Formación Humana y
Religiosa
- Concepto de
Fe - Enseñanza
bíblica sobre la fe - La fe, fundamento de la vida
cristiana - Obligación de profesar,
conservar y extender la fe - Actos de fe
- Pecados contra la
fe - Bibliografía
La fe es la virtud teologal por la que creemos
en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que
la Santa Iglesia nos
propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe "el hombre se
entrega entera y libremente a Dios" (DV 5). Por eso el creyente
se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. "El justo
vivirá por la fe" (Rm 1,17). La fe viva "actúa por
la caridad" (Ga 5,6).
DESARROLLO
A. Concepto de
Fe
La palabra fe proviene del latín fides,
que significa creer. Fe es aceptar la palabra de otro,
entendiéndola y confiando que es honesto y por lo tanto
que su palabra es veraz. El motivo básico de toda fe es la
autoridad (el
derecho de ser creído) de aquel a quien se cree. Este
reconocimiento de autoridad
ocurre cuando se acepta que el o ella tiene conocimiento
sobre lo que dice y posee integridad de manera que no
engaña.
Se trata de fe divina cuando es Dios a quien se cree. Se
trata de fe humana cuando se cree a un ser humano. Hay lugar para
ambos tipos de fe (divina y humana) pero en diferente grado. A
Dios le debemos fe absoluta porque Él tiene absoluto
conocimiento y
es absolutamente veraz. La fe, más que creer en algo que
no vemos es creer en alguien que nos ha hablado. La fe divina es
una virtud teologal y procede de un don de Dios que nos capacita
para reconocer que es Dios quien habla y enseña en las
Sagradas Escrituras y en la Iglesia. Quien
tiene fe sabe que por encima de toda duda y preocupaciones de
este mundo las enseñanzas de la fe son las
enseñanzas de Dios y por lo tanto son ciertas y
buenas.
La fe personal en
Jesucristo es la aceptación de su propio testimonio hasta
la adhesión y la entrega total a su divina Persona. No es la
mera aceptación de que Él existe y vive entre
nosotros tan realmente como cuando vivió en Palestina; ni
tampoco una adhesión de sólo el entendimiento a las
verdades que el Evangelio nos propone, según la autorizada
interpretación del Magisterio de la Iglesia. Es algo mucho
más existencial y totalizante. Dice el Concilio Vaticano
I: La Iglesia Católica enseña infaliblemente que la
fe es esencialmente un asentimiento sobrenatural del
entendimiento a las verdades reveladas por Dios; pero la fe no
sólo es aceptar una verdad con el entendimiento, sino
también con el corazón.
Es el compromiso de nuestra propia persona con la
persona de Cristo en una relación de intimidad que lleva
consigo exigencias a las que jamás ideología alguna será capaz de
llevar. Para que se dé fe auténtica y madura hay
que pasar del frío concepto al
calor de la
amistad y del
decidido compromiso. Por eso una fe así en Jesucristo es
la que da fuerza y
eficacia a una
vida cristiana plenamente renovada, como la que quiere promover
el Concilio Vaticano II.
Lo esencial de la fe es aceptar una verdad por la
autoridad de Dios que la ha revelado. El que para creer que
Jesucristo está en la eucaristía exige una
demostración científica, no tiene fe en la
eucaristía. Lo único que sí es razonable es
buscar las garantías que nos lleven a aceptar que
realmente esa verdad ha sido revelada por Dios. Ésos son
los motivos de credibilidad. Entre éstos está la
definición infalible de la Iglesia que me confirma que una
verdad determinada está realmente revelada por Dios.
Cuando la Iglesia, ya sea por definición dogmática,
ya sea por su Magisterio ordinario y universal, propone a los
fieles alguna verdad para ser creída como revelada por
Dios, no puede fallar en virtud de la asistencia especial del
Espíritu Santo que no puede permitir que la Iglesia entera
yerre en alguna doctrina relativa a la fe o las
costumbres.
La fe sobrenatural me da la suprema de las certezas,
pues no me fío de la aptitud natural del entendimiento
humano para conocer la verdad, ni de la veracidad de un hombre, sino
de la ciencia y
veracidad de Dios. Porque creo en Cristo, me fío de su
palabra. Acepto a Cristo como norma suprema, y todo lo valoro
como lo valora Él. Los hechos son la expresión del
nivel de fe de una persona. No hay posible aceptación del
programa de
Jesús si no es mediante el lenguaje de
los hechos. Seguir a Jesús quiere decir escuchar sus
palabras, asimilar sus actitudes,
comportarse como Él, identificarse plenamente con
Él. Los que siguen a Jesús de verdad quieren
parecerse a Él, se esfuerzan en pensar como Él,
haciendo las cosas que le gustan a Él. Desean obrar bien,
ayudar a los demás, perdonar, ser generosos y amar a
todos. Tener fe lleva consigo un estilo de vida, un modo de
ser.
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