General Porfirio
Díaz
En el siguiente trabajo hablaremos de varios aspectos
del general Porfirio Díaz, como de su vida y de su mandato
que comprendido de 1876 -1910, en los cuales se vivieron varios
aspectos importantes para la vida de los mexicanos e incluso de
la historia del
mismo país.
Esperando que sea de su agrado…….
Gobierno De Benito Juárez.
El gobierno de
Benito Juárez comenzó el 25 de diciembre de 1867,
siendo en este periodo cuando se promulgaron los códigos
Civil, Penal y de Procedimientos,
elaborados por Antonio Martínez de Castro. Debido a los
levantamientos que se sucedieron en algunos estados del
país, Juárez declaró aquellos lugares en
estado de
sitio y suspendió las garantías
individuales cuando éstas pusieran en peligro el estado de
orden que se pretendía establecer.
Juárez redujo el número de miembros del
ejército. La gestión
hacendaría de José María Iglesias
disminuyó la deuda
pública a 87 millones de pesos, la cual, entre la
externa y la interna, había alcanzado casi los 460
millones. Se echó a andar el proyecto de
modernización y así, en 1869, el telégrafo y
los caminos aumentaron sus líneas. Por otro lado, el
ferrocarril también incrementó sus vías
gracias a una concesión otorgada por el presidente
Juárez a una compañía inglesa.
El presidente Juárez pretendió llevar a
cabo importantes reformas sociales mediante el poblamiento del
país y la formación de pequeñas propiedades,
asignando a cada campesino un pedazo de tierra que
él mismo trabajara. Dichas obras sociales no pudieron
llevarse a cabo, pero en el terreno cultural, la educación
experimentó importantes avances, como por ejemplo la
creación de la Escuela Nacional
Preparatoria y la de Ingenieros, la Biblioteca
Nacional de México y la Escuela Nacional de Ciegos. Muchos
de los cambios emprendidos en este gobierno fueron en gran parte
inspirados por la filosofía liberal extranjera, que
algunas veces no estaba muy de acuerdo con la realidad vivida por
los mexicanos en aquellos momentos.
Benito Juárez Se Reelige.
Era 1871, el año de la sucesión
presidencial, los partidarios de Benito Juárez se
alistaban para preparar su reelección, mientras que otros
personajes también lanzaban su candidatura. Esta vez
Juárez se enfrentaría nuevamente a Porfirio
Díaz, su contendiente en las elecciones de 1867, pero
también a su consejero Sebastián Lerdo de Tejada,
quien también aspiraba a la silla presidencial.
Lerdo de Tejada llevó a algunos de sus amigos
hasta el Congreso y a otros más les dio las gubernaturas
de algunos estados o puestos públicos importantes.
Así buscaba obtener el mayor apoyo en las elecciones que
se avecinaban. Pero, a pesar de todo, Porfirio Díaz fue
siempre más popular. Entonces, pretendiendo formar una
oposición mas fortalecida frente a Juárez, los
partidarios de ambos contendientes se unieron.
Las elecciones de aquel junio de 1871 se desenvolvieron
en un clima de violencia y
desconfianza por la posibilidad de que los juaristas cometieran
acciones
fraudulentas. Así las cosas, aún sin conocer los
resultados de las votaciones, en Tampico y Monterrey se
sucedieron levantamientos por parte de los partidarios de
Díaz en contra de la reelección de
Juárez.
Efectuado el conteo de votos, ninguno de los aspirantes
a la presidencia obtuvo la mayoría, por lo que el
Congreso, siendo en su mayoría juarista, designó a
Benito Juárez como el primer magistrado de la nación
hasta 1875, cuando debería concluir su mandato. Apenas al
siguiente año, en 1872, mucho antes de terminar su
periodo, Benito Juárez murió y Lerdo de Tejada, en
su calidad de
presidente de la Suprema Corte de Justicia,
asumió la cabecera del Ejecutivo.
Plan de la Noria "No
Reelección".
La elección presidencial de 1871 dejó
inconformes a muchos, pero principalmente a los porfiristas,
cuyos adeptos se levantaron en armas en varias
partes del país en franca oposición a la
reelección de Benito Juárez. Luego, en el estado de
Oaxaca y bajo el lema "no reelección", Porfirio
Díaz proclamó el Plan de la Noria,
en el cual declaraba que nadie podía imponerse en el
poder y, menos
aún, permanecer en él de manera
indefinida.
El Plan de la Noria postulaba, entre otras cosas, que el
Congreso no podría designar, bajo ninguna circunstancia, a
los funcionarios públicos de alto nivel y que nunca
podría elegirse como presidente a algún ciudadano
que durante el año anterior hubiese desempeñado un
cargo público cuyos efectos se extendieran en todo el
país. el plan proclamado por Porfirio Díaz no tuvo
seguidores, ni siquiera los lerdistas, que otrora habían
unido sus esfuerzos al grupo
porfirista en contra de Juárez. La insurrección
ocasionada por los postulados de la Noria fue extinguida por las
fuerzas del gobierno y, además, perdió todo sentido
con la muerte de
Benito Juárez, ocurrida el 18 de julio de 1872.
Gobierno de Sebastián Lerdo de
Tejada.
Al morir Benito Juárez, Sebastián Lerdo de
Tejada, en ese momento presidente de la Suprema Corte de
Justicia, ocupó la silla presidencial interinamente.
Cuando se celebraron las elecciones, Lerdo venció
ampliamente a Porfirio Díaz y fue designado presidente
constitucional. José María Iglesias lo
sucedió en la presidencia de la Suprema Corte y muy pronto
surgieron entre ambos políticos diferencias
irreconciliables que los llevarían a una ruptura
total.
Durante el gobierno lerdista, las Leyes de Reforma
fueron incorporadas a la Constitución y fue establecida la
Cámara de Senadores. Para pacificar al país, al
inicio de su gobierno, Lerdo concedió la amnistía a
quienes hubieran cometido delitos
políticos, logrando así que muchos insurrectos se
acogieran al decreto.
La ruta de ferrocarril Veracruz-México fue
inaugurada en enero de 1873 por el presidente Lerdo. Más
adelante, el Presidente intentó atraer inversión
extranjera, procedente de Europa, para,
junto con la nacional, dar auge a las diversas vías de
comunicación. También era importante
para Lerdo la educación del pueblo
como medio de progreso, por lo que dio un gran impulso a
ésta y estableció la escuela mixta. Tales medidas
fracasaron, al igual que los intentos por poblar el país
con extranjeros.
Una de las insurrecciones motivadas por la
cuestión agraria que se sucedieron en este periodo fue la
del nayarita Manuel Lozada, el libertador de los pueblos unidos
de Nayarit. El Tigre de Alica, como se apodaba al caudillo,
defendía a los indios que habían sido despojados de
sus tierras por los efectos de las Leyes de Reforma. Las fuerzas
del gobierno lo sometieron y lo fusilaron en julio de
1873.
Lerdo, continuando con la línea anticlerical de
los liberales, expulsó del país a los jesuitas y a
la orden religiosa de las Hermanas de la Caridad. Tales medidas
provocaron profundos descontentos en la sociedad
mexicana, desencadenando en los estados de Jalisco,
Michoacán y México los movimientos llamados
cristeros.
Estos grupos de
cristeros propugnaban la destitución del presidente y el
reconocimiento de la religión
católica como oficial dentro del territorio mexicano, pero
hay quienes aseguran que el aparente problema religioso
tenía un trasfondo de carácter
social. Fuera como fuera, dichos levantamientos fueron sofocados
por el gobierno. Se aproximaba ya 1876, año de elecciones
presidenciales.
