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Los Medios de Comunicación en la Argentina




Enviado por rubenpinus



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Los Medios
    3. La Propiedad de los Medios Masivos de
    Comunicación en Argentina

    4. Los Contenidos de los Medios de
    Comunicación en Argentina

    5. A Modo de
    Solución

    1.
    Introducción

    En la actualidad nadie duda del nivel cultural de
    los medios de
    comunicación en Argentina.
    Incluso los estratos sociales que más sufren la carencia
    de formación cultural reniegan de la calidad de los
    programas
    ofrecidos por los medios
    nacionales; tal vez no apelen a la forma verbal de dudosa
    veracidad con la que se jactan sus compatriotas más
    preparados ("Yo no veo televisión"), pero saben lo que es bueno y,
    por oposición, lo que no lo es. No pretendo hacer de este
    ensayo un
    aburrido relato histórico del desarrollo de
    los medios masivos de comunicación (MMC) en Argentina, sino
    más bien describir su estado actual,
    su fisonomía moderna, su contenido, y analizar el rol que
    en el nuevo milenio cabe a los componentes básicos de
    la
    comunicación de masas: emisor – canal –
    mensaje – receptor. Sin embargo, antes de hincar el diente
    en el jugoso banquete tendremos que tomar un aperitivo con los
    protagonistas (la prensa, la radio, la TV y
    la internet), para
    conocerlos. Ruego al lector sepa disculpar a este humilde
    anfitrión por no poder
    saltearse la parte más aburrida de la velada, pero las
    referencias históricas serán breves, lo
    prometo.
    La internet, la nueva estrella de comunicación que en la
    última década ha venido a rivalizar con los medios
    clásicos (la prensa, la radio y la
    televisión), reúne los componentes
    básicos de la comunicación, y ciertamente
    constituye un medio masivo de comunicación, por lo que se
    incluirá su análisis en este ensayo.

