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El capitalismo neurótico




Enviado por hcetinamx



    1. La ideologia
    2. Esquema de
      información
    3. La prensa
      escrita
    4. La familia
      autoritaria
    5. La adaptación social
      para la sumisión
    6. La reproducción ampliada
      de la sumisión política.

    LA
    IDEOLOGIA

    ORIGEN DE LA ALIENACIÓN

    La ideología, forma particular de
    alienación no existía en la comunidad
    indígena basada en el comunismo, cuya
    organización era el matriarcado
    social.

    El hombre
    primitivo no estaba alienado, en virtud de que sus intereses eran
    los de su comunidad. No había propiedad
    privada, clases
    sociales ni Estado.

    Con la aparición de la propiedad privada
    centralizada, por medio de la dote matrimonial femenina en pocas
    familias masculinas, surgió la primera clase explotadora y
    dominante.

    A partir de ese momento el hombre se
    escindió en amo y esclavo. Se había dado un paso
    hacia el desarrollo de
    la alienación en todas sus formas.

    La clase dominante necesitó de una
    ideología que encubriera la realidad y, al mismo tiempo,
    justificara su explotación.

    La religión y la moral
    sexual, ambos paterno autoritarios, serán los principales
    instrumentos ideológicos de los explotadores.

    La propiedad privada alienó al individuo hasta el
    grado de que su vida no le pertenecía, su trabajo se
    convirtió en ajeno, las riquezas que producía ya no
    eran para él y su felicidad se la dio a su amo.

    En la roma imperial,
    por ejemplo, la esclavitud y la
    alienación alcanzaron grados de inhumanidad muy
    considerables. El Estado, la
    política,
    la riqueza social, la libertad
    dejaron de pertenecerle y el único derecho ciudadano fue
    proteger la propiedad privada de sus amos.

    Con la propiedad privada, la división del trabajo
    y la producción mercantil se formó la
    triple raíz histórico genético de la
    alienación.

    La división del trabajo surge cuando se separan
    el trabajo
    físico y el intelectual. Según Engels, cuando se
    separan el trabajo masculino y el femenino.

    Con el tercer factor, producción de
    mercancías y por ende economía monetaria,
    se consolida la alienación.

    La alienación social del hombre consiste en que
    sus productos
    (riqueza social, Estado etc.) se le aparecen como cosas
    extrañas a él, cosas que dominan a su propio
    creador.

    Según Marx el
    trabajador, dependiendo de su patrón produce
    enajenadamente, bienes que
    aumentarán la riqueza y el poder de su
    explotador, produciendo también las condiciones que
    permiten que su existencia como explotado.

    Son siete las características del hombre
    alienado:

    1. El trabajo le es externo, no le pertenece por se
      obrero asalariado.
    2. Se siente mal en el trabajo, arruina su cuerpo y su
      espíritu.
    3. Se siente bien fuera del trabajo donde recobra su
      personalidad.
    4. Su trabajo no es voluntario, es forzado.
    5. Su trabajo no satisface una necesidad propia, sino la
      de su patrón.
    6. Su trabajo no le pertenece, él mismo pertenece
      a otro.
    7. Se siente libre en sus funciones
      animales, y
      en sus funciones humanas se siente como un animal.

    Una forma particular de la alienación laboral es la
    alienación de la actividad donde el obrero se pierde en la
    tarea.

    Pero la más importante característica, la
    esencial desde el punto de vista humano, es la
    deshumanización que sufre el obrero en la
    alienación social y laboral.

    La explotación económica y la
    capitalización de plusvalía, necesitan de su
    complemento: La alienación social y laboral. Son tan
    inseparables que puede afirmarse: El Capital es
    trabajo alienado acumulado.

    La alienación, por otra parte, requiere de la
    fetichización de los productos que el hombre crea. Lo que
    no puede ser dominado (las riquezas sociales, el estado, la
    cultura etc).,
    por detentarlo los explotadores, es substituido por un fetiche
    que representa falsamente a los objetos deseados. El fetichismo
    expresa impotencia.

    La alienación religiosa es doble: por ser
    alienación en sí misma, en cuanto escinde
    interiormente al hombre y lo somete a sus propios fantasmas e
    ideológicamente, oculta y "suaviza" la miseria
    real.

    La alienación filosófica consiste, por su
    parte, en que el filósofo imagina que transforma el mundo,
    cuando en realidad, es el mundo, la sociedad
    burguesa, la que lo transforma y domina.

    La nueva forma de alienación, acorde con las
    manías consumistas (condicionadas por refinadas técnicas
    de control mental),
    propias de la sociedad burguesa decadente, es la creación
    de falsas necesidades.

    Valorizando el mercado
    capitalista, se desvaloriza al consumidor-productor.

    En suma, la alienación ideológica toma
    tres formas:

    1. Alienación del trabajo (ocultamiento de la
      explotación).
    2. Alienación religiosa (inversión de valores). El
      hombre crea a Dios, no Dios crea al hombre.
    3. Alineación de las necesidades
      (producción para el mercado capitalista y no para las
      necesidades humanas).

