Indice
1.
Prólogo
2. Primer Golpe Militar
(1.930)
3. Segundo golpe militar
(1.943)
4. La "Revolución Libertadora":
El proyecto de las Fuerzas Armadas de Desperonizar la Sociedad
Argentina (1955
1958)
5. Las elecciones de 1958: Presidencia de
Arturo Frondizi
6. El Golpe de Estado de 1.962:
contradicciones militares
7. El gobierno de Arturo
Illia
8. Golpe de Estado de 1966:
"Revolución Argentina"
9. Los gobiernos
justicialistas
10. Proceso de
Reorganización Nacional
11. Presidencia de Raúl
Alfonsín
12. La lucha política por los
derechos humanos y la subordinación del poder
militar
13. La politica
económica del primer gobierno de Carlos S.
Menem.
14.
Conclusión
15.
Bibliografía
En esta monografía
queremos mostrar los hechos lo más verazmente posible, sus
causas y consecuencias; expresar nuestra opinión y exponer
el clima de miedo,
dolor, horror y represión que vivió la gente,
mostrando la inescrupulosidad con la que actuaron aquellos
golpistas, que violaron las garantías y derechos humanos
de esas personas e influyendo negativamente en la economía.
Presentamos el contenido en estilo claro y preciso. Algunos temas
han sido enriquecidos con mayores datos, lo que
significa un desarrollo
más completo. Otros han sido tratados con
mayor extensión, no siempre estudiados con la profundidad
debida, pero con la intención de responder a las
exigencias del lector.
2. Primer Golpe Militar
(1.930)
Sus causas
En 1927 el General Justo, aún ministro de guerra, hizo
sondeos para un golpe militar que impediría la
asunción de Yrigoyen, o por lo menos obligase a Alvear a
intervenir Buenos Aires. No
tuvo éxito.
Un año más tarde Hipólito Yrigoyen
llegó a la presidencia y contaba con un gran respaldo en
la Cámara de Diputados y en el pueblo. Pero éste se
fue debilitando porque el presidente no supo obrar con la
energía suficiente para evitar algunas amenazas que
caían en el gobierno y en el
país.
La primera era la del ejército, que el propio Yrigoyen
había politizado, y que desde principios de
siglo había caído bajo la influencia prusiana
Predispuesto a la conspiración desde la presidencia de
Alvear, se volcó decididamente a ella cuando la ineficacia
del gobierno,
comenzó a provocar un descrédito popular. Yrigoyen
impidió que el general Dellapiane, su ministro de guerra, obrara
oportunamente para desalentarlo.
La segunda era la evolución de ciertos grupos
conservadores que abandonaban sus convicciones liberales y
comenzaban a asimilar los principios del
fascismo
italiano mezclado con algunas ideas del movimiento
monárquico francés. Desde algunos periódicos
esas ideas empezaron a proyectarse hacia los grupos
autoritarios del ejército y algunos sectores juveniles del
conservadurismo.
Muy pronto parecerían también atrayentes a algunos
jefes militares propensos a la subversión.
Pero la más grave de las amenazas era la derivada de la
situación mundial que había hecho crisis en
1929, y que empezaba a hacerse notar en el país. Los
grupos ganaderos, y la industria
frigorífica se sintieron en peligro y comenzaron a buscar
un camino que les permitiera sortear las dificultades. Los grupos
petroleros creyeron que había llegado el momento de forzar
la resistencia del
Estado
argentino y comenzaron a buscar aliados en las fuerzas que se
oponían a Yrigoyen.
El 30 de enero el teniente general José Félix
Uriburu, que ha sido Inspector General del Ejército, se
puso en contacto con Justo y otros militares. Son reuniones
aparentemente de amistad, se
hablaba del "desgobierno", en lo que todos están de
acuerdo. Pero no existía una unanimidad en los fines de
una revolución. Uriburu consideraba que el
ejército debe "sacarlo" a Yrigoyen reemplazándolo
por un gobierno o directorio militar hasta que se resolviese la
forma definitiva.
Los opositores debieron conectarse con el ejército y
exigir la renuncia de Yrigoyen y llamar a elecciones "sin
personalismo".
Son dos posiciones antagónicas: Uriburu no creyó en
los partidos
políticos ni en el sistema
constitucional, pero no expresó ideas claras sobre lo que
vendría después. Justo esperó de los
partidos
políticos que le den la presidencia
constitucional.
Se formó una junta presidida por Uriburu que
designó "oficiales de enlace", quien la mayoría era
yrigoyenistas o no querían comprometerse. Los oficiales
sabían que la situación es caótica, pero no
creían que el ejército debía intervenir.
Los únicos que querían "sacar" a Yrigoyen eran el
Colegio Militar y la base aérea del Palomar.
El 2 de agosto Uriburu citó a una junta de
revolucionarios, en la que se fijó la revolución
para el 30 de agosto. Se levantaría Campo de Mayo
arrestando a los regimientos de la capital y al
Colegio Militar.
De los treinta oficiales de la Escuela solo
cinco simpatizaban con la revolución.
El golpe debió postergarse: porque el ministro Dellapiane
detuvo el 29 de agosto a algunos comprometidos y ordenó el
acuartelamiento de las tropas aunque estos fueron liberados, ya
que tres días después el ministro renunciaba, los
detenidos eran puestos en libertad y se
siguieron los trabajos revolucionarios fijándose nueva
fecha para la mañana del 6 de septiembre. El único
que tomó en serio la conspiración fue Luis
Dellapiane, que era simpatizante de Yrigoyen. Pero la
disminución mental del presidente hizo que cambiara de
idea aunque su lealtad no se perturbó. Como todos le
ocultaban la conspiración militar a Yrigoyen,
decidió ser él quien le dijera la verdad al
presidente.
Luego Ricci, otro oficial, renunció y le mandó una
carta a
Yrigoyen alertándolo de la conspiración, para ver
si podía hacerlo reaccionar y salvar el gobierno.
Tanto el conservadurismo bonaerense como el partido
demócrata de Córdoba y el Radicalismo
antipersonalista de Entre Ríos llevaron a cabo una labor
de desgaste facilitada por la inoperancia yrigoyenista. La
oposición socialista y la demócrata progresista
fueron también rotundas, pero no conspirativa. Los
movimientos estudiantiles se unieron a la prédica
opositora.
Una semana agitada
Yrigoyen no tenía buena prensa: La
Prensa,
Crítica, y La Nación
entre otros y el New York Times de los Estados Unidos,
hablaban mal de él.
Desde que trascendió el ambiente
revolucionario en los primeros días de septiembre hubo
retiros de fondos de los bancos, y se
temía que los bancos cerrasen o
se produjera una caída de la moneda.
Hombres y mujeres, jóvenes y adultos, niños y
viejos, de todas las clases y condiciones sociales, estaban
hermanados en la acción contra Yrigoyen como si la
caída del "VIEJO CAULDILLO" curara todos los males del
país.
Desde fines de agosto el presidente estaba con gripe, en la cama.
El día 2, el intendente visita a Yrigoyen, para decirle
que la situación era crítica, que la opinión
se había tornado desfavorable y que los rumores de
revolución militar continuaban a pesar de las detenciones.
Pero el presidente contesta:
"No, no puede ser. El pueblo y el Ejército están
conmigo. Son los elementos del régimen los que perturban.
Pero ya verá usted que no pasará nada". No era
posible convencer a un hombre de
soberbia y obstinación, que se sentía identificado
con el país y el partido, que debía presentar
voluntariamente su renuncia.
El miércoles 3, renuncia Dellapiane y González
queda a cargo de la tarea.
El jueves 4, se entrevista a
Yrigoyen que está con 40º de fiebre para decirle que
convendría que delegara el mando por sus problemas de
salud. Aunque no
sólo la salud les importaba; los
militares querían aunque sea en forma aparente,
desprenderse de Yrigoyen. Este pidió que lo dejen
reflexionar hasta el día siguiente. En ese mismo
día, una de las manifestaciones intenta entrar a la Casa
de Gobierno. La guardia mata a uno de los estudiantes. A
él se le prepara un entierro que según la gente
haría caer a Yrigoyen.
Al día siguiente el ambiente
estudiantil llegó al máximo y distribuyó un
manifiesto donde se le exigió la renuncia a Yrigoyen.
Ese mismo día iban a ver al presidente, quién firma
el decreto de delegación provisorio del mando
traído por González. A la tarde se le
comunicó al país que Yrigoyen no ejercía
más la presidencia, que lo hace Martínez, quien
declaró estado de
sitio por treinta días, y anunció que lo hizo "para
evitar la repetición de incidencias por conceptos
lamentables". Creyó que había quitado la
oposición de la calle, y tampoco le preocupó la los
los rumores de una revolución ya que no ordenó la
detención de Uriburu.
