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Adorno, Theodor Wiesengrund




Enviado por symbalein



    … O La re-presentación
    como experiencia de lo bello

    1. Síntesis
    2. Adorno: entre Poética y
      expresión mimética como impulsos miméticos
      de sustantivización del tiempo como un espacio de
      acción
    3. Desencuentro entre la
      razón y la luz: "la civilización de la
      barbarie
    4. El arte, también es
      conocimiento, en lo mundano y en su ligazón con los
      otros dominios
    5. Estética de
      Adorno
    6. Lo sublime histérico en
      una cultura del simulacro y la apoteosis…
    7. Conclusiones
    8. Proyecciones
    9. Bibliografía

    "la autonomía exigida por el
    arte se
    alimentó de la idea de humanidad". Adorno.

    Síntesis:

    La razón sólo deja de ser dominadora si
    acepta la dualidad de sujeto y objeto, interrogando e
    interrogándose siempre el sujeto ante el objeto, sin saber
    siquiera si puede llegar a comprenderlo. Recuérdese
    aquí que en el proyecto de
    Marx concibe a
    un sujeto para el objeto, o bien, a un objeto para el sujeto; por
    lo tanto la relevancia de Adorno es que logra equilibrar ambos
    protagonistas, pero con una sola posibilidad: la autonomía
    de la obra de arte, ya que el
    artista es un sujeto social que crea un objeto, también
    social, empero éste se relaciona luego consigo mismo, en
    su propia autonomía y más tarde vuelve a
    relacionarse con el sujeto, pero como un objeto o hecho
    estético y no como una mera reproductibilidad.

    Pues bien, este aspecto le lleva a valorar el arte,
    sobre todo el vanguardista, ya de por sí
    problemático porque supone una independencia
    total respecto de lo que representa la razón instrumental,
    ya que ella lo produce, no obstante, no como una noción de
    productividad
    de cultura, sino
    como una de arte, en virtud de la re- la re- la
    re-presentación.

    Abstract:

    The reason only stops to be dominant if it accepts
    fellow's duality and object, interrogating and being always
    interrogated the fellow before the object, without knowing at
    least if he/she can end up understanding it. Remember you here
    that in the project of Marx he/she
    conceives a fellow for the object, or, to an object for the
    fellow; therefore the relevance of Decoration is that it is able
    to balance both main characters, but with a single possibility:
    the autonomy of the work of art, since the artist is also a
    social fellow that believes an object, social, but this is
    related then I get same, in her own autonomy and later she is
    related with the fellow again, but as an object or aesthetic fact
    and I don't eat a mere reproductibility.

    INTRODUCCIÓN.

    Durante la Segunda Guerra, surge
    una crítica a la razón instrumental, o, lo que es
    lo mismo, una crítica, fundada en una
    interpretación pesimista de la
    Ilustración, a la civilización técnica y
    a la cultura del
    sistema
    capitalista (llamada "industria
    cultural"), o de la sociedad de
    mercado, que no
    persigue otro fin que el progreso técnico:"La actual
    civilización técnica, surgida del espíritu
    de la Ilustración y de su concepto de
    razón, no representa más que un dominio racional
    sobre la naturaleza, que
    implica paralelamente un dominio
    (irracional) sobre el hombre; los
    diversos fenómenos de barbarie moderna (fascismo y
    nazismo) no
    serían sino muestras, y a la vez las peores
    manifestaciones, de esta actitud
    autoritaria de dominio".

    La razón sólo deja de ser dominadora si
    acepta la dualidad de sujeto y objeto, interrogando e
    interrogándose siempre el sujeto ante el objeto, sin saber
    siquiera si puede llegar a comprenderlo. Recuérdese
    aquí que en el proyecto de Marx
    concibe a un sujeto para el objeto, o bien, a un objeto para el
    sujeto; por lo tanto la relevancia de Adorno es que logra
    equilibrar ambos protagonistas, pero con una sola posibilidad: la
    autonomía de la obra de arte, ya que el artista es un
    sujeto social que crea un objeto, también social, empero
    éste se relaciona luego consigo mismo, en su propia
    autonomía y más tarde vuelve a relacionarse con el
    sujeto, pero como un objeto o hecho estético y no como una
    mera reproductibilidad.

    Pues bien, este aspecto le lleva a valorar el arte,
    sobre todo el vanguardista, ya de por sí
    problemático porque supone una independencia
    total respecto de lo que representa la razón instrumental,
    ya que ella lo produce, no obstante, no como una noción de
    productividad
    de cultura, sino como una de arte, en virtud de la re- la re- la
    re-presentación.

    Por lo tanto en esta breve investigación, presentaremos el quehacer
    estético adorniano con el ojo y el oído
    derecho en un diálogo
    aristotélico en el pasado y con los otros, ojo y oído
    izquierdos, en el presente. Y en una dialéctica de la
    integración como diría Adorno:
    "podremos entender todo el arte nuevo como una constante
    intervención del sujeto que ya no piensa dejar dominar sin
    reflexión el tradicional juego de
    fuerzas en la obra de arte." Es decir, ocurrirá
    aquí un ‘compromiso’ "Se trata de un grado de
    reflexión más elevado que el que se produce en la
    mera tendencia, pues no sólo se trata de mejorar ciertos
    estados defectuosos, aunque el comprometido simpatice
    fácilmente con las medidas que a ello se encaminan, si no
    algo más, a saber, del cambio de las
    circunstancias que hacen posible esos estados sin contentarse con
    su brillante propuesta. Por eso el compromiso se inclina hacia la
    categoría estética de lo esencial."

    Por otra parte, a modo de epígrafe
    adelántase una transición: "la posibilidad del arte
    hoy obedece, no al compromiso, sino que a las corrientes
    vanguardistas de instituciones
    estéticamente vanguardistas son tan ilusorias como la
    creencia de que son revolucionarias y de que la revolución
    es una de las formas de la belleza". En tal sentido la revolución
    adorniana comienza con el reconocimiento de las tendencias
    artísticas y proyecciones hacia la semiótica, ya que él aborda la obra
    de arte desde la teoría
    clásica (materia y
    forma) hasta la marxista, pero pasando, sin saber, por la
    teoría
    de la recepción, ya toda su articulación respecto
    de la obra de arte es también una
    ‘completitud’, por lo tanto la obra, cualquiera sea
    ésta, debe ser observada, contemplada, completada por el
    productor y por el sujeto social en la sociedad. En
    palabras otras, "el árbol de los niveles discursivos", en
    Adorno, no son ajenos a su quehacer, ya que este nivel, en su
    rasgo general, "incrementa, revierte, rescata y hace obsoleto" un
    discurso,
    empero en Adorno esto es, casi un ciclo entre la
    constelación del sujeto productor y del social que
    percibe, lee, contempla, completa la obra, ya que cualquiera sea
    su manifestación lo primero es la
    ‘ècriture’ (tratada en el descontructivismo
    derridiano, pero que él ya adelantó en su estética), que es el único lenguaje de la
    obra, cualquiera sea ésta. De aquí que se piense
    que en la literatura hay la emergencia
    de un ser-en-sí, mas esta realidad es para toda obra de
    arte, el anclaje será el lenguaje,
    que se usa para significar desde la forma, "ya que en la forma
    verbal, que es la que tiene el valor
    artístico o estético es donde yace lo social". No
    obstante se halla también en "restricción el arte,
    puesto que hay un alejamiento de la obra de lo social. Se espera
    que en la obra se manifieste el enunciado general, desde la
    subjetividad para una objetividad."; aun cuando la objetividad es
    reconocida por algunos, todos han de vivificar lo subjetivo, ya
    que la filosofía de Hegel, por un
    lado y la de Heidegger, por otro promocionan que el subjetivismo
    es lo único que conduce a la identidad, es
    decir, lo subjetivo es la conciencia de ser
    y estar en el mundo y por lo tanto esto es objetivo, es
    lo que hace al hombre libre,
    y al mismo tiempo, moderno e
    identitario.

    En suma, el modo de producción de sentido que utiliza Adorno,
    es más bien, mixto, ya que tanto materia y
    forma (el significado como el significante) son la base para toda
    la sustentación del sentido, lo mismo que en el
    "repertorio de convenciones y el horizonte de expectativas", ya
    que Adorno, no sólo ve una de las partes involucradas,
    sino que relaciona la una con la otra, surge del individuo
    productor en la sociedad y para la sociedad y luego se devuelve
    del individuo receptor social al individuo productor, como en un
    ciclo, puesto que ninguno de los dos, tanto el artista como el
    contemplador, completador, están desnudos de su
    constelación, por lo tanto la identidad de
    ambos está transversalmente cruzada por la ‘historia’, de tal
    manera que el repertorio de convenciones está dado
    solamente en la oposición del horizonte de expectativas.
    Toda el arte para Adorno está dada por la oposición
    de lo que no es, sólo de esta manera puede
    ser-en-sí. Pero este ser-en-sí es una obra concreta
    que tiene una entrada en el tiempo y otra en
    el espacio desde su centro, es decir, desde su concepción:
    producción, punto y recepción; y
    cuyo hipertexto es la estética clásica, antigua y
    la civilización de la barbarie, orientada a través
    de la teoría negativa a lo nuevo, a lo moderno, que a
    pesar de ser "hermano de la muerte" es
    la posibilidad de cambio, y este
    sería el hipotexto.

