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Historia de las revistas de letras



Partes: 1, 2

    Publicadas en Bucaramanga en la
    primera mitad del siglo XX.*

    1. Introducción
    2. Los
      propósitos
    3. Nombres y
      hombres
    4. Invitación y
      descripción a los hombres de letras
    5. Detrás del
      telón…
    6. De sus
      biografías…
    7. Estudios
      científicos
    8. El
      ensayo
    9. Los que
      quisieron ser poetas
    10. Cuentos y
      novela s por entregas
    11. Tierra de
      promisión
    12. Noticiero
      deportivo
    13. Ecos
      sociales
    14. Conclusiones
    15. Fuente
      documental
    16. Bibliografía

    DESCRIPCIÓN:

    En el campo de las letras en Bucaramanga su actividad
    fue permanente y eso lo demuestra la edición de más
    de 15 revistas de carácter
    literario y otras tantas que complementan esa actividad cultural
    de la primera mitad del siglo XX.

    El rescatar estas revistas de letras aproxima a
    descubrir los procesos de
    socialización que se dieron en los
    círculos del quehacer literario, clubes, recitales,
    tertulias integradas por miembros de una sociedad
    distinguida que convoca a las prácticas culturales que
    seguían la tradición periodística
    santandereana originada en hojas volantes, semanarios,
    periódicos en las que se veían plasmadas las
    intenciones políticas,
    ideológicas y actividades culturales.

    El definir las revistas y sus gestores culturales hace
    de este proyecto un
    aporte para la historia intelectual y la
    historia cultural santandereana que no ha sido trabajado aun, de
    hecho como producto de la
    investigación se recogen aquellos
    escritores santandereanos, y su participación en las
    revistas al igual que la descripción física de las
    revistas y su ubicación actual.

    La definición de los capítulos se desarrollo
    según la estructura
    misma de las revistas retratando a esa Bucaramanga de la primera
    mitad del siglo XX, por medio de la página social, las
    secciones deportivas, secciones económicas, y las
    producciones literarias de sus colaboradores e igualmente como
    portadoras de una literatura universal para la
    Bucaramanga en aquel entonces.

    Identificando la conformación de monopolios es
    precisamente lo que permite la puesta en marcha de ese
    acondicionamiento social exclusivo de un pequeño
    círculos de la sociedad santandereana.

    Partiendo de la presentación de las revistas y
    ese ambiente
    intelectual dinámico se invita a redescubrir infinitas
    historias de la cultura en
    Santander.

    INTRODUCCIÓN

    El tema de los medios de
    comunicación no ha sido explorado por la historia
    regional. Es así como la inquietud de realizar una
    historia de las revistas de letras en Santander se aproxima
    más a los procesos de socialización que se dieron
    en los círculos del quehacer literario, clubes, centros
    literarios y las tertulias integradas por miembros de una
    sociedad distinguida que convocó a las prácticas
    culturales que seguían la tradición
    periodística santandereana originada en hojas volantes,
    panfletos y semanarios en los que se veían plasmadas las
    intenciones políticas, ideológicas o actividades
    artísticas.

    Se recoge entonces, para la primera mitad del siglo XX,
    producciones literarias en las que maduró una responsabilidad en esa tarea periodística.
    En efecto, en Santander se crearon y mantuvieron numerosas
    revistas de letras con la misión de
    reconocer el trabajo de
    muchos escritores que dejaron traslucir en sus artículos
    esa producción literaria de la primera mitad
    del siglo XX y en las que se comprometió una red de relaciones
    familiares por sus actividades artísticas y
    políticas.

    Algunas publicaciones seriadas obtuvieron
    reconocimientos regionales, nacionales e internacionales,
    dependiendo de sus gestores, su alcance, su durabilidad y otras
    por sus contenidos marcaron unas condiciones de "combate dentro
    del periodismo"
    debido a la "existencia de una división ideológica
    y de una permanente agitación política". Estas
    publicaciones sirvieron como vehículos transmisores y
    receptores de estereotipos o ideologías que se
    desarrollaron en la primera mitad del siglo XX para moldear la
    sociedad. La importancia del estudio de las revistas de letras
    refleja la promoción cultural de la época y la
    difusión social de las ideas: "un estímulo poderoso
    para poner en actividad talentos literarios que llevan a los
    lectores nobles inquietudes de carácter intelectual,
    creando un ambiente propicio para vocaciones artísticas y
    a su alrededor congregan espíritus selectos que se
    iluminan mutuamente y fraternizan en un mismo culto al ideal y la
    belleza".

    Las "Revistas de Letras" reflejaron, en sus
    múltiples producciones, las actividades culturales que
    existían en Santander: las representaciones
    históricas y filosóficas, las bellas artes, la
    poesía,
    la novela y el
    cuento, en
    fin, todo aquello que en la época se denominaban "las
    letras". Estas revistas, y la participación de esos
    hombres de letras, nos aproximan a ese ambiente cultural que se
    modeló en la primera mitad del siglo XX. La historia
    intelectual define el concepto de
    hombre de
    letras como la figura moderna del gramático de la
    antigüedad: un individuo versado en la gramática, las ciencias, la
    geometría, la filosofía, la
    historia, la poesía y la elocuencia, "con un conocimiento
    erudito en todos los campos del saber".

    Ser hombre de letras asignaba un sello de
    distinción a las personas. La recolección de esa
    labor literaria que floreció en medio de las tertulias,
    recitales y clubes identificó los propósitos de las
    revistas de letras. La existencia de clubes literarios, academias
    y sociedades
    privadas de cultura expresaron las intenciones de algunos
    escritores santandereanos que llevaron a su publicación,
    gracias a la existencia de numerosos talleres
    tipográficos.

    Sus propósitos se descubren en los editoriales
    que identificaron los objetivos y
    los programas de
    difusión en el ambiente literario. En ellos se hacen
    presentes esos hombres de letras; esos hombres que, identificados
    como productores culturales, también participaron en el
    medio político y económico en Santander. La
    difusión cultural que se respiraba en la Bucaramanga de la
    primera mitad del siglo XX produjo la vinculación de
    hombres de provincia que fueron igualmente reconocidos en el
    ambiente intelectual. Médicos, abogados, dentistas,
    periodistas y comerciantes se convocaban en la práctica
    literaria para la adquisición de un reconocimiento y un
    posicionamiento en la esfera social por la
    participación en estas revistas y así mismo en sus
    cenáculos y asociaciones.

    Estas revistas de letras desarrollaron en sus
    contenidos, temas literarios de preferencia. La poesía, la
    novela, los
    cuentos, las
    biografías, el ensayo, la
    economía,
    los deportes y la
    adornada página social, fueron las secciones que la
    estructuraron.

    Esas hojas le dieron visibilidad a esos hombres de
    letras y a sus producciones literarias. La poesía fue, en
    un porcentaje alto, la producción más frecuente de
    estas páginas; los cuentos y las novelas por
    entregas motivaron la adquisición de aquellas como
    elemento de prestigio intelectual en tanto se estaba al tanto de
    las producciones nacionales y extranjeras.

    Desde la perspectiva económica, Santander fue
    presentado como una tierra de
    promisión: la actividad del centro petrolero de
    Barrancabermeja y la construcción de ferrocarril de Puerto
    Wilches fueron presentadas con orgullo. La participación
    en las justas deportivas, en las festividades de la ciudad y en
    los centros de la sociabilidad fueron secciones obligadas de las
    páginas de estas revistas, pues en ellas se expusieron las
    prácticas, modas, ideologías que marcaban la
    distinción de un grupo de la
    sociedad. El acercamiento a lo que fue la vida cultural en
    Bucaramanga por medio de estas revistas de letras se realiza por
    secciones, tal como fueron ordenadas por sus editores.

    PALABRAS CLAVES:

    Historia Intelectual. – Modelos de
    sociabilidad. – Hombres de letras – Periodismo

    1. "La revista
      viene a ser la hija mimada del periodismo, ya que su elegante
      formato, su esmerada presentación tipográfica y
      el estilo sereno y distinguido con que generalmente se
      escribe, hace que ella se mueva en un ambiente de selección espiritual y reciba las
      caricias casi siempre delicadas, de los demás
      gallardos caballeros de la pluma, como son los poetas,
      oradores, los novelistas y cuentistas, los críticos y
      comentaristas, los ensayistas y cronistas".

      Estas palabras de Cayetano Martínez en la
      quinta entrega extraordinaria de la Revista Cordillera
      definen bien lo que entenderemos por revista cultural. Las
      revistas fueron un elemento que modeló a un grupo
      social en aspectos tales como la moda, el
      ideario, las tendencias literarias y la perspectiva
      artística, sin dejar de lado la actividad literaria y
      periodística heredada del siglo XIX, pues en
      Bucaramanga existía un gran número de talleres
      tipográficos que hacían posible la
      acción de "publicar", de dar a conocer al
      público ideas, acontecimientos sociales, textos
      literarios.

      Uno de los propósitos principales de estas
      Revistas de Letras fue el de reconocer esos "valores
      santandereanos" de la oratoria,
      la poesía, la crónica y la novela, así
      como el de servir como medio de socialización, ya que
      al convocar y distinguirse un grupo de hombres de letras
      también presentó al grupo local de
      distinción que actuaba en clubes, sociedades,
      fraternidades, equipos deportivos y centros
      literarios.

      Las grandes tendencias literarias europeas, los
      movimientos artísticos vanguardistas, las nuevas
      visiones del mundo fueron los temas predilectos de un
      pequeño grupo de la sociedad bumanguesa que se
      inició en la posición de hombres de letras, y
      fueron ellos quienes motivados por esas nuevas concepciones
      usaron las revistas como medio de propaganda
      de sus ideales, con la única iniciativa de mantener un
      "culto a las letras" y en consecuencia, de distinguirse
      espiritualmente de sus contemporáneos .

      Con propósitos tales como el de
      "enseñar cuál es el modelado de los patriotas
      de verdad y de corazón, y cuál es el sendero de
      progreso verdadero", se presentaron en 1919 ante los lectores
      unos jóvenes agrupados en el Club García
      Rovira, dispuestos a mostrar sus poesías, cuentos, novelas y oratoria
      para "la movilización de los
      valores intelectuales de esta tierra…inaugurando
      un torneo de discusión libre". Fue ésta
      también la intención de la revista Intenciones,
      editada en 1936, y las de muchas otras revistas culturales
      que congregaron a los aficionados de la literatura alrededor
      de ellas. Lecturas, Alma Latina, Revista Santandereana, Club
      Campestre, Estudio y Revista de Santander contribuyeron a
      construir unos grupos
      sociales distinguidos.

      La noción de grupo de distinción
      social por el
      conocimiento de las letras puede servirnos para agrupar a
      los hombres de letras que en Bucaramanga se vincularon a las
      revistas culturales. Se trataba de maestros, abogados y
      médicos unidos por nexos familiares o de amistad
      con los comerciantes de la ciudad que a su turno se agrupaban
      en el Club del Comercio,
      el Club Santander, el Club García Rovira y el Club
      Campestre. Es claro que las relaciones individuales de estos
      hombres de letras se desarrollaron en el seno de grupos de
      prestigio de la sociedad bumanguesa, a los cuales se
      insertaban en la intimidad de los núcleos familiares y
      de las instituciones políticas,
      manteniéndose ajenos a las finalidades meramente
      económicas.

