- Nociones
introductorias - La psiquiatría
forense. - Los grandes síndromes
psiquiátricos. - La
experticia. - Importancia médico legal
de la psiquiatría forense. - Conclusión
- Anexos.
glosario - Bibliografía
La asociación de los términos "Medicina" y
"Legal" sorprende a primera vista. Tal asociación resulta
menos misteriosa al recordar que el juez esta encargado, en
nombre de la sociedad, de
hacer respetar los derechos del hombre. En
muchas circunstancias, estos derechos tienen un carácter
biológico o psicológico. El organismo humano
obedece a componentes psicosomáticos complejos que dirigen
su existencia tanto desde un punto de vista vegetativo como
social, moral y
profesional.
Para evitar juicios oscuros, condenas abusivas, errores
judiciales, el juez, técnico del derecho, precisa ser
informado por personas que estudian los fenómenos
biológicos, patológicos y
psicológicos.
La medicina legal
judicial tiende un puente entre el pensar jurídico y el
biológico. Es una disciplina
particular que presta concurso necesario a la ejecución de
la ley.
En nuestros días estamos observando una
importante evolución de la Medicina Legal, porque la
idea de justicia no se
limita únicamente al derecho penal y
civil. Es necesario darse cuenta de la extensión, de la
diversidad y de la importancia social de a medicina legal
contemporánea.
Cuando emprende el estudio del criminal, de sus
reacciones antisociales, de sus actos y de sus consecuencias
médicas y biológicas, de su identificación,
de su responsabilidad penal, de su reeducación,
en medicina legal judicial y criminógena.
Cuando aporta su contribución y métodos
para resolver dificultades surgidas en la aplicación y
funcionamiento de las leyes sociales,
es medicina legal social.
Cuando se ocupa de los derechos y deberes profesionales
del médico, es medicina legal profesional, complemento
necesario de la medicina clínica.
La medicina legal judicial para satisfacer sus complejas
y múltiples actividades se vale de conocimientos
patológicos, toxicológicos, psiquiátricos,
biológicos, criminológicos, sexológicos,
así como también los correspondientes al derecho,
jurisprudencia, sociología, etc. Utiliza también
métodos, técnicas y
medios muy
variados de la anatomía normal o
patológica, de la microscopia, de la clínica, de la
serología, de la entomología, de las ciencias
físicas y químicas.
Es por ello que hoy el tema que nos ocupa es la
Psiquiatría Forense, un auxiliar muy valioso de la
Medicina Legal, y en consecuencia un arma en las manos del Juez
para que a la hora de esclarecer un asunto escabroso, pueda
estudiar detenidamente el informe de los
psiquiatras forenses y al dictar su sentencia sea lo más
justo y equitativo posible.
Para que el Juez pueda determinar la responsabilidad
penal de un imputado es indispensable que tenga en cuenta la
conjunción de dos condiciones que son: 1º. La
Inteligencia o
discernimiento, que nos dará la noción del bien y
del mal. 2º. La libre voluntad o libertad, que
permite escoger entre el bien y el mal. Toda causa que prive de
una u otra condición suprime la imputabilidad.
CAPITULO I. NOCIONES INTRODUCTORIAS
I.1
Justificación
El presente trabajo tiene la finalidad de
realizar un exhaustivo análisis sobre la Psiquiatría
Forense.
I.2 Descripción de la
asignación
Psiquiatría Forense. Concepto. La
Enfermedad Mental. Concepto. Tipos. La Psicosis.
Concepto. Tipos. Importancia del Diagnostico Médico Legal.
La Neurosis.
Concepto. Tipos. Importancia del Diagnostico Medico Legal.
Trastornos de la
Personalidad. Concepto. Tipos. Desviaciones y Trastornos
Sexuales. Concepto. Tipos. Retraso Mental u Oligofrenia.
Concepto. Tipos. La Experticia Psiquiátrica. Consecuencias
Jurídicas. Casos Prácticos.
I.3 Objetivos
- Lograr que el estudiante aprenda a formar de un todo,
de un conglomerado de información, un cuerpo orgánico y
lógico de ideas, que aprenda a sintetizar, que vaya de
lo general a lo particular. - Lograr conocer todo lo que se relaciona con la
Psiquiatría Forense y sus diversas aplicaciones en la
actualidad.
CAPITULO
II. LA PSIQUIATRÍA FORENSE.
II.1 Significado, Concepto y Ubicación de la
Psiquiatría Forense.
Antes de comenzar a desarrollar este tema sobre
Psiquiatría Forense, su campo de acción y sus
relaciones con otras disciplinas científicas, se considera
necesario aclarar el significado del término
Forense.
Según el Diccionario de
la Lengua
Española (1970), Forense viene del latín Forensis,
de forum, foro, plaza
pública, adj.: perteneciente al foro, antiguo,
público y manifiesto.
El Diccionario Jurídico de Guillermo Cabanellas
(1976) lo define así: Forense es lo que concierne al foro,
o sea, a los tribunales y a sus audiencias. Por extensión,
a lo jurídico en general.
La Real Academia Española (1970) expresa: Foro,
del latín Forum, plaza donde se trataban en Roma los negocios
públicos y donde el Pretor celebraba los juicios. Por
extensión, sitio en que los Tribunales oyen y determinan
las causas.
Es necesario señalar otras denominaciones
atribuidas a nuestra disciplina; entre ellas tenemos: Psicología
Medicolegal (Krafft Ebing), Psicopatología Forense (De
Sanctis y Ottolenghi), Medicina Legal de los Alienados (Krafft
Ebing), Psiquiatría Medicolegal (Claude),
Psiquiatría Forense (Tanzi) y, por último,
Psiquiatría Jurídica (Ruiz Maya).
Se han dado numerosas definiciones de Psiquiatría
forense las cuales no son del todo satisfactorias dado al gran
alcance, que en la práctica, ha venido experimentando
nuestra disciplina; entre éstas nos encontramos con el
concepto de Cabanellas (1976) quien la concibe como la ciencia
auxiliar del Derecho Penal, que estudia las enfermedades mentales de los
delincuentes, a fin de determinar su responsabilidad atenuada o
nula, dentro de los principios
criminales clásicos o la necesidad de uno u otro de los
tratamientos que por conveniencia individual y medidas de
seguridad deba
adoptarse.
Bonnet (1980) la denomina Psicopatología Forense
y, para él, estudia las personalidades anómalas no
psicóticas en relación de dependencia con la
legislación de cada país y agrega: la
Psiquiatría Forense realiza el estudio de las formas de
alienación mental en relación de dependencia con la
legislación de cada país.
Según Nerio Rojas (1964): abarca el estudio de
todas las cuestiones legales vinculadas a los alienados. J.M.
Codón y López S. (1968), al referirse a la
Psiquiatría Jurídica en su obra Psiquiatría
Judicial Penal y Civil, señalan: cuando los conocimientos
de la psiquiatría son aplicados a la vida del Derecho,
ésta recibe con toda propiedad, el
nombre de Psiquiatría Jurídica. Añaden los
citados autores que, según Weigandt, es la ciencia que se
propone aclarar los casos en que alguna persona, por
el estado
especial de su salud mental
necesita una particular consideración ante la
ley.
Realmente, aportar una definición que abarque
toda la relación de la Psiquiatría con el Derecho y
las Ciencias del Delito es
difícil; para ello deberá tomarse en
consideración dos tipos de criterios: "estrictu sensu" y
"latu sensu"; según el primero, sería la
aplicación de los conocimientos psiquiátricos para
determinar la capacidad jurídica de una persona en el
momento en que, por mandato judicial, sea necesario, así
en el campo penal, se determinará la capacidad de
imputación, en relación a lo pautado en el
artículo 62 del Código
Penal vigente; en el Campo Civil, la capacidad de discernimiento
y en el Laboral, la
capacidad de trabajo. En sentido "latu sensu",
comprendería la colaboración de la
Psiquiatría, en el Derecho Penitenciario, con la Criminología, con la Criminalística y con las nuevas corrientes
que se están desarrollando en Norteamérica y
Europa cuyo
objetivo es el
estudio de todas aquellas situaciones psiquiátricas que se
relacionan con el Derecho y que se ha denominado
Psiquiatría y Ley.
En lo referente a su ubicación, existe disparidad
de criterios, así, si observamos los textos de
Psiquiatría Forense cuyo autor es profesional de la
Medicina, la ubica como una rama de la Medicina Legal; por el
contrario, cuando el autor es un Jurista, se señala en
forma separada a la Medicina Legal y la Psiquiatría
Forense como Ciencias Auxiliares del Derecho Penal.
II.2 Imputabilidad.
El término imputabilidad tiene su origen en el
verbo latino imputare que significa atribuir; en materia penal,
es la atribuibilidad a un sujeto de un acto castigado por la ley,
por la que se declara culpable y se imponen las sanciones
(responsabilidad); la imputación de un delito a una
persona, consiste así, en atribuírselo, en ponerlo
a su cuenta, a su cargo.
El Dr. Rafael Mendoza Troconis (1977) llega a un
concepto definitivo de imputabilidad al definirla como las
condiciones físicas y psíquicas exigidas por la ley
para que una persona capaz de derecho penal pueda ser estimada
violadora de una norma penal.
No define el Código Penal la imputabilidad sino
que establece el legislador lo siguiente:
Artículo 62: No es punible el que ejecuta
la acción hallándose dormido o en estado de
enfermedad mental suficiente para privarlo de la conciencia o de
la libertad de sus actos.
Sin embargo, cuando el loco o demente hubiere ejecutado
un hecho que equivalga en un cuerdo a delito grave, el Tribunal
decretará la reclusión en uno de los hospitales o
establecimientos destinados a esta clase de enfermos, del cual no
podrá salir sin previa autorización del mismo
Tribunal. Si el delito no fuere grave o si no es el
establecimiento adecuado, será entregado a su familia, bajo
fianza de custodia, a menos que ella no quiera
recibirlo.
Por lo tanto, en la conciencia y en la libertad de
actuar reside el criterio de la imputabilidad. Para algunos, la
imputabilidad es la consecuencia del libre albedrío el
cual según el filósofo alemán Leibniz
–citado por Codón y López S. (1968)- "es una
propiedad de la voluntad humana que permite elegir entre dos
acciones:
ésta quiero, ésta no quiero".
Santo Tomás denominó al libre
albedrío vis electiva o fuerza o
facultad que permite elegir entre dos actos. Este, deja al hombre
en completa indeterminación activa: a) de iniciativa:
libertad de ejercicio o contradicción, por la cual puede
obrar o no obrar, actuar o inhibirse; b) de
especificación: puede ejecutar éste o aquel acto,
es decir, elegir términos específicamente
distintos, socorrer a un herido o rematarlo; c) de contrariedad:
puede ejecutar un acto lícito o ilícito; para sus
seguidores, el libre albedrío es la piedra angular del
arco del derecho, de todo derecho, el fundamento de las
ineludibles nociones de culpabilidad, imputabilidad y
responsabilidad; el hombre es
libre, es dueño de sus actos (libertas arbitrii), puede
cometer el delito o evitarlo y, ante el mandato legal, no se
halla determinado ni a priori ni a posteriori.
Según Aristóteles y Santo Tomás, el delito
es un acto humano y sólo puede llamarse actos humanos
aquellos sobre los cuales tiene el hombre dominio, en
cuanto es racional y libre.
A esta corriente, se ha opuesto el Determinismo
propugnado por Lutero quien ha sostenido una cruenta lucha con la
libertad del querer y, esta oposición, se ha sostenido
entre los estadistas de uno y otro campo aunque, en realidad,
sólo los liberoarbitristas son consecuentes con sus
teorías
de crimen y castigo.
Determinismo quiere decir negación de la libertad
humana y proclamación del principio de que nuestros actos
obedecen a una causa intrínseca o extrínseca y
están determinados por factores naturales como: el estado
de nuestro cuerpo (determinismo fisiológico), por el
motivo más influyente de los que pesan sobre nuestra
decisión (determinismo psicológico) o por el
medio ambiente
social (determinismo social).
Es curioso apreciar que los deterministas admiten, en la
práctica, el libre albedrío pues si no aceptasen su
existencia, no tendrían razón de ser las leyes o
normas
jurídicas sociales y morales, los premios ni las
sanciones, quedando todos los actos humanos englobados en el
abismo de la irresponsabilidad. Si el crimen fuese inevitable, si
el delito está predeterminado, el Derecho Penal
sería una enorme e hipócrita
inmoralidad.
La discusión acerca de ambas tesis se ha
dividido, en el Derecho Penal, en dos escuelas: la clásica
y la positiva; ésta última, sostiene que el hombre
no tiene responsabilidad moral y que es responsable por el solo
hecho vivir en sociedad; la pena es la reacción social
contra la infracción; esta escuela viene a
representar una regresión hacia la concepción
objetiva del delito, un retroceso al primitivo derecho
romano, olvidando aquella frase de Meyer de que la dignidad
del Derecho Penal se basa en el alma humana.
Entre los autores que fundamentan la responsabilidad en
el libre albedrío podemos citar a: Bar, Beling, Sauer,
Brikmeyer, Brusa, Bataglina, Bettiol y, en general, los
más ilustres pensadores de la humanidad, sobre todo los
católicos, pues la Iglesia lo
admite como verdad dogmática, por lo que le es
indiscutible.
Señalan Códon y López S. (1968) que
con estos antecedentes puede la Psiquiatría
Jurídica, enfrentarse con el problema del libre arbitrio:
el hombre es libre y, por lo tanto, culpable y responsable de sus
actos (regla general). Pero si el que delinque, a causa de una
enfermedad de la mente, es incapaz de comprender lo
ilícito de su actuación o, conociéndolo,
incapaz de inhibirse, no es responsable y ello, precisamente, no
porque sea libre, natural y genéricamente, sino porque en
concreto, no
es culpable.
Nuestro Código Penal, se refiere a enfermedad
mental suficiente, que altere, en primer término, la
conciencia y, en segundo término, la libertad de sus
actos. Mendoza Troconis (1977) dice: no puede considerarse que
nuestro legislador exija estos requisitos mínimos de
conciencia y libertad en el sujeto para ejecutar el acto, en el
sentido metafísico del libre arbitrio, que es un concepto
clásico arrumbado por las orientaciones del pensamiento
penal contemporáneo. El fundamento de la imputabilidad es
únicamente la conciencia que el individuo tiene del propio
acto y su normal autonomía volitiva.
Algunos juristas consideran que la determinación
de la imputabilidad es de la exclusiva competencia del
Juez; sin embargo, Codón y López S, (1968) refieren
que ésta deberá ser realizada por el psiquiatra
quien, por el estudio directo del autor del hecho y de las
circunstancias que le rodearon, dictaminará si aquel acto
fue libremente ejecutado y, por consiguiente,
imputable.
II.3 Responsabilidad.
Deriva esta palabra del verbo latino respondeo,
compuesto de respondeo que significa: prometer, obligar a, pagar
su turno o a su vez.
La responsabilidad está fundamentada en la
imputabilidad y de la culpabilidad; es responsable sólo
quien tiene capacidad para sufrir las consecuencias del acto
delictivo y éste será el sujeto imputable y
culpable.
Es conveniente aclarar que, si bien los sujetos
declarados inimputables, son siempre irresponsables, puede
ocurrir que, personas imputables, con conocimiento y
voluntad plena del hecho que ejecutan, sean irresponsables;
así lo especifica el legislador en el Código Penal
cuando se considera lo siguiente:
Articulo 65 ordinal: No es punible:
1°. El que obre en cumplimiento de un deber o
en ejercicio legítimo de un derecho, autoridad,
oficio o cargo, sin traspasar los límites
legales.
2°. El que obre en virtud de obediencia
legitima y debida. En este caso, si el hecho ejecutado constituye
delito o falta, la pena correspondiente se le impondrá al
que resultare haber dado la orden ilegal.
3°. El que obra en defensa de su propia
persona o derecho, siempre que concurran las circunstancias
siguientes:
a). Agresión ilegitima por parte del que resulta
ofendido por el hecho.
b). Necesidad del medio empleado para impedirla o
repelerla.
c). Falta de provocación, suficiente de parte del
que pretenda haber obrado en defensa propia.