    Finalmente, es posible señalar que en Adorno se
    reconoce una verdadera constelación que va desde la
    estética de la producción a la estética de
    la lectura,
    pasando por la de circulación, por cierto, no al nivel que
    hoy se estudia estas estéticas, pero es un asomo a aquello
    que luego se pudo identificar, como por ejemplo la Modernidad, el
    Desconstructivismo y el Posmodernismo, realidades que no
    conocía, pero que de alguna manera adelantó. Sin
    ser, por cierto, el precursor consciente o conveniente, sino que
    es posible simplemente reconocer algunos gérmenes en
    él.

    II. Adorno: entre
    Poética y expresión mimética como impulsos
    miméticos de sustantivización del tiempo como un
    espacio de acción.

    Aristóteles, junto con Platón, ha
    dominado todo el desarrollo de
    la historia de la
    filosofía occidental desde la Antigüedad hasta la
    Edad Moderna.
    Él es el primero que logra configurar la filosofía
    como una ciencia dentro
    de un sistema global
    del saber humano. En la cima de ese saber se sitúa la
    filosofía en su acepción específica de
    metafísica, que señala a las otras
    ciencias sus
    límites
    y sus conexiones.

    Aristóteles se aparta también de las
    teorías
    de Platón.
    Mientras que Platón valora negativamente el arte del mimo
    o imitación de la naturaleza
    porque, según él, aleja a los hombres de la
    contemplación de la verdad, Aristóteles cree que la imitación de
    la naturaleza nos ayuda a conocerla mejor. La imitación
    que lleva a cabo el arte, enriquece al hombre, y es
    precisamente la modalidad de la imitación la que da lugar
    a las diversas artes. La atención preferente de la Poética
    recae sobre la Tragedia. A ella le atribuye una función
    catártica o de purificación similar a la de algunas
    técnicas actuales psicoterapéuticas:
    en lo recóndito del espectador afloran las pasiones
    peligrosas retenidas; esas pasiones son personificadas en la
    escena por los autores; por medio de este "espejo", el espectador
    las "vive", interiorizándolas, para terminar
    liberándose, por una especie de descarga, de la angustia
    opresora que esas pasiones producían. Finalmente Aristóteles distingue entre historia, (lo que
    ocurrió) y poesía
    (lo que pudo haber sucedido o pudiera suceder). Bajo este prisma,
    se puede hablar de una ontología como estética, que,
    "etimológicamente deviene del griego, aísthesis,
    que significa una "acción genérica de sentir;
    aquello que está vinculado a los sentidos, a
    las sensaciones". Se preocupa del estudio de lo bello y
    posibilidad de crear un objeto estético, un signo, una
    obra de arte. Una obra de arte, como manifestación
    sensible de las ideas, de la inteligibilidad de un sujeto humano,
    que puede abrir posibilidades de reflexión respecto de sus
    peculiaridades, sus características en cuanto
    manifestación que crea una cultura de los hombres, en un
    contexto determinado y específico de la existencia de los
    mismos".

    El concepto de
    mimesis en Aristóteles es entonces, una actividad
    artística re-creadora de realidades a partir de nuevos
    parámetros, no de la noción de verosimilitud
    generadora de una verdad originaria, sino desde la obra de arte
    que se re-presenta antológicamente, es decir, la re- la
    re- la re-presentación como experiencia de lo bello. O
    sea, es "el fruto del hacer humano significativo en donde
    participan dos principios
    importantes, inherentes a las potencialidades de la materia: la
    física y
    la otra la transformación o perfección"
    [meta-física].
    Por lo tanto la mimesis, al mismo tiempo que se relaciona
    analógicamente con la naturaleza, puede trasuntarla; he
    aquí la relación con la tragedia que, luego de la
    catarsis viene la posibilidad de trascender lo visto como
    espectáculo y asociarlo a la vida real a través del
    efecto mimetizador, segundo y tercero de los que propuso
    Aristóteles en la Poética:

    (…) el poeta es un imitador, lo mismo que un
    pintor o cualquier otro imaginero, necesariamente
    imitará de una de las tres maneras posibles; pues o bien
    representará las cosas como eran o son, o bien como se
    dice o se cree que son, o bien como deben ser. Y estas cosas se
    expresan con una elocución que incluye la palabra
    extraña, la metáfora y muchas alteraciones del
    lenguaje".

    Por otra parte, el concepto de belleza se enfrenta a la
    condición de que no debe ser un placer del goce nacido de
    la mera sensación; el arte estético, como arte
    bello, no está dependiendo únicamente de la
    sensación de los sentidos,
    sino que puede ser estético e intelectivo, según la
    sensopercepción del artefacto o de la
    ‘especulación’, vale decir, desde el punto de
    vista del signo-función.

    Cabe entonces revisar tales conceptos: belleza y lo
    bello. Dice Aristóteles: "lo bello, tanto un animal como
    cualquier cosa compuesta de partes, no sólo debe tener
    orden en éstas, sino también una magnitud que no
    puede ser cualquiera; pues la belleza consiste en magnitud y
    orden". Es aquí, entonces, en donde se conecta la
    Teoría Estética de Adorno, y cuya concepción
    de belleza no es tan simple como antes, como lo clásico
    sino que: "Hacer de la estética una doctrina sobre la
    belleza nace del conjunto del contenido estético. Si la
    estética fuera la sistematización de lo que alguna
    vez ha sido llamado bello, entonces no habría en su
    concepto ni un solo rasgo de vida. La razón está en
    que el concepto hacia el que apunta la reflexión
    estética contiene tan sólo un momento de lo bello.
    Su idea nos recuerda algo esencial para el arte aunque
    éste no lo exprese inmediatamente. Si no pudiera llegarse
    a juzgar, aunque trabajosamente, que las obras de arte son
    bellas, entonces el interés
    por ellas sería incomprensible y ciego, y ni artistas ni
    espectadores podrían realizar ese movimiento de
    salida del terreno de los objetivos
    prácticos, de la autoconservación y del principio
    del placer, que es esencial, por constitución, al arte".

    Por lo tanto las Artes agradables son las que
    sólo tienen por fin el goce, entendido éste, como:
    "la participación del sujeto empírico en la
    experiencia artística ‘telle quelle’ es
    sólo limitada y modificada, y podría disminuir a
    medida que creciera el rango de las obras"; y el Arte bello, en
    cambio, es un modo de representación que por sí
    mismo es conforme a fin, y, aunque sin fin, fomenta, sin embargo,
    la cultura de las facultades del espíritu para la comunicación
    social, la condición de que no debe ser un placer del
    goce nacido de la mera sensación, sino de la
    reflexión, y así, el arte estético, como
    arte bello, es reflexivo y no perceptivo, dependiendo
    únicamente de la sensación de los
    sentidos.

    La representación de la realidad se aparenta en
    una obra de arte (autónoma) en su construcción, percepción
    y re-creación, pero más tarde es una obra cuya
    actividad artística es percibida por la sociedad casi como
    una tragedia, ya que no sólo se recepciona pasivamente, en
    un principio, según Adorno, dado su imposibilidad de
    interpretarlas, sino que se puede objetivar en forma plena o a
    modo de fetiche en la sociedad. Y cualquiera sea la forma de
    hacerlo, ésta será desde la vehiculazión de
    la noción de arte y/o cultura, ya que no son lo mismo,
    pero son percibida como lo mismo: el arte como una
    manifestación más de la cultura de la simulación
    de las imágenes
    como reproductibilidad tecnológica, no como la resultante
    de una experiencia de la realidad misma en vistas a su
    transformación.

