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Problema de gobernabilidad en Haití: Los partidos políticos como un actor más




Enviado por velo_p



    1. Resumen
    2. Marco Teórico y
      Conceptual
    3. Breve mirada del campo
      sociopolítico de Haití
    4. Tentativas de algunas
      propuestas
    5. Palabras
      finales
    6. Bibliografía

    Resumen.

    En este artículo sobre
    "El Problema de Gobernabilidad en Haití: Los Partidos
    Políticos como un actor más", está
    planteando la idea de que el problema de Gobernabilidad en
    Haití es multidimensional con causas profundas en el
    sistema
    político del país, particularmente en las
    debilidades de sus Partidos
    Políticos. Reflexionando sobre la situación de
    ingobernabilidad en Haití, se reconoce a los Partidos
    Políticos como parte del problema y parte de las soluciones. Se
    discute, entonces, la mayor primacía que alcanzan
    todavía los partidos políticos en la coordinación de la sociedad
    haitiana, a pesar de que se admite que el rol articulador central
    que tenían los Partidos Políticos es
    considerablemente modificado. Se hace un intento de proponer
    algunas alternativas de reordenamiento de los Partidos
    políticos para religitimarles a fin de que puedan cumplir
    sus roles al servicio de la
    sociedad
    haitiana conformemente a la nueva relación que existe
    entre la sociedad, la economía y la
    política,
    por un lado, y entre el Estado, la
    sociedad civil
    y los partidos políticos, por el otro lado.

      Introducción.

    A pesar de ciertos progresos durante los últimos
    tres años de la república de Haití
    según las consideraciones del PNUD en sus informes
    anuales sobre el Desarrollo
    Humano (pasando de la posición 157 en 1998, 150 en
    1999 a 134 en 2000), los problemas
    sociales, económicos y políticos del
    país siguen llamando la atención de la comunidad
    internacional y nos preocupa mucho como ciudadano del
    país. Cabe solamente hacer una sencilla mirada
    crítica y objetiva de unos datos del
    país, por ejemplo un producto
    percapita de menos de $ 250, una tasa de desempleo de
    más de 60%, un crecimiento del producto interno
    bruto de 1,6%, una tasa de 17% de las personas en edad de
    votar inscrita en un partido político para entender el
    estado del
    panorama social del país.

    Es cierto que mantengan en Haití, desde
    más de una década, un discurso
    democrático, sin embargo, asistimos de hecho a "una
    democracia
    desdemocratizada", con un aparente contenido participatorio, cada
    vez más limitada en la medida en que consienten
    concentraciones extraordinarias de poder,
    acciones de
    corrupción
    evidentes y a la vez impunes, una proliferación de
    políticos y de partidos políticos que se dedican a
    hacer política sin finalidad objetiva, sin
    responsabilidades y que quieren llegar al poder para
    estar en el poder, un Estado con
    funciones
    atrofiadas por las influencias del poder
    Ejecutivo sobre los otros poderes, y arbitrariedades abiertas
    justificadas en nombre del voto previamente recibido. Por
    supuesto, hay también violación sistemática
    de las promesas electorales, desmantelamiento del contenido
    sustantivo del discurso
    político, y transgresión de los contratos que
    sustentan la credibilidad en quienes mantienen la dirección de lo institucional.

    A esta altura tan desastrosa de la situación
    socioeconómica y política del país, pensamos
    que sería más que legitima, de nuestra parte, hacer
    unas reflexiones cuyos objetivos se
    dedicarían a lo menos a determinar porqué los
    partidos políticos haitianos como uno de los actores
    relevantes llamados al ordenamiento de la coordinación social del país dentro
    de este escenario, no son capaces de juegan sus roles y, cuales
    deberían ser algunas de las alternativas para enfrentar
    los grandes desafíos sociopolíticos del
    país.

    Por la amplitud, los aspectos y las consecuencias tan
    generales que tienen estas crisis, no
    queremos pensar ni dejar a nadie pensar que estaría en
    nuestro espíritu la intención de responsabilizar a
    los Partidos Políticos como principales y únicos
    culpables, ni como órganos únicos que deben
    solucionar estos problemas.
    Porque, en Haití como en todo el mundo ya ha pasado el
    tiempo de
    pensar en un solo y principal actor, vector o motor para los
    cambios sociales. Es como sostiene Von Beyne Klaus: "la
    política ya no es el centro ordenador de la vida social.
    En esa situación influye que las sociedades
    actuales parecen no tener un solo centro, dada su creciente
    complejidad, producto de la
    diferenciación social y la autonomía funcional del
    derecho, la cultura, la
    economía y
    la religión"[1]. Empero, después de
    entender y analizar los principales desafíos que las
    transformaciones sociales y políticas
    en curso plantean a los partidos políticos a través
    de los debates centrados en las realidades de las democracias en
    América
    Latina; considerando las dos funciones
    principales de los partidos políticos en el periodo
    actual, la de la representación de la sociedad y la de la
    operatividad del régimen político o de
    gobernación[2]; y observando las acciones de
    los políticos o de los partidos en el país,
    decidimos así delimitar nuestras reflexiones.

    Este trabajo es una prolongación de nuestros
    exámenes críticos de la noción de
    Gobernabilidad como un proceso de
    gestión
    política, orientado a posibilitar la consolidación
    e institucionalización de la democracia a
    través del consenso entre los distintos actores
    participantes en la arena política democrática[3]
    Y, nos proponemos, como formuló el sujeto: "Problemas
    de Gobernabilidad en Haití: los Partidos Políticos
    como un Actor más"
    , hacer un pequeño análisis de algunos de los comportamientos
    de los partidos políticos del país durante los
    últimos años frente a los problemas de
    Gobernabilidad del país, e intentamos recomendar unos
    lineamientos de acciones necesarias en término de soluciones
    posibles.

    ¿Pretendemos predicar toda la verdad sobre este
    tema al pensar realizar este ensayo? Ni
    mucho menos. Sin embargo, entendemos que si bien que los malos
    comportamientos de los partidos políticos pesan mucho al
    momento de estudiar las causas de los problemas de gobernabilidad
    en Haití, no se puede esperar a resolver estos problemas
    cruciales sin ellos. Pues, tienen una función
    legítima como órganos auténticos para guiar
    una relación sana entre el Estado
    (aparato estatal) y la sociedad
    civil.

    Este ensayo
    está divido en cinco partes. La primera consiste en la
    presentación de una breve definición y
    explicación de algunos conceptos considerados relevantes
    para un mejor acercamiento al trabajo. La segunda parte es una
    breve ojeada de la situación sociopolítica del
    país. En la tercera parte hacemos, en seis puntos, un
    intento de explicación de las debilidades de los Partidos
    Políticos en Haití como causas vinculadas con los
    problemas de gobernabilidad. La cuarta parte es una propuesta de
    posibles medidas que pueden ser tomadas con el propósito
    de enfrentar los problemas de gobernabilidad. Finalmente, vienen
    las conclusiones.

    Por último, lamentamos la excesiva
    repetición de la expresión "Partidos
    Políticos
    " en el trabajo.
    ¡Ojalá! Que esta irregularidad de forma no impida
    tomar en consideración nuestras reflexiones que consisten
    en un intento por contribuir a los debates destinados a mejorar
    las condiciones de vida en Haití, y fortalecer el sistema de
    partidos políticos en el país
    particularmente.

     I. Marco
    Teórico y Conceptual.

     I. 1. Problemas de Gobernabilidad o
    Ingobernabilidad.

    Sería posible conceptualizar, de partida, con
    algunas hipótesis sobre la ingobernabilidad; las
    cuales, nos parecen, constituyen una caja que engloba de manera
    adecuada el tema. Dichas hipótesis son las
    siguientes.

    La ingobernabilidad es el producto de una sobrecarga de
    demandas a las que el Estado responde con la expansión de
    sus servicios y de
    sus intervenciones, pero que provoca inevitablemente una crisis
    fiscal
    (O´CONNOR). La gobernabilidad de una democracia depende de
    la relación entre la autoridad de
    las instituciones
    de gobierno y la
    fuerza de las
    instituciones
    de oposición (HUNTINGTON). La ingobernabilidad es el
    producto conjunto de una crisis de gestión
    administrativa del sistema y de una crisis de apoyo
    político de los ciudadanos a las autoridades a los
    gobiernos.

    En cierta medida es evidente que los estímulos
    que han suscitado la elaboración de las tesis
    anteriormente mencionadas han sido diversos, ya sea en el nivel
    teórico o en el nivel practico contingente. Pero no hay
    duda de que también responden a un proceso
    común que han sufrido todos los sistemas
    políticos occidentales: la expansión
    política, de toda su esfera y actividad, de la
    participación de los ciudadanos y de la
    intervención del Estado. Dicha expansión constituye
    el motor de un
    fenómeno que presenta rasgos precaliares respecto del
    pasado. Sin embargo, las características atribuidas al
    fenómeno actual de ingobernabilidad no son elementos
    absolutamente menos, Crisis fiscal de las
    Estados, falta de institucionalización de las organizaciones y
    procesos
    políticos, colapso de los aparatos administrativos y falta
    de legitimación de las estructuras
    políticas se han producido en todo tiempo y lugar
    frecuentemente han llevado a revoluciones, guerras
    civiles y golpes de estado.

     El tema de gobernabilidad o crisis de
    gobernabilidad En la Enciclopedia de la Política, Rodrigo
    Borja[4], se aborda de la siguiente forma. Uno de los problemas
    más graves que afrontan los regímenes
    políticos contemporáneos especialmente en los
    países subdesarrollados es el de la gobernabilidad. Se
    entiende por gobernabilidad la razonable capacidad de mando, de
    conducción política y de disciplina
    democrática que puede alcanzar una sociedad. El profesor
    Michael Coppedge afirma que la gobernabilidad descanza en la
    armonía relación entre los actores
    estratégicos de una comunidad, o sea
    entre aquellos que tienen suficiente poder para alterar el orden
    público, impulsar o detener el desarrollo
    económico o, en general, afectar la marcha de la
    sociedad, ya sea porque poseen determinantes bienes de
    producción, o mueven organizaciones de
    masas, o tienen influencia sobre la maquinaria administrativa del
    Estado, o manejan las armas o poseen la
    capacidad de diseminar con fuerza ideas e
    informaciones sobre la sociedad.

