La Fidelidad es a la vida de las emociones lo que
la Coherencia es a la vida del intelecto: Simplemente una
confesión de Fracaso"
Estaba releyendo despreocupadamente El Retrato de Dorian
Gray y de pronto me quedé conmovido por esta
afirmación y me quede en ella por buen tiempo tratando
de entender que quiso decir Wilde por intermedio de sus
personajes, ¿qué oscuro mensaje instalaba
subrepticiamente en la mente de sus lectores?
En el ámbito que nos rodea es común
escuchar que la Fidelidad y la Coherencia son dos cosas
deseables, la primera para la vida de las emociones y la segunda
para la vida del intelecto. Personalmente tengo que asumir que
desde hace mucho sobrellevo una encarnizada lucha por develar los
misterios de estos dos vocablos y mi experiencia personal me ha
enseñado a tratarlos con mucho decoro.
Ahora, también es cierto que el decoro no es el
mejor amigo de la objetividad, por lo que intentaré llevar
lo objetivo
(espero) hasta las siempre exasperantes últimas
consecuencias.
Hace un par de años, conspirando con un grupo de
amigos contra la tiranía de la ignorancia, nos dedicamos a
revisar, leer y estudiar algunos artículos y materiales que
pudiesen ser de relevancia para nuestra formación política, entre ellos
hallamos un texto de
Isaiah Berlín que decía que la Coherencia era lo
que hacía que lo que se piensa, se dice y se hace, tenga
un hilo conductor fuerte, para esto es evidente que la
convicción por aquella idea se gesta primero en "lo que se
piensa". Platón
decía que la poesía
"es una Cosa liviana, alada y sagrada", yo diría que esto
se puede extender hacía toda idea, en suma hacia todo lo
que se encuentra en el campo de "lo que se piensa". Esta
grácil y etérea naturaleza de las
ideas debe ser nutricia en Convicción para que dicha idea
crezca en el camino del decir y finalmente sea efectiva realidad
en el hacer.
" Carecer de convicciones respecto a los hombres y a uno
mismo: tal es la elevada enseñanza de la prostitución, academia ambulante de
lucidez, al margen de la sociedad, como la
filosofía."
Mi filósofo favorito me dio la
respuesta.
Cioran alaba la harto elevada enseñanza de la
prostitución con referencia a la ausencia de convicciones.
La naturaleza de la convicción es una linealidad
insostenible para los seres humanos.
Los seres humanos somos ciclotímicos, volubles,
antojadizos, nos provoca ser lo que no somos y podemos,
inmediatamente después de esto, agradecer a Dios por lo
que hizo de nosotros. Nos rige con espartana inexactitud la
estocásticidad, es decir, el hecho de que nuestros actos
son medianamente predecibles y medianamente un misterio,
aún para nosotros mismos. Caracteres, estados de
ánimo, genes, impresiones, gustos y disgustos;
absolutamente todo es una variable que altera nuestra capacidad y
forma de respuesta. Esa es la NATURALEZA.
Lo que atenta contra la naturaleza es todo aquello que
no respete los usos y costumbres, maneras y fenotipos
ontogénicos consensuados por las comunidades en que los
hombres viven, sienten, crean y mueren.
La convicción, como la religión, es una
especie de juego social
en el que nos encontramos envueltos ( aunque no queramos y sin
querer insinuar con ello que estemos condenados a padecerlo por
siempre) y en el que se juega con la mayor visceralidad posible.
La contumaz razón de jugar un juego de estas características es por pura
enfermedad.
"Cómo filólogo, se observa lo que hay
detrás de las letras sagradas y como médico lo que
hay detrás de la decrepitud fisiológica del tipo
cristiano. Y mientras el médico exclama :
¡incurable!, el filólogo afirma:
¡charlatanería!"
¡Incurables!
Nuestra rotunda e ignorante sociedad es hoy incurable.
La enfermedad que nos ataca es un cáncer generalizado a
todas las mentes y a todas las almas producido por la Santa
Mentira de la Verdad Cristiana. Todas las convicciones tienen un
origen y nadie puede saber quien fue el primero que dijo la
palabra Verdad. Pero modernamente el origen de las estructuras de
la convicción nacen de esta convicción totalizadora
y dogmatizante, absoluta y despótica, tiránica y
oscura que es la cristiana.
No es el caso que nos ocupa desarrollar la
convicción cristiana pero es siempre esclarecedor tener un
referente sustantivo para poder
aprehender la naturaleza del fenómeno en estudio, en este
caso la convicción.
La convicción es una deformación artera y
alevosa de la idea.
La idea en su estado
más ínfimo de estancamiento, congelación,
putrefacción y vulgaridad es la
convicción.
"Y la convicción fue hecha negocio para beneficio
de unos pocos curas. Los curas se metieron hasta en la sopa de la
gente, del pueblo y el pueblo, esa masa siempre hambrienta,
insalubre y ventral, cedió su voluntad a la Gran Vaca
Sagrada y decidió (fue su última decisión)
que jamás volvería a contradecir las voluntades
generales, los mandatos autoritarios, los injustificados
monismos, juró fidelidad a un Dios, y quiso jurar
también a un monarca, a un carismático mesias, a un
caudillo, quiso también jurar abnegación a un solo
libro, a una
sola canción y su vida se hizo de un solo color, de una
sola raza, de una sola bandera, sus símbolos de
escudería eran los mismos, ya no usaban al trueno, al gato
macho o al león, todos usaban un símbolo que
justificaba toda la ingenua belleza de lo simple y
monótono, de todo lo ordinario que ya para ese entonces
era todo."
La convicción llegó a su clímax y
el clímax se hizo religión.
La idea, ese manifiesto modelado en las candelas de la
pluralidad, esa plastilina que podemos hacer y deshacer a gusto y
disgusto de nuestras experiencias y pintar de los colores que
queramos, esta estructuralmente prohibida.
Así, si la Coherencia obtiene su nacimiento de la
fuerza
intransigente y despótica de la Convicción, luego
la Coherencia en si misma se convierte en un castigo, uno que se
parece mucho a la ceguera y que oprime la voluntad.
De forma similar "la Fidelidad es a la vida de las
emociones". Detenimiento, parálisis, congelación,
monotonía, predeterminación.
¿Porqué ser fieles?, ¿Por
qué intentar serlo siquiera?
No lo se quizás sea parte de la
contradicción de ser humano.
Por Javier Rivera Martínez