4°. El que obra constreñido por la
necesidad de salvar su persona, o la de otro, de un peligro grave
e inminente, al cual no haya dado voluntariamente causa, y que no
pueda evitar de otro modo.
La responsabilidad, por ser cuestión
jurídica, es únicamente competencia del
Jurista.
II.4 Culpabilidad.
Este concepto reviste cierta complejidad ya que su
significado varía considerablemente si se le estudia desde
el punto de vista psiquiátrico o desde el punto de vista
jurídico.
Para algunos autores, culpabilidad sería la
reprobación del agente porque no ha obrado conforme a su
deber; para Del Rosal (1960), ésta se cimienta en la
imputabilidad y en la intencionalidad (dolo); de lo expuesto,
podremos deducir que si es imputable, es responsable y, por lo
tanto, culpable; esto es cierto, pero existen delitos culposos
(culpa) y delitos dolosos (dolo) en el Derecho Penal; en
éste último, el elemento fundamental es la
intención de producir un hecho dañoso y en el
primero no ya que se actúa con culpa en base a, cuatro
elementos: Negligencia, impericia, imprudencia e inobservancia de
los reglamentos.
II.5 Enfermedad Mental.
No hay una definición clara y concisa de
enfermedad mental que englobe a sus múltiples variedades y
características; Jaspers opina que
éstas son psicológicamente específicas del
hombre; López Ibor la define como: El ser humano, por
aquella riqueza y singularidad de su posición ante el
mundo, es por lo que es capaz de enfermar de ese modo
extraño y personal que es
la enfermedad mental.
Codón y López Saiz (1968), insertan en su
obra un concepto psiquiátrico y un concepto
jurídico de enfermedad mental: concepto
psiquiátrico, comprende muy diversos y heterogéneos
trastornos de psiquismo humano ya que no se refiere de manera
exclusiva a las perturbaciones patológicas de las funciones
mentales (psicosis verdaderas) sino que, también, acoge al
defectuoso desarrollo del
psiquismo (oligofrenias), a la pérdida de la inteligencia
(demencia), a la desarmonía entre los diferentes factores
psíquicos (psicopatías) y a las reacciones
vivenciales anormales de la personalidad
humana (neurosis); en resumen: a todos los procesos
psicopatológicos estudiados por la Psiquiatría como
la rama de la Medicina.
Un concepto jurídico que, según los
citados autores, la doctrina jurisprudencial española, ha
perfilado tanto el concepto biológico y
psiquiátrico de la enfermedad mental dotándole de
un sentido jurídico; sistematizando este criterio,
elaborando esta definición en una síntesis
de sentencia del Tribunal Supremo Español
como "un trastorno del psiquismo total o parcial, permanente o
transitorio, de base psicopatológica, no buscado a
propósito para delinquir, que produce la anulación
o alteración de las facultades superiores en diversos
grados".
II.6 Evolución del Concepto en
la Legislación Penal Venezolana.
El artículo 62 del Código Penal Venezolano
dice: "No es punible el que ejecuta la acción
hallándose dormido o en estado de enfermedad mental
suficiente para privarlo de la conciencia o de la libertad a sus
actos".
Evolución Histórica del mismo en nuestro
Derecho:
Código Penal de 1873: Están exentos
de responsabilidad criminal: el que ejecuta la acción
hallándose dormido o en estado de demencia o delirio o
estando de cualquier otra manera, privado absolutamente de la
razón.
Código Penal de 1898: Artículo 46:
No es punible el que ejecuta la acción hallándose
dormido o en estado de demencia o delirio, o estando de cualquier
otra manera, privado de la razón, sea por causa
constitucional o permanente, sea por causa accidental u otra que
no sea la embriaguez.
Código Penal de 1904: Están exentos
de responsabilidad criminal: el que ejecuta la acción
hallándose dormido o estando de cualquier otra manera
privado de la razón.
Código Penal de 1912: Están exentos
de responsabilidad criminal: el que ejecuta la acción
hallándose dormido o estando de cualquier otra manera
privado de la razón.
Código Penal de 1915: No es punible el que
ejecuta la acción hallándose dormido o en estado de
enfermedad mental suficiente para privarlo de la conciencia o de
la libertad de sus actos. Sin embargo, cuando el loco o demente
hubiere ejecutado un acto que equivalga en un cuerdo a delito
grave, el Tribunal decretará su reclusión en uno de
los hospitales o establecimientos destinados a esta clase de
enfermos, del cual no podrá salir sin previa
autorización del Tribunal. No siendo el delito grave o no
siendo el establecimiento adecuado, será entregado a su
familia bajo fianza de custodia a menos que ella no quiera
recibirlo.
Código Penal de 1926: Está
concebido en idénticos términos a los del
Código de 1915, igual que en la reforma parcial de 1958 y
en la de 1964, que es la vigente.
En los Códigos de 1873 y 1898, se fijan
tres conceptos fundamentales para definir la eximente: 1°.
Sueño (cometer el hecho dormido). 2°. Demencia o
delirio. 3°. Privación absoluta de la razón por
cualquier causa.
En los Códigos de 1904 y 1912: los
conceptos anteriores se reducen a dos: 1°. Sueño.
2°. Privación de la razón por cualquier
causa.
En los restantes, los conceptos son: 1°.
Sueño. 2°. Enfermedad mental suficiente para privar al
sujeto de la conciencia o de la libertad de sus actos.
II.7 Los Estados Pasionales y el
Término Enfermedad Mental del Articulo 62 del
Código Penal.
El artículo 67, que comprende el estado pasional
grave, aparece por primera vez en la legislación penal
venezolana con la reforma de 1897; es suprimido sólo como
excusa genérica, quedando específica para el
homicidio en los
Códigos de 1904 y 1912 y permanece definitivamente como
excusa genérica a partir del Código de
1915.
Hasta la reforma de 1915, la redacción de la eximente es así: "No
es punible el que ejecuta la acción hallándose
dormido o estando de cualquier otra manera privado de la
razón".
Aún contemplados en la figura del arrebato o
intenso dolor como excusa atenuante específica, los
estados anímicos fugaces encerrados en ella, no obstante
quedaron separados de los estados pasionales que fueron
considerados dentro de la regla general eximente contenida en la
disposición anteriormente transcrita.
Con la reforma de 1915, que habla de la enfermedad
mental suficiente como eximente, el artículo 67, que
configura el arrebato o intenso dolor, quedó como excusa
atenuante genérica y no específica para el
homicidio. Vamos a decir que: los estados pasionales se
caracterizan por una idea fija y se dan casi siempre en
individuos de temperamentos psicopáticos. Los hechos
punibles cometidos por personas tomadas de alguna pasión
"sea social o antisocial" se realizan siempre en un raptus que
puede ser producido por el desenlace de la pasión, que es
la exteriorización de la idea fija o mediante la
aparición de una emoción violenta generada por la
adición de una serie de cargas emotivas.
Puede decirse que, en la mayoría de los casos,
los tipos emotivos y pasionales son anormales. La personalidad de
éstos, levemente psicopática, puede llegar a ser
enfocada dentro del concepto de semi-responsabilidad.
Tulio Chiossone (1952) dice: "No creemos que en este
campo tan difícil y discutido, en donde es necesario
apreciar nada menos que los límites de la anormalidad y
normalidad, pueden establecerse conclusiones definitivas. Los
Jueces necesitan valorizar las situaciones en cada caso
particular, pues habrá estados emotivos que sólo
puedan ampararse en la norma del artículo 67 –excusa
atenuante- y habrá otros que puedan encuadrarse dentro de
la previsión del Artículo 63, como verdaderos
estados mentales, sin que ello quiera decir que muchos hechos
punibles cometidos bajo la acción de un shock emotivo o en
la explosión de un estado emocional o pasional calificado,
puedan entrar en los términos del artículo 62 que
habla de enfermedad mental suficiente para privar al sujeto de la
conciencia o de la libertad de sus actos".
"Lo que sí creemos, es que los estados pasionales
propiamente dichos, cuando el delito es el resultado de la
explosión de la idea fija que los caracteriza, no
podrían englobarse dentro de la previsión del
artículo 67, porque este artículo configura una
situación típica que es el arrebato o intenso dolor
por injusta provocación. Se aplica rectamente esta norma
en aquellos casos en que el individuo normal obra por el impulso
emotivo de una ofensa a su dignidad, su honor, al honor de su
familia".
"Los estados emotivos que se producen en sujetos
psicopáticos y los estados pasionales propiamente dichos,
deben regirse por la norma de los artículos 62 y 63, ya
sea porque la responsabilidad aparezca totalmente eliminada, ya
sea porque se presente altamente disminuida".
II.8 La Enfermedad y la Tipicidad del
Delito.
Hoy por hoy, tan arbitrario sería suponer que
todo delito es señal inequívoca de enfermedad
psíquica como dejar de considerar al delito de un enfermo
embutido en su patografía.
Birnhaum, citado por Román Alberca Llorente
(1965) dice: "por desgracia no se da una patomorfia del delito en
general y menos aún, una patomorfia específica por
la que cada delito se corresponda estrictamente con una
enfermedad determinada. El mismo delito puede ser producido por
diversas enfermedades y una misma enfermedad puede dar lugar a
los más variados delitos".
Los signos patognomónicos, portadores de
especificidad, están muy desacreditados en Medicina. No
podía esperarse que lograran aquí mejor fortuna.
Hay, sin embargo, delitos que sin ser específicos, son
típicos de determinadas enfermedades; así, muchos
enfermos pueden realizar homicidios, pero el asesino de
multitudes es típicamente paranoico; muchas personas se
suicidan, entre ellos los depresivos destacadamente y, no
sólo los endógenos, sino también los
reactivos; el suicidio de los
cónyuges y, a veces con los hijos, es típicamente
depresivo; muchos enfermos pueden ser incendiarios, pero frente
al incendio provocado por descuido del senil o del
paralítico o del esquizofrénico, hay un tipo de
incendio típico de las reacciones nostálgicas de
las muchachas de servir jóvenes por lo común,
histeroides; la cleptomanía, a menudo de objetos sin
valor, como
expresión de su afán estereotípico de reunir
en las hebefrenias embrolladas; los delitos políticos, son
típicos de la Paranoia y de la Esquizofrenia
Paranoide; la brutalidad de los delitos de los
epilépticos, etc.
Frente a los concienzudamente elaborados delitos de los
paranoicos, se dan los explosivos, pero motivados, de los
epilépticos; los explosivos y sin motivo de los
encefalíticos; los inesperados e impensados de los
esquizofrénicos.
En líneas generales, se dice que hay una cierta
tipicidad delictiva de grupo. Alberca
Llorente (1965) ordena según ese enfoque, las afecciones
psíquicas en una serie que limita: en un extremo, las
psicopatías; en el otro, las demencias.
Birnbaum tipificaba la delictividad de los
psicópatas con cuatro rasgos esenciales: la diversidad de
sus delitos, su reiteración, su comprensibilidad y el que
se trate de una delictividad caracterial ligada con motivos
disposicionales físicos y psíquicos condicionada
incluso por la herencia.
La característica más firme es la
reiteración de su delito, debido a que no pierden
aptitudes como los que se demencian, no internándoseles,
por lo tanto, como a éstos; por otra parte, los
psicópatas no son intimidables; mientras el
psicópata puede delinquir reiteradamente, el demente suele
producir un solo delito, principalmente al comienzo de su
trastorno, porque se le aísla pronto.
La diferencia esencial con los psicópatas, desde
el punto de vista criminopatológico, está dada por:
la singularidad del delito, la adecuación del delito a la
personalidad originaria del delincuente: en el psicópata,
el delito se adecua a su personalidad actual y anterior a la
comisión del mismo; en el demente, el delito es
expresión de su personalidad actual pero no de su
personalidad anterior.
Sólo esquemáticamente, podría
decirse que del grupo de las psicosis endógenas, la
Esquizofrenia y la Epilepsia, se acercan más a la
Demencia; las Psicosis Maníaco-depresivas y la Paranoia,
se acercan más a la Psicopatía.
CAPITULO III. LOS GRANDES SÍNDROMES
PSIQUIÁTRICOS.
III.1 Los Grandes Síndromes
Psiquiátricos.
- Psicosis.
- Neurosis.
- Trastornos de la Personalidad.
- Desviaciones y Trastornos Sexuales.
- Retraso Mental.
III.2 Psicosis. Concepto.
Trastorno mental generalmente severo que desorganiza la
personalidad, incapacita psicológicamente al sujeto y lo
desconecta del mundo real al tomar por verdaderas sus propias
producciones mentales patológicas (alucinaciones, ideas
delirantes, etc.). Otro rasgo distintivo del paciente
psicótico es que carece de conciencia de enfermedad mental
o insight, es decir, no se considera enfermo.
III.3 Clasificación.
Las psicosis pueden ser divididas siguiendo a
K.Schneider (1948 y 1951) de la siguiente manera:
- Psicosis de fundamento somático
desconocido: también denominadas psicosis
endógenas o funcionales (el término funcional se
prefiere al de endógeno), representadas principalmente
por las esquizofrenias y las psicosis afectivas, depresión unipolar, psicosis
maníaco-depresiva o enfermedad afectiva bipolar,
etc). - Psicosis de fundamento somático
conocido: son también llamadas Psicosis
somatógenas, y en la vieja tradición
psiquiátrica se les conoce como Psicosis exógenas
por oposición a las psicosis endógenas. Se pueden
deslindar las siguientes subcategorías:
- Psicosis sintomáticas: de etiología
originariamente extraencefálica (es decir, la causa no
tiene su asiento en el encéfalo), sin sustrato cerebral
histopatológico, o cuando más, con alteraciones
cerebrales reversibles. Presentan sintomatología aguda y
reversible. El modelo
sindrómico más representativo (se habla de modelo
sindrómico más representativo porque es el que se
ve de preferencia; sin embargo no resulta extraño
observar otros cuadros patológicos) es el
síndrome de obnubilación de la conciencia,
también llamado síndrome exógeno agudo,
síndrome confusional, síndrome
confuso-onírico, delirium, etc.). Entre los factores
etiológicos de las psicosis sintomáticas
están las infecciones, las enfermedades
metabólicas, las enfermedades endocrinas,
etc. - Psicosis orgánicas: determinadas por procesos
orgánicos cerebrales que provocan daño de
la
célula nerviosa. Son psicosis crónicas y
generalmente irreversibles. El modelo sindrómico
más representativo es el síndrome demencial o
psicosindrome orgánico. Entre los factores
etiológicos de estas psicosis se encuentran los tumores
cerebrales, los traumas craneales, las alteraciones cerebro-vasculares, la sífilis
neurológica o neurolúes, etc. - Psicosis exotóxicas: provocadas por agentes
tóxicos provenientes del exterior como el plomo, el
manganeso, el mercurio, el óxido de carbono, el
alcohol. No
tienen un modelo sindrómico característico. Se
pueden observar síndromes de obnubilación de la
conciencia y síndromes demenciales, entre
otros.
III.4 Neurosis. Concepto.
Una de las características más importantes
de las neurosis es que son trastornos originados por "traumas"
psicológicos. De acuerdo con el modelo teórico
psicodinámico, uno de los tantos que pretende explicar el
origen de los trastornos mentales, las neurosis surgen como
consecuencia de conflictos
intrapsíquicos que, no obstante ser reprimidos por
inaceptables y dolorosos para el sujeto, generan angustia, una
emoción extremadamente penosa y que termina por resultar
insoportable. La angustia se convierte así en "la fuente
dinámica común de las neurosis". Sin
embargo, en la neurosis de angustia, "subforma básica" de
las neurosis, no hay interposición de mecanismo de defensa
alguno, expresándose la angustia libremente como angustia
flotante.
Para controlar la angustia el individuo suele recurrir a
mecanismos de defensa o de adaptación patológicas.
El tipo de neurosis que se constituye resulta del mecanismo de
defensa utilizado. En la histeria los mecanismos de defensa
operantes son la conversión y la disociación; en la
neurosis fóbica, el desplazamiento, etc.
