¨…Por eso, cuando cierto escritor caribeño
pretende que si su obra y la de Faulkner se parecen es porque
Colombia y el
deep south son lugares muy parecidos, y porque Faulkner es un
escritor latinoamericano avant la lettre no nos queda más
remedio que pensar que esa influencia es superficial, y que por
su carácter
vergonzante proyecta más resentimiento que
admiración sobre el modelo…
¨
Juan José Saer en La narración-objeto, (
Pág.77)
El presente trabajo pretende probar que la obra
de William Faulkner (norteamericano, del sur, que escribió
en inglés)
influyó decisivamente en la obra de Gabriel García
Márquez (colombiano, del norte, que escribe en
español). Esa influencia abarca desde las
temáticas, pasando por el proyecto
ficcional, hasta las técnicas
narrativas. Decir que García Márquez fue
influenciado por William Faulkner no le resta ningún
mérito al primero: ¨Más bien debía
entenderlo como un elogio, porque Faulkner es uno de los grandes
novelistas de todos los tiempos¨ le confesó Gabo al
periodista español Miguel Fernández Braso. Pero
también es preciso señalar que García
Márquez logró finalmente canalizar esa influencia
– no es un imitador de Faulkner – y se
convirtió, de discípulo aventajado en maestro
consagrado. Faulkner recibió el Premio Nobel de Literatura en 1949.
García Márquez lo recibió en
1982.
Campbell y Foster establecen cuales son los temas
predominantes en la obra de William Faulkner, a saber: La
tradición del sur, el caos contemporáneo, y el
futuro del hombre. Desde
el punto de vista de técnica narrativa, Faulkner es
heredero de las estrategias
forjadas por William James, Sigmund Freud,
James Joyce y Virginia Woolf. Joyce intentó registrar
¨lo que un hombre dice, ve, piensa y lo que ese mirar,
pensar, decir, causa en lo que ustedes los freudianos llaman el
subconsciente¨. Y Virginia Woolf propuso: ¨ Registremos
los átomos según caen en la mente en el orden en
que caen, reconstruyamos el modelo, sin importar lo desconectado
e incoherente en apariencia, que cada visión o incidente
marca en la
conciencia¨ .
El producto de
todo esto es lo que se ha llamado ¨el fluir de la
conciencia¨ al decir de William James ¨una corriente, una
sucesión de estados, u ondas, o campos
(o como se les quiera llamar), de conocimiento,
de sentimiento, de deseo, de deliberación, que
constantemente pasan y repasan y que constituyen nuestra vida
interior¨. La expresión de todo esto cristaliza en
literatura en el llamado ¨monólogo interior¨ que
es un discurso del
personaje puesto en escena y tiene por objeto introducirnos
directamente en la vida interior de ese personaje, sin que el
autor intervenga en las explicaciones y los comentarios y, como
todo monólogo, es un discurso sin auditorio, que a su vez,
es un discurso no pronunciado. De más está afirmar
que mucha de la obra de Gabriel García Márquez, –
como se demostrará a lo largo de este trabajo – es
tributaria de los principios
expuestos.
El trabajo se
estructura en
tres divisiones a través de las cuales – y siguiendo las
técnicas del proceso
judicial en cuanto a la presentación de las pruebas
– se argumenta a favor de la tesis
enunciada. Por ¨prueba¨ se entiende el conjunto de
actuaciones que dentro de un juicio, cualquiera sea su
índole, se encaminan a demostrar la verdad o la falsedad
de los hechos aducidos por cada una de las partes en defensa de
sus respectivas pretensiones litigiosas. Del conjunto de pruebas
generalmente admitidas en las legislaciones he elegido tres
tipos: la testimonial, la instrumental y la confesional. Luego de
presentarlas en el orden anunciado, formulé un alegato en
el cual resumo el contenido de todas ellas.
¨Testigo¨ es la persona que da
testimonio de una cosa, o la atestigua. Es también la
persona que presencia o adquiere directo y verdadero conocimiento
de una cosa. El vocablo tiene importancia dentro del campo
procesal por cuanto la ¨prueba testimonial¨ constituye un
medio de comprobar judicialmente la veracidad de los hechos que
se debaten en un litigio o causa criminal. ¨Prueba
testimonial¨ , entonces, es la que se adquiere mediante la
declaración de testigos que pueden ser presenciales, si
conocen personalmente el hecho sobre el cual recae la prueba, o
referenciales, cuando sólo lo conocen por lo que otras
personas les han contado. He aquí sus
testimonios:
¨Demonios culturales¨: el testimonio de
Mario Vargas
Llosa.- En noviembre de 1971 Mario Vargas Llosa, peruano
de nacimiento, publicó su libro
García Márquez. Historia De Un Deicidio. El
libro fue el producto de dos años de estudios intensos
sobre la vida y la obra de García Márquez y
constituyó la tesis doctoral de Vargas Llosa.
En la parte primera del libro Vargas Llosa analiza lo
que él llama ¨El novelista y sus demonios¨. Para
el peruano la historia de un novelista es la historia de un tema
y sus variaciones. El por qué escribe un novelista
está visceralmente mezclado con el sobre qué
escribe: los ¨demonios¨ de su vida son los
¨temas¨ de su obra. Y aclara:
¨Los demonios¨: hechos, personas,
sueños, mitos, cuya
presencia o cuya ausencia, cuya vida o cuya muerte lo
enemistaron con la realidad, se grabaron con fuego en su
memoria y
atormentaron su espíritu, se convirtieron en los
materiales
de su empresa de
reedificación de la realidad, y a los que tratará
simultáneamente de recuperar y exorcizar, con las
palabras y la fantasía, en el ejercicio de esa
vocación que nació y se nutre de ellos, en esas
ficciones en los que ellos, disfrazados o idénticos,
omnipresentes o secretos, aparecen y reaparecen una y otra vez
convertidos en ¨temas¨.
Así el proceso de la creación narrativa es
la transformación del ¨demonio¨ en ¨tema¨,
el proceso mediante el cual unos contenidos subjetivos se
convierten, gracias al lenguaje, en
elementos objetivos, la
mudanza de una experiencia individual en experiencia universal.
Vargas Llosa divide los ¨demonios¨ del escritor en tres
clases:
Primero, los ¨demonios personales¨ o sea los que
deciden y alimentan la vocación, experiencias que
afectaron específicamente a la persona del novelista, el
patrimonio de
su sociedad y de su
tiempo, o
experiencias indirectas de la realidad real, reflejadas en la
mitología, el arte o la
literatura.
En segundo lugar los ¨demonios
históricos¨, acontecimientos de carácter
social, que marcaron poderosamente a la colectividad de la que el
novelista forma parte, y que lo afectaron a él de manera
especial.
Y tercero, ¨los demonios culturales¨.
Aquí se refiere a otro relativo condicionamiento de la
realidad, que pre-existe en él: el del lenguaje y la
tradición literaria. Su originalidad no consistirá,
pues, en tratar de evitar las influencias temáticas y
formales, sino, más bien, en aprovecharlas de tal manera
que dejen de ser ¨influencias¨.
La primera de estas ¨influencias¨ sobre la
escritura de
García Márquez es la de Faulkner. La importancia de
la lectura de
Faulkner para García Márquez fue incluso anterior a
la praxis de su vocación: afectó a ésta en
su origen, ayudó a decidirla. ¨Fue cuando lo
leí que entendí que yo debía escribir¨
le dijo a Schoó en 1967 y un año antes le
había confesado algo semejante a Haars.
