Para comprender la riqueza del título
asignado para esta conferencia,
"Ciudad y cultura
ciudadana", quisiera explicar cada término para cimentar
las ideas expuestas a lo largo de la presentación de la
misma. Planteo como metodología, refontalizar cada palabra, es
decir, volver a las fuentes
históricas para encontrar su significado preciso y
original.
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El término Ciudad nos transporta a
las expresiones "urbs", "polis" y "cívitas" de las
antiguas civilizaciones griegas y romanas. Para los grandes
filósofos de Atenas y de Roma, la ciudad
se concebía como la cima de la civilización y del
progreso cultural. Cabe traer a la memoria a
dos grandes pilares: Aristóteles afirmaba que "la ciudad ha sido
creada en primer lugar para hacer a los hombres verdaderamente
hombres, y la ciudad existe para hacerlos felices. El hombre, que
inicia su período de desarrollo en
la familia,
encuentra sólo en la ciudad su madurez: el hombre es por
tanto un animal político" (Primer libro de la
Política).
Cicerón razonaba de la misma manera: "los hombres dejaron
poco a poco la barbarie, descubrieron el arte de la vida
comunitaria y crearon las primeras ciudades en donde aprendieron
la civilización y cultivaron las artes liberales;
encuentra el hombre en
la cívitas o ciudad un verdadero sentido de grandeza".
Tanto para los griegos como para los romanos la idea de ciudad
los llevaba a una conciencia
colectiva de unidad, en la que los intereses particulares
quedaban supeditados por los comunitarios; era entonces una empresa
común donde existe un pacto de ayuda mutua. Esta conciencia los
llevaba a formarse en el sentido de pertenencia, a mejorar sus
condiciones de vida y así alcanzar un nivel superior de
desarrollo
contrapuesto a las aldeas o al campo. La polis tiene como fin la
supervivencia, propia de los pueblos y también la
convivencia humana y el perfeccionamiento humano.
Siguiendo en el itinerario histórico nos
encontramos ahora en el Renacimiento,
con el primer sociólogo urbano, J. Botero (1546-1617) en
su libro "De la
causas de la grandeza y de la magnificencia de las ciudades"
escribe: "Se llama ciudad a una reunión de hombres que se
juntan para vivir felices, y se llama grandeza de una ciudad no
ya a la dimensión del lugar, sino a la multitud de sus
habitantes". Cabe señalar que el fin de la ciudad es la
felicidad.
La ciudad en su noble ideal se concibe hoy en día
como un símbolo, una representación colectiva que
evoca las aspiraciones o las ansiedades del hombre. No
puedo ignorar o desconocer el planteamiento de algunos pensadores
contemporáneos que conciben la ciudad como el
símbolo de la decadencia de los grupo humanos,
como el lugar de la degradación del hombre. Por ejemplo,
William Cowber, poeta inglés
expresa en uno de sus versos:"Dios hizo el campo, el hombre
inventó la ciudad". Este foro no va por esta corriente,
así lo manifiestan los organizadores en sus objetivos:
busca exaltar la ciudad, llevarla al nivel que quiso ser desde su
génesis u origen.
Continuando con esta exploración conceptual, nos
encontramos ahora con el término Cultura, esta
palabra proviene del verbo latino colo, colere, cultum =
cultivar) significa etimológicamente cultivo. En la
Grecia
antigua, el término correspondiente a cultura era
"paideia" (crianza de un niño; instrucción,
educación
perfecta), al paso que, en la Roma de
Cicerón, se usaba la palabra "humanitas" (naturaleza
humana; dignidad humana, educación
refinada).
Ateniéndonos a su definición
verbal-etimológica, es, pues, educación,
formación, desarrollo o perfeccionamiento de las
facultades intelectuales y morales del hombre; y en su reflejo
objetivo,
cultura es el mundo propio del hombre, en oposición al
mundo natural, que existiría igualmente aun sin el
hombre.
Desde este ángulo, se nutre la Conferencia
Mundial sobre Política Cultural,
realizada en México en
1.982, cuando ve la Cultura como "el conjunto de rasgos
distintivos, espirituales y materiales,
intelectuales y afectivos, que caracterizan una sociedad o
grupo social.
Ello engloba, además de las Artes y las Letras, los modos
de vida, los derechos fundamentales del
ser humano, los sistemas de
valores, las
tradiciones y las creencias"[1].