    Entonces Adorno, conocedor de lo clásico,
    habría advertido esto como si fuera el punto de hablada de
    su gran metarrelato y por ello la necesidad de objetivar la obra
    de arte en su autonomía como experiencia en el "principius
    individuationis" del arte a pesar de que Adorno "piensa que la
    estética aristotélica es una estética
    humanizada y burguesa, por que los busca en los efectos de los
    individuos, siguiendo las tendencias helenísticas de
    privatización " , en todo caso el principio
    en cuestión, no sólo se acomoda a los
    géneros, sino también a la subsunción bajo
    la praxis reinante. La penetración en la obra individual,
    dice Adorno, contraria a los géneros, conduce, sin
    embargo, a la legalidad inmanente, pero si esto le hace volverse
    a sí como su propia normatividad pierden los rasgos
    autoritarios frente a los hombres; por ello, "en cuanto
    más auténticas sean las obras, tanto más se
    pliegan a algo exigido objetivamente, al ajuste de la cosa misma,
    y esto es siempre universal", empero en contradicción (el
    antagonismo) con lo particular. Serán obras independientes
    y entonces el término "mónada", que en un principio
    es rechazado por Adorno, puede ser ahora usado. Y esto se puede
    probar con lo que en Aristóteles se refiere como lo que
    "es general a qué tipo de hombres les ocurre decir o hacer
    tales o cuales cosas verosímil o necesariamente, que es a
    lo que tiende la poesía,
    aunque luego ponga nombres a los personajes; y particular,
    qué hizo o qué le sucedió a
    Alcibíades". Al respecto, Adorno coincide, no del todo,
    puesto que la época es muy diferente y por ello las
    percepciones son distintas, o sea, que para el clásico lo
    general es lo que tiene de rasgos invariantes y lo particular, la
    realización de éstos en un personaje o actante;
    para Adorno se ha convertido en "nominalismo", es decir, la
    sustantivación ha sido ya cosa de abuso: el nominalismo
    nombra una cosa sin que ésta sea ella y no como antes que
    era sensible evidenciar lo particular con el nombre, como lo que
    sucedió con Alcibíades, vale decir, lo que le
    ‘aconteció a un hombre’. Y por otra parte,
    Adorno cree que el hombre no
    sólo es nominalismo, sino que es todo lo contrario: una
    constelación, y esto es lo universal y lo particular "su
    universalidad, el espíritu, no está por su propio
    sentido más allá de lo singular y particular que lo
    soporta", es decir, no sólo el sentido modifica sino que
    también el no sentido: la constelación; en el caso
    de él mismo: a)el marxismo,
    b)las técnicas
    atonales (música), c)el
    conservadurismo elitista típico de "mandarines" y su
    visceral adversión a la cultura de masas (…),
    d) su herencia
    judía, y, e) un paralelismo con el
    desconstructivismo derridiano, es decir, el sujeto,
    quiéralo o no, está influido por la realidad de la
    ratio y por lo tanto la verdad u obra de arte tiene algo de
    realia y realiora, por lo tanto, la imago se va desarrollando
    cada vez con más fuerza a
    medida que el sujeto se integra a la sociedad y para ello no
    tiene otro camino, más que la inserción en su
    tiempo, o sea, el tiempo histórico es sustantivizado como
    espacio de acción: todas sus acciones
    están mediadas por una tradición que se impone cada
    vez que pasa el tiempo, como bien lo señaló Adorno:
    el momento histórico es constitutivo de las obras de arte.
    Son auténticas aquellas que, sin reticencias y sin creerse
    que están sobre él, cargan con el contenido
    histórico de su tiempo. En consecuencia, al igual que
    Aristóteles, Adorno propone una mimesis, pero
    racionalizada por la época que se vive: la
    civilización de la barbarie. Luego, la mimesis es una
    mimesis expresiva, llena de impulsos expresivos, que quieren
    sustantivizar el tiempo como un espacio de acción, como un
    espacio que no es sólo de acción estética
    sino histórica, científica, ideológica y
    capitalista, como lo adelantó Adorno: una industria
    cultural que se desarrolla como una sociedad de mercado que
    convierte al hombre en un mero consumidor, tanto
    es así que se transforma en un coleccionista de fetiches.
    Y en oposición a esta realidad es que Adorno critica
    negativamente (tragedia y catarsis) para que el hombre viejo, el
    de la razón como la luz, se ha de
    oponer antagónicamente uno nuevo, pero no tampoco como
    Benjamin en la Reproductibilidad, sino aquel hombre que puede
    escuchar una música como si no la
    conociera, es decir, como un hombre nuevo es capaz de asombrarse
    y producir sin preocuparse de la productividad, de ser
    autónomo en su expresión, y heterónomo en su
    realización social; por cierto con toda su
    constelación a cuestas.

    III.
    Desencuentro entre la razón y la luz: "la
    civilización de la barbarie".

    A lo largo de toda la filosofía se ha demostrado
    la preocupación por el arte y, especialmente, por las
    regulaciones de éste, es decir, elementos y/o formas que
    identifiquen el arte como tal, además de sus estructuras,
    sus formas de relacionarse en la sociedad, de constituirse en
    obras (documentos o
    monumentos); esta realidad se opone o se desarrolla en pos de una
    síntesis de la apropiación objetual
    del sujeto, o sea, de la apropiación del mundo (más
    que la percepción
    por los sentidos) a través de las cosas (que más
    tarde se reificaron – cosificación e
    instrumentalización -). Tal es así que "todas las
    proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo
    son sintéticas" – dice Kant, en
    Crítica de la Razón Pura, en la que sugiere que su
    tesis consiste
    en que resulta posible formular juicios sintéticos a
    priori (transcendentalismo).

    Al explicar cómo es posible este tipo de juicios,
    Kant, considera
    los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia;
    desde el punto de vista de la razón, sirven tan
    sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las
    sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen
    existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad
    sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que
    las percepciones son medidas y valoradas.

    Por otra parte, Martín Heidegger, desarrolla la
    idea de que el hombre se ha vuelto ‘sujeto’ y el
    mundo ha devenido imagen. Por lo
    tanto esta sería la entrada a la modernidad,
    ‘los tiempos modernos’. En ella se enuncia entonces
    que el ente en su totalidad es objetividad dispuesta y disponible
    para un sujeto, totalidad visualisable como imagen del mundo;
    cuestión que se asimila después como la
    subjetividad humana entendida como conciencia. En
    consecuencia a partir de aquí el hombre se vuelve centro
    de referencia del ente en tanto que como tal se despliega como
    dominio y posesión de la objetividad. Vale decir, que la
    determinación esencial de la modernidad es
    consumación y resultado de una historia que se comprende a
    sí misma como un modo determinado del tiempo, o sea, el
    presente que no sólo tiene presencia como saber sino que
    también como dominación. Por cierto, esto no quiere
    decir que esta sea la única forma o esencia del hombre: el
    centro, lo subjetivo, que se opone a la imagen que representa. De
    tal modo que, toda la circunstancia que rodea al ente, al ser que
    es el hombre es también una constelación (en el
    sentido de que el sujeto no es el centro ni tampoco la construcción única de la
    realidad).

    Más tarde vendrían otras preocupaciones en
    medio de un tiempo muy convulso, como lo fue y es la modernidad o
    ilustración (según Habermas, un
    proyecto incompleto). Y a partir de aquí la
    objetivación comienza con la discrepancia de la
    noción de "verdad", ya que "el pensamiento
    debe elucidar el contenido de verdad que la apariencia por
    sí sola no puede descubrirnos, pues ello
    equivaldría a perderlo", es decir, la ideología ya no es totalitaria,
    dogmática, sino que es criticada. En este caso, "el
    pensamiento
    comprende el devenir real que ha originado a la apariencia
    estética; y con ello descubre la clave de su contenido de
    verdad". En otras palabras, surge, además, el pensamiento
    centrado en la Fenomenología del Espíritu de
    Hegel, y es a
    partir de aquí, que el idealismo
    postkantiano quiso dar satisfacción a los intereses de la
    razón en el orden inverso, vale decir, aquello que les
    permita dar satisfacción a los intereses de la praxis y de
    la razón.

    Desde este punto, Adorno, se ha enfrentado a la realidad
    cruda, a la civilización de la barbarie, cuyo referente
    más próximo es Auschwitz, proyectando, reflexiva y
    refractivamente, una dialéctica negativa, es decir, un
    desencuentro entre la razón y la luz: "la
    civilización de la barbarie".

    De tal modo que la razón positiva, sitúa
    el proyecto de la
    ilustración en el presente, entre el pasado y el
    presente. Y aquí los conceptos claves son: tiempo lineal,
    progreso e historia. Y por otra parte, la razón negativa,
    se caracteriza por poner en entredicho a la anterior, o sea, al
    positivismo.

    Ya en el siglo XVIII el concepto de lo "moderno" sirve
    para designar la relación entre la tradición y el
    presente. Más precisamente, este primer momento abre una
    cierta conciencia histórica del mundo. Pasado y presente
    son articulados como referentes.

    El tiempo histórico es un espacio de
    acción de los hombres. Todas sus acciones
    están mediadas por una tradición que se
    impone.

    Pero, los ideales de la Ilustración francesa
    ponen en conflicto el
    concepto de moderno, pues esta modernidad reciente se caracteriza
    principalmente por no ser un ideal fijo. Vale decir, la
    relación anterior con los clásicos y su conciencia
    del tiempo hacía que toda acción humana se
    refiriera indiscutiblemente al pasado. En cambio, esta nueva
    Ilustración se opone de manera abstracta a la
    relación entre tradición y presente. "Este modernismo
    más reciente establece una oposición abstracta
    entre la tradición y el presente y, en cierto sentido,
    todavía somos contemporáneos de esa clase de
    modernidad estética…" dice: Habermas.

    Sin embargo, esto no es lo único que enmarca el
    quehacer adorniano, sino toda una realidad falsa, es decir,
    frente a la pérdida de la verdad (la ideología y la razón pierden
    credibilidad) surge una aparente, que hace ver a la
    ilustración como una barbarie, ya que si se piensa en el
    punto de partida de la crítica negativa (Auschwitz),
    "sólo podría probarse por el uso de la
    razón: la luz en contra del mismo hombre que había
    logrado el progreso, la técnica, la modernidad". (y esta
    es la falsedad).

    Del mismo modo, la conciencia estética de Adorno
    marca una
    nueva relación con el arte: los clásicos determinan
    los cánones a seguir. Pero por otro lado, se recuerda a
    Kant, quien habría señalado que todos los intereses
    de la razón se resumen en tres cuestiones:
    ¿qué puedo hacer?, ¿qué tengo que
    hacer? y ¿qué puedo esperar?; y que, por cierto,
    luego se añade otra interrogante: ¿qué es el
    hombre? Abriendo de este modo un nuevo tiempo, y una nueva
    apropiación del espacio, el hombre en conciencia, es
    decir, en subjetividad.

