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Danzas autóctonas de Oaxaca




Enviado por ely_rp



    1. Danza del toro de
      petate
    2. Danza de los
      diablos
    3. Danza de la
      tortuga
    4. Danza del
      tigre
    5. Danza de los tejorones
      viejos
    6. Danza de los
      tejorones
    7. Danza de las
      mascaritas
    8. Danza de los
      chareos
    9. Las
      chilenas
    10. Los sones
    11. Jarabe
      mixteco
    12. Sones de
      Pochutla
    13. Los sones, del
      Istmo

     

    Los bailes y danzas de la Costa Sur del Pacífico
    mexicano tienen raíces universales, ya que conjugan la
    experiencia cultural de indígenas, españoles y
    negros reunidos por los acontecimientos históricos en esta
    región. Se cuenta con múltiples relatos y
    descripciones de estos bailes; algunos se refieren a la
    seducción de su contenido y otros al ritual que los
    requiere. La danza es el
    clímax de la fiesta del pueblo, con ella se transforma su
    voluntad en movimiento.

    La historia de la danza en
    México nos
    ha sido legada en documentos y
    objetos artísticos que datan de hace más de tres
    mil años. Sus representaciones se han encontrado en todo
    el país desde los hallazgos de Tlatilco (1400 a.c.), donde
    aparecieron figurillas de barro que representan bailarines con
    máscaras, sonajas en las manos y cascabeles en las
    piernas; los códices Borbónico y de Tlatelolco; los
    testimonios de los cronistas del siglo XVI: Sahagún,
    Durán, Motolinia, Mendieta, Torquemada y Landa. Los
    conquistadores y colonizadores trajeron también sus bailes
    a la Nueva España,
    transformando aquellas danzas referentes a los Caballeros
    Águila y Caballeros Tigre en las de Moros y Cristianos,
    entretejiendo así la "hermosa trenza dorada" de la danza
    mexicana junto con nuestra tercera raíz venida de
    África.

    En la historia de la danza en
    México
    encontramos que los académicos, intelectuales y artistas
    han jugado un papel muy
    importante al encabezar el rescate y la consolidación de
    las más diversas manifestaciones de las danzas, sones y
    jarabes. De forma similar en las comunidades de Oaxaca, los
    consejos de ancianos, los cabildos, las autoridades municipales y
    todos los personajes caracterizados al interior de los pueblos,
    se han preocupado por mantener las tradiciones y costumbres que
    tienen que ver con las danzas, bailes, sones y chilenas; porque
    todo esto es una manera de preservar la identidad, de
    identificarse con un lugar y una historia, de saber quienes somos
    "los verdaderos nosotros".

    Se sigue realizando este Festival Costeño de la
    Danza con el propósito de dar a conocer una parte de las
    manifestaciones dancísticas de la costa. No hubiera sido
    posible sin la unión de muchas voluntades: de los pueblos
    participantes, de los grupos de danza
    de los mismos, de las asociaciones civiles, de los prestadores de
    servicios
    turísticos de Puerto Escondido y de los gobiernos
    municipal, federal y de los estados de Guerrero y Oaxaca. Que
    sirva este documento como una constancia de reconocimiento para
    todos.

    La música y la danza son
    dos de las manifestaciones de la vida humana que mejor reflejan
    las expresiones externas de una cultura, los
    sentimientos religiosos y los perfiles étnicos y sociales
    de un pueblo.

    La danza es el ritmo percibido visualmente, y nació
    de la observación de que el ritmo mismo es el
    elemento fundamental del movimiento
    universal: el cosmos se encuentra en constante movimiento
    rítmico. Desde galaxias y planetas hasta
    el funcionamiento del cuerpo humano,
    el ritmo aparece constantemente gobernando el movimiento y la
    vida. Ésta también sigue un ciclo rítmico de
    nacimiento, juventud,
    madurez, vejez y
    muerte.

    México tiene una enorme tradición
    dancística con cuatro principales elementos de constitución: los tres grupos
    étnicos de los que surgió y las influencias de
    otras culturas con que ha contactado. Estos elementos son, en
    primer lugar, la supervivencia de los fundamentos culturales
    prehispánicos; en segundo, la influencia española
    ejercida a partir de la Conquista, permeada a su vez por
    elementos del resto de europa,
    además de modelos
    árabes y africanos; en tercero, los elementos culturales
    de los pueblos africanos que fueron introducidos durante la
    época de la Colonia, principalmente a las zonas costeras;
    por último, en forma indirecta, la influencia de
    países antillanos y sudamericanos, del sur de los Estados Unidos de
    América
    y algunos países europeos que tuvieron una
    intervención, directa o indirecta, en la historia de
    México, fundamentalmente Francia,
    Inglaterra y
    Austria.

    En las fiestas mexicanas, en una mezcla de tradición
    cristiana e indígena, se perciben una serie de elementos
    que muestran toda una cosmovisión, es decir, una forma de
    ver al mundo, de entenderlo y de rebelarse contra él y
    contra la sociedad en que
    se está inmerso. La danza es una de las formas de expresar
    esta visión del mundo y de rendir culto a lo
    inexplicable.

    De esta manera, el combate entre Caballero Tigre y
    Caballero Águila fue sustituido con elementos nuevos, como
    la pugna entre moros y cristianos en que la intervención
    de los santos ayudaba a combatir a los enemigos de la fe
    católica. Tal mezcla de elementos produjo un sincretismo
    sin par que conserva elementos cristianos y no cristianos en una
    amalgama sorprendente de valores
    estéticos y morales.

    Los elementos constitutivos que se han mencionado y las
    variaciones inevitables que el tiempo y la gente
    incorporan a las manifestaciones culturales, han hecho que las
    danzas en la actualidad hayan variado su estructura en
    la forma, pero en la mayoría de los casos mantienen
    intacto el fondo. Como muestra del
    profundo sentido que aún conservan las danzas y las
    fiestas en muchas regiones de México, éstas no
    constituyen un motivo de descanso y recreación
    sino, por el contrario, la actividad se intensifica y la gente
    aporta su tiempo, trabajo y
    dinero. La
    preparación de una fiesta patronal dura un año
    entero, durante el cual se consiguen los recursos para
    festejar de la mejor manera posible al Santo Patrón bajo
    cuya protección se vive y trabaja.

    La responsabilidad de la fiesta descansa en un
    grupo o un
    individuo. En el primer caso se forman comités especiales
    (mayordomías) para la
    organización de una fiesta. Entre los vecinos del
    pueblo se encargan de adornar calles y plazas, preparar comida
    suficiente para la población y sus visitantes, y pagar a
    músicos o danzantes cuando no hay en la comunidad. En
    otras ocasiones toda la responsabilidad de la fiesta recae en un
    sólo individuo (mayordomo), para quien es un honor del que
    habrá de obtener un prestigio ante la comunidad en caso
    de cumplir adecuadamente con el compromiso.