Para la teoría
del aprendizaje, otro
de los importantes modelos
teóricos que intentan explicar el hecho
psicopatológico, las neurosis, por el contrario, son
pautas patológicas de conductas, aprendidas que surgen
cuando el individuo se ve enfrentado a estímulos
psicológicos dolorosos e intolerables y, desde luego, se
ve obligado a reaccionar ante ellos.
III.5 Clasificación.
Las neurosis se clasifican de la siguiente
manera:
Neurosis de angustia: En su concepción
tradicional, la neurosis de angustia es definida por la Novena
Clasificación Internacional de Enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud como "Combinaciones
varias de manifestaciones físicas y mentales, no
atribuibles a un peligro real, y que se presentan ya sea de
manera de ataques o bien como un estado persistente. La ansiedad
es generalmente difusa y puede llegar al pánico". Esta
definición, que parte del carácter unitario de la
neurosis de angustia (integrada tanto por ataques de angustia
como por estados persistentes de ansiedad) está siendo
fuertemente cuestionada, y tiende a ser abandonada en la
actualidad. Un conjunto de observaciones muy sólidas
sugieren que lo que hasta ahora había sido considerada
como entidad única, está en realidad constituida
por cuadros clínicos que presentan notables diferencias
clínicas, terapéuticas y hasta
etiológicas.
Neurosis histérica (conversiva y
disociativa): La histeria de conversión se manifiesta
a través de trastornos somáticos de naturaleza
funcional (pérdida o distorsión de una función
corporal), en cuya base no existe substrato orgánico
alguno que los explique. Es tal el polimorfismo de sus
síntomas que el gran clínico inglés
Sydenham, dijo en el siglo XVII que la histeria imitaba casi
todas las enfermedades que afectan al género
humano.
Neurosis fóbica: La neurosis fóbica
es definida como una alteración en la cual el rasgo
psicopatológico esencial es el miedo excesivo, persistente
e irracional a un objeto (por ejemplo, miedo a los animales como en
las fobias simples o específicas), a una actividad (por
ejemplo, hablar en público, como en las fobias sociales) o
a una situación específica (por ejemplo, estar solo
en lugares públicos como en la agorafobia), lo cual
conduce al individuo afectado a evitar el objeto, la actividad y
la situación temidos, es decir, a huir de los
estímulos fobógenos. Dicho temor, además, es
reconocido por el propio sujeto como excesivo e irracional y
produce cierto grado de deterioro social y laboral.
Neurosis obsesivo-compulsiva: La neurosis
obsesivo-compulsiva (o trastorno obsesivo-compulsivo) es una
afección de curso crónico, cuyos síntomas
predominantes son las obsesiones y las compulsivas. Las
obsesiones son ideas iterativas, absurdas, indeseadas, que se
imponen a la conciencia del sujeto en contra de su voluntad y que
determinan intensas manifestaciones de angustia. Las compulsiones
son actos repetitivos que, al igual que las obsesiones,
están fuera del control
voluntario del sujeto.
Neurosis depresiva: Esta neurosis es englobada dentro
de los trastornos del estado de ánimo.
Neurastenia: En el origen de la depresión
neurótica se ponen de manifiesto situaciones conflictivas
que datan generalmente de la infancia,
tales como pérdida o separación de los padres,
desarmonía en las relaciones padre-hijo, tensiones
intrafamiliares, etc. Habitualmente estos sujetos suelen exhibir
ya que en edades tempranas algunos rasgos de la serie
neurótica, como por ejemplo, trastornos del habla,
enuresis, temores nocturnos, ansiedad, etc. Sometida más
tarde, en la edad adulta, a nuevas situaciones de tensión
(incluidas no solamente las tensiones psicológicas sino
también las biológicas, como por ejemplo, ciertas
fases críticas del desarrollo como el embarazo, el
parto, el
puerperio, etc.), la persona puede desarrollar fácilmente
un cuadro depresivo neurótico.
Hipocondría: ( Hipocondría o
Trastorno Hipocondríaco) La Clasificación
Internacional de Enfermedades Mentales define la
hipocondría de la siguiente manera: "Trastorno
neurótico cuyas características conspicuas son la
preocupación excesiva por la salud propia en general o por
la integridad y el funcionamiento de alguna parte del propio
cuerpo o, con menos frecuencia, de la propia mente. Usualmente
está asociada con ansiedad y depresión; y puede
presentarse como un trastorno mental severo.
III.6 Diferencias entre Neurosis y
Psicosis.
Son muchas las diferencias que separan las neurosis de
las psicosis. Enunciaremos las notas diferenciales más
sustantivas (Alonso Fernández, 1978).
- En el plano etiopatogénico, porque en la
estructuración de las neurosis siempre participan
conflictos psicológicos y, en cambio, el
establecimiento de la psicosis obedece fundamentalmente a un
proceso
morboso corporal o a una disposición endógena
constitucional (psicosis somatógenas y endógenas
respectivamente o dicho en términos más actuales,
psicosis orgánicas y funcionales). - En el plano sintomatológico, porque las
manifestaciones mórbidas son mucho más intensas
en las psicosis, quedando reducidas en las neurosis a una
cierta disminución de la libertad frente a sí
mismo, esto es, la libertad interior (en la psicosis, la
pérdida de libertad frente a sí mismo es mayor),
y a la aparición de la angustia que impregna todo el
ser. No esta demás insistir con respecto a las psicosis
en la pérdida del sentido de la realidad (alucinaciones,
ideas delirantes), que está muy relacionada con la
pérdida de la libertad frente a sí mismo.
Habría que añadir que mientras el
neurótico se reconoce enfermo y acude
espontáneamente al psiquiatra (insight), el
psicótico por el contrario no se considera portador de
ningún trastorno y por lo tanto, no solamente no busca
la ayuda del psiquiatra, sino que puede incluso oponerse
activamente a ello.
III.7 Trastorno de la Personalidad. Historia.
A Philippe Pinel se le acredita el mérito de
haber descrito a comienzo del siglo XIX por primera vez este
trastorno con el nombre de manía sin delirio. En 1835 el
médico inglés James C. Pritchard acuña el
término de locura moral (moral insanity) para referirse al
mismo disturbio. Koch en 1891 introduce un concepto de
inferioridad psicopática. En 1923 Kurt Schneider publica
en Alemania su
libro Las
personalidades psicopáticas que ha ejercido una influencia
decisiva sobre muchos aspectos conceptuales básicos del
problema. Sus tipos clínicos psicopáticos, a saber,
el hipertímico, el depresivo, el inseguro de sí
mismo, el fanático, el necesitado de estimación, el
lábil de ánimo, el explosivo, el desalmado, el
abúlico y el asténico, perviven, con diferentes
etiquetas y con algunas modificaciones tanto en el DSM-III-R de
la Asociación Psiquiátrica Norteamericana como en
la CIE-9 y CIE-10 de la OMS.
Entre los tipos psicopáticos de Kurt Schneider y
los trastornos específicos de la personalidad del
DMS-III-R, por ejemplo, se pueden establecer ciertas
equivalencias. Así: 1) el psicópata depresivo de
Schneider no sería un trastorno de la personalidad
propiamente dicho, sino comprendería al trastorno
distímico de los trastornos afectivos clasificable por
tanto en el eje I (los trastornos de la personalidad se
clasifican en el eje II del sistema
multiaxial del DSM-III-R); 2) los psicópatas inseguros de
sí mismos corresponderían al trastorno de la
personalidad por dependencia; 3) los psicópatas
fanáticos corresponderían al trastorno paranoide de
la personalidad; 4) los psicópatas desalmados (con
embotamiento afectivo) corresponderían al trastorno
antisocial (o asocial) de la personalidad; 5) los
psicópatas necesitados de estimación
corresponderían al trastorno histriónico de la
personalidad; 6) los psicópatas lábiles de
ánimo corresponderían al trastorno límite de
la personalidad.
III.8 Definición.
La décima revisión de la
clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS,
define los trastornos de la personalidad como alteraciones graves
de la constitución caracterológica y de
las tendencias conductuales de la persona, que no proceden
directamente de enfermedades, daños o de otros traumas del
cerebro, ni de otros trastornos psiquiátricos.
Habitualmente comprometen varias áreas de la personalidad
y casi siempre se acompañan de considerable sufrimiento
personal (ansiedad y depresión y de desorganización
de la vida social. Generalmente se manifiesta desde la infancia o
desde la adolescencia,
manteniéndose durante la vida adulta.
A todo esto habría que agregar, en algunos
trastornos de la personalidad, la dificultad para colocarse en el
lugar del otro, es decir, la incapacidad para
empatizar.
Pese a que existen muchos tipos clínicos de
trastornos de la personalidad, han sido identificados algunos
rasgos comunes, si no a todos, a muchos de ellos, como se puede
inferir de la definición que ha sido transcrita: 1) los
trastornos de la personalidad se expresan a través de
trastornos (graves) del carácter y de la conducta (el
carácter y la conducta son precisamente las
manifestaciones objetivables de la personalidad, que en cierta
manera, es una abstracción, un constructo teórico);
2) no son debidos dichos trastornos, al menos directamente, a una
lesión cerebral ( es decir, a un daño
orgánico) ni a otro trastorno psiquiátrico. Por
tanto, según este criterio, de exclusión, el
trastorno de la personalidad no es debido a un trastorno mental
orgánico, a una psicosis, a una neurosis, a un retraso
mental ni a cualquier otra afección mental; 3)
habitualmente el trastorno comienza en la infancia y en la
adolescencia y continúa durante la edad adulta, con
tendencia a experimentar cierta mejoría en la edad madura
y en la vejez. Se
trata por tanto, de un padecimiento esencialmente duradero,
crónico; 4) debido a las persistentes alteraciones de su
conducta, estos sujetos son propensos a sufrir y a provocar el
sufrimiento de cuantas personas les rodean; 5) es manifiesto en
ellos la incapacidad para colocarse en lugar de las otras
personas.
III. 9 Clasificación
Según el DSM-III-R.
1. Extraños o excéntricos
Trast. paranoide de la personalidad
Trast. esquizoide de la personalidad
Trast. Esquizotípico de la
personalidad
2. Teatrales, emotivos y volubles
Trast. Antisocial de la personalidad
Trast. límite de la personalidad
Trast. histriónico de la personalidad
Trast. narcisista de la personalidad
3. Ansiosos o temerosos
Trast. de la personalidad por
evitación
Trast. de la personalidad por dependencia
Trast. obsesivo-compulsivo de la personalidad
Trast. pasivo- agresivo de la personalidad
III.10 Clasificación de Acuerdo
con la Clasificación Internacional de Enfermedades. (CIE
-10)
- Trastorno paranoide de la personalidad.
- Trastorno esquizoide de la personalidad.
- Trastorno asocial de la personalidad.
- Personalidad emocionalmente inestable.
- Trastorno histriónico de la
personalidad. - Trastorno anancástico de la
personalidad. - Personalidad ansiosa
- Personalidad dependiente.
III.11 Trastornos de la Conducta
Sexual. Introducción
Histórica.
Dentro de una línea de investigación a la cual se puede atribuir
ya un cierto carácter científico, debemos situar al
psiquiatra alemán Krafft-Ebing (1840-1902) como un
auténtico pionero en el área de la sexualidad
humana. En 1986 publicó su Psychopathia sexualis, que
aún hoy día por la magistral descripción de
sus cuadros clínicos, constituye un estupendo estudio de
las desviaciones sexuales. Con esta obra Krafft-Ebing contribuye
de manera notable a fijar dentro de ciertos lineamientos
empíricos, el problema de las llamadas entonces
"aberraciones sexuales".
Si bien es cierto que esta obra en general, tiene un
balance positivo, no lo es menos que, dado el inmenso prestigio
de que gozaba el autor, muchos errores contenidos en su obra
tendieron a consagrarse como grandes verdades como por ejemplo,
el atribuir carácter patológico a la
masturbación y sostener la heredabilidad de las
desviaciones sexuales.
Henry Havelock Ellis, Médico Inglés nacido
en 1859 y muerto en 1939, vivió gran parte de su vida bajo
los rígidos principios morales del puritanismo victoriano.
Este clima de torpe
oscurantismo, muy tempranamente orientó a su
espíritu inquieto y de penetrante curiosidad intelectual,
a "develar los misterios del sexo". Fruto
de su admirable capacidad creadora es una producción vasta y de altísima
calidad donde
destacan sus Estudios sobre la psicología del sexo,
escrito en siete volúmenes, apareciendo el primero de
ellos en 1898. Sus obras fueron calificadas de obscenas por la
censura inglesa de la época y, una de ellas, La inversión sexual, fue prohibida por la
censura. Muchas de las propuestas de Ellis en torno a al
sexualidad mantienen aún plena vigencia.
Nos referimos solamente a un trabajo de Freud publicado
en 1905: Tres ensayos sobre
una teoría de la sexualidad, donde el creador del psicoanálisis introduce la teoría de
la líbido, a la vez que describe la actividad sexual en el
niño, destruyendo el mito
prevaleciente hasta entonces de que la infancia era sexualmente
neutra.
Alfred Charles Kinsey (1894 – 1956), es un
zoólogo norteamericano que en 1948 sorprendió al
mundo científico con su libro Conducta sexual del
varón elaborado en base al método de
las encuestas.
El trabajo de
Kinsey condujo a un notable cambio en los conceptos dominantes en
la sociedad norteamericana de entonces sobre determinadas
conductas sexuales tales como la masturbación, la homosexualidad, las experiencias prematrimoniales,
etc. El estudio reveló, en contra de las creencias
generalmente aceptadas, una alta incidencia de homosexualidad,
prácticas masturbatorias, relaciones buco-genitales y
otras conductas sexuales consideradas tabúes.
Willian Masters, Ginecólogo, y Virginia Johnson,
psicóloga, ambos norteamericanos, fundadores de la
"Reproductive Biology Research Foundation" de San Luis, Missouri,
publicaron en 1966 una obra que pronto alcanzó gran
notoriedad. Respuesta Sexual Humana. En este libro, escrito tras
once años de investigaciones,
se describe por primera vez en términos rigurosamente
científicos la filosofía de la respuesta sexual
humana. Es ya clásica la división que hacen Masters
y Johnson de la respuesta sexual: excitación, meseta,
orgasmo y resolución. En 1970 los mismos autores dieron a
la luz el libro
Human Sexual Inadequacy, donde estudian las disfunciones sexuales
y se fijan las bases para una nueva técnica de tratamiento
basada en la terapia de conducta. La mayoría de los
métodos de terapia sexual utilizados en la actualidad, se
fundamentan en los principios de Masters y Johnson.
En 1974 la Asociación Psiquiátrica
Norteamericana excluye la homosexualidad de su nosografía
(DSM-III) argumentando que, lo que hasta entonces había
sido considerada una parafilia, no constituye en realidad un
trastorno mental. Este punto de vista de la Asociación
Psiquiátrica Americana, no era compartido por las
Asociaciones Psiquiátricas de otros países, ni
tampoco por la OMS (CIE-9), hasta 1987, fecha en la cual esta
organización sintoniza con el DSM-III a
través del borrador de la décima revisión de
la clasificación de enfermedades (CIE-10), que
entró en circulación a partir de 1993.
Entre los cambios sociales que ha llevado a una
transformación profunda de la sexualidad merecen citarse:
la adquisición de mayores derechos ciudadanos y mejoras
económicas por parte de la mujer; el
desarrollo de los medios de
comunicación y transporte
masivos; el descubrimiento de métodos de control de
natalidad como amplio rango de seguridad (anticonceptivos hormonales, DIU, etc.) que han
hecho posible separar la sexualidad de la reproducción.
III.12 Clasificación.
Los trastornos sexuales son registrados por la
Décima Revisión de la Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-10) que rigió a partir
de 1993 en dos categorías separadas: por una parte, las
disfunciones son estudiadas dentro del grupo de trastornos
denominado disfunciones fisiológicas asociadas con
factores mentales o conductuales y, por la otra, las parafilias y
los trastornos de la identidad
sexual, dentro de los trastornos de la personalidad.
La tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
trastornos mentales (DSM-III) de la Asociación
Psiquiátrica Americana, así como la Revisión
de que fue objeto esta clasificación (DSM-III-R), agrupan
los disturbios sexuales dentro de una misma categoría,
llamada trastornos sexuales, que engloba a su vez cuatro
órdenes de alteraciones: trastornos de la identidad
sexual, parafilias, disfunciones sexuales y homosexualidad
egodistónica.
III.13 Clasificación Según el
DSM-III-R.
-Trastornos de la identidad sexual en la
infancia.
1. Trastornos de -Transexualismo.
la Identidad -Trastornos de la identidad sexual
en la adolescencia
Sexual y la vida adulta.
-Trastornos de la identidad sexual no
especificada
– Exhibicionismo
– Fetichismo
– Frotteurismo
– Pedofilia
– Masoquismo sexual
– Sadismo sexual
– Fetichismo transvestista
– Voyeurismo
2. Parafilias – Escatología
telefónica
– Necrofilia (cadáveres)
– Parcialismo (atención centrada
– Parafilias no exclusivamente en una parte
del
especificadas cuerpo)
– Zoofilia (animal)
– Coprofilia (heces)
– Clismofilia (enemas)
– Urofilia (orina)
– Trastornos del – Deseo sexual inhibido (o
Deseo Sexual hipoactivo)
– Trastorno por aversión al sexo
– Trastorno de la excitación sexual en la
mujer
3. Disfunciones – Sexuales Trastornos de
la Excitación Sexual
– Trastorno de la erección en el
hombre
- Trastornos del orgasmo
- Disfunción orgásmica
femenina
– Disfunción orgásmica
masculina
– Eyaculación precoz
– Dispareunia
- Trastornos sexuales
- Vaginismo Por Dolor
– Disfunción Sexual no especificada
4. Otros trastornos – Trastornos sexual
no especificado.
sexuales (Incluye la homosexualidad
egodistónica)
III. 14 Retraso Mental.
Introducción.
El retraso mental (deficiencia mental, retardo mental,
subnormalidad mental, oligofrenia, déficit mental,
debilidad mental, amencia) consiste en una detención del
desarrollo mental que se expresa primordialmente por un
déficit de la inteligencia. Sin embargo, la
sintomatología del retraso mental no queda reducida a un
simple insuficiencia, ya que otras áreas de la
personalidad se encuentran también afectadas.
Desde Esquirol, a comienzo del siglo XIX, el concepto de
retraso mental se ha opuesto al de demencia, en el sentido de que
el primero es de origen congénito o de comienzo precoz y
el segundo aparece como un deterioro de la inteligencia, luego
que ésta ha alcanzado su pleno desarrollo.
Las causas del retraso mental son múltiples y su
prevalencia significativamente alta (es una de las alteraciones
más comunes en la infancia y la adolescencia). Por
último, la asistencia de este problema implica un
cúmulo de demandas de tipo social que deben ser cubiertas,
y la intervención de la más amplia gama de
profesionales, tales como psiquiatras, genetistas,
neurólogos, psicólogos, psicopedagogos,
etc.
III. 15 Definición.
Hubo una época, durante el período de
mayor auge y expansión de la psicometría, en que el
retraso mental fue definido en base a los resultados obtenidos en
las pruebas de
inteligencia. Así, un sujeto que en un test de
inteligencia alcanzara una puntuación por debajo del
promedio era calificada como retrasado mental, sin tener en
consideración sus otras características mentales.
Puesto que las pruebas de inteligencia no son capaces de explorar
y evaluar otras áreas de funcionamiento
psicológico, ocurría que muchos niños
diagnosticados de retrasados mentales podían
desempeñarse con tanta idoneidad como un niño
normal fuera del aula. Como resultado de esta observación, al clásico criterio
intelectual, se añadió el de adaptación
social, con el fin de que la definición estuviere
más acorde con los hechos.
A tono con esta más perspectiva, la American
Association on Mental Deficiency (AAMD) define el retraso mental
de la siguiente manera: el retraso mental se refiere al
funcionamiento intelectual general significativamente por debajo
del promedio, asociado a un deterioro de la conducta adaptativa y
manifestado durante el período de desarrollo.
En la definición transcrita, el retraso mental se
ubica por debajo de un CI inferior a 70, o lo que es lo mismo,
dos desviaciones estándar por debajo de la medida en un
test determinado.
III. 16 Descripción de los Niveles o Grados de
Retraso Mental.
a) Retraso Mental Leve.
Es denominado también déficit mental o
morón. Según el criterio psicopedagógico,
los oligofrénicos ubicados en este nivel son educables
porque tienen capacidad para la instrucción. Su cociente
intelectual es de 50 a 70. Constituye el mayor grupo de
retrasados mentales; su frecuencia es alrededor de 85%. Los
niños que funcionan en este nivel intelectual, durante el
período preescolar,
entre 0 y 5 años, pueden desarrollar habilidades sociales
y de comunicación y tienen un déficit
mínimo en las áreas sensoriomotrices, lo que los
diferencia poco de los niños normales, y obliga a
establecer el diagnóstico en edades posteriores. Los
adolescentes
pueden aprender distintas habilidades hasta el nivel de sexto
curso. Durante la vida adulta, pueden adquirir fácilmente
habilidades de tipo social y profesional que les permitan tener
una independencia
mínima. No obstante, pueden necesitar orientación y
asistencia cuando eventualmente se encuentren sometidos a
estrés
social y económico.
b) Retraso Mental Moderado.
En la psiquiatría tradicional conformaban
juntamente con los retrasos mentales graves, el grupo de los
imbéciles. Según el criterio pedagógico, los
retrasados situados en este nivel son entrenables. Acusan un
cociente intelectual de 35 a 49. Representan el 10% de todos los
retrasados mentales.
Cuando niños, pueden mantener una
conversación y aprender habilidades de comunicación
durante el período pre-escolar. Pueden también
beneficiarse del aprendizaje de habilidades sociales y laborales,
aunque los que siguen estudios son incapaces de progresar
más allá de segundo grado. Pueden aprender a viajar
de forma independiente por los lugares que les resulten
más familiares. Durante la adolescencia, sus dificultades
para reconocer normas sociales pueden interferir en sus relaciones
interpersonales.
En la adultez, pueden contribuir a su propio mantenimiento
efectuando trabajos que no requieren gran habilidad, bajo
estrechas supervisión en talleres protegidos o en
otros ambientes. Necesitan orientación y
supervisión cuando se encuentran en situaciones de
estrés. Se adaptan bien a la vida comunitaria, aunque
normalmente viven en grupos de
viviendas protegidas.
c) Retraso Mental Grave.
El retraso mental grave representa el 3 a 4% de la
población oligofrénica. Su cociente
intelectual es de 20 a 34.
En la niñez, y específicamente durante el
período preescolar, se observa un desarrollo motor pobre y el
niño adquiere pocas o nulas habilidades verbales para
la
comunicación. Ya en la etapa escolar, el niño
retrasado puede aprender rudimentos de conversación
(vocabulario reducido y de frases simples) y de hábitos de
higiene (por
ejemplo, regulación de esfínteres), mediante
entrenamiento.
En la adultez este grupo de retrasados puede realizar
tareas sencillas bajo una estrecha supervisión. Deben
vivir en viviendas protegidas o en el medio familiar.
d) Retraso Mental Profundo.
Antiguamente se llamaba oligofrenia profunda o idiocia.
También se le ha denominado custodiables, porque la
única acción de ayuda que puede brindársele
a estos pacientes es la custodia. Cociente intelectual menor de
20. Constituyen el 1 a 2% de todos los retrasos
mentales.
Durante los primeros años del desarrollo estos
sujetos muestran una capacidad mínima para el
funcionamiento sensoriomotriz. Exigen cuidados y control
permanentes. No existe un real desarrollo del lenguaje, que
está reducido a palabras aisladas. El desarrollo motor es
igualmente pobre. Sin embargo, tanto el lenguaje
como la motricidad pueden mejorar algo mediante un entrenamiento
adecuado. Es frecuente la incontinencia de esfínteres.
Deben vivir en ambientes muy protegidos y estructurados, bien sea
con familia o en instituciones
apropiadas.
III. 17 GRADOS DE RETRASO MENTAL.
Grados de retraso mental CI (cociente
intelectual)
Leve 50 – 70
Moderado 35 – 49
Grave 20 – 34
Profundo Menos de 20
III. 18 Diagnóstico.
Hay que comenzar por una relación
detallada:
De los antecedentes tanto del paciente como de los
padres. Habitualmente en el retraso mental, la información
es suministrada por los padres. Dado que un elevado porcentaje de
subnormalidad mental es de origen hereditario, es de absoluta
necesidad investigar la presencia de trastornos hereditarios en
ambas ramas familiares, paterna y materna (hay que tener muy en
cuenta que muchos padres tienden a negar la ocurrencia de
enfermedades hereditarias en la familia por
considerarlas un estigma vergonzoso). Es preciso preguntar a la
madre si presentó alguna complicación médica
durante el embarazo como rubéola u otras infecciones
virales, toxoplasmosis, diabetes,
eclampsia, etc.; si ingirió algún tipo de
medicamento de los que se conoce o se supone que son
teratógenos, si tiene hábitos alcohólicos
(no es necesario que la madre sea una alcohólica declarada
para que se produzca el síndrome alcohólico fetal,
cantidades que pudieran ser moderadas en otras circunstancias,
durante el embarazo pueden producirlo también). Se debe
prestar gran atención a los trastornos perinatales
(traumas de parto, prematuridad, dificultades respiratorias,
hipoxia, infección, etc.) y a las enfermedades sufridas
por el niño durante la niñez (meningitis,
encefalitis, etc.).
El examen físico puede suministrar datos de gran
valor para el diagnóstico. Muchas oligofrenias se
acompañan de dismorfias, evidenciables a la simple
observación: el tamaño del cráneo
(macrocefalia, microcefalia) y la forma (braquicefalia,
dolicocefalia, turricefalia, etc.); el aspecto de la cara (los
rasgos faciales típicos del síndrome de
Down, el hipertelorismo o aumento de separación entre
los ojos, el puente nasal liso, los pliegues epicánticos,
las orejas de implantación baja y pequeñas, la
macroglosia, los trastornos de la dentición, etc.).
También hay que tener en cuenta el color y textura
de la piel, la
altura de velo del paladar, el tamaño de la
glándula tiroidea, la estatura, el tamaño del
tronco y de las extremidades, los pliegues palmares,
etc.
El examen neurológico puede asimismo suministrar
datos incipientes sobre el niño retrasado. Pueden haber
anomalías de tono muscular, tales como rigidez o
hipotonía, de los reflejos (ejemplo, hiperreflexia), y del
movimiento
(movimientos coreatetósicos). Se pueden observar
alteraciones de los sentidos como
el oído y la
vista. En uno casos, el niño retrasado parece irritable e
hiperactivo, pero en otros se presenta excesivamente quieto.
Generalmente hay trastornos de lenguaje. Las convulsiones son
frecuentes. El estudio radiográfico y mediante
tomografía computarizada está indicado en las
craneostenosis (braquicefalia, dolicocefalia, etc.), en la
esclerosis tuberosa, en la toxoplasmosis, etc.
Los exámenes de laboratorio
son valiosos en aquellos síndrome con marcadores
bioquímicos (oligofrenia fenilpirúvica, por
ejemplo). En los cuadros en que se sospeche un origen
cromosómico, está indicada la determinación
del cariotipo.
La exploración se completa con los estudios
psiquiátricos y psicológicos. El estudio
psiquiátrico está dirigido fundamentalmente hacia
los aspectos psicopatológicos del retraso mental. El
estudio psicológico tiene como fin evaluar el nivel de
funcionamiento intelectual, lo cual tiene importancia no
solamente para el diagnóstico, sino también para el
tratamiento. Con los lactantes, los test más utilizados
son los de Gesell, Bayley y Cattel. Para los niños de
más edad se utilizan fundamentalmente el Stanford-Binet y
el test de inteligencia de Weschler para niños.
Para detectar lesión orgánica cerebral se
ha empleado el test de retención visual de
Benton.
El estudio psicológico debe incluir
también la exploración de la personalidad la
afectividad y la adaptación social.
IV. 1 La Experticia.
La experticia en lo criminal, es un recurso judicial tan
antiguo como la magistratura misma, según lo señala
el profesor Arminio Borjas (1973) y continúa: "En todos
los tiempos, ha de suponerse, los encargados de la
administración de justicia han debido solicitar el
auxilio de mejores luces en personas que tuvieran mejores
conocimientos que a ellos les faltara. Ello no obstante, ni los
pueblos del oriente clásico, ni en la antiquísima
civilización china, se
hallan vestigios legislativos de que fueron requeridos, en el
proceso penal, los servicios de
los médicos o de otra clase de expertos".
"Entre los Hebreos era frecuente, de uso casi constante,
la inspección facultativa para auxiliar las decisiones de
las autoridades; y así se advierte, en el Levítico,
para hacer la elección, por ejemplo, de sacerdotes y para
el reconocimiento de las vírgenes con quienes éstos
debían desposarse; en el Deuteronomio, para la
comprobación v.g., de la pérdida de la virginidad,
de la existencia de un estupro, o para la anulación de
matrimonios por impotencia o esterilidad; en el Génesis
para reconocimiento de heridas y lesiones personales y en casi
todas las otras leyes mosaicas para efectos diversos. No es
seguro que
sucediese lo mismo entre los Griegos, a pesar del desarrollo que,
ya para la época de Hipócrates, había
alcanzado la Medicina; pero para algunos investigadores, como
Mende, Gerire y otros, en el proceso penal de los Griegos, se
hacía uso de los reconocimientos
médicos".
Entre los Romanos, si bien los conocimientos de los
facultativos solían servir para la formación de
algunas leyes y en la enseñanzas de la jurisprudencia, las
experticias médico-legales, no aparecen como medio de
pruebas en los procesos criminales.
Ni siquiera en los casos de homicidio, se haya en roma
ley alguna que ordene proceder al examen del cadáver.
Entre las explicaciones que se dan está la que los Jueces
en roma, se hallaban asistidos de Consilium cuyos miembros se
hallaban en capacidad de resolver muchas cuestiones que, de otro
modo, habrían debido someterse a la decisión de
técnicos o especialistas. En el Derecho Canónico y
en el derecho en formación de las nacionalidades que
surgieron de las ruinas del Imperio Romano,
la Institución de la Experticia va apareciendo clara y
expresamente establecida.
Según Arminio Rojas (1973) la experticia en lo
criminal, es el medio de prueba por el cual las cuestiones cuya
solución requieran conocimientos especiales, se someten al
examen, análisis, reconocimiento e informe de personas que
posean la respectiva competencia científica,
técnica o simplemente práctica.
Félix J. Amarista (1972) escribe: para designar
la prueba pericial se utilizan diversos términos:
peritaje, peritación, experticia y pericia; asienta que
los términos más correctos serían. Peritaje
y peritación "ya que experticia es un americanismo
típico de Venezuela".
Es necesario señalar que la palabra usada en
nuestra legislación positiva con más frecuencia es
la de "experticia".
Virotta, I (1968) utiliza la palabra pericia y define la
prueba como: "acto procesal continente de una declaración
técnica jurada en virtud y por encargo del juez, ejecutada
esencialmente sobre la base de elementos técnicos que el
perito avalúa, después de haberlos buscado, si es
necesario".
Según Miguel Santana Mujica (1983): "El
legislador venezolano define la experticia: Siempre que se trate
de una comprobación o de una apreciación que exija
conocimientos especiales (art. 1422 Código
Civil), agregando en el artículo 331 del Código
de Procedimiento
Civil que se efectuará sobre puntos de hecho".
Se discute la naturaleza probatoria de la experticia, en
el campo del Derecho; para el citado autor anterior es un medio
probatorio que aporta un criterio o reconstruye las causas, el
suceso controvertido a sus efectos, mediante conocimientos
especiales por la vía de la deducción o de la
inducción.
