En un mundo donde la
globalización cobra cada vez mayor fuerza se hace
necesario la preparación de un individuo que pueda recibir
cualquier información y procesarla de manera
consciente sin que esto afecte en nada a su desarrollo.
Por eso es vital la formación de un hombre con
cualidades positivas en su personalidad
para enfrentar todos los fenómenos que suceden a su
alrededor.
La docencia va más allá de la simple
transmisión de conocimientos. Es una actividad compleja
que requiere para su ejercicio, de la comprensión del
fenómeno educativo. El sólo dominio de una
disciplina, no
aporta los elementos para el desempeño de la docencia en forma
profesional, es necesario hacer énfasis en los aspectos
metodológicos y prácticos de su enseñanza, así como en los sociales
y psicológicos que van a determinar las características de los grupos en los
cuales se va a ejercer su profesión. La docencia como
profesión se ubica en un contexto social, institucional,
grupal e individual, de ahí que un docente no puede
desconocer las relaciones y determinaciones en ninguno de estos
niveles, pues no todos los obstáculos a los que se
enfrenta el docente en el salón de clases se originan
ahí solamente, sino que son reflejo de un problema social
más amplio que repercute en la institución y por
supuesto en el aula en el momento de la
interacción.
A continuación intentamos desarrollar un marco
teórico que fundamente el perfil docente acorde a
nuestras expectativas, que quedara reflejada a modo de
conclusión en la transposición didáctica del presente trabajo.
La ética es
la parte de la filosofía que trata de la moral y de
las obligaciones
que rigen el comportamiento
del hombre en la
sociedad.
Aristóteles dio la primera versión
sistemática de la ética.
Es el compromiso efectivo del hombre que lo debe llevar
a su perfeccionamiento personal. "Es el
compromiso que se adquiere con uno mismo de ser siempre
más persona". Se
refiere a una decisión interna y libre que no representa
una simple aceptación de lo que otros piensan, dicen y
hacen.
En el habla corriente, ética y
moral se manejan de manera ambivalente, es decir, con igual
significado. Sin embargo, como anota Bilberny analizados los dos
términos en un plano intelectual, no significan lo mismo,
pues mientras que "la moral tiende a
ser particular, por la concreción de sus objetos, la
ética tiende a ser universal, por la abstracción de
sus principios". No
es equivocado, de manera alguna, interpretar la ética como
la moralidad de la conciencia. Un
código
ético es un código
de ciertas restricciones que la persona sigue
para mejorar la forma de comportarse en la vida. No se puede
imponer un código ético, no es algo para imponer,
sino que es una conducta de
"lujo". Una persona se conduce de acuerdo a un código de
ética porque así lo desea o porque se siente lo
bastante orgullosa, decente o civilizada para conducirse de esa
forma.
En términos prácticos, podemos aceptar que
la ética es la disciplina que
se ocupa de la moral, de
algo que compete a los actos humanos exclusivamente, y que los
califica como buenos o malos, a condición de que ellos
sean libres, voluntarios, conscientes. Asimismo, puede entenderse
como el cumplimiento del deber. Vale decir, relacionarse con lo
que uno debe o no debe hacer. La moral debe
definirse como el código de buena conducta dictado
por la experiencia de la raza para servir como patrón
uniforme de la conducta de los individuos y los grupos. La
conducta ética incluye atenerse a los códigos
morales de la sociedad en que
vivimos.
Con el estado
actual de la sociedad, casi se ha perdido todo el tema de la
ética. En realidad la ética es racionalidad (el
ejercicio o uso de la razón) hacia el más alto
nivel de supervivencia para el individuo, el grupo, las
generaciones futuras y la humanidad.
Como ejemplo de conducta no ética: decirle al
jefe que estoy enfermo y acto seguido el "enfermo", va rumbo a la
playa.
Por perder la ética queremos decir, una
acción o situación en la que el individuo se
involucra, o algo que el individuo hace, que es contrario a los
ideales.
Recordemos que ética significa estudio de la
ordenación de los actos humanos, no como son, sino como
deberían ser. La ética es el "bien moral" de
Aristóteles, es la "recta razón" de
los estoicos, es estar en posesión de la "virtud" lo que
hoy llamamos valores.
