Actitudes de los docentes ante
el uso de las tecnologías educativas. Implicaciones
afectivas.
Indice
2. Desarrollo
3. Conclusiones
4.
Bibliografía
El conjunto de tecnologías que se concentran
alrededor de las computadoras
personales, de las tecnologías de la información y de la
comunicación, es sin duda la innovación que más ha influido en el
desarrollo de
la vida social de fines del siglo XX y comienzo del XXI. Esta
última centuria ha sido extraordinariamente rica en
avances técnicos y científicos, ha visto el
crecimiento pleno de otras tecnologías decisivas, como la
electricidad y
la electrónica, los medios
audiovisuales – en particular la
televisión – y ha culminado con la
implantación de estas nuevas
tecnologías (que ya no son tan nuevas), que han
revolucionado el uso y la manipulación de la información y se han constituido, a la vez,
en vehículos de comunicación. El desarrollo de
las tecnologías está teniendo una gran influencia
en el ámbito educativo, ya que constituyen una nueva
herramienta de trabajo que da acceso a una gran cantidad de
información y que acerca y agiliza la labor de personas e
instituciones
distantes entre si.
Cuando se habla del uso de las computadoras
en la
educación se argumenta y es inevitable discutir sobre
sus ventajas, inconvenientes y usos apropiados estas son
discusiones técnicas y
pedagógicas, pero detrás de ellas hay algo
más que argumentaciones racionales, detrás de ellas
hay también emociones.
Las computadoras son objetos que provocan emociones y
éstas ayudan a consolidar teorías
y argumentos que justifican la relación que las personas
establecen con estas máquinas.
Por este motivo, existen posiciones muy contrapuestas al
respecto. Al decir de O Sancho (1994),… las actitudes de
los docentes se sitúan entre dos polos de un
contínuo: entre la tecnofobia y la tecnofilia, es decir,
por un lado están las personas que rechazan el uso de las
máquinas y que incluso utilizándolas
sienten desagrado, puesto que prefieren trabajar sin ellas. En el
otro extremo se encuentran los que se sienten plenamente
incorporados al mundo de la tecnología, los que
siguen con entusiasmo su evolución e innovación, los que están al
día de los últimos productos, de
las últimas versiones y, sobre todo, los que están
convencidos de que la tecnología equivale a
evolución y progreso y son de la idea de
que si las escuelas estuvieran adecuadamente dotadas y los
profesores adecuadamente formados, los alumnos aprenderían
de forma mágica.
Hay quien piensa que el rechazo del profesor se debe
al desconocimiento, a la falta de seguridad en la
utilización de las máquinas. Pero también
existen opiniones que afirman que el grado de conocimiento
no tiene una influencia decisiva en este rechazo. Existen
personas a las que, simplemente, no les gusta utilizar
computadoras aunque sepan hacerlo. Cada colectivo docente
presenta sus propias particularidades en relación con las
computadoras y, por este motivo, las expectativas y emociones de
profesores, padres y alumnos difieren bastante entre sí.
De acuerdo con la actitud que
asuman todas ellas, sobre todo los profesores, la introducción de las tecnologías en
la educación
pueden sufrir un retraso o favorecerse. Por ello, dentro del tema
de las tecnologías en la educación se han
desarrollado investigaciones
dirigidas al estudio de las implicaciones afectivas del uso de
las tecnologías educativas y específicamente las
actitudes de
los docentes frente a las mismas.
De la tecnofobia a la tecnofilia.
Existen dos reacciones emocionales extremas ante la
utilización de la tecnología: la tecnofobia y la
tecnofilia. La tecnofobia es el rechazo de una persona al uso de
cualquier tecnología que, no habiéndola utilizado
en la infancia, haya
pasado a formar parte de su vida personal y
profesional. En este rechazo aparece a explícitamente la
idea de que la tecnología representa un peligro para
los valores
sociales que se persiguen. Pero, además, en la tecnofobia
se incluyen aspectos tales como la ansiedad sobre las formas
actuales o futuras de interacción con las computadoras u
otras tecnologías, las actitudes negativas globales hacia
ellas o hacia aspectos concretos como puede ser, por ejemplo, su
impacto social como generadora de desigualdades.
