(La prevención del delito, una
propuesta seria de disminuir la inseguridad
pública)
- El Crimen a lo largo de la
Historia. - El Delito, Fenómeno
Psicológico. - Se Viola el Precepto
Jurídico. - La Prevención del
Delito. - La Realidad es Bien
Distinta.
Hablar de criminalidad es hablar de sociedad. Son dos
entes que van de la mano indisolublemente. Son dos figuras
estrechamente ligadas que no pueden existir de forma separada,
que se necesitan una a otra.
Lo social es lo que tenemos en constante experiencia. Es
un ingrediente esencial de nuestra vida misma. Gran parte de la
vida se halla rodeada de ingredientes sociales, esos ingredientes
precisamente (sentimientos, estilos de conducta.)
conducen en muchos casos a la comisión de actos
criminales.
La sociedad tiene frecuentemente al acto criminal como
su acompañante. Es la comisión de delitos, una
constante en la sociedad, provocados por múltiples
circunstancias de los aconteceres diarios, es preciso definir que
es un crimen y que es la sociedad, aunque a ellos también
agregaremos la definición del delito, que en
múltiples ocasiones se asocia o se emplea con
sinónimo de crimen.
Delito es acto u omisión constitutivo de una
infracción de la ley penal,
mientras que el crimen se define como una infracción penal
grave.
Al hablar de la sociedad, la definición
más común es la que se refiere a una unión
de hombres o de animales que
conviven y se relacionan siguiendo unas leyes comunes.
Luego entonces, los hombres (hablando del género
humano) conviven bajo un régimen legal que es precisamente
el que determina las leyes y el que marca los
límites
de lo permitido y lo prohibido. Es lo que distingue el delito o
el crimen de los actos normales de una sociedad en su conjunto.
De manera que como la sociedad es el conjunto de unos especiales
modos de conducta, de los modos de conducta del individuo que son
influidos por otros seres humanos, cabe señalar que la
realidad de lo social consiste en un variado conjunto de formas
de comportamiento, así como de una complicada
red de
interacciones. Pero antes las reglas sociales se anteponen del
Derecho. Las normas
jurídicas son preceptos dotados de coercitividad, que
equivale a la posibilidad de forzar el cumplimiento.
Tal vez en ese precepto donde se establece la
definición y el sustento de lo que puede ser delito o
crimen en relación a la conducta normal. Las normas
jurídicas son las que establecen las formas de castigo o
penas para castigar los ilícitos que se cometen en la vida
diaria.
El Crimen a lo largo
de la Historia.
En efecto, desde tiempos remotos el crimen ha sido una
constante en la vida humana. Van desde el delito común
hasta el grave que es considerado como el crimen. La historia nos
da cuenta de muchos actos criminales que fueron muy sonados. La
Biblia misma da cuenta de cómo Caín y Abel
escenifican un acto criminal. Hay miles de casos más a lo
largo de la historia, pasando por las guerras y
revoluciones que fueron escenarios de asesinatos y violaciones a
las leyes, amparados tal vez en el deseo de algunas naciones por
independizarse, escudo de cometer tropelías y delitos
graves como recientemente se dio en la Gran Guerra de
Estados Unidos
y sus Aliados contra Irak, en busca
supuestamente, de la liberación del pueblo Iraquí.
Ante ese cobijo se cometieron cientos o tal vez miles de actos
criminales y aunque fue severamente criticado ese ataque,
finalmente la fuerza del
más poderoso se impuso. Al nacimiento del hombre se da
competencia. Esa
misma que obliga a la superación, a buscar ser mejor que
el de enfrente. A tratar de ganar en todo. Lucha que con
frecuencia ha llevado a enfrentamientos estériles pero de
consecuencias graves.
La misma lucha por la supervivencia ha sido escenario de
multitud de crímenes o delitos que con el tiempo se han ido
olvidando, al grado que recordarlos, solo son meras
anécdotas que ya no impactan.
Usted verá que en corto tiempo, la masacre de
Irak solo será recordada y criticada por muy pocos, y los
demás veremos los crímenes de guerra como cosa
necesaria y simple dato anecdótico.
Claro, los índices y los estilos de criminalidad
han ido en aumento y perfeccionándose. De aquellos
enfrentamientos vanos, irracionales, fuimos hasta los que se dan
ahora en busca del poder y
control
político del mundo entero, o simplemente por la
posesión de un terreno o un billete. Esas luchas que han
terminado en tragedias se producen desde tiempo
inmemorial.
El Delito,
Fenómeno Psicológico.
