- Antecedentes
- La revolución
demográfica - Revolución
Agrícola - Del Mercantilismo al
Liberalismo económico - Los avances
tecnológicos - La máquina de
vapor - La industria del
algodón - El capital
- Industria
siderúrgica - La era del
raíl - De la artesanía al
sistema de fábricas - Efectos
- Los efectos sociales de l
a Revolución Industrial - La expansión del
proceso de industrialización - Los obreros de la naciente
industria - Conclusiones
- Opinión
- Bibliografía
La Revolución
Industrial es el proceso de
evolución que conduce a una sociedad desde
una economía
agrícola tradicional hasta otra caracterizada por procesos de
producción mecanizados para fabricar
bienes a gran
escala. Este
proceso se
produce en distintas épocas dependiendo de cada
país.
En la segunda mitad del siglo XVIII, en Inglaterra, se
detecta una transformación profunda en los sistemas de
trabajo y de la estructura de
la sociedad. Es el
resultado de un crecimiento y de unos cambios que se han venido
produciendo durante los últimos cien años; no es
una revolución repentina, sino lenta e
imparable. Se pasa del viejo mundo rural al de las ciudades, del
trabajo manual al de la
máquina. Los campesinos abandonan los campos y se
trasladan a las ciudades; surge una nueva clase de
profesionales.
El concepto
"revolución
industrial" abarca dos fases: la primera Revolución
(siglo XVIII y XIX) y su inevitable continuación, la
Segunda Revolución Industrial (siglos XIX y parte del
XX).
Los cambios que esta Primera Revolución
industrial produce son de carácter
irreversible, y alteran definitivamente las estructuras
sociales y económicas previas.
REVOLUCIÓN
INDUSTRIAL
El país donde, por primera vez se produce esta
acumulación de cambios, es en Inglaterra a
finales del siglo XVIII; los niveles de producción y progreso alcanzados por este
país serán pronto imitados por el resto de
potencias europeas, pero la incorrecta o incompleta
combinación de los factores no les permitirá
alcanzar las cotas inglesas. Por lo que hablar de factores de la
revolución industrial es hablar del caso inglés.
La vida social y las actividades económicas
sufrieron cambios significativos por la aplicación de los
progresos de la ciencia y
la técnica en la industria.
Esta revolución viene a ser un proceso de
cambio
constante y crecimiento continuo donde intervienen varios
factores: las invenciones técnicas (
tecnología) y descubrimientos
teóricos, capitales y transformaciones sociales ( economía),
revolución de la agricultura y
al ascenso de la demografía. Estos factores se combinan y
potencian entre sí, no se puede decir que exista uno que
sea desencadenante.
Los medios de
comunicación, los transportes y la metalurgia
también mostraron grandes avances como consecuencia de
esta revolución
Antecedentes
Algunos de los antecedentes de esta Revolución
Industrial fueron:
- Crecimiento de la población
- Revolución agraria
- Tecnología, máquina de hilar,
máquina de vapor - Capital
- Liberalismo económico
El aumento de los censos supuso el estímulo
indispensable para la industrialización, porque sin
demanda
(mercado)
suficiente no se hubiera producido la fabricación en
serie. El aumento de la población se debió a varios motivos:
reducción de la tasa de mortalidad, debida, no a
aparición de vacunas ni de
mejores medicamentos principalmente, sino a los avances en la
higiene, como
el empleo del
jabón, el tratamiento de los abastecimientos de agua o los
modernos sistemas de
alcantarillado); este aumento de la población habría sido más
acusado de no ser por algunos frenos poderosos: mortalidad
infantil elevada ( sólo en los países que iban
retrasados respecto a la revolución, que sufrían
plagas de óbitos menores de 5 años); últimas
hambrunas y epidemias. A pesar de estos frenos el potencial de
crecimiento era indudable. Tanto, que alteró la hasta
entonces existente relación población-trabajo en el
campo, por lo que mucha mano de obra no pudo acceder al empleo en sus
lugares de residencia (el campo está en fase de
transformación y emplea menos mano de obra que
anteriormente) y se vio forzada a la migración
hacia las ciudades, donde las demandas de obreros y las
posibilidades de mejora las atraían. El trasvase de mano
de obra del campo a las ciudades ha de combinarse con las
migraciones intercontinentales.
