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La igualdad y el igualitarismo en la cuestión femenina




Enviado por frometa



    Efectos del Igualitarismo en la
    Mujer

    A nuestro juicio de los autores el problema merece ser
    abordado en los aspectos físico, psicológico,
    ético y de la salud humana.

    Este estudio se realiza en Cuba, mas en
    el ámbito general de la ciencia
    sociológica, parece que hay cuestiones de interés
    práctico. Preocupa igualitarismo en la mujer en Cuba
    porque que existe una tendencia a plantear con suma fuerza el tema
    de la igualdad entre el hombre y la
    mujer, lo que ha
    traído determinados efectos, consecuencias o
    trascendencias en el plano socio-psicológico, sentido en
    el que el problema de marras tiene una consecuencia muy
    importante y acaso deplorable.

    Como la psicología que
    predomina en este mundo es una psicología masculina, los
    hombres tratan desde una óptica
    o desde una psicología masculina, de ponerse en el lugar
    de la mujer, interpretar sus sentimientos, sus necesidades, sus
    deseos, y se trata así de asumir posiciones de personalidad
    femenina que realmente no están, en cuanto hombres, en
    condiciones para entender y asumir debidamente.

    Se oye hablar con frecuencia de una compasión del
    hombre por la
    mujer en el sentido de que ella tiene que parir, que amamantar un
    crío y atender a ciertos quehaceres propios de la
    maternidad. El hombre trata de situarse en el plano de ella, pero
    lo ve desde una óptica masculina. Lamenta que tenga que
    dedicarse a esos quehaceres y le parece que el mismo sufrimiento
    y la misma sensación de pesar, o de bruma que él
    siente son sentidos por la mujer.

    Eso es, a juicio de estos publicistas, incorrecto. La
    mujer tiene otra psicología, otra formación, y
    tiene una cualidad maternal que hace que ella disfrute con la
    realización de ciertas tareas, por eso no tiene la misma
    predisposición del hombre. Otras cuestiones tienen
    también que ver con las atenciones de la mujer al hombre
    en la casa: servirle la comida, atenderlo, dedicarle ciertas
    diferencias y ternuras sociales dentro de la familia,
    tradiciones estas que quieren ser erradicadas y transformadas en
    su opuesto de súbito y por imposición femenina. Hoy
    viene a resultar que esta concepción se le ha inculcado a
    la mujer, de tal suerte que ella la asume como componente de su
    psicología. Llega así el momento en que se trastoca
    su personalidad y empieza a conducirse a expresarse y a actuar
    desde esa misma masculinidad que se le está inculcando y
    alcanza a rechazar psicológicamente las mismas cosas que
    el hombre. Tanto se le insiste, se dice y comunica por todas
    partes, que ella los asume social y racionalmente de modo que se
    van perdiendo elementos de feminidad propios de la mujer y tiende
    a tornarse indelicada. Feminismo vs
    Machismo, es la máxima que se respira a modo de conflicto
    social, como si ya se hubiesen superado otros problemas
    sociales por el contrario todavía latentes, de modo de
    justificación para promover una diletancia
    doméstica de semejante género.

    No cabe la menor duda de que existen diferencias
    emocionales y de conducta entre
    hombres y mujeres que tienen un origen cultural, donde el hombre
    ve el desarrollo de
    la sociedad con una
    óptica masculina, y por su carácter
    de personalidad predominante en la historia esta óptica
    ha sido impuesta como única. De aquí que el
    machismo no sea simplemente un intento de los hombres por
    establecer el dominio en el
    hogar, sino que es toda una cultura por la
    que ha transitado la humanidad.

    Pero las diferencias no son solo en el orden
    cultural-psicológico, sino también en el orden
    físico o biológico, de donde es
    probable provengan las diferencias psicológicas naturales
    hombre mujer. No podemos hacer que personas físicamente
    diferentes, de sexos distintos por añadidura, sean
    igualadas burdamente. Por eso al elemento cultural se suma un
    factor de índole biológica, que tiene su efecto
    inmediatamente, como es lógico en el orden cultura, por
    cuanto la mujer no puede hacer físicamente, por mucho que
    quiera, lo mismo que hace un hombre. No solamente en su conducta
    sexual, sino también en otras manifestaciones culturales
    importantes no menos ligadas al aspecto físico. Por
    ejemplo, novedosos estudios revelan que ante cosas inexplicables
    hace un tiempo, ahora hay
    respuestas bastante claras debido a los avances de la ciencia y la
    técnología, y tal parece que deben atribuirse a un
    desarrollo diferente de lo que se denomina cerebro o
    materia
    gris
    .

