- Resumen de la
monografía - Definiciones conceptuales
necesarias. - El abuso sexual de niños
más allá de la pedofilia. - Conclusiones
- Citas y
referencias - Bibliografía.
La investigación centró el análisis en el fenómeno de la
Pedofilia y su preocupante auge mundial. Valorativamente
establecimos las principales categorías asociadas al tema
tratado, entre las que se encuentran el concepto de
pedofilia, su diferencia con la pederastia, la categoría
abuso sexual;
especificando la definición conceptual de "niño",
conjuntamente con el estudio de las consecuencias de las
prácticas abusivas pedófilas para las
víctimas. Propusimos razonadamente la ampliación
del concepto de pedofilia más allá de su sentido
clínico original, basándonos para ello en la alta
incidencia actual de este abuso sexual, debido a múltiples
razones que no se reducen solo a una inclinación sexual
desviada.
PALABRAS CLAVES: Pedofilia, abuso sexual,
parafilia, niño victimizado, explotación sexual
infantil, abuso pedófilo.
La crisis
civilizatoria que ha caracterizado el nacimiento del tercer
milenio genera una sociedad mundial
en conflicto
creciente, que presenta entre sus múltiples
fenómenos desesperanzadores, el inaudito y preocupante
auge de la pedofilia, como expresión corruptora y abusiva
de niños,
niñas y adolescentes,
en el plano sexual.
El actual ejercicio de la pedofilia se ha extendido
geográfica y poblacionalmente, pues ya no se circunscribe
al individuo clínicamente diagnosticado como tal, se
extiende a otras muchas personas que distan de ser verdaderos
desviados sexuales; convirtiéndose así en una
patología social de preocupantes dimensiones. Más
que la manifestación de una desviación sexual
aislada, la práctica pedófila se constituye en un
fenómeno que refleja el alarmante deterioro moral de
nuestras sociedades y
de por sí exige una acción enérgica de los
Gobiernos y de las diferentes instituciones
de la sociedad
civil.
Le presentamos a continuación una exposición
detallada, en la que el análisis de la pedofilia como
patología social se convierte en el hilo conductor del
discurso.
Nuestros razonamientos persiguen como meta establecer las
relaciones concatenantes y potenciadoras que interactúan
entre el crecimiento de la demanda
pedófila del mercado sexual y
el desarrollo
mundial acelerado de la comercialización del sexo con
niños.
DESARROLLO
I- DEFINICIONES
CONCEPTUALES NECESARIAS.
I.1- Generalidades.
La sexualidad
humana constituye parte integrante del desarrollo de la
personalidad y se expresa mediante manifestaciones
biológicas, psicológicas y sociales que evolucionan
en correspondencia con el grupo
etáreo a que pertenece el individuo. La sexualidad se
encuentra presente en todo el ciclo vital humano y se caracteriza
por ser un fenómeno permanente, sui-géneris y
variable que comienza con el nacimiento y termina con la muerte,
expresándose diferenciadamente de acuerdo con las
distintas etapas de desarrollo del ser humano en cada sociedad,
en cada cultura y en
cada persona.
Precisamente en la etapa infantil, objeto de nuestra
atención, la sexualidad se caracteriza por
la autoexploración, el descubrimiento del propio cuerpo y
la construcción de la identidad
sexual. Si durante este periodo vital se introduce al niño
en prácticas y actividades sexuales no adecuadas para su
edad, se genera una violencia en
la evolución saludable de su sexualidad;
provocándose secuelas afectivas y cognitivas de
repercusiones incalculables para su desarrollo futuro.
Esa violencia de entidad sexual y de nefastas
consecuencias para los niños se comete, en muchos casos,
por individuos adultos con determinadas características e inclinaciones sexuales
anómalas, conocidos comúnmente como
pedófilos.
En función de
clarificar los términos que usaremos en el presente
trabajo, nos dedicaremos a continuación a dimensionar
conceptualmente varias categorías de importancia para el
tema tratado y sobre las que no siempre existe acuerdo
doctrinal.