José María Iglesias, quien ocupó la
presidencia de la Suprema Corte de Justicia durante el gobierno
lerdista, buscaba, al igual que Porfirio Díaz, imponerse a
Lerdo de Tejada en las elecciones de 1876 y colocarse como jefe
del Ejecutivo. Sabiendo que Lerdo resultaría vencedor en
dicha contienda política, Iglesias preparó en
Toluca un plan mediante el cual desconocería al
presidente.
Al ser descubierto, Iglesias se refugió en
Guanajuato y desde ahí, una vez que conoció los
resultados de los comicios, sacó a la luz su plan que
desconocía al reelecto presidente, declarando que
había obtenido la victoria en condiciones muy poco
honestas, ilegales. En virtud de lo anterior, según
José María Iglesias, las elecciones no eran
válidas, así que él se autonombró
presidente interino de la República.
El plan iglesista fue secundado por los gobernadores de
algunos estados y por varios generales, pero Porfirio Díaz
condicionó su aceptación a dicho plan a la
adhesión de Iglesias al Plan de Tuxtepec. Bajo tales
condiciones, Iglesias no llegó a ningún arreglo con
Díaz. Al vencer los de Tuxtepec a las fuerzas del
gobierno, los partidarios del plan iglesista lo abandonaron y
brindaron su apoyo al programa
porfirista.
Plan de Tuxtepec
1876 era año de elecciones presidenciales y
Sebastián Lerdo de Tejada, que buscaba permanecer en el
poder, se enfrentaría nuevamente al defensor de la "no
reelección": Porfirio Díaz. A mediados de
año se llevaron a cabo las elecciones y Lerdo
resultó reelecto presidente, según se dice,
valiéndose de medios
fraudulentos. Sus opositores, antes de conocer los resultados, ya
habían iniciado una revuelta en su contra que sentaba sus
bases en el Plan de Tuxtepec.
El Plan de Tuxtepec se promulgó en Oaxaca en
enero de 1876 y acusaba al régimen lerdista de haber
procedido antidemocráticamente en varias de las acciones
gubernamentales. En dicho plan se estatuía como ley suprema la
Constitución de 1857 y algunas de las leyes reformistas,
así como la no reelección, tanto del presidente de
la nación como de los gobernadores de los estados.
También se desconocía a Lerdo de Tejada como
presidente de la república mexicana.
Los partidarios de la asonada de Tuxtepec designaron a
Porfirio Díaz como general en jefe del ejército
revolucionario. En la batalla de Tecoac, que tuvo lugar en
noviembre de aquel 1876, los porfiristas lograron el triunfo
sobre los lerdistas, pero fue hasta 1877 cuando Lerdo
salió de México rumbo a Estados Unidos.
Gracias a la revuelta de Tuxtepec, Díaz logró
acceder a lo que por tanto tiempo
había buscado: la presidencia de la república
mexicana.
En abril de 1877, Porfirio Díaz alcanzó la
silla presidencial, la cual dejaría, más a fuerzas
que con ganas, en 1910, cuando se vio obligado a renunciar. A
esta etapa se le conoce con el nombre de Porfiriato,
periodo en el cual México transitó de la
insurrección constante a la paz obligada, y del atraso
económico al inicio de la industrialización, en
medio de grandes desigualdades sociales que se profundizaron con
la abundancia acaparada por un pequeño grupo de
extranjeros y mexicanos.
Política– Pacificación.
La tarea prioritaria del primer gobierno de Díaz
fue, como él mismo se lo escribió a Ignacio
Mariscal, encontrar un nuevo equilibrio
nacional con el que se lograría apaciguar a las gentes .
Se hacía imprescindible conciliar los intereses de las
distintas facciones para lograr la estabilidad que le permitiera
al Estado fortalecer la economía mexicana.
Como primer paso, el presidente Díaz modificó el
artículo 78 de la Constitución para asegurar la no
reelección y ganarse, así, al público que se
había sublevado contra la reelección de
Sebastián Lerdo de Tejada. Años después,
él mismo modificó este artículo cuando ya
había afianzado su poder y controlaba la política
nacional. En segundo lugar, lanzó la convocatoria para
elegir a los miembros del Senado, órgano que quedó
constituido el 19 de septiembre de 1977. Con mucha sagacidad,
Díaz dejó actuar y desprestigiarse entre ellos a
sus amigos influyentes y a políticos contrarios,
acrecentando su figura. También logró incorporar
hábilmente a políticos adversos a su
régimen.
Hacer producir al campo ha sido una de las
preocupaciones fundamentales de todos los gobiernos mexicanos.
Porfirio Díaz estaba convencido de que para desarrollar la
agricultura
era necesario tomar medidas drásticas. En 1883
promulgó una ley, conocida como Ley de Deslinde y
Colonización de Terrenos Baldíos, mediante la cual
se puso a disposición de compradores privados todos
aquellos terrenos considerados como baldíos. Esta ley
tenía el mismo espíritu que la Ley Lerdo, expedida
en 1856, y trajo como consecuencia la formación de grandes
latifundios y el despojo de tierras a las comunidades
indígenas. El problema de aquella ley era interpretar el
significado de "baldío", pues en virtud de ella se
autorizó a los colonos, mexicanos o extranjeros, a
denunciar tierras inactivas y formar compañías
deslindadoras, lo cual, en muchas ocasiones, se prestó a
serias arbitrariedades porque la mayoría de las
comunidades indígenas o campesinos pobres no podían
demostrar la propiedad
sobre la tierra que
habían heredado o no sabían siquiera cómo
hacerlo. No obstante que la ley ponía como límite 2
mil 500 hectáreas, con el propósito de crear
unidades modernas que pudieran trabajar pequeños y
medianos agricultores, el resultado fue la formación de
grandes propiedades que siguieron un patrón parecido al de
las antiguas haciendas coloniales. Con base en este
régimen se expropiaron 49 millones de hectáreas
entre 1884 y 1907. Para el estado de Chiapas, por ejemplo, los
tres millones de hectáreas expropiadas significaron el 40%
de la superficie total del estado. Las zonas con mayores
superficies afectadas fueron los estados norteños y los
estados tropicales del sur de la república
mexicana.
Tuvo la astucia de conciliar los intereses de los
caciques locales más importantes del país,
permitiéndoles ejercer el poder para calmar sus ambiciones
personales a cambio de
lealtad al régimen. Usó la fuerza del
ejército para calmar a los sediciosos, perseguir a los
apaches, reprimir a los yaquis y castigar a los bandoleros. Todas
estas acciones fueron logrando un equilibrio de fuerzas y una paz
impuesta, indispensable para su proyecto económico y para
lograr el reconocimiento de su régimen en los
países extranjeros.
El candidato más fuerte era Justo Benítez,
pero demostró tales intrigas y ambición que su
desprestigio sobrepasó a su popularidad. Una vez que
resultó evidente, Porfirio Díaz se abrió de
capa y dejó saber discretamente que apoyaba la candidatura
de Manuel González. Esto hizo que las adhesiones cambiaran
de bando, por lo que González obtuvo el triunfo en
septiembre de 1880, victoria que mantuvo a Díaz
detrás del la silla presidencial. El mismo Manuel
González declaró que actuaría bajo la
supervisión de Díaz, a quien
nombró secretario de Fomento. Las críticas hacia
esa "supervisión" obligaron a Díaz a aceptar la
gubernatura de Oaxaca y a regresar a la escena política
hasta las siguientes elecciones. Manuel González
siguió la política de Díaz, consistente en
controlar al Congreso y a los gobernadores. Logró
conciliar intereses con el ejército y grupos de
católicos que lo percibían más
tolerante.