    Aunque los cerebros masculino y femenino no tienen mucho
    en común —difieren en tamaño, estructura,
    sensibilidad— en general el de la mujer es, como el cuerpo,
    del 10 al 15 % menor que el del hombre. Pero las regiones que se
    dedican a las funciones
    superiores, como el lenguaje,
    están más densamente pobladas de neuronas en la
    mujer que en el hombre. Las mujeres usan regiones más
    bastas del cerebro. Cuando
    una mujer realiza una tarea, por sencilla que sea, incluso mover
    los pulgares, la actividad de sus neuronas ocupa un área
    más extensa del cerebro.

    Señala el psiquiatra y neurólogo Mark
    George que en caso de los hombres la actividad
    neuroeléctrica ocurre en regiones muy localizadas,
    mientras en las mujeres la red de células
    activas es tan extensa que en una tomografía aparece como
    una pista nocturna de la ciudad de Las Vegas. Una
    explicación posible, aunque discutida, es que el cuerpo
    calloso, el puente de fibra que une el hemisferio derecho con el
    izquierdo. Por lo mismo, el cerebro femenino puede hacer
    asociaciones de ideas que quizá a un hombre no se le
    ocurrirían. Para algunos esta habilidad constituye una
    forma de inteligencia
    emocional, mientras que otros la llaman simplemente
    intuición femenina.

    El cerebro masculino, en cambio
    está más capacitado para la concentración,
    lo cual podría explicar por qué un hombre puede
    quedar absorto en una lectura
    mientras suena el teléfono o el perro ladra. Las emociones afectan
    más al cerebro femenino. Al estudiar imágenes
    de la actividad cerebral de hombres y mujeres mientras se los
    hacía recordar experiencias emotivas, George
    observó que unos y otras se manifestaban de manera
    distinta frente a las emociones, sobre todo a la
    tristeza.

    Los recuerdos melancólicos estimularon neuronas
    en una región ocho veces más extensa en el cerebro
    femenino que en el masculino. Este modo de reaccionar ante lo
    triste podría explicar la propensión de las mujeres
    a la depresión,
    padecimiento dos veces más frecuente en ellas.

    El cerebro femenino puede también identificar
    emociones ajenas con más precisión. La
    neuropsiquiatra Raquel Gur y su esposo el psicólogo
    obtuvieron tomografías de cerebros de un grupo de
    voluntarios mientras éstos veían fotografías
    de actores representando distintas emociones. Tanto hombres como
    mujeres reconocieron perfectamente la felicidad, pero a los
    hombrees les costó más trabajo identificar la
    tristeza en las actrices. La expresión tenía que
    ser muy triste para que los hombres la percibieran, dice Ruben
    Gur.

    También se plantea que las mujeres son más
    hábiles para el lenguaje. Por
    lo general las niñas empiezan a hablar y a leer antes que
    los niños.
    Según los doctores Sally y Vinnent, profesores de
    pediatría y neurología de la universidad de
    Yales, esto pudiera deberse a que la mujer utiliza regiones de
    ambos hemisferios para leer, mientras que los hombres emplean
    únicamente parte del izquierdo.

    También en la edad adulta las mujeres tienden a
    ser más hábiles para el lenguaje. Por las pruebas
    efectuadas al respecto se sabe que son capaces de decir
    más sinónimos y más palabras que comiencen
    con las mismas letras, así como de recordar los nombres de
    colores y formas
    con mayor rapidez que los hombres.

    Quizás lo más importante sea que el uso
    simultáneo de ambos hemisferios para el lenguaje ayuda a
    las mujeres que sufrieron ataque de apoplejía u otro tipo
    de lesión a restablecerse más fácilmente,
    como las mujeres utilizan una red neuronal más
    extensa que los hombres, al hablar y al leer, quedan en una
    situación menos desventajosa si una parte de su cerebro
    resulta dañada —observa Mark
    George—.