El concepto de pedofilia se deriva del idioma griego y
significa originariamente "amor por los
niños". En la actualidad se considera la pedofilia como un
trastorno sexual de índole clínica definido como
"la atracción sexual del adulto por niños de
cualquier sexo". Evidentemente la pedofilia como categoría
clínica posee un horizonte limitado y específico,
pues "el término pedofilia, en su sentido médico,
designa al adulto que padece un trastorno de la personalidad
consistente en mostrar un interés
sexual centrado expresamente en los niños que aún
no han llegado a la pubertad".
Considerada una parafilia típica, la pedofilia ha
sido erróneamente identificada con la pederastia;
aún cuando reconocemos la existencia de una evidente
cercanía conceptual entre ambos términos. Definimos
la pederastia como las relaciones homosexuales con
penetración entre varones, sinónimo de
sodomía. Deduciendo entonces que la pederastia como
práctica homosexual masculina puede implicar entre sus
manifestaciones la relación entre hombres adultos y
niños, con lo que aparece la variante pedófila de
la pederastia, estableciéndose así el punto de
contacto entre ambas categorías. Desde otro ángulo
analítico podría aceptarse una
identificación factual entre versiones de ambos
fenómenos, caracterizándose estos tipos
específicos por la coincidencia en la existencia de
niños víctimas del sexo masculino y de adultos
varones como sujetos activos del abuso
sexual.
El profundo conocimiento
de los hábitos de comportamiento
de los pedófilos propicia su reconocimiento y permite
evitar en algunos casos, la consumación de su accionar
irregular. La literatura
psiquiátrica en comunión con la sexología
moderna ha descrito hasta el detalle las formas de
orientación sexual, las manifestaciones conductuales, los
tipos o variantes fundamentales de la pedofilia, etc. Con
respecto a ello la
organización categorial de estos conceptos responde a
una documentada práctica médica y
sexológica, en la que se precisa la distinción de
los pedófilos, por ejemplo, en cuanto a su preferencia
sexual, dividiéndose en orientación heterosexual,
homosexual o ambas; o en relación con las actividades
pedófilas propiamente dichas, entre las que se enumeran y
describen una amplia gama conductual que oscila entre las
caricias y la penetración sexual violenta en cualquiera de
sus modalidades. De igual forma se detalla exhaustivamente las
dos variantes fundamentales de la pedofilia: la sentimental
homoerótica y la agresiva heterosexual. En el
análisis clínico de este tipo de parafilia se
localizan determinadas líneas de comportamiento
pedófilo, tales como: los seductores, los introvertidos,
los sádicos, etc.
Aún cuando resulta importante y factible
reconocer determinados hábitos comportamentales de
connotación pedófila; se debe especificar el hecho
de que las personas portadoras de este tipo de
perturbación sexual no pertenecen exclusivamente a una
clase o estrato social, y por el contrario, se distribuyen por
todo el entramado social, comportándose como individuos
aparentemente normales y en muchos casos con una plena integración social y
comunitaria.
Dentro de los pedófilos, la mayor peligrosidad es
portada por aquellos individuos en que los niños
confían por naturaleza, a
partir de ser amigo de su familia; realizar
funciones
relacionadas con la atención a la infancia, por
ejemplo: profesor, sacerdote, etc.; o cuando desempeña
alguna profesión idealizada por los niños, tales
como: policía, bombero, etc. Este tipo de agresión
sexual proveniente de personas supuestamente confiables genera
cicatrices profundas, matizadas en el infante bajo la forma de
sentimientos de culpa y angustia.
En un sentido preventivo vale demostrar especial cuidado
y control en la
selección del personal que
labora en los organismos encargados de la niñez, pues
algunos pedófilos buscan obtener empleo en esas
entidades, con la malévola intención de tener
acceso a niños y ganar su confianza, consumando
posteriormente sus propósitos. Muchas veces estos
trastornados sexuales se disfrazan de filántropos
aparentemente deseosos de ayudar financieramente a la
atención de los niños en países en
desarrollo o en zonas donde se produce o recién ha
concluido un conflicto bélico.
