- Ateos y maniqueos, o la gnosis de
los ignorantes. - Por qué el ateísmo
es una secta. - Arqueología del
ateísmo. - El ateo como
hereje. - Egiptólogos
heresiarcas. - Pregunta a un experto en temas
bíblicos. - Impugnación de lugares
comunes. - Pequeña
apología.
1. Ateos y maniqueos,
o la gnosis de los ignorantes.
I.
Veo que muchos andrajosos de la teología (a-teos)
andáis justificando vuestros desaguisados bíblicos
con tesis ya
más que superadas. Menuda sorpresa me he llevado al
comprobar que intentáis fundamentar el descreimiento desde
el maniqueismo hermenéutico, mediante un Dios malo Creador
y un Dios bueno Redentor (al que, por cierto, nunca veo en
vuestras citas). Pues bien, para colocaros al nivel que os
merecéis, el de un torpe heresiarca del siglo II, os
remito al más claro precedente de esta manera de proceder,
al que sin saberlo imitáis. Lo que no me queda claro es si
tenéis por buenas sus ridículas tesis contra
la Providencia y el libre albedrío (asociación
mal/materia;
imposibilidad de hacer el bien y alcanzar la beatitud en el
mundo), su elitismo antropológico (sólo se salva el
que alcanza la gnosis), etc., o si sólo usáis sus
argumentos retóricamente, como vulgares pedantes y
estridentes neófitos que sois. Diría que lo
segundo.
En fin, AFICIONADOS.
II.
Reconstrucción de las Antítesis de
Marción (A. v. HARNACK, Marcion.
Das Evangelium vom fremden Gott (TU, 44), Leipzig 1924,
pp. 89-92.
1. "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo" (Lc 10,22). El
Padre deCristo es desconocido, mientras el Creador es conocido
por Adán y por los demás impíos.
2. Cristo conocía lo que hay en el corazón
del Hombre (Lc
5,22); el Creador pregunta a Adán: ¿dónde
estas? (Gn 3,9).
3. Cristo era bueno con los ciegos, que David
había mandado matar (2Sam 5,6-8, Adv. Marc.
IV,36,13)
4. Cristo da vista a los ciegos (Lc 7,21), mientras el
Creador no cura la ceguera de Isaac (Gn 27,1-2).
5. Moisés se impone como juez entre sus hermanos
que pelean (Ex 2,13-14). Cuando a Jesús le piden que
resuelva una disputa, él se niega (Lc 12,14; Adv. Marc.
IV,28,9-10).
6. Los israelitas salieron bien equipados de Egipto (Ex
13,18) después de despojar a los egipcios por orden del
Creador (Ex 11,2-3;12,35-36); Cristo manda a predicar a sus
discípulos "sin nada para el camino, ni bastón, ni
alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas
cada uno" (Lc 9,3, Adv. Marc. IV,24,2).
7. El Creador legisla "ojo por ojo, y diente por diente"
(Ex 21,24);el Hijo del Dios Supremo dice "si te pegan en una
mejilla, presenta la otra" (Lc 6,29).
8. La Ley declara que
si uno toma un vestido ajeno, el culpable pagará el doble
(Ex 22,8); Cristo declara "al que te quite el manto, no le
niegues la túnica" (Lc 6,29, cf. Adv. Marc.
IV,16,2)
9. El Creador envía fuego sobre los enemigos de
Eliseo (2Rey 1,9-10);Jesús reprende a los
discípulos que le piden que envíe fuego (Lc
9,54-55, Adv. Marc. IV,23,7).
10. El Creador envía los osos que devoran a 42
niños
que se habían burlado de Eliseo (2Rey 2,23-24); Cristo
dice a sus discípulos "dejad que los niños
vengan a mí" (Lc 18,15-16, Adv. Marc. IV,23,4).
11. El Creador sanó sólo un leproso por
medio de Eliseo, cuando en Israel
habían muchos (Lc 4,27), y para ello necesitó que
se lavara en agua siete
veces (2Rey 5); el Hijo del Dios Supremo sanó a diez, con
su sola palabra, e inmediatamente; por otra parte, el que regresa
glorificando a Dios no cumple la Ley (Lc 11,19,
Adv. Marc. IV,35,4).
