- Danza del toro de
petate - Danza de los
diablos - Danza de la
tortuga - Danza del
tigre - Danza de los tejorones
viejos - Danza de los
tejorones - Danza de las
mascaritas - Danza de los
chareos - Las
chilenas - Los sones
- Jarabe
mixteco - Sones de
Pochutla - Los sones, del
Istmo
Los bailes y danzas de la Costa Sur del Pacífico
mexicano tienen raíces universales, ya que conjugan la
experiencia cultural de indígenas, españoles y
negros reunidos por los acontecimientos históricos en esta
región. Se cuenta con múltiples relatos y
descripciones de estos bailes; algunos se refieren a la
seducción de su contenido y otros al ritual que los
requiere. La danza es el
clímax de la fiesta del pueblo, con ella se transforma su
voluntad en movimiento.
La historia de la danza en
México nos
ha sido legada en documentos y
objetos artísticos que datan de hace más de tres
mil años. Sus representaciones se han encontrado en todo
el país desde los hallazgos de Tlatilco (1400 a.c.), donde
aparecieron figurillas de barro que representan bailarines con
máscaras, sonajas en las manos y cascabeles en las
piernas; los códices Borbónico y de Tlatelolco; los
testimonios de los cronistas del siglo XVI: Sahagún,
Durán, Motolinia, Mendieta, Torquemada y Landa. Los
conquistadores y colonizadores trajeron también sus bailes
a la Nueva España,
transformando aquellas danzas referentes a los Caballeros
Águila y Caballeros Tigre en las de Moros y Cristianos,
entretejiendo así la "hermosa trenza dorada" de la danza
mexicana junto con nuestra tercera raíz venida de
África.
En la historia de la danza en
México
encontramos que los académicos, intelectuales y artistas
han jugado un papel muy
importante al encabezar el rescate y la consolidación de
las más diversas manifestaciones de las danzas, sones y
jarabes. De forma similar en las comunidades de Oaxaca, los
consejos de ancianos, los cabildos, las autoridades municipales y
todos los personajes caracterizados al interior de los pueblos,
se han preocupado por mantener las tradiciones y costumbres que
tienen que ver con las danzas, bailes, sones y chilenas; porque
todo esto es una manera de preservar la identidad, de
identificarse con un lugar y una historia, de saber quienes somos
"los verdaderos nosotros".
Se sigue realizando este Festival Costeño de la
Danza con el propósito de dar a conocer una parte de las
manifestaciones dancísticas de la costa. No hubiera sido
posible sin la unión de muchas voluntades: de los pueblos
participantes, de los grupos de danza
de los mismos, de las asociaciones civiles, de los prestadores de
servicios
turísticos de Puerto Escondido y de los gobiernos
municipal, federal y de los estados de Guerrero y Oaxaca. Que
sirva este documento como una constancia de reconocimiento para
todos.
La música y la danza son
dos de las manifestaciones de la vida humana que mejor reflejan
las expresiones externas de una cultura, los
sentimientos religiosos y los perfiles étnicos y sociales
de un pueblo.
La danza es el ritmo percibido visualmente, y nació
de la observación de que el ritmo mismo es el
elemento fundamental del movimiento
universal: el cosmos se encuentra en constante movimiento
rítmico. Desde galaxias y planetas hasta
el funcionamiento del cuerpo humano,
el ritmo aparece constantemente gobernando el movimiento y la
vida. Ésta también sigue un ciclo rítmico de
nacimiento, juventud,
madurez, vejez y
muerte.
México tiene una enorme tradición
dancística con cuatro principales elementos de constitución: los tres grupos
étnicos de los que surgió y las influencias de
otras culturas con que ha contactado. Estos elementos son, en
primer lugar, la supervivencia de los fundamentos culturales
prehispánicos; en segundo, la influencia española
ejercida a partir de la Conquista, permeada a su vez por
elementos del resto de europa,
además de modelos
árabes y africanos; en tercero, los elementos culturales
de los pueblos africanos que fueron introducidos durante la
época de la Colonia, principalmente a las zonas costeras;
por último, en forma indirecta, la influencia de
países antillanos y sudamericanos, del sur de los Estados Unidos de
América
y algunos países europeos que tuvieron una
intervención, directa o indirecta, en la historia de
México, fundamentalmente Francia,
Inglaterra y
Austria.
En las fiestas mexicanas, en una mezcla de tradición
cristiana e indígena, se perciben una serie de elementos
que muestran toda una cosmovisión, es decir, una forma de
ver al mundo, de entenderlo y de rebelarse contra él y
contra la sociedad en que
se está inmerso. La danza es una de las formas de expresar
esta visión del mundo y de rendir culto a lo
inexplicable.
De esta manera, el combate entre Caballero Tigre y
Caballero Águila fue sustituido con elementos nuevos, como
la pugna entre moros y cristianos en que la intervención
de los santos ayudaba a combatir a los enemigos de la fe
católica. Tal mezcla de elementos produjo un sincretismo
sin par que conserva elementos cristianos y no cristianos en una
amalgama sorprendente de valores
estéticos y morales.
Los elementos constitutivos que se han mencionado y las
variaciones inevitables que el tiempo y la gente
incorporan a las manifestaciones culturales, han hecho que las
danzas en la actualidad hayan variado su estructura en
la forma, pero en la mayoría de los casos mantienen
intacto el fondo. Como muestra del
profundo sentido que aún conservan las danzas y las
fiestas en muchas regiones de México, éstas no
constituyen un motivo de descanso y recreación
sino, por el contrario, la actividad se intensifica y la gente
aporta su tiempo, trabajo y
dinero. La
preparación de una fiesta patronal dura un año
entero, durante el cual se consiguen los recursos para
festejar de la mejor manera posible al Santo Patrón bajo
cuya protección se vive y trabaja.
La responsabilidad de la fiesta descansa en un
grupo o un
individuo. En el primer caso se forman comités especiales
(mayordomías) para la
organización de una fiesta. Entre los vecinos del
pueblo se encargan de adornar calles y plazas, preparar comida
suficiente para la población y sus visitantes, y pagar a
músicos o danzantes cuando no hay en la comunidad. En
otras ocasiones toda la responsabilidad de la fiesta recae en un
sólo individuo (mayordomo), para quien es un honor del que
habrá de obtener un prestigio ante la comunidad en caso
de cumplir adecuadamente con el compromiso.
Las danzas de la Costa Oaxaqueña son más que
un simple motivo de esparcimiento, significan un acontecimiento
social importante y poseen, además, un profundo sentido
mágico y religioso. El danzante no baila para su
diversión o la del público: sus danzas son una
plegaria que invoca el apoyo de las fuerzas superiores, que
él considera dominan al mundo, para demostrar
devoción y respeto a la
divinidad.