Derivado de esto, y en términos casi similares,
la Ley 397 de 1.997,
de Colombia
(Ley General de
Cultura) Título I, Artículo 1°, numeral 1,
define:
"Cultura es el conjunto de rasgos distintivos,
espirituales, materiales,
intelectuales y emocionales que caracterizan a los grupos humanos y
que comprende, más allá de las artes y las letras,
modos de vida, derechos humanos,
sistemas de
valores,
tradiciones y creencias".[2]
En otras palabras, cultura es todo lo que hacemos, es
todo lo aprendido a través de la socialización, es el comportamiento
que se refleja a través de las tradiciones, costumbres,
idiosincrasia, etc. y que surge en la medida que las sociedades
evolucionan; por lo tanto, es una expresión cambiante, a
la vez que es interdependiente, es un reflejo de la estructura
económica y permite a los individuos miembros de una
sociedad
diferenciarse de los ajenos, identificarse con los propios,
llevando de esa manera a la formación de una conciencia
individual y social. Es la manera total de vivir de un pueblo, el
legado que el individuo recibe de un grupo.
Resumiendo todo lo anterior, la cultura es un lugar de
encuentro que permite el diálogo
con la diversidad, es, a su vez, un espacio de búsquedas
colectivas y la formulación de un proyecto futuro
para los grupos
humanos.
Hemos examinado hasta aquí, los conceptos
de ciudad y cultura, abordemos en este momento el término
Ciudadano. En Roma al ciudadano individual lo
llamaban civis (plural cives). Tal como de cívitas hemos
derivado ciudad, el término civis no dejó herencia en
nuestra lengua sino a
través de su adjetivo derivado civilis (civil).
Tenía la consideración de civis todo hombre o
mujer que
vivía al amparo del
derecho de ciudadanía romana. Para mejor entender,
ciudadano es que pertenece a la ciudad.
Pero aún se encierra otro misterio en el
origen y estructura de
esta palabra: en latín la ciudadanía (la
cívitas) es un nombre colectivo, y seguro que como
tal se concibió, pero desde la individualidad, que nunca
fue Roma sospechosa de comunismos ni colectivismos.
Por eso vienen los propios etimologistas romanos a
advertirnos (esa fue su convicción) que civis procede del
verbo cieo, ciere, civi, citum que en sustancia significa
convocar, poner en movimiento,
agrupar, poner en marcha, impeler… En fin, que la
cívitas sería según esta etimología,
la acción y el resultado de agrupar; y civis sería
cada uno de los que forman parte de este agrupamiento.
Esto nos lleva a afirmar que la ciudad se compone
de individuos que adquieren el derecho de ciudadanía
cuando se agrupan y participan en el devenir de la
ciudad.
Finalmente, llegamos al concepto
Cultura Ciudadana, puesto marcha y en dinamismo en el
contexto nacional por el Alcalde de Santa fe de Bogotá,
Dr. Antanas Mockus en su primer período de gobierno
(1994-1997), y se materializó en el plan de
desarrollo "Formar Ciudad" como una de las seis prioridades del
mismo. Desde entonces, la cultura ciudadana ha sido entendida
como el conjunto de los comportamientos, valores, actitudes y
percepciones que comparten los miembros de una sociedad urbana; y
que determinan las formas y la calidad de la
convivencia, influyen sobre el respeto del
patrimonio
común y facilitan o dificultan el reconocimiento de los
derechos y
deberes ciudadanos.
La actual Administración Distrital contempló
de nuevo como uno de los seis objetivos del
plan de
Desarrollo 2001-2004 "BOGOTÁ PARA VIVIR TODOS DEL MISMO
LADO", el objetivo de
Cultura Ciudadana. Este se desarrolla a través de los
siguientes seis programas:
1. Apreciar las normas y admirar
lo bueno: Los proyectos
incluidos en este programa
están orientados a difundir las normas y
propiciar su acatamiento voluntario, poniendo en evidencia su
fundamento democrático y los beneficios obtenidos al
cumplirlas. En las campañas de difusión se hace
énfasis en normas de seguridad y
convivencia, tránsito, tributación, urbanismo y
ambiente,
derechos
humanos y servicios
públicos.
2. Vida sagrada: Las acciones de
este programa buscan
propiciar el desarme y otras acciones
orientadas a reducir las muertes violentas en la ciudad. Fomentar
modos de vida saludables y generar confianza, seguridad y
tranquilidad para que las personas ejerzan sus derechos y
libertades, disfruten la ciudad, cumplan sus deberes y
confíen en la justicia y en
el buen uso de la fuerza por
parte del Estado.
3. Aportar de buena gana: Este programa pretende
aumentar la conciencia individual y colectiva sobre los
beneficios colectivos de la tributación, reducir la
evasión en el pago de impuestos,
propiciar la renuncia a subsidios no merecidos y fomentar la
responsabilidad individual y colectiva en la
preservación y ampliación del patrimonio de
la ciudad.