    2. Los
    Medios

    La Prensa
    Los medios gráficos nacionales comienzan a surgir ya
    con la Revolución
    de Mayo, y se desarrollan a partir de los avances
    tecnológicos impulsados por la revolución
    industrial a mediados del siglo XIX con auge en Inglaterra. En
    este sentido no está de más recordar que el
    desarrollo de los MMC va de la mano con los avances
    tecnológicos, y el surgimiento de cada uno de ellos es en
    definitiva el producto de la
    combinación de los nuevos descubrimientos de la
    época. Los diarios y el material impreso en general son
    hijos de la imprenta de Gutemberg (aunque tal vez él no
    reconocería el menor indicio de su invento en las
    imprentas modernas).
    Ideológicamente la prensa argentina, al igual que la radio
    y la TV, ha adherido a la corriente política o
    artística de turno en Europa o Estados Unidos,
    reflejando al mismo tiempo las
    tendencias nacionales, tal como ocurre en la actualidad. A pesar
    de ciertos puntos de vista extremistas, el pluralismo y la
    oposición a la ideología oficialista han existido siempre,
    aún en períodos de gobiernos de facto (en la
    clandestinidad, desde luego). Sin embargo, la prensa alternativa
    ha tenido un público más bien minoritario y su
    existencia ha sido efímera. En el mundo occidental la
    principal fuente de ingresos de los
    medios es la publicidad. En el
    caso de los diarios el cálculo de
    rigor es que el ingreso de la venta al
    público sirve para cubrir los costos de
    producción (de impresión y distribución), mientras que los ingresos de
    la venta de espacios publicitarios constituye la utilidad de
    la empresa. La
    ecuación es sencilla: sin publicidad no hay diario. El
    éxito
    de la publicidad de una empresa
    está relacionado con la cantidad de lectores que
    verá el aviso publicado, y a la hora de elegir en
    qué medio publicitar las preferencias se inclinan por el
    medio de mayor venta. Ergo, la longevidad de los medios
    alternativos está subordinada a los bolsillos de los
    mecenas que los subvencionan dado que, pasado un breve
    período de impacto en la sociedad,
    históricamente el público vuelve a lo "viejo y
    conocido".
    El mercado nacional
    de diarios se distribuye entre los medios impresos de Buenos Aires
    (55%) y los que se editan en el interior del país (45%).
    Asimismo, el lugar de edición determina el ámbito
    de circulación. A partir de distintos estudios realizados
    puede establecerse, en promedio, que los diarios del interior
    guardan una relación de lectores por ejemplar equivalente
    a una vez y media más que la que existe en Buenos Aires
    (ADIRA–Asociación de Diarios del Interior de la
    República Argentina). Este defasaje en la
    distribución nacional, la mitad concentrada en Buenos
    Aires y la otra mitad dispersa en las provincias, es una
    constante que sirve para describir la disposición de la
    producción y el consumo de la
    mayoría de los bienes y
    servicios de
    este país.
    Sin embargo, los diarios de la capital
    aún tienen una ventaja extra sobre sus pares del interior:
    sus lectores no se concentran sólo en su región de
    origen (Capital Federal y Gran Buenos Aires), sino que un
    importante porcentaje de lectores del interior optan por adquirir
    los diarios capitalinos, en desmedro de los locales o regionales.
    Esta conducta no se
    observa en los consumidores de diarios de Buenos Aires (es decir,
    los porteños y los bonaerenses no prefieren los diarios
    del interior en desmedro de los locales). La preferencia de un
    gran número de lectores del interior por los diarios
    capitalinos es una actitud que
    merece investigarse. Es lógico suponer que estos lectores
    valoran al contenido de la prensa capitalina como "de primera
    mano" y mejor calidad, confiriendo a los medios impresos del
    interior el rol de plagistas ("copy and paste" según la
    moderna terminología informática), pero esta presunción
    es errónea en la actualidad ya que, descontando
    corresponsalías especiales o colaboraciones pagadas, las
    fuentes de
    información son comunes a todos los medios. Aún
    más, los diarios capitalinos son en general más
    caros que los del interior, pero para los consumidores
    provincianos de diarios porteños este no es un factor
    disuasorio sino más bien todo lo contrario: agrega al
    producto un valor asociado
    a la popular creencia: mayor precio = mejor
    calidad.
    La gran desventaja del diario y otros medios impresos respecto de
    la radio, la televisión y la internet, es la inmediatez de
    la difusión de la noticia. Un periódico
    no puede informar de los ataques terroristas al Pentágono
    y el World Trade Center, ocurridos en la mañana del 11 de
    septiembre, sino en su edición del 12, un día
    después, cuando todo el mundo ya ha visto las imágenes
    por TV o internet y ha escuchado la especializada perorata de los
    analistas tanto en la radio como la televisión. La ventaja
    del diario con respecto a los otros medios es, casi se
    podría decir que paradójicamente, la
    perdurabilidad. El soporte de la noticia permite que el lector
    pueda elegir en qué momento informarse, mientras que el
    televidente o el oyente de radio está obligado a
    sincronizar su atención con el medio de difusión.
    El lector es libre de leer el diario cuando lo disponga; es
    más, el lector puede incluso leer la noticia cuantas veces
    quiera, mientras que el televidente o el oyente de radio se
    perderá parte de la noticia si no encendió el
    aparato a tiempo, o si golpearon a la puerta o tocaron el timbre
    o sonó el teléfono, o si los niños
    lo interrumpen para mostrarle los deberes… El televidente o el
    oyente de radio no pueden pedirle al periodista que repita la
    información, mientras que el lector de
    diario puede retomar la lectura
    cuantas veces sea necesario (e incluso coleccionar los
    artículos que estime de interés).

