Indice
1.
Introducción
2. La
Globalización
3. Colonialismo
"Reload"
4. Legitimación y Soft
Power
5. Bibliografía
Básica
"La tecnología no es ni
buena ni mala, tampoco neutral. Es un efecto, una fuerza,
probablemente más que nunca bajo el paradigma
tecnológico actual, que penetra en el núcleo de la
vida y la mente. Pero su despliegue real en el ámbito de
la acción social consciente y la compleja matriz de
interacción de fuerzas tecnológicas desatadas por
nuestra especie, y la misma especie, son una cuestión que
ha de investigarse, mas que una fatalidad por cumplirse".
"The Information Age" , Kranzberg.
On Earth as it is in the Heaven
Manoseado y consabido es el lugar común de enumerar la
serie de cambios e implicaciones para nuestras cotidianeidades
que representa la irrupción y domesticación de la
nueva era de la información; sin embargo cabria preguntarse
sobre las reales reconfiguraciones que se observarán en el
quehacer de nuestros espacios regionales, conceptos como
religitimación, desterritorialización,
pospolítica, sociedad
disciplinaria y dominio se
imbrican y transversalizan al momento de intentar un
acercamiento, acaso más interiorista del devenir de
nuestras entidades territoriales, que a ratos desaparecen en el
silencio del relato, casi en la otredad o en la margen de una
sociedad ajena
y cambiante. La informatización de nuestros ámbitos
laborales y sociales plantean una serie de interrogantes acerca
de las verdaderas modificaciones a las relaciones de producción, convivencia y gestión
desde nuestros espacios geográficos. Los nuevos paradigmas
asociados a las terciarización de la sociedad nos
sitúan de pronto en la primaria e ingenua lectura de una
descentralización frente a la
concentración del poder, el
capital y la
toma de
decisiones (1). Estamos frente a una
verdadera desconcentración o a una resitiazacion de los
nodos del poder
amparados en el fetiche de la horizontalidad en la postmoderna
sociedad emergente, o simplemente frente a la presencia de una
nueva mutación de las formas de ejercer el control donde la
discursividad impuesta nos entrega un razonamiento univoco y
unidireccional de la vía que deberán tomar nuestras
regiones y espacios socio-geográficos para enfrentar el
desarrollo en
una american way of life de prefigurado futuro, sin posibilidad
de resistencia,
intervención o modificación mas allá de las
márgenes preestablecidas por los poderes fácticos,
que articulan minuciosamente la relatología desarrollista
de la sociedad (2). Nuestro país se
encuentra en el híbrido trance de una sociedad
protoindustrial a una sociedad protoinformática; sin
procesos
acabados y donde los actores sociales y políticos solapan
las discusiones necesarias para enfrentar con propuestas
concretas, por lo pronto, los desafíos que
demandarán a nuestras realidades locales los nuevos
escenarios en los que deberá desenvolverse e interactuar
Chile de cara
al siglo XXI.
Las radicales transformaciones operadas a partir de la
instauración del régimen militar en 1973, cimientan
las bases discursivas de una sociedad disciplinada; desde el
univoco relato del poder, que se relegitima en nuevos contextos,
en un filón ideológicamente hegemónico y que
tiene un carácter
funcional con el desarrollo de
la burguesía y el capital
trasnacional que se pliega sobre la ideología de mercado, de la
forma impuesta y determinada por el nuevo modo de producción en una economía de
externalización (3).
Esta nueva globalización se hace posible, según
Castells,(4) como un modo informacional de
desarrollo tras la convergencia de dos grandes procesos; a
saber : la reestructuración del capitalismo y
una profunda innovación tecnológica. Entre los
rasgos neocapitalistas más gruesos que se mencionan, se
puede destacar: apropiación por parte del capital de una
porción cada vez mayor del excedente proveniente del
proceso de
producción; cambio
sustancial en el modelo de
intervención del estado y, por
último, una internalización acelerada de los
procesos económicos.
