- Origen y Significado de la Fiesta
Tradicional de Corpus Christi - Personajes que Intervienen en
la Danza Festiva - Funciones de los Diablos
Danzantes de Corpus Christi.. - Música, Danza y Drama
Utilizados Durante el Ritual - Coreografía
Típica y Danza.. - Precursores de la Danza en la
Localidad Estudiada. - Trajes
- Máscaras
- Protecciones y
Accesorios - Escenarios donde se manifiesta
la Expresión Cultural - Escenografía para
la Difusión de la Manifestación
Cultural - Cofradías y Grupos
Culturales que Existen en la Comunidad
Cultural - Apoyo Institucional
Público y Privado para fomentar la difusión de
estas manifestaciones - Conclusiones
- Bibliografía
- Anexos
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La Cultura es la
totalidad de las formas de ser, de pensar y de actuar, se expresa
en los modos de vida, creencias, valores,
hábitos y capacidades de los actores que
interactúan en sociedad, esto
implica que todas las culturas tienen el mismo valor,
solamente existen diversas maneras de manifestarse o
representarse de acuerdo a un contexto histórico
determinado. La cultura es
dinámica y cambiante.
La memoria
colectiva es el motor y sustento
de la historia, es
lo que cohesiona a un grupo social,
permite auto reconocerse e identificarse con un destino
común. El Patrimonio
Oral permite que los saberes y conocimientos adquiridos a lo
largo del tiempo se
transmitan de generación en generación, se
revitalicen y le den sentido a la existencia
Los Diablos Danzantes de Corpus Christi, Venezuela,
constituyen uno de las fiestas rituales más arraigadas,
expresión del mestizaje cultural, vale decir, la
diversidad cultural que caracteriza la conformación del
pueblo venezolano y que perdura hasta nuestros días. Se
manifiesta en distintas localidades de la región central
del país con sus particularidades y semejanzas en cada una
de ellas. Los participantes de la danza ritual
pertenecen casi en su totalidad a cofradías religiosas que
cumplen promesas, para lo cual se atavían con indumentaria
especial, utilizan máscaras y tocados, así como
diversos accesorios que identifican la manifestación
localmente.
En el presente trabajo trataremos de recalcar todos
y cada uno de los aspectos que involucran tanto la
celebración del día de Corpus Christi como de
la
organización y diferentes aspectos de los Diablos
Danzantes.
Origen y
Significado de la Fiesta Tradicional de Corpus
Christi.
La imposición de la cultura europea sobre las
ricas y variadas configuraciones culturales prehispánicas
existentes en los países americanos, fue el principal
propósito de los colonizadores quienes pretendieron
reproducir en ellos, realidades existentes en su país de
origen. Uno de los objetivos mas
importantes fue el de difundir la religión
católica entre los pobladores de los territorios
recién conquistados y a los contingentes de esclavos que
fueron traídos desde África.
Es por eso que hoy, el calendario festivo
iberoamericanas figuran como fechas de asueto las mas destacadas
del calendario católico: Navidad,
Cuaresma, Semana Santa, Corpus Christi y los onomásticos
de vírgenes y santos patronos que rigen el ciclo de cada
uno de los países.
En estas fiestas se incorporaron rasgos de las
culturas preexistentes en cada nación.
En Venezuela se
adoptaron, además, aportes culturales de la población africana que, en condición
de esclava, fue introducida durante el periodo colonial para
integrarse con su fuerza y
experiencia en las labores agrícolas y mineras que
emprendieron en estos territorios. El núcleo fundamental
de la cultura tradicional venezolana se constituyo así,
con los aportes de los grupos
indígenas, europeo y africano que están presentes,
en diverso grado, en todas las expresiones culturales de
raíz tradicional.
Existen claras disposiciones en las leyes Indias que
trataron de reglamentar las fiestas cristianas, en especial las
realizadas en honor al santísimo sacramento. Felipe III
ordeno que se efectuaran misas en todos los pueblos para que
creciera la devoción de los fieles, procesiones, uso de
instrumentos
musicales, colocación de altares y empleo de
figuras alegóricas aparecen en estas disposiciones. Puede
afirmarse que ya a comienzos del siglo XVII se conmemoraba esta
fiesta en Hispanoamérica.
La primera celebración de hábeas
Christi en Venezuela tuvo lugar en la Ciudad de Coro en el
año 1582, con procesiones dentro de la iglesia que
estaba alfombrada, como en España,
con hierbas aromáticas. Siguiendo las reglamentaciones de
las leyes de indias,
se ordeno que en esta localidad que figuraba, en ese entonces,
como capital de la
provincia de Venezuela, se realizasen ceremonias en honor al
altísimo todos los días jueves del
año.
Las fiestas de hábeas Christi en Caracas se
realizo desde el año 1590 y a partir de esta fecha sus
características dependieron de las
disposiciones de fondos públicos para costear la
celebración en la que participaban todos los sectores de
la población: Indígenas, europeos,
africanos y sus descendientes que constituyeron hermandades y
cofradías para dar brillo a los actos de homenaje a sus
santos patronos. Estas fueron la únicas formas permitidas
de asociación de indígenas y africanos, por lo que
en ellas se desarrollaron lazos de solidaridad.
Mas adelante, cuando se constituyeron los gremios
profesionales activamente a las celebraciones religiosas y con
sus trajes coloridos y estandartes distintivos dieron vistosidad
a las procesiones en honor al santísimo Sacramento.
Altares callejeos, adornos con palma, flores e imágenes
religiosas se ubican en la ruta de las procesiones. Se notificaba
con anterioridad a los vecinos las disposiciones para colocar los
altares, participaban en las procesiones danzas de indios, de
negros y mulatos, personajes enmascarados caracterizados de
diablos, tarascas, gigantes, dragones representativo del mal que
con intención didáctica, se veían sojuzgados ante
el poder del
santísimo.