    También en el modo de orientarse las mujeres
    difieren de los hombres. Al ir de un lugar a otro las mujeres se
    fijan más en lo que van encontrando en el camino, sobre
    todo en puntos de referencia como tiendas e iglesias. Así,
    para recordar determinadas rutas o dar indicaciones de
    cómo llegar a un sitio, se guían por la existencia
    de tales puntos, en tanto que los hombres atienden más a
    la distancia y a la dirección; medio Km. hacia el oeste y
    después medio Km. hacia el norte, por ejemplo. Creo que
    los hombres tienen ciertas características innatas que les da ventaja
    para las cosas que exigen noción del espacio
    —comenta la escritora científica Devora Blum—,
    y señala que los varones constantemente alcanzan mayores
    puntuaciones, v. gr. en las pruebas que consisten en hacer girar
    mentalmente una figura de tres dimensiones. Esto
    explicaría por qué un hombre puede estacionar el
    coche en un espacio pequeño que a la mujer le cuesta mucho
    trabajo.

    También las mujeres tienen más memoria. La memoria
    femenina supera a la masculina en cualquier edad según el
    psicólogo Thomas Crook, presidente de un instituto de
    investigaciones psicológicas, que ha
    sometido a prueba a más de 50 mil personas de uno y otro
    sexo, las
    mujeres tienen más capacidad que los hombres para asociar
    el nombre de una persona con la
    cara y también los superan en la memorización de
    listas. Los hechos que recordamos mejor son los que asociamos con
    cierta emoción —agrega el especialista—, como
    las mujeres emplean regiones más extensas del hemisferio
    derecho, que es donde se originan las emociones, probablemente
    hagan la asociación de manera
    automática.

    Está demostrado que el cerebro femenino envejece
    más despacio. Un estudio cuyos resultados aparecieron la
    publicación médica "Archive of Neuroi"
    reveló que el cerebro de los hombres se encoge más
    deprisa que el de la mujer con la edad, lo que trae como
    consecuencia mayor pérdida de la memoria, menor capacidad
    de atención, una tendencia más
    acentuada a la depresión, y por lo mismo más
    irritabilidad. Si los hombres se vuelven más
    gruñones cuando llegan a viejos —Señala Ruben
    Gur—, la culpa es de su cerebro.

    La drástica disminución de tamaño
    quizá tenga que ver con la eficiencia en el
    aprovechamiento del combustible. Al parecer el cerebro de las
    mujeres es capaz de reducir su ritmo metabólico, es decir,
    su tasa de consumo de
    glucosa conforme pasa el tiempo, mientras que el cerebro de los
    hombres, por el contrario, quema tanta más glucosa cuanto
    más avanzada es la edad.

    Desgraciadamente, por durable que sea el cerebro
    femenino, no puede sustraerse a los efectos perjudiciales del
    envejecimiento. Se ha calculado que ¾ de los 4 millones de
    estadounidenses que padecen de enfermedad de Ansement, son
    mujeres. Todavía es imposible prever las implicaciones de
    tantos hallazgos, pero a decir de Gur, una cosa es clara: los
    cerebros de hombres y mujeres hacen las mismas cosas, solo que de
    manera distinta.

    Ya queda claro, por estas diferencias físicas que
    hemos analizado, que existen importantes disparidades en el orden
    biológico, psíquico, y por lo tanto social; Ppor
    qué mujeres y hombres, según el punto de vista de
    estos autores, se manifiestan desde su sexo, es decir, cada cual
    existe sexuadamente, cada cual existe en su género y se
    manifiesta en su género, piensa en su género,
    camina en su género, cocina en su género, estudia
    en su género, se relaciona en su género. Por lo
    tanto, no podemos pretender igualar dos personas que son
    orgánicamente diferentes; eso es igualitarismo.

