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Del Cristianismo coptado al Evangelio de Jesucristo




Enviado por depuragracia



Partes: 1, 2

    Indice
    1.
    Introducción

    2. La
    coptación.

    3. La
    pre-monarquía

    4. El Reino de Dios: Utopía de
    Jesús

    5. Cristianismo y
    secularización

    6. El reino de los
    cielos

    7.
    Santidad

    8. El día de
    reposo

    1.
    Introducción

    Cuenta la historia que un loro
    enjaulado entristecía a un monje que al pasar todos los
    días por aquel lugar lo escuchaba cantar
    las celebres frases del Himno Nacional Argentino: Libertad,
    Libertad, Libertad.
    Hasta que un día no aguantó más y al pasar
    por el lugar donde el loro gritaba su solicitud de libertad, se
    acercó y le abrió la jaula. ¡Ahora sos libre!
    -dijo-. Pero el loro asustado de aquel extraño se fue
    hasta el fondo y aferrándose de los barrotes gritaba:
    Libertad, Libertad, Libertad.
    Permítaseme la crudeza: muchos cristianos hoy, como el
    loro, predican la libertad en Cristo desde sus jaulas y aferrados
    a los barrotes.
    La pregunta es inevitable, ¿Qué es ser cristiano?,
    ¿Es aceptar un conjunto de dogmas denominacionales? ;
    ¿es hacerse miembros de una estructura? ;
    ¿es aferrarse a un puñado de leyes religiosas,
    de costumbres y formas que nos diferencian y alejan de un mundo
    que sufre, proponiéndole como única solución
    hacerse parecidos a nosotros?.
    Todo movimiento
    verdadero tuvo que enfrentarse a dos desafíos que
    podían vaciarlo de contenido: 1.- la
    falsificación

    2. La
    coptación.

    1. Falsificación: Sin duda que Dios fundó
      el cristianismo con un propósito, y es lógico
      pensar que su enemigo, trataría de falsificar la verdad
      con el fin de neutralizar sus principios y
      practicas. A lo largo de este estudio trataremos algunas de las
      falsificaciones que el diablo ha logrado hacer de "el Reino de
      Dios".
    2. Coptación: la definición
      práctica de coptación la vemos en la historia del
      cristianismo con Constantino. El imperio romano
      se preocupó sistemáticamente de perseguir al
      cristianismo por su actitud
      antiimperialista. No pudiendo lograr destruirlo por la fuerza,
      Constantino los asimiló como parte del imperio; los hizo
      religión
      oficial, les construyó templos estatales, y así
      quitó del cristianismo el sentido profético que
      tenía, lo hizo parte del enemigo y se acabó el
      peligro: ahora el cristianismo era una religión que
      predicaba las normas
      culturales y éticas del imperio, las mismas que hasta
      ayer criticaba.

    Si hasta ayer los cristianos peligraban por rehusarse a
    decirlo "Señor" al emperador, ahora lo declaraban "sumo
    pontífice".
    La pregunta del millón es si hoy el cristianismo
    está pasando por alguna de estas etapas: si en el siglo 21
    estamos siendo falsificados o incorporados en las filas del
    enemigo.
    De eso trataremos en este trabajo. Analizaremos los sentidos y
    objetivos del
    verdadero cristianismo y los movimientos que lo han tratado de
    falsificar en los últimos tiempos.

    De la confederación a la monarquía
    El proyecto
    más extraño de la historia:
    Cuando Jehová se le presenta al pueblo esclavo,
    éste aún no era una nación;
    simplemente, era un pueblo esclavo cuyo únicos lazos eran
    la tradición, la historia de pactos, el idioma, y la
    esclavitud que
    los oprimía.
    Doce tribus unidas en torno a pactos en
    los que Jehová siempre está presente, no
    sólo involucrado sino como el hacedor del pacto, como
    aquel que "cumple sus promesas".
    Después del éxodo, estos pueblos se fueron
    estructurando, debido a su objetivo
    común, como una liga de doce tribus. J. Bright la denomina
    "liga anfictiónica", Rubén Dri:
    "confederación" .
    De esta forma, doce tribus liberadas de la esclavitud por un Dios
    totalmente diferente que los dioses de la época, pasan a
    ser "el reino de Jehová".
    Extraño reino este que no admite dominación.
    Extraño Dios que no admite imágenes,
    que no admite que se lo adore en estatuas y templos (Ex. 20:4;
    Deut. 5:8). Extraño Dios que no pertenece a un pueblo o
    raza determinada, que no está con los dominadores de
    turno, sino con los oprimidos: "el pueblo de Israel
    sufría bajo la esclavitud. Gritaban y su clamor
    subió hasta Dios". (Ex. 2:24)
    Así se forma el proyecto más extraño de la
    historia: una confederación de doce tribus llega a
    Canaán con un proyecto diferente a todos los pueblos que
    lo rodeaban; un pueblo teocrático rodeado de
    monarquías absolutistas.

    La caída de la teocracia.
    El período teocrático de las doce tribus
    duró aproximadamente 200 años, según el
    autor citado, el colapso de la confederación
    teocrática se debió a tres causas
    principales:

    1. La amenaza filistea: los filisteos, quienes para el
      siglo Xl monopolizaban el acero, eran
      un peligro militar para la confederación que no
      tenía un ejército profesional. (1Samuel
      13:19-22).
    2. Desigualdad social: En aquella época, las doce
      tribus cultivaban en terrazas; el descubrimiento de la cal,
      impermeable para el agua, los
      ayudó a construir cisternas que ayudaron a algunas
      tribus a producir con más intensidad ocasionando un
      proceso de
      acumulación que llevó a una profunda desigualdad
      social.
    3. Corrupción: Sólo vasta leer 1 Sam. 8:3
      para comprender la corrupción que envolvía a los
      jueces de aquellos días.

