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Algunas consideraciones sobre la realidad




Enviado por agonzale



    1. La realidad: algunos
      antecedentes
    2. Visión
      psicoanalítica sobre el concepto de
      realidad
    3. Concepto de realidad en la
      ciencia: punto de vista psicológico
    4. Bibliografía

    INTRODUCCION

    PALABRAS CLAVE: Realidad, conocimiento,
    psicoanálisis, ciencia,
    brujería, real, tonal y nagual.

    La realidad, vale decir, en todos sus aspectos, registros o
    formas -como quiera diferenciársele-, constituye de hecho
    el principio de nuestra existencia.

    No es extraño encontrar en su concepción
    diferencias tan apartadas unas de otras; la subjetividad influye
    en ello. Y es precisamente porque tenemos una realidad diferente
    de la de los demás, basada en unos principios
    simbólicos particulares, lo que constituye el principal
    obstáculo a la aprehensión de ésta (es algo
    paradójico).

    Hasta qué punto puede llegar a declararse una
    "verdadera realidad" no es propósito de éste
    trabajo. Por el contrario, tratará de identificar las
    diferentes posiciones y los diferentes órdenes de realidad
    propuestos por la ciencia y
    el psicoanálisis, desde una perspectiva
    antropológica y científica. En último
    término, se establecerán puntos en común
    que, acordes a la propuesta anterior, respeten los postulados
    teóricos.

    1. LA REALIDAD:
    ALGUNOS ANTECEDENTES

    Gran parte de las observaciones hechas sobre el concepto de
    realidad, provienen de los movimientos filosóficos de la
    Grecia
    clásica con sus principales exponentes. Platón,
    por ejemplo, desarrolló en sus escritos algunas
    diferencias básicas en cuanto a lo real y la realidad
    humana. El mito de la
    caverna es quizá el acercamiento más evidente al
    tema: el mundo de sombras y apariencias resulta de la
    proyección del mundo real que son las ideas (el bien).
    Según Platón el
    mundo en que vivimos (la realidad) es ese mundo de oscuridad y
    apariencias que a su vez impide el acceso al mundo de la luz.

    Su teoría del
    conocimiento parte de la distinción entre percepción
    sensible -doxa-, que proporciona un conocimiento
    relativo de la realidad, y conocimiento
    científico y racional -epistéme-, que se
    adentra en el verdadero ser de las cosas: las ideas. Estas son
    entidades universales, esencias subjetivas, externas e
    inmutables, un mundo aparte del de las cosas, que no son
    más que copias o sombras de las ideas. Gracias a las
    ideas, que actúan como principios
    ontológicos y epistemológicos, las cosas son y
    pueden ser conocidas.

    Esta concepción filosófica pensaba
    el
    conocimiento de las cosas como un proceso de
    recapitulación, por el que el individuo, al contemplar la
    realidad sensible mediante los sentidos,
    sabe qué son las cosas gracias a que el alma recuerda las
    ideas correspondientes a cada objeto.

    La antropología platónica describe al
    hombre como un
    ser formado por dos elementos, alma y cuerpo, cuya unión
    es puramente accidental. El alma preexiste al cuerpo y sobrevive
    a su unión.

    Casi dos mil años después, Descartes hace
    un replanteamiento a los postulados establecidos a partir de lo
    que llamó "duda metódica", que suspende el juicio
    ante todo aquello que no se presente al espíritu con
    claridad y distinción necesarias para ser considerado
    evidente, y busca así el camino hacia una "verdad
    aprodíctica" (que vale de un modo necesario),
    independiente de la tradición y la autoridad.
    Cuestiona así las apariencias sensibles, e incluso las
    verdades matemáticas. Sin embargo, logra encontrar
    la verdad aprodíctica en el hecho mismo de la duda, ya que
    no puede dudar de que está dudando -en otros
    términos, pensando- basado en el aforismo "cogito ergo
    sum": pienso luego existo.

    El reconocimiento de la verdad de la intuición
    sensorial, lo lleva a establecer, junto a la sustancia pensante
    en que se da la intuición del cogito, la existencia de la
    sustancia extensa. Con la afirmación de ésta queda
    fundado el dualismo cartesiano, y planteado el problema sobre la
    existencia real de la "res cogita". Ya en la época
    moderna, Freud retoma
    aquellos postulados, y formula una teoría
    nueva que, siguiendo los parámetros científicos,
    propone una visión diferente al respecto.