En Inglaterra el crecimiento poblacional fue
espectacular durante el XVIII. (de 5,000,000 de habitantes a
10,000,000 en un siglo)
En cuatro pueden resumirse las aportaciones de la
agricultura a
la revolución: alimentos,
mercado, capital y
hombres. La denominada revolución agraria fue un
fenómeno de progreso técnico: irrigación,
rotación de cultivos, abonos, maquinaria. El aumento de la
producción, especialmente del maíz,
permitió el abastecimiento de las grandes urbes; el
crecimiento fantástico de Londres requería
comida.
Los cambios empezaron por el tipo de tenencia de
la tierra: de
los viejos y tradicionales openfields (tierras no
cercadas, muchas veces de propiedad
comunal no muy bien reglada, y con una producción
destinada al abastecimiento de las necesidades de sus
cultivadores o propietarios) se pasará al
enclousure (campos cercados que establecen la propiedad
privada demostrada legalmente y que destina su producción
al comercio).
Este cambio en el
sistema de
tenencia provocó:
- los campos destinados a la ganadería desaparecen (ganadería pasa a estabulada)
- Los sistemas de rotación y los cultivo
cambian. Se produce un excedente de mano de obra al contratarse
más por menos dinero ya
que realiza más trabajo (mecanización), lo que
abarata su precio y
provoca el éxodo demográfico.
En segundo lugar la fuerza
económica de los propietarios generó una capacidad
de compra en las regiones rurales, configurando un voraz mercado
interior, en una época en la que el mercado exterior
resultaba inseguro,. Sin mercado no habría habido
producción, pero tampoco hay producción sino hay
capitales. Ahí entra de nuevo la agricultura al haber
demanda, hay
superávit y ese superávit se reinvierte en el campo
en forma de mejoras técnicas
para la propia agricultura, lo cual abarata más aún
la producción de alimentos.
Una de las consecuencias en Inglaterra de estos cambios
es la creación de un mercado interno al que abastecer y la
desaparición de la dependencia de importaciones
agrícolas del extranjero. Las grandes innovaciones
técnicas que el capital
permite son máquinas
de sembrar, nuevos tipos de arado, bombas de
drenaje, cosechadoras mecánicas. A su vez, la nueva
coyuntura impone nuevos y más especializados cultivos con
destino a las industrias.
Del Mercantilismo
al Liberalismo
económico
Desde los últimos años del siglo XVI se
produjeron en Europa
importantes cambios en la esfera económica: el comercio
internacional, que hasta ese momento había estado
controlado por España,
Portugal y las ciudades de la península itálica, se
desplazó hacia el norte de Europa.
En esos años surgió el mercantilismo,
doctrina mercantilista o capitalismo
mercantil; logró consolidarse en el siglo siguiente
gracias a la alianza entre las monarquías absolutas y los
comerciantes emprendedores, y continuó vigente durante
parte del siglo XVIII.
El mercantilismo defendió la intervención
del Estado en la
economía, y proclamó que la riqueza y el poder de los
países se miden de acuerdo con el oro y la plata que
éstos posean.
A fines del siglo XVII, en Francia e
Inglaterra comenzaron a aparecer severas críticas contra
el mercantilismo. En Francia
surgió la doctrina económica conocida como
fisiocracia.
Debe entenderse como liberalismo
económico a las ideas propuestas tanto en Francia como en
Inglaterra, tendientes a sacudirse la intervención del
Estado en la vida económica del país y dejar en
plena libertad las
acciones
económicas, para que la riqueza se mantuviera en cada
Estado, desde luego en beneficio de los sectores que controlaban
el comercio, la
industria y la
banca.
En Inglaterra se puede considerar como precursor del
liberalismo económico a David Hume, quien en su obra
Discursos políticos establecía que el mejor
camino para fortalecer la riqueza de las naciones era suprimir
los frenos de cualquier tipo que pudieran detenerla; era
partidario de incrementar la exportación de productos
nacionales y de restringir la importación de artículos
extranjeros.
