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Neurosis en psicoterapia gestaltica




Enviado por gerpas



    1. El self como órgano de
      contacto y en relación con la
      identidad.
    2. Contacto y evitación
      del contacto.
    3. Punto ciego y
      diferenciación.
    4. Autoapoyo y apoyo
      ambiental.
    5. Resistencia.
    6. La neurosis como
      evitación del contacto.
    7. "Carácter".
    8. Mecanismos
      defensivos.
    9. Relación
      terapéutica.
    10. Bibliografía
      consultada.

    El self como
    órgano de contacto y en relación con la
    identidad.

    El self es el órgano de contacto por excelencia,
    mientras que la identidad es
    algo que crece, que se desarrolla, que es capaz de transformarse,
    pero que también es capaz de rigidizarse, de estancarse,
    de entumecerse. La identidad es
    la totalidad de la persona, es
    aquello con lo cual nos identificamos, lo que sentimos que
    somos.

    Cuando la identidad no es flexible y variable, cuando es
    rígida, estamos frente a una identidad neurótica,
    frente a una gestalt fija,
    frente a un comportamiento
    previsible. En este caso el self está al servicio de la
    neurosis y por lo
    tanto no permite realizar ni realiza contactos nuevos.

    El self no es la identidad aunque guarda con respecto a
    esta una relación muy profunda. Un self rígido por
    ejemplo, impide una identidad variable, mientras que un self
    dinámico permite el desarrollo de
    una identidad flexible. O sea, que si mi self no varía,
    siempre habrá de mantener la misma distancia y esto llega
    a suceder en personas que han carecido de afecto y de contacto
    físico durante su primera infancia, lo
    cual hace que se sientan confusas, molestas, temerosas,
    invadidas, afectadas en su estructura de
    identidad cuando otro se les acerca o intenta contactarlos
    físicamente; temen el rechazo de y por el otro. En el
    fondo quieren establecer contacto pero sienten temor y se aislan
    como defensa.

    Lo que nos permite el cambio y el
    crecimiento es que el self trascienda los límites de
    nuestra identidad. Ambos se han de condicionar mutuamente. El
    self es el que posibilita que mi identidad crezca a través
    del establecimiento de contactos nuevos.

    Lo que se encuentra en la base de la génesis de
    una estructura
    neurótica es la reiteración de una situación
    que es siempre la misma (por ejemplo que a un niño siempre
    le griten o le peguen, o que sea sobreprotegido o
    sobremimado).

    Cuando trabajamos con personas que tienen dificultad
    para distinguir entre su self y su identidad y los conducimos a
    establecer contacto con algo, en la medida en que no son capaces
    de digerir y asimilar, rechazan el contacto incrementando
    así sus resistencias y
    sus defensas.

    El trabajo terapéutico estaría entonces
    dirigido a buscar flexibilizar al self más que a cambiar
    la forma de ser, al menos en principio. No debemos intentar
    cuestionar o amenazar la identidad de dicha persona porque
    ella no tiene la menor posibilidad de defenderse, de eliminar la
    angustia. Por ello trabajamos con la periferia,
    conduciéndola a realizar contactos poco a poco, en forma
    gradual.

    Y así vamos trabajando en, con y sobre el self
    tocando en un mínimo la identidad de la persona, de manera
    que contacte con algo tolerable para su identidad. Dependiendo de
    la situación en particular y del momento de la misma es
    que la estrategia
    terapéutica será más o menos flexible y
    amplia.

    Recordemos entonces que el contacto es igual a
    experienciar que es igual a lo nuevo y en la medida en que no
    puedo hacer contacto conmigo mismo, me impido el contacto con lo
    otro.

    La separación entre self e identidad es algo
    variable a lo largo del transcurrir de la vida. Cuando llegamos a
    tener clara conciencia de
    nuestra identidad, podemos asumir el riesgo de una
    nueva experiencia. Toda situación nueva implica un
    riesgo y en
    ese momento nos experimentamos como solos y separados. Para
    experimentar el riesgo nos tenemos que poder aferrar
    a algo. Si no sentimos confianza en nosotros mismos no podemos
    arriesgarnos puesto que no tenemos la base de apoyo que nos
    permita dar el salto hacia lo desconocido. Y esto es algo que
    nadie puede hacer por nosotros.