    En esencia la ideología es un conjunto de ideas
    que invierte, falsea y encubre la explotación
    económica.

    La ideología, no sólo justifica la
    explotación económica, sino también inyecta
    en la mente de los trabajadores una falsa conciencia de los
    obreros, una conciencia enajenada al sistema
    capitalista en su conjunto.

    Toda estructura
    social, basada en la explotación, necesita de una
    ideología que anide en la mente de los explotados, a fin
    de que acepten la explotación y todas la injusticias como
    algo "natural" e inevitable.

    El trabajador, imposibilitado prácticamente para
    resolver sus problemas
    económicos, políticos y sexuales , acude ala
    ideología, en la cual resolverá ilusoriamente, lo
    que no puede realizar y se explica lo que no puede
    entender.

    La estructura social puede compararse al cimiento de un
    edificio, su ideología a la fachada. El ideólogo
    olvida que los cimientos sostienen a la fachada, llegando al
    absurdo de afirmar que es la fachada la ideología, la que
    sostiene los cimientos económicos.

    Mientras que la ideología encubre la realidad,
    la ciencia
    descubre la verdadera esencia de la explotación que oculta
    la ideología.

    En tanto que la ideología estudia la apariencia
    de las cosas, la ciencia va
    más allá de la cáscara aparente, hasta
    llegar a la esencia estructural de las cosas.

    El sistema capitalista se manifiesta
    fenoménicamente, como un sistema racional, es su
    apariencia con la que oculta su irracionalidad. Muestra su
    máscara….no su rostro.

    La apariencia, en ese caso, es ideológica, no
    porque todas las apariencias sean ideológicas, sino porque
    la clase dominante la hace pasar como si fuera
    realidad.

    Pero la apariencia no solo oculta la realidad (la
    esencia de las cosas), también expresa lo interior,
    manifiesta la misma realidad que disfraza.

    La ciencia, con su método
    distingue las estructuras
    sociales de sus apariencias ideológicas, pone sobres sus
    pies todo ese mundo encantado e invertido que los
    ideológos presentan cabeza abajo; demuestra el carácter
    determinado de la apariencia.

    Ludovico Silva dice que no es posible hablar de
    "ideología revolucionaria" pues una revolución
    no puede ser impulsada por prejuicios, fetiches o catecismos,
    sino contra ellos y a pesar de ellos. De lo que si podemos hablar
    es de ideología burguesa y conciencia proletaria. Los
    obreros adquieren conciencia de clase y esta triunfa sobre la
    falsa conciencia que es la ideología.

    El sistema capitalista se reproduce reinvirtiendo la
    plusvalía (arrebatada legalmente a los trabajadores), con
    el fin de incrementar el capital. Hemos observado que la
    ideología es complemento indispensable de la
    explotación económica, y por ende, de la
    plusvalía solo resta analizar los instrumentos sociales,
    las instituciones,
    que transmiten dicha ideología a los cerebros proletarios.
    Estos instrumentos denominados aparatos ideológicos del
    Estado (A.I.E.), por Althusser, son los siguientes: el religioso,
    el escolar, el familiar, el jurídico, el político,
    el sindical, el de información y el cultural.

    Son tan importantes los A.I.E. que toda clase
    explotadora, para mantener el poder político del Estado,
    debe ejercer su hegemonía sobre y en los A.I.E.

    Otro componente del Estado burgués lo constituye
    el aparato represivo de estado (A.R.E.). Mientras que los A.I.E.
    funcionan esencialmente con ideología y utilizan en forma
    secundaria la violencia, el
    A.R.E. usa predominantemente la violencia física y en forma
    secundaria hace uso de la ideología.

    En la actualidad los A.I.E. dominates son: la familia, la
    escuela y los
    medios de
    información de masas.

    En virtud de que la clase social dominante en el modo de
    producción capitalista ha ideologizado el concepto de
    comunicación, iniciaremos este
    capítulo precisando la diferencia entre información
    y comunicación.

    Son tres los elementos que componen la
    información; la fuente, el mensaje y el
    destino.

    ESQUEMA DE INFORMACIÓN

    FUENTE —– MENSAJE — DESTINO

    La comunicación, contraria y complementaria de la
    información, postula una relación simétrica
    en la que un transmisor-receptor se relaciona, a través de
    un saber común, con otro transmisor-receptor.

    ESQUEMA DE LA
    COMUNICACIÓN.

    TRANSMISOR SABER TRANSMISOR

    RECEPTOR / EN COMÚN / RECEPTOR

    Mientras la información conviene a una clase
    explotadora para controlar a sus dominados, la
    comunicación es la más adecuada para una verdadera
    relación entre seres humanos libres.

    En el capitalismo decadente ("neoliberal"), la
    información se ha convertido en masiva:

    RECEPTOR

    RECEPTOR

    RECEPTOR

    FUENTE MENSAJE RECEPTOR

    (EMISOR) RECEPTOR

    RECEPTOR

    RECEPTOR

    La fuente, el emisor o transmisor en la actualidad, se
    ha institucionalizado, es decir, es un instrumento de control
    ideológico al servicio de
    los capitalistas, dueños de los medios de
    información .