A lo largo de la historia, la tecnofobia ha
aparecido cada vez que se ha incorporado a la vida social un
nuevo aparato. Este hecho se hizo patente cuando se
generalizó el uso de la imprenta y, se ha ido repitiendo
con la aparición de la radio, la
televisión, el cine y el
video, la
calculadora, por ejemplo. Las computadoras no han sido una
excepción y, concretamente en el ámbito educativo,
han generado posiciones muy contrarias a su empleo.
En la Escuela
Internacional de Educación
Física y Deporte en el año 2003 se
realizó una encuesta
relacionada con las razones por las cuales "algunos" docentes
odiaban a la computadora
y plantearon opiniones como las siguientes:
- No hace lo que yo quiero.
- Se bloquean cuando más la
necesito. - Adquieren virus con
facilidad. - Se rompe cuando realmente más lo
necesito. - Tener que depender de los administradores para
instalar programas. - Las personas que tienen posibilidades reales de
emplear una computadora
en mucha de las ocasiones la utilizan para jugar. - El tiempo que hay
que dedicar para dominar los programas. - La incapacidad de no saber utilizarlas.
- La dependencia que nos crea.
En el extremo contrario se encuentran los
tecnófilos, siempre dispuestos a utilizar lo último
en tecnología y que ven en los más recientes
avances y logros de la computación el remedio de todos los
problemas
educativos. En la literatura pedagógica
sobre el uso de la computadora
en la educación es muy frecuente encontrar
opiniones, libros,
artículos e investigaciones.
El entusiasmo por lo último y la asociación de la
tecnología con el progreso y la renovación es algo
habitual entre los investigadores y centros educativos de
países desarrollados y en vías de desarrollo y se
reproduce invariablemente con el último tipo de producto
lanzado al mercado.
Así, la enseñanza asistida por computadoras era
fantástica para la individualización del aprendizaje,
puesto que podía adaptarse al ritmo de cada alumno;
el lenguaje
LOGO cambiaría la dinámica escolar hacia un aprendizaje
más activo; los programas hipertextuales se acercan
más a la forma de pensamiento
humano; las redes de comunicación proporcionan innumerables
vías para el entendimiento entre los pueblos, la
aparición de Internet supondría la
sustitución de las escuelas y los profesores,
etcétera. Se trata, en definitiva, de una visión
optimista y un tanto superficial de la innovación
educativa y los cambios sociales.
Las actitudes del profesorado frente a la
tecnología.
Las actitudes del profesorado ante la introducción de la computación en la enseñanza tienen mucho que ver con las
creencias sobre los beneficios educativos de estos medios y,
sobre todo, con la propia autoestima. En
la mayoría de las investigaciones que se han realizado
sobre este aspecto se citan como causas generadoras de las
actitudes negativas de resistencia al
cambio, el hecho de que no haya evidencias sobre la
efectividad real del uso de las computadoras en el aprendizaje,
el escaso conocimiento
del hardware y el
software y la
falta de tiempo y de
medios.
Las mismas investigaciones destacan que la
formación y el reciclaje es uno
de los aspectos imprescindibles para lograr el cambio de las
actitudes entre los docentes con respecto a las computadoras. Si
los docentes no están lo suficientemente formados, se
sienten inseguros y adoptan una actitud
generalmente negativa. En este sentido, está demostrado
que las actitudes mejoran después de un período de
entrenamiento.
Por lo que se infiere que la falta de experiencia produce
tecnofobia.
Sin embargo, otras investigaciones, como las realizadas
por L. Rosen y M. Weil en la década de 1990, publicadas en
Computer in Human Behavior, muestran que la experiencia no
elimina el rechazo al uso de la computadora y
relacionan este aspecto con la ansiedad y el grado de
frustración personal.