    2. VISION
    PSICOANALÍTICA SOBRE EL CONCEPTO DE
    REALIDAD

    Según el diccionario de
    psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (Laplanche, 1974),
    el concepto de realidad es un "término utilizado
    frecuentemente por Freud para
    designar lo que, en el psiquismo del sujeto, presenta una
    coherencia y una resistencia
    comparables a las de la realidad material; se trata
    fundamentalmente del deseo inconsciente y de los fantasmas con el
    relacionados". Sólo se encuentra esta definición y
    no hay referencias sobre otro tipo de realidad.

    La teoría
    general sobre el concepto de realidad en Freud surge con la
    concepción del aparato psíquico, en el cual se da
    un proceso de
    desarrollo a
    partir del nacimiento del ser humano. Para ello, Freud propone la
    existencia de tres instancias psíquicas que
    interactúan entre sí, dando lugar a todas las
    relaciones del sujeto con el mundo y consigo mismo, ellas son:
    Yo, Ello y Súper-yo.

    Estas no se presentan o desarrollan paralelamente; su
    formación es parte del proceso evolutivo inherente a la
    especie: en primer lugar, se da la presencia del ello como el
    núcleo filogenético esencial, éste
    "no tiene comunicación directa con el mundo exterior"
    (López, 1985) y no se presenta en él
    simbolización alguna puesto que no tiene acceso directo al
    lenguaje, a
    menos que se presenten manifestaciones de la segunda instancia:
    el yo.

    Tenemos entonces que "un individuo es ahora para
    nosotros un ello psíquico, no conocido e inconsciente,
    sobre el cual, se asienta el yo, desarrollado desde el sistema
    preconsciente como si fuera su núcleo" (Freud, 1923). El
    yo inicia un primer contacto con la realidad debido a las
    constantes exigencias del mundo exterior; el ello "manda" ciertos
    contenidos hacia el yo, mientras que el yo empieza a desplazar al
    ello ciertos contenidos recibidos de afuera. Cómo los
    contenidos del ello son inconscientes, los que reciben
    tomarán esta misma característica.

    Estos contenidos introducidos al ello son "aceptados"
    por un principio de funcionamiento que debe sostener el sujeto a
    lo largo de su vida, esto es, el principio del placer:

    "el yo-placer originario quiere, como lo he expuesto
    en otro lugar, introyectarse todo lo bueno, arrojar de si todo
    lo malo" (Freud. La negación, 1925. p.254).

    La influencia del mundo exterior se lleva a cabo por el
    contacto del sujeto con éste por medio de sus
    órganos perceptivos. Toda la estimulación o
    excitación a que están sometidos constantemente,
    debe ser controlada, de lo contrario se generará una
    sobre-saturación de estímulos que serán
    irrelevantes a los intereses del yo. Esta selección
    de estímulos indica entonces que el contacto con la
    realidad no es un proceso pasivo, sino que "el yo envía de
    manera periódica al sistema percepción
    pequeños volúmenes de investidura por medio de los
    cuales toma muestras de los estímulos externos, para
    volver a retirarse tras cada uno de estos avances tantaleantes"
    (op. cit. p.256).

    El yo es pues un mediador entre el ello y el mundo
    exterior, dándose lugar a dos tipos de realidad: una en
    cuanto al aparato psíquico, que sería una realidad
    psíquica (que obedece a los intereses del yo), y otra en
    cuanto al mundo exterior, que sería la realidad humana
    (que obedece a los intereses sociales). La primera es subjetiva
    en cuanto que toma de la segunda aquello que le es interesante,
    mientras que la segunda es objetiva puesto que está basada
    en leyes naturales,
    reconocibles o no.

    La relación que establece el aparato
    psíquico con la realidad, es posibilitada por el lenguaje,
    en la medida en que el sujeto pueda realizar un "encaje cultural"
    (proceso de sujetación en Freud), es decir, una construcción del yo a partir de las
    instituciones
    sociales. Por el contrario, el ello permanecerá siempre
    como una instancia que, ajena a la "realidad social", recibe sus
    influencias. Así, habría pues una diferencia
    sustancial entre el ello y la realidad, ya que el primero, como
    núcleo filogenético esencial, es base natural del
    sujeto, mientras la segunda es una construcción, sobre lo real, a partir del
    lenguaje, a
    partir de lo simbólico. Esta es una posición
    continuista con respecto a la realidad.

