Con frecuencia se caracteriza a una sociedad a partir
de su cultura, sin
embargo, no abundan en igual medida los análisis que enfaticen el papel de la
cultura en el
surgimiento y desarrollo de
tal sociedad, esto
queda, en muchos casos, como implícito o
sobrentendido. No obstante, aunque existe consenso en considerar
la cultura como factor del cambio social,
la determinación de cómo esta toma
participación directa en el mismo no siempre resulta
fácil comprenderlo y exponerlo con suficientes
argumentos.
La complejidad del concepto cultura
hace que un amplio espectro de problemas
aparezcan interrelacionados con éste: su esencia, carácter
histórico y manifestaciones; vínculos con la
producción y satisfacción de las
necesidades; nexos entre cultura material y espiritual, cultura y
ciencia,
cultura y valores,
cultura y desarrollo,
cultura y educación, entre
otros, son temas muy ricos en contenidos. Si nos detenemos en su
definición, algunos autores como A. Kroeber y C Kluckhon
(Culture a Critical. Review of Concepts and Definitions.
Cambridge, Mass, 1952 ofrecen hasta 160 definiciones. En ello
puede influir lo complejo del fenómeno y/o el enfoque
unilateral en función
del objeto de estudio de la ciencia que
aborda el problema (Los etnógrafos
entienden por cultura todo lo hecho por las manos y el intelecto
del hombre, a
diferencia de los dones de la naturaleza; los
arqueólogos la relacionan con la actividad material de los
hombres por la cual puede juzgarse su vida espiritual;
historiadores y otros la identifican con la actividad espiritual
de la sociedad) Otros limitan su interpretación al
considerar como cultura sólo las expresiones
artísticas y literarias de la misma; el modo opuesto es
una interpretación y definición tan general que
hace vago el término. Y, algunos llegan a considerar que
no es necesario un concepto y que se
debe limitar al lenguaje
cotidiano y a ciertas ciencias
especiales como la sociología. (Kelle y Kovalzon,
1976).
Cultura y sociedad por la amplitud de los contenidos
que expresan, en muchas ocasiones se confunden y se identifican.
Cualesquiera que sean las esferas de la vida y actividad social
que tomemos, también tendremos unos u otros elementos de
la cultura. Por su origen, este concepto va ligado a lo que es
producto de la
actividad humana (agricultura) a
diferencia de la naturaleza
virgen, este término proviene del verbo latín
"colo", cuyos significados "elaboro", "cultivo", "honro",
"venero", son quizás las más importantes entre la
serie bastante extensa de acepciones. La mayoría de las
conceptualizaciones realizadas tienden a abarcar todo lo creado
por el hombre, lo
material y lo espiritual. En ellas se ha querido sintetizar todos
los adelantos: materiales,
espirituales y sociales, dado que la cultura se expresa en todo
el sistema de la
actividad humana: material (laboral,
científica y sociopolítica) y espiritual
(gnoseológica, valorativa y comunicativa),
reproduciéndose en la misma. En los grupos
sociales, observamos que: "Cada comunidad porta y
genera valores
particulares de la cultura que identifican a sus miembros; la
autoconciencia de estas características… constituye su identidad"
(Tejeda, 1999:125) La identidad es
definida por esta autora como el auto reconocimiento de la
singularidad que integra a sus rasgos personales las características de un grupo social
(Ob. Cit: 42). En la persona, la
cultura es la característica sintética de su nivel
de socialización; la definición del
nivel de desarrollo individual, lo que se refleja en su modo de
pensar y actuar, en los modelos
individuales de conducta y de
reacción ante diversas situaciones. "La formación
de la
personalidad es también la construcción de su identidad, que tiene
como fuente de su contenido el medio social, expresado en la
cultura" (Tejeda; 1999:42)
La cultura abarca, además, elementos
objetivizados como: valores cosificados, logros de la producción material o espiritual; obras
artísticas, cuadros, esculturas, libros;
medios de
producción y otros. El elemento funcional de la cultura lo
constituyen: los hábitos, las costumbres, tradiciones,
tecnología; cultura del trabajo;
hábitos de conducta personal;
métodos
de creación y otros.