    3. La
    pre-monarquía

    De esta forma, es explicable porqué el pueblo
    clama a gritos por un rey. Es interesante ver como Dios "contra
    su voluntad" se lo concede.
    No obstante, el primer rey de Israel, no fue rey en el sentido de
    las monarquías autoritarias que lo rodeaban. Muy por el
    contrario, Saúl estuvo más cerca de ser un "juez"
    que un "rey" en el sentido estricto de la palabra.
    La única diferencia notable entre la época de los
    jueces y el reinado de Saúl, tal vez haya sido el
    ejército profesional que éste
    armó.

    La monarquía propiamente dicha
    Fue después de la muerte de
    Saúl que la monarquía se empieza a inclinar hacia
    el autoritarismo despótico. Deja de existir de esta manera
    la
    organización horizontal para comenzar a ser una
    monarquía vertical, donde ni siquiera con Dios, el pueblo
    podía tratar en forma directa como lo hacía antes.
    Ahora a Dios se lo comienza a ver como un rey, y un rey visto con
    los ojos de aquellos tiempos, desvirtuaba mucho la imagen que el
    pueblo había tenido.
    Jehová, fue el que más resistió la
    monarquía porque sabía que llevaba al despotismo y
    porque sabía que su imagen iba a ser dañada
    profundamente ante el pueblo.
    Habiendo monarquía, ya Dios no pactaba directamente con su
    pueblo como hasta ahora lo había hecho. Los pactos de Dios
    son ahora con el rey de Israel. Los sacerdotes que
    ofrecían sacrificios de mediación por el pueblo,
    ahora pasaban a ser los legitimadores de la monarquía. El
    templo de Salomón, es construido "en terrenos de su
    propiedad". La
    relación del pueblo con su Dios se ve "privatizada" y
    supeditada a los deseos del monarca.
    La teología cambia de signo. De ser una teología de
    liberación que daba sentido y legitimación a las
    luchas de liberación y a la sociedad
    igualitaria y liberada, pasa a ser una teología de
    dominación que legitima el poder real.
    Asume las características de la teología
    egipcia sobre la filiación divina del rey.

    La importancia del templo
    Recién aquí podríamos decir que el templo
    comienza a tomar preponderancia. El padre se le presenta a
    Ezequiel y le dice que allí, en el templo, es donde
    Él tiene "su trono" (43.7).
    El sistema
    monárquico había logrado sacar la morada de
    Yavé del seno del pueblo, pero Dios no iba a ceder su
    autoridad al
    rey y estableció "su trono" en el templo; lejos, fuera del
    palacio. Dios nunca es el Dios de la monarquía, no es el
    rey en el sentido de monarquías absolutistas, es un "rey"
    que se autoproclama "rey" precisamente en oposición al
    sistema monárquico.

    En cuanto a qué significa ser profeta
    Según definiciones populares, podríamos suponer que
    un profeta es una persona que
    "adivina el futuro". Lejos está este concepto de la
    verdad.
    El término profeta viene del griego prophetes que
    básicamente puede traducirse "alguien que anuncia la
    voluntad de Dios". El término hebreo nàbî
    tiene la raíz nb´ que significa "llamar". De esta
    manera podríamos traducir la palabra profeta como: "uno
    que es llamado", o bien "uno que llama".
    Por supuesto, iglesias coptadas hacen de los profetas hombres que
    revelan cuestiones espirituales individuales y da mensajes para
    el futuro de la iglesia. Pero
    según la etimología, profeta es mucho más
    que alguien que ve el futuro. Es alguien llamado por Dios para
    dar un mensaje al pueblo; es un anunciador de Dios.

    Tres funciones
    básicas cumple el profeta:

    1. Le muestra al
      hombre una
      nueva meta espiritual; 2) le muestra al hombre las alternativas
      entre las que debe elegir, y 3) protesta contra todos los actos
      y actitudes
      que hacen que el hombre se
      pierda a sí mismo y pierda también el camino de
      la salvación.

    El profeta, primordialmente tiene la misión de
    mostrar al pueblo dos caminos a seguir. El hombre tiene la
    libertad de elegir cual de los dos caminos tomar. Hay un claro
    ejemplo de lo que venimos diciendo: cuando los hebreos pidieron
    un rey, Samuel tenía como objetivo mostrarle las dos
    alternativas; la opresión que significaba una
    monarquía y la libertad de la confederación. El
    pueblo tuvo la oportunidad de elegir entre las dos opciones y ni
    aún Dios se opuso a su opción equivocada.
    No existe pues un determinismo en la vida de los hombres, lo
    determinado no era la conducta humana,
    sino las alternativas que estos plantean.
    Sabemos que sin un poder espiritual, cualquier época
    revolucionaria produce una catástrofe; de ahí la
    necesidad profética de una "nueva meta espiritual". Todo
    cambió político, social o de cualquier
    índole en el pueblo de Dios, debía estar sustentado
    en un gran poder espiritual para no fracasar.
    Pero no era lo único que los profetas anunciaban. Los
    profetas se oponían abiertamente al fetichismo:
    Los profetas saben que la adoración de los ídolos
    significa la esclavización del hombre
    La idolatría no es mala porque "Dios es celoso"; Dios la
    prohibe porque sabe que produce esclavitud en el hombre, lo
    aliena, lo lleva a la torpeza de poner sus fuerzas y esperanzas
    en un trozo de madera.
    Pero los profetas no sólo anunciaban y prevenían,
    también denunciaban el falso camino.
    Esto quiere decir que los profetas tenían un proyecto, un
    proyecto que guarda relación directa con el
    propósito de la confederación. De hecho, el mensaje
    profético es fundamentalmente antimonárquico. El
    plan
    profético tiene que ver con la propuesta confederada.
    Los profetas ven con desagrado que Dios deje de ser soberano para
    ser reemplazado por un rey igual en todo a los reyes de las
    monarquías vecinas.
    Por eso, el ámbito profético no es el palacio real,
    tampoco es el templo, sino que el ámbito profético
    es "el más estricto ámbito político", en
    otras palabras, los profetas no tienen en cuenta al rey como
    "representante de Dios", sino que mantienen la firme
    convicción de que Dios se revela en el pueblo.
    Es así como, cuando se oponen a los reyes, en realidad
    están enfrentando dos proyectos
    virtualmente opuestos: las monarquías autoritarias versus
    la confederación teocrática.
    Es por eso que en el pensamiento
    mesiánico, el Señor no viene como un monarca sino
    como un "Siervo sufriente".