Resultan obvias las dañinas consecuencias que
provocan en las víctimas el actuar pedófilo,
independientemente de las diferentes formas que adopten sus
actos. Sin embargo, con el fin de neutralizar los sentimientos de
culpabilidad por estos daños y garantizar así su
estabilidad emocional, los pedófilos desarrollan una
especie de "construcción" psicológica distorsionada
y supuestamente racional en torno a sus
repugnantes acciones;
racionalidad justificante elaborada a partir del cuestionamiento
y replanteo conveniente de las percepciones sociales
críticas hacia la práctica de sexo con
niños, salvando así el fenómeno de la
"disonancia cognitiva" generado por su comportamiento sexual
desviado.
En aras de la negación de las nefastas
consecuencias de sus actos, estos agresores racionalizan sus
abusos, exhibiendo "actitudes y
creencias distorsionadas que les permiten percibir que los
niños son de alguna manera responsables de su propio
abuso, y/o imaginarse que los niños no sufren daño
cuando mantienen contactos sexuales, y/o que los niños
cuentan con capacidad de otorgar libremente su consentimiento a
las relaciones sexuales con los adultos, u obtener beneficios de
las mismas".
I. 2- Definición de la categoría
"niño". Posiciones al respecto.
Un punto focal de controversia entre los profesionales,
ONGs y dependencias gubernamentales que trabajan el problema de
la pedofilia, radica en la definición de niño y por
tanto en la definición de la edad en que el individuo
puede ser víctima de las prácticas sexuales
pedófilas. La Convención de los Derechos del
Niño en su primer artículo define como
niño a "todo ser humano menor de dieciocho años de
edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea
aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad". El
término niño alude un rango de edad
cronológica que comienza con el nacimiento y termina en
una edad tope determinada legalmente.
Por lo estipulado en la Convención se deduce que
las legislaciones nacionales son los documentos
definitorios de la edad legal que funciona como frontera entre la
niñez y la adultez. La variabilidad de un país a
otro, en lo que concierne a este aspecto, responde a tradiciones
culturales y jurídicas; es así que legislativamente
se implanta una edad tope para definir un grupo de individuos que
por su incompleto desarrollo físico e intelectual no se
encuentran capacitados para decidir aspectos fundamentales de su
vida; esta incapacidad decisoria establece una incapacidad
jurídica y consecuentemente el Sistema Legal les
brinda protección especial o tutela penal contra
violaciones de sus derechos, tales como ataques
o abusos sexuales.
Teniendo en cuenta las diferencias de intereses entre
las distintas ramas del Derecho, el Sistema Legal de un mismo
país es variable en cuanto a la definición de la
categoría niño. Existen diversas definiciones en
términos de edad cronológica asociados a variados
aspectos o actividades a realizar por el individuo. Así
por ejemplo, se establece la edad de responsabilidad penal, la edad de votar en
elecciones, la edad de trabajar, la edad para contraer matrimonio y
precisamente del tope etáreo previsto en la
legislación para la protección de las relaciones
sexuales, se deduce la edad para otorgar libre consentimiento en
los intercambios de entidad sexual. Es decir, al determinar
legalmente hasta que edad el niño puede ser víctima
de delitos contra la
libertad
sexual, por el solo hecho de ser niño, se está
definiendo el límite a partir del cual la persona es libre
de decidir con quién, como y cuando establece sus
relaciones sexuales.
Siendo así, la definición de niño
constituye una decisión legal y de ninguna manera puede
ser interpretada a partir de si la persona desarrolló de
forma precoz las características sexuales exteriores,
tales como vello púbico, aumento de volumen de los
senos, crecimiento de los genitales exteriores, etc. A menudo se
ha usado ese desarrollo exterior prematuro como justificante en
la victimización de niños que siendo menores en
términos de edad cronológica poseen, sin embargo,
un desarrollo corporal de persona adulta.