Un análisis lógico del concepto nos
remite a su extensión y contenido. El primero se refiere
al conjunto de objetos que pueden ser incluidos en el mismo:
cultura económica, empresarial, laboral, política,
jurídica; cultura de salud y demás,
así como la extensión de cada uno de ellos, por
ejemplo: el concepto cultura de la salud incluye: cultura
dietética, hábitos y costumbres alimenticios;
cultura física:
postura, ejercicios, etc.; cultura de la higiene: personal,
familiar y comunitaria; cultura de la medicación:
consultar al médico y regirse por sus indicaciones, no
automedicarse; cultura del empleo del
tiempo: su
distribución y aprovechamiento. El
segundo, es decir, su contenido, es el conjunto de caracteres a
los que se le puede aplicar el concepto; a cada dimensión
de su extensión le son comunes el:
– ser característica sintética del
nivel de socialización alcanzado por individuos y
grupos
humanos,
– nivel de desarrollo alcanzado por personas y
grupos
sociales que se expresa en sus ideas, conducta y
actuación,
– nivel de desarrollo alcanzado en la
instrucción, la ciencia,
el arte, la
literatura, la producción material,
la conciencia
social y sus instituciones,
– mecanismo adaptativo de la humanidad a la
naturaleza y la sociedad (a esto atribuyen el cambio
social,
– conjunto de valores materiales y
espirituales creados por la humanidad en el curso de la
actividad humana,
– horizonte (cultural) que sirve de prisma
valorativo de la realidad,
– modo de vivir: hábitos, costumbres,
tradiciones y,
– el ser reino de los significados; estos
están determinados por las creencias y valores
correspondientes.
Realizado este estudio, pudiéramos aceptar la
forma en que el Diccionario
Cervantes la define:
"Conjunto de valores materiales y espirituales
creados por la humanidad en el curso de la historia y,
también lo define como: "Nivel de desarrollo alcanzado por
la sociedad en la instrucción, la ciencia, la
literatura, el
arte, la moral, la
filosofía, etc. y las instituciones
correspondientes"
Por su parte, en el concepto cambio social es
más común la coincidencia de criterios, no
obstante, existen diversas definiciones. Sztompka, en su libro
"Sociología del cambio social" (1999) hace
referencia a un grupo de
éstas. Todas son algo descriptivas, no hacen referencias a
causas. De todas ellas prefiero la citada por Ritzer (1987:560):
"El cambio social hace referencia a las variaciones en el
tiempo de las
relaciones entre individuos, grupos, organizaciones,
culturas y sociedades"
Conocemos que en la sociedad se producen cambios
regresivos y progresivos; cambios evolutivos y saltos; el cambio
es un fenómeno constante, con aparentes estancamientos,
retrocesos, pero la tendencia es el progreso. Sus fuentes y
fuerzas motrices, así como las formas en que se producen
son expresadas por las leyes de la
dialéctica materialista descubiertas por el marxismo
(Aunque, tienen por fuente teórica más cercana a la
filosofía de Hegel). De todas
formas, la mayoría de los autores vinculan la cultura o la
civilización (culturalmente caracterizada) como objetos
del cambio social, y no siempre como agentes del
mismo.
Sztompka, en el libro ya
citado, expone los criterios de algunos autores neoevolucionistas
y otros representantes de los ciclos históricos, en los
que vamos a observar el lugar que dan a la cultura en el cambio
social.
