Ultimo escrito de Eva
Perón
- Mi voluntad
suprema - Obra
política - Somos más
fuertes. - Vivir con el
pueblo - Las jerarquías
clericales - La
religión - Las formas y los
principios - Los pueblos y
Dios - Los
ambiciosos - El gran delito
- Una sola clase
Leído por el locutor oficial desde los balcones de la Casa
de Gobierno en
presencia del general Juan Domingo Perón el
17 de Octubre de 1952, a 82 días de su muerte desde
los balcones de la Casa Rosada, en Plaza de
Mayo.
"Quiero vivir eternamente con Perón y
con mi Pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y
será también por lo tanto cuando llegue mi hora, la
última voluntad de mi corazón.
Donde esté Perón y donde estén mis
descamisados allí estará siempre mi corazón
para quererlos con todas las fuerzas de mí vida y con todo
el fanatismo de mi alma. Si Perón muriese antes que yo, me
iría con él, pero mi corazón se
quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis
obreros, con mis ancianos, con mis niños
para ayudarlos a luchar con el fuego de mi fanatismo y para
ayudarlos a sufrir un poco de mis propios dolores. He sufrido
mucho, pero mi dolor valía la felicidad de mi pueblo y yo
no quise negarme, acepto sufrir hasta el último día
de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o
enjugar alguna lágrima.
En este parrafo se destaca el amor que
Eva tenia por su pueblo y por, el siempre presente en sus
discursos,
Gral Perón.
Pero sí Dios me llevase del mundo antes que a
Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y
mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo
seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos,
haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que no
les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en sus
almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me quema
y me consume como una sed amarga e infinita.
Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el camino
abierto de la justicia y de
la libertad hasta
que llegue el día maravilloso de los pueblos. Yo
estaré con ellos peleando en contra de todo lo que no sea
pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la "ignominiosa"
raza de los pueblos. Yo estaré con ellos, con Perón
y con mi Pueblo, para pelear contra la oligarquía
vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los
explotadores y de los mercaderes de los pueblos. Dios es testigo
de mi sinceridad. Él sabe que me consume el amor de mi
raza, que es el pueblo.
En estos dos parrafos, le habla al pueblo como si Peron
fuera el hombre que
vino o que llego al gobierno para
ayudar a todo su pueblo, es decir, lo trata como un salvador.
Nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a
nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a
mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie
defendió jamás con mas sinceridad que Perón.
Pero es más grande el amor de
Perón por el pueblo que mi amor; porque él supo
encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo
todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio,
nací en el pueblo y sufrí en el pueblo.
"No concibo el cielo sin Perón". Pido a todos los
obreros, a todos los humildes, a todos los descamisados, a todas
las mujeres, a todos los pibes y a todos los ancianos de mi
Patria que lo cuiden y lo acompañen como si fuera yo
misma.
Mientras viva Perón, él podrá hacer lo que
quiera de todos mis bienes:
venderlos, regalarlos, e incluso quemarlos si quisiera, porque
todo en mi vida le pertenece, todo es de él, empezando por
mi propia vida que yo le entregué por amor y para siempre,
de una manera absoluta.
Pero después de Perón, el único heredero de
mis bienes debe
ser el pueblo y pido a los trabajadores y a las mujeres de mi
pueblo que exijan por cualquier medio el cumplimiento inexorable
de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los
quiso. El dinero de
"La Razón de Mi Vida" y "Mi Mensaje", lo mismo que la
venta o el
producido de mis propiedades, deberá ser destinado a mis
descamisados. Así yo me sentiré siempre cerca de mi
pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre
los descamisados y Perón.
QUIERO VIVIR ETERNAMENTE CON PERÓN Y CON MI
PUEBLO. Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con
ellos, porque él también está con los
humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de
Dios que me pedía un poco de amor que nunca le
negué".
Este discurso,
remarca efervecentemente el amor que Eva tenía por su
pueblo. También les "reprocha" (no en el sentido literario
de la palabra, sino insistiendo y demostrando que su líder
verdaderamente los amaba), el amor y las obras que el Gral
realizaba por ellos.
EVA PERÓN EN LA CIUDAD DE
AVELLANEDA
"Queridos descamisados del Anglo: No podía dejar
de hacer esta visita, porque la compañera Evita recuerda
siempre que el Gremio de la Carne, en horas de incertidumbre,
depositó en el viejo Coronel Perón su lealtad y su
confianza."
Si la adversidad se ensaña con Ustedes, el
General Perón les dará trabajo aunque sean hombres
de 45 años. El General Perón se encontraba
acompañado del Coronel Mercante, me encargó que les
envió a todos ustedes un afectuoso abrazo porque no olvida
que en la epopeya del 17 de Octubre, Avellaneda cumplió un
papel
principalisimo. El los guarda muy dentro de su
corazón…"
En las palabras anteriores Eva
Perón, le recuerda al pueblo de Avellaneda, en
especial al gremio de la carne, que Juan Domingo Perón no
olvidó la ayuda que le dieron el día 17 de octubre,
y que esta muy satifecho y agradecido por todo lo que lucharon
por él.
EVA PERÓN EN LA CIUDAD DE LOMAS DE
ZAMORA
Palabras pronunciadas el 26 de Junio de 1948 en la
Ciudad de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, en
el acto de inauguración de los trabajos para la
provisión de agua
corriente.
EL GENERAL PERÓN, VA POCO A POCO REALIZANDO TODO
LO QUE EL PUEBLO ARGENTINO NECESITA, NO SOLO EN LO MATERIAL SINO
TAMBIEN EN LO MORAL Y
ESPIRITUAL. ES ASÍ COMO EN ESTE DIA, HERMOSO POR QUE EN EL
SE HACE REALIDAD LA SATISFACION DE UNA NECESIDAD TAN SENTIDA,
LLEGA A LOMAS LA ACCION DE NUESTRO PRIMER MAGISTRADO.
ES ASÍ COMO HABLANDO CON SU AMIGO EL CORONEL
MERCANTE, EL PRESIDENTE PERÓN CONCRETARON ESTE PROYECTO E
INCLUYERON EN EL PLAN QUINQUENAL
UNA PARTIDA DE 600.000.000 MILLONES DE PESOS PARA OBRAS COMO LA
QUE HOY SE INICIA.
