- Resumen
- Marco Teórico y
Conceptual - Breve mirada del campo
sociopolítico de Haití - Tentativas de algunas
propuestas - Palabras
finales - Bibliografía
En este artículo sobre
"El Problema de Gobernabilidad en Haití: Los Partidos
Políticos como un actor más", está
planteando la idea de que el problema de Gobernabilidad en
Haití es multidimensional con causas profundas en el
sistema
político del país, particularmente en las
debilidades de sus Partidos
Políticos. Reflexionando sobre la situación de
ingobernabilidad en Haití, se reconoce a los Partidos
Políticos como parte del problema y parte de las soluciones. Se
discute, entonces, la mayor primacía que alcanzan
todavía los partidos políticos en la coordinación de la sociedad
haitiana, a pesar de que se admite que el rol articulador central
que tenían los Partidos Políticos es
considerablemente modificado. Se hace un intento de proponer
algunas alternativas de reordenamiento de los Partidos
políticos para religitimarles a fin de que puedan cumplir
sus roles al servicio de la
sociedad
haitiana conformemente a la nueva relación que existe
entre la sociedad, la economía y la
política,
por un lado, y entre el Estado, la
sociedad civil
y los partidos políticos, por el otro lado.
A pesar de ciertos progresos durante los últimos
tres años de la república de Haití
según las consideraciones del PNUD en sus informes
anuales sobre el Desarrollo
Humano (pasando de la posición 157 en 1998, 150 en
1999 a 134 en 2000), los problemas
sociales, económicos y políticos del
país siguen llamando la atención de la comunidad
internacional y nos preocupa mucho como ciudadano del
país. Cabe solamente hacer una sencilla mirada
crítica y objetiva de unos datos del
país, por ejemplo un producto
percapita de menos de $ 250, una tasa de desempleo de
más de 60%, un crecimiento del producto interno
bruto de 1,6%, una tasa de 17% de las personas en edad de
votar inscrita en un partido político para entender el
estado del
panorama social del país.
Es cierto que mantengan en Haití, desde
más de una década, un discurso
democrático, sin embargo, asistimos de hecho a "una
democracia
desdemocratizada", con un aparente contenido participatorio, cada
vez más limitada en la medida en que consienten
concentraciones extraordinarias de poder,
acciones de
corrupción
evidentes y a la vez impunes, una proliferación de
políticos y de partidos políticos que se dedican a
hacer política sin finalidad objetiva, sin
responsabilidades y que quieren llegar al poder para
estar en el poder, un Estado con
funciones
atrofiadas por las influencias del poder
Ejecutivo sobre los otros poderes, y arbitrariedades abiertas
justificadas en nombre del voto previamente recibido. Por
supuesto, hay también violación sistemática
de las promesas electorales, desmantelamiento del contenido
sustantivo del discurso
político, y transgresión de los contratos que
sustentan la credibilidad en quienes mantienen la dirección de lo institucional.
A esta altura tan desastrosa de la situación
socioeconómica y política del país, pensamos
que sería más que legitima, de nuestra parte, hacer
unas reflexiones cuyos objetivos se
dedicarían a lo menos a determinar porqué los
partidos políticos haitianos como uno de los actores
relevantes llamados al ordenamiento de la coordinación social del país dentro
de este escenario, no son capaces de juegan sus roles y, cuales
deberían ser algunas de las alternativas para enfrentar
los grandes desafíos sociopolíticos del
país.
Por la amplitud, los aspectos y las consecuencias tan
generales que tienen estas crisis, no
queremos pensar ni dejar a nadie pensar que estaría en
nuestro espíritu la intención de responsabilizar a
los Partidos Políticos como principales y únicos
culpables, ni como órganos únicos que deben
solucionar estos problemas.
Porque, en Haití como en todo el mundo ya ha pasado el
tiempo de
pensar en un solo y principal actor, vector o motor para los
cambios sociales. Es como sostiene Von Beyne Klaus: "la
política ya no es el centro ordenador de la vida social.
En esa situación influye que las sociedades
actuales parecen no tener un solo centro, dada su creciente
complejidad, producto de la
diferenciación social y la autonomía funcional del
derecho, la cultura, la
economía y
la religión"[1]. Empero, después de
entender y analizar los principales desafíos que las
transformaciones sociales y políticas
en curso plantean a los partidos políticos a través
de los debates centrados en las realidades de las democracias en
América
Latina; considerando las dos funciones
principales de los partidos políticos en el periodo
actual, la de la representación de la sociedad y la de la
operatividad del régimen político o de
gobernación[2]; y observando las acciones de
los políticos o de los partidos en el país,
decidimos así delimitar nuestras reflexiones.
Este trabajo es una prolongación de nuestros
exámenes críticos de la noción de
Gobernabilidad como un proceso de
gestión
política, orientado a posibilitar la consolidación
e institucionalización de la democracia a
través del consenso entre los distintos actores
participantes en la arena política democrática[3]
Y, nos proponemos, como formuló el sujeto: "Problemas
de Gobernabilidad en Haití: los Partidos Políticos
como un Actor más", hacer un pequeño análisis de algunos de los comportamientos
de los partidos políticos del país durante los
últimos años frente a los problemas de
Gobernabilidad del país, e intentamos recomendar unos
lineamientos de acciones necesarias en término de soluciones
posibles.
¿Pretendemos predicar toda la verdad sobre este
tema al pensar realizar este ensayo? Ni
mucho menos. Sin embargo, entendemos que si bien que los malos
comportamientos de los partidos políticos pesan mucho al
momento de estudiar las causas de los problemas de gobernabilidad
en Haití, no se puede esperar a resolver estos problemas
cruciales sin ellos. Pues, tienen una función
legítima como órganos auténticos para guiar
una relación sana entre el Estado
(aparato estatal) y la sociedad
civil.
Este ensayo
está divido en cinco partes. La primera consiste en la
presentación de una breve definición y
explicación de algunos conceptos considerados relevantes
para un mejor acercamiento al trabajo. La segunda parte es una
breve ojeada de la situación sociopolítica del
país. En la tercera parte hacemos, en seis puntos, un
intento de explicación de las debilidades de los Partidos
Políticos en Haití como causas vinculadas con los
problemas de gobernabilidad. La cuarta parte es una propuesta de
posibles medidas que pueden ser tomadas con el propósito
de enfrentar los problemas de gobernabilidad. Finalmente, vienen
las conclusiones.
Por último, lamentamos la excesiva
repetición de la expresión "Partidos
Políticos" en el trabajo.
¡Ojalá! Que esta irregularidad de forma no impida
tomar en consideración nuestras reflexiones que consisten
en un intento por contribuir a los debates destinados a mejorar
las condiciones de vida en Haití, y fortalecer el sistema de
partidos políticos en el país
particularmente.
I. Marco
Teórico y Conceptual.
I. 1. Problemas de Gobernabilidad o
Ingobernabilidad.
Sería posible conceptualizar, de partida, con
algunas hipótesis sobre la ingobernabilidad; las
cuales, nos parecen, constituyen una caja que engloba de manera
adecuada el tema. Dichas hipótesis son las
siguientes.
La ingobernabilidad es el producto de una sobrecarga de
demandas a las que el Estado responde con la expansión de
sus servicios y de
sus intervenciones, pero que provoca inevitablemente una crisis
fiscal
(O´CONNOR). La gobernabilidad de una democracia depende de
la relación entre la autoridad de
las instituciones
de gobierno y la
fuerza de las
instituciones
de oposición (HUNTINGTON). La ingobernabilidad es el
producto conjunto de una crisis de gestión
administrativa del sistema y de una crisis de apoyo
político de los ciudadanos a las autoridades a los
gobiernos.
En cierta medida es evidente que los estímulos
que han suscitado la elaboración de las tesis
anteriormente mencionadas han sido diversos, ya sea en el nivel
teórico o en el nivel practico contingente. Pero no hay
duda de que también responden a un proceso
común que han sufrido todos los sistemas
políticos occidentales: la expansión
política, de toda su esfera y actividad, de la
participación de los ciudadanos y de la
intervención del Estado. Dicha expansión constituye
el motor de un
fenómeno que presenta rasgos precaliares respecto del
pasado. Sin embargo, las características atribuidas al
fenómeno actual de ingobernabilidad no son elementos
absolutamente menos, Crisis fiscal de las
Estados, falta de institucionalización de las organizaciones y
procesos
políticos, colapso de los aparatos administrativos y falta
de legitimación de las estructuras
políticas se han producido en todo tiempo y lugar
frecuentemente han llevado a revoluciones, guerras
civiles y golpes de estado.
El tema de gobernabilidad o crisis de
gobernabilidad En la Enciclopedia de la Política, Rodrigo
Borja[4], se aborda de la siguiente forma. Uno de los problemas
más graves que afrontan los regímenes
políticos contemporáneos especialmente en los
países subdesarrollados es el de la gobernabilidad. Se
entiende por gobernabilidad la razonable capacidad de mando, de
conducción política y de disciplina
democrática que puede alcanzar una sociedad. El profesor
Michael Coppedge afirma que la gobernabilidad descanza en la
armonía relación entre los actores
estratégicos de una comunidad, o sea
entre aquellos que tienen suficiente poder para alterar el orden
público, impulsar o detener el desarrollo
económico o, en general, afectar la marcha de la
sociedad, ya sea porque poseen determinantes bienes de
producción, o mueven organizaciones de
masas, o tienen influencia sobre la maquinaria administrativa del
Estado, o manejan las armas o poseen la
capacidad de diseminar con fuerza ideas e
informaciones sobre la sociedad.