El uso persistente de imágenes
de niños de corta edad como víctimas preferentes de
los pedófilos, distorsiona en cierto sentido esas
prácticas e implica una visión reduccionista en
cuanto a las víctimas. La pedofilia como práctica
no solo abusa de niños menores representantes
indiscutibles de la inocencia infantil; por lo que una estrechez
de visión de esa índole sugiere erróneamente
que solo constituyen prácticas pedófilas aquellas
que usan a seres de muy corta edad. Esta representación
estereotipada de las víctimas de la pedofilia excluye a
otros sectores infantiles que no poseen tan corta edad, pero
siguen siendo niños necesitados de protección
contra acciones infames, ignorándose también a
aquellos niños prostituidos que han sido obligados a
perder su inocencia. "Al cargar constantemente las tintas con
respecto al abuso de los niños pequeños, pasivos y
dependientes (…) se están reforzando las actitudes
populares en las que se basan muchos explotadores para justificar
racionalmente los actos de explotación sexual comercial de
niños, por ejemplo, que un niño que no es
pequeño, dependiente o sexualmente inocente no
debería ser considerado niño".
I.3- Consecuencias de las prácticas
pedófilas en los niños
víctimas.
La mayor o menor gravedad de las secuelas que presenta
el niño abusado sexualmente depende de varios factores,
entre los que se encuentran: el tipo de agresión, la
severidad de la violencia o coacción usada, el grado de
relación con el agresor, el desarrollo de la personalidad
del infante, la reiteración o no del abuso, el apoyo
familiar, etc. Los efectos nefastos pueden ser de varios tipos y
en función de ello adquieren diversas clasificaciones, por
ejemplo: existen autores que dividen las secuelas del abuso
sexual en: secuelas físicas y secuelas
psicológicas. Otros parten del criterio clasificatorio
proveniente de la duración de las consecuencias, son
aquellos que fraccionan las mismas en dos grandes grupos con sus
subdivisiones correspondientes, esas amplias parcelaciones son
conocidas como: secuelas a largo plazo y secuelas a corto
plazo.
No resulta objetivo de
nuestro trabajo el análisis minucioso de las consecuencias
de las prácticas pedófilas en niños, sin
embargo no conseguimos sustraernos a la necesidad de mencionar
someramente algunos de estos efectos traumáticos. En el
plano físico se presentan los dolores corporales propios
de las lesiones generadas en el transcurso del abuso sexual
violento del niño, la posible transmisión de
enfermedades
venéreas, la adquisición del SIDA, los
embarazos como subproducto del maltrato, etc.
Los efectos psicológicos por su parte, aunque no
visibles, pertenecen al grupo de los más perdurables. Los
trastornos mentales se manifiestan en los planos emocional,
cognitivo y comportamental. Sin hacer distinción entre
estos planos podemos enumerar, por ejemplo: los estados ansiosos
y depresivos, el desarrollo de fobias asociadas a determinados
estímulos recordatorios del abuso sexual, problemas en
la autovaloración, autoculpabilización,
sentimientos de indefensión, etc. En el plano
comportamental manifiestan generalmente comportamientos
agresivos, problemas de relación a partir de elementos
hostiles hacia los demás, conductas sexuales promiscuas,
etc.
En definitiva, el abuso sexual genera en los
niños un deterioro marcado de la autoimagen y la autoestima;
las víctimas magnifican su dolor y tragedia
percibiéndose a sí mismos como seres
estigmatizados. No resulta secreto que la acción abusiva
sexual compromete gravemente el desarrollo de los niños y
limita el acceso al pleno disfrute de sus derechos como seres
humanos.
II- EL ABUSO SEXUAL DE
NIÑOS MÁS ALLÁ DE LA
PEDOFILIA.
La materialización del comportamiento
pedófilo siempre implicará en sí mismo la
existencia de un abuso sexual, consistente en la comisión
de un acto sexual directo o indirecto sobre el niño,
acción tendente a estimular y satisfacer sexualmente al
adulto. El abanico de comportamientos sexuales abusadores se
extiende desde las caricias o manoseos, hasta la
penetración bucal, vaginal o anal. El abuso sexual
contempla insito otras variantes como las prácticas
pornográficas caracterizadas por fotografías y
filmaciones en solitario o con interacciones sexuales entre
infantes, aún cuando dichas prácticas no impliquen
un contacto físico con el adulto abusador. La ocurrencia
del acto abusivo se puede manifestar en contextos diferentes y en
interrelaciones sociales muy diversas.
