Publicadas en Bucaramanga en la
primera mitad del siglo XX.*
- Introducción
- Los
propósitos - Nombres y
hombres - Invitación y
descripción a los hombres de letras - Detrás del
telón… - De sus
biografías… - Estudios
científicos - El
ensayo - Los que
quisieron ser poetas - Cuentos y
novela s por entregas - Tierra de
promisión - Noticiero
deportivo - Ecos
sociales - Conclusiones
- Fuente
documental - Bibliografía
En el campo de las letras en Bucaramanga su actividad
fue permanente y eso lo demuestra la edición de más
de 15 revistas de carácter
literario y otras tantas que complementan esa actividad cultural
de la primera mitad del siglo XX.
El rescatar estas revistas de letras aproxima a
descubrir los procesos de
socialización que se dieron en los
círculos del quehacer literario, clubes, recitales,
tertulias integradas por miembros de una sociedad
distinguida que convoca a las prácticas culturales que
seguían la tradición periodística
santandereana originada en hojas volantes, semanarios,
periódicos en las que se veían plasmadas las
intenciones políticas,
ideológicas y actividades culturales.
El definir las revistas y sus gestores culturales hace
de este proyecto un
aporte para la historia intelectual y la
historia cultural santandereana que no ha sido trabajado aun, de
hecho como producto de la
investigación se recogen aquellos
escritores santandereanos, y su participación en las
revistas al igual que la descripción física de las
revistas y su ubicación actual.
La definición de los capítulos se desarrollo
según la estructura
misma de las revistas retratando a esa Bucaramanga de la primera
mitad del siglo XX, por medio de la página social, las
secciones deportivas, secciones económicas, y las
producciones literarias de sus colaboradores e igualmente como
portadoras de una literatura universal para la
Bucaramanga en aquel entonces.
Identificando la conformación de monopolios es
precisamente lo que permite la puesta en marcha de ese
acondicionamiento social exclusivo de un pequeño
círculos de la sociedad santandereana.
Partiendo de la presentación de las revistas y
ese ambiente
intelectual dinámico se invita a redescubrir infinitas
historias de la cultura en
Santander.
El tema de los medios de
comunicación no ha sido explorado por la historia
regional. Es así como la inquietud de realizar una
historia de las revistas de letras en Santander se aproxima
más a los procesos de socialización que se dieron
en los círculos del quehacer literario, clubes, centros
literarios y las tertulias integradas por miembros de una
sociedad distinguida que convocó a las prácticas
culturales que seguían la tradición
periodística santandereana originada en hojas volantes,
panfletos y semanarios en los que se veían plasmadas las
intenciones políticas, ideológicas o actividades
artísticas.
Se recoge entonces, para la primera mitad del siglo XX,
producciones literarias en las que maduró una responsabilidad en esa tarea periodística.
En efecto, en Santander se crearon y mantuvieron numerosas
revistas de letras con la misión de
reconocer el trabajo de
muchos escritores que dejaron traslucir en sus artículos
esa producción literaria de la primera mitad
del siglo XX y en las que se comprometió una red de relaciones
familiares por sus actividades artísticas y
políticas.
Algunas publicaciones seriadas obtuvieron
reconocimientos regionales, nacionales e internacionales,
dependiendo de sus gestores, su alcance, su durabilidad y otras
por sus contenidos marcaron unas condiciones de "combate dentro
del periodismo"
debido a la "existencia de una división ideológica
y de una permanente agitación política". Estas
publicaciones sirvieron como vehículos transmisores y
receptores de estereotipos o ideologías que se
desarrollaron en la primera mitad del siglo XX para moldear la
sociedad. La importancia del estudio de las revistas de letras
refleja la promoción cultural de la época y la
difusión social de las ideas: "un estímulo poderoso
para poner en actividad talentos literarios que llevan a los
lectores nobles inquietudes de carácter intelectual,
creando un ambiente propicio para vocaciones artísticas y
a su alrededor congregan espíritus selectos que se
iluminan mutuamente y fraternizan en un mismo culto al ideal y la
belleza".
Las "Revistas de Letras" reflejaron, en sus
múltiples producciones, las actividades culturales que
existían en Santander: las representaciones
históricas y filosóficas, las bellas artes, la
poesía,
la novela y el
cuento, en
fin, todo aquello que en la época se denominaban "las
letras". Estas revistas, y la participación de esos
hombres de letras, nos aproximan a ese ambiente cultural que se
modeló en la primera mitad del siglo XX. La historia
intelectual define el concepto de
hombre de
letras como la figura moderna del gramático de la
antigüedad: un individuo versado en la gramática, las ciencias, la
geometría, la filosofía, la
historia, la poesía y la elocuencia, "con un conocimiento
erudito en todos los campos del saber".
Ser hombre de letras asignaba un sello de
distinción a las personas. La recolección de esa
labor literaria que floreció en medio de las tertulias,
recitales y clubes identificó los propósitos de las
revistas de letras. La existencia de clubes literarios, academias
y sociedades
privadas de cultura expresaron las intenciones de algunos
escritores santandereanos que llevaron a su publicación,
gracias a la existencia de numerosos talleres
tipográficos.
Sus propósitos se descubren en los editoriales
que identificaron los objetivos y
los programas de
difusión en el ambiente literario. En ellos se hacen
presentes esos hombres de letras; esos hombres que, identificados
como productores culturales, también participaron en el
medio político y económico en Santander. La
difusión cultural que se respiraba en la Bucaramanga de la
primera mitad del siglo XX produjo la vinculación de
hombres de provincia que fueron igualmente reconocidos en el
ambiente intelectual. Médicos, abogados, dentistas,
periodistas y comerciantes se convocaban en la práctica
literaria para la adquisición de un reconocimiento y un
posicionamiento en la esfera social por la
participación en estas revistas y así mismo en sus
cenáculos y asociaciones.
Estas revistas de letras desarrollaron en sus
contenidos, temas literarios de preferencia. La poesía, la
novela, los
cuentos, las
biografías, el ensayo, la
economía,
los deportes y la
adornada página social, fueron las secciones que la
estructuraron.
Esas hojas le dieron visibilidad a esos hombres de
letras y a sus producciones literarias. La poesía fue, en
un porcentaje alto, la producción más frecuente de
estas páginas; los cuentos y las novelas por
entregas motivaron la adquisición de aquellas como
elemento de prestigio intelectual en tanto se estaba al tanto de
las producciones nacionales y extranjeras.
Desde la perspectiva económica, Santander fue
presentado como una tierra de
promisión: la actividad del centro petrolero de
Barrancabermeja y la construcción de ferrocarril de Puerto
Wilches fueron presentadas con orgullo. La participación
en las justas deportivas, en las festividades de la ciudad y en
los centros de la sociabilidad fueron secciones obligadas de las
páginas de estas revistas, pues en ellas se expusieron las
prácticas, modas, ideologías que marcaban la
distinción de un grupo de la
sociedad. El acercamiento a lo que fue la vida cultural en
Bucaramanga por medio de estas revistas de letras se realiza por
secciones, tal como fueron ordenadas por sus editores.
PALABRAS CLAVES:
Historia Intelectual. – Modelos de
sociabilidad. – Hombres de letras – Periodismo
"La revista
viene a ser la hija mimada del periodismo, ya que su elegante
formato, su esmerada presentación tipográfica y
el estilo sereno y distinguido con que generalmente se
escribe, hace que ella se mueva en un ambiente de selección espiritual y reciba las
caricias casi siempre delicadas, de los demás
gallardos caballeros de la pluma, como son los poetas,
oradores, los novelistas y cuentistas, los críticos y
comentaristas, los ensayistas y cronistas".Estas palabras de Cayetano Martínez en la
quinta entrega extraordinaria de la Revista Cordillera
definen bien lo que entenderemos por revista cultural. Las
revistas fueron un elemento que modeló a un grupo
social en aspectos tales como la moda, el
ideario, las tendencias literarias y la perspectiva
artística, sin dejar de lado la actividad literaria y
periodística heredada del siglo XIX, pues en
Bucaramanga existía un gran número de talleres
tipográficos que hacían posible la
acción de "publicar", de dar a conocer al
público ideas, acontecimientos sociales, textos
literarios.Uno de los propósitos principales de estas
Revistas de Letras fue el de reconocer esos "valores
santandereanos" de la oratoria,
la poesía, la crónica y la novela, así
como el de servir como medio de socialización, ya que
al convocar y distinguirse un grupo de hombres de letras
también presentó al grupo local de
distinción que actuaba en clubes, sociedades,
fraternidades, equipos deportivos y centros
literarios.Las grandes tendencias literarias europeas, los
movimientos artísticos vanguardistas, las nuevas
visiones del mundo fueron los temas predilectos de un
pequeño grupo de la sociedad bumanguesa que se
inició en la posición de hombres de letras, y
fueron ellos quienes motivados por esas nuevas concepciones
usaron las revistas como medio de propaganda
de sus ideales, con la única iniciativa de mantener un
"culto a las letras" y en consecuencia, de distinguirse
espiritualmente de sus contemporáneos .Con propósitos tales como el de
"enseñar cuál es el modelado de los patriotas
de verdad y de corazón, y cuál es el sendero de
progreso verdadero", se presentaron en 1919 ante los lectores
unos jóvenes agrupados en el Club García
Rovira, dispuestos a mostrar sus poesías, cuentos, novelas y oratoria
para "la movilización de los
valores intelectuales de esta tierra…inaugurando
un torneo de discusión libre". Fue ésta
también la intención de la revista Intenciones,
editada en 1936, y las de muchas otras revistas culturales
que congregaron a los aficionados de la literatura alrededor
de ellas. Lecturas, Alma Latina, Revista Santandereana, Club
Campestre, Estudio y Revista de Santander contribuyeron a
construir unos grupos
sociales distinguidos.La noción de grupo de distinción
social por el
conocimiento de las letras puede servirnos para agrupar a
los hombres de letras que en Bucaramanga se vincularon a las
revistas culturales. Se trataba de maestros, abogados y
médicos unidos por nexos familiares o de amistad
con los comerciantes de la ciudad que a su turno se agrupaban
en el Club del Comercio,
el Club Santander, el Club García Rovira y el Club
Campestre. Es claro que las relaciones individuales de estos
hombres de letras se desarrollaron en el seno de grupos de
prestigio de la sociedad bumanguesa, a los cuales se
insertaban en la intimidad de los núcleos familiares y
de las instituciones políticas,
manteniéndose ajenos a las finalidades meramente
económicas.Rescatar del olvido estas revistas de letras
publicadas en la Bucaramanga de la primera mitad del siglo XX
y reconocer la labor intelectual de los hombres de letras
que, a pesar de la indiferencia, la envidia, el
desinterés y el desprecio por "la cultura" se
empeñaron en congregarse para sacar a la luz
públicas las ediciones seriadas es el propósito
de este trabajo.En la revista Lecturas, que en 1904 salió por
primera vez como medio de expresión de la Sociedad
Pedagógica de Santander, Blas Hernández expuso
el significado que los hombres de letras dieron a las
revistas culturales: "hicieron vibrar en mi alma hondos