    La profecía apocalíptica
    Los escritos apocalípticos, que encuentran su
    máxima expresión veterotestamentaria en el libro de
    Daniel, fueron escritos en circunstancias graves, momentos de
    opresión tal que se le hace necesario al profeta usar un
    lenguaje en
    clave.
    Estos escritos, acentúan aún más su
    énfasis antimonárquico.
    En el llamado Apocalipsis de Isaías leemos cómo los
    reyes serán encerrados en un calabozo. (Is. 34: 12-15).
    Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor como un
    sueño "antiimperialista", donde el proyecto del Reino de
    Dios, finalmente vencerá y será restaurado
    destruyendo a todos los reinos de este mundo (Dan. Cap. 2)
    En última instancia, el mensaje de los profetas
    apocalípticos es el mismo pero con un lenguaje diferente,
    en una clave que es preciso descifrar con la precaución de
    no caer en un falso espiritualismo alegórico.
    La iglesia, entonces, como cuerpo de Cristo, tiene en estos
    días que valorar sus votos proféticos y llevar un
    mensaje comprometido con el hombre integral en radical
    oposición con el contenido pietista, que apunta al
    corazón
    individual olvidándose que el hombre es una integridad
    infraccionable hecho por Dios a su imagen y semejanza.

    La sumisión al poder
    En la era de la modernidad se
    construyó una religión de la razón.
    Sólo era válido lo que era racionalmente
    comprobable, lo demás era absurdo. Así lentamente,
    a cada rama de la ciencia se
    le otorgó el estudio de algo: El médico se
    dedicó a la salud del cuerpo, el
    psicólogo a enfermedades mentales, el
    sociólogo, el químico, el matemático, cada
    científico era sacerdote de esa nueva religión; y
    de esa forma se empujó al cristianismo a ocuparse de la
    "sin razón".
    El cristianismo quedó relegado pues a ocuparse de cosas
    metafísicas y de a poco se sintió contento con su
    nuevo rol.
    De esa forma el protestantismo que había tenido una
    participación activa en la constitución de una sociedad moderna,
    pronto se vio reducido a comentarios sobre lo que se
    denominó "cosas espirituales".
    Es interesante ver como el racionalismo,
    que en última instancia fue una búsqueda del hombre
    por vivir mejor, se transformó en un dios pagano que
    subordinó al hombre a su propia razón.

    La idolatría contemporánea
    Una constante en todo el profetismo veterotestamentario es la
    lucha contra la idolatría. Isaías relata el
    porqué de la oposición a la idolatría.
    La segunda mitad del libro (el llamado Deuteroisaías) es
    un canto a la esperanza. Hasta ahora el profeta había sido
    duro con la amonestación del pueblo de Dios y en el
    capítulo 40 comienza una etapa de esperanza y
    consuelo:
    Habla al corazón de Jerusalén, dile a gritos que el
    tiempo de su
    milicia ha terminado, que su pecado está perdonado…
    840.1,2)
    En este contexto de reconciliación Isaías introduce
    una profecía espléndida: nos habla de la venida de
    Juan el Bautista y de nuestro Señor Jesucristo (3 al 10).
    Y recién después de hablar del amor de Dios y
    su grandeza (10 – 18) en un contexto profético, el
    mensajero de Dios se dispone a hablar contra la
    idolatría.
    ¿A qué se debe que Isaías hable contra la
    idolatría en un contexto profético?. Sin duda que
    el mensaje contra la idolatría que tiene la iglesia de los
    últimos tiempos, forma parte de su misión
    profética. El mensaje contra la idolatría, es un
    mensaje específico de Dios para nuestros días.
    Pero es notable ver con la ironía que Isaías trata
    el tema de la idolatría
    El carpintero… corta cedros de él se sirve
    después para quemar, calentarse, y cocer el pan.
    También hace de él un dios y lo adora…
    Este pasaje nos muestra el principio de la idolatría: el
    hombre es idólatra cuando se somete a su propia
    creación.
    De todo lo dicho se desprende que la idolatría no es algo
    del ámbito religioso. No podemos decir que hoy la
    idolatría está desapareciendo porque no hay tantos
    altares familiares con estatuillas de ídolos como en el
    pasado. Nuestra sociedad es altamente idólatra. El hombre
    crea estructuras
    para conservar la verdad; después hace más
    importante dicha estructuras y encarcela la verdad en ellas. Esto
    es un ejemplo de idolatría.
    De allí la importancia de predicar contra este pecado: no
    sólo son idólatras los que adoran a Gilda o a
    Rodrigo. Muchos cristianos hoy se encuentran bendiciendo a un
    sistema político, económico y cultural que forma
    las bases de la idolatría contemporánea. Es el
    deber profético de cada hijo de Dios amonestar contra las
    nuevas formas de idolatría, advertir del pecado de la
    deshumanización, que ha hecho de los sistemas algo
    más importante que los hombres.

    ¿Qué tienen que ver estas cosas políticas
    con el Reino de Dios?.
    Ya hemos visto como la iglesia fue siendo relegada a un plano
    netamente místico.
    Pongamos un ejemplo: Hace un tiempo atrás, dos
    jóvenes mataron a su padre a puñaladas en una
    extraña actitud que al parecer incluía cultos
    paganos e incesto. Desde todos los púlpitos se
    escuchó hablar de cómo actúa el demonio. No
    caben dudas de que allí actuó el demonio, sin
    embargo, no es la única forma en la que actúa
    Satanás: en nuestro país, un país amasado
    con harina y leche, 55
    chicos mueren de hambre a diario; ¿No es esto acaso obra
    del demonio?. ¿No es diabólico que 40 personas
    hayan muerto de frío en el invierno del 2000?. ¿A
    quién le atribuimos la desocupación, el hambre, la miseria?
    ¿No son también cosas de los "dominadores de este
    mundo"?. ¿Tenemos que luchar los cristianos contra estas
    potestades, o sólo debemos preocuparnos cuando estos
    "espíritus de los aires hacen cosas
    paranormales?.