FUE ASÍ COMO DESDE EL EDIFICIO DEL DESPRETIGIADO
CONCEJO DELIBERANTE, LA CONCIENCIA DE UN
HOMBRE PUDO
ORGANIZAR LA ACTUAL SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISIÓN,
IRRADIANDO DESDE ENTONCES SUS PAREDES LA JUSTICIA
SOCIAL TAN ANSIADA POR EL PUEBLO Y QUE DURANTE CINCUENTA
AÑOS LE FUE NEGADA.
DEMOS GRACIAS A DIOS PORQUE EN ESTOS MOMENTOS EN QUE EL
MUNDO SE DEBATE EN
PROBLEMAS
PAVOROSOS, NOS HA ENVIADO A UN PERÓN; Y DEMOS GRACIAS A
DIOS, TABIEN, POR HABERNOS CONCEDIDO ESTE PUEBLO MARAVILLOSO
.
DOY GRACIAS A DIOS PORQUE EL GENERAL PERÓN Y LOS
DESCAMISADOS ME DAN LA OPORTUNIDAD MAGNIFICA DE SENTIRME
INMESAMENTE FELIZ CUANDO LLEVO UN POCO DE ALEGRIA A AQUELLOS A
QUIENES LA FORTUNA NO LOS HA FAVORECIDO, CUANDO LLEVO UN POCO DE
JUSTICIA, A AQUELLOS A QUIENES DURANTE TANTOS AÑOS SE LES
HABIA NEGADO.
ES VERDADERAMENTE ASOMBROSO QUE UNA CIUDAD DE LA
IMPORTANCIA DE LOMAS DE ZAMORA HAYA ESTADO TAN
ABANDONADA POR LA AUTORIDADES DURANTE TANTO TIEMPO, HASTA QUE
HA LLEGADO EL GOBIERNO DEL GENERAL PERÓN QUE, CIUDAD POR
CIUDAD Y PUEBLO POR PUEBLO, VIENE REALIZANDO LA OBRA QUE NO SE
HIZO DURANTE LARGOS AÑOS. ES INCONCEBIBLE QUE HAYA HABIDO
TAN MALOS ARGENTINOS. YO LES PIDO EN NOMBRE DEL PERONISMO, UNA
SOLA COSA; NO OLVIDAR EL DAÑO QUE HAN HECHO ESOS MALOS
ARGENTINOS. YO, COMO BUENA ARGENTINA, NO LO
OLVIDO, PORQUE DIARIAMENTE ESTOY VIENDO EN LA SECRETARIA DE
TRABAJO Y PREVISIÓN LAS INJUSTCIAS QUE DURANTE CIEN
AÑOS NO SOLO COMETIERON AQUELLOS SINO QUE NI SIQUIERA
TRATARON DE REMEDIARLAS.
POR ELLO, EL PRESIDENTE PERÓN ESTÁ
TRABAJANDO NOCHE Y DIA Y SACRIFICÁNDOSE PARA SUBSANAR ESE
ESTADO DE
COSAS Y LO HACE CON LA INMENSA SATISFACIÓN QUE LE
PROPORCIONA EL PENSAR QUE SU SACRIFICIO ES PARA BIEN Y PARA
FELICIDAD DE SU PUEBLO. PUEDEN USTEDES TENER LA SEGURIDAD Y LA
TRANQUILIDAD DE QUE MIENTRAS ESTÉ EN LA CASA DE GOBIERNO
EL GENERAL PERÓN LA JUSTICIA SOCIAL Y LA FELICIDAD DE LA
PATRIA ESTARAN BIEN DEFENDIDAS Y ESTARA ASEGURADO EL BIENESTAR DE
LOS DESCAMISADOS."
Eva Perón habla de la justicia social que impuso
Perón luego de todos los abandonos que sufrió el
pueblo cuando estaba en el poder la
oligarquía. También les recuerda todo lo que les
hicieron los gobiernos anteriores, y que Perón obviamente
no haría lo mismo.
Su mensaje
Dice Eva: "Quizás porque en "La Razón de
mi Vida" no alcancé a decir todo lo que siento y lo que
pienso, tengo que escribir otra vez.
He dejado demasiadas entrelíneas que debo llenar;
y esta vez no porque yo lo necesite. No. Mejor sería acaso
para mí que callase, que no dijese ninguna de las cosas
que voy a decir, que quedase para todos, como una palabra
definitiva, todo lo que dije en el primero de mis libros, pero
mi amor y mi dolor no se conforman con aquella mezcla desordenada
de sentimientos y de pensamientos que dejé en las
páginas de "La Razón de mi Vida".
Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a
los trabajadores de mi pueblo, y por extensión quiero
demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y condenados
a muerte por los
imperialismos y los privilegiados de la tierra. Me
duele demasiado el dolor de los pobres, de los humildes, el gran
dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como para que pueda
callar.
Si todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar
el cielo y el sol de nuestra
tierra, si
todavía queda tanto dolor que mitigar y heridas que
restañar y como será donde nadie ha visto la
luz ni ha
tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en
silencio, ya sin lágrimas y sin suspiros, sangrando bajo
la noche de la esclavitud! Y
como será donde ya se ve la luz, pero
demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que
se rebela y que quema en la carne y el alma de los pueblos
sedientos de libertad y
justicia!
Para ellos, para mi pueblo y para todos los pueblos de
la humanidad es "Mi Mensaje". Ya no quiero explicarles nada de mi
vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio.
Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres
que pertenecen a la raza de los explotadores.
Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiar los con
el fuego de mi corazón. Quiero decirles la verdad que una
humilde mujer del pueblo
la primera mujer del pueblo
que no se dejó deslumbrar por el poder ni por
la gloria! aprendió en el mundo de los que mandan y
gobiernan a los pueblos de la humanidad.
Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie,
porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber
toda la verdad.