Leslie White, este etnólogo norteamericano,
representante del Neoevolucionismo en la Antropología Cultural, en sus dos
influyentes libros":
Science of Culture" (1949) y "Evolution of Culture",
describe la cultura como un mecanismo adaptativo por medio
del cual la especie humana se acomoda a la naturaleza. Esto lo
hace aprovechando la energía libre y
poniéndola a trabajar en la satisfacción de
las necesidades humanas. Todas las partes de la cultura
están interrelacionadas, pero el papel primario
es jugado por el sistema
tecnológico (tendencia hacia el determinismo
tecnológico), siendo derivados o secundarios la
organización política, la estructura
normativa y los sistemas de
conocimientos e ideologías. La cultura se desarrolla y
avanza a través del incremento del tipo de energía,
la cantidad de energía aprovechada por persona y
año, y la eficiencia con la
que es utilizada. Este factor determina el creciente dominio humano
sobre la naturaleza… y es… la tendencia evolutiva
fundamental. Para este autor "El desarrollo cultural tiene
orígenes biológicos y raíces en las
capacidades humanas. Pero una vez nacida, la cultura humana
adquiere autonomía parcial; tiene vida e ímpetus
propios y evoluciona de acuerdo con sus mecanismos y ritmos
específicos. Este autor no deja claro los vínculos
cultura-sociedad por la base filosófica en que se
apoya.
Por su parte Julián Steward,
antropólogo norteamericano, en su libro "Theory of Culture
Change" (1955), expone las siguientes ideas:
las culturas particulares divergen unas de otras y de
sí mismas… no pasan por estadios unilineales, la
evolución es multilíneal (economía,
política, arte, derecho, etc.),
la adaptación a diversas condiciones
hace que las culturas adquieran formas diversas,
los factores tecnoeconómicos tienen
preponderancia… sólo cuando el núcleo
tecnológico es transformado es que se perciben los
principales cambios evolutivos y aparecen los nuevos tipos de
cultura. Hace depender el cambio cultural del factor
tecnológico sin explicar la relación inversa con
otros aspectos de las relaciones sociales y de la conciencia
social.
Marshall Sahlins y E. Service, en su libro "Evolution
and Culture" (1969), hacen distinción entre evolución general y evolución
específica. La primera, implica autonomía y
dominio sobre
el ambiente para
una adaptabilidad futura, ésta es como la dirección general de la humanidad en la que
los nuevos tipos de cultura emergen constantemente; la segunda,
implica ajuste perfecto a un ambiente
concreto.
Ambas formas de evolución pueden entrar en conflicto.
Consideran que la creatividad
social da lugar a la diversidad cultural, pero la creatividad es
considerada como algo espontáneo; la búsqueda de
adaptación es su fuerza motriz
y no se habla de necesidades, intereses y conflictos
sociales.
La comprensión evolucionista de la cultura
(potencialidades inmanentes, cambio unidireccional e
irreversible, persistencia, gradualidad incremental, y otras)
está presente en estos enfoques y consideraciones. En
estas ideas existen aportes que pudieran ser de gran valor e
interés
en la actividad teórica y práctica, sólo
tendríamos que interpretarlas desde las posiciones del
materialismo
dialéctico y saldrían a la luz sus
contribuciones con más fuerzas. Mas, el mecanismo
progresivo de la cultura y sus nexos con el medio social no es
explicado por ellos de una forma consecuente.
La teoría
de los ciclos históricos aporta también elementos
para este estudio. Aunque abundan los autores, sólo
haremos mención de algunos:
Nikolai Danilevsky (1822-1885) Concibe la historia humana como si
estuviera articulada en unidades distintas, generales, en "tipos
histórico-culturales" o civilizaciones. Considera que las
civilizaciones tienen su lógica
interna de desarrollo, cada una pasa por sus secuelas vitales, y
ninguna es la mejor o es perfecta, cada civilización
surge, desarrolla su propia forma morfológica, sus propios
valores, enriqueciendo de este modo el tesoro total de los logros
culturales humanos, y después perece sin ser continuada en
su forma esencial o específica por ninguna otra
civilización, negando con ello la continuidad y
discontinuidad en el proceso de
negación dialéctica. Agrupa los agentes
históricos en tres categorías: positivos, negativos
y sin élan creativo.