Según Vargas Llosa ¨el impacto mayor de la
obra de Faulkner en García Márquez tiene que ver
más con el proyecto de esta obra, globalmente considerada,
que con detalles temáticos y formales¨. Ese proyecto
es el de erigir una realidad cerrada sobre sí misma, el de
agotar literalmente a lo largo de la vocación la descripción de esta realidad. En esa
voluntad de construir un mundo verbal esférico,
autosuficiente, no sólo formalmente sino
¨temáticamente¨, un mundo en el que cada nueva
ficción viene a incorporarse, o, mejor, a disolverse, como
miembro de una unidad, en la que todas las partes se implican y
modifican, un mundo que se va configurando mediante ampliaciones
y revelaciones no sólo prospectivas sino también
retrospectivas, la coincidencia entre García
Márquez y Faulkner es, ciertamente total.
El impacto que la saga de Yoknapatawpha County hizo en
García Márquez y el hecho de que, como proyecto
deicida, resultara para él un paradigma se
explica no sólo por la grandeza literaria del mundo
faulkneriano, sino, quizás sobre todo, porque esta
realidad verbal era la objetivación de ¨demonios¨
muy similares a los del propio García Márquez. Y
añade Vargas Llosa:
¨En las ficciones de Faulkner vio aparecer un
mundo anacrónico y claustral, como el de su propia
región, sobre el que gravitan obsesivamente las proezas
y los estragos de una guerra
civil, habitado por los derrotados, y que se desmorona y
agoniza con la memoria
fija en los esplendores de una opulencia ya extinta; vio
aparecer un mundo dominado por el fanatismo religioso, por la
violencia
física y
por la corrupción moral social
y política, un mundo rural y provinciano,
de pequeñas localidades ruinosas separadas por vastas
plantaciones que antes fueron el símbolo de su bonanza y
ahora lo son de su atraso y vio encarnados en palabras sus
demonios de infancia,
vio traspuestos en ficciones los mitos, los fantasmas y la
historia de Aracataca.
La deuda mayor de Macondo con Yoknapatawpha, de
García Márquez con Faulkner es más de
designio que de método
narrativo. La obra de García Márquez aspira a
contar, a lo largo de todas sus instancias, una sola historia. En
su realidad ficticia, escenarios, personajes, símbolos,
pasan de ficción a ficción cumpliendo en cada una
funciones
distintas, revelando cada vez nuevos sentidos y rasgos,
esclareciendo de modo gradual su naturaleza, y,
por ello, cada nuevo cuento o
novela
constituye un enriquecimiento y una corrección de las
ficciones anteriores, y, a la inversa, éstas modifican
también, siempre, a las posteriores.
La influencia de una literatura: el testimonio de
Ángel Rama.- Ángel Rama (1926-1984), uruguayo
de nacimiento, fue uno de los críticos más agudos
de la literatura latinoamericana. Si para Vargas Llosa la
influencia de Faulkner sobre García Márquez tiene
que ver más con el proyecto de una obra globalmente
considerada que con detalles temáticos y formales; para
Ángel Rama se trata de la influencia de una literatura (la
norteamericana o anglosajona) sobre otra, (la literatura
colombiana de la zona del caribe. O de un grupo de
autores (Faulkner, Hemingway, Virginia Wolf) sobre otro grupo
(Alvaro Cepeda Samudio, García Márquez,
Germán Vargas.
En 1972 Ángel Rama dictó una serie de
cinco conferencias en la Universidad de
Veracruz, México.
Después de la muerte del
profesor uruguayo estas conferencias fueron publicadas con el
título Edificación de un arte nacional y popular .
Rama señala que en los años cuarenta y cincuenta se
produce en la zona norte de Colombia una apertura hacia la novela
vanguardista europea que significa exactamente la opción
contraria a la que es reclamada por los titulares de una presunta
literatura nacional y popular. He aquí las palabras de
Rama:
¨En los años cuarenta, la literatura
nacional y popular para el caso de Colombia, y en general para
el caso de Hispanoamérica, está marcada por la
demanda de
un costumbrismo que ha avanzado hasta el tema social y que, por
lo tanto, utiliza las formas del realismo, de
un realismo decimonónico. Casi indemnes, atraviesan la
fecundación modernista y plantean una
problemática de tipo social. Sin embargo, en la misma
época un grupo de escritores (…) optan, en cambio, por
una literatura extranjera, una literatura de élite, una
literatura de vanguardia¨.
Rama señala que la zona cultural costeña
de Colombia es por definición la zona abierta a las
influencias. Esto se va a ver con toda claridad en el proceso que
sigue la literatura de la zona bogotana enfrentada con la de la
zona costeña. Los escritores bogotanos se han de mantener,
sobre todo, dentro de las líneas de influencia que derivan
del modelo francés. Recogen la literatura de las figuras
cruciales de la década de los años diez y veinte;
es decir de Valéry, de Giraudoux e incluso de Proust, y
mantienen esa vinculación aun frente a la primera gran
innovación de la literatura francesa, la
producida por el llamado movimiento
existencialista y por su pontífice Jean Paul Sartre.
En cambio la zona costeña ha de quedar en un
estado muy
curioso de liberación. Y ese estado de liberación
le permite sentirse especialmente atraída por los productos de
las literaturas anglosajonas: Joyce y Virginia Wolf y con ellos
Huxley y todo el círculo de la vanguardia, y sobre todo
por la entrada de la literatura norteamericana. No la literatura
norteamericana que desarrollaron los llamados ¨realistas¨
sino la llamada literatura de la vanguardia de la
generación perdida: Hemingway, Faulkner, Miller, Getrude
Stein y otros. Esta literatura se va a definir en algunos grandes
nombres, pero sobre todo en un movimiento.
El movimiento literario que más influencia ha de
tener sobre el grupo barranquillero que en cierto modo no hace
sino adelantarse a una tendencia que seguirá toda
Hispanoamérica, es el de la literatura sureña que
se ha de construir en torno a la
lección faulkneriana. El introductor de esta literatura
será uno de los integrantes del grupo, Alvaro Cepeda
Samudio buen conocedor del inglés y que además
vivió dos años en Estados Unidos
durante los cuales hizo estudios de periodismo.
En el año 1950 el premio Nobel de literatura se
declaró desierto (¨a pesar de que en los Estados
Unidos hay un tal señor llamado William Faulkner que es
algo así como lo más extraordinario que tiene la
novela del mundo moderno, ni más ni menos¨ G.
Márquez) Pero al año siguiente se otorgó el
Nobel a William Faulkner. Tardíamente, la
organización sueca había descubierto que
efectivamente Faulkner era uno de los genios del siglo XX.
Descubrir antes del otorgamiento del premio Nobel que Faulkner
sí era un genio, es la tarea que cumple ese conjunto de
escritores.
Según Ángel Rama la afinidad entre la
literatura de Faulkner y la que ha de desarrollar el ¨grupo
de Barranquilla¨, es una afinidad que tiene que ver, sobre
todo no solamente con el descubrimiento de una forma literaria,
de una temática, sino más que nada con una oscura
relación genética
entre el mundo que representa la literatura faulkneriana, y el
mundo en el cual se encuentra inmerso el complejo cultural de la
costa del Caribe. La verdad de esta relación secreta debe
buscarse sobre todo en las similitudes entre el universo
sureño, entre los conflictos del
mundo y de la realidad social de las zonas que retrata Faulkner,
y las que corresponden a buena parte de la civilización
rural de Hispanoamérica.