Para que la revolución tome un tono constitucionalista,
Justo redactó bases como programa
revolucionario y se distribuyeron copias.
Uriburu informó que la revolución estallaría
a las 7:30 de la mañana siguiente. A esa hora se
presentaría en Campo de Mayo, y desde allí
marcharía con las tropas a la Casa de Gobierno, sin
encontrar resistencia en
ninguna parte. También declaró que la
revolución la haría "en forma de no tener ninguna
relación con los políticos, que quería tener
absoluta independencia
para obrar una vez en gobierno".
El 6 de Septiembre
El plan de Uriburu
no difería del que tuvo para el 30 de agosto. Los
oficiales conspiradores sublevarían contra sus jefes de la
base aérea del Palomar, el Colegio Militar de San
Martín, los regimientos de granaderos, la
Caballería de Palermo y la Artillería de Ciudadela.
Confiaba en anular la policía de la capital
yrigoyenista.
La noche del 5, dos oficiales de la Escuela de
Artillería le anunciaron a Uriburu que no se podía
contar con Campo de Mayo y debía nuevamente, postergar el
golpe. Pero a las dos de la mañana, el coronel Reynolds,
director del Colegio Militar, le comunica que podía contar
con el instituto y allí lo recibiría. Uriburu
ordenó que se apoderasen de la base del Palomar, que
aprontaran los aviones y que se advirtiera a los demás que
la revolución no se postergaba.
Uriburu, llegó a San Martín a las 5:30 horas de la
mañana, y a las 7:30 entró al Colegio. Reynolds lo
esperaba con los cadetes formados en el patio de armas con equipo
de combate. La mayoría de los oficiales estaban en sus
puestos.
A las ocho de la mañana pasaron los primeros aviones de la
base del Palomar; poco más tarde llegó el equipo de
Comunicaciones
del Palomar, que no pasaban de 800 hombres. Los civiles no
pudieron llegar ni tampoco la Legión de Mayo, los
jóvenes de la liga republicana fueron por caminos
disimulados.
A las once, llegó el capitán Saavedra con los tres
escuadrones del primer grado de Caballería sacados de
Campo de Mayo.
En total no llegaban a 2000 hombres, muy pocos para imponerse a
Campo de Mayo, Palermo y Ciudadela.
A las 12:40 hs. Uriburu dió la orden de marcha.
El vuelo de los aviones y la errónea noticia de Campo de
Mayo hizo que una multitud acompañara a Uriburu y
Reynolds. El teniente coronel Sarobe, que no había
conseguido levantar la Escuela de Guerra por la pertinencia
vigilante, alcanzó con Justo a Uriburu en Villa
Urquiza.
Desde las primeras horas de la mañana del 6 de setiembre
Enrique Martínez estaba en el despacho presidencial.
A las 9:30 hs. se oyó la sirena de CRÍTICA y el
anuncio de que "el general Uriburu, al frente de las tropas de
Mayo, viene hacia la ciudad a poner término al gobierno
que nos avergüenza". Sabía que los políticos
que fueron a sublevar la guarnición están
presos.
A las 10 hs. recibió un telegrama de Uriburu en el que le
pidió la renuncia a él y a Yrigoyen.
Martínez quizo ampliar el estado de
sitio a toda la República, pero los ministros prefirieron
consultarle a Yrigoyen.
A las 11:30 hs. El general Marcilese le comunicó a
Martínez que se había instalado la junta de defensa
en el Arsenal.
A las 17 hs. Martínez levantó una bandera blanca en
el mástil a manera de bandera de parlamento. Una multitud
llenó la Casa de Gobierno que estaba sin custodia.
La columna revolucionaria siguió su marcha. En
Córdoba y Riobamba ocurrió el primer tiroteo, pero
la columna siguió su marcha. En la Plaza del Congreso se
produció otro tiroteo de mayores proporciones.
Dominando el desorden avanzaron por la avenida de Mayo, por
Rivadavia y Victoria, y por la Escuela de Comunicaciones.
La mayor parte de los ministros habían abandonado la Casa
de Gobierno. Martínez quizo ir a resistir a la
revolución pero no lo dejaron.
A las 18:10 hs. Llega Uriburu. A las 18:20 se encuentró
con Martínez en el comedor de la residencia y le
exigió la renuncia, pero éste no quiere, entonces
Uriburu ordenó que la aviación bombardee el Arsenal
y el Departamento de Policía.
Colombo convenció hacer renunciar al presidente. Justo es
comisionado a rendir el Arsenal. Martínez es dejado en
libertad y
pudo retirarse a su domicilio. Su presidencia había durado
veintiocho horas.
González explicó a Yrigoyen que este debía
renunciar, de lo contrario bombardearían al Arsenal, pero
Yrigoyen quería intentar la resistencia, pero no tuvo otro
arbitrio que entregarse y renunciar sin comprender las causas de
la veralidad de su pueblo.
¿Qué pasó después?
Después de este golpe de Estado,
la situación económica empeoró y la
inquietud política fue en
aumento. Enfermo y sin posibilidades de ser concretado su
proyecto,
Uriburu aceptó convocar a elecciones.
Varios partidos conservadores del interior se unieron y, con el
apoyo de muchos antipersonalistas, propusieron la candidatura de
Justo. Para esta Alianza utilizaron en nombre "La Concordancia".
A los candidatos ni se les computarían los votos que
pudiesen obtener.
Como consecuencia, el partido Radical declaró la
abstención en las elecciones. Este fraude electoral,
que impidió la presentación de un partido que
seguía siendo mayoritario en los distritos más
importantes del país, le permitió a Agustín
Pedro Justo llegar a la presidencia de la Nación
3. Segundo golpe militar
(1.943)
Sus causas
Por este tiempo el Estado
asumió un papel mas
activo que hasta entonces y la política
económica fue conducida con habilidad y protagonismo,
aunque muy subordinada a intereses. Pero el liberalismo
estaba en baja y ala defensiva. Como no había dirigentes
políticos en el conservadurismo, se pidió ayuda a
otros partidos para brindar un buen reporte político
La práctica constante del fraude condujo al
escepticismo. Ese nacionalismo
aumentó, y apuntó a objetivos
alejados del campo político. La mayoría ya no
confiaba en el sistema.
Ortiz, llegó a la presidencia en este ambiente y enfermo,
era diabético. Se inclinó por el radicalismo
antipersonalista.
Cuando promediaba el año 40 la posición del
presidente firme. Pero su enfermedad hizo crisis en
Julio, cuando tuvo que delegar el poder en el
vicepresidente: Castillo.
A partir de ese momento, se hizo manifiesto que la
situación de relativo equilibrio que
en medio de las presiones mantenía el Gobierno Nacional,
había dependido del Presidente.
Castillo cambió las condiciones existentes y reveló
tres líneas militares. El se inclinaba hacia los
conservadores y nacionalistas.
Unos meses después la censura de la mayoría del
Senado al ministro de guerra provocó una fuerte
reacción en el presidente. Enseguida, el 22 de agosto,
Ortiz envió su renuncia. Pero la posición y
mantener la naturalidad argentina
impidiendo que cayese en la influencia norteamericana.
Seguiría restaurando el conservadurismo con apoyos del
nacionalismo y
contra el radicalismo. Comenzó la crisis, mientras Ortiz
hacia público el retorno del fraude político, que
dio pie para que se intentaran conspiraciones nacionalistas y la
penetración Nazi en la Argentina. Pero
los partidarios de Justo las neutralizaron. Castillo
afirmó la neutralidad argentina ante la guerra, lo que
provocó el aislamiento continental y el endurecimiento de
sus relaciones con Estados
Unidos.
La posición política de Castillo
parecía más fuerte en 1.942 y en las fuerzas
armadas disputaban tres líneas: la " justicia", la
" nacionalista", y la "profesionalista".
Al año siguiente, el 11 de enero de 1,943 muere Justo por
un derrame cerebral.
El campo parecía despejado para Castillo aunque su
prestigio cayó al comunicar que Robustiano Patrón
Costas le sucedería en el gobierno.
Esta pérdida se sintió en las filas internas. Los
20 meses de tranquilidad habían terminado.
Los generales Rawson y Menéndez, viejos conspiradores, se
lanzaron a buscar adeptos.
Los oficiales mayores no pensaban en revolución. Pero a
los jóvenes no le gustaba Patrón Costas, que
significaba el abandono de la neutralidad y la
continuación del régimen con sus falsificaciones
electorales y lastre de corrupción. Pero con una
"revolución" que derrocase al gobierno constitucional
bastaría. Todo era cuestión de oponerse a
Patrón Costas un candidato radical, que podía ser
Amadeo Sabattini, radical quien acababa de hacer un gran gobierno
en Córdoba, y se manifestaba neutralista.