    4. El Reino de Dios:
    Utopía de Jesús

    Hasta aquí alguno dirá: bueno, entonces
    cambiemos de gobernantes; pongamos a nuestros pastores a dirigir
    el mundo y se solucionó el problema… Como chiste es
    divertido. Tampoco se trata de "capitalistas versus socialistas",
    sino de algo más profundo. ¿Nos olvidamos acaso que
    somos embajadores de un reino muy superior a cualquier sistema
    político imperante?
    De hecho, la proclamación del evangelio es ruptura con las
    ideas de la sociedad contemporánea, mientras las
    estructuras de este mundo son verticalistas, "Jesús
    reveló que la autoridad de su reino estaba basada en la
    solidaridad y el
    servicio
    desinteresado. Su poder era ajeno a todo espíritu de
    dominación".
    Suponer que ser cristiano es hablar de cosas sobrenaturales nos
    hizo olvidar que el Reino de los Cielos es paradigma de
    una sociedad que los cristianos debemos predicar. Una sociedad
    que no está estructurada de acuerdo a jerarquías
    humanas, una sociedad que no es piramidal ni autoritaria sino que
    el que quiera ser el primero, deberá servir a los
    demás; porque allí está la clave del "poder"
    del Reino: el servicio amoroso y desinteresado.
    Jesús no vino a este mundo a salvar almas sino a rescatar
    hombres. No un fragmento del ser humano; muy por el contrario,
    vino a que podamos ser "hombres nuevos": física, mental,
    espiritual, cultural y socialmente nuevos. De esta forma el Reino
    de los Cielos no es algo solamente metafísico, sino muy
    por el contrario es algo de aquí y ahora; es la construcción de una nueva sociedad que no
    se basa en la sumisión a ningún poder, ni en la
    idolatría al dios de mercado ni al
    dios Estado, sino
    en el amor de
    Dios que es en Cristo Jesús.cerca de qué es "ser
    cristiano"

    Tener una opinión es una cosa, y otra es tener
    una convicción
    Tal es la diferencia entre un cristiano "convertido" y uno
    "convencido". Cualquiera puede adquirir una opinión que lo
    acerca más a su círculo de pertenencia o tener una
    convicción que emane de la cultura o la
    tradición, pero esa convicción sirve sólo
    cuando esta enraizada en la energía más profunda de
    su carácter.
    En otras palabras: un hombre convertido, no es simplemente un
    hombre con ideales, sino un hombre comprometido con todas sus
    fuerzas con el Reino de Dios y su justicia .
    Para hacer referencia a continuación al concepto de
    carácter cristiano nos es menester comenzar enumerando
    qué cosa no es ser – cristiano para luego sí,
    enunciar lo que verdaderamente es el ser – cristiano.
    En primer lugar podríamos decir que un cristiano No es una
    persona que participa en el culto. Ya lo dijo Cristo: "el trigo y
    la cizaña crecen juntos", por eso es lógico deducir
    que mucha gente que se congrega y participa de los cultos de sus
    congregaciones van a pasar un rato agradable mirando el
    espectáculo cúltico dominical.
    En segundo lugar podríamos decir que un cristiano no es un
    fanático. El fanático es alguien que a simple vista
    nos puede parecer un hombre muy comprometido con su
    denominación: No se pierde un culto, es el primero en
    llegar y el último en irse, participa en todas las
    actividades que su congregación propone, etc. Pero a su
    vez es un hombre que le cuesta aceptar una postura diferente, que
    se irrita cuando alguien piensa distinto, que está
    decidido a creer que todo aquel que no entra en su molde, que no
    comparte algún aspecto de su doctrina, es un pobre hombre
    que necesita tener un encuentro con el Señor. (Encuentro
    que seguramente lo haría más parecido a
    él).
    Creo que es posible definir clínicamente al
    fanático como una persona excesivamente narcisista, en
    realidad, alguien muy próximo a la psicosis.
    Si cambiamos los términos psicológicos de la cita
    de Fromm para definirlo más teológicamente
    podríamos decir sin lugar a dudas que un fanático
    es un idólatra, alguien que está propenso a tener
    dioses ajenos.
    Pero definamos ahora qué cosa es ser un cristiano:
    1. En primer lugar un cristiano es un hombre libre:
    Donde está el espíritu de Dios hay libertad.
    Ser libres es romper todo lazo de dependencia; es decir no a los
    vínculos autoritarios que nos generan dependencia. Es
    tener una relación con Dios pensada y decidida por uno
    mismo. Cuando otro hombre guía nuestra vida sin
    permitirnos ser nosotros mismos; cuando las instituciones
    o las personas le dicen al hombre hasta cómo se tiene que
    vestir; estamos, sin duda, frente a un vínculo insano.
    Cristo nos hizo libres del pecado y de la muerte y ahora
    nos pide NO que busquemos cambiar una dependencia por otra ni que
    busquemos otros vínculos de dependencia dogmática o
    institucional. Nos pide que sigamos libres en la libertad.
    El ser cristiano no está atado a ningún tipo de
    autoridad ajena a Su Señor.
    Durante un largo período de tiempo, la humanidad estuvo
    sujeta a una autoridad que le decía lo que debía
    hacer. El rey o el Papa, eran los que definían la moral del
    pueblo; gracias a Dios que mandó a un Martín Lutero
    y tantos hombres más que nos hicieron comprender que el
    cristianismo no es verticalista. Ningún cristiano
    está obligado por el Señor a doblegarse al
    pensamiento de otro hombre, sino que por el contrario,
    está obligado a escudriñar por el mismo sin la
    intervención de ningún "hombre superior" o
    "representante de Dios en la tierra" que
    quite su libertad de decidir, pensar y actuar desde su libertad
    en Cristo.