Estos mismos autores, en un estudio realizado con
más de 2000 profesores de 54 centros escolares de
California, observaron:
- que la mayor proporción de docentes contrarios
al uso de la tecnología se daban entre los profesores de
enseñanza primaria (52%), seguido por los de secundaria
(45%). - que el grado de tecnofobia era mayor entre los
profesores de humanidades (45%) que entre los de ciencias
(35%). - que a la mayor parte de los profesores les creaban
ansiedad los problemas
técnicos, la selección del tipo de software y los
cambios rápidos en los programas. Algunos, incluso,
manifestaban sentirse victimas de las computadoras. - que no existían diferencias significativas en
cuanto a las edades o al sexo de los
docentes con tecnofobia, pero la mayoría de ellos usaban
un poco la computadora. Aunque muchos se habían visto
obligados a realizar cursos de
computación, sus actitudes no habían mejorado
después de la formación. Esta conclusión
rompió con la creencia de que los profesores al pasar
cursos de
computación se interesaban y mejoraban sus actitudes
frente a las computadoras.
En resumen, si nos preguntáramos:
¿Cuáles son los aspectos más
problemáticos relacionados con el uso de las
tecnologías por parte de los docentes?
Pues, los aspectos más problemáticos en
relación con el uso de la tecnología por parte del
profesorado que se han manifestado a través de las
investigaciones realizadas y la literatura al respecto
podrían resumirse en:
- La resistencia al
cambio - Las deficiencias de formación en cuanto al uso
de las tecnologías. - La autoestima y
el grado de frustración. - La visión de la computadora como sustituto del
profesor.
Analicemos las mismas:
1. La resistencia al
cambio
En ocasiones, cuando se habla de la capacidad que tiene el
docente de cualquiera de los niveles para actualizarse, suele
darse una imagen bastante
negativa. Parece como si los docentes acogieran con especial
resistencia cualquier cambio, ya sea
organizativo o metodológico.
En este sentido resulta fundamental tener presente que
la profesión docente es una profesión
pública. Los maestros y profesores se enfrentan a diario
con personas a las que tienen que formar, enseñar y
educar. Además, deben dar cuenta de ello no sólo a
los propios interesados, sino también a sus familias.
Mientras tanto, se encuentran con que todo el mundo parece tener
la capacidad para saber y comentar si la profesión se
ejerce con acierto o si debiera hacerse de otra forma. En
definitiva, es una profesión sometida a un constante
feedback sobre las propias actuaciones. Las constantes opiniones
que se reciben no revierten en cambios profesionales; sino en la
propia autoimagen y autoestima que se deriva de la capacidad para
responder a las exigencias y expectativas suscitadas.
A veces, en lugar de decir que muchas innovaciones
educacionales no han llegado a fraguar de forma generalizada, se
habla de resistencia al
cambio. Cuando el tiempo que pasa entre una reforma educativa
y su consolidación es largo, también se habla de
resistencia al cambio. No obstante, es muy importante que cuando
se opina sobre el colectivo docente no se está hablando de
una empresa
con un número reducido de trabajadores a los que se les
puede decir que máquina utilizar y como hacerlo a partir
de determinado momento. Cualquier trabajador ejerce una
pequeña resistencia al cambio sino están claros los
medios, las razones y las finalidades y si, desde luego, no
domina con la seguridad
suficiente la nueva tarea.
En resumen, consideramos que la resistencia al cambio no
es el principal componente de una actitud negativa hacia el uso
escolar de la computación sino, sobre todo, la falta de
recursos para
llevar a cabo los cambios que supone y la insuficiente
formación del profesorado en ejercicio.
2. Las deficiencias de
formación en cuanto al uso de las
tecnologías
Se dice que las computadoras son cada vez más
fáciles de utilizar, que los programas son cada vez
más sencillos, que ya no es necesario memorizar largas
instrucciones para utilizar un Sistema
Operativo, que la computación está al alcance
de todos, que con la computadora todo es posible, que con la
computadora el estudiante desarrolla determinadas habilidades.
etc. Se dice todo esto y más, pero no es del todo cierto.
Comparativamente, el software actual resulta más manejable
que el de décadas anteriores y un sistema basado en
menús como los que se usan en la actualidad es mucho
más comprensible y fácil de manejar que uno basado
en órdenes escritas en inglés.