La gobernabilidad se define también como la
previsible capacidad de un sistema político de durar en el
tiempo[5]
Según Edgardo Boeninger[6], la gobernabilidad es
un concepto
multidimensional caracterizado por la presencia de dos grandes
megatendencias. Unas ligadas a sistemas
políticas pluralistas denominados Democracia, y otras, a
economías de mercado
predominadas por la empresa
privada. Él plantea el problema de la Gobernabilidad con
ciertas particularidades hacia una visión de doble
necesidades: la de reconocer y de aceptar los cambios y las
limitaciones que se dan en las esferas de la coordinación
social, la de la modernización de la gestión del
Estado (pública) según el nuevo contexto de las
realidades sociopoliticas y socioeconómicas nacionales,
regionales e internacionales.
De forma distinta de Boeninger, Vicente Torrijos
R[7] aborda también el problema de gobernabilidad
según dos megatendencias: la
globalización y la interdependencia, por un lado, y la
fragmentación y la creciente autonomía regional y
local, por otro. Según él en los flujos de cruces
entre los "sub-elementos" llamado por él "resultante" que
están dando dentro de aquellos dos bloques
(megatendencias), producen inestabilidad, incertidumbre y caos,
en otras palabras ingobernibilidad. Sin embargo, él
sostiene que existen unas aparentes gobernabilidades que
serían una suerte de ejercicio por parte de micro-orden
político para adecuarse a un marco-político global
gracias a la presión
ejercida por fuerzas exógenas. Tal situación
está denominada por el autor llama: Gobernabidad
reluctante reacia, frágil, inasible. Su idea de la
gobernabilidad consiste en la capacidad de tratamiento de
problema de la complejidad cultural, económica y
política de a sociedad a partir de la concertación,
el equilibrio y
la operatividad de la democracia.
Vicente plantea la ingobernabilidad como una etapa que
se puede experimentar para construir democracias
autóctonas (la Gobernabilidad democrática es,
ante todo, el acto mismo de construirla) emergidas del fondo
cultural e histórico de cada sociedad en particular. Su
tesis está en contra del mantenimiento
de una aparente estabilidad reluctante al detrimento de las
verdaderas posibilidades que puede lograr experimentando la
sensación de inestabilidad. Para él, los
movimientos de cambio no
necesariamente explican la presencia de situación de
ingobernabilidad. Ya que, sostiene él: "la
Gobernabilidad es cambiante, alterable, susceptible de crisis que
la someten permanentemente a prueba".
I. 2.
Gobernabilidad, Estabilidad y Sistema político
según Alcántara
Manuel Alcántara Sáez[8] define la
Estabilidad como la suma de variables
políticas, sociales, económicas y culturales
independientes que explican el rendimiento del sistema
político. Él muestra que si
bien la estabilidad no es una condición suficiente para
asegurar la gobernabilidad, es necesaria para el buen rendimiento
de las instituciones que aseguren la gobernabilidad del sistema.
Pues, según él, la gobernabilidad queda reducida a
un ámbito de dos tipos de categorías dentro del
sistema político, las de orden estrictamente formal y
aquellas referidas a la política
económica. Así que la estabilidad (orden
estrictamente formal) mantiene una notable presencia en la esfera
de acción del gobierno, por lo
cual tiene mucho que ver a la hora de entender la gobernabilidad
del sistema.
Manuel Alcántara plantea el problema de la
gobernabilidad desde una lectura
relacionada con situaciones de crisis en los sistemas
políticos. Él entiende que las crisis de
gobernabilidad son consecuencias de dos indicadores
claves que son: la incapacidad de los gobernantes insertos en las
condiciones contradictorias de los sistemas capitalistas, las
demandas excesivas de los ciudadanos. Él destaca que la
gobernabilidad es pluridimensional y embarca varias
conceptualizaciones. Entre ellas son: la indisciplina, la
inestabilidad, la ineficacia y la ilegalidad; las que consisten
en las características que afectan la capacidad de
gobierno que son: el grado de calidad de la
burocracia, el
compromiso de la burocracia con
los objetivos del
gobierno, el entorno institucional en el proceso de
gestación de políticas, la influencia del sistema
de partidos en la gobernabilidad; el fortalecimiento de la
sociedad civil y la evolución de la cultura
política, el comportamiento
de la economía, los organismos de gobierno encargados de
manejar la economía y al sector
público.
Alcántara presenta la gobernabilidad como: uno,
el producto de una sobrecarga de demandas a las que el Estado
respondía con la expansión de sus servicios y de
su intervención provocando una crisis fiscal (corriente
Neoconservador); dos, la creación de una mezcla inestable
por la yuxtaposición de las prescripciones de la
política keynesiana y la democracia política
(corriente neoliberal); tres, la crisis fiscal del Estado como
resultante de las condiciones del Estado del capitalismo
avanzado agravadas por el sistema democrático (corriente
neomarxista); y cuatro desde una visión de corriente
clásica donde la discusión se centraba en el
sentimiento de pertenencia al mismo cuerpo político y la
creencia de que había una ley
implícita común que todos los ciudadanos estaban
obligados a respetar.
Él dice a propósito de la gobernabilidad
en países en vía de desarrollo
(tercer mundo, América
Latina) que, aparte de la inclinación a favor de centrar
en la sociedad las explicaciones de gobernabilidad, se dan
condiciones políticas especiales como la calidad del
liderazgo, el
grado de armonía enterélites, el diseño
de las instituciones políticas dominantes como el sistema
de partidos y las relaciones entre el ejecutivo y el Legislativo,
el nivel de corrupción, y más
específicamente en América
Latina un desequilibrio en las relaciones de poder entre
grupos e
instituciones.
En fin, sostiene que la gobernabilidad puede ser
entendida teniendo en cuenta: uno, el régimen
político integrado por el Estado, sus poderes y entramado
institucional, la constitución política y las leyes
fundamentales reguladoras de la política, la sociedad y la
economía; dos, los actores sociales en los que se den
cabida los partidos políticos, los grupos de
presión
y los movimientos sociales; tres, la cultura; y, el escenario
internacional.
A partir de estos acercamientos al concepto
"Gobernabilidad, de crisis de gobernabilidad o, ingobernabilidad"
se debe reconocer que los partidos políticos tienen un
papel
relevante en la consolidación de la gobernabilidad. Ya
que, se reconoce que: "los partidos de la oposición se
encargan de exacerbar las demandas de los pueblos que gritan con
sus miles bocas invisibles y exigen sus derechos. Los gobiernos, por
su parte, no siempre, están en posibilidad real de
atenderlas. Esta sobrecarga de aspiraciones insatisfechas genera
un estado beligerancia y de inestabilidad política que es
otro de los factores de los que no puede prescindir al enfocar el
tema de la gobernabilidad" [9] Por otro lado; "el partido
político es la única organización fuerte que puede ser capaz de
controlar una mayor participación, haciéndose
fuente de autoridad y de
legitimidad"[10]
El mismo Boeninger[11] aboga por la existencia de
partidos políticos sólidos con raíces reales
en la sociedad, la existencia de un verdadero poder
legislativo, la existencia de organizaciones de la sociedad
que asumen nuevos papeles y la de instituciones administrativas
capaces de asegurar la buena fiscalización, la
estabilidad y el respeto a las
reglas del juego
político.
Pero además de los aquellos actores mencionados y
el círculo complejo (diríamos vicioso) que existe
entre los distintos factores vinculados con los problemas de
gobernabilidad, se puede destacar también que hay casi una
unanimidad en las maneras como estos autores tratan el tema de
participación ciudadana. Eso nos lleva hacer una sencilla
mirada sobre la participación ciudadana.
I. 3.
Participación ciudadana.
"La participación ciudadana se define como una
intervención directa de los individuos o grupos de
interés
en los procesos
económicos, sociales, culturales y políticos que
afectan la vida, con un acceso constante a la adopción
de decisiones y al poder" (PNUD, 1993:25). Según Olson,
los grupos[12] de interés
son una parte determinante de todos los procesos, tanto
económicos como sociales y políticos. El
interés común es marcadamente político, se
expresa en que los miembros del grupo tienen
afinidad por la acción, es decir, optan por vías
comunes para obtener y garantizar las reinvindicaciones que
persiguen. Los individuos que hacen parte del grupo se unen
o se separan de éste en función de
sus afinidades, las cuales determinan una serie de
vínculos intermedios que logran fusionar a sus agentes y
los hacen actuar en beneficio recíproco (Sanclemente;
1965); de ahí, como lo explica Olson, que la
participación esté afectada por motivaciones
individuales sobre el beneficio que genera, por lo cual tiende a
existir un mayor interés por participar cuando se obtiene
más ganancia; los incentivos
selectivos son importantes para aumentar la participación.
Olson, también resalta la ventaja de promover la
participación en grupos pequeños (a mayor
tamaño del grupo hay menor claridad sobre los intereses de
agrupación) porque la eficacia mayor,
hay menos "ruido" en
la
comunicación, en la creación, el mantenimiento,
el grado de pertenencia y reduce la posibilidad del "pasajero
gratuito" quien espera obtener beneficio de la acción de
los demás sin ningún esfuerzo.