El más notable defensor del liberalismo
económico fue sin duda Adam Smith,
quien fundamentó ampliamente esa teoría
en su obra La riqueza de las naciones. Aunque
aceptó muchas ideas de los fisiócratas franceses,
entre ellas, la de la libertad
personal, la
ley natural y
la desaparición del Estado como medio regulador,
difería de los fisiócratas en relación con
la importancia de la agricultura en la economía nacional,
pues afirmaba que en la industria y en el comercio se
fundamentaría la riqueza de las naciones. Sostenía
que el gobierno
debía evitar cualquier limitación en el comercio o
industria particular. Finalmente aseguró que la riqueza de
las naciones dependía de la mercancía producida, de
la fuerza de
trabajo necesaria para elaborarla.
La creciente actividad del sector industrial crea una
demanda de avances
tecnológicos sin los cuales no se podría haber
hecho frente al crecimiento. Los avances iniciales en labores
agrícolas han de ser vistos desde esta perspectiva de
demanda, lo que a su vez, al generar un desarrollo del
sector puntero industrial (textil) genera nueva demanda de
avances. La necesidad de producir más y más
rápido genera una búsqueda de soluciones a
problemas
cotidianos que, a su vez, generan otras respuestas
paralelas.
Los sectores más punteros del desarrollo
industrial inglés
son, sin duda alguna, el textil y el
metalúrgico.
El empleo de la energía producida por las
calderas de
vapor para mover las máquinas
tejedoras y de hilar marcó el comienzo del extraordinario
incremento de la producción y, al mismo tiempo, de la
Revolución Industrial.
La máquina de vapor producía una corriente
de vapor que permitía mover una rueda durante largo
tiempo. Al
principio esta máquina se utilizó en la industria
textil y en las minas; más tarde se aprovechó
también para el desplazamiento de algunos medios de
transporte,
como las locomotoras y las embarcaciones. La
transformación industrial fue posible, en gran parte,
gracias al uso de dos nuevas fuentes de
energía: el vapor y el carbón mineral.
La utilización del vapor se dio gracias al
invento de la máquina de vapor, la cual fue perfeccionada
en 1769 por el inglés James Watt.
Funcionamiento de la máquina de
vapor
El primer paso en la transformación del sector
textil inglés fue el cambio de materia prima:
de la lana al algodón; los motivos son fáciles de
entender: una exportación de este producto a
Europa era impensable dada su abundancia, además, los
primeros intentos de acelerar las labores y de mecanizar el
proceso de hilado y tejido de lana demostraron la ineptitud de
este material para este proceso; la abundancia de algodón
en las colonias y lo fácil de traerlo de fuera (unido al
hecho de que nadie podía producirlo como tejido a la
velocidad que
las máquinas inglesas lo hacían) le supuso hacerse
con un producto sin
competencia; la
tecnificación al que se sometió el proceso de
hilado y tejido demostró que se podía acelerar el
proceso, fabricando más en menos tiempo y abasteciendo la
demanda del sector comercial.
Máquina de hilar Jenny, inventada
por
James Hargreaves en 1764
Los primeros procesos
mecánicos a que se vio sometida la fabricación de
textiles consistieron en la aplicación de energía
no humana: norias movidas por agua,
máquina de vapor, todas ellas imprimían un ritmo a
la actividad para el cual la lana era inútil; el cambio
por el algodón era inminente. La posterior introducción de una novedad en cualquiera
de los dos procesos (hilado – tejido) imprimía la
necesidad de otro cambio similar en el otro proceso (el acelerar
el tejer hizo preciso producir hilo a mayor velocidad que
a su vez dotaba de mayor materia para
el hilado) Sumemos todos estos avances y observamos cómo
la productividad
se ha multiplicado, cómo los precios se han
abaratado y crecido la oferta de
productos;
solo parece haber un punto negro: la mecanización
está dejando sin trabajo a parte de la mano de obra que se
ha trasladado desde el campo (con lo cual, al haber mayor
oferta de mano
de obra, caen los salarios que se
pagan a los trabajadores); pero la demanda exterior se
podía cubrir.