Porque todos los que salieron del pueblo para recorrer
mi camino no regresaron nunca. Se dejaron deslumbrar por la
fantasía maravillosa de las alturas y se quedaron para
gozar de la mentira.
Yo me vestí también con todos los honores
de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar
con las mejores joyas de la tierra.
Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de
alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de
los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente
extraordinario, lo acepté sonriendo, "prestando mi cara"
para guardar mi corazón. Sonriendo, en medio de la farsa,
conocí la verdad de todas sus mentiras.
Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que
se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los
hombres en sus grandezas y en sus miserias.
Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para
compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las
grandezas de la miseria.
Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la
calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza
del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé
de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas.
Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras
del mundo.
Tengo que decirlas al pueblo de donde vine. Y tengo que
decirlas a todos los pueblos engañados de la
humanidad.
A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes
descamisados de mi Patria y a todos los descamisados de la
tierra y a la
infinita raza de los pueblos! como un mensaje de mi
corazón.
Para Peron, Eva era la unica compania sincera y leal de
su existencia.
Eva Duarte de Peron Pidio que el gral fuese su maestro y
él le enseño un poco de todo cuanto pudo
aprender.
Según ella, aprendió a leer en el panorama
de las cuestiones políticas
internas e internacionales.
De los hombres que rodeaban a Perón casi todos lo
traicionaron, algunos en octubre de 1945 y otros mas tarde. Eva
resaltando su carácter
efervescente, los insulto de frente gritándoles en la cara
la deslealtad y el deshonor con que procedían.
Eva se quedo junto al coronel hasta que se lo llevaron
prisionero, y desde aquellos dias desconfio de los amigo
encumbrados y de los hombres de honor. Se aferro ciegamente a los
hombres y mujeres humildes del pueblo que sin tanto "honor", sin
tantos titulos ni privilegios supieron jugarse la vida por un
hombre, por
una causa,por un ideal.
Palabras de Eva: "Aquellas primeras grandes desilusiones
me hicieron ver con claridad el camino: Perón no
podía creer en nada ni en nadie que no fuese su
pueblo.
Una ideologia de
la "lider" era que para servir al pueblo hay que estar dispuestos
a todo, incluso a morir. Ella estaba dispuesta a dar la vida pro
Peron y por el pueblo. Porque estaba segura que solamente dandola
se ganaria el derecho de vivir con ellos por toda la
eternidad.
"Así, fanáticas quiero que sean las
mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que
sean los trabajadores y los descamisados.
El fanatismo es la única fuerza que.
Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es
la gran fuerza de los
pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos
han suprimido del mundo todo 19 que suene a
corazón.
Existen en el mundo naciones explotadoras y naciones
explotadas. Ella no diría nada si se tratase solamente de
naciones, pero es que detrás de cada nación
que someten los imperialismos hay un pueblo de esclavos, de
hombres y mujeres explotados. Y aún las mismas naciones
imperialistas esconden detrás de sus grandezas y de sus
oropeles la realidad amarga y dura de un pueblo
sometido.
Para Eva en la hora de los pueblos lo único
compatible con la felicidad de los hombres será la
existencia de naciones justas, soberanas y libres, como quiere la
doctrina de Perón.
Pero más abominable aun que los imperialistas son
los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan
vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la
felicidad de sus pueblos.
Muchas veces los he oído
disculparse ante mi agresividad irónica y mordaz. "No
podemos hacer nada", decían. Los he oído
muchas veces; en todos los tonos de la mentira.
"No podemos hacer nada" es lo que dicen todos los
gobiernos cobardes de las naciones sometidas.
No lo dicen por convencimiento sino por
conveniencias.
Estas palabras a cargo de Eva Duarte de Perón,
reflejan su odio y su disgusto para con aquellos que defraudan a
sus pueblos, vendiendose por plata o simplemente para no tener
"problemas".
Estos "problemas" solo son enfrentados por aquellos que defienden
sus ideales y el de la sociedad que los
rodea.
En el ultimo de los escritos de "la mujer del
pueblo", llamado "MI MENSAJE", dice que el talón de
Aquiles del imperialismo
son sus intereses; que donde esos intereses del imperialismo
se llamen "petróleo"
basta, para vencerlos, con echar una piedra en cada pozo. Donde
se llame cobre o
estaño basta con que se rompan las máquinas
que los extraen de la tierra o que se crucen de brazos los
trabajadores explotados…
Por otra parte gracias a los años de lucha, Evita
aprendió cómo juegan su papel en el
gobierno de los pueblos las fuerzas políticas
nacionales e internacionales, las fuerzas económicas y
espirituales de la tierra, y cómo se disfrazan las
ambiciones de los hombres.
Perón, en los primeros tiempos de su lucha,
debió enfrentar la calumnia que intentaba separarlo de sus
descamisados: decían que él era un peligro para el
pueblo porque era militar.
Algunos años después, como la calumnia no
prosperó, sus enemigos trataron de enfrentarlo con las
fuerzas armadas. Decían que Perón intentaba crear
una fuerza en los trabajadores para sustituir el influjo militar
en el Gobierno de la República.
Eva sabía que la religión era el alma
de los pueblos y que a los pueblos les gustaba ver en sus
ejércitos la fuerza pujante de sus muchachos como
garantía de su libertad y expresión de la grandeza
de su Patria.
Pero sabía también que a los pueblos les
repugnaba la prepotencia militar que se atribuye el monopolio de
la Patria, y que no se conciliaban la humildad y la pobreza de
Cristo con la fastuosa soberbia de los dignatarios
eclesiásticos que se atribuyen el monopolio
absoluto de la religión. Por todo
esto afirmaba que la Patria es del pueblo, lo mismo que la
Religión.
Según Evita todo es militar en este mundo
nuestro, y ella no diría una sola palabra si las fuerzas
armadas fuesen instrumentos fieles al pueblo. Pero no es
así: casi siempre son carne de la oligarquía; por
eso dice Eva Duarte de Perón, que el pueblo tiene que
ganar las altas jerarquías de las fuerzas armadas de las
naciones. Para ella no se trata de destruirlas, aunque manifiesta
que alguna vez serán inútiles. Sino que se trata de
convertirlas al pueblo y después, cuando todos sus
dirigentes -sus oficiales- sean carne y alma del pueblo,
habrá que permanecer alertas, vigilándolas para que
no se entreguen otra vez.