Las personas pueden participar en diferentes
ámbitos de la vida, de muchas formas y a muchos niveles;
estas modalidades de participación son complementarias
entre sí y deben darse simultáneamente para
asegurar su efectividad. En el informe de
desarrollo
humano del PNUD (1993) se distinguen tres tipos de
participación:
- Participación económica: proceso a
través del cual los grupos de interés influyen
y comparten el control
sobre las iniciativas de desarrollo
y las decisiones y recursos
que los afectan. - Participación social y cultural: capacidad
de intervenir plenamente en todas las formas de vida de la
comunidad, con independencia de la religión, raza, color o
sexo. - Participación política: posibilidad
de tomar decisiones en la orientación y
operación del aparato estatal, se refiere a aquellas
actividades voluntarias mediante las cuales los miembros de
una sociedad participan en la selección de sus gobernantes y, directa
o indirectamente, en la elaboración de la
política gubernamental. "Se distinguen dos tipos de
participación política: la convencional y la
no-convencional. En la primera, las prácticas comunes
son votar, acudir a mítines, apoyar
económicamente la campaña de algún
partido o candidato, entre otras. En la segunda, se recogen
actuaciones como manifestaciones, boicots, huelgas ilegales,
daño de propiedad,
violencia
personal,
entre otras. Ambas formas de participación
política pueden diferenciarse atendiendo al criterio
de demanda o
no de las mismas por parte del sistema"[13] (PNUD;
2000).
La participación ciudadana desde la
perspectiva del desarrollo humano, es al mismo tiempo un medio y
un fin, ayuda a definir las prioridades de desarrollo colectivas
teniendo en cuenta las de los grupos de interés. Este
intercambio de información y su continuo monitoreo aporta
transparencia, gobernabilidad y sustentabilidad a las
decisiones, a los programas y al
gasto
público (PNUD, 1993: 17 y 25).
"Una mayor participación permite que las personas
puedan por si misma acceder a una gama mucho más amplia de
oportunidades, genera escenarios propicios para la
creación de confianza entre las personas. Igualmente crea
redes de apoyo y
relaciones entre las personas que vista en conjunto conforman el
capital
social. Es así como la participación puede
construir asociaciones basadas en la confianza, principal
determinante del capital
social, y al mismo tiempo la confianza puede llevar a aumentar la
participación en los diferentes eventos de la
sociedad" (PNUD, 2000).
La participación ciudadana implica un cambio de la
democracia representativa a la participativa. Para Sudarsky
(1999) en la relación entre la democracia representativa y
la democracia participativa "Son muchos los que ven la
participación y el uso de los mecanismos colectivos de
ella como un problema adicional que no quisieran tener los
miembros de los cuerpos legislativos. Esta suposición es
la del control como un
elemento de suma cero. El control de alguien le resta al control
de alguien más. Están equivocados. Cuando toda la
ciudadanía ejerza colectivamente el control, la
transparencia y el Accountability brillarán igual que la
racionalidad colectiva, la legitimidad y la gobernabilidad
democrática".
II. Breve mirada del campo sociopolítico de
Haití
Después de las dictaduras de los años
sesenta, setenta y de los ochenta en Haití, la
recuperación de la democracia parlamentaria resultó
en logro valorado masivamente por la sociedad haitiana.
Normalmente, los poderes de los ciudadanos son limitados a meras
posibilidades de la representatividad, pero la
recuperación teórica de los derechos civiles y la
posibilidad de elegir a las propias autoridades
constituían un avance apreciable e indiscutible. Renace en
el país un nuevo mecanismo fundamental para legitimar
algunas operaciones
democráticas en nombre de la participación de la
población, de la elección ciudadana,
de la libre voluntad manifestada cada vez en el acto
eleccionario. Citamos por ejemplo, el referéndum en marzo
de 1987 para aprobar la Constitución de la República, las
elecciones generales al final del mismo año. Aun que los
militares en compromisos con sectores fuertes de la clase
dominante tradicional de la sociedad obstaculizaron la marcha
hacia el progreso de esta nueva era democrática, se
despiertan de forma abierta, preocupaciones e intereses
considerables para lo político.
Este renacimiento
democrático acompañado de la creación de
instituciones de la democracia representativa tales como las
elecciones, una nueva constitución política, a
pesar de sus limitaciones, implica por un lado unos hechos muy
positivos, porque aparentemente genera, primero un cierto freno
parcial a los abusos más abiertos del autoritarismo que
existía en la dictadura.
Segundo, constituyó otro tipo de freno a las restricciones
hacia el ejercicio de los derechos civiles básicos y al
sentimiento de estupor del ciudadano para expresarse.
Sin embargo, al mismo tiempo, este sistema
democrático que podríamos llamar "democracia
representativa" implica por otro lado hechos negativos, entre
otros: la corrupción generalizada en áreas de
gobierno, insatisfacción de las necesidades de los
ciudadanos, "hiperparlamentarista", políticos que
constituyen una casta separada objetivamente del resto de la
sociedad, una ostentación de lujos y privilegios ante la
creciente pobreza dura de
amplios sectores sociales, una perdida de creencia respecto de
los valores
del sistema democrático como tal, y, una falta de
credibilidad que deprovee a las instituciones
políticas.
Por ejemplo, desde 1995 (en menos de diez años
del renacimiento de
la democracia en el país, y después de tres
años de resistencia
contra el golpe de Estado
del 30 de septiembre de 1991, que tuvo un saldo oficial de miles
de muertos directos) los intereses y los entusiasmos a la
participación tanto política, social como
comunitaria, han sido vistos prácticamente
reducidos.
Hoy en día, aun ciertos esfuerzos de parte del
gobierno para realizar algunos progresos, la población se queda muy insatisfecha con
estos resultados y contrasta todas apreciaciones que
afirmarían que haya progreso. Por ejemplo, en Cité
Soleil[14], el 15 de octubre de 2001, la muchedumbre enardecida
gritó "Abajo Aristide". Pancartas con la imagen del
presidente fueron quemadas en una manifestación de
protesta contra la brutalidad policíaca. A finales de
septiembre de 2001, en la plaza de "Champ de Mars" de la capital,
la Coordinación Haitiana de la Marcha Mundial de Mujeres,
que agrupa a 53 organizaciones de mujeres de los nueve
departamentos del país, denuncia la mala gestión
del gobierno de la siguiente forma. "¡Qué bofetada
más grande podemos recibir de la parte del gobierno!" –
comenta la Coordinación, cuando a pesar de las necesidades
insatisfechas en materia de
alimentación, de educación y de
salud "se gastan
millones de dólares americanos" en la compra de inmuebles,
vehículos para las autoridades y electos de Fanmi
Lavalas* como también en la remuneración
para el cabildeo en EE.UU. a favor del gobierno de Haití.
Las protestas y huelgas de todos los días por sectores
claves de la sociedad como las iglesias, los universitarios, los
médicos del Hospital público estatal de Puerto
príncipe, los abogados, entre otros muestran los grados de
insatisfacciones de los ciudadanos.
El silencio moral de la
población en julio del año pasado, cuando la base
de la unidad más importante de la policía nacional
del país (SWART) ha sido invadida por personas armadas no
identificadas, es otra señal que explica claramente las
reservas de los ciudadanos frente al sistema político del
país.
Esta apreciación de las opiniones
públicas, por ejemplo, el rechazo de la población a
respetar cualquier aviso de huelgas dado por los partidos
políticos o por los raros sindicatos es
señal que muestra la falta
de creencia en los partidos. Pero, muy paradójicamente,
contamos de vez en cuando, desde el inicio de la década
pasada, más partidos políticos en el país,
los cuales desde las elecciones legislativas y de las
colectividades territoriales del 21 de mayo de 2000 están
en luchas sin respaldo de la sociedad civil. Entonces, hagamos a
continuación una breve ojeada sobre los partidos
políticos haitianos.
II. 1. Una
Aproximación a los Partidos Políticos de
Haití.
Ante todo quisiéramos aclarar a que hacemos
referencia al hablar de partidos políticos.
Refiriéndose al siglo pasado, Rodrigo Borja[15] presenta
los partidos políticos de la siguiente forma. Dice: "Una
de las más importantes innovaciones políticas de
este siglo es ciertamente la
organización y perfeccionamiento de los partidos
políticos como instrumentos de intervención de
las comunidades en los quehaceres del Estado y la
conversión de ellos en partidos de masas. Con ellos se ha
desplazado en buena parte en centro de gravidad política
de los individuos a los grupos organizados, que han pasado a ser
los sujetos principales de la acción política de la
sociedad. Esto es especialmente cierto en los regímenes
democráticos modernos en los cuales casi todo el juego
político se resume en las relaciones de
confrontación y de lucha por el poder entre los partidos.
Éstos se han convertido en los grandes protagonistas de la
acción política. Han alcanzado un alto grado de
organización…. Para que exista, un
partido político debe reunir tres condiciones elementos
fundamentales: ideología política, plan de gobierno
y organización permanente estable a escala
nacional"
Por un lado, la nueva constitución
política de la república (constitución de
1987)[16] constituye el marco legal que permite una
proliferación de partidos políticos en el
país. Los artículos 31, 31.1, 31.2, 31.3, estipulan
los derechos de cada ciudadano haitiano para hacer parte de
cualquier partido político o de formar su propio partido
político. En la actualidad, existen más o menos
treinta partidos políticos en Haití[17], seis
agrupaciones de partidos, dos movimientos políticos. Cabe
destacar que sólo entre cinco y siete de estos partidos
existían de nombre antes de 1986 y más de la mitad
nació en la década noventa. Por ejemplo, el partido
que está en el poder (FANMI LAVALAS) nació en 1997
y su principal oposición más fuerte(OPL) en
1991.
La configuración partidaria en Haití es
una mezcla de tres grandes tipos. Un grupo de partidos que pueden
ser considerados hacer parte de un sistema de partidos. Es decir,
existencia de más de dos partidos que reconocen más
o menos como interlocutores valides en la escena política.
Un segundo grupo constituido por partidos sin sistema, porque no
se reconocen como interlocutores validos en la escena
política. Y, un tercero constituido de políticos
sin partidos o partidos creados desde el Estado. Sin embargo son
pocos los que están en condición para ganar las
elecciones. Hoy por hoy, los partidos presentes en las
cámaras de diputados y de senadores se reparten de la
forma siguiente.