A fines del XVII había nacido el Banco de Londres
y, a su sombra, multitud de pequeños bancos de
actividad local y regional.
Las ganancias que el campo estaba produciendo con la
comercialización de sus productos (de
consumo e
industriales) podría no haberse reinvertido y paralizar
así todo el proceso de la revolución industrial,
pero la aparición de una activa Banca reorienta
estos capitales hacia la industria (lo que genera beneficios que
a su vez son redistribuidos por la Banca hacia el comercio). La
coyuntura es de abundancia de capitales, por lo que no es
difícil conseguir capital para invertir. El mantenimiento
del mercado hará necesaria una especial atención al comercio: las relaciones
internacionales de Inglaterra en este momento permiten una
navegación tranquila ( consecuencia del Tratado de
Utrech), por lo que el comercio exterior
inglés crece vertiginosamente hasta 1780; hasta 1750 se
había venido centrando en exportar cereales y tejidos de lana,
pero la reconversión de la actividad económica va a
permitir a Inglaterra exportar tejidos de
algodón (únicos en Europa) e importar
cereales.
El segundo gran sector de crecimiento lo constituyen la
hulla y el hierro. Desde
los primeros años del siglo XVII comienza a escasear la
madera,
preocupados deciden encontrar otro combustible, buscan y buscan
hasta que Darby consigue producir acero utilizando
carbón como combustible. Otro de los grandes avances
consistió en utilizar la máquina de vapor para
inyectar aire al fuego,
aumentando la temperatura de
la combustión y permitiendo mayor temperatura en
menor tiempo con menor combustible.
Así pues el carbón se impone, los centros
industriales empiezan a establecerse en las cercanías
minas. Por otra parte, los aperos de labranza, las
máquinas de todos lo tipos, los raíles de las
vías férreas… se construyen con hierro. Nace
así la industria siderúrgica, convirtiéndose
el hierro el material imprescindible. Así se dan
constantes innovaciones técnicas, siendo un gran progreso
la aplicación de la máquina de vapor. El desarrollo
de este sector cubrió las demandas que la naciente
industria textil efectuaba.
Los índices de producción de hierro
fundido y acero
señalan la jerarquía de las potencias industriales:
la supremacía de Inglaterra, debido a los nuevos procedimientos,
ya no importaba minerales.
El ritmo al que el consumo
crecía incrementó los ritmos de extracción,
posibilitados, a su vez, por los nuevos avances.
En las fases previas a la gran eclosión de la
revolución industrial, observamos avances en los medios de
transporte y
facilidades para el comercio, abolición de aduanas
interiores, canales fluviales, exclusas, carreteras de peaje
construidas por las industrias pero
sin duda alguna, y de manera emblemática, con una nueva
fuente de energía la máquina de vapor, que
pese a que se utilizó en la industria textil y en la
siderúrgica, tuvo su mayor transcendencia e importancia en
el transporte. Influyó en los barcos aunque donde
más se dejó notar fue en el ferrocarril, en cuya
expansión vemos tres motivos:
- Técnica, la construcción de la primera locomotora
significa una gran conquista de la ingeniería. En 1813 se efectúa
algunos experimentos
para transmitir la fuerza del vapor ( consiguiendo mover cargas
8 kms) 10 años después Stephenson aumenta la
potencia.
Así en 1825 circuló el primer tren minero y en
1830 el primer tren de pasajeros - Financiera, los grandes beneficios obtenidos del
algodón y en la agricultura presionaban en el mercado en
busca de inversiones.
Los experimentos de
Stephenson canalizaron el dinero
hacia la construcción de vías
férreas. En 20 años se construye una red completa,
obteniendo beneficios e incrementando sus capitales.
Además el ferrocarril permitió obtener mayores
ganancias en la agricultura ya que motivó la
especialización de las regiones. - Industrial, la industria siderúrgica
encontró su posibilidad de expansión. El consumo
de hierro y acero aumentó debido a las necesidades del
ferrocarril. Hacia 1850 la siderurgia inglesa tenía una
potencia que
desbordaba su capacidad de consumo. Una parte se destino a EE.
