La comprensión del aprendizaje desde la perspectiva de los estilos de aprendizaje
- ¿Qué son los
estilos de aprendizaje? - ¿Cómo clasificar los
estilos de aprendizaje de los estudiantes? - ¿Es posible superar la
visión eminentemente cognitivista que caracteriza el
estudio y abordaje de los estilos de
aprendizaje? - A modo de
conclusiones
Para muchos países en el mundo, el fin del siglo
XX y el comienzo del nuevo milenio ha trascendido como un
período de grandes y significativas transformaciones en el
ámbito educacional, como resultado del continuo proceso de
perfeccionamiento que en los últimos tiempos ha vivido la
escuela
contemporánea. Conscientes cada día más del
papel de esta
como institución social encargada de conducir a la
formación y desarrollo
integral de las futuras generaciones, los pedagogos de principios del
siglo XXI nos mostramos sensibilizados como nunca antes, con la
idea de considerar al alumno como polo activo del proceso de
enseñanza– aprendizaje, conociendo de
antemano que cualquier intento por perfeccionar la
enseñanza en aras de lograr mayor efectividad en la misma,
tiene que transitar irremediablemente por una mejor, más
clara y exhaustiva comprensión del aprendizaje, y de lo
que va a ser aprendido (Valcárcel & Verdú,
1996; Rodgers, 2000; Hernández, 2001).
En general, en el campo de la educación cada
día sumamos más los profesores que comprendemos que
las influencias educativas no operan linealmente ni de manera
igual para todos los sujetos y que por tanto no pueden ser
estandarizadas (Fernández L., 1993). No por casualidad, la
personalización de la educación se perfila
ya como uno de los principales objetivos y
retos de los sistemas
educativos contemporáneos. Desafortunadamente, y a pesar
de muchos hoy comprender que la educación ha de considerar
entre sus principios la atención a la diversidad, en la
práctica, las enseñanzas siguen siendo
eminentemente estandarizadas y a los profesores nos sigue
resultando difícil poder
despojarnos de esa inercia igualitarista que siempre nos ha
caracterizado.
Todo ello ha derivado en que "las principales
preocupaciones del profesorado en su actividad docente, – como ha
señalado Saturnino de la Torre (1995)-, no se refieran al
desconocimiento de las técnicas
de programación, ni a la secuencia de
objetivos y contenidos a lo largo del curso, tampoco a la
elaboración de actividades de aprendizaje o al dominio de los
contenidos que ha de impartir, ni por supuesto a la forma de
evaluarlos. Todo esto ya lo domina o lo adquiere progresivamente
con la propia práctica. Muchos de los problemas se
centran en el alumno: cómo conseguir motivar a los alumnos
desmotivados, cómo mantener una atención
continuada, como conseguir que el alumno integre los objetivos
culturales, cómo utilizar metodologías o estrategias
didácticas que hagan la clase más atractiva, o
cómo atender a la diversidad de los alumnos. En
definitiva, el profesorado demanda
propuestas concretas a sus problemas, y estas tienen que ver con
el cómo actuar ante situaciones cada vez más
frecuentes de desmotivación generalizada del alumno hacia
los aprendizajes académicos. Estamos pues, ante un
problema de carácter
didáctico y metodológico".
En realidad y a pesar de todo el progreso conceptual
constatado en la pedagogía a favor de la
consideración del alumno, a los profesores nos sigue
siendo difícil poder articular respuestas diversificadas
susceptibles de atender las distintas necesidades de los
educandos, al no disponer muchas veces en nuestro haber de un
marco
teórico referencial que nos brinde instrumentos de
análisis y reflexión sobre la
práctica educativa, que nos permitan en definitiva
comprender cómo aprenden nuestros alumnos (Coll C.,
1995).
Con relación a la problemática del
aprendizaje y en particular a la forma de cada individuo
aprender, los psicólogos de la educación coinciden
en apuntar que las personas poseemos diferentes estilos de
aprendizaje, y estos son en definitiva, los responsables de
las diversas formas de los estudiantes comportarse ante el aprendizaje
(Enciclopedia de Psicología,
1998).
A la importancia de considerar los estilos de
aprendizaje como punto de partida en el diseño,
ejecución y control del
proceso de enseñanza- aprendizaje se han referido
numerosos autores en el marco de la propia psicología
educativa y la didáctica en general. "La investigación sobre los estilos cognitivos
-refiere por ejemplo, D. Nunan (1991),- ha tenido grandes
implicaciones para la metodología al brindar evidencias que
sugieren que el acomodar los métodos de
enseñanza a los estilos preferidos de los estudiantes,
puede traer consigo una mayor satisfacción de estos y
también una mejora en los resultados
académicos".