Relaciones Diplomáticas.
Las relaciones diplomáticas de México con
Francia,
España
e Inglaterra se
rompieron a la caída del imperio de Maximiliano de
Habsburgo. De igual manera, cuando Sebastián Lerdo de
Tejada dejó la presidencia de México, Estados
Unidos suspendió las relaciones con este país, el
cual sentía la amenaza de una invasión
norteamericana o, como corría el rumor, de otra
anexión de su territorio si no cumplía con las
demandas del gobierno norteamericano.
Porfirio Díaz no tenía salida. Necesitaba
el reconocimiento del gobierno estadounidense para evitar el
peligro de una guerra, pero
las condiciones impuestas por los norteamericanos eran demasiado
duras y significaban más un pretexto para un conflicto que
una negociación aceptable. Porfirio, actuando
con sigilo, pagó la deuda puntualmente, intensificó
las medidas de pacificación en la frontera, con lo que
hizo saber a los americanos que su régimen era producto de
una elección democrática. finalmente, Estados
Unidos reconoció al gobierno de Díaz en abril de
1878.
Ese mismo año, el gobierno porfirista obtuvo los
reconocimientos de Francia, España, Inglaterra, Alemania,
Italia y
Bélgica, que le eran indispensables para abrir de nuevo
las puertas de México a Europa, sobre todo a Francia, para
contrarrestar la influencia norteamericana en el
país.
Porfirio Díaz declaró a sus seguidores que
jamás admitiría la reelección, porque eso
iba contra los principios que
hicieron triunfar la revuelta de Tuxtepec. El prestigio de
Díaz se acrecentó con esta decisión,
dejando, al parecer, el camino abierto para la competencia por
la silla presidencial.
Represión.
Díaz reprimió cualquier intento de
rebelión , incluso de oposición pacifica que nos e
ajustara a las reglas del juego
impuestas por el. La dictadura fue
implacable contra toda forma de oposición, sobre todo
cuando cuestionaban su poder y representaba un peligro serio. En
ocasiones acudió al destierro o ala cárcel,
llegando incluso a matanzas célebres, como las preparadas
contra los yanquis o el pueblo de Tomóchi.
El sistema represivo
de Díaz contaba con el ejército, la policía
rural, las policía urbanas, el tribunal de "La Acorda" y
las cárceles, algunas de ellas eran terribles como las de
San Juan De Ulua y Belén. Era terrible su represión
contra los apaches del norte, no abandono su represión
hasta que fueron totalmente derrotados y casi exterminados. Es
muy conocida la guerra del yanqui , casi una campaña de
exterminio desatada contra dicho grupo indígena de sonora,
que se habían rebelado por el despojo de tierras de que
habían sido victima a manos de capitalistas protegidos por
Díaz. Muchos de los yanquis fueron tomados prisioneros o
vendidos como esclavos o deportados a Yucatán.
Reelecciones De Díaz..
Al finalizar el régimen de Manuel
González, no había en escena ningún
político que pudiera opacar a Porfirio Díaz para
las elecciones de 1884. Además, el presidente saliente
estaba comprometido con Díaz para dejarle nuevamente el
poder y la gente hablaba del general como la salvación a
los serios problemas
financieros del gobierno de González.
Con este apoyo, Porfirio Díaz obtuvo 15 mil 776
votos, contra 289 emitidos en favor de otros candidatos. Al tomar
el poder, tuvo buen cuidado de deslindarse de Manuel
González y su grupo, al cual la opinión
pública calificaba de ladrón y exigía juicio
político en su contra, mismo del que González
salió bien librado. Díaz sabía que
necesitaba consolidar su poder y con gran habilidad
incorporó a su gobierno a los representantes más
importantes de los distintos grupos políticos, como a
Manuel Romero Rubio, antiguo lerdista y su suegro en ese momento;
a Manuel Dublan, a quien se le conocía como imperialista;
a Mariano Escobedo, también lerdista; a Felipe
Berriozábal, del grupo de José María
Iglesias; y otros. Como parte de esta estrategia
política, Díaz acercó a los jerarcas de la
Iglesia y fue
flexible en la interpretación de las Leyes de Reforma,
aunque también toleró las críticas
periodísticas anticlericales.
Aunque en un principio se sujetó a las Leyes de
Reforma y a la Constitución, conforme se acercaban las
siguientes elecciones, Díaz gobernó al margen de
ellas y orientó su política a reforzar en la
opinión
pública la necesidad de una única
reelección continua. El federalismo se
fue a pique y el proceso de
consolidación de un centralismo
férreo se aceleró.
Al volver Porfirio Díaz al poder en su segundo
periodo, tuvo que enfrentar serios problemas económicos
heredados de la
administración gonzalista. Por más que su
administración tomó medidas
drásticas, éstas no fueron suficientes. Díaz
retomó, entonces, el proyecto de llegar a un acuerdo con
Inglaterra para poder, después, negociar un crédito
para México. En febrero de 1886, tuvo que reconocer la
deuda inglesa e incorporarla como deuda nacional, a pesar del
disgusto de algunos sectores de la población. Arreglada la negociación,
México obtuvo un préstamo de la banca inglesa y
los capitales ingleses empezaron a fluir al país en el
área minera. Las críticas hechas por la prensa a esta
negociación le valieron una severa represión por
parte de Díaz, quien encarceló a varios
periodistas.
Durante los tres primeros años de este segundo
periodo, la economía mexicana progresó a
cuentagotas; sin embargo, para 1877, la situación
cambió. La producción de cultivos de exportación, como el henequén,
maderas finas y el café,
aumentó las exportaciones (76
millones de pesos), las cuales sobrepasaron a las importaciones (67
millones de pesos). Se añadieron tres mil
kilómetros más de vías férreas y se
aumentó el número de kilómetros de
telégrafo, entre otras cosas.
Todos estos signos de progreso elevaron el prestigio del
general Díaz y le abonaron el camino para su
reelección, bajo el argumento de que la prosperidad apenas
empezaba y que para consolidar la dirección del proceso era necesario que el
General siguiera al frente del país, sólo una vez
más, para lograrlo.
La política de Porfirio Díaz, durante el
cuatrienio 1884-1888, había dado fruto. En su
último año de gobierno, con una economía en
proceso de recuperación, una infraestructura en espera del
capital
extranjero y un panorama político sin contrincantes,
Porfirio Díaz logró que la legislatura de Jalisco
propusiera su reelección, apoyado por algunos
periódicos y por los grupos conservadores. Fue por esos
días cuando Francisco Bulnes dijo: "El buen dictador es un
animal tan raro que la nación que posee uno debe
prolongarle no sólo el poder, sino la vida".
El Congreso federal, al igual que los congresos locales,
aprobó la reforma sobre la reelección y Díaz
se lanzó a la elecciones. De 16 mil 709 votos emitidos en
los comicios del 19 de marzo de 1988, don Porfirio cosechó
16 mil 662, nada menos que el 98 % del total. Los votantes se
habían convencido de los atributos del señor, quien
con su política centralista había logrado la paz,
aunque hiciera caso omiso de la democracia y
el progreso estuviera cimentado en la deuda externa y
la desigualdad.