En algunas épocas, se organizaron obras
teatrales de comedias "con tema moral"
posteriormente suspendidas por trabas en la censura o por falta
de fondos. Durante largos años desfilaron en las
procesiones de Corpus por las calles caraqueñas los
gigantes, la tarasca y los diablos enmascarados. A fines del
siglo XVIII, los gigantes, la tarasca y los diablos fueron
desapareciendo en la capital al
haber sido prohibidos en Europa, donde se
considero que habían perdido su significado
simbólico.
Las comunidades que actualmente celebran en Venezuela
la fiesta de Corpus Christi con danza de
diablos están ubicadas en la zona centro norte del
país, inmediatos a desarrollos
industriales.
En su mayoría, fueron fundadas durante el
período colonial contiguos a asentamientos
indígenas, donde se establecieron haciendas para la
explotación del cacao y otros cultivos como la caña
de azúcar,
el café y
el añil. En muchos de ellos se desarrolló,
además, la cría de ganado vacuno y caballar, en los
costeros las actividades pesqueras ya tradicionales en las
localidades. Para reforzar el trabajo
indígena, fueron traídos pobladores africanos que
aportaron su experiencia en labores agrícolas e hicieron
prosperar significativamente las plantaciones.
La mano de obra indígena y africana
debía ser conversa. Le fue impuesto
además del bautismo, la obligatoria asistencia a los
servicios
religiosos dominicales, el
conocimiento de la doctrina cristiana y oraciones; así
como su participación en las celebraciones devocionales
públicas que establecieron las nuevas autoridades políticas
y religiosas.
Indígenas, morenos libres y esclavos, pudieron
integrarse a las hermandades y cofradías religiosas. Bajo
la atenta mirada de misioneros y amos, la población no
europea pudo incorporarse a la cofradía del
Santísimo Sacramento, Corpus Christi, estimulada durante
el período colonial por los misioneros de las diferentes
órdenes religiosas que dedicaron sus esfuerzos a la
evangelización de las diferentes regiones del país,
siguiendo las disposiciones de las Leyes de
Indias.
El eje del poder
económico, político y religioso se
estableció en la zona central del país, y tuvo como
área de influencia los importantes núcleos de
explotación cacaotera base de la economía colonial,
por muchos años el principal rubro de exportación. Allí una mayoritaria
población no europea comenzó tempranamente a
celebrar actos en honor a la imagen
emblemática del catolicismo: el Corpus
Christi.
Venerada en toda Venezuela, con los más ricos
altares y nutridas procesiones, adquirió en numerosas
localidades centrales carácter
especial: grupos de
creyentes interpretaron el papel del
más encarnizado enemigo de la religión
católica, danzaron en el interior y fuera de los templos
para demostrar su humillación ante el supremo
símbolo cristiano.
Habían probado la fortaleza y eficacia del
poder del Santísimo a través de infinidad de
milagros: prodigiosas curaciones, salvación ante graves
peligros, entre otras demostraciones. Los diablos, desde entonces
danzaron por devoción y cumplimiento de promesas hechas al
Corpus Christi, por ellos mismos, o por persona
interpuesta, en una demostración pública de
gratitud y de fe.
Las restricciones impuestas por la Iglesia, en
las principales ciudades, no alcanzaron con la misma intensidad a
comunidades vecinas de las haciendas cacaoteras u otros
núcleos de producción agrícola y pecuario en la
región central. El aislamiento, favoreció la
continuidad del rito, apuntalado por una devoción
inquebrantable.
Personajes que
Intervienen en la Danza Festiva
Primer capataz y segundo capataz: encabeza el
grupo de
diablos, en algunas poblaciones los cuentan varias veces antes de
entregarlos al "perrero", personaje encargado de velar por su
número, orden y evitar la interrupción de personas
ajenas, apartándoles con gestos a veces cómicos,
como rasgo de diferenciación de estos se puede
señalar que el primero de estos cuenta con cuatro cuernos
a diferencia del segundo que solamente posee tres.
Diablos: representan el cuerpo de baile subordinado a
las ordenes de los capataces, estos se caracterizan y diferencian
por solo contar con dos cuernos en su mascara.
Función Social
de los Diablos Danzantes de Corpus Christi.
Las hermandades de Corpus Christi, además de
su actividad devocional pública, despliegan una serie de
misiones de solidaridad
especialmente con los miembros de su asociación que les
destaca como ejemplo de cooperación comunitaria. La
atención a enfermos, apoyo a las familias
de cofrades fallecidos y a obras de interés
colectivo, las convierten en referencia positiva aceptada por los
integrantes de sus comunidades. Promueven el respeto a las
personas mayores, a las jerarquías y al trabajo en
conjunto. En sintonía con los nuevos tiempos y con las
necesidades de apoyo económico participan en
representaciones públicas para dar a conocer directamente
su danza; así como su firme creencia en los poderes
milagrosos del Santísimo Sacramento. Varias sociedades
ofrecen talleres para la enseñanza de la danza, fabricación
de máscaras y trajes. Las personas que integran la
directiva de la hermandad gozan del respeto
público. Algunas de ellas han recibido reconocimientos
honoríficos de parte de las autoridades locales.
También las agrupaciones han sido objeto de distinciones
semejantes. La fundación de la Cofradía de Diablos
Danzantes de Venezuela ha contribuido, en corto tiempo, a
propiciar su propia estima como representantes de una
tradición que es factor de identidad y
cohesión.