    El ello, según Freud, constituye lo más
    natural del ser humano. Es aquella instancia donde se concentran
    las pulsiones. Lo real constituye para Freud, el mundo de las
    cosas (físicas, químicas), por lo tanto, el hombre como
    ser natural posee en sí eso real, fuente de sus pulsiones
    (el ello). Para Lacan por el contrario, el ello constituye un
    real en la medida que no puede ser simbolizado.

    La perspectiva discontinuista de Lacan se funda en la
    idea de que "lo simbólico es primero que lo imaginario y
    lo real, y que éste (lo real) es aquello que en nuestra
    experiencia regresa siempre al mismo lugar", esto implica que lo
    real es incognoscible, es decir, que no tiene acceso a lo
    simbólico.

    Sin embargo, ambas posiciones están acordes
    respecto a la construcción de la realidad, ya que
    ésta se concibe como resultado del acceso al mundo
    simbólico, tal como lo expone Castaneda (en conversaciones
    con don Juan): "cada ser humano tiene dos facetas, dos entidades
    distintas, dos contrapartes que entran en funciones en el
    instante del nacimiento; una se llama 'tonal' y la otra 'nagual'"
    (Castaneda, 1974. p.161). En términos
    psicoanalíticos, lo simbólico y lo real
    respectivamente, donde lo imaginario estaría en una
    posición intermedia; es decir, se hace más
    simbólico en la medida en que se encuentre en el tonal, y
    más primitivo, en el nagual.

    Don Juan continúa explicando que "el tonal es
    todo cuanto conocemos… es todo cuanto salta a la
    vista…empieza en el nacimiento y acaba con la muerte", y
    continúa, "…todo cuanto conocemos de nosotros mismos y
    de nuestro mundo está en la isla del tonal… el nagual es
    la parte de nosotros mismos con la cual nunca tratamos… para la
    cual no hay descripción: ni palabras, ni nombres, ni
    sensaciones, ni conocimiento" (op. cit. p. 168).

    "El tonal es, como ya dije, todo lo que creemos que es
    parte del mundo, incluyendo a Dios, por supuesto. Dios no tiene
    otra importancia que la de ser parte del tonal de nuestro
    tiempo (op.
    cit. p. 169). Castaneda resume así, en la experiencia de
    don Juan, los aspectos más importantes sobre el acceso a
    la realidad (tonal) y a lo real (nagual). La exposición
    hecha por don Juan es, en efecto, el resultado de su propia
    experiencia al vivenciar uno y otro mundo, una y otra realidad.
    Lo real entonces sería la realidad física en su
    máxima y mínima expresión, mientras que la
    realidad (el tonal) estaría en pro de la
    simbolización.

    A este respecto, don Juan afirma que estar completamente
    ubicados en una de estas entidades, genera sentimientos de
    incompletud:

    "a la hora de nacer, y luego por algún tiempo
    después, uno es todo nagual. En ese entonces, nosotros
    sentimos que para funcionar necesitamos una contraparte a lo
    que tenemos. Nos falta el tonal y eso nos da, desde el
    principio, el sentimiento de no estar completos"
    (p.170)

    Aquí, Castaneda (mejor, don Juan) introduce un
    elemento importante: las exigencias de la realidad en pro del
    proceso de sujetación. Luego, cuando se da el acceso a la
    cultura
    (realidad humana), lo simbólico se apodera del sujeto y le
    impide -por medio de la represión- tener acceso a lo
    pulsional, aunque se manifieste de diversas formas (lapsus,
    sueños, síntomas, vida cotidiana).

    El nagual como fuerza
    pulsional del hombre, busca
    recuperar toda su energía disgregada en otras funciones, dando
    lugar a que la idea de un yo singular se pierda, y así
    fundirse en un todo y sentir desde éste; la idea del yo se
    pierde.

    Esta tendencia a la desmaterialización -que
    implica la preexistencia de una sustancia cuya materialidad puede
    ser afectada-, se ha evidenciado explícitamente a partir
    del surgimiento de tecnologías que formulan un tipo de
    realidad bajo la cual el paradigma
    clásico cartesiano de la "experiencia sensible" queda
    disuelto o en entredicho.