Para Danilievsky las civilizaciones son creativas en campos
selectos: la griega en la belleza, la semítica en la
religión,
la romana en el derecho y la
administración, etc. El curso vital de las
civilizaciones comprende: emergencia y cristalización,
florecimiento y petrificación por falta de creatividad. La
discontinuidad entre las civilizaciones es, tal vez, su mayor
error, pero en este caso, está siendo consecuente con sus
fundamentos filosóficos. Por otro lado, concede a la
creatividad, en abstracto, un papel relevante en el cambio, pero
ésta por sí sola explica muy poco. La
concepción de la civilización en la
filosofía marxista suele relacionarla con: a) Un
período postbárbaro: esclavitud,
feudalismo,
capitalismo,
asociadas a factores socioeconómicos y logros de orden
cultural como el surgimiento de la escritura, la
división social del trabajo, logros de las fuerzas
productivas (armas, arco,
flecha), avances del arte y la ciencia; b) para definir un
organismo social determinado: Civilización antigua,
Civilización burguesa, etc.; c) como concepto a fin de
"progreso" y también como d) "Civilización
Universal" La cultura tiene más edad que la
civilización y, en cierto sentido, es su premisa. La
cultura legitimaza a una civilización concreta; idealiza,
normaliza a sus relaciones sociales y a través de esta
concreción se encierra, restringe, supedita,
creándose con esto un conflicto
entre civilización y cultura, esta última tiende a
la universalización y la civilización tiende a lo
concreto.
Oswald Spengler (1880-1936) en su principal obra
"La Decadencia de Occidente" (1918) expuso: "Cada cultura
individual sigue el ciclo vital de infancia,
juventud,
adultez y vejez; surge,
crece y, tras cumplir su destino muere. Esto no es más que
la expresión de su pesimismo en cuanto al progreso
social.
Arnold Toynbee (1889-1975), su teoría
es considerada la más extensa y con más
sustento histórico de las civilizaciones y de sus ciclos,
aparece en los 12 volúmenes de su "Study of History
(1934-61), en ellos considera que las civilizaciones surgen a
través de factores dobles, combinados: la presencia de una
minoría creativa y de condiciones ambientales, ni
demasiado favorables ni demasiado desfavorables… los
desafíos y respuestas dan su dinámica como civilización… las
respuestas a un desafío genera otros. En la fase de
crecimiento la civilización tiene éxitos en sus
respuestas, en la fase de ruptura dejan de ser creativos. La
civilización perece desde dentro, por la falta de
capacidad de respuesta a los desafíos. Resume la ruptura
de la civilización de la siguiente forma: un fallo del
poder creativo
en la minoría, un abandono de la respuesta por parte de la
mayoría que rechaza seguir las élites triunfadoras
y, pérdida de la unidad social.
¿Por qué existe una fase de
éxitos en las respuestas a los desafíos? Encierra
la respuesta a esta interrogante en una abstracción: la
creatividad y esta por sí sola, como ya señalamos,
explica poco. Los factores económicos, políticos,
culturales y sociales se interrelacionan, propiciando la
conjugación de lo objetivo y lo
subjetivo, desencadenando las fuerzas sociales del cambio. La
comprensión del desarrollo social
ha recorrido un largo camino en el cual el materialismo
dialéctico marcó un hito fundamental al determinar
el carácter
regular del mismo y las leyes que rigen
el cambio social.
Un trabajo más reciente y específico es
el que ofrece Pitirim Sorokin en "Social and Culture Dynamics"
(1937). Define la cultura como "la suma total de todo aquello
creado o modificado por la actividad consciente o inconsciente de
dos o más individuos interactuando entre sí o
condicionando la conducta del otro" (Vol. 1:3) El principio
central de la cultura ha de verse en el reino del significado y
puede denominarse como "mentalidad de cultura" Clasifica la
cultura en dos tipos: ideacional y sensata.
