Indice
1.
Comunicación de masas.
2. Orígenes de la
prensa.
3. Prensa y
propaganda.
4. Comunicación
política.
5. Medios, mediación,
democracia.
1. Comunicación de masas.
Según Mc Luhan los medios de
comunicación de masas han transformado la vida de los
hombres y su relación con el entorno, estos tienen el
mérito de constituirse en extensiones de nuestra capacidad
de conocer, pues "construyen un lenguaje
social específico, que hace cambiar nuestras percepciones
sobre la sociedad y
nuestras relaciones con los demás"2
Para el autor, primero es el diario el que nos saca de
la tribu en la cual vivíamos con la interacción
oral. Esta analogía, nos transporta a la tribu donde nos
informábamos mediante el relato oral, escuchábamos
al cazador alrededor del fuego. En esta situación
podíamos dialogar directamente con el cazador y
éste podía modificar su relato- discurso,
según las preguntas o intervenciones de sus
oyentes.
En cambio el
diario nos lleva al aislamiento, al distanciamiento de los otros,
nos encontramos, señala Mc Luhan, con una memoria fuera de
nuestro cerebro, donde no
existe más un relato- tiempo real,
éste puede ser visto en tiempos diferidos y en
solitario.
Sin embargo, más importante que el contenido del
diario, es "la implantación de la nueva tecnología de la
comunicación (la telecomunicación), de la nueva
estructura
para informarse, la nueva relación que nace con un medio
que multiplica la palabra, reproduce muchas veces un mismo
mensaje, pero genera y favorece el aislamiento entre las
personas, cambiando toda la manera de pensar y de actuar en la
sociedad"3
Aunque enfatiza mucho más la importancia en la
construcción de una nueva percepción
de la realidad a través de los contenidos, no cabe ninguna
duda que "la imprenta, además significó un
verdadero poder, que
puso en cuestión el control
burocrático y fomentó tanto el nacionalismo
como el individualismo en el S. XVI."4
Es así como Gouldner atribuye la era de la
ideología a los siglos XVIII y XIX donde se
acrecienta fuertemente la disponibilidad de materiales
impresos, sobre todo en forma de noticias, esto derivó en
una clara necesidad de procesar e interpretar la información. Indica, además que la
ideología fue una respuesta a la "revolución
informativa, la cual trató de dar sentido a lo que de otra
forma habría sido sólo información
fragmentada".5
El periódico,
tal como hoy lo conocemos, nació en Inglaterra en el
S. XVIII. Pero con anterioridad a esta fecha existieron distintas
formas de comunicación
social. En la Roma antigua
existían distintos medios de
información pública, tal es el caso de "Las Actas
públicas o actas del pueblo", estas consistían en
una serie de tablones donde se entregaban los últimos y
más importantes acontecimientos sucedidos en el
Imperio.
Con la invención de la imprenta, ya en la
Edad Media,
aparecieron otras publicaciones periódicas. Estas
informaban sobre hechos excepcionales, cuando la ocasión
lo requería, tal es el caso del descubrimiento de
América.
Los gobiernos de la época pronto comenzaron a
utilizar la información como propaganda,
desarrollando los temas en un formato de libro y
portada ilustrada. La iglesia, por
su parte, realiza publicaciones de contenido popular, trataban
temas sensacionalistas, monstruos, milagros… y la
explicación de los mismos suele ser siempre
religiosa.
Desde el 1600 las Gacetas con periodicidad semanal eran
impresas por editores privados, pero pronto quedarían bajo
la protección de los Estados Absolutos que las
utilizarían como medio de propaganda de la monarquía.
Ya en el S. XVIII las empresas
periodísticas introdujeron innovaciones técnicas,
establecieron una infraestructura informativa para la
recepción de noticias y mejoraron los sistemas de
distribución, a medida que se desarrollaron
las redes del
ferrocarril. La "visión comercial" era incorporada al
desarrollo de
la información, aparece una nueva mentalidad, con un fin
lucrativo que permitió modernizar la empresa,
reducir costos y aumentar
la capacidad productiva.
Cabe destacar que en esta época el 80 por ciento
de la población era analfabeta, el
público-lector de papeles periódicos era una
minoría ilustrada compuesta por nobles y clérigos,
miembros de la burocracia real,
oficiales del ejército y algunos sectores de la clase
media profesional tales como médicos, profesores,
abogados, entre otros.
Aunque, más allá de la visión
elitista de la prensa del S.
XVIII, nos encontramos en los cimientos de ésta y el
papel
fundamental en la difusión de las ideas, ya sean liberales
o conservadoras, pero que en definitiva, relacionan de manera
evidente el apego de los medios al poder y la utilización
de estos como vehículos de transmisión de una
determinada ideología.