    Las danzas de la Costa Oaxaqueña son más que
    un simple motivo de esparcimiento, significan un acontecimiento
    social importante y poseen, además, un profundo sentido
    mágico y religioso. El danzante no baila para su
    diversión o la del público: sus danzas son una
    plegaria que invoca el apoyo de las fuerzas superiores, que
    él considera dominan al mundo, para demostrar
    devoción y respeto a la
    divinidad.

    DANZA DEL TORO DE
    PETATE

    Existe una gran variedad de danzas conocidas como "del
    toro" en diversas regiones del país. La versión de
    Santiago Collantes es alegre y llena de movimiento, además
    de estar inspirada en una historia de la localidad. Santiago
    Collantes es una Agencia Municipal de Santiago Pinotepa Nacional.
    Se encuentra localizada al sureste de la cabecera municipal.
    Tiene una población aproximada de 3,000 habitantes,
    quienes se dedican principalmente a la siembra y cardado del
    algodón, cultivo del maíz y las
    actividades comerciales. Los habitantes de la localidad no hablan
    ninguna lengua
    indígena, ya que la ascendencia principal de la
    mayoría de la población es de origen
    africano.

    La danza del toro es una de las danzas más conocidas
    de la región. Se representó en el año de
    1911 cuando el Presidente Francisco I. Madero visitó la
    comunidad. La gente del lugar, preocupada por darle una acogedora
    bienvenida, decidió interpretar una danza que
    caracterizara a la región. En una asamblea, la
    señora Doña Chucha Añorve propuso una danza
    relacionada con la historia de esas tierras, la historia de Don
    Pancho:

    "Yo no sé la fecha exacta, pero hace muchos
    años, toda la Costa Chica Oaxaqueña
    pertenecía a un sólo dueño, un español
    que vivía en la ciudad de Oaxaca llamado Francisco Acho.
    Se dice que era dueño de 24 ranchos de ganado vacuno y
    tenía como caporal a un español en
    cada uno de ellos, quienes se reconocían por el nombre del
    rancho, así se mencionaba al caporal de Rancho Alegre,
    caporal del Santísimo, caporal de Rancho Grande, etc. En
    esa época sucedió una revuelta entre los nativos y
    mestizos del lugar, por lo que Don Pancho comenzó a perder
    ganado y se trasladó al Rancho del Santísimo, en el
    que vivía su caporal de más confianza. Grande fue
    su sorpresa al darse cuenta de que ya no tenía ni una sola
    res, y que sólo quedaba en sus corrales un toro, un bonito
    semental muy bravo que había escapado ya de diez ganaderos
    que insistían en ser los dueños, como evidenciaban
    las marcas de diez
    hierros diferentes. Don Pancho, furioso, acusó a los
    ganaderos de la región, quienes eran gente que
    había trabajado para él y que le habían
    robado. Para hacer valer sus demandas llevó al toro al
    juzgado, pero como era muy bravo, tuvo que reunir a sus
    veinticuatro caporales para dominarlo".

    Esta historia sirvió de inspiración para la
    danza que fue mostrada al Presidente Madero, quien quedó
    muy complacido y bajó de la tribuna para saludar de mano a
    todos los danzantes. Además los exhortó a continuar
    representando la danza y se comprometió a enviarles una
    regalía. La gente del lugar no ha dejado de bailarla, al
    principio con la esperanza de recibir la regalía
    prometida, y más tarde porque se hizo una tradición
    representar la danza en las fiestas.

    Los trajes que se usan en la danza constan de
    pantaloncillos y camisa a la usanza española, los primeros
    hasta la altura de la rodilla, y la segunda de colores
    brillantes en tela satinada. Detrás de la camisa cuelgan
    escarchas brillantes de colores que le
    dan vida al conjunto del vestido. El jefe de los caporales
    utiliza una binza (instrumento de cuero de res muy duro empleado
    como látigo), chaparreras y un sombrero diferente que
    marca su
    jerarquía. También llevan una cuerda que en
    ocasiones utiliza para intentar lazar al toro. El resto de los
    danzantes, los caporales, portan un listón cruzado sobre
    el pecho con un moño en el cruce. Los sombreros son
    adornados con un lienzo brillante y se le ponen cuatro espejos,
    imitando todo el zarco de los españoles. Los caporales
    utilizan un machete ficticio colgado sobre el hombro
    derecho.

    La imagen de Don
    Pancho se hizo con una máscara que representa la piel blanca,
    mirada altiva, nariz aguileña, barba crecida y blanca.
    También se hizo la imagen de su
    esposa, María Domínguez, conocida como la Minga,
    cuya máscara imita piel blanca,
    ojos azules y cabellera rojiza; su vestido consiste en una falda
    larga y blusa de colores llamativos, lleva cargando una
    muñeca envuelta en un rebozo, la que representa a su hija.
    El toro se confecciona de carrizos con un forro de
    petate.

    Los arreglos de los sones se adecúan a las
    relaciones, las cuales están compuestas en forma de
    versos. La interpretación de la música es hecha
    generalmente por cuatro instrumentos de viento: dos trompetas y
    dos saxofones, acompañados de un tambor que marca el ritmo y
    que, cuando los caporales se enfrentan al toro, retumba solo,
    añadiendo suspenso e interés a
    la danza.

    Aunque el número de danzantes puede variar, por lo
    general son entre catorce y veinte, incluyendo al jefe de los
    caporales, a la Minga y al toro. En el desarrollo del
    baile el jefe de los caporales y Don Pancho bailan con la Minga
    (que es interpretada por un hombre),
    mientras que todos los caporales forman dos hileras o un
    círculo en pasos de danza de manera alternada, y el toro
    baila al centro. La historia que inspiró el nacimiento de
    esta danza se va desarrollando a través de los pasos
    dancísticos hasta que llega el momento de enfrentar al
    toro. Entonces, en medio de un círculo que forman los
    caporales, cada uno de ellos recita versos alusivos al festejo o
    a las personalidades presentes en la fiesta, y después
    ataca al toro, el cual embiste furiosamente. El violento choque
    de las espadas de madera con el
    toro de carrizo es vistoso y estremecedor, y constituye el
    clímax y la culminación de la danza.
      DANZA DE LOS
    DIABLOS

    La danza de los diablos no es exclusiva de Santiago
    Collantes, pero la interpretación que de tal danza se hace
    en ese lugar es la más conocida.

    Esta danza contiene elementos de orígen diverso.
    Algunos de ellos datan de la época Colonial, cuando
    surgieron las haciendas españolas en la Costa y emplearon
    la mano de obra de los esclavos negros. Los hombres y mujeres de
    raza negra fueron utilizados en las rudas jornadas de trabajo en
    el clima tropical de
    la Costa del Pacífico. Su fortaleza, considerablemente
    mayor a la de los indígenas, propició que muchos
    hacendados de la zona introdujeran esclavos negros que
    sustituyeron o se mezclaron con la población.