sentimientos de amor por
la literatura, sentimientos que con el tiempo han
llegado a dominarme completamente y formar mi
ideal".Estos hombres de letras enfrentaron el desprecio
social de las masas por las producciones literarias que
"pasan al olvido con el número del periódico, cuyas páginas
irán a servir de envoltura a una libra de café molido". Por ello, las revistas de
letras propusieron una acción en favor del progreso
literario del país y un distanciamiento social, una
"capacidad de abstracción…para sustraerse a la
dura certidumbre de que vivimos en esta ciudad donde la moral y
el ambiente es tan tropical como el sol y
donde imperan con una soberanía colonial los viejos
prejuicios de una sociología hereditaria que no soporta
las infracciones al litúrgico ceremonial de la
reverencia". Se referían a las excomuniones que
algunos sacerdotes habían fulminado contra dos hombres
de letras, Juan Cristóbal Martínez y Blas
Hernández, respectivos autores de las novelas
"Margarita Ramírez tuvo un hijo" y "La ciudad de
Dios".En este sentido, podemos afirmar que estas revistas
fueron los medios que
provocaron las representaciones tradicionales e introdujeron
las representaciones de la modernidad. En estas revistas se propusieron
figuras paradigmáticas del hombre de letras y hasta
coronas de laureles para algunas figuras locales,
defendiéndose con tono provocador a esos
"magníficos imbéciles y brillantes
lunáticos" que pretendían "herir con alguna
frecuencia la epidermis femenina de los seudo intelectuales
bumangueses, sobre ese gran páramo intelectual que es
Bucaramanga".El joven periodista Jaime Ardila Casamitjana, a
pesar de su corta experiencia, se atrevió a crear la
revista Intenciones que incluyó entre sus
páginas a los grandes maestros de la literatura y
prometió "plantear el modernismo
literario y la independencia intelectual de América" de los maestros nacionales
como José Asunción Silva, Guillermo Valencia,
Baldomero Sanin Cano, José Umaña Bernal, Juan
Lozano Lozano, Rafael Maya, León De Greiff, Aurelio
Martínez Mutis y otros más. Intenciones (1936)
es quizá la primera revista que se propuso abrir
polémicas literarias, pretendiendo convertirse en un
"vehículo de inquietudes… e inaugurar un torneo
de discusión libre, donde cada cual dentro de la
serenidad, el aplomo y la discreción, dieran sus
opiniones personales al público"."Con las mejores intenciones se suelen hacer las
peores cosas" dijo al respecto de esta intención un
hombre de letras, José Fulgencio Gutiérrez,
quien aceptó el reto. Esa primera polémica con
Ardila Casamitjana, que incluyó los artículos
titulados "La epopeya al viejo", "Contienda?…con quien me
entienda!", "Jaimolotría", "Empiezan las 40 horas",
"Un manojito de hierba", no pasó de las
recriminaciones personales, pero nada se vio de un debate
literario auténtico. Tres años después
(1939), Efraín Orejarena Rueda comenzó la
edición de la revista Rumbos convocando de nuevo a
polémica, advertido de que el paso del tiempo ya
había "calmado los espíritus" de Rafael Ortiz
González, Jaime Ardila Casamitjana, José
Fulgencio Gutiérrez, Juancé y del
"espíritu burlón de Juan de Dios Arias". Rumbos
también se planteó el reconocimiento de figuras
intelectuales de Santander y la difusión entre el
público más amplio, invitando "a las
autoridades eclesiásticas civiles y militares, a la
sociedad y al pueblo, e invita a todas las fuerzas vivas de
la inteligencia a secundar esta obra de
difusión cultural para mejor éxito de los nobilísimos fines
que persigue".Entre 1920 y 1940 se percibe en Bucaramanga una
producción literaria más nutrida, integrada por
novelas, cuentos, poesías y un mayor número de
revistas de letras, de variedades, femeninas, deportivas,
económicas y del hogar. Puede decirse que no ha habido
otra época en la que los santandereanos hayan escrito
tanta literatura.Publicar en ese entonces fue bastante común y
sus temas salieron muchas veces de las tertulias en las que
todos participaban para distinguirse socialmente. Esa
profusión de revistas recibió la crítica
de Juan Cristóbal Martínez, quien al defender
la existencia de Rumbos" comparó su sobria
presentación y formato con "esos álbumes de
matachitos y versitos, (esos) cuadernos de pamflinadas
gráficas, (esa) montonada de
cursilerías pomposas con destino al consumo
voraz de la feligresía municipal".La importancia social de las revistas de letras
radica en que su existencia revela la presencia de un
"espacio cultural". Beatriz Sarlo afirma que las revistas de
letras son un instrumento privilegiado de interacción
en todo nuevo espacio cultural a configurar, sean portavoces
de rupturas estéticas o verdaderas plataformas de
consolidación de programas renovadores, como lo suelen
anunciar nuestras revistas en sus propósitos, ya que
cada una pretendía ser la tabla de salvación de
la cultura en Santander. En ellas se diseñaron
estrategias a seguir y se determinaron las
formas de coexistencia o conflicto
entre los diferentes sectores del campo cultural. Algunas se
proponían educar a la sociedad, otras hacerla cumplir
normas
morales, modificar hábitos personales y costumbres
familiares, otras conducirla hacia una nueva tradición
política.Toda revista se inscribe en un tiempo – el de su
nacimiento y su desaparición- y en un espacio que se
circunscribe no sólo al lugar donde ella nace sino al
que ocupan los hombres que en ella escriben y a los lugares a
los que puede llegar su difusión. Es así como
en algunos casos el propósito de los directores de
estas revistas fue el de ampliar sus espacios de
recepción y abrir agencias nacionales e
internacionales, con colaboradores extranjeros y lograr una
aceptación más amplia en el ambiente
intelectual de la época.La Revista Rumbos dijo haber instalado "agencias" en
Guayaquil, Panamá, Santiago de Chile,
México y Caracas. Las revistas
Selección y Aurora tuvieron "agencias" en New York.
Tierra Nativa las tuvo en España
y New York, y así otras que fueron canjeadas con todos
los diarios del país. En algunos casos, las revistas
fueron distribuidas entre los círculos familiares o de
amistades.Cada revista de letras inscribió las
biografías de quienes las dirigieron y de quienes
escribieron, adornando sus páginas con
fotografías y reconocimientos de esos hombres de
letras. Los subtítulos de esas revistas indican de
inmediato sus contenidos. Por ejemplo, Motivos, "revista de
literatura, ciencia,
artes"; Selección, "revista de difusión
cultural"; "Intenciones", "revista de literatura, ciencia y
arte";
Stadium, "revista de literatura, graficas,
deportes y variedades; Alma Latina, "revista mensual de
literatura y variedades" y la Revista literaria del Oriente.
Por sus contenidos, sustentaron un "campo literario" descrito
por sus subtítulos y, sin olvidar que en esa
época muchos campos de "cultivo del saber" eran
denominados simplemente como "las letras".El "campo de las letras" cultivado por las revistas
culturales no incluye a todas las publicaciones que
podrían ser incorporadas por una definición
amplia de cultura – todas "las formas de expresión y
manifestación de un pueblo, no sólo las
literarias o artísticas"- sino solamente a aquellas
que formaron un "espacio literario" mediante las relaciones
de escritores, libros y
lectores para constituir una compleja trama editorial como un
elemento de prestigio social para aquellas personas que
adquirieron revistas culturales, o una aproximación a
aquellos a quienes se les dificultaba acceder a los libros,
teniendo en cuenta que las facultades del saber de la
literatura estuvieron en un monopolio
exclusivo de un medio social por estos
años.Recoger las revistas de letras como modelos de
socialización en ese ambiente local y descubrir las
prácticas y formalismos de esos hombres de letras en
Bucaramanga puede descubrir que el "forjar identidad
queda expresada en pequeñas revistas locales que
buscan rescatar los valores tradicionales de su
región, promover nuevos autores, encontrar mitos y
leyendas
que expliquen la historia cultural de su país o
ciudad, resaltar la labor local de un personaje importante de
la comunidad,
son revistas cuyo énfasis esta puesto en la
tradición de la vida cotidiana".Recogiendo esa herencia
ideológica de la hegemonía conservadora hasta
1930, con la Republica Liberal se recogió en la
literatura un sentido costumbrista que buscaba la
autenticidad en el medio circundante, en sus gentes,
paisajes, costumbres y escenas regionales. En la novela, el
cuento y la poesía se recoge una elegancia del
romanticismo interesado por las minucias de la
vida cotidiana; de la misma forma al romanticismo
correspondió la
organización de los partidos
políticos ideológicos, lo que marca el
estilo en la literatura conservadora. La intención de
formular ideologías se veía plasmada en las
obras escritas "libros son un esfuerzo y todo esfuerzo es el
desarrollo de una tendencia y esa tendencia puede ser muchas
veces la primera piedra en una completa evolución social que así como
puede impulsar a un pueblo hacia el bien, hacia el verdadero
adelanto, pueden muchas veces lanzarlo al retroceso…"
son pues concepciones del proyecto progresista dentro de la
hegemonía conservadora y que llenaban tantos espacios
dentro de la política y la
educación, al ver que podría considerarse
como "un pecado de lesa patria la indiferencia ante el
libro".Estas revistas se comprometieron a ser "centros de
reunión y sociabilidad y fomentar el progreso
intelectual y material de la ciudad por los medios del
alcance", propósitos que también se encuentran
en los estatutos del Club Santander, cuyo medio de
expresión – la Revista Santandereana (1915) –
contribuyó a configurar unas relaciones de poder y
prestigio para los hombres de letras que existían en
Bucaramanga. La revista Alma Latina (1919), medio de
expresión del Club García Rovira,
también convocó a "los jóvenes llenos de
patriotismo y legitimo entusiasmo y progreso" a reunirse para
aprender "cuál es el modelado de los patriotas de
verdad y de corazón, cuál es el sendero de
progreso verdadero para nuestra patria, fuente de legitimo
orgullo para nuestras almas jóvenes amantes de lo sano
y de lo bello". Tal como lo mostró Renán Silva
para los dos colegios mayores de Santafé de
Bogotá, aquí también se pretendía
asegurar el carácter de minoría selecta a un
grupo de hombres que habían estudiado en colegios y
estaban en posesión de un "capital
social" que aseguraba a estos "hombres de letras" un poder
social en la localidad.Se invitó a "intelectuales",
gramáticos, jóvenes educados y comerciantes a
ingresar en el campo de las letras, a pertenecer a estas
asociaciones literarias para adquirir prestigio social. Es
propio de la gente de letras su cercanía con quienes
ejercen cargos y oficios en el estado
y hacen parte de su burocracia,
construyendo un centro de gravedad de la nueva sociabilidad
pero que, dentro de las revistas, su papel era
ajeno a las direcciones de un partido y en algunos casos esa
misma política de turno es criticada, ya que "ella
corrompe y enerva y entra a espigar en los campos de la
literatura sana y vigorosa, no del literalismo enfermizo y
adulador… sin que ello quiera decir de preferencia
incondicional sobre la educación industrial" o argumentando
que "no tiene como tal escuela
política ni literaria alguna, y que las palabras e
ideas de cada producción dependen únicamente
del autor", en muchos casos se hacen esta serie de
rectificaciones ya que en esta "tierra todo se mira por el
cristal de la política". Se decía entonces que
"Santander ha sido excesiva en todos los tiempos en actividad
política en detrimento especialmente en cultura.