La ética
profesional o moral profesional, se suele definir como la
"ciencia
normativa que estudia los deberes y los derechos de los
profesionales en cuanto tales". Es lo que la pulcritud y
refinamiento académico ha bautizado con el retumbante
nombre de deontología o deontología
profesional.
El concepto de la
ética
profesional es el concepto de
moralidad. Todos los principios
normativos y las aplicaciones prácticas de sus
casuística deben estar impregnadas e impulsadas por la
moral. Pero erraría quien hiciera objeto de la
ética y responsabilidad profesional solamente a las
obligaciones
impuestas por la moral o el derecho
natural, con exclusión de cualquier otra exigencia de
índole jurídica o social.
Hablando ya en un sentido menos amplio, y como se
entiende por lo general, las profesiones son el resultado de un
proceso de
formación a nivel superior de calidad
universitaria, ya que ésta es la forma en que se puede
garantizar a la sociedad que un individuo que ostenta la
certificación de sus estudios mediante un título,
sabe y puede hacer algo dentro de un marco ético-social y
que su actividad es productiva y beneficiosa para la misma
sociedad.
Ahora bien, como ya se explicó, el hombre
dedica la mayor parte de su tiempo a la
actividad profesional (preparación, preocupación),
tanto para obtener los satisfactores básicos como los de
nivel más elevado consistentes en deseos, ambiciones y
temores. El elemento compensatorio de toda esta actividad es
el dinero,
representado por sueldo, emolumento u honorarios, además
de otros beneficios que, aunque no expresados en metálico,
si contienen satisfactores que pueden ser convertibles o
equivalentes.
El cumplir con las condiciones dentro de las cuales
el trabajo
profesional ha sido contratado, y el percibir un sueldo por el
mismo, se pone al servicio de
otros el "saber hacer", pero de ninguna manera la dignidad
humana. El sueldo o salario no compra
al hombre, solamente compra las habilidades del hombre. La
persona no está obligada a desempeñar funciones que no
estén de conformidad con la escala de
valores
morales que respalden su condición de profesional
digno. Es algo así como comprometer lo que antiguamente se
conocía como el honor.
Los deberes profesionales no comienzan al recibir el
Diploma o el Título. Desde el mismo momento en que se
decide la actividad profesional que se va a ejercer el individuo
adquiere una responsabilidad moral muy especial. El estudiante
de una determinada profesión no puede sustraerse a los
deberes que corresponden a la misma, alegando que aún no
la ejerce, ya que en el momento en que empieza a estudiar, se
obliga a los deberes que la misma profesión ha
establecido.
La ciencia, por
muy vasta y profunda que sea, no implica en quien la posee,
idoneidad, o sea la aptitud para el ejercicio de la
profesión, a modo de ejemplo tomamos el caso en que un
impedimento físico obstaculizara el normal desempeño de la profesión. Si
ésta falta de idoneidad se produce cuando ya está
desempeñando la actividad, es ético que considere
retirarse.
El requisito mas difícil de detectar es la
vocación, o la inclinación del espíritu
hacia una actividad que produce en el sujeto satisfacción
y gusto, generalmente supone ciencia e idoneidad, pero no siempre
es así. La ciencia, a
veces origina la vocación, otras, la vocación lleva
a la adquisición de la ciencia. En
pocas profesiones, la vocación es tan importante como en
la tarea educadora.
Difícilmente se puede estar enseñando y
educando durante mucho tiempo si se
carece de vocación; pero lo mas pernicioso es que la falta
de vocación se refleja en casi todas la conductas
habituales del docente.
El educador es una autoridad en
sentido científico, y debe transmitir sus conocimientos
con veracidad, puesto que sus alumnos están dispuestos a
creer lo que el les diga respecto a una amplia gama de
temas.
La conciencia de la
responsabilidad no se adquiere al ingresar en el profesionalismo
sino que va naciendo y creciendo con el desarrollo
paralelo de la inteligencia y
de la voluntad.
El tema de la responsabilidad del educador ante los
fines de la educación
está plasmado en la "Recomendación relativa a la
situación del personal
docente"
Aprender a conocer, aprender a actuar, aprender a vivir
juntos y aprender a ser son los cuatro pilares que la
Comisión de la UNESCO ha señalado e ilustrado como
bases de la educación.