Los abusos sexuales deben ser analizados a partir de dos
grandes categorías: la coerción y la
asimetría de edad. "La coerción (con fuerza
física,
presión
o engaño) debe ser considerada por sí misma
criterio suficiente para que una conducta sea
calificada de abuso sexual de un menor, independientemente de la
edad del agresor. Por su parte, la asimetría de edad
impide la verdadera libertad de decisión y hace imposible
una actividad sexual común, pues los participantes tiene
experiencia, grado de madurez biológica y expectativas muy
diferentes. Esta asimetría supone en sí misma un
poder que
vicia toda posibilidad de relación igualitaria. Por
consiguiente siempre que exista coerción o
asimetría de edad (o ambos casos a la vez) en el sentido
propuesto entre una persona menor y cualquier otra, las conductas
sexuales deben ser consideradas abusivas. Este concepto tiene la
ventaja de incluir también agresiones sexuales que cometen
unos niños contra otros".
Afirmamos con anterioridad que el accionar
pedófilo genera la existencia del abuso sexual infantil,
aún cuando no resulta factible identificar simplistamente
la pedofilia clínica declarada con los abusadores
sexuales. El actual fenómeno del abuso sexual va
más allá de la pedofilia, extendiéndose a un
creciente sector poblacional del planeta convertido en abusadores
sexuales de niños, a pesar de no poseer las peculiares
desviaciones preferenciales de los pedófilos
diagnosticados clínicamente. Ese progresivo conjunto de
individuos, que sin sufrir una atracción sexual
anómala demandan el uso de niños en sus
prácticas sexuales, debe ser reconocido como un grupo que
padece una pedofilia no clínica de entidad ocasional o
episódica, que por sus dimensiones se ha constituido en
una patología social de alcance epidémico mundial,
generando enorme preocupación entre los gobiernos y la
sociedad civil, por su trascendencia de inmenso deterioro moral y
psicosocial.
En este momento del análisis cabe introducir un
tercer concepto referido a los explotadores sexuales de
niños, entendidos estos "como los individuos que se
aprovechan injustamente de algún desequilibrio de poder
entre ellos y una persona menor de 18 años con el fin de
usarlos sexualmente, ya sea para obtener beneficios materiales o
por placer personal". Esa definición de explotador sexual
absorbe la categoría de abusador sexual, aunque si llegar
a coincidir totalmente.
Así pues, a manera de resumen parcial podemos
relacionar las tres categorías analizadas hasta el
momento: la pedofilia, el abuso sexual infantil y la
explotación sexual de niños; todas ellas
constituyen un continuo conceptual que implica la progresiva
ampliación de dimensiones con una correlativa
identificación. La pedofilia como concepto clínico
originario constituye apenas una manifestación del abuso
sexual infantil, y este último a su vez forma parte de la
categoría del explotador sexual. Observado de una manera
más simple y graficada podríamos afirmar que no
todos los explotadores sexuales de menores son ellos mismos
abusadores sexuales, por cuanto existe una parte de esos
explotadores que no accionan sexualmente con los niños,
aunque si propician el contacto sexual de esos niños con
una tercera persona, percibiendo por ello un beneficio
económico. Esto se explica en tanto recordemos que el
término de abuso sexual de niños solo contempla a
aquellos individuos que reciben gratificación sexual
directa.
Valorando la correlación identificativa de estos
conceptos desde una óptica
progresiva de lo particular a lo más general y en
términos de acción individual, sustentamos que el
pedófilo activo será siempre un abusador y un
explotador sexual infantil; sin embargo, visualizándolo en
sentido inverso, no todo explotador sexual de niños
constituye un abusador sexual, ni a su vez todo abusador sexual
será un portador del trastorno sexual pedófilo. El
punto focal de coincidencia conceptual se produce por la
razón de que todos convergen con su accionar en la
victimización de niños.