También resalta que el pueblo sólo tiene
que elegir a sus gobernantes para que ellos hagan lo que el
pueblo quiere. Los generales deben servir al gobierno del pueblo
con plena y absoluta conciencia de que
nada en la Nación
puede sobreponerse ni oponerse a la voluntad del
pueblo.
18. SOMOS MÁS
FUERTES. Todas estas ideas y razones me llevan a decirle
a mi pueblo y a todos los pueblos del mundo en este mensaje de
mis verdades: nadie puede más que nosotros.
Somos más fuertes que todas las fuerzas armadas
de todas las naciones juntas. Si nosotros no queremos que la
fuerza bruta de las armas nos domine,
no podrá dominarnos.
Con las armas pueden
matarnos, pero morir de hambre es más dolor y nosotros
sabemos lo que es morir por hambre! No podrán matarnos.
Los soldados son hijos nuestros y no se atreverán a tirar
sobre sus madres aunque los manden miles y miles de oficiales
entregados y vendidos a la oligarquía. Podrán
vencemos un día, en la noche o de sorpresa, pero si al
día siguiente nos largamos a la calle, o nos negamos a
trabajar, o saboteamos todo cuanto ellos quieran mandar;
tendrán que resignarse a devolvernos la libertad y la
justicia.
Si toda esta resistencia puede
organizarse, mejor; si no, lo mismo venceremos con tal de que
tengamos plena conciencia de nuestro poderío
soberano.
Debemos convencernos definitivamente de una sola cosa:
de que el gobierno debe ser del pueblo y que nadie sino el pueblo
puede ocuparlo, porque, si no, no será tampoco para el
pueblo. La hora de los pueblos no será alcanzada por
nuestro siglo si no exigimos participación activa en el
gobierno de las naciones.
Pero ¿cómo? Como nosotros lo hemos hecho
en nuestra tierra, gracias a Perón. Llevando a los obreros
y a las mujeres del pueblo a los más altos cargos y
responsabilidades del Estado.
Y cuidando después que los dirigentes
políticos del pueblo y los dirigentes sindicales no
pierdan contacto con las masas que representan.
Los gobernantes del pueblo deben seguir viviendo con el
pueblo. Es una condición fundamental para que los pueblos
no empiecen a sentirse traicionados. Y para gobernar con sentido
real de lo auténticamente popular.
19. VIVIR CON EL
PUEBLO. Es lindo vivir con el pueblo. Sentirlo de cerca,
sufrir con sus dolores y gozar con la simple alegría de su
corazón.
Pero nada de todo eso se puede si previamente no se ha
decidido definitivamente encarnarse en el pueblo, hacerse una
sola carne con él para que todo dolor y toda tristeza y
angustia y toda alegría del pueblo sea lo mismo que si
fuese nuestra.
Eso es lo que yo hice, poco a poco en mi vida. Por eso
el pueblo me alegra y me duele. Me alegra cuando lo veo feliz y
cuando yo puedo añadir un poco de mi vida a su felicidad.
Me duele cuando sufre. Cuando los hombres del pueblo o quienes
tienen obligación de servirlo en vez de buscar la
felicidad del pueblo lo traicionan.
También tengo para ellos una palabra dura y
amarga en este mensaje de mis verdades.
Yo los he visto marearse por las alturas. Dirigentes
obreros entregados a los amos de la oligarquía por una
sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como
traidores entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo y de
todos los pueblos. Hay que cuidarse de ellos: son los peores
enemigos del pueblo porque han renegado de nuestra raza.
Sufrieron con nosotros pero se olvidaron de nuestro dolor para
gozar la vida sonriente que nosotros les dimos
otorgándoles una jerarquía sindical. Conocieron el
mundo de la mentira, de la riqueza, de la vanidad y en vez de
pelear ante ellos por nosotros, por nuestra dura y amarga verdad,
se entregaron.
No volverán jamás, pero si alguna vez
volviesen habría que sellarles la frente con el signo
infamante de la traición.
20. LAS
JERARQUÍAS CLERICALES. Entre los hombres
fríos de mi tiempo señalo a las jerarquías
clericales cuya inmensa mayoría padece de una inconcebible
indiferencia frente a la realidad sufriente de los pueblos.
Declaro con absoluta sinceridad que me duelen como un
desengaño estas palabras de mi dura verdad.
Yo no he visto sino por excepción entre los altos
dignatarios del clero generosidad y amor… como se
merecía de ellos la doctrina de Cristo que inspiró
la doctrina de Perón. En ellos simplemente he visto
mezquinos y egoístas intereses y una sórdida
ambición de privilegio.
Yo los acuso desde mi indignidad, no para el mal sino
para el bien. No les reprocho haberlo combatido sordamente a
Perón desde sus conciliábulos con la
oligarquía. No les reprocho haber sido ingratos con
Perón, que les dio de su corazón cristiano lo mejor
de su buena voluntad y de su fe. Les reprocho haber abandonado a
los pobres, a los humildes, a los descamisados, a los enfermos, y
haber preferido en cambio la
gloria y los honores de la oligarquía.
Les reprocho haber traicionado a Cristo que tuvo
misericordia de las turbas. Les reprocho olvidarse del pueblo y
haber hecho todo lo posible por ocultar el nombre y la figura de
Cristo tras la cortina de humo con que lo inciensan.
Yo soy y me siento cristiana. Soy católica, pero
no comprendo que la religión de Cristo sea compatible con
la oligarquía y el privilegio.
Esto no lo entenderé jamás. Como no lo
entiende el pueblo.
El clero de los nuevos tiempos, si quiere salvar al
mundo de la destrucción espiritual, tiene que convertirse
al cristianismo.
empezar por descender al pueblo. Como Cristo, vivir con el
pueblo, sufrir con el pueblo, sentir con el pueblo.