La noche del 15 de mayo se reunieron los directivos del GOU
convocados por Perón. Se
propuso la " acción inmediata " pero predominó la
opinión de seguir los contactos radicales. Pero estos no
encontraban una figura que pudiera unir a las dos fracciones
radicales. Entonces se propuso a Ramírez,
ya que Castillo no podría hacerle fraude a su ministro de
guerra. Castillo se enteró de inmediato y le
reprochó su falta de lealtad y lo comprometió a
desmentir por la prensa su posible candidatura.
Los días revolucionarios
Ramírez lo
hizo, y el 3 de junio se corrió la voz de que este
había renunciado.
En esa misma mañana el teniente coronel González se
enteró que había un decreto privado por Castillo,
que "separaba" a Ramírez de su cargo y lo ponía
como titular de marina.
Esto sería el detonante de la revolución.
González se pone en contacto con Perón
quien dice que el desplazamiento sin renuncia de Ramírez
no era solamente un agravio al ejército, sino descabeza al
GOU (grupo de
oficiales unidos).
Se resolvió a iniciar el movimiento con
la marcha de Campo de Mayo y Liniers sobre Bs. As. Solamente
jefes de unidades eran miembros del GOU, pero se les
informó a la 1º división y a la 2º y
3º de la Infantería.
Antes de comenzar se relató una proclama
revolucionaria.
Ramírez había pedido que en caso de decidirse la
revolución fuera un general y no la logia de oficiales
quien apareciese al frente. El GOU pensaba que le
comprendía al general Martín Gras, quien no pudo
aceptar por una enfermedad repentina. Entonces Arturo Rawson fue
quien cumplió el cometido. Desde ese momento obró
como jefe de la revolución.
Los comandantes de Campo de Mayo se reunieron en la escuela de
caballería de Campo de Mayo para informarle de la
situación y resolver la actividad de acontecimiento.
González informó la exoneración (alivio) del
ministro de guerra. A todos le pareció que era un agravio
y Campo de Mayo debía ponerse en pié de guerra para
sostener al ministro y, un caso necesario derrocar al
presidente.
Rosas y Belgrano
deben levantar la Escuela de Infantería en ausencia de su
director, y Sosa y Mascaró anular al Regimiento de
Ciudadela.
En esa noche (3 de junio) Castillo recibió la información que en la Escuela de
Caballería de Campo de Mayo estaban reunidos
varios jefes del acontecimiento con el secretario del Ministerio
de Guerra (González), entonces llamó a
Ramírez. Este creyó que era para pedirle la
renuncia. Con ella se presentó el Olivos. Eran las 2 de la
mañana del 4 de junio. Pero el presidente no lo
había llamado para pedirle la renuncia, sino para que le
informara sobre la reunión de Campo de Mayo.
Ramírez no pudo decirle nada, porque en realidad no
sabía nada. Castillo le ordenó que fuera a Campo de
Mayo a " ver lo que allí sucedía". Si Campo de Mayo
se había levantado en armas o estaba
por hacerlo debía conseguir una demora de 24 horas para
aclarar el malentendido.
Ramírez, sin presentar su renuncia, le expresó su
lealtad y se fue a Campo de Mayo.
Eran las 3 de la mañana cuando llega Rawson a la Escuela
de Caballería. La mayoría de los miembros del GOU
habían ido a cumplir sus cometidos.
Nadie ha hablado de un enfrentamiento. Poco después llega
el Gral. Ramírez que viene a cumplir la misión
encargada por el presidente. Pero Rawson no la acepta y comunica
que Castillo debe irse, y si se encontraba oposición
"tendría que correr sangre".
Ramírez se desconcierta. La deposición de Castillo
no tiene objeto, pues no ha retirado su confianza al ministro.
Pero los preparativos estaban terminados y todos estaban en sus
puestos.
Será un levantamiento total de las Fuerzas Armadas. No
podrá haber resistencias
efectivas. Los pocos jefes legalistas han perdido el control de sus
unidades, pero aseguran que no correrá sangre.
Se abren los portones de Campo de Mayo y la tropa se pone en
marcha con Rawson a su frente. Ramírez vuelve a Buenos Aires a
comunicarle al presidente el fracaso de su gestión.
Diez mil hombres de las tres armas se dirigen hacia Buenos Aires
desde Campo de Mayo, Liniers y Ciudadela. Son las 6 de la
mañana.
En Olivo, la residencia se estaba llenando de ministros y altos
funcionarios porque la existencia de una revolución
había corrido por la ciudad.
Castillo no puede convencerse de que sea una "revolución",
ya que todo estaba bien el día anterior. A las 5 de la
mañana visita la división de Palermo donde le
comunican que no hay síntoma de sublevación ya que
los comandantes obedecen al ministro Ramírez y sin su
orden no se pondrán en marcha.
Castillo y los ministros se trasladan hacia la Casa de Gobierno.
Todo está tranquilo. Unas horas después llega
Ramírez informando que no ha podido cumplir su orden y que
las tropas están saliendo de Campo de Mayo. Castillo
arresta a Ramírez.
En la ciudad desde la noche anterior saben que algo pasa.
Hacia las 9:30 le informan a Castillo que no era posible resistir
al alud. Sólo el departamento de policía
está de pie para defender al presidente. Entonces
éste ordena que se suspendan las medidas preventivas y que
preparen el rastreador porque se embarcará en él.
Invita también a los ministros. Poco después
parten.
Mientras tanto las tropas de Campo de Mayo llegan a la avenida
Gral. Paz y de allí se desplazan hacia el río. Las
de Ciudadela y Liniers entran por la calle Rivadavia; las del
Arsenal circundan el Departamento de Policía (que tiene
orden de no hacer fuego contra el ejército).
Rawson manda al coronel Mendoza, para que Martínez, jefe
de la policía, le entregue su cargo y divida sus tropas en
dos columnas, una que marchara por la avenida Alvear y otra por
Cabildo. Pero al enfrentarse la Escuela de Artillería y la
Escuela de Mecánica, se produce un inesperado combate
con un saldo de 70 víctimas.
La marcha siguió, al medio día, la columna
revolucionaria llegó al viejo Tiro Federal.
Desguarnecida la policía, la plaza de Mayo es un
hormiguero de gente.
Un grupo de
comunistas intentan incendiar las publicaciones nacionalistas que
difunden los jóvenes de la Alianza, y destruyen los
ómnibus de la Corporación de Transporte.
Rawson entra a las 15 a la Casa de Gobierno, que acaba de
abandonar Castillo. Llegan los jefes de Campo de Mayo, el
liberado Ramírez y el primer escalón del GOU. Se ha
tomado el Ministerio de Marina. Rawson nombra a González
secretario de la presidencia.
Ha llegado la hora del trabajo: Farrell irá a la
comandancia de Palermo, con Perón, Eyzaguirre, al Segundo
Regimiento y Ducó
al Tercero. Todos son hombres del GOU.
Castillo, embarcado en el Drummond vuelve, y atraca en el
Río de la Plata, donde lo esperaba Mason, en
representación de
Rawson, y un grupo de oficiales. A estos les había avisado
la Marina, ya que no le era leal a Castillo. El Gral. Quiere
conminarlo a que cumpla una formalidad que los militares
entienden necesaria: que entregue la renuncia del cargo.
Castillo sonríe y los acompaña al Regimiento
nº7. Pregunta si debe dirigirla al Congreso; le dicen que ha
sido disuelto, entonces no la dirige a nadie y traza dos
líneas que entrega a Mason. El Gral. Le informa que
está en libertad y puede disponer de su persona. Trece
años atrás, en ese mismo cuartel, firmó
Yrigoyen su renuncia.
Castillo va a su residencia donde recoge sus cosas y su familia.
No hubo necesidad de designar a un presidente, Rawson
entró al despacho y tomó asiento en el
sillón presidencial. Nombra presidente a Sabá
Suyro, su compañero de conspiración, y en el
ministerio de Marina a Benito Sueyro.
Dos días después asume Ramírez a la
presidencia.
¿Qué pasó después?
En octubre de ese año Ramírez, por presiones de sus
compañeros de armas, nombró vicepresidente al Gral.
Edelmiro Farrell. En febrero de 1.944 Ramírez
solicitó licencia y días después
renunció. Farrell asumió la presidencia y el 10 de
marzo, designó vicepresidente de la Nación al
Coronel Perón.
Al promediar el año 1945 el gobierno surgido del golpe
militar dos a los antes se encontraba desprestigiado. Los
partidos políticos disueltos por decreto, estaban en
realidad activos. Las
críticas acusaban al gobierno de nazifascita y la
situación europea mostraba la derrota de los sistemas
totalitaristas. Sin embargo Juan D. Perón, un militar que
había desarrollado una intensa actividad en la
Secretaría de Trabajo y de Previsión, despertaba la
simpatía de amplios sectores. Esa popularidad de
Perón le creó enemigos dentro del Ejército,
quienes presionaron al Gral. Farrell para que lo destituyeran. El
13 de octubre Perón fue detenido y enviado a la Isla
Martín García. La huelga general
decretada por la Confederación General del Trabajo y una
enorme concentración realizada el 17 de octubre de 1.945,
evidenciaron el consenso que Perón había logrado en
los sectores obreros.