La revolución tecnológica, por su
parte, irrumpe mediante la digitalización, es decir,
tecnologías de procesamiento de la información que transforman radicalmente
los procesos productivos y culturales, articulando los nuevos
modos de significación, organización y gestión
que se desplazan de estructuras
verticalistas, a modos flexibles en redes horizontalizadas y
desterritorializadas.
En una sociedad como la nuestra, pero en el fondo en
cualquier sociedad; relaciones de poder múltiples
atraviesan, caracterizan, y constituyen el cuerpo social. Estas
relaciones de poder no pueden disociarse, establecerse, ni
funcionar sin una producción, una acumulación, una
circulación, un funcionamiento del canon discursivo que
opera como herramienta eficaz del llamado capitalismo
postindustrial que se readecua, como señala Cuadra
(5), a las problemáticas y realidades
locales en una "glocalización", que recoge el imaginario
iconográfico y social de los nuevos territorios para
mimetizarse en el paisaje.
La sociedad de consumo
reemplaza a la sociedad, en cuanto grupo
político que participa de un proyecto
ciudadano, en sus organizaciones de
base que prontamente dejan de ingerir en los destinos de la
localidad, que abre sus espacios a los inductores del consumo que
fragmentan el ámbito público y sus tejidos sociales
(6).
Después de 29 años de existencia administrativa la
X Región de los Lagos, (creada por decreto ley Nº 575 y
578 de julio de 1974) vive una serie de problemas
estructurales, que dan cuenta del claro agotamiento del sistema de
regionalización, que hasta ahora se mostrado incapaz de
corregir el conjunto de situaciones que dijo solucionar, y que
muchas veces ha operado como un freno al desarrollo
descentralizado y autónomo de nuestra unidad territorial,
mostrando una problemática, que va más allá
de la disección o unión artificiosa de unidades
geográficas y humanas de compleja realidad y
existencia.
Un Guiño a la Pasada
Pese a que de vez en cuando la prensa recoge
comentarios o artículos sobre esta realidad y sean
diversos los estudios generados a partir de nuestra
situación, existe un escaso interés
por tratar el tema y transformarlo en una discusión
ciudadana, más allá de los oportunos discursos
electorales de algunas autoridades políticas
que ensayan su verborrea mediática en las aspiraciones de
la ciudadanía; que vive en la urgencia del
sinnúmero de problemas que
la aquejan a diario y que no encuentran solución
(7).
Los tibios intentos democratizadores impulsados por diversos
sectores políticos debieran dar cuenta de la posibilidad
de transformar la carta
fundamental de la república que con sus leyes de amarre
pretende mantener una estabilidad artificiosa de la "democracia de
los consensos" y de los grandes grupos de poder,
es justamente la constitución de 1980 (y su casi nula
posibilidad de modificar instituciones
que atentan al desarrollo de una democracia que
busca consolidarse pese a los senadores designados, inamovilidad
de los comandantes en jefe, centralismo
político y un sistema de
elección binominal) la que aleja de la
participación política a los
grupos
disidentes o alejados de los grandes conglomerados que imponen
sus designios sobre la ciudadanía en general.
En la actualidad el control del
conocimiento,
de su difusión y de sus aplicaciones se convierte en una
de las apuestas principales, tanto en las relaciones sociales
como en las relaciones económicas. Los cerrojos de la
propiedad se
mantienen: el que posee la información tiene el poder y a
la inversa (8).
La confluencia de las telecomunicaciones con las redes informáticas
han modificado profundamente el mundo laboral
(conocidos en nuestras provincias son los ejemplos de la industria
forestal y la cuestionada industria del
salmón), pero no reduciendo el trabajo,
sino sometiendo a los asalariados a una doble presión
difícil de conciliar: rapidez y calidad. Sin
embargo las redes fueron concebidas como sistemas de
colaboración, y no de exclusión, tanto dentro como
fuera de la empresa, y la
información, que empobrece con el monopolio,
debiera constituir un instrumento de fragilización del
poder (9).