Aprender a conocer. Dada la rapidez de los
cambios provocados por el progreso científico y por las
nuevas formas de actividad económica y social, es menester
conciliar una cultura
general suficientemente amplia con la posibilidad que los
estudiantes ahonden en un reducido número de materias, de
modo de alcanzar adecuados grados de especialización en
áreas ocupacionales específicas.
Aprender a actuar. Más allá del
aprendizaje de
un oficio o profesión, conviene en un sentido más
amplio, adquirir competencias que
permitan hacer frente a nuevas situaciones y que faciliten el
trabajo en
equipo. Estas competencias y
calificaciones pueden adquirirse más fácilmente si
los estudiantes tienen la posibilidad de ponerse a prueba y de
enriquecer su experiencia participando en actividades
profesionales de diverso orden, mientras cursan sus estudios.
Esta situación permitiría el desarrollo de una
formación polifuncional en un área determinada,
vale decir, no se prepara para un puesto de trabajo (que con el
rápido avance de la tecnología puede
desaparecer), sino que se le brinda la posibilidad de movilizarse
dentro del área ocupacional.
Esto justifica la importancia cada vez mayor que
debería darse a las diversas formas posibles de
alternancia entre la escuela y
el trabajo, o
la que tiene la realización de pasantías en las que
los estudiantes deben poner a prueba las capacidades y
competencias adquiridas.
Aprender a vivir juntos. Es aprender a
desarrollar el
conocimiento personal aceptando el enriquecimiento
proveniente de los saberes y experiencias de los demás y
brindando los propios de modo de crear una nueva mentalidad que,
basada en la aceptación de nuestra mutua interdependencia
y en los riesgos y los
desafíos del futuro, impulse la realización de
proyectos
comunes que tengan por objetivo el
mejoramiento de la calidad de
vida.
Aprender a ser. El siglo XXI exigirá a
todos una mayor capacidad de autonomía y de juicio, que va
a la par del fortalecimiento de la responsabilidad personal en la
realización del destino de la humanidad.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la sociedad ha
perdido la sensibilidad solidario, debido a las crisis
ideológicas, las mutaciones culturales, las dictaduras
militares, la cultura de
mercado, etc, han
llevado al individuo a replegarse sobre sí mismo en la
búsqueda de su propia identidad.
La solidaridad:
responde a la realidad antropológica de la
persona humana.
se construye a partir de la empatía y se hace
realidad en el compartir.
es la síntesis
ética entre el amor y la
justicia.
reconoce la igualdad
fundamental de todas y cada una de las personas humanas, junto al
respeto mutuo por
las diferencias.
busca la eficiencia al
servicio de la
persona y la superación de sus problemas.
Una verdadera y auténtica cultura de la solidaridad
significa una preocupación de todos los miembros de una
sociedad para que aquellos que no gozan de su bienestar ni
participan de sus decisiones, sean considerados partícipes
activos.
Esto no significa una mentalidad paternalista sino una
dinámica de ayuda para la superación
y el cambio de
aquellos que lo necesitan.
Además, todo individuo tiene derecho a la vida
que se relaciona y complementa con el derecho a la libertad y la
seguridad. La
libertad de
cada individuo es la que otorga a la vida humana una dignidad
especial. La vida de cada persona tiene un valor por
sí mismo que nadie tiene derecho a revocar. La vida
individual es un proyecto que se
llenará de contenidos; cada uno lo diseñará
según criterios mas o menos éticos.
La dignidad obliga a considerar a cada persona como un
"fin en sí mismo" y no sólo como un objeto
susceptible de manipulación por otros. Es a lo que aspira
la justicia: a
que la dignidad sea un bien para todos.
En estos tiempos, la manía de la unidad nos ha
impedido aceptar de buen grado, lo diverso.
En la práctica cotidiana, éstas
diferencias se toleran mal, considerándose como buenas las
propias y no tan buenas las ajenas.
La Tolerancia bien
entendida es una expresión de la moral mínima
exigible a un ser humano, que ponga freno al egoísmo que
impide ver al otro con compasión. Compasión en el
sentido de sentir lo que el otro siente y entender su forma de
comportarse. La dificultad de aceptar al otro como es, se da a
todos los niveles desde lo más cotidiano del entendimiento
entre culturas e ideologías distintas.