    Así, se concibe la realidad virtual como
    "esa particular tipología de realidad simulada en la que
    el observador (en este caso espectador, actor y operador) puede
    penetrar interactivamente, con ayuda de determinadas
    prótesis
    ópticas, táctiles o auditivas, en un ambiente
    tridimensional generado por el ordenador" (Maldonado,
    1994).

    Esta tendencia a descubrir lo real viene siendo
    observada desde el s. XV aproximadamente, cuando
    matemáticos, arquitectos y artistas construyeron
    representaciones tridimensionales, tratando de producir imágenes
    más fieles a la realidad; lo mismo ha sucedido con la
    fotografía, la cinematografía,
    la
    televisión y, recientemente, la gráfica
    computarizada y la holografía. El mundo occidental busca
    entonces un sistema que produce imágenes
    destinadas a ser experimentadas como "más reales que lo
    real mismo…", y así "lo increíble se hace mas
    creíble" (op. cit. p.20).

    A este respecto don Juan nos desalienta un poco
    afirmando que cuando el mundo de lo simbólico ha cobrado
    demasiado poder, lo real
    se vuelve más confuso aún, aunque permanezca esa
    sensación (ya inversa) de incompletud:

    "A esas alturas [después del nagual] el tonal
    empieza a desarrollarse y llega a tener una importancia tan
    absoluta para nuestro funcionamiento que opaca el brillo
    del nagual, lo avasalla; y así nos volvemos todo tonal,
    no hacemos otra cosa sino aumentar esa vieja sensación
    de estar incompletos…" (op. cit. p.170).

    y luego dice:

    "sentimos que en nosotros hay otro lado. Pero cuando
    tratamos de precisar cuál es ese otro lado, el tonal se
    apodera de la batuta y, como director, es un fracaso" (op. cit.
    p.172).

    El proceso de aculturación es pues, mas poderoso
    que las pulsiones, en la medida en que el sujeto obtiene una
    visión fragmentada de su realidad física. Tal como
    Freud lo plantea: "la esencia de la realidad objetiva [realidad
    física] siempre será incognoscible" (tomado de:
    López, 1985).

    3. CONCEPTO DE
    REALIDAD EN LA CIENCIA:
    Punto de vista psicológico.

    La concepción científica sobre la realidad
    parte precisamente de las hipótesis que presentó el pensamiento
    filosófico clásico y moderno, en el sentido de que
    la percepción del mundo o realidad exterior, es
    fragmentaria, primero por las limitaciones de los sentidos y
    segundo, porque a las personas no les es posible captar los
    objetos en su esencia.

    El pensamiento
    científico preguntaría entonces,
    ¿cuál es la esencia de los objetos?

    El conocimiento
    científico se basa en el soporte de lo medible, lo
    cuantificable, y en esa vía avanza su método.
    Para la ciencia, la
    realidad de las cosas es sólo aquella que permite una
    observación mediante un sistema de registro que se
    adapte a las leyes que
    ésta misma propone. Sin embargo, el propósito del
    pensamiento científico es avanzar más allá
    de lo medible o tangible (experiencia sensible, según
    Descartes), ya
    que las últimas teorizaciones en matemáticas, física y astronomía, muestran una disponibilidad a
    pensar el universo desde
    lo abstracto, por lo que el sistema de registro
    sólo es útil en la medida que permite conceptuar un
    fenómeno determinado acercándose a él por
    pautas de descripción, más no se logra una
    experiencia "cercana" a éste.

    Esta manera de "conocer" la realidad está basada
    particularmente en el método
    científico. A este respecto Bunge y Ardila (Bunge y
    Ardila, 1988), formulan unos principios filosóficos
    tácitos en la investigación científica, que
    involucran el concepto de realidad. A continuación se
    expondrá algunos de ellos (principalmente aquellos que
    interesan a esta exposición):

    A. Principios ontológicos (metafísicos):
    sobre el mundo

    -El mundo existe por si mismo (esto es, haya o no
    investigadores).

    -El mundo esta compuesto exclusivamente de cosas
    (objetos concretos).

    -Las formas son propiedades de las cosas (no ideas
    existentes por sí mismas).

    -Nada surge de la nada y nada se reduce a la
    nada.

    -Hay distintos niveles de organización: físico,
    químico, biológico, social y
    tecnológico.