    Contacto y
    evitación del contacto.

    La diferenciación entre yo y no-yo se lleva a
    cabo a través de la experiencia y ella se da a
    través del contacto. Crecemos mediante el entrar en
    contacto con lo nuevo, a través de la
    experimentación y asimilación de lo que es
    diferente, de lo que es desconocido. El contacto ocurre en el
    aquí y ahora, en el momento presente.

    En el comportamiento
    neurótico no hacemos contacto sino que repetimos y tocamos
    siempre lo mismo. Hay una evitación del contacto, una
    actitud
    fóbica frente al contacto. No nos relacionamos con lo
    nuevo a los efectos de permanecer "idénticos", sin
    cambio alguno
    en nuestra persona.

    En la situación terapéutica de una forma o
    de otra esta persona que concurre a consulta intenta en una forma
    inconsciente el introducirnos en su gestalt fija,
    en su estructura caracterológica.

    Punto ciego y
    diferenciación.

    Debemos hacer énfasis en lo que se ve y en lo que
    no se ve. Y esto que no se ve es lo que constituye el "punto
    ciego"
    . El "punto ciego" se mantiene a través de una
    deflección del estímulo, pues dicho estímulo
    toca una necesidad cuya falta me provoca angustia y ansiedad y
    ello es motivo para y de tener una coraza que haría que
    ese estímulo rebote y no me afecte.

    La diferenciación no es tan sólo una
    diferenciación interpersonal sino también una
    diferenciación intrapsíquica, como sería por
    ejemplo el diferenciarnos de nuestros introyectos. El
    diferenciarme externamente implica el discriminarnos con respecto
    a lo que no somos. El diferenciarme interiormente sería
    discriminarme con respecto a y con lo que no soy yo a nivel
    interno, al interior de mi propio organismo y/o
    psiquismo.

    Mi identidad entonces es todo aquello con lo cual yo me
    identifico, ya sea que esté dentro o fuera de
    mi.

    Por otra parte lo que introyecto limita mi espacio vital
    intra y extrapsíquico y es por ello que para crecer
    debemos diferenciarnos de esos introyectos, es decir, debemos
    regurgitarlos, masticarlos, digerirlos y asimilarlos de manera de
    integrarlos a nuestro organismo.

    En la persona neurótica aunque haya una
    comprensión racional de que sus temores son
    fantasía, hay una experiencia que refuerza ese temor, por
    lo cual no lo puede asimilar en forma racional, sino que ha de
    re-vivirlo, re-vivenciar esa situación en el aquí y
    ahora, en el momento presente. Ha de enfrentarla en forma
    experiencial de manera tal de salvar la barrera y asimilar la
    situación estancada como lo que fue, como una experiencia
    más que integra su historia de vida, como algo
    que sucedió en el pasado y que ahora es "fondo" y ya no
    "figura", algo que ocurrió en un presente que ya es pasado
    y que por ende se constituye en algo irrepetible como lo es toda
    experiencia que sucede en el aquí y ahora.

    Autoapoyo y apoyo
    ambiental.

    El pasaje del apoyo ambiental al autoapoyo implica el
    proceso del
    pasaje de lo "enfermo" a lo "sano".

    En nuestra infancia
    buscamos movilizar los recursos del
    medio ambiente
    para el logro de nuestras necesidades. En dicho caso, el desarrollo
    emocional implicaría establecer un equilibrio
    entre el afecto y la frustración. Frustración en
    cuanto a hacer que el niño lo logre por sí mismo.
    Es así que entre el afecto y la frustración es como
    se llega a desarrollar el arte de criar un
    niño.

    Se necesita de la frustración para poder crecer y
    ello implica el establecimiento de límites,
    de negar cosas. Implica el frustrar la manipulación
    mediante la cual obligamos a otro(s) a que nos de(n) lo que
    necesitamos, cambiándola así por la
    obligación de desarrollar su propio potencial para lograr
    lo que necesita.