Los motivos o las razones de la intolerancia son
variados: pueden ser de creencias y opiniones de diferencias
económicas, de diferencias físicas. Es sabido que
no hay razones objetivas para excluir a nadie de la
categoría de ser humano. No obstante, las exclusiones
están ahí y existen cínicas justificaciones
para ellas.
Son problemas
diferencias que exigen respuestas e intentos de solución
diferente. La lucha contra los prejuicio es, en cambio, un
problema de la educación y la
cultura.
La práctica de la tolerancia es el
respeto a la
libertad de cada cual a ser como quiere ser. Este respeto debe
estar unido a la exigencia de que no se pierdan los principios
que deben tener valor
universal.
La tolerancia, no ha de confundirse con la indiferencia
que acabaría siendo la negación en la ética
misma. No todo debe ser tolerado. El objeto de la tolerancia son
las diferencias inofensivas que no atentan contra la dignidad
humana.
Los derechos universales son el
límite.
Los educadores son delegados y deben mantener una
estrecha y cordial relación con la familia de
los alumnos,
La familia y la
escuela
constituyen una comunidad
educativa cuyo centro es la familia y
cuyo fin es el desarrollo de los valores
positivos de la persona, niño o adolescente.
Basándose en que la familia es
la
célula de la sociedad política, y de que la
estabilidad familiar es la condición para la estabilidad
del país, se forman ciertas asociaciones muchas veces
poderosas denominadas "Sociedades
Cooperadoras", que cumplen tareas supletorias que
corresponderían al estado. La
labor docente en cuanto a las cooperadoras, es apoyarlas,
difundirlas y favorecerlas, convencidos de que el trabajo en
conjunto de docentes y familia redundará en bien de los
alumnos.
El bienestar nacional debe ser prioridad para el
gobierno
nacional y los gobiernos provinciales. Si la familia es la
célula de
la sociedad política, que es la
Nación,
educar al niño y al adolescente es educar a la Nación.
Así, el buen o mal pasar nacional, dependen de la educación que reciben
los niños y
la juventud.
Los educadores son delegados y deben mantener una
estrecha y cordial relación con la familia de los alumnos,
para colaborar con ella en los pedidos que les haga,
concernientes al desarrollo de su hijo, y para que ella colabore
con los educadores en el mismo sentido. Así, esta
colaboración mutua, afirma al educando respecto de lo que
debe hacer y de lo que debe evitar. Debe haber una fluida
comunicación entre docente y familia, ya
que los dos se ayudan mutuamente al dar a conocer características propias del alumno en
cuestión, las que ayudan a evaluar a la persona y
así realizar la mejor tarea posible
educándolo.
La familia y la escuela constituyen una comunidad
educativa cuyo centro es la familia y cuyo fin es el desarrollo
de los valores
positivos de la persona, niño o adolescente.
Basándose en que la familia es la célula
de la sociedad política, y de que la estabilidad familiar
es la condición para la estabilidad del país, se
forman ciertas asociaciones muchas veces poderosas denominadas
"Sociedades
Cooperadoras", que cumplen tareas supletorias que
corresponderían al estado. Se
hallan en algunos establecimientos educacionales, sobre todo en
las grandes ciudades, organizadas y sostenidas personalmente por
padres de algunos alumnos, con generosa dedicación. La
labor docente en cuanto a las cooperadoras, es apoyarlas,
difundirlas y favorecerlas, convencidos de que el trabajo en
conjunto de docentes y familia redundará en bien de los
alumnos.
El bienestar nacional debe ser prioridad para el
gobierno
nacional y los gobiernos provinciales. Si la familia es la
célula de
la sociedad política, que es la Nación, educar al
niño y al adolescente es educar a la Nación.
Así, el buen o mal pasar nacional, dependen de la
educación que reciben los niños y
la juventud.
Es en la escuela donde debe inculcarse la conciencia
política, sobre bases éticas; la conciencia social,
sobre bases tradicionalmente cristianas. Así el ciudadano
adulto tendrá capacidad suficiente para elegir bien a sus
gobernantes honestos, que con leyes honestas y
conducta personal honesta conduzcan honestamente los destinos de
la Patria.
