- Leyenda del
ceibo - Leyenda gaucha. El
chingolo - La Cruz de los
Milagros" - Caronte y la Laguna
Estigia - El Hombre y la
Luna - La gallina y los huevos de
oro - Don Juan Manuel. El conde
Lucanor.cuento XXXVIII. - El nagual
- Los duendes
- El jinete sin
cabeza
Muertos que regresan del más allá,
fantasmas, apariciones diabólicas, castigos inexplicables
y hechos sobrenaturales, muertos que resucitan, almas en pena y
muchos hechos espantosos ocurrieron durante la época de la
Colonia.
Pasó el tiempo, y las
gentes que por curiosidad leían o escuchaban los relatos
espantables de los días en que nuestra Capital era la
Capital de la
Nueva España,
dijeron que todo habían sido supercherías,
invenciones de gentes oficiosas, de mentes predispuestas y lo que
fueron ocurrencias, sucesos verdaderos avalados por las
autoridades de su tiempo, se
convirtieron en sabrosos cuentos y
leyendas.
Hoy, ante la ocurrencia de nuevos y portentosos
hechos similares a los ocurridos hace siglos, la ciencia
moderna los ha aceptado y catalogado dentro de algo que llaman
parasicología, telequinesia, paranormal e inexplicable,
aceptando y ratificando estos sucesos que parecen no ser
más que la repetición de aquello que se negaron a
aceptar hace algunos años.
Estos pues, son los relatos basados en investigaciones,
en consultas de antiguos y carcomidos documentos que
duermen el sueño del olvido en apolillados anaqueles de
los archivos de
Indias de Sevilla y en los archivos
oficiales del país. Quizás se les ha agregado un
poco de fantasía, algo de sabor para evitar lo
frío, lo macabro y amargo de un relato, pero sin
desvirtuar ni menguar el meollo del asunto.
Cuenta la leyenda que en las riberas del
Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos,
llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas
deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus
canciones inspiradas en sus dioses y el amor a
la tierra de
la que eran dueños… Pero llegaron los invasores, esos
valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca,
que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los
ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros
indígenas. Pasó muchos días llorando y
muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el
sueño venció a su centinela, la indiecita
logró escapar, pero al hacerlo, el centinela
despertó, y ella, para lograr su objetivo,
hundió un puñal en el pecho de su guardián,
y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero, despertó a
los otros españoles, que salieron en una
persecución que se convirtió en cacería de
la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada
por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del
guardián, le impusieron como castigo la muerte en la
hoguera.
La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que
parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella
indígena, que sin murmurar palabra, sufría en
silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el
fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en
árbol, identificándose con la planta en un
asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron
ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes
hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba
en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y
fortaleza ante el sufrimiento.
Tomada de la narración oral.
Dicen que el chingolo, el pájaro que
anda a saltitos, y silba al cantar, tiene su historia.
¿Sabéis cuál es? Hela aquí: Un
viejo tropero decíale siempre a su hijo:
-Hijo mío, has nacido gaucho como tu padre y tu
abuelo. Debes ser también, como ellos, un buen tropero…
Sí, tropero… que es oficio de gaucho guapo y de ley. De
día, silbando, silbando, se lleva la tropa de aquí
para allá; de noche, cantando y mirando hacia el cielo, se
cuida el ganado bajo las estrellas.
Pero al hijo no le gustaba el trabajo, y
menos aún el oficio que su padre le daba.
Y el padre, empeñado en que su hijo fuera tropero
como él, trataba de hacerlo entrar en razón con
consejos unas veces, con castigos otras. Pero todo resultaba
inútil: el hijo no cedía. No le gustaba la
ocupación, y si alguna vez acompañaba a su padre,
lo hacía con gran desgano y con mayor disgusto.
Sucedió que una tarde, padre e hijo iban arreando
una tropa y tuvieron que vadear un río de torrentosa
corriente.
Llegados a un paso muy hondo, los animales
comenzaron a dispersarse. El viejo tropero ordenó a su
hijo que impidiese el desbande.
Tan mal cumplió el hijo la orden del padre, que
éste decidió hacerlo por sí mismo.
Internó su caballo en la hondura del río, y como
allí había un remolino, la fuerza del
agua lo
arrastró bien pronto. No pudiendo nadar porque la resaca y
la espuma lo envolvían, murió ahogado el viejo
tropero.