    -Todo sistema, salvo el universo, se
    origina por agrupación o formación de sistemas, y a su
    vez, es un subsistema de algún otro.

    B. Principios gnoseológicos descriptivos: sobre
    conocimiento humano del mundo.

    -Podemos conocer el mundo (la realidad), aunque
    sólo parcial, imperfecta y gradualmente.

    -Todo acto de conocimiento es un proceso en el sistema nervioso
    de algún animal.

    -Los seres humanos sólo pueden conocer dos tipos
    de objetos: los entes materiales
    (cosas concretas) y los conceptuales (conceptos, proposiciones y
    teorías).

    -Un animal puede conocer una cosa únicamente si
    una y otra pueden estar unidos por señales que el primero
    pueda detectar y decodificar.

    -Hay distintos modos de conocimiento: por
    percepción, por concepción y por acción; y
    se combinan de diferentes maneras en múltiples investigaciones.
    (op. cit. p. 40)

    Como se puede notar, existe una similitud evidente entre
    el modelo
    psicoanalítico y el modelo
    científico del materialismo
    emergentista, en cuanto a que ambos admiten la preexistencia de
    las cosas en una realidad, digamos, física, en la que se
    agrupan una serie de objetos o cosas, conformando niveles de
    organización (primer sistema de
    señales) que, articulados aun más complejamente,
    conformarían una realidad simbólica (segundo
    sistema de señales), humana a partir de la
    articulación de esa realidad física.

    Actualmente (sobre todo en el ámbito de las
    comunicaciones
    y en psicología), existe una dura controversia
    entre la tesis de que
    existe un mayor o menor realismo en
    los sistemas de
    representación, y la idea de que esto no importa, debido a
    que la relación de una imagen ilusoria
    con la realidad es siempre y de todas maneras el resultado de una
    operación de codificación y descodificación
    por parte del observador. En la primera tesis se aduce que como
    no existe el "ojo inocente", todo lo que el ojo ve no es otra
    cosa que una invención mentirosa suya. La segunda
    propuesta, más discreta, insiste en que uno no puede
    considerarse como constructor del propio mundo, en lo que
    representar es sólo representarse y llevaría a la
    imposibilidad de proponer un realismo,
    siquiera hablar de un menor o mayor realismo. (Maldonado, 1994.
    p. 38).

    Esta critica al modelo científico -de que toda la
    realidad no es otra cosa que una construcción mentirosa de
    los sentidos-, lleva implícita un problema básico:
    pensar que todo es subjetivo. Esto, como se puede ver,
    está en total desacuerdo con la posición
    psicoanalítica y científica en cuanto que niega la
    existencia de las cosas por sí mismas. Indudablemente se
    caería en un idealismo
    extremo.

    Por último, es necesario anotar que, si bien el
    pensamiento científico no "acepta" aquello de lo cual no
    puede tener un acercamiento sistemático, siempre trata de
    mejorar su método de conocimiento para poderlo
    aprehender.

    BIBLIOGRAFIA

    – BUNGE, M. y ARDILA, R. Filosofía de la psicología.
    Barcelona: Ariel, 1988.

    – CASTANEDA, Carlos. Una realidad aparte. Bogotá:
    Fondo de cultura
    económica, 1977.

    – CASTANEDA, Carlos. Relatos de poder.
    Bogotá: Fondo de cultura económica,
    1974.

    – DESCARTES, René. Discurso del
    método. Barcelona: Bruguera, 1968.

    – FREUD, Sigmund. Obras completas: La Negación.
    V.19. Buenos Aires:
    Amorrortu editores, 1980.

    – FREUD, Sigmund. Obras completas. V.I. y V.II. Madrid:
    Biblioteca Nueva,
    1948.

    – LAPLANCHE, J. Y PONTALIS, J. Diccionario de
    psicoanálisis. Barcelona: Labor, 1974.

    – LOPEZ, Rubén. La concepción freudiana
    sobre el mundo exterior. Medellín: Lealon,
    1985.

    – MALDONADO, Tomás. Lo real y lo virtual.
    Barcelona: Gedisa, 1994.

    – PLATON. Obras completas: La República. Madrid:
    Aguilar, 1972.

    ALEXANDER GONZALEZ CORREA

    Psicólogo

    UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

    MEDELLIN

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