Existe una gran variedad de danzas conocidas como "del
toro" en diversas regiones del país. La versión de
Santiago Collantes es alegre y llena de movimiento, además
de estar inspirada en una historia de la localidad. Santiago
Collantes es una Agencia Municipal de Santiago Pinotepa Nacional.
Se encuentra localizada al sureste de la cabecera municipal.
Tiene una población aproximada de 3,000 habitantes,
quienes se dedican principalmente a la siembra y cardado del
algodón, cultivo del maíz y las
actividades comerciales. Los habitantes de la localidad no hablan
ninguna lengua
indígena, ya que la ascendencia principal de la
mayoría de la población es de origen
africano.
La danza del toro es una de las danzas más conocidas
de la región. Se representó en el año de
1911 cuando el Presidente Francisco I. Madero visitó la
comunidad. La gente del lugar, preocupada por darle una acogedora
bienvenida, decidió interpretar una danza que
caracterizara a la región. En una asamblea, la
señora Doña Chucha Añorve propuso una danza
relacionada con la historia de esas tierras, la historia de Don
Pancho:
"Yo no sé la fecha exacta, pero hace muchos
años, toda la Costa Chica Oaxaqueña
pertenecía a un sólo dueño, un español
que vivía en la ciudad de Oaxaca llamado Francisco Acho.
Se dice que era dueño de 24 ranchos de ganado vacuno y
tenía como caporal a un español en
cada uno de ellos, quienes se reconocían por el nombre del
rancho, así se mencionaba al caporal de Rancho Alegre,
caporal del Santísimo, caporal de Rancho Grande, etc. En
esa época sucedió una revuelta entre los nativos y
mestizos del lugar, por lo que Don Pancho comenzó a perder
ganado y se trasladó al Rancho del Santísimo, en el
que vivía su caporal de más confianza. Grande fue
su sorpresa al darse cuenta de que ya no tenía ni una sola
res, y que sólo quedaba en sus corrales un toro, un bonito
semental muy bravo que había escapado ya de diez ganaderos
que insistían en ser los dueños, como evidenciaban
las marcas de diez
hierros diferentes. Don Pancho, furioso, acusó a los
ganaderos de la región, quienes eran gente que
había trabajado para él y que le habían
robado. Para hacer valer sus demandas llevó al toro al
juzgado, pero como era muy bravo, tuvo que reunir a sus
veinticuatro caporales para dominarlo".
Esta historia sirvió de inspiración para la
danza que fue mostrada al Presidente Madero, quien quedó
muy complacido y bajó de la tribuna para saludar de mano a
todos los danzantes. Además los exhortó a continuar
representando la danza y se comprometió a enviarles una
regalía. La gente del lugar no ha dejado de bailarla, al
principio con la esperanza de recibir la regalía
prometida, y más tarde porque se hizo una tradición
representar la danza en las fiestas.
Los trajes que se usan en la danza constan de
pantaloncillos y camisa a la usanza española, los primeros
hasta la altura de la rodilla, y la segunda de colores
brillantes en tela satinada. Detrás de la camisa cuelgan
escarchas brillantes de colores que le
dan vida al conjunto del vestido. El jefe de los caporales
utiliza una binza (instrumento de cuero de res muy duro empleado
como látigo), chaparreras y un sombrero diferente que
marca su
jerarquía. También llevan una cuerda que en
ocasiones utiliza para intentar lazar al toro. El resto de los
danzantes, los caporales, portan un listón cruzado sobre
el pecho con un moño en el cruce. Los sombreros son
adornados con un lienzo brillante y se le ponen cuatro espejos,
imitando todo el zarco de los españoles. Los caporales
utilizan un machete ficticio colgado sobre el hombro
derecho.
La imagen de Don
Pancho se hizo con una máscara que representa la piel blanca,
mirada altiva, nariz aguileña, barba crecida y blanca.
También se hizo la imagen de su
esposa, María Domínguez, conocida como la Minga,
cuya máscara imita piel blanca,
ojos azules y cabellera rojiza; su vestido consiste en una falda
larga y blusa de colores llamativos, lleva cargando una
muñeca envuelta en un rebozo, la que representa a su hija.
El toro se confecciona de carrizos con un forro de
petate.
Los arreglos de los sones se adecúan a las
relaciones, las cuales están compuestas en forma de
versos. La interpretación de la música es hecha
generalmente por cuatro instrumentos de viento: dos trompetas y
dos saxofones, acompañados de un tambor que marca el ritmo y
que, cuando los caporales se enfrentan al toro, retumba solo,
añadiendo suspenso e interés a
la danza.
Aunque el número de danzantes puede variar, por lo
general son entre catorce y veinte, incluyendo al jefe de los
caporales, a la Minga y al toro. En el desarrollo del
baile el jefe de los caporales y Don Pancho bailan con la Minga
(que es interpretada por un hombre),
mientras que todos los caporales forman dos hileras o un
círculo en pasos de danza de manera alternada, y el toro
baila al centro. La historia que inspiró el nacimiento de
esta danza se va desarrollando a través de los pasos
dancísticos hasta que llega el momento de enfrentar al
toro. Entonces, en medio de un círculo que forman los
caporales, cada uno de ellos recita versos alusivos al festejo o
a las personalidades presentes en la fiesta, y después
ataca al toro, el cual embiste furiosamente. El violento choque
de las espadas de madera con el
toro de carrizo es vistoso y estremecedor, y constituye el
clímax y la culminación de la danza.
DANZA DE LOS
DIABLOS
La danza de los diablos no es exclusiva de Santiago
Collantes, pero la interpretación que de tal danza se hace
en ese lugar es la más conocida.
Esta danza contiene elementos de orígen diverso.
Algunos de ellos datan de la época Colonial, cuando
surgieron las haciendas españolas en la Costa y emplearon
la mano de obra de los esclavos negros. Los hombres y mujeres de
raza negra fueron utilizados en las rudas jornadas de trabajo en
el clima tropical de
la Costa del Pacífico. Su fortaleza, considerablemente
mayor a la de los indígenas, propició que muchos
hacendados de la zona introdujeran esclavos negros que
sustituyeron o se mezclaron con la población.
Aunque las guerras que
independizaron al país de la Corona Española
tuvieron como una de sus consecuencias sociales la
abolición de la esclavitud, este
logro no se llevó a cabo de manera efectiva
inmediatamente, sobre todo en las zonas más alejadas y de
difícil acceso, como las haciendas oaxaqueñas y
guerrerenses de la Costa. Aún después del
término del sometimiento de indios y negros a los
regímenes de encomienda y esclavitud,
cuando fueron contratados como jornaleros siguieron viviendo en
circunstancias similares a las que tenían siendo
encomendados o esclavos.
