron las que contribuyeron al
origen de un texto griego
del Antiguo Testamento.
La Carta de Aristeas
es el testimonio más antiguo a favor del origen de la
versión de los Setenta. Aristea fue quien obtuvo en
Jerusalén una copia de la Ley Judía
para el jefe de la biblioteca de
Alejandría. Pero además de esto el sumo sacerdote
le entrego 72 sabios griegos para que la tradujera al griego.
Cada uno la tradujo solo encerrado durante 72 días, y al
cumplirse se descubrió que eran todas exactamente
iguales.
El nombre de "los setenta" se debe al número de
los sabios quienes se ocuparon de la traducción del
Pentateuco.
f) Traducciones griegas posteriores del Antiguo
Testamento: La versión de los Setenta fue indiscutida
hasta el siglo II d. C. Los judíos se apartaron de los
Setenta después que la Iglesia
Cristiana señalo los pasajes mesiánicos, que
aparecían en forma más clara y con más
fuerza en la
versión griega que en texto en
hebreo. Hacia fines del siglo I el texto y el Canon del Antiguo
Testamento fueron definitivamente fijados por los judíos
en Palestina, y la traducción de los Setenta
pareció no cumplir las exigencias de su criterio. Luego de
esto se produjeron tres versiones alternativas y algunas
parciales.
1- La versión griega de Aquila: Aquila por el
año 128 completo una traducción griega de los
libros protocanónicos. Esta perdió autoridad en
el año 553 cuando Justiniano ordeno que los judíos
estudiaran el texto hebreo original.
2- La versión griega de Teodoción:
Teodoción era un prosélito de Efeso. Hizo una
revisión libre de la versión de los Setenta.
Incluyo a Daniel y los fragmentos en los manuscritos
hexaplaricos.
3- La versión griega de Símaco: Era una
versión del Antiguo Testamento enteramente nueva, hecha
por Símaco. Tres versiones parciales (e.d., de los
profetas menores y de los libros proféticos).
g) La Hexapla de Orígenes: Fue quien
propuso determinar el texto verdadero para el uso de los Padres
apostólicos, apologistas y escritos eclesiásticos.
Lo llevo a cabo revisando la versión de los
Setenta.
En su obra la Hexapla que escribió en Palestina
hacia el año 240, colocaba en 6 columnas paralelas: 1°
el texto hebreo; 2° el mismo en caracteres griegos; 3° la
versión de Aquila; 4° la de Símaco; 5° la
de los Setenta; 6° la de Teodoción.
2.2. Las versiones Latinas
a) La versión Latina anterior a San
Jerónimo: No se ha encontrado un Antiguo Testamento en
latín que se leyera en forma similar a la de los Setenta.
Aunque se usaban nombres latinos eso no significaba que se
hablara la lengua. Aun en la era cristiana el latín no fue
la lengua general de los judíos de Roma hasta el
siglo IV después de Cristo. El idioma griego se
convirtió en el medio de comunicación a través de todo el
Imperio.
Los primeros originales de una Biblia latina se
encuentran en las regiones cristianas que estaban libres de la
influencia helenizante. Eusebio ha conservado una carta que las
comunidades de Lión y Viena. Esta carta esta repleta de
citas bíblicas y expresiones que no están de
acuerdo con el Nuevo Testamento griego.
* El numero de traducciones y el valor de la Latina
Griega: De las traducciones antiguas en uso antes de San
Jerónimo había dos tipos principales. Un tipo
conocido como la familia
africana. Otra familia, la
europea, se conocía en dos formas llamadas la ítala
y la gálica.
Los cuatro evangelios muestran, -aun después de
la revisión de San Jerónimo-, tres traducciones
distintas; manuscritos de Lugdunenisis; Wirceburgensis;
Monacensis y San
Agustín.
Aunque la Antigua Latina dio paso a la Vulgata de San
Jerónimo, que fue aceptada oficialmente por el Concilio de
Trento en 1546, todavía posee gran valor.
b) La Vulgata Latina:
1- San Jerónimo y la Biblia Latina:
Jerónimo nació en Estridón, Dalmacia, y para
su educación
fue enviado a Roma. Al dejar
Roma
partió a la Corte del emperador Valentiniano I en
Tréveris; aquí se inserto en los estudios
teológicos. Recorrió Jerusalén y
Constantinopla.
Su actividad de traductor y revisor fue
triple.
1) El papa Dámaso le pidió que revisara la
traducción latina de los cuatro evangelios. También
reviso los salmos de los Setenta.
2) Mientras estaba en Belén se intereso en la
Hexapla de Orígenes. La reviso comenzando por los Salmos y
la traducción de los Setenta. Todos los libros
protocanónicos fueron revisados de acuerdo con la
Hexapla.
3) Realizo también en Belén el proyecto de
traducción latina del Antiguo Testamento directamente del
hebreo. Los libros que llego a traducir son: Samuel, Reyes,
Tobías, Salmos, 16 de los profetas, Job, Esdras,
Nehemías, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los
Cantares, Pentateuco, Josué, Jueces, Rut, Ester,
Judit.
Las cualidades de la versión de San
Jerónimo; fueron la claridad de la exposición; la fidelidad de la
traducción; y la elegancia de dicción.
2.3. Las versiones Arameas
Desde el siglo XIV en adelante el pueblo arameo se
esparcio por todo el cercano oriente. El pueblo judio con su
exilio en Babilonia adquirio este dialecto. Después que la
lengua judía se arameizó debía darse bebida
consideración a este idioma en la liturgia, y este hecho
dio origen a los Targums. Se escribieron así diversos
Targums individuales.
1- Los Targums individuales: El Pentateuco; Los
Profetas; Los Hagiógrafos.
2- La Peshitto Siria: Representa la traducción
de la Biblia al idioma sirio, hecha directamente de los textos
originales o de los Setenta.
Las versiones sirias que podemos destacar son: La
versión filoxeniana; la siriohexaplárica; la
harkeliana; la sirica palestina.
2.4. Demás versiones de la Biblia
Las versiones Coptas; la Etíope; la Armenia; la
Gótica; la Georgiana; las Árabes; la eslava; las
Inglesas.
3. Panorama Histórico
ETAPA | EVENTOS | LIBROS BÍBLICOS |
PROTO HISTORIA | Preámbulo histórico | GÉNESIS 1-11 |
PERIODO PATRIARCAL | 1850: Abraham baja a Canaán. | GÉNESIS 12-50 |
PERIODO DE ÉXODO | 1250: Moisés saca al pueblo de Egipto, | ÉXODO, LEVÍTICO, NÚMEROS, |
PERIODO DE LA CONQUISTA | Guerras cananeas. 1050 a.C. | JOSUÉ, JUECES |
PERIODO DE LA MONARQUÍA UNIDA | 1040-1010 a.C.: Saúl Rey | SAMUEL 1 y 2 |
PERIODO DE LOS DOS REINOS | Reino del Norte: 930-721 a.C. Reino del Sur: 930-587 a.C. | SAMUEL 1 y 2 |
PERIODO DEL EXILIO | En Babilonia, 587-538 a.C. | EZEQUIEL |
PERIODO DE LA RESTAURACIÓN | Siglo VI: Expansión persa. Edicto de | CRÓNICAS 1 y 2 |
PERIODO HELENÍSTICO Y ROMANO | Lucha por la sucesión de Alejandro. Crece | TOBÍAS, ESTER |
1. Libros
A- El Pentateuco: El Pentateuco, o, según lo
llaman los judíos, el Libro de la Ley (Torah),
encabeza los 74 libros de la Biblia, y constituye la
magnífica puerta de la Revelación divina. Los
nombres de los cinco libros del Pentateuco son: el
Génesis, el Éxodo, el
Levítico, los Números, el
Deuteronomio. Su fin general es: exponer cómo Dios
escogió para sí al pueblo de Israel y lo
formó para la venida de Jesucristo; de modo que en
realidad es Jesucristo quien aparece a través de los
misteriosos destinos del pueblo escogido.