Porque no viven ni sufren ni sienten ni piensan con el
pueblo, estos años de Perón están pesando
sobre sus corazones sin despertar una sola resonancia. Tienen el
corazón cerrado y frío. ¡Ah! ¡Si
supieran qué lindo es el pueblo, se lanzarían a
conquistarlo para Cristo que hoy, como hace dos mil años,
tiene misericordia de las turbas!
21. LA
RELIGIÓN. Cristo les pidió que
evangelizasen a los pobres y ellos no debieron jamás
abandonar al pueblo donde está la inmensa masa oprimida de
los pobres.
Los políticos clericales de todos los tiempos y
en todos los países quieren ejercer el dominio y
aún la explotación del pueblo por medio de la
iglesia y la
religión. Muchas veces, para desgracia de la fe, el clero
ha servido a los políticos enemigos del pueblo predicando
una estúpida resignación… que no sé
todavía cómo puede conciliarse con la dignidad
humana ni con la sed de Justicia cuya bienaventuranza se canta en
el Evangelio.
También el clero político pretende ejercer
en todos los países el dominio y
aún la explotación del pueblo por medio del
gobierno, lo que también es peligroso para la felicidad
del pueblo.
Los dos caminos del clericalismo político y de la
política
clerical deben ser evitados por los pueblos del mundo si quieren
ser alguna vez felices.
Yo no creo, como Lenín, que la religión
sea el opio de los pueblos. La religión debe ser; en
cambio, la liberación de los pueblos; porque cuando
el hombre se
enfrenta con Dios alcanza las alturas de su extraordinaria
dignidad. Si no hubiese Dios, si no estuviésemos
destinados a Dios, si no existiese religión, el hombre
sería un poco de polvo derramado en el abismo de la
eternidad. Pero Dios existe y por Él somos dignos, y por
El todos somos iguales, y ante El nadie tiene privilegios sobre
nadie. ¡Todos somos iguales!
Yo no comprendo entonces por qué, en nombre de la
religión y en nombre de Dios, puede predicarse la
resignación frente a la injusticia. Ni por qué no
puede en cambio reclamarse, en nombre de Dios y en nombre de la
religión, esos supremos derechos de todos a la
justicia y a la libertad. La religión no ha de ser
jamás instrumento de opresión para los pueblos.
Tiene que ser bandera de rebeldía. La religión
está en el alma de los pueblos porque los pueblos viven
cerca de Dios, en contacto con el aire puro de la
inmensidad.
Nadie puede impedir que los pueblos tengan fe. Si la
perdiesen, toda la humanidad estaría perdida para
siempre.
Yo me rebelo contra las "religiones" que hacen
agachar la frente de los hombres y el alma de los pueblos. Eso no
puede ser religión. La religión debe levantar la
cabeza de los hombres. Yo admiro a la religión que puede
hacerle decir a un humilde descamisado frente a un emperador:
"¡Yo soy lo mismo que Usted, hijo de Dios!"
La religión volverá a tener su prestigio
entre los pueblos si sus predicadores la enseñan
así: como fuerza de rebeldía y de igualdad, no
como instrumento de opresión.
Predicar la resignación es predicar la esclavitud. Es
necesario, en cambio, predicar la libertad y la
justicia.
¡Es el amor el único camino por el que la
religión podrá llegar a ver el día de los
pueblos!
22. LAS FORMAS Y LOS
PRINCIPIOS. Yo vivo con mi corazón pegado al
corazón de mi pueblo y conozco por eso todos sus
latidos.
Yo sé cómo siente, cómo piensa y
cómo sufre. No se me escapa que muchas veces ha sido
engañado y que en materia
religiosa tiene demasiado prejuicios y acepta numerosos
errores.
Yo no me siento autorizada para juzgar sobre este
trascendente tema. Mi mensaje está destinado a despertar
el alma de los pueblos de su modorra frente a las infinitas
formas de la opresión, y una de esas formas es la que
utiliza el profundo sentido religioso de los pueblos como
instrumento de esclavitud.
El sentimiento religioso debe ser defendido por los
pueblos y por eso todas sus deformaciones reclaman una
condenación imperdonable.
Yo creo que tanto mal ha hecho a la humanidad los que
creen que la religión es una simple colección de
formalidades exteriores como aquellos que no ven otra cosa que
principios de
absoluta rigidez. La religión es para el hombre y no el
hombre para la religión, y por eso la religión ha
de ser profundamente humana, profundamente popular.
Y para que la religión sea así,
profundamente popular; debe volver a ser como antes. Ha de volver
a hablar en el lenguaje
del corazón que es el lenguaje del
pueblo, olvidándose de los ritos excesivos y de las
complicaciones teológicas también
excesivas.
Cuando al pueblo se le habla con sencillez y con amor;
acepta la verdad que se le ofrece. Y con más fe
todavía si se le predica con el ejemplo.
Desgraciadamente nuestro pueblo, y acaso todos los
pueblos de la tierra, sólo han visto demasiado interés en
los predicadores de la fe y acaso por eso mismo, les han cerrado
el corazón.
23. LOS PUEBLOS Y
DIOS. Muchas veces, en estos años de mi vida, he
pensado qué lejos estaban ciertos predicadores y
apóstoles de la religión del corazón del
pueblo… porque la frialdad y el egoísmo de sus almas no
podían contagiar a nadie ni sembrar en las almas el ardor
de la fe, que es fuego ardiente.
Yo sé -y lo declaro con todas las fuerzas de mi
espíritu- que los pueblos tienen sed de Dios. Y sé
también como trabajan sacerdotes humildes en apagar
aquella sed. Mi acusación no va dirigida contra
éstos, sino contra quienes por egoísmo, por vanidad
por soberbia, por interés o
por cualquier otra razón indigna a la causa que dicen
defender. alejan a los pueblos de la verdad, cerrándoles
el camino de Dios.
Dios les exigirá algún día la
cuenta precisa y meticulosa de sus traiciones con mucho
más severidad que a quienes, con menos teología,
pero con más amor; nos decidimos a darlo todo por el
pueblo. Con toda el alma, con todo el corazón.