Por su parte R. Oxford (1993) apunta que "los estilos y
estrategias de aprendizaje sobresalen entre las variables
más importantes que influyen en la actuación de los
estudiantes, por lo que se hace necesario continuar la
investigación en este sentido para determinar el papel
exacto de los estilos y estrategias, pero incluso en este nivel
de comprensión podemos afirmar que los profesores
necesitan concientizarse más, tanto con los estilos como
las estrategias. Los profesores pueden ayudar a sus estudiantes
concibiendo una instrucción que responda a las necesidades
de la persona con
diferentes preferencias estilísticas y
enseñándoles a la vez como mejorar sus estrategias
de aprendizaje".
De la amplia gama de interrogantes que rodea al estudio
de los estilos de aprendizaje como campo de investigación,
en el presente artículo pretendemos tener una primera
aproximación conceptual a la definición del
término en si, abordando además diferentes enfoques
que sustentan algunas de las más reconocidas
clasificaciones y taxonomías que se conocen sobre los
estilos de aprendizaje hasta detallar en una
conceptualización de los estilos de aprendizaje que tome
en cuenta no solo la perspectiva cognitivista del aprendizaje
sino también la histórico- cultural, que finalmente
posibilite diseñar una concepción didáctica
renovadora. Durante este primer artículo, pretendemos
responder las siguientes interrogantes:
- ¿Qué son los estilos de aprendizaje?
¿En que marco conceptual surge el interés
investigativo por estos? - ¿Sobre la base de qué criterios pueden
ser clasificados los estilos de aprendizaje? - ¿Cómo superar la visión
eminentemente cognitivista que caracteriza el estudio y
abordaje de los estilos de aprendizaje en la Psicología
educativa? - ¿Cómo concebir didácticamente
una enseñanza que tome en cuenta los estilos de
aprendizaje?
¿Qué
son los estilos de aprendizaje?
La noción de estilos de aprendizaje o estilos
cognitivos tiene sus antecedentes etimológicos en el campo
de la psicología. Como concepto fue
utilizado por primera vez en los años 50 del pasado siglo
por los llamados "psicólogos cognitivistas", quienes
incentivados por el desarrollo de la lingüística, la
incipiente revolución
tecnológica en el campo de la informática y las comunicaciones
a partir del surgimiento de las computadoras,
los descubrimientos en la ciencias
neurológicas y el debilitamiento del conductismo,
comenzaban por aquel entonces a prestar especial atención
al hombre desde
el punto de vista de la cognición. De todos fue Herman
Witkin (1954) uno de los primeros investigadores que se
interesó por la problemática de los "estilos
cognitivos", como expresión de las formas particulares de
los individuos de percibir y procesar la información. Con posterioridad a los
trabajos de Witkin sobre dependencia- independencia
del campo, vieron la luz otras
investigaciones referidas al tema de autores como
Holzman P.S. & Clein G.S., 1954; Eriksen C.W., 1954; Golstein
K. & Scheerer M., 1951; Kagan J., (cit. por Allport G., 1961
y Huteau M., 1989).
Particular sentido adquirió el estudio de los
estilos cognitivos con los descubrimientos operados en el campo
de la neurología durante los años 60, a partir de
los trabajos de Roger Sperry con relación a la
especialización hemisférica del cerebro, los que
brindaron evidencias científicas acerca por ejemplo, del
desempeño del hemisferio izquierdo del
cerebro en las funciones
relacionadas con el lenguaje,
el razonamiento lógico, la abstracción, y del
hemisferio derecho en funciones referidas al pensamiento
concreto, la
intuición, la imaginación, las relaciones
espaciales y el reconocimiento de imágenes,
patrones y configuraciones.
Con el auge de las psicologías cognitivista y
humanista en otros campos del saber y en particular la
educación, los estudios desarrollados sobre los estilos
cognitivos pronto encontraron eco entre los pedagogos,
principalmente en países como Estados Unidos,
donde desde los años 60 venía generándose un
amplio movimiento de
reformas curriculares que clamaban por transformaciones
cualitativas en el sector, con vistas a la renovación de
las metodologías tradicionales y el rescate del alumno
como polo activo del proceso de enseñanza- aprendizaje.
Sin embargo, y a diferencia de los teóricos de la
personalidad, los psicólogos de la educación,
en lugar del término estilo cognitivo, comenzaron en
muchos casos a hacer uso del término estilo de
aprendizaje, explicativo del carácter multidimensional del
proceso de adquisición de conocimientos en el contexto
escolar. Ello a la vez derivó en una amplia diversidad de
definiciones, clasificaciones e instrumentos de diagnóstico, conformadores de los
más disímiles enfoques y modelos
teóricos con relación al objeto-problema en
cuestión.
Así por ejemplo, mientras para autores como R.