El lema que resume la política de Porfirio
Díaz, a partir de su tercer periodo de gobierno, es "Poca
política y mucha administración", como la
estrategia adecuada para lograr sus objetivos de
orden y progreso. A partir de este periodo presidencial y hasta
1911, Díaz sería dueño del poder (1). En
este cuatrienio, la economía de México se vio
amenazada por una crisis
financiera, provocada por la pérdida de las cosechas
debida a las agudas sequías de esos años, y por la
depreciación de la plata en el mercado mundial,
lo cual originó la devaluación del peso mexicano. Esta crisis
propició sacudidas sociales y descontentos; por ejemplo,
las tribus yaquis se sublevaron y la oposición tomó
fuerza de nuevo.
La mala situación económica había
propiciado el fortalecimiento de la oposición y Porfirio
Díaz necesitaba una nueva estrategia para reelegirse. Con
este motivo, y tras bambalinas, propició la
fundación, en 1891, de la Junta Central Porfirista, que
más tarde cambiaría su nombre a Unión
Liberal. El objetivo
inmediato era postular a Porfirio Díaz para un cuarto
periodo presidencial.
Esta tarea fue organizada por Manuel Romero Rubio,
suegro de Díaz, quien invitó a participar a un
grupo de jóvenes intelectuales de diversas creencias
políticas y que más tarde
tendrían un destacado papel dentro
de la administración porfirista. En este grupo estaban
Manuel M. de Zamacona, Pablo Macedo, Francisco Bulnes, Benito
Juárez Maza, José Ives Limantour, Mariano Escobedo,
Rosendo Pineda, Joaquín Casasús y otros. Muchos de
ellos eran liberales que, aunque habían luchado por la no
reelección, consideraban que para garantizar la
estabilidad y la paz, conseguidas después de largos
periodos de lucha, se necesitaba que Porfirio Díaz
siguiera en el poder y sentara, así, las bases materiales
para el progreso económico. No obstante, este grupo
planteaba la necesidad de una democracia restringida, sin
caudillos militares, ideas que le sirvieron a Díaz como
pantalla democrática para las elecciones, pero que
después condenó como ilusiones inútiles.
Dicha situación le generó oposición en
algunos sectores de diversas tendencias, los cuales organizaron
clubes y grupos políticos, como el Club de Obreros
Antirreeleccionistas o los estudiantes antirreeleccionistas, en
contra de la reelección del presidente. Sin embargo,
Díaz contendió en las elecciones de 1892 y
ganó sin mayor dificultad.
Al iniciar su nuevo periodo, el otra vez presidente no
modificó su gabinete, lo cual le originó severas
críticas por parte de diversos periódicos, mismos
que fueron clausurados y muchos de sus colaboradores
encarcelados. La crisis económica iniciada en el periodo
anterior no se había resuelto; el hambre amenazaba el
campo y la devaluación del peso mexicano en ese tiempo
trajo consecuencias difíciles para las actividades
comerciales e industriales y, con ello, el retiro de algunas
inversiones
extranjeras.
Después de la fallida política hacendaria
de Matías Romero, hombre que
sustituyó en el cargo a Manuel Dublán, llegó
a la Secretaría de Hacienda uno de los jóvenes
intelectuales de la Unión Liberal, José Ives
Limantour. Este último logró, con sus medidas,
nivelar el presupuesto y
vencer la crisis, lo cual no sólo le proporcionó un
gran prestigio a él, sino también al régimen
de Porfirio, que había ganado de nuevo la batalla, y por
supuesto al grupo de jóvenes intelectuales que giraban en
torno a
él: los Científicos.
Economía.
Fue durante su gobierno cuando llegó un grupo de
inversionistas estadounidenses dispuestos a invertir en el
sistema ferroviario y en las minas de Sonora y Chihuahua. Durante
los cuatro años de su gobierno se aumentaron 4 mil 658
kilómetros de vías de ferrocarril, contando todos
los tramos que, aunados a los 1 mil 073 existentes, sumaban 5 mil
731 kilómetros a lo largo del país.
Si bien las nuevas inversiones señalaban la senda
del esperado progreso, dos años después
empezarían los problemas, cuando el costo de la vida
subió. La población se opuso a medidas tomadas por
González, como el uso de monedas de níquel en lugar
de las tradicionales de plata, que no representaban su valor en el
metal, y la aceptación de una negociación
profundamente desventajosa para México, en la cual se
reconocía una deuda con Inglaterra equivalente a 86
millones de pesos. Ambas medidas tuvieron que ser revocadas. Hubo
una medida, sin embargo, que no pudo ser revocada, y que
cristalizó más tarde en el Decreto sobre Deslinde y
Colonización de los Terrenos Baldíos que afectaba
seriamente las tierras de las comunidades indígenas y
favorecía a los hacendados. En Hidalgo y San Luis
Potosí hubo sublevaciones contra los malos tratos y el
despojo de tierras, pero, en aras del progreso, fueron
violentamente sofocadas.
Inversión Extranjera.
La inversión de capitales foráneos tuvo
como uno de sus renglones la construcción de ferrocarriles. En 1880
México tenia 1 100 kilómetros de vías
férreas; para 1910 existen ya 19 mil kilómetros.
Las compañías norteamericanas aprovecharon las
ventajosas concesiones que otorgaba el gobierno de Díaz.
al trazar los ferrocarriles se impusieron sus intereses,
aprovecharon sus fuerzas y su capital para tazar vías
ferroviarias a la frontera norte, sin pretender comunicar las
regiones del país que mas lo necesitaban, ni mucho menos
conectar las costas mexicanas de ambos mares.
Con la finalidad de acelerar la construcción de
vías férreas el gobierno otorgo subsidios a las
compañías, sentando las bases para una crisis de
las finanzas
publicas. Para cubrir el pago de los subsidios el gobierno
recurrió al expedienté de entregarles tierras alas
compañías ferrocarrileras; en esta forma el
ferrocarril nacional recibo 327 600 hectáreas, en 1910;
Pearson magnate ferrocarrilero, 1.5 millones de hectáreas
en Chihuahua; los constructores del Istmo de Tehuantepec, 600 mil
hectáreas. Lógicamente, esta política,
contribuyo a crear grandes latifundios en manos de empresarios
norteamericanos, que incluso poseían enormes propiedades
en la frontera norte, violando, de paso la legislación
mexicana.
Los ferrocarriles jugaron un papel esencial en el
Porfiriato. Contribuyeron a romper el aislamiento tradicional de
los principales centros productores y los integraron en un
mercado nacional, y para algunos productos,
internacional; propiciaron la movilidad de la población, y
contribuyeron a conservar el orden social mediante el
rápido traslado de tropas para reprimir las sublevaciones
populares. Como su impacto económico directo sobre el
volumen y la
estructura del
crecimiento
económico fue considerable, provocaron consecuencias
políticas, sociales e institucionales proporcionales en
magnitud. Ligaron el futuro de l país a los procesos
contradictorios del moderno subdesarrollo
capitalista dependiente, apesar de los impulsos
democráticos de su gran revolución.
La banca.
José Ives Limantour, ministro de Hacienda,
logró que se aprobara la Ley General de Instituciones
del Crédito, con la cual se modificaba la forma en que
venía funcionando el sistema crediticio en México.