Lloró el hijo la muerte de
su padre. Consideróse culpable de ella y comenzó a
sentir un arrepentimiento profundo y un pesar muy grande.
Queriendo tranquilizar su conciencia y
pagar el mal que había hecho, decidió hacerse
tropero. Así creía poder
consolarse de la pena que lo embargaba.
El muchacho se hizo tropero. Comenzó a
encariñarse con el oficio; trabajaba en él con
alegre afán.
Silbaba de día mientras arreaba la tropa; o
haciendo la ronda, cantaba de noche "mirando hacia el cielo".
El silbido del tropero era más bien el suspiro de
una alma que espera consuelo para su pesar.
Pero el consuelo no llegó nunca; y la calma del
joven tropero se convirtió en tormento.
-¡Pobre padre! -pensaba- ¡No se
cumplirán nunca sus deseos de hacer a su hijo un gaucho
tropero!…
Agobiado por el dolor y el arrepentimiento,
confióle al fin su tristeza a un amigo,
diciéndole:
-La pena me tortura y no puedo resistirla. Pronto he de
morir. Cuando mis huesos queden
libres, arrójalos uno a uno a los pasos o vados de los
ríos y arroyos por donde he pasado cuando
acompañaba a mi padre, con gran desprecio del trabajo y
mala voluntad para cumplirlo.
Prometióle el noble amigo satisfacer su pedido, y
después de un
tiempo, así lo hizo.
Dicen que el agua fue
gastando poco a poco los huesos del
tropero arrepentido, y que después de largos años,
fueron esos huesos tomando la forma de huevos.
Dicen también que de cada uno de esos huevos
nació un pajarito.
Ese pajarito es el chingolo. Anda a saltitos para
recordarnos que aquel hijo que no amaba el trabajo y
que desobedeció a su padre, no pudo llegar a ser
feliz.
Silba cuando canta, porque el tropero silba y canta de
día y de noche azuzando la tropa en la soledad de los
campos.
Hay en la Iglesia del
Milagro, en Corrientes, una rústica cruz que es venerada
con el nombre de "Cruz de los Milagros". Una curiosa leyenda
justifica ese nombre.
Cuenta la tradición que los
españoles, cuando fundaron San Juan de Vera de las Siete
Corrientes, llamado hoy Corrientes, después de elegir el
lugar y antes de levantar el fuerte, decidieron erigir una gran
cruz, símbolo de su fe cristiana.
La construyeron con una rama seca del bosque
vecino, la plantaron luego, y a su alrededor edificaron el
fuerte, con ramas y troncos de la selva.
Construido el fuerte y encerrados en él,
los españoles se defendían de los asaltos que,
desde el día siguiente, les llevaban sin cesar las tribus
de los guaraníes, a los cuales derrotaban diariamente, con
tanta astucia como denuedo. Los indios, de un natural
impresionable, atribuían sus desastres a la cruz, por lo
que decidieron quemarla, para destruir su maleficio. Se retiraron
a sus selvas, en espera de una ocasión favorable, la cual
se les presentó un día en que los españoles,
por exceso de confianza, dejaron el fuerte casi
abandonado.
La indiada, en gran número, rodeó
la población, en tanto que huían los
pocos españoles de la guardia, escondiéndose entre
los matorrales.
Con ramas de quebracho hicieron los indios una
gran hoguera, al pie de la cruz que se levantaba en medio del
fuerte. las llamas lamían la madera sin
quemarla; un indio tomó una rama encendida y la
acercó a los brazos del madero; entonces, en el cielo
límpido, fue vista de pronto una nube, de la cual
partió un rayo que dio muerte al
salvaje.
Cuando los otros guaraníes lo vieron
caer fulminado a los pies de la cruz, huyeron despavoridos a sus
selvas, convencidos de que el mismo cielo protegía a los
hombres blancos. Los españoles, que escondidos entre la
maleza presenciaban tan asombrosa escena, divulgaron luego este
suceso, que no cayó, por cierto en el olvido. En la
Iglesia del
Milagro, en Corrientes, se encuentra hoy la Cruz de los Milagros:
se la guarda en una caja de cristal de roca, donada por la
colectividad española
CARONTE Y LA LAGUNA
ESTIGIA
Caronte es, en la mitología clásica, una de las
divinidades del mundo subterráneo. Su misión era
conducir la barca fúnebre que trasladaba a los difuntos
desde el mundo de los vivos hasta el mundo de los muertos, a
través de la Laguna Estigia.