Algunos colocan la experticia en la narración
proveniente de terceros sin interés.
Es de señalar que la Ley coloca la experticia
como medio de prueba en el Código Orgánico Procesal
Penal. La Doctrina ha señalado que las pruebas
podrán apoyarse:
- En la confesión espontánea del
procesado y en las posiciones de las partes acusadora y
civil. - En la inspección ocular.
- En documentos
públicos y privados. - En declaraciones de testigos, facultativas o
peritos. - En indicios y presunciones".
Señala Jesús Ganen Martínez (1974)
que la Casación (Corte Supremo de Justicia) ahora llamado
"Tribunal Supremo de Justicia"; ha discrepado de la experticia
como prueba, al afirmar "que la experticia no es propiamente un
medio de prueba, sino un auxiliar de la prueba, toda ver que el
legislador ha dejado al libre arbitrio del Juez la
determinación de su fuerza probatoria, al decir que los
Jueces no están obligados a seguir el dictamen de los
expertos si su convicción se opone a ello":
Artículo 142 del Código Civil.
En materia Civil, señala la ley que pueden
nombrarse un perito o experto por cada parte y otro, lo nombra la
ley, el Juez.
En materia penal, en los casos en que se requiera, el
tribunal nombrará dos peritos, por lo menos.
Tres diferencias esenciales distinguen la experticia
civil de la penal: 1. En lo referente al modo de elección
de los expertos; 2. En lo que respecta al número de ellos
que han de nombrarse; 3. En lo tocante al modo de practicar las
operaciones
respectivas.
En materia penal, en los casos en que se requiera, el
tribunal nombrara quienes pueden concurrir al acto y hacer las
observaciones que crean convenientes, no debiendo retirarse sino
únicamente cuando los peritos se reúnan a discutir
y a deliberar.
En el dictamen pericial, que es lo que presentan los
expertos como resultado de su labor, deberá ser escrito;
en caso de no haber unanimidad, puede señalarse los
fundamentos y diferentes opiniones; no se estipula una forma
especial de redacción del dictamen; la Ley establece que
el informe pericial comprenderá en cuanto fuere
posible:
1°. La descripción de la persona o cosa que
sea objeto del mismo, en el estado o modo en que se
halle.
2|. La relación detallada de todas las
operaciones practicadas por los peritos y de su resultado
particular.
3°. Las conclusiones que en vista de tales datos,
formulen los peritos conforme a los principios o reglas de su
ciencia o arte".
El experto debe tener capacidad, siendo indispensable su
idoneidad; debe ser imparcial en razón de equipararse, y
lo es, a un funcionario accidental de justicia.
Las partes pueden objetar la capacidad de los expertos
que han sido designados; además el perito puede ser
recusado, como todo funcionario judicial, y, por supuesto, el
perito también podrá inhibirse dentro de las causas
de inhibición, establecidas por la ley.
En la Interdicción es necesario someter al notado
de demencia al examen de por lo menos dos facultativos que emitan
su juicio.
Para ciertos efectos, la ley equipara a los peritos con
los testigos; los individuos que, en juicio penal, no puedan ser
testigos tampoco podrán ser peritos; a pesar de esta
consideración de la ley, está
categóricamente claro que el perito y testigo no son una
misma cosa; sin embargo, a pesar de que esta situación
está clara en la doctrina, en los tribunales se le da al
perito el mismo tratamiento que al testigo en los casos en que
son llamados a declarar. El funcionario instructor o el Tribunal
podrán de oficio, o a solicitud de parte, hacer a los
peritos las preguntas pertinentes para establecer las
aclaraciones necesarias y aún darle al primero, cuando lo
juzgue necesario, instrucciones o a aclarar sobre el informe
pericial para el desempeño del encargo. Las contestaciones
de los peritos se considerarán parte de su
informe.
Señala Arminio Borjas (1973) las diferentes
especies de experticias sobre la materia médica;
según clasificaciones doctrinarias: "Las experticias
médicas se clasifican, con relación a su objeto
material":
- En lo referente al examen de personas vivas, para
determinar acerca de su capacidad mental, v.g.; de su
impotencia o esterilidad, de su virginidad, etc. - En referentes al examen de cadáveres, para
determinar sobre la causa de la muerte,
por ejemplo: para hacer su autopsia, etc. - En referentes al examen de las manchas, para
averiguar el origen, motivo o naturaleza de las que se hallen
en los vestidos, armas, muebles,
pavimentos, etc. - En relativas al examen de sustancias, armas y
demás objetos o efectos del delito, a fin de establecer
si han podido producir el daño, muerte o
lesiones del interfecto; y - Las relativas al examen de animales, a objeto de
determinar si han podido ser causa de las lesiones de que se
trata".
Con relación a los problemas,
puntos o cuestiones que deban ser resueltos, se les clasifica
en:
- Experticias sobre identidad.
- Sobre puntos relacionados con el cadáver o con
la muerte de la víctima del delito. - Sobre las heridas y demás
lesiones. - Sobre envenenamiento.
- Sobre atentados contra las buenas
costumbres. - Sobre atentados contra los productos de
la concepción. - Sobre el estado mental.
En el Código de Instrucción
Médico-Forense, se encuentran normas acerca de la
reglamentación de las experticias. El artículo 153
del Código de Enjuiciamiento Criminal dice: "Los expertos
podrán ser compelidos o declarar o a informar, caso de no
tener impedimento legal o físico para ello, con la multa
que señala el código de Procedimiento Civil". Esta
norma plantea la controversia sobre si es obligatoria la
aceptación del cargo de perito en el proceso penal y, al
respecto, hay diversas opiniones: para algunos, la
aceptación del cargo de perito deberá ser
igualmente obligatoria en lo penal y en lo civil; otros, al
reconocer la libertad de aceptación en lo civil,
señalan que debe ser obligatoria en lo penal ya que, en lo
civil se ventilan intereses de los particulares mientras que en
lo penal, hay un interés social lesionado.
Arminio Borjas (1973) agrega además que, por
fuerza de la necesidad, toda experticia decretada en la
instrucción sumarial tiene carácter de urgencia y
es forzoso obligar a los expertos a su inmediato desempeño
sin consultar su voluntad y conveniencia. La aceptación
debe ser exclusivamente para el perito oficial, o sea, para aquel
que tiene un nombramiento del ejecutivo para realizar esas
funciones, quedando al profesional del libre ejercicio, en la
facultad de aceptar o no de acuerdo a su conveniencia.
Los peritos pueden ser recusados y también,
inhibirse de acuerdo a las causas establecidas en la ley. El
Código Penal, en su artículo 239, señala que
sólo por motivos justificados puede dejarse de comparecer
al tribunal y sólo con razón legal rehusarse el
cumplimiento del oficio encomendado; a los peritos no se les
compelerá a declarar cuando se les compruebe impedimento
legal o físico para ello, aunque pareciera –
según el Artículo 239 del Código Penal- que
bastará un motivo justificado, o sea cualquier
circunstancia que a juicio del juez, haga suponer
involuntariamente la falta de comparecencia del perito
citado.
Con relación al secreto profesional del Experto
Psiquiatra, Félix Amarista (1972) señala. "El
experto psiquiatra está obligado a guardar secreto sobre
los hechos que llega a conocer en el curso de su misión,
pero las bases del secreto profesional en cuanto a los peritajes,
se separan un poco de aquellos que regulan la práctica
médica habitual".
Para Amarista, existe un compromiso de supresión
relativa de todo secreto profesional entre el experto y la
autoridad que lo ha designado, aún cuando se sigue
conservando el secreto ante el resto de las personas que no sean
autoridad; sin embargo, pienso que al incluir el peritaje en el
expediente, llegará el momento en que será del
dominio público. Para el citado autor, "existe una
incompatibilidad de índole moral, de deontología
médica entre el psiquiatra tratante y el experto que
obliga taxativamente al médico a inhibirse de intervenir
como perito cuando la actuación ordenada involucre a su
paciente".
"El experto psiquiatra se encontrará con dos
clases de confidencias: unas que le son hechas en su
condición y calidad de experto que él debe
reseñar y está en condiciones de revelar y, otras
recibidas como médico para las cuales está obligado
a guardar el secreto profesional absoluto".
Esta situación, de singular importancia, que
plantea Amarista y otros autores, queda un tanto desvirtuada en
el contenido del artículo 47 de la Ley de Ejercicio de la
Medicina vigente, en sus ordinales 1 y 5, donde se releva al
experto del Secreto Profesional.
Del Secreto Médico: Artículo 47 de la Ley
del Ejercicio de la Medicina: No hay violación del secreto
médico en los casos siguientes: 1°. Cuando la
revelación se hace por mandato de la Ley. 5°. 5.
Cuando actúa en el desempeño de sus funciones como
médico forense o médico legista.
CAPITULO V. IMPORTANCIA MÉDICO LEGAL DE LA
PSIQUIATRÍA FORENSE.
V.1 Importancia Médico Legal de la
Psiquiatría Forense.
Se manifiesta en el Derecho Civil y
en Derecho Penal; por ejemplo en casos de Interdicción
Civil, de la determinación del diagnóstico de uno
de los síndromes psiquiátricos que se han escrito y
en cuanto sea posible determinar el grado que lo incapacita para
privarlo de la conciencia de sus actos, o pudo estar privado de
la misma anteriormente, y, por consiguiente, cuando se pudo
cometer un hecho delictuoso. Hasta allí llega la
función del psiquiatra forense. No debiéndose hacer
en la experticia psiquiátrica alusión al
término inimputabilidad.
La inimputabilidad es un elemento jurídico que se
encuentra considerada en el Código Penal y otras normas el
Derecho Penal, por consiguiente, hablar y establecer la
imputabilidad o inimputabilidad es patrimonio del
Derecho, del juez y de los abogados. En la carrera de Medicina ni
en la Ley que regula su ejercicio no se contempla este aspecto ni
podría hacerse.
V.2 Consecuencias Jurídicas.
Como consecuencias jurídicas en materia penal se
puede mencionar:
1º. La Imputabilidad y la capacidad: se
describe que las causas de justificación y de
inculpabilidad son inherentes al hecho punible, mientras que la
imputabilidad y sus formas se refieren al autor, pues "constituye
una condición psíquica que lo priva de comprender
el carácter ilícito del hecho como consecuencia de
una enfermedad mental o de una grave perturbación de la
conciencia". En el caso de una enfermedad mental, la
acción u omisión la realiza una personalidad
anormal, por lo que no se puede imputarle el hecho. La
imputabilidad disminuida se refiere a los casos en que el autor
no posea sino incompletamente su capacidad de comprensión
de lo ilícito de sus actos.
El Código Penal contiene una serie de
disposiciones en las que se pueden apreciar diversas
consecuencias jurídicas, entre ellas tenemos las
siguientes:
Artículo 62: No es punible el que ejecuta
la acción hallándose dormido o en estado de
enfermedad mental suficiente para privarlo de la conciencia o de
la libertad de sus actos.
Sin embargo, cuando el loco o demente hubiere ejecutado
un hecho que equivalga en un cuerdo a delito grave, el Tribunal
decretará la reclusión en uno de los hospitales o
establecimientos destinados a esta clase de enfermos, del cual no
podrá salir sin previa autorización del mismo
Tribunal. Si el delito no fuere grave o si no es el
establecimiento adecuado, será entregado a su familia,
bajo fianza de custodia, a menos que ella no quiera
recibirlo.
Según este articulo una persona que padezca de
enfermedad mental suficiente para privarlo de la conciencia o de
la libertad de sus actos y cometa un hecho punible se le exime de
responsabilidad penal. En este caso la experticia forense
psiquiátrica será la que le dará la eximente
en caso de que se verifique la enfermedad. En este caso la
consecuencia jurídica es que se exime de responsabilidad
penal. Pero si el delito es grave al enfermo se le mandará
a un centro de reclusión para enfermos
mentales.
Articulo 63: Cuando el estado mental indicado en
el articulo anterior sea tal que atenúe en alto grado la
responsabilidad, sin excluirla totalmente, la pena establecida
para el delito o falta se rebajará conforme a las
siguientes reglas:
1º. En lugar de presidio, se aplicará la de
prisión, disminuida entre dos tercios y la
mitad.
2º. En lugar de la de prisión, se
aplicará la de arresto, con la disminución
indicada.
3º. Las otras penas divisibles se aplicarán
rebajadas por mitad".
Este articulo señala que si la enfermedad mental
es tal que atenúe la responsabilidad pero sin excluirla
totalmente, la consecuencia jurídica es que se aplica la
atenuante señalada y, además, se aplica
prisión en lugar de presidio o arresto en lugar de
prisión o se le rebaja la mitad de la pena.
También se presenta el caso del Articulo 58 del
Código Penal que dispone lo siguiente: "Cuando el
delincuente cayere en locura o imbecilidad después de
recaída sentencia firme condenatoria, se procederá
como lo dispone el articulo 62 en su aparte final, y si recobrare
la razón, cumplirá el tiempo de pena
que aún estuviere pendiente, descontando el de la
enfermedad".
Pero hay que señalar que este articulo fue
derogado por el Articulo 90 de la Ley de Régimen
Penitenciario que dispone: "En el caso de penados que
presentaren síntomas de enfermedad mental, previo el
correspondiente informe psiquiátrico, serán
trasladados al anexo psiquiátrico correspondiente, en el
que quedarán recluidos mientras lo requiera su estado
patológico.
Y si la enfermedad mental se presentare con pronostico
de larga y difícil curación, el penado podrá
ser internado en un instituto psiquiátrico no
penitenciario (articulo 91 ejusdem).
En este caso se observa que los enfermos mentales que
cometan hechos punibles pueden ser internados en los anexos
psiquiátricos de los centros penitenciarios o en
institutos psiquiátricos no penitenciarios.
También se observa que a raíz del informe
psiquiátrico pueden presentarse consecuencias
jurídicas en materia Civil y entre ellas tenemos las
siguientes:
2º. Juicio de Interdicción: es el
juicio en el cual un Tribunal Civil, después de haber
comprobado el estado de alienación mental de una persona,
nombra a un curador para que ejerza las funciones guarda,
custodia y administre sus bienes. Pueden
ser sometidos a este juicio los enajenados mentales de cualquier
tipo, y los sordomudos iletrados. Es condición medico
legal obligatoria, tanto para la iniciación del juicio
como para su terminación, el dictamen médico
psiquiátrico que comprende el estado de
alienación.
3. En Materia de Testamentos: que es un acto
jurídico mediante el cual una persona dispone de sus
bienes, para después de su muerte, nos encontramos con los
testamentos otorgados por personas incapaces, los cuales son
nulos.
4. En Materia de Divorcio:
En donde se aprecia el auxilio de la Psiquiatría Forense
es en los casos de inhabilitación, contemplado en el
ordinal 7º del Articulo 185 del Código Civil como
causal de divorcio.
Articulo 185: Son causales únicas de
divorcio:
7º. La interdicción por causa de
perturbaciones psiquiátricas graves que imposibiliten la
vida en común. En este caso el Juez no decretará el
divorcio sin antes procurar la manutención y el
tratamiento médico del enfermo.
V.3 Casos Prácticos.
Existen una serie de procedimientos en
materia Civil que implican capacidad:
- En los casos de contratos.
- En los casos de matrimonio.
- En materia testamentaria.
- Capacidad para testificar.
- Capacidad para llevar la misma persona sus propios
asuntos, es decir, capacidad para administrar sus propios
bienes. - Incapacidad psiquiátrica por daño
personal o por compensación laboral o en contra de una
compañía de seguros.
También en el campo Penal se dan una serie de
situaciones que hacen necesario un examen psiquiátrico a
fin de determinar:
- La capacidad para ser acusado en un juicio
penal. - Capacidad para ser castigado, para determinar la
intencionalidad.
La Psiquiatría es la rama de la Ciencia
Médica que se ocupa del estudio de las enfermedades
mentales.
La enfermedad mental es aquella que es capaz de alterar
al hombre en su coexistencia con los demás y en la
construcción de su mundo. Existen diversas
teorías para tratar de explicar que produce la enfermedad
mental, entre ellas encontramos las teorías
psicogenéticas de los factores ambientales, la
teoría psicogenética del inconsciente
patógeno, las teorías psicogenéticas
mecanicistas y las teorías órgano genéticas
dinamistas.
