Articulación Sacroilíaca
y sus trastornos
La articulación entre el hueso sacro y los dos
huesos
ilíacos se conoce con el nombre de Articulación
Sacroilíaca, que supone la unión de la pelvis con
la columna vertebral. Está rodeada por ligamentos muy
potentes que pueden lesionarse después de sufrir
traumatismos graves.
Los trastornos más frecuentes son los episodios
inflamatorios denominados sacroileítis que puede deberse a
infecciones (brucelosis) o aparecer en el curso de otras enfermedades
sistemáticas (espondilitis anquilosante). También
se producen luxaciones y subluxaciones por golpes o traumatismos
muy graves, como los debidos a accidentes con
motos o caídas de gran altura, acompañadas en
ocasiones de fracturas de otros huesos de la
pelvis y cadera.
La espondilitis
anquilosante es una afección inflamatoria progresiva de la
columna vertebral de origen desconocido, que causa rigidez en la
espalda y a veces en las principales articulaciones de
los miembros. Suele aparecer en personas jóvenes, entre
los 16 y los 25 años. Se inicia en las articulaciones
sacroilíacas, en la base de la columna, y suele progresar
hacia arriba, afectando en ocasiones también a las
caderas, los hombros o el cuello. En muchos casos, la deformidad
de la espalda se mantiene una vez que la enfermedad ha dejado de
progresar.
Los primeros síntomas son dolor en la parte baja
de la espalda y rigidez creciente; posteriormente, el dolor se
extiende hacia arriba, lo que puede reducir los movimientos del
pecho. Es frecuente que el dolor se extienda también hacia
abajo, a una o a ambas piernas. A veces las rodillas o las
caderas también resultan afectadas.
Aunque la causa de la enfermedad sigue sin ser
identificada, se cree que existe una predisposición
genética a
contraer la enfermedad. La incidencia es mayor en poblaciones
portadoras del antígeno leucocitario humano HLA-B27, que
está presente casi en un 90% de los casos. Ese
antígeno se encuentra en la superficie de los
glóbulos blancos o leucocitos y pertenece a una serie de
antígenos heredados de los padres. Está asociado
con la susceptibilidad a ciertas enfermedades, como algunas
autoinmunes.
Esta afección suele dejar de progresar al cabo de
10 o 15 años, dejando tras de sí diversos niveles
de rigidez permanente, debida al crecimiento óseo
(osificación) o a la fusión de
las articulaciones, que pueden causar deformidad en la espalda.
El progreso de la enfermedad puede controlarse mediante
anti-inflamatorios, rehabilitación intensiva y
radioterapia, aunque ese último recurso conlleva un
riesgo de
leucemia. En casos de deformidad grave en la espalda, se pueden
realizar intervenciones para eliminar parte del hueso y
así mejorar la postura y aliviar los
síntomas.
La Brucelosis,
también denominada fiebre ondulante, es una enfermedad
infecciosa causada por varias especies de bacterias del
género
Brucella, transmitida a los seres humanos por animales como las
vacas, cerdos y cabras. La enfermedad se adquiere por contacto
con animales
infectados o al ingerir su leche. Puede
presentarse en forma aguda o crónica. La forma aguda se
caracteriza por debilidad, escalofríos, fiebre nocturna
elevada, y con frecuencia produce alteraciones del sistema nervioso
central, dolores articulares y aborto
espontáneo. Mientras que la brucelosis crónica es
difícil de diagnosticar, porque los síntomas son
imprecisos y muy variables. Sin
embargo, en casi todos los casos aparece fiebre remitente y
alteraciones del sistema nervioso
central.
Sacroileítis es la inflamación de la
articulación sacroilíaca. Esta enfermedad se puede
manifestar de diferentes maneras. En general, el paciente padece
repentinos ataques de fiebre, pérdida de peso, dolores y
una disminución en la extensión de los
movimientos.
Las condiciones que causan sacroileítis pueden
ser lesiones, el embarazo,
infecciones de la piel,
osteomielitis, infección del sistema urinario,
endocarditis o consumo de
drogas.
En los examenes médicos, esta enfermedad suele
ser confundida con apendicitis, hernia de disco, ciática,
pielonefritis, un absceso de psoas. La sacroíleítis
en estado
semiagudo es difícil de diagnosticar y el retraso en el
diagnóstico y tratamiento adecuado pueden
conducir a un aumento en la destrucción de la
articulación, una potencial ruptura y formación de
abscesos.
Para un diagnóstico exacto y rápido de la
enfermedad es esencial análisis de laboratorio
clínicos y físicos. En muchos casos a través
de un análisis de sangre se
diagnostica la dolencia. La excepción a esta regla son las
personas que consumen drogas
intravenosas ya que generalmente se automedican con
antibióticos que alteran el resultado de los
análisis. Muchas veces se requiere de una biopsia y un
cultivo para establecer el diagnosis e identificar el agente
infeccioso.
La Terapia física se concentra
en el control del dolor
durante la etapa aguda. Modalidades tales como ultrasonido,
calor
superficial o profundo y tratamientos superficiales con
frío reducen el dolor. También se aconsejan los
masajes en la zona dolorida, los cuales deben repetirse al menos
tres veces por semana.
- Problemas Médicos de la Terapia
Física
Los pacientes con infecciones en la articulación
pueden presentar dificultades ante la terapia física e incrementar
el nivel de sus dolores.
- Intervención Quirúrgica
Las intervenciones quirúrgicas sólo se
llevan a cabo en paciente son un recalcitrante e insoportable
dolor. Tales cirugías se han realizado en pocos casos con
escasos resultados potencialmente favorables.
- Ejercicio Físico
La realización de ejercicios físicos debe
evitarse hasta que el médico prescriba lo contrario. Si
bien el paciente debe guardar reposo y evitar estiramientos y
lesiones de la articulación, puede realizar ejercicios de
rehabilitación a cargo de un quinesiólogo o bien
practicar natación,
bajo la supervisión de un profesional especializado
en el tema.
- Medicamentos
Para calmar los dolores, principalmente durante la noche
cuando estos se vuelven insoportables, se recetan
anti-inflamatorios (Diclofenac).
- Inyecciones o Infiltraciones
Para los dolores, se realizan infiltraciones con
seguimiento fluoroscópico, que están constituidas
por una mezcla de analgésicos y esteroides. En cambio, una
infiltración a ciegas calma temporalmente el dolor ya que
la aguja raramente penetra la articulación.
Las complicaciones surgen al pasar por alto el dolor,
provocando un daño irremediable en la articulación,
que en el futuro provoca graves problemas como
una fractura completa de la misma.
Otras complicaciones aparecen en deportistas quienes
no se han recuperado totalmente. La falta de equilibrio o
desproporción muscular puede persistir
exponiéndolos al riesgo de volver
a lesionarse, de lesionar otra estructura o
bien que el dolor se vuelva crónico. Asimismo permanecer
inactivos durante mucho tiempo los
conduce a un deterioro general del organismo.
Por estas razones, es necesario identificar la
afección rápido, para una pronta
rehabilitación y, de este modo, reducir los riesgos de sufrir
complicaciones.
- Clarín;
"Enciclopedia Clarin". Visor, 1999, Argentina. - Microsoft; "Enciclopedia
Encarta". 2001, EE.UU - www.emedicine.com
- www.back.com
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