    La Radio
    Como todo el mundo sabe, Guillermo Marconi fue el Gutemberg de la
    radio. Para cumplir con la referencia histórica
    sólo acotaré que la radio surgió a fines del
    siglo XIX, con las primeras y rudimentarias comunicaciones
    telegráficas inalámbricas, y se desarrolló
    como medio de comunicación durante la primera
    (1914–1918) y la segunda guerra
    mundial (1939–1945). Luego la radio empezó a
    utilizarse en mayor escala y se
    crearon radioestaciones, lo que trajo aparejado la
    fabricación de más unidades de radio, que junto al
    potencial de difusión de publicidad y propaganda
    generó la masificación del medio. En la actualidad
    todos los medios de difusión llegan al público en
    su mismo hogar (incluso el
    periódico a través de los servicios de
    distribución domiciliaria), pero en sus orígenes la
    radio contaba con la ventaja adicional de no tener que reunir al
    público en un recinto para disfrutar de sus programas (a
    diferencia del teatro, el
    cine, los
    conciertos, las conferencias). Por lo mismo, el público
    radial es heterogéneo y masivo, más que el de los
    periódicos ya que éstos requieren que su receptor
    sepa leer, y aún más que la internet que requiere
    conocimientos de computación.
    Con la aparición de la televisión en la
    década del ‘50 la radio comienza a perder
    popularidad. No obstante, con el abaratamiento de los aparatos
    que supone la invención de los transistores y la
    tecnología
    de la frecuencia modulada, la radio recuperó parte de su
    legendario prestigio.
    La desventaja de la radio en relación a la TV y la
    internet es, lógicamente, que transmite sonidos y no
    imágenes; en este sentido incluso podría agregarse
    que corre en desventaja frente al mismo periódico, que
    puede incluir fotos y
    gráficos para ilustrar sus textos. No obstante, la ventaja
    de la radio con respecto a la TV es que no requiere del receptor
    más que la atención de uno de sus sentidos: la
    audición. La gente puede escuchar la radio en sus hogares
    o lugares de trabajo mientras se ocupa en otra tarea, desde los
    quehaceres del hogar hasta los trabajos de oficina, pasando
    por la vigilancia de locales comerciales. ¿Cuántos
    serenos no están agradecidos de la compañía
    que el pequeño aparatito les brinda durante sus eternas
    veladas?

    La Televisión
    En 1924 se logró la transmisión inalámbrica
    de imágenes a larga distancia, en Estados Unidos,
    país cuna del desarrollo de este medio. La
    televisión a color,
    invención de Peter Goldmark, surgió en 1954. Sin
    embargo, los avances más espectaculares no se produjeron
    sino hasta la década del ’70.
    Rápidamente la televisión penetra en los hogares de
    millones de personas en todo el mundo, dejando relegados no
    sólo a los medios informativos clásicos sino
    también a los principales de medios de entretenimiento
    como el cine, el teatro y el circo. En la actualidad
    prácticamente no existe espectáculo que no pueda
    ser presenciado por millones de personas en todo el mundo; con
    sólo encender el aparato el televidente puede ver un
    partido de fútbol en España,
    una ópera musical en Sydney, o la celebración del
    año nuevo en Japón.
    La obvia ventaja de la TV en relación a la radio y la
    prensa escrita es el grado de percepción
    que logra en el público, ya que combina los sentidos de
    la vista y la audición. El principio de que una imagen vale
    más que mil palabras (escritas o verbalizadas), más
    aún una serie continua de imágenes, ha sumido a los
    otros MMC a papeles secundarios (tanto es así que todos
    ellos, la radio, la prensa y la internet, rinden culto a su
    majestad TV divulgando la programación televisiva). En todos los
    medios se discute lo que se ve por TV, mientras que es raro ver a
    alguien de la TV comentando contenidos de los otros medios.
    Aún cuando hay programas televisivos especializados en,
    por ejemplo, la internet, por lo general el discurso de
    estos programas no surge de modo espontáneo sino
    más bien todo lo contrario: es gente del medio internet la
    que adquiere el espacio para divulgar las bondades de su propio
    medio. Es publicidad, no al estilo clásico de tandas entre
    bloques de un programa
    televisivo, sino que el mismo programa es la publicidad.
    La televisión por cable aparece en nuestro país a
    principios de
    la década del ’90, constituyéndose en poco
    menos que una bendición para los televidentes con medios
    económicos suficientes, hasta entonces esclavos de la
    limitadísima gama de opciones que ofrece la
    televisión por aire. Recordemos
    que hasta entonces no había más que tres o cuatro
    canales de televisión por aire y que la "libertad de
    elección", base de la filosofía democrática
    occidental, en Argentina se parecía al estrecho abanico de
    opciones que aún tienen los ciudadanos en los comicios.
    Los más acérrimos defensores de la libertad de
    elección siguen sosteniendo que el individuo aún
    tiene una alternativa extrema frente a la paupérrima
    oferta de
    contenidos de la TV por aire (que se hace extensiva a todos los
    ámbitos de la vida democrática): apagar el
    televisor (y leer un buen libro, o
    cortar el césped, o arreglar la canilla del baño).
    No obstante, y volviendo al ejemplo de la elección de
    representantes en los comicios, es curioso que a los ciudadanos
    argentinos se les prohíba "no votar" si la oferta
    política no les satisface, el equivalente cívico de
    "apagar el televisor" (que sí está permitido,
    faltaba más).
    La TV por cable introdujo alternativas impensadas en la era de la
    TV por aire, canales dedicados exclusivamente a la
    difusión de programas culturales (no sólo de los
    aburridos, sino también documentales tan excitantes e
    interesantes como una buena película), canales de deportes, de videos musicales, de
    noticias, y también de sexo
    explícito. Conviene aquí remarcar un aspecto que,
    aunque evidente, constituye la clave de corte entre la TV por
    aire y por cable. La TV por aire incluía, y aún
    incluye (desde luego), una variedad de programas en todas las
    categorías mencionadas (noticias, deportes, etc.), pero
    eran justamente programas, limitados en tiempo y espacio, con un
    horario de inicio y otro de fin. La TV por cable ofrece a sus
    clientes canales
    cuya programación incluye nada más que contenidos
    de una sola categoría, por lo que en ellos pueden verse
    los eventos favoritos
    a cualquier hora del día, cualquier día del
    año, cualquier año. El sueño dorado del
    televidente que no tiene interés en la "cobertura
    especial" que en forma simultánea los tres canales de aire
    están haciendo de un evento.

