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Enfermedades más comunes en los niños




Enviado por sandy_santamaria



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Enfermedades mas comunes según
    su inicial

    3. Conclusiones
    4. Bibliografía

    1.
    Introducción

    Por medio de la elaboración de este trabajo,
    podré llegar a conocer acerca de aquellas enfermedades que pueden
    diagnosticar los niños
    en cierta etapa de su crecimiento, evaluando de esta manera
    cuales son los mejores pasos a seguir y que medidas se deben de
    tomar en cuenta para ejercer una acción apropiada para
    cada una de estas enfermedades.

    Conoceremos enfermedades que varías desde una
    simple gripe, hasta enfermedades congénitas. Para la
    explicación de que es la enfermedad, porque se produce,
    cuales son los principales síntomas a los que debemos
    tomar en cuenta, como se puede hacer un diagnóstico seguro, como
    puede prevenirse, como se debe tratar y en que casos es
    recomendable acudir al pediatra; expondré las diversas
    enfermedades investigadas por orden alfabético, para que
    así el uso y empleo de esta
    guía se facilite para todas aquellas personas que el
    día de mañana puedan necesitar información al respecto.

    La diversidad de enfermedades que se tratarán a
    continuación, son aquellas más comunes en los
    niños, aquellas que nos pueden tomar por sorpresa sin
    saber ni siquiera que existen, y otras que son comunes y
    fáciles de detectar. ES importante manejar todo este tipo
    de información.

    Como futuras docentes me parece que de es gran
    importancia manejar este tipo de información que vamos a
    ver a continuación, ya que nosotras el día de
    mañana seremos representantes en cierto modo, y tendremos
    un contacto directo con los niños, así que debemos
    de estar preparadas para enfrentar diversas situaciones como las
    enfermedades que algún día puedan presentar
    nuestros alumnos.

    2. Enfermedades mas comunes
    según su inicial

    A:
    Absceso:
    Es una cavidad cerrada que contiene pus. Su causa primordial es
    por la lucha de las células
    defensivas y las bacterias que
    causan la infección. Una infección se convierte en
    un absceso cuando ésta queda delimitada por una
    cápsula, cuyo contenido se denomina pus, que se compone
    por células defensivas y bacterias muertas. El absceso
    más frecuente se presenta en la piel. AL
    comienzo de la infección la zona circundante al absceso se
    encuentra roja y caliente. Luego, se reblandece y al final, si no
    se trata el pus puede acabar saliendo al exterior o interior
    mediante una fístula. Se debe tratar mediante
    antibióticos, y en los casos más serios se debe de
    drenar quirúrgicamente.

    Una variante de esta enfermedad es el absceso
    retrofaríngeo, que es la acumulación de pus en los
    tejidos
    posteriores de la garganta. El absceso retrofaríngeo es
    una enfermedad que se presenta en los niños, usualmente
    menores de cinco años. Los tejidos en la parte posterior
    de la garganta facilitan la formación de un espacio lleno
    de pus (lo cual no ocurre en adultos) justo detrás de la
    parte posterior de la garganta. Esta área puede infectarse
    durante o inmediatamente después de una irritación
    de la garganta de origen bacteriano. El niño afectado, que
    puede tener síntomas de la irritación inicial de la
    garganta, desarrolla fiebre alta con dolor de garganta muy
    fuerte, lo cual causa dificultad para deglutir. El absceso en
    expansión puede causar interferencia con la respiración. Las complicaciones causadas
    por esta condición pueden ser potencialmente mortales. El
    absceso retrofaríngeo requiere atención inmediata con el fin de prevenir
    complicaciones severas.

    También se puede mencionar el absceso anal o
    absceso rectal. Es la colección de pus en la región
    del ano o recto. Pueden presentarse en un área de
    fácil acceso para drenaje, o más arriba en el
    recto. Los abscesos anales superficiales son comunes en lactantes
    y niños que aún usan pañales y tienen una
    historia de
    fisuras anales. El absceso aparece a menudo como una
    protuberancia inflamada, roja y blanda al borde del ano. El
    niño puede lucir intranquilo por la incomodidad, pero por
    lo general no hay otros síntomas sistémicos
    asociados. La
    administración de antibióticos y drenaje
    quirúrgico producen alivio rápido.

    Otro tipo de absceso es el absceso en los dientes;
    absceso periapical o infección dental. Es la
    colección de material infectado (pus) resultante de una
    infección bacterial del centro (pulpa) del diente. El
    absceso dental es una complicación de la caries dental.
    Puede resultar también de un trauma al diente (como cuando
    un diente se rompe o es golpeado). Las aberturas en el esmalte
    dental permiten que las bacterias infecten el centro del diente
    (la pulpa). La infección puede propagarse desde la
    raíz del diente hasta los huesos que
    sostienen al diente. La infección resulta en una
    colección de pus (tejido muerto, bacterias vivas y
    muertas, glóbulos blancos) e inflamación de los
    tejidos internos del diente. Esto causa fuertes dolores dentales.
    Si muere la raíz del diente, el dolor se puede detener,
    pero la infección permanecerá activa y
    continuará expandiéndose y destruyendo el
    tejido.

    Acetona:
    Es una sustancia que se produce en el organismo cuando las grasas
    se queman de forma incompleta. En los niños que tienen
    fiebre o vomitan es muy común el olor a acetona, parecido
    al de las manzanas reineta. Su causa principal es por el ayuno o
    a una aceleración del metabolismo
    cuando el niño tiene fiebre. En sí mismo se trata
    de un síntoma que carece de importancia. Para tratarlo se
    debe tener en cuenta que bajo ninguna circunstancia hay que
    administrarle al niño agua con
    bicarbonato, que es una costumbre muy común. Es necesario
    bajarle la fiebre y tratar los vómitos, en
    cuanto estos síntomas mejoren, desaparecerá la
    acetona. Las madres no deben alarmarse si el niño presenta
    acetona en la orina al levantarse, ya que esto sucede porque el
    niño ha pasado toda la noche sin comer.

    AEROFAGIA:
    Es una ingesta de aire durante la
    comida que provoca eructos, gases y dolor
    abdominal. Es propia de bebés que comen con ansias o de
    los cólicos del lactante a consecuencia del llanto. Para
    ayudar a los niños a eliminar el aire ingerido es
    útil darles golpecitos suaves en la espalda y, en caso de
    llanto por dolor abdominal, masajes en la barriga
    manteniéndolos en la posición de sentados. Existe
    medicación que reduce la producción de gases por bacterias a nivel
    intestinal, pero la eficacia de los
    mismos en los niños es dudosa. El tratamiento más
    eficaz es prevenir la ingesta de aire mediante una buena
    técnica de alimentación, por
    ejemplo no más de 10 minutos en cada pecho, colocar al
    bebe durante la toma en vertical ligeramente inclinado hacia
    atrás y hacia la izquierda, dar una expulsión
    correcta de los eructos, etc.

    AMIGADALITIS AGUDA:
    Es una inflamación de las amígdalas (órganos
    de tejido linfoide como los ganglios), de la garganta a ambos
    lados y detrás del paladar. El tejido linfático
    constituye la defensa porque es el lugar donde se producen los
    glóbulos blancos y los anticuerpos. Los gérmenes
    entran en nuestro organismo por la vía respiratoria y
    digestiva, las amígdalas están en primera
    línea de defensa frente al ataque de los agentes
    infecciosos. La mayoría de las veces la causa es una
    infección, siendo los virus los
    gérmenes que con mayor frecuencia la originan, sobre todo
    en los primeros años de vida. Entre los factores
    bacterianos, el más frecuente, sobre todo a partir de los
    tres años es el estreptococo betahemolítico
    grupo A. El
    contagio se produce a través del de las gotas de saliva
    que se producen al toser, por contacto directo con el niño
    enfermo o por medio de los juguetes.

    Los principales síntomas son fiebre alta, dolor
    de cabeza, dolor abdominal y falta de apetito. El dolor de
    garganta y el dolor al tragar pueden estar presentes pero no es
    un síntoma constante. Es frecuente encontrar los ganglios
    del cuello aumentados de tamaño como respuesta a la
    inflamación. Las amígdalas se encuentran
    enrojecidas y con un punteado blanquecino sobre las mismas o con
    "placas", lo que puede ocasionar un aliento desagradable. Si la
    causa de la enfermedad es vírica, los síntomas
    suelen ser menos intensos. El diagnóstico lo debe realizar
    un pediatra valorando los síntomas clínicos y la
    exploración de la garganta. El cultivo de exudado de
    faringe y un test de
    detección rápida del estreptococo en la garganta
    permite al pediatra identificar la presencia del único
    germen importante, el estreptococo. El tratamiento debe dirigirse
    a la administración de antitérmicos si el
    niño tiene fiebre y analgésicos si el dolor es
    importante. Es recomendable ofrecer muchos líquidos y una
    dieta blanda. En ningún caso los padres deben administrar
    antibióticos por iniciativa propia. El pediatra
    indicará la administración de antibióticos
    durante 10 días para garantizar la completa
    eliminación del estreptococo beta hemolítico A. Es
    normal que: El niño tenga menos apetito y refiera
    molestias al tragar, Tenga fiebre durante uno o dos días.
    Se debe acudir a urgencias o contactar al pediatra si: La fiebre
    no cede con antitérmicos, la fiebre persiste más de
    3 días, no desaparece la fiebre a las 24-36 horas de
    iniciado el antibiótico, tiene dificultad para respirar o
    "babea".

    ANEMIA:
    Es la disminución del volumen de los
    glóbulos rojos (hematíes) debajo de los límites
    considerados normales. La formación de glóbulos
    rojos es un proceso
    complejo que requiere de la presencia de determinados nutrientes
    (hierro,
    cobre,
    aminoácido) y de algunas hormonas
    (eritropoyetina). La proteína contenida en los
    glóbulos rojos de la sangre y
    encargada de transportar el hierro se encuentra en su mayor parte
    en los glóbulos rojos de la sangre y transporta el
    oxígeno, permitiendo que las células
    puedan respirar. La aparición de la anemia se ve
    favorecida en los niños por la presencia de infecciones,
    problemas en
    su alimentación, enfermedades heredadas y hasta por el
    mismo crecimiento. En el caso de los recién nacidos poseen
    una reserva de hierro que han obtenido de la madre en las
    últimas semanas de gestación y que son suficiente
    para cubrir sus necesidades los primeros 5 meses de vida.
    Posteriormente necesita hierro que procede de la dieta.
    Particularmente los niños entre 6 meses y los 2
    años de edad, la falta de hierro se puede deber a mala
    alimentación, pérdidas intestinales de hierro
    secundarias, mínimas hemorragias, etc. La característica más reseñable
    es la palidez de la piel, de los labios y de las conjuntivas.
    Suele ir asociada con cansancio, decaimiento y falta de apetito.
    Se puede diagnosticar con un análisis de sangre (hemograma) que
    permitirá el diagnóstico de anemia. La observación con el microscopio de
    una muestra de sangre
    permite detectar anomalías en las estructuras de
    los glóbulos rojos que pueden orientar el
    diagnóstico del tipo de anemia. Para diagnosticar la causa
    de la anemia se debe realizar un estudio especial.

    Una de las variantes de la anemia es la anemia
    ferropénica, es la forma más común de
    anemia. Aproximadamente 20% de las mujeres, 50% de las
    embarazadas y 3% de los hombres son deficientes en hierro. El
    hierro es un componente esencial de la hemoglobina, pigmento que
    transporta el oxígeno en la sangre. El hierro normalmente
    se obtiene a través de los alimentos de la
    dieta y por el reciclaje de
    glóbulos rojos envejecidos. Las causas de deficiencia de
    hierro son: muy poco hierro en la dieta, poca absorción
    corporal de hierro y pérdida de sangre (incluyendo el
    sangrado menstrual abundante). También es causada por
    intoxicación por plomo en niños. La anemia se
    desarrolla lentamente, después de agotadas las reservas
    normales de hierro en el cuerpo y en la médula
    ósea. En general las mujeres, al tener depósitos
    más pequeños de hierro que los hombres y
    pérdidas aumentadas por la menstruación, presentan
    un riesgo mayor para
    la anemia. Los grupos de alto
    riesgo son: mujeres en edad fértil con pérdidas de
    sangre por la menstruación, mujeres embarazadas y
    lactantes con requerimientos aumentados de hierro, lactantes,
    niños y adolescentes
    en fase de crecimiento rápido y personas con una ingesta
    deficiente en hierro ocasionado por una dieta carente o
    deficiente en carne o huevos durante varios
    años.

    Lógicamente el tratamiento dependerá de la
    causa de la anemia. El pediatra debe indicar el tratamiento en
    cada caso concreto. El
    niño que nace prematuro, para prevenir la anemia
    ferropénica, el pediatra deberá de administrar un
    preparado de hierro, ya que la transferencia de hierro de feto se
    realiza fundamentalmente durante el tercer trimestre del embarazo. La
    dieta que debe tener el paciente es de gran importancia. EL
    hierro es el protagonista en la producción de la
    hemoglobina porque permite al glóbulo rojo fijar los gases
    que acarrea. La vitamina B12 y el ácido fólico son
    necesarios para que todas las células maduren sin ser los
    glóbulos rojos una excepción. Una
    alimentación balanceada con verduras verdes, frijoles,
    lentejas, hígado y todo tipo de carnes, y cereales
    fortificados. Es importante señalar que la leche no
    previene la anemia por deficiencia de hierro.

    ANGINA:
    Es la infección de la faringe y las amígdalas,
    acompañadas (casi siempre) de fiebres altas y placas o
    puntitos blanquecinos. Lo que produce una angina es el germen
    estreptococo betahemolítico. En este caso la mucosa
    faríngea se vuelve color rojo vinoso
    y se observan placas purulentas. Debido a que este tipo de angina
    puede producir complicaciones reumáticas y renales, deben
    ser tratadas durante diez días con penicilina o
    algún derivado de este antibiótico. De todas
    formas, es recomendable consultar al pediatra, aunque las madres
    no deben alarmarse por una simple garganta
    congestionada.

    ANOREXIA:
    Es un trastorno de la alimentación que se caracteriza
    porque el niño, aunque tenga apetito, se niegue a comer.
    Inapetencia. Las causas son mayormente psicológicas (sobre
    todo cuando hay relaciones conflictivas con la madre), pero
    también pueden ser orgánicas, debido a una
    enfermedad subyacente que provoca la inapetencia. También
    puede presentarse por causas funcionales que son alteraciones en
    el desarrollo del
    hábito alimentario. En cualquiera de los casos se debe
    trata por medio de la reeducación de los hábitos
    alimentarios del niño, y si persiste consultar a un
    médico especialista.

    APENDICITIS:
    Es la inflamación del apéndice, un
    divertículo que se encuentra libre en la cavidad
    abdominal. Esta inflamación se produce cuando se obstruye
    el apéndice vermicular y el contenido fecal retenida
    daña e infecta las paredes del apéndice. Si se
    llegara a perforar, el contenido intestinal saldría por la
    cavidad intestinal, causando una peritonitis o la
    formación de un absceso. Aunque puede aparecer a cualquier
    edad, la mayoría de los casos son en niños mayores
    y adolescentes. Se caracteriza por un dolor abdominal que
    inicialmente está poco localizado y que el niño
    señala al lado del ombligo. Progresivamente se hace
    más intenso y el niño lo localiza en la parte
    inferior, especialmente del lado derecho. Se presentan
    náuseas y los vómitos posteriores al inicio del
    dolor. La fiebre no es un síntoma constante. Mientras los
    niños son más pequeños es más
    difícil de diagnosticar. Para tratarla se debe proceder
    quirúrgicamente, es una intervención sencilla que
    conlleva pocos riesgos y se debe
    realizar por emergencia para evitar complicaciones.

    APERT:
    Se trata de una anomalía craneofacial, denominada
    Acrocefalosindactilia Tipo I, que produce malformaciones en
    cráneo, cara, manos y pies, además de diversas
    alteraciones funcionales como: aumento de presión
    intracraneal, problemas cardiorrespiratorios, deficiencia mental,
    ceguera, pérdida de la audición, otitis, entre
    otras. Las causas están entre una mutación durante
    el período de gestación, en los factores de
    crecimiento de los fibroblastos (FGFR2) que se produce durante el
    proceso de formación de los gametos. Se desconocen las
    causas que producen esta mutación. Para arreglar estas
    alteraciones, se requieren varias intervenciones
    quirúrgicas para descomprimir el espacio intracraneal,
    mejorar la función
    respiratoria, permitir el desarrollo normal e impedir que las
    distintas áreas cerebrales queden afectadas. Cuanto antes
    se haga la cirugía es mejor, ya que si la
    hipertensión intracraneal no se trata, puede producir
    atrofia óptica,
    ceguera y apnea, además de poner en riegos la vida del
    niño.

