"Nuestra vida es como un sueño,
pero en nuestras mejores horas nos despertamos estrictamente lo
suficiente como para darnos cuenta que estamos soñando, la
mayor parte del tiempo, sin
embargo, estamos profundamente dormidos"
L. Wittgenstein
Resulta en un imperativo moral,
averiguar y hablar de la verdad a las personas lo mejor que uno
pueda, y hablar acerca de las cosas que importan.
Arthur Schopenhauer decía "Mientras se
esté sometido al caos de los deseos, con sus permanentes
esperanzas y temores, no será posible alcanzar nunca un
estado de
felicidad o paz duradero", y tiene razón, nosotros
imponemos en el mundo lo que creemos, pensamos y sentimos y,
luchamos para conseguirlo.
Todos en algún momento emprendemos la
búsqueda del estímulo, argumenta Desmond Morris.
Cada uno de nosotros tiene necesidades primarias, que sí
no son satisfechas, morimos, y si nuestras necesidades puramente
humanas, tales como la Seguridad
Personal, la
Intimidad, el Placer, el Reconocimiento, la
Identificación, la Filiación, el Arraigo y, las
pasiones como el ansia de Poder, de
Vanidad, de conocer la Verdad, de Amor y
Fraternidad, y la pasión por la Creatividad,
no estan lo suficientemente satisfechas, entonces "enfermamos" y,
la consecuencia es la Neurosis, que el
entorno nos impone conductas que pueden estar manifestadas en una
forma o defecto socialmente modelado, y que de cierta forma sea
subsanado.
Lo que un hombre, dice
Erich Fromm, puede haber perdido en riqueza y en sentimiento
auténtico de felicidad, por las condiciones sociales en
las que está inmerso y que estan impuestas por las reglas
sociales, puede estar compensado por la seguridad de
hallarse adaptado al resto de la humanidad o al grupo que
pertenezca, en realidad este "defecto", puede haber sido
convertido en virtud por la cultura y,
puede así de esta manera procurarle un sentimiento
más intenso de éxito.
Nos comportamos de la manera como los demás lo esperan de
nosotros, la autenticidad de nuestros actos dependerá de
la aprobación social. Y esto parece ser, el destino de
cada hombre en
sociedad.
En una breve revisión de los inicios de la
filosofía, se descubre el interés
por la preocupación del conocimiento,
interrogándonos sobre los aspectos fundamentales de la
existencia y la experiencia. La filosofía intenta ver que
tan lejos es capaz de llevarnos la razón,
preguntándose sobre la naturaleza de la
percepción, la experiencia y el
entendimiento humano, es decir, la esencia última de todo
aquello que existe, (Ontología) y cómo después de
todo, podemos conocer, (Epistemología)
Es la razón lo que permite distinguir la
filosofía de la religión y el
arte. A su vez
la ciencia, el
arte y la
filosofía, no son mas que distintas formas de abordar una
realidad, el misterio del universo y del
ser humano. Toda persona con un
mínimo de curiosidad intelectual se sentirá
atraída por cualquiera de estas tres actividades, de una u
otra forma.
Desde hace mas de dos mil años, en los inicios de
la filosofía en la antigua Grecia se
pretendió comprender el mundo con el uso de la
razón, no de la religión, se les
enseñaba a otros a valerse de su propia capacidad de
razonamiento, de pensar por si mismos y discrepar de las mismas
enseñanzas establecidas, lo cual resultó ser un
valioso instrumento en el proceso del
conocimiento y
el entendimiento.
