- Inicios del
catarismo - La creación de la Iglesia
Cátara - ¿Por qué surge el
catarismo? - La práctica religiosa de
los cátaros - La actitud de la
Iglesia - La Cruzada
- La
inquisición - El fin del
catarismo - Bibliografía
La cuestión de los cátaros es
uno de los temas medievales que más siguen fascinando hoy
en día, suscitando interés
por el modo de vida, preceptos e historia de los miembros que
conformaron esta doctrina herética. Además
está envuelto en el halo de misterio que provoca en
el hombre
actual todo lo referente a la Edad Media
(aún sin ser una época tan oscura), pero más
aún si tenemos en cuenta la represión que
sufrió este colectivo y que provoca el morbo de la
gente.
A pesar de que parece que el tema despierta interés,
en España
existen pocas publicaciones serias. No se han traducido las obras
de Thouzellier, Griffe, Duvernoy… y solo se editan libros que se
refieren al tema por la vertiente esotérica.
El catarismo, la religión de los bons
homes, tuvo su lugar de práctica en la Lombardía,
algunos lugares de los Pirineos y, sobre todo, en el Languedoc.
Pero, como veremos, las creencias que lo conformaban no eran
originarias de estos sitios, sino que se van forjando desde
tiempos pasados y desde zonas orientales.
Las cuestiones que plantean los cátaros son:
¿porqué y cómo surgen?, ¿en que
puntos se distanciaban de la ortodoxia?, ¿porqué
eran tan peligrosos para esta? … Pero antes de abordarlas
habría que intentar definir los conceptos de
herejía y de ortodoxia. Ortodoxia sería "lo
correcto", la fe que profesan los seguidores de la doctrina de la
Iglesia;
mientras que la herejía sería la separación
del tronco recto de la Iglesia por un
error doctrinal. Pero: ¿estaba la doctrina "ortodoxa" de
la Iglesia totalmente definida desde un principio o se conforma a
raíz de la eliminación de las "herejías"
precedentes? Según Emilio Mitre Fernández hay tres
opiniones al respecto:
1.-La ortodoxia precede a la herejía, que
tergiversa el mensaje de Cristo.
2.-Existiría una gran variedad de corrientes, una
crítica libre sobre la que se impondrá
Roma
(Bauer).
3.-Turner aboga por una Iglesia en la que existe la
variedad y en la que aparece la herejía cuando alguna
variable interna contradice en extremo la fe
tradicional.
Es lógico pensar que la "ortodoxia" como dogma
cristiano no queda establecida en el momento que aparece el
cristianismo,
sino que se ir configurando, y cuando la Iglesia se va
institucionalizando ser la cabeza dirigente la que
marcar la doctrina, precisamente a cargo de eliminar las
interpretaciones que van directamente contra ella, su organización y el orden social establecido.
Esto se hará mediante los concilios.
La actividad de estos grupos que
cuestionan los planteamientos que llegan desde Roma se hace
alarmante en Occidente en el XI, en el que se dar n como
consecuencia varios concilios: uno en Reims en 1049, y otro en
Tolosa en 1095. Pero no se llegar a presentar una
oposición fuerte a la Iglesia y pronto estos movimientos
ser n vencidos, hasta ser reactivados a mediados del XII por
los cátaros.
A partir del XII comienzan a aparecer de
nuevo herejes en las zonas donde antes habían surgido y
habían sido eliminados. En 1144, en Colonia, es detenida
una secta que se presentaba a modo de Iglesia jerarquizada, el
mismo año en Lieja aparece otro grupo de
características similares. Estas
apariciones ir n acompañadas de ejecuciones en la
hoguera. En 1145 San Bernardo habla de los "tejedores arios" en
la zona de Tolosa y Albi, a la que viaja para combatir las
predicaciones heréticas por orden del Papa Eugenio III.
Los de Colonia afirmaron que su Iglesia había estado oculta
en países orientales, y un texto del
Inquisidor Anselmo de Alejandría explica que su origen es
Bulgaria, donde la religión extendida es
el bogomilismo, herejía dualista, según la doctrina
maniquea de los dos principios
supremos enfrentados: el bien y el mal. La osmosis que se
produce entre Oriente y Occidente con las cruzadas, y el
tráfico fluvial de las aguas del Danubio y Rhin hacen que
aparezcan los grupos
heréticos en lugares de los actuales países Bajos y
el norte de Francia. Pero
no ser en estos lugares donde cuaje, sino que desde que
aparece, hasta 1165, el movimiento ira
a confluir a la zona que se le presentó más
permisiva, que fue la de Occitania.