    ASMA:
    ES la enfermedad crónica más frecuente en la
    infancia y
    consiste en un trastorno crónico de las vías
    respiratorias, lo que da a lugar, en individuos predispuestos,
    recurrentes de tos, dificultad respiratoria y sibilancia
    (pitidos). Las causas del asma son complejas y depende de
    múltiples factores que pueden ser predisponentes o
    desencadenantes. Los primeros (la predisposición a ser
    asmáticos) son hereditarios y es frecuente encontrar que
    los pacientes asmáticos tienen antecedentes familiares
    (padres, hermanos, abuelos…) con asma y/o enfermedades
    alérgicas. Además también se conoce donde se
    localiza el gen del asma, aunque en la actualidad no tiene una
    aplicación terapéutica. Los factores
    desencadenantes son de distintos tipos: infecciones
    respiratorias, polen, ácaros del polvo domestico, hongos (mohos) y
    levaduras, partículas de la piel de gatos y perros, humo,
    aire frío u otros agentes climáticos, ciertas
    comidas o aditivos alimenticios y determinados medicamentos.
    Otras veces aparece a causa del contacto con agentes irritantes
    (humo del tabaco) o como
    consecuencia o complicación de otra enfermedad.
    También es relativamente frecuente que aparezca
    después de haber realizado un ejercicio, tras emociones o
    cambios climáticos, etc. Independientemente del
    estímulo desencadenante, en todos los episodios de asma
    los bronquios se cierran (bronco espasmo), la pared bronquial se
    inflama y su luz se llena de
    secreciones (hipersecreción bronquial). El asma se
    caracteriza por episodios recurrentes de tos seca, persistente,
    habitualmente nocturna, sensación de opresión en el
    pecho, ahogo y dificultad para respirar. El pitido o sibilancia
    es la manifestación clínica típica de la
    dificultad a la salida del aire. Si se trata de un ataque severo,
    el niño no podrá hablar y puede aparecer cianosis
    (color azulado de la piel). El diagnóstico se basa
    fundamentalmente en una historia clínica cuidadosa Las
    pruebas
    complementarias (análisis de sangre y radiografía
    de tórax) servirán al pediatra para apoyar la
    sospecha diagnóstica y/o descartar otras patologías
    respiratorias que cursan con clínica semejante. Las
    pruebas funcionales respiratorias son necesarias para objetivar y
    cuantificar la severidad del asma y para el manejo
    terapéutico. Para la prevención es importante
    realizar un buen control ambiental
    evitando factores desencadenantes: humo del tabaco, pelo de
    animales,
    polvo domestico, evitar la exposición
    a infecciones víricas (retrasar su ingreso en la
    guardería). Por supuesto deberemos evitar fumar durante el
    embarazo y una vez que ha nacido el niño ya que ha sido
    demostrado que el humo del tabaco es un gran factor
    desencadenante. Un factor protector es la lactancia materna
    prolongada, particularmente en los niños con antecedentes
    familiares de enfermedades alérgicas. El objetivo del
    tratamiento del niño asmático es conseguir que
    pueda realizar una vida normal con todo lo que ello significa.
    Ello incluye:1) medidas ambientales evitando factores
    desencadenantes; 2) Tratamiento farmacológico; 3) educación al
    niño asmático y su familia. Entre
    las medidas ambientales es importante que la habitación
    del niño tenga un mobiliario sencillo y fácil de
    limpiar, retirar alfombras, moquetas, cortinas, peluches y
    cualquier objeto que almacene polvo. Usar aspiradora y no limpiar
    delante del niño. No es bueno que el niño
    asmático conviva con animales domésticos con pelo o
    plumas. Está prohibido fumar en casa o en el coche El
    tratamiento farmacológico depende de la severidad y
    frecuencia de las crisis y se
    basa fundamentalmente en broncodilatadores y anti inflamatorios.
    El pediatra nos indicará el tipo de fármaco y las
    dosis adecuadas para cada situación concreta. Una parte
    importante del tratamiento consiste en la educación al
    niño asmático y su familia, que debe iniciarse
    desde el principio. Deben de entender el concepto de asma,
    reconocer los primeros síntoma, cómo se trata,
    cómo y cuándo utilizar los medicamentos, conocer el
    manejo de los distintos aparatos para la administración de
    los medicamentos inhalados, conocer cuáles son las
    actividades que no debe realizar el niño y cómo
    efectuar un adecuado control ambiental. Se debe de acudir a
    emergencia o consultar al pediatra si: Persiste la dificultad
    respiratoria tras la dosis de broncodilatador inhalado. El
    niño tiene mal color (azulado). El niño tiene una
    tos persistente. Es un bebé menor de 3 meses.

    ALERGIAS:
    Es una forma de reacción alterada que tienen algunas
    personas cuando se exponen a algunas substancias del medio ambiente
    o cuando ingieren ciertos alimentos o medicamentos. Esta
    reacción puede manifestarse en la piel, a nivel de los
    bronquios, a nivel de los ojos, en la nariz, etc. Y los alergenos
    son las substancias que inducen la alergia. Los alérgenos
    pueden inhalarse (polen), ingerirse (leche de vaca, chocolate,
    algunos antibióticos, etc.) o ponerse en contacto con la
    piel. También causan las alergias el polco, hongos,
    ácaros, insectos y caspa animal. No existe una cura para
    la alergia. Los síntomas pueden ser controlados, pero con
    la ayuda de un médico especialistas, quién
    tomará un historial de la enfermedad y le hará un
    examen físico para establecer el tipo de alergia y las
    substancias que as causan. El tratamiento consiste en la
    aplicación de métodos
    para protegerse contra alas substancias que provocan la alergia,
    la aplicación de vacunas, o
    prescripción de medicamentos para controlar los
    síntomas.

    B:
    BALANITIS:
    Es una inflamación del prepucio y del glande (la punta del
    pene). Se quedan enrojecidos, hinchados y sensibles al tacto.
    Además se puede observar pus procedente del interior de la
    abertura, lo que provocará dolores al niño al
    orinar. En algunos casos puede que el niño sienta
    escalofríos y fiebre, y escozor al orinar. Se causa por
    una infección bacteriana bajo el prepucio que afecta al
    glande. El tratamiento se basa en el control médico con
    pomadas antibióticas y en caso de que el niño
    presente prepucio muy tirante una circuncisión que puede
    practicarse cuando el niño cumpla los 6 años de
    edad. En casa, lo que se puede hacer es mantener el pene del
    niño o el bebe siempre limpio, con cambios más
    frecuentes de pañales, y aplicar una crema
    antiséptica ante cualquier inflamación,
    además de crema protectora. Se debe de enjuagar bien toda
    la ropa para eliminar los restos de detergentes.

    BLEFARITIS:
    Es una inflamación de los bordes de los párpados.
    Aparecen enrojecidos, escamosos e inflamados. Se pueden encontrar
    costras de pus seco en las pestañas del niño,
    principalmente en la primera hora del día. No existe
    gravedad en esta enfermedad y se debe consultar al médico
    si los ojos del niño aparecen pegajosos o si el estado no
    desaparece en una semana. El mejor tratamiento es por la
    mañana y por la noche humedecer un trozo de algodón
    en una solución hecha con agua hervida y tibis, y media
    cucharada de sal. Se debe limpiar cada ojo (cerrado) desde la
    parte interior hacia la exterior. Se repite esta operación
    siempre cambiando el algodón. En caso de alguna
    infección, el médico recetará un colirio o
    una pomada antinflamatoria.

    BRONQUIOLITIS:
    Es una infección respiratoria aguda que afecta
    fundamentalmente a niños menores de dos años.
    Durante los 6 primeros meses de la vida, la enfermedad cursa con
    una mayor gravedad. Su máxima incidencia tiene lugar
    durante el invierno y al inicio de la primavera. La
    presentación es esporádica, aunque frecuentemente
    aparecen brotes epidémicos. Se localiza en la mucosa
    respiratoria, siendo el virus sincitial respiratorio (VRS) el
    agente causal más frecuente. Al irritarse los bronquiolos
    comienzan a segregar un moco denso y difícil de expulsar,
    con lo que se estrecha aún más el interior de su
    diámetro, lo que dificulta la respiración. Se
    trasmite de persona a persona
    y se contagia a través de las manos, de determinados
    objetos contaminados o por las gotitas que se desprenden en la
    respiración. Habitualmente comienza con síntomas
    propios de un catarro de vías altas: mocos, tos,
    estornudos a lo que se asocia posteriormente dificultad para
    respirar, rechazo de alimentación y fiebre, aunque no muy
    alta. La tos, siempre presente, es intensa y recurrente y
    habitualmente se acompaña de vómitos. Muy
    frecuentemente escucharemos ruidos respiratorios: son las
    sibilancias (pitidos) que expresan la dificultad que tiene el
    aire para ser expulsado, de forma similar al asma bronquial. La
    historia clínica y la exploración física habitualmente
    son suficientes para llegar al diagnóstico. En ocasiones,
    el pediatra solicitará un estudio de las secreciones
    nasales para identificar el virus. Otras veces realizará
    una radiografía y/o un análisis de sangre sobre
    todo si se asocia fiebre alta. El tratamiento depende de la
    gravedad. Un 5% de los niños aproximadamente
    necesitarán ingreso en el hospital. La mayoría se
    tratarán en casa con cuidados especiales: humedad
    ambiental, fisioterapia respiratoria, lavados nasales. Es
    recomendable ofrecer la alimentación de forma fraccionada:
    tomas más frecuentes y de menor volumen y darle de beber
    mucho agua u otros líquidos. El empleo de sedantes para la
    tos están contraindicados porque la tos es un mecanismo
    para eliminar las flemas y las secreciones bronquiales. Se debe
    acudir a urgencias o consultar al pediatra si: Se asocia fiebre
    alta. Rechaza totalmente las tomas y /o vomita. El niño
    está apagado. Si respira muy deprisa y/o tiene
    dilatación de las alas de la nariz,
    y/o tiene un color azulado.

    BRONQUITIS:

    Es una inflamación de los bronquios,
    concretamente de la parte más gruesa del tramo bronquial.
    Durante los primeros años de la vida, en la mayoría
    de los casos, es de causa infecciosa, fundamentalmente
    vírica. Sin embargo, también puede tratarse de una
    alergia o aparecer como consecuencia de la inhalación de
    determinados productos
    químicos, de la contaminación
    atmosférica o del humo del tabaco. Si el niño
    de forma repentina, presenta un ataque de tos, hay que sospechar
    en una aspiración de cuerpo extraño y hay que
    preguntar si tenía al alcance objetos pequeños:
    frutos secos o sus cáscaras y haya podido atragantarse con
    ellos. Estas situaciones son potencialmente graves y requieren
    asistencia en servicio de
    Urgencias. Se inicia con un catarro de vías altas, mocos y
    tos, al principio seca y posteriormente productiva (con
    "flemas"). El niño sobre todo si es pequeño, no
    sabe expectorar y es frecuente que se trague las flemas que
    posteriormente expulsa con los vómitos o con las heces
    (deposiciones con "moco"). Se queja que "le duele el pecho" y se
    encuentra cansado, con malestar general y algo de fiebre. Aunque
    suele mejorar rápidamente, la tos puede persistir durante
    una semana o más. El pediatra suele diagnosticarla con la
    historia clínica y la auscultación pulmonar por lo
    que en pocos casos será necesario realizar otro tipo de
    pruebas. Lo más efectivo es dar al niño muchos
    líquidos para ayudar a expulsar las secreciones
    bronquiales lo que se consigue además mediante ejercicios
    de fisioterapia respiratoria: cambios de postura, golpecitos
    rítmicos en la espalda o en el pecho, etc. Si se asocia
    fiebre, se administrarán antitérmicos. Los
    antibióticos no deben utilizarse, y menos sin consultar
    con el pediatra,salvo en los casos en los que se sospeche una
    infección bacteriana sobreañadida. Se debe acudir a
    urgencias o consulta a tu pediatra si: La tos se acompaña
    de fiebre alta y malestar general. Presenta tos de forma brusca,
    con o sin evidencia de atragantamiento.

    C:
    CARIES DENTAL:

    Es una enfermedad que destruye las estructuras de los
    dientes. Es muy frecuente en los niños, incluso en los
    dientes de leche. De hecho, existe un tipo de caries conocida
    como caries del biberón que se produce en los niños
    que mantienen durante mucho tiempo el
    biberón en la boca o que tienen la costumbre de utilizar
    chupetes impregnados en azúcar,
    miel o leche condensada. Se cree que existen tres factores
    esenciales para la aparición de las caries: la presencia
    de determinadas bacterias, la dieta y las características
    del propio diente. Por otra parte, el hecho de que esta
    enfermedad no afecte a todos los individuos por igual está
    condicionado por una diferente predisposición hereditaria
    al desarrollo de la caries. Las bacterias presentes en la
    superficie de los dientes fermentan los azúcares de los
    alimentos produciendo ácidos que
    atacan el esmalte protector del diente formándose la
    lesión inicial que es la placa dental. La caries comienza
    afectando a la parte más superficial del esmalte, para ir
    profundizando en capas y terminar afectando también a la
    raíz y a la destrucción total del diente. Cuando lo
    que está afectado es el esmalte, apenas hay
    síntomas. El niño se quejará cuando la
    caries ha afectado ya a capas más internas. El dolor
    aparece cuando se afecta la pulpa y se manifiesta al beber
    bebidas frías o calientes o sin ninguna causa aparente.
    Con frecuencia se inflaman las encías (enfermedades
    periodentales) y sangran con facilidad. La caries debe ser
    tratada (empastada y ocluida) en el momento en que se detecta,
    pero lo más importante y eficaz es su prevención.
    Las medidas más adecuadas para la prevención de la
    caries son: Prescindir del biberón de leche por la noche,
    y si no se consigue, evitaremos que lo mantenga en la boca, una
    vez que haya terminado de chupar. No untar el chupete con miel o
    azúcar. Higiene bucal
    correcta. Suplementos de flúor. Evitar alimentos que
    favorecen el desarrollo de caries (sacarosa). Visitas
    periódicas al odontopediatra. Se deberá consultar
    al pediatra si: Observas una caries a cualquier edad, incluso y
    también en la primera dentición (dientes de leche).
    Le duele la boca al beber o al comer. Se notan manchas oscuras o
    una pigmentación distinta en los dientes

    CANDIDIASIS:
    Es una infección que afecta a la mucosa bucal, dando
    lesiones blanquecinas parecidas a granos de sémola.
    También puede afectar la zona del pañal. Esta
    infección es causada por un hongo llamado candida
    albicans, que es muy extendido en la naturaleza. Puede
    alojarse en las tetinas de los biberones y contagiar al bebe.
    Otra forma de contagio suele ser durante el paso por el canal del
    parto, si la
    madre padecía vaginitis candidiástica. El
    tratamiento en el último caso mencionado, debe ser
    inmediatamente después del nacimiento con un
    antimicótico. Las lesiones en la boca y los glúteos
    desaparecen, por lo general con soluciones
    típicas de violeta de genciana.

    CATARRO:
    Es una infección aguda de las vías respiratorias
    altas (nariz, ojos y garganta) que pueden presentar los
    niños en cualquier época del año pero
    especialmente en invierno y en primavera. Es la enfermedad
    más frecuente en los niños y una de las principales
    causas de absentismo escolar. Es muy contagiosa, capaz de pasar
    de un niño a otro con una gran facilidad. Los niños
    de 1 a 6 años presentan de seis a ocho catarros al
    año y esta frecuencia es mucho más alta en los
    niños que acuden a guardería. La inmensa
    mayoría de las veces se produce por un virus. Hay
    más de 150 ó 200 virus que pueden causar el
    resfriado. Los virus presentes en las secreciones nasales pasan a
    otros niños fundamentalmente a través de los
    estornudos, la tos o de la saliva que permanece en los objetos
    que los niños pequeños se llevan a la boca. El
    periodo de contagio se inicia 48 horas antes de que comience la
    sintomatología y la duración de la enfermedad suele
    ser de 7 a 10 días. Dependen de la edad del niño
    son los síntomas que presenta. Los bebés menores de
    3 meses, presentan dificultades para la alimentación y
    para conciliar el sueño debido a la obstrucción
    nasal. Los niños entre 3 meses y 3 años
    habitualmente tienen fiebre, irritabilidad y estornudos. A las
    pocas horas se asocian mocos, obstrucción nasal y tos. La
    tos puede impedir que coman o duerman bien. Más raramente
    tienen problemas intestinales (vómitos o diarrea). Los
    niños mayores de 3 años presentan irritación
    y obstrucción nasal, dolor de garganta, tos, lagrimeo e
    irritación ocular, y en ocasiones algo de fiebre y
    malestar general. No existe un tratamiento específico para
    el catarro. De hecho los médicos dicen que un catarro con
    medicamentos dura siete días y sin medicamentos una
    semana. Solamente se puede actuar mejorando los síntomas.
    Para la obstrucción nasal se recomienda lavados nasales
    con suero fisiológico y para la fiebre,
    antitérmicos. Es aconsejable beber muchos líquidos
    e ingerir una dieta blanda. Al ser una enfermedad producida por
    virus, tampoco están indicados los antibióticos. Es
    aconsejable que el niño se quede en casa durante unos
    días para que no contagie a los compañeros de
    guardería y de colegio, pero también para evitar
    posibles complicaciones (otitis, neumonías). Es normal
    que: El niño se encuentre decaído sobre todo si
    tiene fiebre. Presente varios catarros durante el invierno sobre
    todo el primer año que acude a la Guardería o al
    Colegio. Se debe acudir a emergencia o al pediatra si: La fiebre
    no le cede con el antitérmico o le dura más de 3-4
    días. Se asocia dificultad respiratoria. Le supura el
    oído.

    CIANOSIS:
    Es la coloración azul violáceo de la piel y las
    mucosas, sobre todo en los labios, alrededor de la boca, en las
    manos y en los pies. En los recién nacidos, es frecuente
    una ligera cianosis sobre todo cuando tienen frío. La
    cianosis generalizada se debe a enfermedades respiratorias
    graves, así como a malformaciones cardíacas en las
    que se mezcla la sangre venosa con la arteria. Se observa cuando
    la piel presenta tonos azulados y esto se debe a que los
    glóbulos rojos están mal oxigenados. Para el
    tratamiento en todos los casos se debe consultar al pediatra
    inmediatamente.

    CONJUNTIVITIS:
    Es la inflamación de la conjuntiva, que es la membrana
    transparente que recubre el blanco de los ojos y el interior de
    los párpados. Pueden ser de causa infecciosa, bacteriana o
    viral, alérgica (polen, epitelio de animales,
    ácaros del polvo…), irritativas (sol, cloro de las
    piscinas…). En los bebés puede deberse a una
    obstrucción del conducto lacrimal, un canal que se
    encuentra en el ángulo interno del ojo y que comunica la
    conjuntiva ocular con las fosas nasales. Los principales
    síntomas son que las conjuntivas están enrojecidas
    (el típico ojo rojo), irritadas, y con sensación de
    cuerpo extraño. Las conjuntivitis de causa bacteriana, al
    menos inicialmente, afectan a un solo ojo que tendrá una
    secreción purulenta y el párpado estará
    "pegajoso" y legañoso. En el caso de (las conjuntivitis
    alérgicas) es típico el picor y el lagrimeo
    intensos. El pediatra puede diagnosticar con una simple
    inspección del ojo, el tipo de conjuntivitis. Cuando lo
    crea necesario, remitirá el niño al
    oftalmólogo. Hasta que el niño sea visto por el
    pediatra, es recomendable limpiar las secreciones oculares con
    gotas de suero fisiológico. El pediatra nos
    indicará el colirio más adecuado según la
    causa que haya provocado la conjuntivitis. Cuando existe una
    obstrucción del conducto lacrimal, el pediatra
    enseñará a la madre a en el ángulo interno
    del ojo para ayudar a desobstruir el conducto. Si esta medida no
    fuera suficiente, recurrirá a la ayuda del
    oftalmólogo.