    Y esa frustración también es necesaria en
    todo proceso
    terapéutico. La persona que llega a consulta lo hace con
    su "carácter"
    (frustraciones, acting, etc.); entonces si entramos en el
    juego que la
    persona trae y nos convierte en uno más de sus
    introyectos, no va a ocurrir nada y permaneceremos estancados. Es
    decir, que hasta que no frustremos esa manipulación no va
    a haber contacto, ergo, no va a haber crecimiento,
    maduración.

    El crecimiento implica el pasar de la
    movilización del apoyo ambiental al autoapoyo.

    El autoapoyo es poder reconocer mis necesidades y
    satisfacerlas. El hecho de buscar satisfacerlas implica la
    sensación de poder que se vivencia como centrada en uno
    mismo.

    Cuando nos arriesgamos estamos posibilitándonos
    el crecimiento. Al desarrollar nuestro apoyo empezamos a
    elegirnos a nosotros mismos como seres en situación de
    relación. Cuando una persona logra desarrollar ese centro
    de autoapoyo en sí misma, entonces podemos decir que el
    proceso terapéutico ha concluido.

    El proceso de crecer sólo puede estar basado en
    la experiencia del presente; nunca puede ser un "verticalazo" del
    terapeuta.

    La persona sana se autoelige a sí misma y toma
    sus propios riesgos.

    La neurosis es una forma de ser y de estar en el
    mundo y no una enfermedad. La neurosis es en
    cierto sentido la mejor identidad que una persona pudo lograr en
    el proceso de su vida. En ese sentido es nuestra mayor riqueza y
    nuestra mayor pobreza. Es
    nuestra mayor riqueza en tanto que configura nuestra historia de supervivencia y
    es en ese sentido todo lo que tenemos. Es así que una
    persona no tiene una neurosis sino que se es un neurótico.
    Y al mismo tiempo se
    constituye en nuestra mayor pobreza en cuanto
    es nuestra mayor limitación, nuestra mayor tristeza,
    angustia; es el no encontrarnos con los demás y el no
    encontrarnos sinceramente con nosotros mismos.

    Pero para bien y/o para mal, nuestra neurosis es
    nuestra identidad.

    Cualquier cambio entonces amenaza la estructura de
    nuestra identidad, la que fue creada para defendernos del mundo.
    Y es por este motivo que nadie en su sano juicio quiere cambiar.
    A la experiencia de cambio llegamos dolorosamente. Es muy
    difícil nacer nuevamente, porque para poder re-nacer hay
    que primeramente morir. Tiene que perecer una forma de ser para
    que pueda nacer una nueva.

    Resistencia.

    La resistencia es
    una defensa "lógica"
    de mi identidad. La neurosis es algo que se instala
    progresivamente, con excepción de las situaciones
    traumáticas. La permanente repetición de una
    conducta es lo
    que genera la neurosis.

    El gran daño que encontramos en el núcleo
    de la neurosis es el daño a uno mismo. La persona sana es
    dueña de su propia existencia. Ningún proceso
    psicoterapéutico puede darle a una persona lo que esta no
    tiene; si puede ayudarla a descubrir lo que yace oculto en cuanto
    que potencialidad en sí misma.

    La aparición de una conducta
    repetitiva en consecuencia implicaría que no ha habido un
    cambio en la estructura. El lograr un "insight" racional a lo
    único que ayuda es al reforzamiento de los mecanismos
    defensivos que le sirven al individuo para autojustificarse. Para
    que exista cambio hay que movilizar toda la
    estructura.

    En general cuando hablamos de resistencia todos
    pensamos en una fuerza que se
    opone a nuestro deseo consciente de cambio, o sea, que se
    visualiza a la misma como un obstáculo a vencer. Esto se
    constituye en una falsa oposición entre una persona que
    quiere cambiar y un obstáculo. Ambas están
    dialécticamente interrelacionadas; la una refuerza a la
    otra y esto se daría a través de la resistencia.
    Sería como el principio de acción y reacción
    trasladado de la Física Clásica
    a la Psicología.