Juan Domingo Perón asumió la presidencia de la
Nación el 4 de junio de 1.946, retornándose
así a la normalización institucional.
4. La "Revolución
Libertadora": El proyecto de las
Fuerzas Armadas de Desperonizar la Sociedad
Argentina (1955-1958)
La caída de Perón
Perón gobernó durante 6 años. Finalizado su
primer mandato, tuvo la posibilidad de ser reelecto presidente
por el período 1952-1958. Pero las condiciones ya no eran
las mismas, la situación económica empeoraba
crecía el descontento de numerosos sectores, entre ellos
la Iglesia
Católica, los grupos agrícolas – ganaderos, la
Marina y varios partidos políticos, fundamentalmente la
U.C.R.
La oposición organizó el golpe de estado
con la decisiva participación de oficiales del
Ejército y principalmente de la Marina. Las razones del
descontento de estos grupos estaban en el creciente
enfrentamiento que Perón mantenía con la Iglesia
Católica, debido a la sanción de una ley de divorcio, el
permiso para el funcionamiento del prostíbulos y la
decisión de abandonar el sostén del culto por parte
del Estado.
Otra cuestión que había irritado a los sectores
ultranacionalistas era que Perón planeaba pasar la
explotación del petróleo
de la Patagonia a
empresas
norteamericanas, dejando de lado a YPF.
El 16 de junio los conspiradores atacaron la Casa de Gobierno con
aviones de la Marina y Fuerza
Aérea, apoyados por escasos contingentes del
Ejército. Bombardearon la Plaza de Mayo dejando un saldo
aproximado de 1000 víctimas, la mayoría eran
civiles. El objetivo era
matar a Perón, pero el presidente, avisado de la
intentona, se había refugiado en el Ministerio de Guerra,
donde hoy funciona el Comando en Jefe del Ejército.
El gobierno culminó exitosamente con la rendición
de los jefes militares golpistas. Pero la acción, de las
fuerzas civiles que apoyaban al gobierno aumentó los
problemas.
Varias iglesias y La Curia de Bs. As. fueron saqueadas y
quemadas. Perón intentó calmar la situación,
reemplazó a los ministros de prensa y declaró
finalizada la revolución peronista y abierta una nueva
etapa de carácter
constitucional. El 15 de julio de 1955 pronunció un
discurso ante
los legisladores peronistas: este discurso
implicaba un reconocimiento de críticas de los opositores
hacia su régimen. La oposición política
reaccionó con desconfianza y reclamó el
restablecimiento de las garantías jurídicas
comenzando por el levantamiento del estado de guerra interno – un
mecanismo similar al del estado de sitio que permitía al
Poder
Ejecutivo suspender las garantías constitucionales y
arrestar a individuos sin orden judicial vigente desde 1951.
La oposición mientras tanto organizaba el golpe de estado
con la participación de oficiales del Ejército y
principalmente de la Marina.
El 16 de septiembre estalló un levantamiento en
Córdoba encabezado por el General Eduardo Lonardi. Las
tropas leales no
pudieron sofocarlo, el levantamiento no consiguió
extenderse. El Ejército procuraba no intervenir pero la
Marina se movilizó totalmente contra Perón. Sus
naves bloquearon Bs. As. Y amenazaron con atacar los
depósitos de combustible de La Plata y Dock Sud. Antes de
la hora señalada como ultimátum por la Marina, el
Ministro de Guerra, el General Lucero pidió parlamentar y
leyó
una carta en la que
Perón solicitaba la negociación de un acuerdo. Esta carta no
era una renuncia, Perón describía su actitud como
un renunciamiento; pero la Junta de Generales Superiores del
Ejército decidió considerarla como tal y negociar
con el grupo revolucionario. El 20 de septiembre Perón se
refugió en la embajada del Paraguay e
inició su largo exilio.
El 23 de septiembre una multitud perteneciente a la clase media,
llenó la Plaza de Mayo para escuchar la palabra del nuevo
presidente provisional, el General Lonardi.
El golpe que derrocó al gobierno peronista contó
con el apoyo de la mayoría de los miembros de las Fuerzas
Armadas, apoyado por los sectores ya nombrados y por los sectores
civiles. Todos estos sectores de la sociedad
argentina coincidían en caracterizar al régimen
peronista como una dictadura
totalitaria, por esta razón se sintieron identificadas con
el nombre de Revolución Libertadora que los militares
golpistas dieron a la intervención que quebró el
orden democrático. Los jefes militares que encabezaron el
golpe se presentaron como los verdaderos representantes, de la
democracia y
la libertad.
Entre las medidas tomadas se encuentran la clausura del Congreso,
la intervención de las provincias, la cancelación
del contrato de
concesión de explotación petrolífera con
una empresa
norteamericana, la intervención de las universidades y la
formación de una Junta Consultiva integrada por
representantes de los partidos tradicionales.
Lonardi era afín al nacionalismo católico y
proclive a contemporizar con el peronismo. Frente
a él, los sectores intransigentemente antiperonistas –
encabezados por el vicepresidente, el almirante Isaac F. Rojas -,
apoyados por los partidos políticos del frente
antiperonista, reclamaban una política dura contra los
partidarios del gobierno derrocado. Estas diferencias que se
hicieron manifiestas con la renuncia de Lonardi y su reemplazo en
noviembre de 1955. La presidencia es asumida por el Jefe de
Estado Pedro Aramburu.
Presidencia de Pedro Eduardo Aramburu (1955-1958)
Con el General Aramburu en la presidencia – en la vicepresidencia
quedo confirmado el contralmirante Rojas – comenzó una
etapa que se caracterizaría por una enérgica
actitud contra
los partidos del régimen depuesto.
Los sectores autoritarios que rechazaban la orientación
del gobierno de Perón y se resistían a aceptar los
profundos cambios sociales llevados acabo por el peronismo, se
afianzaron en el gobierno. La proscripción de Perón
y del peronismo fue seguida por la prohibición de la
publicación del nombre de Perón y de cualquier
símbolo, palabra o imagen de
éste.
El Ejército retiró de sus filas algunos militares a
quienes se atribuía simpatías con el peronismo, al
tiempo que se
disolvió el partido peronista y se devolvió el
diario "La Prensa" a sus legítimos
propietarios.
Restitución de la Constitución de 1853.
La constitución vigente era llamada
"Constitución Justicialista", sancionada en 1949. Por tal
motivo el 23 de abril de 1956, el gobierno provisional puso en
vigencia la Constitución de 1853, convocándose
posteriormente a elecciones para una Convención
Constituyente que se reunió en Santa Fe en septiembre de
1957. En esa convención de la cual tuvo excluido el
peronismo se declararon nulas las reformas de 1949 y se
mantuvieron los artículos de la Constitución de
1853, adicionándosele un artículo, el 14 bis, sobre
derechos
sociales.
El gobierno de la "Revolución Libertadora" auspició
una política
económica de corte liberal. Entre sus obras
significativas se cuentan la inauguración de la super
Usina de San Nicolás, la ampliación de la red caminera y la
aprobación de una ley destinada a promover la industria
automotriz y la CGT y los sindicatos
fueron intervenidos.
Represión y resistencia social al gobierno de
Aramburu.
Aramburu dictó varios decretos que tenían como
objetivo
desintegrar al peronismo como fuerza
política y social. Además decretó la
inhabilitación de todos los dirigentes políticos y
gremiales que hubieran participado del gobierno de
Perón.
Los anteriores militares intervinieron la C.G.T. y controlaron
las sedes de los gremios mediante fuerzas de seguridad.
También suspendieron las convenciones colectivas de
trabajo privando a los trabajadores de negociar mejoras
salariales en un período en el que el poder
adquisitivo de los salarios
decaía a causa de la inflación.
Frente a esta situación los trabajadores organizaron y
protagonizaron acciones de
resistencia. Se rebelaron contra la prohibición del
peronismo. Realizaban actos en las celdas en las que cantaban la
marcha peronista, arrojaban volantes favorables a Perón y
desaparecían rápidamente. Otros se concentraron en
comandos de
resistencia social, que surgieron en todo el país, los
más audaces y astutos comenzaron a organizar sabotajes y
subir el tono de las protestas, haciendo estallar explosivos de
fabricación casera.
Primeramente estos grupos no tenían conexión entre
sí. El intento por establecer una relación
orgánica partió de John W. Cooke (quien
había sido diputado peronista en 1.946) y Perón que
lo nombró su delegado. Desde 1.957 las acciones de la
resistencia fueron creciendo en organización.