¨La obra hispanoamericana del vanguardismo
es la que logra en Barranquilla fecundar el conjunto de
escritores. Pero, sin embargo, esto no hubiera producido una
posibilidad de literatura si no hubiese existido conjuntamente
una respuesta coherente a la influencia extranjera. Me parece
en primer término original, en estos escritores, haber
optado claramente contra la tradición nacional
establecida, a favor de una tradición literaria
extranjera. Esta es una postura absolutamente insólita,
absolutamente contraria en apariencia, a los principios de la
literatura nacional. Y sin embargo, es la única que ha
asegurado la sobrevivencia y la consolidación de una
literatura.
¨El trópico desembrujado¨: el
testimonio de Ernesto Volkening.- En el año 1963,
cuando todavía García Márquez no
había escrito Cien años
de soledad, Ernesto Volkening publicó en Eco, Revista de la
Cultura de
Occidente un interesante artículo en el cual analizaba las
relaciones entre la obra del colombiano y la de Faulkner.
Volkening, nacido en Bélgica, había estudiado
derecho en Alemania y
residió en Colombia, ejerciendo la crítica
literaria, hasta su muerte ocurrida en 1982.
Volkening se ocupa de analizar la influencia de Faulkner
en El coronel no tiene
quien le escriba y en Los funerales de la Mamá Grande
y señala los siguientes aspectos:
En primer lugar destaca que Macondo, o como quiera que
se llame a aquel pueblo a orillas del bajo Magdalena en donde se
sitúa la mayor parte de los eventos relatados
por García Márquez ¨ciertamente nos recuerda en
su tristeza, su abandono y las metafísicas dimensiones de
su tedio la célebre aldea de Jocnapatauwah en algún
recoveco del Deep South¨. Ambas poblaciones son, por decirlo
así, condensaciones de las imágenes
superpuestas de infinidad de villorrios similares,
reconstrucciones ideal-típicas de una realidad
compleja.
En segundo lugar Volkening apunta que ¨asimismo anda
vagando por las páginas del narrador colombiano la sombra,
medio legendaria, medio fantasmal, del héroe de
pretéritas guerras
intestinas y campeón de una causa perdida, sólo que
sus señas son las del coronel Aureliano Buendía en
lugar de las de John Sartoris, su faulkneriano alter ego en el
Ejército Confederado¨.
Y por último, ¨Macondo, lo mismo que
Jocnapatauwah para Faulkner, representa para García
Márquez algo así como el ombligo del mundo, no
porque se sienta inclinado a la sentimental idealización
de usos y curiosidades regionales… sino sencillamente, porque,
escuchando los consejos de su sano y saludable instinto de
narrador se orienta hacia ´el punto de reposo en medio de
la fuga perenne de los fenómenos´, el eje en torno
del cual van girando las constelaciones planetarias de su
universo
narrativo¨.
Novedad y anacronismo: el testimonio de Emir
Rodríguez Monegal. El ensayista uruguayo Emir
Rodríguez Monegal (1921-1978), ejerció la
crítica en el triple campo de la literatura, el teatro y el
cine. Para
Rodríguez Monegal:
La imagen que
tiene García Márquez de ese Macondo en que
siempre estén centrados sus relatos es similar, en parte
al Jefferson inventado por Faulkner en su saga de
Yoknapatawapha: es un pueblo más o menos perdido en las
soledades de Colombia, un pueblo en receso, dominado por dos o
tres familias rapaces ( los don Sabas o don Chepe Montiel son
los equivalentes a los Suppes de la trilogía que
Faulkner inicia con The Hamlet) y que
tiene en los Buendía su propia leyenda de
fundación, rebeliones y decadencia. Los Sartoris, del
narrador norteamericano, encontrarían en estos
Buendía su contrapartida.
Según el uruguayo la influencia de Faulkner sobre
García Márquez es de naturaleza técnica,
pero también tiene que ver con la visión del
novelista: es decir, no se trata sólo de tomar recursos
estilísticos aislados y colocarlos en una narración
cualquiera; se trata, sobre todo, de integrarlos en una
visión del novelista que corresponda a esa manera de
contar.
Rodríguez Monegal agrega un comentario valioso:
¨Si se estudia la influencia de Faulkner en García
Márquez es porque el narrador colombiano ha sido capaz de
hacer algo más que repetir a su maestro. O generalizando:
el estudio de las influencias parte del claro sobreentendido que
el discípulo es también un creador y no meramente
un repetidor¨.
Además, siempre según Rodríguez
Monegal, la influencia de Faulkner está equilibrada en las
obras más maduras de García Márquez por la
escuela de
sobriedad que constituye la narrativa de Hemingway y el modelo de
Virginia Woolf en el Orlando. A través de esa doble
influencia, equilibra García Márquez una
visión y un estilo que ya cabe llamar de suyo propio. Y
aclara seguidamente:
Es una operación la suya que en los estudios
clásicos se llama de contaminación: juntar y contrabalancear
distintas fuentes
influencias, modelos,
para crear una nueva forma. En el caso concreto de
García Márquez, Hemingway le sirve para
neutralizar la indisciplina y el caos en que suele caer
Faulkner, en tanto que éste carga de intensidad
trágica y de humor negro un estilo que en manos de
Hemingway a veces deriva en trivialidad.
¨Prueba documental¨ o
¨instrumental¨ es la formada por los documentos que
las partes tengan en su poder y que
presenten en el juicio dentro del término procesal
oportuno. El instrumento es la escritura, papel o
documento con que se justifica o prueba alguna cosa. Es el
escrito en que se perpetúa la memoria de un hecho, el
papel o documento con que se prueba alguna cosa. Se han tomado
como documentos, a los efectos de este trabajo, los escritos
publicados por Gabriel García Márquez. La
presentación se limita a considerar a dos ellos: Nabo, el
negro que hizo esperar a los ángeles uno de sus primeros
cuentos, y La
hojarasca, la primera de sus novelas.
Nabo, el negro que hizo esperar a los
ángeles.- Entre julio de 1948 y mayo de 1954
García Márquez publica en el
periódico bogotano El Espectador una serie de cuentos
que luego han sido ¨rescatados¨ por los estudiosos y
editados en un libro titulado Ojos de perro azul. Donald McGrady,
se ocupa de analizarlos en un artículo titulado Acerca de
una colección desconocida de relatos por Gabriel
García Márquez. Nabo fue publicado en la
edición del 18 de marzo de 1951 y es el primer personaje
de García Márquez que ostenta nombre propio, pues
hasta esa fecha el cuentista se había mostrado indiferente
ante la angustia de sus personajes y su impasibilidad hacia ellos
se había manifestado en su costumbre de decirles
¨el hombre¨
o ¨la mujer¨,
negándoles la dignidad y el cariño de un nombre
propio.
Los malos tratos inflingidos al negrito protagonista dan
pie al autor para una protesta contra los prejuicios sociales de
los blancos. Pero el método de García
Márquez consiste más bien en presentar con aparente
imparcialidad ciertos hechos execrables y dejar que el lector
saque sus conclusiones. Sin embargo, el autor no queda impasible:
él se identifica a las claras con Nabo y su raza ante los
problemas que
los agobian. El recuento de las vejaciones perpetradas por la
gente blanca contra los negros comienza en tono bajo y
gradualmente va subiendo de punto. Las brutalidades de que es
objeto Nabo por parte de los patrones blancos salen, para mayor
efecto y vergüenza, de la boca de ellos mismos. Relatan que
le pusieron mordaza para que no cantara en su delirio (ni
siquiera se les ocurrió llamar a un médico
después que el caballo le coceó la cabeza), luego
le amarraron de pies y manos y lo encerraron en una
habitación, donde se olvidaron de él (excepto para
la comida) durante quince años.