Dunn, K. Dunn y G. Price (1979), los estilos de aprendizaje
resultan ser "la manera en que los estímulos
básicos afectan a la habilidad de una persona para
absorber y retener la información", para otros como
Gregory (1979), estos representan "los comportamientos
distintivos que sirven como indicadores de
cómo una persona aprende y se adapta a su ambiente".
Una de las definiciones más divulgadas
internacionalmente en la actualidad es la de Keefe (1988) quien
propone asumir los estilos de aprendizaje como "aquellos rasgos
cognitivos, afectivos y fisiológicos, que sirven como
indicadores relativamente estables de cómo los discentes
perciben, interaccionan y responden en sus ambientes de
aprendizaje".
Sin dudas y como afirma Curry (1983), uno de los
obstáculos más importantes para el desarrollo y
aplicación de la teoría
de los estilos de aprendizaje en la práctica educativa es
la confusión que provoca la diversidad de definiciones que
rodean al término, a lo cual se suma la heterogeneidad de
clasificaciones que abundan en el mundo con relación a los
estilos de aprendizaje.
¿Cómo
clasificar los estilos de aprendizaje de los
estudiantes?
Respecto a la clasificación de los estilos de
aprendizaje, en nuestro estudio pudimos constatar la existencia
de una gama versátil de clasificaciones en tipos de
estilos o estudiantes, en la gran mayoría establecidas a
partir de dos criterios fundamentales, tal y como muestra la
siguiente tabla: las formas de percibir la información y
las formas de procesarla.
Criterios clasificación de los estilos de | Tipos de | Autores |
Según las vías de (Canales de | Auditivos, Visuales, Táctiles/ | Reid (1984); Dunn, Dunn and Prince (1989); |
Visuales, Verbales | Felder & Henríquez (1995) | |
Concretos, Abstractos | Gregorc (1982); Kolb (1984); McCarthy | |
Sensoriales, Intuitivos | Jung (1971); Myers & Myers (1980); Myers & | |
Según las formas procesar la información | Dependientes, Independientes | Witkin et al. (1971, 1976,1977); Ramírez & Castañeda |
Activos, Reflexivos | Kolb (1976), (1984); Reid (1987); McCarty (1987); | |
Globales, Analíticos | Cawley, Miller & Milligan (1976); Smith | |
Globales, Secuenciales | Felder & Henriquez (1995) | |
Causales, Secuenciales | Gregorc (1982) | |
Con desarrollo del hemisferio izquierdo del | Williams (1983); Kane (1984); McCarthy (1987); | |
Atomísticos, Holísticos | Marton (1988) | |
Serialísticos, Holísticos | Pask (1988) | |
Inductores, Deductores | Glaser (1988); Lahti (1986); Ropo (1987); Felder |
Al profundizar más en detalle las diferentes
concepciones en el estudio de los estilos de aprendizaje, saltan
a la vista cuatro modelos teóricos, desde nuestro punto de
vista, de trascendental valor
investigativo y heurístico para nuestra
investigación: los modelos de Rita y Keneth Dunn, D. Kolb,
R. Schmeck y Linda VerLee Williams.
Además de ser uno de los primeros enfoques
aparecidos en el campo de la educación acerca de los
estilos de aprendizaje, el modelo
propuesto por Rita y Keneth Dunn (1978, 1982 cit. por Orlich D.,
1995), se distingue por prestar especial atención a lo que
ellos dieran en llamar modalidades preceptuales, a través
de las cuales se expresan las formas preferidas de los
estudiantes responder ante las tareas de aprendizaje y que se
concretan en tres estilos de aprendizaje: estilo visual,
estilo auditivo y estilo táctil o
kinestésico.
Otro enfoque muy difundido en el mundo sobre los estilos
de aprendizaje es el de la mente bilateral, sustentado en el
estudio acerca de la asimetría funcional del cerebro
humano y que ha llegado a ser considerado por muchos
investigadores uno de los hallazgos científicos más
importante que plantea el cerebro humano en la contemporaneidad
(Deglin V., 1976). De ahí que el tema dejara de ser un
campo reservado de los neuropatólogos y se convirtiera en
objeto de estudio de fisiólogos, especialistas del
crecimiento, psicólogos y también los
educadores.
Precisamente, sobre la base de las investigaciones
neurológicas, en los últimos años ha visto
la luz en el mundo un interesante enfoque para el estudio de los
estilos de aprendizaje: el enfoque de la mente bilateral,
fundamento básico del llamado "arte de aprender
con todo el cerebro". Para los seguidores del enfoque de la mente
bilateral en la educación, las investigaciones acerca del
cerebro muestran evidencias que:
1. Las dos partes del cerebro |
2. Ambos hemisferios son |
3. Existen en los seres |
Sobre la base de estas características, autores como Linda VerLee
Williams han propuesto clasificar los estudiantes en
predominantemente sinistrohemisféricos (left-
brained), si se distinguen por ser eminentemente verbales;
resolver los problemas de forma secuencial; procesar la
información paso a paso, dato a dato, en forma lineal y
causal; preferir la conversación y la escritura;
poseer un pensamiento que sigue una lógica
explícita; y los predominantemente
dextrohemisféricos (right- brained), los que tienden a
ser menos verbales; a resolver problemas intuitivamente; preferir
imágenes y dibujos;
procesar holísticamente muchos datos a la vez,
en forma simultánea, no lineal ni causal.