La cultura ideacional está caracterizada
por:
-Es espiritual, inmaterial.
-Las necesidades y los fines son
espirituales.
-Los medios para
satisfacerlos se centran en el auto desarrollo de la
mente y el cuerpo.
-Implican la noción de que la verdad
se logra a través de la experiencia
interior.
-Implica la idea de que lo bueno está
enraizado en valores inmateriales, interiores,
espirituales.
La cultura sensata:
-La única realidad es material, accesible a
los
sentidos.
-Las necesidades y los fines son puramente
carnales.
-El método
para satisfacerla es la modificación y
explotación del ambiente externo.
-La verdad se encuentra sólo en la
experiencia sensible.
-Lo bueno está enraizado en los valores
sensatos, empíricos y materiales.
La cultura intermedia idealista representa una mezcla
de ellas. Este autor concibe el modelo
principal de cambio histórico en términos
cíclicos. "Las fluctuaciones socioculturales, esto es, los
procesos
recurrentes en la vida social y cultural y en la historia
humana" Algunas características de la cultura ideacional y
la cultura sensata se contraponen, negando con ello su unidad y
no siempre destaca, a partir de estas diferencias, su desarrollo;
también son algo absolutas las diferencias que establece
entre ellas, la cultura material y espiritual a las que llama
cultura ideacional y cultura sensata. En el fenómeno de la
cultura se conjugan orgánicamente y se fusionan la esfera
material y la espiritual de la actividad constructiva y creadora
de los hombres, guiados por la razón, el trabajo y
el talento; el campo material de la cultura no es idéntico
a la producción, sino que constituye el principio
constructitivo, creador y racional de la actividad material del
hombre. No es
la propia producción, ni los mecanismos, máquinas o
la tecnología, sino son las ideas y los
principios, el
saber y los impulsos creadores incorporados por el hombre a su
creación; dominar la cultura significa, para el hombre,
elaborar la facultad de "desobjetivizar" los resultados de la
actividad humana pretérita, esclarecer y hacer "suyo" el
contenido implícito en ellos y convertir este patrimonio
cultural en base de toda la actividad espiritual y
práctica, en medio para su propio
desarrollo.
Como se puede apreciar, las concepciones de la
historia de estos autores los limitan para establecer los nexos
entre las culturas y la dialéctica de los vínculos
sociedad-cultura; las fuerzas motrices y las fuentes de su
desarrollo. No obstante, sus estudios brindan caracterizaciones,
describen procesos y
plantean ideas y problemas muy
interesantes. A comienzos de los años 70 la crisis
económica mundial puso en evidencia, ante todo, las
contradicciones del sistema y la crisis del
desarrollismo. Carlos Del Valle en su libro "La deuda externa de
América
Latina" (Ed. Verbo Divino, Navarra, 1992), hace un
interesante análisis de esta etapa: Los costos sociales
del capitalismo en
los países subdesarrollados salen a la luz con mayor
vigor y gravedad. Se ha ido acentuando con virulencia el abismo
entre el Norte y el Sur, países élites ricos y
países y masas explotadas, respondiendo al carácter
concentrador y excluyente del sistema en su etapa neoliberal y
global. El crecimiento
económico va agravando cada vez más el
desequilibrio, causado por la industrialización, entre la
naturaleza y los seres humanos; la sociedad de consumo
continua fomentando el consumismo sofisticado de unos olvidando
la satisfacción de las necesidades básicas y
elementales de otros; rivalidad, guerra,
terrorismo, la
xenofobia; el individualismo, la competencia,
cosismo, constituyen los costos culturales
del sistema capitalista. Economistas y científicos
sociales multiplican estudios, desde perspectivas y contextos
diversos, para intentar comprender el significado de la crisis
económica internacional en cuanto a crisis global
que repercute más negativamente en los más
débiles. Los países industrializados, para salir de
la crisis y mantener su tasa de ganancia, refuerzan estrategias que
perjudican aún más a los países
subdesarrollados.