    Aunque las guerras que
    independizaron al país de la Corona Española
    tuvieron como una de sus consecuencias sociales la
    abolición de la esclavitud, este
    logro no se llevó a cabo de manera efectiva
    inmediatamente, sobre todo en las zonas más alejadas y de
    difícil acceso, como las haciendas oaxaqueñas y
    guerrerenses de la Costa. Aún después del
    término del sometimiento de indios y negros a los
    regímenes de encomienda y esclavitud,
    cuando fueron contratados como jornaleros siguieron viviendo en
    circunstancias similares a las que tenían siendo
    encomendados o esclavos.

    Durante el tiempo transcurrido desde que los negros fueron
    arrancados de su tierra y
    traídos a la Nueva España,
    hasta fines del siglo XIX, siempre conservaron elementos de
    identidad
    cultural que los unieron y les permitieron soportar el duro
    destino que la historia les asignó. Entre esos elementos,
    algunos son de carácter
    religioso y artístico.

    Cuando a principios del
    presente siglo estalló la Revolución
    Mexicana, un gran grupo de
    negros "Tenangos" (gente andariega) huyó de su
    condición de jornaleros mal pagados en diversas partes del
    país y se dirigió hacia la Costa Chica en busca de
    medios para
    embarcarse y retornar a Africa. Debido a
    que era un grupo numeroso les fue difícil conseguir
    medios
    suficientes para partir, por lo que aceptaron la oferta del
    hacendado Dámaso Gómez, quien los empleó
    como jornaleros en una despepitadora de su propiedad .
    Ahí se quedó el grupo por algún tiempo, que
    se pensaba sería corto. Mientras tanto continuaron con sus
    ritos religiosos, principalmente en honor al Dios Ruja, entre los
    que música y danza tienen un lugar destacado.

    Al poco tiempo llegó a Puerto Minizo un barco que
    transportaba a un grupo de sonorenses que huía de la
    guerra del
    norte del país. Se establecieron en la región y
    convivieron con los Tenangos, haciendo una mezcla interesante de
    tradiciones y costumbres que enriqueció sus formas de
    expresión, incluyendo a la Danza de los Diablos.

    La Danza de los Diablos es un ritual dedicado al
    espíritu del Dios Negro Ruja, a quien honraban y
    pedían ayuda para liberarse de sus duras condiciones de
    trabajo, es por eso que al inicio de la danza se le invoca con
    respeto y
    reverencia.

    Actualmente el concepto de
    adoración al Dios Ruja se ha reducido y sustituído
    por la veneración de los muertos, por lo cual se baila
    únicamente en el ritual católico de Todos los
    Santos y de los Fieles Difuntos, los días 1 y 2 de
    noviembre. En un principio se acostumbraba que los danzantes
    recorrieran las casas donde había altares de muertos, en
    donde bailaban y comían. Luego se iban por las calles del
    pueblo hasta llegar a la calle principal encontrando finalmente
    un árbol frente al Palacio Municipal, que era el punto de
    reunión de toda la comunidad.

    La danza se interpreta por un grupo de entre 16 y 20
    personas que son todos los diablos, el jefe de éstos y la
    Minga, todos son danzantes masculinos. La influencia de los
    sonorenses es notoria tanto en el vestuario como en la
    ejecución de la danza. Los diablos se visten con ropas
    gastadas y rotas, en su mayoría de color café
    con flecos en los bordes. Usan paliacates rojos en diversas
    partes del cuerpo: en una mano, en la cintura en el cuello o en
    la cabeza. Todos llevan una máscara de madera con una
    cornamenta y pelo de crin y cola de caballo a manera de barba. El
    jefe de los diablos utiliza chaparreras y binza. La Minga usa una
    blusa tejida con un rebozo sobre los hombros, y una falda con
    flecos en la cintura y encajes blancos. Sostiene siempre una
    muñeca que representa a su hija.

    En el desarrollo de
    la danza los diablos forman dos hileras. El jefe, junto con la
    Minga, bailan hacia atrás y adelante del espacio que queda
    en medio. Los pasos son rápidos y violentos.
    Frecuentemente se agachan para después pararse
    súbitamente, giran y se agachan nuevamente. En otras
    ocasiones realizan giros y rotaciones zapateando con fuerza el
    piso, cada vez más rápido de acuerdo al ritmo de la
    música.

    El vestuario que utilizan, combinado con la altura y
    fortaleza de los negros, hace que den un espectáculo
    impresionante. En la región donde se practica la danza las
    madres cuidan a sus hijos pequeños cuando ven a los
    diablos recorrer las calles, ya que temen que se los
    lleven.

    Una particularidad interesante es el tipo de instrumentos
    que se usan en la interpretación de la música de
    esta danza: una armónica, una quijada de res y un
    "teconte" (especie de tambor con el que se producen sonidos
    rítmicos por fricción de una vara larga con la piel
    que lo cubre).
     

    DANZA DE LA
    TORTUGA

    Los estudiosos de la danza autóctona mexicana
    han descubierto constantes en danzas de regiones diferentes del
    país. La referencia a la tortuga es una de esas
    constantes, sobre todo en las zonas costeras. En el mismo
    estado de
    Oaxaca se representan dos distintas variantes de la danza de la
    tortuga: en la región del Istmo y en la Costa. Una de las
    intepretaciones más originales se lleva a cabo al sureste
    de Santiago Pinotepa Nacional, en la Agencia Municipal de
    José María Morelos, cuya cabecera es Santa
    María Huazolotitlán. El poblado tiene una
    población de 4,700 habitantes, dedicados principalmente al
    cultivo y comercialización del limón, la
    siembra de maíz,
    ajonjolí y cacahuate. También existe actividad
    ganadera: cría de reses, venta de carne,
    leche y
    elaboración de quesos. El 98% de la población es
    negra, por lo que la influencia indígena no
    propició la adopción
    del mixteco, que es la lengua
    indígena dominante de la región.

    La intención de la Danza de la Tortuga que se
    practica en la Costa es ridiculizar el dominio
    español y rememorar la explotación que se hizo de
    los esclavos negros durante la Colonia. El control y la
    estricta disciplina
    impuesta por los españoles hacia los negros se representa
    con el látigo que lleva en las manos el Pancho, el capataz
    que reprime a sus compañeros de raza después de
    haberse ganado la confianza del amo. La Minga es la mujer del
    Pancho, es alegre y coqueta, por lo que constantemente es objeto
    de piropos que enfurecen a su pareja, quien la castiga con
    golpes, al igual que a todo aquel que se haya atrevido a
    abrazarla o besarla.

    Durante el desarrollo de la danza la Minga ofrece a
    su "hija" a las personas del público, al elegido se le
    pide que abrace a la muñeca que representa a la supuesta
    hija; si la persona no la
    toma, la Minga grita llamando al Pancho para que castigue a quien
    se atrevió a despreciar a su hija, y si la persona toma la
    muñeca llega el Pancho inmediatamente para reclamarle el
    que tenga a su hija en brazos y acusándolo de "tener que
    ver" con su mujer, por lo que
    le impone un castigo. El castigo consiste en bailar con la Minga;
    si no quiere bailar tiene que deshacerse de un objeto personal o dar
    una aportación económica para no ser castigado. Las
    aportaciones son usadas al final de la danza en la
    adquisición de licor para los danzantes.