En ella se daban facilidades para la creación de
instituciones bancarias de tres tipos: emisoras (que
podían fabricar o emitir dinero),
hipotecarias (préstamos sobre hipoteca de fincas rurales y
urbanas) y refaccionarias (podían dar crédito para
actividades industriales y comerciales). Con base en esta ley,
durante el Porfiriato se crearon veintiocho instituciones
bancarias emisoras de billetes, tres bancos
hipotecarios y cinco bancos refaccionarios, siete de los cuales
se establecieron en el Distrito Federal.
A finales del siglo XIX, los estados norteños de
Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, San Luis
Potosí y Durango tenían 8 de los 19 bancos que
funcionaban en México. En 1899, a iniciativa del
empresario Enrique C. Creel, se creó uno de los más
importantes, el Banco Central
Mexicano, para coordinar y respaldar a sus asociados provinciales
y hacer contrapeso a los dos bancos más importantes del
país que se asentaban en la capital: el Banco Nacional de
México y el Banco de Londres y México, que eran los
que tenían la libertad de
acción en toda la república. Para 1907, el Banco
Central se convirtió en el segundo más importante
de México. Los bancos norteños, junto con las
inversiones industriales, fueron los pivotes de desarrollo de
los capitales regionales, que el autor Mario Cerruti ha llamado
el eje empresarial Chihuahua-La Laguna-Monterrey.
Las actividades comerciales e industriales tuvieron
acceso a crédito, a dinero líquido, que les
permitió un gran avance; no así el sector
agrícola, cuya situación se agravó conforme
pasaron los regímenes porfirianos. En 1905, por las alzas
y bajas en el precio de la
plata, el gobierno se vio en la necesidad de llevar a cabo una
reforma monetaria que consistió en adoptar el
patrón oro en lugar de que la plata fuera el metal que
respaldara a la economía, como lo habían hecho
otros países en el mundo. Esto trajo como consecuencia
inmediata la devaluación del peso mexicano. Se dejó
de acuñar plata en la Casa de Moneda y este metal fue
desapareciendo del sistema monetario. Sin embargo, en 1907, con
la crisis económica que estalló en Estados Unidos,
México se vio envuelto en una nueva e irresoluble crisis
financiera.
Minería y Petroleo.
Oreo de los campos de inversión extranjera fue la
minería, a
la que se destinaba la cuarta parte total. Hasta los años
1891-92 se explotaron básicamente los metales
preciosos, oro , palta; pero a partir de esa fecha fue creciendo
la exacción de minerales
industriales como cobre, plomo,
antimonio, zinc y mercurio. A pesar de que la producción
de matales preciosos se multiplico por cuatro durante el
Porfiriato, aumento mas rápido la del cobre , plomo y
zinc, que representaba la tercera parte del valor de la
producción total a finales del Porfiriato.
Ya en los años de 1909-1910, las inversiones
norteamericanas dominaban casi totalmente la industria
extractiva. Para 1911, de los 286.3 millones de dolares
invertidos en esta rama, 223 millones eran norteamericanos.
Igualmente nos encontramos que estaba en manos de capital
foráneo la mayor parte de las empresas
metalúrgicas del país, de las cuales las mas
importantes pertenecían a capitales estadounidenses, cuyas
inversiones en esta rama llagaban de 1911 a 26 millones de
dolares, mientras que las de los mexicanas apenas
ascendían a poco mas de 7 millones de dolares.
También el caso de la producción minera
requiere una análisis mas alla de los puros datos. En efecto,
apesar del auge, la minería era sumamente sensible a los
efectos de las crisis externas y se veía afectada por los
altibajos de la demanda
mundial. Ello fue muy claro en el caso de la palta y en algunos
momentos del cobre.
La explotación petrolera en México se
inicio en el mes de marzo de 1901. Comenzando esta
explotación la Mexican Petroleum Company fundad por Edward
Doheny, significativamente conocido como "el rey del petroleo",
que empezó extrayendo el hidrocarburo en los campos del
Ébano, región cercana a Tampico. En 1905, se creo
una filial, de triste memoria por los
abusos a que se sometió la población y al
país, la Huasteca Petroleum Company. Doheny monopolizo la
producción de dicho hidrocarburo, combustible fundamental,
que por aquel entonces se empleaba en las locomotoras y los
motores de
combustión interna.
Era impresionante la riqueza de los pozos petroleros
mexicanos. En septiembre de 1910 broto el pozo Casiano 7 que
produjo 75 millones de barriles; en diciembre , broto el Potrero
del Llano 4, que durante 28 años rindió 117
millones de bariles; en febrero de 1914 comenzó a fluir el
Zurita 3, que durante 14 años dio 21 millones de barriles
a la Sinclair.
Partiendo de apenas 10 mil bariles diarios en 1901, la
producción mexicana de petroleo llego a 12 millones y
medio en 1911 ya 93 millones en 1912. E l problema era que el
país no se beneficiaba en nada de toda esta riqueza.
Primero las compañías de Doheny y después de
la Pearson, el magnate petrolero ingles, obtuvieron gigantescas
dividendo extrayendo el oro negro de nuestro subsuelo. El acuerdo
que habían encho con el dictador Díaz y el grupo de
los "científicos", les permitían lucrar
inmensamente a cambio prácticamente de nada,
Sociedad
La Ciudad de México era el centro del bullicio.
Los teatros se llenaban con importantes personalidades de la
sociedad, del mundo intelectual y de la política para ver
y oír cantar ópera a Adelina Patti o al tenor
Tamagno. En el teatro se
consagraban Virginia Fábregas y Andrea Maggi y en las
tandas del teatro Principal la gente aplaudía con fervor a
María Conesa o a Mimí Derba, aquella tiples
cómicas cuyos nombres siguen llenos de nostalgia por la
opereta. Los bailes de don Porfirio eran famosos por aquella
magnificencia y aquellos aires europeos con los que se llevaban a
cabo.
En el campo, la vida cotidiana no daba lugar a las
diversiones. Las duras jornadas no permitían distracciones
y las difíciles condiciones de vida sólo
posibilitaban un frugal alimento, consistente en maíz,
frijoles y chile, y la
constante esperanza de mejorar.
Las comunidades indígenas, al margen del progreso
alcanzado por la sociedad urbana, gozaban de la libertad de
festejar a sus santos patronos en fiestas que propiciaban la
redistribución de los pocos recursos que se
podían acumular. Con ellas se disipaba la ansiedad de
perder la tierra o de ser condenados a la leva y a los trabajos
forzados en las haciendas. La vida cotidiana durante el
Porfiriato era el reflejo de una sociedad fincada en la
desigualdad.
Clases
Sociales.
En vísperas de la revolución de 1910 el
sistema de producción social estaba representado por
relaciones en las que la forma capitalista era dominate. Por esta
razón, en la estructura de la sociedad mexicana ya se
había destacado como clases fundamentales la
burguesía, el proletariado y el campesino. claro esta,
cada una de estas clases, a su vez, tenia una estructura compleja
y especifica, así como complejos y multilaterales, eran
los rasgos económico-sociales de la sociedad mexicana que
genero a esas
clases.
La férrea estructura de clases, resultado obvio
de las relaciones de producción mencionadas, tenia una
conformación clara de un país dependiente, con
estructuras
aún semifeudales, mezcladas con las
capitalistas:
- Burguesía extranjera, fundamentalmente
norteamericana y europea.
- Incipiente burguesía nacional. Estaba
repartida por actividades económico-políticas
en:
a) Burguesía aliada ala capital extranjero. En
gran parte la casta dirigente política ("los
científicos).
b) Burguesía terrateniente, burguesía
industrial y comerciante. Estas dos ultimas dos muy importantes,
había en estos grupos, desde los criollos, hasta mestizos
(como el mismo general Díaz).