Debemos luchar contra la hipertrofia política que
reina y combatir para que el termómetro intelectual no siga
descendiendo de año en año".La revista Lecturas apareció como vocera de
la Sociedad Pedagógica de Santander, pretendiendo
acoger las inquietudes y los problemas
de la educación en general. Se prometió que la
revista sería "la antorcha que guíe las labores
de la educación en Santander y a la vez sea relicario
que guarde y conserve las tradiciones democráticas de
nuestra cultura". En los espacios de sociabilidad definidos
en la sociedad bumanguesa – cafés, clubes,
círculos de amistades o familiares -, en las que sus
actores parecían sucederse en las posiciones
protagónicas, algunas tenían mayor permanencia
que otras. Hombres como Jaime Barrera Parra, un hito
significativo en la literatura santandereana, fue el centro
de dos proyectos
editoriales: la revista Santandereana (1915) y Motivos
(1922). Como lo recuerda Manuel Serrano Blanco en su obra La
vida es así", existía en Bucaramanga una
permanente actividad intelectual y letrada que pontificaba
Jaime Barrera Parra, el insigne escritor, que había
tenidos pares pero no impares superiores. A su lado, sin
cesar en torneos de literatura, prosa y elocuencia, muchos de
los que después brillaron con mayor o menor brillo en
la república letrada: José Camacho
Carreño, Juan Cristóbal Martínez, Camilo
Barrera y a la zaga de todos que enhebran y reviven todos
esos recuerdos… que dio fruto a un revista de
sección literaria admirable y que lleva por nombre
Motivos".La revista desempeñó "un prominente
papel cultural y una elevada función social", puesto que en su
estructuración técnica se introdujeron, con
general beneplácito de sus lectores, dos nuevas
modalidades el elemento noticiosos y el registro
gráfico y narrativo de los acontecimientos, esto
supone lógicamente un mayor esfuerzo intelectual, una
vasta cultura literaria y un fino sentido estético
dentro de los redactores y directores. Esto demuestra una de
las más maduras empresas,
Tierra Nativa, una revista que se fundó en 1926 bajo
la dirección del antioqueño
José María Salazar Álvarez, quien hizo
posible que esta revista sobreviviera por casi 247
números en 19 años, y cuyos contenidos contaban
con el firme propósito de la universalización
de la cultura para Santander.Su alcance pretendía "la formación de
un cordón sanitario contra la intolerancia a base de
la cultura, educación y bondad, la llamada libertad
de pensamiento que se infecta en múltiples
oraciones de una feroz y jacobina intransigencia". En esta
revista se publicaron artículos de grandes maestros y
se movilizaron ideales e integraron hombres intelectualmente
capaces de promover una empresa
con alto sentido patriótico y cultural, pese a que "la
intelectualidad es atropellada por la materialización
y que el yo se diluye". Respondiendo a ese clamor, Tierra
Nativa trabaja en "razón de cultivar el huerto
interior y a esos imperativos de la humanidad de raza y de
conciencia".A partir de la república liberal el papel de
la prensa
construyó una representación de la cultura
popular. En esas reformas se propuso un proyecto
ideológico con nuevas significaciones; una
configuración cultural de relaciones entre
pueblo-élite por elementos de una sociedad moderna,
una reorientación de la política en discursos
y representaciones de las que pueden distinguirse dos fases
de esta política cultural. De 1930 a 1940 se difunden
ciertas formas de cultura intelectual, normas educativas,
sanitarias que se consideran esenciales en el proceso de
civilización de las masas. En el periodo de 1930 a
mediados del siglo XX se publicaron una cantidad
representativa de revistas de letras en las que sus
propósitos se enmarcaron dentro de una
modernización en las letras y las artes; por esos
años se vivía un momento trascendental en la
vida histórica colombiana, el estado se
encontraba en plena vía de modernización, el
cambio
político, después de cuarenta y cinco
años de hegemonía conservadora, cubría
todos los aspectos de la vida nacional, partía de la
Regeneración conservadora de Núñez y de
Caro, la pérdida del poder sin dejar de lado la gran
influencia sobre los sectores religiosos, económico,
militar y en los centros académicos.En cuanto a la universalización de la
literatura se inicia entre esos hombres de letras un
cosmopolitismo literario, un enlace entre los países
europeos, las fuertes corrientes ideológicas europeas,
la nueva literatura, los nuevos discursos, la moderna
concepción del arte en todo este proceso que
unificaría la creación cultural, produciendo
una clase intelectual que funcionaría entre las
problemáticas y las soluciones
estéticas.No sólo en cuestiones literarias se evidencia
la universalización, sino que dentro de las revistas
una sección importante que constituyó la
sociedad de Bucaramanga, es su página social donde
muestra esas
apropiaciones de un estilo de vida europeo, sus
prácticas, modas, y formalidades en la
cotidianidad.El llamado a "Ser modernistas, estar de acuerdo con
la vida de hoy, con las modulaciones actuales. Derrumbemos
los prejuicios que nos circundan y quitémonos la
conciencia que nos han prestado"este es uno de los llamados
que se hizo en las revistas que se publicaron en una etapa de
transición, en un laberinto sin salida en la
literatura santandereana.Plantear el modernismo literario es uno de los
propósitos que trajo la revista Intenciones de Jaime
Ardila Casamitjana "levantando la bandera del
espíritu, por invitación que en su pluma
destilen en veces la tinta amarga de la ironía y de la
sátira y en otras un licor cordial con esos numerosos
intelectuales que colaboran" es una lucha de las revistas en
esta época, a pesar de la indiferencia muchas veces y
la esquivez por la cultura en nuestro departamento, es querer
iluminar en el faro intelectual,"cuando apenas conocemos el
A,B,C, e incomprendemos cualquier manifestación
cultural" esta es la tarea de Paréntesis, una revista
literaria dirigida por el controversial cronista Juan
Cristóbal Martínez, que publicó en 1937
como iniciativa propia.El modernismo y de lo que de el se desprende no se
puede ver de una manera unificada, no se comprende como un
proyecto en el campo literario sino que sale de un instante
de inspiración, nace de una preocupación vital
de expresar al pueblo sus tragedias interiores y así
era reconocido por ellos mismos. Es el caso de la revista
Rumbos donde se hace una invitación a Juan de Dios
Arias, un reconocido hombre de la Academia, y a la que
él responde: "pienso colaborar con una docena de
versos modernos, porque una noche se me ocurrió hacer
versos de corte moderno, teniendo un álbum de versos
de Neruda, Greiff, Maya, Pardo García, Vásquez
etc. y me dije: Anchio son poeta…¿Sobre
qué tema escribir?… y escribí mas a todo en
el alrededor" la conclusión no es sino una: "nuestros
poetas son la reproducción de los ejemplares
poéticos de su tiempo".En la literatura el modernismo para América
Latina se descubrió con Rubén
Darío y para Colombia
por el escritor Baldomero Sanin Cano con su obra
"Núñez Poeta", escrita en 1888. En este
artículo, Sanin Cano fundamenta el modernismo a favor
de la autonomía de lo estético y de la
necesidad de emancipar la obra de arte con respecto a toda
finalidad extraña de la belleza misma, "El arte
verdadero, sin mezcla de tendencias docentes ni exageraciones
de escuela, no es cosa según se ve de sus versos, muy
conocida y respetada por Núñez. Para él,
el arte, más que otra cosa, es un utensilio
político que ha hecho uso con muy buena proa. No hay
para que censurar una tendencia que está hoy
día tan extendida, como es reducido el número
de los que adoran el arte por el arte; pero a lo menos
público debía hacer diferencia entre esos
versos profesoriles y la poesía verdadera que vive tan
solo de la naturaleza y
antepone el sentido de lo bello a toda otra clase de
consideraciones", esto no puede considerarse como
menospreciar la obra de Núñez, sino que es un
fundamento históricamente concreto
en el que pone las ideas en un hombre que recoge toda una
tradición literaria y la representa en síntesis.Encontrar artículos dentro de las revistas de
modernistas como Sanin Cano y Rubén Darío,
podrían testimoniarnos que se involucran dentro de
este proceso. Para Santander, el caso es más
tardío, reconociendo que en Colombia nacen desde el
siglo XIX revistas de corte modernista como la Revista Gris,
en 1894, y la Revista Contemporánea, en 1904, mientras
que la aparición de una tendencia modernista para
Bucaramanga, dentro de las revistas de letras, la tenemos
después de los años 30; inclusive en revistas
más tempranas como Alma Latina que en 1920 lleva a sus
páginas a Rubén Darío, pero no contiene
el modernismo como fin dentro de sus propósitos. Como
el caso es de "ganar la batalla, conquistar la
liberación intelectual" y encontrar una
significación nacional dentro de la cultura; de hecho,
la Revista Santanderes, que en 1950 representó la
labor de escritores santandereanos residentes en Bogota, que
con Cordillera desde 1948, fue una revista llamada a mantener
y acrecentar el prestigio literario en tierra santandereana
dispuesta a "luchar por el progreso espiritual y material de
Bucaramanga y Santander"."Es una tarea ingrata no por falta de ambiente
cultural sino es en relación con esa tendencia
individualista y casi cruel del indiferentismo santandereano
por todo lo nuestro" y es cómo Santander sigue atado
al pasado mientras que el resto del país se
industrializa con el pensamiento del siglo XX, "vivimos
aferrados a principios
obsoletos porque no hemos tenido una clase dirigente
visionaria que arriesgue al cambio, que se deje de mirar el
ombligo, nuestra clase dirigente no tiene un hombre nacional
en el sentido cultural de la palabra", se lamenta que dentro
de esta sociedad estática en ideas son pocos los
proyectos independientes que persiguen los principios de un
modernismo que se practica a nivel nacional.Si existió para Bucaramanga la
intención modernista dentro del ejercicio del
periodismo se demuestra con algunas revistas dirigidas por
esos hombres de letras como es el caso de Jaime Ardila
Casamitjana con Intenciones (1936), Efraín Orejarena
con Rumbos (1939), Selección (1938) dirigida por