Existen diferentes tipos de delitos pero la gran
mayoría se encierra en los ámbitos
sociológico, psicológico, pero primordialmente
jurídico. Cualquier delito que se cometa, de la gravedad
que sea, estará siempre contemplado dentro del orden
jurídico. Sin un sistema
jurídico no existiría ninguna tipificación
de los delitos. Pueden catalogarse como psicológicos,
producto de
alguna turbación de la mente (pero el mismo siempre
estará enmarcado en lo jurídico).
Puede hablarse de fenómenos sociológicos,
producto de las desigualdades comunes en la vida, pero igualmente
estarán enmarcados en el ámbito de las leyes. Y
hasta los delitos que se han catalogado como electorales, tienen
que ser tipificados dentro de un ordenamiento jurídico.
Ningún crimen o delito social podrá estar ajeno a
las leyes.
El Derecho en todas sus expresiones o ramas por mejor
decirlo, es el que pretende regular la existencia de la vida
humana. Es la ciencia que
busca convivencia equilibrada, justa, pero que frecuentemente
llega a efectuar actos coercitivos por que su esencia no es
respetada por la gran mayoría de la población mundial.
Parecería que aquella frase de que "el Derecho se
hizo para violarlo" ha sido tomada muy en cuenta en el mundo
entero, pues son muchos, miles, millones tal vez, los casos de
injusticia, de violación de derechos, de pasar sobre las
leyes mismas. Eso es práctica cotidiana. Lo mismo en
México que
en la mayoría de las naciones del Mundo. El Derecho tiene
esencia pura, pero llevado a la práctica es
comúnmente violado. Por ello los índices de
criminalidad, los actos delictivos, crecen día con
día. Lo mismo en naciones desarrolladas que en aquellas
que son catalogadas como de tercer mundo. La criminalidad no se
detiene y en cambio,
aumenta sus formas y estilos hasta el grado de llegar a
sofisticaciones que nunca se hubieran imaginado.
Los delitos pueden ser de origen biológico.
Muchas personas nacen con tendencias delincuenciales. Su
composición biológica lo hace ser extremadamente
susceptible y por ende, capaz de cometer actos criminales sin
mediar justificante alguna. De ser criminal sin razón
aparente y simplemente por algún impulso
biológico.
Pueden darse crímenes por razones
psicológicas, un tanto parecido a las anteriores. Sin
embargo, es común como algún ilícito de
resonancia se argumentan frecuentemente razones psíquicas
que tuvo el indiciado para cometer su delito. Claro que todos los
delitos están dentro del amito social, que incluye lo
moral y lo
cultural.
Lo social es tan amplio que puede abarcar cualquier
aspecto de un acto criminal. Ya decíamos al inicio de
éste ensayo que
sociedad y criminalidad van siempre de la mano. Para que existan
criminales es indispensable que exista la sociedad de la que
estamos hablando.
Es el Derecho, decíamos, un conjunto de normas o
pensamientos normativos que intentan regular una determinada
realidad social.
Esas normas pretenden ordenar esa concreta realidad
social, y cuyo sentido se refiere a la realidad de esa
situación histórico – social. Lo que interesa
a la ciencia es
jurídica es averiguar cual debe ser el deber
jurídico.
Pero existen también otras acepciones en
relación al Derecho y una de ellas es la
filosófica, que dice que el Derecho se presenta como un
hecho social, como una forma colectiva real en sus
vínculos de casualidad interhumana. Es una fuerza social
que actúa a modo de factor configúrante de la
colectividad y que produce efectos sobre otras manifestaciones de
la vida social.
En efecto, quienes dictan las leyes, reglamentos,
sentencias. Están generando actos de la vida individual.
Son hechos sociales. Gracias al Derecho precisamente, muchas
personas realizan actos que serían incapaces de cumplir,
si tuvieran que contar exclusivamente con sus propias fuerzas
naturales.
Se Viola el Precepto
Jurídico.
Decíamos en líneas anteriores que delito
es la infracción voluntaria de una ley penal, haciendo lo
que en ella prohíbe o dejando de hacer lo que manda.
Aunque podría ampliarse la discusión en ese sentido
y señalar que el delito no es la infracción de la
ley penal, sino de los principios que
forman esa ley, pues la ley penal es la que define y castiga los
actos u omisiones punibles y no es esa ley la que el delincuente
viola, sino el precepto jurídico cuya sanción
establece ella.
Ahondar sobre ese tema sería abordar aspectos de
los orígenes del delito, de las diferentes teorías
que sobre el mismo se han tejido a lo largo de la humanidad. No
obstante, lo que hoy nos ocupa no es buscar orígenes y
motivos del delito, sino más bien las consecuencias, las
razones, lo que preocupa a la ciudadanía en su conjunto.