Durante estos años la iglesia estudiar
estos movimientos, y se los definir con términos
como "arios", "maniqueos" y el término griego
"cátaro" (puro), que según Eckbert de Schnau, fue
el que se aplicaron los primeros maestros de la zona renana. Se
comienzan a realizar concilios que discuten el tema: el primero
ser en Reims en 1148, el segundo en 1157; luego otro en
Tours en 1163, en el que se describen los síntomas de esta
nueva herejía. Pero ser en 1167 cuando el catarismo
se constituir en un verdadero peligro para la Iglesia
Romana, y el lugar será Saint-Felix de Caramon,
donde se constituir la Iglesia Cátara.
La creación
de la Iglesia Cátara
Este acontecimiento es conocido por un
documento encontrado en el siglo XVII por Guillaume Besse, de
cuya autenticidad se ha dudado. Los hechos son que en el mes de
Mayo de 1167, en el castillo de Saint-Felix de Caramon, el pope
oriental Nicetas dar el consolament, es decir, el bautismo
de los cátaros, a una "gran multitud" de gentes de la zona
occitana. Se ordenaron seis obispos y se constituyen comisiones
para delimitar los territorios de las diócesis de Albi,
Tolosa, Carcasona y Agen. El catarismo se organiza ahora como
Iglesia, dejando claramente fijado su dogma, en el cual se da la
oposición entre dos principios en
igualdad de
fuerzas: Dios, que creó el universo, y
Satanás, que creó la
tierra.
Así es como la Iglesia cátara
tomará fuerza en el
Mediodía francés, ya que los obispos de Tolosa,
Albi y Carcasona no se ven obligados a intervenir. Por tanto en
este ambiente
permisivo se concentran los seguidores cátaros que en el
norte de Francia se
estaban viendo perseguidos. El clero meridional no era tan activo
como el del norte, y hasta el Papa Inocencio III los acusa de
pasividad y de solo buscar beneficios. La razón no es que
los prelados fuesen m s inactivos que en otras zonas, pero
quizá si insuficientes para la amplitud de las
diócesis, donde quedaban lugares del ámbito
rural de los que se encargaban curas mediocres que no
podían luchar contra las predicaciones cátaras, las
cuales encontraron acogida entre la gente. En el norte la
interacción entre los eclesiásticos, el poder secular
y el propio pueblo no les permitió proliferar.
¿A que razón puede atenerse
el surgimiento de esta corriente disidente con respecto a la
institución eclesiástica ya existente? Las razones
son mayoritariamente de tipo social. El clero del siglo XII no
era muy eficaz cuando dirigía sus predicaciones al pueblo,
que parece que entendía mucho mejor a los predicadores
ermitaños. Según Labal, el clero veía en la
vida laica la perdición, y solo la vida religiosa era
digna de salvación. El clero veía además en
la mujer la
fuente de todo pecado y perdición. También se
mostraba disconforme con la vida urbana que comenzaba a renacer:
el auge del comercio
podía ser un peligro para la explotación de los
excedentes mediante el sistema
económico feudal. Era por lo tanto difícil alcanzar
la salvación para los laicos. Algunos medios eran
las cruzadas, o la buena muerte, pero
esto no estaba al alcance de todos, por lo que hay inquietud al
respecto.
Los cátaros llevan una vida austera y predican en
la lengua del
pueblo. También desdeñan al mundo, como los
clérigos, pero proponen explicaciones satisfactorias para
la gente. La
administración del consolament a la hora de la muerte
limpiaba de toda impureza. La mujer consolada
era igual de pura que el hombre. Sus
predicaciones no tenían nada de escandaloso, por lo que
podían calar en cualquier cristiano. Todo esto los
convertía en un oponente de la Iglesia, ya que
venían a llenar algunos "huecos" dejados por esta. La
Iglesia exigía diezmos, en competencia con
las exacciones de los señores, los cuales, en el medio
día poseían señoríos colectivos de
los que se repartían los beneficios. Estos señores
vivían en los castrum, en contacto con el pueblo, y pasan
a ver con mejores ojos a esta nueva iglesia que no cobra diezmos
y que predica en la ciudad y trabaja para subsistir. Incluso las
damas de la aristocracia encontraban su lugar entre estos
herejes. Los herejes se ganan por tanto a las casas
aristocráticas del Mediodía: los Trencavel, del
vizcondado de Carcasona, Albi y Beziers, las damas del condado de
Foix, e incluso Raimundo VI, conde de Tolosa, se muestra tolerante
con ellos.
