- Resumen
- El tiempo histórico en la
historiografía y en la escuela
primaria - Qué es tiempo
histórico y cuál es su influencia en la escuela
primaria - Pensando cómo
enseñar el tiempo histórico - Bibliografía
La educación constituye
un proceso de
gran importancia para la vida y la formación de la
personalidad de los escolares, crea las condiciones para el
desarrollo de
la cultura
nacional y universal.
La educación cubana a lo largo de estos cuarenta
años ha acumulado una rica experiencia pedagógica,
vivida por unos y heredada por otros, como resultado de
tradiciones mantenidas o creadas a lo largo de su historia donde se destaca el
pensamiento
educativo de Félix Varela, José de la Luz y Caballero,
José Martí, Enrique José Varona, entre
otros.
Es la escuela primaria un nivel de enseñanza con gran tradición
pedagógica en nuestro país, el que ha sido objeto
de preocupación sistemática, a través de su
rica historia, como institución formadora de nuevas
generaciones.
Si bien en nuestras escuelas todas las asignaturas
pueden contribuir con la preparación integral de los
escolares, el área humanística es por su naturaleza la que
más puede aportar, sin que se pretenda absolutizar esta
afirmación. Y cuando se habla de las humanidades y lo que
irradian en la formación de los educandos, pensamos
inmediatamente en la Historia, pero su sola presencia en el
currículo no garantiza que cumpla su
papel
formativo en el escolar, por lo que hay que elevar la calidad en la
selección de qué aprender,
cómo aprender y cómo saber el avance logrado en
el aprendizaje
histórico.
El objeto de la historia como ciencia ha
evolucionado en el transcurso de los años, lo que es
reflejo de su enriquecimiento teórico y
metodológico, pero esto no ha significado que exista un
acuerdo total entre los que se dedican a su investigación y de manera particular su
impacto en la enseñanza de la asignatura.
Uno de los aspectos que generalmente es más
discutido entre los docentes de Historia es lo referido a
qué historia enseñar y qué debe incluir la
escuela en el aprendizaje de
sus escolares. El problema es de esa naturaleza porque no hay una
única concepción de historia entre los
historiadores profesionales, lo que ha impactado en la manera de
cómo se ha enseñado la asignatura hasta el
momento.
En el caso específico de la temporalidad, siempre
ha estado
presente dentro del currículo de la enseñanza de la
Historia, pero no se le dado, ni se ha logrado llegar a un
consenso sobre cuál sería el contenido a impartir y
cómo se haría para que los escolares adquieran un
aprendizaje más duradero.
Al comenzar el nuevo milenio se ve una necesidad urgente
de preservar la identidad de
cada país frente a la oleada gigantesca de globalización neoliberal que vive el mundo,
la que sin dudas destruye la historia acumulada por los pueblos,
sus tradiciones y costumbres imponiendo nuevos patrones que nada
tienen que ver nuestras naciones. La enseñanza de la
Historia es un importante vehículo para que esto no
suceda, pues al involucrar a las nuevas generaciones en
actividades que generan conocimientos, hábitos, actitudes y
valores,
estamos creando una sociedad que es
capaz de mantener su cultura. En el artículo se analiza la
función
que ha estado desempeñando la enseñanza de la
historia en la escuela primaria y de manera particular el impacto
del tratamiento al tiempo histórico, y la necesidad de
superar los esquemas seguidos hasta ahora para alcanzar metas
referidas a la educación integral
de los escolares.
EL TIEMPO
HISTÓRICO EN LA HISTORIOGRAFÍA Y EN LA ESCUELA
PRIMARIA
El abordaje de la categoría tiempo
histórico por las diferentes corrientes
historiográficas ha legado maneras diferentes en su
enseñanza escolar: la historia solo como pasado, la
historia como relación pasado – presente, la
historia en la dinámica pasado – presente –
futuro. Siempre ha estado presente en la concepción
disciplinar, pero su tratamiento metodológico no ha estado
a la altura del lugar que ocupa entre las categorías
básicas de la historia y su enseñanza.