El desarrollo progresivo de la demanda de niños
para prácticas sexuales se produce por la
ampliación escalonada de grupos de individuos
solicitantes. "Se ha comprobado que los clientes que
solicitan servicios
sexuales infantiles pertenecen fundamentalmente a los siguientes
grupos: pedófilos, los que sienten inclinación
preferente por los niños, los usuarios habituales de
servicios sexuales que recurren ocasionalmente a los
niños, los cliente locales
de la prostitución, turistas, personas en viaje
de negocios,
inmigrantes extranjeros, soldados, funcionarios públicos
destinados en lugares aislados y otras personas".
Se evidencia que los horizontes del problema no se
limitan a la pedofilia como categoría psiquiátrica.
La cada vez más alarmante explosión del abuso
sexual de niños cometidos por un gran número de
hombres y mujeres que no son pedófilos clínicamente
hablando, nos llama a la reflexión en cuanto a la
conveniencia de redimensionar conceptualmente la pedofilia,
concibiéndola como una patología social actual
más allá de su definición médica y
sexológica original; atemperándonos así a la
realidad de un problema que desde hace tiempo supera con
creces las desviaciones sexuales aisladas y extrañas al
conglomerado social.
El enfoque sociológico de la pedofilia como
patología nos obliga a la investigación
etiológica del fenómeno y secuencialmente nos
acerca, por tanto, al cuestionamiento de nuestras sociedades y a
la toma de conciencia
alrededor de la necesidad de una reacción oportuna y
crítica ante la progresiva deshumanización, ante el
consumismo frenético que nos esclaviza y nos "cosifica" y
ante la degradación y la discriminación de sectores poblacionales en
alto riesgo
victimógeno, como son nuestros niñas y
niños. Nuestro cuestionamiento crítico debe
extenderse, entre otros aspectos, a la desenfrenada y
distorsionada comercialización de la sexualidad,
incentivante de la demanda del sexo rentado y de manera especial
al control de la violencia en sus múltiples
manifestaciones, ya sea física, emocional o
sexual.
La violencia constituye un elemento cotidiano en la vida
de las sociedades contemporáneas, es un fenómeno
estructural asociado a los mecanismos de poder y a la propia
construcción de las relaciones sociales. La violencia se
desarrolla a partir de un condicionamiento histórico y su
pretendida explicación etiológica resulta harto
complicada, por cuanto sus características se adecuan a
procesos e
interacciones humanas generadas en ambientes específicos.
La violencia social contemporánea en sus diversas formas,
ya sea física, psicológica, simbólica,
mediática, etc.; se encuentra asociada en el nivel
personológico a frustraciones psicológicas y
materiales producidas por situaciones de inequidad, por la
búsqueda de estímulos violentos de determinadas
personas hartas de placeres, por la marginalidad o en
otros casos aparece como resultado colateral de una estresante
cotidianidad.
Por ser un síndrome complejo de carácter
perenne y extendido a todo el entramado social, la violencia se
constituye en un fenómeno continuo y permanente, pudiendo
generar esta habitualidad, una especie de insensibilidad social
ante la frecuente ocurrencia de actos agresivos sexuales y
más concretamente hacia la incidencia violenta que
representa el abuso sexual en niños. Con todas nuestras
fuerzas debemos instaurar un consenso en torno a considerar el
abuso sexual pedófilo como una de las manifestaciones
más dramáticas y extremas de las agresiones
sexuales y a partir de ese consenso evitar que por lo explicado
antes, en el enfoque valorativo social se entronice una
indiferencia nada favorable a la lucha contra la pedofilia como
patología social, lográndose en definitiva
estimular los sentimientos de rechazo e intolerancia social hacia
las acciones pedófilas.
En las páginas del presente trabajo procuramos
dejar constancia lo suficientemente fiel de nuestra
concepción de la pedofilia como un fenómeno de
entidad y nocivo efecto social, materializado en el actual
incremento de su gravosa incidencia. Las razones de este
preocupante crecimiento se vinculan a mecanismos
socio-estructurales de carácter criminógeno y como
reiteradamente expresamos, se extiende a todos los estratos
sociales y a la gran mayoría de los países del
planeta.
