7. Santidad
Tal vez deberíamos preguntarnos en primer lugar
qué cosa es pecado. Y más aún,
deberíamos preguntarnos sobre cómo es Dios.
Es la pregunta que se hizo Saratustra cuando subió a la
montaña, y pensando en el dios que le habían
enseñado sus mayores llegó a una conclusión;
bajó de la montaña y dijo: "Dios ha muerto".
Y lo que parece una herejía, es algo sano; estamos frente
a un hombre que le
hablaron de un dios tirano, que se enojaba con aquellos que
pensaban diferente, un caprichoso que se levantaba malhumorado y
decía: "hoy se me ocurre que esto es pecado". A ese dios
mató Saratustra … ¡Y bien que hizo!.
Dios no inventó el pecado, lo hizo el diablo para
deshumanizarnos. Pecado es todo lo que atenta contra la
humanidad. Dios no dice "no matarás" porque le gusta
prohibirnos cosas. Lo dijo porque sabe que el asesinato va en
contra del "ser – humano". Así pues, todo lo que
deshumaniza es pecado y por ende, todo lo que nos haga más
humanos sin duda que es santidad.
En muchos círculos religiosos, se piensa que santidad es
todo lo que abre la puerta hacia la realidad del
"espíritu" y se la cierra al mundo. Sin embargo, es hora
de comprender que todo lo que atente contra el ser humano sea
este hecho religioso, político, social, o de cualquier
índole, es pecado.
La
globalización capitalista, por ejemplo, impuso en el
mundo un sistema de
exclusión social junto a la cultura del
pensamiento
único.
Esta realidad produjo el desarraigo de miles de personas desde la
periferia al centro en busca de mejores condiciones laborales. La
respuesta de las naciones centrales ha sido la xenofobia, el
racismo y la
discriminación. El neofascismo en Italia, el
neonazismo Alemán, El creciente racismo en Estados Unidos
son la punta del iceberg de una patología de
exclusión.
Ortega y Gasset nos dice que
"vivir es tratar con el mundo"
y también:
"Por lo pronto somos aquello que nuestro mundo nos invita a
ser".
Erich Fromm, en "El miedo a la libertad"
demuestra claramente como diversas enfermedades sociales como
el fascismo y el
autoritarismo, surgen de realidades psicológicas vividas
por el pueblo alemán de esos días.
Por eso decimos sin temor a equivocarnos que el sistema imperante
deshumaniza, quita al hombre su protagonismo como hacedor de la
historia, hace
del ser humano un engranaje, una pieza más sin identidad, una
mercadería más de las góndolas del consumo, y sin
duda, la más barata.
Pero la santidad es humanizante, santificar es devolverle al
hombre su identidad como humano, su protagonismo
histórico. Ser cristiano es ser cada vez más
humano.
La persona y
ministerio de Jesucristo
Muchos hoy adhieren a la tesis de que
Jesús se preocupó sólo del alma dejando de
lado todo lo que se relacione con el mundo cotidiano. Es
así como se considera "poco espiritual" a los cristianos
que se comprometen con la realidad diaria.
Desde el comienzo de la vida de Jesús, esta teoría
es desbaratada. Cuando María se goza en que Dios la
bendijo con un hijo exclama:
"Quitó del trono a los poderosos, y levantó a los
humildes.
"A los hambrientos colmó de bienes, y a
los ricos envió vacíos".
Sin dudas que María veía en su futuro hijo un
ministerio comprometido con los pobres y desposeídos.
Nótese también el profundo mensaje
antimonárquico de la madre de Jesús.
A lo largo de la historia poscristiana, los artistas se han
esforzado por hacer un rostro de Jesús acorde al molde que
su sociedad
establecía. Hay Cristos negros y los hay blancos, con el
cabello largo y corto; De túnica y mameluco.
De alguna manera la realidad en la cual el hombre vive
lo condiciona en su interpretación de su visión
religiosa. En la década de los 60, por ejemplo, Cristo fue
un prototipo del Hippie. En Estados Unidos no había
problemas en
hacer de Jesús el hombre tipo de clase media, mientras que
en algunos sectores de nuestra América
Jesús era visto como algo parecido al Che
Guevara.