División de la Unión Cívica
Radical
Dentro de este tradicional partido se fueron perfilando
líneas políticas:
una encabezada por Arturo Frondizi y otra dirigida por el doctor
Ricardo Balbín.
En 1.956 se reunió en Tucumán la Convención
Nacional de la U.C.R. con la ausencia de los delegados
partidarios de Balbín. La asamblea proclamó a
Arturo Frondizi y a Alejandro Gómez como integrantes de la
fórmula radical. La ruptura del partido ofreció dos
versiones a los ciudadanos: la U.C.R. intransigente liberada por
Frondizi y la U.C.R. del pueblo dirigida por
Balbín.
5. Las elecciones de 1958:
Presidencia de Arturo Frondizi
La división del radicalismo – que se había
producido en 1956, cuando se lanzó la candidatura de
Arturo Frondizi – introdujo un nuevo elemento de confusión
en el gobierno. Frondizi sabía que si conseguía
arrastrar los votos peronistas triunfaría. Para ello
selló un pacto secreto con Perón- que
consistía en ofrecer el apoyo electoral de Perón a
Frondizi a cambio del
levantamiento de las proscripciones al partido. Este pacto
permitió a Frondizi triunfar en las elecciones nacionales
del 23 de febrero de 1958 convocada por el gobierno militar. La
fórmula de la Unión Cívica Radical
Intransigente (Arturo Frondizi – Alejandro Gómez) obtuvo
la mayoría, triunfando en los comicios.
Arturo Frondizi asumió la presidencia el 1 de mayo de
1958, ante la expectativa general. A su llegada el país
estaba dividido y tenía una economía muy
deteriorada.
El presidente debía enfrentar una doble situación:
quienes no eran peronistas le reprocharían permanentemente
el hecho de haber llegado al poder con el apoyo peronista y
éstos le enrostrarían que no los dejara participar
abiertamente en la conducción nacional.
Al principio Frondizi puso en marcha algunas medidas tendientes a
satisfacer demandas de los sectores peronistas. Se intervino la
C.G.T fijándose un plazo de noventa días para su
normalización, se sancionó la Ley de
Asociaciones Profesionales que auspiciaba una central obrera
encuadrada dentro de la filosofía propiciada por los
sindicatos
peronistas, se dialogaron decretos y resoluciones que
prohibían la propaganda
peronista e inhabilitaban a ex funcionarios de ese gobierno,
otorgó un aumento salarial del 60 % y concedió la
amnistía y levantó proscripciones sobre dirigentes
y organizaciones
sindicales. Estos medios
lograron una relativa tranquilidad sindical que duró a lo
largo de 1.958.
El gobierno estuvo dominado por la constante presión
militar sobre el presidente. Los militares desconfiaban de
Frondizi, por sus antecedentes izquierdistas y por su
reorientación hacia el capitalismo
pronorteamericano. Frondizi era visto como un político
maquiavélico, dotado de una gran capacidad táctica,
y poco confiable, que había pasado del antiperonismo
militante al acuerdo electoral con Perón. Los militares
presionaron al presidente mediante los "planteos" (32 planteos en
menos de 4 años), para que tomara alguna medida de orden
general – como el desplazamiento del asesor presidencial,
Rogelio Frigerio, y la designación de un ministro de
economía que mereciera su aprobación, como Alvaro
Alsogaray.
El momento culminante de la crisis se produjo en 1.962 ante las
elecciones de renovación de gobernadores provinciales. El
peronismo se presentó en la provincia de Buenos Aires bajo
la denominación de la Unión Popular y ganó
las elecciones. El triunfo de los candidatos peronistas en la
mayoría de las provincias desencadenó una crisis
que terminó con el derrocamiento de Frondizi.
El 28 de mayo de 1.962 las tres fuerzas armadas decidieron
deponer al presidente Frondizi que fue detenido en la residencia
de Olivos y llevado a la Isla Martín
García.
La economía
Frondizi llevó a cabo una política de integración referente a la creación
de una alianza – que incorpora a la clase obrera peronista bajo
el liderazgo de
la burguesía.
Esta alianza tenía como fin conseguir el desarrollo
económico del país. El desarrollo
suponía un salto en el proceso de
industrialización, que sería posible con capitales
y tecnologías extranjeras.
El tradicional papel
agroexportador de la Argentina en estrecha asociación con
Gran Bretaña, fue cuestionado y el gobierno planteó
transformar el país en una moderna nación
industrial.
La política de radicación de capitales extranjeros
– cuyas medidas principales fueron las leyes de inversiones
extranjeras y de promoción industrial y los contratos
petroleros – tuvo éxito
porque coincidió con la etapa de gran expansión
transnacional de las empresas
norteamericanas.
Entre 1.958 y 1.963 se alcanzó el máximo
histórico de las inversiones
extranjeras del período 1.912 – 1.975: alrededor del 23%
del total del período. Las ramas industriales
privilegiadas en esta segunda etapa del proceso de
sustitución de importaciones
fueron la automotriz, la petrolera y petroquímica, la química, la
metalúrgica y la de maquinarias eléctricas y no
eléctricas. Las inversiones se orientaron hacia el
aprovechamiento de las posibilidades que ofrecía un
mercado interno
protegido.
La política petrolera de Frondizi fue objeto de
controversias por el papel que había tenido el propio
presidente en la crítica a los contratos
petroleros propuestos por Perón durante su gobierno. Esta
política consistía en formalizar convenios con
empresas privadas y extranjeras para que extrajeran petróleo,
tramitación de los contratos sin licitación previa,
así como el drástico cambio de
posturas ideológicas sobre la materia
sostenida anteriormente por Frondizi desde el libro y en el
parlamento, merecieron la crítica de los más
diversos sectores: los grupos nacionalistas, la UCR del Pueblo y
los partidos de izquierda lo combatieron duramente.
En 1.959 el Plan de
Estabilidad y Desarrollo anunciado en diciembre de 1.958
provocó una fuerte reacción popular y como
consecuencia el marco general del país se tornó
crítico. El gobierno cambió al Ministro de
Economía. El nuevo ministro, Alvaro Alsogaray,
aplicó un programa ortodoxo
de estabilización económica – devaluación, congelamiento salarial,
contención del gasto
público -, que llevó a una ruptura con el
movimiento obrero organizado. Ello originó una
sucesión de huelgas y atentados que fueron reprimidos
duramente. El gobierno dispuso la aplicación del Plan
Conintes (Conmoción del Orden Interno) mientras
persistían los planteos militares y se hacían
oír duras críticas de la
oposición.
Relaciones exteriores
La actitud de Frondizi ante la Revolución
Cubana de 1959 – que instaló el primer gobierno
socialista en América
Latina – volvió más tensas las relaciones
con los militares. Aunque era partidaria de la Alianza para el
Progreso, impulsada por el presidente J.F. Kennedy, Frondizi
trató de mantener una posición internacional
diferente de la de los EE.UU, nación que condenaba
abiertamente al régimen cubano. Sin embargo, Frondizi,
presionado por los militares, rompió relaciones con
Cuba. La
Revolución
Cubana confirmó los temores de las Fuerzas Armadas y
acentuó su anticomunismo militante.
6. El Golpe de Estado de
1.962: contradicciones militares
José María Guido, presidente entre dos
crisis: la militar y la económica
Con el derrocamiento de Frondizi, y la anterior renuncia del
vicepresidente se abrió un interrogante respecto de la
sucesión presidencial. Durante la jornada del 29 de marzo
el país prácticamente no tuvo gobierno. Mientras el
Comandante en Jefe del Ejército se hacía presente
en la Casa de Gobierno para hacerse cargo de la presidencia, se
produjo un hecho nuevo y confuso. El doctor José M. Guido,
con su carácter
de vicepresidente primero del Senado, se había presentado
ante la Corte Suprema de Justicia
declarando que asumiría la acefalía presidencial en
virtud de una ley de acefalía. Tras largas deliberaciones
con los mandos, Guido fue reconocido.
El nuevo presidente anuló las elecciones efectuadas
durante la etapa final de la presidencia anterior, intervino la
provincia y dispuso el receso definitivo del Congreso
Nacional.
Los sectores "azul" y "colorado"
La gestión
de Guido tuvo dos características: un fuerte deterioro
económico y pronunciamientos en distintos sectores
militares. Por un lado estaba el grupo legalista de Campo de Mayo
(identificado como "azul") encabezado por el General Juan Carlos
Onganía y por otro lado se encontraba el sector militar
denominado "colorado".
Unos y otros eran antiperonistas, pero diferían en las
razones de su oposición a Perón y en su
visión acerca de la política que debía
seguir el Ejército.
Los azules eran antiperonistas por razones profesionales. Este
grupo estaba formado por muchos oficiales que se oponían a
Perón por sus intentos de politizar el Ejército.