La
práctica religiosa de los
cátaros
Los cátaros, que se denominaban a
s¡ mismos Buenos Hombres o Buenos/as Cristianos/as,
tenían casas de predicación en las calles de los
burgos, donde la gente podía ver y escuchar a los
perfectos, que eran los predicadores cátaros. Allí
vivían, vestidos de negro, sin comer carne y practicando
la castidad, y además esas casas eran sus talleres de
trabajo, escuelas, hospicios… Estaban organizados en obispados,
como ya hemos explicado, presididos por el obispo y sus
ayudantes: un Hijo Mayor y un Hijo Menor. Cuando moría el
obispo le sucedía el Hijo Mayor, cuya posición era
ahora ocupada por el Hijo Menor, y al puesto de este
accedería un nuevo personaje. Los obispados eran
independientes, y se encargaban de nombrar diáconos que
administraban en las casas religiosas una penitencia colectiva.
Leían sobre todo el Nuevo Testamento, en lengua
occitana, y lo contraponían al Antiguo: el Dios Bueno no
pudo crear este mundo, sino Lucifer. Los hombres eran
ángeles caídos que tenían que
liberarse de este mundo. Cristo sería el enviado de Dios
para indicar el camino de salvación. No reconocían
la naturaleza
física de
este, ni veneraban la cruz, que para ellos era un instrumento de
suplicio. La vía de salvación era el rechazo a la
violencia, la
mentira… el único sacramento que consideraban fundado en
el antiguo testamento era el de la imposición de manos, y
rezaban el Padrenuestro y compartían el pan en memoria de
Cristo, pero no consideraban que allí se
encarnara.
La imposición de manos (consolament) era a su vez
bautismo, penitencia, ordenación y extremaunción.
Para la ordenación tenía que ser en principio
administrado por un obispo, pero para los enfermo y para el
perdón de los pecados lo podían ejercer incluso las
Buenas Mujeres. No aceptaban que Dios fuera el creador de nada de
este mundo, que consideraban que era un infierno transitorio, del
que todos saldrían para ir al verdadero Reino de Dios. Por
tanto no aceptaban los cultos de la Iglesia. Todas las almas se
salvarían, y la que no, volvería a encarnarse.
Tener hijos era alargar la vida de este lugar y traer más
almas a este mundo de Lucifer. Practicaban ayuno los lunes,
jueves y viernes. Otras practicas eran: el melhorament, tres
reverencias al paso de un perfecto; el aparelhament, una especie
de confesión penitencial; la convenenza, que era un
convenio por el que el creyente recibiría el consolament a
la hora de su muerte, y
parece que cuando la cosa se les llegó a poner muy adversa
practicaron la endura, que era una especie de suicidio
místico a causa de un ayuno total.
La actitud de la
Iglesia
San Bernardo ya fijó la atención sobre los herejes del Lenguadoc
cuando se dirigió a allí para luchar contra las
predicaciones de Enrique de Lausana. Descubre en Tolosa a los
"arios". A San Bernardo de Claravall le acompaña un legado
pontificio que sufre el rechazo de la población: la gente no se identifica con
Roma. San
Bernardo también ser rechazado en el castro de
Verfeil. Aún no se ha hablado de métodos
violentos para combatir a los herejes, solo del diálogo.
En el Concilio de Tours de 1163 se amenaza a los
castellanos que apoyan a los herejes. Raimundo V, conde de
Tolosa, envía una carta expresando
su impotencia ante los herejes que se implantan en el pueblo,
ante la que los reyes de Inglaterra y
Francia envían dos misiones: la primera en 1178, con el
legado papal Pierre de Paire, con resultados escasos. Se
excomulga al vizconde Roger de Trencavel y se condena al obispo
c taro de Tolosa Bernard Raymon, pero no se les hace
nada.
Tras el concilio de Letrán de 1179 se va formando
la idea de la intervención armada. En 1181 Henry de Marcy
cerca el castillo de Lavaur y consigue el arrepentimiento del
vizconde Roger y la conversión de dos perfectos
apresados.
De todas formas nadie tiene interés en ocupar las
difíciles sedes episcopales occitanas y se va incubando la
idea de una entrada armada que acabe con el problema de manera
tajante. En el norte la actuación violenta del poder civil y
del pueblo impidió a la herejía prosperar, pero en
el sur la población c tara era entre el 5 y el
10% o más en las ciudades más contaminadas, y era
tolerada por muchos más. En 1184 se impone la pena de
fuego para los herejes impenitentes y reincidentes.