La crisis por la que atraviesan las sociedades
occidentales es algo más que una crisis económica;
apunta a una crisis de civilización, de estilo de vida.
"Existen indicios de que se gesta una época de
convergencias hacia una concepción del desarrollo que
implica un nuevo proyecto de
civilización" (C. Furtado, 1978) La cultura occidental que
por años ha sido impuesta al mundo, al igual que sus
valores, ideologías, estilo de vida, visión del
mundo y de la sociedad, ha entrado en crisis. El modelo
occidental de desarrollo está abocado hacia su
agotamiento, J. L. Sanpedro señala los límites
que pronostican su ocaso: físicos (agotamiento de
recursos),
políticos (tensiones internacionales, polarización
del consumo),
interior (resistencia a la
deshumanización; limita al hombre a un ser
productor-consumidor) Es un
modelo insostenible ante todo por los costos humanos que implica,
las desorientaciones que provoca, por los valores en
que se sustenta. El crecimiento
económico deja de ser un medio de desarrollo para
convertirse en el objetivo del
mismo, considerándolo como sinónimo de bienestar
social. Esto justifica la razón de ser de la sociedad de
consumo. La civilización occidental que divulga la idea
del progreso, se basa en la racionalidad instrumental, esta
privilegia la capacidad humana de crear y adecuar medios y
técnicas para conseguir lo útil,
concediendo a la eficacia un
valor de
primer orden, es como un horizonte cultural que penetra actitudes,
informa comportamientos y políticas
que, a su vez, cristalizan estructuras y
sistemas. No
obstante, lo que se está desintegrando es más que
el funcionamiento de los mecanismos y las estructuras,
es el sistema de valores que inspira y motiva a la sociedad
industrial capitalista.
J. Sanpedro califica la crisis actual de "… ruptura
histórica; una crisis no sólo coyuntural, que
abarca el nivel técnico, ni tampoco únicamente
estructural, que engloba el nivel social, sino que afecta el
nivel cultural, al universo de los
valores, creencias y orientaciones; una crisis multidimensional,
por tanto, no es meramente económica, sino que incluye las
diversas dimensiones del vivir" (citado por Carlos del Valle,
1998)
La crisis del desarrollismo es, en esencia, el
reflejo de la crisis global, por ello cobran fuerzas las ideas de
Otro Desarrollo (tiene diferentes denominaciones y
ramificaciones) o Desarrollo Alternativo, centrado en el hombre;
una nueva racionalidad y cultura social y económica, un
uso distinto de la ciencia y la tecnología, nuevas
concepciones sociales y sistemas de valores más
humanizantes; un estilo de vida diferente, y esto traducido en
nuevas estructuras que afectan las relaciones
internacionales a través de la distribución más equitativa del
poder.
José Luis Sanpedro hace un excelente enfoque
de lo que debe ser el desarrollo: Este debe estar al servicio de la
cultura y de la vida; el desarrollo es un complejo proceso
histórico y cultural, del que lo económico es
sólo una parte y no lo esencial. El autor distingue tres
niveles en la realidad social:
El nivel técnico o tecno-económico: Es
el nivel cultivado por los economistas anglosajones. Un nivel de
verdades parciales, de los objetos y la causalidad como
categorías racional básicas. Un nivel
pragmático y operativo, con variables
cuantificables. La ciencia económica sería la
interpretación de la realidad social en términos
monetarios, ya que ciencia es medir, y para ello hace falta una
unidad (la moneda) Éstos pueden explicar el crecimiento,
pero no el cambio estructural inherente al auténtico
desarrollo.
