El hombre empieza
inmediatamente a desplazarse, sea para comer, para luchar o por
mera curiosidad, por lo que se ve obligadamente a valerse de
algún medio de locomoción.
Los primeros vehículos eran trineos de madera, y
deben haber sido utilizados por tribus de todo el mundo. Para
transportar cargas pesadas se usaban troncos a modo de rodillos;
finalmente lo construyeron de una sola pieza, al unir los troncos
con maderas transversales y atar todo el conjunto con tiras de
cuero.
Posteriormente se produjo el invento de la rueda, uno de
los más maravillosos de la historia. A partir de este
invento, se desarrollaron todo tipo de transportes
terrestres.
Se desarrollan en este sitio algunos de los más
aceptados y usados por la gente, aunque se han inventado
numerosos elementos de diferentes formas y de acuerdo con las
ideas de sus constructores, del estilo de los monociclos,
bíciclos, triciclos y cuatriciclos.
Las vías
Si hablamos del ferrocarril, inmediatamente pensamos en
las vías. Sin embargo, las vías tienen dos mil
años más que la locomotora.
El hombre
descubrió tempranamente que era más fácil
tirar de un carro o trineo si preparaba dos surcos de piedras
lisas o de tablas de madera
paralelos entre sí, o los cavaba en un camino rocoso. Este
último tipo de vía era utilizado por los griegos
para llevar sus carros adornados a los templos durante las
festividades religiosas. Habían construido también
un tipo de remolque con vías de madera para transportar
naves a través del istmo de Corinto. Los griegos
habían descubierto que un hombre o un caballo
podían arrastrar una carga ocho veces más pesadas
si lo hacían sobre una vía en lugar de hacerlo
sobre un camino irregular. También los romanos cavaron
surcos en muchos de sus caminos.
Como otras tantas técnicas
de la antigüedad, esta también se perdió
durante la Edad Media. En
el siglo XV o XVI vuelven a aparecer las vías:
posiblemente aparecieron por primera vez en las minas alemanas,
que eran las mejor instaladas en toda Europa, en las
cuales las cargas se transportaban en pequeños vagones.
Hacia fines del siglo XVI, los alemanes llevaron a Inglaterra el
"Tramway", como lo llamaban en este país, para modernizar
sus minas, y así fue como llegaron las vías al
país que luego sería la cuna del
ferrocarril.
Las vías de estas minas estaban formadas por dos
maderos separados entre sí por pocos centímetros;
del eje de la vagoneta sobresalía un perno de hierro que
entraba en ese espacio y evitaba que las ruedas se deslizasen de
los maderos.
Alrededor de 1630 se le ocurrió a un tal Beaumont
unir ambos maderos con durmientes y aumentar también la
distancia que los separaba. Al desgastarse estas vías de
madera por los pesados vagones, Beaumont colocó sobre
ellas hierro plano;
luego, por el mismo motivo, también las ruedas se
fabricaron de este material.
Hacia fines del siglo XVIII se le ocurrió a un
ingeniero inglés
colocar en las ruedas la protuberancia que antes estaba en las
vías, lo que resultó mucho más
práctico para el deslizamiento del
vagón.
La primera locomotora
En todas partes había mercaderías que
tenían que ser transportadas rápidamente y con
seguridad de un
lugar a otro, así como había personas que
querían viajar cómodamente y con
rapidez.
Para obtener a bajo precio fuerzas
motrices considerables, varios inventores pensaron en la
unión del vapor y la rueda. Los primeros frutos de esa
asociación fueron verdaderos monstruos. En 1769, el
francés Nicolas Cugnot construyó un coche de vapor,
su pesado "fardier" (carromato), que consistía en una
máquina de vapor montada sobre un carro de tres ruedas. El
técnico norteamericano Oliver Evans, construyó
años después un coche de vapor que no logró
imponerse. William Murdock, en Inglaterra,
hacía experimentos con
una máquina de Watt. Todos estos ensayos fueron
fracasos.
Richard Trevithick, un joven ingeniero de minas de
Cornwall, en la década del 90 del siglo XVIII se
entusiasmó con la idea del vehículo de vapor y
preparó en su taller un par de pequeños modelos de
locomotoras. Trevithick, entre 1801 y 1804 terminó su
primer coche grande de vapor: una enorme caja de hierro sobre
ruedas con una chimenea en el centro, alrededor de la cual se
habían instalado varios asientos para los viajeros.
Colocó sobre los raíles su máquina de vapor,
y recorrió nueve millas y media en cuatro horas y cinco
minutos. He aquí la primera locomotora. Años
después presentó la segunda, pero no tuvo demasiado
éxito.
La gente estaba convencida de que las ruedas patinarían
sobre la superficie lisa a medida que se aumente su
peso.
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