    Frente a esto, Adorno, ha generado el concepto de
    "irracionalidad de la historia" y por lo tanto, también un
    discurso
    inexorable contra lo malo, lo falso y lo temible del mundo
    (quizás de odio). Además la irrupción de la
    barbarie (la tiranía fascista, el nazismo, los
    campos de concentración) tiende a cerrar el paso del
    interés
    teórico y a toda cultura [piénsese en el
    período de la dictadura de
    Pinochet, en Chile, por
    ejemplo]. Por lo tanto aquí se probaría la
    dialéctica negativa, la teoría crítica que
    debe resolver una educación para la
    autonomía, para la colaboración. En el fondo se
    trataba de comprender qué había ocurrido, "por
    qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado
    verdaderamente humano, se hundió en un nuevo género de
    barbarie" (Horkheimer; Adorno1994)

    IV. El arte,
    también es conocimiento,
    en lo mundano y en su ligazón con los otros
    dominios.

    Bajo esta circunstancia, el arte se ve afectado "el arte
    es conocimiento
    en los dos sentidos; no sólo por la vuelta en él de
    lo mundano y sus categorías, por su ligazón con lo
    que en otros dominios se llama objeto del conocimiento, sino
    también, y más quizás, por ser una
    crítica tendencial de la ratio que domina la naturaleza
    cuyas pautas fijas pone en movimiento
    mediante las modificaciones que en ellas introduce"

    Por lo tanto, cuando la crítica de la
    razón se hace presente, lo hace también en la
    apariencia del arte: la estética; la cual se hace cargo de
    la categoría de verdad. Y esta crítica va
    implícita en el concepto de arte: "Arte es magia liberada
    de la mentira de ser verdad". El arte se apartaría de la
    concepción tradicional que juzga la verdad como
    adaequatio. Este criterio asumiría la sumisión de
    la obra a un canon externo (¿mimesis tal vez?). Y
    sería justamente al cumplirlo cuando se revelaría
    como falsa, con una falsedad tomada de los objetos que reproduce.
    Según esto, no ser verdad equivale a "liberarse de la
    mentira". Es decir, "en su itinerario hacia la nueva ciencia, los
    hombres renuncian al significado. Sustituyen el concepto por la
    fórmula, la causa por la regla y la probabilidad". En
    otras palabras, los hombres de la ilustración no
    sólo sustituyen sino que también reconocen,
    calculan, se independizan del objeto, se reifican (cosifican) o
    capitalizan (industria cultural), se instrumentalizan hasta la
    regresión (efecto psicológico descrito por Freud y apropiado
    por Adorno), y finalmente se desplazan del objeto, es decir,
    logran una (aperiencia –"mónada"-) independencia. En
    otros términos, la transformación se genera en la
    relación entre el artista y las técnicas de
    producción, como ya se adelanta en la Dialéctica
    del Iluminismo:

    • En su itinerario hacia la nueva ciencia, los hombres
      renuncian al significado. Sustituyen el concepto por la
      fórmula, la causa por la regla y la probabilidad.
    • El iluminismo reconoció las antiguas fuerzas y
      persiguió como superstición la pretensión
      de verdad de los universales. Cree aún descubrir en la
      autoridad de
      los conceptos generales, el miedo a los demonios. Las diversas
      figuras míticas son todas reducibles al sujeto, ya que
      reconoce a priori, como ser y acaecer, sólo aquello que
      se deja reducir a una unidad; su ideal es el sistema, del cual
      se deduce todo y cualquier cosa, por lo tanto, la lógica formal ha sido la
      unificación; ofrece esquemas de la matematización
      del universo.
    • Ahora, si el mito perece
      en el iluminismo y la naturaleza en la pura objetividad, las
      prácticas pre-racionales debían ceder su paso a
      la técnica industrial, y para ello era necesario que el
      pensamiento se independizase de los objetos tal como ocurre con
      el Yo adaptado a la realidad. Así, como los mitos
      cumplen ya una obra iluminista, del mismo modo el iluminismo se
      hunde a cada paso más profundamente en la mitología. De tal modo que, en los
      mitos, todo
      acontecimiento debe pagar por el hecho de haber acontecido. Lo
      mismo ocurre en el iluminismo: el hecho se anula apenas
      acaecido.
    • El iluminismo mantiene, entonces, el supuesto
      equilibrio,
      se conforma con la realidad, destruye lo inconmensurable. Y por
      otra parte, es la angustia mítica vuelta radical. No
      debe existir nada afuera, ya que esta es la condición de
      la angustia.
    • Más tarde el iluminismo rechaza la exigencia
      de pensar el pensamiento; su procedimiento
      matemático se vuelve necesario y objetivo.
    • La pretensión de conocimiento es abandonada,
      el individuo queda determinado como "cosa". La razón se
      ha convertido en un simple accesorio del aparato
      económico de la reproductividad; la razón es un
      mero utensilio, es parte de la fetichización. En
      consecuencia, la maldición del ‘progreso
      constante’ es la incesante regresión o
      pérdida de la verdad y de humanidad, puesto que
      éste está al servicio del
      presente transformándose en el engaño total de
      las masas, dado que tiende a ocultar el pasado y a no debelar
      el futuro.

    V. Estética de Adorno.

    Esta aproximación es a través de la
    posible autonomía de la obra de arte, ya que no es otra
    cosa que la ‘apropiación del mundo, pero sin ser del
    mundo’, como diría la teología, pero Adorno
    señala: "Las obras de arte se salen del mundo
    empírico y crean otro mundo con esencia propia y opuesto
    al primero, como si este nuevo mundo tuviera consistencia
    ontológica". O sea, la obra de arte puede capturar el
    mundo tal cual es, pero cuando ya le ha capturado es
    autónoma, es autotélica e inmanente, ya que forma
    otra realidad distinta de la que capturó, aunque para
    Adorno, la dialéctica de lo universal y lo singular no
    hace desaparecer su diferencia, como lo hace el confuso concepto
    de símbolo. "El principius individuationis del arte, su
    nominalismo [nombrar una cosa sin que ésta sea ella misma]
    inminente, es sólo una indicación y no sólo
    un hecho" (tal vez "la falsedad" – pérdida de la
    verdad – que se aparenta verdadero: indicación y no
    hecho). Y por ello, "en cuanto más auténticas sean
    las obras, tanto más se pliegan a algo exigido
    objetivamente, al ajuste de la cosa misma, y esto es siempre
    universal", entonces, y sólo entonces, es posible ordenar
    un nuevo mapa para seguir la ruta y las señales de esta
    apariencia o estética. La que, por cierto, no se puede
    gozar como antes, pues "las obras modernas atropellan a
    cualquiera como locomotoras de cine". De
    hecho, "tras haber sacudido su función cultural y haber
    desechado a los imitadores tardíos de la misma, la
    autonomía exigida por el arte se alimentó de la
    idea de humanidad". A ello, como dice Adorno, se suma la
    pérdida de las categorías, su evidencia es a
    priori, también la perdieron los materiales
    artísticos, como las palabras en la poesía. Por lo
    tanto la desintegración de los materiales no
    es sino el triunfo de su carácter
    respectivo. Desde aquí entonces, se produce una especie de
    aplazamiento de la experiencia y que permanece en "presente",
    pero a la vez, en una movilidad en la recepción que se
    puede leer como la diseminación derridiana, es decir, el
    sujeto partiendo de la objetividad, lo hace en pedazos en busca
    del ajuste de la obra. "Cada una de ellas hace justicia a los
    géneros no sólo por el hecho de que se les subsuma,
    sino también por los conflictos en
    los que sirvió para justificarlos, después para
    crearlos y por fin para hacerlos desaparecer", es decir,
    sólo podría quedar una especie de huella, ya que
    "la expresión de la obra de arte es lo no subjetivo que
    tiene el sujeto, cuya propia expresión no llega siquiera a
    ser huella". Por consiguiente, el aplazamiento, la
    diseminación en tanto presente y desintegración del
    objeto estético pierde su centro, ya que la
    recepción es también fenomenológica que
    recoge la presentación o re-presentación como una
    experiencia mónada de lo bello que "ha brotado en lo feo
    más bien que al revés" en oposición a la
    realidad negativa. Para ello, Adorno, entiende que el arte no se
    puede definir, "ya que extrae su concepto de las cambiantes
    constelaciones históricas. Su concepto no puede definirse.
    No podemos deducir su esencia de su origen, como si lo primero en
    él fuera el estrato fundamental sobre el que
    edificó todo lo subsiguiente o se hundió cuando ese
    fundamento fue sacudido. (…) La definición de
    aquello en que el arte pueda consistir siempre estará
    predeterminada por aquello que alguna vez fue, pero sólo
    adquiere legitimidad por aquello que ha llegado a ser y
    más aún por aquello que quiere ser y quizá
    quiera ser. (…) El arte, al irse transformando, empuja su
    propio concepto hacia contenidos que no tenía. La
    tensión existente entre aquello de lo que el arte ha sido
    expulsado y el pasado del mismo es lo que circunscribe la llamada
    cuestión de la constitución estética. Sólo
    puede interpretarse el arte por su ley de desarrollo, no
    por sus invariantes. Se determina por su relación con
    aquello que no es arte. Lo que en él hay de
    específicamente artístico procede de algo distinto:
    de este algo hay que inferir su contenido: y sólo este
    presupuesto
    satisfaría las exigencias de una estética
    dialéctico-materialista. Su especificidad le viene
    precisamente de distanciarse de aquello por lo que llegó a
    ser; su ley de desarrollo
    es su propia ley de formación. Sólo existe en
    relación con lo que no es él, es el proceso hacia
    ello"

    Pues bien, además de ser una realidad conocible
    más tarde con Derrida, se puede ver además, que el
    arte moderno como discurso autónomo, entre otros, es capaz
    de subvertir de manera soberana la razón de todos los
    demás discursos.Dice
    Adorno: "Es arte moderno el que por su forma de experimentar, y
    como expresión de la crisis de la
    experiencia, absorbe todo aquello que la industrialización
    en las formas dominantes de producción a conseguido llevar
    a sazón. Esto envuelve un canon negativo, a saber, la
    prohibición de lo que lo moderno niega en la experiencia y
    en la técnica; y tal negación concreta es casi el
    canon de lo que haya que hacer. El que tal concepto de modernidad
    sea más que un vago espíritu del tiempo o un
    poderoso ser ‘up to date’, se ve en la
    explosión de las de producción. (…) El arte
    radicalmente moderno aparece a los ojos de los decididos
    consumidores de cultura como anacrónicamente serio y por
    ello irracional".