    La resistencia es así considerada como el
    interjuego, la interrelación entre la fuerza para el
    cambio y la fuerza igual y contraria para el no cambio (quiero
    cambiar, pero no quiero cambiar). El tema no está en tomar
    una parte sino en tomar ambas y hacer que surjan como
    evidentes.

    Cuando decimos y experimentamos un "no puedo", en verdad
    lo que hay es un "no quiero" del cual no me hago responsable, que
    no se me hace consciente. En el "no quiero" ya existe un
    compromiso activo el que no necesariamente tiene que ser
    consciente, es decir, que el hacer evidente el "no quiero" no
    implica hacer consciente las causas por las cuales no quiero.
    Esto busca integrar una parte de mi identidad con la cual yo me
    encontraba previamente en conflicto y
    que por ende estaba alienada de mi personalidad.
    Ello conduce a que la persona se ponga en contacto con su
    núcleo problemático, el cual será resuelto
    en el transcurso del proceso terapéutico. Habría un
    "porqué" que se encontraría implícito en el
    proceso de experimentar el "no quiero".

    Una interpretación no puede superponerse a la
    relación con la persona en situación de consulta.
    La interpretación es válida sólo si puede
    ser relacionada a través de un proceso experiencial, lo
    que implica no considerar la interpretación como una
    conclusión sino como un instrumento.

    Todo dependería de en que momento se haga la
    interpretación y de cómo se haga. Una
    racionalización mal hecha tendería a reforzar los
    mecanismos defensivos, a constituirse en una justificación
    para nuestros actos.

    Durante el proceso terapéutico, la
    relación que establecemos con la persona que acude a
    consulta es el vehículo primordial mediante y a
    través del cual se logra el encuentro existencial que
    permite el crecimiento más que la metodología terapéutica en
    sí, es decir, que lo que más influye son las
    cualidades personales de un profesional.

    Buscamos hacer contacto con la parte alienada del
    "self".

    Es decir, que si bien las resistencias
    son inconscientes, ello no significa que no nos pertenezcan. Y
    todo ello puede hacer cambiar la experiencia de mi "no puedo" a
    un "no quiero", lo que implica responsabilizarme de mis
    proyecciones y ello significa re-identificarme con mis partes
    negadas.

    En el "no quiero" es donde se encuentra radicada la
    energía vital. Es así que en la situación
    psicoterapéutica buscamos brindar un soporte para esa
    parte, para que la pueda experienciar. No puede haber cambio
    alguno sin una experiencia, porque fue a raíz de una
    experiencia que se produjo la alienación. Y la resistencia
    son ambas fuerzas: el quiero y el no quiero. Cuando entro en
    contacto con una polaridad hay una traslación de
    energía hacia la otra polaridad. El no querer es una
    actividad potente y el no poder es una actividad
    impotente.

    La neurosis como
    evitación del contacto.

    Siempre repetimos la misma situación, siempre
    hacemos contacto con lo mismo y esta gestalt fija es la condena
    de las neurosis.

    Nos encontramos estancos en y sobre un punto sobre el
    que giramos sin posibilidad de experimentar nada nuevo. Hay una
    evitación del contacto que no es selectiva, que es
    inconsciente. En este sentido la neurosis sería una
    actitud
    fóbica en cuanto que evitación del
    contacto.

    El proceso terapéutico consistiría
    así en el establecimiento de un buen contacto. Si pasa a
    integrarse como parte constitutiva del argumento de nuestra vida
    entonces no hay contacto, no hay cambio. Durante la
    relación terapéutica continuamente la persona en
    consulta nos busca atraer a su "terreno" para así
    incorporarlo a lo conocido; actividad esta que se realiza en
    forma inconsciente, pues es la forma como el paciente ha
    articulado el mundo para poder sobrevivir.

    En este sentido no cumplimos con las expectativas del
    consultante sino que por el contrario nos diferenciamos del rol
    que nos quiere imponer y de ahí que se configure una
    situación totalmente nueva.