Pero, al mismo tiempo, los programas permiten ejecutar cada vez
más acciones, los
tipos de aplicaciones crecen día a día y los
sistemas de
información y comunicación se amplían.
La técnica es cada vez más compleja y resulta
necesario tener conocimientos y tiempo para saber utilizarla. En
este sentido, uno de los problemas más importantes es que
la formación requiere, por un lado, que se aseguren unas
mínimas destrezas técnicas
para dominar la herramienta y, por otro, que esta
formación se complemente con la vertiente didáctica, es decir, que se disponga de las
orientaciones suficientes para organizar las actividades de
acuerdo con los diferentes niveles y con el tiempo que se
necesita para ejecutarlas, entre otras cuestiones.
La formación dada al profesorado en este aspecto
ha sido a menudo muy técnica y poco adaptada a la realidad
de la escuela o centro
educativo. Por este motivo, la tendencia actual en la
mayoría de los países es organizar la
formación a pedido, es decir, a partir de las necesidades
reales de los centros educativos.
Se trata de dar una especie de formación "a la
medida o a la carta", a
partir de las necesidades reales de formación del
profesorado. Hay que resaltar, no obstante, que la base inicial
para el reciclaje docente
en las tecnologías de la información y las comunicaciones
han ido en aumento, ya que en la actualidad la mayoría de
los futuros profesores en muchos países reciben una
formación inicial en las universidades.
3. La autoestima y el grado de
frustración
Existe una diferencia generacional importante entre los alumnos y
los profesores que quizá se hace más patente
respecto al tema de las tecnologías. Mientras que los
docentes deben adaptarse al uso de las máquinas como algo
nuevo, inexistente hasta ahora, los alumnos crecen utilizando
videos, grabadoras, juego
electrónicos, calculadoras y computadoras. Las
máquinas forman parte de su vida, lo que hace que las
dominen mucho más rápidamente que los mayores. Esta
situación crea problemas al profesorado. Se trata de un
tema muy delicado porque, aunque el papel del
educador haya ido cambiando hacia una pedagogía más activa en la que su
función
es más la de gestionar y facilitar los procesos de
aprendizaje que la de transmitir conocimientos, la realidad es
que no es fácil iniciar una actividad en la que, en un
momento dado, algunos alumnos pueden superar las destrezas del
profesor.
El cambio del rol del docente no es sólo una
cuestión teórica a aplicar en la práctica,
es también una cuestión emocional, ya que la
necesidad de aprender a la vez que los alumnos, deja al
descubierto mucho más de uno mismo que cuando se transmite
un conocimiento previamente organizado. Pero además, los
profesores no aceptan con facilidad que la posesión de
conocimientos es cada vez más compartida y sienten temor
de perder autoridad y
verse superados por los alumnos.
Las máquinas y los programas fallan, a veces
aparecen errores que el maestro o el profesor es incapaz de
detectar, y entonces hay que detener la actividad, ponerse a
pensar y probar diferentes hipótesis para solventar el problema, y
esto, a veces, no se consigue. Tener que improvisar e introducir
cambios puede ser la causa de muchas frustraciones y,
lógicamente, esta situación puede ser vivida de
formas muy diferentes según la
personalidad del docente o las circunstancias en que se
encuentre y en ocasiones es el propio estudiante el que da la
solución.
4. La computación como
sustituto del profesor
El tema de la posible sustitución del docente por la
computadora ha sido objeto de discusiones durante años y
ha suscitado reacciones emocionales de gran intensidad. La
mayoría de los maestros o profesores en el ámbito
educativo han esgrimido toda clase de razonamientos para defender
su papel como
educador al participar en esta gran polémica.
Sin embargo, el tema así expuesto está
correctamente planteado. En primer lugar, cabe diferenciar las
tareas puramente instructivas de las formativas y
educativas.