Es en la escuela donde debe inculcarse la conciencia
política, sobre bases éticas; la conciencia social,
sobre bases tradicionalmente cristianas. Así el ciudadano
adulto tendrá capacidad suficiente para elegir bien a sus
gobernantes honestos, que con leyes honestas y
conducta personal honesta conduzcan honestamente los destinos de
la Patria.
Sabiendo que el docente es un profesional, debe
contemplar ciertos requisitos y cualidades Éticas y
morales que se exigen para ejercer honestamente su
profesión.
Consideramos que una verdadera transferencia didáctica se logra cuando lo
enseñado se convierte en un feliz aprendizaje.
El objeto de la ética profesional es mucho
más amplio de lo que comúnmente se supone. No es
otra cosa que preguntarse (como docente, profesor, pedagogo,
licenciado) frente a su alumno(a), a la sociedad y al
país. "¿estoy haciendo con mi trabajo lo propio que
beneficia a este alumno(a), lo necesario que beneficia a la
sociedad donde estoy inserto, lo trascendente para mi país
y para la raza humana?." Consecuencialmente, ¿estoy
participando de lo que tengo derecho?. Una confianza que se
entrega a una conciencia, a una conciencia
profesional.
A manera de conclusión consideramos más
específicamente algunos aspectos que a nuestro parecer
comprometerían un ideal de perfil docente.
Para lograr esto, un docente deberá tener todas
las cualidades éticas enunciadas
precedentemente.
El educador deberá conocer los métodos
científico y pedagógicos modernos, pero
además tendrá en cuenta la historia de su
profesión, una actitud seria,
sensata, equilibrada y libre de prejuicios consistiría en
extraer de los hechos y principios sustanciales que le presenta
la historia de la
educación, aquellos valores que
por su sólida racionalidad, resisten los embates de todos
los tiempos, para seguir educando en esos valores.
Señalar los defectos didácticos y
metodológicos para evitarlos en el ejercicio de su
profesión.
Deberá salvar los sanos principios
filosóficos de la educación y así eliminar
los erróneos, actualizar los instrumentos técnicos,
siguiendo el cambio de los tiempos en la medida que juzgue
necesario para ayudar a perfeccionar y agilizar la acción
educadora sin desmedro de la finalidad a que apunta la
educación libre.
Debe adoptar una actitud
crítica con respecto a su metodología y práctica perdiendo
evaluar y revalorizar los contenidos y formas de enseñanza. Un docente conciente de su
dignidad humana, valorará la dignidad de sus semejantes
fomentando a generar libremente proyectos
individuales de características éticas y
morales.
El educador debe cumplir con todo aquello que sea
necesario para formar al educando con honestidad
intelectual, o sea: buscar, aceptar, amar, vivir y transmitir la
verdad.
La única verdad, éticamente hablando, es
que siempre que se debe decir la verdad, hay que decir la
verdad.
La obligación del educador consiste en formar al
educando para que sea un digno miembro de la sociedad en que
vive, para que sepa actuar como integrante de la comunidad
política, como gobernado o gobernante
El docente así tiene obligación de educar
al alumnado con los valores esenciales de la nacionalidad, pero
sin tomar posiciones extremistas; con la tradición y la
herencia
cultural, pero sin cerrarse en los adelantos modernos; con el
legado de nuestras gestas históricas, de la
cosmovisión occidental y cristiana que nos legaron
nuestros mayores, ellos deben inculcar en sus alumnos un
acendrado patriotismo, ese patriotismo que consiste sobre todo en
defender a la Patria no sólo de enemigos exteriores, sino
también de los enemigos interiores que amenazan su
libertad, socavan su economía y corrompen
el ejercicio de la función
pública.
Una enorme responsabilidad pesa sobre los hombros de los
educadores. Son responsables de sus palabras, del tono con que
las dicen; de sus silencios, de sus gestos, de los contenidos de
sus enseñanzas, de las experiencias en las que hacen
participar a los educandos, de los ejemplos que dan con su propia
conducta, de su vida pública. El niño y el
adolescente ven muy alto al maestro o al profesor, lo admiran, lo
idealizan y el docente debe ser conciente de todo eso.