    La Internet
    Por internet se entiende una red de redes de computadoras que se
    encuentran interconectadas a lo largo del mundo. Nadie es
    dueño de internet, simplemente cada usuario abona el
    servicio de
    conexión para acceder a esta red de redes. Para formarse una
    idea de la vertiginosa inserción de internet en la
    sociedad basta con observar que la radio se tardó unos
    treinta años en llegar a 40 millones de personas, la TV
    diez años en lograr la misma cantidad, mientras que
    internet lo hizo en sólo tres.
    La internet no alcanza el grado de masificación de los
    otros medios de comunicación porque su uso requiere del
    receptor algo más que saber leer y escribir, poder ver y
    escuchar. Es decir, todo el mundo tiene un televisor o una radio
    en casa, mientras que no todos tienen computadora,
    teléfono o TV por cable. Internet requiere en primera
    instancia que el receptor posea determinado nivel de ingresos, lo
    suficiente para contar con el servicio de teléfono o TV
    por cable, y una computadora más o menos moderna. Si bien
    el teléfono y la computadora
    son bienes básicos en los hogares del primer mundo, no se
    puede decir lo mismo de los países tercermundistas. Es
    éste, el nivel de ingresos, el factor que determina el
    acceso a internet. Es necesario, lógicamente, aprender una
    serie de conocimientos básicos sobre computación,
    pero no es posible aprender a utilizar una herramienta que no se
    tiene. Primero lo primero, y lo primero es adquirir una
    computadora y estar abonado a un servicio telefónico (o de
    TV por cable). Teniendo la computadora en casa no se necesita
    más que tiempo y práctica para aprender a usarla,
    lo mismo que con los complejos equipos musicales de hoy e incluso
    una procesadora eléctrica con una decena de funciones.
    Superado el obstáculo económico (y un mínimo
    dominio de PC,
    de acuerdo) que supone el acceso a internet, el medio constituye
    el paraíso de la libertad de
    expresión y elección. No hay ideología,
    religión,
    arte, deporte, actividad humana,
    "loquesea", que no tenga un sitio accesible para cualquier
    individuo del mundo (permítanme decir esto de nuevo: del
    MUNDO). Todo habitante de la tierra (con
    una PC conectada, dejaremos esto como un supuesto en lo sucesivo)
    puede acceder a cualquier página web
    del mundo, desde el FBI hasta las recetas de cocina de
    "Utilísima", desde los personajes infantiles de Disney
    hasta los bancos de
    Malasia, desde neonazis y skinheads hasta galerías de arte
    virtuales de los muesos más famosos del mundo. Hay de
    todo, para bien y para mal, como siempre hubo.
    La internet ha surgido como un medio ideal para ciertas
    actividades cuya difusión resultaba inapropiada en los MMC
    clásicos, el caso más evidente es el ajedrez.
    Quiero detenerme un momento en este fenómeno, ya que
    constituye un ejemplo por demás elocuente de la capacidad
    de la internet para hacerse de un público que los otros
    medios simplemente no pueden pretender. Para cualquier
    neófito resultan obvias las limitaciones que el ajedrez
    como espectáculo, como atracción de un
    público masivo, presenta en medios como la TV y la prensa
    escrita (¡ni hablar de la radio!). Los diarios y las
    revistas especializadas no pueden hacer más que lo que han
    hecho históricamente, limitados como siempre por su falta
    de inmediatez; esto es: brindar una crónica de lo ocurrido
    y reproducir los textos de las partidas. Por otro lado, no hay
    productor de televisión en el mundo que esté
    interesado en difundir por espacio de cinco o más horas
    imágenes de un tablero de ajedrez y dos rostros
    ceñudos, no hay empresa que
    esté dispuesta a patrocinar un evento así, y
    sólo una pequeña proporción de la población mundial estará interesada
    en seguir una larga transmisión movimiento por
    movimiento. No obstante los ajedrecistas, que a escala mundial no
    son más que una pequeña proporción,
    constituyen un público de millones de personas. Millones