    De tal modo que la apariencia es, más bien, una
    apropiación del significante ( la forma como el objeto
    estético) poniendo en relación el doble
    vínculo: Significante (aspecto material- formal-) y el
    significado (aspecto inmaterial, la significación); en
    otras palabras, se trata de un símbalon (Ivelic, Curso de
    Estética. 1990.), vale decir, la estética,
    aquí, se relaciona como una ontología de la obra de arte, entre
    material y significación, más bien, una
    formulación de tipo semiótico.

    Desde esta noción, entonces, debemos entender
    cómo Adorno funda la autonomía del arte moderno, en
    su relación negativa con todo lo que no es arte, o sea, a
    partir de la función crítica que se le supone al
    arte como realidad desautomatizadora, es decir, la
    ‘ontológica’, funciona como un proceso
    crítico de la producción y recepción de la
    obra de arte.

    No obstante, "a la pérdida de la naturalidad que
    le es propia, el arte reacciona, no sólo modificando
    concretamente sus usos y procedimientos,
    sino teniendo que arrastrar su concepto como quien una cadena de
    la cual sigue siendo arte". A esto, por cierto, se le debe
    alumbrar con el lenguaje
    del sufrimiento, ya que, hasta el
    conocimiento discursivo puede llegar hasta la realidad, hasta
    en los aspectos irracionales que brotan de su misma ley de
    desarrollo. Pero hay algo en la realidad que es reacio al
    conocimiento racional: el sufrimiento, por lo tanto, se convierte
    en concepto, queda mudo y estéril en una época de
    horrores incomprensibles.

    La verdad es concreta, tanto que suele dejar mudez e
    irracionalidad como registro, ya que
    el dolor, a través, de la expresión que pueda
    hacer, lo primero que expresa es lo concreto, lo
    verdadero [piénsese aquí en las obras de Juan
    Radrigán, por ejemplo.] El oscurecimiento del mundo hace
    racional la irracionalidad del arte, luego devienen las
    creaciones imaginarias que son modificaciones de lo
    empíricamente presente. La consecuencia es presentar algo
    que no es empírico como si lo fuera [Juan Luis
    Martínez, quizás, y su Nueva Novela], es
    decir, el desarrollo de la ficcionalización. En el
    período adorniano, por cierto, hay que pensar en un Kafka,
    un Poe y un Joyce, entre muchos otros. En otras palabras, el
    dolor cósmico se presenta en una nueva imago; lo nuevo es
    hermano de la muerte, o sea,
    se convierte en enemigo del mundo [v.gr.: Baudelaire, Las Flores
    del Mal; Rodrigo Lira y su poesía de "protesta" hasta el
    suicidio].

    De este modo se inicia la autentificación de lo
    moderno a través de las señales de
    descomposición. Vale decir, "lo moderno es mito vuelto
    contra sí mismo, su intemporalidad es la muerte del
    instante que rompe la continuidad temporal; la idea de
    Benjamín de la obra de arte dialéctica contiene
    este rasgo. Aun cuando lo moderno conserve hallazgos
    tradicionales, como son los técnicos, también a
    ellos les afecta la negación dialéctica para que
    nada heredado pueda quedar intacto. La categoría de lo
    nuevo es un resultado del proceso histórico que
    disolvió primeramente la tradición
    específica y después cualquier clase de
    tradición":- dice Adorno[como lo haría
    posteriormente Octavio Paz en
    Los hijos del Limo, en Latinoamérica.]

    "Podemos entender todo el arte nuevo como una constante
    intervención del sujeto que ya no piensa dejar dominar sin
    reflexión el tradicional juego de
    fuerzas en la obra de arte" ha dicho Adorno, por lo tanto
    aquí se produce la dialéctica de la integración, "a pesar de que con la
    fuerza con que
    el sujeto estético integra cuanto capta es también
    su debilidad".Por consiguiente, aquí aparece la novedad,
    la utopía y la negatividad y hasta el kitsch (o fetiche);
    ya que "ni la teoría ni el arte mismo pueden hacer
    concreta la utopía ni siquiera en forma
    negativa".

    Surge entonces lo nuevo, "el arte nuevo que ofrece una
    enigmática imagen de hundimiento absoluto y sólo
    por su absoluta negatividad puede el arte expresar lo
    inexpresable, la utopía" [la postmodernidad
    diría Lyotard, como un estado en
    crisis de la
    modernidad. Y Jameson, "nuestra incapacidad mental, al menos
    hasta ahora, de confeccionar el mapa de la gran red comunicacional
    descentrada, multinacional y global, en la que, como sujetos
    individuales, nos hallamos presos"]. Para ello Adorno hace uso de
    nuevos conceptos tales como: mimesis y racionalidad,
    construcción (sustituto de composición), tecnología, la cual
    destruye el "aura", esa contemplación ritualizada que
    reaparecía como el objeto mercantil reificado, una
    masificación del consumo, pero
    de una forma pasiva: la constitución de un público
    que se identificaba con lo siempre igual, repetitivo,
    acostumbrado al modelo del
    "efecto" e incapacitado para la concentración",
    dialéctica del funcionalismo,
    apariencia (como estética) y expresión, lógica,
    causalidad y tiempo; articulación, intención,
    contenido, sentido, armonía e ideología,
    reflexión o refracción, cosificación,
    mónada, lo universal y lo particular, autonomía y
    heteronomía, y por cierto, crítica o teoría
    crítica. Entre muchos otros.

    En consecuencia, puede resumirse la Teoría
    Estética, en que la obra de arte obedece a una "necesidad
    de expresión transsubjetiva" (subjetividad finita); la
    cual debe desarrollarse como una "verdad autónoma"
    (contenido) y una "racionalidad constructiva" (forma), es decir,
    la "imposición de la forma a los materiales" a
    través de "la técnica". Llegando a "producir" "una
    expresión estética" (mimesis expresiva, mediante
    "impulsos miméticos", lo que en todo caso, obedece a lo
    cognoscible). Y ésta, la obra, es inmanente y
    además contiene inmanencia social, o sea,
    autonomía, en medio de una sociedad capitalista (industria
    cultural) que se manifiesta a su vez como "expresión del
    devenir histórico", vivificado por un "individuo
    mónada" (a quién le aqueja, no el sufrimiento, sino
    el antagonismo – la contradicción -) y por tanto se
    desarrolla en un escenario del drama en donde la última
    forma de expresión se focaliza en una nueva "imago". Lo
    que decididamente, conforma una constelación que se
    prolonga en el pensamiento, produciéndose así una
    dialéctica (la dialéctica negativa, en
    oposición a la modernidad como iluminismo o desarrollo de
    la razón como la luz). Con otras palabras, las de Girard
    Vilar, esta estética negativa se sustenta en que:
    1. El concepto estricto y puro de arte en general sólo se
    puede obtener de la música. 2. El arte tiene siempre un
    doble carácter
    como autónomo y como hecho social. Adorno es el
    teórico de la autonomía lo mismo que de la sociología. Con otras palabras, el arte es
    autónomo y heterogéneo a la vez. Pues el arte,
    siendo una "mónada sin ventanas", refracta la sociedad de
    la que es producto. El
    arte habla entonces desde su clausura, en medio de la apariencia,
    tanto del mundo existente como del no-existente, de la
    utopía, de lo que debería ser. 3. Por lo
    tanto… el arte auténtico es el lugarteniente de lo
    no-idéntico, el reducto de lo que no ha sido aún a
    lo igual por el pensamiento identificante o el principio de
    intercambio. Adorno sostiene, entonces, que el arte
    auténtico, además de ser artefacto, producto de
    una técnica ejemplifica otro tipo de racionalidad,
    estética o mimética. Luego, el arte
    secularizó la magia, y de ella heredó el momento
    mimético, es decir, el modelo de un
    tipo de conducta, como la
    imitativa, que no es dominadora e instrumental, sino de respeto mutuo de
    las identidades y diferencias. 4. Otra tesis es la
    del lenguaje artístico como un "lenguaje del sufrimiento"
    o "conciencia de las miserias" como protesta y denuncia de una
    civilización de la barbarie. 5. En el arte existe progreso
    y reacción. Pero en Adorno esto no es lo mero marxista,
    sino que en él esto va más allá, como una
    realidad social e individual, nunca ideológica, ya que
    ésta ha convertido a la actual en civilización de
    la barbarie al ideologizar todo, desde la razón: las ideas
    utópicas que sólo se han convertido en ideologemas,
    es decir, en falsedad. 6. La estética de Adorno es una
    estética vinculada a una sociología del arte y que, por si fuera
    poco, una estética no preocupada de la hermenéutica
    ni la recepción ni la interpretación ni la lectura por
    causa de la "imposibilidad" de entender las obras:" la
    estética no ha de entender la obras de arte como objetos
    hermenéuticos; tendría que entender, más
    bien, en el estado
    actual, su imposibilidad de ser entendidas. "

    No obstante, el carácter central de la
    estética adorniana es que la obra de arte es
    enigmática. v.gr.:" Todas las obras de arte, y el arte
    mismo, es enigmático". El modelo por excelencia de este
    rasgo es la música:" La música, más que las
    otras artes, es prototipo de esto, toda ella enigma y evidencia a
    la vez… Sólo entenderá la música
    quien la escuche con la lejanía de quien no la entiende y
    con el
    conocimiento de ella que Sigfrido tenía de los
    pájaros".