Sectores medios, pequeña burguesía.
Profesionistas e intelectuales, empleados, pequeños
comerciantes y propietarios, artesanos, miembros del ejercito y
el clero.
- Proletariado rural urbano. Si sumamos a los
trabajadores fabriles, los mineros, los ferrocarrileros, los
portuarios y los petroleros, tenemos que para 1910 eran cas 860
mil obreros. Esta era una nueva clase que había nacido
casi durante el porfirismo, si bien ya empezaba a manifestarse
desde mediados del siglo pasado. En buena parte provenía
de los campesinos despojados de sus tierras y de los artesanos
arruinados por lla competencia con las fabricas.
- Indígenas campesinos, propietarios de tierra
comunales, o pequeños propietarios
- Lumpenproletariado.
Organizaciones
Obreras.
La Gran Familia
Artística, la Fraternidad de Sastres y la Sociedad de
Artesanos y Agricultores son algunos de los nombres de las
primeras sociedades de
obreros y artesanos organizadas en México en las
últimas décadas del siglo XIX. Estas sociedades
tenían un carácter mutualista (de ayuda mutua), que
veía por sus asociados en casos de necesidades
apremiantes.
El movimiento
cooperativista se unió al mutualismo y de ahí
surgieron otras sociedades que se extendieron por toda la
república mexicana. Paulatinamente, dentro de estas
organizaciones, los intereses se orientaron a luchar por el
derecho al trabajo y a mejores condiciones laborales. Esto se
sintetizó en el Círculo de Obreros de
México, fundado en 1876, que logro extenderse hasta captar
8 mil agremiados de muchas sociedades mutualistas y
cooperativistas.
Sin embargo, durante el Porfiriato hubo muchas
dificultades para que prosperaran las organizaciones obreras, por
lo que el Círculo de Obreros de México fue
perdiendo fuerza. En la década de 1900 a 1910, las ideas
de los clubes liberales, primero, y del Partido Liberal Mexicano,
después, así como el pensamiento
llegado de Europa –el sindicalismo,
el anarquismo y el comunismo–,
fueron reorientando la dirección de la lucha de las
asociaciones obreras. Se sumaron, entonces, muchas asociaciones
obreras a los planteamientos reivindicativos propuestos, e
incluso sirvieron para las acciones de huelga de los
mineros de Cananea y Río Blanco en 1906 y 1907,
respectivamente. No obstante, las sociedades obreras, en general,
nunca plantearon un cambio radical de sistema y en muchas
ocasiones buscaron al Estado como apoyo y mediación,
ubicando a su enemigo en los industriales nacionales y
extranjeros.
Educación.
La necesidad de dar educación a todo
México era un argumento que habían utilizado muchos
gobiernos desde la declaración de independencia.
En los años porfiristas, no fue menos usado. La
educación se concebía a sí misma como una
educación liberal. Sin embargo, en realidad fue orientada
más a los sectores urbanos que rurales y más a la
educación media y superior que a la elemental. La
educación tenía la meta de formar
ciudadanos, y era más fácil formarlos en las
áreas urbanas y modernas, dando cuenta de una
visión positivista de acuerdo a la
época.
En 1881, una de las políticas educativas fue la
apertura de escuelas normales para instruir a los maestros y, a
partir de ahí, expandir una educación primaria
moderna, basada en una historia de México desde el punto
de vista liberal que chocaba con la realidad política
vivida. La educación preparatoria se fortaleció con
la Escuela Nacional Preparatoria y 33 escuelas en los estados. Se
crearon sociedades científicas y literarias que se
encargaron de la nueva educación
superior.
En 1905 se creó la Secretaría de
Instrucción Publica y Bellas Artes, encabezada por Justo
Sierra, y en 1910 empezó a funcionar la Universidad
Nacional de México (cuyo titular fue también Justo
Sierra), reuniendo a algunas escuelas que operaban desde 1894. En
el campo, las pocas escuelas que funcionaban estaban en los
pueblos y las haciendas que trabajaban en condiciones muy
primitivas; por desgracia no tuvieron mayor impacto en la
población. La Iglesia, por su parte, no expandió su
labor educativa, sólo contaba con el 4% de los planteles
existentes para 1910.
Esos años presenciaron la fundación de un
gran número de sociedades científicas, impulsadas
por la filosofía de la época que pensaba que
la ciencia
resolvería el problema de México. Algunas de ellas
fueron la Sociedad Positivista, Sociedad de Medicina Interna,
Sociedad Geológica y el Instituto Médico Nacional.
Sin embargo, la aportación al avance de la ciencia no
parece haber sido muy elocuente, salvo en el área de la
medicina, en donde se aplicaron nuevas formas de diagnóstico. No obstante, materias como la
economía, la sociología, la etnología y la
historia tomaron un papel importante.
Así como las ciencias
exactas intentaban descubrir las leyes de la naturaleza, las
ciencias
sociales querían descubrir las del comportamiento
social que llevaran al progreso. Este concepto era
identificado, por algunos autores, con las raíces
europeas, la modernidad y la
sociedad urbana. El lado opuesto de estas características –lo indígena,
lo rural y lo tradicional– era considerado como un lastre
en la evolución del país. En el mundo de
las letras, los múltiples diarios y revistas dieron pie a
una gran actividad literaria. La tendencia a modificar las
costumbres y renovar el lenguaje se
hizo presente en las discusiones entre los escritores y
propició la exploración de nuevas formas de
expresión.
En la pintura, las
nuevas tendencias modernistas llegaron de Europa y encontraron
fieles seguidores. Entre los más importantes estaban
Saturnino Herrán, Félix Parra, Germán
Gedovious, Joaquín Clausell, Ignacio Rosas, Mateo
Herrera, Gonzalo Argüelles Bringas, Julio Ruelas y el
pródigo y vibrante paisajista Gerardo Murillo, conocido
como el Dr. Atl, precursor de la Escuela Mexicana de
Pintura.
En la arquitectura,
fueron aquellos años la emulación de los palacios
afrancesados: las miras estaban puestas de nuevo en Europa.
Fueron también años de monumentos y centros
ciudadanos. El paseo de la Reforma albergó el monumento a
Cuauhtémoc y a Cristóbal Colón,
además de la famosa columna de la Independencia, realizada
por el arquitecto Antonio Rivas Mercado. Se construyó el
hemiciclo a Benito Juárez, obra del arquitecto Heredia, y
el monumento a Josefa Ortiz de Domínguez en la Plaza de
Santo Domingo. Proliferaron también, por todo el
país, los teatros y las salas de conciertos. En San Luis
Potosí se erigió el teatro de la Paz y en
Guanajuato el teatro Juárez. En México se
construyó el teatro Nacional, proyectado por Adamo Boari.
A toda esta obra se sumaron diversos edificios de gobierno, como
el de Correos, el palacio Legislativo, el edificio de la
Compañía de Luz, el palacio de Comunicaciones
y otros.
Movimientos.
Apagado el descontento de lerdistas e iglesistas, la
oposición al régimen de Díaz se dio
esporádicamente en algunos periódicos y,
aisladamente, en algunos estados, como Chihuahua, Coahuila y
Guerrero. Estas revueltas, si bien tuvieron como trasfondo las
condiciones de vida auspiciadas por la dictadura porfirista,
fueron causadas por las luchas por el poder regional. Tales
fueron los casos de Coahuila, con el derrocamiento del gobernador
Garza Galán, y los conflictos
locales agravados por las crisis económicas, como el caso
de la matanza de los pobladores de Tomóchic en Chihuahua.