Partidos Políticos que tiene | Jefe del Estado | % | Senadores | % | Diputados | % |
| 1 Presidente | 100% | 21 | 77.78 | 72 | 86.74 |
| 04 | 14.82 | 01 | 01.20 | ||
| 01 | 03.70 | 02 | 02.41 | ||
|
|
| 00 | 00.00 | 03 | 03.61 |
|
|
| 00 | 00.00 | 02 | 02.41 |
|
|
| 00 | 00.00 | 01 | 01.20 |
|
|
| 01 | 03.70 | 01 | 01.20 |
| 1 | 100% | 27 | 100% | 82 | ** |
| 1 | 100% | 27 | 100% | 83** | 100% |
** En la cámara de diputados hay un culur
vacante.
No solamente, hay una atomización
(pluralismo extremo) y proliferación de partidos
políticos, es claro que existe una situación de
partidos dominantes en el país. Muchos de los partidos no
presentan de verdaderos elementos que pueden facilitarnos hacer
una clasificación de ellos, lo que nos lleva a deducir que
ellos sufrirían de una crisis de ideología muy fuerte. Sin embargo, en sus
organizaciones se acercan de la estructura de
los partidos de masas[18] con una forma de organización de
la burocracia estatal. Otros, digamos concretamente, no son
partidos políticos, porque no tienen ni una
ideología claramente definida, ni un plan de gobierno,
ni ningún tipo de organización permanente estable a
escala nacional
(ver Rodrigo Borja, Op. Cit.)
Partimos de la clasificación de partidos
políticos hecha por M. Duverger, los partidos mayores en
Haití son casi todos partidos mixtos. O sea, poseen una
naturaleza en
parte directa, basando en la adhesión directa e individual
al partido, y en parte indirecta, con afiliados colectivos o a
través de mediaciones orgánicas.
El origen social de los electorados, del líder
político y de los miembros de un partido político
no tiene muchas relaciones con el tipo de partido
político, es decir, no se puede estudiar la estructura de
un partido político de Haití a partir de criterios
basados en ningún valor de
clasificación social. Eso es un avance político
considerable que facilita las coaliciones que existen actualmente
entre los partidos de la oposición, mas constituye un
parámetro importante que puede ser una explicación
de las debilidades de las coaliciones. También, puede ser
una de las causas de las divisiones internas de los partidos
políticos.
Y, en última, antes de la tentativa de
explicación de las debilidades de los partidos, hay que
entender que ellos tienen en común con todos partidos
políticos la aspiración de sus jefes al poder[19].
Aquí están sus verdaderos problemas, ya que los
intereses de los políticos con sus partidos son el poder
por el poder, los cargos, dejando la búsqueda del bien
común de la sociedad, las demandas del electorado y de
algunas de sus fracciones en el segundo plano.
III. Hacia una
Explicación de las Debilidades de los Partidos
Políticos en Haití.
De partida es dable destacar que no existe una sola
explicación de las debilidades de los partidos
políticos en Haití. Las causas son
múltiples, endógenas al sistema político del
país y/o a las mismas estructuras de
los partidos, externas a los partidos, y a veces son mucho
más relacionadas con los contextos sociopoliticos y
económicos regionales. Enseguida, vamos a indicar cinco de
las razones que pueden explicar estas crisis.
III. 1.
Proliferación y Debilidades de los Partidos
Políticos como Reproducción de las Características
de una Sociedad Civil Haitiana Altamente Diversificada e
Inmediatista.
Los elementos presentes en la conformación de la
identidad
haitiana constituyen valores para
entender lo que es la cultura de los partidos políticos.
Si antes los Haitianos acordaban una prioridad a la identidad
colectiva frente a la identidad individual, hoy en día es
totalmente diferente. Lo que significa que al reverso de la
teoría
de Marx[20], los
intereses preceden a la identidad, lo individual es primordial, y
no existe en nadie una identidad individual constante, puesto que
los parámetros determinantes de las identidades
individuales varían a medida que cambien los intereses. Es
decir, la identidad individual del Haitiano (individualismo) como
en todo el mundo tiene las características objetivamente
determinadas por la posición y estatus social de él
en momentos determinados.
Por lo tanto, no existe una identidad colectiva que en
parte puede ser conformada por la pertenencia de clase (social o
política) o generar una conciencia de
clase. Es a esto que referimos cuando dijimos en la parte
anterior que los orígenes sociales del electorado o de un
político no tienen nada que ver con su pertenencia o no a
un partido político. Las diferentes asociaciones
existentes actualmente son mucho más agrupaciones
temporales, compuestas en ocasiones especiales. Es difícil
encontrar un discurso uniforme entre ellas, ni dentro de ellas.
Son agrupaciones que hablan de una manera y actúan de
otro. Y, son agrupaciones sin ideologías y poco coherentes
en sus acciones. Así que Haití tiene una sociedad
civil no fortalecida, muy poco organizada y altamente
diversificada como sostiene Norbert Lechner[21], y altamente
atomizada.
Con tales características, ocurre primero que, en
un individualismo tan marcado, muy pocos son los ciudadanos que
manifiestan intereses para luchar en común a través
de un partido político; segundo, el mínimo
porcentaje que participa en los partidos políticos
(dirigentes y miembros), en vez de ser transformado por la
ideología y los principios de
partidos, llega a influir por sus intereses individuales y de
grupos o particulares en los partidos. Lo que implica que haya
dentro de los partidos una especie de "divergencias no
positivas", en otras palabras una ausencia de unidad. Lo que en
parte produce una multiplicidad de partidos políticos, de
"Políticos" en el país y, por consiguiente, sus
debilidades.
Nuestra objeción al respecto es:
¿debería una sociedad tan desorganizada tener
tantas influencias en los partidos políticos o lo
contrario debería ocurrir? No negamos que los partidos
políticos no siguen siendo en la época actual el
centro de las actividades políticas, sin embargo, ellos
deberían en tal coyuntura retomarse para cumplir sus
funciones de socialización.
Lamentablemente, estas particularidades de la nueva
derecha liberal, como dicen Scott Mainwaring y Timothy
Scully[22], por lo general más joven, más agresiva
y más confiada en sus esfuerzos personales se encuentran
en las estructuraras de los partidos políticos haitianos.
O sea, hay dentro de éstos lo que podríamos llamar
una reproducción institucionalizada de los
vicios de la sociedad moderna. Así que, a los partidos les
faltan, desde adentro, la unidad, la integridad, la solidaridad entre
sus miembros, la inexistencia de una finalidad objetiva
común y la confianza mutua, la igualdad de
posibilidades para sus miembros sin exclusividad alguna y, la
pasión partidista de sus integrantes. En síntesis:
crisis y cambios económicos (economía liberal) como
contexto internacional; violencias políticas de 37
años de gobiernos autoritarios; originaron ciudadanos,
políticos y militantes políticos egoístas,
individualistas, los cuales conforman los partidos
políticos oportunistas, corruptos, irresponsables,
ineficientes, con visiones cortoplacistas y poca racionalidad
comunicativa. Pero, ¿qué quiere decir aquella
visión de muy corto plazo carecido de racionalidad
comunicativa?
III. 2. Visión
Cortoplacista y la falta de Racionalidad Comunicativa de los
Políticos
No hay duda alguna que los políticos haitianos
(dirigentes de partidos) se encuentran cautivados por una
racionalidad instrumental. Es decir, sus acciones cuentan con
calculo del éxito,
generalmente de naturaleza
utilitaria. Los políticos eligen y calculan los medios y fines
de sus acciones en función de la máxima utilidad y por la
máxima utilidad
esperada. Sin embargo, fallan por no proyectar suficientemente
sus éxitos en lo de la colectividad o en el futuro del
país. Lo que quiere decir, se fallan por la
aplicación de una ética
demasiado pragmática basada en criterios cortoplacista, al
servicio de
intereses parciales y la pura conveniencia egoísta como ya
señalamos. En suma, el embelesamiento y la vanidad del
poder, su búsqueda y disfrute como un fin en sí
mismo, el más crudo maquiavelismo político
(denominado por Max Weber:
Macht plolitik)[23] constituyen una explicación del deseo
ardiente de los políticos haitianos que a cualquier
costo quieren
llegar al poder solamente por tener poder.
La visión cortoplazista de ellos se halla
también en sus compromisos corruptos con miembros de los
consejos electorales, con grupos de intereses y de presión
y, con organismos extranjeros, sólo para llegar al poder.
Es como el aforismo de Downs por el que la finalidad de estos
políticos y sus partidos no es la de ganar las elecciones
para desarrollar una política, sino, por el contrario, la
de desarrollar políticas para ganar elecciones como
único fin.
Ellos hacen promesas que no pueden cumplir, pensando que
siempre van a poder engañar al pueblo. Son mentirosos
tanto en los consensos entre ellos como frente al
pueblo.
De ahí surge una perdida de credibilidad y de
legitimidad de los políticos delante de los ciudadanos que
no se sienten, a través de la presencia de aquellos
políticos, estar presentes en los lugares donde
están ausentes. En las instituciones públicas por
ejemplo. Así que ningún político con su
partido tiene suficiente apoyo, ni legitimidad popular para
convencer al otro como adversario
político.