Para la mayoría de los seguidores de la "mente
bilateral" en la educación, la tarea principal de la
escuela moderna radica en lograr que los estudiantes "aprendan
con todo el cerebro", y en consecuencia desarrollen un uso
flexible de los dos hemisferios cerebrales (Kinsella K.,
1995).
Otro de los modelos teóricos acerca de los
estilos de aprendizaje de mayor relevancia desde nuestro punto de
vista es el propuesto por el psicólogo norteamericano D.
Kolb (1976, 1984), quien considera que los estudiantes pueden ser
clasificados en convergentes o divergentes, y asimiladores o
acomodadores, en dependencia de cómo perciben y
cómo procesan la información.
En tal sentido Kolb plantea, que las personas pueden
captar la información o la experiencia a través de
dos vías básicas: la concreta, llamada por
él experiencia concreta y la abstracta, denominada
conceptualización abstracta.
De acuerdo a las formas de procesar la
información, Kolb señala que algunas personas,
después de haber percibido una experiencia o
información, prefieren reflexionar sobre algunos aspectos,
filtrar esa experiencia en relación con la propia para
crear nuevos significados en una elección pausada y
deliberada. Ello fundamenta una forma común de
procesamiento de la información: la observación
reflexiva, opuesta a una segunda, la
experimentación activa, propia de aquellas personas
que toman una información y casi de inmediato se ven
precisadas a utilizarla, actuando sobre la realidad para
transformarla.
Según la tipología de Kolb, los
estudiantes divergentes se caracterizan por captar la
información por medio de experiencias reales y concretas y
por procesarla reflexivamente, los convergentes por
percibir la información de forma abstracta, por la
vía de la formulación conceptual
(teóricamente) y procesarla por la vía de la
experimentación activa.
Por su parte, los asimiladores o
analíticos, tienden también a percibir la
información de forma abstracta, pero a procesar
reflexivamente. Finalmente los acomodadores perciben la
información a partir de experiencias concretas y la
procesan activamente.
Ciclo de aprendizaje propuesto por
Kolb D. (1990)
Otro de los enfoques de significativa importancia para
la investigación sobre estilos de aprendizaje en el marco
de la educación es el de R. Schmeck, el cual se vincula
directamente a estudios sobre estrategias de aprendizaje. En sus
investigaciones, este autor demuestra que los alumnos pueden
llegar a potenciarse académicamente siempre y cuando
desarrollen estilos y estrategias de aprendizaje
adecuados.
Para Schmeck el estudiante en un marco escolar propicio
realiza un doble aprendizaje: el relativo a la materia y el
relativo al proceso de pensamiento. Si este al estudiar un tema
lo memoriza, aprende a memorizar; si al estudiar lo sintetiza,
aprende a sintetizar. Ello manifiesta que la formación del
alumno en estrategias de aprendizaje no tan solo le ayuda a
mejorar su rendimiento académico, sino también el
desarrollo de la comprensión, la síntesis,
el análisis, en los que se basan los procesos de
pensamiento y los cuales los profesores demandan de los
estudiantes cuando les piden que sean analíticos,
críticos, creativos, seres pensantes. La
investigación en estrategias de aprendizaje también
llevó a Schmeck a concluir que cada persona desarrolla
durante su vida, como característica de su personalidad,
un estilo de aprendizaje.
Schmeck (1988) definió tres estilos de
aprendizaje distintos, los cuales se caracterizan por usar una
estrategia de
aprendizaje en particular y por alcanzar niveles de aprendizaje
diferentes:
1. Estilo de profundidad: propio de aquel
alumno que usa la estrategia de conceptualización, lo cual
quiere decir que cuando estudia abstrae, analiza, relaciona y
organiza las abstracciones (estrategia facilitadora de un
aprendizaje de alto nivel).
2. Estilo de elaboración: el cual
implica la utilización por parte del estudiante de una
estrategia personalizada. Para este estudiante el contenido de
estudio ha de estar relacionado directamente con él mismo,
con sus experiencias, con lo que ha pasado o piensa que va a
pasar (estrategia facilitadora de un aprendizaje de nivel
medio).
3. Estilo superficial: el cual implica el
uso de una estrategia centrada en la memorización; el
alumno solo recuerda el contenido que repasó al estudiar
(estrategia facilitadora de un aprendizaje de bajo
nivel).