UU., India y
algunos países europeos.
La destrucción del feudalismo y el
desarrollo del capitalismo en
Europa, modificaron primero las formas económicas, dando
preferencia a la industria y el comercio sobre las antiguas
actividades de carácter
agrícola. En el siglo XVIII se produjeron tres importantes
cambios más, que sirvieron para consolidar el sistema
capitalista:
- La Ilustración
- En la política, se
destruyeron las antiguas formas monárquicas de tipo
absolutista, para dar paso a la igualdad
entre los hombres. - Y la más importante transformación en
la técnica de la producción, a la que se le ha
llamado Revolución Industrial, y por la cual, mediante
el empleo de las máquinas, se establecieron mejores
condiciones para la industria, que pudo contar con mayores
volúmenes de producción con el fin de satisfacer
la demanda de los amplios mercados
existentes en aquel entonces.
De la
artesanía al sistema de fábricas
Antes de la Revolución Industrial las personas
elaboraban en sus casas la mayor parte de los objetos que
necesitaban, o bien los encargaban a los artesanos que
tenían sus talleres individuales.
Con la fundación de nuevas ciudades,
creció la demanda de los productos elaborados por los
artesanos y con esto la
organización de los talleres: cada taller tenía
un maestro, un oficial y varios aprendices, cuando el oficial
aprendía a manejar todas las herramientas,
dominaba la técnica y conocía los secretos de su
oficio llegaba a ser maestro y podía establecer su propio
taller. Cuando fueron muchos talleres los que producían el
mismo artículo, se organizaron en gremios para ayudarse y
protegerse mutuamente.
Cuando Inglaterra inició el periodo de
preponderancia industrial sobre todas las demás
actividades del país, los talleres artesanales no pudieron
competir con la fábrica ya que ésta producía
más aprisa y a menor costo el
artículo que ellos hacían en mayor tiempo y a
más alto costo. Los
artesanos cerraron sus talleres y solicitaron empleo en las
fábricas, en un trabajo inseguro y bajo condiciones
higiénicas y económicas inferiores.
La industria textil y poco después la minera y la
metalúrgica fueron las que iniciaron esta
revolución industrial.
Inglaterra fue el país donde se reunieron las
condiciones que hicieron posible esta revolución. Para la
primera mitad del siglo XVIII, Inglaterra había logrado
conjuntar un poderoso imperio con una gran cantidad de colonias,
las que representaron amplios mercados a cubrir
por la empresa
inglesa, que para lograrlo debería incrementar su
producción. Fue también importante en este proceso
la creación de compañías mercantiles en
Inglaterra, pues ellas controlaron las materias primas y los
mercados coloniales, y, gracias a esta acción, que
implicó el saqueo de los territorios dominados, se
acumularon grandes capitales en la metrópoli, con lo que
se apoyó el proceso de la Revolución
Industrial.
En parte, el crecimiento de la productividad se
produjo por la aplicación sistemática de nuevos
conocimientos tecnológicos y gracias a una mayor
experiencia productiva, que también favoreció la
creación de grandes empresas en unas
áreas geográficas reducidas. Así, la
Revolución Industrial tuvo como consecuencia una mayor
urbanización y, por tanto, procesos migratorios desde las
zonas rurales a las zonas urbanas. Se puede afirmar que los
cambios más importantes afectaron a la organización del proceso
productivo.
Como la Revolución Industrial se produjo por
primera vez en Gran Bretaña, este país se
convirtió durante mucho tiempo en el primer productor de
bienes
industriales del mundo. Durante gran parte del siglo XVIII
Londres fue el centro de una compleja red comercial internacional
que constituía la base de un creciente comercio exportador
fomentado por la industrialización.
Con la industrialización aparecen nuevos grupos
sociales: empresarios y banqueros como elementos innovadores,
además de obreros industriales. Es una sociedad más
compleja, más dinámica. Esta sociedad es denominada
sociedad de clases. La forman grupos abiertos,
determinados fundamentalmente por la fortuna. El hombre con
capacidad puede acceder a cualquier cargo de responsabilidad. En la realidad la igualdad de
los hombres se redujo al ámbito de los principios
teóricos, a la igualdad ante la ley. De hecho
subsistieron grandes diferencias de fortuna y cultura entre
las clases.