Por otro lado, en sus maneras de actuar, entendemos que
los políticos no toman cuenta las necesidades impuestas de
hoy de la racionalidad comunicativa que es fundamental en las
negociaciones sociales y políticas, donde las acciones de
los actores participantes (el otro político y/o el
ciudadano) deben de evitar de ser coordinadas a través de
cálculos egocéntricos de intereses sino a
través de entendimiento. Donde, también los
políticos como actores comunicativos deberían
orientar sus acciones de éxito
buscando el entendimiento del otro. Pues, la política es
un espacio de convivencia política y social[24].
Ningún político puede actuar con éxito
negando esta exigencia ética.
A nuestro juicio, tales características de los
políticos (enormes escasez de proyecciones en el futuro
basadas en el bien común de la nación)
producen lideres políticos totalizantes, autoritarios,
sospechosos, sin reconocimientos en la practica a una
contrafuerza política. Ésta, en un régimen
democrático frágil, tan incipiente como el de
Haití que está tratando de cambiar sus patrones de
organizaciones sociopolíticas después de casi tres
décadas de régimen autoritario, es básico
para fortalecer una buena organización política en
el país con el fin de mantener y garantizar una
relación sana entre la sociedad civil y el Estado, entre
los actores políticos del país para una mejor
coordinación de la sociedad. Producen también una
escisión del espíritu intersubjetivo que es
indispensable para crear un clima, una
actitud y
políticos con espíritu de dialogo aptos de
aceptación reciproca en las discusiones entre los
políticos. En consecuencia: a menor intersubjetividad,
mayores conflictos
entre ellos, mayores problemas de inestabilidad, menor inversión en el país, mayores
sanciones de la comunidad internacional, mayores las
deterioraciones de la sociedad haitiana y mayores problemas de
gobernabilidad.
Si estos elementos constituyen, en ciertas
medidas, algunos obstáculos para que se desarrollen
partidos políticos capaces de cumplir sus deberes en
función de las necesidades del momento, de consolidar la
estabilidad democrática en Haití y de hacer que
Haití sea cada día más gobernable, no son
los únicos. Las mismas estructuras y los funcionamientos
de los partidos por ejemplo son diferentes de las realidades de
los ciudadanos. Veamos a continuación, como se da la falta
de confianza en los partidos políticos desde
adentro.
Con el renacimiento
de la democracia en Haití, los ciudadanos han retomado sus
posibilidades para participar en la vida política del
país más exactamente mediante las elecciones. En la
realidad sólo había una participación en las
campañas electorales o, al propio día de las
elecciones, donde el "ciudadano-elector" es confrontado a listas
de los diferentes partidos y/o candidatos y, hasta las
próximas elecciones.
En menos de una década nacieron, aún
débiles las tendencias a romper esta actitud pasiva
y exigir abrir vías institucionales para que la
opinión de las distintas comunidades y grupos
sociales tengan un peso determinante a lo largo de las
duraciones de los gobiernos y para que esas comunidades y
grupos
sociales sean capaces de compartir y de asumir bajo su
responsabilidad algunas de las iniciativas
concentradas exclusivamente por los gobiernos centrales. Porque
muchos políticos, partidos son visto muy temprano
inadecuados y han perdido su credibilidad.
Naturalmente, en el contexto regional de toda la
América
latina y el Caribe había y todavía hay una
desconfianza en los lideres políticos y estas tendencias a
la participación inmediata y directa de los
ciudadanos.
Sin embargo, los políticos haitianos no llegan a
cambiar sus percepciones, actitudes y
siguen negando concebir la sociedad haitiana como una
constelación multicentrica. Ellos niegan las exigencias de
contextualizarse[25], es decir, rechazan la disposición de
formarse con cierta flexibilidad, para buscar en forma mejor el
bien común de la sociedad con demandas y necesidades tan
diversificadas. Por consiguiente, para la sociedad civil son
inadecuados.
Pensamos también que el renacimiento
de los partidos políticos en Haití durante la
década del noventa se daba en un contexto local bastante
complejo, donde, apenas los Haitianos retomaron los derechos
democráticos representativos empezaban a hablar de la
participación ciudadana directa en los países
vecinos. Las formas en las cuales de desarrollaron los valores
del autoritarismo en el país durante muchos años no
dejaron crecer una clase dirigentes políticos con valores
democráticos. Había una proliferación de
ONGs en todo el país, una vulgarización a
través de los medios de
comunicación de masas del contexto político
regional muy conflictivo y de una crisis de perdida de confianza
en los partidos políticos. Por ejemplo en Colombia, en
1996, solo un 6% de los Colombianos confiaban en los partidos
políticos, apenas un 10% creaba en el congreso.[26]
Mientras que no había suficientemente tiempo para hacer
la
educación cívica de los ciudadanos (labor de
los partidos políticos). Así que, los partidos
recién nacidos, sin madurez no habían como enemigos
solamente los otros partidos políticos, sino
también, como ha dicho el Secretaria general del Partido
Unidad Social Cristiana de Costa Rica[27],
muchos otros adversarios.
Asimismo, en los países industrializados, el
descontento de las poblaciones se ha reflejado en un incremento
del abstencionismo, el voto castigo y el fortalecimiento de
movimientos extremistas, y los partidos políticos han
sufrido severos traspiés en las urnas provocados por sus
antes fieles electores. En las penúltimas elecciones
presidenciales de los Estados unidos de
América, solo sufrago el 49% de los Estadounidenses y, de
esa cifra, el 8% vota por el candidato de protesta Ross
Perot[28].
En consecuencias, los partidos políticos son
inadecuados por su ausencia de ideologías, por su
progresivo aislamiento de la sociedad, porque, se olvidan de su
verdadera función en la sociedad, de que son agentes
representantes de la ciudadanía y se convierten en objetos
negociables para satisfacer intereses personales o de grupos.
También, sus inadecuaciones se explican por el hecho de
que no se esfuerzan suficientemente para aprehender en el nuevo
imperativo las verdaderas necesidades de la sociedad haitiana y
buscar una correcta escala de prioridades en las satisfacciones
de estas necesidades. Decirlo en otras palabras, los partidos
políticos fallan por falta de tecnificación de sus
políticos en un contexto de cultura de mercado que exige
otro tipo de acercamiento del discurso político a las
necesidades reales de la gente. Lo mismo pasa en Chile
aún en contextos sociopoliticos y socioeconómicos
poco diferentes, cuando por ejemplo: "Un 38,1% de los chilenos
declaran que no me inscribo en los registros
electorales ya que faltan lideres adecuados (CEP,1996). La
imagen de los
políticos deja mucho que desear. Un 68% cree que
esté quien esté en el poder siempre busca sus
intereses personales. Un 73% está de acuerdo con que los
políticos no se preocupan mucho de lo que piensa la gente
como yo, y un 82% señala que la mayoría de los
políticos sólo de acuerdan de la gente cuando hay
elecciones y después se olvidan de ella CERC,
1996)."[29]
III. 4. Desface entre las
Promesas Exageradas de los Políticos, sus Voluntades
Políticas y la Capacidad Institucional de la Administración
Pública del País.
Las faltas de responsabilidad, de finalidad objetiva, de
tecnicismo de los lideres políticos para entender o
aceptar que la política (el Estado de bienestar) no puede
ser y de hecho no es capaz de encargarse de la
coordinación social del país, implican que en
periodos electorales los políticos hacen enormes promesas
a la población. Mientras que al llegar al poder, la
capacidad del poder político no puede cumplir esas
promesas, por una parte. Por otra, los intereses personales y de
grupos particulares vuelven a ser prioritarios.
Pensamos, en este contexto que la mayor
característica de los partidos políticos a
través de las declaraciones de sus dirigentes en momentos
determinados es el engaño vinculado con la falsa
interpretación de las realidades, la mentira y la
equivocación. Proceden así porque están
frente a un pueblo quien, a pesar de todo, sigue, en parte,
creyendo en un líder
(tradición del integrismo político). Es decir, una
sociedad civil que todavía piensa que los políticos
tienen desde la primera hasta la última palabra. En suma,
una sociedad civil muy débil. Mientras que en realidad,
las relaciones entre sociedad, economía y política
a partir de las reformas económicas y de la crisis del
modelo
histórico de Desarrollo, desplacen el poder, la capacidad
y los roles del poder político para satisfacer las
necesidades de la nación.
Así, para gozar de gran popularidad, los políticos
dicen al pueblo lo que éste quiere oír y no lo que
necesita saber. Al respecto, cabe mencionar dos declaraciones del
Ex-presidente de Haití, Rene G. Preval, las cuales han
bajado su credibilidad delante de la población, cuando
pidió al pueblo haitiano, en un mensaje de fin de
año, de animarse de fuerza porque el próximo
año va a ser más difícil, y cuando
declaró en verano del año 2000 que "cada Haitiano
debe esforzarse para satisfacer sus propias necesidades"
traducida en creole "Naje pou sòti".
Pero, la práctica muestra que la ilusión
que tienen los lideres de que estos engaños van a ser
permanentes, de que la historia no los va a
desenmascarar es falsa, y que los políticos se
autoengañan. Pues, por hablar de una forma y actuar de
otra, por no poder satisfacer a las demandas tanto de las
fracciones de los partidos como del electorado, por ser
autoproclamados servidores
desinteresados de la sociedad mientras se enriquecen
ilícitamente (mentirosos, corruptos), los miembros de los
partidos desde adentro pierden confianzas, las fracciones se
desvían y en la mayoría de los casos se transforman
en otros partidos políticos o se desaparecen.
Eso produce un choque grave en los esfuerzos colectivos
e individuales necesarios para el cambio social en el
país, porque al mismo tiempo que el pueblo no sale de este
complejo de integrismo político, no cree en los partidos
políticos actuales que deberían representarle donde
está ausente. De donde vienen todos los sospechosos, los
silencios morales, el uso de cualquier forma de violencias como
único método
para resolver sus problemas, el individualismo, las perdidas de
intereses por la política. En total, las desintegraciones
internas y la desarticulación social sin ningún
logro positivo.