Función Simbólica de los Diablos
Danzantes de Corpus Christi.
"Nos disfrazamos de Diablos y entonces vamos humillados
ante el Cuerpo de Cristo que es la Santa Custodia, vamos
humillados a pagar una promesa, pagamos y salimos
humillados…"
La danza de diablos encarnados por devotos del
Santísimo Sacramento se realiza para demostrar,
públicamente, la sumisión ante el supremo emblema
del cristianismo.
Cobra trascendencia hoy, la heterogeneidad simbólica
producto de un
proceso
histórico integrador, manifiesto en un ritual
dinámico que desde hace siglos se repite anualmente como
interpretación de la eterna lucha entre el bien y el mal.
La indumentaria especial que oculta la identidad y
apenas deja ver las manos de los danzantes adquiere con la
máscara, misterio y carácter.
Ella otorga a los diablos rostros fabulosos y terribles,
alegorías de animales
fantásticos secularmente asociados a los deseos impuros,
como el cerdo; a la perversidad como los dragones; monstruosos
seres marinos y otras tantas imágenes
producto de la
inspiración de sus creadores. Las máscaras,
mágicas y solemnes exhiben expresiones malvadas, asombro o
burlonas sonrisas, ostentan cuernos y fieros colmillos, emblema
de fuerza y
primitivo poderío. Refuerza la imagen
prepotente, el uso de bastones o látigos que pueden ser
asociados tanto a la figura de los capataces de esclavos, como a
los flagelantes que desfilaban en el medioevo. Los
símbolos cristianos protegen a los danzantes de ser
poseídos por el demonio: pequeñas cruces
confeccionadas de palma bendita, de tela o cintas cosidas al
traje, medias y calzado; medallas, rosarios, oraciones,
escapularios y estampas, no siempre visibles y según las
creencias compartidas plenas de un poder incuestionable. La
participación en la danza como pago de promesas exige
ceremonias de iniciación y generalmente la
exclusión femenina, que adquiere importancia en otros
aspectos del ceremonial. Una maraca en la mano derecha,
tradicionalmente usada por chamanes de sociedades
indígenas, en ritos para conjurar el mal y la enfermedad,
es empleada en casi todas las comunidades de danzantes;
así como sonajas metálicas de diverso tipo que
según antiguas creencias de culturas orientales y
africanas, poseen la facultad de ahuyentar los malos
espíritus. El más importante es el cascabel, que
tiene en su superficie una hendidura en forma de cruz. Con esta
misma finalidad se hacen los pasos y formaciones en cruz, bajo la
atenta observación de las órdenes de los
guías o capataces, durante el tiempo sagrado de la
acción de gracias que posibilita la salvación y el
beneficio personal o
colectivo.
Función Cultural de los Diablos Danzantes de Corpus
Christi.
La manifestación de los Diablos Danzantes de Corpus
Christi es ejemplo de la integración histórica de las
configuraciones culturales de los diferentes grupos que
contribuyeron a la constitución del núcleo de la
cultura popular tradicional venezolana. Indudablemente el aporte
europeo, determinado por la creencia religiosa impuesta, durante
el período colonial, ha dado paso a elementos de evidente
procedencia indígena y africana. Buena parte de las
poblaciones fueron haciendas cacaoteras en las cuales se
establecieron núcleos de esclavos, procedentes de
diferentes regiones de África. Sus contribuciones en el
curso histórico están fuera de discusión.
Como en otras expresiones de la tradición popular
venezolana, bajo el aparente predominio de lo europeo, existen
una serie de elementos culturales subyacentes que cobran en
diverso grado importancia en los rituales. La pesquisa sobre este
tema, deberá ser motivo de estudios particulares.
Música, Danza y Drama
Utilizados Durante el Ritual.
"La danza se acompaña con el ritmo de la maraca y el
movimiento de
las campanas, el cencerro y las sonajas que se llevan en la
cintura."
La música que
acompaña la celebración de los Diablos Danzantes de
Corpus Christi, es de tipo instrumental. Las diferentes
fórmulas rítmicas están ligadas
estrechamente a la secuencia de actos y figuras representados a
lo largo del ceremonial.
En cada una de las localidades tiene rasgos particulares en
cuanto al uso de los instrumentos
musicales y a los llamados toques o repiques
instrumentales. Aún cuando poseen variadas designaciones y
características, pudieran identificarse
así: fórmulas de llamada, para la convocatoria;
para las diferentes etapas de la ofrenda o rinde; las
fórmulas que sirven de enlace, e indican el paso a otra
etapa del ritual; y también para la diversión, que
se efectúan por petición y debe ser remunerada.
Este tipo de música, exclusivo de
la celebración, sólo se realiza el jueves de Corpus
y en la Octavita.
Los instrumentos empleados son: el tambor o "caja",
que se ejecuta como redoblante a la usanza tradicional que
acompaña las procesiones en España.
Este instrumento, en Naiguatá, estado Vargas,
es un tambor de barril, llamado "pipa"; en San Francisco
de Yare, Chuao y San Rafael de Orituco es un membranófono
de doble parche, tipo granadero.
El cuatro, o guitarrilla de cuatro órdenes simples,
es un instrumento de amplia difusión en Venezuela y es
utilizado por los danzantes en Cata, Cuyagua, Ocumare de la
Costa, Turiamo, Patanemo y San Millán. Vale destacar que
en Patanemo se practica la inversión o cruzado de las cuerdas,
para conjurar las malas influencias.
En Chuao y San Rafael de Orituco se emplean separadamente
tanto el cuatro como el tambor.