12. El profeta del Creador dice "que no oigan los que
tienen oídos" (Is 6,9); Cristo dice "el que tenga
oídos, que oiga" (Lc 8,8, cf. Adv.Marc.
IV,19,2).
13. La Ley dice "Maldito el que está colgado de
un madero" (Dt 21,23);Cristo fue colgado en un madero (Gal
3,13).
14. El Cristo judío vendrá sólo
para Israel; el Cristo
de Dios viene para todos los pueblos de la
tierra.
15. El Dios bueno es bueno ante todos; el Creador se
preocupa sólo de los que le pertenecen. El Bueno salva a
los que creen en Él, pero no castiga al resto; el Creador
salva sus fieles y castiga al resto.
16. La maldición es la característica de la Ley; la
bendición caracteriza al Evangelio.
17. En la Ley, el Creador ha dicho: "Yo hago al rico y
al pobre"; pero Cristo sólo llama bienaventurado al pobre
(Lc 6,20).
18. En la Ley se le da la fortuna a los ricos y la
desgracia a los pobres; en el Evangelio es al
revés.
19. La ley manda amar al prójimo y odiar al
enemigo (Lv 19,18, según Mt 5,43); pero es necesario amar
a los enemigos (Lc 6,27-35).
20. El Creador ha establecido el Sábado, que
Cristo no ha observado.
21. La Ley prohibe tocar a una mujer con flujos
de sangre (Lv
15,25-27); el Cristo de Dios no sólo la toca sino que la
sana (Lc 8,43-48).
III.
El recurso de los ateos cuando se ven acorralados es
apelar al vacío absoluto de sus creencias. Ellos son los
racionales, los que nada creen y sólo hablan de lo que
saben, o de lo que creen que saben. Pero, ¿acaso por estar
sumidos en una eterna "epojé" metafísica
no son responsables de lo que dicen? Porque yo he escuchado a
muchos ateos alegar, como base de su descreimiento, "el problema
del mal", que por lo demás ya fue planteado por Epicuro en
el siglo IV a.C.
Si el Dios de la Creación es malvado porque
permite el dolor, idea que os agrada y que no cesáis de
repetir, entonces el bien ha de estar en otra parte, ya que de lo
contrario ni vosotros mismos podríais juzgar dicha maldad
(hay que conocer la luz para
anhelarla). Sin embargo, no puede estar en vuestro cuerpo, ya que
éste fue creado con el resto del mundo. Así que ha
de estar en vuestra alma, "chispa" sagrada de un Dios
extraño.
La gnosis es un tema interesante y no pretendo
despacharlo de un plumazo. Me basta con demostraros que
usáis argumentos que están fuera de vuestro
control, de
modo que cuando alguien como yo os replica resulta muy
difícil que evitéis el ridículo.
2. Por qué el
ateísmo es una secta
I.
Definición etimológica de secta: los que
buscan alguna cosa (se entiende, de tipo esotérico).
Definición histórica de secta: los que se apartan
de la ortodoxia.
Que no tenéis ninguna autoridad
iluminada, ningún Paráclito por medio del cual
hable el Espíritu Santo, lo doy por bueno. Sin embargo,
ese don iluminativo se ha democratizado (a eso refiere el
término 'Ilustración' aplicado en sentido plebeyo) y
habita difuso en cada uno de vosotros. Os consideráis
superiores al creyente y partícipes de una
salvación racional (aunque sea para este mundo) de la que
él está excluido.
II.
Sois maniqueos, ya que, partiendo de la base de que la
existencia de Dios es indemostrable, retorcéis los
argumentos de los que intentan justificar la plausibilidad de la
fe en el Ser Supremo. Les alegáis que, de existir ese Ser,
su maldad sería también suprema. Lo que no
explicáis es cómo habríais vosotros
detectado esa maldad, si también sois, como el mundo, obra
del Dios malvado.