El bárbaro abandono de Nabo por sus patrones
resalta aún más por contrastar vivamente con el
paciente cuidado que siempre dispensó el negrito a la
niña idiota. Nabo la siguió atendiendo en la misma
forma después de que su familia se
despreocupó de ella, y bajo su dirección la niña aprendió a
dar cuerda al gramófono y a pronunciar el nombre de su
protector. La abnegación de Nabo no va a dar en saco roto,
pues la niña nunca lo olvida.
Nabo y El sonido y la
furia.- El sonido y la furia fue una de las novelas de
Faulkner que más influyó en García
Márquez. No sorprende, por tanto, que la trama de Nabo
revele muchas semejanzas de detalle con El sonido y la furia.
Existen llamativas coincidencias entre las dos obras, a
saber:
1. – La defensa de los negros en la misma región
donde existen fuerte prejuicios contra ellos (la costa
atlántica de Colombia), constituye una coincidencia con
uno de los motivos constantes de la obra de William
Faulkner.
2. – Nabo cuida de una niña idiota, al igual que
el negrito Luster se encarga del bobo Benyi.
3. – En Nabo la niña se la pasa mirando la pared,
a la par que Benyi gasta sus horas contemplando el
fuego.
4. – El hondo afecto sentido por la niña hacia
Nabo corresponde al amor de Benyi
para Caddy, y ambos idiotas tienen un sexto sentido para percibir
lo que concierne al ser querido.
5. – La niña idiota de Nabo y Benyi de El sonido
y la furia comparten la misma edad: ambos tienen treinta
años.
Además de estos paralelismos temáticos,
Nabo debe a El sonido y la furia buen número de
técnicas narrativas:
1. – El procedimiento de
desarrollar, simultáneamente y a retazos, en desorden
cronológico, varios hilos novelescos ( es decir, la vida
de Nabo, del negro músico y de la niña.
2. – Otra innovación técnica aprendida de
Faulkner reside en que se narra la acción de Nabo desde
tres puntos de vista diferentes. La resultante variedad de
monólogos interiores recuerda la técnica narrativa
empleada por Faulkner en El sonido y la furia. García
Márquez coincide con éste en no identificar
abiertamente lo dicho por cada personaje; pero el colombiano va
aún más lejos en este sentido, juntando en el mismo
párrafo
frases pertenecientes a distintos narradores. La consecuencia
natural de esta presentación fragmentada de la historia e
que ninguno de los personajes abarca más que una
visión muy parcial de la historia: cada narrador describe
sólo una partícula de la realidad, y el lector
tiene que ensamblar las distintas piezas para formarse una idea
cabal del conjunto.
3. – Como es lo típico en Faulkner, en Nabo
García Márquez comienza su relato en un momento
próximo al final, suministrando el material restante en
una serie de saltos narrativos hacia atrás y hacia
delante, en una secuencia que no observa ningún orden. El
medio para proporcionar los vistazos sobre el pasado lejano son
los recuerdos de Nabo y del testigo anónimo. En cambio, la
acción que transcurre en el pasado próximo –
porque toda la acción es pretérita – es
relatada por el narrador omnisciente.
4. – Existe una relación muy estrecha entre Nabo
y Benyi: ambos viven por el recuerdo en el pasado, el cual
barajan y confunden inextricablemente con el presente. Por otra
parte, García Márquez dibuja la
personalidad de Nabo al estilo Benyi, haciendo que su
inteligencia
limitada se exprese en pensamientos elementales y concretos, sin
abstracciones.
La escritura de La Hojarasca.- Dasso
Saldívar es un periodista colombiano que ha escrito la
biografía
más amplia y detallada que existe de Gabriel García
Márquez. El libro consta de más de 600
páginas y fue el producto de varios años de
trabajo, centenares de entrevistas
realizadas y miles de kilómetros recorridos por todos los
lugares donde se desarrolló la vida del escritor
colombiano.
Según Saldívar ¨es un lugar
común afirmar que García Márquez
escribió La hojarasca en Barranquilla, concretamente entre
la redacción de El Heraldo y el burdel El
Rascacielos. La verdad es que la escribió en Cartagena y
sólo la rescribió en Barranquilla a partir de los
primeros meses de 1950¨. Saldívar afirma que
empezó a escribirla probablemente durante los
últimos meses de 1948 luego de haber leído Mientras
agonizo y Mrs Dalloway, cuyas técnicas combinadas le
permitieron este primer acercamiento amplio al mundo de su
infancia.
Viviendo en condiciones muy precarias en Cartagena, Gabo
se enfermó de pulmonía y debió trasladarse
por tres meses a Sucre, donde vivían sus padres, para
recuperarse. Fue allí donde recibió las tres cajas
de libros que le
enviaron sus amigos desde Barranquilla. Ramón
Vinyes (¨el sabio catalán¨), Germán Vargas
y Alvaro Cepeda Samudio empacaron cada uno una cajita de libros y
se la entregaron a un hermano de Gabriel quien se encargó
de llevarlas a Sucre en avión y en lancha. Las cajas
contenían lo principal de la novela moderna europea y
norteamericana: Faulkner, Dos Passos, Capote, Anderson, Dreiser,
Huxley, Caldwell y Virginia Woolf.
Tirado en una hamaca, debajo de los árboles
y a orillas del río, Gabo empezó a leer, a
desmontar, a desestructurar, cada relato y cada novela como quien
desmonta un reloj en sus diversas piezas, hasta
desentrañar los múltiples y complejos mecanismos
del arte de narrar. Cuando, luego de tres meses, devolvió
los libros a Barranquilla, ya tenía terminada la primera
versión de La Hojarasca y había resuelto el
problema técnico de la novela en líneas generales.
¨En realidad fueron la historia de Aracataca y su
niñez prodigiosa las que, a la luz de la obra de
William Faulkner y Virginia Wolf, le aportaron el humus esencial
de su primera novela¨, apunta Saldívar.
A principios de 1950 La hojarasca había conocido
ya dos versiones y andaba por el mundo haciendo sus primeros
pinitos. García Márquez la había entregado a
un agente editorial de Losada para ser publicada en Buenos Aires y
creyó que se había – por fin –
desembarazado de ella. Pero la decepción fue grande cuando
se enteró del rechazo de su novela por parte de Losada.
Una carta del
español Guillermo de Torre, después de reconocerle
cierto tino poético lo descalificaba como narrador,
negándole cualquier futuro como tal, y sugiriéndole
que lo mejor que podía hacer era dedicarse a otra cosa.
Años después reconocería que si su
vocación literaria no hubiera sido tan intensa, ¨en
ese momento habría abandonado para siempre la
literatura¨.
Pero no decayó, animado por sus amigos y
asesorado por Don Ramón Vinyes que le comentó la
novela párrafo a párrafo, capítulo a
capítulo, haciéndole ver sus aciertos y
debilidades. Entonces, ya reconfortado, emprendió,
probablemente en mayo-junio de 1950, la tercera versión de
su novela.