Durante el tiempo transcurrido desde que los negros fueron
arrancados de su tierra y
traídos a la Nueva España,
hasta fines del siglo XIX, siempre conservaron elementos de
identidad
cultural que los unieron y les permitieron soportar el duro
destino que la historia les asignó. Entre esos elementos,
algunos son de carácter
religioso y artístico.
Cuando a principios del
presente siglo estalló la Revolución
Mexicana, un gran grupo de
negros "Tenangos" (gente andariega) huyó de su
condición de jornaleros mal pagados en diversas partes del
país y se dirigió hacia la Costa Chica en busca de
medios para
embarcarse y retornar a Africa. Debido a
que era un grupo numeroso les fue difícil conseguir
medios
suficientes para partir, por lo que aceptaron la oferta del
hacendado Dámaso Gómez, quien los empleó
como jornaleros en una despepitadora de su propiedad .
Ahí se quedó el grupo por algún tiempo, que
se pensaba sería corto. Mientras tanto continuaron con sus
ritos religiosos, principalmente en honor al Dios Ruja, entre los
que música y danza tienen un lugar destacado.
Al poco tiempo llegó a Puerto Minizo un barco que
transportaba a un grupo de sonorenses que huía de la
guerra del
norte del país. Se establecieron en la región y
convivieron con los Tenangos, haciendo una mezcla interesante de
tradiciones y costumbres que enriqueció sus formas de
expresión, incluyendo a la Danza de los Diablos.
La Danza de los Diablos es un ritual dedicado al
espíritu del Dios Negro Ruja, a quien honraban y
pedían ayuda para liberarse de sus duras condiciones de
trabajo, es por eso que al inicio de la danza se le invoca con
respeto y
reverencia.
Actualmente el concepto de
adoración al Dios Ruja se ha reducido y sustituído
por la veneración de los muertos, por lo cual se baila
únicamente en el ritual católico de Todos los
Santos y de los Fieles Difuntos, los días 1 y 2 de
noviembre. En un principio se acostumbraba que los danzantes
recorrieran las casas donde había altares de muertos, en
donde bailaban y comían. Luego se iban por las calles del
pueblo hasta llegar a la calle principal encontrando finalmente
un árbol frente al Palacio Municipal, que era el punto de
reunión de toda la comunidad.
La danza se interpreta por un grupo de entre 16 y 20
personas que son todos los diablos, el jefe de éstos y la
Minga, todos son danzantes masculinos. La influencia de los
sonorenses es notoria tanto en el vestuario como en la
ejecución de la danza. Los diablos se visten con ropas
gastadas y rotas, en su mayoría de color café
con flecos en los bordes. Usan paliacates rojos en diversas
partes del cuerpo: en una mano, en la cintura en el cuello o en
la cabeza. Todos llevan una máscara de madera con una
cornamenta y pelo de crin y cola de caballo a manera de barba. El
jefe de los diablos utiliza chaparreras y binza. La Minga usa una
blusa tejida con un rebozo sobre los hombros, y una falda con
flecos en la cintura y encajes blancos. Sostiene siempre una
muñeca que representa a su hija.
En el desarrollo de
la danza los diablos forman dos hileras. El jefe, junto con la
Minga, bailan hacia atrás y adelante del espacio que queda
en medio. Los pasos son rápidos y violentos.
Frecuentemente se agachan para después pararse
súbitamente, giran y se agachan nuevamente. En otras
ocasiones realizan giros y rotaciones zapateando con fuerza el
piso, cada vez más rápido de acuerdo al ritmo de la
música.
El vestuario que utilizan, combinado con la altura y
fortaleza de los negros, hace que den un espectáculo
impresionante. En la región donde se practica la danza las
madres cuidan a sus hijos pequeños cuando ven a los
diablos recorrer las calles, ya que temen que se los
lleven.
Una particularidad interesante es el tipo de instrumentos
que se usan en la interpretación de la música de
esta danza: una armónica, una quijada de res y un
"teconte" (especie de tambor con el que se producen sonidos
rítmicos por fricción de una vara larga con la piel
que lo cubre).
Los estudiosos de la danza autóctona mexicana
han descubierto constantes en danzas de regiones diferentes del
país. La referencia a la tortuga es una de esas
constantes, sobre todo en las zonas costeras. En el mismo
estado de
Oaxaca se representan dos distintas variantes de la danza de la
tortuga: en la región del Istmo y en la Costa. Una de las
intepretaciones más originales se lleva a cabo al sureste
de Santiago Pinotepa Nacional, en la Agencia Municipal de
José María Morelos, cuya cabecera es Santa
María Huazolotitlán. El poblado tiene una
población de 4,700 habitantes, dedicados principalmente al
cultivo y comercialización del limón, la
siembra de maíz,
ajonjolí y cacahuate. También existe actividad
ganadera: cría de reses, venta de carne,
leche y
elaboración de quesos. El 98% de la población es
negra, por lo que la influencia indígena no
propició la adopción
del mixteco, que es la lengua
indígena dominante de la región.
La intención de la Danza de la Tortuga que se
practica en la Costa es ridiculizar el dominio
español y rememorar la explotación que se hizo de
los esclavos negros durante la Colonia. El control y la
estricta disciplina
impuesta por los españoles hacia los negros se representa
con el látigo que lleva en las manos el Pancho, el capataz
que reprime a sus compañeros de raza después de
haberse ganado la confianza del amo. La Minga es la mujer del
Pancho, es alegre y coqueta, por lo que constantemente es objeto
de piropos que enfurecen a su pareja, quien la castiga con
golpes, al igual que a todo aquel que se haya atrevido a
abrazarla o besarla.
Durante el desarrollo de la danza la Minga ofrece a
su "hija" a las personas del público, al elegido se le
pide que abrace a la muñeca que representa a la supuesta
hija; si la persona no la
toma, la Minga grita llamando al Pancho para que castigue a quien
se atrevió a despreciar a su hija, y si la persona toma la
muñeca llega el Pancho inmediatamente para reclamarle el
que tenga a su hija en brazos y acusándolo de "tener que
ver" con su mujer, por lo que
le impone un castigo. El castigo consiste en bailar con la Minga;
si no quiere bailar tiene que deshacerse de un objeto personal o dar
una aportación económica para no ser castigado. Las
aportaciones son usadas al final de la danza en la
adquisición de licor para los danzantes.