Por otro lado, he visto a M. -y a tantos otros- atacar
el libre albedrío para implicar a Dios en nuestra maldad,
y ése es un argumento típicamente maniqueo, aunque
M. no crea en Dios.
Por último, vuestra postura tiende a ser
simplista en extremo: El creyente es propenso a envilecerse, pues
sus creencias irracionales lo arrojan al fanatismo. El ateo, en
cambio,
liberado del peso de la autoridad y
del absurdo de las tradiciones bárbaras, construye sus
propios valores
según lo que es objetiva o consensuadamente bueno.
Así, mientras que el creyente tiende al mal (si hay
creyentes buenos no será por su fe, sino por su buen
natural), el ateo tiende al bien (si hay ateos malos no
será por su credo del descreimiento, sino por su mal
natural o sus malas compañías).
Partís de la base de que el hombre es
originariamente bueno, lo cual, a pesar de no ser algo propio de
maniqueos, sino más bien de pelagianos, demuestra vuestra
inmensa ingenuidad psicológica.
III.
Ésa [el alegar que no hay espíritu] es
vuestra fachada racionaloide, pero ¿de qué modo
respondes a la objeción hecha más arriba
("¿Cómo habríais vosotros detectado esa
maldad…?")? Sin embargo, los ateos, lejos de despreciar la
materia, la
consideráis la única realidad existente, mientras
que desterráis el espíritu a los parajes de lo
ignoto y lo indemostrable. ¿No es algo muy parecido a lo
que hacían los maniqueos al considerar que TODO ESTE MUNDO
era absolutamente material, fruto de la raza de las tinieblas,
mientras que el espíritu pertenecía al Pleroma?
Sólo que vosotros, inconsecuentemente, no creéis en
el Pleroma, sino en una etérea "bondad
natural".
3.
Arqueología del ateísmo
Aunque a menudo se presente con ciertas ínfulas
intelectuales, el ateísmo no es más racional que
cualquier otra creencia. Y no es que el ateísmo sea una
creencia más, sino que, como demostraré, es una
inconsecuente y ridícula amalgama de creencias anteriores.
Dichas creencias, no declaradas y fundidas en vistas al objetivo
anacrónico de acabar con la doctrina oficial de la
Iglesia,
integran lo que nos viene a las mientes cuando hablamos de
"pensamiento
ateo", "cosmovisión atea" o "ideología atea". Ésta se concibe a
sí misma como una especie de internacionalismo
antiespiritual, cuyo cometido más destacable es calumniar
todo lo que huela a beato, asociándolo con la estupidez y
los más bajos instintos del ser humano. Obviamente el ateo
es un santo. Más aún, alguien autosantificado, ya
que no reconoce instancias superiores; mientras que el conjunto
de no ateos, sus enemigos naturales, son eternos sospechosos de
traición a no se sabe muy bien qué. Los grandes
espíritus que se distinguieron por su defensa de la fe y
la religión
fueron, según nos narran estos nuevos iluminados,
fanáticos y opresores, malvados e hipócritas,
absurdos e ignorantes o, siendo comprensivos, pobres infelices
que erraron necesariamente al no haber podido vivir en los
tiempos de la
Ilustración. Pues bien, sin profesar ningún
credo y sintiéndome simplemente un amante de la cultura y de
la verdad, me dispongo a acabar con tanta palabrería y a
romper una lanza en favor de los creyentes, de los acosados por
usar "erróneamente" su libertad de
pensamiento.
Seré breve. El ateísmo se remonta a muchas
y muy contradictorias fuentes.
Resulta instructivo, pues, condensarlas en un solo párrafo
a fin de apreciar el grado de solidez de una doctrina que se base
en todas ellas al mismo tiempo. El ateo
está acostumbrado a juzgar, pero poco o nada a ser
interrogado por sus creencias, en teoría
inexistentes. Procedamos acto seguido a diseccionar esta falacia
de la "no creencia":
1) La primera fuente de la que bebe el ateísmo es
el buddhismo, cuya noción principal, el Dharma o
Vacío Absoluto, impregna todas aquellas consideraciones
que podrían incluirse en una corriente mayor: el
nihilismo, la negación radical de la trascendencia.