      Rescatar del olvido estas revistas de letras
      publicadas en la Bucaramanga de la primera mitad del siglo XX
      y reconocer la labor intelectual de los hombres de letras
      que, a pesar de la indiferencia, la envidia, el
      desinterés y el desprecio por "la cultura" se
      empeñaron en congregarse para sacar a la luz
      públicas las ediciones seriadas es el propósito
      de este trabajo.

      En la revista Lecturas, que en 1904 salió por
      primera vez como medio de expresión de la Sociedad
      Pedagógica de Santander, Blas Hernández expuso
      el significado que los hombres de letras dieron a las
      revistas culturales: "hicieron vibrar en mi alma hondos
      sentimientos de amor por
      la literatura, sentimientos que con el tiempo han
      llegado a dominarme completamente y formar mi
      ideal".

      Estos hombres de letras enfrentaron el desprecio
      social de las masas por las producciones literarias que
      "pasan al olvido con el número del periódico, cuyas páginas
      irán a servir de envoltura a una libra de café molido". Por ello, las revistas de
      letras propusieron una acción en favor del progreso
      literario del país y un distanciamiento social, una
      "capacidad de abstracción…para sustraerse a la
      dura certidumbre de que vivimos en esta ciudad donde la moral y
      el ambiente es tan tropical como el sol y
      donde imperan con una soberanía colonial los viejos
      prejuicios de una sociología hereditaria que no soporta
      las infracciones al litúrgico ceremonial de la
      reverencia". Se referían a las excomuniones que
      algunos sacerdotes habían fulminado contra dos hombres
      de letras, Juan Cristóbal Martínez y Blas
      Hernández, respectivos autores de las novelas
      "Margarita Ramírez tuvo un hijo" y "La ciudad de
      Dios".

      En este sentido, podemos afirmar que estas revistas
      fueron los medios que
      provocaron las representaciones tradicionales e introdujeron
      las representaciones de la modernidad. En estas revistas se propusieron
      figuras paradigmáticas del hombre de letras y hasta
      coronas de laureles para algunas figuras locales,
      defendiéndose con tono provocador a esos
      "magníficos imbéciles y brillantes
      lunáticos" que pretendían "herir con alguna
      frecuencia la epidermis femenina de los seudo intelectuales
      bumangueses, sobre ese gran páramo intelectual que es
      Bucaramanga".

      El joven periodista Jaime Ardila Casamitjana, a
      pesar de su corta experiencia, se atrevió a crear la
      revista Intenciones que incluyó entre sus
      páginas a los grandes maestros de la literatura y
      prometió "plantear el modernismo
      literario y la independencia intelectual de América" de los maestros nacionales
      como José Asunción Silva, Guillermo Valencia,
      Baldomero Sanin Cano, José Umaña Bernal, Juan
      Lozano Lozano, Rafael Maya, León De Greiff, Aurelio
      Martínez Mutis y otros más. Intenciones (1936)
      es quizá la primera revista que se propuso abrir
      polémicas literarias, pretendiendo convertirse en un
      "vehículo de inquietudes… e inaugurar un torneo
      de discusión libre, donde cada cual dentro de la
      serenidad, el aplomo y la discreción, dieran sus
      opiniones personales al público".

      "Con las mejores intenciones se suelen hacer las
      peores cosas" dijo al respecto de esta intención un
      hombre de letras, José Fulgencio Gutiérrez,
      quien aceptó el reto. Esa primera polémica con
      Ardila Casamitjana, que incluyó los artículos
      titulados "La epopeya al viejo", "Contienda?…con quien me
      entienda!", "Jaimolotría", "Empiezan las 40 horas",
      "Un manojito de hierba", no pasó de las
      recriminaciones personales, pero nada se vio de un debate
      literario auténtico. Tres años después
      (1939), Efraín Orejarena Rueda comenzó la
      edición de la revista Rumbos convocando de nuevo a
      polémica, advertido de que el paso del tiempo ya
      había "calmado los espíritus" de Rafael Ortiz
      González, Jaime Ardila Casamitjana, José
      Fulgencio Gutiérrez, Juancé y del
      "espíritu burlón de Juan de Dios Arias". Rumbos
      también se planteó el reconocimiento de figuras
      intelectuales de Santander y la difusión entre el
      público más amplio, invitando "a las
      autoridades eclesiásticas civiles y militares, a la
      sociedad y al pueblo, e invita a todas las fuerzas vivas de
      la inteligencia a secundar esta obra de
      difusión cultural para mejor éxito de los nobilísimos fines
      que persigue".

      Entre 1920 y 1940 se percibe en Bucaramanga una
      producción literaria más nutrida, integrada por
      novelas, cuentos, poesías y un mayor número de
      revistas de letras, de variedades, femeninas, deportivas,
      económicas y del hogar. Puede decirse que no ha habido
      otra época en la que los santandereanos hayan escrito
      tanta literatura.

      Publicar en ese entonces fue bastante común y
      sus temas salieron muchas veces de las tertulias en las que
      todos participaban para distinguirse socialmente. Esa
      profusión de revistas recibió la crítica
      de Juan Cristóbal Martínez, quien al defender
      la existencia de Rumbos" comparó su sobria
      presentación y formato con "esos álbumes de
      matachitos y versitos, (esos) cuadernos de pamflinadas
      gráficas, (esa) montonada de
      cursilerías pomposas con destino al consumo
      voraz de la feligresía municipal".

      La importancia social de las revistas de letras
      radica en que su existencia revela la presencia de un
      "espacio cultural". Beatriz Sarlo afirma que las revistas de
      letras son un instrumento privilegiado de interacción
      en todo nuevo espacio cultural a configurar, sean portavoces
      de rupturas estéticas o verdaderas plataformas de
      consolidación de programas renovadores, como lo suelen
      anunciar nuestras revistas en sus propósitos, ya que
      cada una pretendía ser la tabla de salvación de
      la cultura en Santander. En ellas se diseñaron
      estrategias a seguir y se determinaron las
      formas de coexistencia o conflicto
      entre los diferentes sectores del campo cultural. Algunas se
      proponían educar a la sociedad, otras hacerla cumplir
      normas
      morales, modificar hábitos personales y costumbres
      familiares, otras conducirla hacia una nueva tradición
      política.

      Toda revista se inscribe en un tiempo – el de su
      nacimiento y su desaparición- y en un espacio que se
      circunscribe no sólo al lugar donde ella nace sino al
      que ocupan los hombres que en ella escriben y a los lugares a
      los que puede llegar su difusión. Es así como
      en algunos casos el propósito de los directores de
      estas revistas fue el de ampliar sus espacios de
      recepción y abrir agencias nacionales e
      internacionales, con colaboradores extranjeros y lograr una
      aceptación más amplia en el ambiente
      intelectual de la época.

      La Revista Rumbos dijo haber instalado "agencias" en
      Guayaquil, Panamá, Santiago de Chile,
      México y Caracas. Las revistas
      Selección y Aurora tuvieron "agencias" en New York.
      Tierra Nativa las tuvo en España
      y New York, y así otras que fueron canjeadas con todos
      los diarios del país. En algunos casos, las revistas
      fueron distribuidas entre los círculos familiares o de
      amistades.

      Cada revista de letras inscribió las
      biografías de quienes las dirigieron y de quienes
      escribieron, adornando sus páginas con
      fotografías y reconocimientos de esos hombres de
      letras. Los subtítulos de esas revistas indican de
      inmediato sus contenidos. Por ejemplo, Motivos, "revista de
      literatura, ciencia,
      artes"; Selección, "revista de difusión
      cultural"; "Intenciones", "revista de literatura, ciencia y
      arte";
      Stadium, "revista de literatura, graficas,
      deportes y variedades; Alma Latina, "revista mensual de
      literatura y variedades" y la Revista literaria del Oriente.
      Por sus contenidos, sustentaron un "campo literario" descrito
      por sus subtítulos y, sin olvidar que en esa
      época muchos campos de "cultivo del saber" eran
      denominados simplemente como "las letras".

      El "campo de las letras" cultivado por las revistas
      culturales no incluye a todas las publicaciones que
      podrían ser incorporadas por una definición
      amplia de cultura – todas "las formas de expresión y
      manifestación de un pueblo, no sólo las
      literarias o artísticas"- sino solamente a aquellas
      que formaron un "espacio literario" mediante las relaciones
      de escritores, libros y
      lectores para constituir una compleja trama editorial como un
      elemento de prestigio social para aquellas personas que
      adquirieron revistas culturales, o una aproximación a
      aquellos a quienes se les dificultaba acceder a los libros,
      teniendo en cuenta que las facultades del saber de la
      literatura estuvieron en un monopolio
      exclusivo de un medio social por estos
      años.

      Recoger las revistas de letras como modelos de
      socialización en ese ambiente local y descubrir las
      prácticas y formalismos de esos hombres de letras en
      Bucaramanga puede descubrir que el "forjar identidad
      queda expresada en pequeñas revistas locales que
      buscan rescatar los valores tradicionales de su
      región, promover nuevos autores, encontrar mitos y
      leyendas
      que expliquen la historia cultural de su país o
      ciudad, resaltar la labor local de un personaje importante de
      la comunidad,
      son revistas cuyo énfasis esta puesto en la
      tradición de la vida cotidiana".

      Recogiendo esa herencia
      ideológica de la hegemonía conservadora hasta
      1930, con la Republica Liberal se recogió en la
      literatura un sentido costumbrista que buscaba la
      autenticidad en el medio circundante, en sus gentes,
      paisajes, costumbres y escenas regionales. En la novela, el
      cuento y la poesía se recoge una elegancia del
      romanticismo interesado por las minucias de la
      vida cotidiana; de la misma forma al romanticismo
      correspondió la
      organización de los partidos
      políticos ideológicos, lo que marca el
      estilo en la literatura conservadora. La intención de
      formular ideologías se veía plasmada en las
      obras escritas "libros son un esfuerzo y todo esfuerzo es el
      desarrollo de una tendencia y esa tendencia puede ser muchas
      veces la primera piedra en una completa evolución social que así como
      puede impulsar a un pueblo hacia el bien, hacia el verdadero
      adelanto, pueden muchas veces lanzarlo al retroceso…"
      son pues concepciones del proyecto progresista dentro de la
      hegemonía conservadora y que llenaban tantos espacios
      dentro de la política y la
      educación, al ver que podría considerarse
      como "un pecado de lesa patria la indiferencia ante el
      libro".

      Estas revistas se comprometieron a ser "centros de
      reunión y sociabilidad y fomentar el progreso
      intelectual y material de la ciudad por los medios del
      alcance", propósitos que también se encuentran
      en los estatutos del Club Santander, cuyo medio de
      expresión – la Revista Santandereana (1915) –
      contribuyó a configurar unas relaciones de poder y
      prestigio para los hombres de letras que existían en
      Bucaramanga. La revista Alma Latina (1919), medio de
      expresión del Club García Rovira,
      también convocó a "los jóvenes llenos de
      patriotismo y legitimo entusiasmo y progreso" a reunirse para
      aprender "cuál es el modelado de los patriotas de
      verdad y de corazón, cuál es el sendero de
      progreso verdadero para nuestra patria, fuente de legitimo
      orgullo para nuestras almas jóvenes amantes de lo sano
      y de lo bello". Tal como lo mostró Renán Silva
      para los dos colegios mayores de Santafé de
      Bogotá, aquí también se pretendía
      asegurar el carácter de minoría selecta a un
      grupo de hombres que habían estudiado en colegios y
      estaban en posesión de un "capital
      social" que aseguraba a estos "hombres de letras" un poder
      social en la localidad.