    CONVULSIONES FEBRILES:
    Es un proceso benigno que se manifiesta con pérdida de
    conciencia,
    rigidez y/o una serie de movimientos anormales, coincidiendo con
    fiebre. Afecta a niños menores de 5 años de edad, y
    excepcionalmente después de los 5 años, existiendo
    algunas familias con mayor predisposición para
    presentarlas. A pesar de no ser peligrosas, provocan una gran
    alarma y angustia en los padres. Las convulsiones febriles son
    distintas de la epilepsia. Se produce por la especial
    susceptibilidad de estos niños a reaccionar mediante una
    crisis convulsiva ante la existencia de fiebre, lo que origina
    una serie de descargas nerviosas que se traducen en unos
    movimientos especiales y en pérdida de conciencia. La
    convulsión febril se manifiesta con pérdida de
    conciencia y con rigidez del cuerpo del niño, alternando
    con flojedad, o con sacudidas musculares rítmicas de todas
    las extremidades o de las de un lado, movimientos de los ojos, de
    la mandíbula etc. Esta situación se prolonga
    durante unos segundos o minutos, finalizando con cansancio y
    sueño. En casos excepcionales la duración de la
    convulsión febril se prolonga más de 15 ó 20
    minutos, situación que debemos evita. La convulsión
    febril se diagnostica por la coincidencia simultánea de
    las manifestaciones anteriormente descritas y la fiebre. En las
    convulsiones febriles no es necesario realizar un
    electroencefalograma. No hay que confundirlas con los
    escalofríos, tiritonas, o delirios. Tampoco son
    convulsiones febriles los síncopes febriles que son
    episodios que cursan con fiebre y pérdidas de tono
    muscular (se queda flácido), condicionadas por defecto de
    la oxigenación cerebral o alteraciones del sistema nervioso
    vegetativo. La convulsión febril no es una epilepsia:
    enfermedad crónica en la que el cerebro produce
    descargas nerviosas que se manifiestan de diferentes formas que
    pueden variar entre los ataques de gran mal (muy aparatosas con
    pérdida de conciencia y movimientos anormales) y breves
    ausencias que pueden pasar desapercibidas. Las personas
    epilépticas se controlan muy bien con medicamentos
    específicos que deben tomar diariamente durante varios
    años. Las convulsiones febriles no son peligrosas y en la
    mayoría de los casos cesan por sí solas, sin tener
    que recurrir a ningún tratamiento específico.
    Cuando le da la convulsión debemos situar al niño
    boca abajo con la cabeza vuelta hacia un lado para evitar que el
    niño aspire en caso de vómito. Debemos
    intentar bajar la temperatura
    quitándole la ropa y administrando un antitérmico.
    No debemos nunca emplear agua fría porque los
    escalofríos podrían hacer aumentar la
    temperatura.
    Si se produce una convulsión se coloca al niño
    sobre una superficie blanda sin intentar impedir sus movimientos
    convulsivos. Si la crisis no pasa se debe trasladar
    inmediatamente la niño al Servicio de Urgencias. Es
    importante que la convulsión dure el menor tiempo posible
    porque cuando se prolonga durante más de 15 ó 20
    minutos existe el riesgo de secuelas, especialmente retraso en
    el aprendizaje
    o de epilepsia. Aproximadamente la mitad de los niños que
    han tenido una primera convulsión coincidiendo con fiebre,
    vuelven a tener convulsiones febriles. Aunque habitualmente, la
    convulsión es la primera manifestación de la
    enfermedad febril, si el niño tiene fiebre, es conveniente
    intentar bajar la temperatura lo antes posible, pero no es
    conveniente hacerlo de forma muy brusca. Para ello, hay que
    quitarle la ropa y administrarle un antitérmico,
    preferentemente paracetamol. Se debe acudir a urgencias: Si la
    convulsión ha durado más de 15 minutos. Si la
    convulsión ha sido breve pero se ha repetido. Si la
    convulsión ha sido de una pierna o de un brazo y no
    generalizada. Si la fiebre que ha originado la convulsión
    no cede con antitérmicos.

    COLICOS DEL LACTANTE:
    El término "cólico del lactante" hace referencia a
    un cuadro muy frecuente que afecta a lactantes sanos
    especialmente durante los tres primeros meses de vida. El cuadro
    se inicia a los 10 ó 15 días de vida y persiste
    hasta los 3 ó 4 meses de edad. A pesar de su frecuencia y
    de haber sido descrito hace 50 años sigue siendo un
    perfecto desconocido. Se piensa que es de origen multifactorial
    (debido a muchas causas) y de hecho entre otros se han implicado
    factores alimentarios (alergia a las proteínas
    de la leche de vaca) y hormonales (niveles altos de motilina,
    hormona que aumenta la motilidad intestinal). Así mismo es
    importante valorar el comportamiento
    de los padres con el niño y otros factores (tabaquismo,
    paridad, edad materna, prematuridad, etc.). De cualquier forma,
    no se sabe con certeza porqué se inicia a los quince
    días y desaparece a los tres meses. Los síntomas
    son episodios de llanto repentino, intenso y prolongado de
    predominio vespertino, de unas 2 ó 3 horas de
    duración al día, durante un mínimo 3
    días a la semana, que se presenta en un lactante sano y
    bien alimentado. Habitualmente flexiona las piernas sobre el
    abdomen, que parece tenso, expulsa gases y se oyen ruidos
    intestinales. Aunque puede parecer hambriento no se tranquiliza
    con las tomas ni con los intentos de consolarle. El
    diagnóstico del cólico del lactante siempre es
    clínico y por exclusión. El pediatra
    diagnosticará este trastorno excluyendo otros procesos que
    causan llanto excesivo en el bebé. Se debe de saber que el
    cólico del lactante no es una enfermedad como tal, y que
    nuestro hijo a pesar del llanto intenso es un niño sano y
    que el cuadro se solucionará gradualmente. Algunos
    bebés se calman en brazos, otros en la cuna, otros
    colocándolos hacia abajo y dando masajes sobre el abdomen.
    El chupete también puede ser una gran ayuda, algunos
    niños se calman con un paseo en coche o en su carrito. Es
    importante que el padre participe en el cuidado del niño.
    No se debe interrumpir la lactancia materna, pero se puede probar
    a retirar temporalmente de la dieta de la madre la leche de vaca
    y derivados. En los que toman biberón, el pediatra puede
    sustituir la leche habitual una fórmula exenta de
    proteínas de leche de vaca. Es normal que: Llore como si
    le doliera algo. No se calme al ofrecerle el pecho o el
    biberón. Se debe consultar al pediatra si: Los
    cólicos continúan después de los tres meses.
    El niño llora muchas veces al día. Además
    del llanto intenso se asocian otros síntomas: fiebre,
    vómitos.

    COQUELUCHE:
    Es una enfermedad respiratoria infecciosa de las vías
    aéreas, de alta contagiosidad, que evoluciona entre 4 a 6
    semanas y que tiene mayor incidencia en los meses invernales. El
    período de incubación es de 8 a 14 días y
    puede atacar al niño desde las primeras semanas de vida.
    El contagio es por contacto directo, a través de la
    saliva, la tos o el estornudo; y tiene una duración de 6 a
    8 semanas aproximadamente. Esta enfermedad presenta tres
    fases:

    • Fase Catarral: dura de 1 a 2 semanas y se caracteriza
      por tos, estornudos, apatía, febrícula y falta de
      apetito.
    • Fase paroxística: dura entre 4 y 6 semanas y
      se caracteriza por accesos de tos repetidos, seguidos por una
      inspiración profunda y ruidosa (canto de gallo), Los
      vómitos son producidos por el almacenamiento de mucosidad y la
      irritación de la faringe. Estos accesos aparecen
      más frecuentemente durante la noche.
    • Fase de Convalecencia: dura de 2 a 3 semanas y se
      caracteriza por tos persistente, pero sin accesos. Los
      síntomas van paulatinamente
      disminuyéndose.

    Es una enfermedad producida por un germen. Una vez que
    se padece deja inmunidad por mucho tiempo pero no de por vida. La
    duración de todo el cuadro de la enfermedad es prolongado,
    aproximadamente 45 días. El tratamiento es ambulatorio, y
    padece sobre todo a los niños más grandecitos. En
    algunos casos puede requerir hospitalización para
    administrar oxígeno y alimentación por sonda con
    aporte de líquidos con suero endovenoso. El uso de
    medicación broncodilatadora es inevitable. Se indican
    antibióticos en los casos más complejos de
    neumonías y otros problemas pulmonares. La
    prevención del coqueluche se realiza por medio de la
    vacunación.

    COSTRA LÁCTEA:
    Se caracteriza por escamas amarillentas, blanquecinas o grises,
    fuertemente adheridas al cuero cabelludo aunque también
    aparecen en la frente, entrecejo, las cejas, la parte posterior
    de las orejas u otras partes del cuerpo. Tienen un aspecto
    grasiento y, a pesar de su nombre, no tienen nada que ver con la
    leche. Se relaciona con un trastorno de la piel que se denomina
    dermatitis seborreica (piel grasienta) que también puede
    padecer un adulto. En el niño el problema suela ser
    intrascendente y desaparecer en pocas semanas. El pediatra puede
    establecer medidas higiénicas y otro tipo de medidas que
    faciliten ésta buena evolución. En la casa se puede practicar su
    desprendimiento aplicando sobre la zona aceite (preferiblemente
    mineral para evitar el olor y la coloración verdosa que
    adquieren las escamas cuando se usa aceite vegetal), y mantenerlo
    durante 15 minutos. En los casos rebeldes, que ya son competencia del
    médico, puede ser necesario el uso de corticoides locales
    o antimicóticos, que son sustancias que eliminan los
    hongos que parece se relacionan con el desarrollo de la
    dermatitis seborreica.

    D:
    DESHIDRATACIÓN:
    Es la pérdida de agua y sales en el organismo de los
    niños. En los lactantes y recién nacidos el 79 u 80
    % es agua, por lo que cuando hay una pérdida de agua y
    sales por vía digestiva o cutánea en forma de
    vómitos, diarrea, sudor excesivo, etc. se produce una
    deshidratación. Las pérdidas de hasta 5 % se
    consideran leves, hasta 10 % moderadas, y hasta 15 % severas. La
    deshidratación puede llevar al shock y a la muerte. La
    causa más frecuente es la gastroenteritis que provoca
    vómitos, diarreas y fiebres altas que son graves en el
    bebe, ya que su organismo no es capaz de regular correctamente
    esta pérdida de agua y, además, no saben pedir
    agua, por lo que será la madre la encargada de revisar los
    síntomas característicos de una
    deshidratación para poner remedio cuanto antes. Ante la
    sospecha de una deshidratación hay que llevar
    inmediatamente al niño a emergencias. Los síntomas
    más llamativos son: el niño está muy
    irritable y se queja, el pis es concentrado, la piel está
    muy seca y se forman pliegues con facilidad, en el caso de los
    bebes más pequeños la fontanela suele estar
    hundida. Para tratarla se debe buscar como objetivo el equilibrio del
    nivel de hidratación del organismo, para ello hay que
    administrar líquidos por vía oral o, tal vez, a
    través de la vía intravenosa; el pediatra debe
    decidir cual es el método
    más eficaz. Se debe acudir a emergencias si: El
    niño hace muchas deposiciones líquidas. Tiene mucha
    fiebre. Tiene la piel y los labios muy secos.

    DERMATITIS ATÓPICA:
    Es una afección cutánea crónica que suele
    acompañar a la atopia (predisposición genética a
    reaccionar de forma exagerada frente a ciertos estímulos
    ambientales). Afecta al 3-5% de los niños menores de 5
    años. Se produce por un componente genético, de
    forma que el 70% de los niños con dermatitis
    atópica tienen familiares de primer grado con algún
    tipo de enfermedad alérgica. Así mismo va
    directamente unido a la condición atópica del
    niño, de modo que el 50-80% de los niños con este
    proceso padecen al mismo tiempo o posteriormente asma u otras
    enfermedades alérgicas. Las cuatro manifestaciones
    principales son picor (siempre presente y síntoma
    principal), lesiones escamosas y secas, prúrigo
    (pápulas y lesiones por el rascado) y placas rosadas. En
    el lactante las lesiones comienzan a partir del segundo mes de
    vida y se localizan fundamentalmente en las mejillas, frente,
    detrás de las orejas, cuello y cuero cabelludo. La
    erupción puede extenderse a tórax, muñecas,
    zonas extensoras de ambas extremidades y dorso de manos y pies.
    Además, la piel es áspera y rugosa,
    característica de una piel atópica. El niño
    se encuentra inquieto, irritable y duerme intranquilo. Cuando
    aparecen estas características en la piel del bebé,
    conviene que lo vea un pediatra cuanto antes. El
    diagnóstico es relativamente sencillo, pues las lesiones y
    las manifestaciones acompañantes son muy
    características, aunque no existe ninguna prueba
    específica. Es muy importante evitar los factores
    desencadenantes: fibras artificiales, frío o calor
    excesivo, sudoración, infecciones de
    repetición…). Los distintos alimentos se deben de
    introducir de forma lenta y progresiva con intervalo de varios
    días entre uno y otro y evitando los alimentos
    potencialmente alergénicos durante el primer año de
    vida. Es importante mantener una lactancia materna prolongada. En
    el tratamiento local es fundamental hidratar adecuadamente la
    piel. Es preferible la ducha breve al baño, empleando
    jabones de pH
    ácido. En la fase aguda el pediatra probablemente
    recomendará utilizar corticoides tópicos, cuya
    potencia y dosis
    dependerán de la gravedad del cuadro. Para el picor se
    pueden emplear antihistamínicos por vía oral,
    siguiendo las indicaciones del pediatra. Se debe consultar al
    pediatra si: Las lesiones son muy llamativas y no responden al
    tratamiento.

    DERMATITIS DEL PAÑAL:
    Es una reacción aguda e inflamatoria de la piel de la zona
    del pañal causada por el contacto prolongado con heces y
    orina retenidos en los pañales. Afecta a los bebés
    pequeños, hasta que aprenden a controlar sus
    esfínteres. Se debe a diversos factores. El amoniaco
    producido por la descomposición de la urea, la humedad,
    empleo de productos de limpieza inadecuados para el bebé,
    impermeabilidad de los pañales, sobre infección por
    gérmenes y cándidas, enzimas de las
    heces. Estos factores unidos a una falta de higiene adecuada y a
    una cierta predisposición individual contribuyen a su
    aparición. Se ha comprobado que desde que las madres
    emplean pañales desechables y cambian muchas veces a los
    niños la incidencia de este problema ha disminuido
    notablemente. La dermatitis comienza con una irritación o
    eritema (zona de enrojecimiento) en la zona que roza con el
    pañal: los genitales, cara interna de los muslos y
    región glútea. Cuando el proceso es más
    intenso el color es más rojo y aparecen pequeñas
    vesículas, erosiones y costras. Es frecuente que se
    complique con una infección por hongos
    (cándidas).Es necesario mantener una limpieza adecuada de
    la zona y realizar el baño diario con jabones
    ácidos o neutros, siendo desaconsejable el empleo de otro
    tipo de jabones o perfumes. Se recomienda el cambio de
    pañales cada vez que se ensucien o se mojen, y utilizar
    pañales desechables evitando plásticos
    oclusivos. No emplear polvos de talco, ni pomadas de
    antibióticos ni corticoides de forma rutinaria. Mantener
    el área del pañal aireada el mayor tiempo posible.
    En casos más graves el pediatra probablemente
    indicará añadir al tratamiento anterior una crema
    de corticoides de baja potencia y si sospecha infección
    por hongos o bacterias pomadas antifúngicas o
    antibióticas. Es muy importante mantener sin pañal
    el mayor tiempo posible. Se debe consultar al pediatra si: La
    irritación es muy grande o se extiende más
    allá de la zona del pañal. Tiene unas
    características diferentes a lo se ha comentado
    anteriormente.

    DERMATITIS SEBORREICA:
    Es una erupción de la piel que afecta a las partes del
    cuerpo donde hay una gran concentración de
    glándulas sebáceas (productoras de grasa). Por eso
    aparece en el cuero cabelludo, en la cara, detrás de las
    orejas y zona de pliegues. La frecuencia en el recién
    nacido es del 12 %, ocupando el tercer lugar entre las
    enfermedades del primer mes de vida. No se conoce la causa que lo
    origina, pero se cree que puede existir una disfunción en
    las glándulas sebáceas que producen una
    secreción diferente, por ello a medida que van madurando,
    se normaliza la situación. La forma infantil aparece en el
    cuero cabelludo (costra láctea) durante la primera o
    segunda semana de vida y permanece localizada, o a partir del
    final del primer mes progresa y se extiende a frente, cejas,
    detrás de las orejas, pliegues de las axilas o del cuello,
    parte superior de la espalda, tronco, región umbilical y
    zona perineal. Son escamas amarillentas, de aspecto grasiento que
    se agrupan formando placas redondas u ovaladas. No se
    acompañan de prurito (picor) ni de síntomas
    generales. A pesar del aspecto antiestético de las
    lesiones, normalmente el niño está tranquilo y
    contento. Dado que el proceso tiene buena evolución y
    tendencia a la curación espontánea, no es necesario
    utilizar tratamientos agresivos. Es recomendable añadir al
    baño alguna sustancia hidratante (aceite de avena, por
    ejemplo) y aplicar aceite o vaselina en las lesiones del cuero
    cabelludo. En la costra láctea, también es
    útil la utilización de ácido
    salicílico al 4 ó 5% en vaselina, seguido de
    lociones de corticoides de baja potencia hasta el control del
    proceso. Si existe sobre infección por hongos
    (cándidas) el pediatra recomendará pasta al agua
    con nistatina o un compuesto imidazólico. Hay que
    consultar al pediatra si: Las lesiones cutáneas se
    acompañan de diarrea, fiebre o descamación
    generalizada.

    DIABETES:
    La diabetes es un
    trastorno que provoca una elevación en los valores de
    glucosa en la sangre. Se produce porque el organismo no libera la
    suficiente insulina (sustancia encargada de regular los valores de
    azúcar en la sangre) o porque no la utiliza adecuadamente.
    En los niños es una enfermedad que requiere mucha
    atención por parte de los padres y del médico.
    Ellos mismos tendrán que estar muy pendientes de sus
    cifras de glucosa y de su alimentación. La diabetes es el
    resultado de un mal funcionamiento del páncreas que
    origina la destrucción de las células que producen
    insulina. Sin insulina, la glucosa queda depositada en la sangre
    en lugar de entrar en las células. El riñón
    será el encargado de destruir este exceso de glucosa, por
    eso los niños diabéticos beben mucho líquido
    y orinan con más frecuencia de lo normal. Los niños
    diabéticos necesitan inyectarse insulina para poder vivir,
    además de seguir una dieta adecuada. Cuando aumenta la
    concentración de azúcar en la sangre, la glucosa
    pasa a la orina y los riñones producen más agua
    para diluirla. En consecuencia, se elimina también gran
    cantidad de agua, lo que explica la sensación de sed y
    hambre. También pueden presentarse somnolencia,
    náuseas, cansancio y visión borrosa. Son
    niños delgados, especialmente si se tiene en cuenta lo
    mucho que comen. Un análisis de sangre evidenciará
    valores elevados de azúcar en la sangre. El pediatra suele
    sospechar el diagnóstico simplemente a través de
    los síntomas que refiere la madre especialmente si hay
    antecedentes familiares de esta enfermedad. El principal objetivo
    es regular los valores de azúcar en la sangre y permitir
    que el niño lleve una vida normal. Para ello el
    tratamiento se basará en tres pilares: dieta, insulina y
    ejercicio. La dieta la establecerá el pediatra así
    como el tipo de ejercicio a realizar. Los diabéticos
    tienen tendencia a valores altos de colesterol, por lo que debe
    considerarse este aspecto al programar una dieta, limitando la
    ingestión de grasas saturadas. El pediatra también
    enseñará a los padres y al niño a inyectarse
    de insulina así como las dosis adecuadas. Una vez
    establecido el tratamiento adecuado, se establecerá un
    calendario para acudir a las revisiones periódicas que
    debe tener un niño diabético. Hay que consultar al
    pediatra si: Se presenta con cierta frecuencia situaciones de
    hipoglucemia. Si se debe modificar con frecuencia las dosis de
    insulina.

