¿En qué consiste esa gracia, piedad o sabiduría de la infancia?
Debe aclararse que las ideas, razonamientos y
conclusiones expresadas en el presente ensayo son
resultado de la confrontación de los argumentos de
diversos autores (como Teresa de la Parra, Saint-John Perse,
por ejemplo) y el punto de vista personal sobre
el tema, contra dos personas ajenas a la discusión
establecida durante las horas de clase. Esto resulta altamente
provechoso, pues permite tener una visión diferente y
limpia (no guiada por el manejo del tema que hemos realizado)
sobre la Infancia.
El Autor.
Existen infinidad de enfoques que podrían
utilizarse para tratar de explicar en qué consiste la
gracia, piedad o sabiduría de la infancia. En principio es
recomendable delimitar en cierta manera el contexto de la
discusión para tener un marco de referencia; para ello
deben aclararse las acepciones de los atributos indicados. La
gracia está expresada como don y dádiva; un
beneficio o favor que se hace gratuitamente. La piedad es una
virtud que inspira actos de abnegación y compasión.
Por último, la sabiduría es el conjunto de
conocimientos amplios y profundos.
En el poema Para Celebrar una Infancia, de Saint-John
Perse, se declara "¡crecen mis miembros, y pesan, nutridos
de edad!" enfatizando el hecho de que él ya no es el mismo
y tanpoco percibe su entorno del mismo modo que antes, cuando era
niño. Según la vivencia que se refleja en el poema,
se va pasando por etapas, desde el momento en que un simple
baño era una experiencia deliciosa y magnífica que
merecía los honores de una gran descripción:
Entonces te bañaban en el
agua-de-hojas-verdes; y el agua era
aún sol verde; y las sirvientas de tu madre, altas
muchachas lustrosas, movían sus cálidas piernas
cerca de ti que temblabas…
hasta reconocer su propio crecimiento y expresar lo que
sucede a su alrededor con mayor objetividad. De allí su
continua reflexión "si no la infancia ¿qué
había allí entonces que ya no está?", pues
durante todo el proceso el
escenario no cambia físicamente, sólo cambia la
descripción que se hace de
él.
Para algunos la infancia puede definirse en
términos pragmáticos como una etapa temprana de la
vida, en el que el ser humano absorbe elementos del entorno con
los que define inconscientemente su personalidad y
su vida, terminando este proceso en la
adolescencia.
Ciertamente este enfoque restringe la visión que se ha
querido plasmar en las primeras líneas que citan a
Saint-John Perse, es por ello se recurre a otra visión
para obtener un panorama más flexible en la
definición; podría decirse que ser niño es
no perder nunca la capacidad de asombro, por eso pueden verse
como sabios y graciosos; ellos se dan cuenta de lo elemental
porque no están llenos de prejuicios ni de paradigmas.
Esta simple apreciación de una persona no guiada
por los diversos autores que trabajan el tema (por ejemplo, los
citados en este ensayo),
está curiosamente ligada a la idea de Teresa de la Parra
sobre mantener "un alma jovial ante lo inesperado" e
"impermeabilidad a la experiencia".
Visto de este modo, es más fácil tratar de
comprender por qué Teresa de la Parra considera como un
paraíso su infancia. Ella al llegar a entender y aceptar
su vida puede continuar abierta a las nuevas experiencias, y
retratar esa etapa con el mismo matiz y candor que proporciona la
fantasía infantil. Así, desde las primeras
líneas de Memorias de
Mamá Blanca se encuentran infinidad de historias triviales
de la vida de una niña común de principios del
siglo pasado que convirtió la hacienda familiar en su
reino particular:
Básteme decir, por ahora, que en aquellos
lejanos tiempos mis cinco hermanitas y yo […]
reinábamos sin orgullo sobre toda la creación.
Esta se hallaba entonces encerrada dentro de los límites
de nuestra hacienda Piedra Azul, y no tenía
evidentemente más objeto que […] descubrir
diariamente a nuestros ojos nuevas y nuevas
sorpresas.
Este paraíso definido por Mamá Blanca no
genera ninguna contradicción con el hecho de reconocer que
su "memoria retrataba
la vida, que es desaliñada, graciosa y torcida";
simplemente porque ésta es la mayor demostración de
aceptación que puede hacer sobre toda las vicisitudes que
ha vivido y aun así seguir recordando su infancia con la
misma intensidad y maravilla.
Los adultos inconscientemente se colocan
parámetros y reglas (muchas veces) absurdas asociadas a la
experiencia obtenida; pero al racionalizar las restricciones a
las que se someten voluntariamente les causa hasta gracia la
forma en que se complican la existencia sin una razón
valedera. Es por ello que la vida pareciera torcerse y
desañilarse a medida que se crea un cerco sólido e
inflexible basado en el
aprendizaje.
Además, el paraíso de la infancia no
debería considerarse como un espacio con límites
físicos asociado a un lugar; más bien,
debería ser interpretado como el período de
tiempo
dónde percibes una seguridad que
sólo se siente cuando se es niño, donde no hay
cabida para los temores. El paraíso de la infancia es ese
lugar dónde se puede ser autentico, por eso existe la
posibilidad de no perderlo pues puede cuidarse y disminuir los
obstáculos que se colocan ante él.