    Las defensas siempre se mantienen como una
    evitación del contacto consigo mismo a los efectos de
    evitar el dolor de esa experiencia subjetiva. Podemos hacer
    contacto: con nosotros mismos (nivel intrapsíquico), con
    el otro (nivel interpersonal); y/o con el medio (nivel
    ambiental).

    El ser en el mundo del neurótico hace que este se
    sienta como en una cárcel. Hay una falta de contacto con
    lo nuevo, razón por la cual no crece y tiene la
    sensación de estar condenado a que todo sea por siempre
    igual, sin cambio, rutinario. La neurosis es su identidad; no es
    su única manera de ser en el mundo, pero es vivenciada
    como si lo fuera. Hay una intencionalidad no consciente de
    mantenernos igual, dentro de ciertos límites; de no perder
    nuestra identidad.

    "Carácter".

    El tomar contacto con el cuerpo nos permite hacernos
    sujetos de nuestra experiencia y no objetos; permite el abrir y
    cerrar dinámicos. Sentimos, pensamos y actuamos de una
    misma manera, en un armonioso fluir con las diferentes
    experiencias de y en la vida. Este sería el prototipo de
    la persona que denominamos "normal".

    Tener un "carácter"
    sería tener un comportamiento predecible. El
    carácter sería una serie de comportamientos
    aprendidos los que en su conjunto conformarían una
    estructura sobre la base de una serie de respuestas que fueron
    previamente introyectadas. Todos conformamos un carácter,
    pero lo sano es que esa estructura sea flexible, variable,
    dinámica.

    La persona neurótica sería aquella que
    confunde la rutina con la
    personalidad, es decir, que confundiría el
    carácter con su propia persona y de esa manera, no se
    defiende sino que vive defendida.

    Un carácter rígido y definido impide el
    crecimiento y de esta manera no hay contacto con lo
    nuevo.

    Para poder sostener la neurosis debo evitar el contacto
    con lo nuevo; no puedo absorber experiencias nuevas. De esta
    manera no hay contacto con lo nuevo y me identifico con mi
    neurosis. Y mientras más rígido sea ese
    carácter, más limitado me encuentro; mayor es mi
    imposibilidad de entrar en contacto con lo nuevo.

    La evitación del contacto que hace al y el
    neurótico es inconsciente, aunque hay una intencionalidad
    y es el descubrimiento de dicha intencionalidad el primer paso de
    todo proceso terapéutico.

    Podemos no darnos cuenta del propósito
    implícito en lo que hacemos y es por ello que debemos ver
    el cómo lo hacemos, pues sobre la base de ese cómo
    es como vamos a descubrir la intención, el
    propósito. Cómo lo hacemos hoy, en el aquí y
    ahora es lo que hay que frustrar para descubrir lo que
    está implícito pero es inconsciente. Se busca
    así transformar un problema interpersonal en un problema
    intrapsíquico, en un problema que radica en uno
    mismo.

    Y al descubrir que nosotros somos quienes generamos las
    situaciones que vivimos, haciéndolas encajar en nuestro
    argumento de vida, es que abrimos una abertura en el muro de
    nuestro carácter.

    Mecanismos
    defensivos.

    Todos los mecanismos de defensa son formas de evitar el
    contacto que permiten ver el cómo un individuo en
    particular se impide el contacto con el mundo interno y/o
    externo. Cuando hacemos contacto lo hacemos con lo exterior y con
    lo interior. La experiencia la asimilamos desde nuestro
    interior.

    Es a través del contacto como discrimino lo que
    soy de lo que no soy y ello implica un equilibrio
    permanente y dinámico con el medio, lo que implica que mi
    identidad se va a encontrar inmersa en un proceso de
    transformación continua.

    En la neurosis intentamos desesperadamente permanecer
    con nuestra personalidad
    intacta, inalterable, incambiada. Ello conduce a un intercambio
    con el medio que es insuficiente, lo cual provoca una
    sensación de estancamiento, de no fluir.

    El carácter neurótico evita el contacto y
    por ende evita la transformación, el desarrollo y el
    crecimiento.