No hay una definición clara y concisa de
enfermedad mental que englobe a sus múltiples variedades y
características; Jaspers opina que éstas son
psicológicamente específicas del hombre;
López Ibor la define como: El ser humano, por aquella
riqueza y singularidad de su posición ante el mundo, es
por lo que es capaz de enfermar de ese modo extraño y
personal que es la enfermedad mental.
Los Grandes Síndromes Psiquiátricos son:
1°. Psicosis. 2°. Neurosis. 3°. Trastornos de la
Personalidad. 4°. Desviaciones y Trastornos Sexuales. 5°.
Retraso Mental.
La Psicosis es un trastorno mental generalmente severo
que desorganiza la personalidad, incapacita
psicológicamente al sujeto y lo desconecta del mundo real
al tomar por verdaderas sus propias producciones mentales
patológicas (alucinaciones, ideas delirantes, etc.). Otro
rasgo distintivo del paciente psicótico es que carece de
conciencia de enfermedad mental o insight, es decir, no se
considera enfermo.
Se Clasifica en: 1°. Psicosis de fundamento
somático desconocido. 2°. Psicosis de fundamento
somático conocido.
La neurosis es un trastorno originado por "traumas"
psicológicos. De acuerdo con el modelo teórico
psicodinámico, uno de los tantos que pretende explicar el
origen de los trastornos mentales, las neurosis surgen como
consecuencia de conflictos intrapsíquicos que, no obstante
ser reprimidos por inaceptables y dolorosos para el sujeto,
generan angustia, una emoción extremadamente penosa y que
termina por resultar insoportable. La angustia se convierte
así en "la fuente dinámica común de las
neurosis". Sin embargo, en la neurosis de angustia, "subforma
básica" de las neurosis, no hay interposición de
mecanismo de defensa alguno, expresándose la angustia
libremente como angustia flotante.
Las neurosis se clasifican en: 1°. Neurosis de
angustia. 2°.Neurosis histérica (conversiva y
disociativa). 3°. Neurosis fóbica. 4°. Neurosis
obsesivo-compulsiva. 5°. Neurosis depresiva. 6°.
Neurastenia. 7°. Hipocondría.
La décima revisión de la
clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS,
define los trastornos de la personalidad como alteraciones graves
de la constitución caracterológica y de las
tendencias conductuales de la persona, que no proceden
directamente de enfermedades, daños o de otros traumas del
cerebro, ni de otros trastornos psiquiátricos.
Habitualmente comprometen varias áreas de la personalidad
y casi siempre se acompañan de considerable sufrimiento
personal (ansiedad y depresión y de desorganización
de la vida social. Generalmente se manifiesta desde la infancia o
desde la adolescencia, manteniéndose durante la vida
adulta.
Los trastornos sexuales son registrados por la
Décima Revisión de la Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-10) que rigió a partir
de 1993 en dos categorías separadas: por una parte, las
disfunciones son estudiadas dentro del grupo de trastornos
denominado disfunciones fisiológicas asociadas con
factores mentales o conductuales y, por la otra, las parafilias y
los trastornos de la identidad sexual, dentro de los trastornos
de la personalidad.
La tercera edición del Manual Diagnóstico
y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-III) de la
Asociación Psiquiátrica Americana, así como
la Revisión de que fue objeto esta clasificación
(DSM-III-R), agrupan los disturbios sexuales dentro de una misma
categoría, llamada trastornos sexuales, que engloba a su
vez cuatro órdenes de alteraciones: trastornos de la
identidad sexual, parafilias, disfunciones sexuales y
homosexualidad egodistónica.
Hubo una época, durante el período de
mayor auge y expansión de la psicometría, en que el
retraso mental fue definido en base a los resultados obtenidos en
las pruebas de inteligencia. Así, un sujeto que en un test
de inteligencia alcanzara una puntuación por debajo del
promedio era calificada como retrasado mental, sin tener en
consideración sus otras características mentales.
Puesto que las pruebas de inteligencia no son capaces de explorar
y evaluar otras áreas de funcionamiento
psicológico, ocurría que muchos niños
diagnosticados de retrasados mentales podían
desempeñarse con tanta idoneidad como un niño
normal fuera del aula. Como resultado de esta observación,
al clásico criterio intelectual, se añadió
el de adaptación social, con el fin de que la
definición estuviere más acorde con los
hechos.
Descripción de los Niveles o Grados de Retraso
Mental: 1°. Retraso Mental Leve. 2°. Retraso Mental
Moderado. 3|. Retraso Mental Grave. 4|. Retraso Mental
Profundo.
La experticia en lo criminal, es un recurso judicial tan
antiguo como la magistratura misma, según lo señala
el profesor Arminio Borjas (1973) y continúa: "En todos
los tiempos, ha de suponerse, los encargados de la administración de justicia han debido
solicitar el auxilio de mejores luces en personas que tuvieran
mejores conocimientos que a ellos les faltara. Ello no obstante,
ni los pueblos del oriente clásico, ni en la
antiquísima civilización china, se hallan vestigios
legislativos de que fueron requeridos, en el proceso penal, los
servicios de los médicos o de otra clase de
expertos".
Importancia Médico Legal de la Psiquiatría
Forense: Se manifiesta en el Derecho Civil y en Derecho Penal;
por ejemplo en casos de Interdicción Civil, de la
determinación del diagnóstico de uno de los
síndromes psiquiátricos que se han escrito y en
cuanto sea posible determinar el grado que lo incapacita para
privarlo de la conciencia de sus actos, o pudo estar privado de
la misma anteriormente, y, por consiguiente, cuando se pudo
cometer un hecho delictuoso. Hasta allí llega la
función del psiquiatra forense. No debiéndose hacer
en la experticia psiquiátrica alusión al
término inimputabilidad.
GLOSARIO
Culpa, en el campo del Derecho civil, la culpa se
contrapone al dolo. Referida al deudor de una obligación,
la culpa o negligencia consiste en la omisión —no
dolosa— de aquella diligencia que exija la naturaleza de la
obligación y corresponda a las circunstancias de las
personas, del tiempo y del lugar. No se cumple con el deber de
previsión y el subsiguiente deber de evitación de
los posibles impedimentos de la prestación o conducta
debida. En función de la diligencia omitida, suele
hablarse de supuestos de culpa lata (grave falta de diligencia,
omisión de las precauciones más elementales), culpa
leve (omisión de la diligencia normal, de las precauciones
que suelen tomar las personas corrientes) y culpa
levísima, que consiste en la omisión de la
diligencia propia de las personas escrupulosas. La culpa lata
suele equipararse al dolo. En los supuestos en que el deudor sea
un profesional, el referente radicará en la diligencia
exigible a los profesionales que desempeñen la misma
actividad. Es posible, en mayor o menor medida, el
establecimiento de cláusulas modificativas de la
responsabilidad por culpa, ya sean éstas de
exoneración o de limitación de la responsabilidad,
ya de agravación de la misma. Se habla también de
culpa en el ámbito del Derecho penal, que se produce
cuando, sin intención de dañar, mas sin proceder
con la diligencia debida, se causa un resultado dañoso y
tipificado por la ley penal. Se distingue también, en este
campo, entre culpa lata, leve y levísima. Se distingue
asimismo entre culpa consciente e inconsciente, dependiendo de
que el agente se represente o no de las consecuencias
perjudiciales que puedan derivarse de sus actos, por mucho que
confíe en que no se produzcan y no tomándolas por
ello en cuenta.
Demencia, deterioro psíquico debido a una
afección orgánica del cerebro que se produce de
forma global y progresiva.
Desviación social, cualquier tipo de
comportamiento
que se aleja de las normas generalmente aceptadas en una
sociedad. La desviación social no constituye un delito, ya
que éste se refiere a transgresiones de la ley, sino que
se refiere a la no observancia de normas, ya sean legales o no.
Los sociólogos han llegado a pensar que la
desviación social es característica de los sistemas sociales
o de situaciones que indican una necesidad de control social o
una tendencia hacia el cambio social. Tanto el control como el
cambio son factores inseparables de la sociedad, especialmente en
las sociedades
contemporáneas.
El sociólogo francés Émile Durkheim fue
el pionero de la teoría de la desviación social.
Después de escribir sobre la integración y la crisis social
y estudiar el papel de la
división del trabajo en la cohesión y el cambio
social, formuló el concepto de ‘anomia’ o
debilitamiento de la moralidad común, que explica los
cambios producidos en la división del trabajo en la
sociedad, antes compuesta por agricultores que realizaban cada
uno su trabajo formando parte de un sistema que no controlaba la
producción final ni sus mecanismos, y ahora por obreros
especializados que venden sus productos en países
industrializados.
En la sociedad tradicional la solidaridad era
‘mecánica’, cada individuo pasaba por
las mismas experiencias y la tentación de redefinir su rol
era mínima. Pero, actualmente, la especialización
ha provocado una experiencia diferenciada y la posibilidad de
asumir nuevos roles. Además, el individualismo aumenta con
la especialización. Según Durkheim, este
individualismo se ha convertido paradójicamente en la
sociedad moderna en solidaridad social. En términos
políticos, la libertad ha superado al concepto de
fraternidad con la intención de igualar las oportunidades
para la expresión individual.
En este tipo de sociedad, ciertas formas de
desviación social tienden a ser muy alabadas o castigadas.
Sin embargo, es necesario regular las condiciones anómicas
(cuando la estructura
social se rompe) si se desea mantener la sociedad unida, y para
definir la causa de la desviación es necesario determinar
cuáles son las condiciones de normalidad de esta sociedad.
Todo el proyecto moderno
de democracia,
que incluye los derechos de los ciudadanos, el aumento de
la
educación, las posibilidades de consumo y la
emancipación tanto de la mujer como de los
grupos étnicos y de las clases más desfavorecidas,
puede considerarse bajo la óptica
de la desviación social. El concepto de desviación
social de Durkheim es fundamental en la teoría
sociológica.
Manicomio o Psiquiátrico, centro
destinado al tratamiento de las enfermedades o trastornos
mentales.
Los psiquiátricos, como instituciones organizadas
para la reclusión y, en ocasiones, el tratamiento de las
personas con desórdenes mentales, son un invento
relativamente reciente. Junto con las prisiones, fueron
especialmente promovidas en la época de la
Ilustración, con el doble objetivo de controlar la
desviación social y de ejercer medidas de curación,
educación
o reinserción de los individuos que se encontraban fuera
de la normalidad. Esa fue también la época en la
que se diseñaron las escuelas de la educación
generalizada. Desde entonces, los psiquiátricos han estado
asociados de algún modo a las instituciones
penitenciarias, aunque sus objetivos
declarados hayan sido sanitarios. En la segunda mitad del siglo
XX, la escuela de la antipsiquiatría denunció el
tratamiento de los enfermos mentales severos por medio de
procedimientos que implican la privación de la libertad y
las prácticas violentas.
La atención prestada al respeto de los
derechos
humanos, junto con una mayor provisión de recursos para el
tratamiento de los discapacitados en los países
industriales avanzados, ha mejorado la imagen de los
hospitales psiquiátricos. Pero el problema de justificar
moralmente la reclusión continuada de los enfermos
mentales graves sigue pendiente.
Medicina forense, especialidad que engloba toda
actividad médica relacionada con el poder judicial.
La medicina forense se encarga de la investigación penal
en sus aspectos médicos, de la valoración legal de
los lesionados físicos y de los enfermos mentales e
incapaces, y del asesoramiento a jueces, tribunales y fiscales en
cuestiones médicas.
En la investigación penal la actuación del
médico forense es esencial. Acude junto con el juez cuando
se procede al levantamiento del cadáver tras muerte
sospechosa o violenta, examina y recoge signos externos del lugar
de los hechos, determina la hora probable de muerte, y realiza a
continuación la autopsia al cadáver: examina de
forma macroscópica sus tres cavidades (craneal,
torácica y abdominal) y toma muestras para su envío
a centros especializados en toxicología y medicina legal.
En éstos se procede al análisis químico,
bioquímico y microscópico de estas muestras para
determinar con la máxima precisión las causas de la
muerte o circunstancias que rodean los hechos.
En las agresiones sexuales el forense explora a la
víctima, acompañado y asesorado en ocasiones por un
ginecólogo, toma muestras de restos dejados por el
agresor, examina las ropas de la víctima, y elabora el
informe decisivo para las actuaciones penales.
Cuando se denuncian lesiones, bien derivadas de
accidente (por lo general de tráfico) o bien de
agresión, el forense recopila toda la documentación posible sobre las diferentes
asistencias médicas al lesionado, reconoce a éste
cada cierto tiempo y, al final elabora un informe definitivo
sobre las lesiones fruto de actuación legal, su causa
probable, su tiempo de curación y tiempo sin poder
desarrollar el trabajo habitual, y sus secuelas
definitivas.
Para todos los procedimientos legales relacionados con
enfermedades mentales (como la declaración de incapaces en
oligofrenias y demencias y el internamiento de enfermos
psiquiátricos por orden judicial) la exploración
del enfermo por el forense y su diagnóstico y
pronóstico son imprescindibles.
Por último, en cualquier procedimiento legal
relacionado con la medicina (denuncias por imprudencia
médica, demandas por negligencia, incapacidades laborales,
problemas de higiene y salud
pública, denuncias por torturas) el forense asesora
como médico a jueces y fiscales, en ocasiones requiere la
opinión de expertos en especialidades médicas
(incluso a veces recurriendo a las sociedades científicas)
y su criterio suele ser inestimable para los especialistas
jurídicos.
En España y
otros países los médicos forenses son funcionarios
que pertenecen al ministerio de Justicia, por lo que deben haber
aprobado una oposición o prueba de ingreso y
después haber superado un periodo de formación. En
la policía trabajan especialistas médicos que
intervienen en la investigación criminal, y cuando el
poder judicial requiere de opinión o asesoría
médica selecciona a profesionales del mundo sanitario para
cada caso concreto.
La medicina forense en Latinoamérica: El desarrollo de la medicina
forense en Latinoamérica obedece a dos influencias
principales, la hispana y la anglosajona.
En algunos países se siguió el modelo de
los principales países colonizadores, España y
Portugal. Esto dio lugar a mediados del presente siglo a la
creación de las principales cátedras de Medicina
Legal y Forense en Buenos Aires y
México. La
organización profesional es muy similar a la
española, basada en unos médicos especialistas
adscritos a los juzgados o tribunales de Justicia.
En otros países la influencia anglosajona supone
la creación del médico legista (médico
criminólogo) una figura más parecida al coroner
anglosajón, que depende según la escala
jerárquica de los servicios policiales y no del
departamento de Justicia, y son funcionarios del
Estado.
Además son llamados a los tribunales determinados
profesionales que por su prestigio pueden ayudar en la
resolución de problemas médico-legales. Lo habitual
es que procedan de las cátedras de Medicina Legal y
Deontología, pero también cuentan los jueces con
los informes que
reciben de las academias de medicina y de las sociedades
médicas.
Merecen destacar por sus brillantes estudios dos
forenses latinoamericanos: el profesor Luis Alberto Kvitko,
médico legista de Buenos Aires, autor de un libro sobre
los aspectos forenses de la violación, y el profesor
Alberto Isaac Correa Ramírez,
de la Universidad
Tecnológica de México DF, autor de un libro sobre
la identificación de cadáveres.
Neurosis, también llamada psiconeurosis,
término que describe una variedad de trastornos
psicológicos que originalmente parecieron tener su origen
en algún problema neurológico, pero a los que hoy
se atribuye un origen psíquico, emocional o psicosocial.
Una de sus características es la ansiedad, personalmente
dolorosa y origen de un comportamiento inadaptado.