Inocencio III, desde 1198, vendrá a
imprimir más dinamismo en la lucha de la iglesia contra el
hereje. Tiene formación jurídica y pone en
práctica la ideología de la teocracia. En 1199, por una
decretal, pondrá en práctica en Italia que a todo
aquel que no acate la doctrina pontificia se le confiscaran las
tierras y ser proscrito, lo que en 1200 se extiende a
Occitania. Es el inicio de una serie de disposiciones que
conducen a la formación de la Inquisición. La
aplicación de las disposiciones requiere de la
colaboración de los poderes civiles. La actuación
papal se hará por medio de legados, de los cuales el
primero será Rainiero Ponza. Algunos príncipes
occitanos si aceptan las decretales, caso del rey de
Aragón Pedro II y del vizconde de Montpellier Guillermo
VIII.
Se recurre a los cistercienses para combatir la
herejía en 1203. Los legados son ahora dos monjes de la
abadía narbonense de Fontfroide: Raoul de Fontfroide y
Pierre de Castelnau, a los que se une el abad de Citeaux Arnaud
Amaury, personajes que no parecen ser elegidos por su oratoria, sino
m s bien por su rigidez y severidad. Estos realizan una
labor de depuración del clero occitano, y hacen que la
nobleza se comprometa a extirpar la herejía. Pedro II de
Aragón era vasallo del Papa, pero el Mediodía
francés se encomendar a su protección, por lo
que no utilizar las armas contra
ellos. Los cistercienses no tienen apenas ‚éxito.
Cambian su m‚todo por la predicación a la manera
c tara, en coloquios con los herejes. Esto se debe a la
actuación de dos clérigos españoles: Diego
de Osma y Domingo de Guzmán, que consiguen muchas
conversiones. Pero los cistercienses no contaban con mucha
popularidad. Se intenta llegar a acuerdos de paz con los
príncipes. Raimundo VI de Tolosa no acepta actuar en
contra de los herejes y es excomulgado por Pierre de Castelnau,
el cual ser asesinado en Enero de 1208 por alguien que
creía hacer un favor al conde, pero este asesinato
tendrá consecuencias nefastas. Se ha especulado
incluso que lo pudo realizar alguien que tuviera interés
en que se desatara la guerra.
Inocencio III llama a actuar a los
guerreros cristianos en una cruzada contra los herejes, a los que
podrán exterminar y tomar posesión de sus tierras,
prometiéndoles indulgencias y bienes
materiales. La
zona era rica agrícolamente y muchos serán los
interesados. El Languedoc se verá sumido en una guerra desde
el 1209 al 1229, jalonada de grandes hogueras, como los 140
quemados de Minerve en 1210, los 200 de Cassis, o los 400 de
Lavaur en 1211. La población se divide (caso de Tolosa y
la "compañía blanca" enfrentada a los defensores de
los herejes), dando lugar a una especie de guerra civil entre
defensores de los herejes y los que se ponen en favor de la
cruzada Las ciudades, como por ejemplo Beziers, defienden a sus
herejes y son arrasadas por los cruzados, por lo que la guerra va
también contra la vida de los burgos. También
tendrá importantes implicaciones políticas:
Pedro II morirá a manos de los cruzados de Simón de
Montfort en el asalto a Muret (1213), cuando acudió a
intentar defender a sus vasallos tolosanos, a pesar de que
había sido ungido por el Papa. Aragón perder
sus lazos con la Provenza y tendrá un periodo de
crisis, ya que
el heredero de la corona queda en manos de Monfort, que funda una
nueva dinastía condal en Tolosa y Carcasona, ratificada
por el Papa en el Concilio de Letrán de 1215. Esta no
durar mucho, ya que los tolosanos inician la reconquista
apoyados por un verdadero movimiento
popular. Simón de Monfort morirá en 1218 asediando
Tolosa. El sucesor de Simón, Amaury de Monfort, cede sus
derechos condales
en 1224 al rey de Francia, que ahora s¡ acudía al
llamamiento del Papa Honorio III.
En el Languedoc empezaba a resurgir otra vez el
catarismo, pero ahora el Papa tenía un importante aliado
que era la monarquía de los Capetos, que reemprende la
segunda fase de la cruzada en 1226 con el Rey Luis VIII. El ahora
conde de Tolosa Raimundo VII, que había intentado que se
le reconociera su condado, lo que el concilio de Bourges
consideró como un peligro por el renacimiento
de la iglesia cátara y los faidits, por lo que se ratifica
su excomunión en París, el 12 de Enero de 1226. La
guerra se prolongar tres años, en los que la
devastación de las tierras por los cruzados hace
finalmente someterse a Raimundo VII al rey Luis IX, y en el
tratado de Meaux se compromete a perseguir la herejía y
desmantelar las plazas fuertes. Carcasona estaba también
en manos de un senescal del rey, y los Trencavel estaban
exiliados en Aragón.