    2. El hombre cristiano está plenamente
    identificado con la humanidad.
    No es un religioso, no es un místico, es un hombre que
    comprendió que Dios amó tanto la vida que dio a su
    hijo unigénito. Todo hijo de Dios está comprometido
    con el hombre: con su dolor, su sufrimiento, sus angustias,
    pesares y alegrías.
    Vemos en Génesis 4:9 a Caín haciendo la pregunta
    básica del pecado: "¿Soy yo guardián de mi
    hermano?". Durante más de un siglo se estuvo predicando el
    individualismo como un beneficio de la humanidad: "es mi vida",
    "es mi problema", "es mi salvador personal". Sin
    embargo, ser cristiano es algo superador del "Yoismo". Es estar
    comprometidos con la humanidad, es honrar la vida, es comprender
    en toda su dimensión que significa ser cuerpo.

    3. El cristiano tiene reverencia por la vida.
    La tuya, la mía, de un perro de un gato De un
    árbol, de toda la gente
    Honrar la vida, como dice el poema, y en todas sus dimensiones.
    No se trata de honrar una "vida espiritual" en desmérito
    de una vida social, material o política. Todo el
    hombre está integrado en el plan de salvación,
    todas las dimensiones de la vida están contempladas por
    Cristo y, en su plan de establecer un Reino, no pensó
    sólo en un reino espiritual sino en el hombre integral:
    espíritu – Alma – Cuerpo y ser
    social.

    4. El verdadero cristiano está dotado con un
    espíritu crítico. No hay cristiano si no hay
    espíritu crítico.
    Eso es lo que dice Hechos 17:10,11; Los bereanos eran más
    nobles que los de Tesalónica porque no se quedaron con lo
    que Pablo les decía, sino que iban a la Biblia a
    comprobarlo.
    El hombre religioso tiende a creer lo que dice la autoridad: "Lo
    dijo el pastor… Palabra de Dios". Pero recordemos a los de
    Berea, ellos en ningún momento dijeron: "Lo dijo Pablo";
    sino que buscaban e investigaban a ver si coincidía con
    las escrituras.

    5. El ser cristiano, es capaz de "ser desobediente".
    El autoritario es verticalista y supone que la obediencia es
    santidad y la desobediencia es pecado. Claro, esto es cierto
    cuando hablamos de obedecer o desobedecer a Dios. Pero:
    ¿Se acuerda de la "obediencia debida"?.
    Hay en este mundo más cosas para desobedecer que para ser
    obedientes. Hay más dioses falsos que el único y
    verdadero Dios. ¿Recuerdan a ese botón rojo que nos
    tuvo pendientes de una bomba nuclear durante décadas?. Si
    Ud. siendo cristiano el presidente le decía "apriete el
    botón"; ¿Qué hubiese hecho?. Hay
    desobediencias que preservan la humanidad.
    Recordemos siempre que nuestra vida es una elección. Para
    creer en Dios, tenemos que saber ser ateos a los dioses paganos
    que el mercado nos ofrece a diario. Para ser obedientes a los
    principios de vida, debemos saber ser desobedientes a los
    principios que los dioses paganos de este mundo nos quieren
    imponer.

    5. Cristianismo y
    secularización

    Cuentan que los fundadores del socialismo
    religioso europeo sostenían que Dios en un momento
    podía hablar con mas fuerza a través de un
    movimiento no religioso e incluso anticristiano, que a
    través de su iglesia.
    El teólogo Bonhoffer admitía en sus cartas enviadas
    desde la prisión nazi que a veces veía como El
    Señor se manifestaba con más facilidad fuera que
    dentro de la iglesia. "a veces -decía- me siento mas
    cómodo en la prisión que en el templo".
    Podemos estar o no de acuerdo, pero es nuestro deber analizar el
    porqué de esta afirmación.
    En primer lugar, es necesario recordar qué es ser
    protestantes. La iglesia protestante se considera la portadora de
    la Gracia de Dios. Pero no solamente protesta contra el
    catolicismo por haber dogmatizado esa gracia, sino que es, como
    portadora de la gracia, una iglesia que vive en una
    autocrítica constante debido a que ninguna forma puede
    contener dicha Gracia.
    El principio protestante admite que Dios se manifiesta en el
    mundo secular. Esto es lo que afirma Pablo en Romanos
    capítulo uno cuando dice que "los gentiles conocen a Dios
    porque El mismo se lo ha manifestado" (Romanos 1:19,20,21). Lo
    que nos lleva a pensar que la Gracia es independiente de formas
    humanas e incluso no se subordina a dogmas ni formas religiosas
    ni aún a la iglesia. La Gracia "sopla como y donde
    quiere".
    Lo expuesto hasta aquí nos hace pensar que el
    protestantismo, entra en diálogo
    con la realidad secular como parte de su protesta a las formas
    sacralizadas: "El protestantismo niega la seguridad de los
    sistemas sacramentales que ofrecen formas inviolables, leyes
    sagradas, estructuras eternas"
    En resumen: El protestantismo niega la soberbia religiosa que
    dice que sólo en el marco eclesiológico Dios puede
    manifestarse. El señor se hace presente en la historia
    como y donde mejor le place. Y precisamente éste es el
    mensaje del apóstol Pablo en los primeros cuatro
    capítulos de Romanos: Dios se ha manifestado fuera de la
    soberbia institucional. Ni los judíos, ni los gentiles, ni
    nadie puede atribuirse para sí la exclusividad de la
    revelación divina. Dios se ha manifestado a los gentiles
    de modo que no tienen excusa. (ro. 1:20). Y también a los
    judíos por medio de una ley que han
    desobedecido. (cap. 2). Dios se le ha manifestado a Abraham antes
    de ser circuncidado. (4:10).
    Existe, es necesario expresarlo, una diferenciación entre
    lo que se ha dado a llamar "secularismo" y lo que es la
    "secularización". Lo primero, como la palabra lo indica,
    es un "ismo" de lo secular; lo segundo un proceso
    histórico que involucra también la iglesia en su
    dialéctica protestante.
    "Nos ayuda hacer una diferenciación clara entre
    secularización y secularismo. La primera es un proceso
    histórico continuo, y el segundo una ideología fija y absoluta que tiene una
    tendencia al totalitarismo pagano o nihilista".
    No debe temer pues la iglesia a la secularización porque
    también ejerce una protesta contra las formas seculares.
    La iglesia, como ya dijimos, se pronuncia constantemente contra
    la sacralización de las formas; sean estas seculares o
    cristianas.
    La secularización forma parte de la autocrítica del
    protestantismo. Es aquello que constantemente la aleja de la
    tentación de erigirse como aquel fetiche que ella misma ha
    derribado en las religiones paganas. La
    iglesia debe ser un instrumento de Dios en la historia y no un
    elemento de poder institucional.