La tortuga danza alrededor del resto de los
personajes simulando un desove en la parte final de la danza; el
danzante que interpreta al animal deposita en el suelo huevos de
tortuga, el Pancho los toma para ofrecerlos a alguna personalidad
invitada al festejo.
El vestuario que se utiliza es el siguiente: el hombre se
cubre la cabeza con dos paliacates poniéndose sobre ellos
una máscara y un sombrero, su camisa y pantalón son
prendas viejas, rotas y remendadas, también usan
huaraches; la mujer,
además de los paliacates y la máscara, lleva sobre
su cabeza una mantilla, su vestido es largo y floreado, cubierto
con una manta de encaje negro, en los pies usa medias y
huaraches; el Pancho lleva sobre su pantalón chaparreras
de vaquero, reata, cuerno de vaca al hombro y una binza en la
mano, además de botas con espuelas; la Minga es la
única del grupo de mujeres que lleva peluca, vestido largo
y rebozo cruzado sobre su pecho, en los brazos lleva la
muñeca que representa a su hija, usa medias y zapatillas.
El danzante que interpreta a la tortuga carga un caparazón
hecho con un bastidor de madera y forrado de tela.
Danzan catorce hombres, siete de ellos disfrazados de
mujeres; también el Pancho, la Minga y la tortuga son
personajes interpretados por hombres. La danza consta de siete
sones que no varían mucho en la música, pero
sí en los pasos. La música es interpretada por una
banda de viento. En ocasiones no se respeta la coreografía
de la danza y se improvisan pasos, para después retomar
los originales.
El tigre es un animal que ha inspirado innumerables
bailes y danzas en diversas zonas del país. Una de las
versiones más vistosas de la Danza del Tigre es la que
interpreta la gente de San Juan Colorado, municipio del Distrito
de Jamiltepec, al norte de Santiago Pinotepa Nacional; tiene
aproximadamente 7,000 habitantes que se dedican principalmente a
las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la
minería.
En este municipio en donde poco más de 4,000 individuos
mayores de cinco años hablan lengua indígena, el
mixteco mantiene una gran vitalidad y es la lengua de la vida
diaria y ceremonial.
La danza está inspirada en la historia de dos
ricos ganaderos de la región, Don Manuel Peña y Don
José Cortés, a quienes un tigre mágico los
despoja de su ganado. Don Manuel intenta comprar un perro cazador
a un lugareño llamado José Ovejón, quien se
niega a venderlo porque pertenece a su mujer,
Doña Catalina. El perro, además de que no quiere
separarse de su dueña, sólo con ella sabe cazar.
Debido a lo anterior, Don Manuel contrata a los dueños
para que vayan con su perro a cazar al tigre.
Se inicia la búsqueda hasta que el perro
encuentra al tigre, en ese momento comienza la cacería:
José Ovejón le dispara con su escopeta, mientras
Doña Catalina le señala el lugar en donde
está el felino, y el perro ladra alrededor del
árbol en el que se esconde.
Doce danzantes acompañan a los cazadores
bailando alrededor del lugar en donde está el tigre. Las
balas no dañan al tigre porque es mágico,
así que Doña Catalina le da unos ajos a su esposo
para que cure su escopeta y rompa el hechizo. Finalmente mata al
tigre, le quita la piel y lo tira a una barranca. Antes de dar
muerte al
tigre, el danzante que lo interpreta, junto con el que interpreta
al perro, realizan pasos espectaculares y acrobacias simulando la
pelea.
La danza se acompaña con los siguientes sones:
el son del borracho, que se baila mientras se toma licor de una
botella; el son de la iguana, en el que los danzantes simulan los
movimientos de este animal arrastrándose; el son del
perico, en el que los danzantes se ponen uno muy cerca del otro;
y el son de Don Manuel Peña y Doña
Catalina.
Esta danza es interpretada por catorce personas
dispuestas en dos filas, posteriormente se les suman el tigre y
el perro. Todos los personajes son interpretados por danzantes
masculinos. El vestuario consta de pantalón blanco tejido
de algodón, con un calzón de colores sobrepuesto
que presenta además encaje desde la orilla hasta la
rodilla. La camisa es tipo cazadora y se llevan dos paliacates,
uno en la cabeza y otro en la mano. Usan una gorra adornada con
chaquira de colores. La esposa del cazador lleva olanes y encajes
en la orilla de su falda, también flecos a la altura de
los hombros y en la cintura. El tigre viste un traje amarillo
moteado, una máscara de madera con las facciones del
felino que tiene espejos en los ojos. El cazador usa chaparreras,
chaleco de gamuza y sombrero; su esposa lleva falda, rebozo,
camisa bordada y sombrero.
Esta danza se realiza en cualquiera de las fiestas
del año, cuando el mayordomo desea presentarla.
La interpretación que de esta danza hace la
gente de San Juan Colorado, Jamiltepec, es una de las más
bellas y con mayor sentido místico.
Esta danza se comenzó a representar poco antes
del inicio de la Revolución
Mexicana; la interpretan nueve danzantes (es de las pocas danzas
de la región en que participan mujeres),
acompañados de dos personas con banderas rojas y una con
bandera negra. La música es interpretada por un
violinista, un guitarrista y dos tamborileros.
El significado de la danza es la
representación de la Pasión de Jesucristo. Los
personajes que intervienen son Poncio Pilatos, Herodes,
Caifás, algunos fariseos y algunos judíos,
Jesucristo y la Virgen María. Al momento de salir, los
danzantes son encabezados por dos mujeres vestidas con huipiles y
descalzas, que llevan braseros en los que queman copal. En el
grupo de danzantes va uno que representa a Jesucristo y carga una
cruz de aproximadamente un metro y medio de
longitud.
Uno de los danzantes lleva en la mano derecha un
bastón con un listón azul en la punta. Esto
significa autoridad, ya
que anteriormente el personaje era interpretado por el Presidente
Municipal del lugar en donde se realizaba la danza, y era
él quien cargaba la cruz para después ser encerrado
en la cárcel de la localidad el domingo de Carnes Tolendas
(últimos tres días en que se come carne antes del
Miércoles de Ceniza) y liberado el martes a las tres de la
tarde, día del Carnaval.
Los danzantes masculinos usan vistosas sonajas de
jícara y machetes de madera en sus ejecuciones; visten con
pantalones y camisa de diferentes colores, sacos, zapatos,
calcetas de color carne, una
mascada anudada al cuello, y llevan un cono en la cabeza adornado
con plumas de gallo. El vestido de las mujeres se compone de un
huipil en la parte superior del cuerpo (vestido regional suelto y
sin mangas, adornado con bordados de colores) y un pozahuanco en
la inferior (tela que se faja sobre las caderas y que cubre las
piernas). En la cabeza llevan un sombrero forrado de
lana.