      Se invitó a "intelectuales",
      gramáticos, jóvenes educados y comerciantes a
      ingresar en el campo de las letras, a pertenecer a estas
      asociaciones literarias para adquirir prestigio social. Es
      propio de la gente de letras su cercanía con quienes
      ejercen cargos y oficios en el estado
      y hacen parte de su burocracia,
      construyendo un centro de gravedad de la nueva sociabilidad
      pero que, dentro de las revistas, su papel era
      ajeno a las direcciones de un partido y en algunos casos esa
      misma política de turno es criticada, ya que "ella
      corrompe y enerva y entra a espigar en los campos de la
      literatura sana y vigorosa, no del literalismo enfermizo y
      adulador… sin que ello quiera decir de preferencia
      incondicional sobre la educación industrial" o argumentando
      que "no tiene como tal escuela
      política ni literaria alguna, y que las palabras e
      ideas de cada producción dependen únicamente
      del autor", en muchos casos se hacen esta serie de
      rectificaciones ya que en esta "tierra todo se mira por el
      cristal de la política". Se decía entonces que
      "Santander ha sido excesiva en todos los tiempos en actividad
      política en detrimento especialmente en cultura.
      Debemos luchar contra la hipertrofia política que
      reina y combatir para que el termómetro intelectual no siga
      descendiendo de año en año".

      La revista Lecturas apareció como vocera de
      la Sociedad Pedagógica de Santander, pretendiendo
      acoger las inquietudes y los problemas
      de la educación en general. Se prometió que la
      revista sería "la antorcha que guíe las labores
      de la educación en Santander y a la vez sea relicario
      que guarde y conserve las tradiciones democráticas de
      nuestra cultura". En los espacios de sociabilidad definidos
      en la sociedad bumanguesa – cafés, clubes,
      círculos de amistades o familiares -, en las que sus
      actores parecían sucederse en las posiciones
      protagónicas, algunas tenían mayor permanencia
      que otras. Hombres como Jaime Barrera Parra, un hito
      significativo en la literatura santandereana, fue el centro
      de dos proyectos
      editoriales: la revista Santandereana (1915) y Motivos
      (1922). Como lo recuerda Manuel Serrano Blanco en su obra La
      vida es así", existía en Bucaramanga una
      permanente actividad intelectual y letrada que pontificaba
      Jaime Barrera Parra, el insigne escritor, que había
      tenidos pares pero no impares superiores. A su lado, sin
      cesar en torneos de literatura, prosa y elocuencia, muchos de
      los que después brillaron con mayor o menor brillo en
      la república letrada: José Camacho
      Carreño, Juan Cristóbal Martínez, Camilo
      Barrera y a la zaga de todos que enhebran y reviven todos
      esos recuerdos… que dio fruto a un revista de
      sección literaria admirable y que lleva por nombre
      Motivos".

      La revista desempeñó "un prominente
      papel cultural y una elevada función social", puesto que en su
      estructuración técnica se introdujeron, con
      general beneplácito de sus lectores, dos nuevas
      modalidades el elemento noticiosos y el registro
      gráfico y narrativo de los acontecimientos, esto
      supone lógicamente un mayor esfuerzo intelectual, una
      vasta cultura literaria y un fino sentido estético
      dentro de los redactores y directores. Esto demuestra una de
      las más maduras empresas,
      Tierra Nativa, una revista que se fundó en 1926 bajo
      la dirección del antioqueño
      José María Salazar Álvarez, quien hizo
      posible que esta revista sobreviviera por casi 247
      números en 19 años, y cuyos contenidos contaban
      con el firme propósito de la universalización
      de la cultura para Santander.

      Su alcance pretendía "la formación de
      un cordón sanitario contra la intolerancia a base de
      la cultura, educación y bondad, la llamada libertad
      de pensamiento que se infecta en múltiples
      oraciones de una feroz y jacobina intransigencia". En esta
      revista se publicaron artículos de grandes maestros y
      se movilizaron ideales e integraron hombres intelectualmente
      capaces de promover una empresa
      con alto sentido patriótico y cultural, pese a que "la
      intelectualidad es atropellada por la materialización
      y que el yo se diluye". Respondiendo a ese clamor, Tierra
      Nativa trabaja en "razón de cultivar el huerto
      interior y a esos imperativos de la humanidad de raza y de
      conciencia".

      A partir de la república liberal el papel de
      la prensa
      construyó una representación de la cultura
      popular. En esas reformas se propuso un proyecto
      ideológico con nuevas significaciones; una
      configuración cultural de relaciones entre
      pueblo-élite por elementos de una sociedad moderna,
      una reorientación de la política en discursos
      y representaciones de las que pueden distinguirse dos fases
      de esta política cultural. De 1930 a 1940 se difunden
      ciertas formas de cultura intelectual, normas educativas,
      sanitarias que se consideran esenciales en el proceso de
      civilización de las masas. En el periodo de 1930 a
      mediados del siglo XX se publicaron una cantidad
      representativa de revistas de letras en las que sus
      propósitos se enmarcaron dentro de una
      modernización en las letras y las artes; por esos
      años se vivía un momento trascendental en la
      vida histórica colombiana, el estado se
      encontraba en plena vía de modernización, el
      cambio
      político, después de cuarenta y cinco
      años de hegemonía conservadora, cubría
      todos los aspectos de la vida nacional, partía de la
      Regeneración conservadora de Núñez y de
      Caro, la pérdida del poder sin dejar de lado la gran
      influencia sobre los sectores religiosos, económico,
      militar y en los centros académicos.

      En cuanto a la universalización de la
      literatura se inicia entre esos hombres de letras un
      cosmopolitismo literario, un enlace entre los países
      europeos, las fuertes corrientes ideológicas europeas,
      la nueva literatura, los nuevos discursos, la moderna
      concepción del arte en todo este proceso que
      unificaría la creación cultural, produciendo
      una clase intelectual que funcionaría entre las
      problemáticas y las soluciones
      estéticas.

      No sólo en cuestiones literarias se evidencia
      la universalización, sino que dentro de las revistas
      una sección importante que constituyó la
      sociedad de Bucaramanga, es su página social donde
      muestra esas
      apropiaciones de un estilo de vida europeo, sus
      prácticas, modas, y formalidades en la
      cotidianidad.

      El llamado a "Ser modernistas, estar de acuerdo con
      la vida de hoy, con las modulaciones actuales. Derrumbemos
      los prejuicios que nos circundan y quitémonos la
      conciencia que nos han prestado"este es uno de los llamados
      que se hizo en las revistas que se publicaron en una etapa de
      transición, en un laberinto sin salida en la
      literatura santandereana.

      Plantear el modernismo literario es uno de los
      propósitos que trajo la revista Intenciones de Jaime
      Ardila Casamitjana "levantando la bandera del
      espíritu, por invitación que en su pluma
      destilen en veces la tinta amarga de la ironía y de la
      sátira y en otras un licor cordial con esos numerosos
      intelectuales que colaboran" es una lucha de las revistas en
      esta época, a pesar de la indiferencia muchas veces y
      la esquivez por la cultura en nuestro departamento, es querer
      iluminar en el faro intelectual,"cuando apenas conocemos el
      A,B,C, e incomprendemos cualquier manifestación
      cultural" esta es la tarea de Paréntesis, una revista
      literaria dirigida por el controversial cronista Juan
      Cristóbal Martínez, que publicó en 1937
      como iniciativa propia.

      El modernismo y de lo que de el se desprende no se
      puede ver de una manera unificada, no se comprende como un
      proyecto en el campo literario sino que sale de un instante
      de inspiración, nace de una preocupación vital
      de expresar al pueblo sus tragedias interiores y así
      era reconocido por ellos mismos. Es el caso de la revista
      Rumbos donde se hace una invitación a Juan de Dios
      Arias, un reconocido hombre de la Academia, y a la que
      él responde: "pienso colaborar con una docena de
      versos modernos, porque una noche se me ocurrió hacer
      versos de corte moderno, teniendo un álbum de versos
      de Neruda, Greiff, Maya, Pardo García, Vásquez
      etc. y me dije: Anchio son poeta…¿Sobre
      qué tema escribir?… y escribí mas a todo en
      el alrededor" la conclusión no es sino una: "nuestros
      poetas son la reproducción de los ejemplares
      poéticos de su tiempo".

      En la literatura el modernismo para América
      Latina se descubrió con Rubén
      Darío y para Colombia
      por el escritor Baldomero Sanin Cano con su obra
      "Núñez Poeta", escrita en 1888. En este
      artículo, Sanin Cano fundamenta el modernismo a favor
      de la autonomía de lo estético y de la
      necesidad de emancipar la obra de arte con respecto a toda
      finalidad extraña de la belleza misma, "El arte
      verdadero, sin mezcla de tendencias docentes ni exageraciones
      de escuela, no es cosa según se ve de sus versos, muy
      conocida y respetada por Núñez. Para él,
      el arte, más que otra cosa, es un utensilio
      político que ha hecho uso con muy buena proa. No hay
      para que censurar una tendencia que está hoy
      día tan extendida, como es reducido el número
      de los que adoran el arte por el arte; pero a lo menos
      público debía hacer diferencia entre esos
      versos profesoriles y la poesía verdadera que vive tan
      solo de la naturaleza y
      antepone el sentido de lo bello a toda otra clase de
      consideraciones", esto no puede considerarse como
      menospreciar la obra de Núñez, sino que es un
      fundamento históricamente concreto
      en el que pone las ideas en un hombre que recoge toda una
      tradición literaria y la representa en síntesis.

      Encontrar artículos dentro de las revistas de
      modernistas como Sanin Cano y Rubén Darío,
      podrían testimoniarnos que se involucran dentro de
      este proceso. Para Santander, el caso es más
      tardío, reconociendo que en Colombia nacen desde el
      siglo XIX revistas de corte modernista como la Revista Gris,
      en 1894, y la Revista Contemporánea, en 1904, mientras
      que la aparición de una tendencia modernista para
      Bucaramanga, dentro de las revistas de letras, la tenemos
      después de los años 30; inclusive en revistas
      más tempranas como Alma Latina que en 1920 lleva a sus
      páginas a Rubén Darío, pero no contiene
      el modernismo como fin dentro de sus propósitos. Como
      el caso es de "ganar la batalla, conquistar la
      liberación intelectual" y encontrar una
      significación nacional dentro de la cultura; de hecho,
      la Revista Santanderes, que en 1950 representó la
      labor de escritores santandereanos residentes en Bogota, que
      con Cordillera desde 1948, fue una revista llamada a mantener
      y acrecentar el prestigio literario en tierra santandereana
      dispuesta a "luchar por el progreso espiritual y material de
      Bucaramanga y Santander".

      "Es una tarea ingrata no por falta de ambiente
      cultural sino es en relación con esa tendencia
      individualista y casi cruel del indiferentismo santandereano
      por todo lo nuestro" y es cómo Santander sigue atado
      al pasado mientras que el resto del país se
      industrializa con el pensamiento del siglo XX, "vivimos
      aferrados a principios
      obsoletos porque no hemos tenido una clase dirigente
      visionaria que arriesgue al cambio, que se deje de mirar el
      ombligo, nuestra clase dirigente no tiene un hombre nacional
      en el sentido cultural de la palabra", se lamenta que dentro
      de esta sociedad estática en ideas son pocos los
      proyectos independientes que persiguen los principios de un
      modernismo que se practica a nivel nacional.