Pero a partir de 1900, grupos opositores al régimen fueron
modelando su propio rostro y brotando por aquí y por
allá.
En 1901, Camilo Arriaga, conocido potosino,
convocó a un congreso en San Luis Potosí, para
discutir y acordar una forma de protesta contra los abusos y
arbitrariedades del gobierno de Porfirio Díaz. De
ahí se formó la Confederación Liberal, con
un manifiesto apegado a la doctrina liberal, que buscaba
también el orden, el progreso y la libertad. Para
septiembre de ese año se fundó el primer club
liberal en San Luis Potosí. En 1902, este grupo
volvió a reunirse planteando demandas más
específicas: libertad de
expresión, sufragio efectivo, municipio libre y
reforma
agraria. "Para filtrar el liberalismo en
el espíritu de las masas" se acordó la
fundación de clubes liberales por todo el país (1).
Éstos proliferaron poco a poco, llegando a formarse 200,
muchos de los cuales sirvieron también como
expresión de grupos, clanes y caciques desplazados del
poder, pero pocos de ellos llegaron a las masas.
1. Francois Xavier Guerra: México del antiguo
régimen a la Revolución, p. 25.
Entre arresto y arresto, los dirigentes liberales
siguieron con su labor. Camilo Arriaga, Antonio Díaz Soto
y Gama, Juan Sarabia y los hermanos Flores Magón
escribían artículos y pronunciaban discursos una
y otra vez. En 1903 suscribieron otro manifiesto en donde
declararon su lucha contra el clero y sus privilegios; contra la
rapiña de los extranjeros, funcionarios y ricos; contra el
militarismo y contra la miseria en la que estaban sumidos los
peones, indios y obreros, e incluso las clases medias. La
reacción de Porfirio Díaz fue violenta:
ordenó el cierre de los diarios de oposición y
arrestó a la mayoría de los dirigentes de los
clubes. Meses más tarde, los hermanos Flores Magón
y Arriaga se refugiaron en Estados Unidos, país en el que
surgieron diferencias entre ellos.
Huelga de Cananea y Río
Blanco.
Las condiciones de trabajo en las minas y
fábricas, el descontento obrero, las ideas de los clubes
liberales y el
periódico Regeneración se conjuntaron,
propiciando el estallido de tres conflictos, entre 1906 y 1907,
que serían recordados como antecedentes al movimiento
revolucionario: la huelga de los mineros de Cananea, la huelga de
mecánicos del Ferrocarril Central en varios estados
norteños y la huelga de los textileros en Río
Blanco.
El director de la Cananea Consolidated Copper Company
había rechazado las peticiones de los mineros,
consistentes en aumento salarial a 5 pesos, jornada de trabajo de
8 horas y trato igual a trabajadores mexicanos y norteamericanos.
Los huelguistas avanzaron pacíficamente pero fueron
reprimidos con lujo de violencia. El saldo fue de 30 muertos, 40
heridos y muchos encarcelados. Esta huelga impulsó a otros
movimientos reivindicativos en el país. A principios de
julio de 1906 estalló la huelga de ferrocarrileros en
Chihuahua, quienes demandaban igualdad
salarial a empleados mexicanos y extranjeros y
participación en las decisiones de la empresa. La
huelga duró un mes en términos pacíficos,
pero se extendió a Nuevo León, Aguascalientes y San
Luis Potosí. Porfirio Díaz tuvo que mediar en el
conflicto, a petición de los gobernadores, ofreciendo una
solución justa y legítima. Se logró un
convenio con la compañía sobre salarios e
igualdad de los trabajadores.
Las condiciones laborales en el ramo textil en Veracruz,
Puebla y Tlaxcala eran cada vez más deplorables. Los
obreros se organizaron en el Gran Círculo de Obreros
Libres, que publicó sus demandas en un periódico
radical. Los industriales, a su vez, se organizaron
también en el Círculo Industrial Mexicano y
publicaron un reglamento conjunto para todos los obreros de la
zona. Dicho reglamento planteaba una jornada laboral de 12
horas y media, cobro a los obreros por máquinas
averiadas, multas por productos que no cumplieran con la calidad
requerida e inspección a las casas que les alquilaba la
compañía. Esto detonó el movimiento de
huelga. Ante la negativa de los industriales de negociar, se
solicitó la mediación del presidente Díaz,
pero los industriales se rehusaron al arbitraje
presidencial por considerar que no debería intervenir en
las relaciones de trabajo. Entonces, decidieron cerrar las
fábricas hasta que los huelguistas aceptaran el
reglamento. Más de 30 mil obreros se quedaron sin trabajo;
algunos emigraron al norte del país, a las propiedades de
Francisco I. Madero, quien les ofreció empleo. El
presidente Díaz dictaminó, según algunos
autores, en contra de los huelguistas, y según otros,
favoreciéndolos en casi todo, menos en la exigencia de una
cartilla de trabajo. Esta determinación presidencial dio
lugar a la decisión de continuar la huelga. El día
7 de enero, los huelguistas se aglutinaron afuera de la
fábrica y se lanzaron contra la tienda de raya y a liberar
presos. Entonces llegaron las tropas a reprimirlos, dejando un
saldo de 17 muertos. Los saqueos a las tiendas de raya se
generalizaron y ello desató la represión. En tres
días, las tropas habían matado a más de 400
personas.
Partido Liberal.
En 1906, en un exilio activo, Juan Sarabia, Antonio
Villarreal, Librado Rivera y los hermanos Flores Magón
fundaron el Partido Liberal Mexicano (PLM) y desde San Luis
Missouri dieron a conocer su programa político, mismo que
más tarde influiría en los planteamientos de la
Constitución de 1917. Este programa proclamaba la
necesidad de una revolución armada para acabar con el
orden existente. Poco a poco, los dirigentes habían pasado
de concepciones liberales a concepciones radicales, influidas por
las ideas anarquistas de la época. La definición
del grupo dirigente por la insurrección armada
separó a los arriaguistas del resto del grupo. Para estos
últimos, el camino a seguir era la educación del
pueblo, que permitiera su regeneración y, con ello, una
acción política más decidida a largo
plazo.
El programa del PLM fue difundido por el proscrito
periódico Regeneración, que tenía eficientes
canales de
distribución clandestina. Dicho programa, según
sus dirigentes, sería el que tomaría el gobierno
que sustituiría a Díaz. Ningún sector estaba
excluido del programa, para bien o para mal. Profundamente
anticlerical, precisaba la circunscripción de la Iglesia a
los asuntos religiosos y la confiscación de sus riquezas y
privilegios. A los hacendados se les permitiría conservar
sus tierras productivas y sólo se confiscarían las
baldías, las cuales serían repartidas entre los
peones. Se planteaba la necesidad de aumentar los sueldos que
permitieran un mejor nivel de vida y la adquisición de
mercancías, buscando, así, ampliar el mercado
interno y el fortalecimiento de la industria nacional; se
proponía, también, la educación obligatoria
por parte del Estado. Se hacía énfasis en la
regulación de las relaciones laborales: prohibición
del trabajo
infantil, jornada de ocho horas, descanso dominical, mejores
condiciones de salubridad, indemnización por accidentes y
otras más. El asunto agrario estaba planteado con menos
profundidad y hacía hincapié en las condiciones
laborales de los jornaleros y peones, la abolición de las
tiendas de raya, el aumento del salario, la
repartición de las tierras no productivas y la
creación de una banca agrícola. También
incluía una reforma fiscal que
favoreciera a las clases medias y tasara a las clases altas, y se
pedía la restitución de las zonas libres en la
franja fronteriza.