    El concepto de
    equidad que defendemos, indica que debemos respetar los
    derechos de la
    persona independientemente de que sea hombre o mujer. Esos
    derechos tienen que ver con los principales derechos humanos,
    el derecho a su desarrollo, el derecho al trabajo, el derecho a
    la
    educación, el derecho a la cultura, es decir, todas
    las oportunidades sociales y también los deberes ante la
    sociedad. Es lógico que hombres y mujeres tengan responsabilidad con los hijos, pero desde sus
    posiciones respectivas. Los hombres se manifiestan con los hijos
    como hombres y las mujeres como mujeres, porque ningún
    proceso
    sería correcto entonces. Si anteriormente por la
    filosofía del marxismo las
    mujeres iban a homogenizarse con los hombres y a ser machistas en
    sí mismas, lo contrario para nosotros seria peor: que los
    hombres nos feminizáramos a punto de partida de las
    mujeres. Y esto acarrea, según nuestro punto de vista,
    —aunque no se han hecho estudios, al menor que
    conocidos—, conductas sexuales aberradas, lesbianismo,
    homosexualismo, y a toda una serie de variantes de conducta que
    desde la heterosexualidad no son adecuadas, independientemente de
    que hay una tremenda defensa hoy de aquellos sectores. Es decir,
    creemos que hay un punto de partida incorrecto en el proceso de
    liberación de la mujer y es, precisamente, tomar el punto
    de partida de los hombres. Es la misma metodología que seguimos para la investigación de los efectos de la ciudad
    en el campo, no se puede querer, para desarrollar el campo,
    trasladar la ciudad al campo. Aquí pasa lo mismo, para
    desarrollar a la mujer, trasladar el modo de ser del hombre a la
    mujer, es la misma cosa. Lo contrario también es
    incorrecto: trasladar el modo de ser de la mujer al
    hombre.

    ¿Qué es lo que nos garantiza un correcto
    equilibrio, un
    correcto balance?, el concepto de equidad; que cada cual
    esté en su medio, se desarrolle en su medio y tenga
    iguales oportunidades, iguales deberes desde todos los puntos de
    vista.

    Hoy se observan muchas mujeres velludas: con bigotes,
    con algunos pelos en la barbilla, en el pecho. Y estábamos
    pensando en qué medida tal vez factores como la dieta
    puedan estar influyendo en esto. No conocemos estudios que
    indiquen que las diferencias de dieta puedan provocar estos
    trastornos, pero sí es cierto que muchas veces las
    mujeres, por esas diferencias que tienen respecto al hombre desde
    el punto de vista biológico, por ejemplo en su conducta
    sexual, quiere mantener su juventud con
    hábitos no correctos, con estilos de vida diferentes
    —y no alimentándose correctamente que es como se
    logra una longevidad, una vida activa—, sino que tienen un
    desorden en la dieta —también ocurre en los
    hombres—. Pero como los hombres no quieren aparentar tanto
    como la mujer, ya que por la función
    que realizan desde su sexo, no les concierne tanto hacerlo
    —sucede que las mujeres tratan de atraer siempre como parte
    de la conducta femenina—, y entonces está claro que
    las mujeres están usando una inmensa cantidad de
    estrógenos conjugados y otros tipos de estrógenos,
    que mantienen la voluptuosidad, el metabolismo
    activo. Pero al ser hormonas a
    veces de carácter masculino, desarrollan rasgos masculinos
    que se manifiestan en la voz más grave, en vellos en
    lugares no propios de las mujeres, en pelos más gruesos y
    fuertes en las zonas del pubis, las piernas, etc. También
    está provocando una inmensa mortalidad en las mujeres,
    especialmente del Primer Mundo, donde el abuso de
    estrógenos se manifiesta en el cáncer
    de mamas o de útero.

    Tal parece que la dieta tiene que ver pero no porque
    haga un efecto diferente, sino por no hacer una dieta adecuada,
    al final acuden a nutrientes, a hormonas u otros medicamentos
    artificiales.

    No quiere decir que procesos
    naturales como la menopausia, o incluso la muerte,
    merezcan medidas, sino que la dieta siempre resolvería
    mejor que cualquier sustancia artificial.