El diagnóstico de la enseñanza del
tiempo histórico en la escuela primaria aporta algunas
regularidades que exponemos sintéticamente a
continuación:
- No son suficientes los elementos factológicos
que los docentes prevén en sus clases para que los
escolares puedan comprender los hechos y los personajes
históricos que interviene en la historia. - Cierta tendencia a reproducir mecánicamente lo
aprendido, fechas históricas y su orden
cronológico separado en cierta medida de la
comprensión de su esencia. - Algunos docentes basan la enseñanza de esta
materia
fundamentalmente en el trabajo
con el libro de
texto y la
exposición oral, sin aprovechar las
potencialidades de otras fuentes para
el aprendizaje de esta asignatura. - Se le concede al escolar poco o ningún
protagonismo en la construcción de sus conocimientos
históricos. - No se relaciona convenientemente el pasado con el
presente histórico y mucho menos se crean situaciones de
aprendizaje que modelen la actividad histórica futura de
los escolares, en interacción con su familia y su
comunidad.
Lo relacionado hasta aquí tiene su impacto
negativo en el proceso de enseñanza – aprendizaje de la
Historia. Para lograr que desde la asignatura se le dé
toda la importancia que tiene el aprendizaje del tiempo
histórico, habría de programarse la
adquisición de las competencias de
los escolares dentro una programación lo más recurrente
posible.
Educar en la temporalidad será siempre un
objetivo a
perseguir en la enseñanza de la historia, pero para
lograrlo tiene que existir un consenso sobre cuál es el
contenido que el maestro va a impartir y cómo lo
haría, lo que lógicamente lo va armar con las
herramientas
necesarias para que el escolar pueda llegar a entender la
relación dialéctica entre el pasado- el presente y
el futuro. No hay una educación histórica adecuada
fuera de los marcos de las relaciones temporales, como tampoco se
da sin una correcta ubicación espacial; tiempo y espacio
son dos constructos básicos sobre los que se erige
la ciencia
Historia y la asignatura escolar.
Esto supone a su vez, que para trabajar en el aula el
presente, hay que posibilitar que los escolares investiguen,
desde una posición en el que el presente interactúe
con el pasado, y en esa indagación reconstructiva, donde
ni el pasado es definitivamente acabado ni el presente es
absoluto, se descubren los hilos conductores del devenir
histórico y su avance hacia la construcción de la
sociedad futura. En esencia, la historia a enseñar en la
escuela cubana debe centrarse en la totalidad de aspectos de la
vida social, sin hiperbolizar ninguno de sus elementos, sino todo
lo contrario reflejar su diversidad en una estrecha
conexión dialéctica ubicada en un contexto
espacio-temporal que se mueve en la relación que debe
existir entre pasado-presente-futuro.
Esto nos está apuntando a que la historia que
impartimos en nuestras escuelas, no puede darse como algo acabado
e inamovible, debe ser un conocimiento
que esté en construcción siempre, y que pueda
partir además, de la consulta de diferentes fuentes lo que
sin dudas favorece su carácter
probatorio y de esta manera garantizar la necesidad de
interacción directa de sus estudios con esa diversidad,
para lograr la apropiación de contenidos, métodos y
habilidades, convirtiendo el tiempo histórico en uno de
los referentes obligados y explícitos de la
enseñanza de la asignatura Historia de Cuba en la
escuela primaria.
Este nivel de enseñanza es extremadamente
importante para el futuro de una persona, pues lo
que bien se aprende en la primaria tendrá una
repercusión positiva en la preparación intelectual
y práctica del individuo, de ahí que todo el
esfuerzo que se haga por elevar la calidad de este nivel siempre
fuere insuficiente en comparación con los beneficios que
esta puede reportar a la sociedad en general y a cada persona en
particular.