Carlos Martínez Peralta, Cordillera (1948) dirigida y
administrada por el periodista Luis López
Rodríguez en su cargo de Director de extensión
Cultural y Stadium (1938) dirigida por el también
periodista Arturo Reyes Arguello.En ese camino al modernismo y de la
conformación de nuevas burguesías se
creó una asociación de jóvenes
comerciantes convocada en el Club campestre en donde se
pretendió disfrutar de la tierra
con pretexto de hacer una vida social, "el club campestre no
es sino la incorporación de postulados que podemos
llegar al equilibrio
de una vida más social, más franca, más
sincera, más interpretativa", es seguir reconociendo
esas asociaciones cerradas, en las que se estructuran
elementos de poder político, económico e
intelectual; se configuran como un "foco de
irradiación de la cultura", así como el club lo
viene siendo en lo social, en lo intelectual, con la revista
Club campestre (1941), se propuso difundir un rico acervo de
joyas literarias, llevándolas a conocimiento y
admiración, "la labor se reduciría a
seleccionar el material literario.. Encauzando sus
orientaciones artísticas hacia lo
vernáculo".Los miembros de la Academia de Historia fueron los
más dinámicos en esa gimnasia
intelectual, ellos tuvieron una presencia en la totalidad de
la revistas de Bucaramanga a sabiendas que ellos mismos
portaban una como su medio de difusión; la academia
como una entidad encargada de mantener "el prestigio de la
intelectualidad santandereana".Estos hombres Académicos, por medio de sus
discursos, estudios históricos y biográficos,
demostraban una "poderosa vitalidad intelectual en nuestro
departamento". Por medio de la Revista Estudio, comprometida
con el propósito de publicitar a la Academia de
historia desde 1931 ha sido merecedora de reconocimientos en
Cuba en
1937, recibiendo un diploma de honor y, en 1947, un diploma
de mérito y reconocimiento por su difusión
ideológica y permanente labor cultural de la que, con
ayuda oficial ha persistido hasta nuestros
días.Comprometido en ese ambiente intelectual de
Bucaramanga, el Gobierno
Departamental publicó una revista en la que se recoge
en primer lugar a esos hombres de academia, a esa altas
figuras intelectuales y hombres de ideas a los que se dedica
un especial reconocimiento y algunos de sus trabajos para
este público lector, con la Revista de Santander
(1945) que causó una impresión al "destacar la
finalidad del gobierno en virtud de la inteligencia de
nuestro pueblo".La labor de los hombres de letras, que formularon
esas revistas literarias en Bucaramanga en la primera mitad
del siglo XX, y que por un conjunto de prescripciones dejan
claro los elementos centrales de un perfil sociocultural de
académicos, gramáticos y artistas que fueron
producto de la sociabilidad, dentro de los clubes,
cafés, centros literarios; toda una trama de espacios
que pueden ser claros por medio de estas revistas y que se
recogen en la primera mitad del siglo XX, ya que
después de esa primera mitad se descomponen esas
formas de selección, de reclutamiento, transformando el plano de la
cultura y la mentalidad.- Los
propósitos - Nombres y
hombres.
Por medio de las Revistas de letras editadas en la
primera mitad del siglo XX en Bucaramanga, se intenta descubrir
el perfil de los hombres que se consideraban como "La clase culta
Santandereana" y determinar "el saber" como una condición
para la permanencia dentro de esta clase letrada. Las revistas
eran modelos de sociabilidad para dar invitación a
jóvenes y a sabias generaciones, las que por medio de sus
producciones literarias, obtendrían un reconocimiento
dentro de la sociedad como fomentadores de cultura.
La tarea de bautizar las revistas iba ligada a los
propósitos que deseaban cumplir y a los hombres que las
formularon como iniciativa en la prensa santandereana. Sus
propios nombres reflejan ese ambiente cultural de la
época, ya que muchas, por sus títulos,
señalan la invitación directa a hacer parte de este
cenáculo de letrados y hace que cada revista se distinga
de otras evidenciando sus contenidos y sus
propósitos.
Las revistas de letras eran consideradas como un
"estimulo poderoso para poner en actividad talentos literarios,
llevan a los lectores a nobles inquietudes de carácter
intelectual, crean un ambiente propicio para vocaciones
artísticas y a su alrededor se congregan espíritus
selectos que se iluminan mutuamente y fraternizan en un mismo
culto al ideal y a la belleza".
Lecturas demostró el claro ejercicio de la
práctica pedagógica. Su título, más
que una distinción, de la que hace parte como
órgano difusor de la Sociedad Pedagógica de
Santander, expuso una clara invitación al ejercicio culto
de la lectura
como práctica para esta sociedad de la que
pretendió señalarse como culta. Lecturas, fue una
revista mensual dirigida y redactada por la Sociedad
Pedagógica de Santander, cuyos iniciadores fueron
Francisco Paillie, Emilio Pradilla, Carlos Torres Durán,
Leonardo Martínez, Daniel Martínez, Daniel Forero y
Félix Consuegra. La práctica del ejercicio
pedagógico fue expuesta con trabajos realizados por los
miembros de la Sociedad Pedagógica, lecciones de ciencia,
educación, historia y producciones literarias; de hecho en
la práctica de estas lecturas ella pretendió
"conservar las tradiciones democráticas de nuestra
cultura". Como vocera autentica del magisterio, dio a conocer el
pensamiento pedagógico y fue tomada como un elemento de
lectura,
colección y discusión para la sociedad
santandereana.
La sencillez, seriedad y presentación, la
excluyeron de ser incluida dentro de las críticas
formuladas por Juan Cristóbal Martínez, quien
llamó a las revistas de la época como
"álbumes de matachitos"; su presentación fue en
blanco y negro, tamaño media carta, hoja
blanca y gráficamente contiene fotografías de la
vida escolar y panoramas municipales, para conocimiento de
nuestra región.
El medio para hacer posible las publicaciones es la casa
editora o taller tipográfico que adquirió una
importancia para la expresión de las ideas desde el siglo
XIX; la imprenta ha sido el medio de difusión de ideales.
Fue apreciable en estos primeros 40 años del siglo XX la
conformación de talleres de propiedad de
comerciantes como Andrés Nigrinis, con la
Tipografía Editorial Mercantil, Leopoldo
Núñez Ortiz, Milciadez Núñez, Carlos
y Valentín Núñez con la Imprenta Comercial,
la imprenta Marco A. Gómez, y la gran empresa de
propiedad de los hermanos Uribe "La Cabaña", entre muchas
otras.
Desde 1886 Leopoldo Núñez fundó el
Taller Gráfico Núñez en donde se
editó la revista Lecturas en su primera aparición
en 1904 y Revista Santandereana en 1915.
Tanto Lecturas como Estudio, son dos revistas que por
sus nombres propios nos indican su propósito
académico. Estudio, como órgano de publicidad de la
Academia de Historia de Santander se editó en 1931 impresa
por la Imprenta del Departamento, esta revista maneja el formato
sobrio y serio que representa una revista académica, y
cuyos contenidos son prácticamente textuales sin incluir
en ellos anuncios comerciales, siendo éste un medio de
financiación.
Excluir los anuncios comerciales significó que la
financiación de Lecturas fuera directa por la Sociedad
Pedagógica de Santander y Estudio, en sus primeros 50
años de existencia, por la Academia de Historia de
Santander, dado que ninguna de ellas tenía valor de
venta y eran
distribuidas en el medio académico.
La dirección de la revista Estudio era manejada
por un miembro de la junta directiva de la Academia de Historia.
En su primera edición aparece como director Carlos
Valencia Estrada, y aunque la intención de esta revista
era una publicación mensual, en su tercer año
varía y se editó trimestralmente. Entre otros
directores podemos destacar a Ernesto Valderrama Benítez,
José Fulgencio Gutiérrez, Miguel Sarmiento y
Horacio Rodríguez Plata, quienes, como directores de la
revista, contaron con el apoyo de los miembros de la junta de la
Academia de Historia, siendo el presidente, vicepresidente y el
secretario.
En 1938 la fotografía
hace parte de la revista y varía su presentación.
Desde la edición N° 80, aparecen fotografías o
grabados de altos miembros de la academia de historia que
merecieron ser destacados.
En esta revista, que hasta entonces tenemos la fortuna
de adquirir, desde su publicación Nº 284 de Diciembre
de 1975, los anuncios publicitarios hacen parte de su contenido y
se establece un valor monetario para la adquisición de $
25.00 Pesos, lo que demuestra problemas para su
edición.
Dentro de las revistas publicadas, las presentaciones
varían de acuerdo a los propósitos de sus
directores y al público que quiere llegar, pero el formato
sobrio y elegante que le da un carácter de elemento de
lujo para la sociedad, prevalece en el diseño.
Revista Santandereana, "Publicación mensual de
intereses generales" Órgano de la sección de Letras
del Club Santander se editó en el Taller grafico
Núñez al igual que la revista Lecturas en su
primera etapa.
La Revista Santandereana, vino a ser obra del importante
escritor Jaime Barrera Parra, con la colaboración de otros
hombres como Emilio Pradilla, Luis María Rovira, Alejandro
Peña Puyana y Carlos Torres. Esta revista, como medio
difusor del Club de Santander, representó ese espacio
socializador en el que se integraron un grupo de amigos llamados
a exponer sus producciones literarias. Santandereana se
publicó con una elegante presentación grafica; el
uso de las viñeta en cada página la hace adquirir
un significado estético para la
personalidad de la revista, su formato fue tamaño
media carta papel periódico con unas 26 páginas,
estas que también hicieron parte los avisos
comerciales.
La Revista Santandereana, como su nombre claramente lo
demuestra, fue una publicación que representó el
regionalismo político de aquellos años, con cuyos
colaboradores representaron esa clase de las letras
Santandereanas que iba a ser reconocida a lo largo de los
primeros cincuenta años del siglo XX en las revistas de
letras.
La revista Santandereana se adquiría a un
costo de $
0.10 ctvos, cada entrega, la serie de 6 números por $ 0.60
ctvs y el número atrasado por $ 0.15 ctvos oro, igualmente
se canjeaba con periódicos nacionales y
extranjeros.