El crecimiento alarmante de la delincuencia
de todos los ordenes, lo mismo en delitos del fueron común
que del fuero federal.
Hablar de estadísticas es complicado, las que se
conocen generalmente son las oficiales, que desgraciadamente
sirven para maquillar las cifras verdaderas y para justificar
el trabajo de
las autoridades correspondientes.
Por ejemplo datos de la
Secretaría de Seguridad
Pública nos pintan un panorama positivo dado que muchos de
los delitos no solo no han crecido en número desde hace
algunos años sino que por el contrario han disminuido o en
su defecto han permanecido bajo los mismos
índices.
Si usted hace caso de esas estadísticas (que en
éste mismo trabajo reproducimos) veremos que vivimos en un
país de primer mundo, donde la delincuencia casi es
inexistente y además, los cuerpos policíacos
realizan trabajos extraordinarios de forma que la seguridad
imperante en la nación
resulta ejemplar.
Sin embargo, basta con salir a la calle y preguntarle a
cualquier vecino sobre la situación actual y verá
la forma en que se expresa la manera en que describe lo
aterrorizante que en ocasiones resultan las calles de la
ciudad.
Los índices de criminalidad han aumentado a pesar
de las optimistas declaraciones de los funcionarios que tienen a
su cargo la seguridad publica o la
administración de la justicia.
Dicen las estadísticas oficiales sobre delitos
denunciados, pero no se atreven a dar un número siquiera
probable de todos los delitos que por diferentes circunstancias
quedan el olvido.
Esos robos en pequeño, asaltos en la calle,
asaltos a casas habitación y hasta los llamados secuestros
Express, casi nunca se denuncian ante las autoridades
correspondientes. Los habitantes prefieren guardar silencio
porque inclusive, llegan a ser amenazados por los delincuentes y
por ello prefieren callar, guardar silencio.
En cuanto a delitos denunciados, la Secretaría de
Seguridad Pública, dice que en materia de
robos varios, en el año 2000, solo tienen 31,697
ilícitos cometidos, cuando en 1997, la cifra era mayor en
40 mil robos. Luego en materia de lesiones se llega a 216 mil
casos, mientras que en 97, era de 193 mil sucesos. Si hablamos de
robo de vehículos usted verá en la grafica que
anexamos que la diferencia es la mínima, 124 mil por 123
mil aproximadamente. En cuanto a daños si hay diferencias
notables pero sobre el papel nada que
alarme.
En el caso de fraudes, hay disminución en 7 mil
por 123 mil aproximadamente, mientras que en Homicidios
asómbrese, hay cuatro mil menos que en el 97, cifra que
solo las autoridades se lo creen porque es innegable que el
índice delictivo ha sido creciendo y si no se conocen es
porque muchas veces no se denuncian.
Todas estas cifras que estamos reproduciendo no
significan la realidad, porque ésta diferente.
La solución o cuando menos la disminución
de la delincuencia o el control de la misma, solo puede darse a
través de la prevención.
Se ha hablado con insistencia sobre la necesidad de
incrementar las penas a los delincuentes, de aplicar incluso con
mayor frecuencia la cadena perpetua y hasta se han realizado
encuestas o
sondeos para ver la posibilidad de aplicar la pena de
muerte.
Afirman los que están a favor de esas corrientes
que el delincuente al saber que será objeto de un castigo
ejemplar, va a dudar en cometer su fechoría que
podría inhibirlo.
Dicen que quienes se atreven a matar en un asalto, a
realizar un secuestro y en
muchas ocasiones matar a sus víctimas si no tienen la
recompensa anhelada, puede ponerlos a pensar si saben que pueden
ser condenados a muerte.
Un delincuente sabe a lo que va, estamos hablando de los
delincuentes profesionales, esos que atemorizan a la
ciudadanía, quienes están dispuestos a todo con tal
de conseguir su objetivo. No
nos referimos al raterillo que se apodera de una bolsa de la
señora que va al mercado, no nos
referimos a quienes por necesidad robar un pan o mercancía
de alguna tienda de abarrotes. Eso son delincuentes pero en menor
en escala, que
pueden fácilmente ser sometidos y controlados.
Lo grave es la delincuencia organizada, la de alta
escala, esa que qué mueve fortunas, lo mismo la que se
atreve a un secuestro o a un robo a bancos o casas
habitación, o quienes ahora tienen como principal
actividad al narcotráfico.
Esa conducta delincuencial es la que mantiene preocupada
a la ciudadanía y que no mueve siquiera a la
reflexión a las autoridades.