Sólo existe una diferencia en la formulación de la
misma por parte del ateo, pues en vez de afirmarse, como
haría un buddhista, que la Nada Absoluta es la Verdad, se
afirma que nada es una verdad absoluta, lo cual conlleva decir
prácticamente lo mismo pero con un énfasis
atenuado.
2) Otro afluente de la profesión de fe atea es el
luteranismo, es decir, la asociación de la verdad objetiva
con la certeza subjetiva, excluyéndose mediadores entre el
perceptor y la cosa en sí. Todas las consecuencias del
libre examen se aplican a la concepción que el ateo tiene
de la verdad: mi creencia es la correcta, en tanto que
sólo yo sé lo que me conviene (pero nadie habla
sólo por sí mismo), mi interpretación de la
Biblia es la más veraz, mi visión de la historia es la más
aproximada, mi concepción del mundo es la más
realista, etc. Pero este punto 2 se contradice abiertamente con
el 1, ya que se pasa de afirmar la nulidad de todos los puntos de
vista parciales a hipostasiarlos y tomarlos como
absolutos.
3) El siguiente movimiento a
tener en cuenta es el difuso escepticismo o agnosticismo, que
normalmente se expresa en estos términos: la verdad
absoluta es absolutamente extrínseca al hombre, ser
relativo e histórico (noumenismo). Este punto 3 se
contradice con el 2, ya que de afirmar la preeminencia de
nuestras convicciones por encima de las de los demás
pasamos a relativizarlas completamente en aras de una cosa en
sí inaccesible.
4) Un nuevo credo a añadir a los ya citados
sería el del maniqueísmo, cuya máxima
vendría a ser: "El mundo es imperfecto, en tanto que nos
causa sufrimientos. Luego el mundo no puede haber sido creado por
un Dios perfecto y bueno, sino más bien por un Dios
malvado o imperfecto. Nosotros, los perfectos, no somos de este
mundo". Pero hete aquí que hallamos una
contradicción más. Este punto 4 choca frontalmente
con el 3, ya que dejamos de asociar la verdad con la cosa en
sí para predicarla del sujeto, al que se atribuyen los
sufrimientos.
5) Seguimos aún con nuestro recuento. El
próximo elemento a considerar es el hedonismo o positivismo.
La tesis principal de éste es que la verdad está en
el mundo, y que todo lo que lo trascienda es forzosamente falso,
pues los hombres viven en el mundo. Huelga decir
que se da una nueva contradicción del punto 5 con el
anterior, el punto 4, de modo que lo que antes se ha vinculado
con el mal absoluto (el mundo, fuente de dolor) ahora es la
verdad absoluta, y lo que antes tenía el valor de
verdad (el anhelo de una felicidad perfecta) es ahora una parte
del mundo.
6) Finalizamos la retahíla refiriéndonos
al cinismo, doctrina que sostiene que los valores
establecidos son malos y han perdido su vigencia, por lo que,
para cambiar el mundo, debemos trascenderlos y rebelarnos contra
lo dado. El punto 6, en efecto, vuelve a chocar con su
precedente, el 5, recobrándose la trascendencia frente a
la inmanencia.
Conclusión: el ateísmo es una religión de religiones que, saltando de
oca en oca, se permite ejercer una crítica implacable
sobre todas las demás. La incoherencia es, sin duda, un
valor en
alza.
¿La fe es contraria a la sabiduría?
¿Y sois vosotros los legítimos representantes de la
verdad? ¿No será más bien que la
razón, enseñoreada de sí misma, quiere
emanciparse para vivir en su propia nada?
Pero dices que en épocas más cultas el
número de los ateos se ha visto incrementado. Yo te digo:
en paralelo a los ortodoxos, siempre ha habido herejes. Porque,
¿qué es el ateísmo sino el akelarre
caótico de todas las herejías? ¿Qué
sino la suma de los errores y de las opiniones descabelladas
sobre la divinidad, vulgarizadas hasta el extremo? Su
extensión es una consecuencia de la
Ilustración, que enfrenta al hombre mediocre a tareas
que le superan con mucho (v.g., JRRF y M. comentando la Biblia o
intentando rebatir argumentos teológicos). El ateo, pues,
no se queda en una mera posición pasiva de "abstine,
sustine", sino que construye su propia razón
teológica. Razón, dicho sea de paso, deficiente
hasta el extremo, pero que él, juez y parte, tiene por
inmejorable (cfr. con el libre examen de las Escrituras,
propuesto por los luteranos).