El autor del Pentateuco es Moisés, profeta y
organizador del pueblo de Israel, que vivió en el siglo XV
o XIII antes de Jesucristo. No solamente la tradición
judía sino también la cristiana han sostenido
siempre el origen mosaico del Pentateuco. El mismo Jesús
habla del "Libro de Moisés" (Mc., 12, 26), de la "Ley de
Moisés" (Lc., 24, 44), atribuye a Moisés los
preceptos del Pentateuco (cf. Mt., 8, 4; Mc., 1, 44; 7, 10; 10,
5; Lc. 5, 14; 20, 28; Juan 7, 19), y dice en Juan 5, 45: "Vuestro
acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra
esperanza. Si creyeseis a Moisés, me creeríais
también a Mí, pues de mí escribió
él".
Fundada en estos argumentos, la Pontificia Comisión
Bíblica el 27 de junio de 1906 ha determinado, con toda su
autoridad, la integridad y genuidad de los Libros de
Moisés, admitiendo, sin embargo, la posibilidad de que
Moisés se haya servido de fuentes
existentes, y la otra, de que el Pentateuco en el decurso de los
siglos haya experimentado ciertas variaciones como, por ejemplo:
adiciones accidentales después de la muerte de
Moisés, ora hechas por un autor inspirado, ora
introducidas en el texto a modo de glosas y comentarios,
sustitución de palabras y formas arcaicas; variantes
debidas a los copistas, etc.
La misma Pontificia Comisión Bíblica ha
inculcado, el 30 de junio de 1909, el carácter
histórico de los primeros tres capítulos del
Génesis, estableciendo que los sistemas
inventados para excluir de éstos el sentido literal, no
descansan en fundamentos sólidos.
Todos los ataques de la crítica moderna contra la
autenticidad y el carácter
histórico de los libros de Moisés han fracasado,
especialmente los intentos de atribuir el Pentateuco a tres o
cuatro autores distintos (Elohista, Jahvista, Código
sacerdotal, Deuteronomio) y la teorías
de la escuela
evolucionista de Wellhausen, que en el Pentateuco no ve
más que un reflejo de ideas y mitologías
babilónicas, egipcias, etc. Una comparación exacta
de los relatos bíblicos con los extrabíblicos
demuestra, muy al contrario, la superioridad absoluta de
aquéllos sobre éstos que, en general, no son sino
pobres y desfigurados restos de la Revelación
primitiva.
Las fechas que los críticos asignan a los diversos
autores por ellos inventados se basan únicamente en
suposiciones. Según ellos, en la historia del texto del
Pentateuco hubo "no sólo infinidad de elaboraciones,
refundiciones y redacciones, sino también invenciones a
sabiendas, retoques, correcciones y adiciones tendenciosas,
interpolaciones, falsificaciones literarias y piadosos embustes
del género
más sospechoso. Los críticos moderados hacen
esfuerzos convulsivos para salir del dilema: unos dicen que no
hay derecho a aplicar a los tiempos antiguos los conceptos
actuales de la propiedad y
actividad literaria; otros opinan que el fin santifica los
medios, y
declaran que la alternativa de obra de Moisés u obra de un
"falsario", carece de sentido, o hablan con énfasis de la
profundidad de la sabiduría divina, cuyos caminos no nos
es dado conocer sino admirar; mas con estas escapatorias no
logran poner en claro cómo una mala compilación,
así elaborada por los hombres, pudo llegar a los honores
de Libro sagrado" (Schuster-Holzammer).
Han, pues, de rechazarse todas las teorías
que niegan el origen mosaico y carácter histórico
del Pentateuco, no sólo porque están en pugna con
las reglas de una sana crítica, sino también porque
niegan la inspiración divina de la Escritura.
B- Los Libros Históricos:
B.1. Los Libros Proféticos: se dividen en mayores y
menores, pero sus textos comprenden lo mismo.
Profeta es una voz griega, y designa al que habla por otro, o
sea en lugar de otro; equivale por ende, en cierto sentido, a la
voz "intérprete" o "vocero". Pero poco importa el
significado de la voz griega; debemos recurrir a las fuentes, a la
lengua hebrea misma. En el hebreo se designa al profeta con dos
nombres muy significativos: El primero es "nabí" que
significa "extático", "inspirado", a saber por Dios. El
otro nombre es "roéh" o "choséh" que quiere decir
"el vidente", el que ve lo que Dios le muestra en forma
de visiones, ensueños, etc., ambos nombres expresan la
idea de que el profeta es instrumento de Dios, hombre de Dios que
no ha de anunciar su propia palabra sino la que el
Espíritu de Dios le sopla e inspira.
En general los profetas preferían el lenguaje
poética. Los vaticinios propiamente dichos son, por regla
general, poesía
elevadísima, y se puede suponer que, por lo menos algunos
profetas los promulgaban cantando para revestirlos de mayor
solemnidad. Se nota en ellos la forma característica de la poesía
hebrea, la coordinación sintáctica
("parallelismus membrorum"), el ritmo, la división en
estrofas. Sólo en Jeremías, Ezequiel y Daniel se
encuentran considerables trozos de prosa, debido a los temas
históricos que tratan. El estilo poético no
sólo ha proporcionado a los videntes del Antiguo
Testamento la facultad de expresarse en imágenes
rebosantes de esplendor y originalidad, sino que también
les ha merecido el lugar privilegiado que disfrutan en la
literatura
mundial.
Con todo, las profecías están envueltas en el
misterio, salvo las que ya se han cumplido; y aun en éstas
hay que advertir que a veces abarcan dos o más sentidos.
Así, por ejemplo, el vaticinio de Jesucristo en Mt. 24,
tiene dos modos de cumplirse, siendo el primero (la
destrucción de Jerusalén) la figura del segundo (el
fin del siglo). Muchas profecías resultan puros enigmas,
si el expositor no se atiene a esta regla hermenéutica que
le permite ver en el cumplimiento de una profecía la
figura de un suceso futuro.
Sería erróneo, considerar a los profetas
sólo como portadores de predicciones referentes a lo por
venir; fueron en primer lugar misioneros de su propio pueblo. Si
Israel guardó su religión y fe y se mantuvo firme
en medio de un mundo idólatra, no fue el mérito de
la sinagoga oficial, sino de los profetas, que a pesar de las
persecuciones que padecieron no desistieron de ser predicadores
del Altísimo.
Los escritos proféticos utilizan básicamente dos
grandes géneros
literarios: los oráculos y las narraciones:
*Los oráculos son declaraciones solemnes proclamadas en
nombre de Dios. Pueden ser de condena o de salvación.
Intentan recoger las palabras que predicaron los profetas.
Normalmente aparecen en verso.
* Las narraciones son relatos sobre la vida, las acciones y las
experiencias de los profetas. Están en prosa y ayudan a
comprender mejor el sentido de la predicación
profética.
C- Los Libros Poéticos o sapienciales:
Son denominados libros sapienciales, porque las
enseñanzas e instrucciones que Dios nos ofrece en ellos,
forman lo que en el Antiguo Testamento se llama Sabiduría,
que es el fundamento de la piedad. Temer ofender a Dios nuestro
Padre, y guardar sus mandamientos con amor filial,
esto es el fruto de la verdadera sabiduría. Es decir, que
si la moral es
la ciencia de
lo que debemos hacer, la sabiduría es el arte de hacerlo
con agrado y con fruto. Porque ella fructifica como el rosal
junto a las aguas (Ecli. 39, 17).
Bien se ve cuán lejos estamos de la falsa
concepción moderna que confunde sabiduría con el
saber muchas cosas, siendo más bien ella un sabor de lo
divino, que se concede gratuitamente a todo el que lo quiere
(Sab. 6, 12 ss.), como un don del Espíritu Santo, y que en
vano pretendería el hombre
adquirir por sí mismo. Cf. Job 28, 12 ss. La Liturgia cita
todos estos libros, con excepción del de Job y el de los
Salmos, bajo el nombre genérico de Libro de la
Sabiduría, nombre con que el Targum judío designaba
el Libro de los Proverbios (Séfer Hokmah).