    de personas son, sin entrar en argumentos filantrópicos de
    otro orden, millones de potenciales consumidores que muchas
    empresas,
    tanto las que producen bienes y servicios para los ajedrecistas
    como las que no (después de todo los ajedrecistas son,
    también, personas que consumen otras cosas). De este modo
    la internet, sin necesidad de robarle espacio a otro
    espectáculo de asistencia aún más masiva,
    cubre los requerimientos de difusión del ajedrez,
    brindando el espectáculo a los fanáticos de todo el
    mundo y un medio de publicidad para las empresas interesadas en
    patrocinarlo. Cualquier internauta puede ingresar al sitio que
    transmite en vivo la progresión de un torneo con los
    máximos exponentes del ajedrez mundial, seguir las
    partidas jugada a jugada, e incluso comentar los juegos en un
    "chat". En
    síntesis, la internet tiene la capacidad de
    reunir a una enorme cantidad de público al margen de su
    ubicación geográfica, superando sus limitaciones en
    tanto disperso, convirtiéndolos en un grupo
    "masivo". Nadie se interesa en patrocinar una Reunión
    Virtual de Filatelistas, con apenas una centena de entusiastas en
    Argentina, pero si agregamos otra centena de Uruguay, otra
    de Paraguay,
    Chile,
    Perú, Brasil
    De pasada he mencionado el aspecto más distintivo de la
    internet como MMC en relación a sus pares: el internauta
    tiene la posibilidad de interactuar en el medio. A pesar de los
    esfuerzos que la prensa escrita, la radio y la televisión
    hacen para que sus receptores puedan expresarse a través
    de ellos, ya sea con los productores del medio o con otros
    destinatarios, el tipo de comunicación que establecen es y
    seguirá siendo principalmente unidireccional. Es decir, el
    diario escribe – la gente lee, la radio habla – la
    audiencia escucha, el televisor transmite – la gente ve y
    escucha ("¡Cállate y escucha!", ordena el
    despótico lema de Kartoon Network). Estos medios han hecho
    algunos intentos por paliar estas limitaciones en los procesos
    comunicativos propios del canal, como el espacio para "Cartas de
    lectores" en los periódicos, los mensajes grabados o "al
    aire" en la radio, y otros similares en la televisión (es
    curioso que estos dos últimos, la radio y la TV, se sirvan
    del correo
    electrónico, el servicio que dio origen a la internet,
    como vía de comunicación con el público). No
    obstante, no puede hablarse en estos casos de comunicación
    bidireccional ya que no se produce un flujo interactivo entre
    ambas partes. El ejemplo más patético es que el
    locutor en la radio o el conductor en un programa televisivo
    siempre tiene la posibilidad de decir "la última palabra",
    que no es el caso del oyente o televidente que ya ha enviado su
    mensaje (incluso en las comunicaciones telefónicas
    transmitidas "en vivo" el locutor puede decir lo que se le antoje
    una vez terminada la conversación, mientras que el
    participante… bueno, ya no está "al aire" y debe
    conformarse con expresar su réplica a los miembros de su
    familia).
    Internet ofrece la comunicación unidireccional,
    bidireccional, de uno a muchos, de todos con todos, texto,
    imágenes, sonido, y
    transmisión en tiempo real. Todas las posibilidades en una
    sola lata. Así no sólo un ajedrecista argentino
    puede comentar con un colega español
    los matices de una jugada novedosa mientras se desarrolla una
    partida de Kasparov, sino que médicos de todo el mundo
    pueden asistir a una conferencia de
    una eminencia científica y formular sus preguntas "on
    line", mientras que un grupo de personas, meros "mortales" con
    acceso a internet, pueden discutir lo que les de la gana en un
    "chat" (nacional o internacional). Es más, con un par de
    accesorios (una video
    cámara y un micrófono) instalados en la
    computadora, mamá (cómodamente acicalada en el
    estudio de su casa en Córdoba) puede hablar y ver a su
    hijo (que está cursando un posgrado en Alemania).