Retomando la reflexión central del poema de
Saint-John Perse y enlazándolo a este extracto del poema
de Yolanda Pantin que declara que "la infancia es una gracia que
me fue desprendida", puede entenderse el claro sentimiento de
pérdida que muchas veces los adultos perciben sobre la
infancia. Se siente que directamente ligado al crecimiento de
cada persona la
consecuencia inmediata es la perdida de cosas o partes de la
vida, de ese período de gracia donde las cosas simplemente
ocurren y están allí formando parte del todo que lo
rodea, sin necesidad de explicar el sentido funcional de su
existencia:
Como en el niño para quien el mundo tiene un
esplendor intenso que después desaparecerá, y los
colores arden y
los sonidos traspasan y las texturas hablan, pues no hay
barreras que produzcan opacidad y es como si unos cuerpos
penetraran en otros y ya no hubiera cuerpos sino un puro
sentir.
En general, podría decirse que la mayor gracia
está en la inocencia y pureza que se tiene cuando se es
niño; entonces se es más libre y se tiene el
conocimiento de muchas cosas que los adultos, por ya haber
sido esquematizados con ciertos paradigmas, no
son capaces de ver. Puede decirse que es posible seguir siendo
niño, a pesar de este conocimiento
adquirido, mientras se mantenga una actitud de
impermeabilidad ante la experiencia, pues ésta tiene su
valor pero no
es el único punto de referencia para apreciar algo. Todo
esto se refleja el sentir del siguiente fragmento de Adianez
Páez:
No hay dicha mayor que preservar en la adultez la
inocencia de cuando fuimos niños. Solo así se logra vivir
plenamente. Aunque sea por este día, dejémonos
guiar por ellos en sus deseos, y revivamos nuestros días
de infancia.
No solo los complaceríamos a ellos, sino que
pasaremos uno de los momentos más alegres del
año. Los niños
son fuente de sabiduría innata, de la cual nos nutrimos
hoy para regresar al tiempo de
aquellos días en que nos bañábamos en los
aguaceros, nos trepábamos en los árboles, y en que corríamos sin
ver los obstáculos…
Además, en la infancia existe un tipo de
sabiduría que la mayoría de los adultos desconocen
y que está relacionada con el "sabio no-comprender de los
niños" que plantea Rainer María Rilke en sus
cartas. Una
forma de ilustrar esta idea puede ser en la valoración del
arte, por
ejemplo.
Para valorar una obra no sólo debe hacerse con
los ojos de la experiencia sino también con ojos de
niño. Las experiencias que acumulan los adultos permiten
elaborar una escala de
valores que
sirven de guía; pero a la hora de valorar algo,
debería poder verse
como positivo lo que se sale de esa escala, lo que es
nuevo o incluso poder
encontrar novedad en lo que ya se conoce. Es allí donde la
visión de los ojos de un infante en más sabia, pues
ellos permanecen abiertos a todo cuanto los rodea y lo perciben
como nuevo; siempre encuentran algo que resalta. Es una mirada
pura y sin prejuicios, que en el ejemplo de la obra de arte, permite
admirar diversas expresiones sin el rechazo inicial a lo nuevo,
desconcertante (un Picasso) o
abstracto (un Mondriant), que acostumbran anteponer todos los
adultos. La mirada de un niño, puede resumirse en el
sentido más puro, como la mirada contemplativa por
excelencia.
En definitiva, pensar que la infancia es un
período acotado de tiempo, con un principio y un fin
definidos, es una visión un tanto triste de la realidad de
los seres humanos; pues todos tratan de alguna manera de
conservar esa chispa infantil de algún modo.
Además, visto de un modo tan radical elimina la
posibilidad de mantener un alma jovial en el transcurso de la
vida; no tiene mucho sentido conservar el espíritu joven
si no desea mantenerse un mínimo de inocencia en el
fondo.
Después de todo lo que se ha mencionado hasta el
momento, la mejor muestra de la
necesidad de "regresar al paraíso deseado", según
como llama Steven Spielberg a la infancia, está expresada
en la infinidad de novelas, poemas y
demás expresiones literarias, más aquellas como el
cine y
la
televisión dónde se trata de rescatar y
expresar de diversas maneras lo que significa realmente la
infancia para cada ser humano. Sin duda, puede decirse sin temor
a fallar que la literatura y otros medios que
permiten difundir el
conocimiento son el espejo de la infancia recuperada. Pues
ése es el refugio dónde aun se puede soñar y
fantasear, dejando de lado todos los temores y límites que
el adulto acostumbra colocar a su vida. Es como tener siempre El
País de Nunca Jamás, como para Peter Pan… un
paraíso particular dónde ser niño de
nuevo.
* * *
BARRERA, José L. Los paraísos
perdidos. Encadenados, revista de
cine.
Última actualización: 15 de febrero de
2004.
CÁRDENAS, Rafael. Realidad y Literatura.
Equinoccio. Caracas (1979)
Páez R., Adianez. El sano juego de
sentirnos niñ@s. Copyright © 2001-2003. Radio
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http://www.radioenciclopedia.co.cu/infancia_1.htm
PANTIN, Yolanda. La infancia es una gracia.
Palabra Virtual. Antología de poesía
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PARRA, Teresa de la. Las memorias de
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Ameritextos. Copyright © 1981
PERSE, Saint-John. Canto para un equinoccio. Pour
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traducción y presentación de Luis Miguel Isava.
Monte Avila Editores, Caracas, 1991.
RILKE, Rainer M. Cartas a un joven poeta.
Traducción José María Valverde. Alianza
Editorial. Madrid (1902)
Diccionarios.com tus diccionarios
on-line.
The Dreamers. Hook (El capitán Garfio) El
regreso de Peter Pan.
http://www.dreamers.info/i/peliculas/e/1327/p/foros/foro.html
Agradecimientos
María Paulina Yépez
Ana Gabriela Márquez
Por tomarse unos (largos) minutos para debatir un tema
diferente y analizar desde sus puntos de vista la común e
incomprendida Infancia.
Carolina Zibert van Gricken