Un ejemplo claro de esto, es lo que ocurre "tras la
revolución
francesa, donde se produjo en toda Europa una
reacción conservadora y se impuso de nuevo el absolutismo
por lo que lo periódicos liberales tuvieron que dirigir
sus esfuerzos a luchar contra él".6 Estas
publicaciones, de una marcada tendencia política, fueron
creadoras de opinión
pública y fermento de las instituciones
democráticas. Tras el triunfo del liberalismo,
todos los países occidentales reconocieron la libertad de
expresión y dictaron leyes de
prensa.
Se realizaron reformas institucionales, apuntando a la
ampliación formal y legal de las libertades
públicas, y es, precisamente, "en el ámbito de la
prensa uno de los primeros en que se hace sentir la preeminencia
lograda por el proyecto
modernizador liberal, al aprobarse en 1872 la nueva Ley de Imprenta,
la cual consagró la más amplia libertad".7
En tanto, en nuestro país, el nuevo marco
legislativo instalado a partir de la normativa promulgada en 1872
permite a la prensa un notable desarrollo. "Cada día gana
más terreno la información sobre los comentarios y
las polémicas de carácter
meramente doctrinario".8
De esta manera, la prensa en Chile se
define a sí misma como informativa, desarrollando un
mercado noticioso
fuertemente competitivo; recibiendo, sin lugar a dudas, un fuerte
apoyo de las innovaciones tecnológicas de la época,
específicamente el ferrocarril fundado en Santiago en
1855, "el cual lo podemos catalogar de embrión del nuevo
tipo de prensa, y ocupa sin duda, un lugar preponderante en el
nuevo espacio comunicacional y cultural".9
Para Ossandón y Santa Cruz una suerte de
"hegemonía de pensamiento
liberal" marcado por un carácter universalista y
cosmopolita genera una cultura
cotidiana, en donde las elites adoptan nuevas costumbres y las
hacen parte de su vida. Se desarrolla un estilo de vida propio de
los cánones de la cultura europea, especialmente la
Inglesa y Francesa.
Es así, como se forman espacios exclusivos que
consolidaron una identidad
oligárquica que pronto fue transmitida por los medios de
esta "propia elite que monopoliza el poder, representa su
situación social en una puesta en escena que opera como
vitrina para el resto de la población, es aquí
donde genera espacios públicos exclusivos, segrega y
excluye, pero al mismo tiempo son cercanos y abiertos a la mirada
de los otros.10
La propaganda es definida por Oscar Ochoa como "toda
acción organizada para difundir una idea, opinión,
doctrina o religión
".11Es decir, que es un elemento necesario para la
difusión de valores, el
cambio de actitudes y la
información en cuanto a las conveniencias y propuestas de
los partidos
políticos como cuerpos de doctrina social.
Por otra parte, el autor señala que puede
adquirir un fuerte tinte de control al emplearla con un
propósito motivacional, el cual difunde argumentos para
justificar, persuadir o estimular a que se realicen acciones, en
ocasiones mediante la reiteración de determinadas ideas o
en los mensajes tendientes a influir en la voluntad de otra
persona o
grupo de
personas.
Un claro ejemplo de ésta situación, se
encuentra en el periodismo en
tiempo de guerra.
Durante la Primera Guerra
Mundial los periodistas colaboraron con el ejército y
difundieron entre la población noticias falsas e historias
heroicas, con el fin de mantener el entusiasmo de la retaguardia
y fomentar el odio entre los contrincantes.
Luego, al término de la II Guerra Mundial,
los Estados comenzaron directamente a intervenir en el sector
informativo, rescatando de la experiencia, "la utilización
de los medios informativos en el desempeño de una función al
servicio
público, protagonizando un rol social frente a la comunidad".12
Paralelo a esta situación, los Estados defienden
la libertad de expresión y al mismo tiempo establecen
normas de
control hacia los medios, pero a su vez se convierten en
dueños de dichos medios de
comunicación, lo que entrega una clara visión
del poder que la prensa representa para los intereses de las
instituciones públicas.
Finalmente, en los años 70´ el fuerte
desarrollo de las nuevas
tecnologías aplicadas a los medios de
comunicación, crean una crisis de la
información, ya que se acentúa la tendencia a la
concentración de emisores, en la que hasta nuestros
días seguimos inmersos.13 Esto ha generado
verdaderos bloques empresariales, donde priman fuertes intereses
económico-políticos detrás de verdaderas
industrias de la
información.