      Si existió para Bucaramanga la
      intención modernista dentro del ejercicio del
      periodismo se demuestra con algunas revistas dirigidas por
      esos hombres de letras como es el caso de Jaime Ardila
      Casamitjana con Intenciones (1936), Efraín Orejarena
      con Rumbos (1939), Selección (1938) dirigida por
      Carlos Martínez Peralta, Cordillera (1948) dirigida y
      administrada por el periodista Luis López
      Rodríguez en su cargo de Director de extensión
      Cultural y Stadium (1938) dirigida por el también
      periodista Arturo Reyes Arguello.

      En ese camino al modernismo y de la
      conformación de nuevas burguesías se
      creó una asociación de jóvenes
      comerciantes convocada en el Club campestre en donde se
      pretendió disfrutar de la tierra
      con pretexto de hacer una vida social, "el club campestre no
      es sino la incorporación de postulados que podemos
      llegar al equilibrio
      de una vida más social, más franca, más
      sincera, más interpretativa", es seguir reconociendo
      esas asociaciones cerradas, en las que se estructuran
      elementos de poder político, económico e
      intelectual; se configuran como un "foco de
      irradiación de la cultura", así como el club lo
      viene siendo en lo social, en lo intelectual, con la revista
      Club campestre (1941), se propuso difundir un rico acervo de
      joyas literarias, llevándolas a conocimiento y
      admiración, "la labor se reduciría a
      seleccionar el material literario.. Encauzando sus
      orientaciones artísticas hacia lo
      vernáculo".

      Los miembros de la Academia de Historia fueron los
      más dinámicos en esa gimnasia
      intelectual, ellos tuvieron una presencia en la totalidad de
      la revistas de Bucaramanga a sabiendas que ellos mismos
      portaban una como su medio de difusión; la academia
      como una entidad encargada de mantener "el prestigio de la
      intelectualidad santandereana".

      Estos hombres Académicos, por medio de sus
      discursos, estudios históricos y biográficos,
      demostraban una "poderosa vitalidad intelectual en nuestro
      departamento". Por medio de la Revista Estudio, comprometida
      con el propósito de publicitar a la Academia de
      historia desde 1931 ha sido merecedora de reconocimientos en
      Cuba en
      1937, recibiendo un diploma de honor y, en 1947, un diploma
      de mérito y reconocimiento por su difusión
      ideológica y permanente labor cultural de la que, con
      ayuda oficial ha persistido hasta nuestros
      días.

      Comprometido en ese ambiente intelectual de
      Bucaramanga, el Gobierno
      Departamental publicó una revista en la que se recoge
      en primer lugar a esos hombres de academia, a esa altas
      figuras intelectuales y hombres de ideas a los que se dedica
      un especial reconocimiento y algunos de sus trabajos para
      este público lector, con la Revista de Santander
      (1945) que causó una impresión al "destacar la
      finalidad del gobierno en virtud de la inteligencia de
      nuestro pueblo".

      La labor de los hombres de letras, que formularon
      esas revistas literarias en Bucaramanga en la primera mitad
      del siglo XX, y que por un conjunto de prescripciones dejan
      claro los elementos centrales de un perfil sociocultural de
      académicos, gramáticos y artistas que fueron
      producto de la sociabilidad, dentro de los clubes,
      cafés, centros literarios; toda una trama de espacios
      que pueden ser claros por medio de estas revistas y que se
      recogen en la primera mitad del siglo XX, ya que
      después de esa primera mitad se descomponen esas
      formas de selección, de reclutamiento, transformando el plano de la
      cultura y la mentalidad.

    2. Los
      propósitos
    3. Nombres y
      hombres.

    Por medio de las Revistas de letras editadas en la
    primera mitad del siglo XX en Bucaramanga, se intenta descubrir
    el perfil de los hombres que se consideraban como "La clase culta
    Santandereana" y determinar "el saber" como una condición
    para la permanencia dentro de esta clase letrada. Las revistas
    eran modelos de sociabilidad para dar invitación a
    jóvenes y a sabias generaciones, las que por medio de sus
    producciones literarias, obtendrían un reconocimiento
    dentro de la sociedad como fomentadores de cultura.

    La tarea de bautizar las revistas iba ligada a los
    propósitos que deseaban cumplir y a los hombres que las
    formularon como iniciativa en la prensa santandereana. Sus
    propios nombres reflejan ese ambiente cultural de la
    época, ya que muchas, por sus títulos,
    señalan la invitación directa a hacer parte de este
    cenáculo de letrados y hace que cada revista se distinga
    de otras evidenciando sus contenidos y sus
    propósitos.

    Las revistas de letras eran consideradas como un
    "estimulo poderoso para poner en actividad talentos literarios,
    llevan a los lectores a nobles inquietudes de carácter
    intelectual, crean un ambiente propicio para vocaciones
    artísticas y a su alrededor se congregan espíritus
    selectos que se iluminan mutuamente y fraternizan en un mismo
    culto al ideal y a la belleza".

    Lecturas demostró el claro ejercicio de la
    práctica pedagógica. Su título, más
    que una distinción, de la que hace parte como
    órgano difusor de la Sociedad Pedagógica de
    Santander, expuso una clara invitación al ejercicio culto
    de la lectura
    como práctica para esta sociedad de la que
    pretendió señalarse como culta. Lecturas, fue una
    revista mensual dirigida y redactada por la Sociedad
    Pedagógica de Santander, cuyos iniciadores fueron
    Francisco Paillie, Emilio Pradilla, Carlos Torres Durán,
    Leonardo Martínez, Daniel Martínez, Daniel Forero y
    Félix Consuegra. La práctica del ejercicio
    pedagógico fue expuesta con trabajos realizados por los
    miembros de la Sociedad Pedagógica, lecciones de ciencia,
    educación, historia y producciones literarias; de hecho en
    la práctica de estas lecturas ella pretendió
    "conservar las tradiciones democráticas de nuestra
    cultura". Como vocera autentica del magisterio, dio a conocer el
    pensamiento pedagógico y fue tomada como un elemento de
    lectura,
    colección y discusión para la sociedad
    santandereana.

    La sencillez, seriedad y presentación, la
    excluyeron de ser incluida dentro de las críticas
    formuladas por Juan Cristóbal Martínez, quien
    llamó a las revistas de la época como
    "álbumes de matachitos"; su presentación fue en
    blanco y negro, tamaño media carta, hoja
    blanca y gráficamente contiene fotografías de la
    vida escolar y panoramas municipales, para conocimiento de
    nuestra región.

    El medio para hacer posible las publicaciones es la casa
    editora o taller tipográfico que adquirió una
    importancia para la expresión de las ideas desde el siglo
    XIX; la imprenta ha sido el medio de difusión de ideales.
    Fue apreciable en estos primeros 40 años del siglo XX la
    conformación de talleres de propiedad de
    comerciantes como Andrés Nigrinis, con la
    Tipografía Editorial Mercantil, Leopoldo
    Núñez Ortiz, Milciadez Núñez, Carlos
    y Valentín Núñez con la Imprenta Comercial,
    la imprenta Marco A. Gómez, y la gran empresa de
    propiedad de los hermanos Uribe "La Cabaña", entre muchas
    otras.

    Desde 1886 Leopoldo Núñez fundó el
    Taller Gráfico Núñez en donde se
    editó la revista Lecturas en su primera aparición
    en 1904 y Revista Santandereana en 1915.

    Tanto Lecturas como Estudio, son dos revistas que por
    sus nombres propios nos indican su propósito
    académico. Estudio, como órgano de publicidad de la
    Academia de Historia de Santander se editó en 1931 impresa
    por la Imprenta del Departamento, esta revista maneja el formato
    sobrio y serio que representa una revista académica, y
    cuyos contenidos son prácticamente textuales sin incluir
    en ellos anuncios comerciales, siendo éste un medio de
    financiación.

    Excluir los anuncios comerciales significó que la
    financiación de Lecturas fuera directa por la Sociedad
    Pedagógica de Santander y Estudio, en sus primeros 50
    años de existencia, por la Academia de Historia de
    Santander, dado que ninguna de ellas tenía valor de
    venta y eran
    distribuidas en el medio académico.

    La dirección de la revista Estudio era manejada
    por un miembro de la junta directiva de la Academia de Historia.
    En su primera edición aparece como director Carlos
    Valencia Estrada, y aunque la intención de esta revista
    era una publicación mensual, en su tercer año
    varía y se editó trimestralmente. Entre otros
    directores podemos destacar a Ernesto Valderrama Benítez,
    José Fulgencio Gutiérrez, Miguel Sarmiento y
    Horacio Rodríguez Plata, quienes, como directores de la
    revista, contaron con el apoyo de los miembros de la junta de la
    Academia de Historia, siendo el presidente, vicepresidente y el
    secretario.

    En 1938 la fotografía
    hace parte de la revista y varía su presentación.
    Desde la edición N° 80, aparecen fotografías o
    grabados de altos miembros de la academia de historia que
    merecieron ser destacados.

    En esta revista, que hasta entonces tenemos la fortuna
    de adquirir, desde su publicación Nº 284 de Diciembre
    de 1975, los anuncios publicitarios hacen parte de su contenido y
    se establece un valor monetario para la adquisición de $
    25.00 Pesos, lo que demuestra problemas para su
    edición.

    Dentro de las revistas publicadas, las presentaciones
    varían de acuerdo a los propósitos de sus
    directores y al público que quiere llegar, pero el formato
    sobrio y elegante que le da un carácter de elemento de
    lujo para la sociedad, prevalece en el diseño.

    Revista Santandereana, "Publicación mensual de
    intereses generales" Órgano de la sección de Letras
    del Club Santander se editó en el Taller grafico
    Núñez al igual que la revista Lecturas en su
    primera etapa.

    La Revista Santandereana, vino a ser obra del importante
    escritor Jaime Barrera Parra, con la colaboración de otros
    hombres como Emilio Pradilla, Luis María Rovira, Alejandro
    Peña Puyana y Carlos Torres. Esta revista, como medio
    difusor del Club de Santander, representó ese espacio
    socializador en el que se integraron un grupo de amigos llamados
    a exponer sus producciones literarias. Santandereana se
    publicó con una elegante presentación grafica; el
    uso de las viñeta en cada página la hace adquirir
    un significado estético para la
    personalidad de la revista, su formato fue tamaño
    media carta papel periódico con unas 26 páginas,
    estas que también hicieron parte los avisos
    comerciales.

    La Revista Santandereana, como su nombre claramente lo
    demuestra, fue una publicación que representó el
    regionalismo político de aquellos años, con cuyos
    colaboradores representaron esa clase de las letras
    Santandereanas que iba a ser reconocida a lo largo de los
    primeros cincuenta años del siglo XX en las revistas de
    letras.

    La revista Santandereana se adquiría a un
    costo de $
    0.10 ctvos, cada entrega, la serie de 6 números por $ 0.60
    ctvs y el número atrasado por $ 0.15 ctvos oro, igualmente
    se canjeaba con periódicos nacionales y
    extranjeros.