    La gobernabilidad se define también como la
    previsible capacidad de un sistema político de durar en el
    tiempo[5]

    Según Edgardo Boeninger[6], la gobernabilidad es
    un concepto
    multidimensional caracterizado por la presencia de dos grandes
    megatendencias. Unas ligadas a sistemas
    políticas pluralistas denominados Democracia, y otras, a
    economías de mercado
    predominadas por la empresa
    privada. Él plantea el problema de la Gobernabilidad con
    ciertas particularidades hacia una visión de doble
    necesidades: la de reconocer y de aceptar los cambios y las
    limitaciones que se dan en las esferas de la coordinación
    social, la de la modernización de la gestión del
    Estado (pública) según el nuevo contexto de las
    realidades sociopoliticas y socioeconómicas nacionales,
    regionales e internacionales.

      De forma distinta de Boeninger, Vicente Torrijos
    R[7] aborda también el problema de gobernabilidad
    según dos megatendencias: la
    globalización y la interdependencia, por un lado, y la
    fragmentación y la creciente autonomía regional y
    local, por otro. Según él en los flujos de cruces
    entre los "sub-elementos" llamado por él "resultante" que
    están dando dentro de aquellos dos bloques
    (megatendencias), producen inestabilidad, incertidumbre y caos,
    en otras palabras ingobernibilidad. Sin embargo, él
    sostiene que existen unas aparentes gobernabilidades que
    serían una suerte de ejercicio por parte de micro-orden
    político para adecuarse a un marco-político global
    gracias a la presión
    ejercida por fuerzas exógenas. Tal situación
    está denominada por el autor llama: Gobernabidad
    reluctante reacia, frágil, inasible. Su idea de la
    gobernabilidad consiste en la capacidad de tratamiento de
    problema de la complejidad cultural, económica y
    política de a sociedad a partir de la concertación,
    el equilibrio y
    la operatividad de la democracia.

    Vicente plantea la ingobernabilidad como una etapa que
    se puede experimentar para construir democracias
    autóctonas (la Gobernabilidad democrática es,
    ante todo, el acto mismo de construirla
    ) emergidas del fondo
    cultural e histórico de cada sociedad en particular. Su
    tesis está en contra del mantenimiento
    de una aparente estabilidad reluctante al detrimento de las
    verdaderas posibilidades que puede lograr experimentando la
    sensación de inestabilidad. Para él, los
    movimientos de cambio no
    necesariamente explican la presencia de situación de
    ingobernabilidad. Ya que, sostiene él: "la
    Gobernabilidad es cambiante, alterable, susceptible de crisis que
    la someten permanentemente a prueba".

     I. 2.
    Gobernabilidad, Estabilidad y Sistema político
    según Alcántara

    Manuel Alcántara Sáez[8] define la
    Estabilidad como la suma de variables
    políticas, sociales, económicas y culturales
    independientes que explican el rendimiento del sistema
    político. Él muestra que si
    bien la estabilidad no es una condición suficiente para
    asegurar la gobernabilidad, es necesaria para el buen rendimiento
    de las instituciones que aseguren la gobernabilidad del sistema.
    Pues, según él, la gobernabilidad queda reducida a
    un ámbito de dos tipos de categorías dentro del
    sistema político, las de orden estrictamente formal y
    aquellas referidas a la política
    económica. Así que la estabilidad (orden
    estrictamente formal) mantiene una notable presencia en la esfera
    de acción del gobierno, por lo
    cual tiene mucho que ver a la hora de entender la gobernabilidad
    del sistema.

    Manuel Alcántara plantea el problema de la
    gobernabilidad desde una lectura
    relacionada con situaciones de crisis en los sistemas
    políticos. Él entiende que las crisis de
    gobernabilidad son consecuencias de dos indicadores
    claves que son: la incapacidad de los gobernantes insertos en las
    condiciones contradictorias de los sistemas capitalistas, las
    demandas excesivas de los ciudadanos. Él destaca que la
    gobernabilidad es pluridimensional y embarca varias
    conceptualizaciones. Entre ellas son: la indisciplina, la
    inestabilidad, la ineficacia y la ilegalidad; las que consisten
    en las características que afectan la capacidad de
    gobierno que son: el grado de calidad de la
    burocracia, el
    compromiso de la burocracia con
    los objetivos del
    gobierno, el entorno institucional en el proceso de
    gestación de políticas, la influencia del sistema
    de partidos en la gobernabilidad; el fortalecimiento de la
    sociedad civil y la evolución de la cultura
    política, el comportamiento
    de la economía, los organismos de gobierno encargados de
    manejar la economía y al sector
    público.

    Alcántara presenta la gobernabilidad como: uno,
    el producto de una sobrecarga de demandas a las que el Estado
    respondía con la expansión de sus servicios y de
    su intervención provocando una crisis fiscal (corriente
    Neoconservador); dos, la creación de una mezcla inestable
    por la yuxtaposición de las prescripciones de la
    política keynesiana y la democracia política
    (corriente neoliberal); tres, la crisis fiscal del Estado como
    resultante de las condiciones del Estado del capitalismo
    avanzado agravadas por el sistema democrático (corriente
    neomarxista); y cuatro desde una visión de corriente
    clásica donde la discusión se centraba en el
    sentimiento de pertenencia al mismo cuerpo político y la
    creencia de que había una ley
    implícita común que todos los ciudadanos estaban
    obligados a respetar.

    Él dice a propósito de la gobernabilidad
    en países en vía de desarrollo
    (tercer mundo, América
    Latina) que, aparte de la inclinación a favor de centrar
    en la sociedad las explicaciones de gobernabilidad, se dan
    condiciones políticas especiales como la calidad del
    liderazgo, el
    grado de armonía enterélites, el diseño
    de las instituciones políticas dominantes como el sistema
    de partidos y las relaciones entre el ejecutivo y el Legislativo,
    el nivel de corrupción, y más
    específicamente en América
    Latina un desequilibrio en las relaciones de poder entre
    grupos e
    instituciones.

    En fin, sostiene que la gobernabilidad puede ser
    entendida teniendo en cuenta: uno, el régimen
    político integrado por el Estado, sus poderes y entramado
    institucional, la constitución política y las leyes
    fundamentales reguladoras de la política, la sociedad y la
    economía; dos, los actores sociales en los que se den
    cabida los partidos políticos, los grupos de
    presión
    y los movimientos sociales; tres, la cultura; y, el escenario
    internacional.

     A partir de estos acercamientos al concepto
    "Gobernabilidad, de crisis de gobernabilidad o, ingobernabilidad"
    se debe reconocer que los partidos políticos tienen un
    papel
    relevante en la consolidación de la gobernabilidad. Ya
    que, se reconoce que: "los partidos de la oposición se
    encargan de exacerbar las demandas de los pueblos que gritan con
    sus miles bocas invisibles y exigen sus derechos. Los gobiernos, por
    su parte, no siempre, están en posibilidad real de
    atenderlas. Esta sobrecarga de aspiraciones insatisfechas genera
    un estado beligerancia y de inestabilidad política que es
    otro de los factores de los que no puede prescindir al enfocar el
    tema de la gobernabilidad" [9] Por otro lado; "el partido
    político es la única organización fuerte que puede ser capaz de
    controlar una mayor participación, haciéndose
    fuente de autoridad y de
    legitimidad"[10]

    El mismo Boeninger[11] aboga por la existencia de
    partidos políticos sólidos con raíces reales
    en la sociedad, la existencia de un verdadero poder
    legislativo, la existencia de organizaciones de la sociedad
    que asumen nuevos papeles y la de instituciones administrativas
    capaces de asegurar la buena fiscalización, la
    estabilidad y el respeto a las
    reglas del juego
    político.

    Pero además de los aquellos actores mencionados y
    el círculo complejo (diríamos vicioso) que existe
    entre los distintos factores vinculados con los problemas de
    gobernabilidad, se puede destacar también que hay casi una
    unanimidad en las maneras como estos autores tratan el tema de
    participación ciudadana. Eso nos lleva hacer una sencilla
    mirada sobre la participación ciudadana.

     I. 3.
    Participación ciudadana.

    "La participación ciudadana se define como una
    intervención directa de los individuos o grupos de
    interés
    en los procesos
    económicos, sociales, culturales y políticos que
    afectan la vida, con un acceso constante a la adopción
    de decisiones y al poder" (PNUD, 1993:25). Según Olson,
    los grupos[12] de interés
    son una parte determinante de todos los procesos, tanto
    económicos como sociales y políticos. El
    interés común es marcadamente político, se
    expresa en que los miembros del grupo tienen
    afinidad por la acción, es decir, optan por vías
    comunes para obtener y garantizar las reinvindicaciones que
    persiguen. Los individuos que hacen parte del grupo se unen
    o se separan de éste en función de
    sus afinidades, las cuales determinan una serie de
    vínculos intermedios que logran fusionar a sus agentes y
    los hacen actuar en beneficio recíproco (Sanclemente;
    1965); de ahí, como lo explica Olson, que la
    participación esté afectada por motivaciones
    individuales sobre el beneficio que genera, por lo cual tiende a
    existir un mayor interés por participar cuando se obtiene
    más ganancia; los incentivos
    selectivos son importantes para aumentar la participación.
    Olson, también resalta la ventaja de promover la
    participación en grupos pequeños (a mayor
    tamaño del grupo hay menor claridad sobre los intereses de
    agrupación) porque la eficacia mayor,
    hay menos "ruido" en
    la
    comunicación, en la creación, el mantenimiento,
    el grado de pertenencia y reduce la posibilidad del "pasajero
    gratuito" quien espera obtener beneficio de la acción de
    los demás sin ningún esfuerzo.