    Aunque Adorno pareciera olvidar que el sujeto no
    sólo es un sujeto estético, sino que es uno que
    está envuelto en una constelación superior como le
    reconoce Martin Jay en Adorno, en donde describe las
    "constelaciones" como "cinco puntos primarios de luz y
    energía": a)el marxismo,
    b)las técnicas atonales (música), c)el
    conservadurismo elitista típico de "mandarines" y su
    visceral adversión a la cultura de masas (…), d) su
    herencia
    judía, y, e) un paralelismo con el desconstructivismo
    derridiano (aunque Adorno no le conoció) , es decir, el
    sujeto, quiéralo o no, está influido por la
    realidad de la ratio y por lo tanto la verdad u obra de arte
    tiene algo de realia y realiora, por lo tanto, la imago se va
    desarrollando cada vez con más fuerza a medida que el
    sujeto se integra a la sociedad y para ello no tiene otro camino,
    más que la inserción en su tiempo, o sea, el tiempo
    histórico es sustantivizado como espacio de acción:
    todas sus acciones están mediadas por una tradición
    que se impone cada vez que pasa el tiempo, como bien lo
    señaló Adorno: el momento histórico es
    constitutivo de las obras de arte. Son auténticas aquellas
    que, sin reticencias y sin creerse que están sobre
    él, cargan con el contenido histórico de su tiempo;
    vale decir, cada vez que el sujeto pasa del presente al pasado o
    al futuro y por tanto el correcto uso del tiempo y de los objetos
    como aplicación práctica de la razón
    instrumental. Todo ello por el sólo hecho de ser un ser
    humano, racional, distinto de otro animal del reino. Y por otra
    parte, la espiritual, el sujeto no sólo es fenomenología sino que también
    espiritualidad y por lo tanto el proyecto esperado o
    utópico debería ser un sujeto equilibrado,
    ponderado, pero con la capacidad para expresar su lenguaje a
    través de los códigos que prefiera y desarrolle el
    pensamiento que desee. Dice Adorno: "el arte es la obra producida
    por él (el arte mismo), que retiene en sí tanto los
    elementos tomados de la realidad empírica como los altera,
    al diluirlos para reconstruirlos luego según su propia
    ley.

    Quizás, hacia el final de su obra, Adorno,
    comprendió esto y por ello incorpora en su teoría
    no sólo el pensamiento de Kant, Freud, Hegel,
    Horkheimer, Benjamín, Croce, entre otros, la obra de
    Schömberg para producir una teoría que en definitiva
    busca humanizar la humanidad y en este ámbito, la
    estética (apariencia) podría ayudar a entender
    mejor al sujeto con su relación con las cosas u objetos,
    ese sujeto que se relaciona con los hechos y los objetos
    producidos por él mismo como producto de la razón
    instrumental que a la vez es productor del sufrimiento, del
    dolor, dicho de otra forma, Adorno, intenta conciliar,
    además, a Marx (alienación y autoalienación)
    y a Freud, entendida ésta como una relación entre
    la sociología y la psicología, y por
    cierto, entre el gesto nietzscheano que rompe con la linealidad
    del tiempo, ya que su idea de progreso no pasa por la
    acumulación progresiva de conocimientos acerca de
    algún fenómeno que interese sino todo lo contrario,
    el nuevo mundo – de la mano del arte y la poesía
    – se abre como una dimensión crítica de la
    realidad.

    Pero, ¿qué sería del arte en cuanto
    forma de escribir la historia, si borrase el recuerdo del
    sufrimiento acumulado?- dice Adorno. Y debe recordarse que para
    él, "escritura" es
    un concepto: "el concepto de ‘ècriture’ fue
    relevante en los primeros debates sobre el arte plástico,
    movido ciertamente por lo dibujos de
    Klee, que parecen garabatos. (…) toda obra de arte es
    escritura, no
    sólo las que se presentan como tal. (…) las obras
    de arte son lenguaje sólo como escritura."

    VI. Lo sublime
    histérico en una cultura del simulacro y la
    apoteosis…

    "Lo que ha pasado es que la producción
    estética, hoy, generalmente se ha integrado en la
    producción del artículo. Las tales necesidades
    económicas entonces son el reconocimiento del hallazgo en
    los tipos variados de apoyo institucional disponible para el
    más nuevo arte, de las fundaciones y concesiones a los
    museos y otras formas de patrocinio". Ante esto, Jameson dice que
    "hay que recuperar nuestra capacidad de orientarnos activamente"
    : y no meramente dejarnos llevar. Es lo que llama la pedagogía, la estética y la política de
    ‘necesidad de mapas’. Y
    para ello hay que tener en cuenta:

    • lo real (ciencia)
    • lo imaginario (ideologías)
    • lo simbólico (códigos, lenguajes y
      medios de comunicación) y caer en la cuenta de
      que no puede haber "mapas
      verdaderos"

    Así aceptaríamos el nuevo espacio mundial
    del capital
    multinacional y estaríamos en ruptura con él, en
    definitiva se cumpliría lo que ya sugirió Adorno,
    hacer una mimesis expresiva para poder mostrar
    "la tragedia" en que está el mundo, luego de la catarsis,
    volcarse a la realidad para cambiarla, y en arte, desde la
    autonomía y desde la sociedad, dos trincheras,
    únicas y presentes y con carga sustantiva para poder
    modificarla, para poder accionar en ella más allá
    de la productividad. Es decir, aceptaría que existe "la
    civilización de la barbarie y capitalista", pero al mismo
    tiempo la reconoce como parte antagonista a la verdad, o sea, las
    ideologías han convertido a la luz en oscuridad, ya que la
    razón como la luz del mundo es una completa
    falsedad.

    Aquí Jameson diría:- "lo sublime
    histérico ante la apoteosis del capitalismo",
    ya que la etapa actual del capitalismo se
    podría considerar como la tercera  y caracterizarla
    como de revolución electrónica  y nuclear y del capital
    multinacional. Y quiéralo o no produce modificaciones de
    la experiencia vivida del espacio urbano y del espacio mundial. Y
    como tal no se tiene las herramientas
    necesarias para percibirlo y analizarlos. Esta
    desorientación es signo concreto de
    otra cuestión más grave:"nuestra incapacidad
    mental, al menos hasta ahora, de confeccionar el mapa de la gran
    red
    comunicacional descentrada, multinacional y global, en la que,
    como sujetos individuales, nos hallamos presos".
     

    Luego, la postura de Jameson ante este fenómeno
    es que:

    • No se trata ni de "celebrar mimética y
      complacientemente  hasta el delirio este nuevo mundo
      estético" ni de "condenar moralmente todo lo
      posmodernista ni su trivialidad esencial" [¿no es esta
      la relación ya descrita por Adorno y antes por
      Aristóteles, que produce una Tragedia y se muestra a
      través de una catarsis?]
    • Aquellos grupos
      políticos interesados  en intervenir activamente en
      la historia y en modificar su posición hasta ahora
      pasiva… no  pueden sino deplorar y rechazar esta forma
      cultural de iconoadicción [la reproductividad por simple
      productibilidad, el fetichismo?] que, al transformar los
      reflejos del pasado, los estereotipos y los textos, 
      elimina, de hecho, toda significación práctica
      del porvenir y de los proyectos
      colectivos, sustituyendo así la idea de un cambio futuro
      por los fantasmas de la catástrofe brutal y el
      cataclismo inevitable,  desde la visión del
      terrorismo
      en el nivel social hasta la del cáncer en el nivel
      personal
      [¿civilización de la barbarie otra vez?
      ¿enfrentar nuevamente la falsedad?].

    Demás está recordar a Adorno: "Una
    industria cultural impide la formación de individuos
    autónomos, independientes, capaces de juzgar o de decidir
    conscientemente".

    De tal modo que, el Arte es el que libera al hombre de
    las amarras de los sistemas y lo
    transforma en un ser autónomo y, por lo tanto, en un ser
    humano. En tanto, para la Industria Cultural, el hombre es mero
    objeto de trabajo y consumo, no
    así el arte en el cual se que puede llegar a ser libre
    para pensar, sentir y elegir. El arte es el medio por cual se
    puede llegar a la perfección frente a la realidad
    imperfecta; por lo tanto la Industria Cultural, el capitalismo,
    no puede ser pensado de manera absoluta. En tal situación
    se leería entonces a Lyotard: "Se cree expresar el
    espíritu en el tiempo, cuando no se hace sino reflejar el
    de mercado. La sublimidad ya no está en el arte, sino en
    la especulación sobre el arte". Y a Jameson (91): "El
    postmoderno es, sin embargo, el campo de fuerza en que los tipos
    muy diferentes de impulsos culturales – lo que Raymond Williams
    llama "las formas residuales" y "emergentes" de producción
    cultural – deben desarrollarse. Si nosotros no logramos
    algún sentido general de una cultural dominante, entonces
    nosotros nos retiramos a la vista de la historia presente como la
    pura heterogeneidad, la diferencia del azar, una coexistencia de
    un organizador de fuerzas distintas y que efectivamente es lo
    indecible". Pero para Adorno "el momento histórico es
    constitutivo de las obras de arte. Son auténticas aquellas
    que, sin reticencias y sin creerse que están sobre
    él, cargan con el contenido histórico de su tiempo.
    Son la historia de su época, pero inconsciente de
    sí misma; esto las convierte en mediaciones del
    conocimiento. (…) las obras de arte pueden experimentarse
    con tanta más verdad cuanto más coincide su
    sustancia histórica con la del que la experimenta" Por lo
    tanto lo que el arte sea es independiente, incluso, de las obras.
    Formas funcionales, objetos de culto, pueden llegar a ser arte en
    el transcurso de la historia. Por lo tanto el arte y la historia
    son parte constitutiva de la comprensión, y por ende, de
    la producción y la recepción.