Nuevamente en 1923 Jaime Barrera Parra dirige una
segunda revista, Motivos "Una revista de literatura, ciencia,
artes, industrias,
finanzas,
agricultura y
comercio", editada semanalmente, vendida a un costo de $ 1.00, en
esta se recogen una variedad de trabajos de un grupo de amigos
convocados por esta figura tan valiosa en las letras
Santandereanas. Jaime Barrera Parra, y recordado por Manuel
Serrano Blanco en su obra "La vida es así" revela que "Por
entonces existía en Bucaramanga una permanente actividad
intelectual y letrada que pontificada Jaime Barrera Parra, el
insigne escritor, que había tenido pares pero no impares
superiores. A su lado sin cesar en torneos de literatura, prosa y
elocuencia muchos de los que después figuraron con mayor o
menor brillo en la república letrada: José Camacho
Carreño, Juan Cristóbal Martínez, Camilo
Barrera, y a la zaga de todos que enhebran y reviven todos esos
recuerdos (…) que dio fruto a una revista de
sección literaria admirable y que llevaba por nombre
Motivos".
Revista Motivos con un formato tamaño oficio, en
hoja papel periódico gráficamente adornando en la
mayoría de sus páginas con avisos comerciales,
definió la importancia de los avisos comerciales para la
financiación de las revistas, ya que de hecho adolecen de
presupuesto para
su sostenimiento. En esta revista se establecieron tarifas en los
anuncios comerciales dependiendo de su tamaño. Para una
página de $ 4.00, media página $ 2.50 pesos, un
cuarto de página por $ 1.50 pesos, para los anuncios
económicos se establecía un valor de $ 0.50 ctvs y
para aquellos que se publicaban una sola vez un recargo del
20%.
No sólo los avisos comerciales son esenciales en
la financiación, sino que a su vez jugaron un papel
importante de una sociedad, por la importación de modas, símbolos
etiquetas y el uso de productos que
se dirigen para un público en particular.
En una segunda casa editora que trabaja desde 1881, de
propiedad de Andrés Nigrinis, con nombre de
"Tipografía Mercantil de Nigrinis Hermanos" con sus
oficinas para aquel entonces ubicadas en la Carrera Novena N°
347, se editó la Revista Alma Latina; una revista
quincenal de literatura y variedades que nació en 1915 que
representaba a la Sociedad de Jóvenes del Club
García Rovira y era dirigida por Eliseo Martínez
Hernández.
Su edición se cumplió quincenalmente y se
dio de venta al público por un valor de $ 0.10 ctvos
número suelto, $ 0.15 ctvos número atrasado y con
una tarifa de subscripción anual de $ 1.peso.
Alma latina inscribió una nueva generación
dentro del ambiente literario de Bucaramanga que buscó
enseñar un "sendero de progreso verdadero para nuestra
patria fuerte de legítimo orgullo, para nuestras almas
jóvenes amantes de lo sano y de lo bello" Por su nombre
Alma Latina y su Lema "Docere Delectando" hizo una clara
referencia del uso del latín imponiendo una
distinción en esa asociación del culto de las
letras.
En la edición N° 10, la dirección y
propiedad de la revista pasó a manos de Juan de J.
Ogliastri y Blas Hernández quien ya había adornado
las páginas de esta revistas llevando por firma en sus
producciones el seudónimo de Paulo.
Con una nueva dirección en enero de 1920, se
pretendió la reorganización de esta revista, en
donde "la política y sus rencores y sus maquiavelismos
perversos" no empañaran nunca más sus
páginas y de la misma forma en sus contenidos aparecieron
secciones especiales dedicadas a reconocer la labor de esos
escritores santandereanos.
Al representar la sociedad de jóvenes del Club
García Rovira, la posibilidad de edición de esta
revista, que no sólo corresponde a sus socios sino a los
anuncios comerciales que adornan sus páginas, el reclamo y
la falta de apoyo por parte de los socios se hace dentro de la
revista, en donde aparece una amenaza en la que
"próximamente publicaremos la lista negra de deudores
morosos a nuestra empresa" para posibilitar su mejor
presentación y continuidad en la
edición.
Revista Intenciones
En la organización de esta empresa, como se
considera desde 1920 por su nuevos directores se establecen una
serie de condiciones publicadas en cada número de la
revista, cuyos precios de
venta no varían y aparece el valor de la inserción
del anuncio por $ 2.00 pesos notificando que al "contratado un
aviso por determinado número de veces su suspensión
no excusara del pago total".
"La colaboración será
solicitada"
"No se devuelven originales"
"La dirección no responde por conceptos
autorizados con firma o seudónimos".
"Los avisos se pagan por inserciones
comprobadas"
"Subscripciones, pago anticipado"
"Se envía un ejemplar gratis a quienes lo
solicite por escrito"
Estas son las condiciones que presenta la revista para
su colaboración y para la publicación de los
anuncios comerciales.
Reconociendo el valor de las letras santandereanas, los
hermanos Uribe Rafael, Benito y Felipe Ordóñez
Uribe, se dedican a la edición de novelas, cuentos, y
revistas con la gran casa editora "La cabaña". Los
hermanos Uribe, en acuerdo con José María Salazar
Álvarez, un joven antioqueño, formularon una de las
tantas revistas literarias en Bucaramanga, haciéndole un
homenaje a Aurelio Martínez Mutis y con su obra
poética Tierra Nativa bautizan a su revista.
En la dirección estaba José Maria Salazar
Álvarez y como iniciadores de esta importante empresa
periodística encontramos a Gregorio Consuegra, Luis Maria
Rovira, Camilo Barrera, Valentín Núñez y
Blas Hernández.
Tierra Nativa una revista gráfica de periodicidad
mensual, apareció por primera vez en Diciembre de 1926, y
logró la publicación de 247 números, se
manejó con formato tamaño carta de una rica
variedad gráfica componiéndose de 25 páginas
literarias y unas 6 páginas de anuncios comerciales. El
costo adquisitivo fue de $ 0.10 y $ 1.00 por suscripción,
su edición fue en papel periódico, manejando en el
texto colores rojo,
azul y verde en su portada. A lo largo de toda la revista la
adornan fotografías de Mujeres santandereanas como una
tarjeta de invitación a la sociedad y en el caso de las
ediciones especiales se hace alegoría a festividades,
religiosas o fiestas patrias. Dentro de sus contenidos en
secciones como momentáneas, galería infantil,
monografías regionales y cuadros de costumbres se le
reconoció a esta revista su calidad
gráfica tanto en la fotografía como en la calidad
de la impresión.
La Casa editorial "La Cabaña" ubicada en Carrera
10 N° 268, Telégrafo la cabaña y Teléfono 3903, igualmente realizó la
publicación de la Revista Intenciones, Revista
Selección, Revista Pipatón de Barrancabermeja,
entre las que podríamos nombrar.
Se Irrumpe su formato y presentación
cambió en 1943 al igual que se casa editora, por la
Imprenta Piechacón, con el Nº 242, su formato media
carta y, dentro de su contenido, el carácter literario es
reducido, su nombre pasa a ser Revista Gráfica y
enciclopédica de Cultura popular hasta febrero de 1945 con
el Nº 247.
La revista Selección, una revista de
difusión cultural registrada como artículo de
segunda clase por el ministerio de correos y telégrafos, con
número de licencia 370 dirigida por Carlos Martínez
Peralta y administrada por José Atuesta Pinillos con
domicilio administrativo en Calle 4ª N° 739 y de
publicación quincenal, contribuyó a la
formación de una clase culta en Santander pero "de manera
desinteresada y franca"
Su sencillo formato y variada presentación
fotográfica se compuso de 12 hojas, entre ellas se
presentan novelas, cuentos, crónicas, deportes y se
preocupó igualmente por los problemas de la ciudad, con
artículos referentes a la empresa de
aseo, el empréstito departamental y la mortalidad infantil
en Bucaramanga.
La revista Selección, en 1938, fue una de las
revistas de letras de alcance internacional. El empuje modernista
de sus propietarios y administradores por universalizar el
concepto de la cultura santandereana, hizo que la revista fuera
distribuida en New York con una agencia en 108 Walter
Street.
Como otras publicaciones editadas en "La Cabaña"
tenemos la Revista Sagitario, de Literatura, ciencias, artes,
deportes y variedades, que se fundó en 1933 por
Nicolás Gutiérrez, quien hace parte de la
Asociación de Periodistas de Santander y que por
iniciativa propia, destiló hojas sueltas de literatura.
Sagitario se presenta con un formato tamaño oficio, hoja
papel periódico adornada gráficamente en su
interior con fotografías de Señoritas de la
sociedad bumanguesa. Entre la poesía, cuentos y ensayo, su
sección de "Galerías de bellezas santandereanas" se
intercala con cada artículo aquí expuesto. Su
contenido en asuntos publicitarios es modesto.
En "La casa editora la cabaña", igualmente fue
impresa Intenciones una Revista semanal de
"literatura-ciencia-Arte", en 1936, circulando todos los
sábados en los principales centros del país.
Intenciones, como su nombre lo dice ,bajo la dirección del
Joven periodista Jaime Ardila Casamitjana, formuló una
invitación a la crítica literaria como una gimnasia
intelectual logrando con ellos secciones especializadas en
polémicas y enfrentamientos de figuras reconocidas en el
campo de las letras en Santander "con la mejores intenciones
suelen hacerse las peores cosas", así lo definió
José Fulgencio Gutiérrez un gran Historiador de la
Academia que no pudo salir mejor librado de ofensas personales en
dicha revista.
El domicilio de la revista se manejó en la
residencia Periodista Jaime Ardila Casamitjana en la Calle 2a
N° 1239, de la misma manera en la Calle 4a N° 1630,
residencia del colaborador Jorge Galvis Núñez y en
la Calle 6A N° 906, residencia de la Sra. Alejandrina
Serrano, se administró la suscripción de la
revista. Como empresa periodística se registro con
licencia numero 502, expedida 9 de mayo 1936 para su
funcionamiento.
Su modesta presentación se realizó en hoja
papel periódico con portada a color, manejando
un índice de igual manera esta revista resalta la labor de
Luis Alfonso Afanador, que colaboró con la parte
gráfica de esta revista así como una sección
propia titulada "Los Maestros" dedicada a los reconocidos
escritores nacionales, locales e internacionales, como Jorris,
Karl Huysmans, Víctor Hugo y Porfirio Barba Jacob entre
otros.
Sus anuncios comerciales no sólo figuraban en los
pies de páginas de las secciones como mensajes directos a
un público general sino que adornaban páginas
enteras.
Tomando en cuenta que el "Anuncio es el abono del
negocio" este medio publicitario no sólo funcionó
como financiador de la revista, sino como una vitrina de exposición
de productos y modas, importantes para una economía
comercial como la que se veía en Bucaramanga.