     Las personas pueden participar en diferentes
    ámbitos de la vida, de muchas formas y a muchos niveles;
    estas modalidades de participación son complementarias
    entre sí y deben darse simultáneamente para
    asegurar su efectividad. En el informe de
    desarrollo
    humano del PNUD (1993) se distinguen tres tipos de
    participación:

    • Participación económica: proceso a
      través del cual los grupos de interés influyen
      y comparten el control
      sobre las iniciativas de desarrollo
      y las decisiones y recursos
      que los afectan.
    • Participación social y cultural: capacidad
      de intervenir plenamente en todas las formas de vida de la
      comunidad, con independencia de la religión, raza, color o
      sexo.
    • Participación política: posibilidad
      de tomar decisiones en la orientación y
      operación del aparato estatal, se refiere a aquellas
      actividades voluntarias mediante las cuales los miembros de
      una sociedad participan en la selección de sus gobernantes y, directa
      o indirectamente, en la elaboración de la
      política gubernamental. "Se distinguen dos tipos de
      participación política: la convencional y la
      no-convencional. En la primera, las prácticas comunes
      son votar, acudir a mítines, apoyar
      económicamente la campaña de algún
      partido o candidato, entre otras. En la segunda, se recogen
      actuaciones como manifestaciones, boicots, huelgas ilegales,
      daño de propiedad,
      violencia
      personal,
      entre otras. Ambas formas de participación
      política pueden diferenciarse atendiendo al criterio
      de demanda o
      no de las mismas por parte del sistema"[13] (PNUD;
      2000).

     La participación ciudadana desde la
    perspectiva del desarrollo humano, es al mismo tiempo un medio y
    un fin, ayuda a definir las prioridades de desarrollo colectivas
    teniendo en cuenta las de los grupos de interés. Este
    intercambio de información y su continuo monitoreo aporta
    transparencia, gobernabilidad y sustentabilidad a las
    decisiones, a los programas y al
    gasto
    público (PNUD, 1993: 17 y 25).

    "Una mayor participación permite que las personas
    puedan por si misma acceder a una gama mucho más amplia de
    oportunidades, genera escenarios propicios para la
    creación de confianza entre las personas. Igualmente crea
    redes de apoyo y
    relaciones entre las personas que vista en conjunto conforman el
    capital
    social. Es así como la participación puede
    construir asociaciones basadas en la confianza, principal
    determinante del capital
    social, y al mismo tiempo la confianza puede llevar a aumentar la
    participación en los diferentes eventos de la
    sociedad" (PNUD, 2000).

    La participación ciudadana implica un cambio de la
    democracia representativa a la participativa. Para Sudarsky
    (1999) en la relación entre la democracia representativa y
    la democracia participativa "Son muchos los que ven la
    participación y el uso de los mecanismos colectivos de
    ella como un problema adicional que no quisieran tener los
    miembros de los cuerpos legislativos. Esta suposición es
    la del control como un
    elemento de suma cero. El control de alguien le resta al control
    de alguien más. Están equivocados. Cuando toda la
    ciudadanía ejerza colectivamente el control, la
    transparencia y el Accountability brillarán igual que la
    racionalidad colectiva, la legitimidad y la gobernabilidad
    democrática
    ".

    II. Breve mirada del campo sociopolítico de
    Haití

    Después de las dictaduras de los años
    sesenta, setenta y de los ochenta en Haití, la
    recuperación de la democracia parlamentaria resultó
    en logro valorado masivamente por la sociedad haitiana.
    Normalmente, los poderes de los ciudadanos son limitados a meras
    posibilidades de la representatividad, pero la
    recuperación teórica de los derechos civiles y la
    posibilidad de elegir a las propias autoridades
    constituían un avance apreciable e indiscutible. Renace en
    el país un nuevo mecanismo fundamental para legitimar
    algunas operaciones
    democráticas en nombre de la participación de la
    población, de la elección ciudadana,
    de la libre voluntad manifestada cada vez en el acto
    eleccionario. Citamos por ejemplo, el referéndum en marzo
    de 1987 para aprobar la Constitución de la República, las
    elecciones generales al final del mismo año. Aun que los
    militares en compromisos con sectores fuertes de la clase
    dominante tradicional de la sociedad obstaculizaron la marcha
    hacia el progreso de esta nueva era democrática, se
    despiertan de forma abierta, preocupaciones e intereses
    considerables para lo político.

    Este renacimiento
    democrático acompañado de la creación de
    instituciones de la democracia representativa tales como las
    elecciones, una nueva constitución política, a
    pesar de sus limitaciones, implica por un lado unos hechos muy
    positivos, porque aparentemente genera, primero un cierto freno
    parcial a los abusos más abiertos del autoritarismo que
    existía en la dictadura.
    Segundo, constituyó otro tipo de freno a las restricciones
    hacia el ejercicio de los derechos civiles básicos y al
    sentimiento de estupor del ciudadano para expresarse.

    Sin embargo, al mismo tiempo, este sistema
    democrático que podríamos llamar "democracia
    representativa
    " implica por otro lado hechos negativos, entre
    otros: la corrupción generalizada en áreas de
    gobierno, insatisfacción de las necesidades de los
    ciudadanos, "hiperparlamentarista", políticos que
    constituyen una casta separada objetivamente del resto de la
    sociedad, una ostentación de lujos y privilegios ante la
    creciente pobreza dura de
    amplios sectores sociales, una perdida de creencia respecto de
    los valores
    del sistema democrático como tal, y, una falta de
    credibilidad que deprovee a las instituciones
    políticas.

    Por ejemplo, desde 1995 (en menos de diez años
    del renacimiento de
    la democracia en el país, y después de tres
    años de resistencia
    contra el golpe de Estado
    del 30 de septiembre de 1991, que tuvo un saldo oficial de miles
    de muertos directos) los intereses y los entusiasmos a la
    participación tanto política, social como
    comunitaria, han sido vistos prácticamente
    reducidos.

    Hoy en día, aun ciertos esfuerzos de parte del
    gobierno para realizar algunos progresos, la población se queda muy insatisfecha con
    estos resultados y contrasta todas apreciaciones que
    afirmarían que haya progreso. Por ejemplo, en Cité
    Soleil[14], el 15 de octubre de 2001, la muchedumbre enardecida
    gritó "Abajo Aristide". Pancartas con la imagen del
    presidente fueron quemadas en una manifestación de
    protesta contra la brutalidad policíaca. A finales de
    septiembre de 2001, en la plaza de "Champ de Mars" de la capital,
    la Coordinación Haitiana de la Marcha Mundial de Mujeres,
    que agrupa a 53 organizaciones de mujeres de los nueve
    departamentos del país, denuncia la mala gestión
    del gobierno de la siguiente forma. "¡Qué bofetada
    más grande podemos recibir de la parte del gobierno!" –
    comenta la Coordinación, cuando a pesar de las necesidades
    insatisfechas en materia de
    alimentación, de educación y de
    salud "se gastan
    millones de dólares americanos" en la compra de inmuebles,
    vehículos para las autoridades y electos de Fanmi
    Lavalas
    * como también en la remuneración
    para el cabildeo en EE.UU. a favor del gobierno de Haití.
    Las protestas y huelgas de todos los días por sectores
    claves de la sociedad como las iglesias, los universitarios, los
    médicos del Hospital público estatal de Puerto
    príncipe, los abogados, entre otros muestran los grados de
    insatisfacciones de los ciudadanos.

    El silencio moral de la
    población en julio del año pasado, cuando la base
    de la unidad más importante de la policía nacional
    del país (SWART) ha sido invadida por personas armadas no
    identificadas, es otra señal que explica claramente las
    reservas de los ciudadanos frente al sistema político del
    país.

    Esta apreciación de las opiniones
    públicas, por ejemplo, el rechazo de la población a
    respetar cualquier aviso de huelgas dado por los partidos
    políticos o por los raros sindicatos es
    señal que muestra la falta
    de creencia en los partidos. Pero, muy paradójicamente,
    contamos de vez en cuando, desde el inicio de la década
    pasada, más partidos políticos en el país,
    los cuales desde las elecciones legislativas y de las
    colectividades territoriales del 21 de mayo de 2000 están
    en luchas sin respaldo de la sociedad civil. Entonces, hagamos a
    continuación una breve ojeada sobre los partidos
    políticos haitianos.

      II. 1. Una
    Aproximación a los Partidos Políticos de
    Haití.

    Ante todo quisiéramos aclarar a que hacemos
    referencia al hablar de partidos políticos.
    Refiriéndose al siglo pasado, Rodrigo Borja[15] presenta
    los partidos políticos de la siguiente forma. Dice: "Una
    de las más importantes innovaciones políticas de
    este siglo es ciertamente la
    organización y perfeccionamiento de los partidos
    políticos como instrumentos de intervención de
    las comunidades en los quehaceres del Estado y la
    conversión de ellos en partidos de masas. Con ellos se ha
    desplazado en buena parte en centro de gravidad política
    de los individuos a los grupos organizados, que han pasado a ser
    los sujetos principales de la acción política de la
    sociedad. Esto es especialmente cierto en los regímenes
    democráticos modernos en los cuales casi todo el juego
    político se resume en las relaciones de
    confrontación y de lucha por el poder entre los partidos.
    Éstos se han convertido en los grandes protagonistas de la
    acción política. Han alcanzado un alto grado de
    organización…. Para que exista, un
    partido político debe reunir tres condiciones elementos
    fundamentales: ideología política, plan de gobierno
    y organización permanente estable a escala
    nacional"

    Por un lado, la nueva constitución
    política de la república (constitución de
    1987)[16] constituye el marco legal que permite una
    proliferación de partidos políticos en el
    país. Los artículos 31, 31.1, 31.2, 31.3, estipulan
    los derechos de cada ciudadano haitiano para hacer parte de
    cualquier partido político o de formar su propio partido
    político. En la actualidad, existen más o menos
    treinta partidos políticos en Haití[17], seis
    agrupaciones de partidos, dos movimientos políticos. Cabe
    destacar que sólo entre cinco y siete de estos partidos
    existían de nombre antes de 1986 y más de la mitad
    nació en la década noventa. Por ejemplo, el partido
    que está en el poder (FANMI LAVALAS) nació en 1997
    y su principal oposición más fuerte(OPL) en
    1991.

    La configuración partidaria en Haití es
    una mezcla de tres grandes tipos. Un grupo de partidos que pueden
    ser considerados hacer parte de un sistema de partidos. Es decir,
    existencia de más de dos partidos que reconocen más
    o menos como interlocutores valides en la escena política.
    Un segundo grupo constituido por partidos sin sistema, porque no
    se reconocen como interlocutores validos en la escena
    política. Y, un tercero constituido de políticos
    sin partidos o partidos creados desde el Estado. Sin embargo son
    pocos los que están en condición para ganar las
    elecciones. Hoy por hoy, los partidos presentes en las
    cámaras de diputados y de senadores se reparten de la
    forma siguiente.