    VII.
    CONCLUSIONES:

    En consecuencia, puede resumirse la Teoría
    Estética, en que la obra de arte obedece a una
    ‘necesidad de expresión transsubjetiva’
    (subjetividad finita); la cual debe desarrollarse como una
    ‘verdad autónoma’ (contenido) y una
    ‘racionalidad constructiva’ (forma), es decir, la
    ‘imposición de la forma a los materiales’ a
    través de ‘la técnica’. Llegando a
    ‘producir’ ‘una expresión
    estética’ (mimesis expresiva, mediante
    ‘impulsos miméticos’, lo que en todo caso,
    obedece a lo cognoscible). Y ésta, la obra, es inmanente y
    además contiene inmanencia social, o sea,
    autonomía, en medio de una sociedad capitalista (industria
    cultural) que se manifiesta a su vez como ‘expresión
    del devenir histórico’, vivificado por un
    ‘individuo mónada’ (a quién le aqueja,
    no el sufrimiento, sino el antagonismo – la
    contradicción -) y por tanto se desarrolla en un escenario
    del drama en donde la última forma de expresión se
    focaliza en una nueva ‘imago’. Lo que decididamente,
    conforma una constelación que se prolonga en el
    pensamiento, produciéndose así una
    dialéctica (la dialéctica negativa, en
    oposición a la modernidad como iluminismo o desarrollo de
    la razón como la luz). Con otras palabras, esta
    estética negativa se sustenta en que: 1. El
    concepto estricto y puro de arte en general sólo se puede
    obtener de la música. 2. El arte tiene siempre un doble
    carácter como autónomo y como hecho social. Adorno
    es el teórico de la autonomía lo mismo que de la
    sociología. Con otras palabras, el arte es autónomo
    y heterogéneo a la vez. Pues el arte, siendo una
    ‘mónada sin ventanas’, refracta la sociedad de
    la que es producto. El arte habla entonces desde su clausura, en
    medio de la apariencia, tanto del mundo existente como del
    no-existente, de la utopía, de lo que debería ser.
    3. Por lo tanto… el arte auténtico es el
    lugarteniente de lo no-idéntico, el reducto de lo que no
    ha sido aún a lo igual por el pensamiento identificante o
    el principio de intercambio. Adorno sostiene, entonces, que el
    arte auténtico, además de ser artefacto, producto
    de una técnica ejemplifica otro tipo de racionalidad,
    estética o mimética. Luego, el arte
    secularizó la magia, y de ella heredó el momento
    mimético, es decir, el modelo de un tipo de conducta, como la
    imitativa, que no es dominadora e instrumental, sino de respeto mutuo de
    las identidades y diferencias. 4. Otra tesis es la del lenguaje
    artístico como un ‘lenguaje del sufrimiento’ o
    ‘conciencia de las miserias’ como protesta y denuncia
    de una civilización de la barbarie. 5. En el arte existe
    progreso y reacción. Pero en Adorno esto no es lo mero
    marxista, sino que en él esto va más allá,
    como una realidad social e individual, nunca ideológica,
    ya que ésta ha convertido a la actual en
    civilización de la barbarie al ideologizar todo, desde la
    razón: las ideas utópicas que sólo se han
    convertido en ideologemas, es decir, en falsedad. 6. La
    estética de Adorno es una estética vinculada a una
    sociología del arte y que, por si fuera poco, una
    estética no preocupada de la hermenéutica ni la
    recepción ni la interpretación ni la lectura por
    causa de la ‘imposibilidad’ de entender las obras:"
    la estética no ha de entender la obras de arte como
    objetos hermenéuticos; tendría que entender,
    más bien, en el estado
    actual, su imposibilidad de ser entendidas".

    No obstante, el carácter central de la
    estética adorniana es que la obra de arte es
    enigmática. v.gr.:"Todas las obras de arte, y el arte
    mismo, es enigmático". El modelo por excelencia de este
    rasgo es la música:"La música, más que las
    otras artes, es prototipo de esto, toda ella enigma y evidencia a
    la vez… Sólo entenderá la música
    quien la escuche con la lejanía de quien no la entiende y
    con el conocimiento de ella que Sigfrido tenía de los
    pájaros".

    La Teoría Estética de Adorno, se conecta
    con la de Aristóteles, ya que la representación de
    la realidad se aparenta en una obra de arte (mónada) en su
    construcción, percepción y re-creación, pero
    más tarde es una obra cuya actividad artística es
    perceptible por la sociedad casi como una tragedia, ya que no
    sólo se recepciona pasivamente, en un principio,
    según Adorno, dado su ‘imposibilidad de
    interpretarlas’, sino que se puede objetivar en forma plena
    o a modo de fetiche en la sociedad. Y cualquiera sea la forma de
    hacerlo, ésta será desde la vehiculazión de
    la noción de arte y/o cultura, ya que no son lo mismo,
    pero son percibida por el hombre como lo mismo: el arte como una
    manifestación más de la cultura de la simulación
    de las imágenes
    como reproducción tecnológica, no como la
    resultante de una experiencia de la realidad misma en vistas a su
    transformación.

    Entonces Adorno, conocedor de lo clásico,
    habría advertido esto como si fuera el punto de hablada de
    su gran metarrelato y por ello la necesidad de objetivar la obra
    de arte en su autonomía como experiencia en el "principius
    individuationis" del arte y por ello, "en cuanto más
    auténticas sean las obras, tanto más se pliegan a
    algo exigido objetivamente, al ajuste de la cosa misma, y esto es
    siempre universal", empero en contradicción (el
    antagonismo): hacer una mimesis expresiva para poder mostrar
    ‘la tragedia’ en que está el mundo, luego de
    la catarsis, volcarse a la realidad para cambiarla, y en arte,
    desde la autonomía y desde la sociedad, dos trincheras
    únicas y presentes y con carga sustantiva para poder
    modificarla, para poder accionar en ella más allá
    de la productividad. Es decir, aceptaría que existe "la
    civilización de la barbarie y capitalista", pero al mismo
    tiempo la reconoce como parte antagonista a la verdad, o sea, las
    ideologías han convertido a la luz en oscuridad, ya que la
    razón como la luz del mundo es una completa
    falsedad.

    El arte es el medio por cual se puede llegar a la
    perfección frente a la realidad imperfecta; por lo tanto
    la Industria Cultural, el capitalismo, no puede ser pensado de
    manera absoluta. En tal situación se leería
    entonces a Lyotard: "Se cree expresar el espíritu el
    tiempo, cuando no se hace sino reflejar el de mercado. La
    sublimidad ya no está en el arte, sino en la
    especulación sobre el arte". Y a Jameson (91): "El
    postmoderno es, sin embargo, el campo de fuerza en que los tipos
    muy diferentes de impulsos culturales – lo que Raymond Williams
    llama "las formas residuales" y "emergentes" de producción
    cultural – deben desarrollarse. Si nosotros no logramos
    algún sentido general de una cultural dominante, entonces
    nosotros nos retiramos a la vista de la historia presente como la
    pura heterogeneidad, la diferencia del azar, una coexistencia de
    un organizador de fuerzas distintas y que efectivamente es lo
    indecible". Pero para Adorno "el momento histórico es
    constitutivo de las obras de arte. Son auténticas aquellas
    que, sin reticencias y sin creerse que están sobre
    él, cargan con el contenido histórico de su tiempo.
    Son la historia de su época, pero inconsciente de
    sí misma; esto las convierte en mediaciones del
    conocimiento. (…) las obras de arte pueden experimentarse
    con tanta más verdad cuanto más coincide su
    sustancia histórica con la del que la experimenta" Por lo
    tanto lo que el arte sea es independiente, incluso, de las obras.
    Formas funcionales, objetos de culto, pueden llegar a ser arte en
    el transcurso de la historia. Por lo tanto el arte y la historia
    son parte constitutiva de la comprensión, y por ende, de
    la producción y la recepción.

    VIII.
    PROYECCIONES:

    La verdad es concreta, tanto que suele dejar mudez e
    irracionalidad como registro, ya que
    el dolor, a través de la expresión que pueda hacer,
    lo primero que expresa es lo concreto, lo verdadero
    [piénsese aquí en Chile en las
    obras de Juan Radrigán, por ejemplo.] El oscurecimiento
    del mundo haría racional la irracionalidad del arte, luego
    devienen las creaciones imaginarias que son modificaciones de lo
    empíricamente presente. La consecuencia es presentar algo
    que no es empírico como si lo fuera [Juan Luis
    Martínez, quizás, en la Nueva Novela y en
    Poesía Chilena], es decir, el desarrollo de la
    ficcionalización. En el período adorniano, por
    cierto, hay que pensar en un Kafka, más tarde un Poe y
    luego un Joyce, entre muchos otros. En otras palabras, el dolor
    cósmico se presenta en una nueva imago; lo nuevo es
    hermano de la muerte, o sea,
    se convierte en enemigo del mundo [v.gr.: Baudelaire, Las Flores
    del Mal; Juan Luis Martínez, Rodrigo Lira y su
    poesía de "protesta" hasta el suicidio, Eduardo
    Llanos, Tomás Harris, Diego Maquieira, Teresa
    Calderón, Clemente Riedeman, entre muchos otros, en el
    continuum lírico chileno postparriano].