Los libros sapienciales, en cuanto a su forma, pertenece al
género
poético. La poesía hebrea no tiene rima, ni ritmo
cuantitativo, ni metro en el sentido de las lenguas
clásicas y modernas. Lo único que la distingue de
la prosa, es el acento (no siempre claro), y el ritmo de los
pensamientos, llamado comúnmente paralelismo de los
miembros. Este último consiste en que el mismo pensamiento se
expresa dos veces, sea con vocablos sinónimos (paralelismo
sinónimo), sea en forma de tesis y
antítesis
(paralelismo antitético), o aún ampliando por una u
otra adición (paralelismo sintético). Pueden
distinguirse, a veces, estrofas.
Al género poético pertenece también la
mayor parte de los libros proféticos y algunos
capítulos de los libros históricos, p. ej. la
bendición de Jacob (Gén. 49), el cántico de
Débora (Jueces 5), el cántico de Ana (I Rey. 2),
etc.
Pentateuco | Profetas | Profetas |
1. | 1. Isaías 2.Jeremías 3.Baruc 4. Ezequiel 5. Daniel | 1. Oseas 2. Joel 3. Amós 4. Abdías 5. Jonás 6. Miqueas 7. Nahúm 8. Habacuc 9. Sofonías 10.Ageo 11. Zacarías 12. Malaquías |
Históricos | Poéticos y | |
1. Josué 11. I y | 1. Job 2. Salmos 4. Eclesiastés |
A- Los Santos Evangelios:
La palabra Evangelio significa Buena Noticia y designa
el anuncio gozoso por excelencia: el de la salvación por
la fe en Jesucristo. Antes de ser una proclamación, el
Evangelio es un acontecimiento, "la visitación de Dios al
mundo, que por medio de Jesús, nos libro del poder de las
tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su hijo muy querido,
en quien tenemos la redención y el perdón de los
pecados. El tema central de la Buena Noticia de Jesucristo es el
Reino de Dios.
Este Evangelio que predicaron los Apóstoles es un
fundamento de la fe que conduce a la salvación, y su
primera proclamación recibe el nombre de "Kerigma".Los
Apóstoles eran depositarios como testigos del
Señor. Los Evangelios fueron fijados por escrito a partir
de unos 40 años después de la Ascensión del
Señor.
Los tres primeros Evangelios -Mateo, marcos, y Lucas-,
tienen su origen en la predicación de los Apóstoles
y dependen de un conjunto de tradiciones orales y escritas. Se
los llama Evangelios Sinópticos porque basta ponerlos en
columnas paralelas para advertir que su contenido es bastante
semejante.
Los Evangelios proclaman un mensaje de salvación
y son un testimonio que nace de la fe del Señor
Jesucristo. La historia de Jesús no es historia, sino una
realidad siempre presente y actuante en la Iglesia. El mensaje de
Jesús resuena hoy en nuestros
días.
B- Hechos de los Apóstoles:
El libro de los Hechos no pretende narrar lo que hizo
cada uno de los apóstoles, sino que toma, como lo hicieron
los evangelistas, los hechos principales que el Espíritu
Santo ha sugerido al autor para alimento de nuestra
fe.
Dios nos muestra
aquí, con un interés
histórico y dramático incomparable lo que fue la
vida y el apostolado de la Iglesia en los primeros decenios
(años 30-63 del nacimiento de Cristo), y el papel que en
ellos desempeñaron los Príncipes de los
Apóstoles, San Pedro (cap. 1-12) y San Pablo (cap. 13-28).
La parte más extensa se dedica, pues, a los viajes,
trabajos y triunfos de este Apóstol de los gentiles, hasta
su primer cautiverio en Roma. Con esto se detiene el autor casi
inopinadamente, dando la impresión de que pensaba escribir
más adelante otro tratado.
No hay duda de que ese autor es la misma persona que
escribió el tercer Evangelio. Terminado éste, San
Lucas retoma el hilo de la narración y compone el libro de
los Hechos. Los santos Padres, principalmente S. Policarpo, S.
Clemente Romano, S. Ignacio Mártir,
S. Ireneo, S. Justino etc., como también la
crítica moderna, atestiguan y reconocen que se trata
unánimemente de una obra de Lucas, nativo sirio
antioqueno, médico y colaborador de San Pablo, con quien
se presenta él mismo en muchos pasajes de su relato.
Escribió, en griego, el idioma corriente entonces, de cuyo
original procede la presente versión, pero su lenguaje
contiene también aramaísmos que denuncian la
nacionalidad del autor.
La composición data de Roma hacia el año
63, poco antes del fin de la primera prisión romana de S.
Pablo, es decir cinco años antes de su muerte y
también antes de la terrible destrucción de
Jerusalén (70 d.C.), o sea cuando la vida y el culto de
Israel continuaban normalmente.
El objeto de S. Lucas en este escrito es, como en su
Evangelio (Luc. 1,4), confirmarnos en la fe y enseñar la
universalidad de la salud traída por
Cristo, la cual se manifiesta primero entre los judíos de
Jerusalén, después de Palestina y por fin entre los
gentiles.
C- Cartas de San
Pablo:
Saulo, que después de convertido se llamó
Pablo —esto es, "pequeño"—, nació en
Tarso de Cilicia, tal vez en el mismo año que
Jesús, aunque no lo conoció mientras vivía
el Señor. Sus padres, judíos de la tribu de
Benjamín (Rom. 11, 1; Filip. 3, 5), le educaron en la
afición a la Ley, entregándolo a uno de los
más célebres doctores, Gamaliel, en cuya escuela el
fervoroso discípulo se compenetró de las doctrinas
de los escribas y fariseos, cuyos ideales defendió con
sincera pasión mientras ignoraba el misterio de Cristo. No
contento con su formación en las disciplinas de la Ley,
aprendió también el oficio de tejedor, para ganarse
la vida con sus propias manos. El Libro de los "Hechos" relata
cómo, durante sus viajes
apostólicos, trabajaba en eso "de día y de noche",
según él mismo lo proclama varias veces como
ejemplo y constancia de que no era una carga para las iglesias
(véase Hech. 18, 3 y nota).
Los escritos paulinos son exclusivamente cartas, pero de
tanto valor doctrinal y tanta profundidad sobrenatural como un
Evangelio. Las enseñanzas de las Epístolas a los
Romanos, a los Corintios, a los Efesios, y otras, constituyen,
como dice San Juan Crisóstomo, una mina inagotable de oro,
a la cual hemos de acudir en todas las circunstancias de la vida,
debiendo frecuentarlas mucho hasta familiarizarnos con su
lenguaje,
porque su lectura
—como dice San Jerónimo— nos recuerda
más bien el trueno que el sonido de
palabras.
San Pablo nos da a través de sus cartas un
inmenso conocimiento
de Cristo. No un conocimiento
sistemático, sino un conocimiento espiritual que es lo que
importa. Él es ante todo el Doctor de la Gracia, el que
trata los temas siempre actuales del pecado y la
justificación, del Cuerpo Místico, de la Ley y de
la libertad, de
la fe y de las obras, de la carne y del espíritu, de la
predestinación y de la reprobación, del Reino de
Cristo y su segunda Venida. Los escritores racionalistas o
judíos como Klausner, que de buena fe encuentran
diferencia entre el Mensaje del Maestro y la
interpretación del apóstol, no han visto bien la
inmensa trascendencia del rechazo que la sinagoga hizo de Cristo,
enviado ante todo "a las ovejas perdidas de Israel" (Mt. 15, 24),
en el tiempo del
Evangelio, y del nuevo rechazo que el pueblo judío de la
dispersión hizo de la predicación apostólica
que les renovaba en Cristo resucitado las promesas de los
antiguos Profetas; rechazo que trajo la ruptura con Israel y
acarreó el paso de la salud a la gentilidad,
seguido muy pronto por la tremenda destrucción del Templo,
tal como lo había anunciado el Señor (Mt.