    DIARREA AGUDA:
    Es un aumento en el número de deposiciones y/o una
    disminución de su consistencia. Representa el segundo
    motivo más frecuente de consulta y hospitalización
    en niños menores de 2 años. La causa más
    frecuente es infecciosa (gastroenteritis), siendo el rota virus
    (agente viral) el germen que con mayor frecuencia produce diarrea
    en los niños de todo el mundo. Afecta sobre todo a
    niños entre 6 meses y 2 años de edad, especialmente
    varones, y tiene una mayor incidencia en los meses invernales.
    Algunos agentes bacterianos también pueden ser
    responsables de diarreas agudas infecciosas y un porcentaje
    considerable de niños que asisten los niños que
    asisten a guarderías infantiles. Los primeros
    síntomas son los vómitos y la fiebre que preceden a
    la diarrea en 12 ó 24 horas. Asimismo, las gastroenteritis
    producidas por rota virus, van generalmente precedidas por un
    catarro de vías aéreas superiores. Las
    características de las deposiciones dependen de la causa
    de la diarrea. Las deposiciones de las gastroenteritis
    víricas son heces líquidas o semilíquidas,
    amarillentas, de olores ácidos y ruidosos. Se
    acompañan de dolor abdominal y de enrojecimiento de la
    zona del pañal. Las diarreas bacterianas más
    frecuentes en nuestro medio suelen ser deposiciones verdosas y
    malolientes y contienen moco y sangre. Las características
    de las deposiciones y los síntomas acompañantes
    orientan al diagnóstico. En raras ocasiones es necesario
    recurrir al análisis bacteriológico de las heces
    (coprocultivo) dado que en la mayoría de los casos la
    causa es viral y por otra parte la utilización de
    antibióticos en la diarrea infecciosa en la infancia es
    excepcional. Para prevenir la aparición de diarreas la
    higiene es fundamental. Es necesario efectuar un buen lavado de
    manos antes y después del cambio de pañales y de
    preparar los alimentos, medidas que deberemos extremar en las
    guarderías infantiles. Para prevenir la enfermedad
    dependerá de la edad del niño y de la gravedad de
    la diarrea. Los bebés que toman leche materna
    seguirán realizando la misma toma, sin forzar el apetito
    del bebé. A los niños alimentados a biberón
    les ofreceremos la toma más diluida y en menor cantidad,
    aunque de modo más frecuente. Los bebés más
    mayores sustituirán el puré habitual de verduras
    por uno de arroz y zanahoria y el batido de frutas por uno de
    manzana, plátano y limón. Es importante que cada
    vez que el niño realice deposición le ofrezcamos
    para beber soluciones rehidratantes comercializadas (siguiendo
    las indicaciones de su pediatra) para compensar las
    pérdidas que se producen por las heces y evitar que el
    niño se deshidrate. Debemos consultar al pediatra si: El
    bebé realiza muchas deposiciones y rechaza las soluciones
    rehidratantes. Si vomita las soluciones y/o el alimento que le
    ofrecemos. Se asocia fiebre alta o mal estado
    general. Tiene aspecto tóxico.

    DOLOR ABDOMINAL AGUDO:
    Es uno de los motivos de consulta más frecuente. Hay que
    distinguir entre el dolor abdominal agudo en el que el
    síntoma principal es el dolor abdominal y que no siempre
    precisa cirugía, y el abdomen agudo que requiere
    intervención quirúrgica urgente. El dolor abdominal
    puede tener su origen dentro del abdomen o deberse a enfermedades
    extra-abdominales, de causa infecciosa, traumática,
    metabólica o mal formativo. Las causas son diferentes
    según los grupos de edad: En el lactante: cólico
    del lactante, invaginación intestinal, diarrea aguda,
    infección del tracto urinario. En el preescolar:
    diarrea aguda, infección del tracto urinario, adenitis
    mesentérica, amigdalitis. En el escolar: diarreas,
    píelo nefritis, apendicitis, adenitis mesentéricas,
    neumonías, amigdalitis. La historia clínica, el
    examen físico completo y la palpación abdominal
    cuidadosa orientarán el diagnóstico. El pediatra en
    función de la sospecha clínica solicitará
    pruebas analíticas, radiológicas, y en ocasiones,
    ecografía abdominal, para confirmar el diagnóstico.
    El tratamiento depende de la causa del dolor abdominal. Es
    importante saber que no debemos dar analgésicos antes de
    descartar que se trata de un abdomen agudo ya que en estas
    situaciones hay que intervenir quirúrgicamente y si
    suprimimos el dolor podemos enmascarar el cuadro y retrasar el
    diagnóstico y consecuentemente el tratamiento adecuado. En
    el resto de los casos, el tratamiento del proceso que
    condicionó el dolor abdominal agudo, conlleva la mejora de
    los síntomas. Se debe acudir a urgencias o consultar al
    pediatra si el dolor abdominal: Es intenso y mantenido y/o lo
    localiza en un punto determinado. Se acompaña de
    vómitos y/o fiebre. Se observa sangre en las heces. No ha
    realizado deposición en las últimas 24-48
    horas.

    DOLOR DE CABEZA (CEFALEA):
    Es una sensación de malestar o dolor en la parte superior
    de la cabeza, difícil de definir sobre todo cuanto
    más pequeño es el niño y mucho más
    frecuente de lo que se cree. Para las madres es un síntoma
    muy alarmante porque invoca enfermedades potencialmente graves
    como la meningitis. El dolor de cabeza es un síntoma y no
    una enfermedad y puede ser producido por múltiples
    procesos. Puede ser una manifestación de una cualquier
    enfermedad infecciosa que curse con fiebre, de problemas
    oftalmológicos, de trastornos emocionales, etc.
    Además del dolor de cabeza, que tendrá unas
    características propias en función de su origen y
    que el niño nos sabrá describir mejor o peor
    según la edad, existirán los síntomas que
    acompañan al proceso causante de la cefalea (fiebre,
    nauseas vómitos, síntomas respiratorios, etc.). La
    historia clínica seguido de la exploración
    física y neurológica son los primeros pasos para el
    estudio de las cefaleas. Con los datos obtenidos,
    el pediatra solicitará, si lo considera necesario, pruebas
    complementarias para completar el estudio. En la mayoría
    de los casos el pediatra iniciará un tratamiento
    farmacológico con analgésicos tipo paracetamol,
    además de tratar de eliminar los factores desencadenantes
    si los hubiera. Es normal que: Le duela la cabeza si tiene fiebre
    o está pasando por un proceso infeccioso. Le duela la
    cabeza después de correr o de hacer mucho ejercicio. Hay
    que consulta al pediatra si: El dolor de cabeza es persistente e
    interfiere con la actividad del niño. Va acompañado
    de vómitos y de malestar general. Se trata de un dolor muy
    intenso.

    E:
    ENURESIS:
    Se define como la emisión involuntaria de orina
    después de una edad en que habitualmente se debe controlar
    la micción, lo que generalmente ocurre entre los 4 y 5
    años. Por tanto, no debe considerarse un problema
    significativo a menos que el niño tenga más de seis
    años. Lo más frecuente es que esta falta de control
    se produzca por la noche, pero en algunos niños
    también sucede durante el día. Es un motivo
    habitual de consulta ya que entre el 15-20% de los niños
    mayores de 5 años presentan este problema. Es más
    frecuente en los niños que en las niñas. La
    más frecuente es la enuresis primaria: niños que
    nunca han conseguido el control nocturno de la vejiga. En muchas
    ocasiones se descubre un factor familiar: el padre, la madre o
    algún hermano también tardaron en controlar el
    esfínter urinario. Los psicólogos invocan una
    situación de conflicto
    entre el niño y su ambiente
    familiar y social: educación demasiado rígida o, al
    contrario, demasiado tolerante, o trastornos emocionales.
    Probablemente el origen es multifactorial. Menos frecuentes son
    las enuresis secundarias: el control miccional se produce por
    periodos de seis o más meses pero posteriormente recurren.
    Suele deberse a causas orgánicas (infecciones urinarias,
    diabetes, etc.). Los síntomas principales son que se hacen
    pis involuntariamente durante la noche y más raramente por
    el día. Para diagnosticar el pediatra realizará un
    examen físico para descartar una causa orgánica.
    También tendrá una larga entrevista con
    los padres sobre el comportamiento del niño. Los padres
    deben conocer que la enuresis tiene tendencia a la
    curación espontánea. No deben castigar al
    niño porque es un acto involuntario. Debe estimularse a
    que el niño se levante "seco" pero quitar importancia en
    caso contrario. Al mismo tiempo hay que tratar de evitar en el
    niño el sentimiento de culpa, eliminar comentarios y
    burlas delante de los hermanos y personas ajenas a la familia. La
    comprensión por parte de los padres es más
    fácil si alguno de ellos tuvieron el mismo problema. Es
    necesario crear una buena compenetración entre los padres,
    el niño y el pediatra. El problema debe abordarse de forma
    individual y con delicadeza. Podemos dar una serie de consejos.
    Limitar la ingesta de líquidos en exceso a partir de las
    últimas horas de la tarde. Invitar a los niños a
    que vayan al retrete antes de acostarse. Educar al niño a
    contener la micción durante el día para aumentar la
    capacidad de la vejiga: 1º) cada vez que el niño
    desee hacer pis, que intente retener al máximo el chorro
    de orina antes de ir al retrete; 2º) una vez iniciada la
    micción, intentar interrumpirla durante diez segundos. La
    utilización de otros métodos terapéuticos
    (medicamentos, sistemas de
    alarmas hormonas, etc.) sólo están indicadas en
    casos concretos y siempre por indicación del pediatra. Es
    normal que: Se haga pis alguna vez sobre todo si el niño
    tiene menos de 5 años. Se haga pis si está muy
    entretenido o profundamente dormido. Se debe acudir al pediatra
    si: Se hace pis todas o casi todas las noches después de
    los seis años. Si después de controlar las
    micciones, vuelve a hacerse pis durante las noches.

    EPLIGOTITIS AGUDA:
    Es una inflamación de la epiglotis, estructura que
    se encuentra encima de la glotis a modo de puerta que se abre y
    se cierra para dejar paso sólo al aire. Puede presentarse
    a cualquier edad y en cualquier época del año. Es
    poco frecuente pero constituye una urgencia pediátrica por
    lo que ante su sospecha el niño debe ser inmediatamente
    llevado al Hospital. Está producida por una bacteria, el
    Haemophilus influenzae. Los principales síntomas son:
    fiebre alta, sensación de enfermedad, voz apagada, boca
    abierta, el niño permanece sentado e inclinado hacia
    delante con gran dificultad respiratoria. Hay que fijarse cuando
    un niño de forma brusca comienza con dificultad
    respiratoria, fiebre alta, aspecto de enfermedad, es incapaz de
    permanecer acostado y de hablar, es necesario trasladarlo
    inmediatamente al Hospital. El tratamiento de la epiglotitis se
    realiza en la Unidad de Cuidados Intensivos pediátricos
    donde se efectúan las medidas terapéuticas
    oportunas. Recordemos que desde la aplicación generalizada
    de la vacuna contra el Haemophilus influenzae, la epiglotitis
    aguda prácticamente ha desaparecido. Debemos acudir a
    Urgencias si el niño presenta: Dificultad respiratoria,
    babea, debe estar sentado o inclinado hacia delante para poder
    respirar.

    EPILEPSIA:
    Es una enfermedad crónica del sistema nervioso
    central que se caracteriza por dos o más crisis
    paroxísticas espontáneas de diferentes
    características, originadas por una descarga excesiva de
    un grupo de células de la corteza cerebral. Es una de las
    enfermedades crónicas más frecuentes en la población general ya que casi una de cada
    100 personas la presentan. Las epilepsias se denominan
    idiopáticas cuando no se conoce la causa que las produce,
    demostrándose en muchos casos un factor genético.
    En las epilepsias sintomáticas, se puede demostrar la
    causa de la epilepsia que puede ser debida a múltiples
    factores de tipo mal formativo, infeccioso, hemorrágico,
    tumoral, traumático, etc., que puede haberse producido en
    cualquier época de la vida. Existen varios tipos de crisis
    epilépticas. En primer lugar debemos saber que una sola
    crisis, lo que se conoce como crisis epiléptica aislada o
    única no es una epilepsia que, por definición,
    consiste en 2 o más crisis de características
    claramente epilépticas. Las crisis son muy variadas tanto
    en sus características como en su duración. Las
    ausencias consisten en una parada brusca de la actividad motora y
    pérdida de la conciencia asociada a mirada fija e
    inexpresiva que termina en 5-20 segundos y que pueden pasar
    desapercibidas mientras que las crisis generalizadas
    tónico-clónicas son episodios de pérdida de
    conciencia con rigidez de tronco y extremidades, seguida de
    convulsiones y movimientos sin control que pueden ser de gran
    violencia,
    asociados a emisión de orina, mordedura de lengua y
    salida de espuma por la boca). La duración de las
    ausencias son de 5- 20 segundos mientras que las convulsiones
    tónico-clónicas pueden durar varios minutos y
    seguirse de sueño profundo tanto más duradero
    cuanto más prolongada y violenta haya sido la
    convulsión. Entre uno y otro existen diversos tipos de
    crisis con diferentes características. La historia
    clínica es lo más importante para el
    diagnóstico de epilepsia, incluso para establecer el tipo
    y su causa. El diagnóstico se completa con el
    electroencefalograma. En algunos casos serán necesarias
    otras pruebas como la tomografía axial computadorizada
    (TAC), la resonancia magnética nuclear (RMN), pruebas
    metabólicas, etc. El tratamiento se basa en
    fármacos antiepilépticos que bien utilizados, a ser
    posible en monoterapia (administración de un único
    fármaco antiepiléptico), han demostrado ampliamente
    su eficacia. Deben realizarse controles médicos
    periódicos, para asegurar la eficacia, detectar los
    efectos secundarios y valorar la calidad de
    vida. Aunque cada síndrome epiléptico tiene
    características propias, podemos considerar factores
    favorables para el pronóstico: comienzo de las crisis
    epilépticas después de los 3 años de edad,
    poca frecuencia de las mismas, eficacia del tratamiento, buen
    cumplimiento del mismo, normalización del EEG, ausencia de lesiones
    cerebrales, normalidad neurológica e inteligencia
    normal.

    ESCARLATINA:
    Es una enfermedad infecciosa de origen bacteriano. En los
    últimos años ha aumentado su incidencia, que es
    más elevada en niños en edad escolar y durante el
    invierno. Está producida por una bacteria, el estreptococo
    hemolítico del grupo A. Se contagia por medio de las
    gotitas de saliva que se expulsan al hablar y a través de
    los estornudos y de la tos. El niño comienza con fiebre,
    dolor de garganta, molestias al tragar, cefalea y dolor
    abdominal. La faringe adquiere un color rojo intenso y los
    ganglios del cuello duelen y están inflamados. A las 24-48
    horas aparece una erupción roja, puntiforme con textura de
    papel de lija
    ("carne de gallina") que se inicia en zona de pliegues y que
    posteriormente se generaliza. Las mejillas están
    enrojecidas mientras que alrededor de la boca hay palidez. Pasada
    una semana, la piel se descama sobre todo en las manos y los
    pies. Es típica en esta enfermedad la llamada lengua de
    fresa ya que se aprecia en su superficie unos puntos rojos que
    destacan sobre una base blanquecina. A los pocos días la
    capa blanca se descama y la lengua adquiere un tono rojo
    escarlata. La coexistencia de faringe amigdalitis y una
    erupción de las características señaladas
    ("no hay escarlatina sin angina") indicarán al pediatra
    que se trata de una escarlatina. Para confirmar el
    diagnóstico es necesario el aislamiento del estreptococo
    en la garganta mediante un cultivo del exudado. La penicilina es
    el tratamiento de elección para todas las infecciones por
    estreptococos. Si el paciente es alérgico a la penicilina
    se puede emplear eritromicina. Se debe acudir al pediatra si:
    Persiste la fiebre o empeoran los síntomas a las 24-36
    horas de iniciado el tratamiento antibiótico. A las 2-3
    semanas de la escarlatina, la orina es escasa, y
    oscura.

    ESPASMOS DEL SOLLOZO:
    Los espasmos del sollozo no son episodios graves pero para los
    padres constituyen un problema alarmante y una experiencia muy
    desagradable porque el bebé o el niño se convierte
    "azul" o muy "pálido" y parece no reaccionar ante
    estímulos aparentemente enérgicos. La forma
    más frecuente es la de tipo cianótico (el
    niño se convierte azul) que se presenta entre los 6 meses
    y los 2-3 años (aunque se han descrito a la edad de 2
    meses). Existe otra forma menos frecuente y más grave,
    denominada de tipo pálido. Esta forma se inicia entre los
    12 y los 24 meses de edad, y finaliza entre los 4 y 6
    años. No se conocen bien las causas, pero existen unos
    factores predisponentes, como son niños caprichosos,
    súper protegidos por un entorno familiar en el que
    consiguen imponer su voluntad sobre todo cuando en la familia han
    vivido previamente la experiencia de un espasmo del sollozo lo
    que crea una enorme ansiedad ante una eventual repetición.
    En los espasmos de sollozo simples o tipo azul, los más
    frecuentes, tras el episodio de llanto, hay una pausa de
    silencio, el niño deja de respirar, se convierte de color
    azul o morado (cianótico). La crisis se resuelve de forma
    espontánea tras una inspiración profunda y la
    recuperación es rápida, aunque después se
    queda dormido o "atontado" debido a la falta de
    oxigenación en el cerebro. Habitualmente no hay
    pérdida de conciencia a no ser que el episodio se
    prolongue. Las características de los episodios, sobre
    todo la existencia de llanto, contrariedad o provocación
    previas al cese de la respiración y al desencadenamiento
    de las crisis, ayudarán al pediatra a establecer al
    diagnóstico. En los raros casos en los que el niño
    pierde la conciencia y/o convulsione el pediatra indicará
    una analítica completa, una radiografía de
    tórax, un electrocardiograma y un electroencefalograma. Si
    los resultados son normales, como es habitual, el tratamiento
    consiste en tranquilizar a la familia mediante una
    información adecuada. El tratamiento se basa en una
    adecuada información a los padres, colaborando en el apoyo
    psicológico a la familia y ayudándoles a la
    realización de cambios en las estrategias
    educativas. Es importante, además, tranquilizar sobre la
    evolución favorable y del pronóstico benigno ya que
    no existe amenaza de muerte a pesar
    de la aparatosidad y espectacularidad de las crisis en algunos
    casos. Cuando se produce una crisis, es recomendable colocar al
    niño de lado para proteger la cabeza de posibles lesiones
    y evitar que el niño aspire alimentos sobre todo si ha
    comido recientemente. Generalmente el niño reanuda
    rápida y espontáneamente el llanto y la
    respiración, y recupera el color, por lo que no hay que
    hacer nada especial en estas situaciones. Sin embargo, aunque es
    difícil no perder la calma, debemos intentar mantenerla.
    Es normal que: Utilice el llanto para conseguir lo que quiere. Se
    quede sin respirar unos segundos. Acudir al pediatra si: El
    episodio se acompaña de convulsión y/o
    pérdida de conciencia.