Las reflexiones sobre los contextos
sociopolíticos y socioeconómicos de los
últimos años, muestran que las luchas entre los
políticos dificultan el desarrollo del país. Los
intentos para llevar los antagonistas políticos a la mesa
de negociación con el fin de encontrar una
salida concertada a la crisis de gobernabilidad que vive el
país son inproductivos. Las luchas (conflictos
entre los Partidos Políticos) se empeoran más y
más, y las condiciones de vida de la sociedad se degradan
cada día más.
En consecuencia, pensamos que además de las
causas anteriores, la firme creencia de cada político
junto con su partido en una supuesta razón propia, por un
lado como por el otro, es un obstáculo de muchas
consideraciones a la concertación entre los
políticos y los partidos en oposición. Esta
ilusión de ser poseedor de lo que es conforme a la verdad,
de no ser culpable, no dejarlos a abrirse para entender el punto
de vista de sus adversarios políticos, puesto que cada uno
pretende tener toda la verdad. Eso impide que se escuche al otro.
Esta falla política que denominamos como otro "pecado
ético-político" implica que, desde el inicio de las
discusiones para resolver los conflictos (mayo de 2000), uno y
otro de los antagonistas usan etiquetas malas para intimidar al
adversario. Lo que consideramos como una forma de violencia y de
exclusión política que tiende a crear más
distancias, a levantar más paredes de separación
entre ellos, en lugar de construir puentes de consensos en un
régimen democrático. O, en otras palabras, se trata
de un juego de intentos para deslegitimar las reivindicaciones
del otro delante de la población y de los organismos
internacionales, de la desconfianza mutua, de las luchas para
destruir el otro en vez de convencerlo o de
transformarlo[30]
Nos preguntamos entonces; ¿no existe en el fondo
un problema de falta de capacidad real suficiente de negociación de los líderes
políticos? Lo que hace falta investigar en otro
trabajo.
III. 6. Partidos
Políticos y Políticos que están aprovechan
la crisis como pretextos
Es obvio que los Políticos o Partidos
Políticos que llegan al poder no pueden satisfacer las
demandas de la población por muchas causas. Porque hay un
nuevo contexto mundial de mucha relevancia para el desarrollo
nacional de lo que fue históricamente. Lo que significa la
política que representaba el ámbito más
elevada de las decisiones de desarrollo sufre de una perdida del
primado. El Estado como institución, espacio o lugar donde
laboran los políticos al llegar al poder pasa su rol de
ser conducción central del desarrollo nacional a una
economía de mercado totalmente autónoma. Con la
globalización y la
internacionalización de los valores sociales y
económicos, el Estado haitiano y la política como
sistema sufren grandes deterioros en cuanto a la primacía
que tenían en la coordinación social del
país. Es, como sostiene Flores: "Las fuerzas de la
globalización de la economía rompen el cerco de
los Estados y avanzan, a un grado impensable antes, hacia la
integración
económica y eventualmente política de las
regiones"[31]. Los recursos e
instrumentos de que disponía el Estado son más
débiles, mientras que la sociedad haitiana vuelve
más compleja y sus intereses son más diversos. Es
decir, el agotamineto de la matriz
estado-centrico que hace que el Estado haitiano es impotente
frente a las demandas de los "ciudadanos" implica una
reducción de los campos y posibilidades de acción
de los políticos.
Sin embargo, la utilización del estilo de
partidos políticos portadores de soluciones a todos los
problemas de la sociedad y de líderes políticos de
grandes discursos para
engañar los electores, impide declarar abiertamente a los
"individuos" que la capacidad de la política es
considerablemente reducida, que hay un desplazamiento del poder
estatal, en consecuencia un desplazamiento del poder de los
políticos. Entones, como estrategias de
soluciones, estos políticos sin finalidades objetivas, sin
responsabilidades, buscan un "otro" para echarle la culpa. Este
otro, hoy en día, es el pretexto de la oposición
política y el de la congelación de la ayuda
internacional para explicar su inercia.
En cuanto a los partidos de la oposición, se
puede entender a partir de sus comportamientos que no quieren que
los que están en el poder corrijan sus errores y buscan el
bien común de la comunidad haitiana. No manifiestan
intereses a presionar al gobierno para que se respete los
derechos de los ciudadanos y las mínimas normas justas,
sino buscan formas para derrotar al gobierno, aprisionarle a fin
de no poder lograr ningún cambio efectivo en
relación con las reivindicaciones populares en el plano
socioeconómico. Esta lucha que calificamos de
"perder-perder" o juego de "suma cero" falta de ética,
porque el bien común no debe ser solamente la finalidad de
los políticos que están en el poder, sino de los
que constituyen la oposición política.
También, aun cuando existan ciertos fines de bienes comunes
detrás de estos conflictos "perder-perder" que
identificamos en los comportamientos de los políticos de
la banda de la oposición, es claro que no haya de su parte
una voluntad real para aliviar la situación de más
pobreza de 80%
de la población que no puede esperar. Estos conflictos
son, por cierto, formas para derribar a los que están en
el poder, para impedir que el gobierno actual llegue a realizar
ningún logro de importancia relevante. Pues, una buena
voluntad política gozada de una ética de
responsabilidad orientada a la búsqueda del bien
común de todos los Haitianos, como está afirmado
por el Centro de Etica de la Universidad
Alberto Hurtado[32], tendría en cuenta ciertas dimensiones
de prioridad al nivel de las acciones. Esta lógica
"perder-perder" enmascarada por los conflictos carece de
ética que rige las misiones de los políticos de la
oposición[33].
En conclusión, además de las cuestiones de
falta de visiones, de finalidades, de ética de
responsabilidad, de una ética comunicativa, es menester
que leamos también en las actitudes y
los comportamientos de los políticos el uso de los
conflictos políticos para ocultar sus debilidades y sus
incapacidades.
Las explicaciones de aquellos comportamientos son
enormes. Por ejemplo, la cultura de desconfianza reciproca de
todos haitianos; la inexistencia en el país de una
tradición de dialogo nacional;
el individualismo que se produce en las acciones de cada ser
humano a buscar solamente sus propios intereses como fruto del
auge del mercado; las implicaciones directas de algunos factores
externos en la
organización interna de la política en el
país; las consecuencias inmediatas de las décadas
de dictadura en
la conformación de la clase política y del carácter
de los políticos. Todos son, uno más que otros,
imprescindibles, sean como efectos de una ética rutinaria,
utilitaria, de domesticidad, para aprehender las causas de los
problemas que intentamos discutir.
IV. TENTATIVAS DE ALGUNAS PROPUESTAS.
Desde finales del largo periodo de gobierno de Duvalier
(1957 a 1986), la República de Haití se halla en
una crisis política perpetua. De forma muy sencilla, es
decir, sin hacer muchas consideraciones de los factores
temporales y contextuales, podría decir que terminó
desde esta fecha la estabilidad política en Haití,
entendido que un sistema política es estable si y
sólo si en determinadas circunstancias tiene la tendencia
o disposición a reaccionar en forma tal que logra mantener
su identidad[34] El país ha intentado realizar reformas
rigurosas tales como el establecimiento de normas
democráticas, la consolidación de un Estado de derecho
y la reestructuración de la economía nacional,
entre otras. Sin embargo, dichos esfuerzos han producido
resultados insuficientes, las demandas de la población
quedan totalmente insatisfechas. Desde 1997, los políticos
han conducido el país a una gran agitación
política caracterizada por una lucha insana entre los
partidos políticos. La agudización de la crisis
política provocó a su vez la suspensión de
la ayuda internacional, lo cual privó al país de
cientos de millones de dólares. Así que, por suerte
de los partidos políticos o de sus lideres, el desarrollo
socioeconómico y político de Haití
está en su punto muerte. Lo que
se explica en ciertas medidas por la naturaleza y la
inestabilidad del sistema de partidos políticos haitianos.
O sea, los partidos políticos y sus dirigentes son como
los obstáculos al desarrollo de la isla. Puesto que el
deterioro de la situación política ha generado el
deterioro de todos los aspectos sociales, económicos y
culturales de la sociedad, lo que ha generado una creciente
decepción en la comunidad internacional. Lo que quiere
decir, no solamente los partidos políticos en sus formas
de actuar impiden el desarrollo político del país,
sino también contribuyen a aumentar la miseria de
más de ochenta por ciento de la población que
tienen un nivel de vida debajo de la línea de
pobreza.
En estas circunstancias de problemas o de crisis de
gobernabilidad, ¿podemos pensar en una sociedad haitiana
sin partidos políticos? Ni mucho menos. O, ¿podemos
hablar de ausencia de visión del partido "lavalas" que
está en el poder, y de una falta de capacidades reales de
la oposición para manifestarse bien en el espacio
democrático del país?
Más de una ausencia de visión, pensamos
que hay un problema de la inexistencia de toda una verdadera
clase política en el país. Eso es porque, primero
la dictadura y los gobiernos militares que se quedaron al poder
hasta 1994 no dejaron crecer en el país los elementos y
condiciones fundamentales para crear esta clase política.
Segundo, todos los partidos, las agrupaciones y facciones
políticos que van a nacer, gozarán de una supuesta
misma ideología democrática (centro derecha). O,
uno es la división de otro. Digamos, entonces, se trata de
un fenómeno político de "Partidos políticos
en Haití sin clase política". En efecto, en una
clase política donde hubiese dirigentes políticos
no podrían tolerar que, en las relaciones externas del
país, haya una similitud tan marcada entre las
épocas de las distintas caras del autoritarismo fuerte en
el país tales la dictadura duvalierista de 1957 a 1984,
los regímenes militares de 1986 a 1994 y el periodo
actual.