En estas páginas, no buscamos reconstruir la persona
histórica de Jesucristo. Pero hay una conclusión
casi a priori: Jesús no fue ni Camilo Cien fuegos, ni
Ghandi, ni el ser apolítico que la teología
convencional lo ha hecho parecer.
Nuestra historia tiende a hacer de los próceres seres
apolíticos y asexuados fuera de todo marco
histórico. Jesucristo, no se exceptúa de esta
regla. Hemos hecho con frecuencia del Maestro, un ser
místico, alejado de la historia y totalmente desinteresado
de los problemas políticos y sociales de su época.
Pero esta visión no es real; Jesús se
interesó por los problemas de su época; su
ministerio no es ajeno a una propuesta social concreta.
Hay en el Nuevo testamento, infinidades de pasajes que muestran
el interés
social y político de Nuestro Señor. En las
líneas que siguen se resaltará escuetamente dos
aspectos de la vida de Jesús, de los tantos que muestran
el compromiso social del Nazareno y cómo él
dejó caminos claros para la ética
social del cristianismo.
- Lucas 4:18 – 20
Jesús comenzó su ministerio un
sábado que yendo a la sinagoga le dieron a leer el
libro de
Isaías y abriéndolo leyó un
pasaje que luego el mismo aplica a su persona:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido a predicar buenas nuevas a los pobres; me
ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a
pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos: a poner
en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable
del Señor.
Es ineludible el profundo peso social que cargaba al ministerio
de Jesucristo. Aunque hoy se lo quiera hiperespiritualizar las
palabras de Jesús (y de hecho tienen un gran contenido
espiritual), es imposible quitarles el gran contenido social que
encierran, sobre todo en la última sentencia: A predicar
el año agradable del Señor. Este año
agradable al que el profeta hace referencia no es otro más
que el jubileo.
El jubileo es una fiesta de reestructuración
económico – social que el pueblo de Israel
debía celebrar periódicamente. El año
jubilar constaba de cuatro leyes
fundamentales:
- Remisión de deudas.
- Liberación de los esclavos.
- Devolución de los campos a sus
legítimos dueños. - Descanso de las tierras productivas.
Todo esto debía hacerse cada 50 años a
excepción del último punto, el
Descanso de las tierras, que también se realizaba cada
siete.
Esta descripción tan breve del año
sabático nos deja ver con claridad increíble el
profundo énfasis social que contenía el mensaje del
Señor.
El no pasó por alto las necesidades sociales y
económicas del mundo; ni instó a su pueblo a
soportar el flagelo del hambre y la miseria con estoicismo
mientras esperaban su venida; por el contrario, Jesús
desde el comienzo de su ministerio predicó una profunda
reestructuración social, económica y política en el mundo.
Él quería que no haya en esta tierra
marcadas diferencias sociales. La pobreza y el
hambre, la desocupación y la explotación del
hombre por el hombre son enemigas íntimas de la esencia
del evangelio.
Por supuesto, este único discurso, no
es suficiente para demostrar que Cristo con el comienzo de su
ministerio propuso iniciar un tiempo jubilar.
Pero no es ésta la única vez que el Señor
hace referencia a dicha propuesta; por el contrario, en
más de una oportunidad se puede observar a Jesús
buscando implantar dicha ética. Por ello le dijo al joven
rico que para entrar en el reino necesitaba vender y redistribuir
sus riquezas. Este es el principio elemental del jubileo.
También en su oración modelo,
Jesús enseñó a perdonar a nuestros deudores,
y aunque hoy se traduzca deudas por faltas, es imposible ocultar
el peso de las palabras de Jesús.
Todo el que acepta al Señor como salvador, disfruta desde
ahora de su presencia en el Reino, y todo aquel que pertenezca a
dicho reino, debe llevar una vida acorde al mismo, es decir,
entre otras cosas, participar de la justicia.
Jesús dejó normas claras de
cómo vivir en justicia y ser artífices del jubileo
es una de ellas.