    La tortuga danza alrededor del resto de los
    personajes simulando un desove en la parte final de la danza; el
    danzante que interpreta al animal deposita en el suelo huevos de
    tortuga, el Pancho los toma para ofrecerlos a alguna personalidad
    invitada al festejo.

    El vestuario que se utiliza es el siguiente: el hombre se
    cubre la cabeza con dos paliacates poniéndose sobre ellos
    una máscara y un sombrero, su camisa y pantalón son
    prendas viejas, rotas y remendadas, también usan
    huaraches; la mujer,
    además de los paliacates y la máscara, lleva sobre
    su cabeza una mantilla, su vestido es largo y floreado, cubierto
    con una manta de encaje negro, en los pies usa medias y
    huaraches; el Pancho lleva sobre su pantalón chaparreras
    de vaquero, reata, cuerno de vaca al hombro y una binza en la
    mano, además de botas con espuelas; la Minga es la
    única del grupo de mujeres que lleva peluca, vestido largo
    y rebozo cruzado sobre su pecho, en los brazos lleva la
    muñeca que representa a su hija, usa medias y zapatillas.
    El danzante que interpreta a la tortuga carga un caparazón
    hecho con un bastidor de madera y forrado de tela.

    Danzan catorce hombres, siete de ellos disfrazados de
    mujeres; también el Pancho, la Minga y la tortuga son
    personajes interpretados por hombres. La danza consta de siete
    sones que no varían mucho en la música, pero
    sí en los pasos. La música es interpretada por una
    banda de viento. En ocasiones no se respeta la coreografía
    de la danza y se improvisan pasos, para después retomar
    los originales.  

    DANZA DEL
    TIGRE

    El tigre es un animal que ha inspirado innumerables
    bailes y danzas en diversas zonas del país. Una de las
    versiones más vistosas de la Danza del Tigre es la que
    interpreta la gente de San Juan Colorado, municipio del Distrito
    de Jamiltepec, al norte de Santiago Pinotepa Nacional; tiene
    aproximadamente 7,000 habitantes que se dedican principalmente a
    las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la
    minería.
    En este municipio en donde poco más de 4,000 individuos
    mayores de cinco años hablan lengua indígena, el
    mixteco mantiene una gran vitalidad y es la lengua de la vida
    diaria y ceremonial.

    La danza está inspirada en la historia de dos
    ricos ganaderos de la región, Don Manuel Peña y Don
    José Cortés, a quienes un tigre mágico los
    despoja de su ganado. Don Manuel intenta comprar un perro cazador
    a un lugareño llamado José Ovejón, quien se
    niega a venderlo porque pertenece a su mujer,
    Doña Catalina. El perro, además de que no quiere
    separarse de su dueña, sólo con ella sabe cazar.
    Debido a lo anterior, Don Manuel contrata a los dueños
    para que vayan con su perro a cazar al tigre.

    Se inicia la búsqueda hasta que el perro
    encuentra al tigre, en ese momento comienza la cacería:
    José Ovejón le dispara con su escopeta, mientras
    Doña Catalina le señala el lugar en donde
    está el felino, y el perro ladra alrededor del
    árbol en el que se esconde.

    Doce danzantes acompañan a los cazadores
    bailando alrededor del lugar en donde está el tigre. Las
    balas no dañan al tigre porque es mágico,
    así que Doña Catalina le da unos ajos a su esposo
    para que cure su escopeta y rompa el hechizo. Finalmente mata al
    tigre, le quita la piel y lo tira a una barranca. Antes de dar
    muerte al
    tigre, el danzante que lo interpreta, junto con el que interpreta
    al perro, realizan pasos espectaculares y acrobacias simulando la
    pelea.

    La danza se acompaña con los siguientes sones:
    el son del borracho, que se baila mientras se toma licor de una
    botella; el son de la iguana, en el que los danzantes simulan los
    movimientos de este animal arrastrándose; el son del
    perico, en el que los danzantes se ponen uno muy cerca del otro;
    y el son de Don Manuel Peña y Doña
    Catalina.

    Esta danza es interpretada por catorce personas
    dispuestas en dos filas, posteriormente se les suman el tigre y
    el perro. Todos los personajes son interpretados por danzantes
    masculinos. El vestuario consta de pantalón blanco tejido
    de algodón, con un calzón de colores sobrepuesto
    que presenta además encaje desde la orilla hasta la
    rodilla. La camisa es tipo cazadora y se llevan dos paliacates,
    uno en la cabeza y otro en la mano. Usan una gorra adornada con
    chaquira de colores. La esposa del cazador lleva olanes y encajes
    en la orilla de su falda, también flecos a la altura de
    los hombros y en la cintura. El tigre viste un traje amarillo
    moteado, una máscara de madera con las facciones del
    felino que tiene espejos en los ojos. El cazador usa chaparreras,
    chaleco de gamuza y sombrero; su esposa lleva falda, rebozo,
    camisa bordada y sombrero.

    Esta danza se realiza en cualquiera de las fiestas
    del año, cuando el mayordomo desea presentarla.
     

    DANZA DE LOS
    TEJORONES VIEJOS

    La interpretación que de esta danza hace la
    gente de San Juan Colorado, Jamiltepec, es una de las más
    bellas y con mayor sentido místico.

    Esta danza se comenzó a representar poco antes
    del inicio de la Revolución
    Mexicana; la interpretan nueve danzantes (es de las pocas danzas
    de la región en que participan mujeres),
    acompañados de dos personas con banderas rojas y una con
    bandera negra. La música es interpretada por un
    violinista, un guitarrista y dos tamborileros.

    El significado de la danza es la
    representación de la Pasión de Jesucristo. Los
    personajes que intervienen son Poncio Pilatos, Herodes,
    Caifás, algunos fariseos y algunos judíos,
    Jesucristo y la Virgen María. Al momento de salir, los
    danzantes son encabezados por dos mujeres vestidas con huipiles y
    descalzas, que llevan braseros en los que queman copal. En el
    grupo de danzantes va uno que representa a Jesucristo y carga una
    cruz de aproximadamente un metro y medio de
    longitud.

    Uno de los danzantes lleva en la mano derecha un
    bastón con un listón azul en la punta. Esto
    significa autoridad, ya
    que anteriormente el personaje era interpretado por el Presidente
    Municipal del lugar en donde se realizaba la danza, y era
    él quien cargaba la cruz para después ser encerrado
    en la cárcel de la localidad el domingo de Carnes Tolendas
    (últimos tres días en que se come carne antes del
    Miércoles de Ceniza) y liberado el martes a las tres de la
    tarde, día del Carnaval. 

    Los danzantes masculinos usan vistosas sonajas de
    jícara y machetes de madera en sus ejecuciones; visten con
    pantalones y camisa de diferentes colores, sacos, zapatos,
    calcetas de color carne, una
    mascada anudada al cuello, y llevan un cono en la cabeza adornado
    con plumas de gallo. El vestido de las mujeres se compone de un
    huipil en la parte superior del cuerpo (vestido regional suelto y
    sin mangas, adornado con bordados de colores) y un pozahuanco en
    la inferior (tela que se faja sobre las caderas y que cubre las
    piernas). En la cabeza llevan un sombrero forrado de
    lana.