Los inicios de la comunicación política
los encontramos en los orígenes de la civilización,
cuando la vida social de las comunidades dependía de
líderes y pensadores con grandes habilidades en el manejo
de la retórica, la elocuencia y otras habilidades para
comunicar sus ideas y sus propósitos.
En tanto política, de acuerdo con Aristóteles "es la más subjetiva de
las ciencias, por
lo complejo del proceder humano en su conjunto".14 Sin
embargo ésta, ha ido consagrando sus funciones hacia
la vida de las comunidades, donde con ayuda de la
comunicación ha estado al
servicio del hombre durante
siglos.
Aunque, la preocupación del hombre por la
política y su difusión data del origen de la
civilización, explica Oscar Ochoa, en nuestro tiempo
aún no es posible establecer y conciliar intereses, lograr
consensos, entregar de una manera adecuada, equilibrada y
equitativamente justa de comunicación. Por el contrario,
el autor señala, que los medios ejercen un poder que
sobrepasa las posibilidades del ciudadano común, y la
política sigue siendo más el privilegio de unos
pocos que el ejercicio donde todos actúan por
igual.
Desde la perspectiva del autor, "la política es
una ciencia que
estudia las relaciones entre los ciudadanos y el
Estado".15 Es decir se genera una complicidad
entre ambos en la que no puede estar ausente la
comunicación, ya sea en forma directa o no, esto, ya que
en democracia la
vida política para Ochoa es un gran sistema de
diálogos.
Tanto así, que en la actualidad para un
político resulta difícil gobernar sin el concurso
de los medios de comunicación masiva. Esta
participación, entendiendo a la democracia como el
gobierno de la
opinión, podría ser desfavorable o a favor del
dirigente. Lo importante, sin duda, es que el político o
el grupo gobernante cuenten con los canales de
comunicación adecuados.
En este sentido, si no existen los canales informativos,
se margina al ciudadano de saber "si son correctas o justas las
decisiones que afectan a su vida cuando son tomadas por el grupo
en el poder, tampoco podría conocer a sus gobernantes y
menos aún realizar una democracia
participativa".16
En consecuencia, esto podría resultar claramente
perjudicial para el propio sistema político, ya que para
Ochoa, la comunicación tiene como uno de sus
propósitos sistematizar los flujos de información
entre gobernantes y gobernados lo que, en una sociedad
organizada, podría significar que sin comunicación
la política se vería limitada en alcance,
significado y posibilidades. Afirma, por lo tanto, que comunicar
es un acto de naturaleza
política.
Aunque las definiciones de comunicación
política son diversas y han generado fuertes
polémicas entre los distintos investigadores del campo,
existe un relativo consenso en que ésta cumple un papel
fundamental en el funcionamiento de los sistemas
políticos.
Meadow la define como "el intercambio de símbolos
o mensajes que con un significativo alcance han sido compartidos
por, o tienen consecuencias para, el funcionamiento de los
sistemas políticos".17
De esta manera, Ochoa plantea que la comunicación
política ha desempeñado distintos papeles,
dependiendo del sistema político del que se trate. Por
ejemplo, en una dictadura su
papel se verá limitado a servir como un mero instrumento
del poder establecido. En tanto, en un sistema
democrático, la comunicación ocupará un rol
más central en sus procesos.
Una visión institucionalizada de la
comunicación política, es la de la D. Nimo cuando
sostiene que "una comunicación (actividad) puede ser
considerada política en virtud de las consecuencias
(actuales y potenciales) que regulan la conducta humana
bajo ciertas condiciones de conflicto".18
Entre todas estas definiciones, destacan la existencia
de un campo común que llaman comunicación y otro
que llaman política, indica Monzón, y que cuando el
primero influye o guarda relación con el segundo, entonces
se puede hablar de "comunicación
política".
Sin embargo, para los efectos de ésta investigación utilizaremos el planteamiento
de Oscar Ochoa, el cual define a la "comunicación
política como el proceso de
transmisión y recepción de mensajes, desde y hacia
los componentes del sistema político".19 El
autor plantea, que si el ser humano es político por
naturaleza la comunicación que establece es un acto
público y de orden político, que trasciende y se ve
afectado en lo social con el propósito de establecer
relaciones de poder.
En la comunicación política intervienen,
además factores de tiempo, lugar, acontecimientos y lo
más importante, las intenciones de quienes participan en
ella dentro de un orden político establecido.
Finalmente, Ochoa explica que "la difusión de
valores del sistema social, a través de los medios de
comunicación se va desarrollando hacia relaciones
más complejas, sobre todo en el ámbito del
poder".20 Estas condiciones determinan los
acontecimientos estableciéndose un ciclo de relaciones
políticas y de
comunicación.