    3. La Propiedad de
    los Medios Masivos de Comunicación en
    Argentina

    En nuestro país son dos los grupos
    económicos que aglutinan la mayoría de los medios:
    Telefónica Argentina S.A. y el Grupo Clarín.
    Por un lado la empresa Telefónica de Argentina S.A. es
    dueña de Advance (proveedor de servicio de internet),
    Telinver S.A. (empresa que publica las guías
    telefónicas), Altocity.com S.A. (un shopping virtual),
    Telefónica Data Argentina (servicios web para
    empresas), Telefónica Móviles S.A. (telefonía móvil, con su producto
    estrella: Unifón), Terra Networks S.A. (grupo global de
    internet con presencia en 43 países – el tipo de
    gigante comercial que absorbe a la competencia
    pequeña), Telefónica Media S.A. (propietaria de 9
    canales abiertos de TV y principal accionaria de Telearte), y con
    el 100% de las acciones de
    Radio Continental. Telefónica posee además del 50%
    de García Ferré (productora de películas
    infantiles), el 30% de Patagonik Film Group, y el 20% de Torneos
    y Competencias
    (eventos deportivos). Sprayette S.A., Katalyx Argentina S.A.,
    Atento Argentina S.A. y Emergia Argentina S.A., empresas que a su
    vez administran otras empresas, también son del grupo
    Telefónica.
    El Grupo Clarín es propietario parcial o total de: Arte
    Gráfico Editorial Argentino S.A. (Diario Clarín,
    Diario Deportivo Olé), Artes Gráficas Rioplatense S.A., Hachette
    Filipacchi Agea Publicaciones S.A. (Revista Elle),
    Cimeco S.A. (Diarios La Voz del Interior y Los Andes), Papel Prensa
    S.A. y la Agencia Diarios y Noticias (23%). En el área
    audiovisual con Artear S.A. (Canal 13, Volver, TN), Patagonik
    Film Group S.A., Radio Mitre S.A. (Cadena Mitre, Cadena 100,
    Cadena Top 40). Deportes: Tele Red Imagen S.A. (TyC Sports),
    Televisión Satelital Codificada S.A., Teledeportes S.A.
    Distribución de TV: Galaxy Entertainment Argentina S.A.,
    (Direct TV), Multicanal S.A. Telecomunicaciones (sí, esto
    también): CTI S.A., Audiotel S.A. Área Digital:
    Prima S.A.(Ciudad Internet, Datamarkets, Citinet).
    Resulta evidente que los esfuerzos legislativos por evitar la
    formación de emporios en el área de comunicaciones,
    por preservar la pluralidad, han fracasado. Esto es así
    tanto por la habilidad económica y legal de estos
    poderosos grupos financieros como por la inoperancia de los
    organismos públicos competentes. Es cierto que la
    apropiación de los medios masivos de comunicación
    en manos de unos pocos ocurre en muchos países
    democráticos, tal vez en todos, pero el que sea un mal de
    muchos no significa que no sea un flagelo directo en contra de la
    pluralidad de opinión, baluarte de toda democracia,
    que debe combatirse.
    El emporio de los medios de comunicación no sólo
    otorga a sus dueños el poder de decidir sobre la
    conveniencia de los contenidos a difundir (la herramienta
    básica de la manipulación de la opinión
    pública), sino que –ante la ausencia de
    competencia– les permite también establecer los
    términos económicos de sus propios productos. El
    ejemplo más evidente es la transmisión de partidos
    de fútbol, que prácticamente ha dejado al
    público de TV por aire al margen de su disfrute y que
    condiciona a las repetidoras de cable. ¿Quieren transmitir
    el partido? OK, este es el precio (he decidido omitir el costo aproximado
    de este producto por razones de decoro, no está bien
    incluir obscenidades en un
    ensayo).