    La información es autoritaria por dos razones:
    por ser instrumento ideológico de la burguesía y
    por su estructura vertical de arriba hacia abajo, es decir, desde
    un transmisor que dicta órdenes a un receptor o receptores
    que escuchan, leen o ven callada y sumisamente.

    Así como un soldado raso no se comunica con sus
    jefes, quienes le ordenan lo que debe realizar, un televidente se
    reduce a recibir toda la ideología informativa que los
    capitalistas inoculan en su cerebro.

    La relación entre el receptor sumiso y mudo y el
    medio informativo autoritario burgués, es como un diálogo
    entre un sordo y un charlatán.

    Aparentemente los medios de información burgueses
    se presentan como medios de diversión y entretenimiento,
    cuando en realidad, detrás de la cáscara
    ideológica, encontramos su meollo capitalista: obtener
    más y más ganancias.

    Los medios de información de la clase dominante,
    no sólo obtienen grandes ganancias y alienan a sus
    clientes, sino
    también premian a los adaptados y sumisos, castigan
    conductas desviadas y reducen la vida humana; los televidentes,
    por ejemplo, pasan inútilmente gran parte de su existencia
    frente a la "caja idiota".

    Los medios masivos de información, aparatos
    ideológicos del Estado burgués sirven para
    informar, deformar, formar,
    transformar y conformar la mentalidad de las
    masas.

    1. Con su lenguaje
      autoritario los medios de información burguesa amasan
      los acontecimientos, aburguesan las noticias. Al apropiarnos
      las noticias utilizamos palabras que no son nuestras,
      pronunciamos palabras de nuestros amos
      capitalistas.
    2. Ejemplificando: Los noticieros por medio de sus
      locutores utilizan el lenguaje
      del amo (la clase dominante), falseando, ideologizando la
      realidad, acomodan la información de los hechos a sus
      intereses de clase.
    3. Otro ejemplo: Los noticieros no sólo aislan
      las noticias de su contexto socio-político, sino
      también hacen un revoltijo con ellas, junto a hechos
      deportivos se informa de asaltos de bancos,
      declaraciones oficiales, etc. Esta confusión beneficia a
      los capitalistas quienes desorientan e hipnotizan a la masa
      proletaria, por esto la noticia es
      ideología.

    CAPITULO III

    LA PRENSA
    ESCRITA

    Desde su nacimiento la prensa ha servido a las clases
    dominantes, quienes con su aparato jurídico y su violencia
    física, han impedido la expresión
    periodística proletaria.

    Con la publicidad
    comercial, los periódicos alcanzaron una relativa
    dependencia de los gobiernos capitalistas, para caer en los
    brazos de los industriales y grandes comerciantes. La publicidad
    por su parte, enriquecida con la aportaciones del conductismo
    (control de la conducta) y el
    psicoanálisis (control del
    inconsciente)adaptan a los hombres al smog de la sociedad de
    consumo.
    Ordena aspiraciones y satisface escapes y evasiones. Su función es
    doble: utiliza los medios de información como medios de
    presión
    sobre la sociedad consumidora y con su aportación
    económica, presiona políticamente a la
    información a fin de poder controlarla y adecuarla a los
    intereses de los capitalistas.

    La publicidad, el amarillismo y la plusvalía van
    de la mano: publicar encabezados sensacionalistas para ganar la
    atención del público comprador,
    aumentar la circulación del periódico
    y llegar a los altares de las grandes empresas con una
    cifra suficientemente impresionante para inclinar a los
    anunciantes a adquirir mayor espacio.

    Los periódicos especializan a sus reporteros en
    el lenguaje de cada grupo de
    lectores, evitándoles a éstos cualquier esfuerzo
    mental y entregándoles una información totalmente
    elaborada, digerida y muchas veces hasta defecada.

    La información periodística autoritaria,
    solo deja a los lectores el desahogo catártico de los
    chistes
    políticos, sobre la vida personal de los
    gobernantes.

    Los intereses económicos y políticos que
    dominan a la prensa y a la información en general
    son:

    1. El imperialismo
      norteamericano.
    2. El aparato estatal burgués del
      país.
    3. Las oligarquías nacionales.
    4. Las compañías
      transnacionales.
    5. Los conductores corruptos y oportunistas de programas
      noticiosos de radio y
      t.v.
    6. Los directores corruptos de periódicos y
      revistas.

    Otra función de la prensa burguesa es neutralizar
    el potencial explosivo de la prensa proletaria. Así como
    el caso del grito lanzado por el patrón al rostro del
    esclavo, no le quita a éste el uso de la voz, pero lo
    obliga a enmudecer en su presencia inhibiéndolo para
    usarla en la protesta o en el combate. La prensa burguesa
    prestigia a sus propios líderes, destruyendo así,
    la memoria
    histórica de los proletarios, proyecta los intereses
    narcisistas de la clase dominante en sus páginas sociales,
    dejándole a los trabajadores la crónica roja, que
    resulta ser, la página social proletaria.