La adquisición de estrategias según
Schmeck, forma parte del proceso de desarrollo
personal del alumno hasta que estas crean un estilo de
aprendizaje. Cambiar las estrategias implica incidir en el estilo
que forma parte de las características personales del
estudiante. De modo que las estrategias y el estilo de
aprendizaje reflejan una forma de pensamiento.
Para Schmeck y sus seguidores (Rojas G. & Quesada
R., 1992), la escuela ha de preocuparse de manera efectiva de las
estrategias de aprendizaje y de pensamiento, es decir, orientarse
al qué y cómo aprenden los estudiantes, y
también suplir el uso del enfoque tradicional por uno
cualitativo, que le permita al estudiante a partir del
enriquecimiento de sus estructuras
cognoscitivas, desarrollar estrategias y un estilo de aprendizaje
de alto nivel.
En general, al valorar las diferentes clasificaciones
abordadas durante nuestro estudio, salta a la vista el fundamento
eminentemente cognitivista que subyace en la esencia de cada
concepción, lo que a nuestro juicio, guarda
relación con la propia postura que los diferentes autores
asumen con relación al proceso de aprendizaje por una
parte y a la personalidad por otro. Al respecto baste
señalar que para los cognitivistas el aprendizaje es
entendido básicamente en términos de procesamiento
de información como requisito imprescindible y suficiente
para regular racionalmente la conducta del ser
humano, obviando en algunos casos el papel de la afectividad, y
del contexto en el aprendizaje humano. Por otra parte, la
personalidad para muchos de los autores consultados, no pasa de
ser una dimensión más de las diferencias
individuales, a la par con motivación, capacidades, inteligencia,
sistema de
creencias, estrategias, estilos de aprendizaje, etc. Aquí
precisamente radica, a juicio de autores como Albertina Mitjans
(1995), la limitante principal de muchos de los enfoques
concebidos en el mundo con relación a los estilos de
aprendizaje: en considerar la personalidad como dimensión
de las diferencias individuales, lo que conduce al propio
debate sobre
si el estilo constituye una dimensión de la personalidad o
una dimensión del funcionamiento cognitivo lo que expresa,
en última instancia, la no superación de la
separación entre cognición y personalidad (Mitjans,
A. 1995).
"Los intentos de estudiar los distintos estilos de
aprendizaje, ha señalado por otra parte Butkin (1977,
citada por Fariñas G. (1995), han sido aproximaciones
válidas hasta cierto punto, porque no han logrado
trascender las interpretaciones acerca del aprendizaje fuera del
enfoque tradicional, elevarlas al contexto de la personalidad e
integrarlas a ésta o a la inversa: verlas desde una
óptica
holística, personológica".
¿Es posible
superar la visión eminentemente cognitivista que
caracteriza el estudio y abordaje de los estilos de
aprendizaje?
Para lograr superar la visión, atomizada, que
sustenta el punto de vista de muchos estudiosos del tema de los
estilos de aprendizaje, consideramos a bien asumir una
conceptualización de aprendizaje y personalidad derivada
de enfoque histórico- cultural, entre cuyos aspectos
más trascendentales y positivos están:
- Partir de la naturaleza
socio-histórica de la subjetividad humana. - Concebir la dialéctica entre lo
biológico y lo social, entre lo interno y lo externo,
entre lo potencial y lo real en la determinación y el
desarrollo de lo psíquico. - Partir de la idea de que todo lo psicológico,
en particular, el proceso de aprendizaje, está mediado
por la actividad y la interacción humana. - Tener en cuenta la unidad de lo afectivo y lo
cognitivo en el reflejo y regulación psicológica
del comportamiento.
Para Vigostky y sus seguidores el aprendizaje, es no
solo un proceso de realización individual, sino una
actividad de naturaleza social, una actividad de producción y reproducción del conocimiento
mediante la cual el niño primero asimila los modos
sociales de actividad y de interacción, y más tarde
en la escuela, además, los fundamentos del conocimiento
científico, bajo condiciones de orientación e
interacción social. A través de este concepto de
aprendizaje en cuyo centro Vigotsky pone
al sujeto activo, consciente, orientado hacia un objetivo, su
interacción con otros sujetos, sus acciones con
el objeto a través de diversos medios en
condiciones socio históricas determinadas, este autor
promueve también su teoría acerca del
desarrollo.