En tareas puramente instructivas, la computadora tiene y
tendrá un papel importante. Para estudiar se precisan
materiales, no
sólo personas que ayuden, orienten o transmitan
información. Los programas de computación cada vez
resultan más interesantes en este terreno. El uso de
redes de
computación, por ejemplo, facilita la enseñanza no
presencial, pero hablar de la sustitución de los
profesores por las computadoras o las redes de
comunicación supondría un cambio organizativo o
estructural que desembocaría en la desaparición de
la escuela, situación esta que no
ocurrirá.
La desaparición de una institución que en
este momento cumple una función no
solo instructiva, sino también formativa, parece
difícil por el simple hecho de que existan programas
educativos de computación. Por este motivo, aunque la
reacción de desconfianza de los profesores frente a las
máquinas sea comprensible, debe ser relativizada, es
decir, si bien la computadora puede sustituir la figura del
profesor cuando se trata de que el alumno desarrolle tareas
puramente instructivas, esta suplantación no es posible en
lo que respecta a la función formativa, de
mediación, que solamente puede llevar a cabo el maestro o
profesor, siendo su presencia en este caso imprescindible,
además de tener en cuenta que todo proceso de
enseñanza – aprendizaje constituye un proceso
dirigido.
Otro aspecto que conviene mencionar es que este tipo de
reacción viene acompañada a menudo de criterios que
pretenden ser humanista. Estos criterios contraponen el uso de
las computadoras a la enseñanza personalizada y cooperativa, a
la socialización. El hecho de utilizar
computadoras implica, según esta perspectiva, un
aislamiento, falta de solidaridad,
falta de emotividad y, en definitiva, parece que con su
utilización las personas entran en un proceso de
deshumanización. Recordemos todas las reacciones de los
maestros de la enseñanza primaria con la aparición
y proliferación de las calculadoras.
Contemplar objetos como los libros, la
calculadora, el material audiovisual o las computadoras como
enemigos es simplemente derivar la responsabilidad hacia objetos inanimados que,
evidentemente, no pueden tenerla. Queda claro que la clave para
el éxito
no son las tecnologías en sí mismo, sino su uso
adecuado, es decir, saber integrarla adecuadamente a la
educación de las nuevas generaciones acorde con los nuevos
cambios y con la época en que se vive. Ya José
Martí, nuestro héroe Nacional, se pronunció
al respecto:
"Educar es depositar en cada hombre toda la
obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen
del mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a
nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo
debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es
preparar al hombre para la vida"
La utilización de las tecnologías de la
información y las comunicaciones
no es una moda pasajera;
es un paso lógico impuesto por las
ventajas que ofrecen. No ser capaz de aprovechar los recursos
informáticos en el proceso docente educativo
limitaría mucho el desempeño del profesional de esta
época.
Los recursos informáticos no vienen a sustituir
ningún otro medio, sino a complementar y ampliar las
posibilidades del educador.
La educación abierta y a distancia, la
enseñanza a través de redes de comunicación
o los campus virtuales irá imponiéndose y
transformarán, sin lugar a dudas, las formas de
enseñanza-aprendizaje. La figura y el papel de los
profesores, educadores y formadores, más que desaparecer,
están expuestas a cambios importantes que afectarán
a las funciones que
actualmente desempeñan.
El mundo de la educación no puede ignorar la
realidad tecnológica de hoy ni como objeto de estudio ni
mucho menos, como instrumento del qué valerse para formar
a los ciudadanos que ya se organizan en esta sociedad a
través de entornos virtuales.
Por ende, la figura y papel de los docentes como
educadores, más que desaparecer está expuesta a
cambios importantes que afectarán a las funciones que
actualmente desempeñan. Al decir de Jesús Salinas
(2001): si la llegada de las tecnologías de la
información y la
comunicación va a afectar las formas de
enseñanza, entonces el rol del profesor se verá
afectado.
- Andel, J. (1997): Tendencias en educación en
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[www.ulb.es/depart/gte/revelec7.html] - Martínez, F. (1999): ¿A dónde
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[www.ulb.es/depart/gte/revelec7.html] - Salinas, J. (1999): Rol del profesorado universitario
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[http://www.ulb.es/depart/gte/ambientes.html]
Autor:
Lic. Pedro Calderón Fornaris.
MsC. Nereyda Piñeiro Suárez