    Partidos Políticos que tiene
    representación en las dos
    cámaras

    Jefe del Estado

    %

    Senadores

    %

    Diputados

    %

            
    Fanmi Lavalas

    1 Presidente

    100%

    21

    77.78

    72

    86.74

            
    Organisation du peuple en lutte

      

    04

    14.82

    01

    01.20

            
    Parti Louvri Bariè

      

    01

    03.70

    02

    02.41

            
    Mochrena

     

     

    00

    00.00

    03

    03.61

            
    Espace

     

     

    00

    00.00

    02

    02.41

            
    Eskamp

     

     

    00

    00.00

    01

    01.20

            
    Indépendant

     

     

    01

    03.70

    01

    01.20

            
    Total

    1

    100%

    27

    100%

    82

    **

            
    Cantidad prevista por la
    constitución

    1

    100%

    27

    100%

    83**

    100%

    ** En la cámara de diputados hay un culur
    vacante.

     No solamente, hay una atomización
    (pluralismo extremo) y proliferación de partidos
    políticos, es claro que existe una situación de
    partidos dominantes en el país. Muchos de los partidos no
    presentan de verdaderos elementos que pueden facilitarnos hacer
    una clasificación de ellos, lo que nos lleva a deducir que
    ellos sufrirían de una crisis de ideología muy fuerte. Sin embargo, en sus
    organizaciones se acercan de la estructura de
    los partidos de masas[18] con una forma de organización de
    la burocracia estatal. Otros, digamos concretamente, no son
    partidos políticos, porque no tienen ni una
    ideología claramente definida, ni un plan de gobierno,
    ni ningún tipo de organización permanente estable a
    escala nacional
    (ver Rodrigo Borja, Op. Cit.)

    Partimos de la clasificación de partidos
    políticos hecha por M. Duverger, los partidos mayores en
    Haití son casi todos partidos mixtos. O sea, poseen una
    naturaleza en
    parte directa, basando en la adhesión directa e individual
    al partido, y en parte indirecta, con afiliados colectivos o a
    través de mediaciones orgánicas.

    El origen social de los electorados, del líder
    político y de los miembros de un partido político
    no tiene muchas relaciones con el tipo de partido
    político, es decir, no se puede estudiar la estructura de
    un partido político de Haití a partir de criterios
    basados en ningún valor de
    clasificación social. Eso es un avance político
    considerable que facilita las coaliciones que existen actualmente
    entre los partidos de la oposición, mas constituye un
    parámetro importante que puede ser una explicación
    de las debilidades de las coaliciones. También, puede ser
    una de las causas de las divisiones internas de los partidos
    políticos.

    Y, en última, antes de la tentativa de
    explicación de las debilidades de los partidos, hay que
    entender que ellos tienen en común con todos partidos
    políticos la aspiración de sus jefes al poder[19].
    Aquí están sus verdaderos problemas, ya que los
    intereses de los políticos con sus partidos son el poder
    por el poder, los cargos, dejando la búsqueda del bien
    común de la sociedad, las demandas del electorado y de
    algunas de sus fracciones en el segundo plano.

     III. Hacia una
    Explicación de las Debilidades de los Partidos
    Políticos en Haití.

    De partida es dable destacar que no existe una sola
    explicación de las debilidades de los partidos
    políticos en Haití. Las causas son
    múltiples, endógenas al sistema político del
    país y/o a las mismas estructuras de
    los partidos, externas a los partidos, y a veces son mucho
    más relacionadas con los contextos sociopoliticos y
    económicos regionales. Enseguida, vamos a indicar cinco de
    las razones que pueden explicar estas crisis.

     III. 1.
    Proliferación y Debilidades de los Partidos
    Políticos como
    Reproducción de las Características
    de una Sociedad Civil Haitiana Altamente Diversificada e
    Inmediatista.

    Los elementos presentes en la conformación de la
    identidad
    haitiana constituyen valores para
    entender lo que es la cultura de los partidos políticos.
    Si antes los Haitianos acordaban una prioridad a la identidad
    colectiva frente a la identidad individual, hoy en día es
    totalmente diferente. Lo que significa que al reverso de la
    teoría
    de Marx[20], los
    intereses preceden a la identidad, lo individual es primordial, y
    no existe en nadie una identidad individual constante, puesto que
    los parámetros determinantes de las identidades
    individuales varían a medida que cambien los intereses. Es
    decir, la identidad individual del Haitiano (individualismo) como
    en todo el mundo tiene las características objetivamente
    determinadas por la posición y estatus social de él
    en momentos determinados.

    Por lo tanto, no existe una identidad colectiva que en
    parte puede ser conformada por la pertenencia de clase (social o
    política) o generar una conciencia de
    clase. Es a esto que referimos cuando dijimos en la parte
    anterior que los orígenes sociales del electorado o de un
    político no tienen nada que ver con su pertenencia o no a
    un partido político. Las diferentes asociaciones
    existentes actualmente son mucho más agrupaciones
    temporales, compuestas en ocasiones especiales. Es difícil
    encontrar un discurso uniforme entre ellas, ni dentro de ellas.
    Son agrupaciones que hablan de una manera y actúan de
    otro. Y, son agrupaciones sin ideologías y poco coherentes
    en sus acciones. Así que Haití tiene una sociedad
    civil no fortalecida, muy poco organizada y altamente
    diversificada como sostiene Norbert Lechner[21], y altamente
    atomizada.

    Con tales características, ocurre primero que, en
    un individualismo tan marcado, muy pocos son los ciudadanos que
    manifiestan intereses para luchar en común a través
    de un partido político; segundo, el mínimo
    porcentaje que participa en los partidos políticos
    (dirigentes y miembros), en vez de ser transformado por la
    ideología y los principios de
    partidos, llega a influir por sus intereses individuales y de
    grupos o particulares en los partidos. Lo que implica que haya
    dentro de los partidos una especie de "divergencias no
    positivas", en otras palabras una ausencia de unidad. Lo que en
    parte produce una multiplicidad de partidos políticos, de
    "Políticos" en el país y, por consiguiente, sus
    debilidades.

    Nuestra objeción al respecto es:
    ¿debería una sociedad tan desorganizada tener
    tantas influencias en los partidos políticos o lo
    contrario debería ocurrir? No negamos que los partidos
    políticos no siguen siendo en la época actual el
    centro de las actividades políticas, sin embargo, ellos
    deberían en tal coyuntura retomarse para cumplir sus
    funciones de socialización.

    Lamentablemente, estas particularidades de la nueva
    derecha liberal, como dicen Scott Mainwaring y Timothy
    Scully[22], por lo general más joven, más agresiva
    y más confiada en sus esfuerzos personales se encuentran
    en las estructuraras de los partidos políticos haitianos.
    O sea, hay dentro de éstos lo que podríamos llamar
    una reproducción institucionalizada de los
    vicios de la sociedad moderna. Así que, a los partidos les
    faltan, desde adentro, la unidad, la integridad, la solidaridad entre
    sus miembros, la inexistencia de una finalidad objetiva
    común y la confianza mutua, la igualdad de
    posibilidades para sus miembros sin exclusividad alguna y, la
    pasión partidista de sus integrantes. En síntesis:
    crisis y cambios económicos (economía liberal) como
    contexto internacional; violencias políticas de 37
    años de gobiernos autoritarios; originaron ciudadanos,
    políticos y militantes políticos egoístas,
    individualistas, los cuales conforman los partidos
    políticos oportunistas, corruptos, irresponsables,
    ineficientes, con visiones cortoplacistas y poca racionalidad
    comunicativa. Pero, ¿qué quiere decir aquella
    visión de muy corto plazo carecido de racionalidad
    comunicativa?

     III. 2. Visión
    Cortoplacista y la falta de Racionalidad Comunicativa de los
    Políticos

    No hay duda alguna que los políticos haitianos
    (dirigentes de partidos) se encuentran cautivados por una
    racionalidad instrumental. Es decir, sus acciones cuentan con
    calculo del éxito,
    generalmente de naturaleza
    utilitaria. Los políticos eligen y calculan los medios y fines
    de sus acciones en función de la máxima utilidad y por la
    máxima utilidad
    esperada. Sin embargo, fallan por no proyectar suficientemente
    sus éxitos en lo de la colectividad o en el futuro del
    país. Lo que quiere decir, se fallan por la
    aplicación de una ética
    demasiado pragmática basada en criterios cortoplacista, al
    servicio de
    intereses parciales y la pura conveniencia egoísta como ya
    señalamos. En suma, el embelesamiento y la vanidad del
    poder, su búsqueda y disfrute como un fin en sí
    mismo, el más crudo maquiavelismo político
    (denominado por Max Weber:
    Macht plolitik)[23] constituyen una explicación del deseo
    ardiente de los políticos haitianos que a cualquier
    costo quieren
    llegar al poder solamente por tener poder.

    La visión cortoplazista de ellos se halla
    también en sus compromisos corruptos con miembros de los
    consejos electorales, con grupos de intereses y de presión
    y, con organismos extranjeros, sólo para llegar al poder.
    Es como el aforismo de Downs por el que la finalidad de estos
    políticos y sus partidos no es la de ganar las elecciones
    para desarrollar una política, sino, por el contrario, la
    de desarrollar políticas para ganar elecciones como
    único fin.

    Ellos hacen promesas que no pueden cumplir, pensando que
    siempre van a poder engañar al pueblo. Son mentirosos
    tanto en los consensos entre ellos como frente al
    pueblo.

    De ahí surge una perdida de credibilidad y de
    legitimidad de los políticos delante de los ciudadanos que
    no se sienten, a través de la presencia de aquellos
    políticos, estar presentes en los lugares donde
    están ausentes. En las instituciones públicas por
    ejemplo. Así que ningún político con su
    partido tiene suficiente apoyo, ni legitimidad popular para
    convencer al otro como adversario
    político.