24. LOS
AMBICIOSOS. Enemigos del pueblo son también los
ambiciosos. Muchas veces los he visto llegar hasta Perón,
primero como amigos mansos y leales, y yo misma me
engañé con ellos, que proclamaban una lealtad que
después tuve que desmentir. Los ambiciosos son
fríos como culebras pero saben disimular demasiado bien.
Son enemigos del pueblo porque ellos no servirán
jamás sino a sus intereses personales. Yo los he
perseguido en el movimiento
peronista y los seguiré persiguiendo implacablemente en
defensa del pueblo.
Son los caudillos. Tienen el alma cerrada a todo lo que
no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el
ideal. La doctrina y el ideal son ellos. La hora de los pueblos
no llegará con ningún caudillo porque los caudillos
mueren y los pueblos son eternos.
Por eso es grande Perón, porque no tiene otra
ambición que la felicidad de su pueblo y la grandeza de su
Patria. Y porque ha creado una doctrina -una doctrina es un
ideal- para que su pueblo siga su doctrina y no su
nombre.
Yo pienso, en cambio, que los pueblos cuando encuentran
un hombre digno de ellos, no siguen su doctrina, sino su nombre.
Porque en el hombre y en el nombre ven encarnarse a la doctrina
misma y no pueden concebir la doctrina sin su creador.
Por eso yo no puedo concebir al justicialismo sin
Perón, y por eso he declarado tantas veces que yo soy
peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es la
doctrina, en cambio el peronismo es
Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo
y que nos hace felices!
Los caudillos en cambio, los ambiciosos, no tienen
doctrina porque no tienen otra conducta que su
egoísmo. Hay que buscarlos y marcarlos a fuego para que
nunca se conviertan en dueños de la vida y las haciendas
del pueblo. Yo los he conocido de cerca y de frente, y algunas
veces incluso me han engañado, por lo menos
momentáneamente.
Hay que identificarlos y hay que destruirlos. La causa
del pueblo exige nada más que hombres del pueblo que
trabajen para el pueblo, no para ellos. En esto se distinguen los
ambiciosos: en que trabajan para ellos; nada más que para
ellos. Nunca buscan la felicidad del pueblo; siempre buscan
más bien su propia vanidad y enriquecerse pronto. El
dinero, el
poder y los honores son las tres grandes "causas", los tres
"ideales" de todos los ambiciosos. No he conocido ningún
ambicioso que no buscase alguna de estas tres cosas o las tres al
mismo tiempo. Los pueblos deben cuidar a los hombres que elige
para regir sus destinos. Y deben rechazarlos y destruirlos cuando
los vean sedientos de riqueza, de poder o de honores. La sed de
riquezas es fácil de ver. Es lo primero que aparece a la
vista de todos.
Sobre todo a los dirigentes sindicales hay que cuidarlos
mucho.
Se marean también ellos y no hay que olvidar que
cuando un político se deja dominar por la ambición
es nada más que un ambicioso; pero cuando un dirigente
sindical se entrega al deseo de dinero, de
poder o de honores es un traidor y merece ser castigado como un
traidor. El poder y los honores seducen también
intensamente a los hombres y los hacen ambiciosos. Empiezan a
trabajar para ellos y se olvidan del pueblo.
Esta es la única manera de identificarlos. El
pueblo tiene que conocerlos y destruirlos.
Solamente así, los pueblos serán libres.
Porque todo ambicioso es un prepotente capaz de convertirse en un
tirano. ¡Hay que cuidarse de ellos como del
diablo!
25. Si alguien me preguntase, en estos momentos
difíciles y amargos de mi vida, cuál es mi deseo
más ferviente y cuál mi voluntad más
absoluta, yo les diría: vivir eternamente con Perón
y con mi pueblo.
Muchas veces, en las horas largas y duras de mi
enfermedad, he deseado vivir no por mí, que ya he recibido
de la vida todo cuanto podía pedir y más
todavía, sino por Perón y por mis "grasitas", por
mis descamisados.
La enfermedad y el dolor me han acercado a Dios y he
aprendido que no es injusto todo esto que me está
sucediendo y que me hace sufrir.
Yo tenía todas las posibilidades de tomar; cuando
me casé con Perón, el camino equivocado que conduce
al mareo de las altas cumbres.
En cambio Dios me llevó por los caminos de mi
pueblo y por haberlo seguido he llegado a recibir como nadie el
cariño de los hombres, de las mujeres, de los niños y
de los ancianos.
Pero le pido a Dios que me dé algunas vacaciones
en mi sufrimiento
26. EL GRAN DELITO.
Muchas veces, sobre todo en los años de la revolución, oía como los altos jefes
militares trataban de disuadir al Coronel de su amor por el
pueblo.
Ellos no concebían que un oficial superior
pudiese entregarse así a "la chusma".
Al principio creían que el Coronel hacia
demagogia para conquistar el poder. Fue entonces cuando,
envidiosos del éxito
de Perón, le hicieron la primera revolución, le exigieron su renuncia y lo
encarcelaron en Martín García.
Pero felizmente el pueblo ya lo había conocido a
Perón, y ya no veía en él al jefe militar
con vocación de dictador; sino al compañero cuyo
corazón había sentido el dolor de nuestra
raza.
Y el pueblo se lanzó a la calle dispuesto a todo.
Los jefes militares de la reacción huyeron asustados y la
oligarquía se escondió con ellos. Fue el 17 de
octubre de 1945. Después, las cosas cambiaron. El Coronel,
ya Presidente, siguió fiel a sus descamisados. Ya no
podía ser que fuese demagogo, como decían. Era
cierto entonces aquello de que Perón, un jefe militar;
concedía importancia fundamental a los trabajadores de su
pueblo. Y a medida que los trabajadores se organizaban
constituyendo la más poderosa fuerza del país, la
oligarquía infiltrada también en las fuerzas
armadas preparaba la reacción.
Yo he presenciado la dura batalla de Perón con el
privilegio de la fuerza, tan dura como las luchas contra el
privilegio del dinero o de la sangre. Yo
sé lo que ha sufrido, aunque he tenido el raro y
maravilloso privilegio de ser algo así como el escudo
donde se estrellaron siempre los ataques de sus
enemigos.