Es ampliamente aceptado que el término neurosis
se aplica para intentar diagnosticar aquellas afecciones cuyos
síntomas son la expresión simbólica de un
conflicto
psíquico. El psicoanálisis adoptó este
término y lo convirtió en una de las más
importantes aportaciones a la psiquiatría clásica,
un concepto que designa la respuesta de un sujeto como
solución de compromiso entre el deseo y la defensa. El
diagnóstico de estructura, que distingue tres grandes
estructuras
clínicas —neurosis, psicosis y
perversión—, es un instrumento clínico
fundamental frente a cualquier clasificación
nosográfica que tienda a agrupar síntomas y
trastornos, y a imposibilitar, precisamente, el
diagnóstico.
En el DSM-IV, Manual de Clasificación de las
Enfermedades Mentales de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), de orientación terapéutica
conductista, la neurosis no es definida como enfermedad mental,
aunque incluye en este trastorno las siguientes
enfermedades:
Trastorno por ansiedad generalizada:
También conocida como ansiedad libre flotante, es una
condición constante de displacer y de sentimientos
aprensivos, que supone una sobrerreacción al estrés
normal, que no afectaría a una persona
equilibrada.
Crisis de angustia: Se caracteriza por los
ataques de pánico que también se dan en el
trastorno anterior y que son episodios de aprensión aguda,
imposible de sobrellevar, acompañados de síntomas
físicos como palpitaciones cardiacas, transpiración
copiosa, respiración entrecortada, temblores
musculares, náuseas y desmayos (una persona que sufre un
ataque de angustia se siente como si fuera a morir).
Fobias: /Consisten en una respuesta de miedo
desmedido ante un estímulo o ante situaciones que
normalmente no se consideran peligrosas (por ejemplo, viajar en
el metro). Para diagnosticarse como una fobia, el pánico
debe ser lo suficientemente intenso y constante como para que
interfiera en la vida normal del individuo. La reacción
emocional varía desde el mero disgusto al pánico.
Normalmente, una persona que sufre de alguna fobia es consciente
de que su miedo es irracional, pero es incapaz de
controlarlo.
Trastorno obsesivo-compulsivo: Este trastorno
consiste en la persistente intrusión de pensamientos o
impulsos desagradables en la conciencia del individuo, y en las
urgencias irresistibles —compulsiones— a desarrollar
acciones o rituales para reducir la ansiedad consiguiente. Ambas
características se suelen dar juntas en este trastorno
(por ejemplo, una persona obsesionada con la idea de que su
vivienda puede ser saqueada y su familia atacada,
comprobará de forma constante que todas las ventanas y
puertas estén cerradas, numerosas veces al día;
otro caso típico es el de las personas que tienen la
compulsión de lavarse las manos
constantemente).
Trastorno por angustia de separación:
Ocurre durante la infancia y consiste en un miedo irracional a
estar separado de los padres. A menudo los adultos que sufren de
agorafobia (miedo a espacios públicos abiertos) han
sufrido la angustia de separación cuando eran
niños.
Trastorno por estrés postraumático:
Este término se acuñó después de la
guerra del
Vietnam para describir los síntomas
psicopatológicos experimentados por los veteranos de
guerra cuando retornaban al hogar. En la I Guerra Mundial se
llamó ‘neurosis de guerra’, y en la
II Guerra Mundial, ‘fatiga del combate’. Pero
este trastorno no es exclusivo de estas situaciones, ya que puede
aparecer después de cualquier tipo de desastre, como un
accidente aéreo o una catástrofe
natural.
Los síntomas consisten en revivir los sucesos
traumáticos, sufrir desarreglos del sueño, como
pesadillas e insomnio, padecer ansiedad, distanciarse de los
entornos normales, y perder el interés por las actividades
que se realizaban antes de que ocurriera el desastre.
Personalidad múltiple: Trastorno
extremadamente infrecuente en el que más de una
personalidad coexiste en el mismo individuo. A menudo, una de las
personalidades es inconsciente de lo que ocurre mientras la otra
domina, por lo que aparecen periodos de amnesia. Este trastorno
sigue a una experiencia infantil extremadamente
traumática.
Tratamiento de las neurosis: Las neurosis pueden
ser tratadas mediante el psicoanálisis, la psicoterapia o
la modificación de conducta (especialmente en el caso de
las fobias y de los trastornos obsesivo-compulsivos). En este
tipo de trastornos, la medicación suele ser sólo un
medio complementario para reducir los niveles de ansiedad, como
la relajación o la hipnosis. Muchas de las neurosis
responden bien al tratamiento y sus efectos perturbadores sobre
el individuo se logran atenuar en gran medida.
Pena, sanción impuesta por la ley a quien,
por haber cometido un delito o falta, ha sido condenado en
sentencia firme por el órgano jurisdiccional
competente.
Es forzoso que la pena esté establecida por la
ley con anterioridad a la comisión del hecho delictivo
(rige el denominado principio de legalidad), y obliga a su
ejecución una vez haya recaído sentencia firme
dictada por el tribunal competente.
Son varios los criterios clasificatorios de las penas.
El que resulta admitido con mayor frecuencia por las
legislaciones es el que distingue entre penas graves, que
sancionan la comisión de delitos, y penas leves aplicables
a las faltas.
Las penas pueden ser privativas de libertad, que suponen
el internamiento del reo en un centro penitenciario, y pueden
tener diversa duración según lo que establezca la
ley para cada delito. A menudo los sistemas dan a estas penas
diferentes denominaciones, dada su distinta duración. Se
habla así, por ejemplo, de reclusión,
prisión y arresto. También es posible la
privación de libertad en el propio domicilio del reo, como
sucede en el denominado arresto domiciliario.
Asimismo, cabe la posibilidad de que la condena al reo
no suponga privación de libertad pero sí su
reducción, lo que sucede, por ejemplo, en la denominada
pena de extrañamiento, que supone la expulsión del
condenado del territorio nacional por el tiempo que dure la
condena; o la pena de destierro, que supone la prohibición
del penado de entrar en puntos concretos del territorio nacional
detallados en la sentencia.
En ocasiones, la ley puede sancionar la comisión
de un determinado delito o falta, restringiendo al reo el
ejercicio de determinados derechos, como por ejemplo ocurre con
la suspensión de un cargo público, la
suspensión del derecho de sufragio o la privación
del permiso de conducción de vehículos de
motor.
En no pocas legislaciones las penas pueden graduarse
según criterios legales, en atención a las
circunstancias concurrentes en el caso concreto que se juzga. La
ley fija un tope máximo y otro mínimo dentro de los
cuales el juez tiene un margen para actuar. Por ejemplo, en un
delito que tiene asignada una pena privativa de libertad, el juez
o bien el tribunal, atendiendo a la concurrencia de
circunstancias atenuantes o agravantes, al grado de
participación del autor (autor, cómplice o
encubridor), puede graduar la pena dentro de esos márgenes
que establece la ley (de 10 a 20 años, por ejemplo). Con
ello se trata de acomodar lo máximo posible la
sanción impuesta por la ley a las circunstancias del caso
concreto que se juzga.
Psicosis, enfermedad mental que se caracteriza
por la pérdida de contacto con la realidad y por la
alteración de los vínculos con los demás.
Hay varias clases de psicosis: la esquizofrenia, la psicosis
maníaco-depresiva y los delirios.
Psiquiatría, rama de la medicina
especializada en los trastornos mentales. Los psiquiatras no
sólo diagnostican y tratan estos trastornos sino que
también realizan investigaciones para comprenderlos y
prevenirlos.
Un psiquiatra es un médico que ha completado una
especialización de postgrado en psiquiatría. Muchos
psiquiatras también se especializan en
psicoanálisis, psiquiatría infantil u otras
subespecialidades. Los psiquiatras tratan a los pacientes en
consultas privadas, en hospitales generales, o en centros
especializados para enfermos mentales (hospitales
psiquiátricos, clínicas ambulatorias, o centros
comunitarios de salud mental). Algunos dedican parte de su tiempo
a investigar o participar en programas de
salud mental. Por el contrario, los psicólogos, que suelen
trabajar junto a los psiquiatras y tratan al mismo tipo de
pacientes en ocasiones, no han recibido formación en
medicina, y, por consiguiente, no pueden hacer
diagnósticos ni recetar medicamentos.
El campo de la psiquiatría es muy amplio en
comparación con otras especialidades médicas. Los
trastornos mentales pueden afectar a la mayoría de los
aspectos de la vida del paciente, como su actividad física, conducta,
emociones,
pensamiento, percepción, relaciones interpersonales,
sexualidad, trabajo y ocio. Estos trastornos están
producidos por una combinación poco conocida de
determinantes biológicos, psicológicos y sociales.
La tarea del psiquiatra consiste en identificar las distintas
fuentes y
manifestaciones de la enfermedad mental.
Desarrollo histórico: Los médicos
del mundo occidental comenzaron a especializarse en el
tratamiento de los pacientes con enfermedades mentales en el
siglo XIX. Los psiquiatras de esta época, llamados
alienistas, trabajaban en grandes centros, y practicaban lo que
se denominaba entonces un tratamiento moral, un enfoque
humanitario dirigido a apaciguar el estado mental y recuperar la
razón. Durante la segunda mitad del siglo los psiquiatras
abandonaron este tipo de tratamiento y, con ello, el
reconocimiento tácito de que la enfermedad mental
está producida por influencias tanto psicológicas
como sociales. Durante un tiempo su atención se
centró, casi de forma exclusiva, en los factores
biológicos. Era frecuente el uso de medicamentos y otras
formas de tratamiento somático (físico). El
psiquiatra alemán Emil Kraepelin identificó y
clasificó los trastornos mentales en un sistema que supuso
el inicio del diagnóstico moderno. Otra figura importante
fue el psiquiatra suizo Eugen Bleuler, que acuñó el
término 'esquizofrenia' y describió sus
características.
El descubrimiento del origen inconsciente de la
conducta, una aportación de la teoría
psicoanalítica de Sigmund Freud a
principios del siglo XX, enriqueció los conocimientos de
la psiquiatría y cambió el enfoque de la misma. La
atención se dirigió hacia los procesos en el
interior de la mente individual, y el psicoanálisis se
convirtió en el método preferido de tratamiento de
la mayoría de los trastornos mentales. En las
décadas de 1940 y 1950 las teorías cambiaron de
nuevo, esta vez hacia el ambiente
social y físico. Muchos psiquiatras despreciaban las
influencias biológicas, pero otros estudiaban aquellas que
podían estar implicadas en las enfermedades mentales y
empleaban tratamientos físicos como el electrochoque y la
psicocirugía.
Hacia la mitad de la década de 1950 se produjeron
cambios muy importantes en el tratamiento de los pacientes
afectados por una enfermedad mental con la introducción de
los primeros fármacos eficaces en el tratamiento de los
síntomas psicóticos. Junto con estos nuevos
medicamentos, aparecieron nuevas tendencias más liberales
y humanitarias y nuevas estrategias de
tratamiento en los hospitales psiquiátricos; cada vez se
trataba a más pacientes sin separarlos de su ambiente
social en las décadas de 1960 y 1970. El apoyo a la
investigación en salud mental contribuyó a nuevos
descubrimientos importantes, en especial sobre el
conocimiento de los determinantes bioquímicos y
genéticos de la enfermedad mental y sobre el
funcionamiento del cerebro. Así, hacia 1980, la
psiquiatría centraba su interés en los factores
biológicos, relativizando la importancia de las
influencias psicosociales en la salud y enfermedades
mentales.
Diagnóstico: Los psiquiatras utilizan
diferentes métodos para detectar trastornos
específicos en sus pacientes. El más importante es
la entrevista
psiquiátrica, durante la que se recoge la historia
psiquiátrica del paciente y se valora su estado mental. La
historia psiquiátrica es una muestra de las
características de la personalidad del paciente, de sus
relaciones con los demás y de la experiencia pasada y
presente con problemas psiquiátricos, todo ello en
palabras del propio paciente. En ocasiones la historia se
complementa con comentarios de otros miembros de la familia. Los
psiquiatras utilizan la exploración del estado mental del
mismo modo que los médicos de medicina general utilizan la
exploración física. Identifican y clasifican los
aspectos del funcionamiento mental del paciente.
Ciertos diagnósticos dependen de otros
especialistas. Los psicólogos realizan las pruebas de
inteligencia y personalidad, así como las pruebas
diseñadas para detectar lesiones cerebrales o de otras
partes del sistema nervioso
central. Los neurólogos también hacen pruebas a
los pacientes psiquiátricos para detectar evidencias de
lesión del sistema nervioso.
En ocasiones los pacientes que presentan síntomas
físicos son atendidos por otros especialistas. Los
trabajadores sociales en el ámbito psiquiátrico
atienden los problemas de la familia y de la comunidad. El
psiquiatra integra toda esta información para establecer
un diagnóstico según los criterios establecidos por
los profesionales de la psiquiatría.
Tratamiento: Los tratamientos psiquiátricos
pueden ser de dos tipos: orgánicos y no orgánicos.
Los tratamientos orgánicos, como los medicamentos, afectan
al organismo de forma directa. Los tratamientos no
orgánicos mejoran el estado del paciente por medios
psicológicos, como la psicoterapia, o por
introducción de cambios en su entorno social.
Fármacos: Los fármacos
psicotrópicos son el tipo de tratamiento orgánico
más utilizado. Los primeros que se descubrieron fueron los
antipsicóticos, utilizados para tratar la esquizofrenia.
Las fenotiazinas son los fármacos antipsicóticos
más utilizados. Otros antipsicóticos incluyen los
tioxantenos, butirofenonas e índoles. Todos estos
fármacos disminuyen los síntomas como el delirio,
las alucinaciones y los trastornos de pensamiento. Debido a que
reducen la agitación, se emplean en ocasiones para
controlar el estado maníaco en pacientes
maníaco-depresivos y para tranquilizar a pacientes
geriátricos. Algunos trastornos de conducta en la infancia
responden a estos fármacos.
A pesar de su valor, los medicamentos
antipsicóticos tiene efectos adversos. El más grave
es el estado neurológico denominado disquinesia
tardía, que aparece en pacientes que toman este tipo de
medicamentos durante periodos de tiempo prolongados. El trastorno
se caracteriza por movimientos anormales de la lengua, boca y
cuerpo y cobra especial importancia porque estos síntomas
no desaparecen siempre tras la retirada del fármaco y no
tienen tratamiento conocido.
La mayoría de los medicamentos
antipsicóticos son sintéticos. Sin embargo, el
carbonato de litio es un elemento natural utilizado para
prevenir, o al menos reducir, la gravedad de las oscilaciones del
humor en la psicosis maníaco-depresiva (véase
Depresión). Es sobre todo eficaz para controlar la fase
maníaca. Los psiquiatras deben controlar de forma
minuciosa las dosis de litio, porque el margen entre la dosis
efectiva y la dosis tóxica es muy estrecho.
Los principales fármacos antidepresivos son de
tres tipos. Los antidepresivos tricíclicos y
tetracíclicos, los más utilizados, se emplean para
las formas más frecuentes de depresión mayor. Los
inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAO) se utilizan en las
depresiones atípicas. Los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS) son eficaces tanto en la
depresión típica como en la atípica. Aunque
los tres tipos son bastante eficaces para mejorar la
depresión en los pacientes diagnosticados de forma
correcta también presentan inconvenientes. Los
tricíclicos y tetracíclicos pueden tardar entre dos
y cinco semanas en ejercer su acción y producen efectos
secundarios como la sedación excesiva y problemas
cardiacos. Los inhibidores de la MAO pueden producir
hipertensión grave en los pacientes que ingieren ciertos
alimentos
(como algunos tipos de queso, cerveza y vino) o
medicamentos (como medicinas para el resfriado). Los ISRS, como
la fluoxetina (Prozac) tardan entre dos y doce semanas en ser
efectivos y pueden producir cefalea, náuseas, insomnio y
nerviosismo.
La ansiedad, tensión (u otras alteraciones
producidas por el estrés) y el insomnio se tratan por lo
general con medicamentos denominados tranquilizantes menores. Los
barbitúricos se han utilizado durante mucho tiempo, pero
producen efectos secundarios graves y es más frecuente la
adicción a los mismos que a los nuevos fármacos
ansiolíticos. Entre éstos, las benzodiazepinas son
las que se emplean con más frecuencia, muy a menudo fuera
del ámbito psiquiátrico.