La maraca es un idiófono de sacudimiento utilizado
por las etnias indígenas históricas y actuales, se
ejecuta en la mayoría de las celebraciones rituales
populares venezolanas, en la mano derecha del mismo modo en que
ha sido empleada secularmente por la población
indígena en sus actos ceremoniales.
Un conjunto de cencerros, campanas y cascabeles atados a un
cordel colocado en la cintura, ofrece un sonido abarcante
que identifica al grupo de danzantes. El sacudimiento y
entrechoque se acentúa con el desplazamiento y los
constantes giros y saltos de la danza.
Todos estos instrumentos, de diversa procedencia, se han
integrado históricamente en la ceremonia.
Ante el toque de llamada, se produce la impactante llegada
de los diablos a las puertas del templo; allí se da
comienzo a una serie de actuaciones que abarcan
iniciación, pago individual de promesas y ofrendas. El
grupo seguirá atento y disciplinado al desarrollo de
la misa en el interior del templo y dará dramáticas
demostraciones de humillación.
Puede señalarse como rasgo general la
condición libre de la danza; sin embargo durante el ritual
de la misa se atiende a una coreografía de formaciones en
cruz y en doble hilera que se entrecruza, desplazamientos en
espiral, en figura de ocho, en círculo con uno o
más danzantes en medio. También la danza en
retroceso, propia de los momentos en que se retiran o
están ante algún símbolo religioso.
Desplazamientos rítmicos hacia adelante y atrás,
acostados sobre el piso, de rodillas, que pueden estar
acompañados por silenciosas oraciones o aterradores
quejidos y gritos como en San Francisco de Yare, donde al igual
que en Naiguatá, la danza es libre y tumultosa.
Es típico el paso cruzado. Cada danzante realiza con
su pie sobre el piso el símbolo de la cruz, giros, medias
vueltas, saltos variados, algunos apoyados sobre los brazos,
elevando alternativa y rápidamente las piernas;
también se llevan a cabo giros, con los brazos desplegando
la máscara como si la dotaran de vida, o bien
dejándola caer en señal de derrota.
En los saltos, por lo común, se sacude con vigor la
maraca y emiten su sonido las
sonajas atadas a la cintura, se despliega la capa o el lienzo al
que va unido la máscara.
En Yare, son propios los llamados pasos del escobillao y el
cuatro, que se ejecuta con una pierna cruzada a la altura de la
rodilla opuesta, dando elásticos saltos y movimientos
convulsos del cuerpo. En todos los lugares puede apreciarse que
en algún momento de la danza los participantes
actúan libremente como si estuviesen poseídos por
una fuerza sobrehumana, para luego caer en una especie de
letargo.
En Chuao, los danzantes se presentan en grupos llamados
regiones o legiones, pero su actuación es conjunta. Cada
uno lleva en su mano izquierda un látigo de vara larga que
al apoyarla sobre el piso subrayan determinados momentos del
ritual.
Todo transcurre bajo la mirada vigilante del perrero, a
veces ayudado en esta dura tarea por una mujer, que
atiende las necesidades de los danzantes, o corrige si
algún elemento de la indumentaria se encuentra fuera de su
sitio.
Los momentos de enlace que indican el inicio de una nueva
etapa del ritual; así como algunos toques, son
aprovechados para recuperar fuerzas durante la agotadora
jornada.
Precursores de la Danza
en la Localidad Estudiada.
Citar una fecha exacta de la conformación del primer
Grupo de Diablos en Tinaquillo es una tarea más que
difícil; ya que no existen testimonios escritos de la
misma, lo que si se puede asegurar en forma aproximada,
considerando algunos relatos de personas de la población,
es que a principios del
siglo XIX ya existía un grupo de personas que se dedicaban
a esta actividad en forma parcial. Otro aspecto que no se ha
aclarado totalmente es como, quién y de donde se trajo la
idea de crear una manifestación de esta naturaleza.
Tenemos que resaltar un hecho de trascendental importancia,
y es que independientemente de donde sea el origen, las personas
que se encargaron de darle cuerpo a esta idea, utilizaron al
máximo la creatividad
para conjugar una serie de elementos tantos Españoles,
Africanos e Indígenas y así fundamentar una
manifestación con características propias sin
prescindir de lo sagrado y religioso.
Es en el año de 1.920, cuando esta
manifestación toma mayor relevancia, guiados de la mano
del Sr. Luis Roche una serie de personas en las que se
encontraban: Virgilio Valera, Melquíades Valera, Dimas
Aponte, El negro Castellano,
José Betancourt, entre otros; se encargan de dar a
conocer, no solamente en Tinaquillo, sino además en otras
regiones aledañas, dicha manifestación y esta pasa
a formar parte de la identidad del pueblo. De esta fase en
adelante la historia de los Diablitos de
Tinaquillo se puede decir que se ha dividido en etapas enmarcadas
por sus capataces.
Al producirse la muerte del
Sr. Luis Roche, en el año de 1.935, toma las riendas del
grupo como capataz el Sr. Virgilio Valera.
La presencia del Sr. Valera como capataz de los Diablos fue
corta, se estima que su permanencia fue de aproximadamente 10
años; se puede decir que con la salida de él se
cierra la segunda etapa de la Manifestación,
dándole paso a la tercera generación. En el
año de 1.945, con la salida del Sr. Valera toma las
riendas de la agrupación el Sr. Dimas Aponte; con el se
suman, como integrantes, las siguientes personas: Juan Flores
(Perico), Pablo Flores, Félix Acuña, Tito Machado
(Cuatrista), Félix Monsalve, Virgilio Franco, Emiliano
Reyes, Ramón
Pérez, Mariano Peralta, José Camacho (Camachito),
José L. Cabrera (el catire), etc. En esta etapa se
acentúa la participación de la manifestación
y se exploran nuevos lugares de proyección como : El Pao,
El Baúl, San Carlos, Tinaco, Guacara, Yagua, etc. El Sr.