La danza se representa durante cuatro días
antes del inicio de la Cuaresma, comenzando el domingo anterior y
concluyendo el Miércoles de Ceniza.
La danza de los Tejorones se representa en muchas
poblaciones de la Costa, con variaciones en el vestuario, la
música, la coreografía y en el nombre; la
versión que los habitantes de Pinotepa de Don Luis hacen
de la danza mantiene elementos que la hacen una de las más
interesantes. Pinotepa de Don Luis es un municipio contiguo al de
Santiago Pinotepa Nacional; tiene una superficie de 51
kilómetros cuadrados y su población, de cerca de
6,000 habitantes, se dedica principalmente a las tareas
agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la
construcción. La lengua indígena que
habla la mayoría de la población es el mixteco. La
primera parte de su nombre significa en náhuatl "palacio
de pinole"; la segunda se adoptó porque el municipio se
halla en parte de lo que fue territorio de las encomiendas de
Luis de Castilla (uno de los protegidos de Hernán
Cortés), quien por su éxito
como minero llegó a ser el hombre
más rico de la Nueva España.
La danza de los Tejorones es representada
principalmente en época de Carnaval. Los danzantes se
cubren con máscaras y vestidos con oropel; algunos
representan papeles característicos que los enfrentan a otros
personajes: el tigre, la vaca, el perro y la María
Candelaria (mujer de los tejorones). Van cubiertos con ropas
gastadas, llevan en la cabeza un cono cubierto con plumas de
gallo. La máscara del tejorón es humanoide, con
rasgos negros o blancos dependiendo del lugar donde se
represente.
Cuando se representa la danza en el Carnaval, los
danzantes van llegando uno tras otro al centro del pueblo
mientras el público hace un círculo alrededor de
ellos con cierto temor a sus reacciones. Los niños
se aproximan para hostigarlos y huir. Las agresiones de los
tejorones son de todo tipo: insultan, ridiculizan y atrapan
hombres y mujeres pasando por alto tabúes sexuales. Las
autoridades también tendrán que soportar sus
insultos, incluso los hombres viejos, sin perder la calma. Como
todos los bailes de Carnaval, rompe con las normas,
transgrede el status quo y da rienda suelta a los instintos
sexuales.
Los tejorones llevan en la mano una sonaja, utilizan
también escopeta, machete, matraca, pistola y lazo. El
tigre es el centro del grupo, algunos conjuntos de
tejorones hacen retratos satíricos de las
autoridades.
El tigre siempre tiene a los tejorones en su contra,
representa el mal y lo prohibido, y además es él
quien tiene el poder. Su
principal atributo es la cola larga que usa constantemente; se
masturba y trata de violar a la vaca o algún
tejorón, ya sea como hombre o como
mujer, imitando un coito heterosexual u homosexual. El tigre
salta en todas direcciones, juega con su cola y se enfrenta
duramente con la vaca hasta que la pelea termina con la
violación de alguno de los dos.
Durante el son del tigre se representa a este animal
robándole una vaca a un ranchero, quien al darse cuenta
del hurto intenta cazarlo acompañado de su compadre y un
perro; finalmente, todos los tejorones atrapan y castran al
tigre. Este son es muy similar a la Danza del Tigre, aunque mucho
más breve, y se diferencían en cuando se baila el
son se hace una denuncia a viva voz de los ladrones de ganado que
merodean por la región y que en ocasiones no son
castigados.
La Danza de los Tejorones todavía conserva
reminiscencias de lo que fue el teatro
indígena, pues representa pantomimas con argumentos
ingenuos pero con mucho significado para ellos, ya sean
sátiras actuales sobre personas del lugar (la casada
infiel, el tigre) o bien ilustraciones sobre cuentos
indígenas tradicionales, pero conservando siempre en
esencia su carácter
didáctico según el tema tratado.
La pantomima de la Casada sirve a los tejorones para
revelar los amores que clandestinamente tienen las personas del
lugar, y cualquier persona que los tenga está en peligro
de ser señalado, ya que de inmediato es "casado" con su
"segundo frente", además de que se le descubre cualquier
asunto turbio en el que esté involucrado.
El grupo de los tejorones hace vivir todo lo que la
sociedad
prohibe; son la expresión de una sociedad que vive
según leyes contrarias
a las propias, de una contrasociedad que tiene su hora de gloria
y luego su muerte. Los cascabeles de los tejorones son gritos de
rebeldía y llanto frente al futuro desconocido, así
como miedo a la muerte:
"tal vez el año que viene estemos muertos, no podremos
bailar", es lo que cantan los tejorones entre copas y
llanto.
Se sabe que esta danza se originó en la
región mixteca de la costa a raíz de la
invasión francesa a México en el siglo XIX. Se
practica en varios pueblos de la región, aunque la
versión de los pobladores de Santa María
Huazolotitlán es considerada entre las que refleja de
manera más clara sus orígenes históricos.
Santa María Huazolotitlán es un municipio del
litoral del Océano Pacífico, al sureste de Santiago
Pinotepa Nacional. Su población se dedica principalmente a
las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el
comercio y la construcción. Hablan mixteco poco
más de 3,000 personas mayores de cinco
años.
Los lugareños cuentan que con motivo de la
invasión francesa a México en el siglo XIX, algunos
grupos indígenas huyeron a los montes y ocasionalmente
bajaban a las poblaciones, primero con el objetivo de
explorar y espiar, más tarde por simple curiosidad. Los
franceses interpretaban sus bailes y eran observados por la gente
del lugar. Cuentan que cada noche aumentaba el número de
curiosos que los observaba, y estos contemplaban los sainetes
europeos con una mezcla de asombro, odio y
admiración.
Cuando los franceses se retiraron, los mixtecos
salieron de sus escondites. Para celebrar la liberación,
se reunieron festejando a su modo con una imitación
grotesca de los bailes franceses, deliberadamente exagerados y
ridiculizados. Así demostraban su rencor, sentimiento que
les llevó a repetir en cada fiesta esa parodia, hasta que
la costumbre la hizo una tradición
regional.
Con la natural disposición a la sátira
y las características del indígena, se
complementó la ridiculización con el atavío,
mezclando su inclinación por los colores vivos y por el
oropel, con la arrogancia ostentosa del uniforme de los suavos
franceses, obteniendo un conjunto abigarrado. Para complementar
la parodia y como toque refinado, idearon colocarse sobre la cara
un pañuelo blanco en el que pintaron las facciones finas
de los europeos, simulando con el color blanco del pañuelo
el color pálido de la tez de los invasores, en contraste
con el tono moreno de las manos que dejaron descubiertas.