    4. Los Contenidos de los
    Medios de Comunicación en Argentina

    En Argentina existe un ente oficial que se encarga de
    fiscalizar los contenidos de la radio y la televisión, el
    Comité Federal de Radiodifusión (COMFER). Este
    organismo considera a la comunicación como un bien social
    necesario para el desarrollo cultural, educativo y
    económico de la población. El objetivo del
    COMFER es asegurar la posibilidad de expresión para las
    diferentes corrientes de opinión, promocionar el patrimonio
    cultural, y garantizar el pluralismo político, religioso,
    social, cultural, lingüístico y étnico. Por
    intermedio de la creación de la Defensoría de los
    Usuarios de Radio y Televisión se busca eliminar de estos
    medios los contenidos que promuevan la discriminación, que atenten contra los
    derechos del
    niño, el trabajador o los ancianos, la pornografía, la difusión de
    información falsa, la incitación a la violencia o al
    delito.
    Todo esto está muy bien, digamos que el COMFER –en
    tanto funcione– es un escudo contra posibles atropellos a
    los derechos humanos,
    pero no puede hacer nada contra los llamados "programas basura" cuyo
    contenido no viola ninguna ley (los
    programas más audaces, los que viven en la frontera de la
    legalidad desafiando valores
    morales como la dignidad, la honestidad y la
    privacidad de las personas, con frecuencia afrontan procesos
    judiciales que no temen perder pues aún así el
    rédito económico suele ser muy superior a los
    costos por
    infringir la ley). La libertad de expresión es como una
    moneda de dos lados, la cuestión pasa por ejercer la
    libertad de elección de forma tal que la gente sepa
    qué lado es conveniente observar, escuchar o leer.
    Como ya se ha dicho, el contenido de la internet es pluralista en
    el sentido más amplio de la palabra; existen sitios para
    todos los gustos y preferencias (no obstante, no olvidemos que la
    libertad de elección está subordinada a la
    disponibilidad de los medios de acceso). Los contenidos de la
    prensa, la radio y la televisión están dados por la
    actualidad (las noticias y lo que está de moda), y un
    juego
    interactivo entre las preferencias de los productores y los
    consumidores (el clásico binomio dinámico: oferta
    demanda).
    Podría decirse que es un proceso de
    ensayo y error, los medios difunden un programa y miden la
    aceptación que tiene en el público (el
    "rating").
    La prensa no tiene mucho que innovar en materia de
    contenido, fundamentalmente es un medio informativo, no de
    entretenimiento. Las noticias cubren todos los aspectos de la
    vida en sociedad; no sólo se incluyen los tópicos
    clásicos como el quehacer
    político–económico y los horrores cotidianos
    encuadrados en la sección de policiales, sino
    también los deportes, el arte, la ciencia, la
    moda, la informática… En un diario de domingo pueden
    encontrarse noticias o artículos especiales sobre
    prácticamente todos los aspectos de la vida.
    Esto en cuanto a la variedad de contenidos, la calidad de los
    mismos es otro tema. En general los diarios, al menos los
    más importantes de Argentina, tienen un nivel comparable a
    cualquier diario prestigioso del primer mundo. Si el
    periódico dispone de un buen plantel de profesionales y de
    los medios (económicos y tecnológicos) para acceder
    a las principales agencias de información del mundo (DyN,
    Reuter, Télam, etc.), el resultado es más o menos
    el mismo y no queda más que obedecer la línea
    editorial para decidir si las noticias sobre la
    persecución de Osama Ben Laden deben imprimirse en primera
    plana, en la sección de internacionales, o en un
    rinconcito de la última página. No es el caso de
    los medios de prensa "alternativos", loables esfuerzos de la
    prensa independiente, cuyos descuidos pueden resultar hasta
    insultantes para el lector instruido (el encabezado de primera
    plana de un ejemplar del diario "Hoy Día Córdoba"
    de mediados del año 2000 rezaba: "La Oficina
    Anticorrupción investiga a el Intendente por…").
    Independientemente de la calidad del texto, incluso al margen de
    la ideología del periodista que redacta la noticia, para
    el lector ilustrado este tipo de descuido puede resultar la punta
    de un iceberg, un indicio poco acertado del profesionalismo del
    personal del
    medio.
    Los programas de radio no brillan por la variedad de sus
    contenidos. Los programas tipo ómnibus, más comunes
    en las AM, combinan la difusión de noticias con temas
    cotidianos de interés para el ama de casa (recetas de
    cocina, consejos para la salud, novedades de la
    farándula, etc.). La radio, a diferencia del
    periódico, es un ámbito más propicio para la
    discusión, y los programas ómnibus suelen dar un
    tratamiento más extenso a la noticia del día
    incluyendo crónicas en vivo desde el lugar del hecho,
    conceptos de expertos o de los involucrados, la opinión de
    los oyentes que se comunican telefónicamente… Los
    programas de FM, en cambio,
    parecen ser un alternativa para aquellos oyentes que no quieren
    escuchar más que música y, en todo
    caso, un breve resumen de las noticias del día y los
    chismes del ambiente
    artístico.
    La televisión es sin duda el medio más criticado
    por sus contenidos. Básicamente, se le critica el
    desaprovechamiento de su potencial (la TV es un medio audiovisual
    que llega a millones de personas de todas las edades, durante
    todo el día), relegando programas educativos o
    instructivos por contenidos superfluos, pasatistas, o peor
    aún, violentos. Esto es así, pero la responsabilidad no es sólo de los
    productores de televisión sino también de los
    televidentes. El criterio que decide la puesta al aire y la
    continuidad de un programa (no sólo televisivo) es su
    rendimiento en cantidad de público, el rating, que se
    traduce en ingresos económicos por publicidad y merchandising.
    El razonamiento de los que sustentan el sistema por medio
    de la publicidad es muy sencillo: si tengo una empresa de
    galletitas saladas y quiero dar a conocer el producto,
    ¿debo insertar la propaganda en un espacio educativo de
    público reducido o durante la transmisión de "Gran
    Hermano" o "Video Match", con un público de miles de
    personas (potenciales consumidores de galletitas saladas)?
    En los contenidos de los MMC hay un factor más que
    determina su calidad: los periodistas y productores. En Argentina
    todo lo que se necesita para recibir el certificado de periodista
    es trabajar dos años continuos en medio acreditado; no es
    necesario decir más. Para ser productor sólo hace
    falta tener capital e interés por desarrollarlo en un
    medio masivo de difusión (aunque tal vez también
    sea necesario conocer a alguien influyente del medio). Entre
    otras cosas, es por eso que tenemos comentaristas de
    fútbol que utilizan registros de
    discursos del
    todo ajenos al ámbito deportivo, periodistas que se
    conforman con respuestas fútiles ("…lo que pasa es que
    los periodistas describen la realidad", le dijo el presidente De
    la Rúa a Mariano Grondona, como acusándolos de un
    pesimismo infundado que atenta contra la situación
    nacional, y Grondona pasó a otro tema), y analistas
    políticos o económicos que al referirse a un huevo
    hablan de la clara pero nunca de la yema.