QUÉ ES TIEMPO
HISTÓRICO Y CUÁL ES SU INFLUENCIA EN LA ESCUELA
PRIMARIA.
Hasta aquí hemos esbozado el concepto tiempo
histórico, que aparece abordado en la mayoría de
los libros que se
refieren a la didáctica de la Historia. Hay autores como
J. Pagés (1997, 1999) que ha dedicado muchos años
de estudio a esta categoría, mientras otros como M.E.
Guibert (1993), Cristófol A. Trepat (1998) y Pablo A.
Torres (1999) realizan en el trabajo citado un exhaustivo
análisis del tiempo histórico
integrando algunos elementos filosóficos,
históricos y de la didáctica de la historia, por lo
que la revisión parcial de estos trabajos, nos ha
demostrado que existen por lo menos tres corrientes alrededor de
este tema, idea que comparto con J.Pagés (1999 : 190), el
que manifiesta que "la primera pone el énfasis en la
necesidad de partir del presente, la segunda que sin renunciar al
presente, señalan la necesidad de dar más relieve al
futuro, mientras que la tercera – posición que asumo
– nos sugiere como propuesta establecer la relación
pasado-presente-futuro".
¿Qué es el tiempo?.
Esta pregunta ha sido contestada por Aristóteles, Saustín, Newton,
Einstein y muchos otros clásicos del pensamiento, y cada
uno situó su respuesta en el conjunto de sus teorías
del ser y de sus cosmovisiones, por lo que el sentido de la
respuesta está siempre históricamente
condicionada.
La mayoría de nosotros sentimos de modo intuitivo
que el tiempo transcurre inexorablemente, sin que le afecte nada
en absoluto, de manera que, si de repente cesara toda actividad,
el tiempo continuaría sin interrupción, por lo que
el tiempo es para algunos algo universal y absoluto.
Por otro lado es cierto que el tiempo es una característica fundamental en la
experiencia humana, pero no existen pruebas
según nos comenta G.J. Whitrow (1990:17) "De que
tengamos un sentido especial del tiempo, como lo tenemos de la
vista, oído,
tacto, gusto u olfato. Nuestra experiencia directa del tiempo es
siempre del presente y nuestra idea del tiempo procede del
reflejo de esta experiencia".
No existe ninguna prueba de hayamos nacido con
algún sentido de la conciencia
temporal, cada uno de nosotros nos armamos de nuestra propia idea
acerca de lo que es tiempo. En nuestros país han sido
varios lo que han tratado el tema por solo citar uno
mencionaremos a José Martí, Ramiro V. (2002 :647)
nos refleja el pensamiento de Martí acerca de que es
tiempo: "es la sucesión de los instantes en que existen
las cosas y se verifican los actos". (Cuadernos de apuntes,
t.21, p.67)
Como podemos darnos cuenta el tiempo es uno de los
problemas
perennes de todas las sociedades y
épocas, cada respuesta concuerda con el contexto de
creencias. La evolución histórica va haciendo cada
vez más precisa y rica la respuesta, a la vez que trata de
resolver nuevas preguntas generadas en cada momento y contexto
histórico concreto.
Afirmar que el tiempo preside todo el desarrollo
histórico, que la historia es impensable sin el tiempo, y
que por lo tanto sin el tiempo no hay historia, supone enunciar
un principio, una verdad que ha sido puesta de manifiesto
repetidamente por los historiadores.
El tiempo de la historia, sin embargo, es diferente al
del resto de ciencias
sociales o al tiempo de los físicos, según P.
Pagés (1983:242) "Para el historiador el tiempo es el
principio y el fin de cualquier investigación
histórica (…) . Un tiempo que, sin embargo no es
unidimensional, que plantea múltiples cuestiones de
índole teórica y metodológica y que es
preciso definir y delimitar".
Por lo que queda claro que el tiempo en la historia es
múltiple, que la duración de las distintas
realidades sociales es diversa y que los ritmos de
evolución de una sociedad o de un continente varían
en cada fase de su desarrollo.