Para Vigotsky, lo que las personas pueden hacer con la
ayuda de otros puede ser, en cierto sentido, más
indicativo de su desarrollo mental que lo que pueden hacer por si
solos. De aquí que considere necesario no limitarse a la
simple determinación de los niveles evolutivos reales, si
se quiere descubrir las relaciones de este proceso evolutivo con
las posibilidades de aprendizaje del estudiante, por lo que
resulta imprescindible revelar como mínimo dos niveles
evolutivos: el de sus capacidades reales y el de sus
posibilidades para aprender con ayuda de los demás. La
diferencia entre estos dos niveles es lo que denomina "zona de
desarrollo próximo" que el define como "la distancia
entre el nivel real de desarrollo determinado por la capacidad de
resolver un problema y el nivel de desarrollo potencial,
determinado a través de la resolución de un
problema bajo la guía de un adulto o en
colaboración con otro compañero más
capaz.
Por otra parte, la personalidad vista desde el
enfoque histórico- cultural es asumida no como simple
dimensión de las diferencias individuales sino como el
sistema o todo integrador y autorregulador de los elementos
cognitivos y afectivos que operan en el sujeto y además
como configuración única e irrepetible de la
persona (Fariñas G., 1995). Dentro de esta
concepción de personalidad es posible y factible de esta
forma ubicar el estilo de aprendizaje como expresión de la
unidad de lo cognitivo y lo afectivo, de su singularidad e
irrepetibilidad.
Desde esta perspectiva precisamente, pretendemos
aproximarnos a un modelo conceptual cualitativamente superior en
el estudio de los estilos de aprendizaje, toda vez que ella
brinda la base de un enfoque holístico que nos permite ver
la educación como un proceso desarrollador, que potencia el
desarrollo personal del
estudiante a partir de sus zonas de desarrollo real y potencial;
asumir la personalidad como expresión de la unidad de los
cognitivo y lo afectivo; y enfatizar en los procesos de
autoconocimiento y autovaloración personal, como
vías para la autoeducación, para la
participación plena de los sujetos en su aprendizaje. Todo
ello, nos conduciría necesariamente a redefinir el propio
concepto en cuestión así como los criterios
vertebradores que históricamente han sustentado los
diferentes enfoques metodológicos, incorporándoles
una nueva dimensión: la socio- afectiva. Desde nuestra
perspectiva por tanto, los estilos de aprendizaje se caracterizan
por:
- Constituir formas preferidas y relativamente estables
de las personas aprender, que expresan el carácter
único e irrepetible de su personalidad. - Ser expresión de la unidad de lo cognitivo y
lo afectivo de la personalidad, lo intra e interpsiolcogico, lo
biológico y lo social. - Poseer un carácter distintivo (aunque
interrelacionante) con respecto a las habilidades y las
estrategias de aprendizaje. - Reflejar una naturaleza eminentemente psico-social,
en cuya formación y definición en la persona
influyen la experiencia del sujeto durante su vida escolar, el
tipo de tarea, las condiciones del contexto entre otros
factores.
Sobre la base precisamente de estos preceptos vemos los
estilos de aprendizaje proyectados en 4 dimensiones diferentes,
de acuerdo a los siguientes criterios vertebradores:
- Según las formas preferidas de los estudiantes
de percibir la información (canales de
aprendizaje); - Según sus formas preferidas de procesar la
información; - Según sus formas preferidas de orientarse
temporalmente hacia el cumplimiento de sus metas como
aprendices; - Según sus formas preferidas de orientarse
socialmente hacia la realización de tareas y la
solución de problemas.
Ello nos conduce a plantearnos la siguiente taxonomía
de los estilos de aprendizaje:
Estilos de aprendizaje relacionados con las formas
preferidas de los estudiantes de percibir la información:
estilo visual, estilo verbal- auditivo.
- Estilos de aprendizaje relacionados con las formas
preferidas de los estudiantes de procesar la
información: estilo global, estilo
analítico. - Estilos de aprendizaje relacionados con las formas
preferidas de los estudiantes de orientarse temporalmente en el
cumplimiento de sus metas como aprendiz: estilo planificado y
estilo espontáneo - Estilos de aprendizaje relacionados con las formas
preferidas de los estudiantes de orientarse socialmente en la
realización de tareas de aprendizaje: estilo
cooperativo, estilo independiente o individual.
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¿Como concebir didácticamente una
enseñanza que tome en cuenta los estilos de
aprendizaje?
La concepción teórica conformada para la
comprensión y estudio de los estilos de aprendizaje
proporciona sin dudas, información básica, aunque
no suficiente para organizar la teoría y práctica
de un proceso de enseñanza- aprendizaje que pretenda
tributar al desarrollo de la personalidad. Indiscutiblemente, se
hace necesario establecer los fundamentos didácticos
necesarios para concebir un proceso de enseñanza-
aprendizaje desarrollador sobre la base de los estilos de
aprendizaje.