    Por otro lado, en sus maneras de actuar, entendemos que
    los políticos no toman cuenta las necesidades impuestas de
    hoy de la racionalidad comunicativa que es fundamental en las
    negociaciones sociales y políticas, donde las acciones de
    los actores participantes (el otro político y/o el
    ciudadano) deben de evitar de ser coordinadas a través de
    cálculos egocéntricos de intereses sino a
    través de entendimiento. Donde, también los
    políticos como actores comunicativos deberían
    orientar sus acciones de éxito
    buscando el entendimiento del otro. Pues, la política es
    un espacio de convivencia política y social[24].
    Ningún político puede actuar con éxito
    negando esta exigencia ética.

    A nuestro juicio, tales características de los
    políticos (enormes escasez de proyecciones en el futuro
    basadas en el bien común de la nación)
    producen lideres políticos totalizantes, autoritarios,
    sospechosos, sin reconocimientos en la practica a una
    contrafuerza política. Ésta, en un régimen
    democrático frágil, tan incipiente como el de
    Haití que está tratando de cambiar sus patrones de
    organizaciones sociopolíticas después de casi tres
    décadas de régimen autoritario, es básico
    para fortalecer una buena organización política en
    el país con el fin de mantener y garantizar una
    relación sana entre la sociedad civil y el Estado, entre
    los actores políticos del país para una mejor
    coordinación de la sociedad. Producen también una
    escisión del espíritu intersubjetivo que es
    indispensable para crear un clima, una
    actitud y
    políticos con espíritu de dialogo aptos de
    aceptación reciproca en las discusiones entre los
    políticos. En consecuencia: a menor intersubjetividad,
    mayores conflictos
    entre ellos, mayores problemas de inestabilidad, menor inversión en el país, mayores
    sanciones de la comunidad internacional, mayores las
    deterioraciones de la sociedad haitiana y mayores problemas de
    gobernabilidad.

     Si estos elementos constituyen, en ciertas
    medidas, algunos obstáculos para que se desarrollen
    partidos políticos capaces de cumplir sus deberes en
    función de las necesidades del momento, de consolidar la
    estabilidad democrática en Haití y de hacer que
    Haití sea cada día más gobernable, no son
    los únicos. Las mismas estructuras y los funcionamientos
    de los partidos por ejemplo son diferentes de las realidades de
    los ciudadanos. Veamos a continuación, como se da la falta
    de confianza en los partidos políticos desde
    adentro.

     III. 3. La
    No-adecuación de los Lideres y Partidos Políticos
    Haitianos como causa de sus Rechazos por la
    Población

    Con el renacimiento
    de la democracia en Haití, los ciudadanos han retomado sus
    posibilidades para participar en la vida política del
    país más exactamente mediante las elecciones. En la
    realidad sólo había una participación en las
    campañas electorales o, al propio día de las
    elecciones, donde el "ciudadano-elector" es confrontado a listas
    de los diferentes partidos y/o candidatos y, hasta las
    próximas elecciones.

    En menos de una década nacieron, aún
    débiles las tendencias a romper esta actitud pasiva
    y exigir abrir vías institucionales para que la
    opinión de las distintas comunidades y grupos
    sociales tengan un peso determinante a lo largo de las
    duraciones de los gobiernos y para que esas comunidades y
    grupos
    sociales sean capaces de compartir y de asumir bajo su
    responsabilidad algunas de las iniciativas
    concentradas exclusivamente por los gobiernos centrales. Porque
    muchos políticos, partidos son visto muy temprano
    inadecuados y han perdido su credibilidad.

    Naturalmente, en el contexto regional de toda la
    América
    latina y el Caribe había y todavía hay una
    desconfianza en los lideres políticos y estas tendencias a
    la participación inmediata y directa de los
    ciudadanos.

    Sin embargo, los políticos haitianos no llegan a
    cambiar sus percepciones, actitudes y
    siguen negando concebir la sociedad haitiana como una
    constelación multicentrica. Ellos niegan las exigencias de
    contextualizarse[25], es decir, rechazan la disposición de
    formarse con cierta flexibilidad, para buscar en forma mejor el
    bien común de la sociedad con demandas y necesidades tan
    diversificadas. Por consiguiente, para la sociedad civil son
    inadecuados.

    Pensamos también que el renacimiento
    de los partidos políticos en Haití durante la
    década del noventa se daba en un contexto local bastante
    complejo, donde, apenas los Haitianos retomaron los derechos
    democráticos representativos empezaban a hablar de la
    participación ciudadana directa en los países
    vecinos. Las formas en las cuales de desarrollaron los valores
    del autoritarismo en el país durante muchos años no
    dejaron crecer una clase dirigentes políticos con valores
    democráticos. Había una proliferación de
    ONGs en todo el país, una vulgarización a
    través de los medios de
    comunicación de masas del contexto político
    regional muy conflictivo y de una crisis de perdida de confianza
    en los partidos políticos. Por ejemplo en Colombia, en
    1996, solo un 6% de los Colombianos confiaban en los partidos
    políticos, apenas un 10% creaba en el congreso.[26]
    Mientras que no había suficientemente tiempo para hacer
    la
    educación cívica de los ciudadanos (labor de
    los partidos políticos). Así que, los partidos
    recién nacidos, sin madurez no habían como enemigos
    solamente los otros partidos políticos, sino
    también, como ha dicho el Secretaria general del Partido
    Unidad Social Cristiana de Costa Rica[27],
    muchos otros adversarios.

    Asimismo, en los países industrializados, el
    descontento de las poblaciones se ha reflejado en un incremento
    del abstencionismo, el voto castigo y el fortalecimiento de
    movimientos extremistas, y los partidos políticos han
    sufrido severos traspiés en las urnas provocados por sus
    antes fieles electores. En las penúltimas elecciones
    presidenciales de los Estados unidos de
    América, solo sufrago el 49% de los Estadounidenses y, de
    esa cifra, el 8% vota por el candidato de protesta Ross
    Perot[28].

    En consecuencias, los partidos políticos son
    inadecuados por su ausencia de ideologías, por su
    progresivo aislamiento de la sociedad, porque, se olvidan de su
    verdadera función en la sociedad, de que son agentes
    representantes de la ciudadanía y se convierten en objetos
    negociables para satisfacer intereses personales o de grupos.
    También, sus inadecuaciones se explican por el hecho de
    que no se esfuerzan suficientemente para aprehender en el nuevo
    imperativo las verdaderas necesidades de la sociedad haitiana y
    buscar una correcta escala de prioridades en las satisfacciones
    de estas necesidades. Decirlo en otras palabras, los partidos
    políticos fallan por falta de tecnificación de sus
    políticos en un contexto de cultura de mercado que exige
    otro tipo de acercamiento del discurso político a las
    necesidades reales de la gente. Lo mismo pasa en Chile
    aún en contextos sociopoliticos y socioeconómicos
    poco diferentes, cuando por ejemplo: "Un 38,1% de los chilenos
    declaran que no me inscribo en los registros
    electorales ya que faltan lideres adecuados (CEP,1996). La
    imagen de los
    políticos deja mucho que desear. Un 68% cree que
    esté quien esté en el poder siempre busca sus
    intereses personales. Un 73% está de acuerdo con que los
    políticos no se preocupan mucho de lo que piensa la gente
    como yo, y un 82% señala que la mayoría de los
    políticos sólo de acuerdan de la gente cuando hay
    elecciones y después se olvidan de ella CERC,
    1996)."[29]

     III. 4. Desface entre las
    Promesas Exageradas de los Políticos, sus Voluntades
    Políticas y la Capacidad Institucional de la
    Administración
    Pública del País.

    Las faltas de responsabilidad, de finalidad objetiva, de
    tecnicismo de los lideres políticos para entender o
    aceptar que la política (el Estado de bienestar) no puede
    ser y de hecho no es capaz de encargarse de la
    coordinación social del país, implican que en
    periodos electorales los políticos hacen enormes promesas
    a la población. Mientras que al llegar al poder, la
    capacidad del poder político no puede cumplir esas
    promesas, por una parte. Por otra, los intereses personales y de
    grupos particulares vuelven a ser prioritarios.

    Pensamos, en este contexto que la mayor
    característica de los partidos políticos a
    través de las declaraciones de sus dirigentes en momentos
    determinados es el engaño vinculado con la falsa
    interpretación de las realidades, la mentira y la
    equivocación. Proceden así porque están
    frente a un pueblo quien, a pesar de todo, sigue, en parte,
    creyendo en un líder
    (tradición del integrismo político). Es decir, una
    sociedad civil que todavía piensa que los políticos
    tienen desde la primera hasta la última palabra. En suma,
    una sociedad civil muy débil. Mientras que en realidad,
    las relaciones entre sociedad, economía y política
    a partir de las reformas económicas y de la crisis del
    modelo
    histórico de Desarrollo, desplacen el poder, la capacidad
    y los roles del poder político para satisfacer las
    necesidades de la nación.
    Así, para gozar de gran popularidad, los políticos
    dicen al pueblo lo que éste quiere oír y no lo que
    necesita saber. Al respecto, cabe mencionar dos declaraciones del
    Ex-presidente de Haití, Rene G. Preval, las cuales han
    bajado su credibilidad delante de la población, cuando
    pidió al pueblo haitiano, en un mensaje de fin de
    año, de animarse de fuerza porque el próximo
    año va a ser más difícil, y cuando
    declaró en verano del año 2000 que "cada Haitiano
    debe esforzarse para satisfacer sus propias necesidades"
    traducida en creole "Naje pou sòti".

    Pero, la práctica muestra que la ilusión
    que tienen los lideres de que estos engaños van a ser
    permanentes, de que la historia no los va a
    desenmascarar es falsa, y que los políticos se
    autoengañan. Pues, por hablar de una forma y actuar de
    otra, por no poder satisfacer a las demandas tanto de las
    fracciones de los partidos como del electorado, por ser
    autoproclamados servidores
    desinteresados de la sociedad mientras se enriquecen
    ilícitamente (mentirosos, corruptos), los miembros de los
    partidos desde adentro pierden confianzas, las fracciones se
    desvían y en la mayoría de los casos se transforman
    en otros partidos políticos o se desaparecen.

    Eso produce un choque grave en los esfuerzos colectivos
    e individuales necesarios para el cambio social en el
    país, porque al mismo tiempo que el pueblo no sale de este
    complejo de integrismo político, no cree en los partidos
    políticos actuales que deberían representarle donde
    está ausente. De donde vienen todos los sospechosos, los
    silencios morales, el uso de cualquier forma de violencias como
    único método
    para resolver sus problemas, el individualismo, las perdidas de
    intereses por la política. En total, las desintegraciones
    internas y la desarticulación social sin ningún
    logro positivo.