Ellos, cobardes como todos los traidores, nunca lo
atacaron de frente, lo atacaron por mí… ¡Yo fui el
gran pretexto! Cumplí mi tarea gozosa y feliz, parando los
golpes que iban dirigidos a Perón. Sin embargo los que no
me querían a mí, siempre terminaron por alejarse de
Perón. De alguna manera se fueron… ¡Y muchos lo
traicionaron!
La verdad, la auténtica y pura verdad, es que la
gran mayoría de los que no quisieron a Perón por
mi, tampoco lo quieren sin mi.
En cambio el pueblo, los descamisados, los obreros, las
mujeres, que me quieren a mí más de lo que merezco,
son fanáticos de Perón hasta la
muerte.
En el pueblo reside la fuerza de Perón, no en el
ejército. Solamente el pueblo lo quiere a Perón con
fanatismo y sinceridad. Y cuando en los últimos tiempos
algunos oficiales de las fuerzas armadas quisieron "terminar con
Perón, tuvieron que enfrentarse con el pueblo que
rodeó a su Líder;
oponiendo a los traidores el pecho descubierto, la fuerza
infinita del corazón.
Aún en el ejército, los hombres leales,
aún las que cayeron en defensa de Perón, fueron
hombres del pueblo, humildes pero nobles y fieles ante la
defección traidora de la oligarquía. Aquel
día, el 28 de septiembre, yo me alegré
profundamente de haber renunciado a la vicepresidencia de la
República el 22 y el 31 de agosto. Si no, yo hubiese sido
otra vez el gran pretexto. En cambio, la revolución vino a
probar que la reacción militar era contra Perón,
contra el infame delito cometido
por Perón al "entregarse" a la voluntad del pueblo,
luchando y trabajando por la felicidad de los humildes y en
contra de la prepotencia y de la confabulación de todos
los privilegios con todas las fuerzas de la
antipatria.
¡Este es el gran delito de
Perón! El gran delito que yo bendigo desde el fondo de mi
corazón descamisado. En mí, no tiene importancia ni
tiene valor todo lo
que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo, porque yo
vine del pueblo, yo sufrí con el pueblo.
En cambio, el amor de Perón por los descamisados
vale infinitamente más, porque dada su condición de
coronel, el camino más fácil de su vida era el de
la oligarquía y sus privilegios. En cambio se
decidió por el pueblo, contra toda probabilidad,
venciendo las resistencias
de muchos compañeros y abrazó nuestra causa
definitivamente.
¡Cometió el gran delito!
Pienso que, cometiéndolo, salvó él
sólo a las fuerzas armadas de mi Patria del
descrédito y del deshonor. Si Perón no fuese
militar; nuestro pueblo estaría convencido de que las
fuerzas armadas son un reducto de la oligarquía. Los
militares tienen, en este año de Perón, la gran
oportunidad de asegurarse el porvenir ayudándolo en su
tarea de servir al pueblo, partiendo de la base fundamental de
que eso no es delito: es servir a la Patria.
27. MI VOLUNTAD SUPREMA. Quiero vivir eternamente
con Perón y con mi Pueblo.
Esta es mi voluntad absoluta y permanente y será
también por lo tanto cuando llegue mi hora, la
última voluntad de mi corazón.
Donde esté Perón y donde estén mis
descamisados allí estará siempre mi corazón
para quererlos con todas las fuerzas de mi vida y con todo el
fanatismo de mi alma.
Si Dios llevase del mundo a Perón antes que a
mí, yo me iría con él porque no sería
capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se
quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis
obreros, con mis ancianos, con mis niños para ayudarlos a
vivir con el cariño de mi amor; para ayudarlos a luchar
con el fuego de mi fanatismo y para ayudarlos a sufrir con un
poco de mis propios dolores. He sufrido mucho, pero mi dolor
valía la felicidad de mi pueblo y yo no quise negarme -no
quiero negarme-, acepto sufrir hasta el último día
de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o
enjugar alguna lágrima.
Pero si Dios me llevase del mundo antes que a
Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y
mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo
seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos,
haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que
no les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en
sus almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me
quema y me consume como una sed amarga e infinita.
Yo estaré con ellos para que sigan adelante por
el camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que
llegue el día maravilloso de los pueblos.
Yo estaré con ellos peleando en contra de todo lo
que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la
"ignominiosa" raza de los pueblos.
Yo estaré con ellos, con Perón y con mi
Pueblo, para pelear contra la oligarquía vendepatria y
farsante, contra la raza maldita de los explotadores y de los
mercaderes de los pueblos. Dios es testigo de mi sinceridad.
Él sabe que me consume el amor de mi raza, que es el
pueblo.
Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los
limites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios
sabe también que nunca he odiado a nadie por si mismo, ni
he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a
mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes
nadie defendió jamás con más sinceridad que
Perón y con más ardor que "Evita". Pero es
más grande el amor de Perón por el pueblo que mi
amor; porque él, desde su privilegio militar; supo
encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo
todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el
pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del
pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi
pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta
voluntad mía, la última y definitiva de mi vida,
sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en
la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados.
Quiero que sepan, en ese momento, que quise y que quiero a
Perón con toda mi alma y que Perón es mi sol y mi
cielo. Dios no me permitirá que mienta si yo repito en
este momento una vez más, como León Bloy, que "no
concibo el cielo sin Perón".
Pido a todos los obreros, a todos los humildes, a todos
los descamisados, a todas las mujeres, a todos los pibes y a
todos los ancianos de mi Patria que lo cuiden y lo
acompañen a Perón como si fuese yo
misma.
Quiero que todos mis bienes queden a disposición
de Perón como representante soberano y único del
pueblo.
Deseo que todos mis bienes, que considero en gran parte
patrimonio del
pueblo y del movimiento
peronista, que es del pueblo, y que todo lo que dé "La
Razón de mi Vida" y "Mi Mensaje", sea considerado como
propiedad
absoluta de Perón y del pueblo argentino.