Heráclito en el siglo VI a.c., discípulo
de la escuela de
Mileto, cuyo fundador es Tales, del mismo lugar, afirmaba que el
todo es la conjunción de sus contrarios, tendencias o
fuerzas opuestas, decía que sí se eliminaba la
contradicción se eliminaba la realidad, donde ésta
misma realidad posee un carácter
inestable, que todo está sometido a un perpetuo cambio, todo
fluye y nada permanece, la realidad se muta y se altera
constantemente, surgiendo así, de esta manera los inicios
de la posición dialéctica de la existencia. Opuesta
a la idea que el hombre
siempre ha buscado y creído en algo estable y permanente
que sobreviva a través del tiempo y nunca
perezca, Heráclito irrumpe en este contexto afirmando que
ese algo no existe, que el cambio y la
transformación constituyen la ley básica
sobre la que se asienta la vida y el universo y de
la que nunca se podrá escapar.
Jenófanes a finales del siglo VI a.C.,
escribió, "Por lo que respecta a la verdad absoluta
ningún hombre ha sido capaz de llegar a ella, ni nadie lo
logrará, ni tan siquiera los dioses, ni nada de lo que yo
diga conseguirá alcanzarla, y ya que en el supuesto de que
alguien lo logrará, nunca tendría constancia de
haberlo conseguido. La realidad no es más que una
telaraña entretejida con conjeturas".
Para él, toda idea tenida por cierta
podría sustituirse por otra que estaría más
próxima a la verdad absoluta
Empédocles por su parte, que vivió hacia
la primera mitad del siglo V a.C., hace aportaciones al
entendimiento de la realidad al defender la realidad cambiante de
los sentidos y
su pluralidad inherente, la materia,
decía, no puede salir de la nada, ni tampoco convertirse
en nada, argumentando que todo está compuesto de cuatro
elementos diferentes, tierra
agua, aire y fuego,
cuya idea fue retomada por Aristóteles, desempeñando un
papel
fundamental en toda la filosofía occidental, hasta
el
renacimiento.
Sócrates, que nació en el año 471
a.C. y murió en el 399 a.C., defendió la idea de
que lo más importante era saber como dirigir nuestras
vidas y a nosotros mismos, al preguntarse ¿ Qué es
el bien?, La justicia y lo
correcto revistieron para él, una profunda e importante
trascendencia.
Aristóteles, que nació en el año
384 a. C. y murió en el 322 a. C., sostiene que el
único mundo sobre el que se puede filosofar no es sino el
mismo en el que vivimos y percibimos, y que en sí mismo
constituye una enorme e inagotable fuente de fascinantes y
maravillosas experiencias. El objetivo de
Aristóteles de conocer todo lo relativo al
mundo de los sentidos,
constituye un empeño de dimensiones faraónicas, al
que dedicó por completo toda su energía y
pasión a través del estudio de las materias mas
variadas, no en vano la primera clasificación de las
diversas ramas del saber parten o han tomado su nombre de los
títulos de algunas obras de éste filosofo, tales
como la Lógica,
Física,
Política,
Economía,
Psicología, Metafísica, Metereología,
Retórica, Ética.
Algo que resulta extraordinario si se toma en cuenta que, se
trata de la labor de un solo hombre, de hace más de dos
mil años.
Durante los mil años que median entre la
caída del Imperio Romano,
en el siglo V de la era, y el inicio del renacimiento, en
el siglo XV, la antorcha de la cultura de la
Europa
occidental, fue transportada, principalmente por la iglesia, de
manera que, antes de aceptar nuevas teorías
y descubrimientos, los cristianos debían asegurarse de que
fueran compatibles con el dogma. Así, los escritos de los
filósofos más destacados de
ésa época fueron escudriñados para
determinar que ideas podían ser admitidas por el cristianismo y
cuales debían ser rechazadas y proscritas.
San Agustín que nació en el año 354
d.C. y murió en el 430, se considera una síntesis
entre el platonismo y el cristianismo.
Cree que los seres vivos se hallan sujetos al transcurso del
tiempo, y que éste existe sólo desde la pura
experiencia de la realidad. La existencia para él, tiene
cabida sólo en el presente y que el conjunto de nuestra
presencia en el mundo, como seres materiales,
incluido el intelecto, se basa en la voluntad. Y como un adelanto
a René Descartes,
San
Agustín argumenta que para dudar de algo, incluso de
todo, es preciso existir, y por lo tanto, si de algo no se puede
dudar, es de la existencia de uno mismo. Sí se es posible
saber que se existe, también se tendrá la certeza
de que existen igualmente otras cosas y, por lo tanto se puede
llegar a conocer.