Recién en 1955, cuando trabajaba como redactor de
El Espectador en Bogotá, pudo tener el gozo de ver su obra
publicada. Fue una edición modestísima que no
alcanzó a los mil ejemplares, muchos de los cuales fueron
regalados a sus amigos o vendidos entre conocidos, para poder
pagar los gastos de
impresión. Y en agosto de 1959 el primer Festival del
Libro Colombiano hizo una segunda edición de La Hojarasca,
con una tirada, entonces astronómica, de diez mil
ejemplares. Y esta edición de la novela tuvo la
contrapartida de una excelente crítica en los
círculos intelectuales y literarios de Bogotá y del
resto del país.
Relación entre Mientras agonizo y La
hojarasca.- ¨Es indudable esta relación¨, les
respondería García Márquez a los estudiantes
de la Universidad de Georgetown, Washington, en septiembre de
1997, en una charla sobre su obra durante los actos de
conmemoración de sus cincuenta años de vida
literaria. En la conversación, una de las preguntas
más insistentes fue su relación con William
Faulkner, y en especial, sobre el parentesco entre estos dos
libros. Luego de confesar que el escritor norteamericano le
había permitido ¨verse a sí mismo¨,
García Márquez precisó que, en efecto,
Mientras agonizo había sido una de las fuentes de
inspiración de su primera novela, y que, ante la cantidad
de personajes en la obra de Faulkner, él, para no hacer lo
mismo, para simplificar las cosas, pero también debido a
sus propios propósitos narrativos, lo redujo a tres: el
abuelo, la hija y el nieto, únicos asistentes al funeral
del médico suicida. Cada uno, en representación de
cada una de las tres generaciones que abarcaban la historia de La
Hojarasca.
Desde siempre los críticos han hablado de la
influencia en La hojarasca de William Faulkner, y en particular
de Mientras agonizo, publicada en inglés en 1930 cuya
traducción al castellano por
Max Dickman, fue publicada en 1942 en la Editorial Santiago Rueda
de Buenos Aires. Una comparación bastante evidente, ya que
tanto en la una como en la otra la historia gira alrededor de un
ataúd, de un cadáver en su inminente e incierta
sepultura, en Macondo o en Jefferson, sino que además de
ser en cumplimiento a una promesa, ambas son narradas a
través de una serie de monólogos interiores de sus
personajes. Mientras en la de Faulkner son quince en total, en la
de García Márquez se reducen a tres: el coronel, su
hija Isabel y su nieto.
Las semejanzas según Vargas Llosa.-
¨Es sobre todo en la materia y en
la estructura de La hojarasca donde la influencia de Faulkner es
aprovechada eficazmente¨ señala Vargas Llosa. Y pasa a
enumerar las semejanzas en las dos obras:
a.- Los lineamientos generales de la historia se hallan
cerca de los de As I lay dying, que transcurre también en
torno a un ataúd y a un cadáver, antes del
entierro.
b.- El tiempo narrativo de ambas historias está
concentrado en el velorio del muerto y, en ambos casos, ese
velorio es inusitado aunque por razones distintas. En La
hojarasca el velorio mantiene a los personajes inmóviles
en un cuarto, en As I lay dying se hallan en movimiento por
caminos y pueblos.
c.- La estructura de las historias es semejante: no
están contadas por un narrador omnisciente sino por los
propios personajes que velan al muerto, cuyas conciencias van
sucediéndose en el primer plano del relato.
d.- En ambos casos los
narradores-personajes-que-acompañan-al-muerto son los
miembros de una sola familia. Los narradores-personajes son voces
que hablan, conciencias que piensan y van rotándose ante
el lector y refiriendo la historia.
e.- La circunscripción de Macondo tal como es en
La hojarasca no sólo se parece al condado de
Yoknapatawapha por ser una remota provincia rural, de
rígida estratificación clasista, ayer
próspera y hoy ruinosa, sobre la que pesa una derrota en
una guerra civil, sino, también, por la atmósfera malsana y
pesimista que respiran sus habitantes.
f.- El clima
histórico y psicológico tortuoso se encarna
también, en ambos mundos ficticios, en una estructura
narrativa tortuosa, en la que la materia narrativa no llega nunca
al lector en el orden cronológico real de los sucesos,
sino a través de fragmentos temporales fracturados, que
corresponden a momentos distintos del pasado, y que van
encontrando su cabal colocación, no en el texto, sino,
retrospectivamente, en la memoria del lector.
g.- A la distorsión del punto de vista temporal
señalada arriba corresponde una distorsión del
punto de vista espacial: los datos de la
historia nunca llegan objetivamente al lector; pasan siempre a
través de un intermediario, de una subjetividad que los
relativiza, complica, y, a veces, adultera.
La introducción de La hojarasca.- Vargas
Llosa también puntualiza que La hojarasca ¨es la
única obra de García Márquez donde esta
influencia (la de Faulkner), se manifiesta en el lenguaje
aunque sólo en la breve introducción, aparente
fragmento de crónica, cuyo estilo es distinto del de los
monólogos que componen el resto del libro¨:
Allí vinieron, confundidos con la hojarasca
humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los
desperdicios de los almacenes, de
los hospitales, de los salones de diversión, de las
plantas
eléctricas; desperdicios de mujeres solas y de hombres
que amarraban la mula en un horcón del hotel, trayendo
como un único equipaje, un baúl de madera o un
atadillo de ropa, y a los pocos meses tenían casa
propia, dos concubinas y el título militar que les
quedaron debiendo por haber llegado tarde a la
guerra.
Frases que zigzaguean tortuosamente, simulan decaer,
renacen con nuevo ímpetu y otra vez se arrodillan y
levantan; enumeraciones, repeticiones, una sintaxis circular de
ritmo encantatorio; un tono solemne, de oráculo o
profecía bíblica; una lúgubre musicalidad,
un soterrado pesimismo, un aliento fatídico: el modelo es
la inconfundible escritura faulkneriana.
Pero la semejanza del lenguaje se da sólo en esas
dos páginas iniciales que son el umbral de La hojarasca;
el lenguaje de los tres personajes que monologan es más
sobrio, menos subjetivo, y sólo esporádicamente
destella en él – en un adjetivo ocasional, en el
tono de una frase furtiva, en la respiración trágica de un instante –
la presencia de Faulkner.
Los personajes y sus monólogos.-
Según Ángel Rama ¨La hojarasca deriva
directamente de Mientras yo agonizo, al punto que puede pensarse
que estamos en presencia de una adaptación de una novela
extranjera al mundo hispanoamericano¨. Para el crítico
uruguayo se puede decir que La hojarasca es la traducción
de la cosmovisión de Faulkner a una realidad
hispanoamericana, a una realidad, además,
extraordinariamente local e inmediata.
La novela está contada por tres personajes. Estos
tres personajes son desde luego un intento de reducción,
diríamos de racionalización de los intentos del
manejo del monólogo en novelas tan importantes como las de
Joyce, Virginia Woolf o Faulkner. La obra fue elaborada por la
sucesión de los monólogos, a lo largo de media hora
y los tres personajes – que son sucesivos sistemas de
racconto y flash back –
reconstruyen momentos y períodos de por lo menos
veinticinco años transcurridos. Rama
añade:
Pero el sistema de
monólogo nos da el
conocimiento directo de una conciencia, la
aproximación inmediata a la vida interior de un
determinado personaje. Nuestro conocimiento de estos personajes
es un conocimiento situado en su interioridad en su realidad
interna e inmediata, en el fluir de su conciencia. Por lo tanto
es un conocimiento directo y real. El lector tiene una
visión privilegiada de tres seres humanos por que los ve
de un modo que solamente es posible a través del
procedimiento literario. Es decir, a través de esta
invención que nos abre la intimidad y el fluir de una
conciencia.