    Nuevamente en 1923 Jaime Barrera Parra dirige una
    segunda revista, Motivos "Una revista de literatura, ciencia,
    artes, industrias,
    finanzas,
    agricultura y
    comercio", editada semanalmente, vendida a un costo de $ 1.00, en
    esta se recogen una variedad de trabajos de un grupo de amigos
    convocados por esta figura tan valiosa en las letras
    Santandereanas. Jaime Barrera Parra, y recordado por Manuel
    Serrano Blanco en su obra "La vida es así" revela que "Por
    entonces existía en Bucaramanga una permanente actividad
    intelectual y letrada que pontificada Jaime Barrera Parra, el
    insigne escritor, que había tenido pares pero no impares
    superiores. A su lado sin cesar en torneos de literatura, prosa y
    elocuencia muchos de los que después figuraron con mayor o
    menor brillo en la república letrada: José Camacho
    Carreño, Juan Cristóbal Martínez, Camilo
    Barrera, y a la zaga de todos que enhebran y reviven todos esos
    recuerdos (…) que dio fruto a una revista de
    sección literaria admirable y que llevaba por nombre
    Motivos".

    Revista Motivos con un formato tamaño oficio, en
    hoja papel periódico gráficamente adornando en la
    mayoría de sus páginas con avisos comerciales,
    definió la importancia de los avisos comerciales para la
    financiación de las revistas, ya que de hecho adolecen de
    presupuesto para
    su sostenimiento. En esta revista se establecieron tarifas en los
    anuncios comerciales dependiendo de su tamaño. Para una
    página de $ 4.00, media página $ 2.50 pesos, un
    cuarto de página por $ 1.50 pesos, para los anuncios
    económicos se establecía un valor de $ 0.50 ctvs y
    para aquellos que se publicaban una sola vez un recargo del
    20%.

    No sólo los avisos comerciales son esenciales en
    la financiación, sino que a su vez jugaron un papel
    importante de una sociedad, por la importación de modas, símbolos
    etiquetas y el uso de productos que
    se dirigen para un público en particular.

    En una segunda casa editora que trabaja desde 1881, de
    propiedad de Andrés Nigrinis, con nombre de
    "Tipografía Mercantil de Nigrinis Hermanos" con sus
    oficinas para aquel entonces ubicadas en la Carrera Novena N°
    347, se editó la Revista Alma Latina; una revista
    quincenal de literatura y variedades que nació en 1915 que
    representaba a la Sociedad de Jóvenes del Club
    García Rovira y era dirigida por Eliseo Martínez
    Hernández.

    Su edición se cumplió quincenalmente y se
    dio de venta al público por un valor de $ 0.10 ctvos
    número suelto, $ 0.15 ctvos número atrasado y con
    una tarifa de subscripción anual de $ 1.peso.

    Alma latina inscribió una nueva generación
    dentro del ambiente literario de Bucaramanga que buscó
    enseñar un "sendero de progreso verdadero para nuestra
    patria fuerte de legítimo orgullo, para nuestras almas
    jóvenes amantes de lo sano y de lo bello" Por su nombre
    Alma Latina y su Lema "Docere Delectando" hizo una clara
    referencia del uso del latín imponiendo una
    distinción en esa asociación del culto de las
    letras.

    En la edición N° 10, la dirección y
    propiedad de la revista pasó a manos de Juan de J.
    Ogliastri y Blas Hernández quien ya había adornado
    las páginas de esta revistas llevando por firma en sus
    producciones el seudónimo de Paulo.

    Con una nueva dirección en enero de 1920, se
    pretendió la reorganización de esta revista, en
    donde "la política y sus rencores y sus maquiavelismos
    perversos" no empañaran nunca más sus
    páginas y de la misma forma en sus contenidos aparecieron
    secciones especiales dedicadas a reconocer la labor de esos
    escritores santandereanos.

    Al representar la sociedad de jóvenes del Club
    García Rovira, la posibilidad de edición de esta
    revista, que no sólo corresponde a sus socios sino a los
    anuncios comerciales que adornan sus páginas, el reclamo y
    la falta de apoyo por parte de los socios se hace dentro de la
    revista, en donde aparece una amenaza en la que
    "próximamente publicaremos la lista negra de deudores
    morosos a nuestra empresa" para posibilitar su mejor
    presentación y continuidad en la
    edición.

    Revista Intenciones

    En la organización de esta empresa, como se
    considera desde 1920 por su nuevos directores se establecen una
    serie de condiciones publicadas en cada número de la
    revista, cuyos precios de
    venta no varían y aparece el valor de la inserción
    del anuncio por $ 2.00 pesos notificando que al "contratado un
    aviso por determinado número de veces su suspensión
    no excusara del pago total".

    "La colaboración será
    solicitada"

    "No se devuelven originales"

    "La dirección no responde por conceptos
    autorizados con firma o seudónimos".

    "Los avisos se pagan por inserciones
    comprobadas"

    "Subscripciones, pago anticipado"

    "Se envía un ejemplar gratis a quienes lo
    solicite por escrito"

    Estas son las condiciones que presenta la revista para
    su colaboración y para la publicación de los
    anuncios comerciales.

    Reconociendo el valor de las letras santandereanas, los
    hermanos Uribe Rafael, Benito y Felipe Ordóñez
    Uribe, se dedican a la edición de novelas, cuentos, y
    revistas con la gran casa editora "La cabaña". Los
    hermanos Uribe, en acuerdo con José María Salazar
    Álvarez, un joven antioqueño, formularon una de las
    tantas revistas literarias en Bucaramanga, haciéndole un
    homenaje a Aurelio Martínez Mutis y con su obra
    poética Tierra Nativa bautizan a su revista.

    En la dirección estaba José Maria Salazar
    Álvarez y como iniciadores de esta importante empresa
    periodística encontramos a Gregorio Consuegra, Luis Maria
    Rovira, Camilo Barrera, Valentín Núñez y
    Blas Hernández.

    Tierra Nativa una revista gráfica de periodicidad
    mensual, apareció por primera vez en Diciembre de 1926, y
    logró la publicación de 247 números, se
    manejó con formato tamaño carta de una rica
    variedad gráfica componiéndose de 25 páginas
    literarias y unas 6 páginas de anuncios comerciales. El
    costo adquisitivo fue de $ 0.10 y $ 1.00 por suscripción,
    su edición fue en papel periódico, manejando en el
    texto colores rojo,
    azul y verde en su portada. A lo largo de toda la revista la
    adornan fotografías de Mujeres santandereanas como una
    tarjeta de invitación a la sociedad y en el caso de las
    ediciones especiales se hace alegoría a festividades,
    religiosas o fiestas patrias. Dentro de sus contenidos en
    secciones como momentáneas, galería infantil,
    monografías regionales y cuadros de costumbres se le
    reconoció a esta revista su calidad
    gráfica tanto en la fotografía como en la calidad
    de la impresión.

    La Casa editorial "La Cabaña" ubicada en Carrera
    10 N° 268, Telégrafo la cabaña y Teléfono 3903, igualmente realizó la
    publicación de la Revista Intenciones, Revista
    Selección, Revista Pipatón de Barrancabermeja,
    entre las que podríamos nombrar.

    Se Irrumpe su formato y presentación
    cambió en 1943 al igual que se casa editora, por la
    Imprenta Piechacón, con el Nº 242, su formato media
    carta y, dentro de su contenido, el carácter literario es
    reducido, su nombre pasa a ser Revista Gráfica y
    enciclopédica de Cultura popular hasta febrero de 1945 con
    el Nº 247.

    La revista Selección, una revista de
    difusión cultural registrada como artículo de
    segunda clase por el ministerio de correos y telégrafos, con
    número de licencia 370 dirigida por Carlos Martínez
    Peralta y administrada por José Atuesta Pinillos con
    domicilio administrativo en Calle 4ª N° 739 y de
    publicación quincenal, contribuyó a la
    formación de una clase culta en Santander pero "de manera
    desinteresada y franca"

    Su sencillo formato y variada presentación
    fotográfica se compuso de 12 hojas, entre ellas se
    presentan novelas, cuentos, crónicas, deportes y se
    preocupó igualmente por los problemas de la ciudad, con
    artículos referentes a la empresa de
    aseo, el empréstito departamental y la mortalidad infantil
    en Bucaramanga.

    La revista Selección, en 1938, fue una de las
    revistas de letras de alcance internacional. El empuje modernista
    de sus propietarios y administradores por universalizar el
    concepto de la cultura santandereana, hizo que la revista fuera
    distribuida en New York con una agencia en 108 Walter
    Street.

    Como otras publicaciones editadas en "La Cabaña"
    tenemos la Revista Sagitario, de Literatura, ciencias, artes,
    deportes y variedades, que se fundó en 1933 por
    Nicolás Gutiérrez, quien hace parte de la
    Asociación de Periodistas de Santander y que por
    iniciativa propia, destiló hojas sueltas de literatura.
    Sagitario se presenta con un formato tamaño oficio, hoja
    papel periódico adornada gráficamente en su
    interior con fotografías de Señoritas de la
    sociedad bumanguesa. Entre la poesía, cuentos y ensayo, su
    sección de "Galerías de bellezas santandereanas" se
    intercala con cada artículo aquí expuesto. Su
    contenido en asuntos publicitarios es modesto.

    En "La casa editora la cabaña", igualmente fue
    impresa Intenciones una Revista semanal de
    "literatura-ciencia-Arte", en 1936, circulando todos los
    sábados en los principales centros del país.
    Intenciones, como su nombre lo dice ,bajo la dirección del
    Joven periodista Jaime Ardila Casamitjana, formuló una
    invitación a la crítica literaria como una gimnasia
    intelectual logrando con ellos secciones especializadas en
    polémicas y enfrentamientos de figuras reconocidas en el
    campo de las letras en Santander "con la mejores intenciones
    suelen hacerse las peores cosas", así lo definió
    José Fulgencio Gutiérrez un gran Historiador de la
    Academia que no pudo salir mejor librado de ofensas personales en
    dicha revista.

    El domicilio de la revista se manejó en la
    residencia Periodista Jaime Ardila Casamitjana en la Calle 2a
    N° 1239, de la misma manera en la Calle 4a N° 1630,
    residencia del colaborador Jorge Galvis Núñez y en
    la Calle 6A N° 906, residencia de la Sra. Alejandrina
    Serrano, se administró la suscripción de la
    revista. Como empresa periodística se registro con
    licencia numero 502, expedida 9 de mayo 1936 para su
    funcionamiento.

    Su modesta presentación se realizó en hoja
    papel periódico con portada a color, manejando
    un índice de igual manera esta revista resalta la labor de
    Luis Alfonso Afanador, que colaboró con la parte
    gráfica de esta revista así como una sección
    propia titulada "Los Maestros" dedicada a los reconocidos
    escritores nacionales, locales e internacionales, como Jorris,
    Karl Huysmans, Víctor Hugo y Porfirio Barba Jacob entre
    otros.

    Sus anuncios comerciales no sólo figuraban en los
    pies de páginas de las secciones como mensajes directos a
    un público general sino que adornaban páginas
    enteras.

    Tomando en cuenta que el "Anuncio es el abono del
    negocio" este medio publicitario no sólo funcionó
    como financiador de la revista, sino como una vitrina de exposición
    de productos y modas, importantes para una economía
    comercial como la que se veía en Bucaramanga.