Al contrario de lo que se pudiera pensar a simple vista,
la ciencia, que
es la estética de la inteligencia,
no empieza con el estudio de las cosas más inmediatas o
más cercanas al hombre, sino con el entendimiento de lo
más lejano, concebido hasta entonces, los astros del
firmamento. Es decir, sigue un curso paradójico, partiendo
del estudio de los cielos y descendiendo a lo terrenal. La
novedad de la ciencia
moderna, inaugurada por los astrónomos, radica en la
continua confrontación de las teorías
o explicaciones de la realidad y la meticulosa
comprobación de la veracidad de los datos sobre los
que se basa, en detrimento de la discusión y la
argumentación, que habían sido los métodos
empleados hasta entonces.
El trayecto de la historia de estos
acontecimientos es la concepción del universo desde
Copérnico hasta Newton.
La concepción del universo que imperó a lo
largo de toda la edad media fue
la heredada de los antiguos griegos y, sobre todo de Ptolomeo, un
astrónomo de la Alejandría del siglo II d.C.,
según decía, que la tierra era
una esfera que flotaba en el espacio y que constituía el
centro de todo el universo,
alrededor giraban el sol y el resto
de las estrellas y planetas,
describiendo grandes círculos. La iglesia
asumió como propio el sistema de
Ptolomeo como una manifestación más de su
empeño por conciliar el saber de los antiguos con el dogma
cristiano. Pero en el siglo XVI aparece el clérigo polaco
Nicolás Copernico, que demuestra cómo la totalidad
de esas incoherencias matemáticas dejan de tener sentido,
sí en vez de considerar a la tierra como
centro, se toma al sol, esto es, era la tierra la que
giraba alrededor del sol, con lo que no solo echaba abajo lo que
la iglesia había impuesto a
sangre y fuego
durante más de mil años, y lo peor era que
contradecía a la misma Biblia. No es de extrañar
que un siglo después de la publicación de las
teorías de Copernico, éstas estuvieran
todavía proscritas por el clero.
La verdadera revolución
estuvo en el hecho de rebatir lo que la Biblia, el clero y los
sabios de la antigüedad daban por cierto. Así se
demostraba que la iglesia estaba equivocada, ¿Cómo
demostrar que no lo estaba en el resto de sus postulados
dogmáticos?. El orden establecido se encontraba seriamente
amenazado y, con él, la misma noción de autoridad.
Al astrónomo Tycho Brahe que vivió del
año 1546 al 1601, se le debe la confección de unas
tablas astronómicas que contienen la meticulosa descripción de los movimientos planetarios
antes de la aparición del telescopio, que resultaron de
inmensa utilidad al
genial astrónomo alemán Johannes Kepler
(1571-1639), para éste demostrar que, las órbitas
planetarias no eran circulares, como las había descrito
Copérnico, sino elípticas y, además
presentaban diversas velocidades, según la fase en que se
encontrara el planeta.
A Galileo Galilei
se le atribuye el doble "crimen" de sostener que la tierra giraba
sobre su eje y, al mismo tiempo alrededor del sol. Con esto, fue
el primer padre de la ciencia
moderna que entró en conflicto con
el poder y la
autoridad, y
terminó siendo condenado por la inquisición,
salvándose al negar sus valiosas contribuciones al
conocimiento.
Es el mismo Galileo el primero en formular el principio
de la objetividad en la ciencia, según el cual, el
científico debería prescindir de todas aquellas
experiencias, incluso las más directas e inmediatas, como
el color o el olor,
para que queden circunscritas al ámbito puramente personal y
subjetivo. Y defendió el principio de que tanto el poder
como la autoridad, incluida por supuesto la iglesia, no
deberían interferir en las investigaciones
realizadas por la ciencia, que en el fondo lo que busca es el
esclarecimiento de la verdad última.