    ESPINA BÍFIDA:
    Recibe este nombre la falta de unión de alguna
    vértebra, generalmente de la zona inferior de la columna
    vertebral. La gravedad de esta anomalía congénita
    es variable, porque el nombre espina bífida engloba a
    todos los defectos de cierre de la columna vertebral. La espina
    bífida oculta consiste en múltiples
    vértebras que no se han fusionado, se observa en el 10% de
    las personas y no suele producir síntomas. Pero en algunas
    formas de espina bífida más severas se producen
    discapacidades muy graves. Aunque se desconocen sus causas, se
    cree que la deficiencia de ácido fólico
    desempeña un papel fundamental en los defectos del tubo
    neural, un conducto que aloja la médula espinal. Por eso,
    es necesario tomar suplementos de esta vitamina desde meses antes
    de quedarse embarazada. Dependen del nivel anatómico en
    que ocurre el defecto y si existe o no afectación medular.
    En el lugar de la malformación, se observa un bulto que
    puede contener pelos, grasa o pequeños vasos
    sanguíneos. Si no está afectada la médula
    espinal, no habrá síntomas neurológicos. Si
    por el contrario hay afectación medular, pueden existir
    problemas neurológicos en la parte inferior de las
    piernas, en la vejiga o en el recto. Suelen ser defectos visibles
    o insignificantes en el recién nacido. Sin embargo, el
    examen neurológico debe ser exhaustivo puesto que un
    pequeño porcentaje de recién nacidos con espina
    bífida presenta problemas neurológicos. Este
    defecto se puede diagnosticar prenatalmente mediante
    determinación de niveles de alfa-fetoproteína y
    acetilcolinesterasa en el líquido amniótico
    extraído por amniocentesis. Se ha demostrado que durante
    el embarazo las necesidades de ácido fólico
    aumentan de forman considerable. El tratamiento depende
    fundamentalmente de las malformaciones asociadas que pueden ser
    mínimas o muy graves, aisladas o múltiples. En los
    casos severos el tratamiento siempre será
    multidisciplinario y el pediatra será el coordinador del
    equipo. Existen asociaciones de pacientes con espina
    bífida que desarrollan una labor muy importante y a los
    que debemos dirigir a los niños y familiares con esta
    patología.

    ESTENOSIS HIPERTRÓFICA DE PÍLORO:
    La leche pasa del estómago al intestino a través de
    un orificio formado por músculos dispuestos en forma de
    círculo, por eso se denomina esfínter (la palabra
    deriva del griego y significa cierre). El píloro es el
    esfínter situado entre el estómago y el duodeno,
    que se abre y se cierra para dejar pasar la leche. Se produce por
    razones todavía desconocidas, varios días
    después del nacimiento, la hipertrofia de la musculatura
    que forma el píloro se hipertrofia, impide el paso del
    alimento hacia el intestino, la leche queda retenida en el
    estómago, que se dilata y expulsa su contenido hacia el
    exterior a través del cardias (orificio que separa el
    estómago del esófago). Entre los síntomas se
    pueden mencionare que a los 15 ó 20 de vida el
    bebé, generalmente varón y primogénito,
    comienza con vómitos alimenticios proyectivos, expulsados
    de forma violenta "en escopetazo", "a chorro", cada vez
    más abundantes (vomita más de lo ingerido) y
    numerosos, que se acompañan de hambre, pérdida de
    peso y estreñimiento. Si el problema no se soluciona el
    bebé se puede deshidratar (por pérdida de agua y
    electrolitos) y desnutrir (por falta de alimento). El pediatra
    orientará el diagnóstico valorando la edad de
    comienzo, las características de los vómitos y los
    síntomas acompañantes. La confirmación se
    realizará con una ecografía abdominal. El
    tratamiento es siempre quirúrgico mediante la
    realización de una intervención denominada
    pilorotomía extramucosa. Es normal que: El bebé
    vomite un poco después de cada toma o entre las mismas
    (regurgitación). Se debe acudir al Servicio de Urgencias o
    consulta con el pediatra si: Los vómitos son constantes y
    en "escopetazo". El niño pierde peso. El bebé hace
    menos pis, la piel está seca, los ojos están
    hundidos.

    ESTRABISMO:
    Es la incapacidad de alinear ambos ojos correctamente por lo que
    sólo se recoge la información a través de un
    ojo mientras que el otro permanece inactivo. La mayoría se
    inician en la primera infancia o son congénitos, por ello
    es importante su detección ya que si no se diagnostica a
    tiempo puede afectarse la visión. No se conoce con
    exactitud la causa. La mayoría de las veces es debido a un
    funcionamiento irregular de los músculos que regulan el
    movimiento de
    los ojos. La desviación de la mirada puede ser constante
    (los ojos siempre están torcidos), o intermitente (los
    ojos a veces están torcidos y a veces derechos). Además en
    el 50% de los casos existen antecedentes familiares. El signo
    más evidente es la desviación ocular, que se
    acompaña de alteraciones sensoriales (mala visión
    unilateral, visión doble, confusión), pero
    además, si no se diagnostica y consecuentemente no se
    trata adecuadamente, el estrabismo es la principal causa de
    ambliopía (agudeza visual disminuida u "ojo vago"). Es muy
    importante el diagnóstico precoz. El pediatra mediante una
    adecuada exploración ocular puede buscar un estrabismo
    después de los seis meses de edad porque hasta ese momento
    puede ser normal que los bebés bizqueen. Una forma de
    explorar el estrabismo a partir de esta edad es con el reflejo
    corneal: el niño mira hacia la luz emitida por una
    linterna a unos 30 cm. del rostro. Si el reflejo luminoso
    está bien centrado en ambos ojos, los globos oculares se
    encuentran alineados correctamente. Si no es así, existe
    una desviación del ojo afecto. Otro método de
    explorar el estrabismo es mediante el cover test aunque es
    difícil de realizar en el niño pequeño. Se
    coloca una mano delante de uno de los ojos del niño y,
    después, se aparta rápidamente. Si el ojo que ha
    permanecido tapado se mueve desde el interior hacia el exterior,
    se trata de estrabismo convergente. Si se desplaza hacia el
    interior, de estrabismo divergente. Si permanece fijo,
    perfectamente alineado con el otro, el niño no es
    estrábico. El método terapéutico más
    utilizado es la oclusión del ojo dominante (ojo sano), lo
    que obliga a la utilización del ojo desviado. El ritmo de
    oclusión depende de la edad, en general se mantiene hasta
    lograr la normalización visual (visión semejante en
    ambos ojos). También suelen recomendarse ejercicios
    especiales y, en determinados casos, cirugía. Es normal
    que: El niño bizquee durante los primeros seis meses.
    Parezca que en ocasiones desvía un ojo, porque la nariz es
    bastante ancha a la altura de las cejas y la piel de los
    párpados superiores es muy abundante. Por ello cuando el
    bebé vuelve los ojos hacia un lado, uno de ellos se oculta
    un poco bajo el ángulo interior de aquel lado y da la
    impresión de converger demasiado. Sin embargo cuando mira
    fijamente de frente se ve claramente que no presenta estrabismo.
    Se debe acudir al pediatra si: Consideras que la
    desviación es muy llamativa. El niño sigue
    bizqueando pasados los seis meses.

    ESTREÑIMIENTO:
    Es una dificultad en la evacuación espontánea y
    periódica de las heces del intestino grueso. Es una
    alteración tanto de la frecuencia como de la consistencia
    de las deposiciones. Se considera estreñimiento cuando el
    ritmo de evacuación del bebé o del niño es
    cada tres o cuatro días y las heces son duras, secas y
    escasas y aparecen como "bolitas". Suele ser más frecuente
    en los lactantes alimentados con biberón, por eso comienza
    a ser evidente cuando el niño deja la alimentación
    al pecho. Es un motivo frecuente de consulta sobre todo entre el
    primer año y los 4 años de edad. A partir del
    año de edad, cuando los niños comienzan a comer
    prácticamente de todo, el estreñimiento se hace
    más frecuente. En el 95% de los casos se debe a una
    alimentación inadecuada: dieta con escaso contenido en
    verduras y frutas, sustitución de la leche de
    continuación por la leche de vaca no modificada que
    estriñe más, exceso de carne, poca ingesta de agua,
    etc. El otro 5% se debe a otras causas: enfermedades
    inflamatorias, obstrucciones intestinales o a factores
    emocionales (ingreso en guardería, nacimiento de un
    hermano). Durante las primeras semanas de vida las heces de los
    bebés varían notablemente en función del
    tipo de alimentación que reciben. Los criados al pecho
    presentan deposiciones blandas o líquidas, en ocasiones
    mucosas, de un color que va del amarillo oro al verde guisante,
    de un olor no desagradable, y en un número extremadamente
    variable. Los niños alimentados al pecho materno tan
    normal es que realicen 10 a 15 deposiciones al día como 1
    cada 4 ó 5 días. En los niños criados con
    biberón las deposiciones son menos frecuentes, con un olor
    más fuerte, y una mayor consistencia. Habitualmente cuando
    se pasa de la leche materna o simplemente al introducir ayudas,
    las heces son más duras, y el bebé tiene mayor
    dificultad para expulsarlas. Es decir, con este tipo de
    alimentación es más frecuente el
    estreñimiento. A cualquier edad, la mejor
    prevención es una alimentación adecuada y
    equilibrada. Los niños menores de un año deben de
    comer diariamente papillas de frutas y verduras y ofrecerles agua
    a lo largo del día. En los mayores de 1 año,
    además de lo recomendado anteriormente, es aconsejable que
    coman legumbres dos o tres veces por semana y papillas de
    cereales integrales. A
    partir de los dos años y medio, continuar con los
    hábitos dietéticos anteriores, evitar un consumo
    excesivo de derivados lácteos y
    beber abundante agua. Junto a ello, a partir de esta edad, es
    esencial inculcar el hábito de defecación regular,
    pero sin castigar nunca al niño y recompensar el esfuerzo
    y no el éxito.
    Para tratarla se debe en primer lugar debemos tener presente que
    el estreñimiento no constituye un peligro para la salud del niño por lo
    que no precisa de tratamientos ni medidas agresivas. Las medidas
    dietéticas deben ser prioritarias en el manejo del
    estreñimiento sea cual sea la edad del niño. En los
    bebés debemos favorecer la lactancia materna porque otra
    de sus innumerables ventajas es que no produce
    estreñimiento. No es conveniente endulzar los zumos ya que
    el azúcar además de aumentar el riesgo de caries y
    favorecer la obesidad,
    estriñe. En niños mayorcitos administraremos una
    dieta rica en fibra: verduras, legumbres, cereales y frutas, y
    evitaremos un consumo excesivo de derivados lácteos.
    Existen una serie de ejercicios muy adecuados para favorecer el
    tránsito intestinal: realizar el bebé suaves
    masajes circulares sobre la tripa y moverle las piernas como si
    estuviera andando en bicicleta. También da buenos
    resultados, cuando le cambias el pañal, mantenerle
    acostado boca arriba, y flexionar sus muslos sobre el
    abdomen.
    No es recomendable recurrir a los supositorios de glicerina o a
    laxantes porque el intestino pierde su capacidad de
    reacción a los estímulos naturales. La glicerina
    además irrita la mucosa intestinal, lo que provoca
    molestias en el niño con lo que posteriormente puede
    retener las heces por temor al dolor. Estos procedimientos
    sólo se utilizarán con precaución y siempre
    bajo indicación del pediatra. Tampoco debe estimularse el
    ano con una ramita de perejil ni con el termómetro ni mucho menos con una cerilla.
    Consulta al pediatra si: Aparece sangre mezclada o recubriendo
    las heces.

    F:
    FARINGITIS:
    Es una inflamación de la faringe, la parte de la garganta
    que se encuentra entre las amígdalas y la laringe. En la
    mayoría de los casos la causa es una infección,
    siendo los virus los que con mayor frecuencia la producen. Otras
    veces es consecuencia de un mecanismo alérgico o
    irritativo (respirar aire muy contaminado o humo del tabaco). Las
    faringitis infecciosas suelen cursar con fiebre, dolor de
    garganta y dificultad para tragar. La garganta se encuentra
    enrojecida y hay dolor e inflamación de los ganglios del
    cuello. Otros síntomas acompañantes son: malestar
    general, pérdida de apetito, náuseas,
    vómitos y dolor de estómago. El pediatra
    explorará al niño y con una mirada atenta a su
    garganta será capaz de establecer el diagnóstico.
    Si sospecha una faringitis estreptocócica (bacteria que
    precisa tratamiento antibiótico) solicitará una
    prueba rápida para confirmar el diagnóstico. El
    tratamiento de las faringitis víricas no requiere
    antibiótico, por lo que su objetivo será aliviar
    los síntomas. Se le administrarán
    antitérmicos si tiene fiebre, y analgésicos si
    presenta dolor. Como en cualquier enfermedad aguda, no se debe
    forzar la alimentación, sino que le daremos una dieta
    blanda y azucarada así como abundantes líquidos.
    Las faringitis bacterianas se tratan con antibióticos, que
    se deben administrar durante el período que indique el
    pediatra (habitualmente 10 días) aunque los
    síntomas hayan desaparecido rápidamente. Es normal
    que: el niño se queje de dolor de garganta.
    No tenga apetito. Se debe acudir al pediatra o a urgencias si: La
    fiebre no cede bien con antitérmicos. Si tiene dificultad
    para respirar o babea.

    FIMOSIS:
    La imposibilidad de separar de manera completa el prepucio del
    glande del pene. Normalmente en todos los recién nacidos
    el orificio del prepucio (piel que recubre el glande del pene) es
    muy pequeño por lo que no debe hablarse de fimosis a esta
    edad. Puede ser congénita o bien secundaria a
    inflamación. El síntoma que se debe observar es que
    es imposible deslizar el prepucio y dejar al descubierto el
    glande. En los primeros años de la vida, unas sencillas
    maniobras realizadas por la madre durante el baño llevando
    suavemente el prepucio hacia atrás, evitando maniobras
    bruscas, suele ser suficiente. Cuando después de los 3
    años no puede conseguirse el descenso del prepucio, se
    puede plantear la intervención quirúrgica que
    conviene demorar hasta los 5-6 años. En niños
    más pequeños sólo debe operarse cuando es
    causa de infecciones urinarias, o motivo importante de dificultad
    en la emisión de orina. Es normal que: Tenga fimosis hasta
    los dos o tres años. Acudir al pediatra o a urgencias si:
    Tiene irritación o mal olor. Se sospecha de la existencia
    de una infección urinaria.

    G:
    GASTRONETERITIS:
    La inflamación de la mucosa del estómago se
    denomina gastritis, mientras que la de los intestinos se conoce
    como enteritis. Cuando son ambos órganos los afectados se
    produce una gastroenteritis, que es la irritación del
    conjunto del tracto digestivo. La pérdida del apetito y
    las nauseas, seguidas de diarrea, son los primeros
    síntomas de esta enfermedad. Luego se producen accesos de
    vómito, con diarreas acuosas, dolores en la barriga,
    fiebre y extrema debilidad. Suele desaparecer al cabo de 2 o 3
    días. Está causada por una infección
    vírica, que se transmite con facilidad de una persona a
    otra por contacto individual, son mediación de alimentos
    ni bebidas. Las bebidas y los alimentos contaminados por
    microbios también pueden producir gastroenteritis,
    así como los alimentos que causan alergias (mariscos,
    carne de cerdo, los huevos, etc.). Otra causa posible de la
    enfermedad es la alteración de la flora bacteriana natural
    del tracto digestivo. También los antibióticos
    pueden tener un efecto parecido, ya que actúan sobre la
    población bacteriana intestinal, alterando su equilibrio
    natural. Para tratarla se debe guardar reposo en casa y beber
    gran cantidad de líquidos, para evitar la
    deshidratación. Durante las primeras 24 horas no se deben
    ingerir alimentos, y hay que tomar sólo agua, zumo de
    zanahoria o té; dos litros diarios, como mínimo, de
    líquido sin azúcar, ya que éste puede
    prolongar la diarrea., Manzanas, arroz blanco y pechuga de pollo
    son alimentos recomendados para el tratamiento.

    GRIPE:
    La gripe o influenza es una enfermedad aguda infecciosa de origen
    vírico que aparece cada año durante el otoño
    y el invierno. Pueden aparecer casos aislados, pero casi siempre
    se trata de una auténtica epidemia. Es muy contagiosa, se
    trasmite de unos a otros a través de las gotitas de saliva
    que expulsamos con la tos y los estornudos y que van cargadas de
    virus. Cada año, cambian los virus que provocan la gripe,
    por eso cada año nuestro organismo tiene que prepararse
    para afrontarla. La vacuna sólo está recomendada en
    niños con problemas graves como enfermedades del corazón,
    asma, diabetes, tumores, falta de defensas… y siempre que
    sean mayores de seis meses. Entre los síntomas se pueden
    mencionar: dolor de cabeza, molestias en los ojos, fiebre -que
    suele ser alta y permanecer elevada durante dos o tres
    días-, y dolor en todo el cuerpo, sobre todo en las
    piernas y la espalda. A las 24-48 horas se asocia
    congestión nasal, lagrimeo, estornudos, tos seca e
    irritativa y dolor de garganta y en el pecho. La mayoría
    de los síntomas desaparecen en cinco o seis días,
    aunque la tos y el cansancio duran unos días más.
    Para diagnosticarla no suelen ser necesarias pruebas de laboratorio
    para diagnosticar una gripe, que se distingue de un resfriado
    común por la fiebre alta y la intensidad del malestar.
    Además, la gripe es generalmente epidémica, lo que
    facilita su diagnóstico. No existe un tratamiento
    específico y al ser una enfermedad producida por un virus,
    los antibióticos no están indicados. Si el
    niño tiene fiebre puede administrarse paracetamol o
    ibuprofeno. Ofreceremos líquidos abundantes y una dieta
    blanda. No es necesario forzarle a permanecer en la cama,
    él mismo buscará el reposo durante la fase aguda de
    la enfermedad. Es normal que: El niño esté dos o
    tres días con fiebre.  Esté decaído y
    cansado o llorón e irritable. No tenga apetito. Acude al
    pediatra o a urgencias si: La fiebre no cede con
    antitérmicos.  Se acompaña de otros
    síntomas como vómitos o rigidez de nuca.  La
    fiebre se acompaña de manchas en la piel.