4. Procedimientos
para decidir: Propiciar el uso de procedimientos
democráticos para cambiar disposiciones legales. Ampliar y
cualificar la discusión pública, haciendo visible
su utilidad para
aclarar diferencias, dirimir conflictos y
celebrar acuerdos.
5. Organizarse para influir y para aprender:
Reconocer las organizaciones,
potenciar su capacidad de construir nexos de solidaridad y de
representar a los ciudadanos y las ciudadanas en las decisiones
de la ciudad, la localidad y la zona.
6. Comunicar vida y jugar limpio: Fomentar
arte, cultura
y esparcimiento en espacios públicos para potenciar las
capacidades creativas y comunicativas de los actores culturales y
de los ciudadanos, y aumentar el disfrute colectivo de la ciudad.
Ampliar el
conocimiento y la apropiación social de la ciudad
mediante proyectos de
investigación y medios de
divulgación masiva.
Me he detenido en este punto sin olvidar que estamos
reunidos para pensar la ciudad de Montería, pero estos
grandes paradigmas
valen la pena traerlos a colación para seguirlos como
ejemplo. Mockus ha educado a los capitalinos y les ha
enseñado a ser mejor ciudad.
Sus ideas e iniciativas, a veces traumáticas,
escandalosas, extrañas y hasta locas, como la ley
zanahoria, la prohibición de la pólvora, la carta de
civilidad, los mimos en los semáforos, la
vacunación contra la violencia,
pico y placa, día sin carro, el uso de la cebra y los
cruces escolares, red de ciclo rutas y ciclo
vías dominicales, han llevado a grandes logros de suma
importancia: Reducir las muertes violentas originadas por el
abuso de alcohol,
reducción del número de niños
quemados o muertos por el uso de la pólvora, promover la
conciencia social sobre la importancia de cumplir normas
básicas de convivencia, reducción de tiempos de
desplazamiento y mitigación de impactos por
congestión vehicular, reducción y
desestímulo en el uso del vehículo particular
promoviendo la sostenibilidad ambiental de la ciudad, propiciar
el uso de las vías para actividades saludables de
esparcimiento y apropiación de los espacios urbanos,
generar sentido de pertenencia frente al espacio público,
promover la participación de los ciudadanos en el diseño
y adopción
de parques, promover la participación ciudadana para la
solución pacífica de conflictos y
el mejoramiento de las condiciones del entorno. y promover la
solidaridad con
la ciudad. Discutido o no este gobierno
distrital ha aportado en la construcción de una nueva concepción
de ciudad.
Nosotros desde la provincia hemos recibido ese influjo
de luz que debemos
hoy resaltar. A nosotros también nos ha mostrado
pedagógicamente lo que significa la cultura
ciudadana.
Montería, la villa soñada, como es
mencionada en su bello himno, está lejos de este ideal,
pero nada logramos con lamentarnos y llenarnos de pesimismo. Este
foro busca formar pensadores
y soñadores que juntos construyamos un mejor entorno, una
mejor ciudad. El pensar nos mueve a poner imaginación y
creatividad en
lo planteado; el soñar nos lleva a anhelar un mejor
futuro, a mirar el horizonte y el construir nos compromete a ser
obreros, a poner el hombro, a trabajar para consolidar las bases
o los cimientos.
¿Qué debemos hacer para construir una
mejor ciudad?¿
El camino que ahora planteo es sin lugar a dudas EL
EDUCAR EN Y PARA LA CULTURA CIUDADANA; es un cultivo de valores
cívicos que lleve al niño, al joven, al adulto, al
anciano, al visitante, en fin a todos, a amar la ciudad, a tener
sentido de pertenencia, a irradiar mentalidad comunitaria
(olvidando sus propios intereses), a sentir dolor por los
atropellos y abusos, a buscar desarrollo no entendido sólo
en lo material sino ante todo en lo personal. Es
necesario educar a la persona, porque
la calidad de una
ciudad depende primordialmente de la calidad de las personas que
residan en ella y de su habilidad para desarrollar y atraer
talento, o sea, del atractivo que represente vivir en ella. En la
ciudad las personas son la principal riqueza, se hace necesario
crear estrategias para
acercar al ciudadano a temas claves como el civismo, la cultura y
la participación ciudadana, contribuyendo a mejorar
notablemente el lugar en el que vive. Este proceso
pedagógico comienza en el hogar, cada integrante de la
familia tiene
que tener conciencia ciudadana y si no la tiene, infundir desde
temprana edad que hacemos parte de una ciudad que hay que amar,
cuidar y respetar como a la propia casa, como a la misma familia.