    El pensamiento
    social ha elaborado el concepto de desarrollo sustentable
    o sostenible, y esto abre nuevas expectativas en tanto la
    ciencia se ha percatado de lo que el naturismo plantea, y en vez
    de ofrecerle razón plena, ha introducido un término
    de urgencia: sacrifica todo al desarrollo
    sustentable. Creemos que lo fundamental en este caso es
    buscar que el hombre mantenga una vida con expectativas y de
    acuerdo a las esperanzas de vida que existen en un país
    determinado. Si en Haití la esperanza de vida es 55
    años y en Ruanda es 45, entonces para los habitantes de
    esos países el fin de la vida es el momento en que para
    nosotros en Cuba comienza el momento más importante, el
    momento de desarrollo, de madurez en la vida. Por tanto las
    expectativas cambian; no es lo mismo el concepto de muerte, de
    machismo, de feminismo en esos países; es que no da tiempo
    para que tales reflexiones surjan. Hay que entender que estos
    problemas en
    discusión son problemas de la cultura; es el hombre quien
    conoce e interpreta estos problemas y le da sentido. Solamente
    esto puede ocurrir en el pensamiento de un hombre desarrollado.
    En el pensamiento tercermundista, de un hombre que tiene una vida
    de 45 años, nada esto cabe, esas personas viven como
    animales. No
    se puede dejar de tener en cuenta las condiciones sociales de
    carácter estructural, la estructura socio clasista de la
    sociedad, que influye fuertemente sobre la familia, sobre el
    pensamiento de hombres y mujeres con respecto a estos
    temas.

    Estamos cometiendo un gran error, pero estamos a tiempo,
    con estas ideas, de impedir que esas lecturas continúen
    teniendo espacio; por lo menos que esto sirva de aviso para que
    la gente opine sobre este problema, hacer un debate
    más público. Sabemos perfectamente que en muchos
    lugares en Cuba no se puede tener ese debate porque se puede
    entender de otra forma, porque hay persona que no dejan hablar a
    otras, que es único modo entender de qué se trata;
    hay gente quiere entender con tremenda economía de
    pensamiento, es decir, que cuando las cosas llevan algún
    ejercicio intelectual se cansan y consideran haber entendido lo
    que tenían que entender, lo que da paso inmediatamente a
    las calificaciones de estúpido, a las inscripciones en la
    postura machista, incluso en la de contrarrevolucionario. Muchas
    veces no quieren razonar; hay una tremenda inercia, una gran
    resistencia al
    cambio, a oír cosas nuevas. Y casi siempre lo nuevo y
    lo bueno es lo que viene de "arriba", de la ciencia y de la
    intelectualidad desarrollada. Está claro que es muy
    difícil desde la ciencia y de la racionalidad de la
    ciencia hacerse oír, porque no se es moneda de a peso ni
    de tres pesos para gustar a la gente ni hacer una campaña
    para que la gente haga esto o lo otro. Lo único que
    tenemos es nuestro razonamiento y sería importante que
    esto se leyera por radio en un
    debate más profundo en diferentes círculos
    sociales, que en Cuba debatiéramos sobre estos problemas.
    Sería importante ver cómo entiende la
    Federación de Mujeres Cubanas (FMC) lo que decimos,
    cómo lo entiende el Congreso de la FMC; si es que queremos
    entender a la mujer como individua, porque si queremos entenderla
    como masa para ponerla a la derecha del uno, entonces cualquier
    cosa que salga es buena para satisfacer ego.

    Tenemos que discutir estas cosas e insertarlas en la
    discusión actual sobre la mujer, porque, como decía
    Martí, si el hombre se contenta con lo malo que sucede a
    su alrededor es cómplice y está camino de ser un
    bribón.

    Hay otro punto finalmente que se refiere al tema de la
    salud. El problema se plantea en los términos de
    que la igualdad entre el hombre y la mujer es entendida con mucha
    relatividad. El hombre es igual a la mujer para lo que le
    conviene a la mujer, digamos para el código
    de familia, por ejemplo, para cosas como esas que tiene ya la
    psicología masculina introyectada, pero cuando se trata de
    otras cosas la mujer no clama por la igualdad. Por ejemplo cuando
    se trata de salir a la calle, de paga o de cumplir con deberes
    que le afectan económicamente, o de realizar determinadas
    actividades, pues se las dejan a los hombres. Esto para ver hasta
    donde llegan los efectos del igualitarismo en el plano de la
    psicología.