    5. A Modo de
    Solución

    Al margen de lo pretencioso que puede parecer para este
    modesto ensayista proponer una solución para mejorar la
    calidad de los medios de comunicación en Argentina, un
    asunto por demás complejo, la receta no es novedosa ni
    milagrosa. Tampoco consiste en tomar a los jerarcas de los medios
    por la solapa y amenazarlos de muerte para
    que eleven el nivel de sus productos, ni mucho menos rogar por
    ello. La solución, estimado lector, es la misma que
    permitiría a millones de argentinos construir un
    país como el que queremos: elevar el nivel cultural de la
    población.
    Qué desilusión, ¿verdad? Pero es así
    de simple: la libertad de elección es posible, sólo
    hay que capacitar a la comunidad para
    saber elegir. Afortunadamente los medios no pueden subsistir sin
    el público, por lo que la gente (el lector, el oyente, el
    televidente y el internauta) tiene el poder de decidir qué
    tipo de programas, de contenidos, quiere consumir. Un nivel
    cultural más elevado y mejor distribuido no sólo
    creará un público exigente, sino que también
    pondrá del otro lado del mostrador a periodistas y
    productores con aspiraciones más altruistas, con serias
    pretensiones profesionales y artísticas, que
    redundaría en contenidos más útiles.
    ¿Es mucho pedir? Tal vez. Siempre va a haber programas
    basura, tanto en lo periodístico como en lo que es
    entretenimiento, el secreto está en educar a la
    población para elegir algo mejor. La cultura como
    eje del ejercicio de la libertad de elección puede
    aplicarse no sólo a la televisión, que es el caso
    más patético, sino también a la radio, la
    prensa escrita y la internet.

     

     

     

     

    Autor:

    Rubén M. Pinus

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