Por siglos los hombres han tratado de usar fuerzas y
artefactos de diferente tipo para realizar sus trabajos, para
hacerlos más simples y rápidos. La historia conocida de los
artefactos que calculan o computan, se remonta a muchos
años antes de Jesucristo.
Dos principios han
coexistido respecto a este tema. Uno es usar cosas para contar,
ya sea los dedos, piedras, conchas, semillas. El otro es colocar
esos objetos en posiciones determinadas. Estos principios se
reunieron en el ábaco,
instrumento que sirve hasta el día de hoy, para realizar
complejos cálculos aritméticos con enorme rapidez y
precisión.
En el Siglo XVII en occidente se encontraba en uso la
regla de cálculo,
calculadora basada en las investigaciones
de Nappier, Gunther y Bissaker. John Napier (1550-1617) descubre
la relación entre series aritmética y
geométricas, creando tablas que llama logaritmos. Edmund
Gunter se encarga de marcar los logaritmos de Napier en
líneas. Bissaker por su parte coloca las líneas de
Nappier y Gunter sobre un pedazo de madera,
creando de esta manera la regla de cálculo. Durante
más de 200 años, la regla de cálculo es
perfeccionada, convirtiéndose en una calculadora de
bolsillo, extremadamente versátil.
Por el año 1700 las calculadoras numéricas
digitales, representadas por el ábaco y las calculadoras
análogas representadas por la regla de cálculo,
eran de uso común en toda Europa.
La primera máquina de calcular mecánica, un precursor del ordenador
digital, fue inventada en 1642 por el matemático
francés Blaise Pascal. Aquel
dispositivo utilizaba una serie de ruedas de diez dientes en las
que cada uno de los dientes representaba un dígito del 0
al 9. Las ruedas estaban conectadas de tal manera que
podían sumarse números haciéndolas avanzar
el número de dientes correcto. En 1670 el filósofo
y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz
perfeccionó esta máquina e inventó una que
también podía multiplicar.
El inventor francés Joseph Marie Jacquard, al
diseñar un telar automático, utilizó
delgadas placas de madera perforadas para controlar el tejido
utilizado en los diseños complejos. Durante la
década de 1880 el estadístico estadounidense Herman
Hollerith concibió la idea de utilizar tarjetas
perforadas, similares a las placas de Jacquard, para procesar
datos.
Hollerith consiguió compilar la información estadística destinada al censo de población de 1890 de Estados Unidos
mediante la utilización de un sistema que
hacía pasar tarjetas perforadas sobre contactos
eléctricos.
También en el siglo XIX el matemático e
inventor británico Charles Babbage elaboró los
principios de la computadora
digital moderna. Inventó una serie de máquinas,
como la máquina diferencial, diseñadas para
solucionar problemas
matemáticos complejos. Muchos historiadores consideran a
Babbage y a su socia, la matemática
británica Augusta Ada Byron (1815-1852), hija del poeta
inglés
Lord Byron, como a los verdaderos inventores de la computadora
digital moderna. La tecnología de aquella
época no era capaz de trasladar a la práctica sus
acertados conceptos; pero una de sus invenciones, la
máquina analítica, ya tenía muchas de las
características de un ordenador moderno.
Incluía una corriente, o flujo de entrada en forma de
paquete de tarjetas perforadas, una memoria para
guardar los datos, un procesador para
las operaciones
matemáticas y una impresora para
hacer permanente el registro.
Los ordenadores analógicos comenzaron a
construirse a principios del siglo XX. Los primeros modelos
realizaban los cálculos mediante ejes y engranajes
giratorios. Con estas máquinas se evaluaban las
aproximaciones numéricas de ecuaciones
demasiado difíciles como para poder ser
resueltas mediante otros métodos.
Durante las dos guerras
mundiales se utilizaron sistemas
informáticos analógicos, primero mecánicos y
más tarde eléctricos, para predecir la trayectoria
de los torpedos en los submarinos y para el manejo a distancia de
las bombas en la
aviación.
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