    El contacto en si no es controlable. Cuando ocurre es
    espontáneo. Sólo podemos acceder a entrar en
    contacto y es por ello que el mismo es vivido como algo
    riesgoso.

    El neurótico buscaría vivir siempre en una
    relación "como sí".

    La proyección es una gestalt visible y
    detectable en el cómo, en tanto que implica un
    comportamiento, implica algo activo y no racional, el cual
    además se encuentra cargado de sentimientos y actitudes.

    Reprimimos nuestros sentimientos y emociones con la
    totalidad de nuestra persona y no tan sólo con una parte
    de ella.

    Por ello en el transcurso de la consulta buscamos
    abordar el fenómeno por más seguros que
    podamos estar de lo que dicho fenómeno signifique.
    Buscamos que el individuo se re-experimente a sí
    mismo.

    Cuando recuperamos el sentimiento lo dirigimos hacia el
    hecho original que lo causa. En el proceso de consulta siempre
    devolvemos la proyección. Tratamos de lograr una
    diferenciación de la proyección de manera tal de
    que la persona se responsabilice por y de sus propias
    proyecciones, lo cual implica que como profesionales simplemente
    digamos: "yo soy yo".

    Y así es entonces que cuando la persona que acude
    a consulta entra en contacto con algo, pues que descubre algo y
    así desaparece una fantasía que ha repetido a lo
    largo de su vida, buscando reconstruir constantemente el mundo
    como el quiere que sea.

    Cuando la persona confiesa su temor a entrar en
    contacto, lo invitamos a realizar un experimento
    vivencial.

    Cuando hay contacto hay una movilización de
    energía. El organismo es un instrumento sensorial que nos
    permite el percatarnos de cambios en nosotros mismos y en el
    medio ambiente
    circundante.

    En sí mismos los mecanismos defensivos son
    neutros, no son ni buenos ni malos, todo depende de cómo
    sean usados. Como ya manifestamos, lo malo no es defenderse sino
    el vivir defendidos. El arte por ejemplo,
    implica una proyección lo que de ninguna manera se puede
    considerar como patológico; lo patológico
    sería el vivir proyectando partes no asimiladas de uno
    mismo.

    Estos mecanismos defensivos para la Terapia Gestalt
    son:

    • Introyección: La
      introyección y la proyección están
      inseparablemente unidas, relacionadas. Si no digerimos lo que
      contactamos queda como un objeto extraño a nosotros
      mismos, de manera que al no des-estructurarlo no lo podemos
      asimilar.

    Es así como comenzamos a llenarnos de
    introyectos, quedando cada vez menos espacio para la propia
    personalidad.

    Introyectar significaría así el
    "tragarnos" experiencias sin ser integradas a la totalidad de
    nuestro ser. Y esto luego va a generar toda una serie de conflictos. El
    conflicto se
    daría así entre los deberías introyectados y
    mi propia personalidad.

    La imposición de una idea o de una conducta
    generaría de esta manera una fuerza igual y contraria lo
    que anularía ambas fuerzas y provocaría un
    estancamiento.

    El conflicto se resolvería sacando a la luz de la
    conciencia
    ambas partes .

    Este mecanismo en sí mismo, como sucede con todos
    los mecanismos defensivos no es patológico. Por ejemplo,
    en la infancia las introyecciones son imprescindibles, pero
    cuando uno alcanza la capacidad de discriminar, entonces llega el
    momento de asimilar lo que sirve y eliminar lo que no.

    Cuando una persona usa básicamente este
    mecanismo, nos hemos de encontrar entonces con personas con
    problemas de
    obesidad, de
    drogadicción, de alcoholismo.
    Son casos en donde la persona tiende a tragarse al medio ambiente
    y no lo digiere. Busca establecer "relaciones" con todo el mundo,
    pero no las asimila, sino que se las traga. Busca continuamente
    marcos de referencia así como el establecimiento de
    vínculos de dependencia y también justificaciones a
    su modo de ser.