Sin duda el poder se ha desconcentrado; ahora es ubicuo, esta en
todas partes, sin obstáculos, regulaciones ni fricciones
geográficas, sociales o legales. En el ámbito
laboral
seguimos entrampados en discusiones sindicales reivindicativas,
sin percibir los fenómenos de inducción hipnótica del trabajo
inmaterial, que transforma las relaciones
laborales en relaciones de dependencia y dominio en un
verdadero "culto" en el engranaje productivo. Así es como
se va diseñando una sociedad de la urgencia que empuja a
la parcelación de las tareas, a la instauración de
horarios atípicos; en resumen, a toda una panoplia de la
flexibilización, a una horizontalidad de acceso
restringido, que pavimenta aun más las profundas
diferencias sociales y laborales en los espacios locales
.
En nuestro país, el proceso de
regionalización responde a concepciones basadas en
principios
geopolíticos y economicistas, que generaron estructuras
rígidas, centralizadas, sin la suficiente capacidad de
adaptabilidad funcional a la nueva realidad política, social y
económica del país.
Las regiones en Chile son
creaciones institucionales; más que realidades
sociológicas y culturales, y en las actuales
circunstancias de libre funcionamiento del sistema, muestran su
inamovilidad frente a una vocación eminentemente
centralista y concentradora de actividades productivas,
decisiones políticas
y de población, en desmedro no sólo de
los espacios provinciales y comunales; sino que de la propia
calidad de
vida de la capital del reino.
La historia de
nuestra región señala que la regionalización
subestimó o no consideró barreras sociales,
económicas y culturales al momento de la fusión o
escisión de los espacios geográficos que la
componen.
Los ejes de discusión en la actualidad, casi siempre se
relacionan respecto al número de regiones que debiera
tener el territorio nacional, más que la
realización de un ejercicio intelectual dialogante
respecto a las modificaciones estructurales, de administración y de gestión de las
áreas microregionales (conocidas son las aspiraciones de
las provincias Arica y de Valdivia de constituirse en entidades
independientes); cabría preguntarse si la actual modalidad
administrativa y política ha permitido eficazmente una
descentralización dinámica y con la suficiente capacidad de
respuesta a los nuevos desafíos y escenarios en la actual
reconfiguración del mundo conocido.
La nuevas
tecnologías de la información y del trabajo han
venido ha configurar la recarga necesaria para el desarrollo y
mantenimiento
de las sociedades
capitalistas hegemónicas que han generado una nueva
discursividad postmoderna que curiosamente se emparientan con los
relatos de las sociedades
colonialistas del siglo XIX y comienzos del XX.
(10)
La dificultad para transferir conocimientos y nuevas
tecnologías del centro a la periferia, amplían
las desigualdades económicas, sociales y culturales;
sometiendo a los estados nacionales y a las regiones a nuevas
formas de colonialismo y dominio.
Este colonialismo ya no sólo es físico,
militar o industrial, sino que es tecnológico y adictivo,
nuestras provincianas sociedades de raquítico desarrollo,
vulnerables de identidad y de
frágil arraigo, sucumben frente al mito, que nos
señalara Barthes (11) , y a las
baratijas de Silicón Valley puestas al servicio de
las fuerzas productivas que doblegan el entorno ya nada virgen de
nuestras regiones.
Como en la pandemia el virus se
desconcentra , muta, se mimetiza y busca sus vías de
circulación, crea nuevos híbridos que permean todo
posible antídoto y resistencia, es
más se nutre de ella, para generar una respuesta
más eficaz y generaciones más fuertes y complejas
que se hagan silencio y ausencia en el paisaje discursivo,
resituándose en nuevos territorios y organismos
receptores, sin posibilidad de rechazo, aceptando autistamente su
dominio en una transformación irreversible
(12).