Isaac Newton,
nació en el año 1642 y murió 1n 1727, tal
vez el mayor científico de todos los tiempos, inventor del
cálculo
infinitesimal, se
dedico a rectificar las teorías de Kepler y Galileo,
proporcionando a la humanidad una exacta demostración
matemática
de los mecanismos que rigen el conjunto del sistema solar.
Este tipo de investigación recibió el nombre de
filosofía natural, ya que pretendía explicar los
mecanismos que rigen la naturaleza. De
hecho la distinción moderna entre filosofía y
ciencia no se realizaría hasta el siglo siguiente con el
pensamiento de
los racionalistas y, con Immanuel Kant, al frente,
quien conjunta el empirismo y el
racionalismo.
De todos modos esta filosofía natural trajo
consigo una de las mayores revoluciones habidas en toda la
historia del
pensamiento y,
por fin, mas de dos mil años después,, la teoría
de Pitágoras de que todo el universo sensible
podría explicarse en términos matemáticos se
hacia realidad. A partir de Newton, los mecanismos internos que
regulan el funcionamiento estelar se pueden expresar a
través de leyes
inteligibles para el hombre en
forma de ecuaciones
matemáticas, que gracias a su constancia,
permiten que por primera ves el hombre pueda predecir un
fenómeno físico. Esta novedosa capacidad de
predicción hizo que los científicos vieran de un
modo diferente el universo, que dejaba de tener secretos para el
entendimiento humano. Este cambio de mentalidad tuvo
consecuencias inmediatas e incidió en el desarrollo de
la revolución
industrial que se avecindaba en las próximas
décadas.
El hombre podía dominar la naturaleza, no
sólo desde el punto de vista teórico, sino en sus
manifestaciones prácticas, y por lo tanto
productivas.
Poco a poco se fue imponiendo la idea de que ni la
tradición ni la autoridad tenían cabida en la
búsqueda de la verdad y el
conocimiento. La concepción genuinamente
aristotélica del universo, hasta entonces dominante, queda
definitivamente superada, el binomio Iglesia-Aristoteles
había quedado atrás.
Si los movimientos de todo la materia
presente en el espacio se basa en leyes y principios
matemáticos, ¿Qué ocurre con el cuerpo humano?
¿También está sujeto a estas mismas leyes?
¿Cómo puede existir el libre albedrío en un
universo determinista?, Como se puede ver, la obra de Newton no
solo sentó las bases de la nueva ciencia moderna, sino que
fijó las líneas por las que habría que
seguir la filosofía y la aproximación al
conocimiento, en los años sucesivos.
Cuando nos preguntamos quienes somos, resulta
imprescindible remitirnos a Platón,
cuando decía que el hombre se compone de tres entidades en
permanente conflicto, Las
Pasiones, El Intelecto y La Voluntad, donde la labor principal
del intelecto es el control constante
de las pasiones a través de la voluntad, idea que se
mantuvo hasta la llegada del cristianismo. Si se hubiera
mantenido por más tiempo esta idea, pienso yo,
tendríamos un mejor entendimiento de nosotros mismos, sin
haber desviado y entorpecido por mucho tiempo el
pensamiento.
El advenimiento de ésta corriente religiosa ha
marcado tal vez irremediablemente el pensamiento de los seres
humanos, al menos la parte occidental. En esta concepción
del mundo de un solo dios, las personas se libran de la ansiedad
de contestar las diversas interrogantes que nos plantea la
existencia. Algunos osaron desafiar la corriente impuesta por el
clero y en su intento perecieron, pero dejaron el camino
preparado para la revolución
del pensamiento que nos esperaba.