Por último, Monzón señala la
importancia que han adquirido los medios en el desarrollo de la
democracia desde los años noventa. Es la "mediocracia o
democracia centrada en los medios de comunicación que
está revolucionando el mundo de la información y la
política"21
Explica que los periodistas han pasado de ser testigos
de la actividad pública y política a actores, los
lideres políticos aprenden nuevas técnicas de
comunicación y persuasión, los gobiernos deben dar
cuenta de sus actos con mayor rapidez y transparencia y los
partidos políticos pierden peso en la escena
política para dar paso a la popularidad e imagen de sus
líderes; el nuevo espacio público, sin lugar a
dudas esta dominado por la información.
5. Medios, mediación,
democracia.
La confusión entre los conceptos de
mediación y mediatización, es para Phillippe
Breton, el punto de partida de la investigación en el
terreno de la comunicación política y el análisis del papel que desempeña la
ideología de la comunicación en la naturaleza del
debate
político actual.
Para el autor, "la mediatización es el hecho de
recurrir a los medios como canal de difusión de la
información, y cataloga a ésta sólo como un
caso posible de la función más vasta que asegura la
mediación".22 En tanto, la mediación
representa un conjunto de herramientas
que utilizan los medios en sus informaciones, estas son la
transmisión, puesta en escena y comentario.
Es así como, como Breton plantea que la forma
concreta que toma la ideología dentro de la
comunicación política, se describirá como
una doble identificación: por un lado, entre
mediación y mediatización; y por el otro, entre
medios y democracia.
Con respecto a la mediación y
mediatización, el autor difiere de la hipótesis que señala la
no-distinción entre la palabra política y su
formulación como mensaje, declarando que no
existiría una co-producción del mensaje entre mediador y el
político. Sino, por el contrario, distingue dos
modalidades de la puesta en forma "mediológica"
citando a Régis Debray "la que realizan los
medios como instancia independiente del transporte del
mensaje y la que realizan los propios productores de la palabra
política".23
En el primer caso, se trata de la mediatización o
canal de difusión que se encuentra en manos de los medios;
y en el segundo, de la argumentación política
propio de los políticos o grupos
dirigentes.
Además de señalar una marcada diferencia
entre los actores que participan de la comunicación
política a través de los medios, Breton explica la
importancia de la mediación, que no es sólo
transmisión, puesta en escena y comentario del mensaje,
sino que además, es utilizada por los medios para reducir
la mediación a la mediatización, quebrando el hilo
argumentativo propio de lo político para sustituirlo por
el "comentario mediático".
Frente a esta situación, Breton indica que los
políticos tienen dos caminos para asegurar la integridad
comunicacional de sus contenidos: lo primero es anticipar las
condiciones en la que los medios transmitirán,
pondrán en escena y comentarán dicho mensaje para
mantener su eficacia en la
opinión pública, o bien tratar de ahorrase esta
mediatización evitando a los medios y consiguiendo medios
de transmisión propios (acción militante o compra
de publicidad
política).
Si bien es cierto, que la segunda opción ha
probado su eficacia en el tiempo, en cuanto a los periodos
electorales, fuera de ese contexto el problema se presenta para
el político en la legitimidad que pueda tener para el
público un mensaje transmitido por una vía propia,
en lugar de utilizar como canal a los medios.
En cuanto a los medios y democracia, el autor postula
que el excesivo lugar que ocupan hoy los medios de
comunicación en detrimento de otros procesos de
mediación, ha convertido a estos en héroes del
mundo moderno, situándolos en el centro de todo. " La
sobreexposición de la prensa idealizada por una
ideología de fuertes resonancias utópicas que,
aprovechando el debilitamiento actual del discurso
político, sumado a la escasez de mediación,
obstaculizan la función (mediática) de la
política que podría, asegura, enriquecer la
democracia".24
El valor
ideológico- político que se le confiere hoy al
trabajo de los medios (mediación), incluso en el seno del
mundo político, junto al contexto del progresivo
debilitamiento de la producción de las ideas
políticas nuevas y su fuerte repercusión en las
convicciones del discurso político, han terminado en
generar un verdadero abismo entre el ciudadano común y sus
gobernantes.
Aunque la postura del autor plantea una visión,
un tanto apocalíptica sobre el tema, sin duda reflexionar
sobre la manera en que los medios entreguen más espacios
de participación y recuperen la función de
mediación que perdieron en favor de la
interposición, es el desafío para los medios en la
actualidad.
Autor:
Luis Isla Molina
Periodista y Licenciado en Comunicación Social.
Universidad Mayor
Sede Temuco.