Posteriormente los pañuelos fueron sustituídos por
las mascaritas de madera que dieron nombre a la
danza.
La música de la danza está integrada
por una marcha militar, que se toca al inicio y fin de la
interpretación, y por siete sones: los Molinetes, los
Callejones, la Granada, los Pabellones, la Cadena, el Caracol y
la Culebra. El ritmo de la música tiene un marcado
aire de cuadrilla
de influencia francesa pero con sabor indígena, sumamente
alegre, movida y original, sin repetir las melodías ni una
vez.
La danza es interpretada por hombres exclusivamente.
El vestuario de los personajes masculinos consta de un
calzón blanco recogido con cintas en los tobillos,
enredado en forma de tirabuzón hasta las rodillas,
imitando una polaina. La camisa es de un color encendido, con el
corte usual de los indígenas. Sobre el calzón
llevan un lienzo rectangular sin corte ni costura que se
ciñe a la cintura con un fajero. Dicho lienzo es
generalmente rojo y es un remedo del traje suavo. Van calzados
con huaraches y sobre los hombros usan una capa de tela brillante
bordada y adornada con cuentas, la cual
se sostiene con cintas de colores cruzadas sobre el pecho. Usan
un sombrero de copa redonda y alas chicas coronado por un penacho
de papel
multicolor. Cubriendo la cara y por debajo del sombrero, va el
pañuelo blanco pintado con los rasgos europeos o la
máscara tallada.
El vestido de los personajes femeninos es más
sencillo, consta de una falda amplia con olanes, una blusa del
mismo tipo y en los costados dos bullones de tela brillante roja
que ridiculiza el traje francés femenino. También
usan sombrero de petate y pañuelo blanco que les cubre el
rostro (o la máscara), pero las facciones que tienen
pintadas son más delicadas, con las pestañas
rizadas, chapas y los labios pintados en forma de corazón.
Calzan huaraches y usan medias de colores encendidos.
Ocasionalmente usan trenzas sobre los hombros.
Generalmente siete "parejas" interpretan la danza,
una de ellas encabeza la danza y se diferencia de las
demás por algunos detalles: el hombre usa saco y machete y
la mujer lleva rebozo. Durante el desarrollo de la danza la
pareja principal ejecuta sus movimientos alrededor de las
demás.
Usualmente esta danza se interpreta en las fiestas
del Carnaval, en febrero o marzo, y en las fiestas patronales y
tradicionales de Santa María Huazolotitlán. En los
pueblos de la región se le conoce con diferentes nombres:
"Danza de la Quijada" en San Juan Colorado, "Danza de las
mascaritas catrinas" en Pinotepa de Don Luis, "Danza de los
plumudos" en Huazolotitlán y "Danza de las mascaritas
yacollantes" en Jamiltepec.
Esta danza es una variante regional de la conocida
como "Moros y Cristianos". La practican en diversas poblaciones
de la Costa, de las cuales la interpretación de Santiago
Jamiltepec es especialmente vistosa y llena de colorido. Santiago
Jamiltepec es cabecera de Distrito y Municipio situado en el
litoral del océano Pacífico, al sureste de Santiago
Pinotepa Nacional. La población del municipio es de poco
más de quince mil habitantes y se ocupa en las tareas
agropecuarias, la producción manufacturera, la
construcción y el comercio; habla mixteco la tercera parte
de la población. Desde 1983, cada 18 de octubre se lleva a
cabo el Festival de la Chilena, único en su género en
México; en él se recrean los versos, canciones y
bailables que trajeron al país los inmigrantes chilenos
que llegaron a Puerto Minizo en el siglo XVIII.
La danza de los Chareos representa la batalla entre
dos grupos: los moros enemigos de la fe cristiana, lidereado por
Pilatos, y las tropas defensoras de la religión
católica, comandadas por el Apóstol Santiago. La
ejecutan dieciséis danzantes masculinos. Uno de ellos
representa al Apóstol Santiago y es el que usa un vestido
que simula un caballo por medio de un pequeño
armazón, con lo cual se da la apariencia de que el
danzante es un jinete montado en un caballo
blanco.
Los danzantes usan plumas de avestruz en la cabeza y
una de pavo real al frente, su indumentaria se completa con
machete y paliacate blanco sobre los hombros. Quien encabeza usa
un penacho de plumas blancas y un sombrero con un pequeño
espejo. El pantalón es de terciopelo con brocados dorados,
y abajo del mismo usan un calzón tejido de algodón.
Dos personas enarbolan al frente dos banderas rojas y dos
blancas; las primeras simbolizan la sangre de los
soldados de Santiago y, las segundas, la paz después de la
victoria de los cristianos.
En el desarrollo de la danza se representa la batalla
contra los moros y el auxilio del apóstol en favor de las
tropas cristianas, por lo cual la danza también
está considerada como una variante del grupo conocido como
los "Santiagos".
La música es interpretada por sólo dos
instrumentos: tambor y flauta.
En la Costa Chica, región que comprende parte
de los estados de Oaxaca y Guerrero, se practica un género de
baile conocido con el nombre de chilena. A diferencia de las
danzas, las chilenas son bailes que, aunque tienen influencia
inevitable de los grupos negros e indígenas de la
región, son esencialmente mestizos.
En la ciudad de Santiago Pinotepa Nacional se
practica mucho este genero de baile,
de tal manera que aunque no es exclusiva del lugar, se identifica
con él. Santiago Pinotepa Nacional es un municipio del
distrito de Jamiltepec que se dedica principalmente a las tareas
agropecuarias. Su capital es un
importante centro comercial.
El nombre de las chilenas proviene del decir popular
de que el ritmo movido y elegante que practican proviene de la
República de Chile; de ser
verdad tal suposición (factible en tanto el comercio con
las ciudades sudamericanas de la costa del Pacífico fue
una práctica constante durante la Colonia y el siglo XIX),
el baile del cual provienen las chilenas debe ser sin duda el
llamado cueca o zamacueca, que es el baile folklórico
nacional de Chile. Este
baile establece una unión entre el canto y la
música. La ejecución típica de una pieza de
su estilo requiere dos instrumentos esenciales: arpa y guitarra.
Mientras la pareja efectúa las evoluciones de la danza,
los asistentes la animan con voces en que abundan los chistes y las
frases intencionadas.