- Mateo 25:31 – 46
El advenimiento de nuestro Señor para poner fin a
este sistema e implantar su Reino de justicia e igualdad
pondrá a prueba la fe de cada uno separando "ovejas" de
"cabritos". Pero la fe suele ser abstracta y sólo se hace
manifiesta por los efectos producidos.
En la parábola de Mateo 25, el maestro ejemplifica este
principio diciendo que en su venida dividirá al mundo en
dos: unos a su derecha y otros a su izquierda, a unos
salvará, a otros condenará. Y a continuación
aclara el porqué de esta actitud:
"porque tuvo hambre… preso… desnudo… y me diste (o no) de
comer… vestido… me visitaste. Ambos grupos le
preguntarán cuándo le hicieron o negaron dicho
favor y él responderá: "Cuando lo hiciste al
más pequeño, a mí me lo hiciste".
En estas palabras (a mí lo hiciste), encontramos a un
verdadero representante de Cristo en la tierra a la
cual debemos respetar para mostrar nuestro amor a Cristo.
Este representante no está cubierto de oro ni es
reconocido por ningún credo, ni mucho menos es la cabeza
de ninguna iglesia. Al
contrario, el representante de Cristo en la tierra es el pobre y
marginado y sólo podemos decir que amamos y conocemos a
Cristo cuando lo demostramos en la persona del
doliente.
El cuarto mandamiento fue dado al pueblo como una
señal "de una sociedad que rechaza la idea de que el
hombre vive para el
trabajo"
Si se contempla brevemente la situación histórica
que vivía el pueblo hebreo en su cautiverio egipcio, se
vislumbrará un pueblo terriblemente maltratado, obligado a
trabajar bajo el yugo esclavista de un imperio, cuya vida se
centralizaba en el trabajo.
Pero Yavhé, se hizo presente librando a su pueblo y
devolviéndole su dignidad. El día de reposo fue
dado a un pueblo libertado del sistema de esclavitud que le
imponía el imperio dominante. Dicho en boca de
Shurmman:
El día de reposo es así el símbolo de una
estructura
económico – social opuesta al sistema egipcio que
justamente degradaba al hombre y lo convertía en una
maquina, en un individuo que no tiene posibilidad de organizar
sus fiestas
Cuando Dios condujo a su pueblo a la libertad, le dio en el
camino las reglas necesarias para que esa libertad sea
conservada. Estas reglas aparecen enteramente explícitas
en dos oportunidades en el Pentateuco: Exodo 20 y Deuteronomio 5.
Si bien las tablas de la ley fueron escritas por "el dedo de
Dios" en Sinaí, el cuarto mandamiento no aparece redactado
de igual manera en ambos textos. Esta diferencia de
énfasis que el escritor da en ambos pasajes, no puede
pasar desapercibida.
En Exodo se insta a guardar el sábado como
conmemoración de la creación. Deuteronomio, sin
embargo, pone énfasis en el aspecto social del día
de reposo. El pueblo hebreo debía guardar el sábado
como conmemoración de la libertad de manos de los egipcios
que Dios les había dado: "Acuérdate que fuiste
siervo en tierra de Egipto y que
Jehová tu Dios te sacó de allí con mano
fuerte y brazo extendido" (Deuter. 5:15).
El día de reposo es pues también una señal
de la libertad sociopolítica que Dios dio a su pueblo; nos
recuerda que el hombre no vive para el trabajo sino que muy por
el contrario, trabaja para vivir. Un día que, dando un
paso atrás, el hombre puede retirarse de la sociedad de
consumo que lo enmarca, para recordar el verdadero sentido del
trabajo y de la vida.
La integridad del hombre
Una de las primeras herejías que se introdujo al
cristianismo fue la que conocemos con el nombre de Docetismo.
Esta teoría, impregnada sin duda de la filosofía
platónica, presenta un marcado dualismo entre un cuerpo
mortal y corrupto y el alma pura e inmortal.
Hoy en día, aunque dicho pensamiento fue rechazado por la
iglesia hace siglos, hay en algunas oportunidades la tendencia a
dualizar al ser humano. Es así como en más de una
oportunidad se hace mención a la cantidad de almas que se
convirtieron en cierta y determinada campaña
evangelística. Inclusive, muchos laicos no han sabido
responder a ciencia cierta
si la resurrección de los muertos en el día
postrero será sólo espiritual o también
corporal.