Los azules eran mayoría en la caballería, a la que
pertenecían los miembros de la clase alta. Los azules
pensaban en la posibilidad de integración de una fuerza política
de base popular y al mismo tiempo anticomunista.
Los colorados eran antiperonistas por razones sociales.
Predominaban en las armas de infantería y
artillería. Consideraban inaceptable cualquier tipo de
incorporación del peronismo al sistema
político.
El enfrentamiento entre azules y colorados falló a favor
de los azules, que en adelante tendrían el predominio
dentro del Ejército. El General Onganía, principal
figura entre los azules se convirtió en el Comandante en
Jefe del Ejército. Los azules planearon la
constitución de un "frente nacional" que incluyera
detrás de un líder,
a militares, empresarios y sindicalistas. Este plan
fracasó y las elecciones debieron realizarse, con el
peronismo expulsado.
Elecciones
Con el Ejército restablecido, la Aeronáutica
plegada por simpatía a la orientación "Azul" y la
Marina un tanto lastimada pero neutral, Guido pudo moverse con
mayor tranquilidad y anunciar que las elecciones presidenciales
se realizarían a mediados de 1963.
De inmediato se produjo una gran movilización de los
partidos políticos. Se integro un frente nacional y
popular conformado por fuerzas heterogéneas, entre ellas,
el peronismo, el cual ante los obstáculos legales que se
le opusieron optó por la abstención. La U.C.R. del
Pueblo presento las candidaturas de Arturo Illia y Carlos
Perette, para presidente y vicepresidente respectivamente. En
esos momentos surgió una nueva agrupación
política: la Unión del pueblo argentino
(U.D.E.L.P.A.), que sostuvo la candidatura del General
Aramburu.
Las elecciones se realizaron el 7 de julio de 1963. El 25% de los
votos favorecieron a Illia, hubo un 19% de votos en blancos y los
restantes se lo llevo la
U.C.R.I.
7. El gobierno de Arturo Illia
Arturo Illia llevó a cabo un gobierno
caracterizado por el respeto
escrupuloso a la legalidad republicana y no trató de
consolidar una coalición de intereses con los grupos
organizados (los militares, los intereses liberales financieros y
el sindicalismo
peronista).
Procuró gobernar evitando conflictos,
con un estilo moderado y tolerante, que sus enemigos calificaron
de lento e inoperante.
Su gobierno aportó libertad política y cultural. El
país vivía plenamente la vigencia de la
Constitución y se gobernó sin estado de sitio
observándose una absoluta libertad de
expresión.
Al comienzo la situación política del presidente
era débil a causa del escaso apoyo que tenía. Luego
la situación cambio y el gobierno debió enfrentar
la oposición militar – la U.C.R.P estaba vinculada con el
sector colorado del Ejército y el control de
éste estaba en manos de los azules -, la sindical, la de
los medios de
comunicación y la de sectores empresariales.
Los logros económicos del gobierno no le otorgaron nuevos
aliados porque la política económica no buscaba
beneficiar específicamente a ninguno de los grupos de
intereses organizados.
Los desarrollistas reclamaban la anulación de los
contratos petroleros y una política más benigna
hacia la inversión
extranjera. Los liberales protestaban por lo que consideraban
un dirigismo excesivo del gobierno, al que acusaban de
indiferente frente al proceso de movilización sindical
realizado por la C.G.T. Ésta en 1964 presento un Plan de
Lucha que intentaba bloquear el proyecto de gobierno de limitar
el poder de las organizaciones
sindicales a través de leyes sindicales
y de un control más estricto de su política
interna. Se ocuparon más de 10.000 establecimientos
industriales por sus obreros. Esta medida se hizo sin mayores
inconvenientes pero la imagen del
gobierno se fue deteriorando.
Este plan conducido por el sindicalista metalúrgico Vandor
tenía como destinatario al gobierno y buscaba mostrar a
otros sectores poderosos – las Fuerzas Armadas, el empresariado y
Perón -.
El propósito de Illia fue derrotar a los peronistas en
elecciones sin proscripciones. El logro de este objetivo se
basaba en la situación política en la que se
encontraba el peronismo.
Perón encontraba enormes dificultades para ejercer su
liderazgo a
distancia y envió a su esposa María Estela
Martínez para dominar al peronismo indócil. Las
gestiones de ésta tuvieron éxito y se restituyo la
"verticalidad" de la estrategia
peronista.
Dentro del grupo peronista que trataba de ampliar sus bases
independientes de Perón, el liderazgo de Vandor favorecido
por el Plan de Lucha y por una alianza con una parte de los
caudillos provinciales neoperonistas, adquiría perfiles
más definidos.
Se torno
increíble el liderazgo de Perón después del
frustrado intento de la C.G.T de traer a Perón de regreso,
que fue impedido por el gobierno.
La derrota del proyecto vandorista, en las elecciones de
gobernador de Mendoza, contribuyó a que desaparecieran las
posibilidades de una continuidad civil del gobierno de Illia,
puesto que "el peronismo sin Perón" – el único
tolerable para los militares- era una ilusión
imposible.
El gobierno radical, sufría los ataques de una
campaña de acción psicológica cuidadosamente
organizada. El elemento principal era la denuncia de la supuesta
inmovilidad del gobierno y el rechazo de los partidos
políticos. Se quería legitimar la alternativa de
una nueva fórmula política y militar, cuya cabeza
era el Gral. Onganía. El golpe anunciado llegó el
28 de junio de 1966. Illia fue expulsado de la Casa de Gobierno;
los miembros de la Corte Suprema, los gobernadores y los
intendentes electos fueron destituidos, el Congreso y las
Legislaturas provinciales fueron disueltos y la actividad de
todos los partidos políticos fue suspendida. La Junta de
Comandantes que ejecutó el golpe, mantuvo el poder durante
24 horas, para luego entregarlo al Gral.
Onganía.
Desarrollo económico
Llegada al poder la U.C.R. trató de cumplir lo que
había prometido en la campaña electoral:
intervencionismo estatal y protección a los consumidores y
hacia esos principios se orientó la política
económica. Como consecuencia de esa política
surgió la ley de Abastecimiento.
El gobierno fue desarrollando una creciente economía con
una política económica caracterizada por un
reformismo gradualista.
El competente equipo económico del gobierno radical
consiguió buenos resultados:
* el PBI (producto bruto
interno) tuvo un crecimiento importante
* el desempleo
cayó a la mitad de los altos índices de 1963.
* crecieron los salarios
* el gobierno anuló los contratos petroleros firmados con
empresas extranjeras en la presidencia de Frondizi
* se replantearon las relaciones con el F.M.I (Fondo Monetario
Internacional)
* se retaceó el aporte crediticio a las grandes empresas
otorgándolo a las pequeñas.
* se modificó el acuerdo con SEGBA asegurando la
mayoría estatal en la conducción de la
empresa.
Política exterior
La política radical, en este aspecto, se manifestó
independiente a la biporalidad existente y el presidente se
rehusó a integrar expediciones militares intervencionistas
en otros países (como la propiciada con la
República Dominicana en 1965). Se destaca la
participación del canciller argentino Miguel A. Zabala
Ortiz, quien supo manejarse con solvencia frente al problema de
Malvinas
cuando se negó a admitir ante la Asamblea de las Naciones Unidas
que al principio de autodeterminación de los pueblos fuese
aplicable al caso de nuestras islas. La tesis
argentina se basó en el hecho de que las Malvinas no
son una colonia inglesa, puesto que Inglaterra no
colonizó sino que se estableció por la fuerza, en
época de paz, desalojando a una población que con legítimo derecho
ejercía su soberanía.
Nuestro país solicitó que "debía respetarse
la integridad territorial de todos los países, impidiendo
cualquier intento encaminado a quebrantar, total o parcialmente,
la unidad nacional" lo cual ocurría si una parte del
territorio argentino continuaba siendo colonia
británica.
Frente a la argumentación argentina la XX Asamblea General
de las Naciones Unidas
votó por la resolución que establece que el
problema de la descolonización debía resolverse sin
demora entre las dos naciones "a fin de encontrar una
solución pacífica". Esta resolución
sirvió como base para las posteriores negociaciones entre
los representantes de nuestro país y los del Reino
Unido.
8. Golpe de Estado de
1966: "Revolución Argentina"
Derrocamiento de Arturo Illia: Presidencia del Gral.
Juan C. Onganía
Derrocado Illia el poder pasó transitoriamente a los
Comandantes de las Fuerzas Armadas, quienes en nombre de la
"Revolución Argentina" disuelve los cuerpos electivos
(gobernadores, legisladores, concejales, etc.), los partidos
políticos y separó de sus cargos a los miembros de
la Corte Suprema de Justicia.