En el texto;
sistema de partidos políticos en América
Latina, los autores concluyen lo siguiente: "Nuestra
conclusión indica que en esta última parte del
siglo veinte el papel de los
partidos políticos en América Latina ha cambiado
significativamente. A pesar de estos cambios profundos, los
partidos siguen siendo instituciones cruciales para la
definición de los perfiles de la política
democrática". Estamos plenamente de esta
aseveración, aunque repitamos que la política es
cada día más multicentrica. Así,
recomendamos que ciertas medidas sean tomadas para revalorizar
las acciones de los partidos políticos.
Ahora, reconocemos que la democracia como forma de vida
y la consecuente vigencia efectiva de los derechos humanos
no es algo dado, es un hacerse permanente, exige un esfuerzo de
socialización[35] en los valores más
apreciados, requiere insuflar a los ciudadanos (políticos
y otros) y a las instituciones de esos valores, y así
convertirlos en principios
internacionales que guíen las actitudes y comportamiento
en la sociedad y en la política. No se trata de una simple
aspiración colectiva de vigencia plena de formalismos
jurídicos en un ámbito pensado como ausente de
conflicto sino
de una tarea cotidiana que posibilite el derecho a tener derecho
como una practica social portadora de otra racionalidad
política necesaria sustentada en valores. Es decir, como
sostuvo el doctor Oscar Arias[36], no podamos predicar una receta
mágica, pero nos permitimos proponer entre otros los
siguientes lineamientos.
IV. 1. Medidas
Indispensables a Tomar desde los Lideres hasta los Partidos
Políticos
Una de las opciones de particular importancia es
promover mayor transparencia en la
administración de los asuntos políticos de
Haití. Eso es la tarea de todos los minisistemas del
sistema político haitiano. Es decir, es la responsabilidad
de los lideres, los partidos, los electos, las entidades de
financiamiento
de las actividades políticas incluidos los organismos
internacionales, de los funcionarios públicos, y sobre
todo de la junta electoral permanente.
La falta de credibilidad que ronda a los partidos
políticos del país, creemos, se debe en gran medida
a su incapacidad para plantear abiertamente sus intenciones. El
problema para resolver aquí, puede ser un problema de
visión o de programas, de
competencia, de
capacitación o de renuncia deliberadamente
de ciertos políticos. En efecto, para continuar ejercer el
papel que el contexto actual de la civilización les
asigna, que tal vez no sea pequeño, los partidos deben
cambiarse. Los lideres políticos tienen que darse cuenta
que pierden la mística del evangelio, o dicho de otra
forma más laica, tienen que reconocer que pierden el papel
de educador, y ya no logran articular solos, como predestinados,
un proyecto de
civilización.
Los partidos son cada vez más parte integrante,
más movimientos. Son menos ideológicos y más
programáticos. Es a partir de esta comprensión que
deben fortalecerse para elaborar proyectos para el
bien común y el futuro. Por lo tanto, enfrentar de mejor
forma los problemas de gobernabilidad.
Los políticos y sus partidos deben darse cuenta
que son muy fuertes, pues sus comportamientos implican problemas
de gobernabilidad del país. En consecuencias, están
llamados a comportarse en lideres responsables actuando con una
racionalidad flexible al buscar el bien común como
finalidad objetiva. Deben recordarse que sin esta finalidad que
es el bien colectivo, sin una ética de responsabilidad la
cual que les obliga a huirse de la de la pura convicción,
sus políticas carecen de sentido, y que son y serán
culpables de los dos pecados mortales, como dice Max Webert[37],
que existen en la política. Es menester que los
políticos controlen (hasta un tipo de fiscalización
dentro del sistema de partido del país) sus discursos de
promesas exageradas y acabar con los sloganes tipos "la
alegría ya viene" de Chile al final
de la década de los ochenta.
Defendemos los cambios internos de los partidos
políticos; esperamos que los actores inmediatos se den
cuenta de las necesidades de estos cambios, y, a nuestro juicio,
han de darse cuenta, porque la ola de la renovación no
podría excluirlos. Ya que, el mismo sistema
político haitiano es democrático partidario.
Estamos más que convencidos que los partidos
políticos, de igual manera que sus actitudes y
comportamientos dificultan el desarrollo del país, pueden
y deben ejercer papeles relevantes para el desarrollo
político y social del país. Sin embargo, es claro
que la sociedad haitiana actual no tiene semejanza con las
anteriores. La sociedad haitiana es, cada día, más
compleja. No tiene, ni siquiera tener una relación de
dependencia con los partidos. Así, la labor de los
partidos es, ante todo, de contextualizarse.
IV. 2. Reducir el
espacio al fenómeno de proliferación de Partidos
políticos
Aun que no estamos totalmente de acuerdo con la Ex
ministra de relaciones exteriores de Colombia
Noemí Sanín[38], cuando dice que si no toman
medidas frente a la fragmentación de los partidos
políticos, podría desembocar en su
desaparición y el reemplazo de estos partidos por docenas
de movimientos con intereses dispersos. Porque, las funciones de
los partidos políticos están perpetuamente en
cambio (véase el curso de los partidos políticos
de Márquez), sin embargo siguen siendo distintas de
las de los movimientos de intereses diversos. Pensamos que los
políticos tienen que llegar a un nivel de compromisos
destinados a frenar este problema de fragmentación. Esto
no quiere decir que estamos apoyando ni la fidelidad a un partido
ni el unipartismo como el bipardismo en Haití, pero en el
marco de las reformas necesarias al nivel de los partidos
políticos, hay que pensar en controlar este
fenómeno.
Por ejemplo, es saludable que establezcan reglas que
obligan a los partidos políticos de dejar de ser meras
maquinarias transitorias que canalizan apoyo electoral y
convertirse en organizaciones con presencia permanente en los
grandes debates y voceros del pluralismo de la
sociedad.
Eso, les permitirá recuperar en parte su
legitimidad como interlocutores en el escenario político,
lo que ni las media, ni los grupos de intereses diversos pueden
hacer. También, ayudará a lograr el nivel de
tolerancia o
de convivencia política sana (considerar el otro partido
no como enemigo, sino como adversario político con
derechos), y de reconciliación de los partidos
políticos.
El compromiso debe fortalecer e institucionalizar lo que
llamaríamos "la sana oposición
política" en el sentido de que los partidos, al hacer
oposición, deben ofrecer esperanza concreta, mostrar una
visión constructiva, crear una alternativa y plantear
soluciones viables y factibles.
Éstas, son algunas de las medidas que pueden
contribuir, entre otras, a controlar la proliferación de
los partidos y aumentar en consecuencias la credibilidad de los
partidos políticos en el país.
IV. 3. Formación
de la Junta Electoral Permanente.
Es preciso que se resuelva el problema de la falla
institucional relacionando específicamente con al
inexistencia de una junta electoral permanente a fin de regular,
por otro lado, los partidos políticos. Como la
constitución política de 1987 promulga, nos parece
relevante que el cuerpo político del país llegue a
formar el consejo electoral que tendrá que regular el
funcionamiento de los partidos políticos hacia afuera.
Regular las relaciones de los partidos con la sociedad, con los
poderes del Estado y con otros organismos.
Este vació institucional que existía desde
el renacimiento de la democracia en el país constituye un
gran obstáculo al buen desempeño del sistema político, por
lo tanto de los partidos políticos. Es menester que
organicen este consejo permanente para regular y actualizar como
se establece y se forma un partido político, como se debe
dar vida y personalidad
jurídica, en el contexto haitiano actual, a los
partidos.
Por ejemplo, este reordenamiento institucional
(formación de una junta electoral permanente
independiente) contribuirá a la constitución de un
fondo partidista público, con asignaciones
presupuestarias, instrumento utilizado en casi todos los
países democráticos del mundo y que
contribuirá a minimizar los efectos de las inversiones
privadas en la política y que siempre distorsionan la
voluntad del electorado. Asimismo, regularizará la
cuestión del financiamiento
privado de los partidos políticos, y disminuye por
consiguiente los elementos de corrupción
Estos mandatos y prohibiciones no son
antidemocráticos, sino servirán de garantías
complementarias a los ciudadanos, indispensables para legitimar
los partidos políticos, frenar el fenómeno de
anarquía política en Haití y continuar el
proceso de democratización en el país.
A partir de las explicaciones anteriores nos damos
cuenta que, a pesar de otros factores que pueden ser implicados
en los problemas de gobernabilidad en Haití, los Partidos
políticos son un actor más, ya que no solamente son
unos de los grandes culpables sino también las posibles
soluciones tiene que pasar por ellos.
Hay enormes progresos políticos en Haití,
porque a pesar de todo, llegamos a un tiempo donde la
oposición política es posible y legitima. Hoy por
hoy, se puede hablar de negociaciones y de concertaciones
políticas. A eso, es necesario reconocer el aporte de los
políticos del país. Pero, les hace falte reconocer
que en la coyuntura política actual (régimen
democrático) y los contextos de "poli-céntrico de
la política", de plena y complejidad de la diversidad; la
fuerza y el poder no están ubicados en un solo lugar.
Nadie puede gozarse de esta falsa pretensión que posee de
la fuerza para influir en los demás, y el otro, no. Es
menester que se organicen para vivir juntos.