    "Anunciar es vender" fue la invitación a esa
    clase comerciante a vincularse al proceso modernizador de los
    medios de
    comunicación; es decir el uso de la revistas como
    medio de propaganda y éxito en sus negocios con
    los continuos anuncios

    La revista Stadium, una revista de literatura,
    gráficas, deportes y variedades, registrada como
    artículo de segunda clase, licencia Número 691 fue
    catalogada en 1948, al cumplir su primera década como "la
    decana de las revistas de Santander", de publicación
    mensual y la que logró hasta 1991 completar la
    edición de dos mil dos cientos veintiseis números,
    editada por la Imprenta Comercial que generaba un tiraje de 5.000
    a 10.000 ejemplares por un valor, en 1938, inicialmente de $ 0.15
    ctvos, en Junio de 1951 por un costo $ 0.30 ctvos y en 1958, por
    un valor de $ 0.75.

    Esta empresa periodística que tuvo por titulo un
    nombre deportivo, aunque sus contenidos en todos los
    números fue variado "su titulo surgió de una
    vocación deportiva en cuanto el periodismo tiene al
    deporte cuando se
    realiza por simple anhelo de cumplir con la función de
    instruir y deleitar el teatro
    artístico" y de la misma manera como el propósito
    de muchas otras revistas fue el "verdaderas piezas de
    antología o documentos
    indiscutibles para la historia de la inteligencia
    santandereana".

    Su director Arturo Reyes Arguello quiso poner a esta
    revista santandereana, al "servicio de la
    solidaridad
    Venezolana" para una integración de países hermanos. Sus
    páginas manejaron un formato sobrio y serio en
    presentación de hoja en blanco y negro con texto en color
    verde, rojo y azul y su portada estaba adornada por
    fotografías que sugieren la cotidianidad de la vida
    citadina.

    A Stadium se le reconoció como el primer
    órgano periodístico que impulsó el deporte y
    el periodismo independiente, considerado en 1976 como "patrimonio
    cultural hace 40 años". Arturo Reyes Arguello
    también integró la Asociación de Periodistas
    celebrada entre los años 1935 a 1940, con la cual sus
    representantes, efectuaban celebraciones en los más
    elegantes clubes del Comercio, Unión, Campestre, Hoteles como Bucarica y Príncipe,
    compartiendo

    espacios de sociabilidad de las más "linajudas
    damas de la élite".

    Como miembro de esta asociación igualmente
    encontramos a Juan Cristóbal Martínez un
    controvertido escritor cuya crónica, sin excepción
    alguna hace parte de las secciones de todas las revistas editadas
    en la primera mitad del siglo XX. Inquieto por ese quehacer
    periodístico fundó y dirigió en 1937 la
    Revista Paréntesis que por su propio nombre puede
    remitirnos a su personalidad,
    ya que como hombre político encabezaba el directorio
    conservador y manejaba un discurso
    moralizador. Por otro lado, en sus producciones literarias se
    escapa un poco a esa disciplina y
    en cierto caso fue acusado por la iglesia de
    librepensador, declarando su excomunión por su novela
    titulada "Margarita Ramírez tuvo un hijo".
    Paréntesis una publicación mensual registrada por
    curso libre, con licencia Nº 237 impresa por la editorial
    Marco E Gómez y administrada por Julián
    Martínez, llegaba al público por un costo de $ 0.15
    ctvos diseñada con un formato agradable para el
    público, con sus contenidos gráficos y adornos en sus 18 páginas
    de tamaño carta, entre las que se integraron anuncios
    publicitarios como característica esencial de sus
    subsistencia.

    Arturo Reyes Arguello participó como administrador en
    otro proyecto editorial como lo fue Oriente, revista literaria en
    1933, bajo la dirección de T. León Moreno M. y
    Sebastián Antolinez, también miembros de la
    asociación de periodistas de Santander. Oriente
    conservó un formato tamaño oficio en hoja papel
    periódico, con amplios anuncios comerciales entre sus
    contenidos literarios y editada en tipografía
    Sucre.

    Y siguiendo esa lista de miembros de la
    Asociación de periodistas, encontramos a Efraín
    Orejarena Rueda, quien dirigió en 1939 la Revista Rumbos,
    de periodicidad mensual, registrada como artículo de
    segunda clase por el ministerio de correos y telégrafos
    con licencia de 4 de mayo de 1939 Número 587.

    Su formato introduce un modelo de
    publicación de bolsillo con cierto formalismo en su
    diseño, guarda en su portada un índice de sus
    contenidos sin manejar fotografías y los anuncios
    comerciales se excluyen del plan de
    propaganda de las rentas del departamento. Rumbos tiene a
    consideración ser la única revista que pudo
    demostrar su circulación extensa en el país y el
    exterior; estableciendo 485 canjes, estuvo inscrita en "The
    Panamerican Book Shelf" con agencias en Guayaquil, Panamá,
    Santiago de Chile, México y Caracas, y vendida en las
    librerías locales como Mogollón & CIA, ubicada
    en 5a N° 10-43 , en la Agencia de "El liberal" Calle 5a
    N° 928, en Tavera y CIA, Calle 5 N° 12-05 y en la agencia
    del Deber y Panorama, Carrera 12 N° 4a-5a N° 426
    .

    En los conceptos recibidos sobre la revista se le
    distinguió que "no se fija en senderos políticos,
    ni históricos sino enciclopédicos" en Bucaramanga
    por haber un espacio propicio para estas manifestaciones de
    cultura "hay espíritu, hay esfuerzos dispuestos a
    invertirse gallardamente en empresas periodísticas, hay
    inquietudes; por ejemplo una crónica picante de
    Juancé, un científico, Luis Ardila, la
    irónica disertación literaria de Juan de Dios
    Arias…" son estos hombres quienes hacen posible que esta
    páginas puedan llenarse con variedad de artículos
    de escritores santandereanos.

    Estos hombres actuaron en los procesos de sociabilidad,
    representando lugares, familias y modos de actuar. En los
    años 40, un Club que figura como centro de prestigio para
    esa clase comerciante de nuevos ricos, fue el club campestre en
    el que participa la sociabilidad de una clase distintiva. Esta
    tuvo un medio de difusión para los hombres que de ella
    hacen parte y en 1941 edita la revista Club Campestre. Esta
    revista fue un proyecto "para que estas páginas sean
    consideradas como órgano nacional de los clubes campestres
    del país". Club Campestre fue una revista con un formato
    sencillo de una presentación fina con el escudo del Club
    como emblema deportivo en la portada, sus páginas son
    adornadas por fotografías, de las celebraciones y
    presentaciones como el reflejo de las prácticas sociales
    del club.

    En la revista se publicó anualmente un balance
    económico del club y las listas de sus miembros. Dentro de
    los contenidos literarios se evoca una colección completa
    de Jaime Barrera Parra y de Tomás Vargas Osorio, como
    mitos literarios de Santander.

    Esta revista fue dirigida por Tiberio Zuloaga Arango y
    administrada por Luis Silva Valderrama. Su nombre viene
    directamente a representar a la sociedad perteneciente al Club
    Campestre. Colaboraron en esta revista como miembros del club:
    Aurelio Martínez Mutis, Rafael Ortiz González,
    José A. Jácome Valderrama, Mario Acevedo
    Díaz, Jaime Ardila Casamitjana y Jesús Zarate
    Moreno; estos hombres quienes constituyeron la
    organización y difusión de esta revista han sido
    sujetos importantes en el medio cultural de Santander.

    Para 1940, la muerte de
    hombres como Jaime Barrera Parra, Camilo Barrera, Blas
    Hernández, José Camacho Carreño, Camilo
    Forero Reyes, José Joaquín García, Daniel
    Martínez, Francisco Paillie y Luis Maria Rovira se
    convierten en el recuerdo de una generación que dio
    innumerables frutos de producción literaria. El silencio
    de su muerte se
    percibe en la falta de estímulo para generar nuevas
    empresas periodísticas; las revistas que se editan a
    partir de 1940 evocan esas grandes figuras de las letras
    santandereanas que hicieron brillar las páginas de muchas
    revistas en Bucaramanga.

    Revista de Santander que se editó en 1945 como
    Órgano del Gobierno de Santander bajo la dirección
    de la Secretaría de Educación Pública,
    rescató en sus páginas a esas figuras literarias y
    sus producciones, fue dirigida en su primer número por
    Gustavo Serrano Gómez y administrada por Manuel Serrano
    Blanco, en años siguientes por Jaime Ardila Casamitjana, y
    Alberto Duarte French, quienes habían integrado las mesas
    de redacción y dirección de otras
    revistas, y se habían destacados igualmente en el medio
    político y del periodismo. La Revista de Santander, con
    una presentación sencilla, complementando sus secciones
    con escasas fotografías pero en su mayoría
    caricaturas y grabados del Maestro Rafael Prada Ardila y una
    variada gama de viñetas, fue editada en la Imprenta del
    departamento con un tiraje de 2000 ejemplares con un costo al
    público de $ 0.30 y una subscripción anual de $
    3.00 pesos. Su edición se inicio semestralmente y en su
    segundo años pasó a ser anual.

    Fue suspendida desde su N° 10 en 1950 por un periodo
    amplio, hasta la aparición del N° 11 en 1957 bajo la
    dirección de Roberto Harker Valdivieso, quien advierte en
    sus editoriales "que existe en nuestro departamento una aridez
    desconcertante particularmente en los géneros de la
    novela, cuento, poesía y ensayo político, al igual
    que en el periodismo "en concepto general es que vivimos en un
    medio difícil y accidentado para grandes cosas de la
    cultura, pero tenemos una minoría selecta de valores
    esenciales que diariamente salvan con su prestigio la
    tradición honrosa de un gran patrimonio intelectual y ya
    contabilizado por la historia".

    En esos mismos términos Luis López
    Rodríguez define la situación de la cultura en
    Santander, quien, ocupando el cargo de Jefe de extensión
    cultural y bellas artes del departamento dirigió la
    Revista Cordillera en 1948. Como miembro de la Asociación
    de periodistas de Santander y colaborador en las diferentes
    prensas desea con esfuerzo propio salvar a Santander de la
    decadencia literaria que la consume.

    Cordillera, como tantas revistas de Bucaramanga, se
    consideró ella misma como "continuadora de Tierra Nativa,
    Rumbos, Revista Santander" y otras que ordenaron el
    terruño en épocas pasadas".

    Con el propósito de mantener y acrecentar el
    prestigio literario, no sólo trabaja de la mano con la
    Revista Santanderes publicada en Bogotá "una revista de
    expresión santandereana al servicio de Colombia", sino con
    la hora radial "Ecos de Santander".

    Cordillera se editó en la tipografía
    Bucaramanga ubicada en la Carrera 13 N° 43-19, con un formato
    técnico tamaño oficio, ilustrada con variadas
    fotografías para el reconocimiento de paisaje regional,
    con una carátula plastificada a color con 38 hojas entre
    contenidos literarios y avisos comerciales, registrada con
    licencia Nº 1758.

    Los nombres con las que fueron bautizadas estas
    revistas, al igual que los hombres que las dirigieron y las
    redactaron, hacen parte de esos instrumentos intelectuales de ese
    "utillaje mental", considerado por Roger Chartier como
    categorías de pensamiento no universales, que hacen parte
    de una sociedad como conjunto de esquemas inconscientes que
    otorgan unidad a las maneras de pensar propias de una localidad o
    sociedad en particular.