Al respecto consideramos que cualquier propuesta
didáctica que pretenda tomar en cuenta los estilos de
aprendizaje debe ante todo partir por distinguir el
carácter rector de la enseñanza con relación
al desarrollo psíquico, considerándolo como fuente
de ese desarrollo. Enseñar es pues, guiar,
estimular a los estudiantes a que reflexionen sobre cómo
aprenden en sentido general; es atender la diversidad en
términos de estilos de aprendizaje, reconocer a decir de
G. Fariñas (1995) "el carácter irrepetible de la
persona, que cada uno de nuestros alumnos tiene una forma propia
de aprender, un potencial singular de desarrollo, de naturaleza
eminentemente motivacional en la que inciden significativamente
las preferencias personales". Un aspecto importante dentro del
proceso de enseñanza consistiría de esta forma, en
valorar las formas preferidas de los estudiantes aprender, para
poder asegurar así la variedad de métodos, procedimientos de
enseñanza y aprendizaje, medios, formas de organizar el
espacio, y de evaluar, que propicien el interés, la
participación e implicación personal de los
estudiantes en las tareas de aprendizaje, y el desarrollo de sus
potencialidades.
Sobre la base de los presupuestos
vigotskianos, reconocemos entonces que una enseñanza
desarrolladora es la que conduce al desarrollo, va delante del
mismo- guiando, orientando, estimulando, aquella que se propone
conocer de manera integral al alumno, incluidas sus fortalezas y
debilidades en términos de sus estilos de aprendizaje, a
fin de determinar como proceder, cómo ampliar
continuamente los límites de
la zona de desarrollo próximo o potencial y, por lo tanto,
los progresivos niveles de desarrollo del sujeto, cómo
promover y potenciar aprendizajes desarrolladores.
Aprender, dentro de esta concepción, por
otra parte no es solamente lograr cambios medibles en los
conocimientos, hábitos y habilidades. Aprender significa
ante todo aprender a aprender, sobre la base al menos de los tres
preceptos básicos establecidos por autores como Smith
(1985), Stouch y Brown (1993): conocer acerca del aprendizaje
como proceso, conocer los estilos preferidos de aprendizaje y
desarrollar habilidades de aprendizaje efectivas.
Implica además, no solamente que el alumno
adquiera conocimientos, sino desarrolle habilidades que puedan
trascender en la configuración y desarrollo de la
personalidad (Fariñas G., 1995); aprenda a adecuar su
estilo preferido de aprendizaje al método de
enseñanza del profesor activando procedimientos y
estrategias que le permitan flexibilizar su método de
aprendizaje; aprenda a ser autónomo en el aprendizaje para
desarrollar una actitud
positiva hacia aquellos contextos donde ya no se cuente con la
ayuda del maestro o de otro alumno; aprenda a regularse, sobre la
base del autoconocimiento; se sienta responsable de los
resultados de aprendizaje y actúe en
correspondencia.
En esta concepción didáctica el proceso de
enseñanza- aprendizaje se proyecta por tanto, en tres
dimensiones: la instructiva, la educativa y la
desarrolladora, constituyendo estas en si mismo tres procesos
distintos que se ejecutan a la vez interactuando e
influyéndose mutuamente de una manera dialéctica.
Si bien son procesos diferenciados con objetivos y contenidos
propios, se dan en unidad, toda vez que todo momento instructivo
es a la vez educativo y desarrollador. De modo que, cuando el
alumno aprende a aprender, disponiendo por ejemplo de
procedimientos didácticos que le permitan hacer
corresponder su estilo de aprendizaje con el estilo de
enseñanza del profesor, se apropia de conocimientos y
desarrolla habilidades (instructivo) estimulando sus propias
potencialidades, su capacidad de autorregularse (desarrollador),
ganando a la vez autoconfianza, aprendiendo a ser tolerante,
flexible, comunicativo, comprensivo (educativo). Dentro de esta
concepción, la dimensión desarrolladora se
amplifica, en tanto el alumno aprende no solo a autorregularse, a
conocer sus puntos débiles y fuertes, aprende cómo
explotar sus potencialidades durante el aprendizaje.
Un análisis más profundo, esencial, del
proceso de enseñanza- aprendizaje nos conduce a la
caracterización de los componentes estructurales de dicho
objeto de estudio ahora matizados con la incorporación de
un nuevo componente: los estilos de aprendizaje. Para ello
partimos del reconocimiento de una interrelación
dialéctica entre los componentes del proceso.