El saber humano, y el saber temporal, son el resultado
de un largo proceso de aprendizaje de la humanidad, de tal manera
que cada sociedad e individuo se apoya en un saber ya existente y
lo prolonga.
El tiempo es una relación, y uno de los aspectos
de la construcción social de la realidad, es la
categoría de pensamiento que simboliza los aspectos
temporales de la realidad, en la cual existe la dimensión
temporal. Cuando el aprendizaje de la historia se concibe en
términos de adquisición de saberes, más que
saber hacer, es inevitable que los contenidos sean sometidos a
una clasificación cronológica.
Estamos convencidos que seguimos conociendo muy poco
sobre qué y cómo se aprende el tiempo
histórico en las escuelas primarias; según J.
Pagés (1999:243) "las investigaciones
educativas sobre el tema se han centrado mucho más en los
resultados de aprendizaje que en el
conocimiento de su enseñanza y de su aprendizaje en
contextos concretos". Aunque en el caso de Cuba en
particular, la ausencia de una investigación
sistemática sobre este tema abarca tanto su
enseñanza como el aprendizaje, lo que evidencia la
necesidad urgente de atenderlo.
PENSANDO SOBRE
CÓMO ENSEÑAR EL TIEMPO
HISTÓRICO
Sería interesante entonces pensar en nuevas
alternativas para la enseñanza – aprendizaje de la
temporalidad en la escuela primaria. Algo necesario es que el
maestro conozca de dónde debe partir, y sin lugar a dudas
el acostumbrado análisis de los currículos y de los
textos escolares le pueden ofrecer información valiosa para su trabajo, pero
esa información estaría incompleta y no
sería comprensible si no logra contrastar esta con los
resultados de otras investigaciones.
Para los escolares y maestros el tiempo histórico
se identifica básicamente, según J. Pagés
(1999) "con la cronología y la periodización,
importándonos solamente que el alumnado sepa
reconocerlas," lo que no favorece el aprendizaje
desarrollador que pretendemos inculcar, logrando que el
aprendizaje sea más productivo y que los escolares, una
vez recibida la materia, sepan explicar o analizar las causas de
los cambios y transformaciones que ocurren a diario a su
alrededor.
Según Guarracino y Ragazzini, autores que
consulta Pablo A. Torres (1999:117), la investigación del
tiempo histórico nos refiere, que "es un tiempo plural
que varía según la realidad a la que es referida y
según el colectivo o grupo humano
al que es aplicado. Es un tiempo que actúa
aritméticamente, por movimientos internos de tipo
discontinuo, con diferentes articulaciones
moleculares de cantidad, con diferentes
cualidades".
Mientras que para M. E. Guibert Navaz (1993:22) el
tiempo histórico "es una construcción y
está caracterizado por el relativismo, por lo que es el
resultado de determinadas operaciones
cognitivas que realiza el historiador partiendo del presente para
llegar al pasado"
Para la gran mayoría de los maestros que imparten
la asignatura de Historia en nuestro país, la
enseñanza del tiempo histórico siempre la han
relacionado con los contenidos procedimentales que se imparten,
ya que le permite la vinculación directa y la
concreción de otros conceptos que se relacionan con la
presentación espacial del tiempo
cronológico.
Consideramos entonces que el tiempo histórico es
una realidad objetiva, cronológica, lineal, que
está en un continuo proceso de construcción, de
cambio y
transformación y que existe en interconexión con
los hechos históricos, por lo que el maestro debe
centrarse a la hora de enseñar el mismo en todos los
elementos antes mencionados sin discriminar ningunos de ellos,
dándole su justo lugar en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Para poder
implementar el tratamiento de la categoría tiempo
histórico en la enseñanza de la Historia, el
maestro de la escuela primaria debe dominar las cuatro cualidades
del tiempo que refiere J. Pagés (1999:200):
- Indisoluble: función de su relación
con el mismo espacio, lo que sirve para introducir su primera
cualidad. - Irreversible: no puede recorrerse hacia
atrás. - Relativo: depende del observador y de la
referencia concreta de la observación. - Multiplicidad: la diversidad de planos de
observación y de análisis, de perpeptivas de
estudio y de comprensión.