    Hombre nuevo – Mundo nuevo
    No hace mucho fui invitado a una reunión de jóvenes
    en la cual se preguntaba qué tengo que hacer para ser un
    cristiano más consagrado. Las respuestas no se dejaron
    esperar: "orar más", dijo uno; "leer más la
    Biblia", replicó otro. Y un sinnúmero de respuestas
    más que, si bien eran todas válidas, me
    llamó la atención que todas apuntaban a lo
    individual. Nadie dijo nada del prójimo, ni de la sociedad
    en la que vive, como si la santidad fuera algo exclusivamente
    "hombre adentro".
    De hecho, en la actualidad, hay una fuerte tendencia a
    subjetivizar el Evangelio al punto que lo único que
    importa en algunos núcleos evangélicos es lo que
    Cristo hace en el interior del individuo. La conversión
    llega de esta forma a ser una cuestión individual sin
    influencia en la sociedad. La única injerencia que el
    cristiano fundamentalista tiene en la sociedad es haciendo a
    otros que se conviertan a su subjetividad.
    Pero si bien es cierto que la conversión produce un
    cambio
    interior, no menos cierto es que el evangelio transforma
    también las objetividades. En otras palabras, el evangelio
    no sólo me transforma "a mí", cambia todo lo que
    toca: al cristiano, a la iglesia, pero también al mundo
    entero.
    La conversión no representa sólo "un mero cambio
    interior, la aceptación de una nueva religión, sino
    una re – orientación total, el Nuevo Testamento se
    refiere a ella como una transformación del entendimiento,
    es decir, de la comprensión, de los criterios de juicio,
    de la razón por la cual nos ubicamos con respecto a
    nosotros mismos y al mundo.
    Ser cristiano es pues, superador de un simple cambio interior. Un
    cristiano no puede ser ignorante de las cosas que pasan en este
    mundo porque todo le ocupa a Su Señor.
    La Biblia habla claramente de un hombre nuevo, pero
    también dice que ese hombre se construye con cada uno de
    nosotros. Todos estamos interrelacionados, todos nos necesitamos
    y somos miembros unos de otros.
    La predicación de Cristo del Reino de los Cielos nos
    demuestra como el Maestro buscaba, no sólo un nuevo hombre
    sino también una nueva sociedad.
    El Evangelio no trata de producir individuos buenos que persigan
    su propia perfección moral,
    perturbándose unos a otros lo menos posible, sino una
    totalidad, un modo de vivir y ser de toda la humanidad.
    Cuando decimos que el cristianismo no es una religión
    ¿sabemos bien las consecuencias de lo que decimos?. Pues
    bien, sólo las religiones dividen al mundo en "sacro y
    profano" (nosotros y ellos). Pero nosotros hacemos esta brecha
    con mucha frecuencia. Dividimos entre "corporal" y "espiritual",
    entendiendo lo primero como la materia, el
    cuerpo, etc. Y lo espiritual como una realidad mística. De
    esta forma llegamos a la conclusión de que el cristiano
    interioriza su ética en
    lo "espiritual" y se desentiende de todo lo que sucede en "este
    mundo" porque no le corresponde, no es espiritual y por ende es
    anticristiano. Así a los cristianos que alguna vez se
    preocupan por algo más de lo que pasa los domingos de 10 a
    12 los llamamos con frecuencia "carnales".
    Esto lleva a encoger el evangelio hasta hacerlo entrar en un
    ropaje individualista: Evangelio es lo que me pasa a mí,
    dentro de mí. La ética cristiana ha sido llevada
    con frecuencia al ámbito de lo privado, quitándole
    importancia a todo lo que sucede alrededor. Así por
    ejemplo, múltiples usurpadores del poder político
    han hecho estragos en el mundo entero y en particular en nuestra
    América. Han matado, torturado, violado
    mientras muchos cristianos miraban para otro lado, no tuvieron
    compromiso alguno con la realidad imperante, y fueron vistos como
    hombres de Dios con una "moral cristiana intachable" (entendiendo
    moral cristiana como conducta
    individual).
    Este es el tema que tenemos que releer en las escrituras para
    comprobar que no hay cristiano sin un compromiso con el mundo;
    que la vida cristiana abarca todos y cada uno de los aspectos de
    la vida.