Este golpe tuvo características diferentes a los
anteriores, pues por primera vez las tres fuerzas actuaban unidas
como corporación y declaraban que uno de sus objetivos
fundamentales era reordenar y rigorizar la economía del
país. Afirmaban que darían prioridad al tiempo
económico por sobre el tiempo social y el tiempo
político.
La Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas ordenó
presidente al General Juan Carlos Onganía, quién
era el líder
del sector azul del Ejército. El presidente no sólo
contaba con el apoyo de las Fuerzas Armadas, también
existía un consenso nacional basado en la esperanza de que
se promovieran urgentes cambios económicos.
Se redactó un estatuto que reemplazaba a la
Constitución Nacional en el cual no se estableció
un límite de tiempo del mandato presidencial.
La dictadura militar
buscó normalizar el funcionamiento de la economía
capitalista en Argentina y se propuso reorganizar la sociedad
sobre nuevas bases hasta el punto de prohibir las actividades
políticas. Convencidos de que la crisis
económica del país había sido provocada por
las luchas partidistas, los militares, eligieron como
funcionarios para ejecutar las políticas de gobierno a
hombres de sólida formación técnica
vinculados con las empresas de capital extranjero que realizaban
inversiones en el país.
Las características particulares de esta dictadura se
vinculaban a modificaciones en las condiciones internacionales –
la nueva política de los Estados Unidos hacia América
Latina y la Revolución Cubana de 1959 – y a la manera que
esos cambios eran analizados en el ámbito de las Fuerzas
Armadas. Otro elemento clave fue la difusión
ideológica de lo que se llamaría la Doctrina de la
Seguridad
Nacional. Los militares establecían una relación
estrecha entre seguridad y desarrollo: el subdesarrollo
generaba pobreza y
descontento social, condiciones que permitían que
prosperara el mensaje revolucionario comunista, lo que
ponía en peligro la seguridad nacional.
Siguiendo con ésta línea el desarrollo
económico se transformaba en una prioridad militar que
servía para justificar la decisión de tomar el
poder político y desde el Estado conducir un proceso de
crecimiento
económico.
El gobierno de Onganía intentaba disimular la alianza
entre el sector dominante del Ejército y los grandes
intereses empresariales, representados en el gabinete por la
figura del ministro de Economía Adalbert Krieger
Vasena.
Onganía se rodeó de elencos ministeriales
diferentes, donde figuraron funcionarios de gran experiencia
empresarial y poca experiencia políticas y algunos con
ciertas influencias nacionalistas.
Poco a poco se manifestó una actitud represiva:
además de suprimir las actividades políticas,
mediante un acto policial se anuló la autonomía
universitaria.
La etapa económica
En 1967, ante la renuncia del Ministro de Economía,
asumió Adalbert Krieger Vasena. Favoreció la
concentración de capital en pocas manos, elaboró un
programa económico que atacó la inflación,
el déficit del Estado y congeló los salarios que
pasaron a ser controlados por el gobierno. Los principales
beneficiarios de su plan fueron los grandes empresarios y las
grandes empresas industriales.
El agro pampeano se vió perjudicado cuando el gobierno
devaluó la moneda en un 40% y estableció
retenciones para las exportaciones
agropecuarias, que impidió a los productores obtener
beneficios de la devaluación. La supresión de las
medidas proteccionistas para algunas producciones regionales
desencadenó fuertes crisis sociales en provincias como
Tucumán, Chaco y Misiones.
Pudieron encararse algunas obras de base y de "saneamiento". Se
concluyeron algunas obras públicas de gran importancia
como la represa hidroeléctrica Chocón – Cerros
Colorados y la primera usina atómica situada en la
localidad de Atucha; se concluyó el túnel
subfluvial que une las ciudades de Santa Fe y Paraná y se
mejoró la red caminera.
A pesar de que el gobierno pudiera mostrar logros en su objetivo
de estabilización y crecimiento de la economía la
gestión económica generaba un intenso descontento
en sectores económicos importantes.
Hacia 1969 surgen algunos signos de intranquilidad
pública. Los sindicatos y los estudiantes universitarios
comenzaron a reaccionar y produjeron expresiones que fueron
minando la autoridad del
gobierno. En mayo de 1969, en la ciudad de Córdoba, se
produjo un serio movimiento casi insurreccional: el Cordobazo que
se extendió en a otras provincias. Provocó una gran
conmoción interna y una consiguiente crisis de gabinete
que hirió el gobierno de Onganía.
Las consecuencias inmediatas del Cordobazo fueron la caída
de Krieger Vasena y la caída del frente interno
militar.
El presidente debió encarar un hecho clave que
oscureció el panorama político: el ex presidente
Pedro Aramburu murió asesinado en manos de elementos
extremistas. Este hecho marca el comienzo
de la subversión armada en nuestro país.
Sin una fuerza política propia Onganía se
cerró en un personalismo que desembocó en renuncia
de 1970.
Presidencia de Roberto M. Levingston
La Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas
procedieron a elegir nuevo presidente, designando al general
Roberto Marcelo Levingston bajo cuya conducción,
comenzaría la segunda etapa de la "Revolución
Argentina". Esto significo un cambio en relación entre la
Junta de Comandantes dominada por Alejandro Lanusse; ahora el
presidente era un representante de la junta de comandantes.
El nuevo presidente militar solo se mantuvo en el poder escasos
nueve meses. Levingston propuso "nacionalizar la
Revolución Argentina cambiando el rumbo de la
política económica, constituyendo un movimiento
político en su apoyo y tomando distancia de Lanusse. Su
intento fracasó.
En Marzo de 1971 Levingston – por desacuerdos y enfrentamientos
con la Junta de Comandantes – renunció a su cargo y fue
reemplazado por Lanusse.
Presidencia de Lanusse
La llegada de Lanusse al gobierno implicó la
aceptación de los militares y el intento de conducir una
transición ordenada que garantizaba la conservación
de las Fuerzas Armadas, desacreditadas por su fracaso en el
gobierno, y corroídas por diferencias internas y por la
acción guerrillera.
Esta tercera etapa se caracterizó por la decisión
gubernamental de institucionalizar el país. La vida
política se normalizó, el partido justicialista
obtuvo u personería política y se dio a conocer un
calendario electoral.
Lanusse se propuso garantizar la transición de un gobierno
civil preservando la unidad de las Fuerzas Armadas. Su plan
político preveía el llamado a elecciones sin
proscripciones, una enmienda a la Constitución Nacional y
un pacto con las fuerzas políticas – el Gran Acuerdo
Nacional, en el que se alentaba una vuelta a la vida
constitucional. Se propuso limitar el papel de Perón
bloqueando su candidatura presidencial. Perón tenía
su estrategia para
volver al centro de la vida política nacional.
Procuró neutralizar el intento de Lanusse de establecer
condiciones para la retirada de los militares del gobierno.
El acuerdo de Perón con el radicalismo se hizo realidad en
noviembre de 1970 en "La Hora del Pueblo", una
concentración de fuerzas políticas – el
peronismo, la UCR y otros partidos menores – que se
comprometían a luchar por un proceso electoral limpio y un
gobierno respetuoso de los derechos de las
minorías.
Perón decidió instrumentar en su favor la amenaza
al orden social que implicaba la violencia
política, presionado a Lanusse. Privilegió a los
cuadros políticos tradicionales del peronismo frente al
poder sindical.
La aparición de la violencia
política
El período que se abrió con la crisis del gobierno
de Onganía se caracterizó por una
aceleración de los conflictos
sociales y políticos.
Los sectores populares – obreros y sectores medios –
protagonizaron un proceso de movilización caracterizado
por una activa resistencia a aceptar modificaciones en sus
condiciones laborales y pautas salariales.
La prohibición de realizar actividades políticas
originó la progresiva radicalización de la
violencia que reemplazó a la política y fue
envolviendo a la sociedad argentina a lo largo de toda la
década. Los protagonistas de esa violencia fueron los
grupos guerrilleros surgidos a fines de la década del
’60. Los principales fueron el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP),
defiliación trotskista, y Montoneros, creación de
un grupo proveniente del nacionalismo católico, luego de
venido peronista.
Finalmente, la resistencia social quebró al Estado
burocrático autoritario y logró el levantamiento
del peronismo en 1.973 y el regreso de Perón al
país en 1.974.
9. Los gobiernos
justicialistas
Presidencia de Héctor Cámpora
Las autoridades electas en los comicios del 11 de marzo asumieron
sus funciones el 25
de mayo de 1973. El triunfo de Cámpora significó el
triunfo de Perón, así lo refleja la consigna
"Cámpora al gobierno, Perón al poder". Las fuerzas
izquierdistas peronistas que acompañaban a Cámpora
no lo entendieron así y procuraron mantenerse en el
poder.