    H:
    HEPATITIS:
    Es la inflamación del hígado que puede estar
    producida por diversas causas. Esta enfermedad puede ser: aguda,
    en el caso que dure menos de 6 meses; crónica, si persiste
    más de 6 meses, o fulminante, si pone en riesgo la vida
    del enfermo. En algunos casos puede provocar daño
    hepático permanente. Las hepatitis víricas
    están producidas por una gran variedad de virus, pero los
    más comunes son el A, B, C, D y E.

    • Hepatitis A: se transmite debido a una mala higiene,
      por agua y alimentos contaminados. En líneas generales,
      suele ser benigna y sin complicaciones. Algunas veces aparecen
      brotes en colegios y guarderías, pero casi siempre los
      síntomas incluso pasan desapercibidos para los propios
      contaminados.
    • Hepatitis B: se transmite por sangre (transfusiones
      contaminadas, intercambio de jeringas en la
      drogadicción, relaciones sexuales sin
      protección, de madre a hijo en el embarazo). Las
      personas sometidas a diálisis renal tienen mayor riesgo
      de contraer hepatitis B. Es más peligrosa que la A
      porque puede evolucionar a una hepatitis crónica. En
      España, se vacuna masivamente a todos los
      niños, con lo que se estima que su prevalencia
      bajará significativamente.
    • Hepatitis C: causa el 80% de las hepatitis que se
      contagian por transfusión de sangre y también se
      transmite por jeringas contaminadas. Este virus causa hepatitis
      crónica y con menor frecuencia, cirrosis y cáncer
      hepático. Existen personas sanas portadoras
      crónicas del virus C.

    Los síntomas que aparecen a menudo se pueden
    confundir con un cuadro gripal o una mononucleosis. Suele
    comenzar con inapetencia, malestar general y decaimiento,
    vómitos, fiebre, dolor e indigestión abdominal,
    alteración del sentido del gusto. Pasados unos
    días, el color de la orina se oscurece y aparece ictericia
    (tono amarillento de la piel) en las mucosas y alrededor de los
    ojos. El pediatra notará aumentado el tamaño del
    hígado con una palpación, entonces se
    realizará un análisis de sangre para confirmar la
    existencia de esos virus. En la mayoría de los casos, la
    hepatitis no requiere tratamiento y el enfermo se repone
    totalmente en un mes o dos. Después de los primeros
    días, la persona se siente mejor y no necesita hacer
    reposo, ni seguir dietas restringidas ni tomar suplementos
    vitamínicos. Es importante saber que, cuando se tiene esta
    enfermedad, uno puede convertirse en portador del virus aunque no
    tenga ningún síntoma con lo cual puede contagiar la
    enfermedad.

    HERNIA INGUINAL:
    Es un "bulto" blando y elástico que aparece en la zona de
    la ingle. Es más frecuente en varones y en el lado
    derecho. Se produce cuando el conducto inguinal permanece
    permeable. En este caso, puede aparecer en esta región un
    bulto que contiene un asa del intestino. Se aprecia, muchas veces
    desde el nacimiento, la existencia de un bulto más o menos
    grande en la zona de la ingle. Habitualmente la hinchazón
    aparece y desaparece, va y viene, particularmente cuando el
    bebé llora. Generalmente no le produce dolor ni siquiera
    molestias. Cuando el niño está tranquilo el bulto
    se reduce con facilidad incluso de forma espontánea. El
    pediatra efectúa el diagnóstico en la consulta
    mediante la palpación del bulto, no siendo necesario
    ningún otro examen.
    Las hernias inguinales de pequeño tamaño pueden
    regresar espontáneamente en los primeros 5-6 meses de
    vida. Transcurrido este tiempo la posibilidad de curación
    espontánea no es posible. Por ello, incluso el niño
    de pocos meses, que podría curarse por sí solo,
    debe ser intervenido, porque la espera lo expone al peligro de
    que la hernia se "estrangule". El riesgo de que una hernia se
    estrangule es mayor cuanto más pequeño sea el
    niño. El niño de 2-3 años, sin embargo puede
    esperar sin correr graves riesgos, pero tendrá que ser
    intervenido siempre. La operación es sencilla y los
    niños se recuperan muy pronto. Acude al pediatra o a
    urgencias si: El bebé está irritable, llora y
    vomita. Si la madre observa que la que la hernia es más
    voluminosa de lo habitual, la piel que la recubre presenta una
    tonalidad rojiza y la tumefacción no se reduce

    HERNIA UMBILICAL:
    Es un "bulto" blando y elástico que aparece en la zona de
    la ingle. Es más frecuente en varones y en el lado
    derecho. Se produce cuando el conducto inguinal permanece
    permeable. En este caso, puede aparecer en esta región un
    bulto que contiene un asa del intestino. Se aprecia, muchas veces
    desde el nacimiento, la existencia de un bulto más o menos
    grande en la zona de la ingle. Habitualmente la hinchazón
    aparece y desaparece, va y viene, particularmente cuando el
    bebé llora. Generalmente no le produce dolor ni siquiera
    molestias. Cuando el niño está tranquilo el bulto
    se reduce con facilidad incluso de forma espontánea. El
    pediatra efectúa el diagnóstico en la consulta
    mediante la palpación del bulto, no siendo necesario
    ningún otro examen. Las hernias inguinales de
    pequeño tamaño pueden regresar
    espontáneamente en los primeros 5-6 meses de vida.
    Transcurrido este tiempo la posibilidad de curación
    espontánea no es posible. Por ello, incluso el niño
    de pocos meses, que podría curarse por sí solo,
    debe ser intervenido, porque la espera lo expone al peligro de
    que la hernia se "estrangule". El riesgo de que una hernia se
    estrangule es mayor cuanto más pequeño sea el
    niño. El niño de 2-3 años, sin embargo puede
    esperar sin correr graves riesgos, pero tendrá que ser
    intervenido siempre. La operación es sencilla y los
    niños se recuperan muy pronto. Acude al pediatra o a
    urgencias si: El bebé está irritable, llora y
    vomita. Si la madre observa que la que la hernia es más
    voluminosa de lo habitual, la piel que la recubre presenta una
    tonalidad rojiza y la tumefacción no se reduce.

    HERPANGINA:
    Es una enfermedad que suele ocurrir con frecuencia en
    épocas de verano, y que se caracteriza por lesiones
    vesiculosas y ulcerativas en la boca de los niños,
    afectando el paladar (lengua), la faringe, las amígdalas,
    etc. El niño, menor de 5 años, podrá
    presentar fiebres altas, vómitos, diarrea, dolor de
    garganta y babeo abundante. La duración de estos
    síntomas es de 2 a 7 días, aproximadamente. Esta
    enfermedad es causada por varios tipos de
    virus. El diagnóstico es clínico y el
    período de incubación es de 2 a 7 días. El
    tratamiento es sistomático y consiste en el uso de
    antipirético, ingestión abundante de
    líquidos y alimentos blandos, fríos y dulces como
    la gelatina, el yogurt y los helados. Los antibióticos son
    recomendables solo en los casos de complicaciones del tipo
    bacteriano. En todo caso, con la debida asistencia médica
    se obtendrá el cuadro clínico del niño
    adecuado.

    HERPES:
    Es una infección viral frecuente que se presenta en dos
    variedades: El tipo I, la más común, tanto en
    niños como adultos, produce lesiones dolorosas alrededor
    de la boca en forma de aftas (calenturas). Es natural que cuando
    se presente este tipo de infección el niño pierda
    el apetito, debido a las lesiones que comienzan en una zona
    enrojecida y abultada, que se abre y deja salir un líquido
    opalescente. Después se forma una costra. El tipo II, el
    Herpes Zoster, afecta, sobre todo, a adultos y es más
    frecuenta en las zonas genitales. Los episodios de recurrencia
    del Herpes virus no producen síntomas generales como
    fiebre. Se limita apenas a la zona afectada. Esta enfermedad es
    producida por el virus Zoster, el mismo que produce
    también la varicela. El virus queda alojado en las
    células de los ganglios nerviosos sensitivos que inervan
    esa región y puede reactivarse ante situaciones de
    stress, bajas
    defensas (en niños), fiebre, exposición al sol,
    menstruación (en adolescentes). Para el tratamiento se
    debe consultar primero al médico. Todo el tratamiento
    está dirigido a disminuir la duración de la etapa
    aguda que normalmente dura 1 semana, a través del uso de
    un jarabe o comprimido que tienen la capacidad de disminuir
    notablemente la duración de los síntomas. Lo que no
    se debe ignorar es que el proceso puede repetirse muchas veces en
    la vida. Las cremas antivirales no son efectivas. Y los
    antibióticos serán indicados por el médico
    solo en casos de grandes infecciones.

    I:
    ICTERICIA:
    Es una coloración amarilla de la piel, de las mucosas y de
    la conjuntiva debida al aumento de bilirrubina (producto de
    degradación del glóbulo rojo) en la sangre. La
    ictericia puede ser la primera manifestación de una
    enfermedad y por tanto si el bebé presenta ictericia
    deberemos llevarle al pediatra para que inicie el estudio, a no
    ser que se trate de la ictericia fisiológica del
    recién nacido, que es al proceso al que nos vamos a
    referir en este apartado. Durante los primeros días de la
    vida las funciones del
    hígado no están totalmente maduras y no es capaz de
    depurar toda la bilirrubina que le llega por la masiva rotura de
    los glóbulos rojos que ocurre normalmente después
    del nacimiento. Como consecuencia aumenta su concentración
    en sangre y es visible a través de la piel y de las
    mucosas. La ictericia no está presente en el momento del
    nacimiento, comienza a partir del segundo-cuarto día de
    vida y alcanza el máximo entre el 3º y el 7º
    día de vida. Habitualmente desaparece hacia el 10º
    día. El neonatólogo del Hospital vigilará la
    aparición y la evolución de la ictericia y se
    encargará de efectuar los controles necesarios para
    determinar los valores de bilirrubina. Depende de los días
    de vida, de la edad de gestación y de la cantidad de
    bilirrubina. Los neonatólogos valorando todos los datos
    indicarán el tratamiento más oportuno:
    pondrán al niño bajo una luz especial (fototerapia)
    que hace que el pigmento sea destruido y eliminado más
    fácilmente. Acude a Urgencias o consulta con tu pediatra
    si: La ictericia dura más de 10 días. Se
    acompaña de heces de color blanco. El bebé presenta
    un abdomen muy abultado.

    INFECCIÓN URINARIA:
    Es una infección que afecta al tracto urinario que incluye
    los riñones, los uréteres y la vejiga. Su
    diagnóstico y el tratamiento precoz y correcto son muy
    importantes ya que en caso contrario, puede dejar consecuencias a
    largo plazo como cicatrices renales o insuficiencia renal. Los
    gérmenes habitan en el tubo digestivo y alcanzan el tracto
    urinario por vía sanguínea o por vía
    ascendente. Esta situación es más frecuente en las
    niñas debido a la proximidad del ano y la uretra.
    También pueden existir malformaciones o anomalías
    de las vías urinarias que favorecen las infecciones.
    Dependen de la edad del niño y de la localización
    de la infección. Los recién nacidos y bebés
    durante los primeros meses pueden tener como único
    síntoma fiebre, irritabilidad y rechazo del alimento. En
    niños mayorcitos, los síntomas urinarios de
    vías bajas (cistitis) se manifiestan por micciones
    frecuentes y dolorosas. La infección urinaria de
    vías altas (píelo nefritis) se presenta con
    malestar general, fiebre alta y dolor abdominal y en la fosa
    renal del riñón afecto. Para diagnosticar la
    infección urinaria, sobre todo en el bebé, es
    importante pensar en ella. El pediatra ante un lactante con
    fiebre sin motivo aparente, realizará un análisis
    de orina que le permitirá obtener unos datos sugestivos de
    infección del tracto urinario. Para confirmar dicha
    sospecha, es necesario realizar un cultivo de orina, recogiendo
    la orina en las mejores condiciones de higiene para evitar que se
    contamine y nos den resultados falsamente positivos. Si las
    manifestaciones clínicas sugieren una píelo
    nefritis (inflamación del riñón) el pediatra
    indicará además análisis de sangre y una
    ecografía abdominal. El tratamiento debe ser lo más
    precoz posible y dependerá de la localización de la
    infección y de la edad del niño. Se recomienda
    ingreso y tratamiento hospitalario en niños menores de 1
    año con infección del tracto urinario. Así
    mismo, las píelo nefritis deben ser tratadas en el
    Hospital durante la fase aguda de la enfermedad. Las infecciones
    de vías urinarias bajas, en niños mayores de 1
    año, una vez recogida la muestra de orina para cultivo,
    pueden tratarse en su domicilio, con el antibiótico
    indicado por su pediatra. Es normal que: Durante el
    primer-segundo día del tratamiento el niño
    continúe con fiebre, y molestias al hacer pis. Se debe
    acudir al pediatra o a urgencias si: La orina tiene un aspecto
    sanguinolento. La fiebre no cede con el antitérmico o
    persiste a las 24-36 horas
    de iniciado el tratamiento antibiótico. Se sospecha de una
    infección de orina y el niño es menor de un
    año.

    M:
    MENINGITIS:
    Son enfermedades debidas a la inflamación de las meninges,
    que son las membranas que recubren el cerebro y la médula
    espinal. El diagnóstico de meningitis crea habitualmente
    una situación de alarma en la familia, en la
    guardería y en la escuela a la que
    acude regularmente el niño, a pesar de que existe un
    tratamiento eficaz. La causa más común de la
    inflamación de las meninges es de origen infeccioso.
    Bacterias, virus u otros gérmenes procedentes de un foco
    cercano o a través de la sangre son capaces de alcanzar
    las meninges y causar su inflamación. Entre las meningitis
    bacterianas la más frecuente en nuestro medio es la
    producida por el meningococo. Desde la introducción de la vacuna frente al
    meningococo A y C, el tipo más frecuente es el B para el
    que actualmente no se dispone de vacuna eficaz. La meningitis por
    Haemophillus influenzae es actualmente rara debido a que se
    dispone de vacuna frente a esta bacteria, y la meningitis por
    Streptococus pneumoniae es poco frecuente. Las meningitis
    víricas son leves, y las meningitis tuberculosas,
    afortunadamente poco frecuente, son por el contrario, más
    graves. Los cuatro síntomas clásicos de las
    meningitis son: fiebre, vómitos, dolor de cabeza y rigidez
    de nuca. En los niños pequeños (menores de 1
    año) los síntomas no son tan típicos. El
    dolor de cabeza lo manifiestan en forma de irritabilidad, llanto
    agudo o decaimiento. La fontanela puede estar abombada y/o el
    bebé es incapaz de mantener la cabecita levantada (se le
    cae hacia atrás). Los vómitos son proyectivos ("a
    chorro") y presenta afectación del estado general y fiebre
    elevada. Es muy importante observar si aparecen manchas en la
    piel. En este caso es necesario llevar inmediatamente al
    niño al Hospital. La meningitis bacteriana es una
    enfermedad grave y en ocasiones de evolución rápida
    y fulminante afectando al sistema de
    coagulación por lo que hay que instaurar el tratamiento de
    forma urgente. Por ello, ante la mínima sospecha es
    necesario llevar inmediatamente al niño al Hospital. La
    confirmación diagnóstica se establece con el
    análisis de una pequeña cantidad de líquido
    extraído de la médula espinal mediante una
    punción lumbar. Las personas que hayan tenido contacto
    estrecho con un niño con meningitis bacteriana en el
    hogar, guardería o en la escuela presentan un alto riesgo
    de contagio, por lo que está indicada la profilaxis
    antibiótica con un antibiótico (Rifampicina)
    durante 2 días. El pediatra dará las indicaciones
    terapéuticas oportunas para cada tipo de meningitis. El
    tratamiento de las meningitis se realiza en los hospitales o
    clínicas. Actualmente se disponen de antibióticos
    que han mejorado notablemente la evolución y el
    pronóstico de la enfermedad, siendo excepcionales las
    secuelas. Las meningitis virales, no precisan antibióticos
    pero habitualmente permanecen 1ó 2 días en el
    Hospital hasta que mejoren los síntomas. Se debe acudir al
    servicio de urgencias o consultar inmediatamente al tu pediatra
    si: El niño tiene fiebre y aparecen manchas de color
    violáceo en la piel. El niño está
    decaído o tiene mal aspecto. La fiebre no cede con
    antitérmicos. El niño tiene rigidez en el
    cuello.

    MUERTE SÚBITA DEL LACTANTE:
    Es la muerte repentina de un bebé aparentemente sano.
    Constituye la primera causa de mortalidad en el primer año
    de vida, excluyendo el periodo peri-natal. Su incidencia es de 2
    por cada 1000 recién nacidos vivos. El riesgo de muerte
    súbita es más elevado entre los 2-4 meses de vida y
    entre la media noche y las 9 de la mañana. La causa
    continua siendo una incógnita, probablemente se debe a
    múltiples causas. Los estudios epidemiológicos
    demuestran que existen factores ambientales, genéticos y
    sociales relacionados con la madre y el propio niño. Las
    estadísticas demuestran que la
    mayoría de los casos ocurren mientras los niños
    están durmiendo y especialmente si lo hacen boca abajo.
    Otros grupos de riesgo son los bebés prematuros,
    recién nacidos de bajo peso, falta de atención
    prenatal, hijos de madres fumadoras y niños que
    necesitaron respirador artificial al nacer. Así mismo las
    familias con un caso previo de muerte súbita del lactante,
    presentan un riesgo 4-5 veces más elevado de lo habitual
    de que el hijo o hijos siguientes sufran una muerte súbita
    del lactante. Las recomendaciones para evitar este tipo de
    enfermedad son:

    1. Acostar al bebé durante el primer semestre de
      vida boca arriba o de costado, nunca boca abajo (excepto por
      contraindicación médica).
    2. Evitar el tabaquismo materno durante el embarazo y la
      lactancia.
    3. Evitar el tabaquismo en el entorno del
      bebé.
    4. Evitar el exceso de calefacción y de
      ropas/prendas de abrigo (temperatura ideal = 20º
      C).
    5. Desaconsejar que el bebé duerma en la misma
      cama que los padres.
    6. Fomentar la lactancia materna (primeros seis
      meses).