24).
El canon contiene 14 Epístolas que llevan el
nombre del gran apóstol de los gentiles, incluso la
destinada a los Hebreos. Algunas otras parecen haberse perdido (1
Cor. 5, 9; Col. 4, 16).
La sucesión de las Epístolas paulinas en
el canon, no obedece al orden cronológico, sino más
bien a la importancia y al prestigio de sus destinatarios. La de
los Hebreos, como dice Chaine, si fue agregada al final de Pablo
y no entre las "católicas", fue a causa de su origen, pero
ello no implica necesariamente que sea posterior a las
otras.
En cuanto a las fechas y lugar de la composición
de cada una, remitimos al lector a las indicaciones que damos en
las notas iniciales
D- Carta a los Hebreos:
¿Por qué una carta a los Hebreos? Si bien
el final de la carta muestra
que fue para una colectividad determinada, su doctrina era para
los judío-cristianos en general. También Santiago y
S. Pedro se dirigen epistolarmente, y en varios discursos de
los Hechos, a todos los Hebreos de la dispersión, muchos
de los cuales se hallaban en peligro de perder la fe y volver al
judaísmo, no sólo por las persecuciones a que
estaban expuestos, sino más bien por la lentitud de su
progreso espiritual y la atracción que ejercía
sobre ellos la magnificencia del Templo y el culto de sus
tradiciones. El amor que el
Apóstol tiene a sus compatriotas le hace insistir
aquí en predicarles una vez más como lo
hacía en sus discursos de
los Hechos, no obstante su reiterada declaración de
pasarse a los gentiles. Su fin es inculcarles la preexcelencia de
la Nueva Alianza sobre la Antigua y exhortarlos a la
perseverancia -pues no los mira aún como maduros en la fe,
con la cual tendían a mezclar lo puramente
judaico.
E- Cartas Católicas:
La carta de Santiago es la primera entre las siete
Epístolas no paulinas que, por no señalar varias de
ellas un destinatario especial, han sido llamadas
genéricamente católicas o universales, aunque en
rigor la mayoría de ellas se dirige a la cristiandad de
origen judío, y las dos últimas de S. Juan tienen
un encabezamiento aún más limitado. S.
Jerónimo las caracteriza diciendo que "son tan ricas en
misterios como sucintas, tan breves en palabras como largas en
sentencias". Estas cartas fueron escritas cuando ya el Cristianismo
había entrado en una nueva etapa.
F- Apocalipsis:
Su autor es Juan, siervo de Dios y desterrado por causa
del Evangelio a la isla de Patmos. No existe hoy duda alguna de
que este Juan es el mismo que nos dejó también el
Cuarto Evangelio y las tres Cartas que en el Canon llevan su
nombre. "La antigua tradición cristiana (Papías,
Justino, Ireneo, Teófilo, Cipriano, Tertuliano,
Hipólito, Clemente Alejandrino, Orígenes, etc.)
reconoce por autor del Apocalipsis al Apóstol San
Juan".
S. Juan escribió el Apocalipsis en Patmos, una de
las islas del mar Egeo que forman parte del Dodecaneso, durante
el destierro que sufrió bajo el emperador Domiciano,
probablemente hacia el año 96. Las destinatarias fueron
"las siete Iglesias de Asia" (Menor),
cuya existencia, dice Gelin, podría explicarse por la
irradiación de los judíos cristianos de
Pentecostés, así como Pablo halló en
Éfeso algunos discípulos del Bautista.
El objeto de este Libro, el único
profético del Nuevo Testamento, es consolar a los
cristianos en las continuas persecuciones que los amenazaban,
despertar en ellos "la bienaventurada esperanza" y a la vez
preservarlos de las doctrinas falsas de varios herejes que se
habían introducido en el rebaño de Cristo. En
segundo lugar el Apocalipsis tiende a presentar un cuadro de las
espantosas catástrofes y luchas que han de conmover al
mundo antes del triunfo de Cristo en su Parusía y la
derrota definitiva de sus enemigos, que el Padre le pondrá
por escabel de sus pies. Ello no impide que, como en los
vaticinios del Antiguo Testamento y aún en los de
Jesús, el profeta pueda haber pensado también en
acontecimientos contemporáneos suyos y los tome como
figuras de lo que ha de venir, si bien nos parece inaceptable la
tendencia a ver en estos anuncios, cuya inspiración
sobrenatural y alcance profético reconoce la Iglesia, una
simple expresión de los anhelos de una lejana época
histórica o un eco del odio contra el imperio romano
que pudiera haber expresado la literatura apocalíptica
judía posterior a la caída de
Jerusalén.
Tres son los sistemas
principales para interpretar el Apocalipsis. El primero lo toma
como historia contemporánea del autor, expuesto con
colores
apocalípticos. Esta interpretación quitaría
a los anuncios de S. Juan toda su trascendencia profética
y en consecuencia su valor espiritual para el creyente. La
segunda teoría,
llamada de recapitulación, busca en el libro de S. Juan
las diversas fases de la historia eclesiástica, pasadas y
futuras, o por lo menos de la historia primera de la Iglesia
hasta los siglos IV y V, sin excluir el final de los tiempos. La
tercera interpretación ve en el Apocalipsis exclusivamente
un libro profético escatológico, como lo hicieron
sus primeros comentadores e intérpretes, es decir S.
Ireneo, S. Hipólito, S. Victorino, S. Gregorio Magno y,
entre los posteriores modernos, Ribera, Cornelio a Lápide,
Fillion, etc. Este concepto, que no
excluye, como antes dijimos, la posibilidad de las alusiones y
referencias a los acontecimientos históricos de los
primeros tiempos de la Iglesia, se ha impuesto hoy
sobre los demás, como que, al decir de Sickenberger, la
profecía que Jesús revela a S. Juan "es una
explanación de los conceptos principales del discurso
escatológico de Jesús, llamado el pequeño
Apocalipsis".
Los Santos Evangelios | Hechos de los Apóstoles | Cartas de San | |
1. San | 1. Hechos de los Apóstoles | 3. II a los Corintios | 8. I a |
Carta a los Hebreos | Apocalipsis | Cartas | |
1. Carta a los Hebreos | 2. Apocalipsis | 1. Epístola |
1. Introducción:
El orden que presenta esta sección es
cronológico. El lugar que ocupa el libro de Baruc es
debido a que era secretario de Jeremías. El libro
en prosa de Jonás difiere de los demás. El libro de
Daniel, no figura en la Biblia Hebrea. La división entre
mayores y menores solo se debe solo a la amplitud de sus
composiciones.
Los Profetas del AT eran los intermediarios entre Dios y el
pueblo, eran pues la boca de Dios. Esta función
aparece clara en Moisés y Arón. Arón
tenía como función el
transmitir al faraón el mensaje de Moisés, y
así la función del profeta era transmitir el
mensaje recibido directamente de Dios. La palabra Profeta tiene
un origen hebreo "vidente".
Desde los tiempos de Moisés hasta la cesación de
la profecía, la historia del profetismo se divide en dos
periodos, el periodo anterior a Jeroboam II (800 a. C.) y el que
comienza con este. La distinción se basa en el hecho de
que los profetas del segundo período dejaron abundante
literatura profética que aun se conserva.
En tiempo de Samuel
encontramos dos veces "una sociedad de
profetas", una en la ciudad de Gueba, y la otra en Nayot, en
Rama. En el primer caso se dice que profetizaban usando instrumentos
musicales, y en el segundo no se mencionan.
Los profetas principales de este primer periodo fueron Samuel,
Elías y Eliseo. Otros de menor importancia fueron
Natán, Gad, Ajías y Miqueas. Sus predicciones se
referían a los negocios de la
vida diaria y a los asuntos importantes de estado.
Natán, Samuel y Gad escribieron anales o historias
religiosas, que debían ser al estado
literario que hoy se conserva. Con el paso del tiempo fueron
surgiendo los profetas mesiánicos.