    Cuando estamos llenos de otras personas, ideas, cosas,
    sentimientos y emociones lo que
    sentimos es un enorme vacío y es ese vacío algo que
    yo no estoy ocupando y por ello, compulsivamente, con la
    esperanza de algún día sentirme satisfecho sigo
    introyectando cosas, sin darme cuenta que ese espacio sólo
    puede ser llenado por mí mismo.

    Cuando rompemos algún introyecto, necesariamente
    cambiamos porque contactamos con la realidad de y en una forma
    nueva, diferente a la rutinaria. Así cada paso es una
    conquista sobre nuestro propio ser, no sólo sobre la
    autoridad
    introyectada sino también sobre nuestra propia autoridad.

    Todo lo que no digerimos no forma parte de nosotros. El
    juicio crítico no es algo tan sólo racional sino
    que es algo pasional, siendo esta una de las formas más
    importantes para la des-estructuración de los
    introyectos.

    • Proyección: La proyección
      sería una alienación de una parte de mi self que
      atenta contra mi identidad. Proyectamos lo que previamente
      hemos introyectado y que no aceptamos como propio. Al poner
      dichas partes alienadas en el ambiente,
      las proyecto. Por
      ejemplo, en las fobias proyectamos en la cosa, hecho, lugar o
      lo que sea, nuestras partes alienadas, como forma de manejar
      nuestras ansiedades y angustias. Este mecanismo es
      además la base de la paranoia donde la persona proyecta
      su agresividad sintiéndose así agredido por los
      otros.

    La proyección es el mecanismo por el cual ponemos
    una parte de aquello que me pertenece en el ambiente. La
    alienamos de nuestra persona, la desposeemos.

    Pero la proyección también tiene aspectos
    positivos como en el arte o cuando hacemos proyectos de
    futuro. El problema se instituye y se constituye cuando la misma
    se hace automática, rígida e
    inconsciente.

    En la proyección evitamos estar en contacto con
    nosotros mismos y con los demás, así como con una
    serie de situaciones.

    • Retroflección: Existen dos tipos
      de retroflección:
    1. Hacernos a nosotros mismos lo que nos gustaría
      hacerle a los demás o al ambiente (proceso de culpa,
      depresión y de desvalorización y
      empobrecimiento de mi persona); y
    2. Hacernos a nosotros mismos lo que nos gustaría
      que los demás nos hicieran (la persona se siente
      autosuficiente, se aisla, no confía en nadie y se
      autodesvaloriza). La energía se vuelca hacia uno
      mismo.
    • Deflección: Aquí lo que
      hacemos es rebotar todo; no interesa nada. Cualquier cosa que
      provenga del medio, la devolvemos al medio de manera tal que no
      nos toque, que no nos penetre, de manera tal de preservar
      intacto nuestro mundo interno.

    Este mecanismo se ve en el caso de personas muy ansiosas
    las que en vez de vivenciar la experiencia del momento presente,
    están en otra cosa. Es el mecanismo por excelencia para la
    evitación del momento presente. En su aspecto positivo la
    vemos funcionar cuando "eliminamos" ruidos molestos o cosas que
    nos interesan, o nos defendemos de situaciones
    agresivas.

    • Confluencia: Los límites del
      contacto que permiten la identidad se rompen y entonces me
      con-fundo con el ambiente perdiendo así mi
      identidad.

    Aquí el contacto se evita en cuanto se pierde en
    la medida en que no sé quien soy; no tengo una
    posición personal ante
    nada. El "beneficio" patológico estaría dado en
    cuanto que pierdo mi propio sentido de mi mismo y en consecuencia
    no tengo que responsabilizarme de mi mismo. En la confluencia me
    pierdo en el otro, siendo ésta una de las formas
    más fáciles de evitar el crecimiento.

    Lo positivo estaría dado en y por el sentimiento
    de comunidad, de
    formar parte de algo mayor que uno mismo y de esa manera llegar a
    sentirse continentado (caso por ejemplo de la relación del
    niño con su madre).

    Relación
    terapéutica.