Dimas Aponte se mantuvo como capataz durante aproximadamente 15
años, siendo separado de ese rango, por voluntad del resto
de los integrantes, en la población de Yagua Edo. Carabobo
en el año de 1.960, aquí se cumple la tercera etapa
dando paso a la cuarta generación. Con la salida abrupta
del Sr. Dimas Aponte se decide nombrar como capataz al Sr.
Ramón
Pérez, a quién lo secundaba el Sr. Mariano Peralta;
en esta etapa se suman las siguientes personas: José
Aponte, Víctor Aponte, Elio Romero, José
López, Luis Cabrera, Elio Machado, Zoilo Pérez,
Víctor Castro, etc. Además se iniciaron como
niños:
José L. Cabrera (hijo) y Servideo Pérez (El Negro).
En esta etapa sucede un acontecimiento tan importante que
vendría a garantizar la permanencia de la
manifestación en el pueblo, la idea impulsada por la
maestra Cristina de Bocaney y por el maestro Leopoldo Molina en
el Grupo Escolar "General José Antonio Anzoategüi",
de ensayar a un grupo de niños
para formar el Grupo de Diablitos del Anzoategüi, esta
iniciativa fue seguida por el resto de las escuelas del pueblo,
siendo dentro del plano cultural materia
obligada para las instituciones.
Esta semilla permitió el rescate de la
manifestación, al haberse extinguido años
más adelante. Debido al fallecimiento de algunos de los
integrantes del grupo y por enfermedad de otros los Diablitos
dejan de salir en el año de 1.973, cerrando así la
cuarta etapa de la Manifestación. Luego de 10 años
de inactividad un grupo de personas impulsados por el
cumplimiento de un compromiso adquirido, decidieron iniciar los
ensayos con
la meta de
reiniciar las actividades, de salir a la calle y así
eliminar la nostalgia que les infundía el recuerdo del
pasado; sabían que el camino era largo y duro, pero les
impulsaba la Fé en lo que estaban emprendiendo. Así
luego de una serie de ensayos, el
santo día jueves de Corpus Christi del año 1.983,
salen de nuevo a la calle en el reinició de las
actividades; en este importante día se inicia la quinta
generación; la agrupación la conformaban las
siguientes personas: Elio Romero (capataz), Carlos Cabrera
(segundo capataz), José Cabrera (hijo), Servideo
Pérez (el negro), Pablo Hernández, José
López, Domingo Rumbos (el muerto), Pedro Gonzáles,
Carlos Hernández (paraparo), José Pérez
(cuatrista), José Morales, Israel
Martínez, etc.
En el segundo año ocurre un acontecimiento
importante para la evolución de la manifestación, como
lo fué la incorporación de la mujer en la
danza, este hecho no fué ocasionado por una simple
decisión sino que la mujer estaba
reclamando el derecho adquirido al participar en la Escuela como
parte de la semilla que permitió garantizar la
permanencia. Citaremos algunos nombres: Ana Mercedes
Martínez, Nelida Cabrera, Isbelia Cabrera, Maria Ronci,
Carolina Carballo, etc.
En el año de 1.987, por ausencia del Sr. Elio Romero
y por ser el Segundo Capataz, le correspondió asumir la
responsabilidad al Sr. Carlos Cabrera, quien
dirige la Agrupación actualmente.
"…En un siglo pasado, como no había el
modernismo de
lo que es la tela, no había ese colorido, entonces lo
pintaban …Hoy en día no, porque se consiguen telas
más floreadas y la cosa tiene más
colorido."
Probablemente los primeros trajes de diablos de Corpus
fueron pintados a mano, tal como fueron las armazones
correspondientes a las figuras de tarascas y gigantones.
Testimonios de antiguos cofrades, aseguran que en San Francisco
de Yare y Patanemo la decoración del traje se realizaba
como, hasta hoy, se hace en Naiguatá: un pantalón y
camisa blancos. Se dibujan completamente a mano, con predominio
de diseños geométricos, coloreados con tintes
vegetales, más tarde se usaron creyones y marcadores de
tinta de colores vivos.
Cada uno de estos trajes es en sí mismo una obra de
arte, que en
conjunto ofrecen una imagen de belleza considerable. Existen
referencias del uso de sellos de madera con
motivos diversos que eran humedecidos en tinturas y estampados a
la tela blanca de camisas y pantalones.
Esta labor, realizada generalmente en las casas de los
principales miembros de la hermandad de Corpus, requiere una
anticipación mayor que cuando se emplean telas estampadas
de fabricación industrial. Como en todas las comunidades
donde se realiza la celebración, los trajes son retocados
o renovados previamente, en esta labor cooperan activamente las
mujeres vinculadas a la hermandad.
En las poblaciones aragueñas de Ocumare de la Costa,
Cata, Cuyagua, Turiamo y Chuao; así como en las
carabobeñas de San Millán y Patanemo, existe
afinidad en cuanto al uso de pantalones a media pierna, camisas
de mangas largas y amplias capas rematadas con faralás,
flecos, madroños y volantes de colores
contrastantes. En ocasiones llevan aplicaciones, bordados de
pedrería con el motivo de la cruz, tan adornadas como sean
las posibilidades económicas de cada uno.
Las telas que emplean para la confección son
generalmente estampadas de colores brillantes y alegres
combinaciones. Utilizan medias largas y casi siempre calzan
alpargatas, de modo que puedan coser sobre el tejido
pequeñas cruces de palma, de tela o cintas.