    6. El reino de los
    cielos

    ¿Realidad actual o escatológica?
    El judaísmo tardío, ya había desarrollado
    una teología del reino de Dios a la cual, sin dudas,
    Jesús hizo mención como vértice de su
    predicación del Reino.
    El evangelista Mateo, utiliza la frase "Reino de los cielos" en
    alusión al Reino de Dios. Esta sustitución de la
    palabra Dios por "cielos", se debe, como es sabido, al rechazo de
    los judíos de su época a evocar a Jehová por
    temor a hacerlo en vano.
    Es necesario comprender pues, que al decir "Reino de los Cielos"
    estamos refiriéndonos literalmente al Reino de Dios. Es de
    vital importancia tener en claro esto, ya que en nuestra cultura
    la palabra cielo, nos remite a un concepto místico del que
    debemos desempolvar a las Escrituras. En otras palabras:
    La frase reino de los cielos debe ser sustituida por la de "reino
    de Dios", ya que en el uso lingüístico actual el
    reino de los cielos designa únicamente el dominio
    trascendente de Dios y no también, como en el hebreo, el
    dominio terrestre"
    También sería interesante, pero no es nuestro tema,
    que algún día buscáramos un sustituto de la
    palabra reino ya que en la actualidad y en nuestras tradiciones
    democráticas, nos es muy difícil imaginarnos a un
    rey sin confundir su carácter con un déspota,
    autoritario y absolutista distorsionando así, el verdadero
    carácter divino.
    De hecho, en el Antiguo Testamento, no se lo conoce a Dios como
    rey sino hasta momentos bastante tardíos. No podía
    el pueblo del Antiguo Pacto, considerar a Dios un rey sabiendo lo
    que eran los reyes de su época. Muy por el contrario, lo
    vemos a Dios presentando un proyecto totalmente diferenciado al
    de las monarquías vecinas. No podía entonces,
    aplicársele a Jehová el título de Rey sin
    que se distorsionara en el concepto de su carácter.
    Los profetas, sobre todo los del octavo siglo, muestran
    más que precaución al hablar de Jehová como
    rey debido a que ellos se oponían a la realeza humana
    presentando una vuelta al sistema comunitario del Israel pre
    – monárquico:
    De este modo quería darse a entender que la soberanía absoluta de Dios es algo muy
    diferente del capricho despótico de un tirano
    No es el reino de los cielos el lugar donde van los muertos,
    tampoco un lugar geográfico que se implantará en el
    futuro con los redimidos. Jesús dijo: "el reino de los
    cielos está entre ustedes". Así que, si bien el
    reino de los cielos tiene una realidad escatológica,
    también tiene una en nuestro presente: el Reino de Dios,
    del cual somos ciudadanos, se encuentra aquí y
    ahora.

    Apártate de mi Satanás
    Dijimos que corría el peligro de interpretar la palabra
    reino con el contenido ideológico de los reinos de este
    mundo: los reinados humanos son déspotas, autoritarios,
    absolutistas. El Reino de Dios es virtualmente opuesto.
    De hecho, cuando Jesús comienza su ministerio, y es
    tentado en el desierto, estas tentaciones tienen que ver con el
    modelo de
    reino. El demonio representa el poder verticalista y autoritario
    donde se ve al ser humano como un simple instrumento.
    Jesús encarna el poder como servicio desinteresado: el
    Reino de los cielos no es vertical sino horizontal,
    democrático.
    Jesús es tentado tres veces a utilizar el poder como
    demostración de que él era el rey. Las tres veces
    el Maestro se negó porque "está escrito" que no es
    el poder que domina y subyuga la constitución del
    reino.

    La Constitución del Reino
    Jesús, en el sermón del monte, siembra las bases
    del Reino de los cielos. No es un reino que domine, no es un
    imperio que subyugue, no se basa en el poder como los imperios de
    este mundo entienden. Muy por el contrario; el Reino de los
    cielos, es el reino de los desposeídos: Los pobres, los
    que no tienen justicia, los perseguidos. Extraño reino que
    no se basa en el poder de dominación sino que elige a los
    desahuciados de los demás reinos como sus más
    preciados súbditos.
    Revolucionario es el concepto de Jesús de la
    Constitución de su Reino; en Mateo 20: 20 – 28 el
    Maestro plantea una nueva forma de poder. Santiago y Juan,
    suponiendo que en la brevedad se daría un golpe de Estado
    en el que Jesús reinaría le piden un puesto de
    relevancia en el nuevo imperio. Jesús simplemente
    responde: "no sabes lo que pedís". E inmediatamente:
    "Los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y
    los que son grandes ejercen sobre ella potestad. Más entre
    ustedes no será así".
    No será mi reino, dice Jesús, como las naciones de
    este mundo. No será mi gobierno una
    pirámide donde los de arriba se aprovechen de los de
    abajo, el Reino que vengo a implantar, es totalmente opuesto a
    este concepto.
    El poder del reino está en la horizontalidad del servicio,
    es un poder de base, lo otorgan los bienaventurados del reino: el
    pobre, el oprimido, el desposeído, el que tiene hambre y
    sed de justicia.

    Del reino como abstracción a la realidad del
    reino
    Ya desde Aristóteles y Platón se
    plantea la contradicción entre la experiencia como base
    del conocimiento o
    la meditación abstracta y metafísica.
    El debate se
    siguió planteando hasta nuestros días: ¿los
    conceptos fundamentales del pensamiento tienen su origen
    independientes de la experiencia como una realidad a priori?.
    Marx, se
    burlaba de los místicos diciendo que "los
    metafísicos cuanto más se alejan de los objetos,
    tanto más los perciben.
    De hecho sabemos que los escritores bíblicos,
    principalmente los del Antiguo Testamento, pero también
    (tal vez en menor grado) los del Nuevo, tienen una estructura del
    pensamiento totalmente ajena a una conceptualización
    netamente teórica y abstracta. En la Biblia, todo
    conocimiento surge de la experiencia, y no hay conocimiento sin
    experiencia.
    Corremos el riesgo hoy en
    día, de espiritualizar tanto el Reino de Dios, al punto de
    abstraerlo de toda practicidad. "El reino de los cielos es algo
    escatológico (algo del futuro)"; "es un lugar donde para
    llegar primero hay que morirse", "es parte de la geografía celeste,
    donde van las almas descarnadas".
    Estos y otros falsos conceptos hacen del reino de los cielos una
    fábula más que una realidad en la que debe
    insertarse YA cada hijo de Dios.
    El Reino de Dios y su justicia, es el lugar de donde somos
    embajadores. Es un sistema político social que se opone
    constantemente a los reinos de este mundo. Un sistema divino que
    devuelve la dignidad al marginado de los otros sistemas; un reino
    que promueve la justicia, la igualdad y la
    equidad aquí y ahora para todos los hombres del mundo que
    quieran habitarlo.