Se produjo una separación creciente entre capital
y trabajo. El dueño disponía del dinero y era
propietario de las máquinas, el proletario
proporcionaba solo la fuerza de trabajo. A cambio del salario el
proletario vende su fuerza de trabajo. Ante la competencia entre
las empresas, se
invierte en maquinaria, reduciendo al mínimo el coste de
la mano de obra. Los salarios no eran
fijos, podían reducirse por multas o por circunstancias
totalmente ajenas a la vida de la empresa..
Además, la búsqueda de mano de obra más
barata provocó el trabajo de
mujeres y niños,
que percibían salarios más bajos. La falta de horas
de sueño, los trabajos inapropiados, la carencia de
condiciones higiénicas… hicieron estragos; se
legisló para proteger mujeres y niños y
reducir horario de trabajo, pero estas legislaciones, en muchos
casos, no pasaron del papel. Otro
problema agobiante fue el de los horarios excesivos. El manejo de
una máquina resultaba menos extenuante que el de una
herramienta preindustrial, pero el alargamiento de la jornada
anuló todas las ventajas.
Aunque en las ciudades mejoró el material con el
que se construían las viviendas, en general empeoró
el hábitat social. Engels denunció las condiciones
de suciedad y hacinamiento en que vivía el proletariado
inglés.
Algo es seguro: en los
países en los que triunfó la Revolución
industrial, la estructura
social y económica preexistente quedó transformada,
el taller artesanal fue sustituido por la fábrica, y la
vida, centrada anteriormente en lo rural, pasó a ser
eminentemente urbana.
Los
efectos sociales de l a Revolución
Industrial
Como consecuencia de las grandes transformaciones
económicas derivadas de la
Revolución Industrial, se produjeron también
significativos cambios sociales, por ejemplo, la aparición
de las fábricas y el crecimiento de las
ciudades.
La industria doméstica y los talleres artesanales
desaparecieron por la introducción y la instalación de
numerosas fábricas. Esto obedeció a que la
industria tradicional no podía competir contra las
fábricas.
El desarrollo de la industria atrajo a miles de
campesinos, los cuales emigraron del medio rural a las ciudades
en busca de trabajo. Los centros urbanos crecieron con gran
rapidez y de manera desordenada.
A medida que avanzó la urbanización se
agudizó la separación entre los grupos
acomodados, que habitaban en barrios confortables, y los obreros,
condenados por la miseria a apretujarse en hileras de casas
malolientes. El aire impuro que
se respiraba en los barrios obreros y la carencia de servicios
elementales, como agua potable y drenaje, acortaba la vida de sus
habitantes.
Así, que las transformaciones ocurridas en
Inglaterra propiciaron el surgimiento de la clase obrera y de la
burguesía industrial en la segunda mitad del siglo
XVIII.
La
expansión del proceso de
industrialización
Gran Bretaña no fue el único país
que experimentó una Revolución Industrial. Los
intentos de fechar ese desarrollo industrial en otros
países están sujetos a fuertes controversias. No
obstante, los estudiosos parecen estar de acuerdo en que Francia,
Bélgica, Alemania y
Estados Unidos
experimentaron procesos parecidos a mediados del siglo XIX; en
Suecia y Japón
se produjo a finales del siglo; en Rusia y en Canadá a
principios del
siglo XX; en algunos países de Latinoamérica, Oriente Próximo,
Asia central y
meridional y parte de África a mediados del siglo
XX.
En cada caso, el éxito
del proceso industrializador dependía del desarrollo de
nuevos métodos de
producción, pero también de la modificación
de las técnicas utilizadas para adaptarlas a las
condiciones imperantes en cada país y de la propia
legislación vigente, que favoreciera la
implantación de maquinaria barata gracias a una
disminución de los aranceles, lo
que, en ocasiones, podría perjudicar a otros sectores
sociales, como los campesinos, que veían cómo sus
productos debían competir con otros más
baratos.