Los diablos danzantes de San Francisco de Yare, llevan
vestimenta roja, las mangas y el pantalón son largos, la
capucha, del mismo material es amplia y durante el baile la
despliegan como si fuese una capa.
En Tinaquillo, estado
Cojedes, el traje se confecciona con telas satinadas que combinan
los colores rojo y negro, opuestos al modo de los arlequines: los
blusones son de manga larga y pantalones bombachos a media
pierna. En San Rafael de Orituco, la indumentaria es semejante.
Lleva además, cruces cosidas en el lado izquierdo del
pecho y suelen poner cascabeles en sus alpargatas. Puede
apreciarse entre ellos, el uso de indumentaria corriente a la
cual cosen listones de tela en los laterales del pantalón
y cruces como se acostumbra.
"Las máscaras varían, cada uno elige el
animal que le gusta. Las hago de distintas formas: de perro, de
ganado, caras diabólicas; el que viene escoge la que
más le gusta, a gusto del que va a pagar la
promesa…"
Símbolo de la celebración, el diseño
de la máscara de los danzantes de Corpus Christi es
igualmente diverso en cada localidad. Coloridas y vistosas, cada
una es obra individual cuyas características corresponden
en algunos lugares a la jerarquía de quien la porta;
así como a los recursos y a la
creatividad de
su autor. Es frecuente que cada danzante confeccione su
máscara, pero también hay personas especializadas
en esta tarea. En numerosas comunidades, existe el testimonio del
uso anterior de la corteza del fruto del taparo, la
adaptación de cuernos hechos con corteza de coco y
también cuernos de vacuno.
En Naiguatá y San Francisco de Yare, las
máscaras tienen aspecto de animales
fantásticos. Son confeccionadas con técnica de
papier maché o capas superpuestas de papel engomado
sobre un molde de madera o de
barro, sobre el cual suelen utilizar una mezcla de yeso. La pieza
puede ser unida a una estructura de
alambre, y debe someterse a un proceso de
secado previo al acabado de detalles, como incorporar orejas,
cuernos, dientes o lenguas. Luego se hace la decoración al
óleo. En Naiguatá, las máscaras llevan en la
parte superior un aro metálico forrado, -como si fuesen
cuernos unidos- del que cuelgan cintas de colores. Los motivos
son diversos: cabezas de toro, de perro, de caimán, pero
predominan las de monstruosos animales marinos.
Las máscaras de San Francisco de Yare tienen
cuernos, cuyo número varía según la
jerarquía de los danzantes: la del primer capataz, posee
cuatro cuernos; la del segundo capataz, tres y las de los
demás diablos llevan dos. Hace unos cincuenta años,
casi todas las máscaras simbolizaban la "cara de cochino".
En la actualidad predominan las de cabeza de vaca o de toro y las
inspiradas en dragones.
En Chuao las máscaras son elaboradas mediante la
colocación de capas superpuestas de arcilla, retazos de
telas rústicas y papel de periódicos. En la arcilla
se incrustan los cuernos rectos inclinados hacia adelante que
luego son unidos con un tejido de cintas que llevan los colores
de la bandera nacional.
La decoración pintada principalmente en negro
y rojo, lleva resaltantes trazados blancos que ofrecen un aspecto
espectral y sonriente.
Las máscaras en Ocumare de la Costa, Patanemo, San
Millán, Turiamo, Cata y Cuyagua presentan variedad no
sólo por los materiales
utilizados, sino por los patrones del diseño
y fabricación. Se emplean desde la corteza del fruto del
taparo, la malla metálica o plástica, con sencillos
arreglos o cuidadosamente policromadas; también conocen la
técnica del papier maché, con colorida
decoración al óleo. De los cuernos, cuelgan cintas
o van entretejidas y sueltas en los extremos. Son notables las
grandes trompas con bocas abiertas a las que asoman fieras
dentaduras y lenguas colgantes de cartón.
Todas las máscaras llevan unido en el borde superior
un trozo de tela suficientemente largo como para mantener
cubierto el rostro cuando llevan la máscara sujeta en la
mano extendida. El tipo de tela es variable, en San Francisco de
Yare, es confeccionada con la misma del traje. En
Naiguatá, Ocumare, Cata, Cuyagua, Patanemo, y San
Millán suele ser de malla ligera. En Chuao, usan
pañuelos o trozos de diversos lienzos multicolores y en
San Rafael de Orituco, de satén rojo.
En Tinaquillo se emplea un pañuelo rojo al cual se
sujeta la máscara con una técnica que evoca el
tocado tradicional de algunos pueblos árabes.
"Yo trato de darles una buena protección contra del
diablo, y les rocío agua bendita
en el camino hacia la cruz del perdón. (…)La gente
piensa que eso es mentira, pero no es."
Las palmas benditas, colectadas durante la Semana Santa el
Domingo de Ramos, según una arraigada tradición del
pueblo venezolano, son empleadas como protección ante
diversos peligros. La palma, secular emblema de la victoria,
bendita y en forma de cruz representa un valioso talismán
en la lucha contra las fuerzas misteriosas y malignas.
Ante la firme creencia de que el demonio puede incorporarse
a través de quienes los representan en la ceremonia de los
diablos danzantes, estos utilizan pequeñas cruces de palma
o de tela de colores contrastantes, cosidas en su indumentaria.
Se pueden ver sobre el pecho, en la espalda, extremidades y
aún en el calzado. Usan también cruces de tela
aplicadas sobre el traje.
Otros símbolos religiosos son la medalla del
Santísimo y el rosario, sarta de cuentas con un
crucifijo bendito, testimonio del pago de promesas por persona
interpuesta, casi siempre mujeres que como sabemos tienen
limitaciones para incorporarse a la danza. Cada participante
lleva oculto, o a la vista, escapularios, estampas y oraciones
para su protección personal.