    LA TELEVISÓN

    La T.V., funciona como las historietas, revistas, radio,
    prensa, etc., esparcen los mitos,
    imágenes y sonidos, etc., que integran el
    smog propio de la cultura de masas. No sólo incrementan
    las ganancias sino también refuerzan los valores de
    la sociedad burguesa y enajenan e idiotizan a sus televidentes.
    Consume tal cantidad de vida humana, que un cálculo
    conservador arrojó el resultado de 3 años perdidos,
    3 años hipnotizados que han tenido los televidentes, que
    durante veinticinco años han estado abobados, con la boca
    abierta, cuatro horas frente a la "caja idiota" .

    Su función ideológica esencial es reforzar
    pautas de conducta sumisa, aprendidas por reflejos condicionados,
    desde la infancia.

    La información autoritaria de la T.V. impide el
    desarrollo de la conciencia crítica de los televidentes,
    haciéndolos vivir en las novelas (y
    partidos de fútbol) logrando hacerlos morir en la vida
    real.

    La energía mental y el tiempo de trabajo
    psíquico consumidos frente a la "caja idiota" constituye
    un verdadero excedente de trabajo inmaterial, una
    plusvalía ideológica cuyo beneficiario es el
    sistema de dominación material. Los técnicos
    manipulan al inconsciente para vender sus productos. Ya Reich
    había afirmado que la publicidad comercial se basa en los
    deseos sexuales, reprimidos de los consumidores. Prueba de ello
    son los anuncios de cervezas, pinturas, carros, etc., que
    utilizan pornográficamente mujeres semidesnudas y
    excitantes para atraer a los compradores.

    En cuanto a las telenovelas, su mensaje oculto es lograr
    que los televidentes acepten sumisa y resignadamente la miseria
    económica y sexual producidas por la sociedad burguesa
    autoritaria.

    CAPITULO IV

    LA FAMILIA
    AUTORITARIA

    Según el humanismo
    realista de Marx, el actor decisivo en la historia es la
    producción y reproducción de la vida inmediata; esta
    producción de medios de subsistencia (alimentos, ropa,
    instrumentos laborales etc.) y la producción del hombre
    mismo, la continuación de la especie, es decir, el trabajo
    y la familia.

    El trabajo, en la comunidad animal, junto con la
    alimentación de carne combinada con
    vegetales, fue el principal factor de la transformación
    del mono en hombre. Este mismo trabajo, desde la aparición
    de la propiedad privada en poder de una clase dominante, ha sido
    el principal factor deshumanizante, pues con la actividad laboral
    alienada en beneficio de los que detentan las riquezas sociales,
    ha hundido al trabajador, creador de esas riquezas, en un
    guiñapo humano, miserable en lo económico y en lo
    sexual.

    La familia, también ha cumplido y continúa
    cumpliendo un papel
    contradictorio, pues si bien funciona como reproductora de la
    raza humana, transmite a las nuevas generaciones la
    ideología de las clases dominantes. Al reproducir a los
    hombres, reproduce la
    organización social que destruyen inhumanamente a las
    nuevas generaciones.

    El primer componente de la familia autoritaria fue el
    autoritarismo y el segundo será la prohibición
    sexual. Desde el surgimiento del primer grupo familiar
    encontramos ya una prohibición sexual: la relación
    íntima entre padres e hijos. La familia
    consanguínea estaba integrada por hermanos y hermanas, por
    primos y primas de todos los grados. La comunidad ya no era una
    sola familia, se había dividido horizontalmente en varios
    grupos
    familiares. El destino histórico-psicológico de
    Edipo ya estaba escrito.

    En la familia primitiva, aparece otra prohibición
    sexual: la relación entre hermanos uterinos, primos y
    primas carnales de todos los grados.

    Tanto la familia consanguínea como en la de
    afinidad estuvieron inmersas en la organización social
    matrilineal. La GENS, linaje de descendencia común, fue
    primero matriarcal y surgió directamente de la familia por
    afinidad.

    La última forma familiar que sirvió de
    transición entre el matriarcado (propio del comunismo
    primitivo) y el patriarcado (propio de las sociedades
    basadas en la propiedad privada), entre las familias de grupo y
    la familia monogámica autoritaria, fue la familia
    sindiásmica, formada por parejas conyugales de
    carácter inestable, en virtud de que no existían
    fuerzas económicas, morales y jurídicas que
    asegurasen dicha relación matrimonial. Al disolverse el
    vínculo conyugal, los hijos como antes, se quedaban con la
    madre.

    El paso del matriarcado al patriarcado no fue tan
    fácil y sencillo como dice Engels, sino que fue resultado
    de la concentración de dotes matrimoniales femeninas en
    pocas manos masculinas. El casamiento fue la palanca patriarcal
    que inclinó la balanza por el lado masculino.

    El jefe político de la tribu, con derecho
    poligámico, concentró riquezas no sólo con
    las dotes de sus mujeres, sino con las dotes femeninas aportadas
    a sus hijos y primos.