    Por una cuestión de caballerosidad la mujer ahora
    ahorra una cantidad de energía físicas que el
    hombre gasta. Los tipos de trabajo masculino generalmente son
    consumidores de energía, las más riesgosas y las
    que exigen mayor consumo energético. Si vamos en
    ómnibus, es el hombre quien va de pie, la mujer va
    sentada, descansando y sin hacer los gastos
    energéticos que el hombre de pie; las mujeres suelen ir
    hasta durmiendo. Pero además cuando vamos al comedor,
    amén de que la cuota que corresponde al hombre es la misma
    habiendo gastado más energía, lo que es injusto.
    Además de eso, ella debe pasar primero. Si vamos al corte
    de caña el hombre va de pie, trabaja con una mocha al
    menos 30 minutos antes que la mujer, quien por demás
    realiza una labor menos agotadora y consumidora de
    energía, que es recoger y organizar la caña. A la
    hora de la merienda ella consume lo misma y lo hace primero, y al
    regreso, el hombre más cansado, viene de pie y ella
    sentada. Trabaja menos en tiempo y realiza un trabajo menos
    costoso y va y viene sentada. El consumo energético y las
    cuotas de consumo son iguales, también garantizadas por
    iguales salarios. Eso
    trate como consecuencia que la mujer se desfigure, que tienda a
    la obesidad.
    También desde el punto de vista hogareño el trabajo de
    la mujer cumple con esa condición; menos expuesta al sol y
    a otras inclemencias, los trabajos son un poco más
    llevaderos. Los hombres, al menos en nuestro tercer mundo,
    quizá en el —Primer Mundo eso se pueda
    compensar—, pero en general la mujer tiene un consumo
    energético por debajo de lo que recibe como cuota
    alimenticia.

    Un endocrino indicó a una mujer una
    disminución de su dieta en frecuencia y contenido e
    inclinarla hacia un contenido vegetariano. En general la mujer se
    está deformando en sentido de obesidad, pues no gastan
    igual pero consumen igual. No es algo que creemos pueda normarse,
    es un problema de educación.

    Si queremos hablar de los efectos de esto sobre la
    salud, no podemos entenderlo simplemente como un problema
    psicológico, sino que cualquier fenómeno que altere
    la racionalidad de un proceso es de por sí un
    fenómeno morboso, y por lo tanto, signo de enfermedad. Es
    decir, la salud, decía Alderguía, es política a gran
    escala. Por tanto
    toda política que atenta contra la salud es
    política inadecuada. Y tal parece que en el problema de
    género y la falsa igualdad tienen impactos importantes con
    respecto a la salud. Porque por lograr estos equilibrios
    artificiales se hace todo y ocurren importantes gravámenes
    a la salud, tanto psíquica como física, por ejemplo,
    cuando una mujer quiere rebajar de peso existen personas que la
    mandan a no comer, a tomar un brebaje. Una dieta no es para
    rebajar, lo que hay que hacer es tener hábitos de vida
    naturista, pero en ningún modo se puede resolver en un mes
    o dos lo que no se resuelve todos los días. Porque
    después que se hace la dieta y se pone delgada, como eso
    no lo entendía como algo muy importante para su
    concepción del mundo respecto a la salud, vuelve a
    engordar y a ocurrir el mismo ciclo. Como el caso de aquellos que
    acuden a la cirugía estética tratando de quitarse grasa,
    arrugas. Beber mucha agua, hacer
    ejercicios, para eso hay que educarse. Para todos los casos es
    preciso un justo equilibrio y con seguridad la
    única forma de lograrlo es educando la mente y el
    cuerpo.

    Hemos abordado el problema de la mujer desde cuatro
    grandes ángulos: físico, psicológico,
    ético y de la salud humana. Sería preciso una
    reflexión consecuente de la cuestión ahora
    abordada, tanto más si se lleva la cuenta de que la
    modernidad misma
    y el ascenso hacia posiciones democráticas acarrea
    consecuencias, a veces poco previsibles, pero no siempre
    convenientes en todos los casos; e el enfoque dialéctico
    de la vida, tan pertinente y necesario hoy día.

    El igualitarismo es la traslación mecánica de un modo de ser de un
    género a otro en el caso de la mujer. La igualdad es
    equidad, que cada cual se desarrolle dentro de su
    género.

     

     

    José Manuel frometa Lores

    Dr. C. Manuel Frómeta Lores

    Dr. C. Alfredo Pardo Fernández

    Lic. Manuel Prevost Ramírez

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