El maestro debe tener también en cuenta los
conceptos e ideas esenciales de la historia social y su
relación con la historia conceptual, la psicológica
social y sus estudios sobre la gestión
personal y
social del tiempo, y la educación en valores y sus
propuestas de construcción del futuro a partir de la
participación y de la intervención
social.
Partiendo de esta Historia Social, cuyo objetivo
primordial es el estudio y aplicación del pasado para la
comprensión del presente y poder mejorar el futuro, el
maestro que imparte historia tiene que ser un apasionado y por
ende, un conocedor de los problemas actuales, siendo un
profesional competente capaz de innovar, ser creativo, de
utilizar las nuevas
tecnologías que están a su alcance, y de romper
de una vez y por todas con el corsé que hasta este momento
los ha atado en una enseñanza reproductiva y mecánica.
El tiempo histórico tiene que ser visto por el
maestro como el resultado del cambio social, y que varía
según se enfoque la realidad. No hay en esa
concepción temporal una intencionalidad preestablecida,
las valoraciones sobre el tiempo parten de la propia
investigación según las relaciones que el
profesional establezca realizar, después de la
interpretación de las fuentes consultadas.
C. A. Trepat (1998:51) nos dice de manera muy clara que
"para un aprendizaje correcto del tiempo histórico no
basta con la presentación una sola vez de los conceptos
temporales y de sus operaciones. Es necesario, a lo largo de
diferentes unidades y cursos a
propósitos de otros contenidos en los que intervengan las
nociones temporales, ir explicando los mecanismos de
cálculos, representación y periodización de
manera constante, ampliando poco a poco su
conceptualización"
A los escolares que tenemos en nuestras escuelas
primarias no se le ha enseñado a pensar, de manera
profunda, en el proceso del aprendizaje del tiempo
histórico, por eso en parte no pueden entenderlo y se
limitan básicamente a aprender lo que se le enseña
por parte del maestro, que en la mayoría de los casos lo
lleva a un aprendizaje mecánico y reproductivo que no
contribuye al crecimiento de su intelecto como ser
humano.
¿Y qué se les enseña al escolar?.
Es evidente que con solo relatos o explicaciones de fechas o
hechos ocurridos, donde el maestro se roba el espectáculo,
no se puede enseñar a los escolares a trabajar con
independencia,
pues la enseñanza tradicional y formalista no nos puede
asegurar el razonamiento creador por parte del escolar, ni su
disposición para adquirir nuevos conocimientos por
sí mismo.
Palafraciando a Enrique J. Varona, hay que lograr que el
aula no se convierta en un teatro donde se
declame, sino un taller donde se trabaje intensamente, buscando
siempre la formación del pensamiento
histórico-social, que solo se puede desarrollar, si somos
capaces de explotar las capacidades intelectuales que el escolar
pone a trabajar cuando se enfrenta a un reto o una actividad
nueva.
Para poder superar la dicotomía que existe en las
escuelas entre saber científico y saber escolar, es
necesario hacer una buena selección y secuenciación
de contenidos a impartir en las clases, pues es importante que el
escolar sepa, que lo que va a estudiar del pasado, es una
interpretación hecha desde el presente y para resolver
problemas del presente-futuro y como tal se escribe, con la
función educativa de trasmitir valores, sentimientos y
actitudes.
De manera que para lograr romper esta dicotomía
el maestro ha de estar siempre motivado por su trabajo, por el
conocimiento general que deben adquirir los escolares del tiempo
histórico, debe tener voluntad para experimentar, para
ensayar cosas nuevas cosas, convertirse en un facilitador,
orientador, conductor del aprendizaje grupal e individual de sus
escolares, tiene que además, acompañarlo un fuerte
componente de autosuperación en función del
acercamiento progresivo al modelo del
profesional que necesitamos.