     III. 5. La Ilusión
    de la razón* como obstáculos de consensos entre los
    actores políticos que deben a la génesis de las
    soluciones a los problemas de gobernabilidad

    Las reflexiones sobre los contextos
    sociopolíticos y socioeconómicos de los
    últimos años, muestran que las luchas entre los
    políticos dificultan el desarrollo del país. Los
    intentos para llevar los antagonistas políticos a la mesa
    de negociación con el fin de encontrar una
    salida concertada a la crisis de gobernabilidad que vive el
    país son inproductivos. Las luchas (conflictos
    entre los Partidos Políticos) se empeoran más y
    más, y las condiciones de vida de la sociedad se degradan
    cada día más.

    En consecuencia, pensamos que además de las
    causas anteriores, la firme creencia de cada político
    junto con su partido en una supuesta razón propia, por un
    lado como por el otro, es un obstáculo de muchas
    consideraciones a la concertación entre los
    políticos y los partidos en oposición. Esta
    ilusión de ser poseedor de lo que es conforme a la verdad,
    de no ser culpable, no dejarlos a abrirse para entender el punto
    de vista de sus adversarios políticos, puesto que cada uno
    pretende tener toda la verdad. Eso impide que se escuche al otro.
    Esta falla política que denominamos como otro "pecado
    ético-político" implica que, desde el inicio de las
    discusiones para resolver los conflictos (mayo de 2000), uno y
    otro de los antagonistas usan etiquetas malas para intimidar al
    adversario. Lo que consideramos como una forma de violencia y de
    exclusión política que tiende a crear más
    distancias, a levantar más paredes de separación
    entre ellos, en lugar de construir puentes de consensos en un
    régimen democrático. O, en otras palabras, se trata
    de un juego de intentos para deslegitimar las reivindicaciones
    del otro delante de la población y de los organismos
    internacionales, de la desconfianza mutua, de las luchas para
    destruir el otro en vez de convencerlo o de
    transformarlo[30]

    Nos preguntamos entonces; ¿no existe en el fondo
    un problema de falta de capacidad real suficiente de negociación de los líderes
    políticos? Lo que hace falta investigar en otro
    trabajo.

     III. 6. Partidos
    Políticos y Políticos que están aprovechan
    la crisis como pretextos

    Es obvio que los Políticos o Partidos
    Políticos que llegan al poder no pueden satisfacer las
    demandas de la población por muchas causas. Porque hay un
    nuevo contexto mundial de mucha relevancia para el desarrollo
    nacional de lo que fue históricamente. Lo que significa la
    política que representaba el ámbito más
    elevada de las decisiones de desarrollo sufre de una perdida del
    primado. El Estado como institución, espacio o lugar donde
    laboran los políticos al llegar al poder pasa su rol de
    ser conducción central del desarrollo nacional a una
    economía de mercado totalmente autónoma. Con la
    globalización y la
    internacionalización de los valores sociales y
    económicos, el Estado haitiano y la política como
    sistema sufren grandes deterioros en cuanto a la primacía
    que tenían en la coordinación social del
    país. Es, como sostiene Flores: "Las fuerzas de la
    globalización de la economía rompen el cerco de
    los Estados y avanzan, a un grado impensable antes, hacia la
    integración
    económica y eventualmente política de las
    regiones"[31]. Los recursos e
    instrumentos de que disponía el Estado son más
    débiles, mientras que la sociedad haitiana vuelve
    más compleja y sus intereses son más diversos. Es
    decir, el agotamineto de la matriz
    estado-centrico que hace que el Estado haitiano es impotente
    frente a las demandas de los "ciudadanos" implica una
    reducción de los campos y posibilidades de acción
    de los políticos.

    Sin embargo, la utilización del estilo de
    partidos políticos portadores de soluciones a todos los
    problemas de la sociedad y de líderes políticos de
    grandes discursos para
    engañar los electores, impide declarar abiertamente a los
    "individuos" que la capacidad de la política es
    considerablemente reducida, que hay un desplazamiento del poder
    estatal, en consecuencia un desplazamiento del poder de los
    políticos. Entones, como estrategias de
    soluciones, estos políticos sin finalidades objetivas, sin
    responsabilidades, buscan un "otro" para echarle la culpa. Este
    otro, hoy en día, es el pretexto de la oposición
    política y el de la congelación de la ayuda
    internacional para explicar su inercia.

    En cuanto a los partidos de la oposición, se
    puede entender a partir de sus comportamientos que no quieren que
    los que están en el poder corrijan sus errores y buscan el
    bien común de la comunidad haitiana. No manifiestan
    intereses a presionar al gobierno para que se respete los
    derechos de los ciudadanos y las mínimas normas justas,
    sino buscan formas para derrotar al gobierno, aprisionarle a fin
    de no poder lograr ningún cambio efectivo en
    relación con las reivindicaciones populares en el plano
    socioeconómico. Esta lucha que calificamos de
    "perder-perder" o juego de "suma cero" falta de ética,
    porque el bien común no debe ser solamente la finalidad de
    los políticos que están en el poder, sino de los
    que constituyen la oposición política.
    También, aun cuando existan ciertos fines de bienes comunes
    detrás de estos conflictos "perder-perder" que
    identificamos en los comportamientos de los políticos de
    la banda de la oposición, es claro que no haya de su parte
    una voluntad real para aliviar la situación de más
    pobreza de 80%
    de la población que no puede esperar. Estos conflictos
    son, por cierto, formas para derribar a los que están en
    el poder, para impedir que el gobierno actual llegue a realizar
    ningún logro de importancia relevante. Pues, una buena
    voluntad política gozada de una ética de
    responsabilidad orientada a la búsqueda del bien
    común de todos los Haitianos, como está afirmado
    por el Centro de Etica de la Universidad
    Alberto Hurtado[32], tendría en cuenta ciertas dimensiones
    de prioridad al nivel de las acciones. Esta lógica
    "perder-perder" enmascarada por los conflictos carece de
    ética que rige las misiones de los políticos de la
    oposición[33].

    En conclusión, además de las cuestiones de
    falta de visiones, de finalidades, de ética de
    responsabilidad, de una ética comunicativa, es menester
    que leamos también en las actitudes y
    los comportamientos de los políticos el uso de los
    conflictos políticos para ocultar sus debilidades y sus
    incapacidades.

     Las explicaciones de aquellos comportamientos son
    enormes. Por ejemplo, la cultura de desconfianza reciproca de
    todos haitianos; la inexistencia en el país de una
    tradición de dialogo nacional;
    el individualismo que se produce en las acciones de cada ser
    humano a buscar solamente sus propios intereses como fruto del
    auge del mercado; las implicaciones directas de algunos factores
    externos en la
    organización interna de la política en el
    país; las consecuencias inmediatas de las décadas
    de dictadura en
    la conformación de la clase política y del carácter
    de los políticos. Todos son, uno más que otros,
    imprescindibles, sean como efectos de una ética rutinaria,
    utilitaria, de domesticidad, para aprehender las causas de los
    problemas que intentamos discutir.

    IV. TENTATIVAS DE ALGUNAS PROPUESTAS.

    Desde finales del largo periodo de gobierno de Duvalier
    (1957 a 1986), la República de Haití se halla en
    una crisis política perpetua. De forma muy sencilla, es
    decir, sin hacer muchas consideraciones de los factores
    temporales y contextuales, podría decir que terminó
    desde esta fecha la estabilidad política en Haití,
    entendido que un sistema política es estable si y
    sólo si en determinadas circunstancias tiene la tendencia
    o disposición a reaccionar en forma tal que logra mantener
    su identidad[34] El país ha intentado realizar reformas
    rigurosas tales como el establecimiento de normas
    democráticas, la consolidación de un Estado de derecho
    y la reestructuración de la economía nacional,
    entre otras. Sin embargo, dichos esfuerzos han producido
    resultados insuficientes, las demandas de la población
    quedan totalmente insatisfechas. Desde 1997, los políticos
    han conducido el país a una gran agitación
    política caracterizada por una lucha insana entre los
    partidos políticos. La agudización de la crisis
    política provocó a su vez la suspensión de
    la ayuda internacional, lo cual privó al país de
    cientos de millones de dólares. Así que, por suerte
    de los partidos políticos o de sus lideres, el desarrollo
    socioeconómico y político de Haití
    está en su punto muerte. Lo que
    se explica en ciertas medidas por la naturaleza y la
    inestabilidad del sistema de partidos políticos haitianos.
    O sea, los partidos políticos y sus dirigentes son como
    los obstáculos al desarrollo de la isla. Puesto que el
    deterioro de la situación política ha generado el
    deterioro de todos los aspectos sociales, económicos y
    culturales de la sociedad, lo que ha generado una creciente
    decepción en la comunidad internacional. Lo que quiere
    decir, no solamente los partidos políticos en sus formas
    de actuar impiden el desarrollo político del país,
    sino también contribuyen a aumentar la miseria de
    más de ochenta por ciento de la población que
    tienen un nivel de vida debajo de la línea de
    pobreza.

    En estas circunstancias de problemas o de crisis de
    gobernabilidad, ¿podemos pensar en una sociedad haitiana
    sin partidos políticos? Ni mucho menos. O, ¿podemos
    hablar de ausencia de visión del partido "lavalas" que
    está en el poder, y de una falta de capacidades reales de
    la oposición para manifestarse bien en el espacio
    democrático del país?

    Más de una ausencia de visión, pensamos
    que hay un problema de la inexistencia de toda una verdadera
    clase política en el país. Eso es porque, primero
    la dictadura y los gobiernos militares que se quedaron al poder
    hasta 1994 no dejaron crecer en el país los elementos y
    condiciones fundamentales para crear esta clase política.
    Segundo, todos los partidos, las agrupaciones y facciones
    políticos que van a nacer, gozarán de una supuesta
    misma ideología democrática (centro derecha). O,
    uno es la división de otro. Digamos, entonces, se trata de
    un fenómeno político de "Partidos políticos
    en Haití sin clase política". En efecto, en una
    clase política donde hubiese dirigentes políticos
    no podrían tolerar que, en las relaciones externas del
    país, haya una similitud tan marcada entre las
    épocas de las distintas caras del autoritarismo fuerte en
    el país tales la dictadura duvalierista de 1957 a 1984,
    los regímenes militares de 1986 a 1994 y el periodo
    actual.