En la cultura
griega, cuando alguien moría, su alma era conducida
por el Dios Mercurio hasta la Laguna Estigia. Allí
debía aguardar la llegada de la barca de Caronte, que
surcaba las aguas infernales. Era necesario pagar el pasaje al
barquero, por ello existía la costumbre de colocar en la
boca de los muertos una moneda. Una vez introducido en la barca ,
era el propio difunto quien remaba, nunca Caronte. La barca le
trasladaba definitivamente al otro lado de la orilla, al mundo de
los muertos, cuya entrada estaba custodiada por Cancerbero, el
siniestro perro de tres cabezas, que se encargaba de que
ningún vivo entrase en el infierno, e igualmente de que
ningún muerto saliese de él.
Caronte suele ser representado como un feo anciano de barba gris,
vestido de harapos y a veces con un sombrero redondo.
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ATENEA-MINERVA
Diosa de la Sabiduría, patrocinadora
de las artes manuales y
protectora de los guerreros como Aquiles, Ulises, Jasón, y
Hércules. Atenea es también la diosa de la guerra pero no
encarna la violencia sino
la lucha racional y justa que tiene como objetivo
defender los ideales, divulgar la cultura y
garantizar la paz y el orden.
Hija de Zeus y de Metis (la Prudencia). Según la mitología, cuando su madre estaba
embarazada, un oráculo predijo que daría a luz a una
niña y que si volvía a concebir, tendría un
varón que destronaría a Zeus. Así es que el
Dios de los Dioses decidió tragarse a Metis para impedir
que volviera a quedar embarazada. A los pocos meses, Zeus
sintió un terrible dolor de cabeza, para
remediárselo Vulcano le abrió una brecha y de la
cabeza del dios surgió Atenea, de ahí que sea la
diosa de la sabiduría. Atenea nació ya adulta,
vestida con una larga túnica, casco, escudo y lanza.
– Atenea y Aracne
Uno de los principales mitos de esta
diosa se refiere a su enfrentamiento con Aracne que se
atrevió a desafiar a la diosa en una competición
para ver quién de las dos tejía mejor.
Durante el reto, cada una tejía una metamorfosis: Atenea
glorificaba a los dioses en sus bordados, mientras que Aracne los
ridiculizaba y se reía de ellos, en especial de Zeus.
Atenea se enfureció por la mala intención de Aracne
contra los dioses y la golpeó con su lanza. Aracne
asustada salió huyendo y se ahorcó pero, cuando
aún está colgada, la diosa la transformó en
araña y la condenó a pasar el resto de la eternidad
tejiendo.
Un hombre vio la
luz de una
estrella en el agua y
creyó que era una trucha. Durante dos horas estuvo
tratando de pescarla, pero cuando al fin vio que no era nada, la
dejó. Y otra noche vio de verdad en el agua un pez,
mas creyó que era el reflejo de la luna, como la otra vez
le había ocurrido y se fue sin tratar de pescarlo, y lo
perdió.
ALFONSO X. Calila y Digna.
La gallina y los
huevos de oro
Tenía cierto hombre una gallina que cada
día ponía un huevo de oro, y creyendo encontrar en
las entrañas de la gallina una gran masa de oro, la
mató; mas al abrirla vió que por dentro era igual a
las demás gallinas; de modo que impaciente por conseguir
de una vez gran cantidad de riqueza, se privó el mismo sin
fruto de las abundantes que la gallina le daba.
Es conveniente estar contentos con lo que se tiene, y
huir de la insaciable codicia.
DON JUAN MANUEL. EL CONDE
LUCANOR.Cuento
XXXVIII.
Lo que sucedió a un hombre que iba cargado de
piedras preciosas y se ahogó en un río
Un día dijo el conde a Patronio que tenía
muchas ganas de quedarse en un sitio en el que le habían
de dar mucho dinero, lo que
le suponía un beneficio grande, pero que tenía
mucho miedo de que si se quedaba , correría en peligro su
vida: por lo que le rogaba que le aconsejara que debía
hacer.
-Señor conde-respondió Patronio-, para que
hagáis lo que creo que os conviene más, me
gustaría que supierais lo que sucedió a un hombre
que llevaba encima grandes riquezas y cruzaba un
río.
El conde preguntó que le había
sucedido.