Ante esta dantesca realidad representada por el apogeo
de la pedofilia, la comunidad
internacional se encuentra obligada a instaurar una
agrupación de carácter mundial, que dirija las
acciones destinadas a ponerle fin a este fenómeno. Solo
cuando en los niveles nacional, regional e internacional se
trabaje mancomunadamente, podremos hablar de una lucha que
poseerá esperanzas de éxito.
El fantasma representado por el ejercicio de la
pedofilia recorre el mundo, constituye un fantasma de pesadilla
social que a grandes zancadas aplasta la inocencia, el bienestar,
la dignidad y el sano desarrollo de la más joven
generación de nuestras sociedades. Ya en los finales de
este trabajo, cabe preguntarse entonces si estamos conscientes,
si estamos dispuestos y si podemos ocuparnos seriamente de la
disminución de esas denigrantes prácticas
pedófilas. No hacerlo sería hipotecar el futuro de
nuestros niños y de nuestras sociedades.
Pequeño Larousse Ilustrado. 1996.
2 Informe provisional de la Relatora Especial
de la Comisión de Derechos Humanos
sobre la venta de
niños, la prostitución
infantil y la utilización de niños en la
pornografía. Octubre de 1996. Párrafo
No. 19. Disponible en Internet. http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nsf/.
3 Trastorno de índole sexual o
desviación sexual. La Psiquiatría las clasifica en
típicas y atípicas. Como parafilia típica,
además de la pedofilia, se conoce el travestismo, el
exhibicionismo, la zoofilia, etc. En la categoría de
atípicas aparecen la coprofilia, la urofilia, la
necrofilia, etc.
4 Variante pedófila caracterizada por
el uso de niños varones como objeto de interés, con
exclusión de las víctimas infantiles femeninas; se
materializa principalmente mediante caricias que generan el
máximo placer.
5 Variante de la pedofilia en que las
relaciones implican una actividad heterosexual, mayoritariamente
víctimizando a niñas con métodos
que generalmente se caracterizan por mayor o menor dosis de
violencia, pudiendo llegar en casos extremos al homicidio
sádico.
6 Concepto psicológico que define las
incongruencias existentes entre la creencias, actitudes y
comportamientos del individuo, generando ansiedad y daño
psíquico a partir de dificultades en la
autovaloración. Ampliar en: O` Connell Davidson, Julia.
(2001). El Explotador Sexual. Acápite No. 3.
Internet.
http://www.focalpointngo.org/yokohama/spanish/default.htm.
7 Julia O` Connell Davidson. (2001). Obra
citada. Párrafo No. 22.
6 Julia O` Connell Davidson. (2001). Obra
citada. Párrafo No. 97.
9 En: Colectivo de Autores. (2000). El abuso
sexual del niño y su protección jurídico
penal en Cuba. Ponencia
al VI Evento Técnico de la Fiscalía Provincial de Villa Clara. Santa
Clara. Págs 14-15.
10 Julia O` Connell Davidson. (2001). Obra
citada. Párrafo No. 9.
11 Informe Provisional de la Relatora
Especial de la Comisión de Derechos Humanos sobre la venta
de niños, la prostitución infantil y la
utilización de niños en la pornografía.
Octubre de 1996. Presentado al quincuagésimo primero
período de sesiones de la Asamblea General de la ONU.
Párrafo 18. Disponible en Internet.
http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nsf/.
12 Ver: Leal, Gustavo. (2000).
Presentación de un panorama global de la violencia y
explotación sexual contra niños y niñas en
América
Latina y el Caribe. En CD. "Derecho a
tener Derecho. Infancia, derecho y políticas
sociales en América
Latina". Material de la UNICEF. Párrafo 26.