    La danza se representa durante cuatro días
    antes del inicio de la Cuaresma, comenzando el domingo anterior y
    concluyendo el Miércoles de Ceniza.  

    DANZA DE LOS
    TEJORONES

    La danza de los Tejorones se representa en muchas
    poblaciones de la Costa, con variaciones en el vestuario, la
    música, la coreografía y en el nombre; la
    versión que los habitantes de Pinotepa de Don Luis hacen
    de la danza mantiene elementos que la hacen una de las más
    interesantes. Pinotepa de Don Luis es un municipio contiguo al de
    Santiago Pinotepa Nacional; tiene una superficie de 51
    kilómetros cuadrados y su población, de cerca de
    6,000 habitantes, se dedica principalmente a las tareas
    agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la
    construcción. La lengua indígena que
    habla la mayoría de la población es el mixteco. La
    primera parte de su nombre significa en náhuatl "palacio
    de pinole"; la segunda se adoptó porque el municipio se
    halla en parte de lo que fue territorio de las encomiendas de
    Luis de Castilla (uno de los protegidos de Hernán
    Cortés), quien por su éxito
    como minero llegó a ser el hombre
    más rico de la Nueva España.

    La danza de los Tejorones es representada
    principalmente en época de Carnaval. Los danzantes se
    cubren con máscaras y vestidos con oropel; algunos
    representan papeles característicos que los enfrentan a otros
    personajes: el tigre, la vaca, el perro y la María
    Candelaria (mujer de los tejorones). Van cubiertos con ropas
    gastadas, llevan en la cabeza un cono cubierto con plumas de
    gallo. La máscara del tejorón es humanoide, con
    rasgos negros o blancos dependiendo del lugar donde se
    represente.

    Cuando se representa la danza en el Carnaval, los
    danzantes van llegando uno tras otro al centro del pueblo
    mientras el público hace un círculo alrededor de
    ellos con cierto temor a sus reacciones. Los niños
    se aproximan para hostigarlos y huir. Las agresiones de los
    tejorones son de todo tipo: insultan, ridiculizan y atrapan
    hombres y mujeres pasando por alto tabúes sexuales. Las
    autoridades también tendrán que soportar sus
    insultos, incluso los hombres viejos, sin perder la calma. Como
    todos los bailes de Carnaval, rompe con las normas,
    transgrede el status quo y da rienda suelta a los instintos
    sexuales.

    Los tejorones llevan en la mano una sonaja, utilizan
    también escopeta, machete, matraca, pistola y lazo. El
    tigre es el centro del grupo, algunos conjuntos de
    tejorones hacen retratos satíricos de las
    autoridades.

    El tigre siempre tiene a los tejorones en su contra,
    representa el mal y lo prohibido, y además es él
    quien tiene el poder. Su
    principal atributo es la cola larga que usa constantemente; se
    masturba y trata de violar a la vaca o algún
    tejorón, ya sea como hombre o como
    mujer, imitando un coito heterosexual u homosexual. El tigre
    salta en todas direcciones, juega con su cola y se enfrenta
    duramente con la vaca hasta que la pelea termina con la
    violación de alguno de los dos.

    Durante el son del tigre se representa a este animal
    robándole una vaca a un ranchero, quien al darse cuenta
    del hurto intenta cazarlo acompañado de su compadre y un
    perro; finalmente, todos los tejorones atrapan y castran al
    tigre. Este son es muy similar a la Danza del Tigre, aunque mucho
    más breve, y se diferencían en cuando se baila el
    son se hace una denuncia a viva voz de los ladrones de ganado que
    merodean por la región y que en ocasiones no son
    castigados.

    La Danza de los Tejorones todavía conserva
    reminiscencias de lo que fue el teatro
    indígena, pues representa pantomimas con argumentos
    ingenuos pero con mucho significado para ellos, ya sean
    sátiras actuales sobre personas del lugar (la casada
    infiel, el tigre) o bien ilustraciones sobre cuentos
    indígenas tradicionales, pero conservando siempre en
    esencia su carácter
    didáctico según el tema tratado.

    La pantomima de la Casada sirve a los tejorones para
    revelar los amores que clandestinamente tienen las personas del
    lugar, y cualquier persona que los tenga está en peligro
    de ser señalado, ya que de inmediato es "casado" con su
    "segundo frente", además de que se le descubre cualquier
    asunto turbio en el que esté involucrado.

    El grupo de los tejorones hace vivir todo lo que la
    sociedad
    prohibe; son la expresión de una sociedad que vive
    según leyes contrarias
    a las propias, de una contrasociedad que tiene su hora de gloria
    y luego su muerte. Los cascabeles de los tejorones son gritos de
    rebeldía y llanto frente al futuro desconocido, así
    como miedo a la muerte:
    "tal vez el año que viene estemos muertos, no podremos
    bailar", es lo que cantan los tejorones entre copas y
    llanto.

    DANZA DE LAS
    MASCARITAS

    Se sabe que esta danza se originó en la
    región mixteca de la costa a raíz de la
    invasión francesa a México en el siglo XIX. Se
    practica en varios pueblos de la región, aunque la
    versión de los pobladores de Santa María
    Huazolotitlán es considerada entre las que refleja de
    manera más clara sus orígenes históricos.
    Santa María Huazolotitlán es un municipio del
    litoral del Océano Pacífico, al sureste de Santiago
    Pinotepa Nacional. Su población se dedica principalmente a
    las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el
    comercio y la construcción. Hablan mixteco poco
    más de 3,000 personas mayores de cinco
    años.

    Los lugareños cuentan que con motivo de la
    invasión francesa a México en el siglo XIX, algunos
    grupos indígenas huyeron a los montes y ocasionalmente
    bajaban a las poblaciones, primero con el objetivo de
    explorar y espiar, más tarde por simple curiosidad. Los
    franceses interpretaban sus bailes y eran observados por la gente
    del lugar. Cuentan que cada noche aumentaba el número de
    curiosos que los observaba, y estos contemplaban los sainetes
    europeos con una mezcla de asombro, odio y
    admiración.

    Cuando los franceses se retiraron, los mixtecos
    salieron de sus escondites. Para celebrar la liberación,
    se reunieron festejando a su modo con una imitación
    grotesca de los bailes franceses, deliberadamente exagerados y
    ridiculizados. Así demostraban su rencor, sentimiento que
    les llevó a repetir en cada fiesta esa parodia, hasta que
    la costumbre la hizo una tradición
    regional.