Además de los escritos proféticos hoy conocidos,
uno al menos de los profetas de este tiempo escribió
también anales históricas como lo habían
hecho alguno de sus predecesores.
En cuatro profetas -Isaías, Jeremías, Ezequiel y
Habacuc- se cita expresamente el mandato divino de poner por
escrito sus revelaciones. A Isaías se le manda a escribir
dos profecías particulares (Is. 8, 1; y 30,8), y solo en
el segundo caso se dice que es para que quede como memorial
permanente. A Jeremías se le manda; primero a poner por
escrito una profecía (Jr. 30, 2-4). Luego se le manda a
escribir todas las profecías desde su ministerio 36, 2. La
orden dada a Ezequiel de escribir las profecías rezaba
solo también para una parte de su libro. El hecho de que
los profetas, cuyos escritos se conservan en el canon,
escribieran bajo la inspiración divina, no implica que
recibieran una orden expresa de Dios para poner por escrito sus
profecías.
El orden cronológico de los profetas se indica en las
introducciones a sus libros. Los profetas no estaban sometidos a
una regla especial de vida, antes bien su único cometido
era cumplir la misión que
Dios les había confiado. Así sabemos que algunos
estaban casados. En cambio, a
Jeremías se le prohibió casarse, por los
sufrierian una muerte penosa.
El tipo de vida de los profetas, al menos en algunos casos,
parece que estaba influido por la profesion y estado social de
vida.
- Vocación y misión
de los profetas: El ministerio de los profetas no era
hereditario ni estaba vinculado a ninnguna condicion
particular de vida, pero tampoco estaba al alcance de
cualquier hombre de buena voluntad el constituirse en
profeta, pues la revelacion de Dios era un hecho puramente
sobrenatural. Solo en algunos casos conocemos detalles de
esa vocacion y mision divinas. Como la vocación
profética era algo que no dependía de la
voluntad del hombre, así también lo eran la
recepción de las revelaciones y mensajes divinos
después de ahber sido llamados al ministerio
profético; así un profeta no estaba
habitualmente en etado profetico. El profeta conservaba su
libre voluntad, pero no estaba a su alcance recibir un
mensaje profetico cuando queria; con frecuencia la palabra de
Dios venía sin ser buscada, a veces era en
contestación a una suplica. Otras veces Dios mismo
adoctrinaba al profeta para que orase, prometiendo una
revelación en respuesta a su petición. Otras
aún, el profeta esperaba la palabra de Dios "Yo estare
en guardía para ver lo que me ha de decir". La musica
tenía importnacia en culto divino como
acompañamiento del canto liturguico, y podía
aun exitar los sentimientos.
Las comunicaicones al profeta podian hacerse en estado de
sueño o de vigilia. Dios menciono a los sueños como
medios por los
que se había de revelar a los profetas. El éxtasis
es un estado intermedio entre la vigilia y el sueño. En
esta situacion el sujeto es totalmente inconsciente de los que
sucede en el mundo que lo rodea. El modo usual de la
comunicación era por vvisión. Este es uno de
los modos que Dios habia anunciado usaría con los profetas
después de Moises. La palabra visión era sinonimo
de revelación. Este uso de la palabra se explica
satisfactoriamente en el supuesto de que las visiones eran el
medio normal de la
comunicación divina.
Cualquiera que sea el modo con que la palabra de Dios se
manifieste al profeta, este sentía un impulso moral para
hablar: "El Señor ha hablado, ¿quíen no
profetizará? Para cumplir su deber de anunciar la palabra
de Dios los profetas lo hacían también por acciones
simbolicas externas, de modo analogo a aquel con que ellos mismos
a veces habián sido instruidos por Dios. El
carácter dramatico de tales acciones les servía
para destacar el sentido de la comunicaicon profetica y para
imprimirla en la memoria de
los oyentes. Así por ejemplo, Ajías, al predecir a
Jeroboam la división de su reino, que habia de cumplirse
después de la muerte de
Salomón, dividio su vestido nuevo en 12 piezas, diciendo
"Así dice el Señor, Dios de Israel, voy a rasgar el
reino de las manos de Salomon, y a darte a ti 10 tribus". Y a
Jeremías se le ordenó romper una orza de baroo
delante de los jefes de las naciones y decir "Así dice el
Señor de los ejercitos: así rompere yo este pueblo
y esta ciudad".
- Garantias de la Misión Divina: A la obligacion que
incumbia a los prodfetas de anunnciar la palabra de Dios y a
la autoridad divina que respaldaba estos mensajes
correspondía de parte de los oyentes la
obligación de prestarles atencion y obeder a sus
palabras. Si el carisma prifetico hubiera sido un mero
producto
de fervor y entusiasmo religioso, habrían surgido
también profetas en los tiempos de los macabeos.
Dios confería a veces a los profetas el poder de hacer
milagros como prueba de la misión a ellos encomendada.
Así Moises recibio el poder de obrar prodiijios por medio
de su baston y de otros modos. Una garantia de la realidad de la
misiopn del profeta era el elevado carácter moral de su
enseñanza en conformidad con el criterio de
nuestro Señor. Los verdaderos profetas, nunca halagaron
los vicios y debilidades del pueblo, ni predijeron bendiciones y
prosperidades que no estubieran vinculadas a la estricta reforlam
de los malos caminos, ni lo animaron en la falsa creencia de que
Dios lo protegería y favorecería simplemente porque
era descendiente de Abraham.
- Los Falsos Profetas:
Eran una plaga en Israle, y no era siempre facil para el
pueblo sencillo y mal formado distinguir a estos de los
verdaderos. Si profetizaban en nombre de dioses paganos, solo
eran engañados los que estaban contaminaos por la
idolatría. "Todo lo que un profeta predice en nombre del
Señor y no se realiza, es una cosa que el Señor no
ha hablado, sino que el profeta lo ha inventado en el orgullo de
su mente. El motivo que impelía a estos impostores era el
buscarse un modo de vivir, pues el pueblo reconocia las
necesidades materiales de los que le ayudaban en lo religioso y
hacia lo mejor que podía por ayudarles.
3. Las Colecciones Profeticas:
Hacia el 750 a. C. se abre una nueva etapa y comienza la edad
de oro en la hisotira del profetismo biblico. Hasta ese momento,
se habia conservado numerosas tradiciones sobre la vida y la
actividad de los Profetas. Estas tradiciones atestiguan la
extraordinaria vitalidad del movimiento
profetico en Israel, pero solo ocacionalmente y como de paso
hacen referencia al mensaje de estos enviados del Señor. A
partir del siglo VIII, en cambio, el
interes se centra en la palabra misma de los profetas.
La forma mas frecuente de trasmisión del mensaje
profetico es el oraculo o declaracion solemne hecha en nombre del
Señor. Pero también se encuentran la parabola, la
alegoria, la exhortacion, e incluso el monologo, como el caso de
las confesiones de Jeremias. Por lo general los profetas
recurren al lenguaje poetico.
Los oraculos profeticos comienzan generalmente con esta frace:
"Así habla el Señor". El profeta se presenta como
el mesajero y el protavoz del Señor. Ninguno de ellos se
preocupo por escribir un libro, fueron sus discipulos los que
recojjieron el mensaje profetico, lo fijaron por escrito y
formaron las colecciones incorporadas al Canon de los Libros
Sagrados.
Con frecuencia los profetoas predican tremendos castigos, pero
a la vez infunden con su palabra una inquebrantable esperanza. Al
interpretar los acontecimientos a la luz de Dios, que
se manifiesta por medio de los signos de los tiempos, ellos
abarcan el pasado, presente y futuro.
4. Libros
4.1. Isaias:
No todos los profetas nos han dejado sus visiones en forma de
escritos. De Elías y Eliseo, por ejemplo, sólo
sabemos lo que nos narran los libros históricos del
Antiguo Testamento, principalmente los libros de los Reyes.