Fundamentalmente todos los monólogos rotan sobre
un mismo tema: quién es el doctor, por qué
actuó de esa manera, cómo vino, qué hizo,
por qué se encerró, por qué se negó,
por qué se le odia. Es el enigma de este personaje el que
moviliza centralmente los monólogos. Pero, entonces, se
produce una síntesis
violenta: aquella que resulta que nuestro conocimiento de
interioridades corresponde simultáneamente a nuestro
desconocimiento de un personaje al cual jamás podremos ver
desde la interioridad, y solamente podremos reconstruir desde la
exterioridad. Es decir, el doctor no existe para nosotros,
jamás podrá existir como conciencia, sino
sólo como un vaciado externo que se va construyendo por
los datos que nos proporcionan otros personajes. Este vaciado
externo puede ser simplemente el cuerpo muerto tal como lo ve el
niño, o las relaciones extrañas con Meme tal como
las recibió a través del relato de ésta,
Isabel, la hija, o el comportamiento
personal y
espiritual que tuvo, según el coronel lo recuerda y lo
conoce. Son informaciones que nos proporcionan su exterioridad
pero de ningún modo su interioridad. Y están todas
logradas, sin embargo, a través de un conocimiento de
interioridades y de conciencias que se abren ante nosotros como
objetos reales, como posibilidades de una objetividad.
¨La confesión¨ es la declaración
que, sobre lo sabido o hecho por él, hace alguien
voluntariamente o preguntado por otro. La confesión en
juicio es uno de los medios de
prueba admitidos en el procedimiento civil y en el laboral cuya
finalidad es obtener de la parte contraria, y con relación
a los hechos debatidos, el reconocimiento de los que perjudican
la posición litigiosa del confesante y favorecen la del
que solicita la prueba. En el caso de García
Márquez, se considera importante contar con sus propias
declaraciones acerca de la relación de Faulkner con su
obra, porque ellas arrojan luz sobre el sentido y alcance de
dicha influencia.
La admiración inicial.- El 5 de enero de
1950 Gabriel García Márquez inició su
colaboración con El Heraldo, el diario de la ciudad de
Barranquilla. A través de una columna llamada ¨La
jirafa¨ y firmada por ¨Septimus¨ Gabo iba a expresar
sus opiniones, durante casi dos años, sobre variados
temas, en el diario barranquillero.
Las ¨jirafas¨ han sido cuidadosamente
recopiladas por Jacques Gilard, el crítico francés
estudioso de García Márquez, en dos
volúmenes que ha titulado ¨Textos
costeños¨. De la lectura de
esas columnas, escritas por un García Márquez casi
adolescente, surge la evidencia de la apasionada
admiración del joven periodista por la obra de William
Faulkner.
En una ¨jirafa¨ publicada en abril de 1950
titulada ¨Otra vez el premio Nobel¨ García
Márquez evaluaba la posibilidad de que el galardón
de ese año le fuera otorgado al escritor venezolano
Rómulo Gallegos y se mostraba partidario de dicha
distinción. Sobre todo luego que la academia hubiera
favorecido, por ejemplo, a la china-norteamericana Pearl S. Buck en lugar de
James Joyce, y a Herman Hesse en lugar de Aldous Huxley, e
inclusive se hubiera atrevido a declararlo desierto, como
había sucedido el año anterior, a pesar de que en
los Estados Unidos hubiese ¨un tal señor llamado
William Faulkner, que es algo así como lo más
extraordinario que tiene la novela del mundo moderno. Ni
más ni menos¨. Y a continuación, ya roto el
pudor, se desgaja en un rosario de elogios sin medidas hacia
Faulkner para concluir: ¨Por eso no debemos sorprendernos de
que William Faulkner no sea premio Nobel 1950 y de que el
año pasado – estando ya escritos y traducidos a
varios idiomas, entre ellos el sueco, sin duda Mientras yo
agonizo, El sonido y la furia, Luz de agosto, El Villorrio,
Santuario, Las palmeras salvajes, varios libros de cuentos,
además – el premio Nobel de Literatura hubiese sido
declarado desierto¨.
En junio del mismo año, en una ¨Jirafa¨
dedicada a dar la bienvenida a su amigo Alvaro Cepeda Samudio que
regresaba de Estados Unidos con un título de periodismo
otorgado por la Universidad de Columbia Gabo escribió:
¨Iba por conocer los pueblecitos del sur – no tanto del
sur de los Estados Unidos como del sur de Faulkner – para
poder decir a su regreso si es cierto que en Memphis los amantes
ocasionales tiran por las ventanas a las amantes ocasionales o si
son esos episodios dramáticos patrimonio exclusivo de Luz
de Agosto¨.
En el mes de julio, con motivo de la exhibición
en Barranquilla de la película Rencor dirigida por
Clarence Brown y basada en la novela de Faulkner Intrusos en el
polvo, aún inédita en castellano, escribió
una ¨Jirafa¨ titulada ¨El maestro Faulkner en el
cine¨. Allí expresó: ¨El maestro Faulkner
es algo así como la más grande figura de la
literatura universal…¨
Unos meses más tarde se muestra exultante
en una ¨Jirafa¨ escrita en Noviembre de 1950:
¨Excepcionalmente se ha concedido el Premio Nobel de
Literatura a un autor de innumerables méritos, dentro de
los cuales no sería el menos importante el de ser el
novelista más grande del mundo actual y uno de los
más interesantes de todos los tiempos. El maestro William
Faulkner, en su apartada casa de Oxford, Missouri, debe haber
recibido la noticia con la frialdad de quien ve llegar un
tardío visitante que nada nuevo agregará a su largo
y paciente trabajo de escritor… ¨
Y el 9 de febrero de 1951, cuando se disponía a
abandonar Barranquilla para volver a Cartagena, publica una nueva
¨Jirafa¨ titulada ¨Memorias de un
aprendiz de antropófago¨. Allí confiesa que sus
autores preferidos en ese momento son Faulkner, Kafka y Virginia
Wolf, y señala: ¨mi máxima aspiración es
llegar a escribir como ellos¨.
¿ Cuándo leyó
García Márquez por primera vez a Faulkner? En marzo
de 1949 Gabo debió retirarse por tres meses desde
Cartagena a la población de Sucre, donde todavía
vivía su familia para recuperarse de una pulmonía.
¨En Sucre tenía que quedarme tres meses y entonces yo
les mandé un papelito a la gente de Barranquilla
pidiéndoles algo que leer¨ apunta García
Márquez. Sus amigos de Barranquilla, sabedores del
obligado reposo al que debía someterse, le enviaron una
caja llena de libros. ¨Llegaron tres cajas. Allí
estaba todo. Faulkner, Virginia Wolf, Sherwood Anderson, Dos
Passos, Teodoro Dreiser¨, informa Gabo. El pariente encargado
de enviarle por vía aérea las cajas con los libros
apunta con más exactitud: ¨Entre los que más
recuerdo estaban Luz de agosto que tenía una portada
azulosa, y El Villorrio de William Faulkner; varios libros de
John Dos Passos, Contrapunto y Mi tío Spencer de Aldous
Huxley, El camino del tabaco, de Erskin
Caldwell y La Señora Dalloway de Virginia
Woolf¨.