-Señor conde-dijo Patronio-, un hombre levaba a
cuestas una gran cantidad de piedras preciosas; tantas eran que
pesaban mucho. Sucedió que tenía que pasar un
río y como llevaba una carga tan grande se hundía
mucho más que si no la llevara; al llegar a la mitad del
río se empezó a hundir aún más. Un
hombre que estaba en la orilla le comenzó a dar voces y a
decirle que si no soltaba aquella carga se ahogaría. Aquel
majadero no se dió cuenta que, si se ahogaba,
perdería sus riquezas junto con la vida, y, si las
soltaba, perdería las riquezas pero no la vida. Por no
perder las piedras preciosas que traía consigo no quiso
soltarlas y murió en el río.
A vos, señor conde Lucanor, aunque no dudo que os
vendría muy bien recibir el dinero y
cualquier otra cosa que os quieran dar, os aconsejo que si hay
peligro en quedaros allí no lo hagais por afán de
riquezas. También os aconsejo que nunca aventureis vuetra
vida sino en defensa de vuetra honra o por alguna cosa a que
esteis obligado, pues el que poco se precia, y arriesga su vida
por codicia o fribolidad es aquel que no aspira a hacer grandes
cosas; Por el contrario, el que se precia mucho ha de obrar de
modo que le precien también los otros, ya que el hombre no
es preciado porque el se precie, sino por hacer obras que le
ganen la estimación de los demás. Convenceos de que
el hombre que
vale precia mucho su vida y no la arriesga por codicia o
pequeña ocasión; pero en lo que verdaderamente debe
aventurarse nadie la arriesgara de tan buena gana ni tan pronto
como el que mucho vale y se precia mucho.
Al conde gusto mucho la moraleja, obro según ella
y le fue muy bien. Viendo don Juan que este cuento era
bueno, lo hizo poner en este libro y
escribió unos versos que dicen así:
A quien por codicia la vida aventura, la más de
las veces el bien poco dura.
Se cuenta que hace años existía un
hombre que se aparecía por las noches con vertido en forma
de animal, y tenia la costumbre de aparecerse por las noches, en
las vías del tren, una vez paso un hombre que se le
había echo tarde y tubo que pasas por las vías del
tren el con miedo tuvo que pasar a toda velocidad mas
sin embargo se le apareció ese ser en forma de burro, con
la cara muy deforme , que hasta se quedo paralizado del terror,
que no podía ni moverse, por esa razón los
habitantes no pasaban por ahí en las noches, en otras
ocasiones se aparecía en forma de
guajolote.
Toda la población estaba aterrada y comentaban que
ese ser era obra del demonio o que estaba embrujado y que tenia
que hacer algo para que se alejara y fueron haber un sacerdote y
les dijo que ese ser era un anual, que tenia contacto con el mal
y que estaba castigado y por eso por las noche se
convertía en diferentes animales.
Hace años existía una casa que fue
abandonada por sus dueños, se cuenta que fue abandonada
por que en esa casa pasaban cosas raras como los habitantes se
enteraron no se atrevían a sercarse a esa casa, por que se
veían seres pequeños que les gustaba hacer bromas a
todas la personas que se acercaran a esa casa, cuando alguien
pasaba sercas de esa casa se Ion rechinar puertas y ventanas sin
ningún motivos aparente, ya que no tenían luz se
prendía y se apagaron las luces de esa
casa.
Por lo que decían los vecinos que esa casa
estaba embrujada, otros decían que alo mejor ahí
mataron a unos niños y
los enterraron ahí que era por eso que esos niños
buscaban venganza para poder tener
paz.
Mas sin embargo eso seres causa escalofríos y
ausan miedo y terror a todas las personas que por desgracias los
ven…
Se dice que en un pueblo muy aislado de toda
civilización se contaba la historia de un jinete que
acostumbraba a ser su recorrido por las noches en un caballo muy
hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba que hombre
tan raro por que hace eso, ya que no era muy usual que alguien
saliera y menos por las noches, hacer esos
recorridos.
Una de esa noches muy oscura y con fuerte
relámpagos desapareció del lugar, sin dar
señas de su desaparición, pasaron los años y
la gente ya se habían olvidado de esa persona, y fue en
una noche igual a la que desaprecio, se escucharon nuevamente la
cabalgata de ese caballo, por la curiosidad muchas persona se
asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando
un relámpago cayo e ilumino al jinete y lo que vieron fue
que ese jinete no tenia cabeza la gente horrorizas se metieron a
sus casas y no se explicaba lo que habían
visto..
HECTOR URIEL VAZQUEZ MARTINEZ
TEC, EN TELECOM