Las conductas delincuenciales son producto del entorno
social. Muchos de los narcotraficantes, una gran cantidad de
delincuentes son producto del reflejo de la sociedad en que
viven. Los niños
jóvenes se desarrollan en un ámbito delincuencial,
bien familiar o de amistades y sin querer, caen en ese
círculo. Así se van formando los grandes clanes del
narcotráfico. Así se arman las bandas de
secuestradores, así se forman los grupos de
saltabancos o de roba coches, y hasta de roba
niños.
El entorno social los va envolviendo. Los va absorbiendo
y no existen programas para
impedir que eso crezca y se multiplique.
Los programas de prevención a la delincuencia son
de escritorio para los discursos,
para que el político se adorne, pero generalmente en todo
queda en el verbo.
Hay también quienes afirman que construir
más y mejores cárceles sería una de las
soluciones a
la delincuencia, lo que resulta una gran mentira. Pocos son los
delincuentes que se regeneran en los diferentes penales. La
mayoría, según estadísticas oficiales
vuelven a reincidir, caen nuevamente en el ámbito
delincuencial y con frecuencia en el mismo tenor o sobre el mismo
tema.
Más cárceles o mejores prisiones a nada
conducen. Con frecuencia los delincuentes van creciendo su odio
hacia la sociedad por la forma en que los tratan en sus
confinamientos. Un ejemplo vivo es el Penal Federal de La Palma,
que tenemos aquí en el Estado de
México, en Almoloya de Juárez. Los grandes capos
del narcotráfico se quejan con frecuencia de la manera tan
irracional en que los tratan, están confinados, con poco
acercamiento con la sociedad y jamás será un paso
para la readaptación humana. Los criminales son más
trovos, más crueles porque se saben enemigos de la
sociedad.
Para colmo, hay delincuentes, sobre todos los
pequeños, esos que trabajan en menor escala, que han
tomado las cárceles como una manera de sobrevivir. Vaya,
saben que en prisión, tendrán segura la comida y
muchas veces hasta ropa y desde luego, el cobijo de un techo, por
eso delinquen y provocan su aseguramiento, de manera que las
cárceles, a nuestro juicio, no son ninguna
solución. Más bien entorpecen cualquier labor de
rehabilitación.
De manera que la prevención de la delincuencia
queda como una salida cierta para disminuir los índices
delictivos. Para ello podría instrumentarse muchos
programas, lo mismo dirigidos a los internos como para quienes
viven en situaciones de riesgo, de
miseria, donde con frecuencia son orillados a practicar hechos
delictivos.
La pobreza, la
marginación, la escasa educación, muchos son
los factores que orillan a delinquir, a cometer actos criminales.
Sobre el cambio de mentalidad, sobre el trabajo permanente de la
comunidad,
sobre la honradez, sobre la entrega de la comunidad pero
indispensablemente sobre el combate y aniquilación de la
corrupción
gubernamental. No puede verse más el gobierno como una
forma de enriquecerse. Es preciso que el gobierno se comprometa
con el pueblo a utilizar los recursos
oficiales para lo que están destinados, que no haya
desvíos, que se transparente el gasto y por otra parte,
ésta, indispensable, que se le permita al pueblo
involucrarse en los gobiernos del país. Lo mismo
participando directamente que exigiéndole a las
autoridades que cumplan lo prometido y sean honestos.
La tarea no es sencilla. Requiere de mucha
preparación y de tiempo pero nunca es tarde para empezar.
Se dice que terminó la era de la corrupción y de
los malos gobiernos, pero hoy por hoy, los partidos
políticos, todos en lo general y en lo individual,
unos más y otros también, carecen de credibilidad,
paran por una severa crisis que
puede permitir la llegada al poder de la ciudadanía sin
filiación política.
El pueblo está cansado de tantas promesas de
tantos insultos entre partidos. Quiere gobiernos honestos,
emanados de la ciudadanía, que conozca sus problemas, los
viva y los comparta, que se a un fiel representante del
pueblo.
Los partidos políticos tienen que cambiar
actitudes o
nadie más creerá en ellos.
El pueblo anda buscando una opción verdadera. Por
eso está cambiando de opinión en busca del camino
que sea el adecuado. El que nos lleve a lograr mejores niveles de
vida, que haya más educación, que tengamos una
economía
sólida, estable y que permita el progreso de la
ciudadanía en su conjunto evitando la pobreza y la
marginación por que con ello seguramente,
disminuirán los índices delictivos y
aumentará el bienestar de la sociedad.
Jorge Ceballos