- Los nuevos movimientos implican
repensar el papel de la religión en la sociedad
secular - La
conversión - La experiencia
religiosa - La
secularización - Campo de
investigación - Nuevos movimientos religiosos en
la Argentina - Nuestra fe y los movimientos
religiosos - Bibliografía
- Cuestionario para la
investigación
La religión es una
dimensión clave de la cultura,
aunque a menudo no le prestamos mucha atención cuando describimos nuestra
sociedad. No
se ha tomado en cuenta la matriz
católica del cristianismo
que ha moldeado la cultura e
historia de
nuestra tierra.
Tampoco se ha tomado en serio la realidad de los comportamientos
y prácticas mágicas entrelazadas con la
visión oficial de la religión o
independientes de ella. Ni tampoco se ha tomado en cuenta la
presencia de las iglesias cristianas no católicas,
actuantes en nuestro país desde sus comienzos. Ni la de
otros grupos religiosos
como los musulmanes, etc. Menos aún la presencia del
espiritismo en sus distintas variantes. Sin embargo, la presencia
en nuestras tierras de lo que es un fenómeno mundial: los
nuevos movimientos religiosos, con características y expresiones propias en
nuestro continente, ha comenzado a demandar la atención no sólo de los noticiosos,
de los espectáculos televisivos disfrazados de investigación, sino también de los
que estudian desde la ciencia los
fenómenos sociorreligiosos.
El hablar de nuevos movimientos religiosos, de uso
común entre quienes están dedicados a las ciencias
sociales y de los más responsables exponentes de las
distintas confesiones cristianas (comp. Sectas o nuevos
movimientos religiosos, Desafíos Pastorales,
Secretariado para la unidad de los cristianos, , Bs.As.,
Ed.Paulinas, 1986,37 págs.), tiene dos ventajas: 1) No es
valorativo y ha dejado de lado el ya peyorativo vocablo "secta" y
"culto", y 2) está relacionado con un amplio cuerpo de
investigaciones. Los temas que dentro de este
campo convocan más el interés
son los procesos de
conversión, su visión del mundo, su organización y modelo de
autoridad, las
experiencias no ordinarias de conciencia, la
sanación.
El estudio de estos movimientos no sólo nos ayuda
a comprenderlos, sino que también nos ayuda a comprender
la sociedad en que
vivimos, sus normas, su
capacidad de cambio, el
papel de la
religión, la relación entre distintas entidades
religiosas, la relación de las instituciones
religiosas con el estado, la
construcción de las noticias, etc. La
sociedad secular ha relegado lo religioso, aún en sus
expresiones comunitarias, al ámbito de lo privado. Los
nuevos movimientos desafían esa concepción, sea por
la intensidad de su expresión, sea por sus consecuencias
frente a los comportamientos sociales más o menos
aceptados (por ej. hasta hace poco la actitud frente
al servicio
militar obligatorio de los objetores de conciencia por
motivos religiosos, como los Testigos de Jehová); porque
se plantean como familia sustituta
en conflicto con
la familia
biológica, porque se presentan como grupos
terapéuticos poniéndose en oposición a la
visión científica aceptada y a los colegios
médicos; porque presentan demandas que ciertos grupos
políticos rechazan (por ej. la cuestión de la educación si es
área de responsabilidad exclusiva del estado o de
la familia, y
qué tiene que decir la religión organizada a este
tema); y, finalmente, el obvio conflicto con
instituciones
religiosas ya establecidas. Estos nuevos movimientos son
cuestionados por plantear creencias y comportamientos religiosos
diferentes a los ya establecidos, provenir muchas veces del
exterior y por cuestionar comportamientos que la sociedad
secularizada afirma que no pertenecen al área de lo
religioso. Pero, a su vez, estos nuevos movimientos cuestionan en
forma por demás urticante a las falencias de otras
instituciones de la sociedad: tanto religiosas, como educativas,
del campo de la salud y la cultura,
aún de la seguridad
social como atención al carente o protección al
débil
Los nuevos
movimientos implican repensar el papel de la
religión en la sociedad secular
Los nuevos movimientos religiosos obligan a examinar de
nuevo las presuposiciones corrientemente aceptadas como afirmar
la inevitable declinación de las instituciones religiosas
y de la misma religión en la sociedad
contemporánea. También obligan a rever la supuesta
mayor racionalización de lo religioso cuando vemos su
expresión experiencial y emocional.
Para Emilio Durkheim:
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