Los fármacos estimulantes, como las anfetaminas
—un fármaco que puede crear dependencia—
tienen indicaciones en psiquiatría. Ayudan a controlar la
hiperactividad y la falta de concentración en niños
hiperactivos y sirven para estimular a los que padecen
narcolepsia, un trastorno caracterizado por episodios de
sueño incontrolables y súbitos.
Otros tratamientos orgánicos: Otro tratamiento
orgánico es la técnica terapeútica del
electrochoque, o ECT, en la que se provocan convulsiones
parecidas a las de la epilepsia mediante una corriente
eléctrica que pasa a través del organismo. La
ECT se utiliza con más frecuencia para el tratamiento de
la depresión grave que no responde al tratamiento
farmacológico. En ocasiones se emplea en el tratamiento de
la esquizofrenia. Hay otras formas de tratamiento orgánico
que se emplean con menor frecuencia que los medicamentos y la
ECT. Incluyen la controvertida técnica denominada
psicocirugía, en la que se seccionan fibras del cerebro.
Una de estas técnicas, denominada lobotomía, se
utiliza en muy raras ocasiones en la actualidad.
Psicoterapia: La forma más utilizada de
tratamiento no orgánico es la psicoterapia. La
mayoría de las psicoterapias dirigidas por psiquiatras son
de orientación psicodinámica —esto es, se
centran en el conflicto psíquico interno y en su
resolución como base para recuperar la salud
mental—. El tratamiento psicodinámico
prototípico es el psicoanálisis, que se dirige a
descubrir las fuentes del conflicto inconsciente en el pasado y a
reestructurar la personalidad del paciente. El
psicoanálisis es el tratamiento en el que el paciente yace
sobre un sofá, con el psicoanalista fuera de la vista, y
dice lo que le viene a la mente. El paciente relata
sueños, fantasías y recuerdos, junto con los
pensamientos y sensaciones asociados con éstos. El
psicoanalista ayuda al paciente a interpretar estas asociaciones
y el significado de la relación entre el paciente y
él mismo. Debido a que es largo y caro, a menudo de varios
años de duración, el psicoanálisis
clásico casi no se utiliza en la actualidad.
Hoy son más frecuentes otras formas de
psicoterapia más breves, que complementan los principios
psicoanalíticos con otras teorías e informaciones
con base científica. En estos tipos de tratamiento, los
psiquiatras aconsejan a los pacientes e intentan influir en su
conducta. Algunos utilizan técnicas derivadas de la
terapia de conducta, que se basa en la teoría del
aprendizaje (aunque estos métodos son empleados con
más frecuencia por los psicólogos).
Además de la psicoterapia, la otra forma
principal de tratamiento no orgánico empleada en
psiquiatría es la terapia ambiental. Se suele llevar a
cabo en hospitales psiquiátricos y se dirige a las
relaciones sociales con fines terapéuticos entre los
pacientes y el personal. También se programan actividades
intrahospitalarias para conseguir objetivos terapéuticos
específicos.
En general, la psicoterapia se emplea para el
tratamiento de las neurosis y otros trastornos no
psicóticos, y es menos frecuente su uso en las psicosis.
En los pacientes psicóticos, que suelen recibir
fármacos psicoactivos, la psicoterapia se emplea para
mejorar su adaptación social y profesional. La terapia
ambiental se limita a los pacientes hospitalizados. Los
psiquiatras utilizan cada vez más una combinación
de técnicas orgánicas y no orgánicas para
todos los pacientes, que dependerá del diagnóstico
y la respuesta al tratamiento.
Trastornos mentales o Enfermedades
mentales, afecciones o síndromes psíquicos y
conductuales, opuestos a los propios de los individuos que gozan
de buena salud mental. En general, son causa de angustia y
deterioro en importantes áreas del funcionamiento
psíquico, afectando al equilibrio
emocional, al rendimiento intelectual y a la adaptación
social. A través de la historia y en todas las culturas se
han descrito diferentes tipos de trastornos, pese a la vaguedad y
a las dificultades que implica su definición.A lo largo de
la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura
no era consideraba una enfermedad sino un problema moral
—el extremo de la depravación humana— o
espiritual —casos de maldición o de posesión
demoníaca. Después de unos tímidos inicios
durante los siglos XVI y XVII, la psiquiatría
empezó a ser una ciencia respetable en 1790, cuando el
médico parisino Philippe Pinel decidió quitar las
cadenas a los enfermos mentales, introdujo una perspectiva
psicológica y comenzó a hacer estudios
clínicos objetivos. A partir de entonces, y desde que se
inició el trabajo en los manicomios, se definirían
los principales tipos de enfermedades mentales y sus formas de
tratamiento.
Clasificación: La clasificación de los
trastornos mentales es todavía inexacta y varía
según las escuelas y doctrinas psicopatológicas.
Para uniformar criterios, la Organización Mundial de la
Salud (OMS) creó la DSM, clasificación universal de
los trastornos mentales que ha conocido hasta la fecha varias
versiones.
La mayoría de los sistemas de
clasificación reconocen los trastornos infantiles (por
ejemplo, el retraso mental) como categorías separadas de
los trastornos adultos. Igualmente, distinguen entre trastornos
orgánicos, los más graves provocados por una clara
causa somática, fisiológica, relacionada con una
lesión estructural en el cerebro, y trastornos no
orgánicos, a veces también denominados funcionales,
considerados más leves.
Partiendo de la distinción en función de
la gravedad y de la base orgánica, se diferencian los
trastornos ‘psicóticos’ de los
‘neuróticos’. De forma general,
psicótico implica un estado en el que el paciente ha
perdido el contacto con la realidad, mientras que
neurótico se refiere a un estado de malestar y ansiedad,
pero sin llegar a perder contacto con la realidad. En su extremo,
como formuló Sigmund Freud, el fundador del
psicoanálisis, todos somos "buenos neuróticos", en
tanto que los casos de psicosis son contados. Los más
comunes son: la esquizofrenia, la mayor parte de los trastornos
neurológicos y cerebrales (demencias) y las formas
extremas de la depresión (como la psicosis
maniaco-depresiva). Entre las neurosis, las más
típicas son las fobias, la histeria, los trastornos
obsesivo-compulsivos, la hipocondría y, en general, todos
aquellos que generan una alta dosis de ansiedad sin que exista
una desconexión con la realidad.
Trastornos infantiles: Algunos trastornos
mentales se hacen evidentes por primera vez durante la infancia,
la pubertad o la adolescencia.
El retraso mental se caracteriza por la incapacidad para
aprender con normalidad y llegar a ser independiente y
socialmente responsable como las personas de la misma edad y
cultura. Los
individuos con un cociente intelectual inferior a 70 se
consideran retrasados en cuanto a su inteligencia.
La hiperactividad, desorden que parte de un
déficit en la atención y la concentración,
se traduce en un exceso de ímpetu en el individuo que la
padece, haciéndole incapaz de organizar y terminar su
trabajo, de seguir instrucciones o perseverar en sus tareas,
debido a una inquietud constante y patológica.
Los trastornos ansiosos comprenden el miedo a la
separación (abandono de la casa o de los padres), a evitar
el contacto con los extraños y, en general, un
comportamiento pusilánime y medroso.
Otros trastornos mentales se caracterizan por la
distorsión simultánea y/o progresiva de varias
funciones psíquicas, como la atención, la
percepción, la evaluación
de la realidad y la motricidad. Un ejemplo es el autismo infantil,
trastorno caracterizado por el desinterés del niño
hacia el mundo que le rodea.
Algunos problemas del comportamiento pueden ser
también trastornos infantiles: la bulimia, la
anorexia
nerviosa, los ‘tics’, la tartamudez y demás
trastornos del habla y la enuresis (incapacidad de controlar la
micción, generalmente por las noches).
Trastornos orgánicos mentales: Este grupo
de trastornos se caracteriza por la anormalidad psíquica y
conductual asociada a deterioros transitorios o permanentes en el
funcionamiento del cerebro. Los desórdenes presentan
diferentes síntomas según el área afectada o
la causa, duración y progreso de la lesión. El
daño cerebral procede de una enfermedad orgánica,
del consumo de alguna droga lesiva
para el cerebro o de alguna enfermedad que lo altere
indirectamente por sus efectos sobre otras partes del
organismo.
Los síntomas asociados a los trastornos
orgánicos mentales podrán ser el resultado de un
daño orgánico o la reacción del paciente a
la pérdida de capacidades mentales. Ciertos trastornos
presentan como característica principal el delirio o un
estado de obnubilación de la conciencia que impide
mantener la atención, acompañado de errores
perceptivos y de un pensamiento desordenado e inadaptado a la
realidad.
Otro síntoma frecuente de los trastornos
orgánicos como la enfermedad de Alzheimer, es
la demencia, caracterizada por fallos en la memoria, el
pensamiento, la percepción, el juicio y la
atención, que interfieren con el funcionamiento
ocupacional y social. La demencia senil se da en la tercera edad
y produce alteraciones en la expresión emocional
(apatía creciente, euforia injustificada o
irritabilidad).
Esquizofrenia: La esquizofrenia abarca un grupo de
trastornos graves, que normalmente se inician en la adolescencia.
Los síntomas son las agudas perturbaciones del
pensamiento, la percepción y la emoción que afectan
a las relaciones con los demás, unido a un sentimiento
perturbado sobre uno mismo y a una pérdida del sentido de
la realidad que deteriora la adaptación social. El
concepto de ‘mente dividida’, implícito en la
palabra esquizofrenia, hace referencia a la disociación
entre las emociones y la cognición, y no, como vulgarmente
se supone, a una división de la personalidad que,
más bien, hace referencia a otro tipo de trastornos como
la personalidad múltiple o psicopatía, denominada
así por el psiquiatra alemán Emil
Kraepelin.
Trastornos de la afectividad: Son aquellos
trastornos en los que el síntoma predominante es una
alteración del estado de ánimo. El más
típico, la depresión, se caracteriza por la
tristeza, el sentimiento de culpa, la desesperanza y la
sensación de inutilidad personal. Su opuesta, la
manía, se caracteriza por un ánimo exaltado,
expansivo, megalomaníaco y también cambiante e
irritable, que se alterna casi siempre con el estado
depresivo.
Trastornos Paranoides: Su síntoma
principal son las ideas delirantes (creencia falsa, firmemente
asentada, y resistente por ello a la crítica) y las
más típicas son las de persecución (se
considera víctima de una conspiración), las de
grandeza (el sujeto se cree de ascendencia noble, principesca,
santa, genial e incluso divina) o las celotípicas (celos
desmedidos). En cualquier caso, la personalidad paranoide es
defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, por
lo que tiende a aislarse y puede llegar a ser violentamente
antisocial. Este trastorno normalmente suele iniciarse en la
mitad o al final de la vida, destruyendo las relaciones sociales,
sobre todo las de pareja.
Trastornos de ansiedad: La ansiedad es el
síntoma predominante en dos casos: los desórdenes
que suponen pánico ante situaciones concretas y los
trastornos ansiosos generalizados.
En las fobias y las neurosis obsesivo-compulsivas, el
pánico aparece cuando el individuo intenta dominar otros
síntomas: el miedo irracional, desmedido, a una
situación, objeto o animal concretos que altera su vida
cotidiana. Entre las más perturbadoras está la
agorafobia, miedo a los espacios abiertos o muy cerrados
(claustrofobia), tras el cual se oculta en realidad un miedo
desmedido a la muerte o al propio pánico, y que impide a
los que la sufren salir a la calle. Por otro lado, las
obsesiones, neurosis cada vez más frecuentes (frente a la
histeria, que ha ido disminuyendo su frecuencia), consisten en
pensamientos, imágenes,
impulsos o ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que
se ve, sin embargo, sometida a ellos. Por último, la
compulsión es la tendencia irrefrenable a repetir
mecánicamente comportamientos inútiles, rituales de
comprobación o de previsión (por ejemplo, lavarse
las manos más de treinta veces al día o revisar una
y otra vez la llave de paso del gas).
Otros trastornos neuróticos: Además
de la depresión neurótica y otros trastornos
ansiosos, hay diversas situaciones que tradicionalmente se han
considerado neuróticas, como la histeria, las reacciones
de conversión (de un conflicto psíquico a una
enfermedad orgánica irreal), la hipocondría y los
trastornos disociativos.
Los llamados trastornos psicosomáticos se
caracterizan por la aparición de síntomas
físicos sin que concurran causas físicas aparentes.
En la histeria, las quejas se presentan de forma teatral y se
inician, por lo general, en la adolescencia, para continuar
durante la vida adulta. Es un trastorno que se ha diagnosticado
con mayor frecuencia en mujeres que en hombres, y en su extremo
—la histeria de conversión— aparecen
parálisis que imitan trastornos neurológicos, de
modo similar al dolor psicogénico que no presenta una
causa física aparente. Por último, en la
hipocondría el síntoma dominante es el miedo
irracional a la enfermedad.
Entre las formas disociativas de trastorno mental
están la amnesia psicológica y la personalidad
múltiple (antaño conocida como histeria de la
personalidad alternante), una extraña enfermedad en la que
el paciente comparte dos o más personalidades distintas,
alternando el predominio de una o de otra (es el caso de la obra
de Robert Louis Stevenson Dr. Jekyll y Mister Hyde y de la
película de Alfred Hitchcock, Psicosis).
Trastornos de la personalidad: A diferencia de lo
episódico de los trastornos neuróticos e incluso de
algunos psicóticos, los trastornos de la personalidad
duran toda la vida; determinados rasgos de la personalidad del
enfermo son tan rígidos e inadaptados que pueden llegar a
causar problemas laborales y sociales, daños a uno mismo y
probablemente a los demás.
La personalidad paranoide se caracteriza por la
suspicacia y la desconfianza. La esquizoide ha perdido la
capacidad e incluso el deseo de amar o de establecer relaciones
personales, mientras que la esquizotípica se caracteriza
por el pensamiento, el habla, la percepción y el
comportamiento extraños. Las personalidades
histriónicas se caracterizan por la teatralidad de su
comportamiento y de su expresión, relacionadas en parte
con el siguiente tipo, la personalidad narcisista, que demanda la
admiración y la atención constante de los
demás.
Las personalidades antisociales (antes conocidas como
psicopatías) se caracterizan por violar los derechos de
los demás y no respetar las normas sociales. Este tipo de
personalidad es inestable en su autoimagen, estado de
ánimo y comportamiento con los demás, y los
‘evitadores’ son hipersensibles al posible rechazo,
la humillación o la vergüenza. La personalidad
dependiente es pasiva hasta el punto de ser incapaz de tomar una
decisión propia, forzando a los demás a tomar las
decisiones en su lugar. Los ‘compulsivos’ son
perfeccionistas hasta el extremo e incapaces de manifestar sus
afectos. Por último, los ‘pasivos-agresivos’
se caracterizan por resistirse a las exigencias de los
demás a través de maniobras indirectas, como la
dilación o la holgazanería.
Incidencia y distribución: Es imposible saber con
exactitud cuántos individuos padecen trastornos mentales.
Los registros de
admisión a los centros psiquiátricos pueden ser
orientativos, pero hay que tener en cuenta que excluyen a un
amplio número de personas que nunca buscan tratamiento por
no considerar que sufren algún trastorno.
De estos últimos, la mayor parte presenta
trastornos menores, ya que el riesgo de sufrir
una esquizofrenia alguna vez en la vida es de un 1%, mientras que
el de sufrir una depresión —el trastorno mental
más común en la actualidad, e incluso el motivo de
consulta médica en atención primaria más
frecuente— es de un 10%. Actualmente existe una
preocupación cada vez mayor por los trastornos mentales
orgánicos, puesto que inciden con más frecuencia en
las personas mayores, un sector de población que
está aumentando vertiginosamente en los países
más desarrollados.
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Venezuela.
RECONOCIMIENTO.
Dedicamos este trabajo a nuestro profesor,
el Doctor Noel Pantoja, a quien siempre
hemos admirado y respetado.
RUIZ T. SAMUEL S.
Caracas