Mientras viva Perón, él podrá hacer
lo que quiera de todos mis bienes: venderlos, regalarlos e
incluso quemarlos si quisiera, porque todo en mi vida le
pertenece, todo es de él, empezando por mi propia vida que
yo le entregué por amor y para siempre, de una manera
absoluta.
Pero después de Perón, el único
heredero de mis bienes debe ser el pueblo y pido a los
trabajadores y a las mujeres de mi pueblo que exijan por
cualquier medio el cumplimiento inexorable de esta voluntad
suprema de mi corazón que tanto los quiso.
Todos los bienes que he mencionado y aún los que
hubiese omitido deberán servir al pueblo, de una o de otra
manera.
El dinero de "La Razón de mi Vida" y de "Mi
Mensaje", lo mismo que la venta o el
producido de mis propiedades, deberá ser destinado a mis
descamisados.
Quisiera que se constituya con todos esos bienes un
fondo permanente de ayuda social para los casos de desgracias
colectivas que afecten a los pobres y quisiera que ellos lo
aceptasen como una prueba más de mi
cariño.
Deseo que en estos casos, por ejemplo, se entregue a
cada familia un
subsidio equivalente a los sueldos y
salarios de un año, por lo menos.
También deseo que, con ese fondo permanente de
Evita, se instituyan becas para que estudien los hijos de los
trabajadores y sean así los defensores de la doctrina de
Perón, por cuya causa gustosa daría mi
vida.
Mis joyas no me pertenecen. La mayor parte fueron
regalos de mi pueblo. Pero aún las que recibí de
mis amigos o de países extranjeros, o del General, quiero
que vuelvan al pueblo.
No quiero que caigan jamás en manos de la
oligarquía y por eso deseo que constituyan, en el Museo
del Peronismo, un valor
permanente que sólo podrá ser utilizado en
beneficio directo del pueblo.
Que así como el oro respalda la moneda de algunos
países, mis joyas sean el respaldo de un crédito
permanente que abrirán los bancos del
país en beneficio del pueblo, a fin de que se construyan
viviendas para los trabajadores de mi Patria.
Desearía también que los pobres, los
ancianos, los niños, mis descamisados, sigan
escribiéndome como lo hacen en estos tiempos de mi vida y
que el monumento que quiso levantar para mí el Congreso de
mi Pueblo recoja las esperanzas de todos y las convierta en
realidad por medio de mi Fundación, a la que quiero
siempre pura como la concebí para mis
descamisados.
Así yo me sentiré siempre cerca de mi
pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre
los descamisados y Perón.
Por fin, quiero que todos sepan que si he cometido
errores los he cometido por amor y espero que Dios, que ha visto
siempre mi corazón, me juzgue no por mis errores ni mis
defectos, ni mis culpas, que fueron muchas, sino por el amor que
consume mi vida. Mis últimas palabras son las mismas del
principio: quiero vivir eternamente con Perón y con mi
Pueblo.
Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con
ellos, porque él también está con los
humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de
Dios que me pedía un poco de amor que nunca le
negué.
28. UNA SOLA CLASE. Es
necesario que los hombres y mujeres del pueblo sean siempre
sectarios y fanáticos y no se entreguen jamás a la
oligarquía.
No puede haber; como dice la doctrina de Perón,
más que una sola clase: los que trabajan.
Es necesario que los pueblos impongan en el mundo entero
esta verdad peronista.
Los dirigentes sindicales y las mujeres que son pueblo
puro no pueden, no deben entregarse jamás a la
oligarquía.
Yo no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la
lucha de clases, pero el dilema nuestro es muy claro: la
oligarquía que nos explotó miles de años en
el mundo tratará siempre de vencemos.
Con ellos no nos entenderemos nunca, porque lo
único que ellos quieren es lo único que nosotros no
podremos darle jamás: nuestra libertad.
Para que no haya luchas de clases, yo no creo, como los
comunistas, que sea necesario matar a todos los oligarcas del
mundo. No, porque seria cosa de no acabar jamás, ya que
una vez desaparecidos los de ahora tendríamos que empezar
con nuestros hombres convertidos en oligarcas, en virtud de la
ambición, de los honores, del dinero o del
poder.
El camino es convertir a todos los oligarcas del mundo:
hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza.
¿Cómo? Haciéndolos trabajar para
que integren la única clase que reconoce Perón: la
de los hombres que trabajan. El trabajo es
la gran tarea de los hombres, pero es la gran virtud.
Cuando todos sean trabajadores, cuando todos vivan del
propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más
buenos, más hermanos, y la oligarquía será
un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad.
Pero, mientras tanto, lo fundamental es que los hombres
del pueblo, los de la clase que trabaja, no se entreguen a la
raza oligarca de los explotadores.
Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La
justicia exige que sea derrotado!
Declaro que pertenezco ineludiblemente y para siempre a
la "ignominiosa raza de los pueblos". De mi no se dirá
jamás que traicioné a mi pueblo, mareada por las
alturas del poder y de la gloria. Eso lo saben todos los pobres y
todos los ricos de mi tierra, por eso me quieren los descamisados
y los otros me odian y me calumnian.
Nadie niega en mi Patria que, para bien o para mal, yo
no me dejé arrancar el alma que traje de la calle. Por
eso, porque sigo pensando y sintiendo como pueblo, no he podido
vencer todavía nuestro "resentimiento" con la
oligarquía que nos explotó.
¡Ni quiero vencerlo! Lo digo todos los días
con mi vieja indignación descamisada, dura y torpe, pero
sincera como la luz que no sabe cuando alumbra y cuando quema.
Como el viento que no distingue entre borrar las nubes del cielo
y sembrar la desolación en su camino. No entiendo los
términos medios ni las
cosas equilibradas. Sólo reconozco dos palabras como hijas
predilectas de mi corazón: el odio y el amor.
Nunca sé cuando odio ni cuando estoy amando, y en
este encuentro confuso del odio y del amor frente a la
oligarquía de mi tierra -y frente a todas las
oligarquías del mundo- no he podido encontrar el equilibrio que
me reconcilie con las fuerzas que sirvieron antaño entre
nosotros a la raza maldita de los explotadores.
panchi b