    Con la aparición de la familia monogámica,
    propia de las sociedades basadas en la propiedad privada en pocas
    manos, el concepto familia adquirió su verdadera esencia,
    la de ser FAMULIA, proveniente de FAMULUS, que quiere decir
    esclavo doméstico y FAMILIA conjunto de esclavos
    pertenecientes a un mismo hombre. La mujer se
    convirtió en la criada (esclava) principal de su
    esposo.

    El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota
    histórica del sexo femenino
    en todo el mundo.

    El hombre empuño también las riendas en la
    casa, la mujer se vio
    degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la
    lujuria del hombre, en un simple instrumento de
    producción.

    Con la familia monogámica, la humanidad conoce la
    primera forma familiar basada en intereses económicos de
    una clase dominante, los esclavistas y de un solo sexo: el
    hombre. Su objetivo
    principal fue procrear hijos cuya paternidad sea indiscutible
    para que hereden, directamente, los bienes de su
    padre.

    El esclavista se adjudicó la poligamia y redujo a
    su mujer a la monogamia. La virginidad prematrimonial y la
    fidelidad conyugal hasta nuestros días siguen siendo
    requisitos machistas para el matrimonio.

    La familia monogámica, basada en intereses
    económicos prostituyó al amor,
    convirtiendo a la esposa en prostituta a largo plazo y a la
    prostituta en esposa a corto plazo.

    Hemos visto un elemento de la familia, su monogamia;
    ahora veremos su segundo componente: el autoritarismo.

    Desde la aparición de la propiedad privada en
    pocas manos, es decir, desde el modo de producción
    esclavista ha existido el autoritarismo, factor indispensable
    entre la relación amo-esclavo, explotador-explotado,
    dominante-dominado. Todas las formas de explotación del
    hombre por el hombre, en particular tanto religiosa como
    económica, tanto del colonizado, de la mujer como del
    niño, se han aprovechado del fenómeno de la
    autoridad.

    Aparentemente la propiedad se manifiesta como un poder
    que requiere, sin violencia, un determinado comportamiento. Desgarrando el velo
    ideológico que encubre la realidad, notamos que la
    autoridad no es más que una máscara encubridora de
    la violencia de la clase dominante. Al disfrazar su esencia
    violenta y presentarse como un concepto pacífico, la
    autoridad se ahorra la utilización de la fuerza
    represora economizando gastos y
    obteniendo, al mismo tiempo, una actitud de
    sumisión.

    Mientras que los matrimonios grupales se hallaban en
    armonía con la naturaleza y con
    los instintos humanos, la familia autoritaria monogámica
    obstaculiza y reprime los impulsos naturales del hombre,
    produciendo una serie infinita de enfermedades de todo
    tipo.

    En tanto que en las familias grupales, el padre era un
    amigo amoroso, protector y tierno camarada de su hijo, en la
    familia autoritaria, el padre es el tirano, el Pinochet que
    representa los intereses de la clase dominante.

    En tanto que la mujer, en las familias anteriores a la
    autoritaria-monogámica no era sumisa ante su marido, su
    poder social y familiar era igual que la de los hombres. En la
    familia patriarcal, como hemos visto, ha sido reducida a la
    virtud doméstica y a la cosificación
    sexual.

    Mientras que en los matrimonios de grupo existía
    la libertad sexual y la salud mental, en
    la familia coercitiva la represión sexual produce
    enfermedades de todo tipo.

    La familia autoritaria, cimentada en la
    explotación del trabajador por el explotador, es parte
    integrante, producto y
    reproductor del Estado autoritario burgués y de la
    sociedad capitalista autoritaria.

    La familia coercitiva produce no sólo las
    mentalidades autoritarias de la clase dominante, sino
    también las mentalidades sumisas de los explotados. No es
    por casualidad que los conservadores y reaccionarios idolatren a
    la familia y los rebeldes anarquistas odien conscientemente a la
    familia, institución burguesa que produce sumisión
    en los proletarios.

    La educación
    sexual del aparato ideológico estatal familiar no solo
    daña la sexualidad del
    individuo y le produce todo tipo de enfermedades como el cáncer
    y el sida, sino
    también condiciona a los explotados a ser sumisos frente a
    todo tipo de autoridad burguesa.

    En suma las funciones esenciales burguesas de la familia
    autoritaria son las siguientes:

    1. Se produce a sí misma, mutilando sexualmente a
      los individuos; perpetuando la familia patriarcal,
      también perpetúa la represión sexual y sus
      derivados: trastornos sexuales, neurosis,
      alineaciones mentales, perversiones y crímenes
      sexuales.
    2. Es el semillero de individuos amedrentados ante la
      vida y temerosos de la autoridad; así sin cesar se
      continúa la posibilidad de que un puñado de
      dirigentes imponga su voluntad a las masas.

    Por eso la familia tiene para el conservador esa
    significación peculiar de fortaleza del orden social en el
    cual él cree. Es por esta misma razón, una de las
    posiciones más encarnizadamente defendidas por la
    sexología conservadora y es que la familia garantiza el
    mantenimiento
    del Estado y del orden social en el sentido
    reaccionario.

