- Corrientes
socio-históricas y políticas de la España
de entonces - Brevísima relación
de la vida de Bartolomé de las Casas - El legado del pensamiento
lascasiano - Bibliografía
La figura de Fray Bartolomé de las Casas ha
quedado –entre los personajes históricos que
formaron parte de las primeras generaciones de viajeros a la
América, luego de su descubrimiento- como una de las
más objetivas, respecto a otras cuya carga es más
bien totalmente adversa y por qué no decirlo funestas,
pudiendo mencionarse a Francisco Pizarro, Diego de Almagro, Pedro
de Valdivia, Hernán Cortés, entre otros. Esta
diferencia se halla en su posición beligerante frente a la
injusticia cometida contra los "indios", puesto que fue testigo
principal de este negro proceso que
vivieron millones de seres que poblaban este inmenso territorio
en el momento del encuentro.
Entonces de ahí viene la polémica que
todavía tiene señales muy vivas, y se traduce en la
evangelización como "derecho de conquista", su "licitud o
ilicitud", además de los recursos, a los
cuales justamente Bartolomé de las Casas combatió o
pudo ser cómplice. Desde luego que se encontrarán,
entre otros, algunos factores históricos adversos tales
como los neófitos o infieles vs. cristianos; los poderes
de la Corona y del papado, que se acrecienta con dos importantes
bulas, Inter coetera del 3 y 4 de mayo de 1493 y la Eximiae
devotionis del 3 de mayo… (Dussel: 81) que les otorga el
derecho de participación en los beneficios del Evangelio;
y la denominada guerra justa
contra los indios.
Este encuentro significó un choque entre una
visión de mundo, frente a centenas de otras similares,
aunque el común denominador de las más se hallaba
en el concepto de
intercambio de productos y su
acceso de forma más bien integral, frente a uno mercantil
que sobrevivió y fue la condición sine qua non, que
llevó miles de europeos a escudriñar lo
máximo posible en busca de los metales
preciosos.
Entonces, bajo esta condición primordial
encontramos a los evangelizadores, quienes tuvieron que ceder
espacio a esa visión, basta analizar las "preguntas para
los caciques y curacas", que se redactan en el Concilio III de
Lima el año 1583, pueden corroborar lo aseverado. Mercantilismo
y evangelización fueron las dos caras de la misma moneda,
y sería imposible entender el proceso de la conquista
eliminando o negando la importancia de uno de ellos, manifiesta
Héctor H. Bruit (1998), justificando el hecho,
básicamente por las características económicas, sociales
y políticas de ese entonces.
Quizá el aspecto mercantil, respecto al manejo de
la riqueza, se ha mantenido de forma más sofisticada a
partir del decaimiento de feudalismo la
consolidación de la burguesía, hasta nuestros
días, convirtiéndose en parte de la cotidianidad de
la mayoría de los seres del planeta, hecho que
estará implícito en el desarrollo de
éste trabajo.
Estos acontecimientos, desde luego no eran desconocidos
por los teólogos, y evangelizadores de en aquel
momento:
La causa por que han muerto y destruido tantas y tales
e tan infinito número de ánimas los cristianos ha
sido solamente por tener por su fin último el oro y
henchirse de riquezas en muy breves días e subir a
estados muy altos e sin proporción de sus personas;
conviene a saber, por la insaciable cudicia e ambición
que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo por
ser aquellas tierras tan felices e tan ricas e las gentes tan
humildes tan pacientes y tan fáciles a subjectarlas.
(Bartolomé de las Casas: 1992).
Por ello es que el carácter
de la mayoría de los evangelizadores, incluyendo Las
Casas, puede resultar dogmático, puesto que su
participación, si bien ha sido muy importante en el
mantenimiento
del humanismo, se
puede notar que sus pensamientos fueron ambiguos como la
época que les tocó vivir, como el impacto de verse
ante un nuevo mundo, tan nuevo que era integrado por seres
completamente diferentes a ellos en su visión de mundo, en
su cosmogonía.
Los "libre-pensadores" contemporáneos, o no a
Bartolomé de las Casas, como Marcillo de Padua
(1275-1343), quien afirmó que la legítima autoridad
política
sólo puede emanar del pueblo, que confía a un
determinado gobierno el
cumplimiento de las leyes y
demás ordenamientos legales (Encarta 2002); o Jean de
Gerson (1363-1429), que criticó con severidad la
superstición religiosa (Idem: 2002), Guillermo de
Ockham1 (1285- 1349) que se opuso a la
participación en política del papado y que fuera
excomulgado posteriormente, estos, entre estos2,
dejaron testimonio de si mismos, de su filosofía
¿acaso no tenían la suya propia los otros, los
indios? ¿Por qué no dejaron su
testimonio?
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