Desde la perspectiva de la concepción
desarrolladora que proponemos, de todos los componentes del
proceso de enseñanza- aprendizaje, reconocemos al
problema como su punto de partida, en tanto este determina
los objetivos, y estos a su vez los contenidos del proceso. El
problema expresa la situación de un objeto, en este
caso el proceso de enseñanza- aprendizaje, generada por
una carencia, una insuficiencia o necesidad en el sujeto y que
precisa de ser transformada. En el caso del proceso de
enseñanza- aprendizaje el problema se expresa en
términos de la necesidad de formar integralmente al
niño o al joven y prepararlo para que se desempeñe
social y profesionalmente en la sociedad. Dada
esta necesidad, la enseñanza tiene como aspecto central de
sus objetivos el que los estudiantes adquieran las
competencias
que les permitan acceder a desarrollarse a plenitud, sobre la
base entre otras formas del aprender a aprender, y en particular
a partir del desarrollo de estilos de aprendizaje que tributen a
la autorregulación del aprendizaje, el crecimiento
personal y formación integral de la personalidad, de forma
que más allá de lo instructivo vaya a lo educativo
y a lo desarrollador en tanto promueva aprendizajes que perduren,
que transformen al aprendiz.
La precisión dentro del objeto de aquellos
aspectos necesarios para cumplimentar los objetivos, nos conduce
a los contenidos, los que se manifiestan en la selección
de los elementos de la cultura para
ser adquiridos por los estudiantes en su formación. En
este caso, los contenidos se expresan a través del sistema
de conocimientos, las habilidades y los valores
que pretendemos los estudiantes desarrollen, a lo que en nuestro
caso, añadimos los estilos de aprendizaje, por ser
elementos potenciadores de estos propios conocimientos,
habilidades y valores.
Por su parte el método, como componente en
el que se expresa el modo de desarrollar el proceso por los
sujetos, es tal vez de todos con el que más
relación directa guarda el concepto de estilo (de
enseñanza y de aprendizaje). Al sistema de métodos,
procedimientos y formas a través de los cuales se
manifiesta el método bien cabría incorporar los
estilos de enseñanza y aprendizaje como elemento
psicológico que matiza la actividad del profesor y el
estudiante durante el proceso de enseñanza-
aprendizaje.
La evaluación como función de
la dirección del proceso, constituye un
elemento importante en la concepción que proponemos en
tanto está llamada a potenciar la autovaloración
del estudiante durante el aprendizaje, sus fortalezas y
debilidades, sus preferencias y expectativas, los procedimientos
empleados; el autocontrol de lo aprendido, la regulación
de la actividad. Ésta por tanto será
cualitativamente superior en tanto está concebida de forma
que contribuya a la autonomía del alumno, a que valore
cómo aprender.
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superior
El carácter sistémico del proceso de
enseñanza- aprendizaje ha de expresarse en las relaciones
dialécticas entre los componentes que lo conforman, entre
estos y la actividad conjunta que realizan el profesor y el
alumno. Ejemplo de ello es el carácter dialéctico
que puede caracterizar a los estilos de aprendizaje como
objetivo, contenido y método del proceso.
Los fundamentos metodológicos del proceso de
enseñanza- aprendizaje en su conjunto se expresan a
través del conjunto de principios que rigen la
didáctica general y que son aplicables también a la
concepción didáctica que proponemos:
- El principio del carácter educativo de la
enseñanza. - El principio del carácter científico
del proceso de enseñanza. - El principio de la enseñanza que
desarrolla. - El principio del carácter
consciente.
La importancia de estos principios estriba en que en
ellos se sintetizan los fundamentos que: determinan en gran
medida la acción del maestro por constituir orientaciones
elementales para la planificación y dirección del
proceso; tienen vigencia general más allá de la
enseñanza de cualquier disciplina
particular; son esenciales en tanto ejercen su influencia en todo
el proceso de enseñanza, en todos sus aspectos y tareas;
determinan el carácter y la estructura de
la materia de enseñanza y son esenciales para su
elección y organización; constituyen un sistema, lo
que significa que se determinan y se penetran
mutuamente.
En sentido general, consideramos que los procesos
actuales de reformas educativas a través de los cuales
pretendemos transformar la realidad de nuestras instituciones
escolares no serían del todo posible sin un cambio
eminente de mentalidad en los propios sujetos involucrados en el
proceso de enseñanza- aprendizaje: profesores y alumnos,
un cambio en su papel tradicional como transmisores de
conocimientos y receptores de información, un cambio en la
forma de enseñar y de aprender, de evaluar a los
demás y evaluarse a si mismo, un cambio que conduzca a
adoptar una perspectiva educativa más flexible, más
respetuosa y tolerante hacia la diversidad de formas de ser y de
aprender, más variada en métodos, contenidos, tipos
de evaluación, más motivante y
personalizada, y por tanto potenciadora del desarrollo personal.
Para ello, en nuestra modesta opinión, resulta necesario e
imprescindible tomar en cuenta los estilos de aprendizaje,
preocuparnos no solo por su diagnóstico, sino
también por su tratamiento didáctico en aras de
contribuir a la formación y desarrollo armónico de
nuestros estudiantes, al logro de niveles superiores de
integralidad e independencia en sus personalidades.
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Juan Silvio Cabrera Albert
Universidad "Hermanos Saíz", Pinar del
Río, Cuba