    N:
    NEUMOCOCO:
    El neumococo o Streptococcus pneumoniae es una bacteria capaz de
    producir
    enfermedades muy graves, en especial a los niños de corta
    edad, cuyo
    sistema inmunológico no está preparado para
    combatirlo. Las infecciones neumocócicas son una
    importante causa de morbilidad, hospitalización y muerte
    en el mundo, siendo una de las diez causas principales de
    mortalidad en los países desarrollados y representa el 40%
    de las muertes por neumonía en los niños menores de
    cinco años. Aunque la nariz y la garganta son el
    hábitat natural del neumococo, éste puede alojarse
    en cualquier parte del organismo y dependiendo del lugar donde se
    sitúe, produce diferentes enfermedades. Desde la garganta
    puede pasar a la sangre, causando diferentes tipos de enfermedad
    invasora:

    • Meningitis: es la más grave, por su elevada
      mortalidad y sus importantes
      secuelas. Los síntomas son elevada fiebre, somnolencia,
      vómitos muy
      característicos ("en escopetazo"), dolor de cabeza y
      rigidez de cuello, etc.
    • Bacteriemia sin foco: es una infección de la
      sangre, puede comenzar a partir de una neumonía y
      diseminarse por el organismo. Su síntoma principal es la
      fiebre alta, sin que ésta se asocie a otros signos
      identificables con otra enfermedad.

    Cuando el neumococo se expande desde la garganta a las
    vías respiratorias
    produce:

    • Neumonía: infección de los pulmones que
      afecta a los alvéolos y a los tejidos circundantes, y
      especialmente grave en niños menores de 2 años.
      Los síntomas más comunes son sudores, temblores,
      resfriado, tos, fiebre y congestión de
      pecho.
    • Otitis media aguda: Infección que se produce
      en el oído medio, de la que el neumococo es responsable
      de la mitad de los casos que se producen en niños.
      Los síntomas incluyen dolor de cabeza, fiebre y dolor de
      oídos. En los niños, un constante zumbido en los
      oídos puede ser señal de otitis media
      aguda.
    • Sinusitis: Inflamación de los senos nasales y
      paranasales, causada por una infección bacteriana. Las
      manifestaciones más comunes son fiebre, mucosidad y
      tos.

    El neumococo se encuentra frecuentemente en la nariz y
    en la garganta de niños y adultos sanos. Aunque no todos
    los individuos son portadores de esta bacteria, aquellos que
    sí son portadores pueden infectar a otras personas por
    vía aérea. El neumococo puede afectar a cualquier
    niño sano en especial con edades comprendidas entre los 2
    meses y los 5 años. Como este germen se transmite
    fácilmente a través de estornudos, besos, contacto
    personal,
    etc., la asistencia a guarderías incrementa el riesgo de
    contagio. También aquellos niños que padecen otitis
    repetidas presentan un alto riesgo de contraer una
    infección neumocócica. Las secuelas más
    frecuentes de las enfermedades neumocócicas en los
    niños, especialmente la meningitis, pueden ser muy
    importantes: retraso psicomotor, hidrocefalia, parálisis
    facial, pérdida de audición y ceguera, etc.
    Conviene destacar que la meningitis por neumococo posee el
    índice de mortalidad más elevado de todos los tipos
    de meningitis y es la que más graves secuelas deja en el
    niño. Tradicionalmente, las enfermedades
    neumocócicas han sido tratadas con penicilina. Sin
    embargo, en los últimos años se ha observado un
    alarmante incremento de las resistencias
    del neumococo a este antibiótico. Este dato representa un
    importante problema a tener en cuenta por el médico a la
    hora de establecer un tratamiento. Debido al difícil
    tratamiento de estas enfermedades, la vacunación es la
    única terapia preventiva eficaz y duradera frente a las
    enfermedades neumocócicas.

    NEUMONÍA:
    Es una inflamación aguda del pulmón. El inicio de
    la neumonía viral se caracteriza por un cuadro previo de
    catarro en las vías superiores, con rinitis, fiebre o
    febrícula apareciendo posteriormente el compromiso de la
    vía respiratoria inferior con dificultad respiratoria y
    aumento de la frecuencia respiratoria. Por su parte la
    neumonía bacteriana se caracteriza por un inicio repentino
    con fiebre, dificultad respiratoria, dolor toráxico y
    regular estado general del paciente. Los gérmenes
    varían según la edad del paciente. No es lo mismo
    una neumonía en un niño de 2 meses que en uno de 2
    años o en un adolescente. La mayoría de los casos
    son de causa infecciosa. Los microorganismos más comunes
    son los virus respiratorios entre los que se destacan el
    Sincitial Respiratorio, el Adenovirus (más severo), etc. A
    su vez existen otras causas infecciosas como las bacterianas
    menos frecuentes pero suelen ser más graves. Otro tipo de
    neumonía son las denominadas Neumonías
    Atípicas (producidas por Hycoplasmas) que puede
    presentarse en aproximadamente 30 % de los niños mayores
    de 5 años. Para el tratamiento de esta enfermedad se
    recomienda buena hidratación del paciente, el uso de
    nebulizadores (con o sin gotas, dependiendo de la presencia de
    obstrucción bronquial), uso de determinados
    antibióticos que se deben ajustar tanto en dosis como edad
    para su elección. El uso de antitusivos no es recomendado
    ya que pueden cortar el reflejo de defensa que da la tos y
    empeorar el cuadro del paciente, al no toser no se eliminan las
    secreciones quedando retenidas y produciendo un factor más
    para empeorar la salud del paciente. Hay que dejar en manos
    profesionales la elección del antibiótico a usar y
    no automedicar un proceso pulmonar.

    O:
    OBESIDAD EXÓGENA:
    Es un aumento excesivo de grasa corporal. Hay que diferenciar dos
    conceptos, el sobrepeso y la obesidad propiamente dicha. El
    sobrepeso es simplemente el exceso de peso (un 10-20/% de lo que
    corresponde a la talla de la edad del niño). Se considera
    obesidad cuando el peso es más del 20% del que corresponde
    a la talla para la edad del niño. No existe una causa
    única de obesidad. La causa más frecuente es la
    obesidad exógena, debida a una ingesta excesiva de
    calorías frecuentemente unida a una actividad
    física disminuida. Existe además una
    predisposición genética, de forma que es más
    fácil ser obeso cuando ambos padres son obesos. Los
    síntomas más frecuentes de la obesidad
    exógena, aparte del aspecto físico, no suelen
    producir trastornos ni complicaciones. Se diagnostica mediante
    una exploración física y métodos
    clínicos especiales para valoración de la obesidad,
    siendo los más utilizados la medición de los pliegues cutáneos.
    Son también muy útiles los métodos que
    comparan los percentiles de peso y talla (índice de
    Quetelet). Mediante una exploración física y
    métodos clínicos especiales para valoración
    de la obesidad, siendo los más utilizados la
    medición de los pliegues cutáneos. Son
    también muy útiles los métodos que comparan
    los percentiles de peso y talla (índice de Quetelet). El
    tratamiento de la obesidad es complejo y comprende
    fundamentalmente tres medidas. La primera es la
    motivación. Es necesario que el niño comprenda
    y se responsabilice de la necesidad y de la importancia de la
    pérdida de peso. Así mismo todos los miembros de la
    familia deben colaborar y participar para conseguir dicho
    objetivo. La segunda medida importante es la restricción
    calórica. Sin embargo, en la edad pediátrica
    debemos tener muy presente que la dieta debe aportar las
    calorías necesarias para mantener un ritmo normal de
    crecimiento. En el caso de un lactante o un niño obeso, el
    pediatra si lo considera necesario, establecerá una dieta
    pero siempre aportando al bebé o al niño la
    cantidad y la proporción de los alimentos precisos para
    mantener una adecuada velocidad de
    crecimiento. Otro aspecto importante, cuando la edad del
    niño lo permita es realizar una actividad física
    regular tanto rutinaria (no usar ascensores, ir caminando al
    colegio) como programada (hacer deporte, ballet, gimnasia, etc.).
    Nunca está indicado administrar a los niños
    medicamentos para disminuir el apetito ni para reducir
    peso

    OTITIS MEDIA AGUDA:
    Las enfermedades del oído son muy frecuentes en el
    niño. El oído está formado por el
    oído externo que comprende la oreja y el conducto
    auditivo, el tímpano que lo separa del oído medio,
    el oído medio y el oído interno. La otitis media
    aguda es una inflamación de la mucosa que recubre las
    cavidades del oído medio. Es particularmente frecuente en
    niños menores de 1 año, con una mayor incidencia en
    los meses fríos, como el resto de las infecciones
    respiratorias. La otitis del oído medio, es consecuencia
    de una complicación de un catarro de vías altas.
    Existen unos factores predisponentes como una mayor frecuencia de
    infecciones respiratorias de vías altas sobre todo en
    bebés que asisten a guarderías, un aumento de
    tamaño de las adenoides (vegetaciones), una incorrecta
    función de la trompa de Eustaquio lo que permite el paso
    de secreciones nasales al oído medio. Otro factor
    favorecedor es la
    contaminación por humo de tabaco. El curso habitual es
    el de un niño con un catarro de vías altas que de
    forma brusca comienza con fiebre, dolor de oídos que el
    niño lo expresará de diversa manera en
    función de su edad. Los bebés se mostrarán
    irritables, moverán la cabeza hacia los lados y
    habitualmente rechazarán el pecho o el biberón
    porque les duele al deglutir. La otorrea (salida al exterior de
    exudado de oído medio) indica la existencia de
    infección en el oído medio pero no siempre
    está presente. El pediatra mediante el empleo del
    otoscopio (aparato con el que se puede ver el interior del canal
    auditivo y la membrana timpánica) establecerá el
    diagnóstico al visualizar las distintas lesiones
    características de la inflamación e
    infección del oído medio. El pediatra, ante una
    otitis media aguda indicará la administración de
    antibióticos que serán distintos en función
    de la edad del niño. Además del tratamiento
    antiinfeccioso, la otitis es un proceso doloroso por lo que es
    obligado administrar analgésicos como paracetamol o
    ibuprofeno hasta que ceda el dolor y/o la fiebre. El uso de gotas
    instiladas tópicamente en el oído están
    desaconsejadas, sobre todo si la membrana timpánica
    está perforada o sospechamos que pueda perforarse
    próximamente. Es normal que: Tenga algunas décimas
    de fiebre. Se debe acudir al pediatra si: Supura el oído.
    La fiebre persiste después de 24-36 horas de iniciado el
    antibiótico.

    OXIURIASIS:
    Es una infección muy común en los niños. El
    niño tendrá poco apetito, estará irritable,
    presentará problemas durante el sueño y molestias
    por prurito anal, nasal, etc. Suele acompañarse de prurito
    en el área de los genitales originando irritación e
    inflamación secundaria al rascado. En las niñas
    puede causar vulvovaginitis. Esta infección es causada por
    el parásito que se llama Enterobius Vermicularis u
    Oxiurius. Los gusanos inmaduros se localizan en el intestino
    delgado, mientras que los adultos se localizan en el intestino
    grueso. Las hembras grávidas son las que migran hacia
    fuera y depositan sus huevos en las márgenes del ano y sus
    proximidades. La forma de contagio es a través de los
    huevos larvados por ingestión o inhalación de los
    mismos. Se diseminan en los diferentes ambientes del hogar, sobre
    todo en dormitorios y baños, contaminan los objetos,
    alimentos, aguas y piscinas. El tratamiento será aplicado
    después de confirmado el diagnóstico que se basa en
    la investigación del parásito en las
    heces. Se recomienda la recolección de la muestra durante
    la mañana cuando el paciente se acaba de levantar y antes
    de lavarse. El tratamiento consiste en el uso de
    medicación antiparasitaria. Se realiza una vez por semana.
    El tratamiento de este cuadro debe incluir también a los
    que conviven con el niño enfermo.

    P:
    PAPERAS (PAROTIDITIS):
    Una infección vírica que produce la
    inflamación dolorosa de las glándulas salivares,
    habitualmente las parotídeas, que se encuentran en las
    mejillas, entre la oreja y la mandíbula. Desde que se
    vacuna sistemáticamente a todos los niños a la edad
    de 15 meses, su incidencia ha disminuido considerablemente.
    Está producido por un virus que se transmite
    principalmente por contacto con las secreciones respiratorias y
    la saliva. El periodo de contagio se puede producir desde 48
    horas antes de que aparezcan los síntomas hasta que
    desaparezca la inflamación. Produce inflamación,
    hinchazón y dolor de las glándulas
    parótidas. Las glándulas están duras y
    duelen al masticar o al tragar. La fiebre es variable, puede
    estar ausente o alcanzar los 40ºC. Frecuentemente existe
    dolor de cabeza o de garganta. No hay ningún medicamento
    que elimine el virus o impida que se multiplique. Se deben dar
    analgésicos o antiinflamatorios para el dolor. No es
    necesario permanecer en la cama pero los niños no deben ir
    al colegio hasta finalizado el periodo de contagio. Se debe
    acudir a urgencias o consultar al pediatra si el niño
    presenta: Vómitos o dolor abdominal persistente. Dolores
    fuertes de cabeza que no se calman con paracetamol. Dolor o
    hinchazón testicular.

    PARÁSITOS INTESTINALES:
    Son organismos vivos que viven a expensas de otros, que se
    denominan huéspedes. Los parásitos, conocidos
    también como "lombrices", pueden producir enfermedades en
    el hombre. Con
    frecuencia se les responsabiliza de muchas manifestaciones,
    aunque esta relación no siempre puede ser demostrada. Los
    más frecuentes son los oxiuros, son pequeñas
    lombrices de menos de 1 cm. Son más frecuente en
    niños en edad preescolar y escolar, incluso con higiene
    adecuada. La hembra deposita sus huevos durante la noche
    alrededor del ano. Los huevos se esparcen por la ropa interior,
    sábanas, juguetes y manos del niño. A partir de
    estos lugares son nuevamente ingeridos por el niño
    originando nuevas reinfestaciones. Los áscaris, son
    gusanos cilíndricos de 15 a 20 cm. que se instalan
    también en el aparato digestivo
    y se contagian al comer la tierra
    infectada por los huevos. Las hembras pueden llegar a poner
    200.000 huevos al día, que se eliminan con las heces. La
    giardia lamblia, es un protozoo, que habita en el intestino y su
    reservorio natural es el hombre. La
    edad de máxima incidencia se sitúa entre los 2 y
    los 6 años de edad y es especialmente frecuente en
    niños que asisten a guarderías, por la
    transmisión persona a persona. Los síntomas en el
    caso de los oxiuros el síntoma más
    característico es un intenso picor en la zona anal, sobre
    todo durante la noche, lo que obliga al niño a rascarse
    produciendo una dermatitis en la zona perianal. Además el
    niño presenta un sueño intranquilo y se despierta
    con frecuencia. En ocasiones es posible ver pequeños los
    oxiuros en las heces o en las márgenes del ano. Las
    ascaridiasis habitualmente no producen síntomas, aunque en
    ocasiones aparecen determinados trastornos: molestias
    abdominales, tos, febrícula, erupciones en la piel, etc.
    En el caso de la giardia lamblia las manifestaciones son muy
    diversas: en muchos casos no produce síntomas, mientras
    que en otros puede ser causa de dolor abdominal, de episodios de
    diarrea aguda, de urticaria, etc. Para el diagnóstico se
    debe de ver los oxiuros en las heces. Si no fuese así se
    debe recoge una muestra aplicando cinta adhesiva o celo en las
    márgenes del ano, nada más levantarse el
    niño por la mañana y enviarla al
    laboratorio.

    El diagnóstico:

    • El diagnóstico de los áscaris se
      establece mediante la identificación del parásito
      o de sus huevos en las heces.
    • El diagnóstico de la giardia lamblia se
      realiza con el examen parasitológico de las
      heces.

    El tratamiento:

    • Oxiuros: En el tratamiento se emplean medicamentos
      antiparasitarios específicos, pero es importante
      administrarlos simultáneamente a toda la familia, para
      que el tratamiento sea eficaz. Así mismo, para conseguir
      buenos resultados es necesario adoptar medidas de higiene
      general: lavados frecuentes de manos y cepillado de
      uñas, sobre todo al levantarse, cambio frecuente de ropa
      interior y de sábanas que deben ser hervidas. Es
      recomendable desinfección de los utensilios del
      baño y de los juguetes y la eliminación del polvo
      de las habitaciones ya que pueden vehiculizar
      huevos.
    • Áscaris: Existen medicamentos
      específicos para su tratamiento y
      erradicación.
    • Giardiasis intestinal: Existen distintos
      fármacos de los que el pediatra seleccionará el
      más adecuado para cada edad.

    PIE DE ATLETA:
    Es una infección de los espacios interdigitales y de la
    planta del pie producida por hongos. No es muy frecuente en
    niños pequeños, sino en los más grandecitos.
    En el cuadro es característica la presencia de dolor a la
    presión de la región, la picazón y el mal
    olor persistente. Los pacientes frecuentemente presentan
    afectados sus dos pies y una mano. Es causada por hongos, a
    través de algunos factores predisponentes como calzados
    cerrados, duchas, piscinas, ambientes cálidos y
    húmedos, cuadro clínico, provocando lesiones que
    van desde pápula a vesículas y ampollas que pueden
    presentar pus. El tratamiento debe basarse en la buena higiene
    del pie, el secado adecuado del mismo, uso de sandalias en duchas
    públicas (camping, clubes, hoteles, etc.). El pediatra será el
    encargado de indicar en caso de necesidad el tratamiento
    específico.

    POLIOMELITIS:
    Es una enfermedad viral aguda, cuya gravedad varía desde
    una infección sin síntomas hasta una enfermedad
    febril inespecífica, meningitis aséptica,
    enfermedad paralítica y muerte. Es trasmitida por contacto
    directo. El virus se transmite por vía fecal oral. El
    virus del polio se multiplica en el sistema nervioso central y
    provoca una parálisis severa causando deformaciones de los
    miembros con atrofiamiento de los músculos. Puede causar
    la muerte. El polio se encuentra en todo el mundo, pero es
    más frecuente en países en desarrollo. Es producida
    por los poliovirus (género de
    enterovirus) tipo 1, 2 y 3: Todos ellos causan parálisis,
    el más frecuente aislado en casos de parálisis es
    el tipo 1, siendo a menudo el responsable de las epidemias. El
    tipo 3 es el de menor frecuencia. En el tratamiento existen dos
    tipo de vacunas, la inyectable que es el virus inactivo y la oral
    que es el virus vivo. Ambas requieren dos dosis, tres para
    niños con intervalos de un mes. Un refuerzo después
    de un año y luego cada 10 años y 5 para los
    niños.