Los obreros de la
naciente industria
Los trabajadores de las fábricas recibían
salarios miserables y carecían de protección en
caso de paro, enfermedad o vejez.
Además el gobierno no
ejercía control alguno
sobre las condiciones laborales: la contratación de
niños y las jornadas laborales de hasta 14 hora diarias
eran frecuentes.
En su obra La Revolución Industrial en Gran
Bretaña, el historiados británico P. Deane describe
con muchos detalles el desarrollo de las relaciones de trabajo
entre los obreros de la naciente industria y los dueños de
las fábricas.
El gobierno lo que hizo para detener las primeras
reacciones de los obreros fue dictar leyes que
prohibieran la asociación de trabajadores que tuvieran
como propósito demandar mejores salarios y menos horas de
trabajo; estas disposiciones no solucionaron los conflictos y
aumentaron la inconformidad entre los obreros, hasta gestar
luchas en contra de las máquinas, por considerar que
éstas los desplazarían. El más importante de
estos movimientos fue el Luddista, que entre los años 1811
y 1816 impulsó a los trabajadores a la destrucción
de los bastidores y telares mecánicos.
Preocupados por las difíciles condiciones de
trabajo que debían soportar, algunos obreros organizaron
asociaciones para defender sus intereses. Las nacientes organizaciones
solicitaron a los gobiernos de sus respectivos países el
establecimiento de algunas leyes que
reglamentaron las relaciones obrero-patronales, el reconocimiento
del derecho de asociación y la reducción de la
jornada laboral.
La revolución Industrial, vino para quedarse.
Después de que éste se llevó a cabo,
ocurrieron muchos cambios en varios aspectos, así como en
lo social, lo económico y en lo tecnológico. La
Revolución Industrial se inició en Inglaterra y se
difundió por el resto de Europa y, posteriormente, por el
mundo en general.
Fue gracias a la tecnología, por
decirlo así, a la introducción de las
máquinas a la industria, que se realizó la
Revolución Industrial, también influyó el
hecho del crecimiento demográfico, disminuyó la
mortalidad, la gente se empezó a concentrar en los centros
urbanos, así que también se puede decir que gracias
a esta Revolución surgió el urbanismo.
Otro antecedente de la Revolución Industrial fue
la revolución agraria, que gracias a esta
transformación se permitió garantizar el suministro
de los alimentos y mano de obra necesarias para las ciudades, se
empezaron a usar las máquinas, la producción de los
alimentos fue creciendo, también para así abastecer
a la creciente población.
La producción de bienes pasó de ser una
artesanía, que se producía familiarmente, a una
industria, realizado por más gente, había
más producción de bienes y era más
económico.
Esto sucedió ya que con la fundación de
nuevas ciudades, creció la demanda de los productos
elaborados por los artesanos y con esto la
organización de talleres.
Así que todo lo que conllevó a la
Revolución Industrial va muy ligado entre sí, como
es el crecimiento de la población llevó a que se
fundaran nuevas ciudades, éstas crecían, se
elevó la demanda de productos, para esto se
requería de muchos obreros, por lo que se introdujo la
tecnología a la industria.
Pienso que este trabajo ha servido para darse cuenta de
dónde es que empezó todo el asunto de la
Administración, ya que sin la Revolución
Industrial nos hubiéramos olvidado de la administración de, por ejemplo, las
empresas, la industria, etc.
Es así que creo importante este trabajo para ver
todo lo que implicó la Revolución Industrial, la
falta de organización que le pudo faltar, ya sea por
los salarios, los horarios, materias primar y demás
cosas.
Este trabajo, después de la investigación que implica, lo valoro porque
así es como pude ver los orígenes de la
Administración, y tal vez no hubiera sabido algunas
cosas que aquí descubrí durante la investigación de este trabajo.
- Historia 2
Antonio Arteaga Tiscareño
Editorial Santillana
México, 1997
- Historia de la Humanidad de las épocas
moderna y contemporánea
Raúl Bolaños Martínez
Editorial EPSA
México, 1994
J. Carlos Guardiola
Primera Revolución Industrial
- "Revolución Industrial."
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Yolanda I. Aguilar Hinojosa