Colectivo de Autores. (1996). Niños
víctimas de delitos sexuales. (Primera Parte). En
Revista de
"Sexología y Sociedad". Año 2, No.6. Diciembre de
1996. La Habana.
Colectivo de Autores. (1997). Niños
víctimas de delitos sexuales. (Segunda Parte). En
Revista de "Sexología y Sociedad". Año 3, No.7.
Agosto de 1997. La Habana.
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Niño. (1990).
Declaración y Programa de
Acción del Primer Congreso Mundial contra la
Explotación Sexual de los Niños. (1996).
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Duran, Aleida. (2002). El abuso sexual infantil casi
epidémico. Disponible en Internet. http://www.contactomagazine.com.
Informe de la Relatora Especial de la Comisión
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prostitución infantil y la utilización de
niños en la pornografía. Septiembre de 1995.
Presentado al Quincuagésimo Período de Sesiones de
la Asamblea General de la ONU. Disponible en Internet.
http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nfs/.
Informe de la Relatora Especial de la Comisión
de Derechos Humanos sobre la venta de niños, la
prostitución infantil y la utilización de
niños en la pornografía. Octubre de 1997.
Presentado al Quincuagésimo Segundo Período de
Sesiones de la Asamblea General de la ONU. Disponible en
Internet. http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nfs/.
Informe del Relator Especial de la Comisión de
Derechos Humanos sobre la venta de niños, la
prostitución infantil y la utilización de
niños en la pornografía. Febrero del 2002.
Presentado al 58º Período de Sesiones de la
Comisión de Derechos Humanos. Disponible en
Internet. http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nfs/.
Informe Inicial presentado por Cuba al Comité
de los Derechos del Niño. Febrero de 1996. Disponible
en Internet. http://www.unhchr.ch/tbs/doc.nfs/.
Informe presentado por la Federación de
Mujeres Cubanas a la Comisión de Derechos Humanos.
Enero del 2002. 58º Período de Sesiones. Disponible
en Internet.
http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nfs/testframe_sp.htm.
Informe Provisional de la Relatora Especial de la
Comisión de Derechos Humanos sobre la venta de
niños, la prostitución infantil y la
utilización de niños en la pornografía.
Octubre de 1996. Presentado al Quincuagésimo Primer
Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU.
Disponible en Internet. http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nfs/.
Leal, Gustavo. (2000). Presentación de un
panorama global de la violencia y la explotación sexual
contra niños y niñas en América Latina y el
Caribe. En CD "Derecho a tener Derecho. Infancia, Derecho y
Políticas Sociales en América Latina". Programa
regional/nacional de capacitación de la UNICEF.
O` Connell Davidson, Julia. (2001). El Explotador
Sexual. Documento temático del Segundo Congreso
Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de los
Niños. Yokohama. Japón.
Disponible en Internet.
http://www.focalpointngo.org/yokohama/spanish/default.htm.
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No.12, 1996. Internet.
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Rosas, María Isabel. (1995). Violencia sexual
contra niños y niñas. Ponencia presentada en el
Seminario de
Especialización "Estrategias y
técnicas de Atención al Maltrato
Infantil". Diciembre de 1995. Perú.
Violencia Sexual. (1999). En: ASESÓRATE.
Boletín de Información Sexológica.
Disponible en Internet. http://www.cmrioja.es/asexorate/numero18.html.
DATOS DE LA AUTORA:
Graduada de Licenciatura en Derecho en la Universidad de La
Habana en el año 1982 y titulada de Master en Pedagogía de la Educación
Superior desde el año 2000. Posee 20 años de
experiencia en la labor docente universitaria. Pertenece a la
Sociedad Cubana de Ciencias
Penales de la Unión de Juristas de Cuba y a la Sociedad de
Pedagogos de Cuba. Posee una vasta experiencia en la
investigación; ha desarrollando sus pesquisas en el
área criminológica, específicamente en la
esfera microambiental delictiva, en el área de la
Personalidad, en la Prevención Criminal y Victimal, en el
Control Social Formal e Informal, en temas de Derecho Penal
Especial y en la Enseñanza del Derecho.
Msc. Marta González
Rodríguez
Profesora de Criminología y Derecho Penal
Universidad Central de Las Villas.CUBA