Es difícil, al menos para mí, concebir la
idea de un dios omnipotente y omnisapiente, imaginarse la
existencia de un dios permitiendo todo el sufrimiento y
daño de que somos sujetos desde el momento de nuestro
nacimiento, nacer para morir, habiendo un dios que puede
evitarlo, resulta bastante incomprensible.
Ya oigo las voces que gritan, "Es el libre
albedrío la bendición que se nos ha dado para tomar
nosotros las decisiones que nos competen", libertad
¿ Para qué?
Imagine la distancia enorme entre los que saben tanto y
los que no saben nada, entre la sabiduría, el
entendimiento y la ignorancia, entre los que tienen todo y los
que nada pueden tener, entre los dichosos que se conforman con
tan poco y los egoístas y especuladores sin medida, entre
los que creen fielmente en un dios, cualquiera que sea y los
ateos incorregibles, entre los que tienen un trabajo digno y
remunerado y los que trabajan en condiciones infrahumanas, entre
los que tienen la lucidez de pensamiento y los que no pueden
comprender nada, entre los asesinos mas violentos y los
compasivos, entre los que pueden tener lujos y placeres y los que
morirán sin goce alguno, entre los que tienen salud y bienestar actual y
los que están muriendo en este instante.
Que trayecto de existencia resulta ser el que vivimos,
parece sin sentido, absurdo, irreal, un enorme lugar donde cada
cual es el centro del mundo y, los demás, sólo
giramos.
Finalmente que somos, en realidad seremos, como hace
siglos se imponía, el centro de la creación y de
este vasto universo, los hijos de un dios que nadie ha visto ni
tocado o la más perfecta y sublime de las criaturas.
Sinceramente no lo creo. Tal vez, sólo somos un producto de
una evolución de la materia de un universo
incomprensible, descubriendo que vivimos en un planeta
insignificante de una estrella ordinaria, perdida entre dos
brazos espirales en las afueras de una galaxia, arrinconada en
algún punto perdido de un universo, en donde hay muchas
mas galaxias que personas, refería Carl Sagan.
Tal vez resulte demasiado frió y calculado esta
aseveración, pero parece ser nuestra única
realidad.
No todo es pesimismo ni todo es en vano o todo esta
perdido, los seres humanos hemos logrado tanto en tan poco
tiempo, Noam Chomsky comenta, "Como es que con tan poca
experiencia hacemos tanto y, con tanta información entendemos tan poco", si
tomamos en cuenta nuestra estancia apenas reciente en este
planeta, y si subrayamos el papel de la
voluntad como la fuerza
irracional de la naturaleza humana. Entonces habrá una
esperanza, para el bien de todos, yo así lo
creo.
En realidad si somos diferentes al resto de los
demás organismos del planeta,
nuestra inteligencia
no está toda al servicio de
nuestra supervivencia, afortunadamente, los conocimientos que
tenemos de nuestra realidad son enormes y valiosos, investigamos,
descubrimos, inventamos y creamos una infinidad de cosas para
entendernos y, comprender nuestra realidad, y este conocimiento
se ve aumentado de manera exponencial a través de nuestra
historia, nuestros niños
al nacer tienen mas probabilidades de vivir que nunca antes en la
historia de la humanidad, tenemos una más y mejor
esperanza de vida, hacemos menos esfuerzos físicos para
nuestra supervivencia que hace no más de 100 años,
y más esfuerzos intelectuales para lo mismo, hemos creado
un arte sublime en todas sus manifestaciones, la población de seres humanos no tiene
precedentes, poblamos casi cualquier medio, el avance que hemos
tenido en las comunicaciones
es realmente asombroso.
Pero resulta que es una verdadera
lástima que todo esto no sea beneficio para todos,
ni todos gocen de los mismos.
Cuántas inteligencias habremos perdido al
permitir morir a niños y
asesinar a miles de seres humanos, matando a miles de hambre y
desesperación.
Recopilado y elaborado por:
Lic.en Psic. Arturo Falcón
Becerril