Infructuoso sería este trabajo si no se
complementa en el ámbito escolar (preescolar,
primaria, bachillerato y universitario). Cada estudiante tiene
que cultivar la cultura ciudadana orientada por sus docentes.
Desde el nivel inferior hasta el superior debe recibir una
asignatura teórica-práctica que se llamase "cultura
ciudadana". El ambiente de la
escuela, del
colegio y de la universidad tiene
que reflejar urbanismo, espíritu cívico, conciencia
ciudadana, comportamientos de convivencia y participación.
Este ambiente impactará social y culturalmente.
Cada trabajador en su ambiente laboral
aportará en la construcción de una mejor ciudad cuando se
entrega con servicio y
considera su tarea por insignificante que parezca una gran obra
en el bienestar de la ciudadanía; cuando lucha con
tolerancia por
ser mejor compañero y hace de su lugar de trabajo una
pequeña ciudad.
De igual modo los líderes comunales y los
gobernantes se esforzarán por doblegar sus intereses
particulares a los intereses de la ciudad, por poner más
iniciativa para el bien, dejando atrás la corrupción
y la politiquería, males que han degenerado nuestra ciudad
en un pueblo grande con problemas
inmanejables, con grandes necesidades sin dolientes y sin
soluciones a
largo plazo y duraderas. Debemos hacer de la ciudad un escenario
de educación y formación colectiva.
Preguntémonos, ¿qué puedo hacer por la
ciudad?.
Los medios de
comunicación social adelantarán campañas
para el rescate de los valores
fundamentales, desarrollo de actitudes de
convivencia ciudadana, respeto a los
demás y a lo público. La prensa, la radio,
la
televisión y el internet deben llevarnos a
una apropiación colectiva de la ciudad; en otros
términos, que cada ciudadano crea y sienta a la ciudad
como suya.
Para simplificar podríamos decir que tiene
que haber un esfuerzo grande de la familia, la
escuela, la educación y
el Estado para
modificar la cultura que tenemos. Para ello es indispensable
fortalecer la educación. No
podemos resignarnos con la tonta teoría
de algunos conformistas que dicen "es que nosotros somos
así y nadie nos va a cambiar"; no, pensemos y construyamos
una mejor ciudad en la que cada uno se sienta responsable y actor
participativo en este cambio. Somos
así, pero podemos ser mejores; será nuestro lema
para conquistar lo que hoy se presenta como un sueño: la
ciudad que queremos, la ciudad que nos merecemos, la ciudad que
necesitamos.
Al respecto conviene decir que Montería es
una cuidad que se encuentra inmersa en un caos total: social,
urbanístico, político, ambiental, económico
y cultural, que requiere del esfuerzo, del aporte y de la
participación de todos sus ciudadanos, instituciones
gubernamentales, no gubernamentales, educativas, militares,
religiosas y económicas; para que por medio de un proceso
formativo construyamos una cultura ciudadana.
La "Perla del Sinú", como culturalmente se
le llama, no constituye un espacio colectivo de asociación
o de intercambio humano orientado por la
motivación de un buen vivir, un vivir digno, sino que
es un conjunto no articulado de personas que simplemente habitan
en ella, la destruyen y duermen en ella, sin expectativas, sin
funciones, sin
responsabilidad; nuestra capital es una
simple reunión de barrios, urbanizaciones y
muchísimas invasiones. El desarraigo, la falta de identidad y de
sentido de pertenencia están llevando a la ciudad,
capital de
Córdoba a un conflicto
destructivo, a un espacio caótico. Evitemos que la ciudad
caiga al abismo, dejemos de ser guías ciegos que llevamos
a nuestra gente a la hostilidad, a la violencia, a
la insensibilidad, a la despreocupación por la
conservación y protección del entorno social,
cultural y ambiental.
Construyamos un mejor futuro para las
próximas generaciones, dejemos huellas en la historia y dejemos de ser
zánganos y sanguijuelas de nuestra ciudad. Pongamos todo
nuestro empeño, dejemos atrás nuestros errores,
nuestra complicidad social o nuestra culpabilidad
ciudadana.
Nosotros nos merecemos una mejor ciudad y
Montería se merece mejores ciudadanos y ciudadanas
comprometidos con el progreso, la conciencia colectiva, la unidad
en medio de las diversidades culturales, el mejoramiento de vida
de las personas y el sentido de pertenencia.
Juntos podemos lograrlo, unámonos en este
gran proyecto.
PEDRO RICARDO OROZCO OROZCO, Pbro.
Foro "Pensar la ciudad: un encuentro para
construir".
Montería
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