    Con la natural disposición a la sátira
    y las características del indígena, se
    complementó la ridiculización con el atavío,
    mezclando su inclinación por los colores vivos y por el
    oropel, con la arrogancia ostentosa del uniforme de los suavos
    franceses, obteniendo un conjunto abigarrado. Para complementar
    la parodia y como toque refinado, idearon colocarse sobre la cara
    un pañuelo blanco en el que pintaron las facciones finas
    de los europeos, simulando con el color blanco del pañuelo
    el color pálido de la tez de los invasores, en contraste
    con el tono moreno de las manos que dejaron descubiertas.
    Posteriormente los pañuelos fueron sustituídos por
    las mascaritas de madera que dieron nombre a la
    danza.

    La música de la danza está integrada
    por una marcha militar, que se toca al inicio y fin de la
    interpretación, y por siete sones: los Molinetes, los
    Callejones, la Granada, los Pabellones, la Cadena, el Caracol y
    la Culebra. El ritmo de la música tiene un marcado
    aire de cuadrilla
    de influencia francesa pero con sabor indígena, sumamente
    alegre, movida y original, sin repetir las melodías ni una
    vez.

    La danza es interpretada por hombres exclusivamente.
    El vestuario de los personajes masculinos consta de un
    calzón blanco recogido con cintas en los tobillos,
    enredado en forma de tirabuzón hasta las rodillas,
    imitando una polaina. La camisa es de un color encendido, con el
    corte usual de los indígenas. Sobre el calzón
    llevan un lienzo rectangular sin corte ni costura que se
    ciñe a la cintura con un fajero. Dicho lienzo es
    generalmente rojo y es un remedo del traje suavo. Van calzados
    con huaraches y sobre los hombros usan una capa de tela brillante
    bordada y adornada con cuentas, la cual
    se sostiene con cintas de colores cruzadas sobre el pecho. Usan
    un sombrero de copa redonda y alas chicas coronado por un penacho
    de papel
    multicolor. Cubriendo la cara y por debajo del sombrero, va el
    pañuelo blanco pintado con los rasgos europeos o la
    máscara tallada.

    El vestido de los personajes femeninos es más
    sencillo, consta de una falda amplia con olanes, una blusa del
    mismo tipo y en los costados dos bullones de tela brillante roja
    que ridiculiza el traje francés femenino. También
    usan sombrero de petate y pañuelo blanco que les cubre el
    rostro (o la máscara), pero las facciones que tienen
    pintadas son más delicadas, con las pestañas
    rizadas, chapas y los labios pintados en forma de corazón.
    Calzan huaraches y usan medias de colores encendidos.
    Ocasionalmente usan trenzas sobre los hombros.

    Generalmente siete "parejas" interpretan la danza,
    una de ellas encabeza la danza y se diferencia de las
    demás por algunos detalles: el hombre usa saco y machete y
    la mujer lleva rebozo. Durante el desarrollo de la danza la
    pareja principal ejecuta sus movimientos alrededor de las
    demás.

    Usualmente esta danza se interpreta en las fiestas
    del Carnaval, en febrero o marzo, y en las fiestas patronales y
    tradicionales de Santa María Huazolotitlán. En los
    pueblos de la región se le conoce con diferentes nombres:
    "Danza de la Quijada" en San Juan Colorado, "Danza de las
    mascaritas catrinas" en Pinotepa de Don Luis, "Danza de los
    plumudos" en Huazolotitlán y "Danza de las mascaritas
    yacollantes" en Jamiltepec.  

    DANZA DE LOS
    CHAREOS

    Esta danza es una variante regional de la conocida
    como "Moros y Cristianos". La practican en diversas poblaciones
    de la Costa, de las cuales la interpretación de Santiago
    Jamiltepec es especialmente vistosa y llena de colorido. Santiago
    Jamiltepec es cabecera de Distrito y Municipio situado en el
    litoral del océano Pacífico, al sureste de Santiago
    Pinotepa Nacional. La población del municipio es de poco
    más de quince mil habitantes y se ocupa en las tareas
    agropecuarias, la producción manufacturera, la
    construcción y el comercio; habla mixteco la tercera parte
    de la población. Desde 1983, cada 18 de octubre se lleva a
    cabo el Festival de la Chilena, único en su género en
    México; en él se recrean los versos, canciones y
    bailables que trajeron al país los inmigrantes chilenos
    que llegaron a Puerto Minizo en el siglo XVIII.

    La danza de los Chareos representa la batalla entre
    dos grupos: los moros enemigos de la fe cristiana, lidereado por
    Pilatos, y las tropas defensoras de la religión
    católica, comandadas por el Apóstol Santiago. La
    ejecutan dieciséis danzantes masculinos. Uno de ellos
    representa al Apóstol Santiago y es el que usa un vestido
    que simula un caballo por medio de un pequeño
    armazón, con lo cual se da la apariencia de que el
    danzante es un jinete montado en un caballo
    blanco.

    Los danzantes usan plumas de avestruz en la cabeza y
    una de pavo real al frente, su indumentaria se completa con
    machete y paliacate blanco sobre los hombros. Quien encabeza usa
    un penacho de plumas blancas y un sombrero con un pequeño
    espejo. El pantalón es de terciopelo con brocados dorados,
    y abajo del mismo usan un calzón tejido de algodón.
    Dos personas enarbolan al frente dos banderas rojas y dos
    blancas; las primeras simbolizan la sangre de los
    soldados de Santiago y, las segundas, la paz después de la
    victoria de los cristianos.

    En el desarrollo de la danza se representa la batalla
    contra los moros y el auxilio del apóstol en favor de las
    tropas cristianas, por lo cual la danza también
    está considerada como una variante del grupo conocido como
    los "Santiagos".

    La música es interpretada por sólo dos
    instrumentos: tambor y flauta.  

    LAS
    CHILENAS

    En la Costa Chica, región que comprende parte
    de los estados de Oaxaca y Guerrero, se practica un género de
    baile conocido con el nombre de chilena. A diferencia de las
    danzas, las chilenas son bailes que, aunque tienen influencia
    inevitable de los grupos negros e indígenas de la
    región, son esencialmente mestizos.

    En la ciudad de Santiago Pinotepa Nacional se
    practica mucho este genero de baile,
    de tal manera que aunque no es exclusiva del lugar, se identifica
    con él. Santiago Pinotepa Nacional es un municipio del
    distrito de Jamiltepec que se dedica principalmente a las tareas
    agropecuarias. Su capital es un
    importante centro comercial.

    El nombre de las chilenas proviene del decir popular
    de que el ritmo movido y elegante que practican proviene de la
    República de Chile; de ser
    verdad tal suposición (factible en tanto el comercio con
    las ciudades sudamericanas de la costa del Pacífico fue
    una práctica constante durante la Colonia y el siglo XIX),
    el baile del cual provienen las chilenas debe ser sin duda el
    llamado cueca o zamacueca, que es el baile folklórico
    nacional de Chile. Este
    baile establece una unión entre el canto y la
    música. La ejecución típica de una pieza de
    su estilo requiere dos instrumentos esenciales: arpa y guitarra.
    Mientras la pareja efectúa las evoluciones de la danza,
    los asistentes la animan con voces en que abundan los chistes y las
    frases intencionadas.