Repetimos como sostienen Sergio Micco y Eduardo
Saffirio[39]: "Es indudablemente que los Partidos
políticos son actores fundamentales de las democracias
contemporáneas, pues realizan una labor imprescindible de
mediaciones entre la sociedad y el Estado". Asimismo en
Haití, más la situación sociopolitica y
socioeconómica está mala, a mayor problemas de
gobernabilidad más los partidos políticos se ven
indispensables para iniciar (emprender) con la
participación de otros sectores internos como externos
nuevas sendas de soluciones. Sin embargo, si seguimos estudiando
la definición de los partidos políticos mencionada
anteriormente y de algunas de sus funciones, obviamente que estos
partidos son sujetos a enormes modificaciones tanto en el tiempo
como en el espacio. Estas organizaciones políticas
haitianas están llamadas a reformarse. En efecto,
según esa definición, nuestros partidos
contemporáneos deben contar con departamentos de estudios
de la realidad social. Son laboratorios de análisis y experimentaciones de soluciones
para conflictos de la sociedad. Están llamados a
desempeñar el papel de cristodios de la estabilidad
política y del respeto a las
normas democráticas que rigen la convivencia social.
Éstas son unas de las grandes tareas de las organizaciones
políticas del país. Tareas que implican primero la
disolución de unas agrupaciones que se declaran partidos
políticos que nunca van a poder cumplir esas condiciones;
segundo la transformación con profundidad de los
demás. No son opcionales. Son tareas obligatorias. Es la
única forma para que la sociedad en general, los partidos
políticos en particular, todos, ganen. Pensamos que no se
queda más tiempo para hacer demagogia, para manipular
ciegamente la población. Pero, tampoco es demasiado tarde
para retomarse y salvar el país. No es opcional porque por
definición es el papel de los partidos políticos:
"crear mecanismos de análisis de los problemas nacionales
en todos los campos a través de sus departamentos
técnicos y especializados, a fin de plantear soluciones
concretas y cuantificados".
Al no responder positivamente a sus tareas, tres
situaciones catastróficas pueden ocurrir. Un país
abandonado donde un pequeño grupo dominante va a seguir
chupando la sangre de la
población; un estado de caos total donde el pueblo
terminará con su silencio moral y
será la violencia generalizada. Tercero, como solía
ocurrir, lo más factible es una intervención
directa o indirecta de una fuerza externa para solucionar
parcialmente la crisis, para ocultar los problemas de la
nación. Es decir, en otra forma aplicar "paños de
agua tibia" a
los problemas de la sociedad. Así, el resultado
será "perder-perder" y seguiremos con el mismo dilema que,
desde siempre, obstaculiza el desarrollo del país, el cual
consiste en la instalación de un Estado antes de la
construcción de una sociedad haitiana, con
el fin de mantener un grado de estabilidad aparente similar a lo
que Vicente Torrijos R denomina "Gobernabilidad reluctante", sin
la creación de espacio sociopolítico y
económico suficiente para el desarrollo del
país.
Sin lugar a dudas, las reformas de los partidos
políticos en Haití deben de estar sustentadas en
una ética partidaria en que se respeta el derecho, como
hemos mencionado brevemente en la parte de la reducción de
la proliferación, a disentir y se toleran las ideas
ajenas. Esto contribuirá a ir recuperando la confianza de
la ciudadanía en los partidos políticos y en sus
posibilidades de influir en sus cambios sociales y valorar
más sus funciones mediadoras[40] nacidas y muertas en la
década del noventa.
También, la solución a la crisis de
gobernabilidad actual debe dar participación a un sector
más amplio de grupos sociales, y las negociaciones no
deben limitarse a los actores políticos únicamente,
sino con adecuadas intervenciones de la Sociedad Civil cuando
ésta sea organizada y menos fuerte. Relacionando con esta
última idea, basta hacer dos hincapiés importantes.
El primero es la función de socialización que
tienen los partidos políticos en el fortalecimiento de la
sociedad civil. El segundo es que no queremos decir que hay que
esperar que la sociedad civil se organice perfectamente bien para
participar, ya que la participación se aprende
también participando.
Estos nuevos partidos políticos o partidos
políticos revisados que, esperamos con muchos entusiasmos,
tendrán que converger sus esfuerzos para la construcción, con base en criterios de la
sociedad haitiana primero y de los contextos internacionales o
regionales, un Estado nacional estable. Pues, sólo un tal
Estado con múltiples puertas abiertas a las demandas
sociales puede responder a los nuevos desafíos que
presenta el cuadro haitiano. Un Estado que sea capaz de canalizar
el nuevo estilo de relación entre las instituciones que el
contexto actual exige.
¿Queremos decir que hay que terminar con las
luchas entre los partidos políticos? No, lo contrario. Es
menester que sigan presionar uno a otro para reclamar buenas
conductas sociales y políticas, para generar conflictos.
Pero, les requieren con gran importancia las capacidades de
gestionar, transformar y de resolver sus conflictos con o sin
mediadores. Como actores u organizaciones responsables en los
nuevos imperativos sociopolíticos y económicos del
país (crisis de gobernabilidad), asimismo como sostiene
Hans Jonas[41], es preciso que mediten mucho para aprehender muy
bien los valores y la fuerza que deben representar sus acciones
actuales en el futuro (racionalidad instrumental comunicativa,
flexible y a largo plazo).
Si la política es un servicio a la sociedad, si
los políticos son en consecuencias servidores
públicos; los políticos haitianos están
obligados a hacer política con grandes responsabilidades
para poder interpretar las necesidades reales de la sociedad. Una
política responsable en el sentido de "una
articulación de acciones que consideren
simultáneamente el interés general y los intereses
particulares, las necesidades inmediatas y los proyectos a largo
plazo de la sociedad"[42]. Sin esta ética de
responsabilidad, que no tiene que ser una receta de una persona, de un
divino, de un libro
científico, sino una producción de las necesidades nacionales
auténticas; ni la política, ni el político
haitiano tienen su razón de ser.
Los imperativos del momento (duración de la
crisis de gobernabilidad) llaman a los lideres políticos
haitianos juntos con sus partidos a luchar contra su racionalidad
individualista si quieren sobrevivir en el sistema
político. Es una tarea difícil, pero no hacerlo
implicará consecuencias desastrosas tanto para el
país, el sistema político como para los mismos
políticos del país.
Pero, a esta altura de las crisis donde existen
tendencias a priorizar una solución cualquiera que sea el
proceso, los partidos tienen que retomarse para poder identificar
y rechazar todas ofertas y presiones venenosas, evitar todas
formas de corrupción, y de alternativa que tendría
como finalidad una estabilidad maquillada, incipiente que no
tendría componente social, económico y
político para servir de base a la buena gobernabilidad del
país. Ya que, ningún sistema estable tiene por
sí mismo una connotación positiva.
Es cierto que Haití constituye un caso inestable,
y reiteramos que es imprescindible, si no quieren ser vencidos,
que se unan (competitividad
en la integración) manteniendo los niveles de
diferenciación claramente definida (diversidad en la
unión) para una competencia
política sana, pero la búsqueda de una aparente
estabilidad, de áreas grises, de paz imperfecta impuestas
por una suerte de educación para la paz
desde el conflicto no
es necesariamente, ni debe ser el fin de los esfuerzos que tienen
que hacer los Partidos Políticos en la construcción
de condiciones y de espacios para una real evolución hacia una Gobernabilidad
democrática en Haití
1. Carmen Innerarity
y Daniel Innerarity: La transformación de la
Política para gobernar una sociedad compleja. En Revista
Estudios y Políticos, Madrid. 1999.
2. CEPAL/ILPES: Partidos
Políticos Y gestión estratégicas. CEPAL –
naciones unidas,
Santiago de Chile, 1997.
3. Constitution de
la République D´Haiti. Editions Liberté.
Port/au/ prince, 1996.
4. Edgardo Boeninger: La
gobernabilidad: un concepto multidimensional. In
¿Qué espera la sociedad del gobierno?. Universidad de
Chile, 1994
5. Haiti-fiche
documentaire, février 2001.
http://www.infoexport.gc.ca/docs/view-f.asp?did=267&gid=205
6. http://165.158.1.110/spanish/sha/prflhai.html
7.
http://www.georgetown.edu/pdba/Parties/Resumen/Haiti/desc.html
8. http://www.haiti.org/francais/titre03.htm#Top
9.
http://www.iigov.org/documentos/
10. Informe ETHOS.
Universidad Alberto Hurtado. No. 16 (2001).
11. Institut Haitien de Statistiques et
d’Informatique: Estimation de la Population Totale
d’Haiti par Année suivant le sexe et la Zone de
Résidence. ( 1950-2015)
12. Jonas, Hans: Los principios de la
responsabilidad. Pág. 55, 56 y 57.
13. Manuel Alcántara Saez: Gobernabilidad,
crisis y cambio. Cfe.1995
14. Manuel Mella Marquez: Curso de Partidos
políticos. Ediciones AKAL, S. A 1997. Madrid- España.
15. Max Webert: El político y el
Científico. Ed. Alianza, Madrid. 1981.
16. Norbert Lechner: Tres formas de
coordinación social. In Revista de la
CEPAL, no. 61. Abril 1997.
17. Norberto Biobbio: Diccionario de
Política. Pág. 538 Ed. Siglo XXI. España
1991
18. PNUD: Partidos políticos y
Gobernabilidad en América Central. Ed. Constantino San
José, Costa Rica.
1997
19. Rodrigo Borja: Enciclopedia de la
Política. Ed. Fondo de cultura económica, México
1997.
20. Sergio Micco, Eduardo Saffirio:
Anunciaron tu Muerte. CED.
Santiago de Chile, 2000.
21. Víctor Flores Olea: Los sistemas
políticos y su crisis. In Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales. No. 152.
Jean Patrique CIMÉ