    En el texto;
    sistema de partidos políticos en América
    Latina
    , los autores concluyen lo siguiente: "Nuestra
    conclusión indica que en esta última parte del
    siglo veinte el papel de los
    partidos políticos en América Latina ha cambiado
    significativamente. A pesar de estos cambios profundos, los
    partidos siguen siendo instituciones cruciales para la
    definición de los perfiles de la política
    democrática". Estamos plenamente de esta
    aseveración, aunque repitamos que la política es
    cada día más multicentrica. Así,
    recomendamos que ciertas medidas sean tomadas para revalorizar
    las acciones de los partidos políticos.

    Ahora, reconocemos que la democracia como forma de vida
    y la consecuente vigencia efectiva de los derechos humanos
    no es algo dado, es un hacerse permanente, exige un esfuerzo de
    socialización[35] en los valores más
    apreciados, requiere insuflar a los ciudadanos (políticos
    y otros) y a las instituciones de esos valores, y así
    convertirlos en principios
    internacionales que guíen las actitudes y comportamiento
    en la sociedad y en la política. No se trata de una simple
    aspiración colectiva de vigencia plena de formalismos
    jurídicos en un ámbito pensado como ausente de
    conflicto sino
    de una tarea cotidiana que posibilite el derecho a tener derecho
    como una practica social portadora de otra racionalidad
    política necesaria sustentada en valores. Es decir, como
    sostuvo el doctor Oscar Arias[36], no podamos predicar una receta
    mágica, pero nos permitimos proponer entre otros los
    siguientes lineamientos.

     IV. 1. Medidas
    Indispensables a Tomar desde los Lideres hasta los Partidos
    Políticos

    Una de las opciones de particular importancia es
    promover mayor transparencia en la
    administración de los asuntos políticos de
    Haití. Eso es la tarea de todos los minisistemas del
    sistema político haitiano. Es decir, es la responsabilidad
    de los lideres, los partidos, los electos, las entidades de
    financiamiento
    de las actividades políticas incluidos los organismos
    internacionales, de los funcionarios públicos, y sobre
    todo de la junta electoral permanente.

    La falta de credibilidad que ronda a los partidos
    políticos del país, creemos, se debe en gran medida
    a su incapacidad para plantear abiertamente sus intenciones. El
    problema para resolver aquí, puede ser un problema de
    visión o de programas, de
    competencia, de
    capacitación o de renuncia deliberadamente
    de ciertos políticos. En efecto, para continuar ejercer el
    papel que el contexto actual de la civilización les
    asigna, que tal vez no sea pequeño, los partidos deben
    cambiarse. Los lideres políticos tienen que darse cuenta
    que pierden la mística del evangelio, o dicho de otra
    forma más laica, tienen que reconocer que pierden el papel
    de educador, y ya no logran articular solos, como predestinados,
    un proyecto de
    civilización.

    Los partidos son cada vez más parte integrante,
    más movimientos. Son menos ideológicos y más
    programáticos. Es a partir de esta comprensión que
    deben fortalecerse para elaborar proyectos para el
    bien común y el futuro. Por lo tanto, enfrentar de mejor
    forma los problemas de gobernabilidad.

    Los políticos y sus partidos deben darse cuenta
    que son muy fuertes, pues sus comportamientos implican problemas
    de gobernabilidad del país. En consecuencias, están
    llamados a comportarse en lideres responsables actuando con una
    racionalidad flexible al buscar el bien común como
    finalidad objetiva. Deben recordarse que sin esta finalidad que
    es el bien colectivo, sin una ética de responsabilidad la
    cual que les obliga a huirse de la de la pura convicción,
    sus políticas carecen de sentido, y que son y serán
    culpables de los dos pecados mortales, como dice Max Webert[37],
    que existen en la política. Es menester que los
    políticos controlen (hasta un tipo de fiscalización
    dentro del sistema de partido del país) sus discursos de
    promesas exageradas y acabar con los sloganes tipos "la
    alegría ya viene" de Chile al final
    de la década de los ochenta.

    Defendemos los cambios internos de los partidos
    políticos; esperamos que los actores inmediatos se den
    cuenta de las necesidades de estos cambios, y, a nuestro juicio,
    han de darse cuenta, porque la ola de la renovación no
    podría excluirlos. Ya que, el mismo sistema
    político haitiano es democrático partidario.
    Estamos más que convencidos que los partidos
    políticos, de igual manera que sus actitudes y
    comportamientos dificultan el desarrollo del país, pueden
    y deben ejercer papeles relevantes para el desarrollo
    político y social del país. Sin embargo, es claro
    que la sociedad haitiana actual no tiene semejanza con las
    anteriores. La sociedad haitiana es, cada día, más
    compleja. No tiene, ni siquiera tener una relación de
    dependencia con los partidos. Así, la labor de los
    partidos es, ante todo, de contextualizarse.

     IV. 2. Reducir el
    espacio al fenómeno de proliferación de Partidos
    políticos

    Aun que no estamos totalmente de acuerdo con la Ex
    ministra de relaciones exteriores de Colombia
    Noemí Sanín[38], cuando dice que si no toman
    medidas frente a la fragmentación de los partidos
    políticos, podría desembocar en su
    desaparición y el reemplazo de estos partidos por docenas
    de movimientos con intereses dispersos. Porque, las funciones de
    los partidos políticos están perpetuamente en
    cambio (véase el curso de los partidos políticos
    de Márquez
    ), sin embargo siguen siendo distintas de
    las de los movimientos de intereses diversos. Pensamos que los
    políticos tienen que llegar a un nivel de compromisos
    destinados a frenar este problema de fragmentación. Esto
    no quiere decir que estamos apoyando ni la fidelidad a un partido
    ni el unipartismo como el bipardismo en Haití, pero en el
    marco de las reformas necesarias al nivel de los partidos
    políticos, hay que pensar en controlar este
    fenómeno.

    Por ejemplo, es saludable que establezcan reglas que
    obligan a los partidos políticos de dejar de ser meras
    maquinarias transitorias que canalizan apoyo electoral y
    convertirse en organizaciones con presencia permanente en los
    grandes debates y voceros del pluralismo de la
    sociedad.

    Eso, les permitirá recuperar en parte su
    legitimidad como interlocutores en el escenario político,
    lo que ni las media, ni los grupos de intereses diversos pueden
    hacer. También, ayudará a lograr el nivel de
    tolerancia o
    de convivencia política sana (considerar el otro partido
    no como enemigo, sino como adversario político con
    derechos), y de reconciliación de los partidos
    políticos.

    El compromiso debe fortalecer e institucionalizar lo que
    llamaríamos "la sana oposición
    política
    " en el sentido de que los partidos, al hacer
    oposición, deben ofrecer esperanza concreta, mostrar una
    visión constructiva, crear una alternativa y plantear
    soluciones viables y factibles.

    Éstas, son algunas de las medidas que pueden
    contribuir, entre otras, a controlar la proliferación de
    los partidos y aumentar en consecuencias la credibilidad de los
    partidos políticos en el país.

     IV. 3. Formación
    de la Junta Electoral Permanente.

    Es preciso que se resuelva el problema de la falla
    institucional relacionando específicamente con al
    inexistencia de una junta electoral permanente a fin de regular,
    por otro lado, los partidos políticos. Como la
    constitución política de 1987 promulga, nos parece
    relevante que el cuerpo político del país llegue a
    formar el consejo electoral que tendrá que regular el
    funcionamiento de los partidos políticos hacia afuera.
    Regular las relaciones de los partidos con la sociedad, con los
    poderes del Estado y con otros organismos.

    Este vació institucional que existía desde
    el renacimiento de la democracia en el país constituye un
    gran obstáculo al buen desempeño del sistema político, por
    lo tanto de los partidos políticos. Es menester que
    organicen este consejo permanente para regular y actualizar como
    se establece y se forma un partido político, como se debe
    dar vida y personalidad
    jurídica, en el contexto haitiano actual, a los
    partidos.

    Por ejemplo, este reordenamiento institucional
    (formación de una junta electoral permanente
    independiente) contribuirá a la constitución de un
    fondo partidista público, con asignaciones
    presupuestarias, instrumento utilizado en casi todos los
    países democráticos del mundo y que
    contribuirá a minimizar los efectos de las inversiones
    privadas en la política y que siempre distorsionan la
    voluntad del electorado. Asimismo, regularizará la
    cuestión del financiamiento
    privado de los partidos políticos, y disminuye por
    consiguiente los elementos de corrupción

    Estos mandatos y prohibiciones no son
    antidemocráticos, sino servirán de garantías
    complementarias a los ciudadanos, indispensables para legitimar
    los partidos políticos, frenar el fenómeno de
    anarquía política en Haití y continuar el
    proceso de democratización en el país.

    V. PALABRAS FINALES

    A partir de las explicaciones anteriores nos damos
    cuenta que, a pesar de otros factores que pueden ser implicados
    en los problemas de gobernabilidad en Haití, los Partidos
    políticos son un actor más, ya que no solamente son
    unos de los grandes culpables sino también las posibles
    soluciones tiene que pasar por ellos.

    Hay enormes progresos políticos en Haití,
    porque a pesar de todo, llegamos a un tiempo donde la
    oposición política es posible y legitima. Hoy por
    hoy, se puede hablar de negociaciones y de concertaciones
    políticas. A eso, es necesario reconocer el aporte de los
    políticos del país. Pero, les hace falte reconocer
    que en la coyuntura política actual (régimen
    democrático) y los contextos de "poli-céntrico de
    la política", de plena y complejidad de la diversidad; la
    fuerza y el poder no están ubicados en un solo lugar.
    Nadie puede gozarse de esta falsa pretensión que posee de
    la fuerza para influir en los demás, y el otro, no. Es
    menester que se organicen para vivir juntos.