"Anunciar es vender" fue la invitación a esa
clase comerciante a vincularse al proceso modernizador de los
medios de
comunicación; es decir el uso de la revistas como
medio de propaganda y éxito en sus negocios con
los continuos anuncios
La revista Stadium, una revista de literatura,
gráficas, deportes y variedades, registrada como
artículo de segunda clase, licencia Número 691 fue
catalogada en 1948, al cumplir su primera década como "la
decana de las revistas de Santander", de publicación
mensual y la que logró hasta 1991 completar la
edición de dos mil dos cientos veintiseis números,
editada por la Imprenta Comercial que generaba un tiraje de 5.000
a 10.000 ejemplares por un valor, en 1938, inicialmente de $ 0.15
ctvos, en Junio de 1951 por un costo $ 0.30 ctvos y en 1958, por
un valor de $ 0.75.
Esta empresa periodística que tuvo por titulo un
nombre deportivo, aunque sus contenidos en todos los
números fue variado "su titulo surgió de una
vocación deportiva en cuanto el periodismo tiene al
deporte cuando se
realiza por simple anhelo de cumplir con la función de
instruir y deleitar el teatro
artístico" y de la misma manera como el propósito
de muchas otras revistas fue el "verdaderas piezas de
antología o documentos
indiscutibles para la historia de la inteligencia
santandereana".
Su director Arturo Reyes Arguello quiso poner a esta
revista santandereana, al "servicio de la
solidaridad
Venezolana" para una integración de países hermanos. Sus
páginas manejaron un formato sobrio y serio en
presentación de hoja en blanco y negro con texto en color
verde, rojo y azul y su portada estaba adornada por
fotografías que sugieren la cotidianidad de la vida
citadina.
A Stadium se le reconoció como el primer
órgano periodístico que impulsó el deporte y
el periodismo independiente, considerado en 1976 como "patrimonio
cultural hace 40 años". Arturo Reyes Arguello
también integró la Asociación de Periodistas
celebrada entre los años 1935 a 1940, con la cual sus
representantes, efectuaban celebraciones en los más
elegantes clubes del Comercio, Unión, Campestre, Hoteles como Bucarica y Príncipe,
compartiendo
espacios de sociabilidad de las más "linajudas
damas de la élite".
Como miembro de esta asociación igualmente
encontramos a Juan Cristóbal Martínez un
controvertido escritor cuya crónica, sin excepción
alguna hace parte de las secciones de todas las revistas editadas
en la primera mitad del siglo XX. Inquieto por ese quehacer
periodístico fundó y dirigió en 1937 la
Revista Paréntesis que por su propio nombre puede
remitirnos a su personalidad,
ya que como hombre político encabezaba el directorio
conservador y manejaba un discurso
moralizador. Por otro lado, en sus producciones literarias se
escapa un poco a esa disciplina y
en cierto caso fue acusado por la iglesia de
librepensador, declarando su excomunión por su novela
titulada "Margarita Ramírez tuvo un hijo".
Paréntesis una publicación mensual registrada por
curso libre, con licencia Nº 237 impresa por la editorial
Marco E Gómez y administrada por Julián
Martínez, llegaba al público por un costo de $ 0.15
ctvos diseñada con un formato agradable para el
público, con sus contenidos gráficos y adornos en sus 18 páginas
de tamaño carta, entre las que se integraron anuncios
publicitarios como característica esencial de sus
subsistencia.
Arturo Reyes Arguello participó como administrador en
otro proyecto editorial como lo fue Oriente, revista literaria en
1933, bajo la dirección de T. León Moreno M. y
Sebastián Antolinez, también miembros de la
asociación de periodistas de Santander. Oriente
conservó un formato tamaño oficio en hoja papel
periódico, con amplios anuncios comerciales entre sus
contenidos literarios y editada en tipografía
Sucre.
Y siguiendo esa lista de miembros de la
Asociación de periodistas, encontramos a Efraín
Orejarena Rueda, quien dirigió en 1939 la Revista Rumbos,
de periodicidad mensual, registrada como artículo de
segunda clase por el ministerio de correos y telégrafos
con licencia de 4 de mayo de 1939 Número 587.
Su formato introduce un modelo de
publicación de bolsillo con cierto formalismo en su
diseño, guarda en su portada un índice de sus
contenidos sin manejar fotografías y los anuncios
comerciales se excluyen del plan de
propaganda de las rentas del departamento. Rumbos tiene a
consideración ser la única revista que pudo
demostrar su circulación extensa en el país y el
exterior; estableciendo 485 canjes, estuvo inscrita en "The
Panamerican Book Shelf" con agencias en Guayaquil, Panamá,
Santiago de Chile, México y Caracas, y vendida en las
librerías locales como Mogollón & CIA, ubicada
en 5a N° 10-43 , en la Agencia de "El liberal" Calle 5a
N° 928, en Tavera y CIA, Calle 5 N° 12-05 y en la agencia
del Deber y Panorama, Carrera 12 N° 4a-5a N° 426
.
En los conceptos recibidos sobre la revista se le
distinguió que "no se fija en senderos políticos,
ni históricos sino enciclopédicos" en Bucaramanga
por haber un espacio propicio para estas manifestaciones de
cultura "hay espíritu, hay esfuerzos dispuestos a
invertirse gallardamente en empresas periodísticas, hay
inquietudes; por ejemplo una crónica picante de
Juancé, un científico, Luis Ardila, la
irónica disertación literaria de Juan de Dios
Arias…" son estos hombres quienes hacen posible que esta
páginas puedan llenarse con variedad de artículos
de escritores santandereanos.
Estos hombres actuaron en los procesos de sociabilidad,
representando lugares, familias y modos de actuar. En los
años 40, un Club que figura como centro de prestigio para
esa clase comerciante de nuevos ricos, fue el club campestre en
el que participa la sociabilidad de una clase distintiva. Esta
tuvo un medio de difusión para los hombres que de ella
hacen parte y en 1941 edita la revista Club Campestre. Esta
revista fue un proyecto "para que estas páginas sean
consideradas como órgano nacional de los clubes campestres
del país". Club Campestre fue una revista con un formato
sencillo de una presentación fina con el escudo del Club
como emblema deportivo en la portada, sus páginas son
adornadas por fotografías, de las celebraciones y
presentaciones como el reflejo de las prácticas sociales
del club.
En la revista se publicó anualmente un balance
económico del club y las listas de sus miembros. Dentro de
los contenidos literarios se evoca una colección completa
de Jaime Barrera Parra y de Tomás Vargas Osorio, como
mitos literarios de Santander.
Esta revista fue dirigida por Tiberio Zuloaga Arango y
administrada por Luis Silva Valderrama. Su nombre viene
directamente a representar a la sociedad perteneciente al Club
Campestre. Colaboraron en esta revista como miembros del club:
Aurelio Martínez Mutis, Rafael Ortiz González,
José A. Jácome Valderrama, Mario Acevedo
Díaz, Jaime Ardila Casamitjana y Jesús Zarate
Moreno; estos hombres quienes constituyeron la
organización y difusión de esta revista han sido
sujetos importantes en el medio cultural de Santander.
Para 1940, la muerte de
hombres como Jaime Barrera Parra, Camilo Barrera, Blas
Hernández, José Camacho Carreño, Camilo
Forero Reyes, José Joaquín García, Daniel
Martínez, Francisco Paillie y Luis Maria Rovira se
convierten en el recuerdo de una generación que dio
innumerables frutos de producción literaria. El silencio
de su muerte se
percibe en la falta de estímulo para generar nuevas
empresas periodísticas; las revistas que se editan a
partir de 1940 evocan esas grandes figuras de las letras
santandereanas que hicieron brillar las páginas de muchas
revistas en Bucaramanga.
Revista de Santander que se editó en 1945 como
Órgano del Gobierno de Santander bajo la dirección
de la Secretaría de Educación Pública,
rescató en sus páginas a esas figuras literarias y
sus producciones, fue dirigida en su primer número por
Gustavo Serrano Gómez y administrada por Manuel Serrano
Blanco, en años siguientes por Jaime Ardila Casamitjana, y
Alberto Duarte French, quienes habían integrado las mesas
de redacción y dirección de otras
revistas, y se habían destacados igualmente en el medio
político y del periodismo. La Revista de Santander, con
una presentación sencilla, complementando sus secciones
con escasas fotografías pero en su mayoría
caricaturas y grabados del Maestro Rafael Prada Ardila y una
variada gama de viñetas, fue editada en la Imprenta del
departamento con un tiraje de 2000 ejemplares con un costo al
público de $ 0.30 y una subscripción anual de $
3.00 pesos. Su edición se inicio semestralmente y en su
segundo años pasó a ser anual.
Fue suspendida desde su N° 10 en 1950 por un periodo
amplio, hasta la aparición del N° 11 en 1957 bajo la
dirección de Roberto Harker Valdivieso, quien advierte en
sus editoriales "que existe en nuestro departamento una aridez
desconcertante particularmente en los géneros de la
novela, cuento, poesía y ensayo político, al igual
que en el periodismo "en concepto general es que vivimos en un
medio difícil y accidentado para grandes cosas de la
cultura, pero tenemos una minoría selecta de valores
esenciales que diariamente salvan con su prestigio la
tradición honrosa de un gran patrimonio intelectual y ya
contabilizado por la historia".
En esos mismos términos Luis López
Rodríguez define la situación de la cultura en
Santander, quien, ocupando el cargo de Jefe de extensión
cultural y bellas artes del departamento dirigió la
Revista Cordillera en 1948. Como miembro de la Asociación
de periodistas de Santander y colaborador en las diferentes
prensas desea con esfuerzo propio salvar a Santander de la
decadencia literaria que la consume.
Cordillera, como tantas revistas de Bucaramanga, se
consideró ella misma como "continuadora de Tierra Nativa,
Rumbos, Revista Santander" y otras que ordenaron el
terruño en épocas pasadas".
Con el propósito de mantener y acrecentar el
prestigio literario, no sólo trabaja de la mano con la
Revista Santanderes publicada en Bogotá "una revista de
expresión santandereana al servicio de Colombia", sino con
la hora radial "Ecos de Santander".
Cordillera se editó en la tipografía
Bucaramanga ubicada en la Carrera 13 N° 43-19, con un formato
técnico tamaño oficio, ilustrada con variadas
fotografías para el reconocimiento de paisaje regional,
con una carátula plastificada a color con 38 hojas entre
contenidos literarios y avisos comerciales, registrada con
licencia Nº 1758.
Los nombres con las que fueron bautizadas estas
revistas, al igual que los hombres que las dirigieron y las
redactaron, hacen parte de esos instrumentos intelectuales de ese
"utillaje mental", considerado por Roger Chartier como
categorías de pensamiento no universales, que hacen parte
de una sociedad como conjunto de esquemas inconscientes que
otorgan unidad a las maneras de pensar propias de una localidad o
sociedad en particular.