    La cueca o zamacueca es también un baile muy
    popular en otros países sudamericanos como Argentina,
    Bolivia,
    Uruguay,
    Paraguay,
    Colombia,
    Perú y Ecuador. En estos
    países presenta pequeñas variaciones producidas por
    las influencias locales, pero mantiene constantes que comparten
    las chilenas mexicanas: se caracteriza por sus movimientos
    vivaces, es una pantomima del cortejo y conquista de una dama
    hecha por dos parejas generalmente; el baile se acompaña
    de un provocativo ondeo de pañuelos y estrofas cantadas
    por los músicos.

    En la región de Pinotepa Nacional, lugar en
    donde más se practica el baile de la chilena, la
    versión más difundida sobre su origen es la que
    habla de un barco chileno encallado en la zona cuyos tripulantes
    se establecieron en las poblaciones cercanas dejando como
    herencia sus
    cantos y bailes. No hay manera de saber si esta versión es
    verdadera, sin embargo, no es del todo improbable, ya que muchos
    barcos sudamericanos que se dirigían hacia California a
    mediados del siglo XIX hacían escalas en los puertos
    mexicanos de Huatulco y Acapulco durante
    la llamada "fiebre del oro". Tal situación
    involucró un largo proceso de
    transculturación que con el tiempo dio lugar a la chilena
    costeña mexicana, que es una mezcla de los elementos
    iniciales de la chilena con las influencias de la región
    de la Costa Chica: el particular estilo musical de la zona y la
    natural picardía mexicana. Los pasos también
    sufrieron algunas evoluciones, pues sugieren una conquista
    amorosa que culmina en un son donde la pareja termina bailando un
    zapateado indicando que bailan de felicidad.

    El vestuario varía de acuerdo a la localidad
    en que se baile, ya que existe una indumentaria indígena y
    otra mestiza. El vestido de la mujer, de acuerdo a la primera,
    consta de huipil y pozahuanco. El primero es una prenda larga y
    amplia, con cuello en forma de cuadro, tiene un variado adorno de
    figuras bordadas: arañas, alacranes, tortugas, caballitos
    y cangrejos. En la terminación de los ángulos del
    cuello presenta también bordados de adorno y una serie de
    listones, de color rojo y azul, adheridos a la tela. El
    pozahuanco (falda o enredo) no es muy amplio, está tejido
    en telares rústicos de cintura resultando un diseño
    de rayados de colores rojo, morado y azul. El rojo es
    extraído de un árbol llamado zamaxtle, el morado de
    un tipo de caracol marino y el azul del arbusto de añil.
    Para sostener la falda a la cintura usan una banda tejida de
    palma terminada en una tira de algodón llamada sollate. Su
    peinado lo arreglan con un nudo en la parte frontal llamado
    tlacoyal y en la parte posterior se adornan con malacates, que
    son agujas para detener el cabello, estos tienen en un extremo
    borlas de seda roja, amarilla y azul. Usan argollas y collares de
    cuentas de oro
    con corales y figuritas de plata. 

    Los hombres usan cotón que les llega hasta la
    cintura con el cuello en forma de cuadro del cual salen dos
    borlas rojas, una hacia adelante y otra hacia atrás. Las
    mangas son de tres cuartos. El calzón llega hasta el
    suelo, se le
    hace un dobladillo adornado con un bordado llamado cambalache. En
    la cintura se usa un ceñidor que le da una vuelta entera y
    les cuelga hacia atrás, terminando con flecos e hilos de
    colores.

    Los negros de la región practican bailes que
    se han considerado como pertenecientes al género de las
    chilenas. Entre dichos bailes negros destaca el "Son de la
    Artesa". La artesa es un tronco grande de una sola pieza, similar
    a una canoa colocada de forma invertida sobre unos palos, de tal
    manera que se encuentre levantada a unos centímetros del
    suelo; sobre la artesa bailan las parejas, de una en una,
    mientras las demás esperan su turno a un lado de la
    misma.

    El zapateado se acompaña de música de
    chilena ejecutada con violín, guitarra, un cajón y
    a veces con arpa. Se interpreta de manera que el zapateado de los
    bailadores y la música forman una unidad, la cual se logra
    gracias a la resonancia que produce la artesa. Por lo regular los
    ejecutantes van descalzos.

    Las chilenas mestizas presentan un vestuario femenino
    compuesto por una blusa bordada con chaquira, formando
    guías de flores y algunos animales. La
    falda es amplia, de satín o popelina de vivos colores,
    adornada con encajes y listones. La cabellera se trenza con
    listones; los aretes, las cadenas de oro y una mascada
    complementan el vestuario. El hombre usa pantalón y camisa
    amplia anudada a la cintura, un sombrero de palma y un paliacate
    rojo.  

    LOS
    SONES

    En la costa de Oaxaca se bailan sones, jarabes y
    chilenas, destacándose entre los primeros, los sones de
    Pochutla con influencia de la zona de Yautepec.

    San Pedro Pochutla es un municipio dedicado
    principalmente a las tareas agropecuarias, el comercio, la
    producción manufacturera y la construcción; tiene
    yacimientos de hierro,
    cobre y
    manganeso. En su jurisdicción se encuentra Puerto
    Ángel, población que adquirió importancia a
    principios de
    siglo por embarcarse allí la producción cafetalera
    de la región y que en la actualidad es un destino
    turístico de regular importancia.

    Los sones al ejecutarse se caracterizan por su
    música profana, alegre y típicamente mestiza que
    expresa el coqueteo entre el hombre y la mujer; a
    excepción de algunas figuras coreográficas el baile
    es suelto, sin que las parejas se toquen. En los sones se
    combinan partes instrumentales con partes cantadas, en los
    momentos instrumentales se zapatea fuertemente, mientras que las
    partes cantadas sirven a los bailadores para realizar paseos o
    descansos. El ritmo es de 6/8.

    Las coplas por lo regular tienen de 7 a 10 versos de
    distinta medida y al cantarlas son típicas las cadencias
    descendentes al finalizar. Su contenido generalmente es amoroso y
    lleno de picardía, estos sones se complementan con gritos
    y exclamaciones de júbilo. 

    En los sones se hace referencia a la fauna, imitando
    al bailar los movimientos de los animales que por
    lo general le dan nombre. La música es interpretada por
    una banda de viento, pero también se usa la guitarra, el
    violín, el cajón, el cántaro y la hoja de
    café,
    con la cual se produce un sonido semejante
    al del saxofón. 

    El traje tradicional para las mujeres consta de
    falda, enaguas y camisa mestiza, el hombre usa calzón sin
    cinta, una camisa suelta, sombrero de palma y paliacate; ambos
    calzan huaraches. 

    JARABE
    MIXTECO

    Región de la mixteca del General Lázaro
    Cárdenas del Río; tierra agreste
    es la mixteca, en donde los hombres evocan las glorias de su
    raza.

    Ellos son los descendientes de los árboles
    de Achutla, que fundaron un imperio en la tierra
    conquistada por zahindanda, el flechador del sol, que
    venció al astro rey en singular combate.