    CAPITULO
    VI

    LA ADAPTACIÓN SOCIAL PARA LA
    SUMISIÓN

    La función de la familia y escuelas autoritarias,
    no solo es producir sumisos trabajadores y autoritarios
    burgueses, sino también adaptar (socializar) a los
    niños
    proletarios al modo de producción capitalista, a fin de
    que produzcan (cuando sean mayores de edad) plusvalía para
    los capitalistas.

    La familia y la escuela producen los sujetos (sumisos)
    que necesita la sociedad burguesa.

    Este proceso de
    sujetación (socialización) represiva, proporciona un
    cimiento sólido a la autoridad burguesa al adaptar y
    condicionar a los niños a a la tiranía paterna,
    representante en miniatura de la autoridad
    capitalista.

    El condicionamiento familiar y escolar para la
    sumisión a todo tipo de autoridad, no sólo consiste
    en la transmisión de ideas y objetivos de
    la clase dominante a los niños sino también en
    estructurarlos, lo que deben o no sentir, lo que deben o no hacer
    o pensar, en fin, cumple paso a paso la programación cibernética que la moral burguesa
    ha destinado a cada recién nacido.

    La adaptación sumisa a la sociedad burguesa
    inhumana basada en la explotación económica de los
    trabajadores por los capitalistas, ha sido tanto
    ontogenéticamente (origen del individuo reprimido y
    sumiso), como filogenéticamente (origen de la
    civilización represora y autoritaria). Este segundo
    origen, como hemos visto, se dio con la aparición de la
    propiedad privada en manos de una minoría explotadora, la
    clase esclavista. En cuanto al primer origen, sucede día a
    día, con cada recién nacido, desde el esclavismo hasta
    el neoliberalismo.

    El individuo al crecer dentro de las instituciones
    burguesas (aparatos ideológicos de estados), familia,
    escuela, etc., aprende los requerimientos de la ideología
    dominante. Aprende la esencia ideológica burguesa como si
    fuera lo más natural y humano y lo transmite ciegamente a
    sus descendientes.

    Nacido y criado en la esclavitud, el proletariado,
    descendiente de una larga progenie de esclavos, cuando ha
    comenzado a pensar, la libertad le ha parecido un imposible. El
    sacerdote, el maestro, etc., le predican que el gobierno y los
    amos son necesarios y hasta indispensables, el juez y el
    policía se encargan de reducirlo al silencio en caso de
    que se rebele.

    La adaptación o sujetación del individuo a
    la sociedad burguesa se produce a través del complejo de
    Edipo, propio de los modos de
    producción basados en la propiedad privada en manos de
    una clase dominante y organizados con la familia
    patriarcal-autoritaria.

    A través del Edipo, el niño al reprimir su
    deseo hacia la madre, así como la inhibición de su
    instinto sexual, se ve obligado a aceptar sumisamente la
    autoridad paterna, introduciéndola en su mente en forma de
    superyó y, con ello, adaptándose a la sociedad
    burguesa autoritaria.

    Cuando el niño acepta la prohibición de su
    figura paterna más cercana, acepta la Ley de la clase
    dominante.

    El deseo reprimido del niño hacia la madre, es el
    deseo del otro, del padre autoritario, de la burguesía
    autoritaria. La superación del Edipo, el superyó,
    identificación con el Pinochet doméstico, es al
    mismo tiempo, la conservación de la vida del esclavo
    (niño) a costa de su sumisión ante el amo que
    simboliza y representa la autoridad capitalista.

    El superyó, es la incorporación de la
    ideología de la clase dominante en el cerebro de cada
    niño que crece en el capitalismo. Es la
    internalización de la autoridad paterna, así como
    la incorporación de la moral burguesa predominante. Su
    función es vigilar al yo y, por medio de este, controlar
    al ello, impidiendo que se transgreda o viole la Ley Burguesa. Es
    la autoridad represiva de la clase dominante, ejerciendo sus
    funciones de gendarme dentro de cada sujeto, fiscalizando sus
    conductas y sus pensamientos.

    En el Edipo también se manifiesta la
    contradicción humana principal de la sociedad burguesa: la
    contradicción entre los instintos y necesidades
    biológicos del individuo y la moral sexual (represora de
    esos instintos) de la clase dominante. Mientras los Edipos
    expresan a los primeros, el padre defiende e impone violentamente
    la segunda.

    En virtud de que todos hemos sido Edipos, todos somos
    insatisfechos sexualmente y seguimos siendo y por tanto, todos
    somos neuróticos, adaptados y sumisos a la sociedad
    burguesa.

    La neurosis, producida por contención de
    energía sexual y por un yo (aparato consciente), se
    manifiesta por la irrupción de dicha energía en
    forma patológica (lapsus, sueños, etc.).