Sin embargo, en los últimos tiempos, ha habido un
resurgimiento de la predicación del hombre como ser
integral. Y es que no caben más dudas de que el hombre en
sus diferentes aspectos está estrechamente relacionado.
Así por ejemplo, muchas enfermedades físicas se
deben a factores extrafísicos y viceversa.
Por tanto, el hombre es un ser indivisible; el hecho de que no se
tenga en cuenta una de sus funciones acarrea
dificultades sobre las demás fases del ser. Es necesario,
teniendo en cuenta este principio, que nos preocupemos no
sólo por la vida espiritual, sino de la integridad del
ser, recordando que el hombre no es un montón de
compartimentos estancos, sino que cada parte de su ser
está estrechamente relacionada con la otra.
No podemos tomar fragmentos de la vida, seleccionar una parte de
la vida que consideremos valiosa o que nos atrae, o que nuestra
inclinación reclama con vehemencia. O tomamos la totalidad
de la vida… o meramente tomamos un fragmento de ella que puede
parecer satisfactoria, pero que inevitablemente acarreará
confusión.
Dios creó al hombre en toda su plenitud y lo
redimió en toda su plenitud. Por tanto el verdadero
creyente debe preocuparse por la totalidad de la
persona.
Mayordomía
Cuando Dios creó al hombre le encomendó la
protección y cuidado de toda la tierra y sus moradores.
Este hecho nos lleva a una doble consideración:
- La ecología
- La "ecología social"
Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y
los que en él habitan (Salmo 24.1)
La Palabra de Dios es clara cuando dice que la tierra no es de
los ricos, ni de un Estado
burgués ni de unos pocos afortunados: "De Jehová es
la tierra". Este mundo pertenece al Señor y él lo
creó para regocijo de todos los hombres. Sin embargo, hoy
son pocos los que pueden disfrutar de las bendiciones del
creador.
Sólo el cinco porciento de las tierras productivas de
América
Latina es cultivada, sin embargo hay hambre. De este 5% que
se cultiva, el 90% se encuentra en manos del número total
de terratenientes.
El número de los campesinos sin tierra es alarmante,
supera en promedio al 50%.
Estas condiciones de tenencias y explotación de la tierra
traen como resultado uno de los índices de producción agrícola más bajo
del mundo. Un agricultor norteamericano produce para alimentar a
25 personas… Uno latinoamericano, para apenas 4 personas.
Si bien estos datos carecen de
actualización, en América Latina la historia no ha
cambiado demasiado. La distribución agraria una empresa que
debe hacerse con urgencia antes que el problema se torne
irreversible.
Los problemas corrientes de justicia social, rural y
política son ahora extremadamente urgentes… y las
iglesias en esos países no pueden dejar por mas tiempo de
considerarlos.
Dios nos dio la orden de gobernar la tierra (Gn. 1.28) Si
realmente comprendemos que quiere decir gobernar, ser mayordomos,
administradores de esta tierra, debemos tomar consciencia de lo
que significa dicha orden y buscar una pronta solución a
los problemas económicos y sociales que se opone al
plan de
Dios.
Hacia una moral sin
dogmas
Hacia una moral sin dogmas es el título del famoso libro
de José Ingenieros y nos pareció interesante
ponerlo como título de la conclusión de nuestro
trabajo, porque, como veremos, la moral del
cristiano no es nunca una respuesta dogmática ni
prediseñada ante estímulos sociales.
Un dogma, es una opinión impuesta desde afuera del hombre;
es algo que se acepta porque lo dijo una autoridad y no
se cuestiona si no se quiere tener problemas:
Un dogma moral es una opinión inmutable e imperfectible
impuesta a los hombres por una autoridad anterior a su propia
experiencia.
El dogma, como doctrina, es entonces una imposición desde
afuera del creyente, la cual él no tiene la posibilidad de
reflexionar, cuestionar, perfeccionar o modificar.