Igualmente, se efectúan actos privados de
oración, en los cuales tienen papel preponderante las
personas de más alta jerarquía en las hermandades,
y mujeres reconocidas por su positivo poder benéfico en la
formulación de oraciones para conjurar los riesgos de la
tentación. El rocío con agua bendita
es también parte de estas medidas espirituales.
Escenarios Donde se
Manifiesta la Expresión Cultural.
En cada una de las localidades se da una danza
complementaria de carácter festivo que generalmente se
realiza a petición de los presentes, en la calle o en
algún hogar, donde recibirán una limosna o donativo
que los gratifica. Así encontramos en Cata la llamada
Danza del Mono Quitumbo; el Galerón en Patanemo y Turiamo;
la Mojiganga y el Calabarí o Carabalí, en Chuao; el
Baile del Vaso, en Naiguatá; en Tinaquillo, el
Sebucán o Palo de Cintas y el Pañuelo. Estas
actuaciones, de contenido burlesco o diversional, son realizadas
luego del servicio
religioso y a distancia del templo.
Los diablos de Chuao y Turiamo, además de realizar
su danza en la procesión cumplen un ritual en el interior
de la iglesia, después de la misa de Corpus. Ordenados en
fila doble van pasando por parejas y se prosternan ante la
custodia que contiene la hostia, depositan la limosna
prosternados ante el altar haciendo el signo de la cruz sobre una
bandeja, colocada para tal fin. Luego se colocan nuevamente en
las filas. Se retiran del recinto danzando al compás de
música de cuatro sin darle nunca la espalda al
altar.
También se hacen ceremonias danzarías en las
visitas rituales al cementerio y a las tumba de cofrades
desaparecidos; a hogares de miembros de la hermandad, enfermos o
fallecidos. Antes de penetrar al recinto simulan tener dificultad
para acceder, con reiterados movimientos hacia adelante y
atrás, como si les empujaran rechazando su presencia desde
el interior del lugar.
Escenografía para la Difusión de la
Manifestación Cultural
Los preparativos de la conmemoración de Corpus se
inician varias semanas antes de la fecha que es esperada por toda
la comunidad. La
actividad se multiplica entre los miembros de la hermandad: la
confección y retoque de trajes, máscaras y
accesorios, van aunadas a los ensayos de la ceremonia que, como
es debido, se realizan bajo la dirección de capataces y de los miembros
más antiguos. En casi todas las comunidades la diablada se
reúne para ultimar detalles y también para cumplir
con algunos rituales. Muchos suelen ataviarse como lo
harán el día de la fiesta, hacen visitas al
cementerio, a altares y a casas de miembros de la hermandad. En
algunos sitios, como San Francisco de Yare, el nicho de la
custodia vacío es paseado por las calles y llevado hasta
la puerta de la iglesia. Durante el recorrido se suman a la
comitiva numerosos fieles. En el transcurso de la noche, hacen
oración colectiva y privada, guardan sumo recogimiento y
no deben consumir bebidas alcohólicas. Existe la
convicción que para la fecha, el demonio anda suelto y es
muy alto el riesgo de recibir
malas influencias y tentaciones. Con frecuencia se realiza un
velorio, en honor al Corpus Christi. Los miembros de la hermandad
y los pagadores de promesas que están residenciados en
otras localidades, llegan para integrarse a la preparación
de la ceremonia.
Comienzan a verse por las calles diablos ataviados con sus
máscaras, mujeres con niños en brazos, que llevan
símbolos cristianos o propios de la celebración
popular. Muchos de ellos asisten a pagar promesas. El templo,
generosamente adornado tiene plena asistencia y en las afueras se
reúnen los devotos para escuchar desde allí la misa
y seguir la demostración de fe que realizarán los
diablos danzantes. Se inicia el estallido de los fuegos
artificiales y el repicar de las campanas de la iglesia. Aumenta
la expectación ante el comienzo de la misa y de la llegada
de los danzantes. El sonido de toque de llamada, se une al de las
maracas y el tintineo de las sonajas atadas en la cintura, y
vestimenta. Impactante y solemne, su presencia llena de colorido.
Es el centro de las miradas. Se ubican en el atrio de la iglesia
y desde allí siguen respetuosamente el desarrollo del
servicio,
mientras cumplen con su propio ritual: pasan ordenadamente de
rodillas a hacer su ofrenda de estricto cumplimiento. En los
momentos cruciales de la misa, como la consagración, los
diablos se postran en el piso, sumisos y vencidos. Al concluir la
misa, en medio del repicar de campanas y de los fuegos
artificiales, los pobladores se preparan para la procesión
con la custodia, a la cual se suma el conjunto de danzantes,
quienes demostraran diferentes coreografías y pasos en
danzas colectivas y libres. En algunas comunidades el recorrido
se efectúa en horas vespertinas y se prolonga hasta la
noche. La procesión que encabeza el sacerdote con la
custodia, conducida bajo palio, cuenta con la presencia de las
autoridades de la comunidad y de
las hermandades religiosas, que llevan estandartes distintivos.
Habrá parada y bendición en cada uno de los altares
ubicados en la ruta; allí también tendrá
lugar una ceremonia con oración y danza por parte de los
diablos. Al finalizar el recorrido y producirse el retorno de la
custodia al templo, los danzantes harán nuevas figuras en
el atrio, antes de reunirse en casa de algún miembro de la
hermandad o en la calle misma, para hacer las danzas de
diversión. Se habrá preparado una comida para ser
compartida con la comunidad, muchas veces patrocinada por un
devoto como pago de promesa. En algunas poblaciones se celebra la
llamada Octavita de Corpus, en la cual se repiten actos
semejantes a los del día principal de la fiesta.