Sin dudas todos los educadores conocemos cuales son los
principios que
el maestro tiene que tener en cuenta para desarrollar
eficientemente su actividad, entre los que no le deben faltar
están: la unidad entre instrucción y
educación, su carácter científico, la
enseñanza desarrolladora, su carácter
consciente.
Es necesario que los maestros se unan y se pueda
conseguir sintetizar todos los conceptos en una propuesta
única, coherente y útil para la enseñanza
del tiempo histórico en la enseñanza aprendizaje de
la Historia de Cuba en la escuela primaria. El uso del tiempo
histórico en este nivel nos puede facilitar un aprendizaje
que se base en la formación del pensamiento
crítico-creativo, en una educación para la responsabilidad y para la intervención
social del escolar.
La escuela primaria está en condiciones de
cambiar el panorama actual si organiza su actividad aprovechando
todas las fuentes que están a su disposición,
interactúa con la familia de
los escolares y con los miembros de la comunidad como un paso
necesario y decisivo para la inserción de los escolares en
el contexto social.
Buscar en el pasado los problemas que rodean a los
escolares, para desde el presente modelar el futuro es un
ejercicio pedagógico que debe ser sistematizado, y que
tiene muchas variantes metodológicas que solo el ingenio y
la creatividad
del maestro primario permitirá su materialización
en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Por lo que este trabajo no pretende agotar un tema que
recién iniciamos, más bien lo que estamos haciendo
es comenzar una interesante polémica que nos
llevará más adelante sin dudas a presentar algunas
propuestas que estos autores actualmente están
modelando.
- ALVAREZ DE ZAYAS, R. M y H. DÍAZ (1978)
Metodología de la enseñanza de la
Historia . __ La Habana : Ed. Pueblo y
Educación. - GUIBERT, NAVAZ E. (1993) Tiempo y Tiempo
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Ed. Barcanova. - PAGÉS, J. (1997) El tiempo histórico.
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En Novedades Educativas. No. 100. Barcelona - PAGÉS, J y A. SANTIESTEBAN (1999) La
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espacio en la didáctica de las ciencias sociales. ___
Barcelona : Ed. Graó de Serveis
Pedagógics. - Valdes, Ramiro (2002). Diccionario
del pensamiento martiano. La Habana : Ed. Ciencias
Sociales. - Whitrow, G.J. (1990). El tiempo en la Historia.
Barcelona : Ed. Crítica.
Palabras claves
Enseñanza de la historia
Aprendizaje de la historia
Tiempo histórico
Escuela primaria
Autor:
Lic. Angel Felipe Jevey Vázquez
Dr.C José Ignacio Reyes
González
Angel Felipe Jevey Vázquez. Licenciado en
Educación, especialidad Educación Primaria.
Título de Oro de su graduación en el 2001, con el
trabajo la historia personal y familiar en la escuela primaria.
Profesor de Historia de Cuba y su Didáctica de la Universidad
Pedagógica, Pepito Tey, Las Tunas. Actualmente realiza su
doctorado en "La formación de nociones temporales en
niños
de la escuela primaria", bajo la dirección del coautor de este
trabajo.
José Ignacio Reyes González, Doctor
en Ciencias Pedagógicas, especialista en Didáctica
de la Historia y las Ciencias Sociales, con más de veinte
años en la docencia, 15 de ellos en la universidad,
más de 40 cursos de postgrados en diferentes
temáticas de la educación, varias investigaciones
relacionadas con el aprendizaje de los adolescentes,
en particular en la enseñanza de la Historia, docencia
postgraduada en varias universidades de Cuba, y en el extranjero:
Argentina,
España
y Perú; tiene publicado varios artículos en
revistas cubanas e internacionales. Es Asesor de la
Vicerrectoría Docente de la Universidad Pedagógica
"Pepito Tey", Las Tunas, Cuba