Por lo tanto, el docente debe ser responsable en el
sentido de tener la capacidad de tomar en su propio nombre una
decisión que compromete el futuro y de tomar a su cargo
las consecuencias verdaderas de un acto. No será
responsable del alumno, sino con él de un bien
común.
Si no se logra esto, el docente no será culpable,
sino incapaz ante la sociedad, pero en su conciencia moralmente
culpable.
Toda persona que aspira a entrar a la carrera docente,
tiene la obligación de un examen de conciencia que valore
su equilibrio
psicofísico y que sepa organizar las demás
manifestaciones de su conducta.
En equilibrio
psicofísico supone un firme dominio de la
función
volitiva sobre los sentimientos, las emociones, las
palabras, los gestos y los movimientos del cuerpo en general. El
educador tiene la obligación de ofrecer en sí mismo
el ejemplo de lo que enseña, manifestándolo en lo
corporal mediante el decoro, adecuándose a las
circunstancias de lugar y tiempo. Debe poner cuidado, entonces,
en su aseo personal, su forma de vestir, su voz, su vocabulario,
etc.
Cuando un docente se inicia en su profesión, un
impulso vital arrasa con todas las dificultades que salen al
paso, y lo llevan a la perseverancia en el obrar bien, que
éticamente debe mantenerla durante toda su carrera
educadora.
El educador no debe ser indefinido respecto a los
problemas vitales que afectan a la existencia y al quehacer del
hombre. Para esto debe tener su propia cosmovisión para
tomar una postura acerca del origen y sentido de todo el Universo, pero
no una visión de naturaleza
científica, sino filosófica para que cuando el
alumno lo interrogue, pueda dar respuestas y servir de
guía.
El maestro-educador tiene la obligación de estar
informado de los principales movimientos que obedecen a
determinadas concepciones filosóficas sobre la
educación.
Cuando se sorprenda a sí mismo en un error o
ignorancia, estará éticamente excusado, teniendo en
cuenta la limitación humana, si tiene la sana humildad de
reconocer su error y consultar a sus colegas.
En el caso que fuera consultado por temas expuestos por
un colega, por ética profesional, debe mantener el respeto
hacia el otro sin emitir juicios de valor frente al alumno, en
ese caso, se puede plantear el tema con el colega.
Debe ser solidario al conocer las diferencias culturales
de su entorno, tratando de transmitir sus conocimientos en forma
humanista e igualista, ayudando a que sus alumnos logren el
razonamiento que los llevará a la superación de la
condición que la diferencia cultural, (restándole
oportunidades de tener una vida digna) y no razonando por
ellos.
La tolerancia en el ejercicio de la docencia parte de la
interiorización de los derechos universales
considerándolos como el límite entre lo tolerable y
lo intolerable.
El docente debe tolerar las diferencias individuales,
siempre que éstas no perjudiquen el buen desempeño
grupal. Así logrará tener un grupo
heterogéneo que generará propuestas innovadoras que
apuntarán a un mismo fin educacional.
Las conductas del docente deberán ser coherentes
con sus enseñanzas, que no sólo se basen en
conocimientos sino en modos de vida; esto lo otorga autoridad
moral y hace que sus alumnos lo consideren un referente
ético con autoridad en lo que enseña.
Educar de Frigerio G .
Los Valores de la educación de Tony
Mifsud
Los Valores un desafió Permanente de
Ibáñez M.
Ética y Deodontologia Docente de Ruiz
D.
Revista de Teología Latinoamericana.
Aporte hacia un perfil docente para el siglo XXl de la
Lic. Cecilia Trueba
Trabajo de De odontología Pedagógica de Enrique
Estrella
La ética en el contexto educativo de Lic. Juan
Kujawa Haimovici
El presente trabajo fue realizado por :
Analia Berreta
Cecilia Brandoni
Marcelo Giulietti
Graciela Ponce de León
Alicia Testa
En el marco de la materia
"Perspectiva Filosófico Pedagógica" del 1er
año del Profesorado de Matemática.
Técnico Electrónico y en
Telecomunicaciones
6to año de Ingeniería en electricidad –
1er año del profesorado de matemática