De allí que, si la moral se basa en dogmas fijos y
objetivos, el
cristiano sólo debe obedecer sin cuestionar, lo que lo
hace un reproductor que no goza de su libre voluntad, lo rebaja a
la postura de una máquina que sin poder
reflexionar, reproduce las órdenes de su fabricante.
Pero Dios no es nuestro fabricante, es nuestro creador, y nos
creó a Su imagen, es decir,
nos dio capacidades creativas y libres que debemos respetar. La
moral del cristiano, pues, no se basa en dogmas premoldeados sino
en la experiencia; en el diálogo
con su tiempo, su sociedad y su entorno.
Etica autoritaria versus libertad en Cristo
En una exposición
de arte plástico
en San Isidro, una mujer de
influencia se escandalizó frente a un cuadro que ella
calificó de obsceno. Consecuencia: nadie pudo ver el
cuadro. En la época de la usurpación militar en
Argentina, el
gran "moralista" Tato, censuraba las películas y
decía al pueblo que podía ver y que no. Mientras
sus compañeros de delincuencia
mataban, torturaban y violaban, Tato prohibía al pueblo
argentino escuchar o ver escenas que se oponían a "la
moral occidental y cristiana".
¿Cuántas veces suponemos que el verdadero cristiano
tiene derecho a hacer uso de esta ética?.
¿Cuántas veces escuchamos desde el púlpito
prohibir ir al cine, al
baile, usar cierta vestimenta o leer ciertos libros?.
Ustedes, ¿Qué prohiben?, suelen preguntar muchos
que se encontraron en varias oportunidades con
fundamentalistas.
En realidad, deberíamos cuestionarnos toda forma de moral
autoritaria formada en dogmatismos sacralizados. La forma de ser
de Jesús se opuso siempre y rotundamente a todo
autoritarismo. Jesús predicó una moral que no se
basa jamás en dogmas fijos y arbitrarios. El jamás
fijo reglas autoritarias, sino por el contrario, la
filosofía del Maestro fue siempre situacional. El mismo
pone ejemplos claros:
¿No han leído lo que hizo David, cuando él y
los que con él estaban tuvieron hambre; como entró
en la casa de Dios, y comió los panes de la
proposición que no le era permitido comer ni a él
ni a los que estaban con él sino solamente a los
sacerdotes?
Y termina con la conclusión:
Si supieran que significa misericordia quiero y no sacrificio
No condenarían a los inocentes.
En otras palabras, Nadie tiene derecho a hacer de la moral del
prójimo un decreto militar. Debemos dudar de aquellos que
ordenan la vida del prójimo diciendo lo que se puede hacer
y lo que está prohibido de acuerdo a sus leyes
arbitrarias. Dios no tiene abogados defensores, ni
policías de moral. Jesús basa sus principios
morales poniendo la misericordia por encima de la ley.
Etica legal versus ética dialéctica
Basar la ética en la ley, es sin dudas, ser
dogmáticos en nuestra ética. ¿Pero
qué decimos cuando el mismo Dios que en la ley nos dice
"no matarás", obliga a su pueblo a matar a todos los
habitantes de Canaan? ¿Y Rahab, la prostituta, no fue
salva por mentir sobre los dos espías?. ¿Es la
madre de la fe una mujer que escondió dos espías y
que cuando los enemigos lo fueron a buscar dijo "aquí no
están, sólo vinieron a pasar la noche conmigo"?
¿tuvo ella el honor de ser puesta en la galería de
la fe y ser ascendiente de Jesús por su mentira?.
Muchas veces escuché a dogmáticos discutir
qué hubiesen hecho si, por ejemplo, en la segunda guerra
mundial, escondían judíos de las garras nazis y
venía el ejercito a preguntarles si estaban allí.
¿Decimos que sí y permitimos que maten a esos
inocentes? ¿Decimos que no y mentimos? ¿Que hacer?.
Para un dogmático, lo menos pecaminoso es decir la verdad,
si Dios quiere que los salve él, "ya no es problema
mío, yo cumplí con el mandamiento de no mentir"…
Para un hombre que practica una "Moral sin dogmas", lo
lógico, lo santo y lo que Dios requiere, es,
oponiéndose al dogmatismo, seguir el ejemplo de Rahab.