La desacreditación más inmediata del ateo
es que todo lo que pueda decir contra Dios, la revelación
y la naturaleza humana
ya lo dijeron los herejes con muchos siglos de antelación,
siendo convenientemente refutados. Por eso los ateos son
doblemente ignorantes: en el concepto y en la
historia.
Es recurrente en las páginas ateas, siempre tan
bien documentadas, aludir a los "orígenes egipcios" del
"mito de
Jesús". Sin entrar en detalles farragosos propios de
eruditos o pseudoeruditos, y obviando la problemática de
inserir el fenómeno mesiánico, el monoteísmo
y la iconoclastia hebreas en un contexto pagano, reduzcamos el
problema a dos casos con dos hipótesis:
Casos:
1) Los historiadores de las religiones han hallado
claros paralelismos entre relatos egipcios y la Vida de
Jesús.
2) Los teólogos cristianos han hallado claras
referencias en la Ley y en los profetas a la Vida de
Jesús, así como a su doctrina.
Hipótesis:
1) Resulta muy sencillo relacionar la Vida de
Jesús con la Biblia, dada la vaguedad de ambos escritos y
la posibilidad de forzar la interpretación. Pero, en ese
caso, también debería ser un juego de
niños el relacionarla con los relatos egipcios. E incluso
con algún cuento chino,
si buscamos bien.
2) Los paralelismos entre los Evangelios y los relatos
egipcios son sorprendentes, de modo que podemos excluir la
hipótesis de que se trate de una mera
coincidencia textual. Sin embargo, en ese caso, también
deberíamos descartar que la relación de la Vida de
Jesús con las profecías del Antiguo Testamento
fuera producto de la
manipulación, y habríamos de reconocer a Aquel como
el Hijo de Dios anunciado.
O es fácil manipular los textos o no lo es en
absoluto. Si es fácil, la correlación de historias
que presentan los estudiosos resulta superflua, y Cristo
existió realmente. Pero si es difícil, entonces no
podemos considerar las coincidencias entre Antiguo y Nuevo
Testamento como simples invenciones de teólogos, expertos
en la Ley, y habremos de deducir que en ambos casos se trata de
escritos inspirados. Tertium non datur.
Tanto en un extremo como en el otro, pues, el ateo queda
cogido en sus propias palabras.
6. Pregunta a un
experto en temas bíblicos
Saludos JRRF,
He leído tus respuestas a las diversas cuestiones
planteadas por los usuarios. La impresión que me he
llevado ha sido la siguiente: careces por completo de nociones
teológicas y, en consecuencia, eres incapaz de ofrecer una
interpretación no distorsionada de la Biblia. No
tendrás problemas en
admitir que un libro de
física no
puede leerse como uno de cocina, sino que exige conocimientos
previos. De modo similar, la Biblia requiere o bien conocimientos
esenciales sobre teología (y no pienso en áridos
tratados de
escolástica, sino en la más elemental
hermenéutica), por los cuales se distingue el competente
en la materia, o bien la humildad necesaria para aceptar como en
depósito aquello que actualmente no comprendemos, actitud que se
espera del creyente. Está claro que a ti te faltan ambas
cualidades, que suples, no obstante, con la petulancia del
entendido y un batiburrillo de asociaciones históricas y
semánticas que nada tienen que ver con la intención
de los que escribieron la Biblia. Podría decirse que hay
dos Biblias: la de todos y la revisada por JRRF, siendo distintas
en lo esencial. JRRF, pues, comenta su Biblia, la que a él
le conviene, no la Biblia histórica que ha cimentado la fe
de millones de creyentes.