    Repetimos como sostienen Sergio Micco y Eduardo
    Saffirio[39]: "Es indudablemente que los Partidos
    políticos son actores fundamentales de las democracias
    contemporáneas, pues realizan una labor imprescindible de
    mediaciones entre la sociedad y el Estado". Asimismo en
    Haití, más la situación sociopolitica y
    socioeconómica está mala, a mayor problemas de
    gobernabilidad más los partidos políticos se ven
    indispensables para iniciar (emprender) con la
    participación de otros sectores internos como externos
    nuevas sendas de soluciones. Sin embargo, si seguimos estudiando
    la definición de los partidos políticos mencionada
    anteriormente y de algunas de sus funciones, obviamente que estos
    partidos son sujetos a enormes modificaciones tanto en el tiempo
    como en el espacio. Estas organizaciones políticas
    haitianas están llamadas a reformarse. En efecto,
    según esa definición, nuestros partidos
    contemporáneos deben contar con departamentos de estudios
    de la realidad social. Son laboratorios de análisis y experimentaciones de soluciones
    para conflictos de la sociedad. Están llamados a
    desempeñar el papel de cristodios de la estabilidad
    política y del respeto a las
    normas democráticas que rigen la convivencia social.
    Éstas son unas de las grandes tareas de las organizaciones
    políticas del país. Tareas que implican primero la
    disolución de unas agrupaciones que se declaran partidos
    políticos que nunca van a poder cumplir esas condiciones;
    segundo la transformación con profundidad de los
    demás. No son opcionales. Son tareas obligatorias. Es la
    única forma para que la sociedad en general, los partidos
    políticos en particular, todos, ganen. Pensamos que no se
    queda más tiempo para hacer demagogia, para manipular
    ciegamente la población. Pero, tampoco es demasiado tarde
    para retomarse y salvar el país. No es opcional porque por
    definición es el papel de los partidos políticos:
    "crear mecanismos de análisis de los problemas nacionales
    en todos los campos a través de sus departamentos
    técnicos y especializados, a fin de plantear soluciones
    concretas y cuantificados".

    Al no responder positivamente a sus tareas, tres
    situaciones catastróficas pueden ocurrir. Un país
    abandonado donde un pequeño grupo dominante va a seguir
    chupando la sangre de la
    población; un estado de caos total donde el pueblo
    terminará con su silencio moral y
    será la violencia generalizada. Tercero, como solía
    ocurrir, lo más factible es una intervención
    directa o indirecta de una fuerza externa para solucionar
    parcialmente la crisis, para ocultar los problemas de la
    nación. Es decir, en otra forma aplicar "paños de
    agua tibia" a
    los problemas de la sociedad. Así, el resultado
    será "perder-perder" y seguiremos con el mismo dilema que,
    desde siempre, obstaculiza el desarrollo del país, el cual
    consiste en la instalación de un Estado antes de la
    construcción de una sociedad haitiana, con
    el fin de mantener un grado de estabilidad aparente similar a lo
    que Vicente Torrijos R denomina "Gobernabilidad reluctante", sin
    la creación de espacio sociopolítico y
    económico suficiente para el desarrollo del
    país.

    Sin lugar a dudas, las reformas de los partidos
    políticos en Haití deben de estar sustentadas en
    una ética partidaria en que se respeta el derecho, como
    hemos mencionado brevemente en la parte de la reducción de
    la proliferación, a disentir y se toleran las ideas
    ajenas. Esto contribuirá a ir recuperando la confianza de
    la ciudadanía en los partidos políticos y en sus
    posibilidades de influir en sus cambios sociales y valorar
    más sus funciones mediadoras[40] nacidas y muertas en la
    década del noventa.

    También, la solución a la crisis de
    gobernabilidad actual debe dar participación a un sector
    más amplio de grupos sociales, y las negociaciones no
    deben limitarse a los actores políticos únicamente,
    sino con adecuadas intervenciones de la Sociedad Civil cuando
    ésta sea organizada y menos fuerte. Relacionando con esta
    última idea, basta hacer dos hincapiés importantes.
    El primero es la función de socialización que
    tienen los partidos políticos en el fortalecimiento de la
    sociedad civil. El segundo es que no queremos decir que hay que
    esperar que la sociedad civil se organice perfectamente bien para
    participar, ya que la participación se aprende
    también participando.

    Estos nuevos partidos políticos o partidos
    políticos revisados que, esperamos con muchos entusiasmos,
    tendrán que converger sus esfuerzos para la construcción, con base en criterios de la
    sociedad haitiana primero y de los contextos internacionales o
    regionales, un Estado nacional estable. Pues, sólo un tal
    Estado con múltiples puertas abiertas a las demandas
    sociales puede responder a los nuevos desafíos que
    presenta el cuadro haitiano. Un Estado que sea capaz de canalizar
    el nuevo estilo de relación entre las instituciones que el
    contexto actual exige.

    ¿Queremos decir que hay que terminar con las
    luchas entre los partidos políticos? No, lo contrario. Es
    menester que sigan presionar uno a otro para reclamar buenas
    conductas sociales y políticas, para generar conflictos.
    Pero, les requieren con gran importancia las capacidades de
    gestionar, transformar y de resolver sus conflictos con o sin
    mediadores. Como actores u organizaciones responsables en los
    nuevos imperativos sociopolíticos y económicos del
    país (crisis de gobernabilidad), asimismo como sostiene
    Hans Jonas[41], es preciso que mediten mucho para aprehender muy
    bien los valores y la fuerza que deben representar sus acciones
    actuales en el futuro (racionalidad instrumental comunicativa,
    flexible y a largo plazo).

    Si la política es un servicio a la sociedad, si
    los políticos son en consecuencias servidores
    públicos; los políticos haitianos están
    obligados a hacer política con grandes responsabilidades
    para poder interpretar las necesidades reales de la sociedad. Una
    política responsable en el sentido de "una
    articulación de acciones que consideren
    simultáneamente el interés general y los intereses
    particulares, las necesidades inmediatas y los proyectos a largo
    plazo de la sociedad"[42]. Sin esta ética de
    responsabilidad, que no tiene que ser una receta de una persona, de un
    divino, de un libro
    científico, sino una producción de las necesidades nacionales
    auténticas; ni la política, ni el político
    haitiano tienen su razón de ser.

    Los imperativos del momento (duración de la
    crisis de gobernabilidad) llaman a los lideres políticos
    haitianos juntos con sus partidos a luchar contra su racionalidad
    individualista si quieren sobrevivir en el sistema
    político. Es una tarea difícil, pero no hacerlo
    implicará consecuencias desastrosas tanto para el
    país, el sistema político como para los mismos
    políticos del país.

    Pero, a esta altura de las crisis donde existen
    tendencias a priorizar una solución cualquiera que sea el
    proceso, los partidos tienen que retomarse para poder identificar
    y rechazar todas ofertas y presiones venenosas, evitar todas
    formas de corrupción, y de alternativa que tendría
    como finalidad una estabilidad maquillada, incipiente que no
    tendría componente social, económico y
    político para servir de base a la buena gobernabilidad del
    país. Ya que, ningún sistema estable tiene por
    sí mismo una connotación positiva.

    Es cierto que Haití constituye un caso inestable,
    y reiteramos que es imprescindible, si no quieren ser vencidos,
    que se unan (competitividad
    en la integración) manteniendo los niveles de
    diferenciación claramente definida (diversidad en la
    unión) para una competencia
    política sana, pero la búsqueda de una aparente
    estabilidad, de áreas grises, de paz imperfecta impuestas
    por una suerte de educación para la paz
    desde el conflicto no
    es necesariamente, ni debe ser el fin de los esfuerzos que tienen
    que hacer los Partidos Políticos en la construcción
    de condiciones y de espacios para una real evolución hacia una Gobernabilidad
    democrática en Haití

       Bibliografía

     1.      Carmen Innerarity
    y Daniel Innerarity: La transformación de la
    Política para gobernar una sociedad compleja. En Revista
    Estudios y Políticos, Madrid. 1999.

    2.      CEPAL/ILPES: Partidos
    Políticos Y gestión estratégicas. CEPAL –
    naciones unidas,
    Santiago de Chile, 1997.

    3.      Constitution de
    la République D´Haiti. Editions Liberté.
    Port/au/ prince, 1996.

    4.      Edgardo Boeninger: La
    gobernabilidad: un concepto multidimensional. In
    ¿Qué espera la sociedad del gobierno?. Universidad de
    Chile, 1994

    5.      Haiti-fiche
    documentaire, février 2001.
    http://www.infoexport.gc.ca/docs/view-f.asp?did=267&gid=205

    6.      http://165.158.1.110/spanish/sha/prflhai.html

    7.       

    http://www.georgetown.edu/pdba/Parties/Resumen/Haiti/desc.html

    8.        http://www.haiti.org/francais/titre03.htm#Top

    9.       
    http://www.iigov.org/documentos/

    10.  Informe ETHOS.
    Universidad Alberto Hurtado. No. 16 (2001).

    11.  Institut Haitien de Statistiques et
    d’Informatique: Estimation de la Population Totale
    d’Haiti par Année suivant le sexe et la Zone de
    Résidence. ( 1950-2015)

    12.  Jonas, Hans: Los principios de la
    responsabilidad. Pág. 55, 56 y 57.

    13.  Manuel Alcántara Saez: Gobernabilidad,
    crisis y cambio. Cfe.1995

    14.  Manuel Mella Marquez: Curso de Partidos
    políticos. Ediciones AKAL, S. A 1997. Madrid- España.

    15.  Max Webert: El político y el
    Científico. Ed. Alianza, Madrid. 1981.

    16.  Norbert Lechner: Tres formas de
    coordinación social. In Revista de la
    CEPAL, no. 61. Abril 1997.

    17.     Norberto Biobbio: Diccionario de
    Política. Pág. 538 Ed. Siglo XXI. España
    1991

    18.  PNUD: Partidos políticos y
    Gobernabilidad en América Central. Ed. Constantino San
    José, Costa Rica.
    1997

    19.  Rodrigo Borja: Enciclopedia de la
    Política. Ed. Fondo de cultura económica, México
    1997.

    20.  Sergio Micco, Eduardo Saffirio:
    Anunciaron tu Muerte. CED.
    Santiago de Chile, 2000.

    21.  Víctor Flores Olea: Los sistemas
    políticos y su crisis. In Revista Mexicana de Ciencias
    Políticas y Sociales. No. 152.

     

     

    Jean Patrique CIMÉ

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