    Estos hombres con sus modos de actuar y de pensar
    practicaron unos procesos de sociabilidad de una clase excluyente
    cuyo valor diferencial era el "el saber en las letras". Oradores,
    novelistas, poetas, cronistas asociados en estas revistas,
    clubes, cafés participaron su propia cotidianidad a la
    sociedad en general de sus practicas por medio de estas
    publicaciones.

    Este círculo excluyente de una clase acomodada
    económicamente y portadora de un reconocimiento
    político y de prestigio dentro de la esfera social,
    implantaron conductas y pensamientos en la construcción de
    la élite bumanguesa, "la formación de monopolios es
    precisamente lo que permite la puesta en marcha de un mecanismo
    de acondicionamiento social, gracias al cual se educa a cada
    individuo en el sentido riguroso de un autocontrol", la
    exclusividad social que se marca en estas revistas se hace por
    medio de las invitaciones a esos hombres para pertenecer en este
    circulo cerrado del saber intelectual; la descripción de
    sus modos y concepciones son los que determinan su papel
    diferencial de la sociedad.

    3.
    Invitación y descripción DE los hombres de
    letras.

    El aspecto ideológico de la cultura está
    disociado en su aspecto material, el producto cultural que se
    elabora fue asimilado en una mínima proporción "el
    arte, la literatura corresponden a los intereses de un sector
    tradicionalista o (si mucho progresista) cuyo afán de
    llegar a las masas queda en intención", en lo que se
    determina para la permanencia a este medio social de una clase
    diferenciada, la invitación por si misma en las revistas
    excluye la totalidad de la sociedad.

    El perfil del escritor heredado del siglo XIX apela a un
    lirismo consecuente a dar gloria a la iglesia, al ser
    argumentativo, acicalado, persuasivo, en suma retórico. En
    sus dotes de escritor maneja a la par la oratoria, valorando
    más la palabra oída que la escrita, la herencia se
    reviste de poderes de elocuencia y poder clerical o
    político, significando dominio.

    En Colombia, donde el dominio político y
    religioso se concentra en una pequeña clase, el papel para
    el literato de entonces no conduce a comunicar, muy por el
    contrario se utilizó como un arma de convencimiento de
    ostento y celebración.

    Inconscientemente se cree a la oratoria como la fuente
    de verdad. En Colombia desde José Eusebio Caro y Julio
    Arboleda hasta Rafael Núñez y Guillermo Valencia,
    los poetas gramáticos y literatos forman una
    interrupción de esa vocación filológica que
    defiende la pureza de la lengua como un
    carácter ritual casi religioso para el oficio del
    literato. En la Colombia de las primeras décadas del siglo
    XX, la avanzada liberal no cambia mucho la situación del
    escritor, hacia 1930 la literatura parece refugiarse en un
    pasado, con un lenguaje
    académico de género
    patriótico.

    En la literatura Colombiana, la edición de
    revistas culturales o revistas literarias de corte moderno no
    modifican el papel de la prensa, dentro de círculo
    oligárquico y exclusivo.

    Se decía entonces para esos años "que
    todos los periodistas y escritores, cultos de espíritu,
    pertenecen a una clase alta adinerada, humana privilegiada de la
    cual nos sentimos orgullosos para la grandeza misma de sus vidas"
    casi como única es esta significación encontrada a
    lo largo de los primeros cincuenta años del siglo XX, en
    la prensa, en sus crónicas y en sus discursos.

    El distintivo de la propia revista fue el que se
    repitiera continuamente como parte de sus discurso: la existencia
    de ese privilegio social, pues para cada círculo no
    sólo se hacía limitada la numeración de las
    cualidades sociales de sus miembros sino que afirmaba que
    Santander ya "poseía un núcleo de gentes de
    pensamiento" siendo "Bucaramanga, ciudad de oradores de
    elocuencia castiza y caudalosa, de poetas inspirados noblemente,
    de escritores atilados sin mengua de la vivacidad de la clausura.
    Allí dialogan en términos de Castilla y con
    autóctono aticismo, Serrano Blanco, Ortiz González,
    Juance, Ortiz Lozano, Juan de Dios Arias, Martínez Mutis,
    Fernando de la Vega, que sin ser nativo de la capital
    santandereana, ha vinculado a ella sus años de madurez
    intelectual, y muchos otros valores ejemplares cuyos nombres no
    estampamos ahora por la infidelidad de la
    memoria".

    Reafirmando del mismo modo que para la búsqueda
    de ese destino histórico "se han levantado empresas de
    cultura que a través del periodismo, la revista y la hoja
    volante, han ratificado la grandeza de un pueblo y su capacidad
    para batallar para la conquista de nobles causas".

    La posesión de los más elementales
    instrumentos de la cultura, la palabra, la lectura y la escritura, y
    la preeminencia en la etiqueta y toda la rivalidad en que fue
    materializada la existencia de una pretendida nobleza, eran
    aspectos claves de los procesos cotidianos de
    diferenciación social, manejados en sus Clubes, tertulias
    y, por su puesto, en la muy adornada página social que
    hizo parte de todas las revistas.

    La extremada pleitesía para con esos hombres, la
    casi religiosa concepción de los Hombres de letras, "su
    ocupación de empleos de gobierno, una sociedad de meritos
    son elementos de esa cultura intelectual colombiana".

    La connotación de la Biografía fue el
    signo de permanencia hacia esa religiosidad para con los hombres
    de letras, como obligada en las páginas de las revistas,
    la mitificación como héroe en el caso del "Ilustre
    Santandereano Abogado, Juriconsulto, hombre y héroe,
    porque Manuel Serrano Blanco habla de todo" y como la figura de
    Camacho Carreño quien "nació poseído por
    este Pathos divino de la palabra que todo lo envuelve, lo anonada
    y lo consume, el orador natural capaz de conducir un pueblo a las
    mas irrazonables o gloriosas jornadas por virtud de su hechizo
    embrujador, ilógico y sin embargo decisivo. Puesto en
    actitud
    sibilina su voz fue ya algo extraordinario, instintivo y
    primordial. Es como un viento huracanado que nos lleva a las
    zonas de fábula, arrollador, sonámbulo e
    imperioso"..

    Las continuas ovaciones y halagos se hacían de
    forma individual o generalizando el grupo al que
    pertenecían en caso en que "Bucaramanga ha sabido cultivar
    aquellas exquisiteces del entendimiento y del corazón que
    atavían la personalidad humana con esplendor perpetuo. Su
    circulo de escritores no fue numeroso, pero si de una
    selección imponderable. Cualquiera de sus nombres
    servirá para bautizo de una ciudad formada; Aurelio
    Martínez Mutis, que ha volado sobre los Andes como en su
    medio justo, en alas de la epopeya Americana; Enrique Otero
    D`Costa que robó a los narradores del siglo de oro
    español
    la gracia y casticidad del lenguaje; Manuel Serrano Blanco, el
    jurista y gran tribuno de plazas y parlamentos, tan ático
    en el decir como temible en la acometida; José Fulgencio
    murieres agobiado de disciplinas intelectuales; Rafael Ortiz
    González tan lírico en la fina emoción; Juan
    Cristóbal Martínez que ha comunicado a la
    crónica un sabor nuevo, y Gustavo Serrano Gómez, el
    ágil comentarista de los sucesos diarios de la
    política, ameno en la dicción, intencionado en el
    alcance." estos por recordar únicamente a los que
    pertenecieron al Club Campestre y que merecieron ese
    reconocimiento en 1942.

    De merecidas fiestas, celebraciones en virtud de sus
    reconocimientos y coronaciones ofrecidos a los que se
    consideraban valores intelectuales, prácticas de
    coronación, son el ejemplo de estos ritos, celebrados en
    el Club Campestre, la coronación a cuyo hombre se
    distinguía en la esfera intelectual, por ejemplo la de
    Rafael Ortiz Gonzáles, que a pesar de las no muy
    fraternales aceptaciones por merecerse tal práctica ya que
    para esto de "la coronación esta bien entre los antiguos,
    que por entonces no se tenía carácter de
    homenaje…era apenas un pretexto digno por cierto de
    entusiasmo para enfrascar a héroes y genios en innarrables
    orgías paganas".

    Y no sólo en las revistas y la familiaturas se
    congregan estas prácticas sociales, iniciativas como la de
    fundar un centro literario donde se congreguen hombres de letras
    para departir los esquivos frutos de la inteligencia, invitando
    "a todos los hombres pensantes de Bucaramanga". Este centro
    literario formulado por Juan de Dios Arias se vale de la
    imitación al Centro Literario Exelcior fundado en 1916 en
    Sau Paulo, Brasil, ya que su
    director Abilio Rodríguez hace una invitación
    directa a Jaime Ardila Casamitjana en su tarea como difusor
    cultural en la dirección de la revista
    Intenciones.

    No sólo en ovaciones se postulan a estos hombres
    de letras; muy desentonados comentarios se hacen en las
    páginas de esas revistas para esos hombres en las
    prácticas de las letras, a pesar que son ellos mismos
    quienes las producen, o refiriéndonos a esa
    práctica de lucha constante de los individuos lo que puede
    llamarse "una viciosa hierbesita de aquella envidia literaria"
    o"individualismo agresivo que florece como planta de
    maldición; donde cada ciudadano es un caballero feudal,
    orgulloso de sus fuerza y
    celosos de sus fueros".

    Por las propias revistas, el reconocimiento a esos pocos
    hombres pero valiosos en su personalidad intelectual, recogen en
    sus páginas las inéditas y extraordinarias
    producciones de ellos, que por falta de un mayor estímulo
    para la edición de estas obras (algunas de éstas
    sólo llegaron a publicar sus obras en estas páginas
    sueltas) son el esfuerzo de un hombre cuyo propósito era
    el reconocer esas producciones.

    O en el caso, si se puede considerar Mundo Alegre como
    una revista literaria dirigida por Valentín
    Núñez la que contiene un álbum completo de
    sus producciones poéticas editado desde 1938, y con uno
    que otro articulo sobre los escritores santandereanos.

    Aunque en la literatura local no fue reconocido el
    esfuerzo de estos escritores, que sin marcar un estilo propio
    modelan e implantan estilos europeos, fue el caso de el
    reconocido Jaime Barrera Parra del que si su "literatura no es
    Santandereana, ni colombiana, ni americana, sino francesa
    auténticamente gala: es una transposición tropical
    al estilo francés" y por si francesas fueron
    también las versiones de las obras de Alfonso Acevedo
    Díaz, "la huella de sus lecturas es la asimilación
    del simbolismo de los poetas franceses.".

    La revista Intenciones, con su propósito
    inquietante de formular la crítica, logró en sus
    páginas lo que en otras revistas se evitaba: el recoger la
    crítica sobre la literatura santandereana. En la
    invitación a escritores nacionales como extranjeros se
    recogen ensayos que
    aunque sinceros, pueden sonar dolorosos para una sociedad
    acostumbrada a elogiar sus trabajos y su muy limitado circulo
    social que monopolizó el saber de las letras.

    Lucio Duzán, un bogotano invitado a la capital,
    definió como nula la labor de los poetas santandereanos y
    escribió para las páginas de Intenciones que "los
    santandereanos fueron una reproducción de los ejemplares
    poéticos de su tiempo, sin ninguna innovación, sin otra preocupación
    vital que la de hacer versos y preocuparse por vivirlos, por
    ilustrar el vulgo de sus tragedias interiores" y no escapó
    a la referencia a que muchos de ellos impregnados por una fuerte
    tentación al suicidio, la
    temprana muerte de muchos hombres que en pleno albor literario
    desaparecen dejando un vació en el porvenir intelectual de
    las letras santandereanas.