Entre los poetas cuyos escritos poseemos es sin duda, el mayor
Isaías, hijo de Amós, de la tierra de
Judá, quien fue llamado al duro cargo de profeta en el
año 740 a. C., y cuya muerte ocurrió probablemente
bajo el rey Manasés (693-639). Según una antigua
tradición judía, murió aserrado por la mitad
a manos de los verdugos de este impío rey. En 442 d. C.
sus restos fueron transportados a Constantinopla.
Isaías es el primero de los profetas del A. T., desde
luego por lo acabado de su lenguaje, que representa el siglo de
oro de la literatura hebrea, mas sobre todo por la importancia de
los vaticinios que se refieren al pueblo de Israel, los pueblos
paganos y los tiempos mesiánicos y escatológicos.
Ningún otro profeta vio con tanta claridad al futuro
Redentor, y nadie, como él, recibió tantas
ilustraciones acerca de la salud mesiánica, de manera que
S. Jerónimo no vacila en llamarlo "el Evangelista entre
los profetas".
La Obra consta de tres partes, que corresponden a tres etapas
distintas de la historia de Israel. – La primera (cap. 1-39) es
una colección de profecías, exhortaciones y
amonestaciones, que tienen como punto de partida el peligro
asirio, y contiene vaticinios sobre Judá e Israel (2,
1-12, 6), oráculos contra las naciones paganas (13, 1-23,
18); profecías escatológicas (24, 1-27, 13);
amenazas contra la falsa seguridad (28,
1-33, 24), y la promesa de la salvación de Israel (34,
1-35, 10). Entre las profecías descuellan las consignadas
en los cap. 7-12. Fueron pronunciadas en tiempo de Acaz y tienen
por tema la Encarnación del Hijo de Dios, por lo cual son
también llamadas "El Libro de Emmanuel".
Entre la primera y segunda parte media un trozo de cuatro
capítulos (36-39) que forma algo así como un
bosquejo histórico.
El capítulo 40 da comienzo a la parte segunda del Libro
(cap. 40-55), con un trasfondo muy distinto. Proclama una especie
de liberacion al puebl exiliado y desterrado en Babilonia. Los
oraculos de este mensaje fueron incorporados al libro de
Isaias.
La tercer parte (cap. 56-66) reune una colección de
oraculos pronunciados por varios profetas de la escuela de
Isaias, cuando el Resto de Israel ya habia regreado del exilio y
trataba de instalarse en la tierra de sus
antepasados.
Fuera de eso, su objeto principal es anunciar el misterio de
la Redención y de la salud mesiánica, a la cual
precede la Pasión del "Siervo de Dios", que se describe
proféticamente con la más sorprendente
claridad.
No es de extrañar que la crítica racionalista
haya atacado la autenticidad de la segunda parte,
atribuyéndola a otro autor posterior al cautiverio
babilónico. Contra tal teoría
que se apoya casi exclusivamente en criterios internos y
lingüísticos, se levanta no sólo la
tradición judía, cuyo primer testigo es
Jesús, hijo de Sirac (Ecl. 48, 25 ss.), sino
también toda la tradición cristiana. Para la
interpretación de Isaías hay que tener presente lo
dicho en la Introducción general.
4.2. Jeremías:
En cuanto a los datos
biográficos, Jeremías es el menos ignorado entre
todos los profetas de Israel. Hijo del sacerdote Helcías,
nació en Anatot, a 4 km. al norte de Jerusalén, y
fue destinado por Dios desde el seno materno para el cargo de
Profeta (1, 5). Empezó a ejercer su altísima
misión en el décimotercio año del rey
Josías (638-608), es decir, en 625. Durante más de
40 años, bajo los reyes Josías, Joacaz, Joakim,
Joaquín (Jeconías) y Sedecías siguió
amonestando y consolando a su pueblo, hasta que la ciudad
impenitente cayó en poder de los babilonios (587 a.
C.).
Jeremías no compartió con su pueblo la suerte de
ser deportado a Babilonia, sino que tuvo la satisfacción
de ser un verdadero padre del pequeño y desamparado resto
de los judíos que había quedado en la tierra de
sus padres. Mas cuando sus compatriotas asesinaron a
Godolías, gobernador del país desolado, obligaron
al Profeta a refugiarse con ellos en Egipto, donde, según
tradición antiquísima, lo mataron porque no cesaba
de predicarles la Ley de Dios.
4.3. Baruc:
En el canon se agrega a las Lamentaciones el pequeño y
bellísimo libro de Baruc, en hebreo "Bendito", cuyo texto
original se ha perdido, pero que nos ha llegado en la
versión griega de los Setenta, cuyos autores,
judíos, lo admitían por lo tanto, como
auténtico y canónico.
Tras una breve introducción histórica (1, 1-14)
trae esta profecía la confesión de los pecados del
pueblo desterrado que implora la misericordia de Dios (1, 15-3,
18), y termina con amonestaciones y palabras de consuelo (3, 9-5,
9). Añádase como capítulo sexto una carta
del profeta Jeremías (6, 1-72) en que éste condena
con notable elocuencia la idolatría y el materialismo en
el culto.
No hay duda de que el autor es aquel Baruc que conocemos como
el hombre de confianza de Jeremías quien le dictó
sus profecías y luego, hallándose preso, le
encargó las leyera delante del pueblo, como lo hizo
también más tarde ante los príncipes (Jer.
cap. 36).
Después de la caída de Jerusalén Baruc
acompañó a Jeremías a Egipto (Jer. 43);
más tarde, en 582, lo encontramos en Babilonia entre los
israelitas cautivos, a los cuales en presencia del rey
Jeconías leyó su libro (Bar. 1, 3). Regresó
a Jerusalén con una suma de dinero y vasos
destinados para el culto del Templo.
La autoridad canónica del libro que algunos intentaron
negar, está asegurada por la Tradición y por la
solemne decisión del Concilio Tridentino.
El texto hebreo se ha perdido.
4.4 Ezequiel:
Ezequiel, hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue
llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías de
Judá (597 a. C.) e internado en Tel-Abib a orillas del
río Cobar. Cinco años después, a los treinta
de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta,
que ejerció entre los desterrados durante 22 años,
es decir, hasta el año 570 a. C.
A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no
dejaban de abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio
terminaría pronto y que Dios no permitiría la
destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa
(véase Jer. 7, 4 y nota). Había, además,
falsos profetas que engañaban al pueblo
prometiéndole en un futuro cercano el retorno al
país de sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de
los infelices cuando llegó la noticia de la caída
de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se entregaron a
la desesperación.
La misión del Profeta Ezequiel consistió
principalmente en combatir la idolatría, la corrupción
por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del
pronto regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el
Profeta, con los más vivos y bellos colores, las
esperanzas de la salud mesiánica.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto
solidamente estructurado. Despues de la intriduccion dedicada a
relatar la vocacion del profeta, siguen cuatro partes bien
definidas. Los grandes temas de Ezequiel han encontrada gran eco
en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio de San
Juan.
"Es notable la última sección del profeta
(40-48) en que nos describe en forma verdaderamente
geométrica la restauración de Israel después
del cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de
Palestina repartida por igual entre las doce tribus"
(Nácar-Colunga).
Las profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de
alegorías, imágenes y
acciones simbólicas de tal manera, que S. Jerónimo
las llama "mar de la palabra divina" y "laberinto de los secretos
de Dios".