El catarismo no había sido
erradicado con la cruzada y las hogueras, sino que se
había revestido de un aura de martirio. Ya no contaba con
el apoyo de la casta aristocrática, por lo que llevaban a
cabo una predicación clandestina, apoyados por proscritos
armados. había que romper los lazos de solidaridad que
profesaba la gente con los herejes, y de esto se encargará
la Inquisición.
Ya se habían dado disposiciones que marcaban el
procedimiento
inquisitorial: en 1184 la pena de fuego; 1199 la
confiscación de bienes;
autorización del empleo de la
tortura; mantenimiento
del secreto sobre los testigos o acusadores, de todo lo cual se
encargaba el brazo secular. Faltaba la creación de un
tribunal especializado y que tuviera una amplia
jurisdicción, por encima de fronteras políticas
y obispados. En 1231 aparece un delegado en Alemania, y de
ah¡ el sistema se
establece en Francia. El tribunal se confió a las
jóvenes ordenes mendicantes, dominicos y franciscanos.
Solo dependía del Papa, y realizó una labor de
"encuesta
itinerante". As¡ fueron capturando a los herejes
clandestinos y sus protectores, y entregados al poder secular,
que era el encargado de la ejecución. Las hogueras
colectivas desaparecieron para dar lugar a ejecuciones
individuales. Los acusados podían defenderse. Los registros de las
declaraciones son hoy día una gran fuente de
estudio.
La resistencia de
Monsegur
Raimundo VII trataba por todos los medios de
mantener su condado, pero no tenía heredero barón,
y su hija se casaría a causa del tratado con el hermano
del rey francés. La población mientras tanto se
mostraba inconforme con la actuación inquisitorial,
protagonizando motines como el de Tolosa en 1235. El conde
buscó apoyos contra el rey (Inglaterra y el
conde de la Marche), y se decidió a actuar cuando los
proscritos que luchaban por la libertad de
los condados (faydits), que se mantenían en el castro de
Montsegur, acaban con los inquisidores de Avignonet en Mayo de
1242. Los tolosanos son vencidos por el ejercito francés
en Saintes y Taillebourg. En 1243 Raimundo VII pacta en Lorris la
paz y se compromete a luchar con la herejía que
renacía y que tenía refugio en Montsegur, con el
señor Raimond Pereille. El senescal real de Carcasona
asediar la plaza desde el ver n de 1243 hasta Marzo de
1244. Los herejes que allí había fueron quemados en
la hoguera (unos 200), incluidos los últimos obispos e
Hijos y diáconos, y los supervivientes interrogados por la
inquisición.
Muchos creyentes huyeron a Italia, donde los
conflictos
entre güelfos y gibelinos permitía un margen de
actuación a los cátaros. Allí se ordenaron y
pretendían volver a sus tierras a predicar, pero la
vigilancia de la Inquisición se lo impedía. La
ortodoxia triunfaba en el occidente europeo y también un
férreo orden feudal cuya cúspide era el
rey.
Entre 1300 y 1310 se formó una pequeña
iglesia entre la Gascuña y el Lauragais bajo la iniciativa
de los hermanos Authié, ordenados en Italia. Contaron con
el apoyo de sus familias y las redes clientelares, lo que
propagó de nuevo la fe en los Buenos Hombres, pero la
pretensión de continuar como iglesia hizo que los
inquisidores pusieran todo su empeño en capturar a los
herejes y quemarlos. En el primer tercio del XIV ya nadie
podía declararse cátaro ni ser ordenado, ya que no
había nadie que lo hiciera.
En otros lugares, aún sin ser perseguido,
también acabó por desaparecer el movimiento. En
Italia lo hizo en el XV, y en la zona de los Balcanes se
acabó con la conquista turca.
Hoy día ya no nos corresponde juzgar ni a unos ni
a otros, pero si podemos desenmascarar los mitos que
envuelven a los cátaros, y nos queda un colectivo muy
semejante al cualquier cristiano de la ‚poca, lleno de
inquietudes, pero que se las vio con una Iglesia que luchaba por
forjarse homogénea. Los cátaros no luchaban por su
independencia
ni libertad, pero
se encontraron con un muro de intolerancia que les
inmiscuyó en una lucha que tenía mucho de política.
-LABAL, P. Los cátaros:
herejía y crisis
social
-BRENNON, A. Los cátaros. Hacia una pureza
absoluta
-MESTRE, J. Los cátaros
-MITRE, E. La herejía medieval
-LAMBERT, P. La herejía en la Edad
Media -DEDIEU, J.P. La Inquisición
Realizado por:
José Julio Martínez
Valero
Licenciado en Historia.2000