Entre las primeras medidas favorecidas por el gobierno de
éste y aprobadas por la Legislatura, se cuenta una
amnistía que permitió que saliesen de las
cárceles un buen número de militantes
políticos y algunos terroristas encarcelados por el
gobierno anterior.
Dentro del peronismo – como una corriente de este – fue tomando
fuerza el camporismo.
La República se conmovía frente a la violencia cada
vez mas generalizada y en el movimiento peronista surgieron
críticas a la conducción política llevada a
cabo por Cámpora que produjo una crisis dentro de este
nucleamiento. En consecuencia, los doctores Cámpora y
Solano Lima renunciaron a sus cargos con el objeto confesado de
posibilitar el acceso de Perón al Poder
Ejecutivo. Cámpora se mantuvo en el cargo solo 50
días. Fue reemplazado provisoriamente por Raúl
Lastiri (presidente de la Cámara de Diputados), hasta que
se realizaran las elecciones.
Tercera Presidencia de Juan D. Perón
Los comicios se realizaron el 23 de septiembre y la formula Juan
D. Perón – María Estela Martínez de
Perón obtuvo el 61,85% de los votos el radicalismo, con
las candidaturas de Balbín – De la Rúa
alcanzó el 24,2%.
De vuelta en el gobierno, Perón buscó ordenar el
complejo cuadro de fuerzas políticas y sociales
movilizadas desde 1969. Trató de encauzar las expectativas
y los conflictos de casi 20 años de enfrentamiento, y
agudizados en los últimos años de la
Revolución Argentina.
Perón intentó depurar su partido y reorientar la
acción política, pero los conflictos habían
penetrado en el peronismo y conmovido a la sociedad
argentina.
El proyecto de Perón se basaba en: el acuerdo
político y el Pacto Social. El primero fue fácil de
concretar, la oposición política tenía la
actitud de colaborar en la normalización institucional del
país. A las apelaciones para la conciliación del
país se adhirieron los partidos opositores.
El Pacto Social fue difícil de cumplir. La idea de un
acuerdo entre sindicatos, empresarios y el Estado como
herramienta de política económica y social no era
novedosa dentro del peronismo, y se inspiraba en las experiencias
europeas de concertación social. El Pacto Social no
colmaba las expectativas de los sindicalistas. Los salarios
fueron aumentados un 20%, las negociaciones colectivas fueron
suspendidas por 2 años y se estableció un
rígido sistema de control de precios. La
CGT presionada por Perón firmo el pacto junto con la CGE,
representante del empresariado, y el gobierno. El cumplimiento
del pacto suponía que la CGE la central obrera y la CGT
acatarían lo pactado. Sin embargo estos vieron caduca su
posibilidad de asegurar esta condición y fueron superadas
por sus bases.
El conflicto
entre capital y trabajo pasó a resolverse en el
ámbito de las empresas. Solamente la intervención
directa de Perón mantenía con vida el acuerdo.
Este doble sistema no alcanzaba a contener el conjunto de
problemas políticos que Perón debía
enfrentar. Este procuró garantizar la autonomía de
las Fuerzas Armadas y subordinarlas efectivamente al orden
constitucional.
Se produjo un enfrentamiento entre el ala izquierda y el ala
derecha del peronismo, propiciada por la renuncia de
Cámpora, que abrió paso a un ajuste de cuentas de la
derecha peronista. La evidencia trágica de estos
enfrentamientos fue la masacre de Ezeiza el 20 de junio de 1973 –
en el mismo día que Perón regresaba al país
-.
Perón decidió apoyar a sus fieles sindicalistas y a
los miembros de su entorno, liderados por su secretario privado y
Ministro
de Acción Social, José López Rega. Esto
condujo a un enfrentamiento con la izquierda peronista. En los
primeros meses del gobierno de Perón, el conflicto tuvo
como eje central el desplazamiento de los gobernadores cercanos a
la izquierda peronista. Los secuestros y asesinatos
políticos se fueron convirtiendo en un método
habitual para resolver las diferencias dentro del peronismo. Los
Montoneros eligieron sus víctimas entre sindicalistas –
Rogelio Coria, ex secretario de la CGT y José Rucchi,
secretario de la CGT-, políticos como Arturo Mor Roig (ex
ministro de Lanusse) y empresarios como Jorge Born, secuestrados
y luego liberados tras el pago de un importante rescate. En
noviembre de 1973 apareció la Triple A (Alianza
Anticomunista Argentina), que atentó contra el senador
Hipólito Solari Yrigoyen. También tuvo como
víctimas de sus ataques a Silvio Frondizi, Atilio
López, el padre Carlos Mugica y Rodolfo Ortega
Peña.
La ruptura definitiva y abierta entre Perón y la izquierda
peronista se produjo el primero de mayo de 1974, en el acto del
Día del Trabajo, durante el cual el presidente
pronunció un discurso en defensa de los sindicalistas e
hizo duras criticas a la juventud
Peronista.
El 12 de junio Perón pronunció su último
discurso público en la Plaza de Mayo. Amenazó con
su renuncia y reclamó al movimiento obrero el cumplimiento
del Pacto Social.
Muerte de
Perón y sucesión de la presidencia a la
vicepresidente María Estela Martínez
En junio de 1974 la salud del presidente se había agravado
y el 1º de julio falleció.
Su muerte se
convirtió en un suceso conmovedor. Sus exequias se
realizaron ante la consternación generalizada en tanto que
en el país se advertía un evidente vacío de
poder.
El 1º de julio la presidencia fue asumida por la
vicepresidente y esposa María Estela Martínez.
La muerte de
Perón dejó sin control al conjunto de fuerzas que
habían coexistido conflictivamente bajo su liderazgo y
privó al gobierno de una conducción legítima
y aceptada por el conjunto del peronismo que pudieran reformular
los acuerdos políticos y sociales para asegurar la
gobernabilidad del país.
Durante el gobierno de María Estela Martínez
apareció un serio deterioro económico e
institucional. Rodeada por un "micro clima" de
consejeros de su propio círculo en el que habría de
sobresalir el Ministro de Bienestar Social José
López Rega, la nueva presidente resultó incapaz
para resolver el cúmulo de problemas que asolaban al
país, pues a la crisis económica se sumaron
planteos sociales y violentos atentados terroristas.
Los sindicatos se sintieron libres de los compromisos que
habían asumido en 1973 y se encargaron de deshacer el
diseño
político armado por Perón. La dirección de la CGT pasó a mano de
sindicalistas.
Los nuevos compromisos que la nueva dirigencia negoció con
el gobierno apuntaban a la reformulación del Pacto Social
y al desplazamiento de los líderes sindicales y
políticos opositores al oficialismo cegetista.
La concesión de la renegociación del Pacto Social
produjo la renuncia de Gelbard. Esta reorganización del
gobierno llevó a López Rega a la cúspide de
su poder, fortaleció a la burocracia
sindical y coincidió con su agravamiento de la
violencia.
En1975 el conjunto de acuerdos que Perón había
articulado y que habían compuesto el eje de su proyecto de
institucionalización política había
fracasado y el país parecía marchar
desorientado.
Desequilibrio en la economía
La llegada de Celestino Rodrigo al Ministerio de Economía
agudizó los problemas. López Rega apoyó a
Rodrigo en la adopción
de una serie de medidas conocida como el "rodrigazo"; estas
medidas fueron: la devaluación del peso entre un 100% y un
160%, incremento del 181% en el precio de la
nafta y del
75% en los precios del
transporte y
otras medidas que tuvieron como consecuencia la
intensificación de la inflación y una crisis
política. Este hecho obro como un detonante y se produjo
una reacción sindical que habría de terminar con un
hecho inédito: una huelga general
propiciada por los sindicatos peronistas contra un gobierno del
mismo signo político.
Ante el agravamiento de la crisis el ministro López Rega
debió ser expulsado de su cargo.
La presidente solicitó una licencia y asumió
provisoriamente el cargo el presidente del Senado Ítalo A.
Luder, un peronista reconocido por sus posiciones moderadas que
debió recurrir a las Fuerzas Armadas para contener los
desbordes terroristas. Este firmó un decreto en el cual
autorizaba a las Fuerzas Armadas a eliminar la subversión.
Este decreto fue utilizado por los militares golpistas de 1976
para fundamentar la eliminación de los grupos
subversivos.
Con la vuelta al poder de la señora de Perón, se
hicieron más intensas las acciones terroristas de
ultraizquierda mientras organizaciones de ultraderecha los
enfrentaron apelando los mismos métodos.
Fracciones políticas y sindicales resolvieron
también sus disputas mediante la fuerza.
El regreso de María Estela Martínez, la crisis
interna peronista, la agudización de la violencia
política, y la falta de colaboración del
empresariado y de las Fuerzas Armadas, quitaron al gobierno toda
base de apoyo. Todo esto desembocó en un golpe de
estado.
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