4.5. Daniel:
Daniel, a quien la misma Biblia cita como prototipo de
santidad (Ez. 14,14 y 20) y de sabiduría (Ez. 28, 3),
vivió, como Ezequiel, en Babilonia durante el cautiverio,
más no fue sacerdote que adoctrinase al pueblo como
aquél, y como Jeremías en Jerusalén, sino un
alto personaje en la corte de un rey pagano, como fueron
José en Egipto y Ester y Mardoqueo en Persia. De
ahí sin duda que la Biblia hebrea lo colocase más
bien entre los hagiógrafos (aunque
no siempre) y el Talmud viese en él una figura del
Mesías por su fidelidad en las persecuciones. Su libro,
último de los cuatro Profetas Mayores en el orden
cronológico y también por su menor
extensión, reviste, sin embargo, importancia
extraordinaria debido al carácter mesiánico y
escatológico de sus revelaciones, "como que en él
se contienen admirables y especialísimos vaticinios del
estado político del mundo, y también del de la
Iglesia, desde su tiempo hasta la Encarnación del Verbo
eterno, y después, hasta la consumación del siglo,
según el pensamiento de
San Jerónimo" (Scío). Precisamente por ello, el
Libro de Daniel es uno de los más misteriosos del Antiguo
Testamento, el primer Apocalipsis, cuyas visiones
quedarían en gran parte incomprensibles, si no
tuviéramos en el Nuevo Testamento un libro paralelo, el
Apocalipsis de San Juan. Es, por lo tanto, muy provechoso leer
los dos juntos, para no perder una gota de su admirable doctrina.
Algunas de las revelaciones sólo se entenderán en
los últimos tiempos, dice el mismo Daniel en 10,14; y esos
tiempos bien pueden ser los que vivimos nosotros.
El libro de Daniel se divide en dos partes principales. La
primera (caps. 1-6) se refiere a acontecimientos relacionados
principalmente con el Profeta y sus compañeros, menos el
capítulo segundo que, como observa Nácar-Colunga,
es una visión profética dentro de la parte
histórica. La segunda (caps. 7-12) contiene exclusivamente
visiones proféticas. "Anuncia, en cuatro visiones
notables, los destinos sucesivos de los grandes imperios paganos,
contemplados, sea en ellos mismos, sea en sus relaciones con el
Pueblo de Dios: 1º, las cuatro bestias, que simboliza la
sucesión de las monarquías paganas y el
advenimiento del reino de Dios (cap. 7); 2º, el carnero y el
macho cabrío (cap.8); 3º, las setenta semanas de
años (cap.9); 4º, las calamidades que el pueblo de
Jehová deberá sufrir de parte de los paganos hasta
su restablecimiento (caps. 10-12). El orden seguido en cada una
de estas dos partes es el cronológico" (Fillion). Un
apéndice de los dos capítulos (13 y 14) cierra el
Libro, que está escrito, como lo fue el de Esdras, en dos
idiomas entremezclados: parte en hebreo (1, 1-2. 4ª; caps.
8-12) y parte en arameo (2, 4b-7, 28) y cuya traducción
por los Setenta ofrece tan notables divergencias con el texto
masorético que ha sido adoptada en su lugar para la Biblia
griega de Teodoción; de la que San Jerónimo
tomó los fragmentos deuterocanónicos (3, 24-90 y
los caps. 13-14) para su versión latina. El empleo de dos
lenguas se explica por la diferencia de los temas y los
destinatarios. Los capítulos escritos en arameo, que en
aquel tiempo era el idioma de los principales reinos orientales,
se dirigen a éstos (véase 2, 4 y nota), mientras
que los escritos en hebreo, que era el idioma sagrado de los
judíos, contienen lo tocante al pueblo escogido, y en sus
últimas consecuencias, a nosotros. Muchos se preguntan si
los sucesos históricos que sirven de marco para las
visiones y profecías, han de tomarse en sentido literal e
histórico, o si se trata de tradiciones legendarias y
creaciones de la fantasía del hagiógrafo, "que bajo
forma y apariencia de relato histórico o de visión
profética, nos hubiera transmitido, inspirado por Dios,
sus concepciones sobre la intervención de Dios en el
gobierno de los
imperios y el advenimiento de su Reino" (Prado). San
Jerónimo aboga por el sentido literal e histórico,
con algunas reservas respecto a los dos últimos
capítulos, y su ejemplo han seguido, con algunas
excepciones, todos los exégetas católicos, de modo
que las dificultades que se oponen al carácter
histórico de los relatos daniélicos, han de
solucionarse en el campo de la historia y de la
arqueología bíblicas, así como muchas de sus
profecías iluminan los datos de la
historia profana y se aclaran recíprocamente a la luz de otros
vaticinios de ambos Testamentos.
Contra la autenticidad del libro de Daniel se han levantado
voces que pretenden atribuirlo en su totalidad o al menos en
algunos capítulos, a un autor más reciente.
Felizmente existen no pocos argumentos a favor de la
autenticidad, especialmente el testimonio de Ezequiel, (14, 14
ss.; 28,3), del primer Libro de los Macabeos (1, 57) y del mismo
Jesús quien habla del "profeta Daniel" (Mat.24,15),
citando un pasaje de su libro (Dan.9,27). Poseemos,
además, una referencia en el historiador judío
Flavio Josefo, quien nos dice que el Sumo Sacerdote Jaddua
mostró las profecías de Daniel a Alejandro
Magno, lo que significa que este Libro debe ser anterior a la
época del gran conquistador del siglo IV, es decir, que no
puede atribuirse al período de los Macabeos, como sostiene
aquellos críticos. Lo mismo se deduce de la
incorporación del Libro de Daniel en la versión
griega de los Setenta, la cual se hizo en el siglo III o II a.C.
No obstante los problemas
históricos planteados en este libro divino, sus
profecías fueron de profunda y amplia influencia,
particularmente durante las persecuciones en el tiempo de los
Macabeos. "En los relatos y en las revelaciones de Daniel,, el
pueblo de Jehová poseía un documento
auténtico que le prometía claramente la
liberación final gracias al Mesías" (Fillion). En
ellas encontraron los judíos perseguido por el tirano
Antíoco Epífanes el mejor consuelo y la seguridad de que,
como dice el mismo Fillion, "los reinos paganos, por más
poderosos que fuesen, no conseguirán destruirlo" y que,
pasado el tiempo de los gentiles, vendrá el reino de Dios
que el Profeta anuncia en términos tan magníficos
(cf. 2,44; 7,13 ss.; 9,24 ss.). Para nosotros, los cristianos, no
es menor la importancia del Libro de Daniel, siendo, como es, un
libro de consoladora esperanza y una llave de inapreciable valor
para el Apocalipsis de San Juan. Un estudio detenido y reverente
de las profecías de Daniel nos proporciona no solamente
claros conceptos acerca de los acontecimientos de fin, sino
también la fortaleza para mantenernos fieles hasta el
día en que se cumpla nuestra "bienaventurada esperanza"
(Tit. 2,13).
1. Historia:
La mision de jeremias fracaso en vida suya, pero su figura
no dejo de agrandarse después de su muerte. Por su
doctrina de una Alianza Nueva, fundada en la religion del
corazón, fue el Padre del Judaismo en su
linea mas pura, y su influjo se nota en Ezequiel, en la segunda
parte de Isaias y en varios salmos.
Con él, la conciencia
profética alcanzó un nivel más alto, y se
expresó como un constante estar "en la presencia de
Dios".En un temperamento profundamente emotivo como el suyo, y en
las condiciones trágicas de su pueblo, la comunión
con Dios es una lucha. Jeremías es tierno y sensible por
naturaleza,
pero su vocación profética obliga a una constante
denuncia de la desobediencia, idolatría y rebeldía
de su pueblo. Declara la destrucción de Judá frente
a la fallida reforma deuteronómica bajo Josías. Su
libro está lleno de alusiones su propia vida en
bellísimos pasajes (8:18,21; 9:1; 15:10; 20:14-18) que nos
cuentan también su lucha y agonía en la vida de
ministerio profético.
Jeremías es un ejemplo de vida religiosa,
creyéndose que se conservó virgen (16, 1 s.).
Austero y casi ermitaño, se consumió en dolores y
angustias (15, 17 s.) por amor a su
pueblo obstinado. Para colmo se levantaron contra él
falsos profetas y consiguieron que, por mandato del rey, fuesen
quemadas sus profecías. El mismo fue encarcelado y sus
días habrían sido contados, si los babilonios, al
tomar la ciudad, no le hubiesen libertado.