Cofradías y Grupos
Culturales que Existen en la Comunidad Cultural
En el estado
Aragua, las poblaciones de Cata, Cuyagua, Chuao, Ocumare de la
Costa y Turiamo, todas señaladas desde el período
colonial como sitios de explotación cacaotera, vecinas al
mar y separadas entre sí por cortas distancias y
accidentadas vías terrestres, celebran Corpus Christi con
danza de diablos que "rinden" ante el Santísimo en
señal de sumisión. De las que se tienen
referencias más antiguas son Ocumare de la Costa y Chuao,
reseñadas por cronistas y viajeros en los años 1621
y 1649, respectivamente. Cata, Cuyagua y Turiamo, se mencionan
por primera vez en el año 1773, aunque se presume que
desde mucho antes también conmemoraron la fecha.
En el estado
Vargas, inmediata al principal puerto del país y
aproximadamente a una hora de la capital, se halla
Naiguatá, conocida desde 1628 como antiguo pueblo de
indios y productor de cacao, caña azucarera y maíz;
allí la conmemoración de Corpus se remonta a una
fecha imprecisa, con danza de diablos.
En el estado Miranda, destaca San Francisco de Yare,
mencionada por los cronistas desde 1624, como sitio de
sementeras, cría de ganado vacuno y caballar. Es el sitio
emblemático de la celebración. Fue durante la
colonia sede del Curato Rural de la región, y a ella
acuden habitantes de todas las poblaciones cercanas a cumplir las
promesas formuladas al Santísimo.
Diablos de Corpus danzan en San Millán (Puerto
Cabello) y Patanemo en el estado Carabobo. En el estado Cojedes,
la danza ritual se efectúa en el pueblo de Tinaquillo
(1781), y en el estado Guárico, en San Rafael de Orituco,
citado desde 1783 como centro productor de cacao y cría de
vacuno y caballar.
Probablemente la presencia de diablos danzantes en la
fiesta del Santísimo pudo haberse realizado,
también, en muchas otras localidades: Borburata, Canoabo y
Guacara en el estado Carabobo; Nirgua y San Felipe, en el estado
Yaracuy; y San Hipólito en el estado Barinas, donde se han
hecho esfuerzos para reestablecer la tradición de otros
tiempos.
Apoyo Institucional
Público y Privado para Fomentar la Difusión de
Estas Manifestaciones.
El Instituto del Patrimonio
Cultural como ente rector de la protección y defensa del
patrimonio cultural en Venezuela financia conjuntamente con la
Fundación de Etnomusicología y Folklore el 10
% de este tipo de manifestaciones culturales, apoyándose
en la Constitución Nacional y en la ley de Defensa y
Protección que insta a los gobiernos regionales, con
competencia en la
materia, a
asumir su responsabilidad, en este caso se trata de los
estados en donde existen Hermandades o Cofradías de
Diablos Danzantes de Corpus Christi ( Aragua, Carabobo, Cojedes,
Guárico, Miranda, Vargas) para poder cumplir con el
Plan de
Acción para la Salvaguarda, Protección y
Revitalización de los Diablos Danzantes de Corpus Christi
de Venezuela. El resto de los recursos
necesariamente deberán de ser gestionados a través
de organismos internacionales y privadas.
La festividad que durante los siglos XV y XVI fue
símbolo del catolicismo en España, comenzó a
practicarse en Venezuela aproximadamente a finales del siglo XVI.
Por la solemnidad de sus procesiones y altares de rico adorno, la
vistosa indumentaria y elaboradas máscaras, la vigorosa
danza y peculiares muestras de fervor, convocan la presencia
entera de las comunidades, a vecinos y visitantes.
Esta celebración, cuyos orígenes se remontan
al teatro
litúrgico medieval, se integró a la
tradición popular venezolana, sumándole elementos
indígenas y afrovenezolanos propios y ha mantenido su
carácter impregnado de profundo sentimiento religioso. Su
permanencia es sostenida por grupos de cofrades que en su
mayoría cumplen promesas de por vida; ellos son
vehículo fundamental de la transmisión oral de
todos los aspectos del rito que cuenta con la aceptación
mayoritaria de las comunidades donde se efectúa.
Los Diablos Danzantes de Corpus Christi de Venezuela son
unas de las expresiones del patrimonio oral venezolano que por su
riqueza, significación y tradición refleja
fielmente la identidad y diversidad cultural de nuestro
país, allí se expresa la influencia
indígena, europea y africana. Gracias a la memoria colectiva
de sus miembros y al conocimiento
asociado a esta manifestación cultural, transmitida en
forma oral de generación en generación, esta
tradición se mantiene y revitaliza hasta la actualidad. En
tal sentido debemos enfatizar que ésta
manifestación cultural se expresa no sólo en la
población de Yare, estado Miranda, sino también en
Cata, Cuyagua, Chuao, Ocumare de la Costa y Turiamo, en el estado
Aragua; San Millán y Patanemo en el estado Carabobo;
Tinaquillo en el estado Cojedes; San Rafael de Orinoco en el
estado Guárico y Naiguatá en el estado Vargas. En
estos lugares existen cofradías o hermandades que se han
organizado, esta Sociedad de
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Diablos Danzantes de Tinaquillo
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Cofradía de la Hermandad de Naiguata
Cofradía de la Hermandad de Ocumare
Cofradía de la Hermandad de Turiamo
Cofradía de la Hermandad de Chuao
González Maria
Rodríguez Zammy
Silva Omaira
Suárez de P. Yajaira
Valencia,