    De este modo se inicia la autentificación de lo
    moderno a través de las señales de
    descomposición, [también y con mayor y justa
    razón en la tradición literaria chilena]. Vale
    decir, "lo moderno es mito vuelto contra sí mismo, su
    intemporalidad es la muerte del instante que rompe la continuidad
    temporal. Aun cuando lo moderno conserve hallazgos tradicionales,
    como son los técnicos, también a ellos les afecta
    la negación dialéctica para que nada heredado pueda
    quedar intacto. La categoría de lo nuevo es un resultado
    del proceso histórico que disolvió primeramente la
    tradición específica y después cualquier
    clase de tradición":- dice Adorno. Por lo tanto he
    aquí la proyección, desde la "muerte", la
    negatividad hay que descontruir y re- re- re-crear el mundo: "el
    arte tiene que temer a todo menos al nihilismo de la impotencia.
    El aprecio social le degrada hasta convertirle en ‘fait
    social’, pero él se niega a adoptar plenamente ese
    papel"
    (Adorno,’83).

    BIBLIOGRAFÍA:

    1. Adorno, T. W. ; Horkheimer, M. Dialéctica
      del Iluminismo. (1947).
    2. Adorno. T. W. Teoría Estética.
      EDICIONES ORBIS. S.A. HYSPAMERICA EDICIONES ARGENTINAS, S.A.
      Buenos
      Aires. 1983.
    3. Aristóteles. La poética,
      Madrid, Gredos,
      1974.
    4. Beltramino, Fabián. La soberanía del arte. La experiencia
      estétitica según Adorno y Derrida de Christoph
      Menke: 1991. Visor, Madrid 1997. En www.otrocampo.com
      (1999-2001) Universidad
      de Buenos Aires.
      Maestría de Análisis del Discurso.
    5. Cortés Morató, Jordi y Martínez
      Riu, Antoni. En Diccionario
      de filosofía en CD-ROM.
      Copyright © 1996. Empresa
      Editorial Herder S.A., Barcelona.
    6. Diviani, Ricardo. En Debate Adorno-Benjamin.
      Anuario Volumen I. Dpto
      de Ciencias de
      la
      Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones
      Internacionales. Escuela de
      Comunicación Social. Universidad
      Nacional de Rosario. Argentina.
      1998.
    7. Fajardo Fajardo, Carlos en ESTETIZACIÓN DE LA
      CULTURA ¿PÉRDIDA DEL SENTIMIENTO SUBLIME? 2000 en
      "Espéculo". Revista de
      estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
      http://www.ucm.es/info/especulo/numero16/estetiz.html
    8. Girad Vilar. Historia de la Filosofía y el
      Arte. Compilación…
    9. Habermas, J. La modernidad, un proyecto
      incompleto. Barcelona, 1986.
    10. Hernández, Francesc Jesús. La
      sociología negativa de la
      educación de T.W. Adorno. www.uv.es
      Departamento de Sociología y Antropología Social. Universidad de
      Valencia. España.
    11. Jameson, Fredric . El posmodernismo o la
      lógica cultural del capitalismo avanzado, publicada
      por Editorial  Paidos en Barcelona en 1991.
    12. Muñoz, Blanca. Escuela de Frankfurt I y II
      Generación de Universidad Carlos III, Madrid. En
      "Diccionario
      Critico De Ciencias Sociales
      " www.uam.es/sociologia
    13. www.webarahoy.htm

    NOTAS:

    1. En Diccionario
      de filosofía en CD-ROM.
      Copyright © 1996. Empresa
      Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés
      Morató y Antoni Martínez Riu.
    2. T. W. Adorno. Teoría Estética.
      EDICIONES ORBIS. S.A. HYSPAMERICA EDICIONES ARGENTINAS, S.A.
      Buenos Aires. 1983.
    3. Ibid.
    4. Ibid.
    5. Jofré, Manuel. Curso de Estética.
      2003.
    6. Ibid.
    7. Este término se explicitará más
      adelante
    8. Jofré, Curso de
      Estética.2003.
    9. Ibid.
    10. Ibid.
    11. Ibid.
    12. Ibid.
    13. Ibid.
    14. Aristóteles. La poética, Madrid,
      Gredos, 1974.
    15. Ibid.
    16. Ibid.
    17. T. W. Adorno. Teoría Estética.
      1983.
    18. Aristóteles. Opus cit.
    19. Adorno. Teoría Estética. Opus
      cit.
    20. Mercè Rius. T. W. ADORNO del sufrimiento a
      la verdad. "Acerca del pensamiento". Editorial LAIA.
      Barcelona. Primera edición.1985.
    21. Ibid.
    22. Habermas, J. La modernidad, un proyecto
      incompleto. Barcelona, 1986.
    23. Aquí es necesario ver y consultar la Escuela de
      Frankfurt I y II Generación de Blanca Muñoz
      Universidad Carlos III, Madrid. En
      DICCIONARIO CRITICO DE CIENCIAS SOCIALES

      www.uam.es/sociologia
    24. Francesc Jesús Hernández. La
      sociología negativa de la
      educación de T.W. Adorno. www.uv.es
      Departamento de Sociología y Antropología Social. Universidad de
      Valencia. España.
    25. Mercè Rius, opus cit.
    26. Ibid.
    27. Ibid.
    28. T. W. Adorno, M. Horkheimer. Dialéctica del
      Iluminismo. (1947)
    29. T. W. Adorno. Teoría Estética.
      EDICIONES ORBIS. S.A. HYSPAMERICA EDICIONES ARGENTINAS, S.A.
      Buenos Aires. 1983.
    30. Ibid.
    31. Ibid.
    32. Ibid.
    33. Ibid.
    34. Ibid.
    35. Ibid.
    36. Ibid.
    37. Ibid.
    38. Beltramino, Fabián. La soberanía del arte. La experiencia
      estétitica según Adorno y Derrida de Christoph
      Menke: 1991. Visor, Madrid 1997. En www.otrocampo.com
      (1999-2001) Universidad de Buenos Aires. Maestría
      de Análisis del Discurso.
    39. Adorno. Teoría
      Estética.
    40. Adorno. Teoría Estética. Opus
      cit.
    41. Ibid.
    42. Ibid.
    43. Ibid.
    44. Ibid.
    45. Ibid.
    46. Ibid.
    47. iviani, Ricardo. En Debate Adorno-Benjamin.
      Anuario Volumen I. Dpto
      de Ciencias de la
      Comunicación. Facultad de Ciencia Política y
      Relaciones
      Internacionales. Escuela de Comunicación Social. Universidad Nacional
      de Rosario. Argentina.
      1998.
    48. Girad Vilar. Historia de la Filosofía y el
      Arte. Compilación…
    49. Ibid
    50. Ibid.
    51. Ibid.
    52. Ibid.
    53. Jay, Martin. Citado por Diviani, Ricardo en El
      Debate
      Adorno-Benjamin. Anuario Volumen I. Dpto de Ciencias de la
      Comunicación. Facultad de Ciencia Política y
      Relaciones Internacionales. Escuela de Comunicación
      Social. Universidad Nacional de Rosario. Argentina.
      1998. www.unr.edu.ar.
    54. Adorno, Teoría Estética. Opus
      cit.
    55. Ibid.
    56. www.webarahoy.htm
    57. Adorno. Teoría Estética, Opus
      cit.
    58. Fredric Jameson . El posmodernismo o la
      lógica cultural del capitalismo avanzado, publicada
      por Editorial  Paidos en Barcelona en 1991.
    59. Ibid
    60. Adorno. Teoría Estética. Opus
      cit.
    61. Lyotard, Jean-Francois. "Lo inhumano. Charlas sobre
      el tiempo". Buenos Aires: Manantial, 1998. Citado por Carlos
      Fajardo Fajardo en ESTETIZACIÓN DE LA CULTURA
      ¿PÉRDIDA DEL SENTIMIENTO SUBLIME?. 2000 en
      "Espéculo". Revista de
      estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
      http://www.ucm.es/info/especulo/numero16/estetiz.html
    62. Adorno, Teoría Estética. Opus
      cit.
    63. Lyotard, Jean-Francois. "Lo inhumano. Charlas sobre
      el tiempo". Buenos Aires: Manantial, 1998. Citado por Carlos
      Fajardo Fajardo en ESTETIZACIÓN DE LA CULTURA
      ¿PÉRDIDA DEL SENTIMIENTO SUBLIME? 2000 en
      "Espéculo". Revista de estudios literarios. Universidad
      Complutense de Madrid http://www.ucm.es/info/especulo/numero16/estetiz.html
    64. Adorno, Teoría Estética. Opus
      cit.

     

    JORGE ROSAS
    GODOY

    UNIVERSIDAD DE CHILE.-

    Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de
    Postgrado.

    Doctorado en Literatura Chilena e
    Hispanoamericana.

    Curso de Estética

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