Aclarado esto, para que nadie pueda pensar que te acuso
sin fundamento, tendré a bien el ponerte a prueba. Me
gustaría saber qué significación
entraña, según tu parecer, el mito del
pecado original que aparece relatado en el Génesis. Ya he
visto que en el mensaje titulado "Sobre Yaveh" haces tus pinitos
teológicos y hablas de "sexo",
"envidia", "sabiduría", "tecnología" y
autosuperación del hombre como ingredientes principales de
ese pecado. Elijo este tema, el del pecado original, ya que no en
vano lo encontramos al comienzo de la Biblia. A su luz, como
alegoría fuera de la historia, hasta su abolición
por Cristo, debe leerse toda la narración ulterior
concerniente al pueblo hebreo. Éste, sumido en el pecado y
la muerte,
aspira a su redención mediante la búsqueda del Dios
Viviente. Dios, por su parte, lo utiliza como instrumento o
matriz del que
ha de ser el Mesías universal, tal como está
profetizado. En su progresivo mostrarse, el Ser Supremo se adapta
a la sensibilidad y a la capacidad de comprensión de sus
interlocutores humanos, siendo primero un Dios de justicia y
finalmente un Dios de amor. El amor no
excluye la justicia, sino
que la perfecciona. La muerte y el
crimen, pues, de los que tanto partido sacas en tus collages
bíblicos, no son más que una consecuencia del
pecado original, atribuible sólo al hombre, aunque Dios lo
tolere. Si la muerte no
existiera, sería absurdo luchar por la salvación
que es la inmortalidad, lucha en la que se halla involucrado el
pecado, pero que no tiene el pecado como fin, sino más
bien su superación.
Te quedas en la burda letra, JRRF. Pero, por si esto
fuera poco, ni la misma letra eres capaz de interpretar con
solvencia. Porque, ¿cómo es posible que el pecado
original sea el sexo, que al
fin y al cabo es reproducción, cuando en el primer
capítulo del Génesis se registra la siguiente orden
de Dios a los hombres: "Sed fecundos y multiplicaos y henchid la
tierra y
sometedla; mandad en los peces del mar
y en las aves de los
cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra."
(Gn 1,28)? ¿Y cómo va a ser la sabiduría
dicho pecado, siendo Dios infinitamente sabio? ¿Es acaso
también infinitamente pecador? ¿Cómo va a
envidiar, por otro lado, que el hombre se
haga racional, si lo creó a su imagen y
semejanza? Finalmente, ¿de qué modo podría
oponerse Dios al progreso del hombre cuando forma parte de su
primer mandato el que éste se sitúe por encima de
las demás criaturas y las someta? Todo lo que dices no se
sostiene, y ocultas, además, alevosamente los grandes
elogios que los libros
sapienciales dedican a la sabiduría:
"Da al sabio, y se hará más sabio
todavía; enseña al justo, y crecerá su
doctrina" (Pr 9,9)
"Si te haces sabio, te haces sabio para tu provecho, y
si arrogante, tú solo lo tendrás que pagar" (Pr
9,12)
"El hijo sabio es la alegría de su padre, el hijo
necio entristece a su madre" (Pr 10,1)
"La lección del sabio es fuente de vida, para
sortear las trampas de la muerte" (Pr
13,14)
"El que anda con los sabios será sabio; quien
frecuenta los necios se hará malo" (Pr 13,20)
Por dar sólo una pequeña muestra.
¿Qué tienes que decir ahora, JRRF? Reitero
mi pregunta, que yo mismo me he contestado en parte, pero que
quiero comparar con la solución que me des:
¿Cómo entiendes el mito del pecado original en la
Biblia?
Gracias por adelantado.
7.
Impugnación de lugares comunes
¿Por qué la Iglesia
católica no es una secta en el sentido moderno del
término?
En las sectas la adhesión no es libre, sino que
viene introducida por una especie de captación personal.
Ésta obliga al "captado" a romper con todos los
vínculos anteriores, cosa que en la religión
cristiana sólo fue propio, desde sus inicios, de los
perfectos, anacoretas y demás, que lo hacían
movidos por su libre voluntad de ascesis y
acrisolamiento.