Estos hombres con sus modos de actuar y de pensar
practicaron unos procesos de sociabilidad de una clase excluyente
cuyo valor diferencial era el "el saber en las letras". Oradores,
novelistas, poetas, cronistas asociados en estas revistas,
clubes, cafés participaron su propia cotidianidad a la
sociedad en general de sus practicas por medio de estas
publicaciones.
Este círculo excluyente de una clase acomodada
económicamente y portadora de un reconocimiento
político y de prestigio dentro de la esfera social,
implantaron conductas y pensamientos en la construcción de
la élite bumanguesa, "la formación de monopolios es
precisamente lo que permite la puesta en marcha de un mecanismo
de acondicionamiento social, gracias al cual se educa a cada
individuo en el sentido riguroso de un autocontrol", la
exclusividad social que se marca en estas revistas se hace por
medio de las invitaciones a esos hombres para pertenecer en este
circulo cerrado del saber intelectual; la descripción de
sus modos y concepciones son los que determinan su papel
diferencial de la sociedad.
3.
Invitación y descripción DE los hombres de
letras.
El aspecto ideológico de la cultura está
disociado en su aspecto material, el producto cultural que se
elabora fue asimilado en una mínima proporción "el
arte, la literatura corresponden a los intereses de un sector
tradicionalista o (si mucho progresista) cuyo afán de
llegar a las masas queda en intención", en lo que se
determina para la permanencia a este medio social de una clase
diferenciada, la invitación por si misma en las revistas
excluye la totalidad de la sociedad.
El perfil del escritor heredado del siglo XIX apela a un
lirismo consecuente a dar gloria a la iglesia, al ser
argumentativo, acicalado, persuasivo, en suma retórico. En
sus dotes de escritor maneja a la par la oratoria, valorando
más la palabra oída que la escrita, la herencia se
reviste de poderes de elocuencia y poder clerical o
político, significando dominio.
En Colombia, donde el dominio político y
religioso se concentra en una pequeña clase, el papel para
el literato de entonces no conduce a comunicar, muy por el
contrario se utilizó como un arma de convencimiento de
ostento y celebración.
Inconscientemente se cree a la oratoria como la fuente
de verdad. En Colombia desde José Eusebio Caro y Julio
Arboleda hasta Rafael Núñez y Guillermo Valencia,
los poetas gramáticos y literatos forman una
interrupción de esa vocación filológica que
defiende la pureza de la lengua como un
carácter ritual casi religioso para el oficio del
literato. En la Colombia de las primeras décadas del siglo
XX, la avanzada liberal no cambia mucho la situación del
escritor, hacia 1930 la literatura parece refugiarse en un
pasado, con un lenguaje
académico de género
patriótico.
En la literatura Colombiana, la edición de
revistas culturales o revistas literarias de corte moderno no
modifican el papel de la prensa, dentro de círculo
oligárquico y exclusivo.
Se decía entonces para esos años "que
todos los periodistas y escritores, cultos de espíritu,
pertenecen a una clase alta adinerada, humana privilegiada de la
cual nos sentimos orgullosos para la grandeza misma de sus vidas"
casi como única es esta significación encontrada a
lo largo de los primeros cincuenta años del siglo XX, en
la prensa, en sus crónicas y en sus discursos.
El distintivo de la propia revista fue el que se
repitiera continuamente como parte de sus discurso: la existencia
de ese privilegio social, pues para cada círculo no
sólo se hacía limitada la numeración de las
cualidades sociales de sus miembros sino que afirmaba que
Santander ya "poseía un núcleo de gentes de
pensamiento" siendo "Bucaramanga, ciudad de oradores de
elocuencia castiza y caudalosa, de poetas inspirados noblemente,
de escritores atilados sin mengua de la vivacidad de la clausura.
Allí dialogan en términos de Castilla y con
autóctono aticismo, Serrano Blanco, Ortiz González,
Juance, Ortiz Lozano, Juan de Dios Arias, Martínez Mutis,
Fernando de la Vega, que sin ser nativo de la capital
santandereana, ha vinculado a ella sus años de madurez
intelectual, y muchos otros valores ejemplares cuyos nombres no
estampamos ahora por la infidelidad de la
memoria".
Reafirmando del mismo modo que para la búsqueda
de ese destino histórico "se han levantado empresas de
cultura que a través del periodismo, la revista y la hoja
volante, han ratificado la grandeza de un pueblo y su capacidad
para batallar para la conquista de nobles causas".
La posesión de los más elementales
instrumentos de la cultura, la palabra, la lectura y la escritura, y
la preeminencia en la etiqueta y toda la rivalidad en que fue
materializada la existencia de una pretendida nobleza, eran
aspectos claves de los procesos cotidianos de
diferenciación social, manejados en sus Clubes, tertulias
y, por su puesto, en la muy adornada página social que
hizo parte de todas las revistas.
La extremada pleitesía para con esos hombres, la
casi religiosa concepción de los Hombres de letras, "su
ocupación de empleos de gobierno, una sociedad de meritos
son elementos de esa cultura intelectual colombiana".
La connotación de la Biografía fue el
signo de permanencia hacia esa religiosidad para con los hombres
de letras, como obligada en las páginas de las revistas,
la mitificación como héroe en el caso del "Ilustre
Santandereano Abogado, Juriconsulto, hombre y héroe,
porque Manuel Serrano Blanco habla de todo" y como la figura de
Camacho Carreño quien "nació poseído por
este Pathos divino de la palabra que todo lo envuelve, lo anonada
y lo consume, el orador natural capaz de conducir un pueblo a las
mas irrazonables o gloriosas jornadas por virtud de su hechizo
embrujador, ilógico y sin embargo decisivo. Puesto en
actitud
sibilina su voz fue ya algo extraordinario, instintivo y
primordial. Es como un viento huracanado que nos lleva a las
zonas de fábula, arrollador, sonámbulo e
imperioso"..
Las continuas ovaciones y halagos se hacían de
forma individual o generalizando el grupo al que
pertenecían en caso en que "Bucaramanga ha sabido cultivar
aquellas exquisiteces del entendimiento y del corazón que
atavían la personalidad humana con esplendor perpetuo. Su
circulo de escritores no fue numeroso, pero si de una
selección imponderable. Cualquiera de sus nombres
servirá para bautizo de una ciudad formada; Aurelio
Martínez Mutis, que ha volado sobre los Andes como en su
medio justo, en alas de la epopeya Americana; Enrique Otero
D`Costa que robó a los narradores del siglo de oro
español
la gracia y casticidad del lenguaje; Manuel Serrano Blanco, el
jurista y gran tribuno de plazas y parlamentos, tan ático
en el decir como temible en la acometida; José Fulgencio
murieres agobiado de disciplinas intelectuales; Rafael Ortiz
González tan lírico en la fina emoción; Juan
Cristóbal Martínez que ha comunicado a la
crónica un sabor nuevo, y Gustavo Serrano Gómez, el
ágil comentarista de los sucesos diarios de la
política, ameno en la dicción, intencionado en el
alcance." estos por recordar únicamente a los que
pertenecieron al Club Campestre y que merecieron ese
reconocimiento en 1942.
De merecidas fiestas, celebraciones en virtud de sus
reconocimientos y coronaciones ofrecidos a los que se
consideraban valores intelectuales, prácticas de
coronación, son el ejemplo de estos ritos, celebrados en
el Club Campestre, la coronación a cuyo hombre se
distinguía en la esfera intelectual, por ejemplo la de
Rafael Ortiz Gonzáles, que a pesar de las no muy
fraternales aceptaciones por merecerse tal práctica ya que
para esto de "la coronación esta bien entre los antiguos,
que por entonces no se tenía carácter de
homenaje…era apenas un pretexto digno por cierto de
entusiasmo para enfrascar a héroes y genios en innarrables
orgías paganas".
Y no sólo en las revistas y la familiaturas se
congregan estas prácticas sociales, iniciativas como la de
fundar un centro literario donde se congreguen hombres de letras
para departir los esquivos frutos de la inteligencia, invitando
"a todos los hombres pensantes de Bucaramanga". Este centro
literario formulado por Juan de Dios Arias se vale de la
imitación al Centro Literario Exelcior fundado en 1916 en
Sau Paulo, Brasil, ya que su
director Abilio Rodríguez hace una invitación
directa a Jaime Ardila Casamitjana en su tarea como difusor
cultural en la dirección de la revista
Intenciones.
No sólo en ovaciones se postulan a estos hombres
de letras; muy desentonados comentarios se hacen en las
páginas de esas revistas para esos hombres en las
prácticas de las letras, a pesar que son ellos mismos
quienes las producen, o refiriéndonos a esa
práctica de lucha constante de los individuos lo que puede
llamarse "una viciosa hierbesita de aquella envidia literaria"
o"individualismo agresivo que florece como planta de
maldición; donde cada ciudadano es un caballero feudal,
orgulloso de sus fuerza y
celosos de sus fueros".
Por las propias revistas, el reconocimiento a esos pocos
hombres pero valiosos en su personalidad intelectual, recogen en
sus páginas las inéditas y extraordinarias
producciones de ellos, que por falta de un mayor estímulo
para la edición de estas obras (algunas de éstas
sólo llegaron a publicar sus obras en estas páginas
sueltas) son el esfuerzo de un hombre cuyo propósito era
el reconocer esas producciones.
O en el caso, si se puede considerar Mundo Alegre como
una revista literaria dirigida por Valentín
Núñez la que contiene un álbum completo de
sus producciones poéticas editado desde 1938, y con uno
que otro articulo sobre los escritores santandereanos.
Aunque en la literatura local no fue reconocido el
esfuerzo de estos escritores, que sin marcar un estilo propio
modelan e implantan estilos europeos, fue el caso de el
reconocido Jaime Barrera Parra del que si su "literatura no es
Santandereana, ni colombiana, ni americana, sino francesa
auténticamente gala: es una transposición tropical
al estilo francés" y por si francesas fueron
también las versiones de las obras de Alfonso Acevedo
Díaz, "la huella de sus lecturas es la asimilación
del simbolismo de los poetas franceses.".
La revista Intenciones, con su propósito
inquietante de formular la crítica, logró en sus
páginas lo que en otras revistas se evitaba: el recoger la
crítica sobre la literatura santandereana. En la
invitación a escritores nacionales como extranjeros se
recogen ensayos que
aunque sinceros, pueden sonar dolorosos para una sociedad
acostumbrada a elogiar sus trabajos y su muy limitado circulo
social que monopolizó el saber de las letras.
Lucio Duzán, un bogotano invitado a la capital,
definió como nula la labor de los poetas santandereanos y
escribió para las páginas de Intenciones que "los
santandereanos fueron una reproducción de los ejemplares
poéticos de su tiempo, sin ninguna innovación, sin otra preocupación
vital que la de hacer versos y preocuparse por vivirlos, por
ilustrar el vulgo de sus tragedias interiores" y no escapó
a la referencia a que muchos de ellos impregnados por una fuerte
tentación al suicidio, la
temprana muerte de muchos hombres que en pleno albor literario
desaparecen dejando un vació en el porvenir intelectual de
las letras santandereanas.