En general, el programa del Partido Liberal
confería un papel fundamental al Estado, y al pueblo el de
vigilante de los actos del poder mediante el ejercicio del
civismo: era necesario que el pueblo interviniera en los asuntos
públicos. El programa determinaba la vía armada
contra la tiranía de Porfirio Díaz. Entonces se
trazó el plan de una insurrección para septiembre
de 1906, pero fue descubierto; no obstante, hubo revueltas en
aquel otoño. Las autoridades mexicanas y americanas
encarcelaron a los principales dirigentes y colaboradores del
partido. Al conocerse estos hechos, muchos de los que
simpatizaban con el movimiento, como el propio Francisco I.
Madero, cortó con el PLM por no estar de acuerdo con la
vía armada y algunos de sus planteamientos.
FIN
Como bien se sabe el Porfiriato fue una época en
la cual muchos mexicanos y extranjeros sofrieron bajo la forma de
gobierno del general Díaz, ya que no tenían la
libertad de expresión o eran tratados como
esclavos, pero no por eso se debe de calificar a Porfirio
Díaz como un represor ya que también en su gobierno
o dictadura hubo un gran cambio ya que favorecido a la
modernización del país como lo fue el ferrocarril,
ya que fueron las bases para lo que se conoce hoy en
día.
"… solo sé una cosa, y es que no se
nada…."
"Sócrates"
Ángel Gallo Miguel. Mexico En Su Historia
2
1ª edición. Quinto Sol México
D.F.
Viva Mexico A Través De Su
Historia.
INAH,. Multimedia
Interactiva, Electronic Publishing S.A de C.V 1997.
Luis González y González Álbum
De México
1ª edición. Bancomer.
Enciclopedia Cumbre Ilustrada
Editorial Hachette LatinoAmerica
Edición 1998 Mexico D.F
Cronología
1855 Juan Álvarez,
Presidente
1857 5 de febrero, constitución de
1857. Mexico vuelve a ser republica federal.
Plan de tacubaya contra de la
constitución de 1857.
1858 Benito Juárez presidente
constitucional.
Féliz María Zuluaga,
presidente de los conservadores.
Se inicia la guerra de Reforma o de 3
años.
1859 Leyes De Reforma
Charles Darwin publica
en Inglaterra "El origen de las especies".
1860 Victoria de los liberales en
Calpulapan
1861 Benito Juárez entra triunfante
a la ciudad de México.
Suspensión del pago de la deuda
externa.
España, Inglaterra y Francia
envían tropas a México.
61-65 Guerra de Secesión de los
E.U.
1862 Convenios de la soledad: Inglaterra y
España se retiran.
Intervención Francesa en
México.
5 de mayo, batala en Puebla.
1864 Maximiliano y Carlota, emperadores de
México.
Fundación de la Academia Nacional de
Medicina.
Joseph Lister descubre en Inglaterra la
manera de desinfectar heridas.
1866 Las tropas francesas se retiran de
México.
1867 Los republicanos toman Puebla y
Querétaro.
Fusilamiento de Maximiliano.
Instalación del Observatorio
Astronómico Nacional .
1868 Gabino Barrera, director de la Escuela
Nacional Preparatoria.
1871 Plan de La Noria contra
Juárez.
1872 Muerte de
Juárez
Sebastián Lerdo,
presidente.
1873 Se ignagura el ferrocarril mexicano
(Mexico-Veracruz).
1876 Porfirio Díaz lanza el Plan de
Tuxtepec.
Porfirio Díaz, presidente
provisional.
El telefono, inventado en los E.U por
Graham Bell.
1877 Porfirio Díaz, presidente
constitucional.
Inauguración del Observación Meteorológico
Nacional.
El fonógrafo inventado en E.U por
Thomas Alba Edison.
1878 Los focos, inventado por Thomas Alba
Edison..
1880 Manuel González,
presidente.
Abolición de la esclavitud en
México.
1881 Ferrocarril,
Mérida-Progreso.
1884 Ferrocarril central,
México-Ciudad Juárez.
Porfirio Díaz nuevamente
presidente.
1885 Louis Pasteur desarrolla en Francia la
vacuna contra la rabia.
1888 Ferrocarril Nacional,
México-Laredo.
Reelección de Porfirio
Díaz.
1890 Censo del D.F: 362,549
habitnates.
Se paga la deuda que hbia con
E.U.
1892 Reelección de Porfirio
Díaz.
Ferrocarril
México-Oaxaca.
1893 Tratado Mariscal-Spencer, frontera
México-Belice.
1894 Ferrocarril del Istmo:
Coatzacoalcos-Salina Cruz.
1895 La telegrafía sin hilos
inventada por el Italiano Gugliemo Marconi.
Los rayos X
descubiertos en Alemania por Wilhelm Roentgen.
1986 El cine llega a
México.
Reelección de Porfirio
Díaz.
1899 Ferrocarril:
México-Cuernavaca.
Rebelión de los yanquis.
1900 Reelección de Porfirio
Díaz.
Inauguración del gran canal de la
ciudad de México.
1902 Proclamación de la
República Cubana..
1903 Primeros vuelos en aeroplano de
motor.
1904 Reelección de Porfirio
Díaz.
1905 Inauguración del hospitla
Central de México.
Teoría
de la Relatividad.
1906 Huelga de Cananea,
Sonora.
1907 Huelga de Río Blanco,
Veracruz.
1908 Entrevista
Díaz-Creelman.
1909 Organización del partido
Antireeleccionista.
1910 Mayo, Creación de la
UNAM.
Septiembre, Celebración del
centenario de la Independencia..
Octubre, Plan de San Luis por Francisco I.
Madero.
Noviembre, Madero inicia la Rev.
Diciembre, Ultima reelección de
Porfirio Díaz.
1911 Mayo, batalla de ciudad
Juárez.
renuncia de Porfirio
Díaz.
Octubre, Francisco I. Madero presidente
electo.
Noviembre, Plan de Ayala, de Emiliano
Zapata.
1912 Marzo, Sublevación de Pascual
Orozco, contra Madero.
Abril, Titanic se hunde en su primer
viaje.
1913 Febrero, Decena
Trágica.
Victoriano Huerta presidente.
Asesinato de Madero y Pino
Suárez..
Marzo, Plan de Guadalupe, de Venustiano
Carranza.
Noviembre, Francisco Villa
toma ciudad Juárez.
1914 Abril, Defensa de Veracruz contra
tropas norteamericanas.
Villa toma Torreón.
Mayo, Triunfo de Villa en
Paredón.
Junio, Villa toma Zacatecas.
Julio, victoriano Huerta abandona el
país.
Octubre, Convención en
Aguascalientes
Diciembre, Ejércitos de Zapata y
Villa en la capital..
1915 Julio, Álvaro Obregón
derrota a Francisco villa en Celaya.
Noviembre, Venustiano Carranza y
Álvaro Obregón ocupan la capital.
1917 Febrero, 5 Se promulga la
constitución.
Abril, Venustiano Carranza presidente
constitucional.
Realizado por:
Elias Sanchez Calderón
bundis[arroba]hotmail.com
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