    El origen ontológico de la neurosis tiene lugar
    durante la conformación del yo (aparato psíquico de
    control) en la infancia. El bebé, puro instinto, regido
    por el instinto de placer, con el yo se adaptará a la
    realidad antiinstintiva. El yo resulta ser un árbitro
    entre las dos fuerzas contrarias, un árbitro insuficiente
    y descontrolado que no puede equilibrar las fuerzas en lucha. Su
    insuficiencia es por la estructura económica y social
    inhumana del capitalismo que provoca, y se alimenta, de la
    neurosis de los sumisos productores de
    plusvalía.

    La regresión a etapas infantiles de dependencia
    de los trabajadores neuróticos, sirve al autoritarismo
    paterno de la clase dominante.

    La sociedad autoritaria burguesa, vive de la
    plusvalía que le producen las masas trabajadoras
    neuróticas, y no de las minorías
    esquizofrénicas, pues si la neurosis es sufrimiento humano
    con realidad burguesa, la esquizofrenia es
    goce sin realidad.

    Mientras que la sublimación de las
    energías sexuales pregenitales (oral y anal), han
    producido la cultura y han conservado, relativamente, la salud mental de los
    individuos, la represión sexual, producto de la
    ideología y moral conservadora de la clase dominante, han
    producido sumisión política y castración
    sexual y toda clase de enfermedades psíquicas y
    somáticas, es decir, BIOPATÍAS.

    Los neuróticos, frente al conflicto
    Edipiano, permanecen sometidos a la autoridad paterna, a
    la autoridad capitalista, toda su vida.

    La inhibición moral de la sexualidad natural del
    niño, cuya última etapa es la limitación
    característica a la sexualidad genital, hace del
    niño un ser angustiado, salvaje, sumiso, obediente,
    "amable" y "dócil" en el sentido autoritario de la
    palabra; de este modo, todo gesto vital y libre está
    cargado de una fuerte dosis de angustia que paraliza las fuerzas
    rebeldes en el hombre y deteriora su potencia
    intelectual y su sentido crítico, imponiéndole la
    prohibición de pensar en cosas sexuales (o políticas). En una palabra, su fin es la
    creación del sujeto adaptado al orden autoritario, que
    acepta a despecho de todas las miserias y humillaciones, el orden
    establecido que le ha sido impuesto.

    La historia del hombre trabajador explotado y oprimido,
    es la historia de su represión política y sexual.
    Mientras las clases y capas dominantes, desde el esclavismo hasta
    el socialismo
    burocratizado, ha gozado del libertinaje y perversiones sexuales,
    los trabajadores obreros, reprimidos sexualmente por la moral
    burguesa, han sufrido enfermedades de todo tipo. En suma la
    historia del hombre ha sido la historia de sus
    neurosis.

    En fin, la adaptación social también sirve
    para delimitar la línea entre la salud y la enfermedad
    mental.

    El loco es definido como "desordenado" incapaz de
    mantener un orden normativo en sus actos, hábitos y
    costumbres, por lo que en su aislamiento manicomial, se le debe
    imponer una rígida ordenación de su vida cotidiana,
    negándole, a través de ella, toda libertad de
    iniciativa y toda espontaneidad que por "tender al orden",
    serían "perjudiciales" para la sociedad
    burguesa.

    El loco, es por definición, un ser capaz de
    violar los principios y
    reglas de la moral sexual….incapaz de relacionarse… de toda
    una serie de extravíos, abusos y perversiones sexuales y,
    en consecuencia, la organización del espacio manicomial,
    que para él se construye, debe incluir la estricta
    separación de los sexos y, con ello, la negación de
    su libertad sexual. Por último, el loco queda definido
    como directa e inmediatamente improductivo-bien porque rechaza de
    plano el trabajo, bien porque su desorden le hace escasamente
    eficaz- por lo que el espacio manicomial debe organizarse acorde
    con la ideología del trabajo.

    En suma, el "sano" mentalmente, es aquel adaptado
    neurótico, sumiso, productor de plusvalía para los
    capitalistas. Aquel individuo, castrado psíquicamente, que
    se somete borreguilmente, a toda forma de autoridad
    burguesa.

    CAPITULO VII

    LA
    REPRODUCCIÓN AMPLIADA DE LA SUMISIÓN
    POLÍTICA.

    Hemos visto: la reproducción ampliada del
    capital, consciente en la capitalización de la
    plusvalía económica, la función
    económica y socio-política de la ideología,
    los medios de información masivos-idológicos,
    burgueses, la familia autoritaria, fábrica de sumisos
    proletarios y autoritarios burgueses y la adaptación para
    la sumisión a todo tipo de autoridad.

    En este capitulo integramos cada una de las partes
    estudiadas en el todo social, a fín de exponer cómo
    se realiza la reproducción ampliada de la sumisión
    política.

    Ahora bien, para que exista una reproducción
    ampliada de la sumisión política es necesario que
    existan formas de plusvalía que, capitalizadas
    ideológica y políticamente, reproduzcan, en forma
    ampliada, la organización social en su
    conjunto.

    Son cinco formas ideológicas las que
    analizaremos:

    1. PLUSVALÍA ECONÓMICA.
    2. PLUSVALÍA IDEOLOGÍCA
    3. PLUSVALIA DE PODER O PLUSVALÍA.
    4. PLUSVALÍA SEXUAL.
    5. PLUSVALÍA HUMANA.