Cuanto menos comprendido fue Jeremías por sus
contemporáneos, tanto más lo fue por las
generaciones que le siguieron. Sus vaticinios alentaban a los
cautivos de Babilonia, y a él se dirigían las
miradas de los israelitas que esperaban la salud
mesiánica. Tan grande era su autoridad que muchos
creían que volvería de nuevo, como se ve en el
episodio de Mt. 16, 14. Los santos Padres lo consideran como
figura de Cristo, a quien representa por lo extraordinario de su
elección, por la pureza virginal, por el amor
inextinguible a su pueblo y por la paciencia invencible frente a
las persecuciones de aquellos a los cuales amaba.
2. Esquema Cronologico:
Para entender bien las profecias de Jeremías, es
necesario reagruparlas en su mayor parte en orden cronnologico.
El esquema sigue los reinados de los reyes.
I | Josías: 641/640 a. C.: 1-20, salvo 12, (Joacaz: 609: nada) |
II | Joaquim: 609: cc 26, 22-23; 25; 36; 45; 35; 12, ( Joaquim: 598: nada) |
III | Sedecías: 598.
|
IV | Despues de la caida de Jerusalén en 587: cc |
V | Profesias contra las naciones: cc 46-51 |
VI | Apendice histórico: c 52. |
3. El Profeta:
No se sabe nada cierto sobre el significado del nombre
de Jeremías.
– Su historia: Profecia implica la idea de una
revelacion y una mision. La mision de Jeremías se
dirigía, en especial, al rey y al pueblo; su revelacion
versaba acerca de la futura destruccion de Jerusalén.
Exhortaba no solo al arrepentimiento, sino tambien a someterse al
poder de Babilonia, con la promesa de ser tratados con
misericordia, y de una definitva restauración. La tragedia
de su vida esta en no haber sido creido, en los males que habian
de suceder y que habia predicho, y en ser tratado como un falso y
desleal profeta del mal.
Despues de la toma de Jerusalen, Nabucodonosor dio
ordenes de que lo trataran bien (39, 11-12). Despues de la muerte
de Godolias, Jeremías intento persuadir a los judiios de
que permanecieran en Palestina, pero huyeron a Egipto, temiendo
las represalias, llevandose a Jeremías y a Baruc con
ellos. En el resto del libro habla de reprensiones y profecias
contra los judios en Egipto y los gentiles.
– Oficio profetico -sus sufrimientos-: Para apreciar la
finalidad sdivina del mensaje debemos teneer en cuenta su
carácter peculiar. Su vida fue de intenso sufrimiento, ya
que tenia una gran sensibilidad para ello. Su vida estubo siempre
en peligro, aun por sus conciudadanos.
– Su fidelidad: En todas las circunstacias permanece
fiel a Dios; en todo momento proclama "tu palabra era para mi una
alegria y gozo dce mi corazon". Gozaba dde una intimidad con
Dios, que se manifiesta de un modo extraño, debido a una
turbacion de su mente.
– Su mision divina: Por un raro provilegio, parece que
el fue santificado en el seno materno como el Bautista. Esto
podria significar que quedó libre del pecado original y
que recibio la gracia santificante antes de nacer. Ni su mision
ni su revelación se hallan limitadas, pues incluia a Juda,
Jerusalén, los reyes, Israle, los gentiles, especiales
grupos de
judios e individuos.
– Su inspiración: El libro es algo más que
un relato de historia o una profecia. Es un libro de la Sagrada
Escritura, escrito bajo el impulso divino dado al entendimiento y
a la voluntad del autor sagrado. El libro no representa una
revelacion parcial o total; hay incorporado mucho de revelacion y
mucho narrativo. Hay muchas predicciones.
Muchas de sus profecias no han sido relatadas, cosa que
también ocurre con otras del AT. Abundan las
exhortaciones.
– Su secretario: Se cita como tal a Baruc, lo cual puede
demostar el porque de la mension wen tercera persona, pero
esta mension es usada mucho por los demás
profetas.
– Simbolismo profetico: En el ministerio de
Jeremías, como en general en las profecias del AT,
desempeña un papel importante el simbolismo. Encontramos
dos al principio con la accion amenazadora de Dios y el incidente
con Jananías. El mismo profeta puede ser tomado como un
simbolo.
4. Disposicion del texto:
El tiempo en que se desarrollo su
ministerio fue turbulento. Esta impresión de desorden se
refleja en el texto, como también en la disposicion
cronológica. Algunas partes han sido coleccionadas despues
de su muerte, y su labor parace haberle tocado a
Baruc.
5. La versión de los Setenta:
6. Contenido del Texto:
– Título: Capítulo 1, 1-3
– Comienzo de la predicación de Jeremías:
Capítulo 1, 4 – 6.
En los primeros años de su actividad prifetica,
denuncia la corrupción
moral y religiosa de Judá. Apostofra a sus oyentes (2.
23-25) y los llama a la conversión, que el quisiera hacer
brotar de los mando de sus corazones. En su lenguaje se refleja
la influencia de Oseas. Jeremías evoca la historia del
Exodo para mostrar que Israel habia perdido el contato con sus
origenes. Lo que le preocupaba era hacer que Judá se
covierta al Señor antes de que sea muy tarde. Pero el
puebl oy sus dirigentes estan mas endurecidos que la
roca.
– Oraculos pronunciados sobre todo en tiempos de
Joaquim: Cap. 7 – 20.
Con la muerte del rey Josías (609 a. C.),
comienza una etapa dificil. Joaquim, el nuevo soberano, era un
monarca fastuoso y despótico. Comineza la decandecia moral
y espiritual. Entonces Jeremías se lanza a recuperar la
seguridad que el pueblo va perdiendo. Todos los privilegios de
Israel, la Alianza, la Ciudad Santa, la realeza, el sacerdocio,
el culto y la circucision, son signos ilusorios si falta la
justicia y
el
conocimiento del Señor. En 7, 12-15 habla de la
destrucción del templo si el pueblo no cambia de conducta. Esto le
acarrea el estar al borde de la muerte.
– Invectivas contra los reyes y los falsos profetas:
Cap. 21 – 25, 13ª: La colección de
oraculos contra los reyes de Judá hace ver con que
libertad
denunciaba a esos "ungidos del Señor" cuando extraviaban a
su pueblo y dejaban de conocer a su Dios como lo habia conocido
Josias (22. 15-16). Al rey Joaquim le reprocha su despotismo y su
injusticia, y le predice un fin vergonzoso (22. 13-19). A su hijo
llamado Conías o jeconías, le anuncia que morira en
tierra extranjera (22. 24-30). A Sedecías, el ultimo de
los reyes de judá, le responde que Jerusalén
caerá en poder del rey de Babilonia y será
consumida por las llamas (21. 1-10). A Jeremías le toco
enfrentarce con falsos profetas que se presentaban como heraldos
del Señor y defendian sus prediccines tanto como
él.
– Introduccion a los oraculos contra las naciones: Cap.
25, 13b – 38: Este sector del libro es un prologo a los
oraculos contra las naciones, contenidos en los caps. 46-51. En
la version de los Setenta, estos oraculos se encuentran despues
de 25, 13a.
– Relatos Bibliograficos y anuncios de Salvacion: Cap.
26 – 35: esta seccion se divide en tres partes;
comienza con una serie de relatos biograficos (cap. 26-29),
prosigue con varios oraculos de salvacion (cap. 30-33) y concluye
con los fragmentos adicionales (cap. 34-35). Los oraculos de la
sengunda seccion desarrollan el tema central de toda la seccion,
que es la restauracion de Israel.
a) Relatos biograficos -presecucion contra
Jeremías-: Se presenta enfrentado con los dirigentes de
Judá y los falsos profetas. Han sido incorporadas al
contexto, para mostrar que en él se realiza el verdadero
profeta, que es el complimiento de sus predicciones. Con estos
relatos "La religion de Israel habia traspasado las fronteras de
la Tierra Santa".
b) Promesas de restauracion: La mision profetica de
Jeremías no consistió unicamente en "arrancar y
derribar", sino tambíen en "edificar y
plantar".
Damián Distel