En las sectas de las que hablamos (sectas destructivas)
se ejerce también una presión
constante sobre el afectado, hasta el punto de impedirle
separarse de la misma. En el cristianismo
ha sucedido más bien al revés, es decir, se ha
instado a la separación de los pecadores de la Iglesia, si
estos no eran penitentes.
Todo ello no excluye que haya sectas cristianas,
dañinas como las que más, que yo alinearía
sin reparos entre las herejías, como es el caso del Opus
Dei o de los Testigos de Jehová. La lista, por supuesto,
no termina necesariamente ahí.
¿Qué es la Iglesia
católica?
No sólo la institución mundana, con sus
oficios y jerarquías, con sus corruptelas y miserias, sino
también la comunidad de
santos y creyentes que tienen por cabeza a Cristo, lo que se ha
venido llamando su Cuerpo Místico o túnica
inconsutil. Una Iglesia humana, de pecadores y no de perfectos,
que anticipa en la tierra las
realidades divinas, mediante los sacramentos, y que tiende
infinitamente a la suma perfección, que es
Dios.
¿En qué consiste la verdadera
religiosidad?
Muchos objetan a los seguidores de una religión
la imposibilidad, sentida con vehemencia justiciera, de dar fe al
Creador de un mundo en el que abunda el mal. Pero yo les contesto
que la perfección de Dios está tanto en el cielo
inmaculado como en la estampa de un niño muriéndose
de hambre. Es un pagano, un tipo verdaderamente superficial, el
que sólo ve a Dios en el cielo.
¿En qué razonamiento falaz, consciente o
inconsciente, descansa la descreencia del ateo?
Podría resumirse del siguiente modo: "Hay muchas
religiones distintas, contradictorias entre sí. Luego no
proceden de Dios, ya que Dios, por definición, es veraz y
no se contradice. Luego ese Dios no existe, puesto que si
existiera se contradeciría, y no sería Dios. De
ahí se sigue que las religiones, proclamadas en nombre de
Dios, son vanas invenciones de los hombres, y por consiguiente,
falsas".
Este parece ser uno de los elementos de
convicción del ateo, y no precisamente el menos
importante. ¡Observad cuántos vicios se agazapan en
las inferencias!
Como ya dije en otra parte, el cristianismo,
y particularmente el catolicismo, ha sabido combinar
hegemonía cultural e integración civilizadora. Tal vez no sea
algo único en el panorama de las religiones, aunque
sólo un escaso número de ellas haya logrado
alcanzar las cotas de universalidad de la católica. Como
señas distintivas, es una de las pocas basada en la
misericordia divina, y no sólo en su justicia; una de las
pocas en las que el poder
espiritual ha pugnado tradicionalmente por mantenerse al margen
del temporal, sin sometérsele (con firmeza hasta la
guerra de las
investiduras; más laxamente en adelante); una de las pocas
en las que el estatuto del creyente no depende de su sangre,
nacionalidad o nobleza, sino de su recepción de la fe; una
de las pocas en las que el hombre es con exclusividad vicario de
Dios en la tierra, sin compartir esta prerrogativa con seres
irracionales; una de las pocas en las que la fe no contradice a
la razón, sino que la perfecciona.
¿Por qué es necesario defenderla frente al
mal del siglo? Porque su negación ha supuesto siempre una
barbarie sin paliativos. Junto a la hegemonía cultural y
la integración civilizadora de las que
hablaba, tenemos:
a) una civilización aculturizadora: como la
colonización europea en África o la
colonización Occidental en el mundo, ya sea mediante las
armas, ya
mediante el comercio
desigual.
b) una culturización acivilizadora: como la que
el nazismo
pretendía y algunos grupos
integristas siguen añorando.
Si eliminamos la razón moral y la
filosofía, dejaremos libre el paso a la razón
instrumental y al fanatismo: a Bush y a Bin Laden.
Esto es un llamamiento a la resistencia
contra el eterno borrego, llámese ateo, agnóstico o
testigo de Jehová.
A raíz de los debates mantenidos en los
siguientes foros:
es.charla.religion
http://boards1.melodysoft.com/app?ID=isegoria
Daniel Vicente.