La cueca o zamacueca es también un baile muy
popular en otros países sudamericanos como Argentina,
Bolivia,
Uruguay,
Paraguay,
Colombia,
Perú y Ecuador. En estos
países presenta pequeñas variaciones producidas por
las influencias locales, pero mantiene constantes que comparten
las chilenas mexicanas: se caracteriza por sus movimientos
vivaces, es una pantomima del cortejo y conquista de una dama
hecha por dos parejas generalmente; el baile se acompaña
de un provocativo ondeo de pañuelos y estrofas cantadas
por los músicos.
En la región de Pinotepa Nacional, lugar en
donde más se practica el baile de la chilena, la
versión más difundida sobre su origen es la que
habla de un barco chileno encallado en la zona cuyos tripulantes
se establecieron en las poblaciones cercanas dejando como
herencia sus
cantos y bailes. No hay manera de saber si esta versión es
verdadera, sin embargo, no es del todo improbable, ya que muchos
barcos sudamericanos que se dirigían hacia California a
mediados del siglo XIX hacían escalas en los puertos
mexicanos de Huatulco y Acapulco durante
la llamada "fiebre del oro". Tal situación
involucró un largo proceso de
transculturación que con el tiempo dio lugar a la chilena
costeña mexicana, que es una mezcla de los elementos
iniciales de la chilena con las influencias de la región
de la Costa Chica: el particular estilo musical de la zona y la
natural picardía mexicana. Los pasos también
sufrieron algunas evoluciones, pues sugieren una conquista
amorosa que culmina en un son donde la pareja termina bailando un
zapateado indicando que bailan de felicidad.
El vestuario varía de acuerdo a la localidad
en que se baile, ya que existe una indumentaria indígena y
otra mestiza. El vestido de la mujer, de acuerdo a la primera,
consta de huipil y pozahuanco. El primero es una prenda larga y
amplia, con cuello en forma de cuadro, tiene un variado adorno de
figuras bordadas: arañas, alacranes, tortugas, caballitos
y cangrejos. En la terminación de los ángulos del
cuello presenta también bordados de adorno y una serie de
listones, de color rojo y azul, adheridos a la tela. El
pozahuanco (falda o enredo) no es muy amplio, está tejido
en telares rústicos de cintura resultando un diseño
de rayados de colores rojo, morado y azul. El rojo es
extraído de un árbol llamado zamaxtle, el morado de
un tipo de caracol marino y el azul del arbusto de añil.
Para sostener la falda a la cintura usan una banda tejida de
palma terminada en una tira de algodón llamada sollate. Su
peinado lo arreglan con un nudo en la parte frontal llamado
tlacoyal y en la parte posterior se adornan con malacates, que
son agujas para detener el cabello, estos tienen en un extremo
borlas de seda roja, amarilla y azul. Usan argollas y collares de
cuentas de oro
con corales y figuritas de plata.
Los hombres usan cotón que les llega hasta la
cintura con el cuello en forma de cuadro del cual salen dos
borlas rojas, una hacia adelante y otra hacia atrás. Las
mangas son de tres cuartos. El calzón llega hasta el
suelo, se le
hace un dobladillo adornado con un bordado llamado cambalache. En
la cintura se usa un ceñidor que le da una vuelta entera y
les cuelga hacia atrás, terminando con flecos e hilos de
colores.
Los negros de la región practican bailes que
se han considerado como pertenecientes al género de las
chilenas. Entre dichos bailes negros destaca el "Son de la
Artesa". La artesa es un tronco grande de una sola pieza, similar
a una canoa colocada de forma invertida sobre unos palos, de tal
manera que se encuentre levantada a unos centímetros del
suelo; sobre la artesa bailan las parejas, de una en una,
mientras las demás esperan su turno a un lado de la
misma.
El zapateado se acompaña de música de
chilena ejecutada con violín, guitarra, un cajón y
a veces con arpa. Se interpreta de manera que el zapateado de los
bailadores y la música forman una unidad, la cual se logra
gracias a la resonancia que produce la artesa. Por lo regular los
ejecutantes van descalzos.
Las chilenas mestizas presentan un vestuario femenino
compuesto por una blusa bordada con chaquira, formando
guías de flores y algunos animales. La
falda es amplia, de satín o popelina de vivos colores,
adornada con encajes y listones. La cabellera se trenza con
listones; los aretes, las cadenas de oro y una mascada
complementan el vestuario. El hombre usa pantalón y camisa
amplia anudada a la cintura, un sombrero de palma y un paliacate
rojo.
En la costa de Oaxaca se bailan sones, jarabes y
chilenas, destacándose entre los primeros, los sones de
Pochutla con influencia de la zona de Yautepec.
San Pedro Pochutla es un municipio dedicado
principalmente a las tareas agropecuarias, el comercio, la
producción manufacturera y la construcción; tiene
yacimientos de hierro,
cobre y
manganeso. En su jurisdicción se encuentra Puerto
Ángel, población que adquirió importancia a
principios de
siglo por embarcarse allí la producción cafetalera
de la región y que en la actualidad es un destino
turístico de regular importancia.
Los sones al ejecutarse se caracterizan por su
música profana, alegre y típicamente mestiza que
expresa el coqueteo entre el hombre y la mujer; a
excepción de algunas figuras coreográficas el baile
es suelto, sin que las parejas se toquen. En los sones se
combinan partes instrumentales con partes cantadas, en los
momentos instrumentales se zapatea fuertemente, mientras que las
partes cantadas sirven a los bailadores para realizar paseos o
descansos. El ritmo es de 6/8.
Las coplas por lo regular tienen de 7 a 10 versos de
distinta medida y al cantarlas son típicas las cadencias
descendentes al finalizar. Su contenido generalmente es amoroso y
lleno de picardía, estos sones se complementan con gritos
y exclamaciones de júbilo.
En los sones se hace referencia a la fauna, imitando
al bailar los movimientos de los animales que por
lo general le dan nombre. La música es interpretada por
una banda de viento, pero también se usa la guitarra, el
violín, el cajón, el cántaro y la hoja de
café,
con la cual se produce un sonido semejante
al del saxofón.
El traje tradicional para las mujeres consta de
falda, enaguas y camisa mestiza, el hombre usa calzón sin
cinta, una camisa suelta, sombrero de palma y paliacate; ambos
calzan huaraches.
Región de la mixteca del General Lázaro
Cárdenas del Río; tierra agreste
es la mixteca, en donde los hombres evocan las glorias de su
raza.
Ellos son los descendientes de los árboles
de Achutla, que fundaron un imperio en la tierra
conquistada por zahindanda, el flechador del sol, que
venció al astro rey en singular combate.