Afirmaciones y negaciones.- ¨Los
críticos han insistido tanto en la influencia de Faulkner
en mis libros, que durante algún tiempo lograron
convencerme. La verdad es que yo había publicado ya mi
primera novela La hojarasca, cuando empecé a leer a
Faulkner por pura casualidad. Quería saber en qué
consistían las influencias que me atribuían los
críticos ¨ dijo García Márquez. Sin
embargo, Vargas Llosa señala que ¨la memoria le juega
una mala pasada a García Márquez, o, lo que es
más probable, García Márquez le juega una
mala pasada al periodista: según el testimonio de
Germán Vargas y de Plinio Apuleyo, descubrió a
Faulkner entre mediados de 1950 y 1954, en Barranquilla
precisamente en la época en que escribió La
hojarasca¨. En realidad es posible que aun antes – en
1949 – ya García Márquez haya empezado a leer
a Faulkner.
Toda la relación García
Márquez-Faulkner ha estado llena de
afirmaciones-negaciones, confesiones-desmentidas,
reconocimientos-evasivas por parte del primero. ¨No es que me
moleste la influencia de Faulkner, por supuesto. Más bien
debía entenderlo como un elogio, porque Faulkner es uno de
los grandes novelistas de todos los tiempos¨ le
confesó Gabo al periodista español Miguel
Fernández Braso Pero inmediatamente añadió:
¨En realidad, un escritor que sabe lo que hace procura no
parecerse a nadie más y más bien trata de eludir
que de imitar a sus autores favoritos¨.
Conversando con su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, Gabo se
explaya un poco más: ¨Tanto insistieron (los
críticos) en la influencia de Faulkner, que durante un
tiempo llegaron a convencerme (…) pero creo que los
críticos establecen las influencias de una manera que no
llego a comprender¨. Y le explica:
En el caso de Faulkner, las analogías son
más geográficas que literarias. Las
descubrí mucho después de haber escrito mis
primeras novelas, viajando por el sur de los Estados Unidos.
Los pueblos ardientes y llenos de polvo, las gentes sin
esperanza que encontré en aquel viaje se parecían
mucho a los que yo evocaba en mis cuentos. Quizás no se
trataba de una semejanza casual, porque Aracataca, el pueblo
donde yo viví cuando niño, fue construido en
buena parte por una compañía norteamericana, la
United Fruit.
Pero Apuleyo Mendoza, viejo conocedor de García
Márquez, contrapregunta incisivamente:
Al esquivar a Faulkner como influencia determinante,
¿no estarás cometiendo un parricidio?
Acorralado por la penetrante interrogación del
amigo-entrevistador Gabo finalmente reconoce:
- Quizás. Por eso he dicho que mi problema no
fue imitar a Faulkner, sino destruirlo. Su influencia me
tenía jodido.
La confesión final.- El 21 de octubre de
1982 la Academia Sueca entregó el premio Nobel de
Literatura a Gabriel García Márquez. Vestido de
blanco al estilo caribeño, rodeado de amigos y de una
comparsa que viajó desde Colombia, Gabo alcanzó la
cumbre máxima del reconocimiento mundial. Según la
Academia el premio le fue concedido ¨por sus novelas y
cuentos, donde lo fantástico y lo real se funden en la
compleja riqueza de un universo poético que refleja la
vida y conflictos de un continente¨.
En representación de la Academia estuvo encargado
de ofrecer el premio, su secretario, Lars Gyllensten: ¨El
señor García Márquez ha sido galardonado con
el premio Nobel de Literatura de este año por sus
eminentes cualidades como escritor, como autor con talento
suficiente para aunar la ficción y la realidad en obras
palpitantes del arte literario, con un bagaje vivencial intenso
de los destinos y de las circunstancias del hombre de su
tiempo¨, señaló el académico. Y
más adelante añadió: ¨Sus grandes
novelas nos llevan a pensar en William Faulkner. García
Márquez ha creado un universo propio, el mundo que rodea a
Macondo, el pueblo inventado por él. Sus novelas y cuentos
nos arrastran a ese extraño lugar donde se dan cita lo
milagroso y lo más puramente real¨.
En otro aparte de su discurso el Secretario de la
Academia Sueca volvió sobre la misma idea: ¨Como en
Faulkner, los mismos protagonistas y personajes secundarios
aparecen en diversas narraciones – unas veces en
situaciones dramáticamente reveladoras, otras en
peripecias cómicas y grotescas – de tal especie que
únicamente pueden ser inventadas por la más
arrolladora fantasía o por la desvergonzada
realidad¨.
Y entonces, allí, en el pináculo de su
máxima gloria literaria, delante de ¨Majestades,
Altezas reales, y Señoras y Señores del mundo
entero¨ García Márquez concretó su
confesión definitiva:
Un día como el de hoy, mi maestro William
Faulkner dijo en este lugar: ¨Me niego a admitir el fin del
hombre¨. No me sentiría digno de ocupar este sitio
que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por
primera vez desde los orígenes de la humanidad, el
desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32
años es ahora nada más que una simple posibilidad
científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a
través de todo el tiempo humano debió de parecer
una utopía, los inventores de fábulas
que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que
todavía no es demasiado tarde para emprender la
creación de la utopía contraria. Una nueva y
arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir
por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto
el amor y
sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a
cien años de soledad tengan por fin y para siempre una
segunda oportunidad sobre la
tierra.
Cinco críticos literarios de primer nivel, un
peruano, dos uruguayos, un belga y un sueco están
contestes en afirmar decididamente la influencia de la obra de
William Faulkner sobre García Márquez
Para Vargas Llosa la obra de Faulkner afectó la
misma vocación de García Márquez en su
origen y el impacto mayor tuvo que ver más con el proyecto
de ésta obra, globalmente considerada que con detalles
temáticos y formales. La coincidencia entre Faulkner y
García Márquez es total cuando se trata de
construir un mundo que se va configurando mediante ampliaciones y
revelaciones, no sólo prospectivas sino también
retrospectivas.
Según Ángel Rama se trata de la influencia
de una literatura sobre otra: La literatura norteamericana e
inglesa de vanguardia sobre la literatura colombiana de la zona
del caribe. Faulkner, Hemingway, Virginia Woolf, impactan sobre
Alvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez,
Germán Vargas y ¨el grupo de
Barranquilla¨.
Para Volkening Macondo y Jocnapatauwah como poblaciones
son condensaciones de imágenes superpuestas de infinidad
de villorrios similares, reconstrucciones ideal-típicas de
una realidad compleja. Por otro lado, Aureliano Buendía
encuentra su alter ego en el Ejército Confederado en la
persona de John Sartoris. Y tanto para Faulkner, como para
García Márquez, Jocnapatauwah y Macondo constituyen
¨el ombligo del mundo¨, el eje en torno del cual van
girando las constelaciones planetarias de su universo
narrativo.
Según Rodríguez Monegal la influencia de
Faulkner sobre García Márquez es de naturaleza
técnica pero también tiene que ver con la
visión del novelista. Pero señala que el narrador
colombiano ha sido capaz de hacer algo más que repetir a
su maestro: ¨el discípulo es también un creador
y no meramente un repetidor¨. Además, la indisciplina
y el caos en que suele caer Faulkner es contrabalanceado por la
influencia de Hemingway. Y el estilo de éste
último, que a veces deriva en trivialidad, es
contrarrestado por la intensidad trágica y el humor negro
de Faulkner.