Claro, somos conscientes de que esta postura puede llevar al
relativismo. El retativismo es, en última instancia, el
rechazo de toda valoración moral objetiva. Esto no es nada
más ni nada menos que reducir la moral a un costumbrismo
cultural: "si todo el mundo lo hace está bien". Por
supuesto que es muy difícil ver un cristiano relativista,
pero el individualismo y el subjetivismo que existen en las
iglesias más fundamentalistas, es un punto en común
entre ambas ideologías.
Todo dogmático, se encuentra perdido ante la realidad de
la libertad en Cristo. Acostumbrado a que las "autoridades
naturales" le digan lo que debe hacer, se encuentra ahora frente
a la realidad de la libertad en Cristo. ¿Entonces puedo
hacer lo que se me de la gana? –es la pregunta inevitable-.
La respuesta no se deja esperar: ¿Qué tiene ganas
de hacer hermano?. San
Agustín tenía una frase que a simple vista
hasta puede parecer herética: Ama y haz lo que
quieras.
¿Quiere decir que el amor es lo
único que cuenta en la ética cristiana?. Es una
buena pregunta. Diríamos que el primer paso para una
ética y una moral comprometidas es el "ser un hombre
nuevo"; un hombre que pone el amor como única respuesta a
las relaciones
humanas. Dos grandes mandamientos nos dejó el
Señor, y ambos pueden resumirse en una sola palabra:
AMA.
Entonces: ¿La ética del cristiano está
determinada por su subjetividad?. Es indudable que el
apóstol Pablo es el escritor del Nuevo Testamento que
más enfáticamente rechaza al legalismo. Incluso
llega a proferir juicios bastante violentos contra la ley misma
(habla de "la maldición de la ley" -Gálatas 3:13-).
No obstante, el mismo Pablo nos lleva a la conclusión:
"Por la fe ¿invalidamos la ley?. ¡Claro que no!"
(Romanos 3:31)
¿Entonces?:
- En primer lugar que el amor no es subjetivo. El amor
es un don de Dios, es una realidad divina que nos acerca a su
imagen. El "Ser Humano" está determinado por su
capacidad de amar. El psicólogo Erich Fromm, dice
claramente que el amor, libre y sano, es la única
respuesta al problema de la existencia humana. Amar es pues, la
única condición en la que debe vivir el
cristiano.Claro, cuando hablamos del amor, no estamos hablando
de una novela
centroamericana, ni de una canción de moda, esa no
es la definición de la palabra amor. El amor se define
como la inquebrantable disposición de acudir al servicio del
otro, sin preguntarle quien es y si tiene culpa, sino
sólo considerando su necesidad. Podemos decir sin lugar
a equivocarnos que lo único que define la palabra amor,
es la persona y ministerio de Jesucristo. El sinónimo
más perfecto de la palabra amor es:
Jesús. - En segundo lugar, es que cuando hablamos de la ley,
no estamos haciendo alusión al legalismo, ni siquiera a
una ética legal, la ley de Dios nos da las bases
objetivas para una ética del hombre nuevo. Debemos
comprender que la sociedad, la cultura, la historia, las
demandas de la época, son las condiciones "subjetivas"
de dicha moral.
En otros términos, la ley no nos permite
subjetivizar (hacer lo que nos viene en ganas), y la realidad que
nos rodea no nos permite hacer una ética tan objetiva que
llegue a ser descarnada e incluso pueda volverse contra sí
misma.
La verdadera moral del cristiano, es un diálogo constante
entre la realidad expresada en la ley divina y la
situación cotidiana. Sólo el amor, aquel que
mencionamos en el punto 1 puede ser el interlocutor de este
diálogo si queremos llegar a buen puerto.
Caminante, son tus huellas
El camino, nada más
Todo el que camina anda
como Jesús sobre el mar
Caminante, no hay camino,
Se hace camino al andar
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ven las huellas que nunca
Se han de volver a pisar
Caminante, no hay caminos
Sólo estelas en la mar.
Autor:
Licenciado Claudio Andrés Cruces
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