    La relación que establecemos con una persona en
    el ámbito de la consulta implica un verdadero encuentro
    existencial; una relación afectiva sólida y
    sólo puede haber encuentro entre dos cosas diferentes y es
    por ello que buscamos diferenciarnos de lo que no soy yo, siendo
    lo que somos.

    El manejo de la transferencia implica entonces el
    aceptar lo que la persona en consulta pone en nosotros que es
    verdadero, que no es fantasía ya que no todo lo que esa
    persona dice es proyección. Y a partir de esa
    constatación en una situación real, a partir de ese
    contacto es que puede comenzar a establecerse la relación
    terapéutica. Por tanto, el contacto y como tal la
    relación terapéutica implican ambas un intercambio
    de energía.

    Como terapeutas también podemos actuar en tanto
    que modelos al
    mostrarle a la persona que hay otros seres que han pasado por
    situaciones similares y que lograron traspasar la "gran
    barrera".

    En la relación terapéutica no tenemos
    reglas ni fórmulas predeterminadas sino que siempre
    habremos de basarnos -en nuestra praxis– en nuestro propio darnos
    cuenta, en y a través de ser lo más plenamente
    conscientes de nosotros mismos que podamos.

    De esta manera la diferenciación se
    llevaría a cabo en un marco de relación o encuadre
    que estaría en continuo desarrollo. Y esta tendría
    como fin el permitir establecer contacto. Nos diferenciamos
    cuando es pertinente diferenciarnos y esto necesita muchas veces
    de una retroalimentación con y a través del
    otro, de lo contrario entraríamos en confluencia, que
    implicaría el presuponer que lo que yo comunico es lo que
    la otra persona entendió.

    En una estrategia
    terapéutica parte del proceso de cambio es la
    frustración del "acting". No puede haber cambio si no
    dejamos de hacer lo que hemos venido haciendo en forma rutinaria
    para evitar el contacto; no puede haber cambio si no dejamos de
    hacer lo que siempre hemos hecho para sostener nuestro
    "carácter".

    La neurosis no se soluciona en forma espontánea
    sino a través de acciones
    concretas. En el proceso terapéutico vamos hasta el
    límite, al borde entre lo que soy yo y lo que es no-yo y
    de ahí en más es responsabilidad nuestra el dar el paso hacia lo
    desconocido, y es en ese momento, en el impasse ?momento de mayor
    miedo para la persona- en donde y cuando nos podemos desenganchar
    de lo viejo, de lo perimido y lanzarnos hacia lo nuevo, hacia el
    establecer contacto. Y es por ello que en toda relación
    que se precie de terapéutica buscamos generar un clima de apoyo,
    una relación afectiva que permita ese cambio, que sustente
    ese salto existencial hacia lo desconocido.

    Bibliografía
    consultada.

    Castanedo, C.: "Terapia de gestalt – Enfoque del
    aquí y ahora" – Ed. Texto
    México
    1983

    Fagan, J. – Shepherd, J. L: "Teoría
    y técnica de la psicoterapia guestáltica" –
    Amorrortu Editores – Argentina –
    1978

    Johanson, G. – Kurtz, R.: "Psicoterapia en el
    espíritu del Tao-te-king" – Ed. Cuatro Vientos S. A. –
    Chile –
    1987

    Perls, F.: "Sueños y Existencia" – Ed. Cuatro
    Vientos S. A. – Chile –
    1987

    Perls, F.: "El enfoque guestáltico – Testimonios
    de terapia" – Ed. Cuatro Vientos S. A. – Chile – 1987

    Stevens, B.: "No empujes el río (porque fluye
    solo)" – Ed. Cuatro Vientos S. A. – Chile – 1986

    Stevens, J.(Comp.): "Esto es guestalt" – Ed. Cuatro
    Vientos S. A. – Chile – 1987

    Welwood, J. (Comp): "Psicoterapia y salud en Oriente/Occidente"
    – Ed. Kairós S.A. – España
    1990

     

     

     

     

    Lic. Germán H. PASTORINI

    Licenciado en Psicología

    gerpas[arroba]adinet.com.uy

     

     

     

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