    En práctica una literatura de "antesala
    improductiva estéril no puede prestarse a medir la
    dimensión de una cultura" no sin obviar que aquellos
    poetas fueron el producto de un estado social " de un Coktail de
    democracia y
    feudalismo y
    fueron aceptables en las fiestas de sus tiempos…no hay
    proyección luego no hay literatura, hay un conato una
    intención que es otra cosa" en conclusión esta
    sociedad "no produjo" y así comparte su tesis Gonzalo
    Buenahora y por su franca y sincera crítica a esta
    sociedad se le cierran las puertas en la también
    reconocida revista Pipaton,de propiedad de Gustavo Gómez
    Mejia, que se distribuía en Barrancabermeja.

    A pesar de las celebraciones, halagos y mitificaciones a
    esas figuras que actúan en el ambiente literario de
    Santander, quedaron en intenciones la formación de
    espíritus críticos, más aún para
    aquellos que se quedaron "anclados en el dulce remanso de la
    celebridad".

    4.
    detrás del telon…

    Hombres profesionales que no participaron en la esfera
    política cuyo nivel económico podía
    nivelarse a aquellos hombres de letras que figuraron como las
    más notables figuras, ya que su participación en la
    sociedad partía de una serie de exigencias, no sólo
    de la vocación intelectual, fue algo tímida y
    ocasional. Estos se recogen dentro de un inventario
    realizado en el análisis de los contenidos de las revistas
    y otros que se escapan, figurando en un anonimato, o explicando
    que los artículos allí editados podían
    remitirse a un recorte de un texto
    enciclopédico.

    La recolección de este inventario se maneja con
    una metodología aplicada por Rober Darton
    quien, para descubrir la población literaria francesa se remite a
    recoger en lista todas las personas de letras que vivieron en
    Francia en el
    periodo de su investigación a partir de 1755, aunque
    sólo hayan producido una obra y hubiera sido llevada a
    publicación.

    No es pretender hacer una comparación con la
    intelectualidad francesa sino, por el contrario, rescatar a esos
    sujetos por medio de sus producciones.

    Estos otros hombres que fueron llamados a participar en
    este quehacer cultural que se pretendía conjurar en la
    Bucaramanga de la primera mitad del siglo XX, nos hacen
    aún más claro el fortalecimiento de una clase
    exclusiva, con sus estrechas relaciones familiares organizadas en
    torno al
    comercio, propiedad de la tierra y el monopolio de cargos
    públicos siendo por sus apellidos muy
    distintivos.

    El nivel de estudio era factor elemental para ese
    círculo, ya que desde la Nueva Granada se reconoció
    el papel de Santander dentro de su participación en las
    Universidades, y otros que complementaban sus estudios en el
    extranjero.

    Durante las primeras décadas del siglo XX, los
    estudios profesionales se formularon como un canal de
    preeminencia social y de mayores oportunidades. El predominio de
    la educación religiosa vino a significar grandemente esas
    afinidades literarias que se tradujeron en las revistas
    literarias. Los jesuitas no sólo ayudaron a una labor
    pedagógica, sino que "de sus propios claustros la cultura
    floreció". El papel de los centros educativos como el
    Colegio Santo Tomas de Aquino de Zapatota, Colegio San
    José de Guanentá de San Gil y el Colegio San Pedro
    Claver fueron los más representativos en la
    formación de los hombres que figuran en las revistas de
    letras como valores intelectuales de Santander.

    Para los Jesuitas era un valor, más que un
    privilegio, el proporcionar en sus claustros las más
    significativas figuras de las letras santandereanas "ya que en
    tiempos aquellos una falange de jóvenes ilustres dieron
    muestra de su gran talento y cultura planteando un lírico
    cogollo que más tarde llegó a ser el árbol
    glorioso de donde desprendieron los más sazonados frutos
    de la literatura santandereana". En referencia tenemos Jaime
    Barrera Parra, Gonzalo Buenahora, Gabriel Carreño,
    José Antonio Escandon, Mario García Peña,
    Blas Hernández, Alfredo Lamus R, David y Leonardo
    Martínez Collazos, Juancé, Aurelio Martínez
    Mutis, Rafael Ortiz González, Enrique Otero D´costa,
    Luis Ernesto Puyana, Emilio Pradilla, y Ricardo Puyana, quienes
    hacen parte de un trabajo realizado por Gonzalo Buenahora
    titulado "Ensayos de crítica literaria" publicado en el
    Número XVI del anuario del Colegio san Pedro Claver para
    reconocimiento de sus ex alumnos.

    La tarea de reconocer los hombres de letras en
    Santander, por medio de las revistas de letras, se recoge en una
    tabla como inventario en orden alfabético de los
    escritores que integraron repetidas veces las páginas de
    estas revistas. El complemento de los datos de las
    tablas, en cuanto a las profesiones y fechas fueron tomadas de
    los tres Tomos de la obra de Roberto Harker Valdivieso, de
    Autores, Mas Autores y Otros Autores Santandereanos, que han sido
    consecuentemente publicados para el reconocimiento de esas
    figuras santandereanas; igualmente de los trabajos de Edmundo
    Gavassa Villamizar y de las breves biografías que ellos
    mismos publicaban en las revistas.

    En el Anexo 1 se establece un inventario en un orden
    alfabético de esos escritores que tuvieron
    participación en más de una revista editada en la
    primera mitad del siglo XX. En Bucaramanga, en la segunda columna
    el origen de estos escritores para hacer evidente la
    participación de los hombres de provincia. En una tercera
    columna las publicaciones que dirigieron, y en las siguientes
    columnas se reconoce igualmente a los miembros de la Academia de
    Historia de Santander, su partido político y sus
    profesiones.

    Está tabla nos puede reflejar la
    participación de esos hombres de provincia que llamados a
    figurar en ese ambiente intelectual, participaron en las revistas
    de letras y que figuran, en su mayoría, provenientes de
    Zapatota, "ciudad que ha dado grandes figuras de la inteligencia
    Santandereana", este inventario demuestra ,de alguna forma, esa
    inquietud de los hombres de distintas generaciones, sin podernos
    referirnos a los estudios de las generaciones colombianas, en las
    que se distinguen marcan tres grandes generaciones en la
    literatura Colombiana, los del Centenario, Los Nuevos y los
    Piedracielistas.

    Los escritores Santandereanos en su formación
    literaria se remitieron a estilos europeos. La formación
    de un género literario está por estudiarse con el
    conocimiento detenido de las obras de cada autor; en este trabajo
    rescato a esos hombres de letras que produjeron obras literarias
    y el paso a seguir es descubrir los géneros y
    cánones que los llevaron de alguna forma a enmarcase unos
    y otros en diferentes asociaciones formadas por las revistas y
    clubes.

    El hombre de letras en Bucaramanga no es un literato del
    uso exclusivo de este oficio, aunque sí muy versados en la
    oratoria y la retórica, compartían entre ellos
    estas afinidades literarias con sus profesiones. En mayor
    porcentaje, Abogados formaron parte de esta sociedad intelectual
    con el poder de la palabra y su desenvolvimiento en la esfera
    política, pero de la misma forma, lo hicieron
    médicos, dentistas, ingenieros eléctricos, y
    comerciantes.

    Es así como en estas invitaciones a formar parte
    de estas revistas, la profesión no marcó la
    distinción para pertenecer a estas agrupaciones;
    seguramente su nivel educativo y el interés
    por la literatura fue lo que se distinguió en el llamado a
    formar parte de estas revistas.

    Por medio de la constante difusión de la prensa
    en Santander con una enriquecida edición de semanarios,
    hojas volantes, diarios, periódicos, y revistas, las que
    maduraron la profesión del periodista, aunque en las
    primeras décadas del siglo XX quienes promovían
    esas empresas periodísticas eran hombres versados en la
    palabra, y con un dominio en las prácticas de la escritura
    y la lectura pero, por sobre todo, ese poder adquisitivo que
    hacía exclusivo a la prensa para su
    edición.

    La conformación de la asociación
    santandereana de periodistas fundada en 1935, como un medio de
    sociabilidad, resultó de esos intereses de saberes y
    poderes. Se reunían ahí, esos mismos hombres que
    han permanecido en la palestra de la vida pública, y el
    ser miembro de esa asociación era una carta de
    presentación en la dirección de esas empresas
    periodísticas que aparecieron en Bucaramanga, entre sus
    miembros figuraron los que la Tabla demuestra con la
    convención "P" (Periodistas).

    Y así hacen parte de esta asociación los
    directores de las revistas Intenciones, Paréntesis,
    Rumbos, Stadium, Oriente y Sagitario.

    Para el Anexo 2 la Tabla muestra la participación
    de esos escritores en las revistas, ya que muchos de ellos
    repetían sus colaboraciones en diferentes revistas o en
    donde figuran con homenajes póstumos a su muerte
    publicando algunas de sus producciones ya olvidadas.

    Siendo este un inventario de los escritores más
    frecuentes que encontramos dentro de las revista de letras
    editada en la primera mitad del siglo XX, figuras como Juan
    Cristóbal Martínez, conocido como Juancé,
    con su crónica de un estilo que lo diferencia de los
    demás por lo controvertido e irreverente ante la critica
    literaria; la Crónica de Juancé es pieza
    fundamental de todas las revistas de letras antes citadas, desde
    su llegada de Bogotá en 1919.

    Igualmente escritores como Juan de Dios Arias, que
    participa frecuentemente con su ensayo literario.

    José Fulgencio Gutiérrez que con sus
    lecciones de historia mantuvo vivo ese recuerdo por el pasado de
    una forma engrandecida; al igual que sus artículos de
    Bolívar, Núñez, Caro y Galán, en el
    que evocan el sentimiento patrio reconocido por estos hombres de
    Academia.

    Muy a pesar de las diferencias de José Fulgencio
    Gutiérrez con una generación que lo enfrentó
    en controversias, él supo dejar huella dentro de las
    letras en Santander.

    En el discurso y la oratoria tenemos a la gran figura
    política que llegó a significar, dentro de la
    palestra nacional, un excelente abogado: Manuel Serrano Blanco,
    del que se hace su notable reconocimiento en la vida
    política nacional como represéntate del
    conservadurismo Santandereano. Más que sus discursos, son
    sus reseñas biográficas las que se retoman en una y
    otra revista como la idealización de la figura
    política Santandereana.

    Sólo con la partida de Ismael Enrique Arciniegas,
    su poesía es recogida por las revistas de letras, como un
    reconocido poeta nacional, al igual sucedió con Jaime
    Barrera Parra, quien dirigió dos proyectos editoriales,
    sus poesías y sonetos, son reeditados después de su
    muerte en revistas como Intenciones, Rumbos y Club campestre
    tituladas en su mayoría Cartas Intimas y
    Epistolario.

    Con este inventario, no sólo recogemos los
    novelistas, cuentistas, cronistas, poetas y ensayistas
    santandereanos, sino que, de la misma forma, podríamos
    más adelante hacer el estudio completo de las obras que
    aparecen dentro de estas revistas para la definición de un
    género literario, o como antologías de sus
    más reconocidos escritos.

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