Nivel social o Socio-político: No es posible
reducir la realidad social a la técnica ni a
variables
cuantitativas. De ahí este nivel, propio de los seres
humanos y sus instituciones en el que necesariamente deben
incurrir los economistas políticos. (Y no solamente los
economistas políticos, sino también
sociólogos, politólogos, filósofos y demás cientistas
sociales) Un nivel que ofrece verdades globales, dado que la
comprensión sustituye a la cuantificación. El tipo
de relación explicativa no será la causalidad
lineal sino la interdependencia y la globalidad propia del
análisis estructural. Los proyectos
técnicos se ven subordinados a los procesos sociales, y
los análisis estáticos, a los dinámicos, ya
que las estructuras sociales son estructuras en
proceso.
Nivel cultural o Axiológico: Si entendemos por
cultura el modo de vivir de una colectividad, se debe afirmar que
lo cultural subyace como cimiento y motivación
de todo comportamiento, sea individual o colectivo. Es el
nivel de los valores y verdades simbólicas o absolutas, de
las imágenes y
creencias. La cultura abarca los objetos de los otros dos
niveles, y esto es lo específico del tercer nivel;
así como lo técnico caracteriza el primer nivel y
lo institucional el segundo. Es el nivel propio de los meta
economistas que tendrán como campo de reflexión la
dimensión económica de lo cultural. "No
habrá nuevo desarrollo sin referirse a un nuevo sistema de
valores. Lo que significa caminar hacia otro tipo de cultura. Los
tres niveles son interdependientes, forman una totalidad. El
nivel cultural engloba y es soporte de los otros dos"(J.L
Sanpedro, 1980)
Muchos otros teóricos del nuevo desarrollo lo
describen, caracterizan o explican utilizando variados argumentos
y métodos,
pero la idea del agotamiento del modelo occidental de desarrollo
como crisis de su cultura y la necesidad de una nueva cultura
está presente, con mayor o menor énfasis, en la
gran mayoría de ellos. Admiten muchas críticas, sin
embargo, sus valoraciones acerca de la sociedad capitalista
moderna y la descripción del nuevo modelo de desarrollo
que defienden son muy importantes a la hora de crear conciencia,
establecer modelos,
estrategias y
políticas de desarrollo; sin embargo, no se
pronuncian por un desarrollo socialista.
Cultura y Cambio Social son dos aspectos
correlativos, la sociedad, en cada etapa de su desarrollo, es
caracterizada por su cultura y ésta encuba los brotes de
la nueva formación económico-social. Cultura y
cambio social son dos aspectos estrechamente interrelacionados:
la primera avanza junto al movimiento de
todas las esferas de la vida social y de esta forma se va
consolidando y convirtiendo en una fuerza social
capaz de producir el cambio que abra pasos a nuevas culturas, por
ello pudiéramos decir, que forman una unidad de
contrarios: se presuponen y al mismo tiempo se excluyen y el
papel activo lo desempeña la cultura. El cambio, si se
retrasa, frena el progreso cultural, pero cuando se produce,
ocurre el salto revolucionario de lo cultural.
Por el lugar que ocupa la producción de
bienes
materiales en el movimiento
ascensional de la sociedad y en particular, el modo de
producción de éstos, es que al trabajo y a las
relaciones
laborales se les considera objeto primario del cambio
cultural, en sus aspectos económicos, técnicos y
sociales; pero los portadores materiales activos de estas
relaciones son los trabajadores y de hecho, se convierten en
sujetos de las transformaciones que se imponen como necesidad
histórica. La dinámica con que opera este proceso irradia
todo el sistema de la actividad práctica humana y toma
cuerpo en políticas, mecanismos y modelos que inciden
desde la superestructura social sobre la base
económica.
Muchos cientistas sociales coinciden en
señalar a las décadas finales del siglo XX como
incubadoras de los valores de una nueva cultura, la que niega en
esencia, la ya caduca cultura burguesa. Ello cobra una
importancia relevante, teórica y práctica, en la
era de la
globalización neoliberal
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