    Habremos, de escuchar la canción Mixteca de
    José López Alaves, melodía saturada de
    nostalgia y de ternura; y enmarcado este emotivo ambiente el
    insuperable "JARABE MIXTECO".

    El vestuario de la mujer consta de una falda floreada
    amplísima, adornada con listones en tonos contrastantes,
    blusa blanca con bordados de punto en cruz en la parte superior,
    pañoleta y huaraches, el tocado es a base de trenzas con
    listones multicolores, collares y aretes.

    El hombre porta pantalón y camisa de manta,
    cobija de lana terciada al hombro, huaraches y paliacate al
    cuello.

    El Jarabe Mixteco; como todos los jarabes, es la
    conjunción de los diferentes pasos de cada una de las 7
    regiones del estado de
    Oaxaca.

    SONES DE
    POCHUTLA

    Región de la costa ardiente y lujuriosa,
    música alegre, sensual y enervante; en la cual la mujer
    con su coquetería y movimiento seduce y conquista al
    hombre, valiéndose mañosamente del mezcal. Se
    presentala delegación de Pochutla con sus sones: El Perro,
    El Arriero, El Borracho, El Zopilote, El Toro y El
    Panadero.

    El atuendo de la mujer consta de faldas amplias y
    brillantes de diversos colores, adornadas con encajes y listones,
    blusas blancas resaltando en ellas flores en la parte superior,
    rebozo, huaraches y sombrero de palma.

    El hombre viste pantalón y camisa blanca,
    paliacate al cuello, huaraches y sombrero de
    palma.

    Estos sones representan el enamoramiento de la
    pareja; haciendo uso de tretas, coqueteo y diversas formas de
    atracción.

    Los pasos característicos de esta
    región son fuertes, alegres y cadenciosos, predominando el
    zapateado de plantas, el
    zapateado de puntas con el coqueteo natural de la costa, lleva un
    faldeo bajo; armónico al zapateado, en algunas ocasiones
    abieto y en otras cerrado.

    LOS SONES, DEL
    ISTMO

     El Istmo de Tehuantepec es una región de
    rica tradición cultural, donde se conserva y preserva de
    manera notable el uso del zapoteco como lengua cotidiana. Los
    sones llegan a esta región durante diversas etapas del
    siglo pasado; su contacto con las tradiciones locales les ha dado
    un sentido regional propio. Uno de estos sones es "La Sandunga",
    considerado como el himno tehuano; otro es "La Llorona", de
    Juchitán. Ambos se tocan en todas las ceremonias
    importantes: "Velas", fiestas titulares, fiestas del Santo
    Patrón y casamientos. La tradición oral atribuye el
    origen de "La Sandunga" al Sr. Máximo Ramón
    Ortiz. "El término es de procedencia española y se
    traduce como gracia, salero, donaire", que son las
    características propias de la mujer istmeña, con su
    porte altivo y su garbo al caminar.

    Los sones tocados en el Istmo se dividen en tres
    partes: introducción o son propiamente dicho,
    valseado y zapateado. La introducción es fuerte y peculiar, pues se
    juega con las notas, mientras que el valseado es lento, con un
    ritmo suave y dulce. El zapateado lo hace únicamente el
    hombre. Entre algunos sones tradicionales destacan "La Petenera",
    "La Petrona", el "Jarabe Tehuano" y la "Última
    Palabra".

    La música la ejecuta una banda de más o
    menos 12 elementos, destacando la presencia de los saxofones,
    clarinetes, trompetas o cornetines, trombones, requintos,
    platillos, tambora y tarola.

    Entre los sones con fuerte influencia indígena
    están "La Tortuga", "El Verelele o Alcaraván", que
    es un ave, y el "Vicia" o "Del Pescado", que es bailado por un
    hombre que carga un pez espada de madera de colores mientras los
    otros danzantes tratan de atraparlo con el "chinchorro", que es
    una red. La
    música de este son se ejecuta con instrumentos sencillos
    como la flauta de carrizo y el huehuetl, que es un tambor
    cubierto con piel, además del caparacho de tortuga que se
    toca con los cuernos del venado; se trata de una música
    propia de las danzas indígenas
    prehispánicas.

    Internacionalmente conocido por su belleza, el traje
    de las istmeñas ha sufrido modificaciones a lo largo del
    tiempo. En la época prehispánica se usaba el
    enredo, lienzo de algodón ceñido a la cintura,
    atado con bandas; había de tres tipos: azul marino, rojo
    con rayas azules o amarillas y el morado que era el más
    apreciado por ser teñido con tinta de caracol
    púrpura, molusco de la vecina región chontal
    costeña. Era costumbre llevar el torso desnudo pero a la
    llegada de los frailes dominicos se ideo el "huipil de cabeza"
    para cubrirse. Este huipil era una toca que cubría la
    cabeza y llevaba un olán de tela blanca que se usaba
    alrededor de la cara, las mangas eran pequeñas y colgaban
    por el frente y la espalda. Hacia el siglo XIX, aparece el
    "huipil grande" que se usa con la toca en torno a la cara y
    cubre la cabeza. Dicha prenda se emplea para ir a misa y otras
    ceremonias destacadas.

    A finales del siglo XIX, la llegada de la
    máquina de coser y el creciente empleo de
    telas de importación propiciaron el uso de brocados,
    razos bordados y sedas para confeccionar los trajes, a lo que se
    agregó más tarde la confección de trajes de
    muselina adornados con grecas a máquina e hilos rojos,
    negros y amarillos. A principios de este siglo se inició
    el bordador de pequeñas flores en los huipiles; para mitad
    del mismo se empezaron a usar bordados que imitaban los de los
    mantones de Manila.

    El atuendo tehuano se complementa con joyas de oro.
    Las primeras eran cuentas redondas en forma de rosario, luego se
    hicieron de formas variadas: flores planas como espejos y con
    aristas en forma de farol rematadas con una cruz. El uso de
    monedas de oro inglesas y americanas se remonta a los primeros
    años de nuestro siglo, cuando se iniciaron las obras del
    puerto de Salina Cruz. De entonces datan los "ahogadores"
    (collares pegados a la garganta), los "engarzados" (collares
    largos) y los "doblones" (igual que los anteriores pero con
    monedas colgadas); éstos se adornan de filigranas
    incrustadas con perlas o corales. Los aretes son también
    de monedas o filigranas. Se usan además anillos, pulseras
    y brazaletes de oro.

    En las danzas del "Lunes del Cerro", hoy conocidas
    como Guelaguetza, hay muchas voces, muchos ademanes y actitudes que
    nos hablan desde muy lejos, a través de siglos, y que al
    mismo tiempo nos hablan desde hoy, desde el corazón
    alado de la música, desde los signos del cuerpo en
    movimiento, el cual sigue, secretamente, los trazos invisibles de
    ritos ancestrales que le hablan al cielo y a la tierra, a
    hombres y a dioses que compartieron la misión de
    mantener intacto el misterioso equilibrio del
    Universo.

     

    Elizabeth Romero Perez

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