    R:
    RINITIS:
    Es una infección aguda de las vías respiratorias
    altas (nariz, ojos y garganta) que pueden presentar los
    niños en cualquier época del año pero
    especialmente en invierno y en primavera. Es la enfermedad
    más frecuente en los niños y una de las principales
    causas de absentismo escolar. Es muy contagiosa, capaz de pasar
    de un niño a otro con una gran facilidad. Los niños
    de 1 a 6 años presentan de seis a ocho catarros al
    año y esta frecuencia es mucho más alta en los
    niños que acuden a guardería. La inmensa
    mayoría de las veces está producida por un virus.
    Hay más de 150 ó 200 virus que pueden causar el
    resfriado. Los virus presentes en las secreciones nasales pasan a
    otros niños fundamentalmente a través de los
    estornudos y la tos o de la saliva que permanece en los objetos
    que los niños pequeños se llevan a la boca. El
    periodo de contagio se inicia 48 horas antes de que comience la
    sintomatología y la duración de la enfermedad suele
    ser de 7 a 10 días. Los síntomas dependen de la
    edad del niño. Los bebés menores de 3 meses,
    presentan dificultades para la alimentación y para
    conciliar el sueño debido a la obstrucción nasal.
    Los niños entre 3 meses y 3 años habitualmente
    tienen fiebre, irritabilidad y estornudos. A las pocas horas se
    asocian mocos, obstrucción nasal y tos. La tos puede
    impedir que coman o duerman bien. Más raramente tienen
    problemas intestinales (vómitos o diarrea). Los
    niños mayores de 3 años presentan irritación
    y obstrucción nasal, dolor de garganta, tos, lagrimeo e
    irritación ocular, y en ocasiones algo de fiebre y
    malestar general. No existe un tratamiento específico. De
    hecho los médicos dicen que un catarro con medicamentos
    dura siete días y sin medicamentos una semana. Solamente
    se puede actuar mejorando los síntomas. Para la
    obstrucción nasal se recomienda lavados nasales con suero
    fisiológico y para la fiebre, antitérmicos. Es
    aconsejable beber muchos líquidos e ingerir una dieta
    blanda. Al ser una enfermedad producida por virus, tampoco
    están indicados los antibióticos. Es aconsejable
    que el niño se quede en casa durante unos días para
    que no contagie a los compañeros de guardería y de
    colegio, pero también para evitar posibles complicaciones
    (otitis, neumonías). Es normal que: Se encuentre
    decaído sobre todo si tiene fiebre. Presente varios
    catarros durante el invierno sobre todo el primer año que
    acude a la Guardería o al Colegio. Se debe acudir a
    urgencias o al pediatra: Si la fiebre no le cede con el
    antitérmico o le dura más de 3-4 días. Si se
    asocia dificultad respiratoria. Si le supura el
    oído.

    RUBEOLA:
    Es una enfermedad infecciosa producida por un virus. El virus que
    la produce se propaga a través del aire por medio de las
    gotitas de las secreciones nasales que las personas que padecen
    la enfermedad expulsan al hablar, toser o estornudar. Cuando una
    mujer embarazada
    contrae la rubéola y la trasmite al futuro hijo,
    éste nace con una grave enfermedad llamada
    "síndrome de rubéola congénita", que podemos
    prevenir mediante un programa de
    vacunación. La persona que ha padecido rubéola
    queda inmunizada (protegida) para toda la vida. La
    erupción de la rubéola son manchitas de color
    rosado o rojo pálido de diferente tamaño que no
    tienden a unirse y que aparecen primero en cara y detrás
    de las orejas y que después se extienden por todo el
    cuerpo, aunque no suelen afectar las extremidades. Es
    característico de esta enfermedad el aumento de los
    ganglios situados en la región occipital, detrás de
    las orejas y la nuca. La fiebre es poco elevada y se afecta poco
    el estado general del niño. El diagnóstico de
    rubéola resulta difícil incluso hasta para el
    pediatra, lo cual carece de importancia a excepción de que
    el bebé o el niño con sospecha de rubéola
    hayan estado en contacto con una mujer embarazada. En estas
    situaciones debemos remitir a la mujer
    embarazada a su médico obstetra para que le indique las
    recomendaciones oportunas. Al ser producida por un virus, no
    necesita ser tratada con antibióticos. Si la temperatura
    fuera superior a 38 ºC se le puede administrar un preparado
    de paracetamol. Es recomendable prevenir a las mujeres que pueden
    estar embarazadas, que eviten el contacto con el niño
    enfermo.

    S:
    SARAMPIÓN:
    Es una enfermedad infecciosa producida por un virus (mixovirus).
    Desde que se vacuna contra el sarampión a la edad de 15
    meses, esta enfermedad ha disminuido de forma muy notable. El
    virus se trasmite a través del aire por medio de las
    gotitas de las secreciones nasales que las personas que padecen
    la enfermedad expulsan al hablar, toser o estornudar y
    también a través de la conjuntiva ocular. El
    sarampión es contagioso desde que se inician los
    síntomas catarrales hasta cinco días después
    de que hayan desaparecido las lesiones cutáneas. La
    persona que ha padecido sarampión queda inmunizada
    (protegida) para toda la vida. El comienzo se caracteriza por
    fiebre alta, malestar general, síntomas catarrales
    inespecíficos: catarro nasal, estornudos, tos, secreciones
    conjuntivales, tos perruna, párpados inflamados y
    fotofobia (les molesta la luz). Uno o dos días antes de
    aparecer las lesiones cutáneas pueden observarse las
    manchas de Koplick (pequeños puntos blancos en el interior
    de las mejillas). El exantema del sarampión se caracteriza
    por manchitas de color rojo, planas y redondeadas que aparecen
    inicialmente detrás de las orejas y que se extiende por el
    tronco, brazos, muslos, manos, piernas y pies. Las
    características del exantema y sobre todo del periodo
    catarral previo y de las manchas de Koplick facilitan el
    diagnóstico de la enfermedad. Insistimos que en nuestro
    país debido a la vacunación masiva de la
    población infantil, el sarampión es una enfermedad
    que prácticamente ha desaparecido. La vacuna es la mejor
    prevención contra esta infección, y se administra a
    la edad de 15 meses formando parte de la triple vírica.
    Para atenuar la fiebre, se puede prescribir ibuprofeno o
    paracetamol.

    SÍNDROME DE DOWN:
    Es una anomalía genética debida a una
    alteración cromosómica. Como consecuencia de dicha
    anomalía se produce un conjunto de manifestaciones
    clínicas que confiere a las personas con síndrome de
    Down un aspecto característico. Se produce en el 95%
    de los casos se debe a un cromosoma extra (el par 21 en lugar de
    tener 2 cromosomas tiene
    3, de ahí la denominación de trisomía 21).
    El riesgo de trisomía aumenta con la edad de la madre, y
    se incrementa notablemente a partir de los 35
    años.

    En un pequeño porcentaje de casos el
    síndrome de Down es consecuencia de otra alteración
    cromosómica pero de tipo estructural (traslocación)
    que es independiente de la edad materna. Desde el punto de vista
    físico presentan un conjunto de anomalías muy
    peculiares que son particularmente evidentes en la cara (ojos
    sesgados, nariz corta, lengua grande y prominente y rostro ancho
    y chato), cabeza pequeña, cuello corto, manos
    pequeñas y dedos cortos. Con frecuencia presentan
    malformaciones congénitas asociadas (cardiacas y/o
    digestivas). Además todas las personas con síndrome
    de Down tienen, en mayor o menor intensidad, deficiencia mental.
    La confirmación del diagnóstico se realiza con el
    cariotipo que permite visualizar la alteración
    cromosómica responsable (trisomía 21 o
    traslocación). El diagnóstico prenatal es posible y
    puede realizarse por métodos invasivos (amniocentesis) y
    no invasivos (ultrasonografía y el triple screening que se
    realiza en suero de la madre). Las anomalías
    cromosómicas en la actualidad no tienen tratamiento, pero
    los niños con síndrome de Down, como todos los
    niños, tienen derecho a gozar de la mejor salud posible.
    El gran progreso que se ha producido en la salud de las personas
    con síndrome de Down durante los últimos
    años ha permitido avanzar de forma paralela en el campo de
    la educación

    SINUSITIS:
    Es la inflamación de los senos paranasales, de los que
    existen cuatro tipos: los maxilares, los etmoidales, los
    frontales y los esfenodiales. Los dos primeros son
    radiológicamente visibles a partir del primer – segundo
    año de vida mientras que los dos últimos
    sólo se ven después de los seis años. Por
    ello las sinusitis son más frecuentes a partir de los 3
    años de edad. Son producidas por infecciones agudas o
    crónicas, generalmente secundarias a complicaciones de
    infecciones de vías respiratorias altas provocadas e
    iniciadas por agentes virales o bacterianos. En ocasiones son
    consecuencia de una rinitis alérgica. Los síntomas
    habitualmente tras un cuadro catarral de vías altas, el
    niño comienza con dolor de cabeza localizado en la frente
    o a ambos lados de la nariz, secreción nasal
    verdosa-amarillenta y malestar general. Las secreciones pueden
    pasar a la garganta y causar una tos molesta, sobre todo durante
    la noche. El pediatra orientará el diagnóstico por
    los síntomas clínicos y la exploración:
    dolor a la presión en los senos maxilares (debajo de los
    ojos) y frontales (encima de las cejas), y lo confirmará
    mediante una radiografía de los senos paranasales. El
    tratamiento de la sinusitis de causa infecciosa consiste en la
    administración de antibióticos, descongestionantes
    nasales y antitérmicos o analgésicos en caso de
    fiebre o cefalea. Se debe acudir a emergencias si: persiste la
    fiebre a las 24-36 horas de iniciado el tratamiento
    antibiótico. El dolor de cabeza es muy intenso y no cede
    con los analgésicos.

    SOPLO CARDÍACO (INOCENTE):
    Es un ruido
    anómalo que se escucha al auscultar el corazón. El
    ruido que se produce se parece al de un soplido, de ahí su
    nombre. A pesar de que no es una experiencia agradable escuchar
    que a nuestro bebé o a nuestro hijo le han encontrado un
    soplo, debemos conocer que entre un 30-40% de los niños
    tienen un soplo y la mayoría son de naturaleza benigna.
    Los soplos inocentes son de naturaleza benigna y no existe
    alteración anatómica ni fisiológica. Se cree
    que son debidos a turbulencias del flujo de la sangre dentro del
    corazón y al ruido que se produce al contraerse la masa
    muscular. El niño no tiene ningún problema
    funcional por lo que tampoco presenta ningún
    síntoma especial. Se descubre al auscultar al niño
    en un examen de rutina realizado en un control de salud o con
    motivo de una enfermedad aguda. No requiere tratamiento porque el
    niño no está enfermo. Puede y debe hacer una vida
    normal.

    T:
    TOXOPLASMOSIS:
    Es una enfermedad infecciosa producida por un el Toxoplasma
    gondii un parásito que se encuentra en muchas especies
    animales, siendo el gato el animal clave en el ciclo del
    parásito. La infección se produce por ingerir carne
    poco cocinada que contenga quistes, a través de las heces
    de los gatos o por el consumo de determinados alimentos como
    embutidos o verduras mal lavadas. La enfermedad en sí no
    entraña ningún riesgo, pero si la contrae una mujer
    embarazada puede tener efectos muy negativos en el feto. De
    hecho, si el contagio se produce durante el primer trimestre, la
    mayoría de las veces es causa de aborto. Si la
    toxoplasmosis es adquirida, los síntomas son muy poco
    llamativos, parecidos a los de un cuadro gripal. Sin embargo si
    se trata de una toxoplasmosis congénita, es decir, si el
    bebé se contagia en el útero a través de su
    madre, puede presentar manifestaciones neurológicas,
    oculares, etc. El diagnóstico se realiza mediante un
    análisis de sangre para determinar títulos de
    anticuerpos antitoxoplasma que debe efectuarse también en
    la madre durante el embarazo. Para prevenir las embarazadas deben
    de comer sólo carne bien cocinada y evitar el contacto con
    gatos y con los lugares donde estos animales defecan.
    Además el médico obstetra en el control de la
    embarazada realiza el título de anticuerpos antitoxoplasma
    para saber si está protegida o padece la infección
    toxoplásmica en cuyo caso indicará el tratamiento
    adecuado. Como hemos comentado, las embarazadas que han
    contraído la infección recibirán la
    administración de determinados antibióticos. De
    igual manera, los niños que nacen con la enfermedad, deben
    ser tratados con la
    pauta terapéutica indicada por el pediatra.

    TUBERCULOSIS:
    Es una infección causada por el bacilo de Koch. Constituye
    un grave problema de salud
    pública en los países en vías de
    desarrollo y en las poblaciones marginadas económica y
    socialmente de los países industrializados. El
    número de casos ha aumentado considerablemente durante los
    últimos años, incluso entre la población
    infantil. La infección en los niños se produce tras
    la inhalación de gotitas respiratorias contaminadas (tos,
    estornudos) procedentes de personas con secreciones respiratorias
    infectadas con el bacilo generalmente pertenecientes a su entorno
    familiar. Las bacterias que causan esta enfermedad pueden vivir
    en forma inactiva en el organismo pero puede activarse un tiempo
    después de que se haya producido el contagio. La
    infección tuberculosa no suele presentar síntomas,
    mientras que la enfermedad tuberculosa cursa fundamentalmente con
    fiebre no muy elevada y tos. Otros síntomas más
    raros son la falta de apetito, la pérdida de peso y el
    dolor de pecho. La forma pulmonar es la más frecuente. La
    meningitis tuberculosa, afortunadamente no habitual, es grave. La
    historia clínica y el antecedente de un adulto de su
    entorno familiar enfermo de tuberculosis, nos
    llevarán a realizar una radiografía de tórax
    y una prueba de la tuberculina. La confirmación
    diagnóstica se basa en el cultivo del bacilo de Kock del
    esputo. Para el tratamiento de la tuberculosis existen unos
    protocolos
    terapéuticos que combinan la dosis y la duración de
    los distintos antibióticos en función del
    estadío de la enfermedad tuberculosa.

    V:
    VARICELA:
    Es una enfermedad infecciosa aguda causada por un virus, propia
    de la infancia, altamente contagiosa y de evolución
    habitualmente benigna. Está causada por un virus, el
    varicela zoster, que penetra por la piel o las vías
    respiratorias. Luego el virus persiste de forma latente en el
    organismo y puede manifestarse años más tarde con
    un cuadro de herpes zoster. Es muy contagiosa. Se transmite por
    vía respiratoria, contacto directo y vía
    transplacentaria, por eso es tan importante que las embarazadas
    que no hayan pasado la varicela no estén en contacto con
    un enfermo. El periodo de contagio va desde unos días
    antes de que aparezcan los primeros "granos" (por eso es tan
    difícil de evitar) hasta que las vesículas se
    convierten en costras. Los niños tienen que dejar de ir a
    la escuela mientras que las lesiones no se encuentren en fase de
    costra. En ocasiones, pero no siempre, antes de que aparezca la
    erupción el niño se encuentra cansado, le duele la
    cabeza o tiene algo de fiebre. La erupción de la varicela
    es muy característica. Habitualmente comienza en el cuero
    cabelludo y en el tórax pero se generaliza y se concentra
    sobre todo en la espalda. Comienza por una mancha roja, como si
    fuera una picadura, que en seguida se transforma en
    vesícula que contiene un líquido transparente y
    posteriormente, se seca y deja unas costras, todo ello
    habitualmente en 1-2 días. Este proceso dura habitualmente
    1-2 días. Es muy típico que durante la varicela se
    vean muchas de estas lesiones en etapas diferentes, lo que se
    denomina imagen en "cielo
    estrellado". La erupción de la varicela se acompaña
    de picor intenso y fiebre de intensidad variable. Las
    características del exantema facilitan su
    diagnóstico clínico. En la actualidad, existe una
    vacuna que actualmente está indicada en situaciones
    especiales y a nivel hospitalario. Se administra a niños
    con problemas de inmunodeficiencias o con enfermedades graves. Es
    normal que: El niño se encuentre cansado. Se queje de
    picor intenso. Tenga fiebre durante los primeros días. Se
    debe acudir a urgencias o contactar al pediatra si: La fiebre
    persiste. El niño tiene dolores de cabeza muy fuertes o
    inestabilidad al andar. Presenta tos, problemas al respirar.
    Presenta vómitos, está decaído,
    somnoliento.

    3.
    Conclusiones

    Gracias a la elaboración de este trabajo, que se
    ha llevado a cabo en forma de guía práctica, se
    pueden llegar a conocer un gran número de enfermedades
    infantiles que afectan a los niños hoy en día. Es
    importante manejar este tipo de información ya que por
    medio de el
    conocimiento de ella, se puede ser útil en el momento
    de ser necesario, colaborando, ayudando y prestando la
    información a anteriormente se desarrollo.

    En el trabajo hay
    expuestas enfermedades comunes como la gripe, la dermatitis del
    pañal, el catarro, la conjuntivitis, las caries dentales,
    los cólicos del lactante, las alergias, etc. Estas
    enfermedades comunes por lo general, en la mayoría de los
    casos, son normales que aparezcan en los niños, bien sea
    por sus causas o por etapas normales en el infante. En el caso de
    las causas se puede hablar de aquellas enfermedades que se
    trasmiten por vías orales, saliva, tacto, etc., y que
    permiten que sean fácilmente transmitidas en los colegios,
    guarderías, parques, piscinas, etc. Cuando se habla de las
    etapas normales del niño, hablamos de problemas que
    producen los alimentos típicos de los niños, como
    la leche, los dulces, etc.

    También en este trabajo se pueden encontrar
    enfermedades no tan comunes en los niños, pero que siguen
    siendo amenazas de ataque en cualquier momento. Tal es el caso de
    la muerte súbita del lactante, la toxoplasmosis, el soplo
    cardíaco, enuresis, etc. Estas enfermedades no son tan
    comunes como las anteriormente mencionadas, pero de igual manera
    es importante conocer información acerca de ellas para ser
    más que espectadores al momento de presentarse.

    Hay en este trabajo, de igual manera, ciertos males
    congénitos, que ciertamente no son considerados como
    enfermedades y que simplemente se han mencionado como medida
    informativa para el caso.

    Se han tocado aproximadamente 74 enfermedades, de las
    cuales se ha hablado acerca de que es la enfermedad, como se
    transmite, cuales son los síntomas, cual es el tratamiento
    más adecuado (pediátrico y en la casa), cuando se
    debe acudir al médico o a urgencias y cuales son los
    factores normales dentro de la enfermedad. Están
    dispuestas en orden alfabético, para que de esta manera se
    facilite el encontrar una enfermedad específica al momento
    de ser necesario.

    En conclusión se puede decir que la
    elaboración de este trabajo es de gran importancia, debido
    a que nos ha permitido llegar a conocer más acerca de un
    tema de gran importancia, tanto para nosotras (futuras docentes)
    como para el resto de la gente que le de un uso adecuado a la
    misma.

    4.
    Bibliografía

    • www.starmedia.mundopadres.com
    • www.guiadelniño.com
    • www.methodishealth.com
    • www.besthealth.com

     

     

     

     

     

     

    Autor:

    Sandra Santamaría.

     

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