Habremos, de escuchar la canción Mixteca de
José López Alaves, melodía saturada de
nostalgia y de ternura; y enmarcado este emotivo ambiente el
insuperable "JARABE MIXTECO".
El vestuario de la mujer consta de una falda floreada
amplísima, adornada con listones en tonos contrastantes,
blusa blanca con bordados de punto en cruz en la parte superior,
pañoleta y huaraches, el tocado es a base de trenzas con
listones multicolores, collares y aretes.
El hombre porta pantalón y camisa de manta,
cobija de lana terciada al hombro, huaraches y paliacate al
cuello.
El Jarabe Mixteco; como todos los jarabes, es la
conjunción de los diferentes pasos de cada una de las 7
regiones del estado de
Oaxaca.
Región de la costa ardiente y lujuriosa,
música alegre, sensual y enervante; en la cual la mujer
con su coquetería y movimiento seduce y conquista al
hombre, valiéndose mañosamente del mezcal. Se
presentala delegación de Pochutla con sus sones: El Perro,
El Arriero, El Borracho, El Zopilote, El Toro y El
Panadero.
El atuendo de la mujer consta de faldas amplias y
brillantes de diversos colores, adornadas con encajes y listones,
blusas blancas resaltando en ellas flores en la parte superior,
rebozo, huaraches y sombrero de palma.
El hombre viste pantalón y camisa blanca,
paliacate al cuello, huaraches y sombrero de
palma.
Estos sones representan el enamoramiento de la
pareja; haciendo uso de tretas, coqueteo y diversas formas de
atracción.
Los pasos característicos de esta
región son fuertes, alegres y cadenciosos, predominando el
zapateado de plantas, el
zapateado de puntas con el coqueteo natural de la costa, lleva un
faldeo bajo; armónico al zapateado, en algunas ocasiones
abieto y en otras cerrado.
El Istmo de Tehuantepec es una región de
rica tradición cultural, donde se conserva y preserva de
manera notable el uso del zapoteco como lengua cotidiana. Los
sones llegan a esta región durante diversas etapas del
siglo pasado; su contacto con las tradiciones locales les ha dado
un sentido regional propio. Uno de estos sones es "La Sandunga",
considerado como el himno tehuano; otro es "La Llorona", de
Juchitán. Ambos se tocan en todas las ceremonias
importantes: "Velas", fiestas titulares, fiestas del Santo
Patrón y casamientos. La tradición oral atribuye el
origen de "La Sandunga" al Sr. Máximo Ramón
Ortiz. "El término es de procedencia española y se
traduce como gracia, salero, donaire", que son las
características propias de la mujer istmeña, con su
porte altivo y su garbo al caminar.
Los sones tocados en el Istmo se dividen en tres
partes: introducción o son propiamente dicho,
valseado y zapateado. La introducción es fuerte y peculiar, pues se
juega con las notas, mientras que el valseado es lento, con un
ritmo suave y dulce. El zapateado lo hace únicamente el
hombre. Entre algunos sones tradicionales destacan "La Petenera",
"La Petrona", el "Jarabe Tehuano" y la "Última
Palabra".
La música la ejecuta una banda de más o
menos 12 elementos, destacando la presencia de los saxofones,
clarinetes, trompetas o cornetines, trombones, requintos,
platillos, tambora y tarola.
Entre los sones con fuerte influencia indígena
están "La Tortuga", "El Verelele o Alcaraván", que
es un ave, y el "Vicia" o "Del Pescado", que es bailado por un
hombre que carga un pez espada de madera de colores mientras los
otros danzantes tratan de atraparlo con el "chinchorro", que es
una red. La
música de este son se ejecuta con instrumentos sencillos
como la flauta de carrizo y el huehuetl, que es un tambor
cubierto con piel, además del caparacho de tortuga que se
toca con los cuernos del venado; se trata de una música
propia de las danzas indígenas
prehispánicas.
Internacionalmente conocido por su belleza, el traje
de las istmeñas ha sufrido modificaciones a lo largo del
tiempo. En la época prehispánica se usaba el
enredo, lienzo de algodón ceñido a la cintura,
atado con bandas; había de tres tipos: azul marino, rojo
con rayas azules o amarillas y el morado que era el más
apreciado por ser teñido con tinta de caracol
púrpura, molusco de la vecina región chontal
costeña. Era costumbre llevar el torso desnudo pero a la
llegada de los frailes dominicos se ideo el "huipil de cabeza"
para cubrirse. Este huipil era una toca que cubría la
cabeza y llevaba un olán de tela blanca que se usaba
alrededor de la cara, las mangas eran pequeñas y colgaban
por el frente y la espalda. Hacia el siglo XIX, aparece el
"huipil grande" que se usa con la toca en torno a la cara y
cubre la cabeza. Dicha prenda se emplea para ir a misa y otras
ceremonias destacadas.
A finales del siglo XIX, la llegada de la
máquina de coser y el creciente empleo de
telas de importación propiciaron el uso de brocados,
razos bordados y sedas para confeccionar los trajes, a lo que se
agregó más tarde la confección de trajes de
muselina adornados con grecas a máquina e hilos rojos,
negros y amarillos. A principios de este siglo se inició
el bordador de pequeñas flores en los huipiles; para mitad
del mismo se empezaron a usar bordados que imitaban los de los
mantones de Manila.
El atuendo tehuano se complementa con joyas de oro.
Las primeras eran cuentas redondas en forma de rosario, luego se
hicieron de formas variadas: flores planas como espejos y con
aristas en forma de farol rematadas con una cruz. El uso de
monedas de oro inglesas y americanas se remonta a los primeros
años de nuestro siglo, cuando se iniciaron las obras del
puerto de Salina Cruz. De entonces datan los "ahogadores"
(collares pegados a la garganta), los "engarzados" (collares
largos) y los "doblones" (igual que los anteriores pero con
monedas colgadas); éstos se adornan de filigranas
incrustadas con perlas o corales. Los aretes son también
de monedas o filigranas. Se usan además anillos, pulseras
y brazaletes de oro.
En las danzas del "Lunes del Cerro", hoy conocidas
como Guelaguetza, hay muchas voces, muchos ademanes y actitudes que
nos hablan desde muy lejos, a través de siglos, y que al
mismo tiempo nos hablan desde hoy, desde el corazón
alado de la música, desde los signos del cuerpo en
movimiento, el cual sigue, secretamente, los trazos invisibles de
ritos ancestrales que le hablan al cielo y a la tierra, a
hombres y a dioses que compartieron la misión de
mantener intacto el misterioso equilibrio del
Universo.
Elizabeth Romero Perez