"La Primera… es Siempre Gratis":
El asistencialismo y la cooperación informática y tecnológica de las
potencias extranjeras y su organismos tecno
–económicos (FMI, OMC, entre
otros); puestos al servicio del
capital trasnacional, han venido a democratizar el uso y acceso a
las nuevas tecnologías de la información que
otorgarán estándares internacionales a nuestra
rudimentaria producción local y folclóricas formas
de vida, a decir de las propias autoridades del país,
ningún alumno o ciudadano estará ajeno a estas
nuevas realidades que disminuirán la profunda brecha
digital de amplios sectores de la sociedad, mientras que esos
mismos estándares nos señalan que el 80% de
nuestros jóvenes apenas comprende lo que lee
(13).
4. Legitimación y
Soft Power
La reestructuración del orden económico, a
través de la aplicación intensiva de las nuevas
tecnologías y la internacionalización de las
operaciones
del capital a escala universal,
corre paralela al proceso de pérdida de confianza y
funcionalidad del estado, tanto
en su papel de
productor de bienes y
servicios como
de agente que posibilita la reproducción del sistema económico.
El nuevo orden económico parece estar caracterizado, de
una parte, por la coexistencia por una alta concentración
de la propiedad y el
poder económico en un número reducido de
megaempresas y un modelo de
extremada descentralización en la producción
(economía
difusa), en la cual la fricción del espacio está
dejando de ser un obstáculo para la acumulación
(14). En este sentido el contrato social,
característico del estado de bienestar,
pierde toda justificación y utilidad.
Asimismo, la reducción de las barreras proteccionistas, el
debilitamiento de los estados nacionales y su
descentralización son funcionales a la nueva fase de
expansión y dominio capitalista. Por consiguiente, la
tendencia a la descentralización de los estados nacionales
es explicable tanto de la lógica
de las exigencias de la propia acumulación como desde la
consecuente lógica
del estado capitalista en un período de agotamiento y
crisis que
busca en la desterritorialización y
descentralización una nueva forma de relegitimación
de su maquillada discursividad democrática interactiva en
la nueva era digital.
5.
Bibliografía Básica
(1) Hardt, Michael y
Negri, Antonio. "Imperio"; Buenos Aires, Ed.
Paidós, 2002.
(2) Jameson, Frederic."Teoría
de la Posmodernidad", Ed. Trotta; Madrid; 2001.
(3) Negri, Antonio."La Anomalía Salvaje.
Ensayo sobre
Poder y Potencia en B.
Espinoza", Ed. Anthropos; Barcelona; 1993.
(4) Castells, Manuel. "La Galaxia Internet". Editorial Plaza y
Janés. Barcelona. 2001.
(5) Cuadra, Alvaro y Ossa, Carlos.
"Postelevisión", en Manual de
Comunicación II. Universidad
Arcis. Santiago. 2003.
(6) Ranciére, Jacques. "En los Bordes de
lo Político". Editorial Universitaria. Chile. 1994.
(7) González, Víctor. "La Ciudad
Como Espacio Textual". En internet www.Sepiensa.cl. y
en www.arquinauta.com. 2002
(8) Mattelart, Armand: "Cómo
Nació el Mito
Internet". Revista Le
Monde Diplomatique, Nº 1 septiembre. 2000. Chile.
(9) Boulard, Martine: "Los Tiempos Modernos en
la Era Internet". Revista Le
Monde Diplomatique, Nº 6 marzo. 2000. Chile.
(10) Lagos, Gustavo: "El Desarrollo de las
Teorías
sobre el Imperialismo".
Editorial Universitaria; Santiago 1980. Chile.
(11) Barthes, Roland: "Mythologies", Editions
du Seuil. Paris. 1957.
(12) Sarlo, Beatriz: "Todo es Televisión", en Instantáneas.
Ediciones Ariel. Buenos Aires.
1995.
(13) Quintana, Guillermo " La Educación en
Chile: ¿Un Sistema en Descomposición?". En
http://www.portaldenegocios.cl/portal/article1597.html
(14) Boisier, Sergio: " La Construcción Social de las Regiones". En
Desarrollo Regional Tarea Nacional, Ediciones Universidad de la
Frontera. 1988. Temuco. Chile.
Autor:
Victor Gonzalez Frias