    La primera forma de plusvalía elaborada y
    explicada por Marx es aquella cantidad de trabajo no pagada al
    obrero. Es el primer y básico robo legal que posibilita la
    existencia de las otras formas plusvalísticas.

    La plusvalía económica reforzada por las
    otras formas plusvalísticas, se complementa con ellas y,
    todas juntas, incrementan el poder económico,
    ideológico y político de la clase
    dominante.

    Así como los capitalistas roban tiempo de trabajo
    a los trabajadores, también roban energía
    psíquica, poder, sexualidad y capacidad humana a los
    proletarios.

    La plusvalía ideológica también
    funciona como justificadora de las plusvalías
    económicas, reforzándose y complementándose
    mutuamente, a fin de cumplir un mismo objetivo: incrementar el
    poder económico e ideológico de la clase dominante,
    reproduciéndose así toda la maquinaria
    económico-social capitalista.

    La energía y el tiempo de trabajo psíquico
    que pasivamente consumimos en la recepción profunda y
    continua de mensajes de todo tipo, en los que se nos transmite
    como óptima la concepción del mundo que justifica
    el imperio económico, con el cual tenemos relaciones de
    dependencia y por el cual somos explotados, constituye un
    verdadero excedente de trabajo inmaterial, una peculiar
    plusvalía ideológica cuyo beneficiario directo es
    el sistema de dominación material.

    Esta dependencia a la autoridad burguesa, combinada con
    la enajenación económica fue creando en la mente de
    los proletarios la enajenación ideológica, gran
    reservorio ideal de lealtad y sumisión hacia el sistema
    mismo, capital ideológico siempre dispuesto a traicionar
    cualquier impulso subversivo y siempre al servicio del capital
    material. Junto a la plusvalía material que
    extraída de la fuerza del trabajo, el sistema de
    dependencia fue formando progresivamente un mecanismo de
    producción de plusvalía ideológica mediante
    el cual, la parte no consciente de la energía
    psíquica de las gentes pasa a formar parte del capital
    ideológico imperialista, a sustentarlo, a preservarlo, a
    perpetuarlo.

    La ideología, producida industrialmente, no
    sólo contribuye al incremento del capital material sino
    también a la constitución de un capital
    ideológico cuyo portador es el hombre de la calle y cuyos
    dueños son los mismos del capital, los que dirigen a
    distancia los hilos del complejo industrial. Esta pertenencia no
    consciente, o preconsciente del hombre común al sistema de
    producción que condiciona sin cesar su mente, a
    través de toda suerte de mensajes, y que genera no
    sólo un radical dependencia espiritual o "lealtad" frente
    al sistema, sino también un excedente real de trabajo
    psíquico, que se separa o aliena del productor, es lo que
    llamamos proceso de producción de la plusvalía
    ideológica.

    Los técnicos y prácticos aplicadores de
    plusvalía ideológica son los psicólogos
    publicistas y los "analistas motivacionales", que explotan el
    inconsciente de los consumidores para vender su producto.
    La
    televisión, en la actualidad, es el principal y eficaz
    medio tecnológico que sustrae plusvalía material y
    plusvalía ideológica.

    Los autoritarios capitalistas al robar poder a los
    sumisos lo acumulan a fin de perpetuar, en forma ampliada, su
    autoridad capital, su capital autoritario.

    La sumisión política de los proletarios
    crea cierta cantidad de poder, de autoridad, del cual se extrae
    un excedente, una plusvalía política, que
    incrementa la autoridad burguesa. La utilización burguesa
    del poder, robado a los obreros, la dominación de los
    sumisos, debe ser considerada también una
    explotación.

    Parafraseando a Marx podemos decir que el autoritarismo
    burgués es poder proletario acumulado en las manos de la
    clase dominante, para su control y dominio.

    La energía sexual utilizada neuróticamente
    por los proletarios incrementa el capital y el poder autoritario
    de la moral sexual burguesa. A mayor miseria sexual de las masas,
    mayor riqueza para la moral sexual conservadora.

    Las clases dominantes han enriquecido su moral sexual
    con la extracción de ese excedente, esa plusvalía
    libidinosa, arrebatada a las masas sumisas y productoras de
    riquezas materiales.

    Por último, la plusvalía humana ese
    excedente sentimental y racional que los burgueses extraen a la
    mayoría de la humanidad. La deshumanización de la
    sociedad es acumulación de plusvalía humana, robada
    a la inmensa mayoría de la población, a los proletarios.

    En suma, la extracción y robo de las formas
    plusvalistícas analizadas, reproducen en forma ampliada el
    sistema económico-político y social
    capitalista.

    Con la sumisión política neurótica,
    los trabajadores reproducen ciegamente, las condiciones que
    posibilitan y necesitan de dicha sumisión.

    La vida cotidiana, sumisa y neurótica, de los
    obreros y de los pequeños burgueses, retroalimenta,
    revitaliza, a la organización social burguesa.

     

     

    Humberto Escobedo

     

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