    Ecología integral
    La naturaleza es
    una imagen de la Gracia
    Porque el anhelo de la creación es aguardar la
    manifestación de los hijos de Dios… Porque
    también la creación misma será liberada de
    la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de
    los hijos de Dios, (Romanos 8:19.21)
    Contra el Docetismo que divide entre cuerpo y espíritu
    enfatizando este último en desmedro de lo material, la
    Biblia tiene un énfasis ecológico muy marcado. La
    Palabra de Dios nos habla de una naturaleza que gime esperando
    ser redimida y libertada para bendición de los hijos de
    Dios.
    Espiritualidad es aquella actitud que coloca la vida en el
    centro, que defiende y promueve la vida contra los mecanismos de
    muerte, disminución o estancamiento. Lo opuesto al
    espíritu en este sentido, no es el cuerpo, sino la muerte
    y todo lo que estuviera ligado al sistema de muerte
    biológica, social y existencial.
    Esto pone al cristiano en un serio compromiso ecológico.
    Claro que cuando hablamos de ecología no estamos
    preocupados solamente por las ballenas del sur, estamos
    enfatizando algo mucho más profundo; porque hablar de
    ecología es hablar de una profunda relación del
    todo y entre todos. Ya hemos comprendido por la experiencia del
    error que todo está relacionado entre sí como el
    eslabón de una cadena. Dañar al ser más
    "insignificante" (de acuerdo a nuestra jerarquización,
    porque el reino natural niega jerarquías) es dañar
    a toda la creación.

    Ecología y capitalismo
    El ser humano coexistió bastante equilibradamente con la
    naturaleza hasta la explosión de la sociedad industrial,
    donde, se la empezó a explotar indebidamente en busca de
    mayores ganancias. Por eso, la explotación indebida de la
    naturaleza, no es otra cosa que la explotación del hombre
    por el hombre, siendo la naturaleza su medio.
    El Inglés
    Adam Smith,
    uno de los pilares fundamentales de la filosofía
    capitalista, consideraba a la naturaleza como un material
    sometible a la razón humana. Justifica pues, el
    sometimiento económico del medio
    ambiente; un sometimiento que "el hombre ejercería en
    nombre de la evidencia y al servicio de un plan de desarrollo
    progresivo de la sociedad humana".
    La explotación desmedida de la naturaleza con fines
    económicos, es pues una realidad reciente en la historia
    de la humanidad. Podemos decir que surge con la revolución
    industrial apoyadas en la filosofía iluminista del
    siglo XVlll de la mano de filósofos como Smith y el francés
    Quesnay
    Ser ecologista, entonces, es ser profundamente humanista. Y ser
    cristiano, es buscar la humanización del ser humano. Es
    hacer del hombre algo más que un engranaje del sistema de
    producción y consumo
    ilimitado.
    En un círculo religioso donde se acostumbre a hablar de
    temas espirituales y metafísicos, seguramente
    podrían preguntar: ¿Qué tiene que ver esto
    con el Señor?. Es que en realidad, como comenta Boff, Los
    desafíos ecológicos provocan a la teología.
    Hacer teología es preguntar siempre: ¿Cómo
    se relaciona todo esto con Dios?. Y el mismo se responde: Si el
    alma pudiese conocer a Dios sin el mundo, el mundo jamás
    habría sido creado.
    Es necesario que el pueblo de Dios adopte su compromiso con una
    ecología integral, que mira al hombre como imagen y
    semejanza de su creador, pero que dicha imagen se da siempre en
    el contexto de la naturaleza en la que se desarrolla.

    Breve Aproximación hermenéutica
    Imago Dei
    El libro de Génesis tiene dos relatos de la
    creación. En el capítulo 1, Dios prepara todo el
    escenario en seis días, y terminando la sexta jornada
    exclama: "Hagamos al hombre a nuestra imagen".
    Si hacemos caso a la pluralidad del verbo hacer (hagamos),
    podemos arribar a la conclusión que tenemos aquí a
    un ser humano hecho a la imagen y semejanza de la "pluralidad"
    divina. Un Dios trino, un Dios que interactúa consigo
    mismo, crea a un hombre a la imagen de ese modelo.
    En el segundo relato de la creación, no se nos habla del
    hombre como imagen de Dios, sino que se utiliza un lenguaje mas
    personalizado y poético. Pero en el capítulo 5 de
    Génesis versículo 1 se nos vuelve a decir que Dios
    creó al hombre "a su semejanza", y luego agrega:
    "Varón y hembra los creó" (vs.2). Es interesante
    notar que Dios creó a su imagen y semejanza al ser humano
    entero: Al hombre y la mujer; no a
    uno de ellos sino a los dos.
    El hecho de haber creado al hombre y la mujer, en
    conjunto como su imagen, nos lleva a la conclusión que
    dicha imagen se genera en la relación de los dispares.
    Sólo el otro me complementa, pero el otro que me
    complementa desde sus diferencias.
    Busca a tu complementario
    Que marcha siempre contigo
    Y suele ser tu contrario.
    Esto nos deja una enorme enseñanza, el hombre es imagen y semejanza
    de Dios cuando se relaciona con Dios, con su par y consigo mismo.
    No hay imagen de Dios en soledad, sólo somos semejanza de
    nuestro creador en sociedad.
    El hombre a llegado a ser un elemento alienado de su hogar, su
    cultura, su niñez.

    Pero:
    El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si
    vive como autómata será aniquilado…
    Ya nada anda a paso de hombre… Pero el vértigo no
    sólo está afuera, lo hemos asimilado a la mente que
    no para de emitir imágenes, como si ella también
    hiciera zapping; y, quizás, la aceleración haya
    llegado al corazón que ya late en clave de urgencia para
    que todo pase rápido y no permanezca.
    El hombre no es hombre fuera de un contexto social sano y
    equilibrado. Entonces no estaría mal decir que el hombre
    es un ser físico – mental – espiritual y
    social. Y que cada uno de estos factores forman parte de lo que
    llamamos Imagen de Dios. En otras palabras, el hombre, no es un
    ser metafísico sino complejo. Los humanos somos seres
    espirituales, sociales, políticos, culturales, etc. Y todo
    ello sin excepción es lo que nos asemeja a nuestro
    Dios.
    Es pues, parte del ser cristiano, el deseo de compartir y de
    crear una sociedad justa y equitativa, con una sana y
    ecuánime distribución de sus riquezas, una sociedad
    donde nadie sea superior ni inferior sino complemento de su
    prójimo.

     

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