Lars Gyllensten, secretario de la Academia Sueca, en la
entrega del Nobel de literatura al colombiano en 1982
afirmó: ¨Sus grandes novelas nos llevan a pensar en
William Faulkner (…) Como en Faulkner, los mismos protagonistas
y personajes secundarios aparecen en diversas narraciones (…)
García Márquez ha creado un universo propio, el
mundo que rodea a Macondo, el pueblo inventado por
él¨.
Desde el punto de vista documental es evidente la
relación de Nabo el negro que hizo esperar a los
ángeles y El sonido y la furia; como la de La hojarasca
con Mientras agonizo de Faulkner.
Nabo de García Márquez y El Sonido y la
furia de Faulkner presentan similitudes de orden temático
y de carácter técnico. El Colombiano utiliza
técnicas narrativas aprendidas del Norteamericano y aun
las profundiza en varios sentidos. ¨No sorprende, por tanto,
que la trama de Nabo revele muchas coincidencias de detalle con
El sonido y la furia la novela de Faulkner que más
influyó en García Márquez¨,
señala Donald MacGrady.
Vargas Llosa puntualiza certeramente las semejanzas
entre La hojarasca y Mientras agonizo: Los lineamientos generales
de la historia; el tiempo narrativo; la estructura de las
historias; los miembros de una misma familia que actúan
como narradores-personajes; la atmósfera malsana y
pesimista que respiran los habitantes de ambas provincias
rurales; el clima histórico y psicológico tortuoso
que se encarna en ambos mundos ficticios; la distorsión
del punto de vista espacial donde los datos de la historia no
llegan objetivamente al lector sino que pasan siempre a
través de un intermediario.
Vargas Llosa también señala que La
hojarasca es la única obra de García Márquez
donde la influencia de Faulkner se manifiesta en el lenguaje,
concretamente en el prólogo: ¨enumeraciones,
repeticiones, una sintaxis circular de ritmo encantatorio, un
tono solemne, una lúgubre musicalidad, un soterrado
pesimismo, un aliento fatídico… ¨
García Márquez toma de Faulkner la
técnica del ¨monólogo interior¨ para
relatar su historia. Según Ángel Rama La hojarasca
parece ¨una adaptación de Mientras agonizo al mundo
hispanoamericano¨. Los tres personajes de La hojarasca son un
intento de reducción, de racionalización de los
intentos del manejo del monólogo en las novelas de Joyce,
Virginia Woolf o Faulkner.
Del análisis de la prueba confesional surge que
García Márquez expresa una admiración
juvenil y apasionada por la obra de Faulkner. Sus
¨jirafas¨ de la época barranquillera así lo
atestiguan. Posteriormente adviene una temporada de afirmaciones
y negaciones. Los críticos analizan y señalan
certeramente las coincidencias y las semejanzas. Gabo se retrae.
Afirma y niega alternativamente dicha influencia: ¨mi
problema no fue imitar a Faulkner, sino destruirlo. Su influencia
me tenía jodido¨. Le susurra a su amigo Plinio Apuleyo
Mendoza.
Pero cuando es un autor aclamado mundialmente, en el
discurso pronunciado al recibir el Premio Nobel de Literatura, lo
reconoce sin ambages: Un día como el de hoy, mi maestro
William Faulkner dijo en este lugar: ¨Me niego a admitir el
fin del hombre¨.
Puede considerarse, entonces, a través del
análisis de la prueba considerada, que William Faulkner
influyó de manera decisiva en la vocación,
propósito, temática y técnica de Gabriel
García Márquez.
Un escritor sureño ha afirmado que la influencia
de William Faulkner sobre la escritura de Gabriel García
Márquez es ¨superficial¨ y que ¨proyecta
más resentimiento que admiración sobre el
modelo¨.
A la luz de lo descubierto en esta investigación el autor considera tres
hipótesis posibles para explicar la
afirmación del sureño, a saber:
Primero, el sureño no ha leído a Faulkner.
Esto es posible debido a que Faulkner escribió en
inglés, y su estilo – aun traducido al español –
deviene difícil y complicado. Pero resulta altamente
improbable porque Faulkner es lectura obligada para toda persona
culta.
Segundo, el sureño no ha leído a
García Márquez. Esta hipótesis
también resulta improbable porque ¨el
caribeño¨ ha sido traducido a más de cuarenta
idiomas y de su obra principal, Cien años de soledad, se
han vendido más de cincuenta millones de ejemplares en
todo el mundo. Además, en 1982 le fue otorgado el Premio
Nobel de Literatura, premio para el cual el sureño -que se
sepa- nunca ha sido ni siquiera nominado.
La tercera hipótesis es la siguiente: El escritor
sureño efectivamente ha leído a Faulkner, en
inglés o en español. Y también ha
leído a García Márquez, (en español,
inglés, francés, sueco, ruso o en alguno de los 35
idiomas restantes a los cuales ha sido traducido). El
sureño – repito – ha leído a Faulkner y
también ha leído a García Márquez.
Pero, no los ha entendido a ninguno de los dos… Esta
hipótesis es la que me parece más
probable.
El Autor
APULEYO MENDOZA, Plinio (1982) Gabriel García
Márquez, El olor de la guayaba. Buenos Aires,
Sudamericana.
BRASO, Miguel Fernández (1972) La soledad de
Gabriel García Márquez, Barcelona,
Planeta.
Colombia, Corporación Editorial Universitaria de
Colombia
CAMPBELL, Harry M. y FOSTER, Ruel E. William Faulkner,
Buenos Aires, Schapire.
GARCÍA MARQUEZ, Eligio (2001), Tras las claves de
Melquíades: Historia de Cien años de Soledad,
Bogotá, Norma.
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, (1973) Ojos de
perro azul, Buenos Aires, Sudamericana.
————————————– (1975) La
hojarasca, Buenos Aires, Sudamericana
————————————– (1983), La
soledad de América
Latina. Brindis por la poesía.
Cali,
————————————– (1993), Obra
Periodística I, Textos Costeños, Bs. As.
Sudamericana, Recopilación y prólogo de Jacques
Gilard.
IRBY FAST, James (1956), La influencia de William
Faulkner en cuatro narradores hispanoamericanos,
México.
RAMA, Ángel, (1987) Edificación de un arte
nacional y popular, Montevideo, Fac. de Humanidades.
RODRÍGUEZ MONEGAL, Emir (1981), Novedad y
anacronismo en Cien años de soledad, en Gabriel
García Márquez, Madrid, Taurus, (Edición de
Peter Earle).
SALDIVAR, Dasso, (1997) García Márquez, El
viaje a la semilla, Madrid, Santillana
STEINBERG, Erwin, (1982) La técnica del fluir de
la conciencia en la novela moderna, México,
Noema.
VARGAS LLOSA, Mario, (1971) García
Márquez, Historia De Un Deicidio, Barcelona, Barral
Editores,
VOLKENING, Ernesto (1963) Gabriel García
Márquez o el trópico desembrujado en Eco,
Revista de la Cultura de Occidente, Bogotá, Tomo VII, Nro.
40, 1963.
El presente trabajo ha sido presentado por
JULIO RAFAEL MAESTRE
en la cátedra de LITERATURA EUROPEA II
de la Universidad Nacional del Comahue, (Neuquén, Argentina) a
cargo del Profesor ALEJANDRO FINZI.