En práctica una literatura de "antesala
improductiva estéril no puede prestarse a medir la
dimensión de una cultura" no sin obviar que aquellos
poetas fueron el producto de un estado social " de un Coktail de
democracia y
feudalismo y
fueron aceptables en las fiestas de sus tiempos…no hay
proyección luego no hay literatura, hay un conato una
intención que es otra cosa" en conclusión esta
sociedad "no produjo" y así comparte su tesis Gonzalo
Buenahora y por su franca y sincera crítica a esta
sociedad se le cierran las puertas en la también
reconocida revista Pipaton,de propiedad de Gustavo Gómez
Mejia, que se distribuía en Barrancabermeja.
A pesar de las celebraciones, halagos y mitificaciones a
esas figuras que actúan en el ambiente literario de
Santander, quedaron en intenciones la formación de
espíritus críticos, más aún para
aquellos que se quedaron "anclados en el dulce remanso de la
celebridad".
Hombres profesionales que no participaron en la esfera
política cuyo nivel económico podía
nivelarse a aquellos hombres de letras que figuraron como las
más notables figuras, ya que su participación en la
sociedad partía de una serie de exigencias, no sólo
de la vocación intelectual, fue algo tímida y
ocasional. Estos se recogen dentro de un inventario
realizado en el análisis de los contenidos de las revistas
y otros que se escapan, figurando en un anonimato, o explicando
que los artículos allí editados podían
remitirse a un recorte de un texto
enciclopédico.
La recolección de este inventario se maneja con
una metodología aplicada por Rober Darton
quien, para descubrir la población literaria francesa se remite a
recoger en lista todas las personas de letras que vivieron en
Francia en el
periodo de su investigación a partir de 1755, aunque
sólo hayan producido una obra y hubiera sido llevada a
publicación.
No es pretender hacer una comparación con la
intelectualidad francesa sino, por el contrario, rescatar a esos
sujetos por medio de sus producciones.
Estos otros hombres que fueron llamados a participar en
este quehacer cultural que se pretendía conjurar en la
Bucaramanga de la primera mitad del siglo XX, nos hacen
aún más claro el fortalecimiento de una clase
exclusiva, con sus estrechas relaciones familiares organizadas en
torno al
comercio, propiedad de la tierra y el monopolio de cargos
públicos siendo por sus apellidos muy
distintivos.
El nivel de estudio era factor elemental para ese
círculo, ya que desde la Nueva Granada se reconoció
el papel de Santander dentro de su participación en las
Universidades, y otros que complementaban sus estudios en el
extranjero.
Durante las primeras décadas del siglo XX, los
estudios profesionales se formularon como un canal de
preeminencia social y de mayores oportunidades. El predominio de
la educación religiosa vino a significar grandemente esas
afinidades literarias que se tradujeron en las revistas
literarias. Los jesuitas no sólo ayudaron a una labor
pedagógica, sino que "de sus propios claustros la cultura
floreció". El papel de los centros educativos como el
Colegio Santo Tomas de Aquino de Zapatota, Colegio San
José de Guanentá de San Gil y el Colegio San Pedro
Claver fueron los más representativos en la
formación de los hombres que figuran en las revistas de
letras como valores intelectuales de Santander.
Para los Jesuitas era un valor, más que un
privilegio, el proporcionar en sus claustros las más
significativas figuras de las letras santandereanas "ya que en
tiempos aquellos una falange de jóvenes ilustres dieron
muestra de su gran talento y cultura planteando un lírico
cogollo que más tarde llegó a ser el árbol
glorioso de donde desprendieron los más sazonados frutos
de la literatura santandereana". En referencia tenemos Jaime
Barrera Parra, Gonzalo Buenahora, Gabriel Carreño,
José Antonio Escandon, Mario García Peña,
Blas Hernández, Alfredo Lamus R, David y Leonardo
Martínez Collazos, Juancé, Aurelio Martínez
Mutis, Rafael Ortiz González, Enrique Otero D´costa,
Luis Ernesto Puyana, Emilio Pradilla, y Ricardo Puyana, quienes
hacen parte de un trabajo realizado por Gonzalo Buenahora
titulado "Ensayos de crítica literaria" publicado en el
Número XVI del anuario del Colegio san Pedro Claver para
reconocimiento de sus ex alumnos.
La tarea de reconocer los hombres de letras en
Santander, por medio de las revistas de letras, se recoge en una
tabla como inventario en orden alfabético de los
escritores que integraron repetidas veces las páginas de
estas revistas. El complemento de los datos de las
tablas, en cuanto a las profesiones y fechas fueron tomadas de
los tres Tomos de la obra de Roberto Harker Valdivieso, de
Autores, Mas Autores y Otros Autores Santandereanos, que han sido
consecuentemente publicados para el reconocimiento de esas
figuras santandereanas; igualmente de los trabajos de Edmundo
Gavassa Villamizar y de las breves biografías que ellos
mismos publicaban en las revistas.
En el Anexo 1 se establece un inventario en un orden
alfabético de esos escritores que tuvieron
participación en más de una revista editada en la
primera mitad del siglo XX. En Bucaramanga, en la segunda columna
el origen de estos escritores para hacer evidente la
participación de los hombres de provincia. En una tercera
columna las publicaciones que dirigieron, y en las siguientes
columnas se reconoce igualmente a los miembros de la Academia de
Historia de Santander, su partido político y sus
profesiones.
Está tabla nos puede reflejar la
participación de esos hombres de provincia que llamados a
figurar en ese ambiente intelectual, participaron en las revistas
de letras y que figuran, en su mayoría, provenientes de
Zapatota, "ciudad que ha dado grandes figuras de la inteligencia
Santandereana", este inventario demuestra ,de alguna forma, esa
inquietud de los hombres de distintas generaciones, sin podernos
referirnos a los estudios de las generaciones colombianas, en las
que se distinguen marcan tres grandes generaciones en la
literatura Colombiana, los del Centenario, Los Nuevos y los
Piedracielistas.
Los escritores Santandereanos en su formación
literaria se remitieron a estilos europeos. La formación
de un género literario está por estudiarse con el
conocimiento detenido de las obras de cada autor; en este trabajo
rescato a esos hombres de letras que produjeron obras literarias
y el paso a seguir es descubrir los géneros y
cánones que los llevaron de alguna forma a enmarcase unos
y otros en diferentes asociaciones formadas por las revistas y
clubes.
El hombre de letras en Bucaramanga no es un literato del
uso exclusivo de este oficio, aunque sí muy versados en la
oratoria y la retórica, compartían entre ellos
estas afinidades literarias con sus profesiones. En mayor
porcentaje, Abogados formaron parte de esta sociedad intelectual
con el poder de la palabra y su desenvolvimiento en la esfera
política, pero de la misma forma, lo hicieron
médicos, dentistas, ingenieros eléctricos, y
comerciantes.
Es así como en estas invitaciones a formar parte
de estas revistas, la profesión no marcó la
distinción para pertenecer a estas agrupaciones;
seguramente su nivel educativo y el interés
por la literatura fue lo que se distinguió en el llamado a
formar parte de estas revistas.
Por medio de la constante difusión de la prensa
en Santander con una enriquecida edición de semanarios,
hojas volantes, diarios, periódicos, y revistas, las que
maduraron la profesión del periodista, aunque en las
primeras décadas del siglo XX quienes promovían
esas empresas periodísticas eran hombres versados en la
palabra, y con un dominio en las prácticas de la escritura
y la lectura pero, por sobre todo, ese poder adquisitivo que
hacía exclusivo a la prensa para su
edición.
La conformación de la asociación
santandereana de periodistas fundada en 1935, como un medio de
sociabilidad, resultó de esos intereses de saberes y
poderes. Se reunían ahí, esos mismos hombres que
han permanecido en la palestra de la vida pública, y el
ser miembro de esa asociación era una carta de
presentación en la dirección de esas empresas
periodísticas que aparecieron en Bucaramanga, entre sus
miembros figuraron los que la Tabla demuestra con la
convención "P" (Periodistas).
Y así hacen parte de esta asociación los
directores de las revistas Intenciones, Paréntesis,
Rumbos, Stadium, Oriente y Sagitario.
Para el Anexo 2 la Tabla muestra la participación
de esos escritores en las revistas, ya que muchos de ellos
repetían sus colaboraciones en diferentes revistas o en
donde figuran con homenajes póstumos a su muerte
publicando algunas de sus producciones ya olvidadas.
Siendo este un inventario de los escritores más
frecuentes que encontramos dentro de las revista de letras
editada en la primera mitad del siglo XX, figuras como Juan
Cristóbal Martínez, conocido como Juancé,
con su crónica de un estilo que lo diferencia de los
demás por lo controvertido e irreverente ante la critica
literaria; la Crónica de Juancé es pieza
fundamental de todas las revistas de letras antes citadas, desde
su llegada de Bogotá en 1919.
Igualmente escritores como Juan de Dios Arias, que
participa frecuentemente con su ensayo literario.
José Fulgencio Gutiérrez que con sus
lecciones de historia mantuvo vivo ese recuerdo por el pasado de
una forma engrandecida; al igual que sus artículos de
Bolívar, Núñez, Caro y Galán, en el
que evocan el sentimiento patrio reconocido por estos hombres de
Academia.
Muy a pesar de las diferencias de José Fulgencio
Gutiérrez con una generación que lo enfrentó
en controversias, él supo dejar huella dentro de las
letras en Santander.
En el discurso y la oratoria tenemos a la gran figura
política que llegó a significar, dentro de la
palestra nacional, un excelente abogado: Manuel Serrano Blanco,
del que se hace su notable reconocimiento en la vida
política nacional como represéntate del
conservadurismo Santandereano. Más que sus discursos, son
sus reseñas biográficas las que se retoman en una y
otra revista como la idealización de la figura
política Santandereana.
Sólo con la partida de Ismael Enrique Arciniegas,
su poesía es recogida por las revistas de letras, como un
reconocido poeta nacional, al igual sucedió con Jaime
Barrera Parra, quien dirigió dos proyectos editoriales,
sus poesías y sonetos, son reeditados después de su
muerte en revistas como Intenciones, Rumbos y Club campestre
tituladas en su mayoría Cartas Intimas y
Epistolario.
Con este inventario, no sólo recogemos los
novelistas, cuentistas, cronistas, poetas y ensayistas
santandereanos, sino que, de la misma forma, podríamos
más adelante hacer el estudio completo de las obras que
aparecen dentro de estas revistas para la definición de un
género literario, o como antologías de sus
más reconocidos escritos.
Página siguiente |